Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
225-235
Interrogantes sobre
"Algunas cuestiones actuales de escatología"
(1) Este ténnino, aunque no se utiliza explícitamente como los anteriores, está implícito al afirmarse
que: "Con el fenómeno del secularismo está inmediatamente unida la persuasión ... de que el hom-
bre ... sería completamente material y con la muerte se desharía totalmente". En todo caso en el
capítulo noveno explícitamente se alude al materialismo como fenómeno actual y "creciente".
226 JUAN NüEMI C.
(2) Conf., por ejemplo, Laín Entralgo, El cuerpo humano. Teoría actlUJl, Madrid 1989.
(3) Ruiz de la Peña, Juan L., Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental, Santander 1988,
p.138.
ALGUNAS CUESTIONES ACTIJALES DE ESCATOLOGlA 227
(4) A este desarrollo me refiero con más detalle en ¿Es la esperanza liberadora?, Santiago 1990, 129-
140. .
(5) En la obra antes mencionada de Ruiz de la Peña, éste desglosa acertadamente el "ser cuerpo" del
hombre como conciencia de "ser-en-el-mundo, ser-en-el-tiempo, ser mortal y ser sexuado". A ello
habría que agregar la conciencia del ser-inconsciente que aporta la psicología profunda.
(6) Escatolog{a, Barcelona 1984, 13.
(7) Ya con anterioridad al Concilio, sin embargo, dos eminentes teólogos católicos ponen seriamente en
cuestión la consistencia dogmática de este modo -de representarse las cosas. Nos referimos a 1. Congar
y H. U. von Balthasar. Conf., respectivamente: "Fins demiers", en Revue des Sciences philosophiques
et théologiques 33(1949),463-484, "Escatología", en Panorama de la teolog{a actual, Madrid 1961.
(8) Se trata de dos tesis doctorales presentadas en la Universidad Gregoriana por G. Greshake, Die
Auferstehung der Toten, Essen 1969 y J. L. de la Peña, El hombre y su muerte, Burgos 1970. Estos
dos teólogos han seguido hasta el día de hoy profundizando y publicando sobre este tema y mantie-
nen su crítica a la representación de un "estado intermedio".
(9) Conf. P. Althaus, Die letzten Dingen, Gütersloh 1922.
228 JUAN NOEMI C.
(10) "Bíblicamente, tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento, s610 existe un juicio, así
como hay s610un día de Yahwéh o Cristo",la afirmaci6n es de H. U. von Balthasar, Theodramatik V
Das Endspiel, Einsiedeln 1983,315.
(11) Así W. Kasper, "La esperanza en la venida definitiva de Cristo", en Revista Cat6lica Internacional
Communio 7(1985),35.
(12) Para una reseña de las mismas ver Juan L. Ruiz de la Peña, La otra dimensi6n, 31edici6n, corregida
y actualizada, Santander 1986, 340-359. En todo caso pienso que este autor se equivoca al afirmar
que "el debate está prácticamente agotado" (pp. 358-359), dado que a 10 que se está confrontado no
es ni más ni menos que al complejo problema filos6fico del tiempo.
(13) Conf. U. Bianchi, 11dualismo religioso, Roma 1958.
ALGUNAS CUESTIONES ACfUALES DE ESCATOLOGIA 229
(16) Como se reconoce más adelante en este documento (5, 4), donde se trata de la negativa de Tomás de
Aquino para identificar el alma con la persona humana.
232 JUAN NOEMI C.
ofrecen en este capítulo, sino que resulta difícilmente compatible con la propuesta de
una "escatología de almas".
El capítulo quinto distingue con razón entre dualismo y dualidad. Sin embargo su
propuesta de una "antropología de dualidad" representa una confusión de lo adjetivo
con lo sustantivo de una antropología cristiana, y, aunque no lo pretenda, puede prestar-
se a una confusión peor, la de entenderse como simple dualismo, en la medida que no
se atiende a la clave hermenéutica básica que rige la doctrina hylemórfica: distinguir
para unir y no para separar, es decir, en el hombre se distingue pero no separa el alma
del cuerpo.
