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UNIDAD N°1: Factores de riesgo y factores

protectores a nivel familiar

Las violencias contra niños, niñas y adolescentes constituyen una grave vulneración de
los Derechos Humanos que afectan la vida de las víctimas, provocando serias
consecuencias para su desarrollo. Las víctimas de este tipo de violencia ven afectada su
salud física, emocional y sus relaciones interpersonales, así como también
comprometido su futuro desenvolvimiento social.

DESAR R OLLO DE LA UN IDAD

Introducción

Factores de riesgo de grave vulneración de derechos a nivel familiar

Factores protectores y recursos familiares para el afrontamiento de la violencia

Pautas transgeneracionales que sustentan el maltrato y la violencia sexual

Parentalidad terapéutica y buen trato


Trauma complejo y su impacto en el neurodesarrollo infantil

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Lección 1 de 8

Introducción

El informe sobre la situación mundial de la prevención de la violencia contra los


niños, publicado en el año 2020 por la Organización Mundial de la Salud, arrojó
cifras verdaderamente alarmantes. Se estima que a nivel mundial uno de cada
dos niños de entre 2 y 17 años de edad son víctimas de algún tipo de violencia.
Alrededor de 300 millones de niños de 2 a 4 años sufren castigos violentos por
parte de sus cuidadores. Se estima que alrededor de 120 millones de niñas han
sido víctimas de algún tipo de violencia sexual antes de cumplir la edad de 20
años (OMS, 2020).

El Estudio de UNICEF sobre Maltrato Infantil en Chile publicó que el 73,6% de


los niños y niñas sufre violencia física o psicológica de parte de sus padres o
familiares (UNICEF,2020).
Por su parte, el Observatorio Niñez y Adolescencia en su Reporte I de
Monitoreo de Derechos publicó que en Chile 6 víctimas son ingresadas por
delitos sexuales cada una hora, lo que signi ca un total de 51.360 víctimas al
año. Además, se estima que estos números corresponden solamente a un 30%
del total de casos, ya que se considera que el 70% restante no es denunciado
(Díaz et al., 2018).

La gravedad de esta problemática lo ubica como un tema de Salud Pública. La


Asamblea General de la ONU propuso en su Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible: “Poner n al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de
violencia y tortura contra los niños” - (ONU,2022). Alineados en esta misma
lucha, numerosos organismos internacionales, entre los que se encuentran la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la
Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), así
como también Organismos no Gubernamentales tales como Save The Children,
Aldeas Infantiles, entre otras, vienen señalando sistemáticamente la urgencia
en la erradicación de este agelo y han reiterado la necesidad de implementar
políticas de prevención en las que participen equipos interdisciplinarios.

En esta primera unidad se estudian los factores de riesgo y los factores


protectores en casos de familias de niños, niñas y adolescentes víctimas de
violencia sexual y maltrato. Probablemente, para algunos esta sea la primera
vez que tomen contacto con la temática y, mientras que para otros se trate de
temas que ya estudiaron en instancias educativas previas.
Se analizarán los factores protectores y recursos familiares para el
afrontamiento de la violencia sexual y el maltrato en relación con las
características de una parentalidad terapéutica y buen trato. También se
abordará el impacto que la violencia produce sobre el neurodesarrollo infantil,
bajo la forma de trauma complejo.

C O NT I NU A R
Lección 2 de 8

Factores de riesgo de grave vulneración de derechos a


nivel familiar

 Cuando se habla de maltrato infantojuvenil se hace referencia a


una compleja problemática que tiene múltiples causas. Abarca
formas de violencia muy diferentes entre sí, que incluyen entre
sus múltiples variables al maltrato físico y emocional y al abuso
sexual. Es una problemática que se da como resultado de la
sumatoria de factores de riesgo muy disímiles y que responden a
diversas categorías.

Tipo de Maltrato Activo Pasivo


Tipo de Maltrato Activo Pasivo

Físico Maltrato físico Abandono físico

Emocional Maltrato emocional Abandono emocional

Sexual Abuso sexual

Cuadro 1: Tipos de maltrato infantojuvenil. Fuente: UNICEF (2020, p. 2)

Tanto los factores de riesgo como los factores protectores que van a tratarse en
este apartado surgen de los diferentes marcos teóricos desde los que se ha
intentado explicar estos tipos de violencias. De esta manera, aquí se toman
factores que surgieron de los modelos tradicionales (psiquiátricos-
psicológicos, sociológicos, centrados en el niño), de los modelos de segunda
generación (ecológico, transaccional, de los dos componentes, transicional) y de
modelos de tercera generación (teoría del procesamiento de la información
social, del estrés y del afrontamiento).

 Si se tiene en cuenta la gran cantidad de investigaciones sobre


factores de riesgo, y dado que cada una de ellas los agrupa de un
modo particular, aquí se utilizará la clasi cación del Observatorio
de la Infancia de Andalucía (Ruiz Benítez, 2020), según la cual se
los divide en: factores individuales, familiares, sociales y
culturales, lo permite comprender la complejidad multicausal y
multifacética de la violencia poniendo el énfasis en la
combinación de factores que actúan en diferentes niveles y que
tienen injerencia en la probabilidad de que la violencia suceda, se
repita o cese.

Factores individuales: hacen referencia a aspectos físicos y


psicológicos, tales como características de la personalidad, historia
de vida, enfermedades, discapacidad, entre otros.

Factores familiares: aquí se incluyen los estilos educativos de cada


familia, tipos de vínculos entre padres e hijos, modalidad de
comunicación familiar, tipo de dinámica y atribuciones internas y
externas en relación con los hijos.

Factores culturales: son factores que forman parte de la sociedad,


aunque no de manera explícita, tales como el imaginario relacionado
con la infancia y la adolescencia y que puede incluir una lógica
patriarcal caracterizada por atribución de roles rígidos, uso de la
violencia como estilo educativo, entre otros.

Factores sociales: entre los que se encuentran la falta de trabajo, de


un lugar de vivienda digno, de estabilidad económica, de apoyo social,
de formación educativa, entre otros (Ruiz Benítez, 2020).

Antes de continuar con la lectura de contenido, se recomienda que visualices el


primer video de la presente unidad.

Video 1. Factor de riesgo


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Unidad 1 Video 1 - Factores de riesgo V1.mp3


3.6 MB

Abuso sexual infantil

Factores individuales
Como se expresó en párrafos anteriores, el abuso sexual ha sido estudiado y se
lo ha tratado de explicar desde distintos modelos teóricos a lo largo del tiempo.
Hace años, por ejemplo, se consideraba que los abusadores eran personas
aisladas socialmente, con un per l de personalidad especí co o algún tipo de
perversión o enfermedad mental, por lo cual estos factores habrían sido
incluidos como de riesgo. Sin embargo, en la actualidad se ha desterrado este
mito, ya que cualquier persona puede ser un abusador.

Los agresores pueden ser tanto varones como mujeres, heterosexuales u


homosexuales, neuróticos, psicóticos, perversos o seniles. No existe un
per l de personalidad especí co ni tests que detecten o excluyan a quien
agredió sexualmente a un niño. Los agresores son personas que se
encuentran en nuestro entorno: padres, abuelos, tíos, vecinos, docentes,
amigos. Circulan en la sociedad y pasan desapercibidos porque su conducta
social (lo que se ve) no muestra su conducta sexual (aquello que no se ve).

(UNICEF, 2017, p. 11)

Otro factor de riesgo que ha sido excluido es el haber sido víctima de abuso
sexual en la infancia, ya que:

Solamente una proporción de los NNyA que fueron abusados sexualmente


y no recibieron tratamiento adecuado deviene agresor sexual. Este mito es
fuertemente estigmatizante para las víctimas -en particular para los
varones, y tiene una complicación: incrementa la tendencia de las víctimas
a mantener el secreto, aún al llegar a adultos, por el temor a ser vistos como
agresores sexuales.

