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EL PODER DE LA MENTE

Cómo aprovechar al máximo nuestros recursos

Herbert Benson, M.D.


con William Proctor
A Arman Simone
y Joseph J. Schildkraut,
con agradecimiento y en
amistad
Indice

Prólogo……………………………………………………………

Primera parte

EL SECRETO PARA REMODELAR LA MENTE,


LOS HABITOS Y LA VIDA

1. ¿Se puede cambiar realmente la manera de pensar y de actuar?


2. El Principio de la Maxi-Mente
3. Los canales del cambio

Segunda parte

CÓMO CAMBIAR SU VIDA

4. El sistema de autoayuda fundamental


5. Su salud al máximo
6. El secreto para ponerse en forma
7. El secreto para mejorar el poder mental
8. El lado espiritual
9. Las cimas de la mente
Prólogo

Este libro reúne hallazgos provenientes de más de veinte años de


actividades docentes, clínicas y de investigación en la Facultad de
Medicina de Harvard y en otras instituciones a ellas adscritas. En mi
argumentación me he basado en pruebas de campos a veces tan dispares
como la medicina clínica, la fisiología, psiquiatría, psicología, religión,
filosofía y hasta el atletismo. El conjunto de esta información
interdisciplinar ayuda a definir una notable capacidad humana, que yo
llamo la Maxi-Mente (es decir, el poder de la mente llevado al máximo).
El libro ofrece también diversas orientaciones prácticas para alcanzar
resultados beneficiosos.

A medida que se profundice la investigación de las amplias


manifestaciones de la Maxi-Mente, es probable que nuevos datos
aporten comprobaciones nuevas. Pero nuestros convincentes resultados
obtenidos con muchos pacientes, e interpretados dentro de un marco
científico unificador, justifica que presentemos ahora a la consideración
general el Principio de la Maxi-Mente.

El Principio de la Maxi-Mente tiene potencialidades de transformar


la vida, y por esta razón es necesario tomar ciertas precauciones. En
especial, si cualquier lector o lectora decide valerse del Principio para
cuestiones ya sean médicas o espirituales, debe proceder bajo la
dirección de lo que llamamos “un guía mental máximo”.

El guía deberá ser un profesional de la salud si el mayor interés del


lector es el mejoramiento de su salud. Por ejemplo, si usted decide
aplicar este Principio al tratamiento de la hipertensión o de cualquier
otra enfermedad, debe hacerlo solamente con la aprobación y la
consiguiente supervisión de su médico. De modo similar, un sacerdote
de la religión o culto que el lector practique sería el guía adecuado para
quien tenga como objetivo cambiar su vida espiritual.

A veces puede ser útil contar con un guía mental máximo su uno
quiere usar el Principio de la Maxi-Mente para perfeccionarse en algún
dominio particular del conocimiento; por ejemplo para adelantar en el
estudio de una lengua extranjera podemos buscar un especialista que
controle nuestros progresos, o hablar con un entrenador si queremos
mejorar nuestra capacidad atlética o deportiva. Para cuestiones más
sencillas lo más probable es que se pueda trabajar sin guía, confiando en
lecturas como las que se citan en las secciones de la fase dos del libro.
Todos los casos que se presenten son reales, aunque el nombre, el
sexo y otras circunstancias de las personas han sido modificados para
respetar el anonimato.

Agradezco muchísimo a Nancy E. Mackinnon, Anna K. Arthur, Irene


L. Goodale, Anne Jacobs, Ferry A. Bard, Frederick Commoner, Gregory
C. Benson y Fafa Demasio la excelente ayuda que me han prestado en la
preparación del libro. Aprecio también las contribuciones del doctor
George S. Everly, hijo de Robert L. Allen y de Samuel S. Myers,
quienes colaboraron indirectamente en esta obra mediante nuestras
conversaciones y nuestros proyectos de investigaciones en colaboración.
A Robert A. Cowden III, le agradezco sus consejos. El interés y las
sugerencias de mi buen amigo T. George Harris me han sido muy útiles
y los reconozco. Y nuevamente estoy en deuda con Marilyn, mi esposa
por sus excelentes consejos, su paciencia y su apoyo.

Distintos aspectos de este libro fueron posibles gracias a fondos de la


John E. Fetzer Foundation, Arman Simone, la Ruth Mott Fund y
William K. Coors. Reconozco también con agradecimiento el apoyo
financiero de Laurance S. Rockefeller, George S. Warburg y Francis X.
Meany. Para la investigación y elaboración del libro se contó también,
en parte, con becas del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos
(HL-22727 y HL-07374), de la Fundación Nacional de la Ciencia (NSF
INT 8016982) y del American Institute of Indian Studies.

Herbert Benson
Primera parte

El secreto para remodelar la mente, los hábitos y la


vida
I

¿Se puede cambiar realmente la manera de pensar y de actuar?

El Dalai Lama, un gran estudioso de la mente humana a la vez que el


líder espiritual de los budistas tibetanos dijo en una ocasión: Nosotros,
los seres humanos, tenemos un cerebro evolucionado y un potencial sin
límites. Si con paciencia se puede entrenar gradualmente incluso a los
animales, la mente humana también puede ser entrenada gradualmente,
paso a paso. Con paciencia, cada uno puede llegar a saber esto por
propia experiencia.

Tal como da a entender el Dalai Lama, el cerebro es una parte


maravillosa de la anatomía humana. Al mismo tiempo, es también muy
misterioso. Hay mucho que no sabemos y que quizá nunca lleguemos a
saber acerca del funcionamiento de la mente humana. Pero poco a poco
algunos misterios se van desvelando, para gran beneficio de la medicina
moderna… y para cualquiera que desee mejorar sus potencialidades
personales.

¿Con tanta frecuencia no nos hemos criticado nosotros mismos


porque teníamos la sensación de no estar viviendo a la altura de nuestras
potencialidades? Muchas veces nos hemos dicho: Si pudiera:
-liberarme de este mal hábito;
-superar este problema de salud;
-ser una persona muy productiva;
-ser más disciplinado/a;
-perfeccionarme en tal o cual actividad o rama del conocimiento.

La mayoría de nosotros queremos salir adelante. Queremos mejorar,


subir otro peldaño en nuestros logros. Pero muchas veces parece que
algo nos bloqueará el camino.

Vuelva usted a pensar en lo que fueron sus aspiraciones durante los


últimos años. ¿Cuántos programas de autoayuda ha intentado o querido
intentar?

Quizá siempre haya querido ir a una escuela nocturna para obtener


algún título. O tal vez su principal objetivo sea estudiar un poco por su
cuenta… una lengua extranjera que siempre habría querido dominar,
pongamos por caso. Por otra parte, también puede haber pensado
seriamente en iniciar un programa independiente de lectura y estudio de
las grandes obras de la literatura que no alcanzó a leer cuando era más
joven.

O bien, puede ser que sus intereses – y sus frustraciones-estén


centrados más bien en el área de la salud y de la buena forma física.
Quizá se esté acercando a los treinta o los cuarenta… o más, y vea que
el físico de que tanto se enorgullecía ya no es el mismo. Sabe que le
sobran unos cinco o diez kilos y quisiera (y en alguna ocasión hasta lo
ha intentado, sin conseguirlo) librarse de ellos desesperadamente.

Es obvio que un antídoto razonable para su problema sería un


programa de ejercicios, incluyendo un régimen regular de flexiones,
extensiones, salto, estiramiento o lo que fuere. Pero son muchas las
veces que ha iniciado un programa así, sólo para volver muy pronto a su
antigua vida sedentaria.

Por otra parte, es posible que lo que le interese sea disciplinarse más
en su trabajo. Tal vez le preocupe mucho la idea de si está haciendo lo
que debe para obtener un ascenso. Usted sabe que para conseguirlo
tendría que mejorar en varios campos en los que flojea, en finanzas y
contabilidad, digamos. Pero, por más que se esfuerza, no consigue poner
en práctica un programa que convierta esas deficiencias en valores
primitivos.

También podría ser que su principal preocupación está en el lado o


vertiente espiritual. En la lucha por triunfar en el mundo y mantener la
vida personal y social a tope, ha descuidado los niveles más profundos
de la existencia humana. En pocas palabras, quiere saber más acerca de
Dios, de las enseñanzas de su iglesia o templo, y de las apremiantes
cuestiones teológicas y espirituales para las que nunca ha podido
encontrar respuesta adecuada. Quizá quiera experimentar también otros
niveles de conciencia espiritual, pero estas preocupaciones, que usted
reconoce como importantísimas, van quedando de lado porque no
parece que haya manera de encontrar tiempo para ellas.

Todos hemos sentido estas frustraciones y presiones cuando


encontramos que no somos capaces de llevar una vida que esté a la
altura de nuestras expectativas personales. En última instancia, nos
sentimos “atascados en una rutina”. Parece que no pudiéramos quitarnos
de encima los antiguos malos hábitos o los problemas de salud que nos
han limitado en el pasado, impidiéndonos la adquisición de formas
nuevas y benéficas de autodisciplina. Con frecuencia, caemos en la
tentación de decirnos: “Bueno, me parece que no puedo hacer nada para
cambiar y para superar mis limitaciones. Soy así, y lo mejor será que lo
acepte”.

Nada de eso. Mis investigaciones me han convencido de que es


posible esperar cambios importantes en nuestra vida:

-es posible superar los malos hábitos de antaño;


-es posible aliviar muchas enfermedades que han estado molestándonos;
-es posible cambiar los modos de pensar improductivos y cultivar
disciplinas nuevas que nos ayudarán a realizar nuestras potencialidades;
y
-es posible iniciarse en un modo de vida realmente distinto.

Ahora bien, ¿cómo?

El principio de este cambio es lo que yo llamo llevar al máximo las


potencialidades de nuestra mente, y es un proceso que se relaciona
directamente con la Relajación.

La Relajación ha sido el punto central de mis investigaciones


médicas y de mi práctica clínica durante los últimos veinte años. Para
los lectores que no estén familiarizados con mi trabajo, diré que la
Relajación se refiere a la capacidad del cuerpo para entrar en un estado,
científicamente definible que se caracteriza por una reducción general
de la velocidad del metabolismo, una disminución de la presión
sanguínea, del ritmo respiratorio y cardíaco y la emisión de ondas
cerebrales más nítidas y más lentas.

La Relajación ejerce más poderosamente su influencia cuando se


combina con lo que he llamado el Factor Fe, lo cual implica que la
inducción de la Relajación se haga en el contexto de un conjunto de
creencias personales, filosóficas o religiosas profundamente arraigadas.

Hasta ahora he recomendado que la Relajación se use principalmente


para combatir los efectos dañinos y desagradables del estrés, tanto sobre
la mente como sobre el cuerpo. Sin embargo, observaciones recientes
han demostrado que el alcance de este fenómeno es considerablemente
mayor.

De hecho hemos descubierto que la Relajación actúa también, de


manera bastante extraordinaria, como una especie de puerta hacia una
renovación mental y un cambio de vida. Puede permitirnos cambiar
incluso los malos hábitos más profundamente arraigados. Puede
permitirnos cultivar disciplinas nuevas y benéficas, y mejorar nuestra
salud por medios que siempre habíamos considerado inaccesibles.
Dicho brevemente, la Relajación es el primer paso, y probablemente el
más decisivo para conseguir el éxito en cualquier programa de
autoayuda que nos propongamos seguir.

¿De qué manera, exactamente, puede actuar la Relajación como un


catalizador que promueva una renovación mental? ¿Cómo puede
ayudarnos a cambiar de hábitos, a mejorar nuestra salud y transformar
nuestro estilo de vida?

LOS CANALES DE LA MENTE

A lo largo de los años, en el cerebro se van formando “circuitos” y


“canales” de pensamiento, es decir, vías físicas que controlan la forma
en que pensamos y actuamos, y con frecuencia también nuestra manera
de sentir. Muchas veces estas vías o hábitos llegan a estar tan fijados
que se convierten en lo que yo llamo una “instalación”, tal como
hablamos de la instalación eléctrica. Dicho de otra manera los circuitos
o canales llegan a estar tan “empotrados” que casi parece imposible
transformarlos. De hecho, se convierten en parte del cerebro; son parte
de nosotros.

El funcionamiento del cerebro es demasiado complicado, y nuestros


conocimientos demasiado limitados como para que podamos resumir en
términos sencillos su funcionamiento. Pero los investigadores han
descubierto que hay algunas reglas elementales de validez general y
cuyas implicaciones prácticas son de vasto alcance.

Neurofisiólogos como los doctores Roger Sperry y Michael S.


Gazzaniga, han estado investigado los llamados fenómenos del split
brain (cerebro dividido), que permiten conocer las actividades de los
hemisferios derecho e izquierdo del cerebro. Entre otras cosas, estos
investigadores han demostrado que el hemisferio izquierdo es en gran
medida responsable del control de buena parte de los procesos del
pensamiento y de las habilidades analíticas, de inferencia y de las
relacionadas con el lenguaje. El hemisferio derecho es el área en donde
reside en su mayor parte el pensamiento intuitivo, artístico y creativo.*

Consideremos, por ejemplo, la cuestión de cómo se puede cambiar un


mal hábito o adquirir una habilidad nueva. Mediante diversas
inferencias lógicas- el cerebro izquierdo puede “decirnos” que ciertos
cambios benéficos, ya sea en nuestra personalidad, nuestros hábitos o
nuestras habilidades, son imposibles. Y pese a sus inexactitudes, nos
creemos lo que estamos oyendo ¿Por qué? Porque con muchísima
frecuencia, habrá muy poca oposición o discusión de parte del
hemisferio derecho.

En términos muy prácticos, pues, en gran parte son los circuitos


arraigados del lado izquierdo del cerebro los que nos dicen que no
podemos cambiar nuestro modo de vida, que los malos hábitos son para
siempre, que estamos hechos de tal o cual manera y que tenemos que
aceptar que es así.

Pero todo eso, sencillamente, no es verdad.

Son posibles cambios importantes, e incluso espectaculares. ¿Cómo?


Induciendo la Relajación por medio de la meditación, la plegaria u otras
técnicas, puede uno preparar la escena para importantes cambios
cerebrales capaces de alterar la mente y los hábitos. Además, seremos
capaces de liberarnos para entrar a un modo de vida nuevo en que
desarrollaremos al máximo nuestras capacidades innatas.

Dicho de manera más específica, este cambio puede producirse como


resultado de un tipo de comunicación diferente entre ambos lados del
cerebro. La investigación científica ha demostrado que la actividad
eléctrica entre el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo se
coordina mejor durante ciertos estados de meditación u oración.

Mi propia experiencia con los pacientes me ha demostrado que


mediante estos procesos la mente se vuelve decididamente más
susceptible de ser alterada y más capaz de hacer funcionar al máximo
sus capacidades.

Con el fin de producir cambios benéficos, en las páginas siguientes


estudiaremos de que manera puede usted aumentar sus probabilidades
de:

-tener éxito en programas de autoayuda;


-fortalecer la autodisciplina;
-alcanzar objetivos difíciles en gimnasia y atletismo;
-aumentar su creatividad y habilidad para tomar decisiones;
-reforzar los efectos de la psicoterapia;
-disminuir alguna medicación que pueda estar tomando;
-superar sus miedos irracionales;
-abandonar sus pautas de pensamiento morboso y destructivo; y
-fortalecer y expandir su vida espiritual.

ALGUNAS REGLAS BASICAS PARA LEER ESTE LIBRO

Antes de seguir adelante me gustaría establecer algunas reglas


básicas en lo que se refiere a cómo abordar el tema de una renovación
de la mente.

Lo primero de todo, la mayor parte de la fuerza para el cambio en su


vida se mantendrá a medida que aprenda usted a usar de diferentes
maneras las partes de su cerebro. En particular, tiene que aprender a
utilizar en forma más plena la actividad del lado creador e intuitivo de
su mente, es decir, el hemisferio derecho de su cerebro.

Cuando alguien intenta explicar a otra persona como expandir sus


posibilidades para usar el lado derecho del cerebro, aparecen ciertos
problemas inmediatos. El lenguaje, principal instrumento de la
instrucción, es en sí mismo, en gran parte, una función del hemisferio
izquierdo. Por definición, pues las operaciones del lado derecho no se
pueden expresar con palabras tan fácilmente como las del lado
izquierdo.

En realidad, y como usted sabe, hay cosas que de ningún modo se


pueden expresar con palabras. Usted ya conoce muchas de esas
experiencias inefables; esa puesta de sol impresionante rojo anaranjado;
ese estremecimiento interior cuando se consigue un objetivo largamente
buscado; esa reacción profundamente positiva –o negativa- frente a una
persona o acontecimiento; ese destello de luz mental que de pronto nos
ilumina con una idea o concepto creativo; esa visión interior espiritual o
mística que nos cambia la vida, esa intuición o “sensación” de que algo
está bien o mal; la vivencia de estar enamorado.

Es indudable que todas estas cosas son reales. De hecho, con


frecuencia son más reales que las ideas o las vivencias que uno puede
reducir con toda exactitud a palabras. Estos acontecimientos profundos
son algo que, sin que sepamos bien por qué son inefables. Desafían a la
lógica ordinaria al análisis y a la descripción.

De modo similar, mucho de lo que hemos de analizar en las páginas


siguientes estará al menos en parte, más allá de nuestra capacidad
mental de organizarlo en pulcros paquetes analíticos verbales. La verdad
es que reducirlo todo a palabras, es imposible, debido a la forma en que
está hecho nuestro cerebro. Sin embargo, aunque las palabras se nos
escapen, debemos recordar lo más importante que el cerebro posee una
capacidad inherente de cambio, una capacidad que he llamado el
Principio de la Maxi-Mente. De hecho, como todos usted tiene el poder
de alterar en forma espectacular su manera de pensar y de actuar.

Como muchos de los conceptos de este libro sólo es posible


vivenciarlos de manera no verbal, quiero proponer una manera optativa
de leerlo. Claro que puede leerse como cualquier otro libro, y en este
caso podrá sacar abundante partido de él. Pero si uno de sus objetivos es
alejarse de un enfoque puramente analítico de la vida, la estrategia
optativa está pensada para ayudarle a que, según vaya leyendo pueda la
ir liberando el Principio de la Maxi-Mente. ¡Quizá termine por
encontrarse, de hecho, con que a medida que lee el libro puede usar el
Principio para entender el Principio!

Pues bien he aquí lo que sugiero.

Primero léase el libro lo mismo que leería cualquier otro, pero con
una diferencia: intente, al comienzo de cada lectura, alcanzar la
Relajación. De esa manera se abrirá la posibilidad de cambios
significativos en su vida, en la medida que los hemisferios izquierdo y
derecho del cerebro se coordinen con más facilidad. Digamos también
que este enfoque será muy adecuado para quienes ya estén
familiarizados con el mecanismo de la Relajación. Por cierto que este
método le exigirá un poco más de tiempo que si se limitará a leer el
libro del principio al final, pero los beneficios potenciales que puede
obtener al transformar sus hábitos personales y configuraciones
mentales justificarán con creces la inversión de tiempo extra.

Imagínese algunas de las posibilidades: puede empezar efectivamente


a aprender un idioma , a practicar una especialidad atlética que le atrae
desde hace tiempo o a eliminar una fobia u otro problema médico,
mientras va leyendo el libro. Y la clave de esas experiencias que pueden
cambiar su vida puede no ser más que su disposición a dedicar un poco
más de tiempo a sus sesiones de lectura.

Si es realmente ambicioso, podría probar con una técnica algo más


rigurosa. Cuando llegue a una parte del libro que toque en usted una
cuerda muy sensible intente leer varias veces ese apartado antes de
continuar. Igualmente al comienzo de cada lectura induzca el
mecanismo de la Relajación. Esto le ayudará a poner en funcionamiento
los poderes creativos y renovadores de la mente que operan a niveles
más profundos.

He ideado este libro de forma que le resulte fácil volver a él


repetidamente cuando, en el futuro, siga intentando cambiar o mejorar
diversos aspectos de su vida. Es probable que ahora lo que le interese
principalmente sea cultivar una actitud más positiva hacia la vida. Más
adelante, tal vez quiera trabajar con un programa regular de ejercicios.
Sean cuales fueren sus objetivos, siempre puede volver a aquella parte
del libro que más importancia tenga para usted en un momento dado.
Durante un período de días, semanas e incluso meses, le sugeriría que
vuelva a leer regularmente esa parte del libro que le interesa, luego de
haber entrado en la Relajación.

Como verá usted, la inducción del mecanismo de la Relajación – y el


período inmediatamente posterior- son muy importantes en sus
esfuerzos por transformar su mente y su vida. Esos son los momentos,
creo, en que uno es más receptivo para la alteración de sus circuitos
mentales arraigados, y para efectuar cambios benéficos. Es el momento
en que su “pizarra” mental está más limpia y más abierta. Por eso,
inmediatamente después de terminada la meditación o la plegaria, es
importante que se concentre sin pérdida de tiempo en cosas que se
relacionen con los objetivos que cambiarán su vida, tal como lo veremos
en los capítulos siguientes. No tardará en ver que sus pautas de
pensamiento se desplazan, a veces muy sutilmente, hacia sendas más
productivas: de ello se seguirán cambios en las acciones y en la vida.
Los resultados serían emocionantes e incluso asombrosos, cuando
aprenda las maneras de incorporar plenamente a su vida el Principio de
la Maxi-Mente.

Ahora antes de adentrarnos más en las implicaciones prácticas de


estos conceptos, vamos a examinar un poco más de cerca lo que
sabemos sobre la base científica del Principio de la Maxi-Mente.
2

El Principio de la Maxi Mente

El funcionamiento del cerebro humano sigue estando más allá de


nuestra total comprensión. Hemos dado pasos gigantescos en la
comprensión de la fisiología del cerebro y de su capacidad para
controlar las múltiples e intrincadas operaciones de nuestro cuerpo y de
nuestras pautas de pensamiento. Y sin embargo, es todavía mucho lo
que no sabemos.

Por ejemplo, continuamos preguntándonos:

-¿Es maleable la mente en algún sentido? O, dicho de otra manera,


¿se la puede moldear y cambiar de tal modo que se produzcan pautas de
pensamiento nuevas e impresionantes y hábitos que cambien nuestra
vida?

-¿En qué medida exactamente, es posible amplificar el poder del


cerebro, en especial en lo que se refiere a influir sobre las reacciones y
funciones del cuerpo?

-¿Hay alguna diferencia entre la “mente” y el cerebro?

-¿Hay alguna relación entre lo que consideramos las dimensiones


“mentales” y “espirituales” de nuestra existencia?

¿Cuáles son las funciones exactas de las diferentes partes del cerebro,
y qué es lo que podemos hacer para favorecer tales funciones?

-¿Será posible alguna vez que la mente reflexione en forma


significativa y alcanzando un grado de entendimiento importante, acerca
de sí misma?

Es probable que jamás podamos dar una respuesta completa a


muchas de estas preguntas. Algunas, sin embargo, van encontrando
respuestas poco a poco, a medida que seguimos investigando y haciendo
retroceder cada vez más las fronteras de la investigación
psicofisiológica.
Uno de los principales descubrimientos recientes es que el cerebro no
es una entidad estática e inmutable. De hecho, es un órgano capaz de ser
transformado y utilizado de formas nuevas y extraordinarias. Mediante
lo que he llamado el Principio de la Maxi-Mente, las posibilidades de
esta plasticidad mental pueden ser realmente asombrosas, tal como lo
demuestran los casos siguientes:

DE REGRESO EN EL HIMALAYA

Los que hayan leído mis libros anteriores saben que uno de nuestros
proyectos de investigación en la Facultad de Medicina de Harvard fue la
exploración de las fronteras de la mente, en la vertiente india del
Himalaya. Aquella zona constituye el hogar en el exilio del Dalai Lama
y de muchos budistas tibetanos. Es indudable que otras religiones han
registrado también proezas físicas y mentales extraordinarias,
curaciones y otros sucesos espectaculares, pero hacía ya años que yo
había decidido concentrar mis esfuerzos en la investigación científica de
los datos provenientes de una tradición oriental, en particular, el
budismo tibetano.

Una de las cosas que inicialmente me habían interesado en aquellos


monjes era la capacidad que se les atribuía de elevar en forma
espectacular la temperatura de la piel cuando se hallaban en un ambiente
frío, valiéndose de una forma de meditación conocida como yoga gTum
mo. Se supone que con esta práctica, cuyo nombre significa literalmente
“mujer fogosa”, se crea en el cuerpo humano un fuego interno de
purificación que contrarresta la falsedad y estimula un estado de
conciencia elevado. Mientras meditan los monjes siguen mentalmente
una imagen de la energía corporal conocida como “prana”, la cual se
supone que enciende un intenso “calor interno”.

Lo que nos interesaba no era solamente el propósito religioso de tales


prácticas, sino también sus manifestaciones fisiológicas: si realmente
aquellos monjes podían elevar la temperatura en condiciones de intenso
frío, eso se podía medir con nuestros instrumentos y el resultado,
esperábamos, sería una comprensión más profunda de la interacción
mente-cuerpo.

En nuestro primer viaje al Alto Dharmsala en las estribaciones indias


del Himalaya, nuestro equipo de investigadores descubrió que los
monjes en meditación, que estaban prácticamente desnudos podían
elevar efectivamente la temperatura de la piel en unos diez grados
centígrados. Además, lo hacía cuando la temperatura del aire no pasaba
de unos quince grados centígrados. Pero quedó mucho por investigar en
este campo, mucho por explorar en la forma en que la mente puede
influir sobre el cuerpo.

Específicamente, en 1978 nos habíamos informado, leyendo las obras


de Alexandra David-Neel, de que estos monjes podían, según se
afirmaba, elevar la temperatura de la piel lo suficiente y durante
períodos lo bastante largos, como para secar sábanas mojadas sobre su
cuerpo en condiciones invernales. Pero hasta entonces ningún científico
había conseguido documentar el fenómeno. Los informes no tenían otro
fundamento que el comentario oral y la leyenda. Nuestros
investigadores querían estudiar por si mismos esa fascinante historia.

En el verano de 1984, como parte de nuestra continuada


colaboración, recibí una invitación del Dalai Lama para estudiar este
fenómeno. Envié a la India un equipo de filmación para que presenciara
y registrara el hecho… si es que realmente los monjes eran capaces de
semejante hazaña. Nuestro grupo que incluía a los realizadores Russel
Pariseau y Michael Edwards, llegó en febrero de 1985 a un monasterio
tibetano situado en el valle de Kulu, en el norte de la India. Allí los
monjes celebraron una ceremonia secreta que hasta donde nosotros
sabíamos ningún occidental había presenciado jamás.

Con una excitación en constante aumento, los encargados de la


filmación instalaron su equipo en el pequeño monasterio y se quedaron
esperando hasta aproximadamente las tres de la mañana, cuando
entraron en el recinto una docena de monjes. La temperatura en la
habitación no alcanzaba los cinco grados centígrados. Los monjes se
desvistieron completamente quedándose solo con un mínimo taparrabo,
y se sentaron en el suelo con las piernas cruzadas. En unos cubos de
agua que habían sido colocados frente a ellos sumergieron sábanas de
algodón de unos noventa centímetros por un metro ochenta; el agua
estaba a una temperatura aproximada de unos nueve grados y medio.

Bajo la supervisión de un superior del monasterio, estrujaron


entonces las sábanas empapadas para quitarles el exceso de agua y se
envolvieron con ellas la parte superior del cuerpo. Las sábanas estaban
tan mojadas que la tela dejaba traslucir el cuerpo de los monjes cuya
piel se podía ver claramente a través de ellas.

En aquel momento, los monjes empezaron a practicar su meditación


yoga gTum mo… y empezó a producirse un fenómeno asombroso.
Aunque la mayoría de las personas habría empezado a tiritar
violentamente el verse expuesto así a la humedad y al frío, ellos no
mostraron reacción alguna. Permanecieron en cambio tranquilamente
sentados, y habían pasado entre tres y cinco minutos cuando las sábanas
con que se envolvían empezaron a echar vapor. La habitación se llenó
de vapor de agua a tal punto que los lentes de las cámaras se
empañaban y había que estar secándolas continuamente. Entre los
treinta y cuarenta minutos las sábanas con que los monjes se habían
envuelto estaban completamente secas.

Entonces volvieron a empezar todo de nuevo. Sumergieron otro


fuego de sábanas en el agua fría, las estrujaron un poco y se las
envolvieron sobre los hombros. De nuevo empezaron a practicar la
meditación gTum mo, y otra vez las sábanas comenzaron a echar vapor a
los pocos minutos y estuvieron completamente secas en una media hora.
Luego volvieron a repetir el proceso una vez más y aunque la ceremonia
entera llegó a durar varias horas, ni una sola vez los monjes que
participaron en ella temblaron ni se estremecieron de frío, ni dieron
tampoco ninguna otra señal de incomodidad.

EL EXPERIMENTO DE LOS 18 GRADOS BAJO CERO

A continuación nuestro equipo viajo a la ciudad india de Leh, situada


en la extensión occidental de la meseta tibetana de Ladakh. El destino
era un monasterio situado sobre un precario precipicio a más de cinco
mil metros sobre el nivel de mar.

El lugar es una planicie alta y árida, sembrada de gigantescos


pináculos rocosos que se elevan hacia el cielo. Los monasterios de
Hemis y de Gotsang se encuentran próximos a la cumbre de algunos de
esos promontorios, a una altura aproximada de unos cinco mil metros.
Las observaciones habían sido programadas para una noche que, según
la predicción de los tibetanos, sería una de las más frías del año: la del 5
de febrero de 1985. La verdad es que la temperatura llegó a ser de 18
grados centígrados bajo cero.

Los filmadores vestidos como para las condiciones climáticas del


Ártico, partieron a medianoche, acompañados de un grupo de diez
monjes, que a su vez calzaban sandalias y se cubrían con un taparrabo y
una ligera tela de algodón. El grupo terminó por subir a mayor altura
hasta un voladizo que se asomaba sobre un acantilado, a unos seis mil
doscientos metros sobre el nivel del mar.
En ese lugar gélido e inhóspito, los monjes se quitaron las sandalias y
se sentaron en cuclillas. Después, inclinándose hacia delante, apoyaron
la cabeza sobre el suelo y se echaron sobre el cuerpo la delgada tela de
algodón. En esa posición, prácticamente desnudos, se pasaron toda la
noche practicando una forma especial de la meditación gTum mo,
conocida como Repeu. Casi parecía que habían entrado en un estado de
muerte aparente. Ni siquiera reaccionaron cuando, a primeras horas de
la mañana, les cayó encima una ligera nevada.

Ninguna persona ordinaria podría haber soportado tales condiciones;


de eso estamos seguros. Y sin embargo, los monjes no exhibieron
ningún efecto negativo. Se limitaron a permanecer inmóviles en su
postura meditativa durante unas ocho horas consecutivas, tan quietos y
silenciosos que un observador no informado podría haber temido que se
hubieran congelado.

Finalmente, respondiendo al sonido de un pequeño cuerno, se


pusieron de pie, se sacudieron la nieve de la espalda, se calzaron las
sandalias y volvieron a bajar tranquilamente la montaña. Perfectamente
podrían haber sido un grupo de hombres de negocios al salir de las
cómodas y abrigadas habitaciones de su hotel, con la intención de
desayunar tras una noche de sueño profundo.

Es indudable que una persona común habría empezado en seguida a


tiritar violentamente tanto durante el ejercicio de las sábanas mojadas
como al permanecer toda la noche a una temperatura de dieciocho
grados bajo cero. Normalmente el cuerpo reacciona así para generar el
calor suficiente para poder mantenerse con vida. De hecho, es casi
seguro que sin temblar – o sin alguna otra forma de moverse- ni el lector
ni yo habríamos sido capaces de aguantar semejantes condiciones. E
incluso temblando violentamente, con una temperatura de dieciocho
grados centígrados bajo cero no habríamos podido evitar la congelación
y hasta es posible que nos hubiéramos muerto.

¿Cómo era posible que esos monjes consiguieran semejante cosa?

Creo que un factor clave, subyacente a cualquier respuesta es su


capacidad para alcanzar la Relajación. A medida que, confiando
firmemente en su fe budista se entregaban a una forma específica y
profunda de plegaria y de meditación, en su mente y en su cuerpo se
producían cambios espectaculares. Pero la Relajación no es más que uno
de los mecanismos físicos y mentales que operan en estos monjes.
Aunque todavía no conocemos todas las respuestas, se han adelantado
algunas explicaciones más para estos poderes.

Una de estas teorías sostiene que los monjes pueden haberse valido
de un proceso al que se ha denominado “termogénesis sin temblores”,
que pone en juego la capacidad que tiene el cuerpo, en ciertas
circunstancias de quemar o metabolizar un tipo de grasa que es capaz de
generar una elevada cantidad de calor. Antes los científicos creían que
solo cierto tipo de mamíferos no humanos, en especial los que están
sujetos al proceso de hibernación, podían quemar ese tipo de grasa, pero
ahora parece que también los seres humanos podemos tener la
capacidad de generar calor a partir de ella. Según nuestra hipótesis,
podría ser que los monjes hubieran aprendido a hacerlo valiéndose de
poderes mentales generalmente desconocidos.

En todo caso, está claro que tanto nuestra mente como nuestro cuerpo
son capaces de hazañas que hasta ahora se han considerado imposibles,
y que incluyen -sin limitarse ciertamente a ello- la capacidad de superar
los efectos de un frío intenso. Pero estas posibilidades espectaculares no
se limitan a los monjes tibetanos, también están abiertas para usted, en
la medida en que aprenda cómo valerse de esas capacidades mentales
que hoy no usa.

LOS SECRETOS DE LOS SABIOS

El punto focal físico de este poder parece ser el estado especial que
hemos identificado hace más de una década, al que llamamos respuesta
de Relajación, y de la cual he dado una breve explicación en el capítulo
introductorio. ¿Cuál es exactamente, la forma de provocar esta
reacción? ¿Cuáles son los pasos prácticos necesarios para abrir las
puertas a cambios extraordinarios en nuestra manera de pensar y actuar?

Son varios los pasos básicos que se requieren para alcanzar la


Relajación.

Paso1: Elija para concentrarse una palabra o una frase breve que esté
firmemente arraigada en su sistema personal de creencias. Por ejemplo,
un cristiano podría elegir las palabras iniciales del Salmo 23, “El señor
es mi pastor”; un judío la palabra “Shalom” y una persona que no sea
religiosa, una palabra neutra, como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese sosegadamente en una posición cómoda.


Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire en forma lenta y natural, y mientras lo hace, repita al


exhalar la palabra o frase elegida.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva y no se preocupe de si lo está


haciendo bien o mal. Cuando otros pensamientos acudan a la mente,
limítese a decirse: “Ya está bien” y vuelva apaciblemente a la
repetición.

Paso 7: Continúe así de diez a veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces al día.

Nuestras últimas investigaciones han revelado que aunque todos


estos pasos son importantes, hay dos absolutamente importantes: son la
repetición de una palabra, un sonido, una plegaria, una idea o una acción
muscular y la actitud pasiva hacia los pensamientos que interfieran. Con
estas dos condiciones, se aminoran los efectos de la intrusión de
pensamientos, actividades y mecanismos que pueden impedirle a uno
entrar en un estado meditativo. Además, desentenderse pasivamente de
los pensamientos cotidianos le ayudará a ir desarmando algunas de las
viejas pautas de funcionamiento mental negativo, y a abrirse a las
influencias positivas renovadoras que pueden llegar a cambiar su vida.

Al seguir estos pasos –si lo hace en el contexto de sus creencias más


profundas- se encontrará usted con que va encaminándose hacia una
expansión increíble de sus capacidades mentales. Estará avanzando en
las direcciones exploradas por los monjes tibetanos, los místicos y
sanadores cristianos y judíos, y por otras personas que llevan una vida
arraigada en la plegaria y la meditación. Igualmente, a medida que su
mente se expanda hasta abrirle las puertas que le conducirán a nuevas
aventuras interiores, irá adquiriendo la capacidad de cambiar sus hábitos
personales… incluso aquellos que lo aplastan con su peso, como el
proverbial albatros, e incrementará sus probabilidades de cultivar
disciplinas y nuevos hábitos.
EL CEREBRO MARAVILLOSO

Para hacerse una idea de cómo se puede adquirir esta capacidad para
el cambio, es importante considerar ciertas teorías referentes a la forma
como funciona el cerebro. Pero este es un tema, que debemos abordar
con una dosis de humildad. Aunque durante las últimas décadas los
resultados de la investigación del cerebro han ensanchado en forma
extraordinaria nuestros conocimientos, la comprensión que tenemos de
la fisiología cerebral sigue siendo relativamente rudimentaria, dada la
increíble complejidad del cerebro humano.

Anatómicamente, el elemento estructural básico del cerebro es la


célula cerebral o neurona. En cierto nivel se puede considerar a estas
células como fábricas vivientes, que utilizan como combustible el
oxígeno y el azúcar transportados por la sangre. Mediante pasos
bioquímicos bien definidos, este combustible produce la energía que
posibilita una gran cantidad de trabajos biológicos, necesarios para
mantener la vida de la célula. Por ejemplo, cada célula interactúa con
otras, desempeña un importantísimo papel de apoyo en las complejas
redes que producen el pensamiento y la acción y finalmente, produce
elementos de deshecho que la sangre se lleva para eliminarlos.

Sin embargo, es importante recordar que cada una de esas células


cerebrales está realmente viva, con todo el potencial para el poder y la
debilidad que entraña el hecho de estarlo. Si la neurona se ve privada de
su combustible –que proviene principalmente de lo que comemos y del
aire que respiramos-, se morirá. En otras palabras, que si el aporte
sanguíneo portador de combustible al cerebro se encuentra bloqueado,
como sucede cuando hay un endurecimiento grave de las arterías, puede
suceder que las células del cerebro abastecidas por la arteria bloqueada
dejen de funcionar. La consecuencia es un “ataque” o “schock”, es
decir, un accidente vascular cerebral.

