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VIACRUCIS VIERNES

Primera estación.
Jesús es condenado a muerte.
Mira, Señor de la Sentencia, el dolor profundo de quienes claman justicia, de quienes esperan misericordia.
Que no nos lavemos las manos ante el dolor del mundo, sino que emprendamos el camino que nos recuerda
que al final de nuestros días seremos juzgados en el amor.

Pedimos perdón por tantas veces que hemos actuado sin misericordia.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia: a quienes han querido sepultar la obra que en nombre
de Dios quieren realizar los discípulos de la verdad.

Segunda estación.
Jesús carga con la cruz.
Danos, Señor, la alegría de abrazar la cruz con esperanza, haz que podamos tender gozosos sobre los abismos
del mundo el mismo leño santo que llevaste con amor, que abrazaste con la plena convicción de que era el
trono de la misericordia y que sería en adelante la bandera con la que tu mismo anuncias la derrota del pecado
y del dolor.

Pedimos perdón
Por no haber comprendido que la cruz se ha vuelto bandera de esperanza, puente entre Dios y los hombres,
escala por la que se llega a la vida verdadera.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia:
A cuantos han despreciado el madero santo en el que se nos regaló la vida y a cuantos al despreciarla han
colmado de dolores a los que la siguen como bandera de paz y de alegría.

Tercera estación.
Jesús cae por primera vez
Jesús misericordioso, caído por nosotros, ayúdanos a comprender que cuando te imitamos a ti, manso,
humilde, compasivo, estamos colmando de esperanza de los cansados y agobiados que sólo en tu amor
encontrarán la paz y la alegría verdadera.

Pedimos perdón,
Por no acercarnos con amor a quienes caen bajo el peso del dolor.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia:
A quienes a lo largo de los siglos han querido impedir la llegada de la misericordia iluminada con la fe a los
que sufren.

Cuarta estación.
Jesús se encuentra con su Santísima Madre.
Señor Jesús, por el amor con el que tu Madre Santísima se hace solidaria no solo en tu camino doloroso, sino
en todos los momentos de la vida, te pedimos que nos ayudes a sentir como Ella, a amar como Ella, a dejar
que tu amor cambie el agua sin sabor del cántaro de nuestro corazón, en vino de esperanza que nos colma
ternura y de paz.

Pedimos perdón
Por haber olvidado que las Madre son las primeras y las mejores maestras de las virtudes cristianas.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia:
A cuantos, por ignorancia, han desconocido el justo papel con el que María, Madre y Maestra, ha participado
en la historia de la salvación.

Quinta estación.
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
Señor Jesús: danos un corazón que sepa encontrarte a la vera del camino y que sepa llevar la cruz de nuestros
hermanos sin ostentación, sin orgullo, con la generosidad simple de aquel hombre que te ayudó a llevar la cruz
para que tú siguieras bendiciendo a la humanidad con tu amor providente.

Pedimos perdón
Por ignorar tantas veces al que sufre y olvidar a la vera del camino a quienes nos reclaman amor verdadero.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia a quienes han impedido que llegue a tantos al amor
desinteresado de los discípulos de Jesús que quieren llevar la cruz del mundo.

Sexta estación.
La Verónica enjuga el rostro de Jesús.
Jesús amado: quién pudiera ser aquella persona que la tradición piadosa puso en tu camino. Qué bueno fuera
que tu imagen doliente, la que sigue grabada en el rostro de tantos hermanos, con nuestra ayuda, así sea la más
pequeña, se transforme en el rostro del gozo y de la esperanza para todos.

Pedimos perdón.
Por no haber acogido con amor verdadero el sufrimiento de tantos que reflejan el dolor de Cristo en sus vidas.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia:
A cuántos han querido manchar con el odio el rostro amoroso de la gran familia de los discípulos de Jesús.

Séptima estación.
Jesús cae por segunda vez.
Jesús Caído, que levantas a los caídos, te rogamos que nos enseñes a encontrar en cada ser humano la huella
de tu presencia y a ver en cada persona tu misma mirada, tú mismo amor. Que podamos construir una
humanidad más fraterna, más llena de amor, más llena de ti.

