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ESEMPI DI ARCHITETTURA

32/vol. i
Direttore
Olimpia Niglio
Kyoto University, Japan

Comitato scientifico
Taisuke Kuroda
Kanto Gakuin University, Yokohama, Japan
Rubén Hernández Molina
Universidad Nacional, Bogotá, Colombia
Alberto Parducci
Università degli Studi di Perugia
Pastor Alfonso Sánchez Cruz
Revista Horizontes de Arquitectura, Mexico
Enzo Siviero
Università Iuav di Venezia, Venezia
Alberto Sposito
Università degli Studi di Palermo
Karin Templin
University of Cambridge, Cambridge, UK

Comitato di redazione
Giuseppe De Giovanni
Università degli Studi di Palermo
Marzia Marandola
Sapienza Università di Roma
Mabel Matamoros Tuma
Instituto Superior Politécnico José A. Echeverría, La Habana, Cuba
Alessio Pipinato
Università degli Studi di Padova
Bruno Pelucca
Università degli Studi di Firenze
Chiara Visentin
Universita degli Studi di Pisa, Campus di Lucca
PEER REVIEW: Lina Constanza Beltrán Beltrán (Colombia), Estrellita García Fernández (Méxi-
co), Mabel Matamoros Tuma (Cuba), Elizabeth Torres Carrasco (México).

EdA – Collana editoriale internazionale con obbligo del Peer review (SSD A08 – Ingegneria
Civile e Architettura), in ottemperanza alle direttive del Consiglio Universitario Nazio-
nale (CUN), dell’Agenzia Nazionale del sistema Universitario e della Ricerca (ANVUR) e
della Valutazione Qualità della Ricerca (VQR). Peer Review per conto della Direzione o
di un membro della Redazione e di un Esperto Esterno (clear peer review).
Conservación de centros históricos en Cuba

Volumen I

editado por
Lourdes Gómez Consuegra
Olimpia Niglio
A Mario Coyula Cowley
1935-2014

Maestro, de muchos de los que aquí escriben.


Apasionado amante de su ciudad, La Habana.
La salvaguardia de los centros históricos ha tenido a
menudo un sentido esteticista, que además de
superficial resulta insustentable y en ocasiones hasta
inhabitable. Un centro histórico vivo obliga a
concesiones para adecuarse a una circunstancia
distinta a las de cuando se fue conformando, y esos
compromisos sucesivos aparecen evidenciados en
las distintas capas del propio centro. Se trata del
eterno par dialéctico conservación/renovación, cuyo
delicado balance puede perderse fácilmente cuando
se toma partido por uno u otro extremo, pasando de
la momificación escenográfica a la iconoclastia más
brutal guiada por la ganancia

… La salud de una ciudad generalmente marcha a


la par con la de su centro histórico. …

Mario Coyula Cowley


“Los muchos centros de La Habana” Revista Revolución y Cultura. No. 3,
julio-septiembre, 2011 Época V. La Habana. p.40
INDICE

17 Prólogo
Patrimonio arquitectónico e Historia. “La meta es el origen”.
Carlos Sambricio

27 Introducción
Lourdes Gómez Consuegra, Olimpia Niglio

VOLUMEN I

REFLEXIONES PRELIMINARES

35 La recuperación del Patrimonio Monumental en Cuba


Isabel Rigol Savio

61 Tiempos y coincidencias
Ángela Rojas Ávalos

83 Identificación de viviendas culturalmente representativas en Centros


Históricos
Alicia E. García Santana

97 Brevísima relación de la construcción en la Colonia y la República


en Cuba hasta 1930. Caso de estudio La Habana
Daniel Taboada Espiniella

125 Lo cubano en la arquitectura y dos tiempos en Santiago de Cuba


María Elena Orozco Melgar
Indice Indice

141 Reflexiones sobre el significado de centro histórico en Occidente y


Oriente
Olimpia Niglio

TERRITORIO, PAISAJE CULTURAL Y PAISAJE HISTÓRICO URBANO

163 La Habana es mucho más que su centro histórico


Felicia Chateloin Santiesteban

189 La calzada del Cerro: esplendor y ocaso de La Habana neoclásica


Mario Coyula Cowley, Isabel Rigol Savio

225 Los paisajes históricos de la producción en Cuba


Julián Sobrino Simal

247 La reconfiguración del paisaje urbano histórico como vía para la


preservación de la identidad cultural. Caso de estudio Camagüey
Marisabel Almeida Torrens

PLANEAMIENTO URBANO DE LAS CIUDADES Y LOS CENTROS HISTÓRICOS

269 Conservación de centros históricos. El caso de Camagüey


Lourdes Gómez Consuegra

297 Plan de Manejo Urbano. Concertación y desarrollo


Teresa Pascual Wong

309 Calle Ignacio Agramonte. Una rehabilitación dedicada al séptimo


arte
Ernesto T. Guzmán Lastre

321 Centros históricos: comunidad, gestión y participación


Georgina Rey Rodríguez
Indice Indice

341 La sostenibilidad social en el proceso de rehabilitación de los


centros históricos: el caso del Centro Histórico La Habana Vieja.
Martha O. Pérez Cortés

361 Participación ciudadana para la transformación del Centro Histórico


La Habana Vieja, Cuba
Patricia Andino Díaz

VOLUMEN II

RESTAURACIÓN Y REHABILITACIÓN DE EDIFICIOS Y ESPACIOS PÚBLICOS

385 El reuso en la arquitectura patrimonial: oportunidad y riesgo


Madeline Menéndez García

401 Las viviendas de balconaje en el centro histórico del Santiago


Colonial
Flora de los A. Morcate Labrada, Juan José Martínez Boquera,
Juan José Martínez Portilla