(UNICEF, 2017, p. 11)

El consumo problemático de alcohol tampoco se incluye como factor de riesgo,


ya que se lo utiliza como una forma de eludir o racionalizar las acciones del
agresor, pero no como factor causal determinante (UNICEF, 2017, p. 15).

Los factores que se enumeran a continuación son los que más frecuentemente
se incluyen en las revisiones bibliográ cas. “Es muy difícil decir cuál tiene más
peso, porque funcionan como una suerte de subsistemas que se van
articulando entre sí” (Sanmartín, 1999, en Apraez-Villamarin, 2015, p. 89).

En tanto, Finkelhor (1984, en Moreno Manso, 2006) planteó que para que se
produzca el abuso sexual se necesita la presencia de varios de los siguientes
factores de riesgo, dados simultánea o sucesivamente:

Congruencia emocional (una importante inmadurez en el abusador que se


experimenta a sí mismo como un niño, mani esta necesidades emocionales
infantiles y, por tanto, desea relacionarse con niños), activación sexual ante
los niños, bloqueo de las relaciones sexuales normales (sentimientos de
inutilidad personal, inadecuación interpersonal y distanciamiento sexual
en sus relaciones de pareja) y desinhibición comportamental

(de ello depende que el abuso sea estable o esporádico). (p.274)

 La desinhibición hace referencia a la superación de inhibiciones


internas tales como puede ser el temor a ser descubierto. A su
vez, depende de inhibiciones externas, como por ejemplo la
ausencia de la madre, una escasa supervisión familiar, fácil acceso
al menor, entre otros impedimentos externos que debe superar
luego de tener una motivación y una vez que fueron vencidas las
inhibiciones internas. Finkelhorn (1984) agrega como inhibición
externa el hecho de vencer la resistencia del menor (en Moreno
Manso, 2006).

En su texto Factores de riesgo de abuso sexual infantil, Apraez-Villamarin


(2015) explica diferentes de niciones de abuso sexual que han sido
desarrolladas por otros autores especializados. Una de las más signi cativas es
la que ofrece Liliana Pauluzzi (2003), para quien el abuso sexual es “un hecho en
el cual un adulto, para su propia nalidad sexual, se aprovecha de la búsqueda
de afecto y atención que todo niño o niña necesita” (en Apraez-Villamarin, 2015,
p. 89); otra de nición, que complementa a la anterior, es la de Sanmartín (2005),
quien explica que:
el abuso sexual se re ere a cualquier conducta sexual mantenida entre dos
personas, al menos una de ellas niño o infante, en la que existe una
condición de asimetría —ya sea por razones de edad o de poder—, y en la
que el niño es utilizado para la estimulación sexual de la otra persona.

(en Apraez Villamarin, 2015, p. 89)

En cuanto a los factores de riesgo relacionados con esta problemática concreta,


Apraez-Villamarin (2014) agrega que deben considerarse también de acuerdo a
si se trata de los agresores o de las víctimas. Entre los primeros deben
considerarse los siguientes:

 

 

 


Agresivos con quienes perciben como débiles o indefensos. En muchos casos este
desprecio está causado por la propia sobrevaloración de sí mismos, lo cual di culta la
posibilidad de empatizar con lo que sienten los otros.

Agresividad (física, verbal, pasiva).


Poca empatía que se mani esta a través de la di cultad por poder ponerse en el lugar del
otro y comprender lo que siente.

Comportamientos y comunicación ambivalentes o confusos. Ambos se caracterizan por


una ruptura tanto de las acciones como de los registros comunicacionales, es decir, que
lo que hacen y dicen es contradictorio y toma por sorpresa a los menores que no pueden
anticiparse al comportamiento que sería esperable, provocando, por lo tanto, una gran
confusión.

Sobrevaloración de la actividad sexual.


Escaso o de ciente control de impulsos que les permitirían regular su conducta (Apraez-
Villamarin, 2015).

Género, mayoritariamente femenino.


Edad: con incremento del riesgo en la pubertad y adolescencia.


Discapacidad que coloca a los niños, niñas y adolescentes en condición de


vulnerabilidad frente al abuso tanto por su dependencia física y emocional del adulto
como por las di cultades en algunos casos para discriminar y comprender las conductas
abusivas, la distancia y los límites afectivos (Apraez-Villamarin, 2015).

Cuadro 2: Factores de riesgo en víctimas y en agresores. Fuente: elaboración propia en base a Apraez-
Villamarin (2015)

Factores familiares

Como se explicó, los factores de riesgo familiares son aquellos que tienen una
relación directa y estrecha con las personas que conforman el núcleo familiar de
los niños, las niñas y los adolescentes. Faller (1993, en Moreno Manso, 2006)
señala como factores de riesgo:
Relaciones familiares difíciles, caracterizadas por discusiones, peleas,
mala comunicación, donde los niños, niñas y adolescentes se vuelven
distantes, aislados e inseguros y, por lo tanto, más accesibles al
agresor.

Sumisión a la autoridad, promovida por una sociedad patriarcal que


promueve el aprendizaje de la obediencia y la sumisión a la autoridad
del hombre y apoyada en la asimetría de poder entre el menor y el
adulto (en Moreno Manso, 2006).

Un modelo diferente es el que propone Apraez-Villamarin (2015). La autora


organiza los indicadores de riesgo de acuerdo con el tipo de estructura familiar.
Ella sostiene que debe considerarse al tipo de estructura familiar, con sus
miembros, características, situación socioeconómica y demás particularidades,
como elemento fundamental para de nir los factores de riesgo que allí pueden
presentarse. De esta manera, propone estos modelos de familia con sus
respectivos factores de riesgo:

Familias multiparentales o reconstruidas

Este tipo de estructura familiar puede originarse por “la separación de los
padres biológicos del menor, o por el fallecimiento o la incapacidad de uno de
los cónyuges” (Aprez-Villamarin, 2015, p. 90).
 El progenitor, con quien convive, suele dejar al menor al cuidado
de terceros que asumen el rol paterno o materno, aumentando el
riesgo de abuso.

Familias monoparentales.

Este tipo de estructura familiar también se origina por la ruptura de la pareja de


los padres biológicos, pero a diferencia del modelo anterior, el conviviente no
vuelve a entablar relaciones amorosas con terceros ni tampoco delega el rol
parental en otros. Eso no evita que, debido al tiempo que pasa fuera de su hogar
como consecuencia de sus obligaciones laborales, necesite dejar a sus hijos al
cuidado de amigos, vecinos, empleadas, entre otras personas. Apraez-
Villamarin (2015) relevó para este tipo de estructura familiar los siguientes
indicadores de riesgo:

Dinámica familiar disfuncional, caracterizada por vínculos inestables,


distancia emocional, violencia física o psicológica, en donde
generalmente la gura materna es víctima de maltrato.

Problemas o interrupciones sexuales de la pareja, en muchos casos


consecuencia de las dinámicas familiares disfuncionales.
Distanciamiento físico y afectivo de alguno de los progenitores, con
el que pasa menos tiempo y/o ese tiempo no es de calidad. Los
menores pierden con anza en sus guras materna y/o paterna y eso
los vuelve vulnerables en las interacciones con terceros que se
muestran capaces de brindarles atención y afecto.

Dependencia económica absoluta de la gura paterna que coloca a la


pareja en una posición de sumisión por temor a perder el sostén
nanciero.

Relación desigual de poder, caracterizada por una estructura rígida,


en general de estilo patriarcal, en donde los roles son estereotipados.

Figura paterna, dominante y agresiva, característica de los estilos


patriarcales en donde es el hombre quien asume una posición
dominante y autoritaria que ejerce a través de la fuerza y la coerción.

