Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
HUMAN¡SMO
PPC
ñ
8. Las asombrosas antropologías de los místicos
Pero ya es hora de que, dejando de lado las objeciones con las que
ha de enfientarse la tesis o, mejo¡ la conücción que propongo, pase
a mostra¡ las razones positivas por las que creo que el ejercicio de la
üda mistica constituye una fo¡ma eminente de realización de la con-
dición humana, una fuente inestimable de humanización para las
personas y una forma de contrarestar los peligros de deshumaniza-
ción que acechan a la humanidad de nuestros dias y de colaborar al
progreso de la causa del hombre en nuestro mundo.
La primera razón del poder humanizador de la experiencia mistica
radica en el desarrollo intenso, extraordinariamente rico, de la condi
ción humana que comporta. El mistico, en efecto, extrae de la relación
religiosa üvida en gfado eminente el poder humanizador que esta re-
I lación comporta.
eorqre ser mistico, bajo la forma de lo que hemos descrito como
I
I experiencia mistica, comporta como primer elemento haber reali-
I zado personalmente la experiencia de Ia realidad trascendente-in-
I manente, superior e interior, que sostiene, envuelve y atrae la propia
vida. Ser místico no es más que ejercer, viü¡ poner en práctica la
I
I capacidad de infinito, la condición de imagen de Dios presente en
! toAa persona. De ahi que Ia experiencia mística ponga enjuego las
¡ dimensiones más profundas de la persona, libere Ias energias más
I poderosas del ser humano, ensanche de la forma más inimaginable
I .l horiror,. vital del sujeto, comenzando por la más prodigiosa di-
I latación de su conciencia y su deseo. «Los místicos -decia E. Under-
I hi - son exploradores del infinito». De este ejercicio de lo mejo¡ de
I lo más sublime que hay en el homb¡e, se sigue que quienes, ha-
I biendo realizado tal experiencia reflexionan sobre sus consecuen-
I cias y formulan sus exigencias, han propuesto las visiones del hom-
I bre, las antropologias más exaltantes. Porque nadie tiene una idea
I más alta sobre el ñomb¡e que quien descubre en si mismo, a fuerza
I de
"experienciarla»,
de ejercerla y üvirla, la dimensión de trascen-
! O.na,, que le constttuVe.
II r85
I
.' Testimonios de tales antropologias aparecen una y otra vez en gen por la condición de sus monjas y de ella misma de iletradas,
los textos de los misticos de todas las tradiciones religiosas y espiri-
asegura que es para ellas del mayor provecho para entender «con
tuales. Por razones de brevedad, me limitaré a aducir algunos ejem-
verdad que hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación,
plos de la tradición cristiana y musulmana.
dentro de nosotras que lo que vemos por defuera» 2r7.
En todos los misticos cristianos resuenan las formulaciones que
Para san Juan de la Cruz, el hombre es, según uno de sus mejo-
de esa antropología ofreció san Agustin. Refiriéndose a la interiori-
res estudiosos desde el punto de vista de la filosofía, «un yo abierto,
dad humana, de la que es admirable maestro, esc¡ibió: «Un inmenso 238. Para ex-
como por una herida, por la pasión de la Trascendencia»
e infinito santuado. ¿Quién puede llegar a su fondo? Ni yo mismo
presar esta antropologia recurre el Santo a dos tipos de símbolos.
alcanzo a comprender 1o que soy. Pues el alma es demasiado estre-
Unos, sustantivos, lo describen como «herida», «brecha», «cavema»,
cha para contenerse a sí misma. Solo Dios es capaz de contenerla y
«hueco anhelante», es decir, realidad habitada por un «deseo abisal»,
abarcarla» 235. «Lo que el hombre es para Dios, eso es y nada más»,
decia san Francisco de Asis. Y nada menos, podriamos añadi¡ por- huella en él de una Presencia que constituye a la vez la fuerza gra-
que eso significa que la medida del hombre es Dios. Teresa de Áviia vitatoria que lo atrae hacia lo alto. En sus poemas predominan, para
canta la grandeza de la persona en estos términos: «¡Qué gran cosa expresar dinámicamente la condición humana, simbolos verbales:
es entender un alma!». Por eso recomienda «no tener en poco alma «salí», uiré», «pasaré», «volé», verdadero centro y punto de apoyo de
con que tanto se deleita el Señor», y encomia «la hermosura y dig- muchas de sus estrofas, que muestran al ser humano como un ser
23e.