419 Conservación del patrimonio religioso camagüeyano


Oscar D. Prieto Herrera

437 La Ermita de Monserrat, símbolo de la Matanceridad


Ramón Félix Recondo Pérez

453 La Ermita de Nuestra Señora del Buenviaje, propuesta para su


restauración en el contexto urbano de la Plaza Mayor de Remedios
Reynaldo Mendoza Valdivia

475 Utilización de la matemática difusa en el diagnóstico y evaluación


técnica de patologías en edificaciones patrimoniales construidas con
piedra natural. el “Palacio de los Capitanes Generales” de La
Habana Vieja como caso de estudio.
José Armando Chávez Hernández, Carlos A. Recarey Morfa, María
Matilde García Lorenzo
Indice Indice

PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO

503 La dimensión arqueológica del Centro Histórico de La Habana: una


propuesta integral desde la Arqueología preventiva.
Alicia Castillo Mena, Sonia Menéndez Castro

TRADICIONES CULTURALES Y PATRIMONIO INTANGIBLE


521 Los colores del patrimonio cultural cubano
Alfonso Alfonso González

549 Alfarería y barro, patrimonio de Camagüey


Beatriz Nuñez Miranda

569 Camagüey y el teatro: escenarios para la representación.


Adela García Yero

593 Arquitectura efímera y parrandas en Remedios. ¿Fiesta barroca o


metáfora de lo americano?
Juan Carlos Hernández Rodríguez, Erick González Bello

605 Propuesta de Sistema de Acciones para la salvaguardia de las


parrandas remedianas
Erick González Bello, Juan Carlos Hernández Rodríguez

PATRIMONIO, TURISMO E INDUSTRIAS CULTURALES

629 La protección del Patrimonio Mundial de Cuba, a través del turismo


Juan José Prieto

645 La experiencia del planeamiento y gestión del turismo en la ciudad


de Camagüey (2005-2008)
Marisabel Torrens Amador

663 La identidad cultural en el centro de la gestión turística de los


núcleos monumentales.
Mabel Teresa Chaos Yeras
Indice Indice

DIFUSIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL

685 El patrimonio construido con tierra, influencias culturales, técnicas


constructivas y variantes tipológicas en Trinidad, Cuba.
Duznel Zerquera Amador

703 Varadero. El valor patrimonial de su Arquitectura


Noriel Santamaría Sánchez Matanzas

727 Conservación de los edificios multifamiliares del movimiento


moderno del centro histórico de la ciudad de Camagüey
Diango Esquivel Andino

LEGISLACIÓN PARA LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL

755 La protección del patrimonio cultural: un estudio comparativo de la


normativa de Cuba y de la Comunidad Valenciana (España)
Francisca Ramón Fernández

777 Derechos fundamentales y gobernanza en el centro histórico La


Habana Vieja
Norma Elizabeth Levrand

799 Tres edificios camagüeyanos narran una historia del Derecho, en


América.
Gaspar C. Barreto Argilagos

LA ENSEÑANZA DE LA CONSERVACIÓN PATRIMONIAL


EN LAS UNIVERSIDADES DE CUBA

813 “Proyecto Habana” como estrategia de investigación en


herramientas educativas aplicada a la Conservación del Patrimonio
Edificado y su puesta en valor.
Antonio Jiménez Delgado, María Mestre Martí

835 La enseñanza de la conservación patrimonial en la Universidad de


Camagüey
Elda Plá Ponce de León, Lourdes Gómez Consuegra, Oscar Prieto
Herrera
Prólogo
Carlos Sambricio
ETS Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid

Patrimonio arquitectónico e Historia. “La meta es el origen”.

Teorizar sobre el patrimonio arquitectónico obliga conocer bien (que no


suponer) la historia de la arquitectura y del urbanismo. Conocer no desde la
aséptica erudición del entomólogo (desde la weberiana pretendida neutrali-
dad del científico) sino desde la perspectiva de quien busca las contradic-
ciones, de quien valora y entiende la arquitectura del pasado como instru-
mento constructor de la historia. La razón de porque ello es clara: cierto que
la rememorización ha orientado y dirigido la cultura arquitectónica de
algunos, al suponer que nuestro conocimiento se basa en el recuerdo: el ar-
gumento, para quien así entiende la historia, es que si lo real es lo que ante-
riormente aconteció no queda sino recordarlo, por lo que conocer consistiría
en hallar reminiscencia. Ignorando referencias, el dato descontextualizado se
ha identificado con erudición, desdeñando en consecuencia la voluntad de
quien han buscado entender los testimonios del pasado como pretexto para
profundizar en cuestiones tales como “a donde”, “de lo por venir”, “de lo
que aún no está aquí” o “de lo que ha de llegar”. Necesitamos en
consecuencia de la historia pero no, como señalara Nietzche, ...como
holgazan mal criado en el huerto del Saber. Precisamos de la historia por
cuanto es, ante todo, proceso intelectual destructor de mitos del mismo modo
que reclamamos el estudio de la arquitectura del pasado por entenderla como
instrumento constructor de la historia, de una historia que -por encima de los
acontecimientos- reclama el estudio de las contradicciones y de los
malentendidos, asumiendo la tarea de interpretar los datos proporcionados
por el antes citado “corpus documental”. Cierto, reitero, debemos reconocer
la labor de quienes -en la recuperación de datos- trazan el cañamazo de

