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La contemplación

de la belleza

Joseph Ratzinger 2). ¿Cómo se concilian estas dos afirma- ente comprende también que la belleza de aquello a lo que el hombre puede aspirar,
ciones? El “más bello de los hombres” es la verdad incluye la ofensa, el dolor e inclu- estos hombres han sido traspasados por el
de aspecto tan miserable, que ni se le so el oscuro misterio de la muerte, y que mismo Esposo, él mismo ha enviado a sus
Cada año, en la Liturgia de las Horas del quiere mirar. Pilato lo muestra a la multitud sólo se puede encontrar la belleza aceptan- ojos un rayo ardiente de su belleza. La pro-
tiempo de Cuaresma, me vuelve a con- diciendo: “Éste es el hombre”, tratando de do el dolor y no ignorándolo. Sin duda, un fundidad de la herida revela ya cuál es el
mover una paradoja de las Vísperas del suscitar la piedad por el Hombre, despreci- inicio de comprensión de que la belleza dardo, y la intensidad del deseo deja entr-
lunes de la segunda semana del Salterio. ado y maltratado, al que no le queda ningu- tiene que ver con el dolor se encuentra ever Quién ha lanzado la flecha”.
Allí, una junto a la otra, se encuentran dos na belleza exterior. San Agustín, que en su también en el mundo griego. Pensemos por La belleza hiere, pero precisamente de esta
antífonas, una para el tiempo de Cuaresma juventud escribió un libro sobre lo bello y lo ejemplo en el Fedro de Platón. Platón con- manera recuerda al hombre su destino últi-
y otra para la Semana santa. Ambas intro- conveniente, y que apreciaba la belleza en sidera el encuentro con la belleza como esa mo. Lo que afirma Platón y, más de 1500
ducen el salmo 44, pero lo hacen con las palabras, en la música y en las artes fig- sacudida emotiva y saludable que permite años después, Kabasilas nada tiene que ver
claves interpretativas radicalmente contra- urativas, percibió con mucha fuerza esta al hombre salir de sí mismo, lo “entusias- con el esteticismo superficial y con una ac-
puestas. El salmo describe las nupcias del paradoja y se dio cuenta de que en este ma” atrayéndolo hacia otro distinto de él. El titud irracional, con la huida de la claridad y
Rey, su belleza, sus virtudes, su misión y, a pasaje la gran filosofía griega de la belleza hombre –así dice Platón– ha perdido la per- de la importancia de la razón. La belleza es
continuación, exalta la figura de la esposa. no sólo se refundía, sino que se ponía fección original concebida para él. Ahora conocimiento, ciertamente, una forma su-
En el tiempo de Cuaresma, introduce el dramáticamente en discusión: habría que busca perennemente la forma primigenia perior de conocimiento, puesto que toca al
salmo la misma antífona que se utiliza du- discutir y experimentar de nuevo lo que era que le sane. Recuerdo y nostalgia lo in- hombre con toda la profundidad de la ver-
rante el resto del año. El tercer versículo la belleza y su significado. Refiriéndose a la ducen a la búsqueda y la belleza lo arranca dad. En esto Kabasilas sigue siendo total-
reza: “Eres el más bello de los hombres; en paradoja contenida en estos textos, habla- del acomodamiento cotidiano. Le hace mente griego, en cuanto que pone el
tus labios se derrama la gracia”. ba de “dos trompetas” que suenan contra- sufrir. Podríamos decir, en sentido platóni- conocimiento en primer lugar. “Origen del
puestas, pero que reciben su sonido del co, que el dardo de la nostalgia lo hiere y amor es el conocimiento –afirma–: el
Está claro que la Iglesia lee este salmo co- mismo soplo de aire, del mismo Espíritu. Él justamente de este modo le da alas y lo conocimiento genera amor”. “En algunas
mo una representación poético-profética de sabía que la paradoja es una contraposi- atrae hacia lo alto. ocasiones –prosigue– el conocimiento
la relación esponsal entre Cristo y la Iglesia. ción, pero no una contradicción. Las dos En el discurso de Aristófanes en el Ban- puede ser tan fuerte que actúe como una
Reconoce a Cristo como el más bello de afirmaciones provienen del mismo Espíritu quete se afirma que los amantes descono- especie de filtro de amor”. El autor no
los hombres; la gracia derramada en sus que inspira toda la Escritura, el cual, sin cen lo que verdaderamente quieren el uno plantea dicha afirmación sólo en términos
