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¿A DÓNDE NOS DIRIGIMOS?

Que la iglesia no pierda su propósito


Los propósitos de la iglesia

(Col. 1.28)
a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría,
a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;

I. Ministerio a Dios: Adoración.


A. El propósito de la Iglesia es adorarle a Dios.
1. Pablo orienta a la iglesia de Colosas a que «canten salmos, himnos y
canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón» (Col 3:16).
2. El propósito último de la raza humana es adorar a Dios y disfrutar de su
creación.
3. El mayor de los mandamientos es amar a Dios con todo tu ser y luego
amar al prójimo como a ti mismo (Mt 22:36-40).
4. El llamado más sublime de la iglesia es exaltar al Señor, magnificar su
carácter y glorificarle antes que a toda la creación.

B. Dios nos ha destinado y designado en Cristo para que «seamos para alabanza de
su gloria» (Ef 1:12).
1. El apóstol Pablo dice que Dios ha escogido y predestinado hijos para sí
mismo en Cristo para alabanza y gloria de su gracia, sugiriéndonos así que
el propósito principal de la iglesia es la adoración (Ef 1:4-6)
2. La iglesia es una comunidad de pecadores redimidos apartados para adorar
a Dios en Cristo.

C. La adoración en la Iglesia no es meramente preparación para otra cosa; es en sí


misma el cumplimiento del principal propósito de la Iglesia con referencia a su
Señor.
1. ¿Qué es adoración? «Adoración es el honor y alabanza dirigidos a Dios»,
«adorar a Dios es atribuirle el valor supremo del que solo Él es digno».
2. Estamos adorando a Dios cuando nos entregamos a nosotros mismos
«completamente a Dios en los actos y actitudes de la vida».
3. Tenemos un nuevo orden en el que Dios es adorado «en espíritu y en
verdad» (Jn. 4:24).
4. Recordemos que toda la vida debe ser un acto de adoración.
5. Toda la vida cristiana es adoración (1 Co 3:16; Ef 2:22).
6. Cada uno de nosotros debe practicar de un modo personal y auténtico la
adoración a Dios.

D. Pablo nos exhorta a aprovechar «al máximo cada momento oportuno» con un
mandamiento a que seamos llenos del Espíritu y entonces cantar y alabar al Señor
con el corazón (Ef. 5:16-19).

II. Ministerio a los creyentes: Ayudar a crecer.


A. La Iglesia tiene la obligación de alimentar a los que ya son creyentes y edificarlos
hasta que alcancen madurez en la fe.
1. Este propósito de la iglesia es edificarse a sí misma por medio del trabajo
entretejido de los varios miembros del cuerpo de Cristo.
2. La función del cristiano es edificar o levantar miembros en el cuerpo de
Cristo. «la iglesia debe llegar a ser una organización madura por medio del
proceso de edificación de manera que honre y glorifique a Dios».
3. Dios espera de la iglesia, la cual es un organismo viviente, que crezca
espiritualmente en la semejanza a Cristo, y que Dios ha dado a todo
creyente un don espiritual único que no es necesariamente para el
crecimiento personal, sino para intensificar el desarrollo espiritual de los
hermanos cristianos.
4. Solo así la iglesia madura podrá permanecer unida, firme en su devoción a
Cristo, funcionando de acuerdo con el propósito de Dios y con la
capacidad de mantenerse contra los ataques de Satán.

B. El objetivo de Pablo no era simplemente llevar a las personas a la fe inicial que


salva sino «presentarlos a todos perfectos en él» (Col 1:28).
1. El propósito: «Que podamos presentar a todo hombre perfecto en Cristo».
a. Pablo aclara que el propósito de todo pastor no es llenar el
auditorio de gente, ni predicar sermones maravillosos, ni entretener
a la congregación o ganar un salario.
b. La tarea del ministro es ayudar a que todo creyente sea semejante a
Cristo, a preparar a todo hijo de Dios para su encuentro con el
Señor y Salvador en aquel gran día (Col. 1:22).
2. El plan: «Lo anunciamos a Él, amonestando a todo hombre, y enseñando a
todo hombre en toda sabiduría» (Col. 1:28).
a. El plan de Pablo era simple, directo, completo y efectivo. Pablo
predicaba a Cristo y a Cristo solo (1 Co 1:23; 2:2).
b. Su meta era presentar a Cristo a todo ser, exhortando a los hombres
a que se arrepintieran de sus pecados y entendieran la totalidad de
lo que un creyente tiene en Cristo.
c. Pablo sintió «la necesidad de emplear la mejor habilidad y
prioridad al cumplir con las responsabilidades de su oficio». Y
buscó hacer surgir esta madurez amonestando y enseñando.
3. El dolor: «Para lo cual también trabajo, luchando…» (Col. 1:29).
a. El propósito de Pablo era agotador.
b. Como un atleta, Pablo se esforzó por una misión perfecta. «No era
una obra ligera, ni un pasatiempo; demandaba el uso de toda
facultad en todo tiempo».
c. La obra de ganar y hacer discípulos no es fácil. La motivación
debe ser la meta consumidora de presentar creyentes maduros a
Cristo (Ef 5:26-27).
4. El poder: «Según la potencia de Él, la cual actúa poderosamente…» (Col.
1:29).
a. Ningún ministro es apto para tal tarea.
b. Debe existir una dependencia absoluta en el poder que solamente
Cristo puede suplir y suplirá a aquellos a quienes llama y que
dependen humildemente de su fuerza, gracia y poder efectivo (2
Co 3:5).