Figuras paternas y maternas moralistas, y con fuertes convicciones


religiosas que en realidad suelen esconder comportamientos fóbicos
y aversivos hacia la sexualidad adulta. En este tipo de estructuras
monoparentales, en donde quien queda a cargo de la familia es la
madre, pueden convertirse en factores de riesgo el que ella tenga una
personalidad inmadura, afectivamente, que como consecuencia de
lugar a la vacancia de su rol materno, que puede ser ocupado por
alguno de sus hijos o hijas, y la falta de habilidades sociales que
permitan entre otras cosas desplegar un vínculo de apego seguro, una
comunicación emocional segura y asertiva, que favorezca la
comprensión de las situaciones sociales y la posibilidad de resolver
con ictos. Frente a estas di cultades, opta por la evasión.
Factores culturales

Los factores de riesgo culturales son evidentemente aquellos que presentan


mayores variaciones de una región a otra, de un país a otro. Al estar
relacionados directamente con los usos, las costumbres, las prácticas y las
instituciones locales, es difícil establecer una lógica común aplicable a todos los
casos. Sin embargo, Faller (1993, en Moreno Manso, 2006) estableció que en la
mayoría de las culturas los factores de riesgo propiciadores del abuso sexual
están generalmente vinculados con estos tres aspectos:

Educación sexista.

Reparto rígido de roles.

Relaciones de poder/dependencia y sexualización de las mismas.

Factores sociales

Kempe y Kempe (1982, en Apraez-Villamarin, 2015) señalan los siguientes


factores como indicadores de riesgo:

la convivencia múltiple (abuelos, tíos, primos, etc.) en un mismo lugar de


residencia; el hacinamiento que muchas veces es producto de esta forma de
convivencia; compartir la habitación o la cama del menor con un tercero; la
habitación en inquilinatos o vecindades donde los residentes tienen fácil
acceso al lugar de habitación del menor; lugares de habitación donde el
niño no tiene privacidad para bañarse, ir al sanitario o vestirse.

(Kempe y Kempe, 1982, en Apraez-Villamarin, 2015, p.92)

Maltrato y Abandono físico y emocional

Entre las formas de maltrato y violencia que pueden sufrir niñas, niños y
adolescentes, el maltrato y el abandono físico y emocional son probablemente
dos de las más frecuentes y dañinas para su integridad total. La violencia física,
por su presencia en el cuerpo, la más evidente y notoria, y una de las más
fácilmente identi cables, mientras que las formas de maltrato emocional
pueden pasar más desapercibidas.

 Al igual que sucede con las formas de violencia y abuso sexual,


estas problemáticas también presentan sus factores de riesgo
especí cos, propios del tipo de maltrato al que hacen referencia.
A continuación, se desarrollan los factores de riesgo individuales,
familiares, culturales y sociales relacionados estrechamente al
maltrato y al abandono físico y emocional.
Factores individuales

Esta categoría de factores de riesgo relacionados con el maltrato físico y


emocional a su vez está subdividida en dos grupos diferenciados. Ante todo, es
necesario destacar aquellos factores de riesgo propiciadores de maltrato en
relación con el cuidador:

Baja autoestima (Culp et al.; 1989, Milner, 1988; Zuravin y Greif,


1989, en Moreno Manso, 2006).

Escasa capacidad de empatía necesaria para reconocer las


necesidades de los niños y sus estados anímicos (Zuravin,1988, en
Moreno Manso, 2006).

Di cultades para expresar y reconocer emociones, lo que se traduce


en vínculos escasos y super ciales con profundas di cultades en la
comunicación afectiva (Camras, et al., 1988, en Moreno Manso,
2006).

“Ausencia de habilidades sociales y de normas y un historial de malos


tratos” (Vasta, 1982, en Moreno Manso, 2006, p. 280)

Bajo nivel de control de los impulsos, especialmente frente al enojo,


la impaciencia y la intolerancia (Wolfe, 1987, en Moreno Manso,
2006).
Falta de implicación conductual y psicológica (Hillson y Kuiper, 1994,
en Moreno Manso, 2006).

Problemas de salud física o psicológica, tales como depresión,


ansiedad, estrés, consumo problemático de sustancias o di cultades
cognitivas que inter eren en su capacidad para ejercer la
paternidad/maternidad (Mulero Ortiz y Montero-López Lena, 2020).

Por otro lado, deben considerarse también aquellos factores de riesgo


relacionados con mayor vulnerabilidad por parte del menor:

Edad: cuanto menor es el niño, mayor la vulnerabilidad,


especialmente entre los dos y tres años de edad, que es cuando se dan
los primeros intentos de asertividad (Muñoz-Rivas et al., 2008).

Discapacidad o patrones de comportamiento diagnosticables como


nocivos, entre los que se encuentran el comportamiento antisocial
(Muñoz-Rivas et al., 2008).

Factores familiares

Nuevamente, y al igual que con la violencia sexual, queda en evidencia que la


familia representa un factor de riesgo de primer orden en relación con esta
problemática. En su texto, factores de riesgo y de protección para el maltrato
infantil en niños mexicanos, Muñoz-Rivas, Gámez-Guadix y Jiménez (2008)
señalan como principal factor de riesgo al vínculo familiar negativo,
caracterizado por una mala comunicación, situaciones de violencia,
inestabilidad y clima de con ictos.

 El riesgo de maltrato aumenta cuando el cuidador tiene


di cultades para establecer vínculos con los menores, por
ejemplo, como consecuencia de un embarazo difícil o de su
desilusión con respecto al niño.

Según Herrenkho y Egolf (1983, en Moreno Manso, 2006), el riesgo se agrava


(especialmente para el abandono físico) cuando las di cultades también se
mani estan en:

Ausencia de habilidades en el cuidado de los niños (entre las que se


encuentran el hecho de no comprender sus necesidades, no contar
con la información necesaria, y la falta de paciencia y apoyo). El adulto
no conoce ni se muestra competente frente a las necesidades
evolutivas y los comportamientos propios de un niño a medida que va
creciendo; tampoco lo hace en lo referente a sus necesidades
materiales y afectivas. Pueden tratarse de adolescentes o adultos
muy jóvenes que se han convertido en padres o madres de manera
muy temprana.
Falta de motivación en los cuidadores o síndrome de apatía y una
inadecuada supervisión de los niños se vuelven ambas un riesgo,
especialmente de abandono físico y emocional, porque los niños,
niñas y adolescentes quedan desamparados del cuidado y la
protección que tendrían que brindarles los adultos que están a su
cuidado.

En tanto, Belsky (1993, en Moreno Manso, 2006) agrega los siguientes


indicadores:

Atribuciones internas y estables sobre la conducta negativa de los


niños. Se trata de la interpretación o explicación negativa que el
cuidador sostiene acerca de las causas, motivos y/o razones de los
comportamientos de los niños. Estas atribuciones se basan en una
percepción negativa de los niños.

Atribuciones externas e inestables sobre el comportamiento


positivo. En estos casos el comportamiento positivo de los niños se
vincula a factores externos y no al menor en sí mismo, porque al igual
que en el ítem anterior se parte de una percepción negativa del niño.

Violencia de género.

Expectativas inadecuadas en cuanto a las capacidades de sus hijos


que los lleva a suponerlos capaces, por ejemplo, de ocuparse de las
tareas del hogar, de cuidarse solos o incluso de cuidar a sus hermanos
(Chaf n et al., 1996, en Moreno Manso, 2006).
El estrés familiar, cuando el estado de tensión en el que se vive, es
permanente, ya que deja a los adultos con menos recursos para
afrontar las frustraciones cotidianas (Chaf n et al., 1996, en Moreno
Manso, 2006).

Aislamiento social, generalmente producido por la incapacidad de


establecer relaciones sociales grati cantes y la descon anza de la
familia que percibe al mundo como un ambiente hostil (Korbin &
Krugman, 2014, en Mulero Ortiz y Montero-López Lena, 2020).

Elevado número de hijos. Este dato, al igual que el resto de los


indicadores, surge de la asociación estadística entre -en este ítem- el
tamaño de la familia y el maltrato (Hashima y Amato, 1994, en
Moreno Manso, 2006).