nidad de nuestras almasr, a las que llama oun cielo pequeño». «No que solo es todo lo que puede ser yendo más allá de si mismo Las
hallo -resume en otro lugar- cosa con que comparar la gran her- formulaciones conceptualmente desarrolladas de esta antropología
mosu¡a de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas son incontables: «Un solo pensamiento del hombre vale más que
240. «Estas
pueden llegar nuestros entendimientos a comprenderla, ansí como todo el mundo: por tanto, solo Dios es digno de él» caver-
no pueden llegar a considerar a Dios, pues él mismo dice que nos nas son las potencias del alma... las cuales son tan profundas
creó a su imagen y semejanza» 236. Como ¡esumen de unas afirma- cuanto de grandes bienes son capaces, pues no se llenan con menos
ciones que son constantes en su obra ofrece¡á un último texto par- que inñnito»'?41. De nuevo la medida del hombre es Dios; de donde
ticularmente expresivo: «Pues hagamos cuenta que dentro de noso- «el centro del alma es Dios»; y el hombre «es Dios por participa-
tras está un palacio de grandisima riqueza, todo su edificio de oro y ción» 2a2. Una estrofa de la Glos¿ a lo iliuitto resume con toda clari-
piedras preciosas -en fin, como para tal Señor- y que sois vos parte dad la antropología del Santo: «Que estando la voluntad / de Divi-
para que este edificio sea tai, como a la verdad es ansi que no hay
edificio de tanta hermosura como un alma limpia y llena de virtu- (v),28,9-11.
'z1' Camíno de peúección
des [...] y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por 2rs P. CERrzo, ant¡opologia del espídtu en san Juan de la Cruz», en A. GARCiA
"La
bien ser vuestro Padre, y que está en un trono de grandisimo precio, SrMóN (ed.), Acfas del Congreso Intemaciotal Sonjuanisto III. Valladolid' Junta de Cas-
que es vuestro corazón». Y después de justificar el recurso a la ima- tilla y León, 1993, PP. 127-154.
,re Reco¡demos tan solo el poema oNoche oscum», en el que las dos pdlr]eras es-
trofas penden literalmente de ese único ve¡bo: nSali,.
2tt Coniesiones, 1o,8, )ñ Dichos de luz y omot,34i 115.
2at Llama,B,3, 18.
216 Vida,23, 17', Camino de perJección, 28,5; Morodas, 1,|i7,1. 2a2 Llama. B, l, 12.
186 187
ridad tocada / no puede quedar pagada sino
Valga, como muestra y resumen de
/ con Divinidad». medi¡lo si mides rni corazón, porque lo posee». *El abismo de mi es-'
otras muchas, una particular_ piritu invoca siempre a grandes gritos al abismo de Dios. Dime,,
mente-expresiva en la que describe
al hombre como «Dios en som- 2aa.
bra,. Se rrara del comenfario al verso ¿cuál es más profundo?»