Entre otras cosas, un cerebro sano acumula y transmite información,


y ésta es lo que, en última instancia, se convierte en lo que llamamos
pensamientos. Es muy difícil escribir exactamente lo que sucede en este
proceso, porque el acto de pensar, como tal, es sumamente complejo y
pone en juego una cantidad enorme de neuronas cerebrales que
interactúan en nuestros procesos mentales. Piense el lector, por ejemplo
que en su cerebro hay aproximadamente 10,000 millones de células
cerebrales.
Además, al observar cuidadosamente la estructura de cada una de
ellas, se comprende que todo el asunto es indescriptiblemente más
complicado. Cada una de las células nerviosas tiene numerosos
tentáculos, es decir, axones y dendritas. Durante la actividad cerebral
estos elementos se “comunican” con los tentáculos de otras células, a
través de conexiones llamadas sinapsis; de esa manera interactúan y
hacen su trabajo las células cerebrales. Las dendritas se comunican
también con otras partes de su propia célula.

Pero ahora piense en lo siguiente: cada célula nerviosa tiene entre


1,000 y 500,000 conexiones y cada conexión tiene la potencialidad de
comunicarse con cualquier otra conexión celular del cerebro. Esto
significa que el número de conexiones posible en el cerebro es
incomprensiblemente pasmoso.

¿Cuántas son las conexiones posibles? Por expresarlo con una sola
cantidad, la cifra sería de 25.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.
Dicho de otra manera: si usted empieza a apilar sobre su escritorio hojas
de papel de máquina, una encima de otra, igual al número de sus
posibles conexiones cerebrales, la pila llegaría más allá de la luna.
Llegaría más allá del planeta Plutón, más allá de nuestra galaxia, e
incluso más allá de los límites conocidos del universo, ¡a distancia de
unos dieciséis mil millones de años luz!

Con esta complejidad increíble, se entiende que jamás podamos


llegar a comprender la totalidad de las posibilidades inherentes al
cerebro humano. De hecho, cuanto más se investiga, más sobrecogedor
resulta ser el proceso del pensamiento.

Por ejemplo, sabemos ahora que esos billones y billones de


conexiones que alberga el cerebro “conversan” entre sí por medio de
ciertas sustancias químicas, a las que se denomina neurotransmisores,
que son segregadas en los extremos de las conexiones entre las células
cerebrales. Es decir que las conexiones existentes entre las células
cerebrales no son conexiones físicas, sino que más bien hay una brecha
– una brecha minúscula microscópica- en cada una de ellas. La
conversación entre una célula y otra se lleva a cabo mediante la acción
de esas sustancias químicas.

Para complicar un poco más las cosas, muchas células nerviosas


contienen dos o más agentes neurotransmisores, y hasta el momento se
han descubierto más de sesenta de ellos. Pero la complejidad no termina
aquí. Al comunicarse con otras células, los neurotransmisores también
influyen sobre otras conexiones en su entorno inmediato. Es decir, es
como si se filtrarán a otras conexiones en su entorno inmediato. Es
decir, es como si se filtrarán a otras conexiones neuronales. Estas
penetrantes acciones químicas son lo que permite que un mensaje pase
de una célula a otras, y es así cómo creemos que se produce la
conversación entre las células.

Pero aún hay más. Estos mensajeros químicos se incorporan al


torrente sanguíneo y pueden afectar a células cerebrales muy alejadas de
la fuente original. De hecho, los neurotransmisores producen cambios
en su propia “casa” o lugar de origen, e influyen incluso sobre su propia
producción. Tampoco en los mensajes hay una constancia rigurosa.
Cada uno de los miles de millones de células nerviosas emite diferentes
señales en diferentes momentos, además, le influyen las señales que
recibe: la forma en que habla depende de cómo le hablen.

Uno de los neurotransmisores es una sustancia de estructura parecida


a la del opio, conocida como endorfina. Las endorfinas pueden aliviar el
dolor, producir euforia en ciertas circunstancias, o bien actuar como
sedantes. Después de haber sido segregadas por ciertas células nerviosas
del cerebro, las endorfinas pueden hacer su trabajo en las inmediaciones
de su lugar de origen, pero también pueden hacer largos viajes y llegar
hasta otras células más alejadas para producir una sensación de
bienestar o aliviar el dolor.

Se han obtenido en laboratorio ciertas sustancias capaces de imitar en


mayor o menor medida la operación de algunos de estos
neurotransmisores. Algunos afectan el estado anímico de una persona, o
sirven de una manera u otra para dar a los pacientes un tratamiento
benéfico, pero la forma en que actúan los fármacos en comparación con
el funcionamiento natural, delicadísimo y sutilmente afinado, de los
neurotransmisores cerebrales.

Otras combinaciones de neurotransmisores se relacionan con la


memoria. Una teoría nos sugiere que son ellos los que nos dan la
capacidad de tener varios tipos de memoria: hay una memoria para las
habilidades y los procedimientos, que almacena hábitos o funciones
relacionadas con el “cómo-se-hace” algo. Hay una memoria declarativa,
que almacena fechas, números y otras cosas que uno dice tras haber
expresado: “Recuerdo que…” Gracias a los dos tipos de memoria, uno
puede recordar como se anda en bicicleta o se juega al tenis, y también
lo que le pasó el día que cumplió los dieciséis años.
Nuestros recuerdos se derivan en parte de nuestras propias
experiencias vitales. Surgen de las capacidades del cerebro, que
permiten que nuestras experiencias sean recibidas, codificadas,
almacenadas, recuperadas e interpretadas. Cuanto más vasta es nuestra
experiencia, tanto más tiene para almacenar el cerebro y por
consiguiente, más debe interpretar.

¿De qué manera seleccionamos toda esta información para que,


cuando tenemos que abordar una tarea específica, no nos abrume y
confunda la cantidad de conocimientos que tenemos acumulados?
¿Cómo apartamos las señales que son inmediatamente significativas y
útiles de todo el “ruido” que hay en la memoria?

Gradualmente estamos aprendiendo a reducir un tanto esta


complejidad. En el proceso, hemos ido descubriendo que podemos
entender un poco mejor qué es lo que pasa en el cerebro humano y
cómo podemos usar de manera más práctica esos poderes
impresionantes. Ya me he referido brevemente a un campo de reciente
investigación – la del llamado split brain -, que nos proporciona un
acceso al entendimiento de las funciones de nuestros dos cerebros, y de
la posibilidad de alcanzar un máximo aprovechamiento de nuestra
mente.

Los científicos que investigan estos temas han demostrado de qué


manera el hemisferio izquierdo difiere del derecho, y cómo se relaciona
con él, especialmente en pacientes que han sufrido ataques, se han
sometido a cirugía cerebral o padecen algún otro problema neurológico.
Los estudios de los doctores Sperry, Gazzaniga y otros investigadores
han comprobado que ambos hemisferios tienden a tener funciones
características. Y cada conjunto de funciones es importante para que
podamos tener una experiencia plenamente integrada del mundo en
cuánto seres humanos.

En el caso de las personas que usan la mano derecha, el hemisferio


izquierdo del cerebro actúa a la manera de un “super-agente de prensa”.
Procura encontrar sentido en esa enorme cantidad de información, tanto
nueva como almacenada; el hemisferio izquierdo selecciona y
categoriza la información. Extrae conclusiones y formula predicciones.
Para facilitarse esta función ilativa el hemisferio izquierdo recurre a sus
amplios depósitos de habilidades analíticas, lógicas y verbales. El hecho
de que podamos verter nuestros pensamientos al lenguaje y dar razones
precisas de por qué hacemos las cosas es en gran medida un resultado
directo de esta función del lado izquierdo del cerebro.
Este lado del cerebro nos presta, pues servicios inapreciables. Sin él
no podríamos desempeñarnos eficazmente como seres humanos. La
mente humana alberga demasiada información como para que podamos
manejarla en su totalidad, y el hemisferio izquierdo nos ayuda,
momento a momento, a seleccionar lo que es importante que sepamos.

Lamentablemente, esta función del lado izquierdo es tan importante


que tendido a hacer sombra al papel que corresponde al hemisferio
derecho. Y sin embargo, al lado derecho le cabe un papel clave en la
plasticidad mental humana, en nuestra capacidad para cambiar pautas y
hábitos de pensamiento profundamente arraigados. Y tiene un papel
clave en el funcionamiento del Principio de la Maxi-Mente.

El hemisferio derecho sirve como centro de muchas de nuestras


funciones mentales intuitivas y creativas. Muchas veces, uno tiene una
intuición o una idea que aparentemente viene “no se sabe de dónde”.
Uno sabe que la idea es válida, pero no llegó a ella mediante ningún
proceso lógico ni analítico. Lo más probable es que esa idea haya
llegado a la mente por la acción de los neurotransmisores del hemisferio
cerebral derecho. Muchas de nuestras capacidades y funciones artísticas
entre ellas la capacidad de percepción espacial de las cosas, suelen estar
radicadas en el hemisferio derecho. Entonces, después de recibir este
tipo de aporte, el hemisferio derecho le pasa la información al izquierdo
para que la interprete, haga la selección y extraiga las inferencias del
caso. Específicamente la información pasa a través del llamado cuerpo
calloso, que conecta ambos hemisferios.

De hecho, el funcionamiento de los hemisferios cerebrales no es más


que un ejemplo de lo que el doctor Michael Gazzaniga ha llamado los
“módulos” del cerebro. Hay tareas específicas que tienden a ser
abordadas por determinadas partes del cerebro más bien que por otras.
Una parte se especializa en imágenes mentales; otra se concentra en las
funciones auditivas; puede haber otra que se ocupe principalmente de
los sentimientos.

Pero usted se estará preguntado qué tiene que ver todo esto con su
capacidad de cambiar sus malos hábitos y de cultivar formas nuevas y
constructivas de auto disciplina.

El problema con que todos tropezamos es que ciertos módulos del


cerebro son tan fuertes, y sus pautas de funcionamiento están tan
profundamente arraigadas, que tienden a controlar a los otros. Este es,
en particular, un problema que parece haberse planteado muchas veces
en la relación entre ambos hemisferios, el izquierdo y el derecho. Al
lado izquierdo del cerebro, con sus poderosas capacidades de análisis y
su poder de extraer inferencias convincentes, se lo puede describir en
este contexto como una especie de “pequeño dictador” que tiene
sometido al lado derecho. Muchas de nuestras funciones intuitivas y
creadoras, como también gran parte de la información que necesitamos
tener y usar para introducir en nuestra vida cambios positivos, han
estado efectivamente esclavizadas por la “autoridad” racional del
hemisferio izquierdo. Se podría decir que estamos prisioneros del lado
izquierdo del cerebro.

Entonces, es posible caracterizar nuestro objetivo como una especie


de revolución mental interna: debemos derrocar la hegemonía del
hemisferio izquierdo y permitir que el derecho se libere y asuma la
estatura que le cabe en el proceso pensante. De esta manera podemos
abrigar la esperanza de abrir la puerta de nuestra vida a un nuevo
conocimiento y a cambios benéficos.

Pero ¿cuánto cambio podemos esperar de nuestros cerebros, y cuáles


son los procedimientos mediante los cuáles se produce?
3

Los canales del cambio

Los hábitos, las pautas de pensamiento y las actitudes que influyen


sobre nuestra manera de pensar y de conducirnos no son nada que
tengamos grabado en nuestra cabeza como en una losa de hormigón. Por
el contrario, la mente es en todos nosotros algo maleable, capaz de
dejarse imprimir formas y disposiciones nuevas, como una delicada
escultura viviente.

Tal como hemos visto, el hemisferio izquierdo del cerebro – esencial


e importante como es en su función de ayudarnos a llevar una vida
eficaz y con sentido- tiende a interferir con los esfuerzos que hacemos
por cambiar. En cierto sentido, el hemisferio izquierdo puede actuar
como una especie de guardián intelectual rígido, que desbarata cualquier
maniobra que realizamos para cambiar, mejorándolos, nuestros hábitos
y disciplinas personales.

No se trata de que el hemisferio izquierdo sea naturalmente malo, una


especie de enemigo con quien tenemos que enzarzarnos en una lucha a
muerte. Se trata, más bien de que ha sido condicionado para pensar de
que ciertas cosas son buenas para nosotros en cuánto seres humanos,
cuando de hecho son cosas que pueden ir en detrimento de nuestro
crecimiento y de nuestro bienestar.

Un ejemplo de cómo “cuida” su dominio el hemisferio izquierdo nos


lo proporciona una teoría que en la profesión psicológica se conoce
como “disonancia cognoscitiva”, y que es el concepto formulado por el
doctor Leon Festinger, pionero de la psicología social, de que cuando
una creencia y un comportamiento están en conflicto, la creencia debe
cambiar para adaptarse al comportamiento o el comportamiento debe
cambiar para estar de acuerdo con la creencia. El hemisferio izquierdo
al hallarse frente a un conflicto relacionado con la creencia, se ve
impulsado a buscarle algún sentido, a establecer alguna forma
coherencia entre nuestros valores y nuestras acciones. Y generalmente,
según Festinger, lo que cambia es la creencia.

En un experimento que ayudó a llegar a esta conclusión participó un


grupo de estudiantes a quien se le preguntó qué les parecía hacer
trampas. Algunos dijeron que eso les parecía muy mal, en tanto que
otros respondieron que, en realidad, la cosa no era tan grave.

Posteriormente, a todos los estudiantes se les tomó un examen en el


que era muy fácil de hacer trampa, de una manera que era imposible
descubrir, aunque en realidad los investigadores podían determinar
quiénes lo hacían y quiénes no. Los que dirigían el estudio comprobaron
que, aun cuando muchos habían dicho inicialmente que les parecía mal
hacer trampa, de hecho la hicieron al verse frente a una oportunidad
fácil. Luego, una vez terminado el examen se les volvió a preguntar a
todos los estudiantes qué pensaban acerca de hacer trampas.

¿Los resultados? Los que la primera vez habían dicho que estaba mal
hacer trampa, pero efectivamente la habían hecho ahora dijeron que no
era tan malo. En otras palabras, los valores y las acciones terminaron
por conformarse unos a otros al entrar en conflicto con la situación de
tener que afrontar directamente la cuestión de hacer trampa.

En esta situación, el hemisferio izquierdo intervino intentando


encontrar algún sentido en el difícil reto que se les planteaba a los
estudiantes. Mediante un proceso de racionalización, los que al hacer
trampa violaban sus propias creencias encontraron razones para
modificar sus valores. Además de decidir que lo que habían hecho no
estaba tan mal, el razonamiento parece haber sido: “Si en una situación
así todo el mundo hace trampa, también puedo hacerlo yo. Puede que no
sea perfecto, pero sigo siendo una buena persona”.

Los sistemas de valores de algunos estudiantes cayeron atrapados en


la necesidad del hemisferio izquierdo de mantener la coherencia lógica.
Y este no es más que un ejemplo de un problema cuyo alcance es
mucho mayor. De manera muy semejante a ésta, el hemisferio izquierdo
puede aprisionarnos con otros problemas como las fobias.

Supongamos, por ejemplo, que está usted en la cola de un


supermercado, con la desagradable sensación de la multitud que se
agolpa a su alrededor, y empieza a sentir que le duele el estómago.
Además, una vez fuera el dolor del estómago no se le va y usted se pasa
la noche descompuesto.

Es muy posible que el lado izquierdo del cerebro establezca una


relación entre el dolor y la cola en el supermercado, y le sugiera el
siguiente mensaje: “No tengo que hacer cola en supermercados, porque
si la hago, la experiencia será desagradable. Esta conclusión puede ser
completamente errónea. Es probable que no haya relación alguna entre
el hecho de haber estado en la cola del supermercado y aquel dolor de
estómago, pero si la actividad de su hemisferio izquierdo consigue
llevarlo a esa conclusión, podría ser que usted termine por tener miedo
de hacer cola en un supermercado.

Evidentemente, este ejemplo es simplista; no es probable que a usted


le pase algo igual. Una experiencia más común se da con las
aglomeraciones y con las colas en los aeropuertos. Hay personas que les
enferma viajar porque en los aeropuertos han tenido una serie de
experiencias desagradables, exacerbadas quizá por otros problemas
diferentes, pero que coincidieron en aquellos precisos momentos. Estas
personas pronto comienzan a asociar los aeropuertos con circunstancias
desagradables que les producen angustia, y como resultado de ello,
comienzan a ponerse nerviosas y a sentirse incómodas ante la sola idea
de encaminarse al aeropuerto.

Muchas fobias pueden originarse de esta manera, es decir, como


resultado directo de las interpretaciones y deducciones que hace el
hemisferio izquierdo a partir de las circunstancias y de los sentimientos
que experimentamos.

Sin embargo, la gente que las padece no está condenada a seguir


siendo siempre esclava de sus miedos. Como veremos en el capítulo
siguiente, muchas formas de psicoterapia y psicología conductista han
ayudado a la gente a cambiar sus pautas de funcionamiento cerebral de
modo tal que las fobias empiezan a atenuarse y hasta llegan a
desaparecer. He comprobado que una forma de tratar con éxito las
fobias consiste en hacer que el individuo practique regularmente la
Relajación durante varias semanas e incluso meses. Cuando este hábito
ha llegado a arraigarse es mucho más fácil corregir las falsas
interpretaciones que son parte de la situación que genera el miedo y
enfrentar los problemas de la forma más constructiva.

En otras palabras, el cerebro es realmente capaz de adaptarse para


superar muchas de estas trabas emocionales que nos limitan. Ahora bien
en términos físico, ¿cómo sucede esto?

CÓMO SE PRODUCE LA TRANSFORMACION MENTAL

Dicho brevemente, es probable que la consecución de un rendimiento


máximo de la mente funcione más o menos así: cuando cambiamos
nuestras pautas o modelos de pensamiento y de acción, las células
cerebrales comienzan a establecer conexiones adicionales, a hacer
“instalaciones” nuevas. Estas nuevas conexiones se comunican de
maneras nuevas con otras células, y entonces las “instalaciones” o vías
nerviosas que mantenían vivo el hábito negativo o la fobia son
reemplazadas o alteradas.

Otro ejemplo, si usted decide que quiere aprender a jugar al tenis,


puede tomar lecciones y pasarse las horas en las pistas, practicando las
jugadas y puliendo su capacidad física. Durante este proceso, las células
cerebrales que controlan este tipo particular de habilidad establecen
conexiones nuevas que le permiten a usted jugar mejor de cómo jugaba
cuando empezó.

Lo mismo pasa con el proceso de pensamiento. Si usted no hace


ningún esfuerzo por cambiar de manera de pensar o de cultivar
habilidades o disciplinas nuevas, las células cerebrales no llegarán
jamás a establecer las conexiones o pautas nuevas que para ello se
requiere. De modo similar, si no se esfuerza por mantenerlas, esas
nuevas pautas de pensamiento y habilidades físicas irán disminuyendo.
Por lo que al cerebro se refiere, es cuestión de “o lo usas o lo pierdes”.

Lo que ayuda y, a la vez fundamenta este proceso de cambio en el


cerebro es el hecho básico de que se trata de un órgano maleable y
adaptable. El sistema nervioso que incluye nuestros poderes mentales,
no es inmutable. No es algo imposible de cambiar, con hábitos, modelos
de pensamiento y habilidades fijados de una vez para siempre. Por ende,
no hay absolutamente ninguna razón por la cual usted no pueda hacer
progresos considerables con todos los programas de autoayuda que le
resultaban tan difíciles. Realmente, usted puede alcanzar muchas de las
mejoras que usted siempre había querido lograr en su salud, en su
espiritualidad y en las demás dimensiones de su vida. Una de las claves
de este cambio es aprender a eliminar la nociva dictadura del cerebro
izquierdo y a armonizar mejor los dos hemisferios cerebrales.

El mecanismo básico que favorece estos procesos de cambio es la


Relajación, es la puerta fisiológica que le abrirá el camino para cambiar
sus pautas de pensamiento y su vida.

De diversas maneras, la Relajación prepara el camino para esos


benéficos cambios cerebrales. Ante todo las mediciones que hemos
efectuado en personas que están practicando la Relajación demuestran
que este fenómeno excluye los aspectos que crean confusión, estrés o
angustia de lo que se llama comúnmente la “reacción de ataque-o-fuga”.
Al activarse esta reacción, es decir, cuando uno está exaltado,
angustiado o enojado ante un reto o una situación difícil, el cuerpo
segrega ciertas hormonas llamadas catecolaminas, que lo “aceleran”,
preparándolo para enfrentar en forma rápida y decidida la amenaza
percibida.

Para el hombre primitivo, cuando el peligro de encontrarse cara a


cara con un animal salvaje, era cosa de todos los días este tipo de
respuesta era muy útil. En nuestra época, sin embargo, la reacción de
ataque-o-fuga tiende a ponernos más nerviosos e incómodos, e incluso a
ser dañina. ¿Por qué? Como ya no utilizamos los recursos físicos, la
huída o la pelea, que originariamente permitirían gastar las energías
provenientes de los cambios hormonales que se producen en el cuerpo
en estas situaciones, nos sentimos tensos e incómodos, y nuestra
capacidad de lograr un cambio útil en nuestra vida disminuye o
desaparece por completo.

Tal como cabía esperar, la reacción de ataque-o-fuga tiende a


dispararse por obra de las conclusiones poderosas y casi automáticas, a
que llega el lado izquierdo del cerebro, por ejemplo, “es un tigre…hay
que huir” o “es un enemigo… hay que luchar”. Pero la Relajación puede
ayudarnos a superar estas reacciones tan arraigadas y que ahora, con
frecuencia, son inadecuadas y puede desconectar o impedir este tipo de
reacción desproporcionada a las circunstancias. La Relajación no altera
en forma significativa la excitación requerida cuando se presenta un
verdadero peligro o una situación apremiante. En una verdadera crisis,
el riesgo real de las circunstancias anula los efectos de la Relajación,
probablemente porque lo que está en juego es la supervivencia.

Además la Relajación también estimula una importante actividad


cerebral que intensifica la comunicación entre los dos hemisferios del
cerebro. Se ha confirmado, mediante estudios científicos, que durante el
proceso de la Relajación los dos lados del cerebro comienzan a
interactuar más, como lo evidencia la similitud de las pautas de ondas
cerebrales que se observan simultáneamente en el hemisferio izquierdo
y en el derecho. En los electroencefalogramas de individuos que estaban
entregados a la práctica de la Relajación, los investigadores han
descubierto que en esos momentos hay, entre ambos lados del cerebro,
una mayor coherencia de las frecuencias de ondas cerebrales alfa y
theta.
Lo más importante de todo esto es que este estado mental prepara la
escena para cambios significativos. Entre otras cosas, parece que fuera
más fácil pensar en forma creativa cuando el cerebro está funcionando
con mayor sincronización entre sus dos mitades. Entonces, uno puede
examinar y usar con más facilidad la información que aportan tanto el
lado izquierdo como el derecho del cerebro, sin la interferencia de
pensamientos ajenos que en otras circunstancias podrían estorbar. Es
decir, que cuando uno se encuentra en este estado de comunicación
intensa entre ambos hemisferios, es más fácil procesar la información y
considerar las situaciones de manera nueva e innovadora. Dicho de otra
manera, se produce entonces una “receptividad” o “plasticidad”
cognoscitiva en la cual cambia efectivamente su manera de ver el
mundo.

Esta plasticidad se utiliza en el proceso de la hipnosis. Nuestras


investigaciones han demostrado que para pasar a lo que se llama el
estado hipnótico, lo que primero que se provoca es la Relajación.
Después el hipnotizador puede sugerir diversas acciones al individuo a
quién está hipnotizado. Entre las sugerencias puede incluirse la de
recordar acontecimientos aparentemente olvidados o la de realizar
ciertos movimientos, como puede ser la levitación de un brazo.

Es un hecho interesante el que muchas personas que han logrado la


Relajación – y experimentado una mejor comunicación entre los dos
lados del cerebro- expresan la experiencia como una especie de
“totalidad”. Se valen de expresiones como “sin limitaciones”,
“correlación infinita”, “bienestar” y “más despiertos”. Además quienes
se encuentran en ese estado tienden a percibir con mucha mayor
intensidad la riqueza de detalles en el medio donde se hallan.

Con frecuencia, la gente dice que es un estado indescriptible, que está


más allá de las palabras y del lenguaje y que sólo es posible sentirlo, no
describirlo. En su forma más intensa, este tipo de experiencia es lo que
se conoce como una “experiencia cumbre”, y para el caso es lo mismo
que se esté hablando de una revelación espiritual, de un logro deportivo
de un importante progreso intelectual.

El profesor Stanley R. Dean, profesor de psiquiatría en las


Universidades de Miami y Florida, caracteriza a este tipo de experiencia
cumbre como algo que produce una transmutación suprahumana de la
conciencia, que se resiste a la descripción. Definitivamente embriagada,
la mente es literalmente presa del vértigo de sí misma a tientas,
penosamente, busca palabras que tengan la grandeza y la exaltación
suficientes para expresar la visión trascendental. Pero hasta ahora no
hemos encontrado las palabras adecuadas.

Dean cita luego un pasaje de uno de los Cuatro cuartetos, de T. S.


Elliot, aun cuando el poeta lo usa en otro contexto:

Las palabras se cansan,


Restallan y a veces se rompen bajo la carga,
Resbalan, vacilan, perecen bajo la tensión,
Se desmoronan con la impresión,
No quieren mantenerse en su lugar,
No quieren estarse quietas.

Por supuesto que nadie tiene experiencias cumbres en forma


constante. De hecho, muchas personas no llegan a las cimas mentales o
espirituales que otras pueden alcanzar. Pero no importa a dónde pueda
llegar usted; es incuestionable que será más capaz de mejorar su vida
con sólo que pueda aprender a aumentar la coherencia entre los lados
izquierdo y derecho del cerebro, mediante el buen uso de la Relajación.

EL FACTOR FE

Otro factor importante que le permite a uno cambiar su cerebro y su


vida, y al que ya he aludido antes brevemente, es la intensidad del
sistema personal de creencias.

El cerebro reacciona y cambia cuando en la vida cobran importancia


una convicción y una fe personal profundas. Nuestras creencias y
convicciones son parte de nuestros pensamientos y, por ende, parte de
nuestro cerebro. Cuando pensamos o actuamos por una convicción
profunda, estamos recurriendo a una “instalación cerebral” ya existente.
Por lo tanto, sentimos que lo que estamos haciendo es auténtico y
correcto, nos sentimos cómodos cuando operamos apoyándonos en los
cimientos de convicciones profundamente arraigadas.

En estas circunstancias, las nuevas pautas de pensamiento y de


acción se pueden adquirir mucho más pronto. Las “vías” ya están, por
decirlo así “engrasadas”, y las nuevas pautas se instalan con más
facilidad. De esa manera, los neurotransmisores pueden transmitir más
fácilmente los mensajes, lo que a su vez simplifica el desarrollo de los
nuevos procesos de pensamiento y de las disciplinas y habilidades
nuevas. Si bien son muchos los factores que contribuyen al desarrollo de
esas nuevas vías, surcos y configuraciones de la “instalación” en el
cerebro, la creencia sigue siendo a menudo la fuerza impulsadora
primaria. Lo que en las investigaciones médicas se conoce como “efecto
placebo” es un buen ejemplo del poder de las creencias en las
interacciones mente-cuerpo.

Este fenómeno que describí tanto en El efecto mente/cuerpo como en


La Relajación, tiene tres componentes esenciales: las creencias y
expectativas del enfermo, las creencias y expectativas del médico,
profesional sanitario o sanador, y las creencias y expectativas inherentes
a la relación del profesional sanitario con el enfermo, o del sanador con
el enfermo.

Para descubrir tal poder de las creencias del paciente, los


investigadores estudiaron a un grupo de mujeres que sufría de náuseas y
vómitos durante el embarazo. Para empezar se les pidió que se traguen
uno pequeños globos intra-gástricos, que medían las contracciones del
estómago. Estos detectaron las ondas características de la náusea y del
vómito. Después se les administró una sustancia que, según se les dijo,
les curaría ambos síntomas, pero en realidad lo que se les dio era jarabe
de ipecuana, un fármaco que se usa con frecuencia para provocar el
vómito.

¿Los resultados? En este caso la creencia triunfó sobre las fuerzas


físicas y la medicina. Como las pacientes creían que estaban tomando
una medicación contra las náuseas, a muchas de ellas les desaparecieron
las náuseas y los vómitos; además, según las mediciones del globo,
también las contracciones del estómago se normalizaron. Aquí tenemos
una situación en que la fe en una sustancia llegó a invertir, en los
hechos, la acción fisiológica del fármaco. La “instalación” del cerebro
demostró ser más poderosa que la droga.

Un ejemplo afín, pero más negativo, del poder de las creencias sobre
el cerebro se refiere a un tipo de muerte súbita, que es el que se da entre
las víctimas de diversos delitos. Hay veces en que el miedo agudo, o
incluso el terror inducido por la creencia llega a liberar en el torrente
sanguíneo cantidades muy grandes de noradrenalina, hormona
relacionada con el estrés y que puede tener efectos físicos devastadores.
La liberación excesiva de esta sustancia puede desencadenar una serie
de pasos bioquímicos que provocan terminan enormes cambios en el
músculos cardíaco, y causando la muerte. Un estudio científico
demostró que, de acuerdo con las respectivas autopsias, de quince
sujetos que murieron a causa de agresión física, once no tenían ninguna
lesión interna. Lo que habían sufrido era un fenómeno conocido como
degeneración miofibrilar, un tipo de lesión del músculo cardíaco.

Este podría ser el mismo proceso, por el cual en algunas sociedades


primitivas, ocurren las muertes por vudú. Cuando un poderoso médico-
brujo sanciona con una maldición a un individuo, es frecuente que éste
muere poco después. Lo que lo mata más que ninguna otra cosa, es su
convicción de que va a morir. De modo similar, el hecho de que haya
personas de que mueren durante una agresión es resultado de su miedo
al daño que puede provocarles el asalto, más que del asalto mismo.

Otros estudios han demostrado que la creencia del médico o del


sanador también es sumamente importante. A un grupo de médicos que
trabajaban para una compañía le dieron el mismo tranquilizante, pero
con dos marcas distintas, de las cuales sólo una era de su compañía,
pidiéndoles que efectuarán pruebas con ambas.

Los resultados demostraron que la sustancia que llevaba el rótulo de


la propia compañía fue más eficaz que la otra marca, por más que entre
las dos no hubiera otra diferencia que la del nombre. En pocas palabras,
que la fe de los médicos en su propio producto representaba, al parecer,
una diferencia en la forma en que éste actuaba sobre los pacientes.

Un ejemplo del tercer elemento en el efecto placebo –el poder de la


relación médico-enfermo- se encuentra en un estudio que se llevó a cabo
en el Hospital General de Massachusetts con dos grupos similares de
enfermos a quienes se estaba preparando para cirugía, y que recibieron
un trato diferente del anestesista. A uno de los grupos se les dieron
explicaciones rápidas y someras. Con el otro grupo, el mismo
anestesista se condujo de manera mucho más cálida y afectuosa. Se
sentó en la cama para explicar detalladamente en que consistía la
operación, explicándoles el tipo e intensidad de dolor que cabía esperar,
y les dio, en general, mucho más apoyo. Estableció sólidamente la
relación médico-paciente, y como resultado, los pacientes llegaron a
tener confianza y fe positiva en su médico.

Después todos los pacientes fueron sometidos a los procedimientos


quirúrgicos y post-quirúrgicos del caso. A todos se les permitió recibir
tantos analgésicos como pidieron. Durante esta fase, estuvieron al
cuidado de personal del equipo hospitalario que no sabía a qué grupo
pertenecían los pacientes, o incluso que no tenían conocimiento de que
se estuviera haciendo un estudio.
Terminado éste, los investigadores comprobaron que los pacientes
que habían recibido un trato cálido y afectuoso pidieron la mitad de los
analgésicos que el otro grupo. Además, los que habían tenido una
relación médico-paciente positiva fueron dados de alta, como promedio,
dos y medio antes que los del otro grupo.

En cada una de estas situaciones, es evidente el poder de las


creencias sobre la curación. La mente comienza a funcionar
independientemente de la medicación y de otros factores, y cobra
efectivamente una vida propia que influye sobre las reacciones
corporales. En pocas palabras, que las creencias son capaces de influir
sobre la mente, y de transformarla con resultados espectaculares.

¿CUALES SON LOS LIMITES DEL CAMBIO?

¿Cuáles son en última instancia, los límites a nuestro intento de


cambiar nuestras pautas de pensamiento y nuestra vida?

Es un hecho que el individuo puede cambiar muchísimo, pero si a los


cuarenta años alguien quiere hacerse músico, lo más probable es que no
pueda convertirse en un moderno Beethoven o Mozart. Si usted quiere
aprender a jugar al tenis, probablemente no podrá competir con Ivan
Lendl o una Martina Navratilova. Algunas habilidades hay que empezar
a cultivarlas desde temprana edad si uno quiere alcanzar el máximo de
sus potencialidades. E incluso si realmente se empieza temprano, hay
limitaciones genéticas a lo que puede lograr cada uno.

Yo Mozart

Antes Después Antes Después

Algo Mucho

CAPACIDAD MUSICAL

Para entender cuáles son los límites genéticos que pueden condicionar
los cambios cerebrales, es útil imaginarse una línea horizontal por cada
aspecto del comportamiento o del pensamiento que a uno le interese
transformar.
Supongamos, por ejemplo, que usted quiera cultivar su capacidad
musical aunque tiene ya una edad mediana. Al lado izquierdo de la línea
puede escribir las palabras “Yo-Antes”, para indicar en qué nivel está su
capacidad antes de empezar a adquirir esa habilidad nueva. Al lado derecho
de la línea podría escribir “Mozart”. Y luego en algún lugar intermedio,
puede anotar “Yo-después de cinco años de trabajar y estudiar mucho”.

Dicho de otra manera: decididamente, usted tiene la potencialidad de


mejorar su capacidad natural con cierto esfuerzo y disciplina. Pero por más
que se esfuerce a esta altura de su vida, es probable que jamás se aproxime,
en esa línea, a los logros de Mozart, que para empezar, nació con dones
excepcionales. Por otra parte está la esperanza de que, si pone usted en la
disposición anímica adecuada y confía en el Principio de la Maxi-Mente,
reforzará sus probabilidades de alcanzar grandes logros,
independientemente de su edad y de sus capacidades innatas.

Uno de los problemas más enigmáticos y misteriosos con que se


enfrentan los investigadores de la función cerebral es la distinción entre la
mente y el cerebro. ¿Son los dos la misma cosa? ¿O la mente está hecha
características que van más allá de la estructura física del cerebro?

A lo largo de años, este punto ha sido sumamente discutido. Hay


quienes sostienen que la mente es la suma total de las capacidades físicas
del cerebro: nada más ni nada menos. Pero sir John Eccles, Premio Nóbel
de Medicina en 1963, ha rechazado esta visión mecanicista de los procesos
pensantes del hombre. Eccles no cree que el poder la mente se apoye
exclusivamente en las células nerviosas, las dendritas, las sinapsis y los
neurotransmisores, sino que más bien sostiene: “Creo que hay un misterio
fundamental en mi existencia, que trasciende cualquier explicación
biológica del desarrollo de mi cuerpo (que incluye mi cerebro) con su
herencia genética y su origen evolutivo”.

Y sigue argumentando: “Si digo que la peculiaridad del ser humano no


se deriva del código genético ni de la experiencia, entonces, ¿de qué se
deriva? Mi respuesta es la siguiente: de una creación divina. Cada ser
humano es una creación divina”.

En la misma vena expresó William Penfield, el famoso neurocirujano


canadiense, en su libro The Mistery of Mind (el misterio de la mente), que
probablemente el funcionamiento de la mente será siempre imposible de
explicar basándose únicamente en las acciones químicas o eléctricas en el
cerebro y en el sistema nervioso.
“La mente es independiente del cerebro- declaró- El cerebro es un
ordenador, pero está programado por algo que es externo a él, la mente”.

Roger Perry, el ganador del Premio Nóbel a quién se debe buena parte
de las investigaciones sobre el split brain, no va tan lejos como Eccles ni
como Penfield, pero llega a la conclusión de que la mente “es el logro que
corona unos quinientos millones de años –o más- de evolución”. Sugiere
también que la mente es más que la suma de los mecanismos y
componentes físicos del cerebro. En otras palabras, así como el oxígeno y
el hidrógeno se combinan para producir agua, que es totalmente diferente
de sus componentes, también las partes del cerebro se combinan para
producir una mente que trasciende sus cimientos puramente moleculares.

Cabe preguntarse si es posible definir la “mente”.

En términos científicos, simplemente no podemos ser definitivos. Con


seguridad, la mente reside en gran parte en el cerebro; en muchos sentidos
parece, también, que trasciende los componentes individuales del cerebro.
Los grupos religiosos han reconocido desde hace tiempo esta característica
trascendente de nuestra conciencia, y por eso usan expresiones como “el
espíritu humano” u otras formas de lenguaje metafísico. Entre la institución
religiosa y este fenómeno de la mente existe un vínculo, que da la
impresión de trascender de algún modo lo físico, y en este sentido me
parece interesante observar que la forma más frecuente y más efectiva de
alcanzar la Relajación, con todos sus beneficios psicológicos, ha sido
mediante diversas formas de plegaria.

Está claro que hemos alcanzado ya algunas fronteras del pensamiento y


del entendimiento científico. Aunque sea mucho lo que no sabemos y quizá
nunca sepamos, en lo referente al funcionamiento del cerebro y de la
mente, creo que tenemos justificación suficiente para reconocer –e intentar
utilizarlo- el fenómeno que he denominado el Principio de la Maxi-Mente,
es decir, la capacidad de los seres humanos para abrirnos paso a través de
hábitos y formas de pensamiento arraigados, y transformar nuestra vida.
Los rasgos fundamentales de este principio, tal como lo hemos visto
incluyen:

-La capacidad para superar la “dictadura” del lado izquierdo del cerebro
y para aumentar la comunicación y la coherencia entre los hemisferios
izquierdo y derecho.
-La plasticidad del cerebro, o su capacidad de ser moldeado y
configurado mediante la transformación de las células y la instalación de
vías nuevas;

-El papel central de las creencias en el desencadenamiento de cambios


importantes en el cerebro y en la mente; y

-El papel de eje que desempeña la Relajación para ayudar a abrir la


puerta a transformaciones capaces de cambiarnos la vida.