“En el caso de las madres negligentes […] atribuciones y distorsiones


más crónicas que provocan un ‘único patrón de respuesta’,
independiente tipo de comportamiento del niño” (Larrance y
Twentyman, 1983, en Moreno Manso, 2006, p. 282).

Inadecuada interpretación de “señales indicativas de la necesidad de


atención y cuidado del niño, pudiendo tratarse de señales de
comunicación interpersonal (el llanto del niño) o de señales
contextuales (el frío, el tiempo que lleva el niño sin comer, etc.)”
(Moreno Manso, 2006, p. 284).

Vínculo familiar negativo “caracterizado por la falta de respeto, la


ausencia de comunicación y la escasez de muestras de afectividad”
(Muñoz-Rivas et al., 2008, p. 172).Además de los mencionados,
Mulero Ortiz y Montero-López Lena (2020) incluyen los siguientes
factores de riesgo:

una distorsión en las prioridades de los cuidadores y una renuncia a las


responsabilidades de crianza. Señalan que el trabajo, la obtención de
bienes materiales y las relaciones o los problemas de pareja pasan a ser más
importantes que el bienestar de los niños. Mencionan también que los
padres se distraen con el uso de aparatos tecnológicos y redes sociales.

(Mulero Ortiz y Montero-López Lena, 2020, p. 13)

Factores culturales

En mayor o menor medida, pero todas las sociedades del presente conservan
aún elementos propios de la cultura heteropatriarcal. Las sociedades con estas
características potencian los riesgos de maltrato y abandono:

Desigualdad de género que perpetúa la arraigada condición de


inferioridad de la mujer en muchas culturas (Mulero Ortiz y Montero-
López Lena, 2020).

“Aceptación social de la violencia” (Chaf n, et al., 1996, en Moreno


Manso, 2006, p. 277).
Aceptación social del castigo físico como método de disciplina
(Corral, et al., 1995, en Moreno Manso, 2006).

 En las sociedades patriarcales suele considerarse que los niños y


las niñas tienen la obligación de acatar las órdenes de los adultos
sin cuestionarlas; cuando no es así, los adultos sienten que tienen
derecho a hacer con los menores lo que consideren mejor, aunque
esto implique el uso de la violencia.

Factores sociales

Los factores sociales de riesgo potencian los estresores que pueden


desencadenar situaciones de maltrato. Entre ellos se destacan los que se
enumeran a continuación:

Falta de apoyo social (Coulton et al., 1995, en Moreno Manso, 2006).

Desempleo y di cultad en el acceso a recursos asistenciales y de


protección (Belsky, 1993, en Moreno Manso, 2006).

Desigualdad económica y pobreza (Mulero Ortiz y Montero-López


Lena, 2020).
Falta de apego a los derechos humanos (Mulero Ortiz y Montero-
López Lena, 2020).

de Factores Abuso Maltrato y abandono


de riesgo sexual físico y emocional

INDIVIDUALES Inmadurez X

Activación sexual ante los


-Adulto X
niños

Bloqueo de otras fuentes de


X
satisfacción sexual

Desinhibición
X
comportamental

Historial de malos tratos X

Baja autoestima X X

Agresivos con quienes


perciben como débiles o X
indefensos

Agresividad (física, verbal,


X X
pasiva)

Poca empatía X X
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional

Di cultad para entablar y


sostener relaciones
X
interpersonales con el sexo
opuesto

Comportamientos y
comunicaciones X
ambivalentes o confusos

Sobrevaloración de la
X
actividad sexual

Escaso o de ciente control


X X
de impulsos

Consumo problemático de
X
sustancias

Problemas de salud mental


como depresión, ansiedad y X
estrés

Di cultad para expresar y


X
reconocer emociones

Ausencia de habilidades
X
sociales y de normas

Ausencia de habilidades en
X
el cuidado de los niños
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional

Falta de implicación
X
conductual y psicológica

-NNA Discapacidad X X

Problemas de salud X

Edad X X

Comportamiento ansioso y
X
autolesivo

Relaciones familiares
FAMILIARES difíciles / Vínculo familiar X X
negativo

Sumisión a la autoridad X

Inestabilidad con la pareja X

Ausencia de habilidades en
X
el cuidado de los niños

Inadecuada interpretación
de señales de comunicación X
interpersonal

Desconocimiento de las
X
necesidades de los niños
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional

Falta de motivación o
X
síndrome de apatía

Inadecuada supervisión de
X
los niños

Violencia de género X

Atribuciones internas y
estables sobre la conducta X
negativa de los niños

Atribuciones externas e
inestables sobre el
X
comportamiento positivo de
los niños

Expectativas inadecuadas
sobre las capacidades de los X
hijos

Estrés familiar X

Aislamiento social familiar X

Elevado número de hijos X

Único patrón de respuesta al


X
comportamiento del menor
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional

Distorsión de prioridades en
X
los cuidadores

Adultos con jornadas


X
exhaustivas de trabajo

Separación de los padres


Multiparentales X
biológicos del menor

Fallecimiento, incapacidad o
ausencia de uno de los X
progenitores

Presencia de padrastro o
X
madrastra

Dinámica familiar
Monoparentales X
disfuncional

Distanciamiento físico y
afectivo de alguno de los X
progenitores

Dependencia económica
X
absoluta de la gura paterna

Relaciones interpersonales
disfuncionales entre la X
pareja

Relación desigual de poder X


de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional

Figura paterna dominante y


X
agresiva

Delegación del rol maternal


X
a alguno de los hijos

Violencia física o
X
psicológica

Figura materna víctima de


X
maltrato

Problemas o interrupciones
X
sexuales de la pareja

Figuras paternas y maternas


X
fuertemente moralistas

Figura materna con


di cultad para expresar X
afecto

Figura materna que evade


X
los con ictos

Figuras maternas
X
deprimidas o frágiles

CULTURALES Educación sexista X

Desigualdad de género X
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional

Reparto rígido de roles X

Relaciones de
poder/dependencia y X
sexualización de relaciones

Aceptación social de la
X
violencia

Aceptación social de castigo


físico como método de X
disciplina

Convivencia múltiple (con


SOCIALES X
tíos, abuelos, primos, etc.)

Convivencia con terceros


X
ajenos a la familia

Hacinamiento X

Vivienda en refugios,
X
albergues o inquilinatos

Habitación compartida por


X
el menor y un tercero

Cama compartida por el


X
menor y un tercero
de Factores Abuso Maltrato y abandono
de riesgo sexual físico y emocional

Falta de intimidad para


X
bañarse o vestirse

Promiscuidad X

Falta de apoyo social X

Desempleo X

Di cultad de acceder a
recursos asistenciales y de X
protección

Pobreza / Desigualdad
X
económica

Falta de recursos vecinales X

Aislamiento social X

Falta de apego a los


X
derechos humanos

Cuadro 3: Factores de riesgo relacionados con el abuso sexual, el maltrato y el abandono físico y
emocional.Fuente: elaboración propia.

C O NT I NU A R
Lección 3 de 8

Factores protectores y recursos familiares para el


afrontamiento de la violencia

Los factores protectores son condiciones que pueden estar presentes tanto a
nivel individual, familiar, cultural y/o social, que moderan el riesgo y promueven
el bienestar y un desarrollo saludable.

 En general, todas las condiciones que mejoran la calidad de vida


de un niño, niña y adolescente son factores protectores, ya que
permiten el desarrollo de recursos internos y externos para
afrontar adaptativamente situaciones desfavorables. Por tales se
toma tanto a aquellos aspectos relacionados con sus condiciones
de salud, como también a la posibilidad de contar con un entorno
familiar afectivo en donde se sienta amado y en el que sus
cuidadores cuenten con los recursos económicos y el apoyo social
para brindarles las condiciones necesarias para su desarrollo.

Antes de que continúes con la lectura, se recomienda visualizar el segundo


video de esta unidad: factores protectores.