El texto de Gaudium et Spes 14, con que se abre este capítulo, aunque se cite
omitiendo el párrafo referente a la dignidad del cuerpo humano, es más bien paradigma
de una antropología de la unidad como bien lo expresan las palabras iniciales del texto
latino: "Corpore et anima unus, horno...". Se trata del "unus horno" y de esta manera se
pone de manifiesto el enfoque antropológico que también prevaleció en otros textos
conciliares, a saber, un enfoque radicalmente sintético y no dicotómico.
No es raro que este capítulo (5,4) tenga que confrontarse con la antropología
tomista que se deja sintetizar mucho mejor como antropología de la unidad que de la
dualidad, y que, sin embargo, no logre conciliarse con la misma sino desde fuera de
ella (19). Llama, eso sí, la atención que no se haga referencia a dos importantes decla-
raciones magisteriales en materia antropológica, como son los concilios de Vienne y
Lateranense V, que en un claro intento por salvaguardar la unidad anímico-corporal que
es el hombre, recurren a las categorías hylemórficas de Tomás de Aquino. La fórmula
sancionada por Vienne, que habla del alma como "forma corporis humani per se et
essentialiter" (DS 902) y reiterada por el Concilio Lateranense V (DS 1440), más que
sostén de una "antropología de dualidad" es un inequívoco, llamado que hoy adquiere
nueva vigencia, a sostener una antropología sustantiva de la unidad como la más cohe-
rente a la fe en el Verbo hecho carne (DS 900).
El capítulo sexto constituye un paréntesis, me atrevería a decir un cuerpo extra-
ño, al interior de este documento. El tenor y contenido mismo de su planteo sobre "la
muerte cristiana" se distancia del que ha prevalecido en la introducción y los capítulos
anteriores. Se prefiere no describir la muerte como separación del cuerpo del alma de
acuerdo a la tradición platónica, sino que se insiste más bien en la dimensión global que
comporta para el hombre: "porque la persona humana no es solamente alma, sino el
alma y el cuerpo esencialmente unidos, la muerte afecta a la persona humana".
Es sabido que el documento en su conjunto no fue aprobado por 6 de los 28
miembros participantes de la Comisión Teológica Internacional. Tal vez el redactor de
imagen y semejanza de Dios, exaltando la naturaleza ínfima a las alturas supremas de la Vida del
Padre. El alma no entra per se en la noción de hombre, sino como instrumento del Espíritu en
beneficio del cuerpo material". A. Orbe, Antropología de San [reneo, Madrid 1969, pp. 527-528.
(19) Se recurre a un argumento de autoridad que como único apoyo tiene una referencia a la Carta de la
Congregación para la Doctrina de la Fe de 1979, que trata sobre escatología. Aunque se reconoce
que la "posición de santo Tomás manifiesta el sentido tradicional de la antropología cristiana", se
argumenta a renglón seguido: "Sin embargo, en otro sentido se puede y se debe decir que en el alma
separada subsiste' el mismo yo humano', en cuanto que al ser elemento consciente y subsistente del
hombre, podemos sostener, gracias a ella, una verdadera continuidad entre el hombre que vivió en la
tierra y el hombre que resucitará".
234 JUAN NOEMI C.
este capítulo fue parte de la minoría, pues su planteo no se compadece con el intento de
validar una "escatología de almas" y, más bien, supone una antropología de la unidad
que de la dualidad.
También el capítulo séptimo se distancia de la tónica general del documento y se
establece en directa y clara continuidad con el planteo escatológico del Concilio
Vaticano 11. Junto con explicitarse la dimensión eclesiológica de la escatología, se
distingue entre invocación de los santos que apoya dicho Concilio y la práctica espiri-
tista de evocar los espíritus.