Ahora, teniendo bien presentes estos puntos básicos consideremos


algunas formas prácticas en que usted puede usar el Principio de la Maxi-
Mente para cambiar su vida.
Segunda parte

Cómo cambiar su vida


4

El sistema de autoayuda fundamental

Vivimos en lo que se podría llamar una sociedad basada en la


autoayuda: somos muchos los que nos centramos principalmente en ciertos
problemas personales que tenemos, y estamos constantemente buscando
manera de solucionarlos. Nos fascinan las técnicas y los programas
prácticos muchos de los cuales se nos ofrecen en diversos libros y revistas
de gran difusión popular, en forma de guías que nos proporcionan
orientaciones o principios. La verdad es que los libros de autoayuda son
tantos que ya necesitan una sección especial en las librerías.

En el fondo, esta insistencia en el intento de mejorar no tiene nada de


malo. A decir verdad, si fuéramos más los que nos preocupásemos por
eliminar nuestros defectos y malos hábitos, y por cultivar disciplinas
nuevas y constructivas, este mundo sería sin duda mejor.

Pero, ¿por qué es tan frecuente que los programas de auto mejoramiento
se frustren? Quizá la respuesta resida en por lo menos dos problemas
importantes que suelen plantearse con cualquier programa de autoayuda.
Por una parte, puede que nos falte disciplina para perseverar en el régimen
de autoayuda hasta experimentar realmente algún cambio en nuestra vida.
Y por otra, los esfuerzos por transformar la vida que se descontrolan y
convierten en obsesiones pueden hacer más mal que bien. La verdad es
que, como veremos en otro capítulo, abrirse a cambios significativos
mediante un programa de meditación no supervisado puede ser realmente
peligroso.

ALGUNAS REGLAS ELEMENTALES PARA LA


AUTOSUPERACION

Para iniciar un método seguro y eficaz de auto superación, me permitiré


sugerirle que siga tres reglas básicas que harán rendir al máximo sus
esfuerzos, ayudándole a incorporar su vida el Principio de la Maxi-Mente.

Regla n° 1: No intente reemplazar un sistema básico de creencias por el


programa de autoayuda
Puede haber problemas con el seguimiento de programas de autoayuda
si éstos no son más que sustitutos de una búsqueda auténtica de un
significado más profundo de la vida. Muchas veces la gente se embarca en
un programa de mejoramiento personal en un esfuerzo consciente o
inconsciente, de encontrar una visión de mundo amplia y gratificante. El
intento puede ocultar incluso un deseo de burlar a la muerte y alcanzar la
inmortalidad.

Una persona que comienza queriendo ponerse en buenas condiciones


físicas puede terminar convirtiéndose en un adicto de la cultura física que
dedica todas sus horas de vigilia al ejercicio y la dieta, además de lecturas
múltiples sobre el tema. He conocido personas –y usted también, estoy
seguro- que han llegado a estar tan obsesionados con la forma física que
descuidan otras preocupaciones y responsabilidades importantes, sus
compromisos familiares pongamos por caso. Algunos maratonistas, por
ejemplo, terminan creando una situación familiar crónica de auténtica
“viudez”, en que el cónyuge se queda solo en casa mientras el obsesivo se
entrena o participa en carreras. Cuando un régimen de autoayuda se
descontrola de esta manera, los resultados pueden ser tremendos.

Sé de un caso en que un profesional, a quién llamaremos Guillermo, se


obsesionó a tal punto con la idea de mejorar sus tiempos de maratonista que
al final de cada día se pasaba dos horas o más entrenándose. Guillermo
estaba casado, y tenía tres hijos, pero comprobó que no tenía tiempo
suficiente para dedicarle a su familia… por lo menos, si quería seguir con
aquel programa de ejercitación.

Si usted no es corredor ni atleta aficionado, tal vez se pregunte con


asombro en qué demonios está pensando un individuo así, para olvidarse de
su familia y pasarse todo el tiempo corriendo por las aceras. Pero si alguna
vez ha probado a hacer distancia, es probable que entienda un poco dónde
está el atractivo.

En parte, el interés de este tipo de deportes reside en que inducen la


Relajación. A medida que los pies del corredor de fondo golpean
rítmicamente el pavimento, se producen los efectos fisiológicos de la
Relajación, y la mente se abre más al cambio. Un estado así puede ser un
fenómeno muy apacible y placentero. Por eso los corredores en buenas
condiciones, después de haber estado corriendo durante quince o veinte
minutos, suelen sentir podrían seguir eternamente. De hecho, muchos
relatan una vivencia a la que se ha llegado a llamar el “cielo de corredor”.
Al parecer, a Guillermo, nuestro maratonista, las sensaciones
placenteras y la apertura mental que le daba acceso a niveles superiores del
condicionamiento físico le dieron la experiencia de un cambio de vida.
Guillermo no se había interesado para nada por el atletismo cuando era más
joven, y siempre se sentía incómodo junto a sus compañeros de tendencia
más deportiva. Muchas veces había querido mejorar su forma física, e
iniciarse en ese tipo de actividades, pero al parecer nunca tuvo la
motivación ni la capacidad atlética natural que se necesitan para
embarcarse con éxito en un programa de entrenamiento.

Sin embargo, cuando descubrió el maratón había encontrado por fin “lo
suyo”. Tras haber dedicado unas cuantas semanas a alcanzar un nivel
básico de condicionamiento, descubrió que realmente quería continuar con
el programa. Dicho de otra manera, después de haber dado el primer paso
hacia un cambio de vida, la regular experiencia de la Relajación en el acto
repetitivo de correr distancia, lo había abierto a nuevos cambios.

Casi antes de darse cuenta de lo que sucedía, toda su vida se había


transformado. Había reordenado sus prioridades y la distribución de su
tiempo de manera de poder dedicar dos horas diarias o más a correr.
Además, con frecuencia dedicaba todo el fin de semana a viajar fuera de la
ciudad, para poder participar en competiciones. De hecho su afición se
convirtió en su vida. Todo lo demás pasó a un segundo plano, incluso su
matrimonio y su familia.

En el caso de Guillermo, su mujer terminó por divorciarse. Al principio


él se quedó muy afectado y sin poder entender lo que pasaba. Al volver a
reflexionar sobre la situación, recordó que su mujer y sus hijos se habían
quejado y le habían pedido que dedicase menos tiempo a correr y más a
estar con ellos. Pero él, sin saber por qué, había supuesto que en realidad no
estaban tan afectados como a veces parecían. Además, estaba tan fascinado
por el cambio que se iba produciendo en su cuerpo y en su vida que sentía
que no podía interrumpir lo que, en realidad era un comportamiento
destructivo.

Es evidente que Guillermo se había zambullido en su programa de


autoayuda sin tener en cuenta todas las consecuencias. No había llegado a
evaluar la forma en que su condicionamiento físico y sus compromisos
como maratonista debían adecuarse a todos los aspectos de su vida.

Aunque no tuviera una fe religiosa determinada. Guillermo defendía la


importancia de ciertos valores familiares. Al volver a pensar en su
matrimonio deshecho, reconoció que si tuviera que volver a hacerlo todo
nuevo intentaría más bien promover una vida familiar feliz y estable que
sus aspiraciones atléticas de hombre maduro. Era indudable que la
actividad de corredor de fondo era sumamente importante para él: le había
dado un sentimiento nuevo de su propio valor, y había reforzado su
confianza personal. Pero dejó que su afición se le escapará de las manos y
siguió adelante con un programa de auto mejoramiento demasiado
exigente, que le dejaba muy poco tiempo y energías para el resto de sus
compromisos importantes.

Guillermo esperó demasiado tiempo sin hacer ningún intento de salvar


su vida familiar. Usted puede aprender de los errores de él. Es cuestión de
empezar por decidir cuáles son sus creencias básicas en la vida. Después,
hay que hacer que cualquier esfuerzo de autoayuda se conforme a esas
creencias. Si su programa de auto superación se convierte en la única razón
y objeto de su vida, en la fuente de su forma de entender la existencia, bien
puede encontrarse con que su vida cambia, pero para empeorar. Pero si el
programa de autoayuda se integra adecuadamente en un sistema de
creencias más amplio, es probable que encuentre usted que su vida se
vuelve mucho más gratificante.

Regla n° 2: Confíe en un guía mental máximo

En mis escritos anteriores he insistido en la importancia, para los que


creen en Dios, de practicar la Relajación en el contexto de una fe y una
tradición religiosa probadas y verdaderas. Creo que cuando una persona así
se introduce en programas cuyo objeto es transformar la vida y llevar al
máximo las potencialidades de la mente, se hace más importante que nunca
que se apoye en la religión tradicional.

En particular, es importante que una persona de inclinación religiosa, no


sólo confíe, en general, en una fe religiosa establecida, sino también en un
guía espiritual específico perteneciente a esa fe. Para quien no sea
especialmente religioso, es conveniente que encuentre lo que yo llamaría
un “guía mental máximo”, es decir, una persona madura que pueda
ayudarle a mantener en perspectiva su sistema de valores básicos mientras
comienza a cambiar por mediación del poderoso Principio de la Maxi-
Mente.

¿Quién debe ser, exactamente, su guía espiritual o mental máximo?

Si su programa se relaciona con la corrección de un problema de salud,


es aconsejable que cuente con la ayuda de un profesional médico
cualificado, comprensivo y de confianza. Si lo que desea es poner mayor
énfasis en la espiritualidad, en todas las religiones importantes hay quienes
han llegado lo suficientemente lejos en crecimiento y en técnicas
espirituales como para que puedan aconsejar y guiar a los recién llegados.
El guía en este caso puede ser un pastor o un sacerdote, según de qué
religión se trate. La persona elegida no debe ser un mero miembro nominal
de esa tradición religiosa, sino alguien realmente experimentado y versado
en las sutilezas espirituales de ese preciso sistema de creencias.

Un guía espiritual o mental máximo llega a tener especial importancia


cuando uno dedica más tiempo y energía a programas de auto superación
potencialmente eficaces, de los cuales espera obtener cambios en su vida.
Entonces necesita alguien que le ayude a ver si sus intentos de auto
transformarse se adecuan a su sistema fundamental de valores.

Por ejemplo, ¿no está yendo demasiado lejos, como el maratonista de


quien hablamos antes? O tal vez no vaya lo bastante lejos. Su programa de
auto superación, ¿favorece otros aspectos de su vida o está privándolo de
relaciones y actividades importantes? ¿Cuál es el objetivo final del
programa?

Si no responde usted adecuadamente a esta última pregunta, puede


encontrarse con que ha dedicado menos, e incluso años a marchar en una
dirección que, de hecho, es improductiva. Una mujer que trataba de decidir
su cultivar su habilidad para jugar al bridge o consagrar su tiempo libre a
ayudar a los necesitados, optó por dedicarse al juego, que por cierto le daba
mucho placer, y llegó a hacer bastante buen papel en varios torneos.

Pero después de tres años de ese tipo de actividad, al recapacitar sobre


su vida, comprendió con tristeza que en efecto había cambiado de
orientación y cultivado sus capacidades, pero en dirección equivocada.
Dado su personal sistema de valores, se habría sentido finalmente mucho
más satisfecha de haber dado prioridad al objetivo de ayudar a sus
semejantes. Un guía espiritual o mental máximo podría haberle ayudado
desde el principio a tomar una decisión adecuada.

Sin embargo, no es necesario que el guía adecuado sea un gurú


omnisciente ni un mandamás que planifique todo detalladamente para que
uno lo haga sin chistar. Los guías más útiles son los que hacen preguntas
señalando aspectos que uno puede haber pasado por alto. Y cuando mejor
funcionan es cuando insisten en volver a considerar valores que quizá uno
haya descuidado temporalmente.
Regla n° 3: Comience cualquier intento de cambiar su vida con una
actitud positiva

Con la mayor parte de las personas, el problema principal no está tanto


en el programa de autoayuda que se descontrola como en la total
incapacidad de ponerse en marcha. Parecería que la mayor parte de
nosotros no tuviéramos ni siquiera la disciplina necesaria para iniciar un
programa de autoayuda. Decimos que queremos aprender tal o cuál lengua
extranjera, adquirir habilidad con la guitarra, perder diez kilos, ponernos
físicamente en forma e intensificar nuestra vida espiritual. Pero después de
una serie de intentos frustrados, terminamos por renunciar al intento.
Decidimos que lo que pasa es que no tenemos la fortaleza interior necesaria
para “ponernos en marcha”, y cambiar nuestra vida.

Debido a las experiencias de fracaso anteriores, es probable que


lleguemos a tener actitudes negativas hacia nosotros mismos y hacia
nuestra capacidad de cambiar. Nos convencemos de que la incapacidad de
hacer algo no es más que un “reflejo de nuestro modo de ser” y dejamos de
intentarlo. En realidad, puede que el cambio aún sea posible: sólo se trata
de encontrar primero la puerta por donde puede entrar esa benéfica mejora,
y después, simplemente, de aprender a abrirla.

Para la mayoría de las personas, el primer paso para iniciar con éxito un
programa de autoayuda es liberarse de las dudas y sentimientos negativos
hacia sí mismas y hacia sus capacidades. Aunque haya fracasado muchas
veces, todavía hay una posibilidad de que pueda triunfar. Es, primera y
principalmente, cuestión de creer que el progreso y la evolución son
posibles.

A esta actitud de “puedo hacerlo” se le suele denominar “pensamiento


positivo”. Lamentablemente, la popularización misma de estos conceptos
en los escritos de Norman Vincent Peale y de otros autores los ha hecho tan
familiares que es probable que estemos demasiado prontos a desdeñarlos, o
quizá que creamos entenderlos mejor de lo que en realidad los entendemos.

En los años cincuenta, cuando apareció el libro de Peale, El poder del


pensamiento tenaz, en su edición original su impacto fue inmediato y
espectacular. Pese a la aparente novedad de las ideas, el evangelio del
optimismo que se predica en este volumen contaba con amplios
precedentes. Peale era el continuador de una tradición cuyas raíces en
Norteamérica desde el trascendentalismo de Ralph Waldo Emerson, hasta
el movimiento del nuevo pensamiento, desde mediados del siglo XIX, y
también a una filosofía cristiana de la vida de tendencia optimista. Millones
de personas respondieron a los libros y a los sermones de Peale porque
sabían, quizás en forma instintiva, que su autor había expresado un
concepto que era fundamental para alcanzar el éxito, satisfacción y
felicidad en la vida.

El reverendo Robert H. Schuller, con su concepto de pensamiento “de


la posibilidad”, y otros autores y oradores posteriores han continuado
enfatizando los puntos principales popularizados por Peale.

EL PENSAMIENTO POSITIVO Y LA PIEDRA ANGULAR DE LA


AUTOSUPERACION

En muchos sentidos, la actitud del pensamiento positivo es condición


sine qua non del éxito de cualquier esfuerzo de auto superación. En otras
palabras, que debe usted creer que puede alcanzar un objetivo mediante la
autoayuda, antes de pretender lograrlo.

¿A qué se debe esto?

Hay varias razones por las cuales los pensadores positivos se imponen a
los negativos. Para empezar, si usted cree que es capaz de hacer algo, es
más probable que lo intente y que siga intentándolo hasta ver que realmente
le es posible alcanzar el objetivo. Claro que a veces puede equivocarse.
Puede ser que intente varias cosas y fracase. Pero al menos existe la
posibilidad de que sea capaz de lograr algo que valga la pena. A la inversa,
si cree que no puede hacer algo, lo más probable es que ni siquiera lo
intente, o que haga el intento con tan poca convicción que lo abandone a la
primera señal de dificultades.

Además, una persona que piensa positivamente tiende a estar más alerta
a las oportunidades. Si usted piensa negativamente, será frecuente que se le
pase por alto las posibilidades sutiles de diferentes situaciones. Es probable
que se dé frente a frente con una oportunidad que podría cambiar su vida y
que no sea capaz de verla porque tiene la vista efectivamente obstruida por
sus anteojeras negativas.

Respecto a esto, recuerdo a un sabio perteneciente al movimiento


evangélico norteamericano, que tenía grandes dificultades para encontrar el
momento de la oración. Por la mañana era incapaz de levantarse lo bastante
temprano como para dedicar a sus devociones todo el tiempo que, a su
parecer, necesitaban. Durante la mayor parte del día estaba demasiado
ocupado con su trabajo y sus responsabilidades docentes, y por la noche
dedicaba la mayor parte de su tiempo a su familia. Es decir, que todas las
vías que le habrían permitido practicar esa forma particular de disciplina
espiritual parecían estar bloqueadas.

Pero el hombre era un pensador optimista y estaba decidido a hacer algo


con su necesidad de oración. Sabía que sin la plegaria no podría alcanzar
los niveles de crecimiento espiritual que deseaba, de modo que continuó
buscando. Finalmente, advirtió que por la noche, entre las nueve y media y
las diez y media, había una pausa en las actividades de su familia. Sus hijos
dormían o estaban totalmente entregados a una actividad, su mujer,
generalmente, estaba también ocupada en algo suyo a esa hora. De modo
que el hombre encontró que podía retirarse a su habitación y allí disfrutar
de una hora, por lo menos de tranquilidad sin interrupciones para dedicarse
a la oración.

El principal factor que le permitió encontrar la respuesta a su problema


fue una actitud de expectación positiva: no estaba dispuesto a permitir que
un enfoque negativo lo cegara, no dejándole ver las posibilidades de
cambio que había en su vida.

CÓMO JULIA LLEGO A SER MAS OPTIMISTA

¿Cómo logra uno tener una actitud optimista, especialmente cuando pasa
la mayor parte del tiempo cavilando sobre las cosas negativas que le pasan?
O, para decirlo con los términos que hemos venido empleando en este
libro, ¿cómo puede uno empezar a “reinstalar” sus conexiones cerebrales
de modo tal que el pensamiento positivo empiece a hacerse más fácil y más
automático?

Una mujer de negocios llamada Julia pasó hace algunos años por una
época increíblemente difícil. Se quedó sin trabajo, se divorció, perdió a su
madre y a su hermano menor en un accidente de coche. Julia siempre había
tenido la tendencia a ver el lado negativo de las cosas más bien que el
positivo, y aquella serie de desdichas la volvió aún más pesimista.

Su predisposición naturalmente negativa se combinó con esta serie de


crisis personales para producir un ciclo de pensamiento negativo del cual
parecía incapaz de evadirse. Mediante el uso repetitivo de pautas de
pensamiento negativo, esas vías o “instalaciones” en su cerebro quedaron
relativamente “fijadas” en direcciones improductivas”. El hemisferio
izquierdo de su cerebro empezó a hacer un exceso de deducciones inútiles
acerca de la falta de posibilidades en su vida. Julia simplemente no podía
liberarse de aquella disposición de ánimo.

Tal como se podía esperar, esa manera de pensar negativa, se


manifestaba de diversas maneras, tanto emocionales como físicas. Julia
empezó a creer que no valía nada y por ese motivo tuvo grandes
dificultades para encontrar un buen trabajo. En las pocas ocasiones que la
contrataron, sólo duró unos pocos meses en el cargo y luego la despedían.
El problema no estaba en sus capacidades, sino más bien en que empezaba
con la expectativa de que la despedirían, y sus actitudes no tardaban mucho
en convertirse en profecías que se cumplían.

Además, sus relaciones personales se resintieron. Al retraerse cada vez


más dentro de sí misma, fue cortando sus conexiones con sus amigos y
amigas. No era que los amigos y los seres queridos querían interrumpir el
contacto, sino más bien que la propia Julia perdía el interés en los demás y
sentía que ella tenía muy poco para ofrecerles. Estaba avergonzada por sus
fracasos en la vida, y simplemente no quería tener que enfrentarse con otras
personas que le traían a la memoria la vida más feliz que antes había
llegado.

Empezó, además a tener varias dolencias corporales. Primero fue un


malestar general, una sensación de no sentirse bien por las mañanas o de
sufrir, durante el día, diversas molestias y dolores imprecisos. Más adelante
la situación empeoró. Le apareció una dolencia crónica en la espalda, sin
que los médicos pudieran localizar ninguna fuente del dolor e incomodidad.

En suma, que su vida daba la impresión de ir irremediablemente cuesta


abajo. Parecía como si nada que ella ni nadie pudiera hacer o decir fuera
capaz de devolverla a un apacible equilibrio en su vida y en sus relaciones
personales.

Una cosa a la que había conseguido aferrarse durante aquella mala


época era la semilla de una fe que le habían inculcado desde pequeña.
Aunque se había apartado de la compañía de las personas que podrían
haberla estimulado y animado, es probable que fuera su propio aislamiento
lo que finalmente terminó por ayudarle.

Mientras se pasaba largas horas sola, empezó a confiar cada vez más en
la oración. Antes, cuando su vida estaba llena de las preocupaciones de la
familia y el trabajo, se había dedicado muy poco a la plegaria o a la
meditación. Sencillamente no tenía tiempo. Ahora, sin poder volver a otra
cosa que a su religión, empezó a pasar largos períodos, a veces de una hora
o más, orando o en meditación. En ocasiones las plegarias y las ideas que
ofrendaba a Dios eran tan negativas como el resto de sus actitudes, pero
empezó a encontrar cada vez más placer en esos momentos de
comunicación espiritual.

Por cierto que su vida espiritual empezó a tomar direcciones más


productivas durante este período, y al mismo tiempo era evidente que en su
cerebro se estaban produciendo cambios importantes. Tal como vimos, los
períodos de meditación que duran más de diez o veinte minutos cambian la
forma en que se comunican entre sí ambos hemisferios cerebrales. Además,
este aumento de la coherencia entre el hemisferio derecho y el izquierdo
tiende a hacer que la persona se abra al cambio. Parece que en esos
momentos somos capaces de procesar información nueva.

En el caso de Julia, esa mayor apertura podría haber tomado la dirección


opuesta, según a que tipo de influencia se hubiera sometido
inmediatamente después de los momentos de meditación. Si se hubiera
quedado pensando qué terrible era su vida, las vías negativas en su cerebro
se habrían ido fijando cada vez más.

Por ello siguió un camino más constructivo. Un día mientras recorría


distraídamente una librería, escogió sin pensarlo un libro de autoayuda que
se ocupaba del pensamiento positivo. El hecho es significativo, porque en
realidad Julia no era muy lectora, de modo que ese libro era prácticamente
el único que tenía en casa. Aparte, de eso lo único que leía con regularidad
era la Biblia.

Como resultado, durante largos momentos del día su cerebro estuvo más
expuesto a la influencia de ese pequeño volumen de autoayuda que a la de
ningún otro libro, revista o periódico. Algunos pasajes le parecían tan
fascinantes que tendía a quedarse mirándolos fijamente y a releerlos una y
otra vez.

Sin darse ni remotamente cuenta de lo que estaba haciendo, empezó así


a reprogramar su manera de pensar siguiendo líneas más positivas y
productivas. A medida que alternaba sus oraciones con el libro de
autoayuda y de la Biblia, empezó a encontrar que su visión de la vida se
iluminaba considerablemente. Después tuvo una de esas vivencias que no
se dan más que una vez en la vida: mientras se encontraba sentada en una
mecedora, meditando después de un período de oración y lectura,
experimentó lo que sólo se puede describir como una especie de conversión
religiosa.
Tuvo nítidamente la sensación –que no tardó en convertirse en sólida
convicción- de que su vida podía cambiar totalmente, y junto a esa
sensación, se sintió abrumada por el sentimiento de la presencia de Dios.
Ya no se sentía sola. Por primera vez en meses descubrió que quería salir,
restablecer los viejos vínculos, iniciar otros nuevos y volver a poner en
marcha su carrera.

Inmediatamente empezó a incluir en su agenda nota sobre las llamadas


que necesitaba hacer, y sobre la búsqueda de trabajo que quería reiniciar.
Después notó algo más, algo sensacional: ya no le dolía la espalda. Se
apretó varios puntos que solía tener muy sensibles, pero no sintió ninguna
molestia. En su próxima visita al médico, éste le dijo que su afección se
había aliviado mucho.

Julia necesitó un tiempo considerable para una recuperación emocional


completa. Tuvieron que pasar varios meses antes de que lograra volver al
mercado laboral y también necesitó tiempo para restablecer sus diversos
contactos personales. Había personas que no podían creer que en su
personalidad se hubiera operado un cambio tan espectacular. Era otra vez la
“vieja” Julia que habían conocido antes. En todo caso, era indudable que en
su vida había sucedido algo importante cuando se sumergió profundamente
en la plegaria y en la meditación.

EL MECANISMO DEL CAMBIO

¿Cuál fue, exactamente, el origen del cambio? Lo mismo que con


muchas experiencias que cambian una vida y que tienen sus raíces en una
fe religiosa, aquí hay que tener en cuenta el elemento espiritual por más
misterioso e inexplicable que parezca. Un factor importante fue,
evidentemente, la creencia cada vez mayor de que era posible cambiar su
vida unida a alguna otra fuerza, interna o externa, que inspirase o apoyase
esa creencia.

Por otra parte, para mí es bastante obvio que al mismo tiempo, en Julia
se estaban produciendo ciertos cambios fisiológicos. Mediante la operación
del Principio de la Maxi-Mente, en su cerebro se iban abriendo vías nuevas
que iban alteraron, mejorándolos sus procesos de pensamiento y de
comportamiento. En otras palabras, mediante la palabra llegó a la
Relajación. Y, tras haberse abierto de esa manera al cambio, estuvo
expuesta, tal vez accidentalmente, a información e influencias que
terminarían por efectuar una transformación benéfica.
La poderosa combinación de estas fuerzas mentales y espirituales
produjo, al parecer, un efecto curativo sobre sus emociones y sus
problemas con la espalda, que no habían reaccionado a otros remedios.
Creo que si sus esfuerzos de renovación mental y espiritual hubieran estado
bajo la supervisión de un guía espiritual apropiado o de un médico versado
en estos principios, Julia podría haber conseguido más rápidamente aun
esos cambios en su vida.

En muchos sentidos, su experiencia –aunque ella no se diera cuenta


alguna de lo que estaba sucediéndole- es prototípica de la forma en que una
persona puede abrir una puerta interior hacia una vivencia que le
transforme la vida. Si queremos cambiar, debemos empezar por abrirnos
mentalmente a las fuerzas de la renovación, y esto significa usar técnicas de
meditación o plegarias que nazcan de nuestras creencias más profundas.
Luego, debemos exponernos a las influencias que puedan movernos en la
dirección del cambio que hayamos escogido.

Para muchas personas, ese primer paso esencial para iniciar el


movimiento hacia una actitud transformadora es adoptar un enfoque
positivo basado en la posibilidad y en la capacidad de hacerlo. Dicho de
otra manera, antes de embarcarse en cualquier programa de autoayuda –ya
se trate de mejorar su estado físico, de aliviar dolencias físicas, de aprender
algo nuevo o de fortalecer su creatividad o su vida espiritual –debe
empezar por convencerse de que usted es realmente capaza de hacerlo. Y
eso significa aprender a pensar en forma más optimista.

Con este objeto, quiero estimular al lector a que intente un ejercicio de


pensamiento positivo que será la primera “práctica” que ha de hacer para
cambiar su manera de pensar y de actuar. Primero, analice su plan de
acción con su guía mental máximo. Después pase a las dos fases del
ejercicio, que son los requisitos previos para incorporar a su vida el
Principio de la Maxi-Mente.

Primero, induciendo la Relajación, “abra las puertas” de su mente al


cambio.

Inmediatamente después, expóngase a la información, o a otras


influencias que le ayuden a “reprogramarse” o “renovar la instalación” de
su mente siguiendo líneas productivas.

Ahora, resérvese veinte o treinta minutos y prepárese para convertirse en


una persona más positiva. Empiece por practicar la Relajación.
Paso 1: Elija para concentrarse una palabra o una frase corta que esté
firmemente arraigada en sistema personal de creencias. Un cristiano podría
elegir las palabras con que se inicia el Salmo 23, “El Señor es mi pastor”;
un judío la palabra “Shalom”; y una persona no religiosa, una palabra
neutra, como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese sosegadamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire de forma lenta y natural y, mientras lo hace repita al


exhalar la palabra o frase que hayan escogido.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva. No se preocupe por lo bien o mal


que lo esté haciendo. Cuando acudan en su mente otros pensamientos,
limítese a decirse: “Ya está bien”, y vuelva apaciblemente a la repetición.

Paso 7: Continúe así de diez a veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces al día.

Inmediatamente después de haber pasado diez o veinte minutos


practicando la Relajación, ya está en condiciones de pasar a la segunda fase
del Principio de la Maxi-Mente. Empiece a fijar el pensamiento en algo
positivo, un concepto, pasaje o escrito, o incluso algo visual. Por ejemplo,
una imagen feliz y optimista, como la foto de un niño sonriente. Durante
cinco o diez minutos obsérvela. Fíjese en cada momento de felicidad y
júbilo que pueda encontrar en ella. O, si ha escogido un pasaje escrito, será
útil concentrarse en algo bien arraigado en su sistema personal de
creencias; puede ser un pasaje de las escrituras o un poema significativo
para usted.

Antes de iniciarse en esta transformadora técnica de plegaria y


meditación, es importante establecer una distinción clave entre las dos fases
o etapas del Principio de la Maxi-Mente, entre la meditación y la plegaria
que ponen en marcha el mecanismo de la Relajación, y el pensamiento
centrado en algo, que contribuye a fijar la nueva dirección que usted quiere
imprimir a su vida.

En la primera fase, la obtención de la Relajación se logra mediante


plegarias y meditaciones libres y no dirigidas. No debe concentrarse en el
intento de cambiar. De hecho, si intenta concentrarse, perderá la actitud
pasiva que se necesita para alcanzar la Relajación. Por eso es importante
que en la primera fase se mantenga pasivo y sin dirección. En otras
palabras, usted está dando al hemisferio derecho total libertad para operar e
interactuar con el izquierdo…y para “abrir las puertas” de su mente al
cambio.

Ahora, para que el Principio de la Maxi-Mente llegué a ser realmente


operativo en su vida es necesario dar el segundo paso, es decir, pasar a la
segunda fase a que nos referimos antes: después de haber logrado la
Relajación, tiene usted que hacerla seguir por una forma de pensamiento
más dirigida.

Aquí empezará a ponerse nuevamente en acción el hemisferio izquierdo,


especialmente si se concentra usted en algún pasaje que represente la
dirección que quiere dar a su vida. Este proceso de pensamiento, más
dirigido, le ayudará a renovar la instalación de sus circuitos cerebrales en
direcciones más positivas. Entre otras cosas, se encontrará con que, al
influir de maneras positivas sobre su hemisferio izquierdo después de haber
alcanzado la Relajación, se habituará a hacer -sobre sí mismo, sobre otras
personas y sobre su entorno- inferencias productivas con preferencia a las
improductivas.

Estará usted preguntándose sobre qué clase de cosas debe empezar a


concentrarse en esta segunda fase del empleo del Principio de la Maxi-
Mente.

Tal como ya dije, si quiere empezar simplemente por convertirse en una


persona más optimista, y si se inclina por lo visual, puede concentrarse
simplemente en una imagen feliz. O, si se inclina más por las palabras
podría tratar de leer y releer uno o más de los pasajes siguientes, y de
pensar metódicamente en ellos. Yo le recomendaría que eligiera uno
relativamente breve y dedicara de diez a quince minutos a evaluarlo y a ver
como puede relacionarse de manera personal con usted. Si elige uno que de
algún modo se relaciona con su sistema personal de creencias, será más
probable aún que empiece a experimentar una actitud más positiva.

Para los lectores que encuentren en la Biblia una orientación positiva, he


aquí una breve solución:

Una mirada benévola alegra el corazón; y una buena noticia conforta los huesos.
Panal de miel son las palabras amables; dulzura para el alma y medicina para los huesos.
El corazón alegre es buen remedio; el espíritu abatido seca los huesos.
Proverbios, 15:30; 16:24; 17:22

Por lo demás hermanos, haced objeto de vuestra consideración todo lo que hay de verdadero,
honorable, justo, amable, virtuoso y digno de encomio.
Filipenses, 4:8

Alabad a Dios en su santuario;


Alabadle en su augusto firmamento;
Alabadle por sus magnas hazañas;
Alabadle por su inmensa grandeza;
¡Todo lo que respira alabe al Señor!
Salmo 150:1-2,6

Y en la Sabiduría de Ben Sira o Eclesiástico, encontramos:

No te dejes llevar por la tristeza,


no te abandones a pensamientos negros.
La alegría del corazón es la vida del hombre,
el contento es lo que alarga los días…

Puede ser que a alguien le atraigan las palabras de la más antigua


autoridad del pensamiento positivo, Norman Vincent Peale. Todas las citas
que siguen son de El poder del pensamiento tenaz:

Formúlate y estampa indeleblemente en tu mente una imagen mental de


ti mismo triunfando. Mantén con tenacidad esta imagen. No permitas que
jamás se desvanezca. Tu mente intentará cultivar esta imagen. Jamás
pintes en ti mismo fracasando; jamás dudes de la realidad de la imagen de
la imagen mental…
Diez veces al día repite estas dinámicas palabras: “Si Dios con
nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos, 8:31) (Interrumpa ahora la
lectura y repítalas YA, lenta y confíadamente.)
Piensa que para todo problema hay una solución…
No pidas cada vez que rezas, afirma, en cambio, que las bendiciones de
Dios están derramándose, y dedica la mayor parte de tus oraciones a la
acción de gracias…
Durante las próximas 24 horas, deliberadamente, habla con optimismo
de todo, de tu trabajo, de tu salud, de tu futuro. Haz el esfuerzo de hablar
con optimismo de todo. Te será difícil, ya que posiblemente tu hábito es de
hablar con pesimismo. De este hábito negativo debes apartarte aunque te
exija un esfuerzo de voluntad…Debes alimentar tu mente tal como
alimentas a tu cuerpo, y para que tu mente este sana debes alimentarla con
pensamientos sanos y nutritivos. Por consiguiente, empieza hoy mismo a
cambiar tu mente de una manera de pensar negativa al pensamiento
positivo… Haz una lista de tus amigos para determinar quién de ellos es el
más optimista, y cultiva deliberadamente su amistad. No abandones a tus
amigos negativos, pero durante un tiempo intima más con los que tienen un
punto de vista positivo, hasta que hayas absorbido su espíritu; entonces,
puedes volver a frecuentar a los amigos negativos y ofrecerles tu flamante
pauta de pensamiento, sin aceptar su negativismo.

El reverendo Robert Schuller es un exponente más reciente del


pensamiento positivo. He aquí algunos pensamientos suyos tomados de su
libro Es posible para que medites sobre ellos cuando pases a la segunda
fase.

¡Tu imaginación puede transformar tu apariencia física! Imagínate con los ojos
chispeantes, el rostro resplandeciente y una personalidad radiante. Entonces mantén
presente en tu mente esa imagen, y te convertirás en esa clase de persona…
La belleza está en la mente, no en la piel. Porque si eres tan bello, o tan feo, como
crees que eres. Si te imaginas que eres agradable, amistoso, alegre y de personalidad
chispeante, tu imaginación te convertirá exactamente en ese tipo de persona.
Comienza hoy a ejercitar esta imaginación positiva. ¡Descubrirás que los músculos
de la sonrisa se te fortalecen tanto que tu aspecto facial se fortalecerá realmente!...

¡Dios nos ha diseñado a cada uno como individuos únicos, y nos ha concedido el
equipo y las oportunidades para triunfar!...

Tu vida no es un azar, ni eres tú una víctima de la muerte o del destino. Eres hijo de
Dios, y si Le entregas tu vida y te haces instrumento de Su voluntad, nada puede
detenerte. ¡Tú puedes!...

El éxito no es lo opuesto del fracaso. Un corredor bien puede llegar el último, ¡pero
si bate su propio récord, es un éxito!

Los super-triunfantes conocen el secreto. El éxito sólo se mide por lo que uno es, no
por lo que tiene. ¡Todos tienen dentro de sí el potencial para esa clase de éxito!

¡El pensador de posibilidades jamás dice que no a ninguna idea que tenga alguna
posibilidad para el bien!...

De todas las personas que viven sobre el planeta Tierra, no hay más que una que
tenga el poder, con su voto, de matar tus sueños ¡Y esa persona eres Tú! ¡Y también
tienes el poder de un voto vivificante y lleno de esperanzas, y que diga que sí a tus
sueños!

Y de Sé feliz de ser amado

Tu libertad de elegir una actitud positiva es el único tesoro que Dios no permitirá
que nadie te arrebate.

Si no eres de naturaleza religiosa, recorre esta selección de enfoques


positivos de la vida.

No fue más que un alegre “buenos días”,


Cuando ella pasó por el sendero,
Pero dejó el día entero iluminado
Con la gloria de la mañana.
CHARLOTE AUGUSTA PERRY, “Buenos días”

Un solo pensamiento positivo pesa más ¿sabes?


Que veinte negativos
MATHEW PRIOR
“Epístola del pastor de Fleetwood”

No soy más que uno,


Pero soy uno,
No puedo hacerlo todo,
Pero puedo hacer algo:
Y porque no puedo hacerlo todo
No quiero negarme a hacer el algo que puedo hacer.
EDWARD EVERETT HALE,
“Poema para una sociedad solidaria”

Mirar hacia arriba, no hacia abajo,


Mirar hacia delante, no hacia atrás,
Mirar hacia fuera, no hacia adentro,
Y echar una mano
EDWARD EVERETT HALE, “Diez por uno diez”

Lo que quieras hacer habitual practícalo; y si no quieres que algo se haga habitual,
no lo practiques, y habitúate en cambio a hacer alguna otra cosa.
EPICTETO, “Cómo se han de combatir las apariencias de las cosas”

Todos se destacan en algo en lo que otro fracasa.


Poderoso ciertamente es el imperio del hábito.
La práctica es el mejor de los instructores.
Ningún hombre es feliz sino cree que lo es.
PUBLILIO SIRIO

En verdad, ¿qué hay que no nos parezca maravilloso


cuando tenemos por primera vez conocimiento de ello?
¿Cuántas cosas, además, no consideramos totalmente
imposibles hasta que han sido realmente logradas?
PLINIO EL VIEJO, Historia Natural, libro VII

Muchos golpes pequeños derriban grandes robles.


BENJAMIN FRANKLIN, El almanaque del pobre Ricardo

La felicidad humana no es hija de los grandes golpes


de buena suerte que rara vez se producen, sino de las
pequeñas oportunidades que ocurren todos los días.
BENJAMIN FRANKLIN, Autobiografía

Ha alcanzado el éxito quien ha vivido bien, reído


con frecuencia y amado mucho.
BESSIE ANDERSON STANLEY, Concurso de la revista
Brown Book, 1904

¿De qué sirve preocuparse?


