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A los siete años se recogió en un
aposento de su casa muy retirado,
donde gastaba muchas horas en
oración y maceraba su delicado cuerpo
con tan ásperas penitencias, que se
puso en grave peligro de perder la
vida, y la hubiera perdido de no
haberle traído del cielo la salud la
Santísima Virgen.
A los ocho años, víctima de sus
penitencias, contrae una gravísima
enfermedad, que dura quince meses.
Fue milagrosamente curada por la
Santísima Virgen, quien le mandó
tomar el hábito de la Tercera Orden de
San Francisco, hábito que recibió en la
iglesia de Santa María. Aquel día
empezó su vida de apóstol. Al salir de
la iglesia predicó con tal fervor sobre la
pasión de Nuestro Señor Jesucristo y
los pecados de los hombres, que todos
se volvieron arrepentidos a sus casas,
mientras ella regresaba gustosa a su
soledad, y día tras día toda la ciudad,
atónita, oyó sus predicaciones
reconociendo una fuerza divina en lo
que decía, pues difícilmente podía ser
contradecida.
Fuente: José María Cases, Santa Rosa de Viterbo, Virgen, en Año Cristiano,
Tomo I, Madrid, Ed. Católica (BAC 182), 1959, pp. 510-515
DIRECTORIO FRANCISCANO SANTORAL FRANCISCANO
AMADA ROSA DE VITERBO
Sois de Jesús esposa franciscana,
como reina de las flores del jardín
Escuchad nuestros clamores amada
Rosa de Viterbo (bis)
Alcánzanos la gracia de vivir
La santidad a la que estamos llamados
Siendo constructores de paz y de bien
Sois de Jesús esposa franciscana,
como reina de las flores del jardín
Escuchad nuestros clamores amada
Rosa de Viterbo (bis)

Por: Hermana Catherine Quispe


Palomino

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