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Las violencias contra niños, niñas y adolescentes constituyen una grave vulneración de
los Derechos Humanos que afectan la vida de las víctimas, provocando serias
consecuencias para su desarrollo. Las víctimas de este tipo de violencia ven afectada su
salud física, emocional y sus relaciones interpersonales, así como también
comprometido su futuro desenvolvimiento social.
Introducción
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Lección 1 de 8
Introducción
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Tanto los factores de riesgo como los factores protectores que van a tratarse en
este apartado surgen de los diferentes marcos teóricos desde los que se ha
intentado explicar estos tipos de violencias. De esta manera, aquí se toman
factores que surgieron de los modelos tradicionales (psiquiátricos-
psicológicos, sociológicos, centrados en el niño), de los modelos de segunda
generación (ecológico, transaccional, de los dos componentes, transicional) y de
modelos de tercera generación (teoría del procesamiento de la información
social, del estrés y del afrontamiento).
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Factores individuales
Como se expresó en párrafos anteriores, el abuso sexual ha sido estudiado y se
lo ha tratado de explicar desde distintos modelos teóricos a lo largo del tiempo.
Hace años, por ejemplo, se consideraba que los abusadores eran personas
aisladas socialmente, con un per l de personalidad especí co o algún tipo de
perversión o enfermedad mental, por lo cual estos factores habrían sido
incluidos como de riesgo. Sin embargo, en la actualidad se ha desterrado este
mito, ya que cualquier persona puede ser un abusador.
Otro factor de riesgo que ha sido excluido es el haber sido víctima de abuso
sexual en la infancia, ya que:
Los factores que se enumeran a continuación son los que más frecuentemente
se incluyen en las revisiones bibliográ cas. “Es muy difícil decir cuál tiene más
peso, porque funcionan como una suerte de subsistemas que se van
articulando entre sí” (Sanmartín, 1999, en Apraez-Villamarin, 2015, p. 89).
En tanto, Finkelhor (1984, en Moreno Manso, 2006) planteó que para que se
produzca el abuso sexual se necesita la presencia de varios de los siguientes
factores de riesgo, dados simultánea o sucesivamente:
Agresivos con quienes perciben como débiles o indefensos. En muchos casos este
desprecio está causado por la propia sobrevaloración de sí mismos, lo cual di culta la
posibilidad de empatizar con lo que sienten los otros.
Poca empatía que se mani esta a través de la di cultad por poder ponerse en el lugar del
otro y comprender lo que siente.
Escaso o de ciente control de impulsos que les permitirían regular su conducta (Apraez-
Villamarin, 2015).
Cuadro 2: Factores de riesgo en víctimas y en agresores. Fuente: elaboración propia en base a Apraez-
Villamarin (2015)
Factores familiares
Como se explicó, los factores de riesgo familiares son aquellos que tienen una
relación directa y estrecha con las personas que conforman el núcleo familiar de
los niños, las niñas y los adolescentes. Faller (1993, en Moreno Manso, 2006)
señala como factores de riesgo:
Relaciones familiares difíciles, caracterizadas por discusiones, peleas,
mala comunicación, donde los niños, niñas y adolescentes se vuelven
distantes, aislados e inseguros y, por lo tanto, más accesibles al
agresor.
Este tipo de estructura familiar puede originarse por “la separación de los
padres biológicos del menor, o por el fallecimiento o la incapacidad de uno de
los cónyuges” (Aprez-Villamarin, 2015, p. 90).
El progenitor, con quien convive, suele dejar al menor al cuidado
de terceros que asumen el rol paterno o materno, aumentando el
riesgo de abuso.
Familias monoparentales.
Educación sexista.
Factores sociales
Entre las formas de maltrato y violencia que pueden sufrir niñas, niños y
adolescentes, el maltrato y el abandono físico y emocional son probablemente
dos de las más frecuentes y dañinas para su integridad total. La violencia física,
por su presencia en el cuerpo, la más evidente y notoria, y una de las más
fácilmente identi cables, mientras que las formas de maltrato emocional
pueden pasar más desapercibidas.
Factores familiares
Violencia de género.