17
18 Conservación de centros históricos en Cuba

posibles interpretaciones, presentando los hechos como sagrados o, lo que es


lo mismo, como historia de “la verdad”. No olvidemos sin embargo que la
misión de quien afronta el estudio del pasado consiste en “hacer hablar”
(como dijera Febvre) tanto a las piedras como a los caminos, los topónimo,
los papeles privados o los edificios. La pretensión de quien se enfrenta a la
arquitectura del pasado no es describir la pieza como realmente es sino com-
prender que fue para quien la concibió y que supuso para quienes afrontaron
su realización, conscientes que interesa tanto la arquitectura del pasado como
el estudio de los lugares donde los hombres se reunieron. En este sentido,
frente un historia entendida como lectura cabría reclamar otra valorada como
elogio de la disciplina. Por ello el rechazo a entender el patrimonio
arquitectónico como suma de casos singulares, como incompleto catalogo de
ejemplos descontextualizados.
La historia permite comprender -desde la teoría- cuáles fueron “en el
saber-hacer arquitectónico” los debates, cuáles las tensiones y contradic-
ciones, cuáles fueron las aportaciones técnicas, compositivas o ligadas a
valoraciones urbanas. El patrimonio, frente a la abstracción, se presenta
como testimonio de una realidad edificada que llega hasta nosotros en un
contexto distinto del que le dio forma. El cambio de ambiente obliga re-
flexionar no sólo sobre las condiciones de la pieza sino sobre cómo encarar
su integración en un espacio diferente al que tuvo en su origen, espacio ca-
racterizado por valores que nada tienen en común con los que determinaron
su génesis. Se hace preciso en consecuencia afrontar como poner en realce
edificios cuyo uso resultara hoy obsoleto, cuya función ha sido superada por
el tiempo y cuya presencia urbana cobra una importancia (al haberse conver-
tido en hitos) que no tuvieron en el momento de ser proyectados y cons-
truidos.
Demasiado a menudo las referencias al patrimonio arquitectónico se pre-
sentan hoy bien como pretexto para avalar (o posibilitar) políticas econó-
micas (el turismo, entendido como motor de la rehabilitación), bien para
descontextualizar la historia afrontando -en lugar de entender esta como
proceso de cambio- el estudio de casos aislados, convirtiendo en conse-
cuencia al historiador en arqueólogo cuando no en entomólogo. Cierto que el
concepto “patrimonio arquitectónico” va ligado a ideas tales como pre-
servación, conservación, puesta en valor o, incluso, criterios de conserva-
ción. Si en los mediados del siglo XIX Viollet-le-Duc teorizó sobre “la vo-
cación del edificio”, apuntando como -caso encontrarse este inconcluso
respecto a la idea de quien lo había trazado (o, incluso, a lo que entendía
había sido la idea de quien inició su construcción) era factible intervenir en
el mismo “concluyendo” lo nunca construido- a lo largo del XX los criterios
Prólogo 19

cambiaron de manera evidente: sin embargo, en todo momento la idea de


“patrimonio” se identificó -como icono- con la “imagen de la Nación”. Si
“las ruinas” habían sido, durante el momento de las Luces, pauta y referencia
de cuanto era preciso afrontar el origen de la arquitectura, el concepto
“patrimonio” sería reclamado en los momentos de la Revolución Francesa
por uno de sus políticos más radicales (el abbé Gregoire) quien, consternado
por la destrucción que un pueblo incontrolado hiciera con lo que identificaba
con el derrocado poder absoluto, no solo calificaría tales acciones de
“vandalismo” sino que el radical girondino identifica ahora tales testimonios
del pasado con la idea de “bienes de la Nación”. Les monuments contribuent
à la splendeur d’une nation señalaría el citado abbé Gregoire en su informe a
la Asamblea Legislativa de 31 de agosto de 1794, y la misma idea la
encontramos tanto en la reivindicación que Goethe formulara sobre de la
Catedral de Estrasburgo, en la identificación que el catalán Antoni de
Capmany hiciera poco antes de la barcelonesa Santa María del Mar con un
modelo gremial de sociedad o en la imagen sugerida, ya en el XX, con un
Carpentier que definia la Habana como “ciudad de las columnas”.
Cuando en los comienzos del XIX en Europa se plantea “la invención de
la nación” -substituyéndose las rígidas normas clasicistas asumidas (a lo
largo de la segunda mitad del XVIII) por criterios específicos a cada nación,
enfatizándose en consecuencia las características de cada territorio- los argu-
mentos para diferenciar el espacio propio del territorio del vecino fueron
claros: por una parte se reclamó la lengua (lo que supuso no solo potenciar
los primeros estudios filológicos sino también estudiar el folklore, las tradi-
ciones o la literatura “de las clases populares...); en segundo lugar, el Dere-
cho administrativo cobró singular importancia por cuanto las antiguas
“cartas fuero”, “privilegios” o “células” concedidas a ciudades o territorios
servía para definir ámbitos y marcar limites (esto es, la capacidad para dife-
renciarse del vecino) y, por último, el estudio de una arquitectura del pasado
no se propuso desde la voluntad por encontrar pautas paradigmática (no se
buscó glosar edificios emblemáticos) sino que se entendió que -por sus ca-
racterísticas formales, constructivas o urbanas- los edificios del pasado
marcaban las características de una zona y, en consecuencia, definían el es-
pacio de una nación. Y pronto la idea “patrimonio” quedaría ligada no solo
al concepto de Nación sino que, dando un paso más allá, se identificó con la
novedosa “orgullo nacional”.
Para Norbert Elias ...el orgullo nacional es y seguirá siendo un punto
neurálgico en la formación de la personalidad de los individuos, aun en los
países más poderosos. Entendiendo en consecuencia por "orgullo nacional"
una construcción cultural colectiva que puede oscilar entre fases eufóricas y
20 Conservación de centros históricos en Cuba

