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Cuatro principios de la confrontación

Por Lehman Hotchkiss

Conocer los pasos para ejercer la disciplina asegura que los resultados engrandezcan el Reino.

En general, en la iglesia ignoramos la tarea de disciplinar como el ideal del Nuevo Testamento. Solo
una crisis consiguió que tomara una acción disciplinaria como pastor. No comencé a partir de un
modelo mental de cómo lograrlo; todavía creo que la sensibilidad y la flexibilidad son esenciales. Sin
embargo, considero que existen ciertos principios aplicables en todos los casos.

Examinarnos primero

Debemos examinar nuestra propia espiritualidad. Pablo nos enseña en Gálatas 6.1: «Ustedes que son
espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre». No existe un sustituto para la estabilidad
espiritual ni para la dependencia en el Espíritu Santo que nos dé la gracia de permanecer firmes y a la
vez mansos. Cuando Sharon me apuntó con su dedo a la cara y me amenazó «te arruinaré», me sentí
realmente aterrado, quizás más aterrado —si miro hacia atrás— de lo que era necesario. Solo
apoyándome en el Señor iba a permanecer firme y rechazar la tentación de dejar a un lado la
mansedumbre y responderle del mismo modo. Cultivar la humildad y el quebrantamiento delante del
Señor nos puede proteger de la tendencia a convertirnos en críticos crueles y orgullosos. Para mí, el
ejercicio de la disciplina en la iglesia siempre ha dado lugar a un mayor sentido de humildad. Al
conocer a las personas que han caído, entiendo, mucho mejor, que nadie se halla por encima de la
tentación. Si el objetivo de Sharon hubiera sido seducirme, si yo hubiera estado solo y asustado,
¿habría sido capaz de soportarlo?

Cumplir los pasos establecidos

Debemos estar dispuestos a seguir el modelo que nos dejó Jesucristo en Mateo 18.15–17: hablar
primero en privado, luego, incluir a testigos y, finalmente, llevar el asunto ante toda la iglesia. Si la
iglesia entiende que se seguirá este modelo al pie de la letra, será un obstáculo para la práctica del
pecado.

La iglesia de Corinto ignoró este importante patrón y el apóstol Pablo la reprendió por ese motivo
(1Co). Cuando no estamos dispuestos a actuar, los efectos de tal actitud en la iglesia local alcanzan a
ser devastadores.

Poseer claridad sobre la meta

Debemos recordar que el objetivo es el arrepentimiento y la restauración de la comunidad. La iglesia


de Corinto también debió recordar que debían perdonar, consolar, y reafirman su amor hacia la
persona arrepentida (2Co 2.5–11). La disciplina en la iglesia no debe consistir en «atacar al herido».
Su propósito es redentor. Muchas iglesias fallan en la etapa final de aceptarlos de nuevo en la
comunidad. Debemos pensar en cómo desarrollar expresiones cariñosas y afectuosas de perdón y de
apoyo.

Practicar la prevención

Debemos establecer los procedimientos para la disciplina antes de que sobrevenga cualquier crisis.
Los miembros de la iglesia deben saber que son espiritualmente responsables en esta y en otras
cuestiones. Deben saber que toda la iglesia debe mantenerse atenta a las enfermedades que dañan
nuestra salud espiritual y tratarlas con sumo cuidado.

Derechos reservados © 1984 por el autor o Christianity Today / Revista Leadership.


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