Factores culturales
En mayor o menor medida, pero todas las sociedades del presente conservan
aún elementos propios de la cultura heteropatriarcal. Las sociedades con estas
características potencian los riesgos de maltrato y abandono:
Factores sociales
INDIVIDUALES Inmadurez X
Desinhibición
X
comportamental
Baja autoestima X X
Poca empatía X X
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional
Comportamientos y
comunicaciones X
ambivalentes o confusos
Sobrevaloración de la
X
actividad sexual
Consumo problemático de
X
sustancias
Ausencia de habilidades
X
sociales y de normas
Ausencia de habilidades en
X
el cuidado de los niños
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional
Falta de implicación
X
conductual y psicológica
-NNA Discapacidad X X
Problemas de salud X
Edad X X
Comportamiento ansioso y
X
autolesivo
Relaciones familiares
FAMILIARES difíciles / Vínculo familiar X X
negativo
Sumisión a la autoridad X
Ausencia de habilidades en
X
el cuidado de los niños
Inadecuada interpretación
de señales de comunicación X
interpersonal
Desconocimiento de las
X
necesidades de los niños
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional
Falta de motivación o
X
síndrome de apatía
Inadecuada supervisión de
X
los niños
Violencia de género X
Atribuciones internas y
estables sobre la conducta X
negativa de los niños
Atribuciones externas e
inestables sobre el
X
comportamiento positivo de
los niños
Expectativas inadecuadas
sobre las capacidades de los X
hijos
Estrés familiar X
Distorsión de prioridades en
X
los cuidadores
Fallecimiento, incapacidad o
ausencia de uno de los X
progenitores
Presencia de padrastro o
X
madrastra
Dinámica familiar
Monoparentales X
disfuncional
Distanciamiento físico y
afectivo de alguno de los X
progenitores
Dependencia económica
X
absoluta de la gura paterna
Relaciones interpersonales
disfuncionales entre la X
pareja
Violencia física o
X
psicológica
Problemas o interrupciones
X
sexuales de la pareja
Figuras maternas
X
deprimidas o frágiles
Desigualdad de género X
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional
Relaciones de
poder/dependencia y X
sexualización de relaciones
Aceptación social de la
X
violencia
Hacinamiento X
Vivienda en refugios,
X
albergues o inquilinatos
Promiscuidad X
Desempleo X
Di cultad de acceder a
recursos asistenciales y de X
protección
Pobreza / Desigualdad
X
económica
Aislamiento social X
Cuadro 3: Factores de riesgo relacionados con el abuso sexual, el maltrato y el abandono físico y
emocional.Fuente: elaboración propia.
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Los factores protectores son condiciones que pueden estar presentes tanto a
nivel individual, familiar, cultural y/o social, que moderan el riesgo y promueven
el bienestar y un desarrollo saludable.
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Factores individuales
Así como hay factores de riesgo relacionados con los individuos (tanto con la
víctima como con los agresores), de igual manera los individuos pueden
representar un factor protector ante la violencia y el abuso sexual. En este
sentido, la Red Europea de Observatorios Nacionales de la Infancia publicó un
informe (ChildON, 2009) en el que recopila los siguientes factores protectores:
Educación sexual integral (ESI) que les permita reconocer las partes
del cuerpo, diferenciar lo íntimo de aquello que no lo es, identi car
personas de con anza dentro y fuera de la familia, normas de
seguridad familiar (dirección, teléfono, redes), los límites
convenientes en la relación con sus pares y con los adultos y poder
diferenciar entre la información que se debe guardar y los secretos
que no pueden ocultarse (Deza Villanueva, 2005).
Factores familiares
Factores culturales
Deza Villanueva (2005) incluye en este punto la presencia de una sociedad que
promueva un:
trato igualitario entre los sexos, en donde no se hagan diferencias respecto
a las tareas que se encomiendan, a las oportunidades que se brindan, a las
características que se asignan, a los juegos o actividades que se les dice les
corresponden y en donde la relación de pareja sea el modelo de una
relación igualitaria, respetuosa, solidaria y cariñosa.