depresivas con asombrosa naturalidad, en este sentido apuntaba como ...en el


pasado, el orgullo nacional se basaba, entre las clases medias, en metas co-
lectivas insertas en la ciencia, la literatura, la filosofía o la música. Pero
más tarde, cuando se mencionaban los valores, no se hacía ya alusión a
estas metas colectivas sino el simple hecho de poseer sentimientos colecti-
vos. En el momento en que se procede a la “invención de la nación”, se
asume que todo nacionalismo necesita sentirse víctima de los bárbaros (esto
es, de los extraños) de manera tal que -cuanto menos en dos países
latinoamericanos antes que en el resto de los del Continente- la reflexión
sobre la “identidad nacional” (esto es, sobre su patrimonio cultural) se
planteó como reacción ante propuestas que buscaban de sustituir el “Seele”
por el “Geist”: el “alma” (lo imperecedero y eterno) como valor opuesto al
“espíritu” (lo efímero, reflejo de la moda), tal como teorizaron los sociólo-
gos alemanes de finales del XIX. Y la reflexión sobre lo que caracterizaría a
una nación tuvo singular reflejo en la cultura latinoamericana de comienzos
del XX.
Olvidando la brutal idea expuesta en 1845 por Faustino Sarmiento en su
Civilización y Barbarie en las pampas argentinas, donde idsentificaba “la
civilización” con la cultura de determinados países europeos y Estados
Unidos mientras que “barbarie” lo era con las culturas indígenas o con la
tradición hispana, frente al proceso vivido en la Europa del XIX, en el pri-
mer tercio del XX la arquitectura latinoamericana vio aparecer, como refe-
rencia, tanto propuestas beaux-artianos como de modelos neocoloniales,
cuando no referencias a una reinventada arquitectura indigenista: los mo-
delos franceses fin de siglo, las imágenes de una arquitectura neobarroca o
las fantasiosas reivindicaciones de un pasado prehispano se definieron car-
gados de prejuicios, incapaces cualquiera de ellas de reconciliarse con la
realidad. Frente a cualquiera de estas opciones formales, la preocupación
común no solo en la América hispana sino también en Europa era entender
como la idea de nación se había perfilado y definido como respuesta a
amenazas por parte de algún enemigo exterior: en este sentido, si en la Es-
paña de comienzos del siglo Ortega y Gasset -al tratar sobre el carácter es-
pañol- afrontó la cuestión de España como problema, México y Cuba (antes
que en otros países del continente) apuntaron la necesidad de establecer una
conciencia nacional como resistencia al dominio y hegemonía cultural an-
glosajona. Y si en México el régimen de Álvaro Obregón había procurado
atraer el capital foráneo para reconstruir el país, José de Vasconcelos no solo
conseguía convencer al Gobierno sobre la necesidad de primar el papel de la
educación, reconociendo la capacidad del drama, escultura, pintura mural y
arquitectura para trasmitir ideas a las masas sino que (desde su Raza
Prólogo 21

Cósmica) apuntaba como las características territoriales, raciales y espiri-


tuales de los pobladores de la América hispana (nativos amerindios, lati-
noamericanos y africanos) posibilitaba definir una quinta raza ...raza defi-
nitiva, raza síntesis o raza integral hecha con el genio y con la sangre de
todos los pueblos, posibilitando así trascender a las “gentes del viejo
mundo”. En este sentido su opción era clara al proponer ...abajo las bande-
ras nacionales y arriba la bandera continental que frente de la civilización
sajona ostenta el lema ...de América para la Humanidad destacando como
América debería ser ...hogar de la raza nueva, la quinta raza que será
síntesis de las cuatro contemporáneas y la primera raza universal, la raza
definitiva, la raza cósmica.
Vasconcelos propondría una nueva arquitectura que definía en función
del patrimonio existente ...la arquitectura abandonará la ojiva, la bóveda, y
en general la techumbre, que responde a la necesidad de buscar abrigo; se
desarrollará otra vez la pirámide; se levantarán columnatas en inútiles
alardes de belleza, y quizá construcciones en caracol, porque la nueva
estética tratará de amoldarse a la curva sin fin de la espiral que representa
el anhelo libre; el triunfo del ser en la conquista del infinito. El paisaje
pleno de colores y ritmos comunicará su riqueza a la emoción; la realidad
será como la fantasía. La estética de los nublados y de los grises se verá
como un arte enfermizo del pasado. Una civilización refinada e intensa
responderá a los esplendores de una naturaleza henchida de potencias, ge-
nerosa de hálito, luciente de claridades. Lo singlar es que la referencia que
se hacía a la arquitectura no solo se proponía tomando como referencia
construcciones del pasado sino, y por vez primera, aspectos tales como pai-
saje, colores o ritmos, desde la voluntad por definir -a partir de la herencia
cultural, como testimonia su epigrama por mi raza hablara mi espíritu- no
solo una identidad iberoamericana sino también la concienciación del pueblo
mexicano de sus orígenes culturales o, lo que es lo mismo, de su patrimonio.
Pero si Vasconcelos recurría a la herencia cultural para proponer cual debía
ser el papel de la vanguardia (propondría incluso la fundación de
Universópolis, nueva capital del Universo) en Cuba hubo quien, desde la
preocupación por entender que era y como se habían producido las tras-
mutaciones culturales, apuntaba la imposibilidad de entender la evolución
del pueblo, así en lo económico como en lo institucional, jurídico, ético,
religioso, artístico, lingüístico, psicológico, sexual y en los demás aspectos
de su vida. Frente a un Vasconcelos que reclamaba la raza cósmica, la al-
ternativa del cubano Fernando Ortiz fue clara: tras señalar como ...pocos
países habrá como el cubano, donde en un espacio tan reducido, en un
tiempo tan breve y en concurrencias inmigratorias tan constantes y cau-
22 Conservación de centros históricos en Cuba