labios manifiesta la belleza interior de su embargo, suena en ella con notas difer- del otro. Por el contrario, resulta evidente generales. Como es característico de su
palabra, la gloria de su anuncio. De este entes y, precisamente así, nos sitúa frente a que las almas de ambos están sedientas de pensamiento riguroso, distingue dos tipos
modo, no sólo la belleza exterior con la que la totalidad de la verdadera Belleza, de la algo distinto, que no es el placer amoroso. de conocimiento: el primero es el
aparece el Redentor es digna de ser glorifi- Verdad misma. Sin embargo, el alma no consigue expresar conocimiento mediante la instrucción, que
cada, sino que en él, sobre todo, se encar- Del texto de Isaías nace, ante todo, la este algo distinto, “tiene sólo una vaga per- de algún modo representa un conocimiento
na la belleza de la Verdad, la belleza de cuestión de la que se han ocupado los cepción de lo que realmente anhela y habla “de segunda mano” y no implica contacto
Dios mismo, que nos atrae hacia sí y a la Padres de la Iglesia: si Cristo era o no bello. de ello como de un enigma”. En el siglo XIV, directo con la realidad misma. El segundo
vez abre en nosotros la herida del Amor, la Aquí se oculta la cuestión más radical: si la en el libro sobre la vida de Cristo del teólo- tipo, por el contrario, es un conocimiento
santa pasión (eros) que nos hace caminar, belleza es verdadera o si, por el contrario, go bizantino Nicolás Kabasilas, volvemos a mediante la propia experiencia y la relación
en la Iglesia esposa y junto con ella, al en- la fealdad es lo que nos conduce a la pro- encontrar esta experiencia de Platón, en la directa con las cosas. “Por tanto, hasta que
cuentro del Amor que nos llama. Pero el funda verdad de la realidad. El que cree en cual el objeto último de la nostalgia per- no hemos tenido la experiencia de un ser
miércoles de la Semana santa, la Iglesia Dios, en el Dios que precisamente en las manece sin nombre, aunque transformado concreto, no amamos al objeto tal y como
cambia la antífona y nos invita a leer el apariencias alteradas de Cristo crucificado por la nueva experiencia cristiana. Kabasi- debería ser amado”. El verdadero
salmo a la luz de Isaías: “Sin figura, sin se manifestó como amor “hasta el final” (Jn las afirma: “Hombres que llevan en sí un conocimiento se produce al ser alcanzados
belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, 13, 1), sabe que la belleza es verdad y que deseo tan poderoso que supera su natu- por el dardo de la belleza que hiere al hom-
con el rostro desfigurado por el dolor” (53, la verdad es belleza, pero en el Cristo sufri- raleza, y que desean y anhelan más de bre, al vernos tocados por la realidad, “por

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la presencia personal de Cristo mismo”, co- belleza puede ser el dardo que alcanza el nueva y más profunda capacidad de ver; da conducirnos a la verdad, sino que la men-
mo él afirma. El ser alcanzados y cautiva- alma e hiriéndola, le abre los ojos, hasta el debe recorrer el paso de lo que es mera- tira, la fealdad y lo vulgar sean la verdadera
dos por la belleza de Cristo produce un punto de que entonces el alma, a partir de mente exterior a la realidad en su profundi- “realidad”, ha angustiado a los hombres de
conocimiento más real y profundo que la la experiencia, halla criterios de juicio y dad, de manera que el artista vea lo que los todos los tiempos. En la actualidad esto se
mera deducción racional. Ciertamente, no también capacidad para valorar correcta- sentidos por sí mismos no ven y, sin embar- ha reflejado en la afirmación de que, después
debemos menospreciar el significado de la mente los argumentos. go, aparece en el campo de lo sensible: el de Auschwitz, sería imposible volver a es-
reflexión teológica, del pensamiento Sigue siendo una experiencia inolvidable esplendor de la gloria de Dios, “la gloria de cribir poesía, volver a hablar de un Dios
teológico exacto y riguroso, que sigue sien- para mí el concierto de Bach dirigido por Dios que está en el rostro de Cristo” (2 Co 4, bueno. Muchos se preguntan: ¿dónde estaba
do absolutamente necesario. Por ello des- Leonard Bernstein en Munich, tras la pre- 6). Admirar los iconos, y en general los Dios mientras funcionaban los hornos crema-