Es algo que nunca valió la pena.
Embolsa, pues, tus problemas en tu viejo saco,
Y sonríe, sonríe, sonríe.
GEORGE ASAF, “Embolsa tus problemas en tu viejo saco”
Tours les jours, a tous points de vue, je vais de mieux en mieux. (Día tras día, desde
todos los puntos de vista de me va cada vez mejor).
EMILE COUE, (psicoterapeuta francés).

El mundo sería mejor y más alegre si nuestros maestros insistieran tanto en el deber
de ser feliz como en la felicidad de cumplir con el deber, porque es nuestro deber ser tan
felices como podamos, aunque sólo sea porque ser nosotros mismos felices es un aporte
sumamente eficaz a la felicidad de los demás.
SIR JOHN LUBBOCK, Lord Abebury
“Los placeres de la vida”

FINALMENTE,…

Le sugiero que empiece por rezar o meditar durante diez o veinte


minutos, siguiendo los pasos necesarios para alcanzar la Relajación. Esta es
la primera fase en el empleo del Principio de la Maxi-Mente. Después, pase
inmediatamente a la fase dos. Escoja uno de los pasajes positivos citados –
o algún otro que a usted le guste más- y léalo varias veces. Piense en él y
considérelo desde tantos puntos de vista como le es posible. Procure
determinar qué significa eso para usted, personalmente, y de qué manera
podría cambiar su vida y su manera de pensar para que coincidan más con
esa verdad. Dedique cinco o diez minutos a esta manera de pensar
focalizada. Después repita el proceso varias horas más tarde, el mismo día.

Cuando haya seguido este procedimiento durante un corto período,


alrededor de una semana, empezará a advertir un cambio sutil en su manera
de pensar y de actuar. Empezará a ver el lado más luminoso de la vida, y
reaccionará ante los demás de manera más esperanzada, optimista y
estimulante. En pocas palabras descubrirá que se está convirtiendo en una
persona más positiva.

Para algunos lectores, quizás este sea el cambio importante que querían
conseguir en su vida. Dicho de otra manera, ustedes saben que han sido
demasiado negativos, y les bastará con sólo aprender a vivir el lado más
luminoso de las cosas. Pero hay muchas personas que persiguen más
objetivos de transformación. A quienes deseen ir más lejos en la
incorporación del Principio de la Maxi-Mente a sus vidas, los invito a que
pasemos a considerar la forma en que es posible transformar, mejorándolo,
su bienestar emocional y físico.
5

Su salud al máximo

Cuando usted enferma, tiene ante sí múltiples alternativas terapéuticas.


Puede optar por no hacer nada, medicarse usted solo con fármacos que no
necesitan receta, o consultar con un médico. Hasta puede decidirse a ver un
sanador. Sea cual fuere la opción que elija el Principio de la Maxi-Mente
puede ayudarle.

Pero no me interprete mal, soy sincero partidario de que consulte a un


médico titulado. La medicina actual es la mejor que el mundo haya
conocido. Por primera vez en la historia de la humanidad, podemos curar la
neumonía, la sífilis, la gonorrea y la tuberculosis. Los diabéticos pueden
llevar vidas relativamente normales gracias a la administración de insulina.
La cirugía puede corregir traumatismos que de otra manera serían fatales, y
devolver la apariencia normal a personas desfiguradas. Es decir, que si
enferma, deberá consultar un médico formado en la tradición occidental,
para poder sacar partido de todas las pasmosas maravillas de la medicina
moderna.

Así y todo, los modernos remedios de la ciencia occidental solo tienen


éxito en un 25 por ciento de los casos que un paciente promedio presenta a
un médico promedio. El otro 75 por ciento de las dolencias, o bien son auto
limitadoras –es decir que se mejoran solas- o bien se relacionan con la
interacción mente cuerpo.

En Occidente, la práctica médica se ha mostrado obstinadamente


renuente a aceptar que las interacciones mente-cuerpo pueden estar, como
en el caso del estrés, relacionadas con la causa y el curso de la enfermedad.
De acuerdo con tal actitud, este tipo de enfermedades caen en las “rendijas”
entre los que pueden ofrecer los tratamientos médicos y quirúrgicos por un
lado, y la psiquiatría por el otro. Aún más, incluso en las enfermedades que
de hecho caen dentro del 25% que la medicina es capaz de tratar
eficazmente, la interacción mente-cuerpo tiene una parte de
responsabilidad.

Para entender mejor que los aportes relativos de la influencia mente-


cuerpo sobre la enfermedad, consideremos durante un momento la medida
en que ciertas dolencias físicas pueden verse influidas por factores
mentales.
El SIDA y la neumonía son causadas por partículas infecciosas tales
como virus y bacterias. Nuestro estado físico de inmunidad y otros factores
que se utilizan para combatir la infección pueden verse influidos por las
interacciones mente-cuerpo y de esta manera alterar la infección, pero el
factor principal es, indudablemente, el agente infeccioso con que se ve
obligado a combatir el cuerpo.

La situación es diferente en el caso de los dolores de cabeza generados


por la tensión, con los ataques de angustia y sus síntomas –náuseas,
vómitos, diarreas, estreñimiento-, con el mal humor, el insomnio y las
fobias. Todos esos achaques están sometidos a la influencia de las
interacciones mente-cuerpo.

HIPERTENSION
MIGRAÑAS DOLORES DE CABEZA
NEUMONIA ASMA TRANSTORNO DE ANSIEDAD
SIDA ULCERAS FOBIAS

POCO MUCHO

CONTRIBUCION DE LA INTERACION MENTE-CUERPO A LA


SALUD

Otras enfermedades, tales como la hipertensión, las migrañas, el asma y


las úlceras pépticas tienen una relación no tan definida con esta interacción.

Por cierto que es sumamente difícil ser exactos en la determinación del


grado de influencia que tienen las interacciones mente-cuerpo sobre una
enfermedad determinada. En la medida en que tales influencias existan, el
Principio de la Maxi-Mente es sumamente provechoso. Así, en algunos
casos el uso del Principio es en sí mismo curativo. En otros, puede mejorar
notablemente los síntomas. En otras enfermedades, recurrir a él puede
hacer que el paciente se sienta mejor, pero tendrá poca influencia sobre el
curso de la enfermedad.

Algunos trastornos en los cuales es útil recurrir al Principio de la Maxi-


Mente incluyen:

-los ataques de angustia.


-las fobias, incluyendo varios tipos de miedos invalidantes;
-el asma;
-diversos tipos del dolor corporal intenso;
-las migrañas;
-la alta presión arterial;
-la angina pectoris, o dolores en el pecho relacionados con el corazón;
-los trastornos inmunológicos;
-el dolor de espalda; y
-otras dolencias diversas relacionadas con el estrés.

¿De qué manera funciona el Principio de la Maxi-Mente? Primero, es


menester abrir las puertas al cambio mediante la Relajación, y después se
ha de renovar la “instalación” cerebral valiéndose de los métodos que
describimos antes.

A los fines de este análisis, he separado algunos de los factores que


operan en el Principio de la Maxi-Mente en tres dominios: el del dolor, el
de los trastornos emocionales y el del estrés. Es importante que entienda
usted algo más acerca de cada uno de ellos antes de intentar mejorar su
propia salud.

EL FACTOR DOLOR

El dolor es subjetivo, es decir que su experiencia reside literalmente en


la mente. El estado de ánimo de una persona, que incluye su creencia en la
vulnerabilidad del dolor, se encuentra, pues inexorablemente ligado a las
sensaciones dolorosas. Por ejemplo, si por alguna razón usted cree que va a
empezar a dolerle alguna parte del cuerpo, eso aumenta muchísimo las
probabilidades de que realmente empiece a dolerle.

Pero esto no es todo. Así como nuestra actividad mental puede producir
dolor, también es capaz de aliviarlo. Y algunos medios eficaces de reducir
o eliminar el dolor corporal comienzan con el logro de la Relajación.

Consideremos un reciente estudio realizado por los doctores Andy T.


Wilegosz y JoAnne Earp, del Departamento de Medicina del Hospital
General de Ottawa, Canadá. Estos investigadores estudiaron a 106
pacientes, 63 mujeres y 43 hombres afligidos por enfermedades del corazón
y de las coronarias.

Como parte del estudio, los enfermos fueron sometidos a angiografías


de las coronarias, procedimiento que consiste en hacer radiografías de las
arterias coronarias para establecer si hay bloqueos u obstrucciones debido
al endurecimiento de las arterias. Los enfermos tenían los dolores de pecho
característicos de la angina pectoris, y los médicos querían estar seguros
del estado exacto de los vasos sanguíneos del corazón. Ninguno de los
enfermos tenía bloqueos importantes en las principales arterias coronarias.
En realidad, se los clasificó como expuestos a muy bajo riesgo de muerte
por ataque cardíaco o ataques de menor gravedad. Sin embargo, seguían
afectados por dolores en el pecho que exigían atención médica.

Pocos días después de la angiografía los investigadores se pusieron en


contacto con esos pacientes –ya informados de que no sufrían enfermedad
alguna en las coronarias- y les hicieron una serie de preguntas para
establecer sus creencias, formas de comportamiento y expectativas en lo
referente a la salud de su corazón y de sus arterias.

Cuando se les preguntó cuál suponían era la causa de su dolencia, el


59% siguió contestando que era un problema cardíaco. Otro 29% creía que
en algún momento había tenido un ataque cardiaco, aunque la mitad de
ellos admitió que nadie les había dicho jamás tal cosa. También pese a
mostrar pruebas escasas o inexistentes de afecciones coronarias, el 23%
creía que había una elevada probabilidad de que entre los cinco y los diez
años siguientes, les aparecería una enfermedad cardiaca.

Aproximadamente, un año después los investigadores se pusieron en


contacto con estos pacientes para ver cómo les iba, especialmente en lo que
se refería a los dolores de pecho. ¿Qué descubrieron? Un cuarto de los
pacientes estaba totalmente libre de dolor y un 38% le habían disminuido
los dolores. Por otra parte el 30% de los pacientes tenía los mismos dolores
que había sentido al comienzo del estudio, y un 7% declaró que sus
síntomas habían empeorado. Ninguno de ellos, sin embargo, había sufrido
ningún ataque cardiaco durante el año de seguimiento.

Finalmente, los investigadores compararon los síntomas dolorosos


actuales de los pacientes con las creencias y actitudes que habían expresado
un año antes. De ello resultó el descubrimiento de una clara relación entre
la percepción que tenía el paciente de su vulnerabilidad coronaria y el
grado de dolor que sentía. Dicho de otra manera, que los que un año
después de la angiografía declararon que sus dolores no habían mejorado
eran también los que creían que habían tenido, o que iban a tener un
problema cardiaco grave.

Es obvio, pues que las creencias representan una diferencia importante


en las sensaciones dolorosas del cuerpo. Así como la creencia o la actitud
pueden causar dolor, nuestros procesos mentales también pueden reducir o
eliminar las sensaciones dolorosas. Y muchos tratamientos efectivos ponen
en juego el uso de la Relajación y el Principio de la Maxi-Mente. En los
medios clínicos y hospitalarios, los médicos recurren cada vez más a
procedimientos que inducen la Relajación para aliviar el dolor. Dichos
procedimientos han tenido que satisfacer ciertas exigencias para quedar
establecidos como terapias válidas. Especialmente, las exigencias o pruebas
son tres:

Test 1: Los cambios que produce la terapia propuesta, ¿son de suficiente


magnitud?

Si el dolor solo se puede reducir en un 10% mediante un determinado


procedimiento la terapia es de valor limitado.

Test 2: El procedimiento, ¿puede ser transferido de un marco


hospitalario o de laboratorio a un medio normal cotidiano?

Si una terapia requiere de un marco especial de laboratorio, o mucha


supervisión médica, no va a ser de gran utilidad para la persona promedio.

Test 3: La terapia propuesta, ¿será efectiva durante un tiempo


relativamente largo?

En general cualquier terapia que vaya a ser usada para reducir el dolor
debe poder mantener su eficacia a lo largo de muchos meses, e incluso
años. Las soluciones a breve plazo no son deseables, y por consiguiente
puede ser más útil buscar mejores terapias.

Cuando las técnicas para inducir la Relajación fueron probadas en


función de estas tres exigencias, los resultados fueron impresionantes. En
una serie de investigaciones que el doctor John Kabat-Zin realizó en la
Universidad de Massachusetts, un grupo de pacientes que sufrían dolores
crónicos fue tratado durante un período de diez semanas con recursos
médicos ordinarios, sin mostrar ningún alivio importante. A un segundo
grupo comparable con el primero, se le impartió un programa de
meditación destinado a inducir la Relajación.

En esta investigación el grupo de meditación mostró un marcado alivio


del dolor, en tanto que el otro grupo no mostró ningún alivio significativo.
De acuerdo con un índice de evaluación del dolor ideado por los propios
investigadores, los niveles de dolor en el grupo de los que meditaban se
redujeron en más de un 33% en el 72% de los pacientes. Además, un 61%
de ese grupo experimentó una reducción de más del 50% en el dolor.

Los estudios de seguimiento que se hicieron pasados quince meses,


demostraron que la duración de los beneficios – en el sentido de reducción
del dolor- obtenidos en el grupo que practicaba la Relajación se mantuvo.
Además las técnicas de la Relajación que había aprendido este grupo eran
transferibles al ambiente lugareño, donde los pacientes practicaron la
terapia por su cuenta, sin supervisión médica.

Otros estudios han demostrado que técnicas similares para obtener la


Relajación han producido espectaculares alivios del dolor de la cabeza,
especialmente en los casos en que éste es producido por tensión. También
las migrañas y otros dolores de cabeza de origen vascular obtuvieron cifras
de alivio significativas. De paso, digamos que estos investigadores se han
centrado en diversos métodos diferentes para obtener la Relajación y que
no ha habido pruebas inequívocas de que alguna técnica sea superior a las
otras. En otras palabras, si quiere usted meditar usando oraciones cristianas,
judías o hindúes o concentrarse en frases o actividades no religiosas, por lo
que se refiere a su salud puede esperar esencialmente los mismos
resultados, por lo menos en lo relacionado con los beneficios directos de la
Relajación.

¿De qué modo exactamente produce la Relajación este alivio de dolor?

He aquí una pregunta bastante difícil de contestar. Pero los


investigadores están estudiando varias explicaciones interesantes. Una
hipótesis sugiere que la Relajación libera endorfinas que suprimen el dolor.
Otra se relaciona con la producción de ondas alfa una vez alcanzada la
Relajación, que al parecer intensifica la producción de las lentas ondas alfa
en el cerebro. Lo interesante aquí es que, generalmente el dolor suprime la
actividad alfa del cerebro. Cuando se obtiene la Relajación durante una
experiencia dolorosa, se restablece la actividad de las ondas alfa y,
simultáneamente el dolor se reduce o desaparece.

También el hecho de que el paciente crea que este tipo de tratamiento le


dará resultado contribuye a aliviar el dolor. Para acentuar el alivio el
paciente debe seguir creyendo que va a mejorar después de conseguida la
Relajación. En muchos casos, esta expectativa puede intensificarse si la
persona cuenta con el apoyo y el consuelo de un médico que la mantenga
informada. A medida que las expectativas de mejoría van en aumento, el
alivio se hace mejor.
Brevemente dicho: el dolor disminuye a medida que se vuelven
operativos otros ingredientes adicionales del Principio de la Maxi-Mente.
Las pautas, con frecuencia profundamente arraigadas, que suelen ser la
base del dolor no tardan mucho en alterarse y tomar direcciones nuevas y el
dolor sigue disminuyendo y en ocasiones, desaparece por completo.

EL FACTOR EMOCION

Si usted tiene un problema emocional -o un problema físico arraigado en


la interacción mente-cuerpo-, la psicoterapia puede serle útil. Sin embargo,
los psicoterapeutas están probando cada vez la forma en que se pueden
combinar los métodos para obtener la Relajación con las técnicas
terapéuticas tradicionales.

En las tradiciones religiosas orientales, y especialmente en el budismo,


se acentúa enormemente la importancia de la comprensión de la propia
psicología. Esta psicología, o Abbidhamma, abarca un complejo análisis de
las operaciones de la mente humana en lo referente a pensamientos,
emociones y comportamiento. Los budistas piensan que es importante
entender de qué manera funciona su propia psicología personal antes de
intentar alcanzar estados de conciencia superiores. De modo similar, en la
tradición occidental muchas personas se vuelven hacia la psicoterapia para
alcanzar un mayor entendimiento de sí mismas. Creen que entonces podrán
alcanzar mayor equilibrio interior, más felicidad y satisfacción.

En el budismo, sin embargo, -a diferencia de lo que pasa con la


psicoterapia occidental-, la clave del entendimiento de la propia psicología
ha sido la meditación. Los meditadores budistas han aprendido que pueden
abrir las puertas a los cambios en la mente y en el cuerpo mediante varias
técnicas de meditación, todas las cuales inducen la Relajación. Una de ellas
es la conocida como meditación de concentración. Otra forma de
meditación más avanzada es la que se llama meditación consciente.

Al estudiar las técnicas básicas para alcanzar la Relajación, hemos visto


ya cómo funciona la meditación de concentración. El método implica
básicamente concentrar la atención en una palabra, sonido, plegaria o frase,
objeto visual o proceso respiratorio que se repite. Entonces, cuando la
mente se escapa hacia los pensamientos cotidianos, el meditador desatiende
pasivamente la intrusión y vuelve a centrar la atención en la palabra, sonido
o lo que sea el motivo escogido. De esa manera deja atrás el pensamiento
lógico y entra cada vez más profundamente en un estado característico, que
es el que designamos como la Relajación.
Por el contrario, con la meditación consciente el meditador se centra
más en los procesos emocionales y mentales que suceden dentro de él, de
manera semejante a lo que se haría bajo la orientación de un psicoterapeuta.
Pero hay unas claras diferencias entre esta forma de meditación y la
psicoterapia. En la meditación consciente se establece primero la
conciencia de la respiración; es decir, se obtiene la Relajación. Una vez
conseguido este estado, uno comienza a observar objetivamente la
procesión de pensamientos e imágenes mentales que se suceden en su
interior.

A diferencia de la meditación de concentración, pues la meditación


consciente permite que la atención se desvíe de la palabra, frase u otra
actividad repetitiva escogida y que se desplace libremente de una
percepción a la siguiente. En este caso no se considera que ninguna
sensación o pensamiento constituya una intrusión. Más bien, cuando hacen
su aparición en la mente, uno los observa de forma imparcial, en vez de
desatenderlos con calma, tal como haría en la meditación de concentración.

Alguien podrá suponer que la meditación consciente es muy semejante


al pensamiento normal o a la ensoñación, pero no es así. A diferencia de
estas prácticas, la meditación consciente está pensada para impedir que uno
se entregue al contenido mental de sus pensamientos. Más bien uno debe
mantener la perspectiva de un observador. Si realmente llega a perderse en
sus pensamientos, es necesario concentrarse una vez más en la respiración,
en un esfuerzo por recuperar el punto de observación objetiva desde donde
iba siguiendo sus pensamientos, imágenes o emociones.

Quienes tienen experiencia en estas formas de meditación terminan por


ir más allá de las imágenes y pensamientos específicos, y empiezan a
reconocer pautas y hábitos que influyen sobre lo que piensan y lo que
hacen. Por ejemplo, si este tipo de meditador se enfada, aprende a hacer
frente a su enfado con objetividad. Primero, notará el hecho de que está
enfadado. Después, dejará de sentir “Estoy enfadado”, para adoptar la
actitud de un observador: “Hay enfado dentro de mí”. Mediante esta
contemplación de sus emociones a distancia, el meditador se pondrá en
mejor situación para entenderlas y manejarlas en forma constructiva.

Entre otras cosas, es frecuente que las personas avezadas en la


meditación consciente experimenten una intensificación en su conciencia
perceptual de los objetos, pensamientos y emociones. Esta mayor
intensidad de la experiencia interior aporta una mayor conciencia y nuevos
significados a las ideas y los hábitos antiguos. Se acentúa además la
plasticidad o capacidad de cambio del cerebro, a la cual ya nos hemos
referido detalladamente. Y como resultado el individuo es capaz de
manejar en forma más eficaz y más creativa los datos que recibe del mundo
exterior como de su propio interior.

En todo este proceso de meditación hay un sentimiento de dejarse ir, que


describen con frecuencia los meditadores y otras personas con experiencia
en asuntos espirituales. En este intenso estado emocional se aflojan las
trabas que el hemisferio izquierdo impone a nuestra conciencia y a nuestras
acciones. El proceso va acompañado de una especie de indefensión o de
vulnerabilidad, y de un tranquilizador sentimiento de cercano y accesible
bienestar. Las emociones que pueden haber estado bloqueadas o
suprimidas, como el miedo, el amor, el enojo y el júbilo afloran a la
superficie. De manera que al individuo le resulta mucho más fácil manejar.

Todo este proceso de meditación consciente puede ofrecer lo que se ha


dado en llamar un “libro elemental de psicoterapia”. Las puertas de la
mente se abren a intuiciones más profundas y creativas, y el camino está
preparado para escapar de las obsesiones, compulsiones o malos hábitos del
pasado. La relación de este proceso meditativo con las técnicas y los
objetivos de la psicoterapia es evidente.

Por estas y otras razones, recomiendo que en el tratamiento de muchos


pacientes con malestares emocionales y físicos relacionados con el estrés se
combinen la meditación y la psicoterapia. Usted, como paciente en
potencia, debe tener presentes ciertos principios precautorios.

Ante todo, cuando combina psicoterapia y meditación uno está


intensificando en gran medida el poder de cambiar su cerebro y su vida. En
otras palabras, al aumentar la plasticidad de su mente, está abriéndose a
importantes transformaciones. Al mismo tiempo, si usted está haciendo
psicoterapia se encontrará con que ya está recibiendo de su psicólogo o de
su psicoterapeuta, la ayuda de una especie de guía mental máximo. Esa
persona es esencial, y de ella le estarán llegando algunas influencias sutiles
–y no tan sutiles- que apresuran e intensifican los cambios que se producen
en su interior.

Está claro que es sumamente importante que usted sepa quién es su


psicólogo o psicoterapeuta, y qué sistemas de valores intenta promover.
Puede estar seguro de una cosa: que en lo que se refiere a creencias y
valores básicos, todo psicoterapeuta tiene un punto de vista propio.
Tengo noticias de varios casos en que los psicoterapeutas estaban
igualmente dispuestos a favorecer el divorcio de un paciente como a salvar
el matrimonio. El valor principal que defendían esos terapeutas era el
derecho del individuo a controlar su propio destino y su potencial personal.
Pero supongamos que el paciente tenga un sistema de valores que insista en
mantener la unión matrimonial, aunque eso signifique hacer ciertos
sacrificios que afecten a su potencial individual. Los valores del
psicoterapeuta y del paciente no deben entrar en conflicto. En tal caso,
merced a la intensificada susceptibilidad al cambio que se da en el paciente,
podría que ser prevalecieran los valores del terapeuta y que se viera
socavado el sistema fundamental de valores del paciente.

No estoy sugiriendo nada relativo a lo que ningún psicoterapeuta en


particular debe aconsejar a un paciente en determinada situación. Lo que
digo es que es prudente entender cuáles son los valores de un –o de una-
psicoterapeuta antes de ponerse en sus manos. Esta precaución es
especialmente importante si está usted planeando abrirse al cambio
mediante alguna técnica de la Maxi-Mente.

Es tan importante tener muchísimo cuidado al tomar esta decisión como


lo es el que se ha de tener en la elección de la palabra o la frase que se va a
utilizar en la inducción de la Relajación. Tanto la frase meditativa como la
filosofía de su guía mental máximo deben tener raíces profundas en su
propio y personal sistema de creencias fundamentales.

EL FACTOR ESTRÉS

Las pruebas científicas tienden cada vez más a demostrar que las
presiones y tensiones de la vida pueden ejercer un influjo devastador sobre
la salud emocional y física de una persona. Como es obvio, hay una
pronunciada interacción mente-cuerpo en las tremendas influencias que
puede tener el estrés sobre nuestra vida, y ya en mis libros anteriores he
documentado ampliamente estos efectos.

En un estudio sueco publicado en 1956, 159 pacientes que padecían


dolores de estómago durante por lo menos dos meses al año fueron
sometidos a pruebas para ver con qué se podría aliviar su molestia. Se los
dividió en tres grupos el primero recibió un fármaco muy popular, de venta
bajo receta; el segundo un conocido antiácido de venta libre, y el tercero un
placebo. Pasado un período de tres semanas, todos los pacientes
experimentaron aproximadamente el mismo alivio, es decir, una
disminución aproximada de un 25% en la intensidad o la frecuencia de los
dolores de estómago.

A partir de este estudio los investigadores concluyeron que la clave de la


disminución del estrés residía más en la fe del paciente en el tratamiento
que en cualquier especial valor curativo que pudieran tener las medicinas.

-A la mitad de la gente que viene a vernos quejándose del dolor de


estómago no podemos encontrarle nada –comentó uno de ellos-. Estamos
empezando a pensar que el problema es el estrés, que hay una interacción
entre la cabeza y las tripas, y que si ese es el caso, ningún antiácido en el
mundo dará resultado.

Otra forma en que el estrés puede minar la salud es atacando los


sistemas inmunológicos. De hecho hay una nueva disciplina científica,
llamada psiconeuroinmunología, que ha llegado a hacer una síntesis entre
la psicología, la neurología y la inmunología. De acuerdo con un breve
informe de la American Asociation for the Advancement of Science
(Asociación Norteamericana para el Derecho de la Ciencia), las funciones
inmunológicas pueden resultar dañadas en las personas que se ven
sometidas a diversos grados de estrés. Este grupo incluye a las mujeres
desgraciadas y separadas, y a los estudiantes de medicina que preparen
exámenes. Pero estos problemas inmunológicos se pueden anular
practicando la Relajación y las técnicas del pensamiento positivo. Todo
esto ofrece nuevas pruebas de que hay relaciones entre el estrés, el sistema
nervioso central y el sistema inmunológico.

Las presiones internas y externas pueden provocar un estrés capaz de


forzar en el cuerpo manifestaciones emocionales y físicas. En términos más
precisos ¿de qué manera interactúa el estrés con el cerebro y con la mente?

Una explicación sugiere que ciertas partes del cerebro son el asiento de
las reacciones provocadas por la angustia. Es probable que estas zonas se
sensibilicen enormemente y se hagan más susceptibles a la excitación ante
la repetida exposición a presiones internas y externas.

Esta hipersensibilidad neurológica, que así se la llama, puede suponer un


proceso de encendido en los tejidos cerebrales, referido al fenómeno de
estimulación repetida de ciertas partes del cerebro, que produce la
sensibilización de esas partes. Responden a una estimulación menor, y con
más intensidad a la estimulación normal. Así pues, la exposición repetida al
estrés y a diversas presiones activa los mecanismos de excitación del
cerebro y aumenta la probabilidad de excitación de maneras que son físicas
y emocionalmente debilitantes. Dicho de otra manera: algunos individuos
cuyo cerebro ha sido sensibilizado pueden ser más propensos a intensa
angustia o ataques de pánico que otros menos sensibilizados.

En el nivel biológico cuando se da este exceso de estimulación, las


células cerebrales tienden a valerse de más dendritas para responder a la
estimulación. Con esos cambios en el cerebro, la situación puede seguir
empeorando. Se establecen nuevas instalaciones o vías neuronales y el
individuo se habitúa a reaccionar en forma excesiva ante las diversas
formas de estrés.

En los animales, se necesitan por lo general varias estimulaciones


repetidas de esta clase, producidas con intervalos menores de veinticuatro
horas, para inducir la respuesta de sensibilización y los consiguientes
cambios en la estructura física del cerebro. Y cuando la plasticidad de este
mecanismo mental ha permitido bastantes cambios, el aumento de la
sensibilidad al estrés puede prolongarse horas, días e incluso meses.

Pero no terminan aquí las cosas. Así como el cerebro puede cambiar de
maneras negativas como resultado del estrés, también puede volver a un
conjunto de vías más positivas. Los investigadores han encontrado que hay
cierta tendencia a que la hipersensibilidad del cerebro disminuya a lo largo
de un período de días o meses, siempre y cuando no haya más estimulación
o estrés del mismo tipo que inicialmente provocó el problema.

O sea que si está usted experimentando malas reacciones físicas o


emocionales a determinadas formas de estrés o presiones de su vida, es
probable que deba hacer todo lo posible por evitar durante un tiempo la
fuente de tales presiones.

En ocasiones, la escapatoria o la huída son imposibles. E incluso si de


hecho evitamos diversas situaciones inductoras de presión y de estrés, es
probable que estemos descontentos de la rapidez de nuestra recuperación
emocional y física. Para acelerar el proceso, el doctor George Everly, de la
Universidad de Maryland, aconseja usar como terapia ciertas técnicas de
Relajación.

Tal como él dice: “Solo recientemente, durante la última década, se ha


considerado a las terapias orientadas hacia la Relajación como
intervenciones que pueden tener un importante efecto terapéutico… La
posibilidad de que algún día descubramos que los trastornos producidos
por la ansiedad y quizás otros que semejan excitación, sean de naturaleza
“biológica” no invalida en modo alguno, como tampoco disminuye la
aplicabilidad de intervenciones terapéuticas conductistas.

Lo que equivale a decir que el cerebro puede establecer vías e


instalaciones negativas como resultado de las tensiones de la vida. En un
caso así, dentro de uno se produce un cambio físico al sentir que sus
angustias, preocupaciones y obsesiones van en aumento y se expresan en el
cuerpo como dolencias físicas. Un tratamiento para este tipo de trastornos
es conseguir la Relajación, y después usar el Principio de la Maxi-Mente.

Vamos a ver ahora algunos ejemplos específicos en que el Principio de


la Maxi-Mente, sólidamente cimentado en la Relajación puede aliviar
diversos problemas físicos y emocionales. En el resto del libro me
propongo incluir otros varios estudios de casos que demuestran los efectos
saludables del Principio de la Maxi-Mente. A esta altura, sin embargo, me
limitaré a referirme a unos pocos –e importantes problemas de salud para
cuya solución el Principio ha demostrado ser eficaz.

Primer problema de salud : Angina pectoris (dolores en el pecho


relacionados con el corazón). A lo largo de los siglos, las personas que
padecen estos dolores han encontrado alivio merced a diversos
tratamientos, muchos de los cuales no parecen haber tenido más relación
entre sí más relación que el hecho de que los enfermos, y muchas veces los
médicos, estaban profundamente convencidos de que el tratamiento en
cuestión podía funcionar y de que había además una sólida relación
médico-paciente.

En nuestra propia época estamos comprobando que la fe sigue siendo


tan poderosa como siempre. Cuando podemos combinar esa convicción con
una técnica que alivia el estrés, a menudo nos encontramos con que
tenemos una solución que nos permite reducir o eliminar los dolores de la
angina. Un ejemplo excelente y sucinto de la forma en que esto funciona se
puede hallar en lo que le pasó a una de mis pacientes, que describe de la
siguiente manera su experiencia.

“Hace diez años, me diagnosticaron una angina. Desde entonces los


dolores han sido intermitentes, pero recientemente aparecieron con más
frecuencia y mayor intensidad. Hace más de un año, sentí dolores tan
intensos en el pecho que me tuvieron hospitalizada durante cuatro días.
Desde entonces he seguido teniéndolos de forma intermitente, hasta hace
unos doce meses. En esa época comencé a practicar la meditación dos
veces al día, como me lo enseñó mi médico. La frase “Cristo ten
misericordia” me brinda un especial sentimiento de paz y consuelo. Mi fe
ha sido la fuente de mis fuerzas durante toda la vida.

A pesar de antecedentes muy graves de angina, hoy la paciente ya no


sufre dolores. Sigue utilizando medicación, pero menos que antes. En este
caso, la mujer abrió las puertas al cambio de su mente, y dispuso su vida de
modo de favorecer una nueva orientación de las vías inductoras del dolor.

¿Cómo sucedió esto exactamente? Ante todo, con sabia intuición, la


paciente decidió fundamentar su técnica meditativa en su propio sistema de
creencias, es decir, la fe cristiana. Durante esas primeras fases de práctica
de la técnica se mantuvo, además, en contacto conmigo, y al convertirme
en su guía mental máximo pude ayudarla a reforzar los cambios benéficos
que estaban ya empezando a producirse en su mente. La paciente no
abandonó tampoco el tratamiento médico estándar.

Como sucede con muchos de estos problemas de salud, en el caso de


esta mujer no era realmente necesario que fuera demasiado específico en
cuanto a pensar o concentrarse exactamente en el cambio que quería que
tuviese lugar en su mente y en su cuerpo. No tenía que “visualizar” con
precisión los cambios que quería. Lo único que tuvo que hacer fue
estimular el proceso de cambio confiando en sus creencias básicas, y
después seguir cuidadosamente el consejo de su médico. De este proceso se
derivó naturalmente la reducción de los dolores en el pecho.

Segundo problema de salud: Presión arterial alta. Hemos alcanzado un


considerable éxito clínico con el uso del Principio para disminuir la elevada
presión sanguínea. Uno de mis pacientes vino a consultarme con una
presión muy alta y una gran diversidad de otros problemas físicos y
emocionales. Como muchas otras personas tenía que superar una larga
historia de instalación negativa en el cerebro.

Este hombre había llevado una vida bastante activa y atlética en su


juventud, pero al ir acercándose a los cuarenta empezó a tener problemas
de salud.

Un día sintió un dolor súbito en el pecho e inmediatamente consultó a su


médico, quien le dijo que no le pasaba nada. El dolor reapareció, y el
paciente volvió al médico, quien volvió a decirle que no le pasaba nada,
hasta que finalmente terminó por derivarlo a un psiquiatra.

-El psiquiatra me sugirió que me fuera y me pasara unas cuantas


semanas solo, aislado de la gente –recordaba el hombre.
Como ya señalamos, evitar las estimulaciones o presiones que pueden
producir estrés o angustia puede ayudar a que las partes sensibilizadas del
cerebro vuelvan a la normalidad, y a que las enfermedades emocionales y
físicas desaparezcan. Esta actitud de aislamiento o retraimiento no funcionó
en el caso de esta persona en particular, ya que el paciente en cambio
empeoró.

-Empecé a tener miedo de que un montón de cosas me anduvieran mal,


y los miedos iban en aumento, hasta que finalmente no podía entrar en un
ascensor, ni atravesar un puente o un túnel. Ni siquiera podía salir de casa
si alguien no me acompañaba. Me era imposible irme de vacaciones, con
todos aquellos miedos…, hasta miedo a volar, relata el hombre.

El paciente estaba acosado por múltiples fobias que lo aniquilaban. Y


como broche final, empezó a tener alta la presión sanguínea. Esta vez,
preocupadísimo porque su salud daba la impresión de ir cuesta abajo,
consultó a otros médicos, procurando encontrar un tratamiento eficaz. Cada
uno le recetó diversos tipos de medicación, pero eso era muy molesto. Por
un lado, le producía efectos secundarios, y el hecho mismo de necesitar
medicinas lo ponía aún más inquieto y reforzaba sus temores de las
posibles consecuencias de estar sufriendo de presión alta. Y como a su vez
los miedos le elevaban aún más la presión, el hombre estaba atrapado en un
círculo vicioso.

Finalmente, vino a nuestra consulta. Hicimos que siguiera con la


medicación y le preparamos un programa de meditación basado en su
formación religiosa. Además, le asignamos un guía mental máximo, un
médico que podía vigilar su progreso.

-En menos de un mes me empecé a sentirme estupendamente –relata el


hombre, que por cierto no se “curó” de todas sus dolencias de la mañana a
la noche.

Había necesitado veinte años para llegar al estado en que se encontraba


cuando vino por primera vez a nuestro consultorio, de modo que no
podíamos esperar que con una o dos sesiones quedara como nuevo. La
verdad es que hace unos tres años que está en tratamiento con nosotros, y
durante ese tiempo, sus progresos han sido notables.

-He aprendido a tener conciencia de mis miedos, incluso cuando estoy


meditando, y con la maravillosa ayuda de (mi médico), he superado el 99%
de mis miedos.
Y continúa evocando que en los tres últimos años ha volado con cierta
frecuencia a California; ya no tiene dificultades con los ascensores, con los
puentes ni con los túneles, y puede viajar solo a casi cualquier parte sin
ningún problema.

-En cierta época no podía siquiera ir con el coche a la visita médica si


alguien no me acompañaba –recuerda-, y ahora, ¡qué sensación estupenda
tengo al ir solo, con una gran sonrisa, conduciendo a cualquier parte! ¡Qué
bueno es estar vivo!

La presión arterial se ha normalizado, y apenas sí necesita medicación.

Es obvio que esta es la historia de un éxito importante, pero no es un


ejemplo aislado. Hasta una persona con tantos problemas emocionales y
físicos puede tener la esperanza de lograr cambios significativos, e incluso
espectaculares. El cambio no requiere más que la decisión de seguir las
sencillas rutinas que exige el Principio de la Maxi-Mente.

Este hombre tomó una actitud mental de apertura que le permitió


cambiar de hábitos practicando la Relajación. Además se valió de técnicas
meditativas que se relacionaban con su sistema de creencias, bajo la
supervisión regular de un director, en este caso un médico de nuestro
equipo. La presencia de un experto que simbolizaba la esperanza y la
posibilidad de recuperación de su salud física y emocional fue una
influencia positiva constante en su vida a medida que su salud mejoraba.

Tercer problema de salud: Fobias. Tal como lo muestra el ejemplo


anterior, el Principio de la Maxi-Mente puede ser muy eficaz para tratar
fobias combinadas con otras dolencias. A modo de variación sobre el tema,
veamos ahora un ejemplo “más duro” de fobia, que demuestra una
aplicación clásica del Principio de la Maxi-Mente.

