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Viernes 02 de septiembre
Muchos historiadores afirman que el teatro romano es una simple “evolución” o “copia” del teatro
helénico (recordemos que el pueblo griego fue sometido por el Imperio Romano, luego del triunfo
sobre la Liga Aquea en la batalla de Corinto en el año 146 a.C.); sin embargo las formas de
concebir el teatro y sobre todo el “ocio” y la política en Roma, nos acercan pistas para poner en
duda dichas afirmaciones. Luego de la lectura atenta del texto de Oliva y Torres Monreal:
1. En las ciudades romanas: ¿qué relación existió entre la paz, el ocio y los espectáculos
públicos?
En la comedia Los dos Menecmos, Plauto comienza con un prólogo en el que tal
como indican los autores Oliva y Torres Monreal, se dirige al público implorando
benevolencia: “…con el ruego de que le prestéis oídos benignos” (pág. 3).
Podría decirse que esta obra corresponde a lo que se llamaría comedia togada, ya
que en ella se dramatizan temas esencialmente latinos, con personajes latinos. En ella
podemos ver aquella tipificación de ciertos personajes que Plauto hereda de Terencio,
como “el viejo” (padre de la mujer de Menecmo I), “la cortesana” (Erotio) o el “esclavo
desvergonzado y glotón” (Cepillo). Se dice que Plauto sabía lo que divertía a la urbe, a
quienes se dirigía solo con este propósito, entretenerlos. Su comicidad se sirve de los
enredos y malentendidos que, en este caso, son provocados por la confusión que se da
entre los gemelos, a lo largo de toda la obra, quienes al final, se reúnen y reconocen.