preciar o rechazar el impacto que la Belleza matura muerte de Karl Richter. Estaba sen- grandes cuadros del arte cristiano, nos con- torios? Esta objeción, para la que existían ya
provoca en el corazón suscitando una cor- tado al lado del obispo evangélico Hansel- duce por una vía interior, una vía de su- motivos suficientes antes de Auschwitz en
respondencia como una verdadera forma mann, cuando se apagó triunfalmente la úl- peración de uno mismo y, en esta purifi- todas las atrocidades de la historia, indica
de conocimiento empobrece y hace más tima nota de una de las grandes cantatas cación de la mirada, que es purificación del que un concepto puramente armonioso de
árida tanto la fe como la teología. Nosotros del solista Thomas, nos miramos espon- corazón, nos revela la Belleza, o al menos belleza no es suficiente. No sostiene la con-
debemos volver a encontrar esta forma de táneamente el uno al otro y con la misma un rayo de su esplendor. Precisamente de frontación con la gravedad de la puesta en
conocimiento. Se trata de una exigencia espontaneidad dijimos: “Los que hayan es- esta manera nos pone en relación con la entredicho de Dios, de la verdad y de la
apremiante para nuestro tiempo. cuchado esta música saben que la fe es fuerza de la verdad. A menudo he afirmado belleza. Apolo, que para el Sócrates de
A partir de esta concepción, Hans Urs von verdadera”. En esa música se percibía una que estoy convencido de que la verdadera Platón era “el Dios” y el garante de la imper-
Balthasar edificó su Opus Magnum de la fuerza extraordinaria de Realidad presente, apología de la fe cristiana, la demostración turbable belleza como lo “verdaderamente di-
Estética teológica, de la que muchos de- que suscitaba, no mediante deducciones, más convincente de su verdad contra vino”, ya no basta en absoluto.
talles se han acogido en el trabajo teológi- sino a través del impacto del corazón, la ev- cualquier negación, se encuentra, por un la- De esta manera volvemos a las “dos
co, mientras que su planteamiento de fon- idencia de que aquello no podía surgir de la do, en sus santos y, por otro, en la belleza trompetas” de la Biblia de las que
do, que constituye verdaderamente el ele- nada; sólo podía nacer gracias a la fuerza que la fe general. Para que actualmente la fe habíamos partido, a la paradoja por la cual
mento esencial de todo, no se ha asumido de la Verdad, que se actualiza en la in- pueda crecer, tanto nosotros como los hom- se puede decir de Cristo: “Eres el más bel-
en absoluto. Nótese que esto no es un spiración del compositor. bres que encontramos, debemos dirigirnos lo de los hombres” y “sin figura, sin belleza
problema que afecta simplemente, o princi- Y, ¿no resulta evidente lo mismo cuando nos hacia los santos y hacia lo Bello. (…) su rostro está desfigurado por el do-
palmente, tan sólo a la teología; afecta tam- dejamos conmover por el icono de la Pero ahora es preciso responder a una ob- lor”. En la pasión de Cristo la estética grie-
bién a la pastoral, que debe volver a favore- Trinidad de Rublëv? En el arte de los íconos, jeción. Ya hemos refutado la afirmación ga –tan digna de admiración por su presen-
cer el encuentro del hombre con la belleza al igual que en las obras de los grandes pin- según la cual lo que hemos sostenido hasta timiento del contacto con lo divino que, sin
de la fe. Así, a menudo los argumentos tores occidentales del romántico y del góti- aquí sería una huida hacia lo irracional, un embargo, permanece inefable para ella– no
caen en el vacío, porque en nuestro mundo co, la experiencia que describe Kabasilas se mero esteticismo. Es, más bien, lo con- se ve abolida sino superada. La experien- cia
se entrecruzan demasiadas argumenta- hace visible partiendo de la interioridad, y se trario: sólo de este modo la razón se ve lib- de lo bello recibe una nueva profundi- dad,
ciones contrapuestas, de tal modo que puede participar en ella. Pavel Evdokimov erada de su torpeza y es capaz de obrar. un nuevo realismo. Aquel que es la Belleza
surge espontáneo en el hombre el pen- ha descrito de manera significativa el recor- Otra objeción reviste hoy más importancia: misma se ha dejado desfigurar el rostro,