Miguel, un hombre de negocios que había logrado llegar al cargo de


vicepresidente principal de una gran corporación, se encontró de pronto
ante una situación bastante incómoda. En un reciente viaje de negocios a
Europa, fue a comer a un pequeño restaurante en París, situado en un
sótano, y se encontró con un salón que parecía un horno y donde tenía la
sensación de que las paredes se le caían encima. No había ventanas, y él
estaba sentado de espaldas a la única entrada. El salón se fue llenando cada
vez más de gente, y la atmósfera estaba llena de humo.
De pronto Miguel, que siempre se había sentido ligeramente incómodo
en los lugares cerrados, sufrió un ataque grave de claustrofobia. El aliento
empezó a entrecortársele, sentía como si el estómago se le hubiera subido a
la garganta, y sabía que si no salía lo antes posible de aquel lugar,
terminaría por desmayarse. Masculló cualquier excusa, diciendo que se
había olvidado de otro compromiso, se despidió a toda prisa de la compañía
y no tardó en estar en la calle, recostado contra un poste, jadeante.

Después de aquella experiencia, se encontró con que la claustrofobia


empeoraba. No podía tolerar los ascensores atestados, y hasta le costaba ir
en el asiento de atrás de un coche si éste no tenía cuatro puertas. Como es
obvio, el problema que se le estaba creando podía complicarle la vida si
tenía que cenar con colegas en restaurantes muy cerrados, subir y bajar en
ascensores, viajar en según qué tipo de coches o verse en cualquier otra
situación que le diera una sensación de encierro.

Consiguió terminar aquel viaje sin otras crisis de claustrofobia, pero


cuando regresó, inmediatamente le comentó el problema a un amigo íntimo
que concurría a la misma iglesia que él. Afortunadamente, el amigo
conocía algunas de las técnicas básicas del Principio de la Maxi-Mente, y
aconsejó a Miguel que siguiera estos pasos:

-Ruega a Dios que te ayude a superar este problema.

-Después medita sobre un pasaje de las Escrituras, preferiblemente sobre


uno que sea importante para ti, aunque no es necesario que tenga relación
con la claustrofobia.

-Pasados quince o veinte minutos de meditación, pídele a Dios que guíe


tus ojos hacia otro pasaje de la Escritura que se relacione de alguna manera
con la buena salud o hasta con el problema de la claustrofobia. Cuando lo
encuentres concéntrate en él, piensa en profundidad en él, e intenta
encontrar de qué maneras prácticas puede aplicarse al problema con que te
ves enfrentado.

-Cuando te encuentres en otra situación de encierro, imagínate que el


propio Jesús está ahí contigo, brindándote consuelo y apoyo.

Miguel se mostró un poco escéptico porque nunca había intentado esta


forma de meditación y plegaria, pero como confiaba en su amigo, que
ahora y en relación con este problema se había convertido en su director
espiritual, decidió hacer el intento.
Escogió la frase “Dios es amor”, tomada de la primera epístola de San
Juan. Después cuando empezó a buscar entre sus pasajes bíblicos favoritos
alguno para usarlo después de los veinte minutos de meditación, se quedó
con unos pasajes del Salmo 139: “¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu?
¿Y adónde huiré de tu presencia?... Si tomo las alas de la aurora y si me
retiro hasta el confín del mar, aun allí me guiará tu mano y me asistirá tu
diestra” (Salmo 139:7, 9-10).

Durante varios días Miguel siguió este procedimiento de meditación,


que encontró muy reconfortante, pero todavía estaba por verse frente a la
prueba de cómo le resultaría aquello en la práctica y no tardó en dársele la
oportunidad.

Lo habían invitado a ir, en el asiento trasero de un pequeño coche


deportivo, hasta un restaurante situado en el último piso de uno de los
edificios más altos de Manhattan. Sabía que cuando subieran en el
ascensor, todavía habría mucho movimiento de gente por la hora punta. Ya
llevaba varios días meditando y practicando ejercicios para el cambio
mental, y además recordaba el consejo de su amigo, de imaginarse que
Jesús estaba allí con él mientras iba en aquel diminuto coche y subía en el
ascensor atestado. Incluso añadió un pequeño toque personal, practicando
sus ejercicios respiratorios habituales y concentrándose en la frase “Dios es
amor” mientras se encontraba en aquellas situaciones de tensión.

Su recuperación resultó ser bien rápida. De hecho, sintió algunas


punzadas de angustia al entrar en el coche y después en el ascensor. Pero se
había preparado a fondo, y realmente creía que la técnica le iba a funcionar
bien. Como resultado, se sintió relativamente cómodo durante toda la
velada.

Siguió practicando aquellas mismas técnicas durante varias semanas, y


en todo ese período logró combatir con éxito otras situaciones
claustrofóbicas. Actualmente, su equilibrio emocional ha vuelto a ser el
mismo que tenía antes de aquella desconcertante experiencia en París.

Como dije al comienzo de este ejemplo, el caso de Miguel es un ejemplo


casi clásico de cómo puede funcionar el Principio de la Maxi-Mente para
combatir las fobias. Aquella claustrofobia era un problema que aún no
había durado mucho, e indudablemente esa fue una de las razones
principales de que pudiera liberarse tan rápidamente de ella. Pero aún así
necesitó motivación y disciplina para usar a conciencia las diversas
técnicas y no tardó en cosechar los beneficios. Si usted padece alguna fobia
u otro problema profundamente arraigado y que se remonta a muchos años,
es probable que tenga que seguir durante más tiempo el tratamiento, pero
estoy convencido de que en última instancia muchas personas pueden
esperar ver al final el mismo éxito que tuvo Miguel.

Cuarto problema de salud: Insomnio. En nuestra sociedad son muchas


las personas con dificultades para dormirse por la noche, especialmente a
medida que se hacen mayores. Con frecuencia, el problema es que nos
creamos “circuitos mentales” de preocupación: empezamos a pensar en
algún problema o dificultad antes de irnos a la cama, y después seguimos
tocando esa “cinta mental” una y otra vez cuando nos acostamos e
intentamos dormir. La fatiga al final del día, combinada con la acrecentada
ansiedad provocada por el problema, a veces hace que nos sea imposible
tranquilizarnos y dormir.

Muchas personas encuentran que el solo hecho de inducir la Relajación


en posición de espaldas en la cama, es suficiente para quedarse dormidas en
cuestión de minutos, pero otras suelen estar tan agitadas cuando llegan a
acostarse que no pueden calmarse lo suficiente como para concentrarse en
este tipo de pensamiento. Una solución a este problema más grave, es
habituarse a la meditación o a la plegaria durante el día; esta práctica tiende
a poner la base para una mayor facilidad de concentración del pensamiento,
y hace que sea más fácil dormirse por la noche. De esta manera,
estimulamos el cambio en las vías mentales que crean la ansiedad y nos
mantienen despiertos y el resultado es un sueño reparador.

Adriana, una profesional que ronda los cuarenta, había tenido problemas
de insomnio desde su adolescencia. Generalmente tardaba por lo menos
treinta minutos, y en ocasiones tres o cuatro horas, en quedarse dormida.
Además se despertaba dos o tres veces durante la noche, iba al lavabo y
después volvía a acostarse, y a intentar dormirse.

Después de haber cumplido los treinta años, esta pauta se modificó.

-Solía despertarme por la mañana temprano, generalmente entre las dos


y las cuatro, y después tardaba una o dos horas en volver a dormirme –
explica Adriana-. Y a veces seguía despierta hasta la hora de levantarse,
alrededor de las siete.

Su problema se vio agravado por el hecho de que durante aquel período


tuvo dos hijos y se encontró con que mientras eran pequeños tenía que
despertarse muchas veces para atenderlos. Y cuando el menor ya tuvo edad
para dormir toda la noche. Adriana no pudo romper el hábito de levantarse
con frecuencia durante las horas de la madrugada.
Aquí tenemos un ejemplo del proceso de sensibilización que se produce
en algún momento en el cerebro. Adriana se volvió especialmente sensible
al insomnio durante este período porque su cerebro recibió una
estimulación constante, tanto a causa de sus antiguas tendencias a
permanecer despierta por las noches como por la presión exterior que le
imponía ser madre de dos niños muy pequeños. Nuestra hipótesis es que
sus células cerebrales emitieron nuevos tentáculos que convirtieron aquella
sensibilidad, y el consiguiente insomnio, en una parte de su vida
profundamente arraigada.

Afortunadamente, se decidió a recurrir a una técnica basada en la


Relajación para superar este problema. Buscó un médico que supiera como
inducir la Relajación mediante una técnica meditativa tal que estuviera
arraigada en su propia filosofía humanista de la vida. En su caso, escogió
para la meditación unos pocos versos de uno de sus poemas favoritos, y
después de la práctica solía leer pasajes más largos de esos mismos
poemas, cuidando especialmente de que encerrarán un mensaje calmante y
de paz.

Su médico le animó a practicar de esa manera la Relajación por lo


menos una vez al día, y los resultados fueron asombrosos. En apenas una
semana, Adriana se encontró con que, incluso si se despertaba a las dos o a
las cuatro de la mañana, volvía a dormirse enseguida. Y hasta comprobó
que no necesitaba levantarse durante la noche para ir al lavabo, como le
estaba sucediendo desde su adolescencia.

Ahora, -cuenta Adriana- mi mayor problema es seguir practicando


diariamente la Relajación. Es cierto que me cambia los hábitos del sueño,
pero una vez que empiezo a dormir bien, me descuido, es decir, dejo de dar
prioridad a la meditación y me encuentro con que otra vez duermo mal, y
de nuevo resuelvo que tengo que practicar regularmente, y así siguen las
cosas.

Esta mujer puede ser un ejemplo excelente de cómo funciona el


concepto de sensibilización. Desde su juventud había venido ejercitando
hábitos o pautas que le dificultaban el sueño. En términos neurológicos, es
bien probable que en ciertos sectores del cerebro hubiera establecido
dendritas o tentáculos que la hacían excepcionalmente sensible al estrés y a
las tensiones que la mantenían despierta.

Entonces empezó a abrirse camino por entre aquellas pautas negativas


mediante la Relajación, practicada bajo la orientación de un guía mental
máximo, que era su médico. Y ella misma reforzó su evolución mental en
un sentido más positivo, con sus lecturas poéticas.

No pasó mucho tiempo sin que las dendritas “sensibilizadas al


insomnio” en su cerebro se debilitaran, y el sueño se le hiciera más fácil.
Pero al mismo tiempo, seguía siendo susceptible a un regreso a las antiguas
pautas, especialmente cuando – como ella decía- “se descuidaba” y dejaba
de practicar la Relajación y de emplear el Principio de la Maxi-Mente.

Quinto problema de salud: Angustia. Se dice que vivimos en una época


de angustia, y de corazón coincido en que las presiones que continuamente
nos bombardean son una característica distintiva de nuestra época. Y lo
más importante de todo es que en realidad no sabemos cómo manejar estas
ansiedades, y con gran frecuencia nos dejamos dominar por ellas.

Pero hay una salida. En un caso bastante extremo, una mujer de setenta
años me contó que había tenido una larga historia de angustia que, en
ocasiones, había llegado a ser abrumadora e incapacitante, y que había
intentando diferentes soluciones:

-El valium no hacía más que atontarme un poco, después recurrí a un


terapeuta profesional y participé en grupos de autoayuda… que me
aliviaron un poco, pero no tanto para llevar una vida soportable. Finalmente
estaba viendo por lo menos un médico por semana.

En definitiva, y como último recurso decidió someterse al tratamiento de


un médico que enseñaba técnica para inducir la Relajación, y eligió
concentrarse en la palabra hebrea shalom, que significa “paz”.
Lamentablemente su larga experiencia de angustia calaba tan hondo que no
experimentó una mejoría rápida.

-Decir que quedarme sentada pacientemente procurando relajarme me


era difícil es quedarse cortísimo –relató-. Tengo que admitir que me llevó
muchísimo tiempo, y que en muchas ocasiones estuve pensando que todo
eso era inútil, que no podía hacerlo y que no me servía de nada.

Para empeorar las cosas, esta señora padecía tinnitus, afección del oído
en que se oye un continuo campanilleo, y que tendía a distraerla,
impidiéndole concentrarse en la meditación. Pese a todo, perseveró durante
más de un año.
-Con determinación y constancia, y meditando tres veces al día, empecé
a notar que el pulso se hacía más lento –contó-, y además, me iba sintiendo
menos angustiada. ¡Qué maravilla!

Desde su punto de vista, el cambio fue tan espectacular (ya no toma


valium ni ninguna otra medicación) que añade:

-Todavía no puedo creer que haya pasado por todo aquel sufrimiento, y
que ahora sea capaz de controlar mi ansiedad y mi impaciencia.

En la recuperación de esta persona fue un factor importante el guía


mental máximo, personificado por el médico. La paciente confió en el
médico que le enseñó la técnica de la Relajación que mejor se adaptaba a
su sistema de creencias, y había escuchado atentamente las explicaciones
que él le dio sobre las probables causas de su angustia. Pronto empezó a
entender en qué forma la angustia iba cediendo ante los cambios que iban
produciéndose en su cerebro.

Al actuar después de que la Relajación hubiera abierto al cambio la


mente de la paciente, el médico fue educándola y enseñándole los
beneficios prácticos que podía conseguir en su vida. El resultado final fue
un cambio importante.

Sexto problema de salud: Curación de recuerdos dolorosos. Aquí


empezamos a entrar en un territorio que, de hecho, es imposible de
cuantificar científicamente. Sólo contamos con los relatos en que personas
cuyos recuerdos dolorosos han sido realmente curados nos hablan de su
alivio. Este efecto de curación de los recuerdos es, en muchos sentidos, el
objetivo de la psicoterapia. Un psicólogo o un psiquiatra guía a una persona
en un viaje a su pasado en busca de las causas de las perturbaciones y
problemas que han llegado a abrumarla. Con una mayor comprensión de su
pasado, el paciente puede seguir avanzando hacia la salud emocional.

El que cumple la función de guía en la curación de la memoria no


siempre tiene que ser un psicoterapeuta o psiquiatra titulado. De hecho, si
los problemas no son demasiado graves, es frecuente que otros guías no
profesionales puedan desempeñarse tan bien como los terapeutas
calificados. Veamos ahora el caso de Arturo, un hombre bastante joven que
con frecuencia se sentía ligeramente deprimido y daba la impresión de vivir
continuamente bajo una nube que pesaba sobre su vida, aunque él no
pudiera identificar la causa de aquella sombra emocional.
Arturo era cristiano y creía firmemente en el poder de la oración. Pero
no sabía por qué la oración no llegaba a resolver sus problemas, por mucha
que fuera la frecuencia con que ofrendaba sus súplicas a Dios. Fue entonces
a ver a un amigo, también creyente, que le aconsejó ensayar una técnica
meditativa valiéndose de un versículo en la Biblia, “El Señor es mi pastor”,
para concentrarse en él.

Con esa técnica, Arturo logró efectivamente la Relajación durante varias


semanas, y consiguientemente preparó su mente para cambios importantes.
Cuando los dos amigos se reunieron, el mayor, convertido ahora en el
director espiritual de Arturo, dio comienzo a la sesión con unos momentos
de meditación y plegaria compartidos.

Con delicadeza, pero firmemente, el director empezó a estimular a su


amigo para que indagase en su vida anterior, procurando descubrir si no
estarían en ella las fuentes de la depresión y el letargo. Pasado un período
de más o menos una hora, empezaron a aflorar recuerdos durante largo
tiempo reprimidos. Arturo había pasado por una forma de “amnesia
infantil”, que lo llevó a olvidar por completo algunos incidentes
traumáticos que le habían sucedido en edad preescolar. Específicamente, en
varias ocasiones había sido objeto de abuso sexual por parte de un
muchacho mayor que él. Fue entonces cuando se apagó la chispa en su
vida, y apareció la tendencia a la depresión y al letargo.

Con eso se le abrió la senda hacia la curación. Con el nuevo


conocimiento de lo que le había sucedido en aquellos primeros años.
Arturo pudo enfrentarse en forma más directa con su situación y valerse de
otros recursos espirituales a los cuales le dio acceso su fe. Por una parte, a
instancias de su director espiritual, perdonó explícitamente al muchacho
que había abusado de él en su niñez, y además, rogó a Dios que le curase
aquellas heridas que habían vuelto a abrirse, de modo tal que pudiera
empezar a llevar una vida normal.

En el caso de Arturo, el recordar aquellos incidentes de su niñez no fue


más que el comienzo de un proceso que tardaría meses antes de estar
siquiera próximo a completarse. Pero aún así empezó a mostrar una mejoría
gradual y constante en sus actitudes y en su vida emocional.

Este tipo de ejemplos se ha repetido y sigue repitiéndose en sesiones de


orientación pastoral o de psicoterapia, y también en reuniones más
informales entre amigos. Cuando los procedimientos se llevan a cabo con
la sensibilidad y la constancia necesarias, se pueden obtener resultados
positivos, independientemente de quién sea el que asuma el papel de guía
mental máximo.

En casos así, la mente se va abriendo al cambio mediante la práctica de


la relajación a través de la plegaria y la meditación. En ocasiones, como en
el caso de Arturo, es útil prepararse con una serie de sesiones de
meditación durante varios días, e incluso semanas, antes de hacer ningún
intento de adentrarse más en los recuerdos excluidos de la conciencia. Una
vez que se haya completado ese proceso preliminar, y que las puertas de la
mente estén bien abiertas, las posibilidades de cambiar gracias al Principio
de la Maxi-Mente son asombrosas.

COMO RENOVAR NUESTRA PROPIA SALUD

Volvamos ahora a usted, a su salud emocional y física. ¿Tiene algún


problema que le preocupe? ¿Padece tal vez insomnio, o bien alguna forma
de angustia o de fobia? O quizás tiene dolores de cabeza intermitentes, o
alguna otra molestia física. En ese caso, y en la medida en que sus
problemas de salud estén condicionados por sus interacciones mente-
cuerpo, el Principio de la Maxi-Mente puede serle sumamente provechoso.

Una vez más, quiero dejar en claro que los tratamientos por medio de la
Relajación no son necesariamente sustitutivos de la medicina. En realidad,
si usted está en tratamiento médico, es muy importante que siga
consultando a su médico mientras se vale del Principio de la Maxi-Mente.
Como es obvio, en estas condiciones su convierte en un guía mental
máximo. Es probable, que además de la Relajación o de alguna otra técnica
orientada al cambio mental, necesite usted de medicamento o incluso
cirugía. En ese caso deje que su médico decida si ha de cambiar o no la
medicación que está tomando; no intente tomar usted solo esta decisión.

Luego puede aplicar el Principio de la Maxi-Mente para ver si sus males


físicos y emocionales mejoran con ello. Si encuentra que todo va bien, lo
más probable es que su médico le reduzca o elimine la medicación
prescrita. Pero aun si encuentra con que no puede eliminar por completo los
fármacos, es casi seguro que la incorporación del Principio de la Maxi-
Mente a su vida lo ayudará en alguna medida.

Ahora intentaremos aplicar el Principio de la Maxi-Mente a los


malestares emocionales y físicos que quizá estén causándole problemas.
Como antes, debe empezar por conseguir la Relajación.
FASE UNO

Paso 1: Escoja una palabra o frase breve que esté firmemente arraigada
en su sistema personal de creencias.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire lenta y naturalmente y, mientras exhala, concéntrese en


repetir la palabra o frase escogida.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva y no se preocupe por lo bien que lo


esté haciendo. Cuando acudan a su mente otros pensamientos, dígase para
sus adentros: “Ya está bien”, y vuelva pacientemente a la repetición.

Paso 7: Continúe así durante diez o veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica durante una o dos veces al día.

FASE DOS

Ahora que su mente se ha abierto a cambios benéficos, es importante


que durante diez o veinte minutos empiece exponerse a informaciones e
ideas orientadas hacia la salud. He aquí sobre las cuales puede concentrarse
usted en esta del Principio de la Maxi-Mente. Como es obvio, tendrá usted
que elegir un pensamiento que concuerde con aquello que usted cree, o con
lo cual se siente más cómodo.

Inútil es que adelantéis el despertar,


retraséis el descanso y comáis pan de fatiga,
¡que El colma a su amado mientras duerme!
Salmo 127:2

El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?


El Señor es la muralla (refugio) de mi vida; ¿de quién he
de atemorizarme?
Salmo 27:1

Pero para vosotros los que teméis Mi nombre, saldrá


el sol de justicia y traerá la curación en sus alas; y avan-
zaréis y saltaréis como becerros de la manada.
Malaquías 4:2 (NASB)

No tengáis inquietudes sino, orando, suplicando y


dando gracias en todo, presentad vuestras súplicas al
Señor. Y la paz de Dios que supera toda imaginación
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús.
Por lo demás hermanos, haced objeto de vuestra
Consideración todo lo que hay de verdadero, de hono-
rable, de justo, de puro, de amable, de virtuoso, de digno,
de encomio…
Filipenses, 4:6-7 y 8

Todo surge y todo pasa. Cuando esto veas, estarás


por encima del sufrimiento. Este es el camino resplande-
ciente.
EL BUDA

Dadme salud y un día, y volveré ridícula la pompa


de los emperadores
RALPH WALDO EMERSON, Nature

Mi larga enfermedad
De salud y vida comienza ahora a curarse…
WILLIAM SHAKESPEARE, Timón de Atenas

Algo bello es un placer eterno:


Cada vez más adorable, no se hundirá
Jamás en la nada: nos brindará siempre
La quietud de un cenador, y un sueño
Pleno de dulces sueños, y salud, y tranquilo aliento.
JOHN KEATS, Endimión

… pide a ese Algo que entre en ti. Limítate a decirle “Seas quién fueres
o lo que fueres, entra ahora en mí y ayuda a la naturaleza (que hay) en mi
cuerpo a reparar este hueso, y sin pérdida de tiempo. Gracias, creo que lo
estás haciendo”. Entonces, hazte una imagen mental de la pierna curada.
Cierra los ojos para verlo así, el hueso reconstruido y la carne fuerte y
perfecta a su alrededor. Y haz como si vieras una especie de luz que brilla
y arde e inunda toda la pierna de arriba abajo…

Dios hizo, antes que nada, la luz. Entonces el Espíritu de Dios se movió
sobre la faz de las aguas, como nos dice el historiador, haciendo todo lo
que puede por expresar con las palabras de que dispone verdades que ni
siquiera nuestra moderna expresión “espacio interestelar” formula en
forma adecuada.
Por consiguiente, estamos hechos de energía, no de materia sólida e
impenetrable. Las sustancias químicas contenidas en el cuerpo –el “polvo
de la tierra”-viven por acción del soplo de Dios, de la energía primaria, de
esa fuerza originaria a la que llamamos Dios. Por ser así, no es en modo
alguno extraño que cuando establecemos una relación más íntima con
Dios en la plegaria, hayamos de recibir vida más abundante, en la forma
de un fluir incrementado de la energía.

AGNES M. SANFORD, The Healing Light

…superar el pánico es una parte esencial de cualquier programa de


recuperación de una enfermedad grave. Hay una tendencia notable,
especialmente si la enfermedad se prolonga, a esperar lo peor. La
confianza, una decisión profunda, una disposición alegre, la risa y la
voluntad de vivir son buenos agentes condicionales, cuyo valor no hay que
subestimar jamás. Como mínimo incrementan el valor del tratamiento
médico que recibimos…

La actual investigación científica de los beneficios fisiológicos de la


risa bien puede no ser abundante, pero es importante. William Fry, de la
Universidad Stanford, ha escrito un artículo muy instructivo, con el título
de “Los componentes respiratorios de la risa alegre”. Me imagino que se
refiere a lo que se conoce comúnmente como risa visceral. Como
Emmanuel Kant, Fry afirma que la risa influye benéficamente sobre la
totalidad del proceso respiratorio.

Algunas personas, dominadas por una risa incontrolable, dice que les
duelen las costillas. Es posible que la expresión sea exacta, pero es un
“dolor” que deleita, que deja al individuo relajado casi al punto de
desplomarse. Es también una especie de “dolor” que a la mayoría de
nosotros nos vendría bien sentir cada día de la vida. Es tan específico y
tangible como cualquier otra forma de ejército físico. Aunque sus
manifestaciones bioquímicas todavía están por ser estudiadas y
cartografiadas explícitamente, lo mismo que los efectos del miedo, la
frustración o la cólera, son igualmente reales.
NORMAN COUSINS, Anatomía de una enfermedad.

Aunque tenga remendados los pantalones, nunca tengo tristeza en las


tripas.

FINNLEY PETER DUNNE, Acción de gracias


Estas son unas pocas ideas que pueden ayudarle a comenzar a modificar
sus hábitos y sus pautas de pensamiento, y a echar a andar por una nueva
senda en dirección de una mejor salud. Claro que todo eso puede sustituirlo
por lecturas, citas o imágenes de su elección. Lo que importa es que se
exponga a influencias benéficas, que favorezcan su salud, inmediatamente
después de haberse “abierto” mentalmente mediante la práctica de la
Relajación.

Pasemos ahora a otro dominio de la vida, el de la forma física, en el cual


a muchos nos vendría bien una transformación benéfica.
6

El secreto para ponerse en forma

Un cuerpo bien condicionado y capaz de un alto rendimiento ha llegado


a ser, en nuestra sociedad, un símbolo de logro personal. Un físico
musculoso y bien formado –como la capacidad de correr, nadar o practicar
cualquier deporte durante horas, y no por eso quedarse sin aliento- puede
contribuir a convencerlo a uno de que es dueño de su vida.

Con frecuencia un buen estado físico provoca comentarios:

-Por la forma en que se cuida Fulano debe valorarse mucho a sí mismo.

-¡Cómo me gustaría tener un cuerpo como el de ella!

-Anda como una persona muy segura de sí.

Para tener mejor apariencia física, los norteamericanos, en gran mayoría


están haciendo ejercicio y sometiéndose a dietas. En 1961, el Instituto de
Sondeos Gallup investigó el número de personas que hacían regularmente
ejercicios físicos, y en aquel momento una cuarta parte de los encuestados
respondió afirmativamente. Para 1984, la cifra había registrado un notable
aumento: casi seis de cada diez adultos respondieron que hacían ejercicio
regularmente. Y en cuanto a los problemas de peso, alrededor de un tercio
de las norteamericanas entre los diecinueve y los treinta y nueve años
respondieron a la encuesta diciendo que hacían régimen por lo menos una
vez al mes.

Pero aunque no ceje en su empeño de estar en forma, la gente no está


satisfecha. Un buen número de personas, tanto hombres como mujeres,
siguen estando disconformes con su altura, peso, tono muscular y con las
proporciones de su cuerpo, según se desprende de una reseña publicada en
el número de abril de 1986 de la revista Psichology Today. La mitad de los
hombres y casi 6 de cada 10 mujeres, dijeron que no estaban satisfechos
con la región media del torso. En ese estudio más de un tercio de los
hombres y de las mujeres que respondieron dijeron estar insatisfechos con
su aspecto actual.
También es común que la gente se queje que no puede seguir un
programa regular de ejercicios o un régimen para bajar de peso. Es como si
no tuvieran suficiente disciplina, motivación, interés o tiempo.

En otros casos la gente que consigue empezar algo suele cansarse. Se


aburren del tipo de actividad deportiva que han elegido, y se les hace
pesado seguir con ella. Otros, especialmente, los que han llegado a cierto
nivel en los deportes competitivos, se frustran porque les parece que han
llegado al límite de su capacidad personal. Ya no pueden seguir avanzando
en la práctica de squash o de tenis en su club, o no llegan a vencer a un
rival de fin de semana que siempre resulta mejor que ellos.

Afortunadamente, el Principio de la Maxi-Mente tiene respuesta para


todos estos problemas, ya que puede permitirle a uno:

-Establecer nuevas disciplinas para ponerse más en forma, aunque no


haya llegado a la conclusión de que ciertos cambios en sus hábitos físicos
son importantes.

-Aumentar su capacidad de disfrutar de la actividad física o deportiva


escogida.

-Mejorar su rendimiento en los deportes competitivos, ya sea en nivel de


aficionado o de profesional.

Como con cualquier otro cambio en las pautas de pensamiento, la


transformación de nuestra disciplina para estar en forma depende en primer
lugar de nuestro sistema de creencias básico. La práctica de la Relajación
en el contexto de nuestras creencias más profundas pueden influir
directamente sobre los logros o las frustraciones en nuestras tentativas
gimnásticas o atléticas.

Un ejemplo del profundo efecto que pueden tener las creencias sobre la
experiencia deportiva se puede ver en el caso de un paciente sometido al
“test de los dos pasos”, de Masters, que consiste en que la persona sube a
un escalón elevado o un banco, primero sube un pie y luego el otro, y luego
baja, primero el primer pie y después el otro, repitiendo el procedimiento
en una serie constante de pasos hacia arriba y hacia abajo. El ejercicio
tiende a elevar el ritmo cardíaco, lo mismo que las pruebas de estrés que se
realizan actualmente con esos modernos aparatos de los que el test de
Masters fue, en realidad, precursor. Antes, muchos médicos confiaban en el
test de los dos pasos para acelerar el ritmo cardíaco con el ejercicio.
El doctor Bernard Lown, que recibió recientemente el Premio Nóbel de
la Paz por su trabajo con Physicians for Social Responsibility (Médicos por
la Responsabilidad Social) realizó un estudio con un hombre a quien le
aparecían los dolores de angina pectoris cada vez que se sometía al test de
los dos pasos de Masters. El doctor Lown descubrió que a su paciente le
aparecían los dolores cuando él llegaba a “cuarenta y cuatro” en la cuenta
que llevaba durante la práctica de la prueba. Como de costumbre, el doctor
empezaba a contar en alta voz cuando llegaba a “cuarenta”, y seguía con
cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres, cuarenta y cuatro”.
Precisamente al contar cuarenta y cuatro se producían los dolores.

Tras haber observado las reacciones del paciente, el doctor Lown


decidió hacer un experimento. Empezando contando cuarenta en voz alta
cuando la cuenta real era “veintiocho, veintinueve, treinta, treinta y uno,
treinta y dos”. La cifra real no tenía importancia. Cuando él decía “cuarenta
y cuatro” en casi todos los casos al paciente le empezaban los dolores.

Para investigar más a fondo el problema, en las pruebas sucesivas volvió


algunas veces a contar bien, de modo que cuarenta fuera verdaderamente
cuarenta. En esos casos, los dolores de angina no aparecían hasta que el
médico no llegaba al verdadero número cuarenta y cuatro.

Finalmente, en una ocasión en que el doctor Lown estaba haciendo la


cuenta falsa, el paciente le dijo:

-Doctor, o usted no sabe contar o me está engañando: sólo van


veintiocho.

Después de eso, al paciente ya no le aparecieron dolores cuando el


médico le hacía la cuenta más baja.

Este sencillo ejemplo demuestra que la creencia puede tener poderosos


efectos sobre la experiencia deportiva. En términos médicos, el estudio que
acabamos de citar es un ejemplo del “efecto placebo negativo”. El hombre
creía que al llegar al paso número cuarenta y cuatro del ejercicio iba a tener
dolores de angina y por supuesto que los tenía. Si creía que ya había dado
cuarenta y cuatro pasos, sentía dolores aunque la cuenta real fuese
diferente.

Este ejemplo tiene importantes consecuencias en lo que se refiere a


transformaciones positivas en la forma física que pueden cambiar la vida.
Así como la mente de hombre estaba condicionada negativamente para
sentir dolor, usted puede condicionarse positivamente para que le sea más
fácil alcanzar la forma física que desea.

Veamos ahora cómo puede realizarse esto mediante la aplicación del


Principio de la Maxi-Mente en tres importantes ámbitos: la adopción de
nuevas disciplinas para ponerse en forma; el conseguir que la actividad que
ya está usted practicando le resulte más placentera, y el mejoramiento de su
actuación atlética o deportiva.

UNA NUEVA DISCIPLINA

Para la mayoría de las personas, sobre todo alcanzada una vez la edad
adulta, no es fácil iniciar un programa nuevo para ponerse en forma. A esa
edad tendemos a sentirnos cómodos con nuestras costumbres sedentarias, y
se hace muy difícil romper con los antiguos hábitos para iniciar otros
nuevos, especialmente cuando la empresa puede significar agujetas,
músculos doloridos y otras incomodidades físicas.

Lo primero que tiene que tener presente quien esté planteando un nuevo
régimen de ejercicios es que probablemente necesitará lo menos un mes
para obtener resultados apreciables. Ese tiempo de transición se necesita,
por lo común, para establecer en el cerebro nuevas pautas de pensamiento
que conformarán nuevos hábitos para el futuro. Además, generalmente son
necesarias dos o tres semanas para que el adulto sedentario promedio
empiece a recuperarse del dolor inicial proveniente de ejercitar músculos
relativamente inactivos.

En general, la mayoría de las personas que quieren poner en forma su


sistema cardiovascular recurren a las actividades de resistencia llamadas
aeróbicas, tales como caminar, correr, trotar, andar en bicicleta, nadar y
quizás el esquí de fondo. En la mayoría de los casos, el individuo escoge
alguna de estas actividades y se dedica a ella hasta que su nivel de forma
física mejora en forma significativa. La marcha y la carrera, que exigen
relativamente poca destreza y un mínimo de equipamiento suelen contarse
entre las actividades más populares en este terreno.

Emplear el Principio de la Maxi-Mente durante esta fase de transición, y


después de ella, contribuirá enormemente a que la nueva disciplina o hábito
deportivo quede integrado en su comportamiento.

¿De qué manera actúa el Principio cuando está usted tratando de


adquirir una nueva disciplina para ponerse en forma?
Como siempre la Fase Uno requiere que se empiece por inducir la
Relajación. Con ello se abrirá usted a las posibilidades de hacer mejor uso
de su hemisferio derecho. Cuando el cerebro está así preparado, es más
fácil transformar en sentido positivo cualquier interferencia negativa del
hemisferio izquierdo, como podría ser “Yo soy constitucionalmente
incapaz de ser deportista”.

A renglón seguido, en la Fase Dos deberá comenzar inmediatamente a


influir sobre el hemisferio izquierdo aportándole información benéfica, en
la forma de instrucciones e imágenes que promuevan los cambios que usted
quiere obtener y lo encaminen en la dirección de la disciplina deseada. De
hecho, durante la Fase Dos estará usted creando en el hemisferio izquierdo
nuevas inferencias que lo renovarán mentalmente, ayudándole a
transformar su vida.

En ocasiones, algo semejante a esta secuencia en dos fases puede


suceder aun cuando un individuo no sabe nada del Principio de la Maxi-
Mente. Recuerdo la experiencia de Bárbara, una ejecutiva publicitaria de
poco más de treinta años, que inició un programa de natación mucho antes
de la actual popularidad de los programas para ponerse en forma. Ya
nadaba razonablemente bien cuando empezó, pero eso no habría bastado
para mantenerla en marcha si ella no hubiera visto inmediatamente una
relación entre la actividad repetitiva de la natación y su propia necesidad de
encontrar alivio a la tensión producida por su trabajo en publicidad.

Desde que cumplió los treinta, había estado sintiendo la edad, como ella
decía. Había aumentado de peso y en general se sentía en mala forma, tensa
y apática. Aunque nunca había practicado ninguna forma de atletismo en
serio, solía gustarle nadar, de modo que decidió asociarse a un club local y
ver si allí podía mejorar su forma física.

Esta nadadora en ciernes nada sabía del Principio de la Maxi-Mente ni,


para el caso, de la Relajación. Además no tenía ninguna postura teórica de
autoayuda que le sirviera para empezar a cultivar esta nueva disciplina
deportiva. Lo más probable, si sus primeras experiencias en la piscina le
hubieran resultado incómodas, o sin interés, era que hubiese abandonado el
proyecto.

De hecho Bárbara tenía antecedentes de abandonar bruscamente su


actividad deportiva si no la encontraba inmediatamente satisfactoria. Había
empezado a jugar al tenis, pero lo había dejado enseguida porque le hacía
sudar y acalorarse más de lo que le gustaba, además no jugaba lo bastante
bien como para mantener la pelota en movimiento durante un tiempo
apreciable. Después intentó aumentar el tiempo que dedicaba a la marcha,
pero al andar por el duro pavimento de la ciudad, donde intentaba
ejercitarse, le dolían los pies y las rodillas.

La natación resultó ser algo muy diferente, principalmente porque en


ella acertó a tener una experiencia sumamente positiva que ponía en juego
el Principio de la Maxi-Mente. Inicialmente, tropezó con algunas
dificultades, tal como le había sucedido con los otros deportes: no podía
hacer más de cinco o seis largos en la piscina olímpica donde practicaba.
Los músculos de brazos y piernas se le cansaban demasiado para seguir, le
faltaba resistencia para hacer distancia. Pese a estas dificultades físicas,
como le gustaba mucho nadar, Bárbara empezó, sin darse cuenta, a
practicar la Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente.

-Lo que realmente me gustaba de la natación, desde el comienzo mismo


era el hecho de que el agua fuese tan sedante –explicó-. Y también había
algo en el movimiento rítmico de los brazos y las piernas que me acunaba,
llevándome a un estado que no puedo acabar de explicar, pero que
indudablemente era placentero y me relajaba mucho.

Tenemos aquí un ejemplo de esa inefable vivencia del cerebro derecho,


que se produce con la inducción de la Relajación, y con la introducción del
Principio de la Maxi-Mente. Esa sensación se acentuó más a medida que
Bárbara adquiría mayor competencia en su deporte. Cuenta que después de
haber estado nadando dos o tres semanas, el número de largos de piscinas
que podía nadar se duplicó, y después se triplicó. Poco a poco su mente
empezó a concentrarse principalmente en la brazada que estaba dando. En
particular, cuando iba nadando el primer largo, cada vez que el brazo
izquierdo entraba en el agua, Bárbara se decía “uno…uno…uno”. Y
después repetía el proceso mientras nadaba el segundo largo, esta vez
diciendo “dos” cada vez que el brazo izquierdo se sumergía en el agua.

Sin darse cuenta de lo que hacía, esta joven nadadora estaba usando
como foco de meditación el número de largo que estaba nadando. Ese foco,
repetido una y otra vez, al combinarse con el movimiento rítmico del
cuerpo le provocaba la Relajación.

Bárbara no tardó mucho tiempo –unas tres o cuatro semanas- en


descubrir que periódicamente tendía a fusionarse con el agua. Tenía casi la
sensación de estar fundiéndose con las ondas que fluían suavemente a su
paso. Varios otros concurrentes a la piscina le comentaron que ellos
también tenían esa vivencia, y esto reforzó sus expectativas. Así que
empezó a esperar, cada vez con mayor ilusión, este nuevo y fascinante
nivel de conciencia.