Factores sociales
Factores individuales
Las características individuales, tanto del niño, la niña o el adolescente como de
otros individuos relacionados directamente, pueden funcionar como factores
protectores. A continuación se enumeran los principales, que fueron
recopilados por la Red Europea de Observatorios Nacionales de la Infancia en
su informe publicado en el año 2009:
Factores culturales
En función de lo expuesto hasta ahora, es posible ubicar en este
apartado, como factores protectores, a una sociedad que
promueva valores positivos en relación con la infancia y la
paternidad/maternidad, que brinde información sobre las
necesidades y características de los niños, niñas y adolescentes
en sus diferentes ciclos vitales, que deslegitime la violencia como
herramienta educativa y que vele por la igualdad de sus
ciudadanos.
Factores sociales
Vivienda adecuada.
Desde una perspectiva que coloca el acento en el factor humano antes que en
las instituciones y en el sustento material, Muñoz-Rivas et al. (2008) sostiene
que es necesario considerar también estos otros:
Maltrato y
Factores Abuso
abandono físico
protectores sexual
y emocional
Apego seguro x
Maltrato y
Factores Abuso
abandono físico
protectores sexual
y emocional
Conocimientos de crianza y
x
desarrollo infantil
Maltrato y
Factores Abuso
abandono físico
protectores sexual
y emocional
Autoe cacia x
Cohesión familiar x
Estilo democrático x x
Participación en la toma de
x
decisiones familiares
SOCIALES Empleo x x
Vivienda adecuada x x
Barrio socioeconómicamente
x
favorecido
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Al igual que los individuos, las familias se ven enfrentadas a un ciclo vital que
incluye traumatismos, crisis y duelos. Hablar de ciclo de vida familiar implica, -
desde el psicoanálisis- considerar los vínculos inconscientes intersubjetivos de
sus integrantes (Losso, 2001).
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Los niños que han crecido en ámbitos familiares donde han estado expuestos a
maltrato y/o abuso sexual en forma crónica son niños, niñas y adolescentes que
han perdido la con anza en los adultos.
Quienes se conviertan en sus referentes y/o cuidadores tendrán a
su cargo la difícil tarea de intentar reparar el daño que han sufrido.
En su texto Introducción al modelo de crianza terapéutica para
cuidadores y cuidadoras, Vergara Campos y Quijada Inostroza
(2019) proponen el ejercicio de una parentalidad terapéutica, a
través del Modelo de Intervención en Crianza Terapéutica. Este
modelo se lleva adelante a través de intervenciones adecuadas,
para recuperar el desarrollo y fomentar la resiliencia.
acompañando a los cuidadores y las cuidadoras a explorar las competencias básicas, a identi car los
recursos y las vulnerabilidades, a la luz de la propia historia y de su forma de relacionarse.
En esta primera etapa se acompaña al cuidador o cuidadora en el contexto de convivencia, que es donde
surgen los primeros con ictos. La idea central es acompañar a comprender al niño, niña o adolescente,
de manera profunda e integral, de tal forma que se pueda sintonizar con su mundo interno y sus
necesidades.
● Referente automodulado:
En esta etapa se busca fortalecer las capacidades de autorregulación para que las reacciones que puedan
surgir frente a los distintos estados emocionales de los niños, niñas y adolescentes no sea un
impedimento para el desarrollo de una relación segura. Se trabaja con las representaciones sobre el
niño, que muchas veces impiden verlo en forma integral, ya sea que por ejemplo se lo vea desvalido,
incontrolable, etc.
En esta etapa lo que se propone es que se consolide en el padre, la madre o quien ejerza el rol de
cuidador la capacidad de comprender la problemática del niño, de manera tal que pueda intervenir de
formas adecuadas si fuera necesario.
1. El hecho de haber adquirido las competencias teóricas necesarias para el abordaje de los síntomas
de sufrimiento del niño o la niña.