C. Dios dio a la Iglesia personas dotadas a fin de capacitar al pueblo de Dios para la
obra de servicio y para edificar el cuerpo de Cristo (Ef 4:12-13).
1. La distribución de dones (Ef. 7-11).
a. Pablo habla primeramente de la distribución divina de dones y, con
ello, de que todo miembro de la iglesia de Cristo recibe un don
espiritual.
b. Los dones varían en naturaleza y en efecto, pero tienen una meta:
el beneficio o bien común, esto es, la edificación de los unos a los
otros (1 Co 12:1-11; Ro 12:3-8).
c. La distribución de estos dones a la iglesia en general (Ef. 4.7)
también incluye dones a un grupo particular que cumple con los
oficios de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros (o
pastor-maestro).
2. La destinación de los dones.
a. Pablo declara que el propósito del hombre que ha recibido dones es
«a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef. 4:12). «para perfeccionara
los santos en toda la variedad de servicios que es esencial para la
edificación de la iglesia».
b. El rol del pastor-maestro es hacer madurar a los santos, corregirlos
e instruirlos en la Palabra de Dios.
c. Estos santos maduros son entonces completamente cualificados y
aptos para realizar la obra del ministerio y ejercitar sus dones
espirituales sirviendo unos a otros.
d. El propósito de la obra del ministro con los santos es edificar el
cuerpo de Cristo.
e. Es necio por parte de una iglesia esperar que el pastor haga todo el
ministerio, como es igualmente necio que un ministro se vea a sí
mismo como el único capaz de servir a los santos. Su
responsabilidad es la de equipar. La de ellos es la de ministrarse
los unos a los otros. El resultado final es una iglesia edificada.
3. La descripción de la edificación.
a. Pablo continúa y explica lo que significa edificar el cuerpo dando
tres descripciones paralelas (Ef. 4.13).
b. La meta de la iglesia es estar unida en la fe y en el conocimiento
pleno del Señor Jesús.
c. La iglesia debe crecer en estatura, moverse de la infancia a la edad
adulta, de la niñez a la madurez.
d. Finalmente, debe llenar la medida de la plenitud de Cristo, para ser
todo lo que Cristo espera que la iglesia sea.
4. Los designios de la edificación. Pablo muestra cuál será el resultado final
de una iglesia madura (Ef. 4.14-16).
a. No será más una iglesia que se asemeje a un niño fácil de engañar
con una personalidad inestable.
b. No será llevada por aires diferentes de doctrinas y por el error.
c. Tampoco será susceptible a los trucos de Satanás, antes, debido a
su conocimiento pleno de Cristo, detectará, desviará y se defenderá
contra las amenazas del diablo.

D. Es claramente contrario al patrón del NT pensar que nuestro único objetivo es


llevar a las personas a la fe inicial que salva.
1. Nuestra meta como iglesia debe ser presentar a Dios a todo creyente
«maduro en Cristo» (Col 1:28).
2. El rol del pastor, dotado él mismo para su tarea, consiste en ayudar a los
creyentes a descubrir y usar sus dones para el crecimiento del cuerpo de
Cristo.