Bárbara se benefició también de otras formas de reforzamiento al


alternar con los otros nadadores que fue conociendo en la piscina. Después
de nadar, era frecuente que se pusiera a charlar con otros nadadores que
esperaban para hacer sus largos de piscina. Hablaban de técnicas de
natación, del equipo, gafas para el agua o tapones para los oídos, y del
placer y la satisfacción que obtenían de aquel deporte.

Aquellas conversaciones acentuaban el interés de la joven nadadora por


su actividad. Tal como ella lo expresaba, “se sentía como si hubiera llegado
a ser miembro de un club nuevo y estupendo”.

Una vez más sin saberlo, estaba aplicando el Principio de la Maxi-


Mente: primero, en la piscina, inducía la Relajación. Luego se concentraba
en la información y en los conceptos positivos relacionados con la destreza
que quería perfeccionar.

Bárbara jamás tuvo problema alguno con los antiguos impulsos de


abandonar su nueva disciplina, cosa bastante notable, ya que pasó por un
período durante el cual tuvo los músculos un tanto doloridos. Además las
sesiones de entrenamiento le tomaban generalmente entre una hora y una
hora y media, desde que salía de su casa o de su despacho hasta que
regresaba.

Lo que tenemos aquí es, pues, un compromiso importante con una


habilidad nueva, un compromiso que se vio muy facilitado por la acción del
Principio de la Maxi-Mente. Las inferencias negativas de su hemisferio
izquierdo acerca de los ejercicios cambiaron en forma espectacular. Sólo
más adelante pudimos definir con más precisión lo que probablemente le
había permitido iniciado y mantener con éxito aquella disciplina. En la
actualidad hace dieciséis años que Bárbara va a nadar entre tres y cuatro
veces por semana.
¿Qué se puede aprender de la experiencia de esta mujer, como de otras y
otros que finalmente han conseguido emprender alguna disciplina para
mantenerse en forma?

Como es obvio, Bárbara estaba motivada. Sentía que estaba perdiendo


su apariencia juvenil y como la mayoría de nosotros, había tropezado con
múltiples dificultades en sus intentos de embarcarse en un programa de
ejercicios. Sólo consiguió el éxito luego de haber escogido un deporte que
podía practicar en el contexto del Principio de la Maxi-Mente.
De la misma manera, deberá ser emplear el método en dos fases para
practicar el Principio de la Maxi-Mente. Dicho de otra manera: empiece
por inducir la Relajación, y luego concéntrese en informaciones y
conceptos tendentes a reforzar la disciplina a iniciar.

Hay límites para las nuevas disciplinas de forma física que es posible
establecer mediante el Principio de la Maxi-Mente. Por ejemplo, los
aspectos de la forma física, que exigen una disminución de peso pueden
requerir un esfuerzo considerable. Con las dietas hay un problema
importante, que se ha dado en llamar el “efecto yo-yo”, y que es la
tendencia de la persona a rebajar de peso para después volver a recuperarlo,
y seguir repitiendo el mismo proceso.

Por otra parte, si la reducción de la angustia es un factor importante en


la capacidad de adelgazar, entonces confiar en el Principio de la Maxi-
Mente puede ser muy útil y dar resultados duraderos. Puede que la angustia
y las preocupaciones contribuyan en forma significativa a su tendencia a
comer en exceso, pero valiéndose del Principio, usted puede reducir la
angustia, haciendo así desaparecer un importante factor que lo mueve a
comer demasiado.

Sin embargo, los problemas de peso y otros similares suelen ser


bastantes recalcitrantes y requieren algo más. Entre otras cosas, le será útil
tener una firme red de apoyo para su programa. Por ejemplo, podría
participar en un grupo integrado por personas que tengan el mismo
problema. Y si tiene un sistema de creencias sólido en qué apoyarse, será
mucho más fácil que alcance éxito en estos terrenos difíciles.

Arturo, un hombre de cuarenta años, quería rebajar unos siete kilos. No


tenía un gran exceso de peso, pero sí lo suficiente para que se le formará un
antiestético rollo de grasa en la cintura, que le hacía sentir mal consigo
mismo. Por más que se esforzaba, no podía perder peso. Sabía que la única
forma de conseguirlo era comer menos, pero eso le resultaba casi
imposible, porque le encantaban los dulces y los postres.

Además, no tenía tiempo para participar en un grupo de personas


empeñadas en adelgazar, ni le interesaba hacerlo. En cambio, era
profundamente religioso, no sólo sentía que él quería librarse de esos kilos,
sino que creía firmemente que Dios quería que lo hiciera.

A diferencia de Bárbara, la nadadora, Arturo tenía bien claro cómo


podía ayudarle el Principio de la Maxi-Mente, de modo que empezó a
practicar la Relajación por la mañana, con sus oraciones. Inmediatamente
después de los momentos dedicados a la meditación, se concentraba en
algún pasaje de las Escrituras que creía iba a reforzar la idea de que debía
adelgazar. Los que más le gustaban eran estos:

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habita en
vosotros…?
I Corintios, 6:19

…ofreceos a Dios como resucitados de entre los muertos, y vuestros miembros


como instrumentos de justicia para Dios.
Romanos, 6:13

En su opinión no poder adelgazar era ofender a Dios. Por eso, como


creía que era muy importante vivir de acuerdo con sus principios y sus
escrúpulos religiosos, estaba muy motivado para hacerlo. Incluso llevó el
tema a un grupo de discusión y de oración donde concurría regularmente, y
los demás participantes aplaudieron su resolución. Al combinar sus
períodos de plegaria y meditación con la cuidadosa consideración de
pasajes específicos de las Escrituras, Arturo consiguió adelgazar esos kilos
en pocos meses.

Como ya he dicho, los problemas de peso son muy difíciles de resolver,


y el de Arturo no era la excepción, pese a su fe y al apoyo que recibió de
sus compañeros. Durante los dos meses siguientes, volvió a aumentar casi
tres kilos.

Sin embargo, después su peso se estabilizó y se sintió capaz de evitar los


dulces y otras cosas que podían hacerle engordar para mantenerse muy
poco por encima del peso deseado. Hasta podía rebajar un kilo extra de vez
en cuando, al volver a concentrarse en el uso del Principio de la Maxi-
Mente.

Como veremos luego, cuando consideremos el uso del Principio de la


Maxi-Mente con las disciplinas espirituales, la relación entre los cambios
producidos en el cerebro y la fe religiosa es muy difícil –si no imposible-
de describir científicamente. Nuestra hipótesis es que lo sucedido con
Arturo, como con muchos otros que han conseguido éxitos similares, es
que en el cerebro se crean vías para nuevas pautas de acción. Arturo creó
en su hemisferio izquierdo nuevas inferencias relativas a sus hábitos de
alimentación. Es imposible medir el ingrediente espiritual de este proceso,
aún cuando haya sido evidentemente un ingrediente importante en el logro
de lo que se proponía.
Creo que cualquiera puede usar el Principio de la Maxi-Mente con el fin
de mejorar su estado físico, incluida la pérdida de peso; pero ha de tener en
cuenta que quizá necesite algo más –que puede ser un grupo de apoyo- para
reforzar su sistema de creencias. En otras palabras, según la dificultad de la
empresa, puede que necesite un apoyo comunitario si desea superarla.

DISFRUTE DE SU PROGRAMA DE ACTIVIDAD FISICA

Incluso después de haber avanzado bastante con uno de estos programas


puede suceder que uno vuelva a sus costumbres sedentarias. Puede pasar
que alguna lesión le obligue a suspender durante u tiempo su actividad y
pierda así el hábito de practicarla, o bien que se aburra y decida que en
realidad quiere descansar por un tiempo o intentar algo distinto. Es muy
posible que algo así le lleve a perder la disciplina que había logrado.

¿Qué puede hacer para incorporar su nueva disciplina a su vida y no


correr el riesgo de perderla?

Una de las mejores “pólizas de seguro” a que puede recurrir es encontrar


la forma de hacer placentera esa actividad. En la sección anterior vimos
como una nadadora empezó a tener una vivencia casi mística de fusión con
el agua. Ese era su equivalente del “cielo del corredor” del que tal vez los
lectores hayan oído hablar, o incluso lo hayan sentido. En la mayoría de las
actividades de resistencia que requiere el movimiento regular y repetitivo
de las extremidades es posible pasar por esa experiencia cuasi trascendente.

Como ya señalamos, este tipo místico de experiencia atlética conlleva la


inducción de la Relajación, Un factor clave en ella es que la repetición de
los movimientos físicos de la carrera, la natación o el ciclismo continúa
durante períodos relativamente largos. La cadencia transporta a la mente
más allá de las preocupaciones de la vida diaria, hacia un estado de
conciencia modificado, más trascendente. Una vez experimentado este
estado mental, en el cual creemos que la interacción entre ambos
hemisferios cerebrales es diferente, su carácter placentero bastará para que
intentemos repetir la vivencia, y eso puede ser una poderosa motivación
para volver a una actividad aeróbica, aunque uno haya tenido que dejarla
durante un tiempo.

Recuerdo el caso de Horacio, un hombre a quien nunca le había gustado


correr. Tanto en la escuela secundaria como en la universidad se había visto
obligado a participar en actividades atléticas y correr tres o cuatro
kilómetros diarios. Lo mismo le había pasado con distancias bastantes
largas, durante su servicio militar en la Infantería de Marina, pero aún así,
Horacio jamás aprendió a disfrutar de la carrera ni del jogging.

Al dedicarse a una carrera civil en el ramo comercial, hizo varios


intentos de iniciar un programa de jogging, sabiendo que para mantenerse
en forma necesitaba alguna forma de condicionamiento regular en una
actividad de resistencia. Pero después de dos o tres frustrados intentos
abandonó el empeño.

Más adelante cuando a fines de los años setenta empezó el auge del
jogging, leyó una descripción del “cielo del corredor”, que lo fascinó
porque él nunca había tenido una vivencia así durante el tiempo,
relativamente corto, en que sin entusiasmo alguno lo había practicado en su
juventud. En aquella época, siempre suponía que correr le resultaría
desagradable.

Empezó entonces a considerar el jogging con una actitud diferente.


Además de leer libros populares sobre el tema se sumergió
apasionadamente en la lectura de revistas para aficionados. Finalmente,
decidió volver a intentarlo, y esta vez su experiencia fue completamente
diferente.

Gracias a sus lecturas, sabía que tenía que pasar un período de dos o tres
semanas para poner su cuerpo en condiciones y aumentar su resistencia.
Entonces resolvió practicar su programa de jogging durante un mes por lo
menos, y descubrió que se iba sintiendo más en forma, tal como lo había
leído. Al final del primer mes, los músculos doloridos y podía correr entre
cinco y seis kilómetros sin quedarse sin aliento.

Observe usted lo que estaba sucediendo, este hombre combinó sus


lecturas y estudios sobre el tema con los aspectos repetitivos del jogging.
Estos factores, unidos a la creciente sensación de bienestar que derivaba de
la actividad física, le ayudaron a alcanzar una intensa convicción de que el
jogging sería una actividad buena para él, y, mientras seguía con su
programa, continuó también leyendo sobre el tema.

Además descubrió que durante los entrenamientos pensaba


continuamente en los conceptos básicos del ejercicio que practicaba.

Era obvio que allí estaba actuando el Principio de la Maxi-Mente.


Horacio podía alcanzar la Relajación mediante el golpeteo regular de sus
pies al ir recorriendo una distancia de varios kilómetros. También, tanto
mientras corría como antes y después, se concentraba en ideas y
pensamientos positivos relacionados con su ejercicio. Es decir que estaba
cambiando la forma en que estaba estructurado su cerebro. Nuevas vías
cerebrales estaban permitiéndole desarrollar hábitos nuevos y positivos
para su forma física. Horacio estaba suplantando las antiguas inferencias
negativas del hemisferio izquierdo por otras nuevas y más positivas.

No pasó mucho tiempo sin que experimentase el “cielo del corredor”, es


decir, el análogo del fenómeno de fusión del que hablaba Bárbara, la
nadadora. Estas no son vivencias que se tengan en cada entrenamiento, es
posible que sólo se produzcan en forma esporádica, pero la sensación de
euforia ocurre con la frecuencia suficiente para que el atleta aficionado
insista en buscarla una y otra vez.

En el caso de este hombre, la primera vez que tuvo esta vivencia, fue
después de haber corrido, en uno de sus entrenamientos, unos seis
kilómetros.

-Hasta ese momento- recordaba Horacio-, yo sabía que el que ponía la


energía para correr era yo. No sentía ninguna molestia y mi nivel
energético era excelente. Pero seguía siendo yo quien controlaba los
movimientos de mi cuerpo.

Entonces, repentinamente, tuve la sensación de que me llevaban. Correr


no me exigía absolutamente ningún esfuerzo. Me sentía como si pudiera
seguir eternamente. Además tenía una sensación de unidad con los árboles
y el agua que me rodeaban. Me sentí realmente muy exaltado y feliz…
eufórico sería la palabra justa. Ese día seguí corriendo hasta unos diez
kilómetros y ni siquiera entonces me apetecía detenerme.

Para Horacio fue una suerte haber tenido esa experiencia en ese
momento, porque más o menos una semana después se hizo una lesión
grave jugando un partido de baloncesto. Se rompió los ligamentos del
tobillo izquierdo y tuvo que andar con bastones e incómodamente enyesado
durante más de un mes. Naturalmente, durante ese tiempo no pudo seguir
con su programa de jogging.

Muchas veces, cuando se producen accidentes así, la inevitable


interrupción de los ejercicios hace que el individuo pierda el hábito que
tanto esfuerzo le costó adquirir. En el caso de Horacio, estaba desesperado
por volver a la práctica de su programa de jogging. El día después de
haberse quitado la escayola salió a caminar para así fortalecer el tobillo y
volver a su nivel anterior de condicionamiento. Lo interesante es que casi
no tuvo dolores musculares, cuando, unos diez días después, empezó a
practicar el jogging. Y uno de los principales factores que lo movían a
volver a su programa de puesta en forma era el recuerdo acuciante de
aquella euforia o éxtasis que había sentido algunas semanas antes.

Para la mayoría de los corredores, el período de preparación preliminar


puede ser relativamente corto, ya que generalmente correr no exige
demasiada destreza. Es decir, que con frecuencia basta un período de tres o
cuatro semanas para establecer la disciplina y ponerse en situación de tener
la vivencia de esa especie de éxtasis. En todo caso, son importantes la
repetición y una actitud pasiva de “dejar que la cosa suceda”, tanto para
adquirir y perfeccionar habilidades como para aumentar las probabilidades
de experimentar ese estado modificado de conciencia. Si ese es su objetivo,
debe usted evitar todo intento de forzarlo: la euforia se le dará si usted se
limita a dejar que se le dé.

PARA MEJORAR SU CAPACIDAD ATLETICA

A medida que dedique más tiempo al programa de puesta en forma que


haya escogido, es posible que comience a interesarse por los aspectos
competitivos de su deporte. Quizá le interese medir su fuerza y su habilidad
con las de otros, en diversos encuentros y torneos, y eso le dará una
oportunidad excelente de aplicar a su actividad atlética el Principio de la
Maxi-Mente.

En un nivel muy sencillo, también se han llevado a cabo estudios


controlados que demuestran que la Relajación mejora el tiempo de reacción
refleja en individuos normales. En un estudio realizado en 1980, las catorce
personas cuyas reacciones reflejas se controlaron pudieron reducir su
tiempo reflejo total en 14,41 milésimas de segundo después de haber
practicado la Relajación durante cinco semanas, dos veces al día.

En años recientes los atletas profesionales, lo mismo que los aficionados


que trabajan en serio, han tomado mayor conciencia de las dimensiones
mentales de un logro atlético importante. Diversas figuras cumbres del
mundo deportivo se han anotado en cursos en donde les enseñan a
visualizar el partido, el juego o el golpe perfectos. Este método conceptual,
que es otra aplicación del Principio de la Maxi-Mente, les permite alcanzar
niveles de concentración superiores cuando están entregados a una
actividad competitiva. Y el resultado puede ser una mejora significativa en
su actuación.
Un procedimiento eficaz empieza por inducir la Relajación. Luego, el
atleta se hace una imagen mental de lo que sería la expresión o actuación
atlética ideal o perfecta. Mediante este método, es frecuente que los atletas
de máximo nivel logren alcanzar un alto grado de serenidad interior y
disposición antes de un partido o competición. Finalmente, por medio de
diversas técnicas de relajación, visualización o imaginación pueden llegar a
mantener ese sentido de equilibrio interior durante buena parte de la
competición.

Algunas de las mejores técnicas de alto rendimiento se pueden hallar en


el tenis y en otros deportes que se practican con raqueta. Estos deportes
exigen un nivel de habilidad y entrenamiento excepcionales, hasta el punto
de que, entre jugadores de categorías superiores, hasta una ligera variación
en la ejecución de ciertos golpes puede decidir entre el triunfo y la derrota.
Se ha llegado a decir que en el tenis por lo menos la mitad, y quizá incluso
un 80% es mental.

Observar en las pistas a Chris Evert Lloyd y a Iván Lendl, dos de los
campeones mentales “duros” es un ejercicio instructivo. Lloyd y Lendl, son
ejemplos especialmente buenos porque al estudiarlos cuando la cámara
enfoca sus rostros, a menudo dan la impresión de encontrarse en un mundo
particular propio. Ninguno parece estar demasiado afectado por las
distracciones o las influencias del mundo exterior, y parecería que ambos
se encontrasen en un estado casi meditativo.

En la jerga del tenis se suele decir que un partido jugado a alto nivel de
pericia se jugó “en la zona”. Como lo explicaba un artículo del New York
Times del 5 de setiembre de 1986, esta “zona” significa un estado mental
“tan completo e intenso que sugiere un estado casi semiconsciente de
euforia, al que muchos atribuyen cierta semejanza con la hipnosis, y que
permite a un jugador o jugadora alcanzar su actuación cumbre”.

Se trata de lo que los psicólogos llaman un estado modificado de


conciencia, que se caracteriza por una tremenda sensación de felicidad,
intemporalidad, facilidad y optimismo. Por lo común, los que están jugando
en la zona realmente piensan que van a ganar.

“En estos dos últimos años he jugado partidos en los que todo ha ido
bien –confió Chris Evert Lloyd a un reportero del New York Times -. Estás
jugando en la zona, por encima de tu cabeza, donde todo es como un sueño.
Cuando juegas un partido así, quieres seguir jugando”.
Tenemos, pues, un caso de alegría eufórica que han experimentado los
corredores, nadadores y otros atletas, pero con una diferencia: en este caso
la euforia es un factor clave para el triunfo y no solo un agradable derivado
de la actividad atlética. Es evidente que aquí actúa el Principio de la Maxi-
Mente, cuando los jugadores alcanzan un estado mental trascendente que
produce una expresión superior de sus habilidades atléticas.

Cuando se encuentran en ese estado, las ya bien aguzadas habilidades de


los atletas “dan todo de sí”, manifestándose tal como ellos lo habían
preparado en su cerebro mediante las sesiones de visualización y de
práctica. También es muy importante que estén entrenados en el uso de una
actitud pasiva, en cuanto ese estado mental les permite desentenderse
pasivamente de las preocupaciones y las inferencias que podrían
producirles ansiedad e impedirles la acción.

Los atletas no profesionales tienen experiencias similares. Un jugador de


squash, tras haber estado jugando cuatro veces por semana durante un par
de años, llegó a un nivel de habilidad en el que se podía jugar largos rallies
con excelentes rivales. En sus mejores días, decía, tenía una sensación de
andar flotando por las pistas.

-Casi parece como si no pudiera cometer ningún fallo-. Mi oponente me


lanzaba la pelota desde ángulos muy diferentes, pero de algún modo yo
estaba siempre donde tenía que estar, sabía instintivamente hacía dónde iba
a ir su próximo tiro. Era casi como si alguien o algo externo me moviera,
con un mínimo gasto de energía. Uno de aquellos días, cuando salí de la
pista, me sentí durante una hora o quizá más, como si anduviera flotando en
una nube.

En esos casos, el requisito previo para la experiencia trascendente es un


nivel de preparación física y de pericia relativamente avanzado. Uno tiene
que asumir el compromiso de ponerse en condiciones, y necesita también
cultivar un nivel de habilidad atlética lo suficientemente alto como para
hacer posible una actividad prolongada.

Otra forma muy relacionada en que puede funcionar el Principio con los
deportes de raqueta es mediante otras técnicas de visualización durante el
entrenamiento. Geoffrey C. Harvey, maestro profesional de tenis en el Club
de Badminton y Tenis de Boston, enseña a sus alumnos a inducir la
Relajación mientras aprenden a golpear la pelota. Luego visualizan un
golpe ideal mediante grabaciones de video y mímica. De esta manera
imprimen en su mente el concepto y la acción ideales para cada golpe.
Cabe preguntarse para qué sirve todo esto. Harvey sabe que la mente del
jugador se puede utilizar mejor en el proceso de entrenamiento, y que la
mente es también la peor enemiga de una buena actuación. Sus objetivos
son, primero, “programar” la mente, y segundo conseguir que ésta – y
específicamente el hemisferio izquierdo del cerebro, con todas sus
angustias e inferencias y expectativas negativas – se haga a un lado y deje
que el cuerpo haga lo suyo.

Mariana, una jugadora de fin de semana, al descubrir este tipo de


técnica, descubrió que le ayudaba a mejorar notablemente su juego contra
una de sus oponentes más difíciles. Mariana, que se acercaba a los cuarenta
y cinco, había comprobado que con esta otra jugadora se quedaba atascada
a cierta altura del juego. Típicamente, no podía ganarle más que uno o dos
juegos en cada set, en el mejor de los casos. Muchas veces, la puntuación
interna de los juegos era muy pareja, pero siempre Mariana se las arreglaba
para perder la mayoría de ellos. Por lo común, su oponente dominaba, o sea
que ella siempre se encontraba acorralada y jugando a la defensiva,
intentando apenas devolver los tiros que la otra mujer le colocaba con toda
precisión.

Entonces decidió empezar a valerse de una técnica de meditación y


visualización muy semejante a la recomendada por Geoffrey Harvey. En la
primera ocasión antes de salir al campo se estuvo unos minutos en casa
practicando la Relajación con meditación. Después se imaginó como iba a
ser el partido que estaba por jugar. Mentalmente, se vio avanzando y
retrocediendo por la pista, anticipándose a los mejores tiros de su oponente
y tomando la iniciativa ella de enviar sus propios lanzamientos fuera del
alcance de su rival. Cuando finalmente llegó a las pistas, siguió meditando
antes y después de cada tiro.

Los resultados fueron realmente asombrosos –comentó-. En vez de


perder siempre los juegos, vi que realmente, al final del primer set, yo
estaba acorralando a aquella muchacha. Íbamos a cinco fuegos iguales, era
la primera vez que yo conseguía esto con ello. Finalmente ella gano ese set,
pero yo me di cuenta de que nuestra forma de competir ya no sería la
misma.

Es especialmente interesante que este fuera el primer intento de Mariana


de usar el Principio de la Maxi-Mente en las pistas de tenis. Aunque era su
primera sesión consiguió una mejoría espectacular en su juego. Durante
casi todo el tiempo fue capaz de quitar de en medio a su hemisferio
izquierdo con su carga de ansiedades, dudas e interrogantes, y de limitarse
a dejar que su cuerpo avanzara y retrocediera como flotando, por la pista. A
veces tuvo la sensación real de saber hacia donde iría la pelota antes de que
su oponente la hubiera golpeado siquiera. Claro que también hubo
ocasiones en que sus técnicas de meditación le fallaron y volvió a su
antiguo estilo. Pero la diferencia que había notado al meditar en la pista era
tan nítida que volvía inmediatamente a la modalidad de la Maxi-Mente.

Aunque el cambio de sus hábitos se inició inmediatamente en el caso de


Mariana, muchas veces se requieren días y hasta semanas, para observar un
progreso significativo. En última instancia, y si nos atenemos a él, el
Principio de la Maxi-Mente debe elevar perceptiblemente nuestro nivel de
juego en casi cualquier deporte.

También Samuel, un buen jugador aficionado de squash, dio un


gigantesco paso adelante en su juego como resultado de una técnica
similar. Había llegado a dominar algunos potentes tiros bajos en diagonal y
rápidos, que le permitían vencer a muchos oponentes que no eran lo
bastante ligeros de pies. Cuando jugaba con otros más ágiles, y más o
menos a su altura; se daba cuenta de que su juego no era lo bastante variado
como para tener la seguridad de que les ganaría siempre.

Entonces Samuel se compró un libro elemental sobre las técnicas del


squash. Uno de los tiros que le interesaron en el volumen era una maniobra
muy difícil, un tiro de atrás, con efecto lateral. Desde la pared de atrás el
jugador golpea la pelota para que dé en la esquina de la pared frontal y
luego rebote, rozando, en la pared lateral, pelota imposible de contestar.

Samuel empezó por su sesión de meditación habitual para inducir la


Relajación. Inmediatamente después, se leyó y estudió los diagramas y la
descripción de este tiro en particular. Además se imaginó en la pista
efectuándolo frente a un par de sus oponentes más recios. Mientras lo
pensaba, preveía los problemas que podría tener con la ejecución de aquel
tiro. De hecho, realmente ensayó mentalmente una cantidad de jugadas,
cada una de las cuales terminaba con este tiro nuevo y difícil, que estaba
empeñado en dominar.

Al día siguiente al llegar a la pista, continuó meditando y recordando


mentalmente cómo deseaba ejecutar el tiro, de modo que, cuando tuvo la
oportunidad de probarlo, estaba preparado. Le llegó un tiro difícil y bien
colocado cuando estaba en el fondo de la pista. Dando impulso a su raqueta
golpeó la pelota dirigiéndola hacia la pared lateral que tenía más cerca.
-Fue increíble-comentaba-. La pelota hizo exactamente lo que describen
los diagramas en el libro. Golpeó exactamente en el ángulo superior de la
pared frontal y luego cayó rebotando abajo en la pared lateral.

Es claro que Samuel no siempre hacía perfectamente ese tiro, que es


demasiado difícil para que un aficionado de nivel intermedio lo logre
siempre de manera impecable, pero desde el comienzo logró un alto
porcentaje de tiros imposibles de contestar. También se creó la reputación
de ser un jugador cuyos recursos había que tener en cuenta.

Sin embargo, esa forma de sacar partido del Principio de la Maxi-Mente


no se limita en modo alguno a los deportes que se practican con raqueta.

Freeman McNeil, el zaguero del equipo de rugby New York Jets, decía
en el Boston Globe del 10 de setiembre de 1986 que él confiaba en una
práctica llamada “endodinámica”, que según dice es una especie de fusión
mística de pensamiento positivo y reacciones físicas.

-Fundamentalmente, el concepto es el de la mente y el cuerpo –le dijo al


periodista-. Todo lo que ves, lo correlacionas con tu cuerpo. Yo estaré
funcionando con puro instinto, y mi cuerpo irá siguiendo lo que mi
inconsciente vea en ese momento.

A veces, dice, cuando juega un partido, lo hace sin pensar lógica ni


analíticamente en lo que está haciendo.

-Es como repasar mis archivos (mentales) y limitarme a copiarlos –dice-


. Ahora es solo un sentimiento, en que ni siquiera vacilo. Simplemente lo
sigo.

Experiencias como ésta son difíciles de formular con palabras. Ya


sabemos la razón de esto: McNeil y otros atletas que utilizan estas técnicas
en gran parte están tratando con experiencias del hemisferio cerebral
derecho que, por definición, no son fáciles de expresar verbalmente. Como
los jugadores de squash y de tenis que hemos considerado, lo que parece
conseguir McNeil es, simplemente, “que la mente no interfiera”.

Deja que sus movimientos corporales fluyan bajo la influencia del


hemisferio derecho y, cuanto más lo hace, tanto más graba en su cerebro
esas pautas de acción y de pensamiento, y tanto más condicionada queda su
mente para actuar con eficiencia y sin tropiezos en formas nuevas y más
productivas.
Parece que es un sistema que también funciona en el béisbol. Bruce
Hurst, lanzador del Boston red Sox y estrella en las Series Mundiales de
1986, ha asistido a la Sports Enhancement Associaton en Naples, Florida.
Se dice que el instituto cuyo motivo es fortalecer la confianza en sí mismos
de los atletas, es la fuente de buena parte del éxito de Hurst. El New York
Daily News (27 octubre 1986) informaba “Te enseñan a trabajar la
imaginación y a centrarte en lo que tienes que hacer –dice Hurst-. Es como
lo que solía predicar John Wooden cuando decía a sus jugadores que se
tendieran y se pusieran a visualizar cómo pasaba la pelota por la argolla. Y
para mí, todo lo que diga John Wooden está bien”.

En todas estas situaciones, el proceso de transformación mental parece


ser sustancialmente el mismo. Es decir, está operando el Principio de la
Maxi-Mente. Primero, el atleta se pone en una actitud relajada y meditativa
con la cual induce la Relajación, con sus rasgos fisiológicos típicos, y luego
visualiza, estudia o de alguna otra manera se concentra en los cambios que
quiere obtener en sus hábitos mentales o de juego.

El doctor Armand M. Nicholi, psiquiatra de la Facultad de Medicina de


Harvard, empezó a trabajar con los jugadores de rugby profesionales del
New England Journal of Medicine, tras ponerse en contacto conmigo para
hablar de nuestros estudios sobre la Relajación, ideó “un método para
preparar el equipo para las competiciones, del cual varios jugadores dicen
que los han mejorado mucho”.

Específicamente, un jugador puede ensayar mentalmente una


determinada jugada, y luego concentrarse con la que ejecuta con éxito en
un partido. Por ejemplo, en el último partido de la temporada 1983-1986,
los Patriots tenían que ganar a los Bengals de Cincinnati para conseguir el
empate y quedar clasificados. A menos de dos minutos de terminar el
juego, entró un zaguero suplente que hasta ese momento había estado
visualizando la jugada, ¡y consiguió el ensayo del triunfo!

Un estudio realizado recientemente por el equipo del doctor Stephen M.


kosslyn, sobre como se forman y se usan las imágenes mentales indicó que
todos podemos tener algún tipo de imagen mental. Un pequeño porcentaje
de personas alcanza un nivel extraordinario. Más del 80% de las imágenes
mentales son en color, en un 40% más o menos, hay movimiento, y un 10%
son imágenes que aparecen y desaparecen. Entre los usos que se les puede
dar están la toma de decisiones, la comprensión de las descripciones
verbales, el cambio de sentimientos, la auto motivación y el entrenamiento
para llegar a la cumbre en deportes.
Tengo la impresión de que aunque casi todos tenemos la capacidad de
usar técnicas basadas en la imaginación para mejorar, no la usamos tanto
como podríamos. El Principio de la Maxi-Mente, especialmente tal como
se aplica a la práctica del atletismo, ofrece una importante oportunidad de
cultivar y afinar estas capacidades de visualización, y también de mejorar
significativamente nuestro estado físico.

Vamos a ver ahora algunas formas prácticas de hacerlo, tras haber visto
cómo otras personas, en diversas circunstancias sacaban partido de estas
técnicas para adquirir nuevas disciplinas, disfrutar más de su actividad
deportiva y mejorar su actuación, es hora de que usted mismo intente
obtener tales beneficios.

Estúdiese y decida qué es lo que necesita mejorar (Primero, si padece


cualquier dolencia o tiene más de 35 años, hágase un examen médico
completo). Si es una persona completamente sedentaria, será mejor que
mejor que empiece con un programa de ejercicios moderado. O, si ya está
en un estado físico razonable puede ser que llegue a disfrutar más de su
actividad deportiva. Finalmente, si practica de forma regular el tenis, la
natación o algún otro deporte con ánimo competitivo tal vez le interese
mejorar su rendimiento.

En todo caso, póngase un objetivo y empiece a introducir cambios


provechosos en su mente y en su vida. Analice lo que se propone hacer con
su guía mental máximo. Lo mismo que antes, empezaremos por inducir la
Relajación en la Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente, para luego pasar
a la Fase Dos, concentrando al hemisferio izquierdo sobre la información y
los conceptos claves para la organización de su disciplina, que le ayudarán
a establecer nuevas vías cerebrales para sus nuevas habilidades.

FASE UNO

Paso 1: Concéntrese en una palabra o frase corta que concuerde con su


sistema personal de creencias. Ya hemos visto que un cristiano podría
escoger las palabras iniciales del Salmo 23, “El Señor es mi Pastor”, un
judío “Shalom”; una persona no religiosa, una palabra neutra como “uno” o
“paz”.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.


Paso 3: Cierre los ojos, a no ser que esté induciendo la Relajación
mientras hace ejercicios. A continuación encontrará una técnica para usar
durante el ejercicio.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire lenta y naturalmente, y cada vez que exhale repita la


palabra o frase escogida.

Paso 6: Asuma una actitud pasiva, sin preocuparse por sí lo está


haciendo bien. Si interfieren otros pensamientos, dígase “ya está bien”, y
continúe con la repetición.

Paso 7: Continúe así durante diez o veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces diarias.

FASE UNO ALTERNATIVA:


PARA USAR DURANTE EL EJERCICIO

Paso 1: Si es mayor de 35 años o padece alguna dolencia física, pida


consejo a su médico.

Paso 2: Póngase en forma, o sea que debe ser capaz de ejercitarse sin
fatiga muscular ni dificultad respiratoria durante por lo menos 30 minutos
de actividad sostenida (jogging, marcha o natación). O debe ser capaz de
ejercitarse en forma continua durante un tiempo equivalente en algún otro
deporte.

Paso 3: Haga sus ejercicios de calentamiento habituales.

Paso 4: Mientras los hace, mantenga los ojos abiertos.

Paso 5: Fíjese en su respiración. Concéntrese en el ritmo de su


respiración mientras inspira y expira.

Paso 6: En el momento de la cadencia respiratoria o del movimiento que


le sea más cómodo, repita la palabra o frase escogido.

Paso 7: Mantenga una actitud pasiva. No se preocupe por si lo está


haciendo bien. Cuando se le ocurran otros pensamientos, limítese a decirse
“ya está bien” y vuelva a concentrarse en la respiración y en la palabra
elegida.

Paso 8: Cuando haya acabado su sesión de ejercicios, use una rutina


relajante para normalizar su metabolismo.

FASE DOS

Una vez inducida la Relajación, dedique diez o veinte minutos a recorrer


algunos de los pasajes que siguen y vea cuáles se aplican mejor a los
cambios que quiere conseguir.

Quizás encuentre que, debido a sus intereses particulares, tiene que


acudir a otras fuentes para encontrar la palabra o frase que le sirva para
concentrarse, o tal vez prefiera visualizar la habilidad que desea alcanzar.
No dude en pedir consejo a alguien en quien confíe y que comparta su
sistema de creencias. De cualquier manera aquí tiene algunos pasajes para
empezar.

¿No sabéis que sois templos de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si
alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios, el
cual sois vosotros, santo es.

I Corintios, 3:16-17

Para que la gente pueda ser feliz en su trabajo se necesitan tres cosas: deben ser
aptos para hacerlo, no deben trabajar demasiado, y deben obtener de él una sensación de
éxito.

JOHN RUSKIN, Pre-Raphaelitism

Esta es la ley del Yukón, que sólo prosperaran los fuertes.


Que sin duda perecerán los débiles y sólo sobrevivirán los aptos.

ROBERT WILLIAM SERVICE, The Law of the Yukon

Oh, excelente es tener la fuerza de un gigante; pero tiránico es usarla como un


gigante.

WILLIAM SHAKESPEARE, Measure for Measure


… de la esperanza proviene la fuerza.

HOMERO, Iliada

Mi fuerza es como la fuerza de diez


Porque mi corazón es puro.

ALFRED LORD TENNYSON, Sir Galabad

Mi fortaleza y mi cántico es el Señor, y en mi salvación se ha convertido

Éxodo, 15:2

Más los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como
águilas; correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.

Isaías, 40:31

Creo que el hombre no solo resistirá: se impondrá.

WILLIAM FAULKNER
Discurso al recibir Premio Nóbel en Estocolmo el 10/12/1950

Hay mayor grandeza en la resistencia que en la osadía; cansar a la fortuna hostil, no


dejarse amedrentar por dificultades, mantener el ánimo cuando todos lo han perdido, no
dejarse manchar las intrigas, renunciar incluso a la ambición una vez logrado el fin.
¿Quién puede decir que en esto no hay grandeza?

WILLIAM M. THACKERAY, The Virginians

… si al joven nadador se le enseña a creer en sí mismo y a confiar en su capacidad…


fisiológicamente no hay límite para lo que es capaz de hacer. Las desventajas son
psicológicas, falta de suficiente confianza.

… si al nadador se le da la inspiración suficiente, y está dotado de imaginación en


igualdad de condiciones, no hay límites para los resultados que pueda lograr.

… cuantos más kilómetros haga un nadador a lo largo de los años, año tras año,
mayores probabilidades de éxito tendrá, especialmente nadando distancias intermedias.
A un organismo fuerte y vigoroso no se llega por atajos ni caminos fáciles. Este poder
constitucional solo se puede construir, como en el caso de la fuerza muscular, mediante
la aplicación inteligente del trabajo, trabajo, entrenamiento y trabajo, ad infinitum. Es
un tipo de condicionamiento que no se puede comprar en forma de píldoras. En
atletismo, el éxito y los logros, como todas las cosas buenas de la vida, solo se compran
con trabajo duro, sacrificio y disciplina.

R.J.H. KIPHUTH, Swimming (La natación)

Por qué hay que estar en forma

La investigación ha demostrado que.

La persona físicamente en forma es capaz de resistir la fatiga durante más tiempo


que quienes no lo están; la persona físicamente en forma está en mejores condiciones de
tolerar el estrés físico; el corazón de la persona físicamente en forma es más fuerte y
más eficiente; y hay una relación entre una buena disposición de alerta física, con
ausencia de tensión nerviosa, y la buena forma física.

PROGRAMA DE EJERCICIOS PARA ESTAR EN FORMA DE LA REAL


FUERZA AEREA CANADIENSE

Uno de los grandes principios del universo es el principio del equilibrio. Para
funcionar adecuadamente, todas las partes de nuestro mundo hasta las más minúsculas,
deben hallarse en un estado de completo equilibrio.

