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Unción
El aceite derramado sobre una persona es un signo de elección. Ser ungido
significa ser llamado, elegido y consagrado. El ungido asume una misión,
una tarea, una responsabilidad. Su vida queda marcada para siempre por el
sello de Dios. El ungido es un servidor. El ungido es el protegido de Dios y
está señalado para el testimonio. Pertenece a Él. A Él obedece. A Él le sirve.
Para Él vive. Y en su nombre habla o actúa. Tanto la palabra “Cristo" como
“Mesías” significa «Ungido». Jesús es el Ungido por excelencia. El servidor
de Dios. El profeta de la verdad. Jesús es el Ungido por el Espíritu «para
proclamar el Evangelio a los pobres, y la liberación a los oprimidos» (Lc 4, 1
8). El ungido recibe el Espíritu para dar testimonio. Está marcado para
siempre. Está sellado por el mismo Dios. Camina con el perfume de la fe. El
Espíritu nos consagra para siempre. Nos hace testigos, discípulos, enviados,
misioneros de Jesucristo en el mundo. Estamos marcados con su sello. Y
por eso vivimos (ver Lc 7, 36-50; Jn 19, 38-42).