dalosas, se hayan cruzado razas más dispares y donde sus abrazos amoro-
sos hayan sido más frecuentes, más complejos, más tolerados y más augu-
rales de una paz universal de las sangres afirmaba tajante como la llamada
raza cósmica no era sino para paradoja de una posible, deseable y futura
desacralización de la humanidad.
La “verdadera” historia de Cuba, para Fernando Ortiz, debía partir de una
premisa clara: Cuba es a la vez una tierra y un pueblo y “lo cubano” es lo
propio de este país y de su gente. Importaba, en consecuencia, tanto el medio
como sus habitantes apuntando como ...hay una cubanidad ...que sale de la
entraña patria y nos envuelve y penetra como el vaho de creación que brota
de nuestra Madre Tierra después de fecundada por la lluvia que le manda el
Padre Sol; algo que nos languidece al amor de nuestras brisas y nos
arrebata al vértigo de nuestros huracanes. De manera implícita señalaba
cuanto cualquier reflexión sobre el pasado arquitectónico debía plantearse no
enfatizando determinado “estilo” sobre otro cuanto sobrevalorando la
pervivencia de determinados elementos en una cultura cambiante. Entendía
en consecuencia la cultura como creadora, dinámica y social (...no solo en su
transplantación desde múltiples ambientes extraños al singular de Cuba,
sino en sus transformaciones locales) proponiendo -a modo de imagen
esclarecedora- el ajiaco criollo -guiso compuesto por distintos tipos de
carmes en lenta cocción- como símbolo de la configuración de la identidad
cubana, del mismo modo que reclamaba las citadas lluvias, brisas, ve-
getación o luz como características básicas de un patrimonio arquitectónico.
Para un Ortiz mas preocupado por conocer que configuraba la
“cubanidad” que no en profundizar sobre la fortuna que determinada cultura
pudo tener sobre otra la “cubanidad” no era ni una tendencia ni un rasgo sino
...una específica cualidad de cubano. Entendiendo que no hay una raza
cubana; y raza pura no hay ninguna analizaba las intrincadísimas trans-
culturaciones ocurridas en Cuba apuntando la necesidad de entender la
transculturación del indio paleolítico al neolítico y la desaparición de éste
por no acomodarse al impacto de la nueva cultura castellana. Sin conocer las
transculturaciones se hacía imposible -apuntaba- entender la evolución del
pueblo por cuanto si bien evolución histórica significa tránsito de culturas -a
ritmo más o menos veloz-entendía que lo singular de Cuba es que fueron
tantas y tan diversas las culturas que -en posiciones de espacio y categorías
estructurales- que han influido en la formación de su pueblo que ese inmenso
amestizamiento de razas y culturas sobrepuja en trascendencia a todo otro
fenómeno histórico. En este sentido, el concepto “transculturación”
expresaba para él las fases del proceso transitivo de una cultura a otra, no
Prólogo 23

consistiendo en asumir una distinta cultura sino que valorar que supone el
desarraigo de la cultura precedente.
Junto con Nicolás Guillén, Fernando Ortiz evidenció su defensa de un na-
cionalismo (identificando este con patrimonio cultural) capaz de integrar
factores sociales bien distintos. Enfatizando la importancia del concepto
“cultura” como condensación de las heterogéneas formaciones étnicas, la
cultura servía a Ortiz como artificio para desarrollar su proyecto naciona-
lista, apuntando como ...lo realmente nuestro, lo que nos pertenece troncal-
mente a todos, es ‘una misma cultura’, aunque de matices variados, y en que
lo único que puede vincularnos unos a otros en el porvenir para nobles y
puras actividades no es sino ‘la cultura’ en su sentido más comprensivo y
supremo, sin las colocaciones parciales de tal o cual política, religión, es-
cuela o raza. Reclamaba lo nacional o, lo que es lo mismo, lo que con el
tiempo ha configurado una cultura, enfrentándose en consecuencia tanto a la
influencia norteamericana del Decó como a la reacción de quienes -como
Bens Arrate y Luis Bay- decían apoyarse en la búsqueda de una expresión
arquitectónica latinoamericana basada en el rescate de la herencia colonial
(en los países andino, la reivindicación era recuperar las tradiciones indíge-
nas) razón por la que desde la revista del Colegio de los arquitectos enfati-
zarían la importancia de los monumentos coloniales cubanos.
Fernando Ortiz encontraría apoyo en los profesores de Historia de la Ar-
quitectura de la Facultad de la Habana, jugando tanto Alberto Camacho
como luego los más jóvenes Joaquín Weiss, Pedro Martínez Inclán o Alberto
Prieto un singular papel. Frente a quienes entendían lo colonial como estilo
(esto es, frente a quienes entendían la arquitectura desde un rígido repertorio
decorativo) la preocupación común a los cuatro citados fue integrar los
elementos de la casa popular en el lenguaje de la arquitectura moderna. Si
Camacho había criticado la nueva academia que Le Corbusier buscó
imponer en La Sarraz (en su artículo El Congreso de Sarraz, publicado en la
Revista del Colegio de Arquitectos de Habana, en 1928, hizo hincapié en lo
que definía como “falsa visión del arte moderno”), el paso siguiente fue
definir las características de la herencia histórica valonado el aire, la
vegetación o la luz como determinantes en una forma de hacer y entender.
La idea “patrimonio” suponía en consecuencia encarar lo existente no desde
el erudito estudio de los estilos (rígidos y encorsetados códigos) sino desde
la voluntad por formular una expresión compositiva ligada a la tradición, lo
que coincidía con la reflexión abierta por Ortiz en su Contrapunteo cubano
del tabaco y del azúcar sobre la identidad cubana.
La prematura muerte de Camacho no impidió que Weiss, Martínez Inclán
y Prieto (si bien este ultimo desde posiciones distintas) reclamaran una ar-
24 Conservación de centros históricos en Cuba

quitectura ligada a la libre interpretación de las ascendencia colonial.


