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UNIVERSIDAD POLITECNICA SALESIANA

Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación


Escuela de Comunicación Social
Comunicación Educativa
MULTIMEDIOS

Nombre: Paúl Herrera H.


Grupo: 531 (B59)
Fecha: 2012-04-30
Resumen
Libro: Pedagogía del Oprimido, Paulo Freire

CAPITULO III
En este capítulo habla sobre la dialogicidad que se establezca entre el maestro y
alumno, puesto que el hombre no se hace en el silencio, sino en la palabra, la
acción y la reflexión, ante ello se destaca el uso del diálogo como elemento de
aprendizaje.
El diálogo es un fenómeno humano por el cual se nos revela la palabra, de
la que podemos decir que es el diálogo mismo. Por ello hay que buscar la
palabra y sus elementos constitutivos. Descubrimos así que no hay palabra
verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por
ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el
mundo.
La palabra inauténtica no puede transformar la realidad, puesprivada de su
dimensión activa, se transforma en palabrería, en mero verbalismo, palabra
alienada y alienante, de la que no hay que esperar la denuncia del mundo, pues
no posee compromiso al no haber acción. Sin embargo, cuando la palabra hace
exclusiva referencia a la acción, se convierte en activismo, minimiza la reflexión,
niega la praxis verdadera e imposibilita el diálogo.
Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la
acción, en la reflexión. El diálogo implica un encuentro de los hombres
para la transformación del mundo, por lo que se convierte en una exigencia
existencial.
Para Freire, la palabra tiene dos fases constitutivas indisolubles: acción y reflexión.
Ambas en relación dialéctica establecen la praxis del proceso transformador. La
reflexión sin acción, se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es
activismo. La palabra verdadera es la praxis, porque los hombres deben actuar en
el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo.
Algunas personas que se sienten líderes y acuden a las masas para establecer
diálogos con ellos, sin embargo no manifiestan los intereses del pueblo sino los
suyos, por lo tanto sólo los adaptan a nueva forma de vida sin que se atienda a
sus demandas históricas, sería caer relativamente en el pensamiento ingenuo que
se adapta a las condiciones sin que se construya una distinta y apropiada que es
lo que demanda el pensamiento crítico; donde se construyan espacios que
ofrezcan las oportunidades de superación y liberación a través de la actuación
cognitivo.
Es importante establecer diálogo con el pueblo, pero ello implica emplear un
lenguaje similar al de las costumbres del individuo para que exista esta interacción
es necesario integrarse a la vida del hombre, investigar su lenguaje, su actividad y
pensamiento; posteriormente, a través de la educación problematizadora estos
elementos se conjugan para generar conocimiento, puesto que los temas de
aprendizaje no es necesario acudir a otros espacios ajenos para encontrarlos,
éstos se encuentran en la realidad que rodea al individuo, sólo que están
envueltos por las "situaciones límite" que los opresores generan, pero se pueden
desaparecer por medio de la educación que el maestro problematizador propicie,
partiendo de lo general hacia lo particular.

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