Video 2. Factores de protección

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Unidad 1 Video 2 - factores protectores V1.mp3


3.8 MB
Abuso sexual

Factores individuales

Así como hay factores de riesgo relacionados con los individuos (tanto con la
víctima como con los agresores), de igual manera los individuos pueden
representar un factor protector ante la violencia y el abuso sexual. En este
sentido, la Red Europea de Observatorios Nacionales de la Infancia publicó un
informe (ChildON, 2009) en el que recopila los siguientes factores protectores:

Competencia social y emocional. Que implica la capacidad de tomar


conciencia de las propias emociones y del clima emocional social,
poder utilizar las emociones adecuadamente, tener capacidad de
autogestión emocional, entre las que se cuentan el poder tener una
mirada crítica sobre sí mismo, ser responsable, poder pedir ayuda y
encontrar recursos para resolver y afrontar problemas.

Apego a los padres. Cuando se lo incluye como factor protector se


hace referencia al apego seguro. Se trata de aquellos vínculos
emocionales establecidos entre el niño y sus progenitores que son
una garantía su seguridad (ChildON Europe, 2009).
Por su parte, Deza Villanueva (2005) detalla los siguientes factores como
protectores a nivel individual:

Educación sexual integral (ESI) que les permita reconocer las partes
del cuerpo, diferenciar lo íntimo de aquello que no lo es, identi car
personas de con anza dentro y fuera de la familia, normas de
seguridad familiar (dirección, teléfono, redes), los límites
convenientes en la relación con sus pares y con los adultos y poder
diferenciar entre la información que se debe guardar y los secretos
que no pueden ocultarse (Deza Villanueva, 2005).

Factores familiares

Si la familia como institución, con sus miembros, pautas de convivencia,


convenciones, costumbres y situación socioeconómica determinada, puede
funcionar como factor de riesgo en relación con la violencia y al abuso sexual, de
igual manera puede ser un factor protector siempre y cuando estén presentes
algunas características, prácticas, cuidados y formas de crianza. En cuanto a los
factores protectores dentro del ámbito familiar, la Red Europea de
Observatorios Nacionales de la Infancia publicó en su informe (ChildOn
Europe, 2009) los siguientes:

Una relación muy importante entre el hijo y sus progenitores

Una adecuada dinámica familiar


El hecho de poseer como característica la autoe cacia

Contar con un hogar con dos guras cuidadoras

Tener el apoyo de los padres

La autoestima de la madre y del padre

Que los padres tengan conocimientos sobre la crianza y el desarrollo


de los hijos En su mayoría, estos ítems están relacionados con la
cohesión familiar, es decir, con el acercamiento emocional y la
capacidad de sus miembros de apoyarse unos a otros.

Los autores Muñoz-Rivas et al. (2008) agregan el siguiente:

Estilo familiar democrático que se caracteriza por adultos afectuosos,


con una buena comunicación, preocupados y atentos a las
necesidades de los menores, que los van incorporando a las
responsabilidades que son acordes con sus edades.

Factores culturales

Deza Villanueva (2005) incluye en este punto la presencia de una sociedad que
promueva un:
trato igualitario entre los sexos, en donde no se hagan diferencias respecto
a las tareas que se encomiendan, a las oportunidades que se brindan, a las
características que se asignan, a los juegos o actividades que se les dice les
corresponden y en donde la relación de pareja sea el modelo de una
relación igualitaria, respetuosa, solidaria y cariñosa.

(Deza Villanueva, 2005, p.23)

Factores sociales

La Red Europea de Observatorios Nacionales de la Infancia publicó en su


informe (2009) los siguientes:

Todos ellos tienen una repercusión positiva en la salud integral de los


integrantes de la familia, que se ven expresados en la disminución del estrés y el
aumento de la autoestima que incluye la construcción de un adecuado
autoconcepto.

Maltrato y Abandono físico y emocional

Factores individuales
Las características individuales, tanto del niño, la niña o el adolescente como de
otros individuos relacionados directamente, pueden funcionar como factores
protectores. A continuación se enumeran los principales, que fueron
recopilados por la Red Europea de Observatorios Nacionales de la Infancia en
su informe publicado en el año 2009:

Buena salud, historia de un desarrollo adecuado.

Inteligencia superior a la media que permita construir un


autoconcepto positivo que favorezca el desarrollo de un repertorio
de recursos cognitivos más amplio para afrontar situaciones
estresantes.

Pasatiempos, intereses, práctica de deportes.

“Factores de personalidad, como el temperamento fácil, disposición


positiva, estilo de afrontamiento activo, buenas habilidades sociales”
(ChildON Europe, 2009, p. 65).

Por su parte, Muñoz-Rivas et al. (2008) agregan los siguientes factores:

Experiencias tempranas afectivas.

Mantener buenas relaciones con iguales.


Factores familiares

 El concepto de apego es considerado como un eje articulador


central tanto a nivel individual como familiar. Lo primero sobre lo
que es necesario tomar consideración es justamente sobre el
factor protector que representa el vínculo de apego: en los
primeros años de vida es fundamental la presencia de adultos que
se interesen por el menor, mostrando disponibilidad afectiva para
responder a sus necesidades, brindando estabilidad e
interpretando de manera asertiva sus demandas. El apego seguro
es uno de los vínculos más importantes en la primera infancia, ya
que permite desarrollar un sentimiento de con anza en sí mismo
y de seguridad para explorar el entorno y desarrollar una buena
autoestima (Canales et al., 2014).

E relación a factores familiares protectores, la Red Europea de Observatorios


Nacionales de la Infancia (2009) publicó:

Relación madre-padre/hijos positiva y cálida, libre de violencias y


humillaciones.

Entorno familiar de apoyo mutuo, donde haya una activa


colaboración y compromiso entre sus integrantes y donde se
respetan las diferencias y las necesidades individuales.
Organización familiar, con rutinas y pautas que vuelvan el ámbito
familiar predecible y seguro.

Cuidado de los niños, niñas y adolescentes.

Red de sostén familiar que colabore en el cuidado y la atención de los


NNyA

Vínculo estable de la pareja parental.

Educación de los padres (ChildON Europe, 2009, p. 65).

Se trata, sin dudas, de los principales factores protectores que deben


detectarse, o si hiciera falta, buscar que se desarrollen. Aparte de ellos, Muñoz-
Rivas et al. (2008) suman algunos otros factores protectores algo más precisos:

Participar en la toma de decisiones familiares.

Buena comunicación familiar (Muñoz-Rivas et al., 2008, p. 171).

Estilo familiar democrático (Muñoz-Rivas et al., 2008, p.171)

Factores culturales
 En función de lo expuesto hasta ahora, es posible ubicar en este
apartado, como factores protectores, a una sociedad que
promueva valores positivos en relación con la infancia y la
paternidad/maternidad, que brinde información sobre las
necesidades y características de los niños, niñas y adolescentes
en sus diferentes ciclos vitales, que deslegitime la violencia como
herramienta educativa y que vele por la igualdad de sus
ciudadanos.

Factores sociales

La sociedad, con sus instituciones, leyes, normativas y formas de vincularse con


la niñez, puede funcionar como un importante factor protector, y por este
motivo es que es fundamental promover todo tipo de legislaciones que breguen
y garanticen la salud de niñas, niños y adolescentes en todos los ámbitos. En
relación directa con el maltrato físico y emocional, la Red Europea de
Observatorios Nacionales de la Infancia (2009) indicó que los principales
factores protectores sociales están determinados por:

Vivienda adecuada.

Empleo estable de los padres.

“Acceso a los Servicios de salud y los Servicios Sociales” (ChildON


Europe, 2009, p. 65).
“Apoyo de adultos fuera de la familia que sirven como
modelos/mentores para el menor de edad” (ChildON Europe, 2009, p.
65).

Desde una perspectiva que coloca el acento en el factor humano antes que en
las instituciones y en el sustento material, Muñoz-Rivas et al. (2008) sostiene
que es necesario considerar también estos otros:

Redes sociales de la familia.

Presencia de apoyo social.