Martínez Inclán, por ejemplo -como en su día apuntó Roberto Segre- ...no
cayó en la trampa del neocolonial como revaloración historicista de la
herencia hispánica y cubana, posición encabezada por Leonardo Morales,
Bens Arrarte, Govantes y Cabarrocas, como prolongación local de los
códigos académicos más que como justificativa de una transición renova-
dora hacia el Movimiento Moderno. De este modo, la presencia de galerías
cubiertas, de ventilaciones cruzadas o los filtros de luz quedaban ligados al
uso de la madera, a cubiertas entejadas, a la creación de espacios en continua
sombra o a la alternancia de volúmenes bien abiertos, bien cerrados. Y es
esta valoración la que nos permite entender, al margen de “estilos”, cuanto lo
que Govantes y Cabarrocas tuvieron en común con Martínez Inclán o Max
Borges no fue lo formal sino la valoración de la “cubanidad” o, lo que es lo
mismo, entender cuanto la vegetación, las brisas, la luz o el clima permiten
varias y distintas interpretaciones, lo que no ocurrió ni entre quienes
reclamaron desarrollar miméticamente un inventado neocolonial (como
hiciera Angel Guido) ni tampoco entre quienes optaron por una modernidad
formal, definida al margen de la realidad de la Isla). La “cubanidad”, en
consecuencia, es la raíz del patrimonio por cuanto supone pertenencia a la
cultura de Cuba. Por ello, desde la historia de la arquitectura se marcaba una
nueva meta, asumiendo de manera inconsciente la idea formulada en la
Viena fin de siglo por un más que incisivo Karl Kraus que afirmaba
como...la meta es el origen.
Afrontar el estudio del patrimonio arquitectónico (de su arquitectura o de
sus espacios urbanos) supone no solo ir más allá de la historia, buscando
comprender en que medida todo Saber debe analizarse a la luz del pasado,
puesto que de ignorar tal premisa el conocimiento y el entendimiento sólo
pueden ser parciales. La vida es una misteriosa trama de azar, destino y
carácter había afirmado Dilthey, y solo estudiando las características de
aquellos invariantes puede comprenderse el concepto de “patrimonio”. Pero
existe un riesgo y es que el estudio del patrimonio pueda convertirse en un
mal listado de bienes catalogables susceptibles de ser protegidos. Como re-
cientemente ha señalado José Ramón Soraluce ...la escasa aparición de bi-
bliografía de arquitectura cubana en la última década, debido a las difi-
cultades del "periodo especial" por el que ha pasado el país, cuya repercu-
sión en el mundo editorial ha sido singularmente dramática, ha impedido
que vieran la luz fuera de la isla, una serie de trabajos de investigación en el
campo de la arquitectura, realizados por historiadores y arquitectos, pro-
fesores en su mayoría de las escuelas cubanas de arquitectura. Quizá: pero
convendría no ignorar (ocultar) la verdad: si bien es cierto que el “periodo
Prólogo 25

especial” tuvo su inicio en 1989, desde enero de 1959 la producción inte-


lectual sobre historia de la arquitectura y el urbanismo en Cuba no solo ha
sido escasa sino, digámoslo, de escasa relevancia exceptuando claro está la
mas que fecunda labor llevada a término por estudiosos tan excepcionales
como Roberto Segre, Mario Coyula y, quizá, algún otro. Porque, frente al
análisis o la reflexión, lo general han primado los catálogos monumentales o
las banales guías de arquitectura, cuando no ha habido quien, tras localizar
una aséptica y burocrática “hoja de vida” perdida en algún expediente
personal, haya tomado la misma como hilo argumental para dar noticias y
enumerar datos de lo acontecido en la vida de determinado arquitecto, sin
analizar razones, ni el cómo o el alcance de lo que se señala.
Primando en estos trabajos lo que se entiende por “modernidad” sobre lo
que Fernando Ortiz valoraba como “cubanidad” (¡cuanto habrían aplaudido,
quienes hoy afrontan la historia de la arquitectura cubana no desde la
realidad cubana y si buscando coincidencias con el “Movimiento Moderno”,
si Le Corbusier hubiera viajado a la Isla, dibujando siquiera alguna idea en
una oscura servilleta, y de nuevo la referencia al lucido Alberto Camacho!)
demasiado a menudo se ha identificado la moderna arquitectura cubana con
los gustos e intereses culturales de países próximos. Cierto que en los
últimos años una muy joven generación de estudiosos ha planteado el
quiebro, comenzando a publicar textos muchas veces de difícil acceso pero
metodológicamente coherentes con los planteamientos que desarrollan los
historiadores de la arquitectura o del patrimonio en otros países. Por ello, las
paginas que siguen permiten conocer tanto aspectos poco conocidos de la
realidad arquitectónica y urbanística del pasado cubano como también
(aprendamos a leer entre líneas) las contradicciones innatas a cualquier
“research papers call”. Dicho de otro modo, valorar hasta qué punto tiene o
no vigencia la vieja frase “los arboles no dejan ver el bosque”. Por ello, la
pertinencia de un Fernando Ortiz quien, comentando sobre Los factores
humanos de la cubanidad señalaba como ...el estudio de los factores
humanos de la cubanidad es hoy de más trascendencia que nunca para
todos nosotros. Perdonadme lo esquemático y elemental de estos apuntes. Es
a vosotros, jóvenes estudiantes cubanos, de cubanidad y cubanía, a quienes
corresponderá agotar la investigación, la experiencia, el juicio y hasta la
práctica. No desmayéis en su estudio. En ello os va la vida.
26 Conservación de centros históricos en Cuba

El centro histórico de la ciudad de La Habana desde La Fortaleza de San Carlos de la Cabaña