Lo mismo pasa con nuestro cuerpo.

El cuerpo humano es otra parte del universo pensada para que esté en perfecto
equilibrio. Hemos sido construidos de manera tal que necesitamos exactamente cierta
cantidad de ejercicio, no más ni menos. Necesitamos exactamente cierta cantidad de
cierto tipo de alimentos. Y necesitamos la cantidad exacta de sueño y de alivio de las
tensiones y sobrecargas de la vida… Donde hay equilibrio, hay un sentimiento de
bienestar.

Los ejercicios aeróbicos son aquellas actividades que requieren oxígeno durante
períodos prolongados e imponen al cuerpo exigencias tales que le obligan a mejorar su
capacidad de administrar el oxígeno. Como resultado del ejercicio aeróbico se producen
resultados benéficos en el corazón, pulmones y el sistema vascular.

Pero en el centro de cualquier programa eficaz de ejercicios aeróbicos se encuentra


el principio del equilibrio… Investigaciones recientes han demostrado que a menos que
una persona esté entrenándose para una maratón u otra actividad competitiva, es mejor
que se limite a correr entre 20 y 25 kilómetros por semana. Si corre más, aumentará
mucho el riesgo de lesiones articulares y óseas, y otras molestias; por otra parte, si corre
menos no llegará a producir en el cuerpo el mejoramiento deseado.

Si corre usted más de 25 kilómetros semanales, no está corriendo solamente por


obtener una buena forma física y equilibrio emocional, con la buena salud y el buen
aspecto que los acompañan.

DOCTOR KENNETH H. COOPER


Programa aeróbico para un bienestar total

La mayoría de las personas con quienes he hablado me han dicho que correr las
beneficiaba psicológicamente. Esto no me sorprendió, pues hace mucho que a mí me
sucede lo mismo. Algunos de los beneficios son fáciles de describir: una sensación de
mayor concentración y energía mental, un sentimiento de agudeza mental. (Son cosas
que no necesariamente se advierten todos los días, ni cada vez que uno corre, pero que
casi todo el tiempo están allí) Como no es frecuente que nuestro lenguaje cotidiano
describa tales fenómenos, hay otros beneficios que son más difíciles de expresar.

Cuando uno ya lleva algunos meses corriendo, advierte invariablemente algunas


ganancias psicológicas notables: una sensación de calma y de poder, de ser dueño de la
propia vida. Los corredores hablan también de una adicción… y en cierto sentido es
incuestionable que la tienen. Es raro encontrar a un corredor, por más ocupado que esté,
que piense en abandonar su deporte. La verdad suele ser lo contrario, alguien que corra
cinco o seis kilómetros por día –mucho, si es sólo para estar en forma- terminará,
inexplicablemente, por doblar o triplicar la cantidad.

JAMES F. FIXX, El libro de la carrera a pie

Entre 30 y 40 minutos después (de haber empezado el ejercicio aeróbico), algunas


personas experimentan el fenómeno de la apertura. Empiezan a respirar más libremente,
se les ensancha el pecho y parece como si todo el organismo trabajase con más
facilidad. Es una sensación poderosa, maravillosa. Es como la sensación de que algo se
despertara dentro de uno.

(Entre los) 30 y 45 minutos de correr… empieza a producirse la primera de las


posibles modificaciones en la conciencia. Son, generalmente, alteraciones sensoriales.
Parece como si los sentidos estuvieran más despiertos. Todos ellos responden: la vista,
el oído, el tacto, el gusto, el olfato y la disposición.

THADDEUS KOSTRUBALA, The Joy of Running

Como ya he dicho, éstas no son más que algunas posibilidades para


concentrarse al emprender un programa de este tipo. Es probable que
después de un período de oración y meditación usted quiera dedicar un
tiempo considerable a leer material referente al deporte o al programa de
ejercicios que le interesa. Es, ciertamente, una buena manera de ayudarse a
renovar la instalación de las vías cerebrales que se relacionan con el
ejercicio y la buena forma física. Con este objeto puede leer alguno de los
libros sobre estos temas que seguramente encontrará en las librerías o en la
biblioteca de su barrio. Lo importante es empezar abriéndose mentalmente
mediante la Relajación, para luego iniciar la lectura de materiales que
ayuden a que el cerebro comience a incorporar esos cambios benéficos.
Un cuerpo en forma no es, sin embargo, más que parte de una vida de
satisfacción y equilibrio. A casi todos nos interesa igualmente, por lo
menos, mejorar nuestro rendimiento mental, y eso incluye la adquisición de
habilidades intelectuales nuevas y el afinamiento de las que ya poseemos.
El Principio de la Maxi-Mente puede ser una poderosa ayuda si lo
orientamos al logro de tales objetivos.
7

El secreto para mejorar el poder mental

Prácticamente todos queremos sacar mejor partido de nuestra mente, y


eso puede significar una mayor capacidad de aprendizaje, más habilidad
para resolver problemas, creatividad u otras capacidades intelectuales.

Somos muchos los que hemos iniciado el estudio de un idioma


extranjero, y después de unas pocas lecciones lo hemos abandonado. Y
somos muchos los que seguimos tomando decisiones y resolviendo
problemas laborales en el antiguo estilo, aunque nos damos cuenta de que
no somos tan eficientes como podríamos. ¿Y los que nos enfrentamos con
cualquier novedad diciendo que ya no estamos para adaptarnos a las nuevas
ideas?

El problema subyacente a muchos de estos atascos intelectuales y


bloqueos mentales es que con frecuencia nuestras pautas de pensamiento
están aprisionadas en formas ineficaces de afrontar problemas.
Necesitamos nuevas intuiciones y enfoques novedosos, pero la cuestión es
cómo nos liberamos de nuestras propias restricciones intelectuales. Una
respuesta nos da la aplicación del Principio de la Maxi-Mente.

Para que vea cómo se puede disfrutar de un aumento en la disciplina


intelectual y de lo que globalmente llamamos “poder cerebral”, permítame
contarle tres ejemplos representativos tomados de mi propia experiencia
clínica. Se centran en el mejoramiento del trabajo académico, de la
capacidad para escribir y de la eficiencia laboral diaria.

EL PODER MENTAL EN DISCIPLINAS ACADEMICAS

Con algo más de cuarenta años. Elena tenía una vida frenética y
ocupada, no solo como profesional de carrera sino también como madre de
cinco hijos. Pese a todo, quería retomar los estudios para obtener un título
superior que le permitiría ganar más y le ofrecería también mayores
satisfacciones personales.

Pero también sentía que estaba sometida a demasiadas presiones, y le


parecía que no estaba manejando el estrés lo suficientemente bien como
para afrontar una nueva aventura académica y un cambio de carrera.
Sus problemas se complicaron con un diagnóstico de presión
moderadamente alta, como resultado del cual empezaron a administrarle
medicación hipotensora. Aunque la presión sanguínea disminuyó un poco,
todavía no estaba en su nivel normal, y le preocupaban también los efectos
secundarios de la medicación, entre ellos una sensación de fatiga y una
incapacidad de concentración que le impedían sentirse bien del todo.

Como sabía que el estrés puede ser causa de hipertensión, nos visitó
para ver si podíamos aportarle algún alivio sin usar más fármacos; esa le
parecía la solución para controlar mejor su vida y sus objetivos
académicos.

A la entrevista inicial vino bien preparada, ya que había leído uno de


mis libros y estaba convencida de que la Relajación podía ayudarle a
romper el círculo de angustia y de estrés que estaba contribuyendo a su
problema con la presión sanguínea.

-Este cambio no se produjo de la noche a la mañana- comentaría


después-. Me llevó tiempo y muchísima autodisciplina. En mi primera
visita me enseñaron la Relajación, además, empecé un programa para
hipertensos en el hospital, y eso añadió régimen y ejercicios a mi agenda
diaria.

Desde su perspectiva actual, sin embargo, el principal factor de su


mejoría ha sido la práctica diaria de la Relajación, por la mañana y por la
noche.

-Ya no me siento como si el tiempo me viniera continuamente pisando


los talones –dice Elena-, ni siento las oleadas de adrenalina, la constricción
de los vasos sanguíneos y el inevitable ascenso de la presión. En cambio
me siento mucho más tranquila y poco a poco la presión sanguínea se me
ha normalizado.

Lo interesante es que su vida no tardó en plantearle más exigencias, no


menos. Durante su terapia con la Relajación, tomó la decisión de cambiar
la orientación de su carrera –un cambio que puede ser fuente de estrés para
cualquiera – e inició estudios de posgraduada.

Como resultado de las transformaciones internas que iba


experimentando, se sentía diferente. Cumplió con éxito las exigencias que
le imponían sus estudios y no tardó en aprobar sus exámenes. Además de la
presión de los estudios, mantenía un trabajo de dedicación parcial, y no
había abandonado tampoco los rigores –ni, como ella insiste en señalar,
“las alegrías”- de la vida familiar.

Ahora que estoy cerca de los cincuenta, me siento vigorosa y tengo una
intensa sensación de bienestar –resume Elena-. Tengo una auténtica
tranquilidad interior. He descubierto una manera de calmarme durante las
épocas de mucho estrés. Creo que es una manera que siempre he llevado
adentro, pero que estuvo dormida y latente durante gran parte de mi vida
adulta. El uso de la Relajación me ha dado un poder real y efectivo de
mejorar mi salud y consiguientemente, mi vida.

Elena constituye un ejemplo instructivo de cómo el Principio de la


Maxi-Mente puede reforzar la capacidad de una persona para permanecer
tranquila frente a graves presiones cotidianas, y al mismo tiempo, para
promover el éxito en una nueva actividad académica.

En realidad ella no eliminó ninguno de los puntos de su ya recargada


agenda; se limitó a cambiar de orientación y a asumir responsabilidades
nuevas, con lo que tuvo que ampliar y ejercitar su mente en un ambiente
universitario de mucha exigencia.

¿Cómo podemos explicar lo que sucedió con sus mecanismos de


pensamiento durante esta experiencia?

Para empezar, abrió las puertas a un cambio benéfico y redujo las


angustias contraproducentes que inhibían su capacidad de aprendizaje
practicando regularmente la Relajación. Dicho de otra manera, se valió de
la Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente. Luego, utilizó la Fase Dos,
manteniéndose en contacto regularmente con nosotros en el centro médico,
donde le ayudamos a reforzar su resolución de imprimir esa nueva
dirección a su vida. Además, y quizá sea lo más importante, asistía a una
universidad y se metió de lleno en la vida académica, manteniendo
contactos regulares con profesores y alumnos intelectualmente afines a ella.

Respecto a este último punto, quiero insistir en que participar en una


situación formal de aprendizaje, especialmente cuando se exigen exámenes
y se tiende a la obtención de un título, es algo que respalda los esfuerzos
por cultivar una nueva disciplina académica. El intento de concretar en
forma aislada una empresa de este tipo –como sería aprender una lengua
extranjera valiéndose solamente de grabaciones y libros- es un camino más
difícil de seguir.
Si escoge usted una forma más individual y aislada de abordar el
aprendizaje, es importante que cultive algunas influencias que le ayuden a
no descaminarse; puede buscar un guía mental máximo, es decir, un tutor o
un experto en la disciplina que haya escogido, o bien ponerse de alguna
manera en contacto con personas, bibliografía o ideas que puedan ayudarle
a condicionarse durante la Fase Dos.

LA DISCIPLINA PARA ESCRIBIR

En un momento u otro, muchas personas experimentan el bloqueo del


escritor. Sucede por ejemplo, cuando a un aspirante a ejecutivo le encargan
que prepare un informe importante, que él sabe que será decisivo para el
futuro de su carrera. Sucede también con quienes tienen que levantar actas
de reuniones, preparar la presentación de una colecta que acompaña una
colecta de fondos o redactar discursos para promover una causa. En esos
casos, uno sabe que tiene que llenar de palabras la hoja en blanco que tiene
por delante, pero sencillamente las palabras no salen.

Algo así le pasó a Jaime, un joven de cerca de treinta años que no podía
terminar su tesis doctoral en una importante universidad. Cuando vino a
tratarse con nosotros hace unos tres años, su principal preocupación era que
la presión alta que padecía no respondía bien a la medicación que estaba
tomando. En sus conversaciones conmigo, me confió que creía que su
ansiedad se generaba en el profundo miedo de estar repitiendo el problema
que había tenido su padre: una grave enfermedad cardiaca que se lo había
llevado un par de años atrás.

Afrontaba además otro problema: que se ponía sumamente nervioso al


someterse a exámenes médicos, y eso tendía a subirle aún más la presión
sanguínea. De modo que se veía prisionero de un círculo de lecturas de
presión más altas, a pesar de que estaba tomando dosis cada vez mayores
de fármacos, como los llamadores diuréticos y bloqueadores beta.

-Tenía un miedo paralizante –evoca ahora-. Me sentía solo, pero no


hacía nada con mi soledad. En mi trabajo me faltaba entusiasmo y la tesis
prácticamente no avanzaba.

Era una excelente oportunidad para a aplicación del Principio de la


Maxi-Mente. Empezamos por enseñarle una sencilla técnica de meditación,
la misma que hemos descrito varias veces en este libro como la Fase Uno
del Principio. Jaime tenía una sólida formación católica y estaba ansioso
por recuperar algo de la vitalidad de aquella fe, que durante los últimos
años había sentido debilitarse. Eligió, pues una sencilla oración como
centro de meditación, y el resultado fue casi inmediato. En unas pocas
semanas la presión había vuelto a ser normal y ya no necesitaba
medicación.

-La religión siempre había sido importante para mí –me contó-, pero la
oración diaria no había seguido siendo parte de mi vida. Aunque tuve
muchos años de educación católica, no me había dado cuenta del consuelo
que podía ser la oración. La meditación me ha ayudado a superar mis
angustias.

Aquel no fue más que el primer paso en la experiencia de cambio vital


que tuvo lugar con Jaime, quien por entonces sufrió varias influencias
importantes que le ayudaron a modificar sus pautas de pensamiento.

Primero, inició una psicoterapia, y el terapeuta le sirvió como una


especie de guía mental máximo que le ayudó a enfrentar algunos problemas
que le planteaba su trabajo en investigación y a salvar el estancamiento de
su tesis.

Además, se casó con una mujer que lo apoyaba mucho, estimulándolo


constantemente en su trabajo y en sus ambiciones.

Y se mantuvo en contacto con nosotros en el centro médico, desde


donde le ayudamos a reforzar los modelos de la transformación que estaba
empezando a operarse en él.

En cuanto al resultado final, es el propio Jaime quien mejor lo expresa.

-Todavía tengo muchos miedos, pero estoy enfrentándome con ellos


mucho mejor. Este año pasado fue muy rico para mí. Terminé mi tesis y me
gradúe en junio. Mi mujer y yo hemos comprado una casa vieja,
encantadora que estamos arreglando. Además, esperamos un hijo para el
próximo mes de mayo, y yo he encontrado un trabajo de investigación más
interesante, que en este momento estoy empezado. ¡Son muchas cosas
positivas, y finalmente tengo la sensación de que estoy avanzando otra vez!

En este caso, el bloqueo para escribir evidentemente era parte de un


problema mayor. En todo caso, Jaime empezó por reducir las ansiedades y
miedos excesivos que lo habían inmovilizado, y después dejó que la
influencia de personas y circunstancias le ayudará a promover su
transformación interna. Como resultado, consiguió resolver problemas que
eran muy importantes en su vida.
Cuando en su trabajo uno se ve en una tarea que le exige mucho y que
incluye la redacción de un texto muy difícil, un poco de presión y de estrés
puede hacerle bien, en cuanto le mueve a desempeñarse mejor y aumenta
su apetito de aprender y adelantar, pero un exceso de presión puede ser una
influencia negativa. Incluso como sucedió con Jaime, la presión puede
hacerse tan abrumadora que lo inmovilice a uno por completo.

De todas maneras, esta consideración no es ninguna novedad. En la


primera de este siglo dos investigadores de Harvard, Robert M. Yerkes y
John D. Dodson, demostraron que a medida que el estrés y la ansiedad se
intensifican, la eficiencia y el nivel de rendimiento también van subiendo,
hasta que llegado el estrés a cierto punto, la eficiencia y rendimiento
empiezan a descender.

Jaime, como muchos, tuvo que empezar por encontrar la manera de


reducir el exceso de estrés en su vida; sólo entonces pudo experimentar los
suficientes cambios benéficos para superar su bloqueo para escribir.

LA TRANQUILIDAD Y LA EFICIENCIA LABORAL

Entre la motivación y el logro tiende a haber una elevada correlación


positiva. Si a una persona muy motivada se le encarga un trabajo, lo
abordará con una intensidad y un entusiasmo que hace pensar a cualquier
empresario que ojalá todos sus empleados fueran de esa manera.

Sin embargo, también esto puede causar problemas. Estas personas


pueden tener gran dificultad para llevarse con sus compañeros de trabajo.
Por lo general, no son gente que se lo pase muy bien; es frecuente que estén
insatisfechas con su propio rendimiento, con sus jefes y con sus
compañeros. Sea por lo que fuere, es muy común que las exigencias que se
imponen –y que imponen- sean tan elevadas que impidan la consolidación
de relaciones satisfactorias.

Juana es una paciente mía, de unos treinta y cinco años, que tenía
algunos de estos problemas.

-Mientras crecía –explicaba-, tendía a ser nerviosa y exagerada. Siempre


me fue bien en la escuela, y tenía una vida familiar estupenda, de modo que
no sé bien por qué tendía a estar tensa.
Otras personas que advertían esa característica solían decirle que se
calmara, porque si no iba a subirle la presión.

-A mí me enfermaba que me dijeran eso- recuerda Juana-. Mientras


crecía tenía una salud excelente, sin rastros de hipertensión. De mayor me
calmé mucho, pero nunca tuve la sensación de poder relajarme realmente.

Después, hará unos cuatro años, una mañana advirtió que el corazón se
le había disparado. Un par de días después se sometió a un examen en un
hospital donde le diagnosticaron un trastorno cardíaco, un prolapso de la
válvula mitral.

Después de ese incidente, Juana empezó a hacerse chequeos


regularmente, y no pasó mucho tiempo sin que le dijeran que tenía la
presión muy alta. Su médico le recetó un medicamento contra la
hipertensión, pero lo que ella recuerda es que no apreció ninguna
diferencia. No se sentía más tranquila y la presión seguía haciendo picos.

Como el hecho de tomar fármacos le provocaba más ansiedad, la presión


sanguínea le siguió subiendo, y no tardó en verse atrapada en un círculo
vicioso que, en cierto sentido era una profecía que se auto realizaba.

Para controlar la hipertensión recurrió a algunas técnicas de autoayuda.


Empezó por asociarse a un club donde podía practicar ejercicios
regularmente, pero no conseguía ninguna mejora de la presión. Después
comenzó a prepararse las comidas sin sal, pero ese intento de llevar un
estricto control dietético no le hizo bajar la presión ni le redujo la angustia.

Finalmente, mientras comentaba su problema con un compañero de


trabajo, se enteró de la posibilidad de controlar la hipertensión usando las
técnicas de la Relajación, y terminó por venir a nuestro consultorio.
Durante la primera visita, estaba tan sensibilizada por los años en que
habían estado insistiéndole en que se calmara por que si no le iba a subir
demasiado la presión que se avergonzaba hasta de tener que hablar del
asunto.

-Estaba convencida –explicó- de que la gente pensaría mal de mí si


sabían que estaba tomando remedios para la hipertensión.

Tal como Jaime en nuestro ejemplo anterior, Juana era una persona cuya
historia personal incluía una profunda fe religiosa, de modo que para ella
fue fácil iniciar un programa de meditación centrado en una oración, el Ave
María del catolicismo romano, que para ella tenía un sentido importante. Y
pronto su vida empezó a mejorar.

-Descubrí que al repetir para mis adentros la oración podía relajarme en


cualquier momento, aun cuando sintiera estrés –explicó.

Y agregó que, aún cuando no estuviera tratando de meditar, comenzaba


a experimentar un sentimiento de calma cada vez más profundo, tanto en su
trabajo como en situaciones sociales. En muchos sentidos, Juana se ha
convertido en la antítesis de aquella persona tan tensa que solía ser, y la
principal beneficiaria de ella ha sido su vida laboral.

-Si durante la jornada se plantea una situación de estrés –explica-, siento


que una vez pasada ésta, puedo volver muy rápidamente a sentirme
relajada. Durante la media hora que tengo para almorzar, llego a un nivel
de calma que antes era inalcanzable para mí, y encuentro que algunas cosas
que antes me exasperaban; como la temeridad al conducir, ya no me irritan
de la misma manera.

Antes, además, Juana había sido una persona muy impaciente… un


rasgo que puede hacer la vida muy desagradable, tanto para uno como para
sus colegas. Ahora ha aprendido a aceptar el hecho de que la vida tiene
cierto ritmo, y que en nuestro horario cotidiano todos tenemos
interrupciones y demoras. Entenderlo así ha facilitado sus relaciones
personales y su manera de encarar el trabajo.

Ahora comprende que la impaciencia contribuía a mantenerle la presión


alta; ya no necesita medicarse, y la presión sanguínea se mantiene normal.
Contrariamente a lo que ella misma esperaba, se ha producido un cambio
que constituye una convincente demostración del Principio de la Maxi-
Mente.

Juana admite francamente que temía que la meditación no le diera


resultado.

-Intentaba desesperadamente hacer pensar a la gente que era una persona


tranquila. Pero todos aquellos sentimientos eran los que aportaban el
combustible para hacer subir el mercurio en el aparato para medir la
presión. Cuando la meditación empezó a servirme a pesar de mis dudas,
comencé realmente a creer que era algo que podía hacerme bien. Ahora sé
que meditar diciendo el Ave María me calma y me pone en paz conmigo
misma.
Juana, como muchas otras personas, abrió la puerta al cambio con sus
meditaciones y plegarias., que representaron la Fase Uno del Principio de la
Maxi-Mente. Y después se sometió a regularmente a influencias que podían
cambiar mentalmente, y sobre todo al estímulo y a la instrucción que
recibía en nuestro consultorio. Como resultado en su vida comenzó a
adquirir eficacia la Fase Dos del Principio, y empezaron a producirse
cambios importantes.

Ella había dudado de que este método le diera resultado, porque ya


había intentado sin éxito muchos otros, pero pese a sus reservas la
transformación se produjo. El poder del Principio de la Maxi-Mente
empezó a operar antes de que estuviera convencida de que se podía
producir un cambio en su vida.

¿Podría ser este un ejemplo de cómo a veces es necesaria la fe para que


el Principio funcione? De hecho, en la experiencia de Juana la creencia más
importante estaba presente, porque se meditación estaba en el contexto de
su sistema personal de creencias. Su fe religiosa subyacente, expresada en
la elección de su plegaria, actuaba dándole un sentimiento de seguridad y
expectación positiva aunque no estuviera del todo segura de la técnica
específica que estaba usando.

En realidad, no tenía mucha importancia que Juana creyera o no que en


su cuerpo y en su cerebro se produciría algún cambio abstracto y, para ella,
indemostrado. Lo importante fue que el cambio ocurrió, y finalmente se
produjo a partir del contexto de sus creencias más profundas. Como
resultado, Juana se sintió mucho más feliz y más tranquila, y a la larga, se
volvió más eficiente en su trabajo y más hábil y agradable en otros aspectos
de su vida.

LAS PRUEBAS DE LA MEJORA INTELECTUAL

Desde el punto de vista científico, todavía hay que investigar mucho


para establecer la efectividad de las técnicas de la Relajación, y del uso del
Principio de la Maxi-Mente para favorecer la actividad intelectual. Con el
transcurrir del tiempo se van acumulando pruebas provenientes de la labor
clínica y experimental de diversos investigadores.

Por ejemplo, en un estudio realizado en 1981, los doctores M. S. Fiebert


y T. M. Mead estudiaron la capacidad de aprendizaje de un grupo de
estudiantes valiéndose de un programa de técnicas de meditación
especialmente ideadas para aumentar la capacidad de atención y
concentración y mejorar la percepción de la realidad.

Tras haberles enseñado las técnicas, se les pidió que les practicaran
antes de estudiar y someterse a exámenes. A un grupo de control que
también usó los ejercicios de meditación se les pidió que los practicara en
otros momentos que no tuvieran nada que ver con sus estudios.

Como se puede ver, el programa experimental estaba destinado a probar


la utilidad del Principio de la Maxi-Mente: un grupo de estudiantes
empezaba por inducir la Relajación e inmediatamente después se sometía a
lecturas y ejercicios relacionados con sus actividades de aprendizaje. Los
estudiantes del grupo de control al no pasar a la Fase Dos de la práctica
inmediatamente después de la Fase Uno, eran menos susceptibles a la
operación del Principio de la Maxi-Mente.

Los resultados finales demostraron que, en comparación con el grupo de


control, en el grupo experimental que había utilizado efectivamente el
Principio hubo una mejora significativa en las notas de los exámenes. Los
investigadores señalaron que los resultados del estudio no se podían
atribuir a diferencias en el tiempo de estudio, porque el que ambos grupos
dedicaban a prepararse era aproximadamente el mismo.

En otro estudio, una tesis doctoral del doctor A, I. Abrams, a un grupo


de niños de un nivel equivalente de enseñanza primaria le enseñaron
diversas técnicas de meditación contemplación o concentración. Después se
comparó su rendimiento escolar con el de un grupo de control que no las
había aprendido. Finalmente, los niños que usaron las técnicas se
desempeñaron mejor en las pruebas de rendimiento y, de acuerdo con una
serie de escalas de medición psicológica, exhibieron un nivel superior de
crecimiento cognoscitivo o, dicho de otra manera, demostraron que habían
aprendido más.

También en este estudio podemos ver cómo pudo haber actuado el


Principio de la Maxi-Mente. La fase meditativa operó la apertura mental de
los niños, cuyas pautas de pensamiento fueron luego modificadas con la
enseñanza recibida en clase después de la meditación. Los niños del grupo
experimental tendían también a estar más tranquilos después de haber
practicado la Relajación, y esa calma, al reducir su nivel de ansiedad y su
agitación, los preparó seguramente para aprender mejor.

Otros estudios hacen pensar que el Principio de la Maxi-Mente también


puede aumentar mucho la capacidad de resolver problemas de índole
comercial. Como parte de la preparación de su tesis doctoral, el doctor H.
S. Kindler enseñó ciertas técnicas de meditación y relajación a un grupo de
graduados administrativos sin experiencia previa en este campo. El grupo
de control se limitó a oír algunas conferencias grabadas sobre solución de
problemas o sobre meditación.

El investigador descubrió que las personas que usaron las técnicas de


meditación resolvían los problemas de equipo con más rapidez y con menor
cantidad de transacciones entre ellas, que las del grupo de control. Dijeron
también que se habían sentido menos tensas y que el trabajo de equipo les
había parecido más eficaz que a los del otro grupo.

Veamos ahora qué pudo haber sucedido con las pautas de pensamiento
de estos graduados. Primero, el grupo que usó la Relajación se abrió
mentalmente al cambio (Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente), lo que
no solo los preparó para la transformación sino que redujo su nivel de
angustia y les facilitó la relación interpersonal.

Después, al participar en el grupo de solución de problemas, pasaron a la


Fase Dos, en la que sus procesos de pensamiento funcionaron con más
libertad y eficiencia al responder a las difíciles decisiones empresariales
con que se enfrentaban.

No todos los estudios han verificado que el uso de técnicas como la


meditación o la contemplación mejoren las capacidades intelectuales,
algunos han llegado a la conclusión de que con ellas no se observa ninguna
diferencia.

Sin embargo, al analizar estos estudios negativos se ve que en ellos sólo


se aplicó la primera fase del Principio. Es decir, que el individuo o grupo
practicó la Relajación y por ende redujo la ansiedad y disfrutó de otros
beneficios físicos y psicológicos, pero los participantes no llegaron a la
alteración de las pautas de pensamiento que se produce en la segunda fase,
no se expusieron a las influencias que podrían haberlos orientado
mentalmente hacia los cambios deseados.

Las pruebas van completando nuestro conocimiento del Principio y,


aunque todavía no entendemos bien todas las técnicas y métodos necesarios
para cultivar los poderes de la Maxi-Mente, se va progresando.

Antes de pasar a los ejercicios prácticos para aumentar el poder mental,


hay varias consideraciones que conviene que el lector tenga presentes por
su valor práctico para establecer nuevas disciplinas intelectuales y mejorar
su capacidad de resolver problemas y su creatividad.

1. No se olvide de su guía mental máximo. Tanto en el dominio


intelectual como en cualquier otro necesitará usted reunirse regularmente
con una persona o un grupo que lo estimule, lo oriente y lo instruya.
Quisiera recordar aquí algunas observaciones del doctor Frank R. Wilson,
neurólogo del Centro Médico de la Universidad de California, que en un
artículo publicado en New York Times publicado el 13 de julio de 1986
sostiene que todos los seres humanos, incluso los de edad avanzada pueden
ser músicos.

El doctor Wilson, que empezó a tocar el piano a los cuarenta años, está
convencido de que todos estamos hechos para ser músicos. Además, al
tocar un instrumento, un individuo puede refinar y cultivar su cerebro y su
sistema neuromuscular. He aquí la declaración que formuló a un reportero.
“Es imposible mirar el cerebro humano sin darse cuenta de que es el
cerebro de un organismo diseñado para tener una interacción musical con
su medio”.

Entre otras cosas, dice el doctor Wilson, el cerebro humano permite a


los músculos del brazo y de la mano movimientos refinados que nos
capacitan para tocar instrumentos musicales; además, hay partes del
cerebro que han llegado a estar altamente especializadas en el análisis y el
procesamiento de sonidos, y estas capacidades, sostiene el doctor, son
importantes para los músicos.

Entonces, ¿por qué no estamos todos sacando hermosas melodías del


arpa o la flauta o algún otro instrumento musical? Uno de los principales
obstáculos con que tropezamos, dice el doctor Wilson, es que muchos
profesores de música no saben enseñar música. Son capaces de enseñar a
personas que ya tienen bastantes conocimientos musicales, pero que no
saben qué hacer con un principiante. En otras palabras, Wilson dice que
nos faltan guías o directores mentales máximos en el campo musical, e
incluso en los cambios benéficos que pueden producirse, si está bien
guiada, en una persona que trabaje con un programa musical eficaz. Dice
que de hecho el cerebro puede cambiar en la medida que la gente
incremente su capacidad musical, y que incluso hay indicios de que las
transformaciones pueden contribuir a retardar el proceso de
envejecimiento.

2. Decídase a disfrutar del proceso de aprendizaje, no a preocuparse


por él. Durante su práctica pianística, iniciada en plena madurez, el doctor
Wilson ha descubierto también que es esencial dejar de preocuparse por
impresionar a los demás y limitarse a disfrutar del proceso.

-Nadie le dice nunca que practicar sea divertido –comenta-, Volver del
trabajo y ponerse a jugar con el teclado o con las cuerdas es una actividad
muy placentera.

Esta forma de encarar el aprendizaje y el mejoramiento personal


implica una pasividad que puede ayudar a uno que se sumerja en el proceso
de aprendizaje sin los lastres de angustia que tantas veces impiden que se
pueda iniciar y seguir practicando una disciplina intelectual nueva. Muchas
veces, cuando empezamos a relajarnos y a permitirnos el lujo de obtener
placer de la experiencia del aprendizaje, es cuando empezamos realmente a
avanzar en nuestras nuevas capacidades.

Un hombre de edad mediana que acababa de iniciar el aprendizaje del


violonchelo expresó: “Tengo la sensación de haber llegado a una meseta y
de ir progresando muy lentamente. Y después, de pronto, me doy cuenta de
que algo ha cambiado en mi manera de tocar. Es algo muy sutil y que se
infiltra muy lentamente, y de pronto me lo encuentro cara a cara, y me
siento tremendamente satisfecho”.

Como recordará el lector, uno de los pasos esenciales para inducir la


Relajación es mantenerse pasivo. Cuando aparecen pensamientos extraños
uno se dice: “Ya está bien”, y vuelve a la idea, plegaria o frase que usa para
meditar. Esa misma pasividad se ha de dar en el proceso de aprendizaje… y
se dará, si uno aplica en su debido orden el Principio de la Maxi-Mente,
empezando por la Fase Uno y prosiguiendo por la Fase Dos.

Al practicar el piano, por ejemplo, podría usted empezar por la


Relajación mediante la técnica de meditación o de oración que haya
elegido. Entonces, terminada esta primera fase, pasa a la segunda:
condicionar su mente o influir sobre ella en el sentido deseado. Si se trata
de tocar el piano, puede ser simplemente que después de haber practicado
la Relajación se siente usted a iniciar su práctica. O también podría hacer la
práctica con su profesor de música (su guía mental máximo) o, en alguna
ocasión, dedicarse a la lectura de algo referente a la música.

Si sigue usted este método, lo más probable es que tenga el mismo tipo
de experiencias placenteras que el doctor Wilson en su calidad de pianista
aficionado.
3. No subestime el poder negativo del estrés. Con frecuencia hemos
mencionado los efectos negativos de un exceso de estrés o de ansiedad.
Estas fuerzas destructivas pueden cortar de raíz sus intentos de
disciplinarse para aprender algo nuevo o de encontrar una forma eficaz de
resolver problemas o de aumentar su creatividad. Las fuentes del estrés se
infiltran en todo.

Una encuesta reciente llevada a cabo por Lewis-Harris indicaba que


son los problemas de salud causados por el estrés, más que por alguna
enfermedad física, los que están causando buena parte del absentismo
laboral. En el estudio que citamos, un cuarto de los entrevistados dijeron
tener problemas relacionados con el estrés. Y la mitad de las personas con
problemas de estrés se habían visto obligados a restringir su actividad
laboral diaria.

En los Estados Unidos, los Centers for Disease Control (Centros para el
Control de la Enfermedad, conocidos por las siglas CDC) confirmaron esta
tendencia al verificar, recientemente que el estrés y el aburrimiento en el
lugar de trabajo causan importantes problemas de salud… y es muy posible
que la situación empeore. A la gente le preocupa especialmente cosas como
el exceso de trabajo, la falta de control sobre su trabajo, la falta de apoyo de
jefes y colegas, y las restricciones impuestas a las oportunidades laborales.
Los CDC observaron además que esas condiciones de estrés en el trabajo
pueden dar como resultado neurosis, depresión, ansiedad, irritabilidad,
abuso de drogas o fármacos, problemas con el sueño y otras diversas
dolencias físicas, como pueden ser dolores de estómago y de cabeza.

En una vena similar, Kenneth R. Pelletier, de la Universidad de


California en San Francisco, señala en su libro Healthy People in
Unhealthy Places (Gente sana en lugares insalubres): “Aunque el
estereotipo del ejecutivo acosado por prisa es la imagen más común que se
le ocurre a uno al hablar de estrés en el lugar de trabajo, este es un
problema que afecta a todos los trabajadores. De acuerdo con una encuesta
nacional publicada por la Cruz Azul, cinco de cada seis trabajadores de los
niveles de empleo más diversos indicaron que el estrés era un factor
importante en sus ocupaciones, y que daba como resultados insatisfacción,
disminución de la autoestima, angina, tos persistente y comportamientos
neuróticos”.

Si diariamente se encuentra usted sometido a presiones excesivas, no


está en muy buena posición para aprender nada nuevo ni para aumentar el
poder de su cerebro. Uno de sus primeros objetivos debe ser cambiar su
situación para que le origine menos estrés; algo que a veces es muy difícil,
e incluso imposible. Si tal es su caso, puede usted por lo menos aprender a
protegerse de los efectos perjudiciales del estrés.

Tal como ya hemos visto en varios ejemplos de este libro, una de las
mejores técnicas para reducir los efectos dañinos del estrés es practicar la
Relajación, o la Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente. Entonces, con el
flamante apoyo de esta capacidad de adaptarse a diversas situaciones,
puede uno pasar a la Fase Dos.

4. Experimente con su creatividad. La creatividad es un concepto muy


difícil de definir, porque significa diferentes cosas para diferentes personas.
Para algunos ser creativos significa tener ideas. Para otras, uno solo es
verdaderamente creativo si en sus estrategias o conceptos nuevos hay una
dimensión práctica.

Además está la cuestión de la relación entre la creatividad y


originalidad. Hay personas que creen que para ser creativo hay que ser
original: la idea, concepto o punto de vista que a uno se le ocurre debe ser
completamente nuevo. Otros dirían que no es necesario ser original, que
basta con relacionar cosas o ideas viejas de maneras nuevas. Como se dice
en Eclesiastés: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha
sido hecho? Lo mismo, que se hará: y nada hay nuevo bajo el sol”.

La creatividad significa también cosas diferentes en diferentes campos.


Para alguien de orientación comercial, puede aludir a la capacidad de
resolver problemas financieros que dejan perplejo a casi todo el mundo. En
publicidad, el creativo es la persona que puede captar lo esencial de un
producto o servicio que hay que vender, y expresarlo con las palabras o las
imágenes justas.

Al ser tan difícil de definir, los científicos sociales se han encontrado


con grandes problemas para estudiar la creatividad. En la prensa popular, la
dificultad se refleja en titulares como “La ciencia se debate en el
rompecabezas creativo”, que apareció en The New York Times el 13 de
marzo de 1984.

En aquel artículo, el doctor Howard Gardner, investigador en


psicología en el Hospital de Veteranos de Boston y co-director del Harvard
Project Zero, describe la gran diversidad de definiciones y manera de
entender la creatividad. Gardner supone que para que una persona sea
creativa – o se entregue a un trabajo original e importante -, debe empezar
por pasarse un tiempo considerable cultivando las habilidades necesarias
para realizar ese trabajo. Además, dice entre los seres humanos hay
inteligencias múltiples. Por ejemplo, algunas personas tienen una capacidad
y creatividad especiales con las palabras, otras con los números, otras con
la información espacial, con la música y así sucesivamente. En opinión de
Gardner, cada una de estas inteligencias “pasa por una particular historia
evolutiva y cada una tiene una representación aparte en el cerebro
humano”.

Otros investigadores de este nebuloso dominio de la creatividad


subrayan la importancia de dejar que el cerebro trabaje inconscientemente
en un problema. Algunos insisten incluso en la importancia de los sueños
que aportan ideas o conceptos nuevos, que la mayoría de las personas
considerarán creativos.