«Resplandores» que declara equivalentes "E;;;;;;landores». Hay todavía otro camino de fácil acceso para percibir en con-
a oobumbracio'nes», «haci_ creto el extraordinario aprecio de los misticos por ese hombre al que
miento de sombra», en el sentido de *a¡¡p¿¡¿¡,
fa.roaaa". y hacer algunos textos leidos deficientemente parecerían menospreciar. Me
mercedes». Para entender bien cómo
sea este nhacimiento- d" ,ombr"
de Dios [...] es de saber que cada contentaré con aludirlo. Es el que abre la consideración del llamado
cosa tiene y hr..l, ,ornb., .or_ «socratismo espiritual», que consiste en proponer el conocimiento de
forme al talle y propiedad de la misma
."r" Í..j y;;;;sombra de sí mismo como paso indispensable para el conocimiento experien-
una tiniebla será otra tiniebla al tale
de aquelta tin¡e¡ia, y la som_ cial de Dios, para la experiencia mistica o la contemplación. Apa-
b¡a de una luz será otra luz al talle
de aqueila l;r;.'--"'-' rece en infinidad de contextos: san Agustin Io expresaba en la co-
pues nocida sentencia: Nouerim me, nouerim fe: «Conózcame a mi;
-lámparascomo quiera que estas virtudes y atributos
de Dios sean conózcate a ti». San Bemardo tenía tal aprecio por la máxima que la
encendidas y resplandecienter, *"r¿"1", cerca
del consideraba «caída del cielo». Santa Teresa presenta la originalidad
alma como habemos dicho, no podrán
dejar ¿a to""¡a .o, .ua
sombras, las cuales también han de de aludir al conocimiento de sÍ como condición para el conoci-
ser en-cendidas y resptande_
cientes al talle de las lámparas que las miento de Dios, y al conocimiento de Dios como condición para el
hacen t...] O. írn"., qr.,
según esto, la sombra que hace al
alma la ]ámpara-de
verdadero conocimiento de sí, estableciendo asi una perfecta corre-
ta hermo_
sura de Dios, será otra ¡ermosura al
talle y propieiJa. aqu.tt, lación entre conocimiento-realización de si y conocimiento-en-
hermosura de Dios; y la sombra qre cuentro con Dios 2a5.
r,ace ü rán"r"r, será otra
fortaleza al talle de la de Dios; y la En Ia misma dirección apunta la concepción del hombre, presente
sombra qu" i. fr""a f" r.Ui_
duría de Dios, será otra sabiduría al en otros místicos, como «tercer mundo»; y como medietas omnium, es
tall€ de f. A" rr"r, V
*, O.
las demás lámparas o, por mejor
la misma hermosura, y la misma fortaleza
,ir.,
decir, ,"ri t, .rUiar.i., y deci¡, realidad dinámicamente mediadora de todas las realidades, que
2ns Coflin,5},16,
PaIa esta cuestió[, cf. A, M. HAAS, M/sh& als Aussage, o. c. pp. 22lss, con re- MASSIGN0N' Paris' Seuil' 1981' p' 49'
'za6 24.-
D¡uát, vll. Traducción y edición de L
ferencia a Juan Escoto Efiúgena. ¡o Citado en R. A¡lr,u,orz, «Mystique et humanisme dans les tIois
monoüéismes»'
'z47 Para esta cuesüón remitimos a A. SCHTMMEL, ¿e so¿¿jñsm e ou la ¡linension mys-
ett Concilium 142 (1988), pp. 317-334i 323'
tique ¡le I'Islam. Paris, Cerf, 1996, pp. 237ss.
191
190
Si, más allá de las expresiones concretas
,la fo¡mulación sistemática
nos preguntamos por que está en él? De Ia misma manera, nadie conoce los secretos de
de la antropologi, qr;. ,'.1;rpr..nr"n
encontramos la ¡espuesta en el modelo Dios, sino el Espiritu de Dios».
tfpá.tito de comprensión Pero, por otro lado, tampoco aparece entefamente como parte
del ser humano en el que,junto al cuerpo
y al j.lm antropo_
"m. constitutiva del hombre, de la misma manera que el cuerpo y el ama,
togias que han prevalecido .l ., per,sumiátr;;;;;j, se remite ya que, después de haber ¿¡qhe «el espíritu del hombre», Pablo se re-
como último nivel de su naturaleza al
espíritu, a..lgrrJo también fie¡e a él diciendo «el espiritu que está en él» 252. Espiritu parece rem!
con términos como (sustancia del almar, *fond,
a"i'air-",, _..n,r, tir a «algo» que está en el hombre sin ser del hombre, y que le asegura
del alma», aper mentis: «cima de la menter,,
sc¡nt¡ia anili: una trascendencia, resultado de lo que hemos descrito como Presen-
alma» etc.25r "cfrispa aef
cia originante del ser humano que hace que este no pueda coincidir
consigo mismo más que yendo más allá de sí mismo. El espiritu es,
9. El espiritu como clave de la antropologia pues, el «lugar» en el hombre de una presencia de Dios en él sin la in-
mistica termediación de ninguna otra realidad, nulla interposíta creatura, nu-
La antroporogia tripartita, a Ia que los lla interiecta creatura, sin que enüe Dios y él se interponga criatura
mistiios cristianos han po_ alguna, como dice san AgUstin. Esta dimensión conüerte al hombre
dido llegar por su experiencia espiritual y
I" ,.fl;-iór;;; ha origi_ en un ser misterioso, a la imagen del misterio de Dios. Un misterio no
nado, tiene su fundamento, para los que
han of...iáo rn t."tr_ solo inexplorado por ningún saber objetivador, sino inexplorable.