 Todos estos factores sociales, ya sean vínculos con otras personas


o experiencias con el entorno social, promueven la sensación de
formar parte de una comunidad que brinda estabilidad y
continuidad y movilizan sentimientos de optimismo y con anza.

Maltrato y
Factores Abuso
abandono físico
protectores sexual
y emocional

INDIVIDUALES Competencia social y emocional x

Apego seguro x
Maltrato y
Factores Abuso
abandono físico
protectores sexual
y emocional

Educación Sexual Integral x x

Buena salud, historia de un


x
desarrollo adecuado

Inteligencia superior a la media x

Pasatiempos, intereses, práctica de


x
deportes

Buenas relaciones con los


x
compañeros

Factores de personalidad como


temperamento fácil, disposición x
positiva, afrontamiento activo

Experiencias tempranas afectivas x

FAMILIARES Fuerte relación padre/madre - hijo x x

Autoestima de los progenitores x

Hogar con dos progenitores x

Funcionamiento familiar adecuado x x

Conocimientos de crianza y
x
desarrollo infantil
Maltrato y
Factores Abuso
abandono físico
protectores sexual
y emocional

Resiliencia de los padres x

Apoyo concreto para los


x x
progenitores

Autoe cacia x

Cohesión familiar x

Estilo democrático x x

Entorno familiar de apoyo mutuo x

Reglas o estructura de la casa x

Educación de los padres x

Participación en la toma de
x
decisiones familiares

Buena comunicación familiar x

CULTURALES Trato igualitario entre los sexos x x

Valores positivos en relación a la


x
infancia y la paternidad/maternidad
Maltrato y
Factores Abuso
abandono físico
protectores sexual
y emocional

Información sobre las necesidades y


características de los niños, niñas y
x
adolescentes en sus diferentes
ciclos vitales

SOCIALES Empleo x x

Vivienda adecuada x x

Barrio socioeconómicamente
x
favorecido

Acceso a servicios sociales y de


x x
salud

Conexión social positiva y apoyo x x

Apoyo de adultos fuera de la


x
familia

Redes sociales de la familia x

Cuadro 4: factores protectores de abuso sexual y maltrato y abandono físico y emocional.

Fuente: elaboración personal

C O NT I NU A R
Lección 4 de 8

Pautas transgeneracionales que sustentan el maltrato


y la violencia sexual

Al igual que los individuos, las familias se ven enfrentadas a un ciclo vital que
incluye traumatismos, crisis y duelos. Hablar de ciclo de vida familiar implica, -
desde el psicoanálisis- considerar los vínculos inconscientes intersubjetivos de
sus integrantes (Losso, 2001).

Cada familia es portadora de un mito que ha ido construyendo y procesando a


lo largo de varias generaciones. El mito es “un conjunto de creencias bien
sistematizadas y compartidas por todos los miembros de la familia acerca de
sus roles recíprocos y la naturaleza de sus relaciones” (Ferreira, 1963, en Losso,
2001, p.180). Los mitos se integran a la vida cotidiana de las familias, y para sus
integrantes pasan a ser verdades absolutas que, por lo tanto, no son
cuestionadas sino aceptadas.
En el mito se encuentran tantos elementos heredados de las familias de origen
como aquellos construidos por la familia actual. Por este motivo, dicha
construcción grupal se va modi cando a lo largo del tiempo y se relaciona con la
transmisión de los contenidos psíquicos. Las reglas y los mandatos
transgeneracionales que determinan los roles, las misiones y las delegaciones
para cada miembro de la familia forman parte del mito. Y estas misiones y
legados pueden ser tanto los referidos a mensajes simbólicos de los orígenes,
como a delegaciones abusivas, alienantes y paralizantes. Tal es el caso de los
que sustentan el maltrato y la violencia sexual a través de las generaciones. En
esos casos, se suele observar la transmisión de dinámicas rígidas en los roles
familiares de características verticales, en donde la gura paterna suele tener
un predominio ligado a un “supuesto patrón de protección”. Se muestra como la
gura cariñosa, que se ocupa de resolver las necesidades de su familia, tanto
materiales como afectivas. Sin embargo, ejerce relaciones abusivas de poder, a
través de la fuerza y el control de las mujeres de la familia, amparados en un
escaso contacto social (Zambrano-Quinde et al., 2016).

 Se construye un sistema de creencias que no es cuestionado, y


dentro de él las mujeres creen que necesitan ser protegidas por
los hombres “fuertes”. A su vez, estas dinámicas familiares se ven
acompañadas de di cultades en la resolución de con ictos,
dé cits en la comunicación y di cultades para la expresión de las
emociones, que favorecen el sostenimiento de secretos
familiares.
Cuando el maltrato y la violencia sexual se convierten en un secreto familiar, se
vuelven una pauta de transmisión transgeneracional. Lo no resuelto en una
generación, lo no simbolizado, es lo que insiste y se repite en las posteriores
generaciones, a modo de “cuentas sin saldar” que son vividas como si se tratara
de algo natural (Zambrano-Quinde et al., 2016).

Al convertirse el abuso y el maltrato en algo natural, esa confusión es


trasladada también fuera de la propia familia. Se vuelve muy difícil para las
víctimas de maltrato y/o abuso identi car guras que verdaderamente sean
respetuosas, que cumplan responsablemente con sus obligaciones, los roles y
los límites y el ciclo se perpetúa.

C O NT I NU A R
Lección 5 de 8

Parentalidad terapéutica y buen trato

El ser humano nace inmaduro y para sobrevivir necesita del cuidado y la


protección de adultos que comprendan y respondan a sus necesidades. Para
poder crecer sanos, los niños, niñas y adolescentes necesitan que sus
cuidadores ejerzan una parentalidad positiva, es decir, una que promueva
vínculos afectivos, protectores y estables (Vergara Campos y Quijada
Inostroza, 2019).

Los niños que han crecido en ámbitos familiares donde han estado expuestos a
maltrato y/o abuso sexual en forma crónica son niños, niñas y adolescentes que
han perdido la con anza en los adultos.
 Quienes se conviertan en sus referentes y/o cuidadores tendrán a
su cargo la difícil tarea de intentar reparar el daño que han sufrido.
En su texto Introducción al modelo de crianza terapéutica para
cuidadores y cuidadoras, Vergara Campos y Quijada Inostroza
(2019) proponen el ejercicio de una parentalidad terapéutica, a
través del Modelo de Intervención en Crianza Terapéutica. Este
modelo se lleva adelante a través de intervenciones adecuadas,
para recuperar el desarrollo y fomentar la resiliencia.

El modelo de Crianza Terapéutica contempla dos períodos: el de preparación y


el proceso de acompañamiento y formación especializada:

 

 


En el período de preparación el propósito es garantizar las condiciones mínimas para el


desarrollo de la Parentalidad Terapéutica,

acompañando a los cuidadores y las cuidadoras a explorar las competencias básicas, a identi car los
recursos y las vulnerabilidades, a la luz de la propia historia y de su forma de relacionarse.

● Referente seguro y reforzado:

En esta primera etapa se acompaña al cuidador o cuidadora en el contexto de convivencia, que es donde
surgen los primeros con ictos. La idea central es acompañar a comprender al niño, niña o adolescente,
de manera profunda e integral, de tal forma que se pueda sintonizar con su mundo interno y sus
necesidades.

● Referente automodulado:

En esta etapa se busca fortalecer las capacidades de autorregulación para que las reacciones que puedan
surgir frente a los distintos estados emocionales de los niños, niñas y adolescentes no sea un
impedimento para el desarrollo de una relación segura. Se trabaja con las representaciones sobre el
niño, que muchas veces impiden verlo en forma integral, ya sea que por ejemplo se lo vea desvalido,
incontrolable, etc.

● Referente competente cuali cado:

En esta etapa lo que se propone es que se consolide en el padre, la madre o quien ejerza el rol de
cuidador la capacidad de comprender la problemática del niño, de manera tal que pueda intervenir de
formas adecuadas si fuera necesario.