Cuadro 5: modelo de crianza terapéutica. Fuente: elaboración propia en base a Vergara et al. (2019)
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Los niños nacen con una prematuración biológica que los vuelve dependientes
de otro ser humano para que lo asista, cobije y les garantice de ese modo su
sobrevivencia. A partir del nacimiento se establece entre ese bebé y su
ambiente cuidador un vínculo muy estrecho que se caracteriza por la necesidad
de ese recién nacido de contar con la accesibilidad y la capacidad de respuesta
por parte del cuidador o cuidadora. Esas dos condiciones le garantizan al bebé la
disponibilidad del adulto para brindarle respuestas adecuadas a sus
necesidades, generando un estado de seguridad que es imprescindible para un
adecuado desarrollo emocional. Si estas condiciones se desenvuelven
favorablemente, el bebé cuenta con la posibilidad de crecer en un vínculo de
apego seguro que le permita sentirse amado y protegido incondicionalmente,
ya que eso se logra cuando hay alguien que responde a sus necesidades, lo
puede consolar, lo abraza, calma su hambre y sus angustias, lo mira, le muestra
interés y se relaciona activamente con él. Pero, lamentablemente, estas
condiciones no siempre están presentes y esos vínculos tempranos se ven
afectados por múltiples experiencias de malestar.
Trauma Complejo
Cuando la psiquiatra Judith Herman (2004) investigó el Trauma Complejo en víctimas de abusos sexuales
en la infancia, observó que la sintomatología de dichos casos, no concordaba con los estándares
diagnósticos del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), por lo que consideró preciso darle un nuevo
nombre al síndrome causado por trauma largo y reiterado. Lo denominó Trastorno de Estrés Postraumático
Complejo (TEPT-C), y como tal ha sido incluido en la última versión de la Clasi cación Internacional de
Enfermedades (CIE-11). Además del TEPT-C surgió la propuesta diagnóstica de Trastorno Traumático del
Desarrollo (TTD) especí co para población infantil. En menores, este diagnóstico permite:
Desregulación del D.3. Descon anza extrema y persistente, conducta desa ante o falta
self (sí mismo) y
de reciprocidad en relaciones cercanas con adultos/iguales (incluye
relacional
expectativas de ser victimizado por otros).
Duración del
Criterios B, C, D y E al menos 6 meses.
Trastorno
Cuadro 6: criterios diagnósticos para el Trastorno Traumático del Desarrollo. Fuente: Van der Kolk, et al.
Los niños, niñas y adolescentes que han sido expuestos desde edades muy
tempranas a experiencias crónicas de maltrato y estrés presentan serias
consecuencias en su neurodesarrollo. El sistema nervioso es vulnerable al
ambiente y, por lo tanto, este tipo de violencia ejercida contra sujetos que están
en pleno proceso de desarrollo y crecimiento provoca secuelas importantes a
nivel de dé cits estructurales, funcionales y neurohormonales (Cabrera &
Astaiza, 2016; Teicheret al., 2003, en Deambrosio et al., 2017).
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Resumen de la unidad
El eje de esta primera unidad fue brindarte contenidos teóricos sobre las graves
consecuencias que produce el abuso y el maltrato cuando es sufrido por los
niños, niñas y adolescentes en el contexto familiar. Para ello se hizo un
recorrido por diferentes temas, entre los que se incluyeron factores de riesgo y
protección, transmisión de pautas transgeneracionales, parentalidad
terapéutica, trauma complejo e impacto en el neurodesarrollo.
Se aprendió que los factores de riesgo son aquellos que pueden aumentar la
probabilidad de que se ejerza violencia, pero no la determinan. Del mismo
modo, que los factores protectores, son los que aumentan la resiliencia y el
desarrollo personal positivo, pero no garantizan la ausencia de maltrato.
El maltrato y la violencia sexual son temáticas complejas y multicausales, por lo
cual fue importante incorporar el concepto de transmisión transgeneracional,
para explicar uno de sus modos de perpetuación a través de las generaciones.
Para ello, pudo analizarse el lugar del mito familiar en la construcción del
secreto que sustenta estos tipos de violencia. Lo no resuelto en una generación,
lo no simbolizado, es lo que insiste y se repite en las posteriores generaciones, a
modo de “cuentas sin saldar”. Pudo identi carse que en las situaciones de
maltrato suelen estar presentes dinámicas familiares, rígidas y de
características verticales, favorecidas por las sociedades con estilos
patriarcales.
Cervera Pérez, I.M.; López-Soler, C.; Alcántara-López, M.; Castro Sáez, M.;
Fernández-Fernández, V. y Martínez Pérez, A. (2020). Consecuencias del
maltrato crónico intrafamiliar en la infancia: trauma del desarrollo. Papeles
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2C
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S I G U I E NT E
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