Pedimos perdón
Por cuantas veces hallamos hecho tropezar y caer a nuestros hermanos con nuestras actitudes.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia:
A cuantos han puesto obstáculos a la acción evangelizadora de la Iglesia que busca construir una humanidad
más fraterna.

Octava estación.
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
Jesús bondadoso, que aprendamos la lección de respeto y dignidad que tú nos propones. Que se nos conceda
aprender a tratarlas con aquel amor tuyo que, lleno de dulzura, supo consolar a las que querían consolarte.
Amen.

Pedimos perdón
Por las ofensas inhumanas con las que el mundo de ayer y de hoy a herido el corazón bondadoso de las
mujeres.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia:
A quienes han profanado el Santuario de la vida de tantas madres, esposas, hijas, hermanas con los crímenes
del aborto y de la violencia.

Novena estación.
Jesús cae por tercera vez.
Danos, Señor, un corazón dócil a todo dolor humano, danos la dicha de poder acudir al corazón de la
humanidad para sembrar en la vida de todos la luz de la esperanza. Amén.

Pedimos perdón por las veces que hemos olvidado tu presencia, Señor, en los últimos a los ojos del mundo.
Ofrecemos perdón y encomendamos a la misericordia a cuantos siguen caminando en la violencia y se cierran
a la acción reconciliadora de la Iglesia

Décima estación.
Jesús es despojado de sus vestiduras.
Te rogamos, Señor, que aprendamos a valorar todo lo bueno, todo lo puro, todo lo sincero. Que nuestra vida,
motivada por los mejores deseos, sea un camino hacia la verdad, hacia la rectitud, hacia la alegría más sincera.
Amén.

Pedimos perdón
Por las ofensas a la inocencia, a la santidad, a la dignidad de tantos seres humanos.
Ofrecemos perdón e imploramos la misericordia
A cuantos han querido manchar el rostro de la humanidad con las injurias a la virtud de la pureza y a la
grandeza de la castidad cristiana.

Decimoprimera estación.
Jesús es clavado en la cruz.
Con Francisco de Asís, hoy te rogamos, Dios de la concordia, que podamos ser instrumentos de tu paz, que
donde haya odio, sembremos amor, que donde haya injuria, sembremos perdón. Amén.

Pedimos perdón.
Por no haber facilitado los caminos que llevan a la paz, por haber cerrado el corazón a las búsquedas de la
reconciliación.
Ofrecemos perdón e imploramos misericordia para cuantos se obstinan en los caminos del odio y cierran su
vida al don de la paz.

Decimosegunda estación.
Jesús muere en la cruz.
Dios de la vida, te rogamos que por los méritos de la muerte salvadora, de la entrega generosa de la vida de
Jesús, nuestro Señor, seamos todos servidores y custodios de toda la vida humana. Amén.

Pedimos perdón:
Por la negligencias en el deber de custodiar la vida humana y de defenderla con valor y generosidad
Ofrecemos perdón implorando misericordia para todas las formas de destrucción de la vida humana,
esperando que la luz del Evangelio ayude a tantos a ser custodios de la vida.

Decimotercera estación.
Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de su madre.
Reúne tu Iglesia, tráela desde los extremos del mundo. danos el gozo de ser misioneros de tu amor y de
mostrar como en los brazos de la Iglesia, a quien María representa, hay lugar para todos, hay amor para todos,
hay Evangelio para alegrar el corazón de todos.

Pedimos perdón
Por no haber mostrado con gozo el rostro luminoso de la Iglesia Madre, Maestra, Misionera, testigo y
defensora de la vida.
Ofrecemos perdón y pedimos misericordia a cuantos se empeñan en ignorar el admirable camino de
humanismo que ha recorrido la Iglesia Santa fundada en la Pascua de Jesús.

Decimocuarta estación.
Jesús es puesto en el sepulcro.
Que venga sobre el mundo el misterio de tu silencio, que encontremos en ti la paz que buscamos, que puedas
ser tú la vida de quienes serán tus discípulos en el curso de la historia que llenes tú, Señor, la esperanza de la
humanidad. Amén.

Pedimos perdón
Por nuestras faltas de confianza y de esperanza.
Ofrecemos perdón y pedimos misericordia para cuantos han sembrado en el corazón de la humanidad la
desesperanza y el dolor.

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