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La crisis en Argentina de 1981 y 1982 fue un período marcado por el apogeo de la crisis económica

de la dictadura autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional» —vigente desde el golpe


de 1976— y su posterior caída con la derrota en la guerra de las Malvinas. Posteriormente el país
recuperó el Estado de derecho.

El Proceso de Reorganización Nacional[a] (PRN),[1][2]también conocido simplemente como el


Proceso,[b] fue una dictadura cívico-militar que gobernó a la República Argentina entre el golpe de
Estado del 24 de marzo de 1976 y la entrega incondicional del poder a un Gobierno constitucional
el 10 de diciembre de 1983. Adoptó la forma de un Estado burocrático-autoritario y se caracterizó
por establecer un plan sistemático de terrorismo de Estado, que incluyó robo de bebés —con
ocultamiento de su verdadera identidad— y desaparición de personas.[c][5]

Mientras tanto, la dictadura seguía torturando, deteniendo a opositores y secuestrando bebés de


mujeres detenidas. La mayoría de esos niños, hoy hombres y mujeres de entre 30 y 35 años,
comenzaron a descubrir su verdadera identidad a partir del trabajo de las Abuelas de Plaza de
Mayo.

Hacia 1981, el plan económico impulsado por José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de economía
de la dictadura se derrumbó: la inflación y la devaluación acabaron con el consumo y esa
sensación de que la Argentina era "un país derecho y humano". Fue el fin de la etapa de la "plata
dulce".

Tras la renuncia de Videla, Massera y Agosti, asumió Roberto Viola, que no logró controlar la crisis
económica y el aumento de los precios. La sociedad argentina, de la mano de los problemas
económicos, empezaba a despertar.

Tras 9 meses en el cargo, la dictadura designa a un nuevo presidente de la Argentina: Leopoldo


Fortunato Galtieri. Tras asumir el cargo en diciembre de 1981, trajo consigo el más insólito plan
para dar un golpe de efecto en la sociedad: la recuperación de las Islas Malvinas, territorio bajo
dominación inglesa desde la usurpación de 1833.

En medio de una situación económica negativa, el 2 de abril de 1982, un grupo de militares


argentinos desembarcó en las Islas Sándwich y tomó el control. Mientras, una flota desembarcaba
en las Malvinas y ante la poca resistencia, enarboló la bandera argentina.

Mientras la inflación, la recesión y el desempleo hacían estragos en el país, la "recuperación" de


las Malvinas despertó el nacionalismo.
El discurso de Galtieri que concluye en la recordada frase "si quieren venir que vengan, les
presentaremos batalla", provocó una reacción patriótica con más de un millón de argentinos que
vitorearon a la Junta en la Plaza de Mayo.

El 14 de junio de 1982, Argentina se rendía incondicionalmente ante Gran Bretaña. El triunfo


inglés elevó a la gloria a Margaret Thatcher, pero marcó el inicio del fin de la dictadura argentina.

Meses después, con una crisis económica sin solución, la guerra perdida y una sociedad que exigía
cambios, los militares no tenían soluciones y convocaron a elecciones presidenciales.

En 10 de diciembre de 1983, con la asunción de Raúl Alfonsín, se terminaron 7 años de terror. El


presidente constitucional llevó adelante un proceso de juzgamiento que llevó a la cárcel a todos
los militares involucrados en la represión ilegal.

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