En el capítulo octavo se retoma la óptica y presupuestos globales del documento.
El mismo título lo evidencia: "Purificación del alma para el encuentro con Cristo
glorioso". En el texto no se ve ningún hiato en homologar purificación escatológica,
estado intermedio y escatología intermedia. Con omnipotente simplicidad se proyecta
nuestra experiencia actual y mundana del tiempo a la situación postmortal: "la Iglesia
cree que existe un estado postmortal de purificación, o sea, 'una purificación previa a la
visión de Dios' (se cita la carta de 1979 de la Congregación para la Doctrina de la Fe).
Como esta purificación tiene lugar después de la muerte y antes de la resurrección final,
este estado pertenece al estado escatológico intermedio; más aún, la existencia de este
estado muestra la existencia de una escatología intermedia".
El capítulo noveno es un interesante esfuerzo por sistematizar el credo
reencarnacionista y de tomar posición ante el mismo a partir de la fe cristiana que
postula una "irrepetibilidad y unicidad de la vida humana". En continuidad con el
planteo básico de todo el documento, se prefiere argumentar a partir de la "dualidad"
defendida por el cristianismo que se contrapone al "dualismo" de la reencarnación. Tal
vez con ello se pretende recuperar la dinámica de este "movimiento espiritualista" que
en dos ocasiones se explica como "reacción espontánea e instintiva contra el creciente
materialismo". En todo caso, sería necesario no olvidar que las teorías reencarnacionistas
tienen raíces más profundas y remotas que el materialismo actual. Positivamente la
reencarnación se une al animismo y al dualismo que fungen como propensiones tam-
bién espontáneas e instintivas del hombre religioso hasta el día de hoy y no sólo entre
los paganos. Ante éstas, más que el recurso a una "antropología de la dualidad", el
recordar que la cristiana es sustantivamente una "antropología de la unidad" puede ser
un apoyo más coherente y nítido a la "irrepetibilidad y unicidad de la vida humana" que
se quiere salvaguardar.
Del décimo capítulo podría decirse lo mismo que del sexto en cuanto se distancia
del talante general del documento y pone en evidencia la mano de un redactor que, más
que polemizar, le interesa y logra articular una exposición sobria y coherente sobre "la
verdadera posibilidad real" de una "condenación eterna".
Concluye este documento con el capítulo undécimo, que pretende ofrecer "una
breve síntesis de las ideas principales que se encuentran en la liturgia romana renovada
después del Concilio Vaticano 11". Estas serían fundamentalmente dos: "la esperanza
suprema se coloca en la resurrección corporal", y la segunda, en la cual se abunda, en
los textos litúrgicos se afirma una "escatología de almas". Se insiste en esta expresión
que se repite tres veces, pero el argumento utilizado es el mismo que el del capítulo
octavo: "Porque hay que esperar la resurrección hasta el fin de los tiempos, existe
mientras tanto una escatología de almas".
ALGUNAS CUESTIONES ACfUALES DE ESCATOLOGIA 235
Habría sido interesante saber de los motivos que llevaron a renovar la liturgia de
difuntos, y comparar los textos actuales con los antecedentes. Al parecer el problema
que plantean los textos actualmente en uso precisamente incide en la compatibilidad de
una "escatología de almas" con la "esperanza suprema en la resurrección corporal" (20).
(20) En un detallado análisis de estos mismos textos litúrgicos se llega más que a una síntesis a mostrar
la tensi6n que en ellos se evidencia entre dos modelos antropol6gicos no mediados, de lo cual
deriva una "imprecisi6n escatoI6gica": "Tutefois, il faut reconnaitre que, le plus souvent, cette
imprécision eschatologique s'appuie sur une anthropologie mal dégagée d'un dualisme indécis ...••
Maguy Amigues, Le Crétien devant refus de la mort, París 1981, p. 82.