samiento que los antiguos teólogos me- rido interior que supone el icono. El icono no el mensaje de la belleza se pone radical- escupir encima y coronar de es- pinas. La
dievales formularon de la siguiente forma: la es simplemente la reproducción de lo que mente en duda a través del poder de la Sábana santa de Turín nos per- mite
razón “tiene la nariz de cera”, es decir, bas- perciben los sentidos; más bien, supone lo mentira, la seducción, la violencia y el mal. imaginar todo esto de manera con-
ta con ser un poco hábiles para dirigirla en que él define como “un ayuno de la mirada”. ¿Puede la belleza ser auténtica o, en defini- movedora. Precisamente en este Rostro
cualquier dirección. Puesto que todo es tan La percepción interior debe liberarse de la tiva, no es más que una vana ilusión? ¿La desfigurado aparece la auténtica y supre-
sensato, tan convincente, ¿de quién ten- mera percepción de los sentidos para, me- realidad no es, acaso, malvada en el fondo? ma belleza: la belleza del amor que llega
emos que fiarnos? El encuentro con la diante la oración y la ascesis, adquirir una El miedo a que el dardo de la belleza no pue- “hasta el extremo” y que por ello se revela

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más fuerte que la mentira y la violencia. repliega sobre sí misma. ¿Quién no recono-
Quien ha percibido esta belleza sabe que la cería, por ejemplo en la publicidad, esas
verdad es la última palabra sobre el mun- imágenes que con habilidad extrema están
do, y no la mentira. No es “verdad” la men- hechas para tentar irresistiblemente al
tira, sino la Verdad. Digámoslo así: un nue- hombre a fin de que se apropie de todo y
vo truco de la mentira es presentarse como busque la satisfacción inmediata en lugar
“verdad” y decirnos: “más allá de mí no de abrirse a algo distinto de sí?
hay nada, dejad de buscar la verdad o, pe- De este modo, el arte cristiano se encuentra
or aún, de amarla, porque si obráis así vais hoy (y quizás en todos los tiempos) entre
por el camino equivocado”. El icono de dos fuegos: debe oponerse al culto de lo
Cristo crucificado nos libera del engaño feo, que nos induce a pensar que todo, que
hoy tan extendido. Sin embargo, pone co- toda belleza es un engaño y que solamente
mo condición que nos dejemos herir junto la representación de lo que es cruel, bajo y
con él y que creamos en el Amor, que vulgar, sería verdad y auténtica iluminación
puede correr el riesgo de dejar la belleza del conocimiento; y debe contrarrestar la
exterior para anunciar de esta manera la belleza falaz que empequeñece al hombre
verdad de la Belleza. en lugar de enaltecerlo y que, precisamente
De todas formas, la mentira emplea tam- por este motivo, es mentira.
bién otra estratagema: la belleza falaz, fal- Es bien conocida la famosa pregunta de
sa, que ciega y no hace salir al hombre de Dostoievski: “¿Nos salvará la Belleza?”.
sí mismo para abrirlo al éxtasis de elevarse Pero en la mayoría de los casos se olvida
a las alturas, sino que lo aprisiona total- que Dostoievski se refiere aquí a la belleza
mente y lo encierra en sí mismo. Es una redentora de Cristo. Debemos aprender a
belleza que no despierta la nostalgia por lo verlo. Si no lo conocemos simplemente de
indecible, la disponibilidad al ofrecimiento, palabra, sino que nos traspasa el dardo de
al abandono de uno mismo, sino que su belleza paradójica, entonces em-
provoca el ansia, la voluntad de poder, de pezamos a conocerlo de verdad, y no sólo
posesión y de mero placer. Es el tipo de de oídas. Entonces hemos encontrado la
experiencia de la belleza al que alude el belleza de la Verdad, de la Verdad redento-
Génesis en el relato del pecado original: ra. Nada puede acercarnos más a la
Eva vio que el fruto del árbol era “bello”, Belleza, que es Cristo mismo, que el mundo
bueno para comer y “agradable a la vista”. de belleza que la fe ha creado y la luz que
La belleza, tal como la experimenta, de- resplandece en el rostro de los santos, me-
spierta en ella el deseo de posesión y la diante la cual se vuelve visible su propia luz.
N. de la R.: El presente texto, que se N° 29 (enero-marzo de 2003). Agrade- entonces como cardenal.
publica completo, fue tomado de la cemos la autorización para publicarlo
Revista Humanitas (Santiago de Chile), aquí. El autor, actual Papa, firmaba

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