[Olimpia Niglio 2012]
Introducción
Lourdes Gómez Consuegra, Olimpia Niglio

Cuba posee un amplio patrimonio cultural, en parte salvado de las


acciones renovadoras que caracterizaron el tratamiento del patrimonio
inmueble a lo largo del siglo XX, principalmente en su primera mitad,
cuando los postulados del movimiento moderno apuntaban la obsolescencia
de las ciudades y centros históricos y se preconizaban nuevos códigos
urbanos y arquitectónicos que serían el paradigma de la Ciudad y la
Arquitectura Moderna. Sumado a ello, por razones diversas después de 1959,
entre ellas la prioridad de acciones constructivas fuera de las capitales, hizo
que afortunadamente los valores del patrimonio no se alteraran, a pesar de no
contar aún con una conciencia muy clara de su necesidad.
Sin embargo ya en los años sesenta se crea la Comisión Nacional de
Monumentos y con ella el fomento de una conciencia nacional sobre la
necesidad de conservar los elementos que constituyen la identidad cultural
del pueblo cubano; reforzada con la aparición en el ámbito internacional de
la Carta de Venecia en 1964 que establecía conceptos y principios que
fueron seguidos en el mundo entero, y Cuba no fue ajena a ello. En 1977 se
editan las primeras leyes de protección del patrimonio y al año siguiente las
primeras declaratorias de Monumentos Nacionales y Locales, que
protegerían las primeras villas fundadas en Cuba, así como sitios, conjuntos
y edificios de valores históricos, arquitectónicos o urbanos.
En 1982 se declara por parte de la UNESCO la Ciudad vieja de La
Habana y su sistema de Fortificaciones como Patrimonio Cultural de la
Humanidad, a la que seguiría una importante lista de elementos del
patrimonio inmueble, inmaterial y del paisaje cultural, hasta completar las
diez declaratorias actuales: Trinidad y el Valle de los Ingenios, el Castillo de
San Pedro de la Roca en Santiago de Cuba, el Parque nacional Desembarco
del Granma, el Valle de Viñales, el Paisaje arqueológico de las primeras

27
28 Conservación de centros históricos en Cuba

plantaciones de café del sudeste de Cuba, el Parque nacional Alejandro de


Humboldt, el Centro Histórico Urbano de Cienfuegos, la Tumba Francesa y
el Centro Histórico Urbano de Camagüey.
La larga trayectoria cubana en la conservación del patrimonio motivó la
convocatoria de la Universidad de Camagüey, Cuba y EDA, Esempi di
Architettura, de Italia, bajo el título Conservación de Centros Históricos en
Cuba, una investigación conjunta internacional con la finalidad de publicar
un libro que compile el devenir del pensamiento conservativo y las
diferentes posturas teóricas ante la revalorización del patrimonio cultural
cubano, en especial de la restauración y rehabilitación del patrimonio
edificado, a través del quehacer de los especialistas que han llevado adelante
esa tarea que abarca las más amplias esferas de acción y recoge las
experiencias desarrolladas en el país a partir de la labor de instituciones
dedicadas a esos fines. Al proyecto se sumaron universidades cubanas,
latinoamericanas y españolas, sus académicos y especialistas, desde la óptica
de trabajos realizados en Cuba en colaboración con instituciones locales,
cuyas valoraciones enriquece notablemente los puntos de vista expuestos.
Se establecieron diez temáticas o capítulos que agruparían las
contribuciones: territorio, paisaje cultural y paisaje histórico urbano,
planeamiento urbano de las ciudades y centros históricos, restauración y
rehabilitación de edificios y espacios públicos, protección del patrimonio
arqueológico, tradiciones culturales y patrimonio intangible, función del
patrimonio cultural y potencial económico, patrimonio, turismo e industrias
culturales, difusión del patrimonio cultural, legislación para la protección del
patrimonio cultural y la enseñanza de la conservación patrimonial en las
universidades cubanas.
El libro comienza con un apartado introductorio denominado Reflexiones
Preliminares a cargo de especialistas de larga experiencia que han sido
protagonistas de las acciones realizadas tanto en La Habana como en
Trinidad, Matanzas y Santiago de Cuba. La historia de la conservación en
Cuba es un aspecto inicial fundamental (Rigol), mientras los enfoques y
criterios de conservación seguidos en cada etapa es también un punto de
partida imprescindible (Rojas), las conclusiones sobre la evolución de la
tipología doméstica es la culminación de años de estudio (García Santana),
de igual forma la tipología constructiva (Taboada) y las especificidades de
Santiago de Cuba (Orozco); problemas medulares que dan pie desde el punto
de vista conceptual al resto de las temáticas. Un interesante contrapunteo de
la visión de centro histórico desde el continente asiático, presenta la
coordinadora del proyecto por la parte italiana. (Niglio).
Introducción 29