● Referente cuali cado, resiliado:

En esta etapa se integran conocimientos, aprendizajes y vivencias y se promueve la autonomía del


cuidador o cuidadora en la expresión espontánea y creativa de respuestas en la crianza, favoreciendo
acciones orientadas a lo comunitario.
En cada una de las cuatro etapas los contenidos se abordan desde tres dimensiones:

1. El hecho de haber adquirido las competencias teóricas necesarias para el abordaje de los síntomas
de sufrimiento del niño o la niña.

2. La capacidad de fomentar y reforzar los recursos personales de los progenitores.

3. Ser capaz de implementar estrategias e intervenciones que resulten adecuadas a la situación


(Vergara Campos y Quijada Inostroza, 2019).

Cuadro 5: modelo de crianza terapéutica. Fuente: elaboración propia en base a Vergara et al. (2019)

C O NT I NU A R
Lección 6 de 8

Trauma complejo y su impacto en el neurodesarrollo


infantil

Los niños nacen con una prematuración biológica que los vuelve dependientes
de otro ser humano para que lo asista, cobije y les garantice de ese modo su
sobrevivencia. A partir del nacimiento se establece entre ese bebé y su
ambiente cuidador un vínculo muy estrecho que se caracteriza por la necesidad
de ese recién nacido de contar con la accesibilidad y la capacidad de respuesta
por parte del cuidador o cuidadora. Esas dos condiciones le garantizan al bebé la
disponibilidad del adulto para brindarle respuestas adecuadas a sus
necesidades, generando un estado de seguridad que es imprescindible para un
adecuado desarrollo emocional. Si estas condiciones se desenvuelven
favorablemente, el bebé cuenta con la posibilidad de crecer en un vínculo de
apego seguro que le permita sentirse amado y protegido incondicionalmente,
ya que eso se logra cuando hay alguien que responde a sus necesidades, lo
puede consolar, lo abraza, calma su hambre y sus angustias, lo mira, le muestra
interés y se relaciona activamente con él. Pero, lamentablemente, estas
condiciones no siempre están presentes y esos vínculos tempranos se ven
afectados por múltiples experiencias de malestar.

Dichas experiencias atentan contra el vínculo seguro y lo dejan expuesto a


estresores que impactan gravemente en el desarrollo general. Se trata de un
impacto “tanto a nivel psicobiológico, como neuroquímico, vincular,
socioemocional, cognitivo, entre otros, sobre todo si proviene del cuidador
principal, ya sea por ser el que causa el estrés o por su baja capacidad de regular
el estrés postevento” (Van der Kolk et al., 2009, en Salazar Muñoz, 2005, p. 97).

Trauma Complejo

 El Trauma Complejo es un concepto que designa una experiencia


de naturaleza interpersonal caracterizada por la exposición
crónica a múltiples estresores traumáticos y que está presente en
aquellos niños, niñas y adolescentes víctimas de maltrato en el
ámbito familiar.

Cuando la psiquiatra Judith Herman (2004) investigó el Trauma Complejo en víctimas de abusos sexuales
en la infancia, observó que la sintomatología de dichos casos, no concordaba con los estándares
diagnósticos del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), por lo que consideró preciso darle un nuevo
nombre al síndrome causado por trauma largo y reiterado. Lo denominó Trastorno de Estrés Postraumático
Complejo (TEPT-C), y como tal ha sido incluido en la última versión de la Clasi cación Internacional de
Enfermedades (CIE-11). Además del TEPT-C surgió la propuesta diagnóstica de Trastorno Traumático del
Desarrollo (TTD) especí co para población infantil. En menores, este diagnóstico permite:

(...) constatar el impacto de sucesos en el apego que determinan problemas


para lograr unas competencias evolutivas normales relacionadas con
aspectos centrales de su desarrollo, y les impide tener un funcionamiento
satisfactorio en las diferentes áreas de su vida y bienestar mental.

(Cervera Pérez et al., 2020, p. 224)

La experiencia de ser maltratado por quienes deben cuidarlos y protegerlos


distorsiona los patrones de vinculación afectiva, no permitiendo el desarrollo
de un apego seguro que favorezca la capacidad de autorregulación emocional,
así como tampoco el desarrollo de habilidades básicas de la personalidad, como
la capacidad de formar vínculos seguros a lo largo de la vida. Asimismo, también
predispone a problemas afectivos y de ansiedad, consumos problemáticos de
sustancias, desamparo social y marginalidad, di cultades de alimentación,
trastornos disociativos y de somatización, problemas inmunológicos,
metabólicos, cardiovasculares, trastornos sexuales, entre otros (Deambrosio et
al., 2018, p. 249).

 Como se puede observar, las consecuencias del maltrato son


dramáticas y afectan las diferentes áreas de desenvolvimiento
vital de niños, niñas y adolescentes, lo que repercute
drásticamente en su calidad de vida y comprometiendo su futuro.

En el siguiente cuadro pueden apreciarse los criterios diagnósticos para el


Trastorno Traumático del Desarrollo:

Ha experimentado o sido testigo de múltiples o prolongados


eventos adversos durante al menos un año comenzando en la
infancia/adolescencia temprana. Incluyendo:

Exposición A.1. Experiencia directa a ser testigo de episodios repetidos y


severos de violencia interpersonal.

A.2. Disrupciones signi cativas en cuidadores básicos como


resultado de cambios repetidos o separación repetida del cuidador
primario, o exposición a abuso emocional severo y persistente.

Desregulación Exhibe deterioro competencias evolutivas normales relacionadas


afectiva y siológica
con regulación activación (arousal), incluyendo al menos dos de los
siguientes ítems:

B.1. Incapacidad modular, tolerar o recuperarse de estados


afectivos extremos (miedo, ira, vergüenza), incluyendo rabietas
graves y prolongadas o inmovilización.

B.2. Perturbaciones regulación funciones corporales (por ejemplo,


perturbaciones persistentes sueño, alimentación y control
esfínteres; hiper/hiporreactividad al tacto y sonidos,
desorganización, transición entre rutinas).

B.3. Conciencia/reconocimiento disminuido o disociación de


sensaciones/ emociones/ estados corporales (despersonalización,
desrealización, discontinuidad/ estados afectivos, embotamiento
afectivo, analgesia física y di cultad reconocimiento emociones).

B.4. Di cultad descripción de emociones/ estados corporales


(estados internos o comunicar necesidades -hambre o
evacuación/eliminación-).

Desregulación Exhiben deterioro competencias evolutivas normales relacionadas


atencional y
con mantenimiento, atención, aprendizaje o afrontamiento del
conductual
estrés, incluyendo al menos tres ítems:

C.1. Preocupación por la amenaza o di cultad para percibirla,


incluyendo mala interpretación de señales de seguridad/peligro.

C.2. Deterioro capacidad de autoprotección, incluyendo conductas


de riesgo o búsqueda emociones intensas (conductas sexuales
riesgo, descontrol impulsivo, subestimación riesgo, di cultad
comprensión reglas para plani cación, conductas y anticipación de
consecuencias).

C.3. Intentos desajustados de autocalma (balanceos, otros


movimientos rítmicos, masturbación compulsiva, consumo de
sustancias).

C.4. Autolesión habitual (intencional/automática) o reactiva


(cortarse, golpearse cabeza, quemarse, pellizcarse).
C.5. Incapacidad para iniciar/mantener conducta dirigida a un
objetivo (di cultades para plani car/completar tareas, abulia).

Exhibe deterioro competencias evolutivas normales relacionadas


con identidad personal e involucración en relaciones, incluyendo al
menos tres de los siguientes ítems.

D.1. Preocupación intensa por seguridad del cuidador u otros


signi cativos (incluyendo actitud temprana de cuidado hacia otros)
o di cultad en tolerancia al reencuentro con estos después de una
separación.

D.2. Persiste concepto/sentido negativo de sí mismo, incluyendo


sentimientos de odio hacia sí mismo, impotencia, sentimiento de
falta de valía, ine cacia o defectuosidad.