III. Ministerio al mundo: Evangelización y misericordia.


A. Declarar el evangelio es el ministerio primordial que tiene la Iglesia hacia el
mundo. (Mt 28:19).
1. Testificar y ministrar los unos a los otros son actos individuales de
adoración.
2. Ganando gente perdida es otra manera de adorar a Dios. En ocasiones
«solamente son necesarias pocas cosas, en realidad solo una» (Lc 10:42),
la simple adoración a Dios.
3. El tercer gran propósito de la iglesia es evangelizar a un mundo perdido.
4. La iglesia debe ser una comunidad que dé testimonio de la gracia
salvadora de Cristo.
5. Los Evangelios son unánimes en lo referente a la Gran Comisión dada a la
iglesia por el mismo Cristo (Mt 28:18-20; Mr 16:15-16; Lc 24:46-47; Jn
17:18).
6. El libro de los Hechos no solo concuerda con esta comisión (Hch. 1:8),
sino que contiene la obediencia de la iglesia a la Gran Comisión, desde
Jerusalén hasta lo más remoto de la tierra.
7. La evangelización no es una opción que deba aceptarse o rechazarse por la
iglesia. La evangelización es un mandato. La evangelización no se limita a
los que tienen dones o son líderes en la iglesia. Es la misión de toda la
iglesia. Para los fieles verdaderos, la evangelización no es meramente un
mandato, sino un impulso (Hch 5:42; Ro 1:14–17; 1 Co 9:16–18). La
evangelización es el corazón y alma de la iglesia del Nuevo Testamento.
El mandato es claro: «que se predique en su nombre el arrepentimiento y
el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén»
(Lc 24:47–48).

B. Dos enfoques para llevar a cabo este propósito mencionados en Hechos.


1. El primero es contactar con los perdidos en los alrededores inmediatos, ya
sea la persona que está a nuestro lado (Hch 2), la casa del vecino (Hch
5:42), la ciudad que está a continuación (Hch 8:5), o un pueblo de
diferente etnia (Hch 10).
2. El segundo enfoque era alcanzar a quienes habitaban en regiones lejanas
(Ro 15:18-19), lo cual incluía enviar varones especiales con la comisión
de llevar el evangelio a las partes más remotas de la tierra (Hch 13:1-3).
La iglesia no era negligente en obedecer el mandato del Señor, bien fuera
ganando almas o plantando iglesias en otras comunidades.

C. El propósito de la iglesia no ha cambiado hoy en día.


1. Continúa la Gran Comisión.
2. La tecnología moderna no la ha anulado.
3. Las necesidades de la presión social no la han abrogado.
4. Los problemas espirituales en la iglesia no han sobrepasado su
importancia.
5. Ni Cristo ni Pablo permanecían en un lugar determinado más de lo
necesario. Continuaban avanzando de modo que otros pudiesen escuchar
el evangelio.
6. Oremos por nuevos campos, pidiendo que Dios envíe obreros (Mt 9:37-
38), orando por la elección de misioneros (Hch 13:1–3) y sosteniendo a
los misioneros y los proyectos evangelísticos.

D. Acompañando a la obra de evangelización también hay un ministerio de


misericordia, ministerio que incluye cuidar en el nombre del Señor a los pobres y
necesitados.
1. Aunque el énfasis del Nuevo Testamento es dar ayuda material a los que
son parte de la Iglesia (Hch 11:29; 2 Co 8:4; 1 Jn 3:17), hay con toda una
afirmación de que es correcto ayudar a los inconversos aunque no
respondan con gratitud o aceptación al mensaje del evangelio.
2. Jesús nos dio un gran ejemplo: Jesús nos llama a imitar a Dios siendo
amables también con los que son ingratos y egoístas (Lc 6:35–36).
3. Jesús no intentó sanar sólo a los que le aceptaban como Mesías. Más bien,
cuando grandes multitudes iban a él, «él puso las manos sobre cada uno de
ellos y los sanó» (Lc 4:40).
4. Esto debería alentarnos a practicar obras de bondad y orar por la salud y
otras necesidades tanto en la vida de los inconversos como en la de los
creyentes.
5. En aspectos en los que se manifiesta la injusticia sistemática en la manera
de tratar a los pobres y a las minorías étnicas o religiosas, la Iglesia
también debe orar y, según tenga oportunidad, pronunciarse contra tal
injusticia.
6. Todas estas son maneras en que la Iglesia puede complementar su
ministerio evangelizador al mundo y en verdad adornar el evangelio que
profesa.
7. Pero tales ministerios de misericordia al mundo nunca deben convertirse
en sustituto de la evangelización genuina.

IV. Conclusión
A. Los tres propósitos de la Iglesia son importantes y no hay que descuidar a
ninguno.
B. Debido a que somos como un cuerpo con diversos dones y capacidades
espirituales, es correcto que pongamos la mayoría de nuestro énfasis en el
cumplimiento de ese propósito de la Iglesia que está más cerca de los dones e
intereses que Dios nos ha dado.
C. Cada uno de nosotros identifique don y úselo para la gloria de Dios (adoración,
cuidar a otros o evangelización

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