En el orden territorial, Cuba posee escasos sistemas regionales


patrimoniales como los de México, Perú u otros países latinoamericanos de
culturas ancestrales y densos sistemas de asentamientos humanos, como el
eje formado por Sancti Spíritus-Trinidad-Remedios, pero posee sistemas
naturales como los costeros, principalmente el de la costa norte, que abriga
ciudades, sistema de fortificaciones, tipologías arquitectónicas —por
ejemplo la de madera de la playa de Varadero—, edificios, costumbres y
tradiciones que lo caracterizan como territorios. En este aspecto, se tocan
temas que tienen que ver con el desarrollo del sistema de zonas
patrimoniales dentro de la ciudad capital donde el centro histórico es solo
una parte del sistema que habría que conservar (Chateloin), el crecimiento
radicular de la ciudad en calzadas (Coyula y Rigol), la definición de regiones
patrimoniales como la de producción azucarera (Sobrino) o el muy actual
tema del paisaje histórico urbano como enfoque totalizador. (Almeida).
En los últimos veinte años en Cuba, se ha aplicado en las principales
ciudades patrimoniales un modelo común, denominado en el panorama
internacional modelo cubano de conservación patrimonial que encierra
principalmente criterios de sostenibilidad y participación ciudadana, pero
que ha tenido también planteos conceptuales diversos, en concordancia con
las particularidades de cada ciudad y región.
La escala del planeamiento urbano de ciudades históricas o centros
históricos ha sido practicada por las instancias del Instituto de Planificación
Física y las direcciones de Plan Maestro de las Oficinas del Historiador o
Conservador de las ciudades patrimoniales y se puede afirmar que casi todas
ellas cuentan con Planes Parciales (Gómez), y de Manejo (Pascual) como los
que se ejemplifican en la presente publicación sobre el Área declarada
Patrimonio de la Humanidad de la ciudad de Camagüey, así como proyectos
urbanísticos que llegan a concretarse (Guzmán). La relación participación
comunitaria y gestión es abordada, (Rey) así como la sostenibilidad social
(Pérez) y su aplicación específica en el centro histórico de La Habana
(Andino), aspectos que denotan el carácter social de la conservación en
Cuba.
En el aspecto de la rehabilitación, reuso y restauración del patrimonio
inmueble son innumerables los ejemplos que pudieran exponerse a lo largo
de todo el país; se recogen aquí aspectos conceptuales del reuso de edificios
(Menéndez), los estudios de cierto repertorio tipológico habitacional de
Santiago de Cuba (Morcate, y otros), acciones de intervención en el
repertorio religioso de Camagüey (Prieto Herrera), de Matanzas (Recondo) y
Remedios (Mendoza) así como el uso de técnicas avanzadas de cálculo
estructural (Chávez y otros), en la rehabilitación de edificios. Un único
30 Conservación de centros históricos en Cuba

trabajo sobre la perspectiva arqueológica de la conservación en el centro


histórico de La Habana (Castillo y Menéndez), se aporta en esta publicación.
La protección del patrimonio intangible complementa las acciones
realizadas sobre el patrimonio inmueble y son la base de la conservación de
la memoria colectiva y la identidad cultural de las regiones y de la nación
cubana. Se aportan trabajos sobre el color del patrimonio cubano (Alfonso),
el barro como elemento identificativo de Camagüey (Nuñez), la
conservación de las parrandas remedianas (González y Hernández), y el
teatro como manifestación cultural (García Yero).
La puesta en valor del patrimonio cultural cubano a través de resortes
económicos como el Turismo Cultural constituye uno de los pilares del
desarrollo endógeno de la sociedad cubana y motivo principal para la
conservación de los diferentes tipos de patrimonio en regiones y ciudades
(Prieto). Se presenta el Plan de Ordenamiento Turístico de Camagüey
(Torrens) y la identidad cultural como centro en la gestión turística (Chaos).
La difusión del patrimonio debe constituir un importante apoyo de la
labor conservativa, para ello se han creado en el país radiodifusoras
especializadas locales, revistas y publicaciones que garantizan la
multiplicación de conocimientos y promueven la concientización de los
valores patrimoniales. Se incluyen en la presente publicación trabajos sobre
la arquitectura de tierra (Zerquera), la arquitectura de la playa de Varadero
(Santamaría) y los valores del patrimonio moderno en Camagüey (Esquivel).
La legislación patrimonial cubana constituye la base jurídica para la
protección y salvaguardia de la herencia cultural cubana y debe
perfeccionarse cada día. Se presenta una interesante comparación con la
legislación valenciana (Ramón), la visión desde Argentina de los derechos
fundamentales y la gobernanza en el centro histórico de La Habana
(Levrand) y la historia de la Audiencia de Puerto Príncipe —Camagüey— a
través de tres edificios patrimoniales (Barreto).
La enseñanza de la conservación es la que permite desde los niveles
escolares primarios crear la conciencia de la necesidad de la conservación
del patrimonio cubano y más tarde en la enseñanza universitaria formar el
personal calificado que de forma científica asuma las tareas de la
salvaguardia de ese patrimonio. En Cuba en todas las universidades que
poseen especialidad de Arquitectura se imparten cursos de pregrado,
postgrado, maestrías y doctorados para formar especialistas en las materias
que se relacionan con la conservación del patrimonio cultural. Se incluye la
experiencia de la Universidad de Camagüey (Plá), así como una interesante
práctica desarrollada por la Universidad de Alicante de España con los
alumnos del Instituto Superior Politécnico “José A. Echeverría” de La
Introducción 31

Habana (CUJAE), (Mestre y Jiménez). En Cuba además se cuenta con


centros de formación específica como las Escuelas Taller de oficios, la
Universidad de San Gerónimo de La Habana, entre otros.
Los trabajos incluidos en la presente publicación abordan las diez
temáticas convocadas a través de treinta y nueve trabajos científicos de alta
calidad y en ellos intervienen especialistas de renombre nacional e
internacional, exponiendo experiencias que recorren casi toda la geografía
del país: La Habana, ciudad capital, y Camagüey, las provincias más
representadas con once contribuciones cada una; otros nueve trabajos se
distribuyen en las provincias de Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus y
Santiago de Cuba. Ponencias de cinco universidades españolas —Escuela
Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, Universidad Complutense de
Madrid, Universidad Politécnica de Valencia, Universidad de Alicante y
Universidad Politécnica de Cartagena— una mexicana —El Colegio de
Jalisco—, una argentina —Universidad Nacional del Litoral— una japonesa
—Kyoto University— y una ponencia desde Ecuador complementan los
aportes a la conservación del patrimonio cultural cubano.
Las experiencias expuestas relacionadas con disímiles esferas del
patrimonio cultural y su análisis crítico, permitirá a estudiosos,
investigadores, técnicos, profesores y estudiantes de diferentes
especialidades afines a la conservación patrimonial, encontrar materiales de
consulta que le faciliten conocer y asimilar las experiencias cubanas en este
campo.

Camagüey/Roma, 17 de Diciembre de 2014

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