Desregulación del D.3. Descon anza extrema y persistente, conducta desa ante o falta
self (sí mismo) y
de reciprocidad en relaciones cercanas con adultos/iguales (incluye
relacional
expectativas de ser victimizado por otros).

D.4. Reactividad física o agresión verbal (impulsiva, no


intencionalmente coercitiva/manipuladora) hacia los
pares/cuidadores/otros adultos.

D.5. Intentos inapropiados (excesivos/promiscuos) de tener


contacto íntimo (incluido, pero no limitado o intimidad
física/sexual) o excesiva dependencia hacia iguales/adultos en
búsqueda de seguridad/reaseguro.

D.6. Deterioro capacidad de regular la activación empática (falta de


empatía, intolerancia o excesiva respuesta a las expresiones de
estrés/perturbaciones de otros).
Espectro de Exhibe al menos un síntoma en al menos dos o tres clusters (B, C y
Síntomas D) de síntomas TEPT.
Postraumáticos

Duración del
Criterios B, C, D y E al menos 6 meses.
Trastorno

Causa malestar clínicamente signi cativo o deterioro /incapacidad

Di cultades o en al menos dos áreas:


deterioro funcional

Escolar, familiar, grupo de pares, legal, salud, vocacional

Cuadro 6: criterios diagnósticos para el Trastorno Traumático del Desarrollo. Fuente: Van der Kolk, et al.

(2009, en Cervera Pérez et al., 2020)

Impacto en el neurodesarrollo infantil

Los niños, niñas y adolescentes que han sido expuestos desde edades muy
tempranas a experiencias crónicas de maltrato y estrés presentan serias
consecuencias en su neurodesarrollo. El sistema nervioso es vulnerable al
ambiente y, por lo tanto, este tipo de violencia ejercida contra sujetos que están
en pleno proceso de desarrollo y crecimiento provoca secuelas importantes a
nivel de dé cits estructurales, funcionales y neurohormonales (Cabrera &
Astaiza, 2016; Teicheret al., 2003, en Deambrosio et al., 2017).

Impacto a nivel estructural


A nivel estructural, el maltrato afecta las regiones prefrontales, frontales y
temporales del cerebro. Las prefrontales son las que se ocupan de los procesos
cognitivos superiores o complejos e intervienen en el comportamiento social y
en la conducta. “Las áreas temporales y frontales han sido asociadas a
alteraciones del lenguaje y del aprendizaje, y a dé cits de memoria” (De Bellis,
2005, citado por Deambrosio et al., 2017, p. 248).

A su vez, el impacto negativo:

(...) a nivel cortical, en el hipocampo, en la amígdala, en el cuerpo calloso y


en estructuras cerebelares […] se asocia a las alteraciones que se
evidencian en niños y niñas maltratados, en los sistemas neurobiológicos
involucrados en su desarrollo cognitivo y en su regulación emocional.

(De Bellis, 2005, citado por Deambrosio et al., 2017, p. 248)

Impacto a nivel funcional

A nivel funcional, las publicaciones de Cervera Pérez et al. (2020) y Deambrosio


et al. (2017) coinciden en que el maltrato se asocia a un menor coe ciente
intelectual. A su vez, detallan principalmente dé cits en las funciones
ejecutivas que involucran:
La capacidad de inhibición de, por ejemplo, determinados
comportamientos que pueden no ser adecuados en ciertos contextos
o ámbitos.

Memoria de trabajo también llamada memoria online o memoria


operativa, que es un tipo de memoria que permite mantener en la
mente los contenidos cognitivos que se necesitan para realizar una
tarea mientras se la está ejecutando. Necesaria en la comprensión del
lenguaje, cuando se hacen cálculos mentales, en el aprendizaje, entre
otras.

Jerarquización y plani cación, que permite establecer prioridades y


organizar secuencias. Ambas son necesarias en in nidad de
circunstancias, entre las que por citar algunas podríamos incluir el
saber cómo llegar a un lugar, cocinar o estudiar.

Flexibilidad cognitiva que permite adaptar fácilmente, tanto las


conductas como los pensamientos a circunstancias cambiantes.

 También re eren dé cits en la habilidad lectora, en el aprendizaje


visual y la memora visuoespacial. En el ámbito de la cognición
social, presentan alteraciones en la lectura de las emociones
faciales y en la capacidad de comprender el comportamiento y las
emociones de las otras personas. Esas di cultades ocasionan
errores en la toma de decisiones, di cultades en la adaptación
social y en los vínculos sociales. También se observó un
incremento de la impulsividad y de la agresividad, así como
también baja autoestima.
Impacto a nivel neurohormonal

A nivel neurohormonal se ve alterada “la función del eje hipotalámico-pituitrio-


adrenal (HPA), los niveles basales de cortisol y la respuesta al estrés, con
importantes implicaciones para la salud física y mental” (Tarullo & Gunnar,
2006, en Deambrosio et al., 2017, p. 248).

 “El estrés crónico o la exposición prolongada a glucocorticoides y


los elevados niveles de catecolaminas afectan perjudicialmente
el desarrollo cerebral y cognitivo” (Lupien et al., 2009, en
Deambrosio et al., 2017, p. 248).

Impacto a nivel neurobiológico

“El estrés temprano también afecta importantes procesos de desarrollo que


incluyen la neurogénesis, la sobreproducción sináptica, la poda, y la
mielinización durante períodos especí cos y sensibles” (Teicher et al., 2003,
Teicher, Tomoda, & Andersen, 2006, citado por Deambrosio, et al., 2017, p.
240).
Los cambios neurobiológicos pueden ser la base del aumento del riesgo de
trastornos de ansiedad, depresión y otros, lo que a su vez implica la
probabilidad de que los mismos continúen durante la adultez.

C O NT I NU A R
Lección 7 de 8

Cierre

Resumen de la unidad
El eje de esta primera unidad fue brindarte contenidos teóricos sobre las graves
consecuencias que produce el abuso y el maltrato cuando es sufrido por los
niños, niñas y adolescentes en el contexto familiar. Para ello se hizo un
recorrido por diferentes temas, entre los que se incluyeron factores de riesgo y
protección, transmisión de pautas transgeneracionales, parentalidad
terapéutica, trauma complejo e impacto en el neurodesarrollo.

Se aprendió que los factores de riesgo son aquellos que pueden aumentar la
probabilidad de que se ejerza violencia, pero no la determinan. Del mismo
modo, que los factores protectores, son los que aumentan la resiliencia y el
desarrollo personal positivo, pero no garantizan la ausencia de maltrato.
El maltrato y la violencia sexual son temáticas complejas y multicausales, por lo
cual fue importante incorporar el concepto de transmisión transgeneracional,
para explicar uno de sus modos de perpetuación a través de las generaciones.
Para ello, pudo analizarse el lugar del mito familiar en la construcción del
secreto que sustenta estos tipos de violencia. Lo no resuelto en una generación,
lo no simbolizado, es lo que insiste y se repite en las posteriores generaciones, a
modo de “cuentas sin saldar”. Pudo identi carse que en las situaciones de
maltrato suelen estar presentes dinámicas familiares, rígidas y de
características verticales, favorecidas por las sociedades con estilos
patriarcales.

Se propuso el ejercicio de la parentalidad terapéutica a través del Modelo de


Intervención en Crianza Terapéutica, como recurso frente al daño que provoca
el maltrato. Y ese daño lo analizamos a través de las consecuencias que provoca
la exposición, en forma crónica, al maltrato en el ámbito familiar, en sus
diferentes expresiones (físico, emocional y sexual). Dichas consecuencias se
abordaron a través del concepto de Trauma Complejo y del impacto a nivel del
neurodesarrollo.

En resumen, el conocimiento de esta unidad con guró una caja de herramientas


útiles en la futura diagramación de estrategias de prevención y/o intervención
temprana que pudieras requerir en tu práctica profesional.
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S I G U I E NT E
Lección 8 de 8

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