miento sistemático de la misma, en el texto
de I f., s,á:, *Ore el Así, la incomprensibilidad del ser humano responde a la de Dios, por-
Dios de la paz os santifique integros, y
que;;; *..i.á r., .ro" que, gracias a su espiritu, la raiz del hombre es Dios mismo como la
ritu, alma y cuerpo, se conserve i.ref.ochable
p"." L r.ria. ae Presencia que lo origina con su peñnanente llamada a ser. Con otras
nuestro Salvador Jesuc¡isto».
palabras, el espíritu es la profundidad del hombre, situada más allá de
EI texto no se ¡efiere tan solo a Ias
dos modalidades de existen_ la psf'é, que hace del homb¡e un misterio para si mismo. De este nivel
cia ca¡nal-mundana y espirituai,
sino a Ia estructura misma del ser humano,
ru..d..r-i
"oro .n.i q* ó"-.'r,rn_,u, del hombre no cabe, por tanto, experiencia sensible ni psicológica. La
tencia de un nivel más profundo o más
.i"r,
l, .*ir_ experiencia de «lo etemo en el hombre» (Max Scheler) no puede con-
alto po..i q*.iru;.," .r_ sistir en una constatación empírica por quien tiene acceso a ella, ni
t¡a en comunicación con Dios y que le
otorga su raai"at o¡ig¡naliaaa objeto de comunicación directa a los demás. Solo puede ser evocada
frente al resto de los seres natu¡ales,. g.f.á..
¿. .ri" ,r,..oprrrgr, por quien la üve y sugerida a otros por medios indi¡ectos y siempre
depende del significado que se atribuya
, pr.rrr,-.rpiiir. pr.... simbólicos. Sin embargo, el eco que esa sugerencia despierta en los
oue no se refiere al Espíritu de Dios, ir.frro .í.url_,to
§
sente en el hombre, ya que en I Cor -"¿qiii, p..- demás hace presentir que constituye una dimensión comriur a todos,
2,11 I..ror, .l ., aunque inaccesible de forma directa y objetiva.
hombre conoce los secretos del hombre,
,rr".i .rplioli.i*hornb.. H. de Lubac, que ha propuesto esta antropologia tripartita como
clave de la antropologia teológica, encuentra expresiones de la
"r variosa exposición der tema. con especiar referencia a Bede Grimths, en w.
D.c]l, .The Contemplative Nature TEA.-
ofBej
u¡ Dcrng: an Anüropotow" eD Aneico,t Ben?d¡ctine
nrr¡e* qs ttg iji,íi.;;;;;' "'? En todo este apartado apoyo mi exposición erI H. de Lubac y en la oonognfia de-
dicada a este aspecto de su pensamiento por E. DE MouLn'ls-BEAUFoRT, o. c., esp. pp. 83- 133.
192
193
misma en toda la tradición c¡istiana, desde Origenes, pasando por del alma», ¿ «lo muy hondo e intimo del alma»; a «lo interior de su
san Agustin, hasta san Buenaventura, santo Tomás y todos los
257.
alma, en lo muy interior, en una cosa muy honda»
grandes representantes del pensamiento cristiano, ligada al tema del
253. Solo habría desaparecido de la
ser humano como imagen de Dios
teología modema tras su «divorcio» en relación con la mistica. Los 10. Visión mistica de la creación
testigos más eminentes de esta forma de comprensión del hombre
son los misticos. Eckhart 2sa, Tauler, Ruusbroec, santa Teresa y san El ahondamiento de la mirada, la dilatación de la conciencia que su-
Juan de la Cruz la exponen en términos diferentes, pero que coinci- pone el descubrimiento de la hondura de la condición humana com-
den en lo esencial 255. Sin entrar en el análisis de sus textos, vale la porta como primera consecuencia la dilatación de la visión de la rea-
pena subrayar cómo santa Teresa llega por su propia experiencia a lirlad. En efecto, un rasgo común a las experiencias místicas es que'
la identihcación de la diferencia entre alma y espiritu y a la condi- para las personas que las üven, el mundo es, como anotamos al des-
ción misteriosa de este último nivel de la persona. Ya en el urótulo» iribir la experiencia mistica, «más de lo que es» 258. La experiencia
del capítulo leemos: «Dice cómo a su parecer hay diferencia alguna del misüca permite descubrir en la realidad dimensiones hasta entonces
alma al espiritu, aunque es todo uno». Y al final del capitulo: «Por ocultas. Eso explica que personas recluidas fisicamente entre los mu-
donde decía yo que se ven cosas interiores, de manera que cierto se ros de una clausura; limitadas como Juan de la Cruz en el mundo es-
entiende hay diferencia en alguna manera y, muy conocida, del trecho de un fraile, sean capaces de ofrecer visiones de la realidad que
alma a el espiritu, aunque más sea todo uno. Conócese una diüsión penetran hasta niveles que escapan a hombres de acción y a eminen-
tan delicada que algunas veces parece obra de diferente manera 1o tes cultivadores del conocimiento cientifico. Y es que el místico entra
uno de lo otro, como el sabor que les quiere dar el Señor». Y refi- en contacto con el lado misterioso de la realidad con el que limitan
riéndose al alma: «Hay tantas y tan delicadas en lo interior, que se- las üsiones puramente científicas del mundo, y por eso capta -como
ria atrevimiento ponerme yo a declararlas». Sin duda, el «espiritu» el poeta, como el artista, perc de una forma peculiar- la condición
de este texto remite al «hondón interior» del alma
2s6; a «lo hondo simbólica de lo real, percibiendo que todas las cosas «de ü llevan sigl-
nificación,, como dice Francisco de Asis refiriéndose a Dios'
253 Sob¡e el hombre-imagen, cf., A.-G. HAMM,qN, L'homne, imoge de Dieu. Essoi Esto explica que, cuando la experiencia mística tiene lugar en
d'une aúthropologíe chrétíenne dans l'Église des cirq premiers si¿c¿es. Paris, Desdée, una persona estéticamente dotada, las expresiones que de ella
1987; el tema es estudiado de forma interdisciplinar en ¡Irmoín á I'image de Dieu. Gi-
ofrece se conüertan en extraordinarias creaciones litera¡ias, en ver-
nebn, Labor et Fides, 1989.
25a Sobre Eckhart conviene anotar el doble vocabula¡io que le lleva a identificar daderas cimas de creación poética. Recordemos como ejemplos la
en algunas ocasiones al entendimiento, como entendimiento ageDte de Aristóteles, con exactitud, la justeza de los adjetivos con que Francisco caracteriza a
el fondo secrcto del alma, mientas en otros lugares señala que por encima de las po-
tencias hay un *castillo» inaccesible a las potencias, distinto de ellas, fondo del alma
las rliferentes criaturas en su célebre Cdnticoi «La hermana agua, la
donde Dios reside y se da de manera insondable, pasando asi a la terrtrinologÍa y la cual es muy útil y humiltle y preciosa y casta»; y el hermano fuego
descripción del alma neoplatónica adoptada por el Pseudo-Dionisio. Cf. A. DE LIBERA, «por el cual alumbras la noche», y que «es bello y alegre y robusto y
Eckhart, Suso, Taúler ou lo diüinisatiofl de I'homrze. Paris, Bayard, 1996,pp 140-150.
'755 Referencias a todos ellos
y ensayo de descripción de la antropologia de los
místicos en El /e,?¿ilr¡eto mísüco, o. c., pp. 260-270. 2'7 Moradas,5, 3, 45; 6, 71, 2: 7 , 1, 7 .
2* Moradqs,+,2,6. de la expresión, cf. El;fenómeno místico, o' c', pP' 296-301'
'z5s Sobre el valor
t94 195