Una aplicación comercial del “pensar con el cerebro entero” –es decir,
con coherencia entre los hemisferios izquierdo y derecho – fue ideada por
Norman W. Brown, graduado de Harvard y jefe de ejecutivos de la firma
de publicidad Foote, Cone & Belding Communications, Inc. Cuando
asumió su puesto en 1982, Brown clasificó inmediatamente a los ejecutivos
contables de la compañía como “cerebros izquierdos”, y a los creativos
como “cerebros derechos”. Pero lo más importante fue que instó a cada
grupo a reconocer los puntos fuertes del otro y a tratar de trabajar más en
colaboración en los programas de publicidad.

Una de las razones por las que Brown decidiera insistir en una mayor
cooperación entre el personal del hemisferio izquierdo y el del hemisferio
derecho fue que advirtió que en la compañía “se estaban desperdiciando
muchas buenas ideas”.

Pues bien, ¿cómo va actualmente su creatividad?

La reputación de que goza la firma por su concepción novedosa e


inteligente de la publicidad va en aumento. Muchos observadores se
quedaron impresionados por un anuncio de Foote que promovía cierta
marca de rosquillas: una mujer se deleitaba con una rosquilla y el
acompañamiento musical destacaba sensualmente su placer. Aquí, por
supuesto había sido el equipo de “cerebros derechos” de la compañía el que
llevó la batuta. En otro anuncio esta vez de cerveza, un actor analizaba la
alta calidad y los ingredientes naturales de la marca: los que se apuntaron
los tantos fueron los representantes del hemisferio izquierdo.

Algo que se desprende de estos ejemplos es que el término creatividad


no es fácil de definir, y quizá la dificultad para describir y entender el
concepto se pueda atribuir a que sus orígenes están en el hemisferio
derecho. Como ya hemos visto, el hemisferio cerebral que controla el
habla, las inferencias y el análisis lógico es el izquierdo, y sin embargo, es
probable que estas cualidades no sean más que una parte, e incluso una
pequeña parte, de la creatividad total de una persona.

Por eso no siempre es fácil decir que es la creatividad y cómo ha de


expresarse en la vida. De ahí la necesidad de tener frecuentes experiencias
del Principio de la Maxi-Mente mientras uno intenta aumentar su
creatividad. Además, usted se encontrará generalmente con que debe
empezar por cultivar ciertas habilidades básicas –es decir, hacer la
instalación cerebral necesaria- antes de poder empezar siquiera a
experimentar. Es bastante difícil, por ejemplo, ser un escritor creativo si no
tiene una cierta experiencia de cómo organizar las palabras en oraciones
coherentes. Es imposible ser un científico creativo si no se tienen los
conocimientos básicos de la disciplina científica en que se quiere ejercitar
esa creatividad.

Quizá todo esto parezca dolorosamente obvio, pero es sorprendente la


cantidad de personas que creen que la creatividad es una cualidad que se
instala por sí sola en la mente de alguien, en la espera de que la usen y sin
que se requiera para ello ninguna preparación, estudio ni experiencia
previa.

Incluso cuando uno tiene finalmente las habilidades necesarias para ser
creativo, no siempre hay una línea directa que conduzca a la idea o la
solución creativa. Muchas veces uno tiene que enfocar las cosas desde
distintos ángulos, e incluso casi desde fuera de la mente para alcanzar un
nivel de creatividad aprovechable.

Y esto nos lleva a otra situación en que es útil valerse del Principio de
la Maxi-Mente. Primero entra usted en la Fase Uno con la práctica de la
Relajación. Después en la Fase Dos, empieza a ponerse en contacto con la
materia prima o el tema en que quiere mostrar su capacidad creativa. Y
llegado a este punto, es probable que haya que experimentar. En vez de
lanzarse de cabeza a atacar el problema principal, quizá tenga que esperar o
dar marcha atrás por un tiempo.

He aquí como puede funcionar esto: si se enfrenta usted con un


problema difícil en el trabajo, puede empezar practicando la Relajación en
Fase Uno. Después, váyase del despacho y desentiéndase totalmente de los
problemas de negocios que intenta resolver. Al tomar distancia de esta
manera, es más probable que su mente dé con el destello de luz mental
creativa que le dará la respuesta. Una probabilidad es que salga a correr un
rato, o que se dé un paseo mirando escaparates, o se llegue hasta su librería
favorita a hojear las novedades. O tómese un café con un colega mientras
charlan de cualquier cosa. Todas éstas son maneras de hacer que el
problema que está reclamando su creatividad desaparezca de su primer
plano mental, y quizás eso sea precisamente lo que le hace falta. Para que
su hemisferio cerebral derecho tenga la libertad y el estímulo necesario
para chisporrotear de creatividad, quizá tenga usted que distraer al
izquierdo, no permitiéndole una concentración analítica en el tema que le
preocupa.

Es probable que en última instancia, esta manera de abordar las cosas


lo vuelva a usted más creativo. También puede ser que le resulte muy
difícil definir o cuantificar exactamente los factores causantes de los
adelantos que nota usted en su trabajo o en otras ocupaciones. La razón de
ello es también que su hemisferio derecho debe estar íntegramente
sumergido en el pensamiento creativo… y no podemos expresar fácilmente
con palabras las operaciones del hemisferio derecho.

COMO AUMENTAR LA POTENCIA CEREBRAL

Ocupémonos ahora de los aspectos prácticos. Para aumentar su potencia


cerebral lo primero es decidir qué quiere hacer para cultivar sus
capacidades intelectuales: aprender una habilidad nueva, resolver mejor los
problemas o adquirir mayor creatividad, digamos. Cuando tenga bien claro
su objetivo, empiece a aplicar el Principio de la Maxi-Mente. Le reiteramos
aquí la descripción de la Fase Uno y de la Fase Dos.

FASE UNO

Paso 1: Escoja para concentrarse una palabra o frase corta que esté
firmemente arraigada en su sistema potencial de creencias. Como ya hemos
visto, un cristiano podría elegir las palabras iniciales del Salmo 23, “El
Señor es mi Pastor”, un judío la palabra “Shalom” y una persona no
religiosa una palabra neutra como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.


Paso 5: Respire lenta y naturalmente, repitiendo al exhalar la palabra
elegida.

Paso 6: Asuma una actitud pasiva y no se preocupe por si lo está


haciendo bien. Si se le ocurren otros pensamientos, dígase simplemente:
“Ya está bien” y continúe con la repetición.

Paso 7: Hágalo durante diez o veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces por día.

FASE DOS

Ahora, con la mente abierta por la práctica de la Relajación, es el


momento de exponerse por lo menos durante unos quince o veinte minutos
a influencias importantes que le ayudarán a renovar su mente en función de
las vías intelectuales que haya escogido. Quizá ya tenga alguna
información, imágenes u otro material específico sobre el cual quiera
concentrarse, pero también puede ser que prefiera simplemente “tomar
distancia” durante un tiempo y dejar que sean sus propias e innatas
capacidades creativas las que asuman el mando. O, si necesita algunos
conceptos más naturales para concentrarse en ellos, pruebe con alguno de
los siguientes:

Inventa, ingenio; escribe, pluma;


que grandes volúmenes son mi intento.

SHAKESPEARE, Love’s Labour’s Lostt

Pues ¿Dónde hay en el mundo autor que enseñe


Belleza como la que una mirada de mujer encierra?
Aprender es sólo un añadido a nuestro ser.

SHAKESPEARE, Love’s Labour’s Lostt

… Me embraga el miedo de dejar dé ser


Sin que mi pluma haya expresado
Lo que en mi mente bulle.
JOHN KEATS, “When I have fears”

Donde yace mi corazón, yace también mi mente.


ROBERT BROWNING, Men and Women, One Word More
Pero si el gran sol por sí solo no se mueve, sino que es como un mensajero en el
cielo, si ni una sola estrella puede girar si un poder invisible no la mueve, cómo
entonces ha de poder latir este ínfimo corazón, y pensar este mínimo cerebro, si no es
porque Dios late, y piensa y vive, y no yo. Por el cielo, hombre, damos vueltas y más
vueltas en este mundo, como un torno que el Hado moviera…

Pensar es, o debería ser, algo que refresca y calma, y nuestro pobre corazón, y
nuestro pobre cerebro, palpitan demasiado para eso.

HERMAN MELVILLE, Moby Dick

De todas las causas que a cegar conspiran


El falible juicio del hombre, y a despistar su mente,
La que más torcidamente manda en su débil cabeza
Es el orgullo, invariable vicio de los tontos.

Un poco de saber es cosa peligrosa,


De la fuente de las Musas bebe a fondo, o no la pruebes;
En ella la moderación es lo que embriaga
Y beber sin tasa a la sobriedad nos vuelve.

ALEXANDER POPE, “Ensayo sobre la crítica”

Con arte curiosa el cerebro, tan delicadamente trabajando, hace de sí su presa, y


pensando se destruye.

CHARLES CHURCHILL
Epístola a William Hogart

Que el conocimiento de más en más crezca,


Pero que en nosotros la reverencia more;
Que mente y alma, en armonioso acuerdo,
Hagan, como antes, una música sola.

ALFRED, LORD TENNYSON, “In Memoriam”

Ningún hombre olvidó jamás la visita que a su corazón y su cerebro hiciera aquel
poder que creó todas las cosas de la nada; visita que fue para él la autora de la música, la
poesía y el arte.

RALPH WALDO EMERSON, Essays: Love

Demasiada breve es la vida para


Desperdiciarla en miradas críticas y cínicas palabras,
En riñas o reproches:
Pronto llegará la noche;
¡Ea! ¡En tu meta concéntrate,
Y que Dios te acompañe!

RALPH WALDO EMERSON, Poemas

La educación es la instrucción del intelecto en las leyes de la Naturaleza, nombre por


el cual entiendo no solamente las cosas y sus fuerzas, sino los hombres y sus
costumbres; y el cultivo de los afectos y de la voluntad en un serio y amoroso deseo de
actuar en armonía con esas leyes…

Para cada hombre el mundo es tan nuevo como lo fue el primer día, y para quien
tiene ojos para verlas, está igualmente lleno de inéditas novedades.

T.H. HUXLEY, Una educación liberal

Por cierto que no sabe saber quien no sabe también des-saber.

SIR RICHARD FRANCIS BURTON


La Caída de Haji Abdu El-Yazdi, VI, 18

El intelecto es a la emoción como la ropa es al cuerpo: mal podíamos llevar una vida
civilizada sin ropa, pero bien pobres seríamos si no tuviéramos más que ropa sin cuerpo.

ALFRED NORTH WHITEHEAD


Diálogos de Alfred North Whitehead

El pensamiento es el trabajo del intelecto, la ensoñación su placer.

VICTOR HUGO, Los miserables

Los libros no son en absoluto cosas muertas, sino que llevan en sí una potencia vital
tan activa como el alma de la cual nacieron; e incluso preservan como en una redoma el
más puro y eficaz extracto del viviente intelecto que los engendró.

JOHN MILTON, Areopagitica

No poco beneficio se deriva, cuando está uno a oscuras de la cama, de volver a


repasar en la imaginación los principales rasgos de las formas antes estudiadas, o de
otras cosas valiosas concebidas por ingeniosa especulación.

LEONARDO DA VINCI, Cuadernos


El objeto Verdad, o la satisfacción del Intelecto, y el objeto Pasión, o la emoción del
corazón, aunque alcanzables hasta cierto punto en poesía lo son mucho más en prosa.

EDGARD ALLAN POE, Filosofía de la composición

La simplicidad del carácter no es obstáculo para la sutileza del intelecto.

JOHN, VISCOUNT MORLEY, Vida de Gladstone

Mientras para el intelecto o la voluntad


Haya una senda no transitada,
Y el hombre sea libre de pensar y actuar,
Aún vale la pena vivir la vida.

ALFRED AUSTIN, ¿Vale la pena vivir la vida?

En tanto que un hombre imagine que no puede hacer esto o aquello, está
determinado a no hacerlo, y por ende, es imposible que lo haga.

BARUCH SPINOZA, Ética

La prudencia te repudiara si tratas de indagar POR QUE las cosas son como son o de
donde vinieron, tu tarea es empezar por aprender LO QUE ES, y en la persecución del
conocimiento el intelecto puro hallará puro placer, y el único cimiento para una filosofía
conforme con la verdad.

ROBERT BRIDGES, El testamento de la belleza

Hay tres clases de intelecto: uno que comprende por sí mismo, otro que aprecia lo
que otros comprenden, y un tercero que no comprende ni por sí mismo ni cuando otros
se lo muestran, el primero es el más excelente, el segundo es bueno, el tercero es inútil.

Cuando la disposición es grande, no pueden serlo las dificultades.

MAQUIAVELO, El príncipe

Una cita, una palabra oída al azar en un lugar insólito, me pone sobre la pista del
libro destinado a operar en mí un avance intelectual.

GEORGE MOORE, Confessions of a Young Man


Dos cosas que en mi opinión se refuerzan mutuamente y permanecen eternamente
verdaderas son: No sofoques tu inspiración y tu imaginación convirtiéndose en esclavo
de tu modelo, y: Toma al modelo y estúdialo, porque de otra manera tu inspiración
jamás alcanzará la concreción plástica.

VINCENT VAN GOGH, Cartas a Theo

Lo más bello que podemos experimentar es lo misterioso, fuente de todo arte y de


toda ciencia auténticos.

ALBERT EINSTEIN, Lo que creo


8

El lado espiritual

La convicción personal, y con frecuencia los conceptos religiosos


tradicionales, han desempeñado un papel importante en gran parte de lo
que hemos venido viendo en este libro.

Por ejemplo, la palabra que le hemos estado animando a usar como foco
de concentración durante sus meditaciones debe estar arraigado en el
Factor Fe, o en el sistema personal de creencias que le sea a usted más caro.
Con frecuencia, esta relación con las creencias personales a menudo
implica sus convicciones religiosas. Sea cual fuere la fuente de la creencia,
será muy útil tener algún tipo de convicción personal profunda para
conseguir el pleno efecto de la Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente,
que, por cierto, requiere la inducción de la Relajación.

Pero muchas veces el crecimiento espiritual deriva de otras formas de


progreso personal. Se ha comprobado que al mejorar su salud, su
disposición anímica, su condición física o sus capacidades intelectuales,
muchas personas experimentan también una ampliación y profundización
de su visión del mundo y de su sistema personal de valores.

A la luz de esto, no sería desatinado el intento de aplicar el Principio de


la Maxi-Mente a nuestro crecimiento espiritual. Pero aquí nos aventuramos
en un terreno muy delicado. Si en el capítulo anterior tuvimos dificultades
para definir lo que es “creativo”, más problemas nos plantea ahora el
intento de definir lo “espiritual”.

Sería fácil interpretar mal hacia dónde apunta nuestra tentativa de


relacionar el Principio de la Maxi-Mente con las cosas espirituales. Algo
que con demasiada frecuencia sucede cuando los defensores de la
autoayuda y del control mental empiezan a promover elocuentemente su
causa es que, desde un punto de vista espiritual, se tome el rábano por las
hojas. Es decir, que de hecho es más fácil que esos esquemas amenacen
sustituir o desvirtuar las respuestas más tradicionales sobre el sentido de la
vida que a convertirse en un camino eficaz hacia ellas.

Quisiera aclarar desde el principio que no me propongo ofrecer ninguna


alternativa a la religión o a la espiritualidad tradicional. Por el contrario, en
lo que a mí se refiere, éstas deben ser los mecanismos de control básicos
para mantener en la perspectiva adecuada cualquier programa de autoayuda
u otra forma de mejoramiento personal.

El objetivo principal de este capítulo, y de otras secciones del libro, es


describir la Maxi-Mente como una importante capacidad humana a la que
no sólo es posible recurrir para alcanzar ciertas formas mundanas de auto
superación, sino también para fortalecer la propia fe. De hecho muchas
personas que han logrado profundizar en su filosofía personal y en su
tradición religiosa están usando ya este método de meditación. Lo único
que yo puedo hacer por ellas es explicar, en la medida en que creo que lo
permiten el conocimiento científico y las palabras, parte de lo que va
sucediendo en la mente y en el cuerpo cuando la persona que ora y medita
comienza a ver que en ella se producen cambios importantes.

Tampoco me anima el propósito de explicar la espiritualidad restándole


valor. Creo que las fuentes últimas de la espiritualidad podrían provenir de
fuera de las personas y no lleguen jamás a ser accesibles a un análisis físico
o químico. En pocas palabras, lo que me propongo es aclarar en alguna
medida las implicaciones científicas de fenómenos que trascienden en
mucho a la ciencia tal como hoy la conocemos.

Aun cuando este es un terreno científicamente delicado, e incluso


peligroso, me siento obligado a buscar una senda razonable para atravesar
este laberinto rico y misterioso, y con frecuencia traicionero. La
espiritualidad no es simplemente una parte de la vida; si se la define en su
sentido más amplio, es su fundamento mismo.

Ya desde el comienzo de la historia los seres humanos buscan sin cesar


el sentido de la vida y de la muerte. En la antigua Epopeya de Gilgamesh –
que es el relato de la búsqueda espiritual del rey de una importante ciudad
sumeria, hace casi 4,600 años – el protagonista Gilgamesh busca
desesperadamente el significado de la vida. Su amigo Enkidu ha muerto
por una decisión arbitraria de los dioses, y Gilgamesh siente que debe
conocer el sentido de la muerte de su amigo.

Por mucho que lo intente, no puede resolver el enigma de la vida. Una y


otra vez le dicen que su búsqueda es infructuosa. La respuesta final – y
devastadora- que recibe es que no hay permanencia en el universo. Aunque
informado ya de lo peor, Gilgamesh es capaz de aceptar la indeseable
noticia y de volver a la vida cotidiana con un sentimiento de esperanza y de
entrega a su diosa, Ishtar.
Tampoco en las partes iniciales de la Biblia se plantean preguntas
profundas y se hallan respuestas enigmáticas. La vida de Adán y Eva, como
la de sus descendientes se centra por completo en su forma de relación con
Yahvé, el Dios fiel pero exigente que constantemente interactúa con ellos
desde el momento de la creación, durante la caída y después, en sus actos
de rebelión y obediencia.

La misma saga espiritual continúa en la actualidad, aunque a veces


asuma otras formas. Por cierto que los norteamericanos de hoy son un
pueblo sumamente religioso; según las encuestas Gallup llevadas a cabo
durante los últimos decenios, un porcentaje muy alto de la población, cerca
de un 95%, dice creer en Dios.

¿A qué se debe esta orientación religiosa de la humanidad? Por una


parte, el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro es capaz, aparentemente
desde el comienzo mismo, de inferir que nos vamos a morir. Quizá seamos
las únicas criaturas de la tierra capaces de reconocer esta eventualidad.
Desde un punto de vista lógico, tras haber inferido la realidad de la muerte,
el paso siguiente es buscar un antídoto o una respuesta para mantener a
raya la desesperación. Muchos han encontrado una solución en la fe
religiosa, la fe en Dios puede ayudar a hacer tolerable la vida, incluso ante
la certidumbre de la muerte.

Por otra parte, si la religión no desempeña un papel importante en la


vida de una persona, puede ser que ésta se oriente en cambio hacia algún
sistema de autoayuda o de superación personal para sustituirla. Es probable
que lo que motiva a muchos de los defensores de la puesta en forma, o a los
entusiastas de la auto superación sea un deseo –a veces inconsciente- de
vencer o de retardar la muerte. De hecho, muchos expertos piensan que
subyacente a la gran mayoría de nuestras angustias, miedos y fobias se
encuentra el gran miedo a la muerte. En su libro The Denial of Death (La
negación de la muerte), ganador del premio Pulitzer. Ernest Becker
declaraba que la muerte es “el miedo básico que influye sobre todos los
demás, un miedo ante el cual nadie es inmune, por más disfrazado que
pueda estar”.

En los últimos años se han adelantado múltiples teorías sobre la forma


en que el lado espiritual de la vida humana puede estar relacionado con la
estructura de nuestro cerebro.

Una de ellas, propuesta por Julian Jaynes, psicólogo e investigador de la


Universidad de Princeton, sugiere que el cerebro del hombre se ha
convertido en una estructura bicameral, en la que el hemisferio izquierdo se
concentra en el discurso y el análisis, en tanto que el derecho emite los
“comandos internos”. En una etapa temprana de la evolución del hombre,
las voces internas empezaron a abrirse paso en la mente por mediación del
hemisferio cerebral derecho, y fueron aceptadas como una especie de
“mandato divino” que instaba a la gente a emprender tal o cual acción.
Jaynes vio en ellas una especie de resultado natural del desarrollo de las
capacidades lingüísticas, la volición personal y las reacciones ante
situaciones generadoras de estrés que exigían diferentes decisiones.

En opinión de Jaynes, aunque los seres humanos empezaron a usar el


lenguaje aproximadamente hacia el 100,000 a.C., hasta más o menos el
10,000 a.C., no llegaron a tener la capacidad ni la disposición necesaria
para la reflexión, y tampoco una verdadera comprensión del tiempo. En
aquellos primeros días, las “voces internas”, producto del hemisferio
derecho, se constituyeron en guías de las acciones de la gente, hasta llegar a
considerarlas divinas. Esta evolución, según Jaynes, contribuyó a dar
origen a todas las religiones.

Tal como él lo ve, en la Iliada no hay conciencia, es decir, que los


héroes no se interrogan, no cavilan ni deciden, sino que son tironeados de
un lado a otro por las voces de los dioses.

¿Sobreviven en la actualidad esas voces? Sólo en alucinaciones del tipo


que pueden experimentar los esquizofrénicos, responde Jaynes, o quizás en
estados místicos de gran intensidad.

Otro punto de vista, con más orientación biológica, es el que propone el


doctor Arnold Mandell, especialista en química cerebral y profesor de
psiquiatría en la Universidad de California en San Diego. Según Mandell,
es probable que haya un mecanismo neuroquímico que puede explicar las
experiencias espirituales y trascendentales de la conciencia.

Específicamente, Mandell cree que la plegaria y la meditación profunda,


el ayuno y los ejercicios de resistencia, como la carrera de fondo, pueden
detener la acción del neurotransmisor serotonina. El bloqueo de la
serotonina, que generalmente tiende a calmar la actividad cerebral, ayuda
también a intensificar la actividad eléctrica en aquellas partes del cerebro
que controlan los conceptos espaciales, la percepción del movimiento y
también las emociones. El resultado final, tal como lo expresa Mandell, son
procesos afectivos y cognoscitivos característicos del éxtasis religioso, y
los cambios de personalidad permanentes que van asociados con la
conversión religiosa.
Otros han intentado integrar las operaciones del cerebro en categorías
religiosas. El doctor James B. Ashbrook, profesor de religión y
personalidad en el Seminario Evangélico y Teológico Garrett en Evanston,
Illinois, cree que las inexplicables formas de operación del cerebro –que él
define como “mente” – conectan con el ámbito de los significados
trascendentes.

El cerebro no contiene el cosmos ni puede contenerlo –declara


Ashbrook -. No hay ningún proceso fisiológico que explique en forma
adecuada la intencionalidad humana. Lo que, sin embargo, sí expresa un
cosmos son las pautas de la fe, que ordenan y organizan lo que es
importante en y para la vida humana.

Tal como lo ve Ashbrook, las operaciones del hemisferio izquierdo,


analíticas y orientadas hacia el lenguaje, se relacionan con lo que en
religión se conoce como “proclamación”, la cual implica una enunciación
verbal de lo que es verdad, y que insta a la acción a quienes la oyen. En
contraste, lo que Ashbrook llama “manifestación” implica provocar la
maravilla y la participación sin recurrir al lenguaje formal. En su opinión la
manifestación no es susceptible de expresión verbal, y es más objeto de
vivencia que de expresión. Dicho brevemente, tenemos aquí como vía para
la expresión religiosa, un clásico canal del hemisferio derecho.

Mi propia opinión es que no es posible la vertiente espiritual de nuestra


experiencia solamente en función de procesos fisiológicos o biológicos. Es
indudable que las experiencias espirituales pueden ir acompañada de
reacciones físicas accesibles a la meditación con instrumentos científicos,
pero no creo que la ciencia médica objetiva como se la define actualmente,
permita explicar las bases subyacentes a tales experiencias.

Esta ciencia médica exige la presencia de “reductibilidad”, y esto


significa que es necesario reducir las causas de una enfermedad a sus bases
bioquímicas o fisiológicas específicas subyacentes. Entonces, se la puede
tratar con un fármaco u otro procedimiento que invierta la causa básica. Por
ejemplo, la causa de la neumonía es con frecuencia una invasión de
bacterias. Si se mata las invasoras con penicilina, se cura la enfermedad
(hecho objetivo).

Cuando a una enfermedad no se la puede definir o enmarcar en esos


términos reduccionistas, se considera que su estudio y su tratamiento
pertenecen a una ciencia menor psicológica, por así decirlo. La angustia,
por ejemplo, es un trastorno relacionado con los procesos del pensamiento
y que no puede reducirse a una única causa fisiológica.
El hecho de que tales fenómenos mentales no puedan reducirse más allá
de cierto nivel a causa de las interacciones tremendamente complejas del
cerebro no significa que sus efectos no existan. De hecho, no sólo existen,
sino que pueden dar como resultado cambios mensurables, reproducibles y
predecibles. Dicho de otra manera, satisfacen los criterios básicos del
estudio científico. Ese tipo de hechos que no admiten reducción tampoco se
dejan categorizar fácilmente en términos científicos, ni por ciertas
mentalidades de orientación científica. Como observó en una ocasión
William James: “Si algo hay que la historia humana demuestre, es la
lentitud extrema con que las mentalidades académicas y críticas ordinarias
reconocen los hechos… que se presentan como hechos inexplicables, sin
encasillamiento ni calificación previa, o como hechos que amenazan con
desintegrar el sistema establecido”.

Cuando James habla de “las mentalidades académicas y críticas


ordinarias”, se refiere a aquellas en que predominan las funciones del
hemisferio cerebral izquierdo. El pensamiento reduccionista es una función
del hemisferio izquierdo porque se basa en la lógica y está sometido al
análisis y a la descripción verbal.

La espiritualidad, por el contrario, suele ser una manifestación de las


funciones del hemisferio derecho, que no se dejan describir fácilmente con
palabras. Por eso me parece cortedad de vista denigrar el estudio científico
de fenómenos humanos tales como la espiritualidad, por el solo hecho de
que no entran en un marco referencial actualmente aceptado.

En pocas palabras, me pregunto si los que más enérgica y


exclusivamente respaldan el reduccionismo de la ciencia médica
estrictamente objetiva no estarán demasiado conectados con el modo de
pensar del hemisferio izquierdo. Es probable que por estos motivos tengan
dificultades para vivenciar los conceptos del hemisferio derecho. Es algo
comparable a la situación de un adulto que tratara de explicar a un niño de
cinco años lo que es el amor físico. Quizás el pequeño reconozca que el
adulto intenta transmitirle algo importante, pero su capacidad de entender
plenamente lo que se le dice todavía no está desarrollada.

En cierto sentido, desde un punto de vista científico-práctico, no tiene


importancia hasta qué punto los hechos espirituales se den como
acontecimientos internos en nuestro cerebro, o como entidades aparte. De
cualquiera de las dos maneras saldremos ganando.
Por una parte, si los hechos espirituales, y entre ellos las funciones
curativas, tienen una dimensión cerebral y existen exclusivamente dentro
de nuestra cabeza y de nuestro cuerpo, los investigadores futuros quizá
descubran capacidades humanas insuficientemente utilizadas, y
susceptibles de ser aprovechadas mediante diversos tratamientos médicos y
técnicas de autoayuda. Por otra parte, si resulta que nuestro cerebro es un
receptor de potencias, fuerzas y energías que existen fuera de nosotros, es
probable que jamás podamos llegar a hacer de ellas un análisis científico
completo, pese a lo cual aún se podría demostrar que esas fuerzas externas
son totalmente reales, poderosas y potencialmente benéficas para nosotros.

Muchos de estos puntos referentes a los peligros de un pensamiento


científico reduccionista inciden sobre nuestras actitudes hacia la
investigación futura. También hay implicaciones que tienen aplicación
directa en el presente. Para empezar las reacciones físicas que acompañan a
la experiencia espiritual pueden orientarnos ahora a un mejor
entendimiento de dicha experiencia, que puede incluso enriquecerla.

Por ejemplo, no creo que sea por accidente que muchos servicios
religiosos de hoy estén estructurados de tal manera que la primera parte de
la sesión incluya música, meditación, oración y liturgia. Después, la parte
final del servicio consta habitualmente de una proclamación que se
concreta en un sermón, homilía o lectura. Y finalmente, en algunos grupos,
especialmente en aquellos con orientación evangélica, es probable que el
servicio religioso concluya con alguna forma de llamado a la acción.

Examinemos a la luz del Principio de la Maxi-Mente lo que sucede en


tales circunstancias. En la primera parte del servicio se dan una serie de
pasos que incluyen oración, meditación y liturgia, y que pueden servir para
inducir la Relajación, es decir, la Fase Uno del Principio. Por cierto, que se
trata de un enfoque que acentúa el uso del hemisferio cerebral derecho.

Luego, a medida que los concurrentes se acercan a la última parte del


servicio, están preparados para oír el sermón, destinado a influir sobre su
pensamiento y sus acciones. En la primera parte del servicio se los ha
preparado para esta exhortación y esta experiencia de cambio, de mente y
de vida. Finalmente, es probable que el ministro, sacerdote o rabino
concluya con un toque enérgico, que puede ser un llamado a la decisión o a
la acción. En este caso, el servicio religioso todo estará envuelto en la
proclamación de manera tal que constituya una poderosa aplicación del
Principio de la Maxi-Mente.
Lamentablemente, como pueden atestiguarlo muchas personas que
acuden a ellos, es frecuente que la estructura de los servicios religiosos no
esté a la altura de tales objetivos. Pero cuando un servicio se organiza en la
forma adecuada –y cuando quienes participan en él lo hacen con un
sentimiento intenso de fe y de expectativa -, pueden suceder
transformaciones vitales pasmosas.

Incluso en esta descripción de la secuencia de lo que pasa en un servicio


religioso, temo ir demasiado lejos. La presentación de este análisis no es
hacer una presentación mecanicista de cómo un sacerdote o ministro puede
manipular la vida de las personas, aparte de la actuación de una deidad o
fuerza exterior divina. Es, más bien, un modo de señalar que la obra del
espíritu, si queremos llamarla así, se puede facilitar mucho si quienes
planean los servicios religiosos están al tanto de la posibilidad de que haya
un diseño maestro subyacente en el funcionamiento de nuestra mente.

Veamos ahora algunos ejemplos concretos de cómo en ciertos


individuos se ha intensificado y transformado la faceta espiritual como
resultado del Principio de la Maxi-Mente. Empezaré por dar algunos
ejemplos tomados de mi propia experiencia.

1. La oración meditativa puede reforzar la fe. Durante casi veinte años,


Roberta ha estado enferma del corazón. Ha sufrido una serie de ataques
menores, registrando incidentes de fallos cardíacos congestivos y ataques
graves de angina pectoris. También ha estado semanas enteras
hospitalizada y en más de una ocasión debió faltar dos o tres meses al
trabajo a causa de sus problemas cardíacos.

Cuando acudió a nosotros en busca de ayuda, la gravedad de su


afección, unida a un problema de diabetes, la obligaban a tomar muchos
medicamentos. Le enseñamos una técnica de la Fase Uno que le permitiera
inducir la Relajación, y para practicarla, Roberta escogió “Señor Jesús”
como frase basada en su fe, aunque a veces decía también “Padre celestial”.

He aquí como describe Roberta el influjo de este tratamiento sobre su


salud.

-Cuando empiezo a sentir que me amenaza el dolor de la angina, uso la


Relajación para hacerlo desaparecer. Para practicar este ejercicio,
generalmente desconecto el teléfono para que nadie me distraiga, y me
siento en una silla de respaldo recto.
A veces, sigue diciendo Roberta, cuando tiene la sensación mientras está
con amigos o viajando en un transporte público “me limito a cerrar los ojos
y a practicar mi ejercicio de Relajación, y la sensación nunca llega a
convertirse en dolor. Según donde esté, si no puedo sentarme en una silla
de respaldo recto, me limito a respirar lenta y tranquilamente, repitiendo mi
breve oración cada vez que exhalo. Entonces siento que los latidos del
corazón se van haciendo más lentos, y me invade una sensación de calma y
de paz. Y tampoco en este caso la sensación de la angina llega a convertirse
en dolor en el pecho”.

En un nivel puramente físico, la experiencia de Roberta es realmente la


historia de un éxito. Como ella dice: “Cuando practico asiduamente la
Relajación estoy durante meses y años absolutamente libre de los dolores
de la angina”.

Pero igualmente importante es que la práctica de la Relajación mediante


esta oración meditativa le ha ayudado a reforzar e intensificar su antigua fe
cristiana.

-El hecho de sentirme activa, seguir viva y poder caminar diez o quince
manzanas sin cansancio ni dolores de pecho me confirman sin lugar a duda
que lo que me ha sostenido durante todos estos años ha sido mi fe en el
Todopoderoso.

Históricamente, diversos tipos de curación han significado un tremendo


impacto personal y espiritual para quienes se han visto así devueltos a la
salud. Por ejemplo, en el capítulo nueve del Evangelio de San Juan, que
relata como Jesús curó al ciego, vemos como el sanado estaba dispuesto a
imponerse y defender audazmente a su sanador ante las autoridades locales.
Y también cuando Pedro curó al cojo (Hechos, 9) éste se convirtió en una
suerte de evangelista y predicador que iba saltando y proclamando las
alabanzas de Dios. Y además, se mostró dispuesto a defender a Pedro y a
Juan de las acusaciones que les imputaban cuando los llevaron ante las
autoridades del gobierno local.

En el caso de Roberta, la mejoría no fue instantánea, pero tuvo una


influencia significativa para reforzar y confirmar su fe. Tal como ella lo
sentía, la mejoría en su salud se relacionaba con los efectos fisiológicos
habituales de la práctica de la Relajación. Sin embargo, al mismo tiempo su
experiencia tenía una dimensión espiritual que ejerció un efecto benéfico
sobre su fe.
Con frecuencia veo que muchas personas profundamente religiosas no
se dan cuenta de que, de hecho hay diversas formas de meditación que son
parte de su tradición histórico-espiritual. Esas personas pueden empezar
usando la Relajación para tratar sus dolencias físicas y psicológicas, pero
además pueden encontrarse, como le pasó a Roberta que han aprendido una
técnica que les sirve para cultivar su espiritualidad.

Otra de mis pacientes, Edna, era hipertensa. Iniciamos con ella un


programa consistente en la práctica de la Relajación mediante una oración
significativa para ella: “Señor, ten misericordia de mí”. Con frecuencia tras
haber practicado la Relajación, leía algún tema de naturaleza espiritual o se
sometía de alguna otra manera a influencias benéficas que reforzaban su fe.

No tardó mucho en descubrir que la presión sanguínea se le había


reducido significativamente, y los efectos de la oración meditativa que
usaba empezaron a hacerse sentir más allá de su problema específico con la
hipertensión. Entre otras cosas, descubrió que algunos problemas de
insomnio que había tenido comenzaban a desaparecer, como también otras
molestias y dolores.

También ha experimentado notables beneficios espirituales: con su


programa oración y meditación –ideado inicialmente como tratamiento
para disminuir la presión sanguínea – ahora pasa más tiempo en
comunicación con su Dios, y como resultado tiene una sensación de calma
y paz interior. Por otra parte, suele estar más atenta a las cosas por las que
tiene motivos para estar agradecida que a las que son causa de
preocupación.

En estos dos casos se produjo naturalmente un paso de la Fase Uno del


Principio de la Maxi-Mente –la práctica de la Relajación- a la Fase Dos. A
ambas pacientes, la Fase Dos las llevó a intensificar sus actividades
religiosas normales, que incluían lecturas de la Biblia, el estudio de temas
espirituales y la concurrencia a diversos servicios religiosos. Todas estas
actividades espirituales favorecieron el cambio en su actitud mental y,
como resultado, la salud de estas mujeres mejoró, se profundizó su fe, y su
comprensión espiritual fue en aumento.

2. Las experiencias religiosas en grupo bien diseñadas pueden sacar


buen partido del Principio de la Maxi-Mente. Una experiencia de este tipo
se comenzó hace varias décadas en España, donde en la Iglesia Católica
organizó un cursillo sobre cristianismo. La experiencia, estilo retiro
también es conocida en la Iglesia presbiteriana y otras en las tradiciones
protestantes con el nombre de Tres Días, y en ocasiones ha tenido una
influencia impresionante, en forma de profundos cambios espirituales en
quienes participan en ella. En muchos sentidos, esta experiencia puede
constituir un buen ejemplo de lo benéfico que es aplicar en grupos el
Principio de la Maxi-Mente.

En uno de esos cursillos, todos los participantes llegaron el jueves por la


noche para permanecer hasta el domingo por la tarde. Excepción hecha de
los miembros del equipo que dirigían los ejercicios religiosos, nadie sabía
exactamente lo que iba a suceder.

Desde el momento de su llegada, los participantes se encontraron


sumergidos en lo que uno de ellos llamó “una maratón de vivencias
religiosas”. Las charlas y conferencias se sucedían, ofreciendo lúcidas
explicaciones de los principios fundamentales de la fe cristiana y de sus
expresiones en el servicio y en el culto. Se reservaba mucho tiempo
adicional para la meditación y la contemplación, y las reuniones se
celebraban en una capilla donde las velas y el incienso intensificaban el
sentimiento de solemnidad.

Durante el fin de semana, los participantes fueron constantemente


atendidos por los miembros del equipo, tal como expresó uno de ellos,
recibieron un “diluvio de amor”, en la forma de un fuego cruzado de
pequeños presentes y notas afectuosas.

Pronto empezaron a observarse cambios notables en varias de las


personas que participaban. Una mujer dijo que por primera vez entendía lo
que significaba amar a Jesús. Aunque su experiencia anterior al cursillo se
caracterizaba ciertamente por la profundidad de su compromiso y de su fe,
en su espiritualidad faltaban vitalidad y armonía, y los cambios producidos
en ella vinieron a llenar ese vacío.

Otra mujer experimentó una especie de conversión. Aunque había


concurrido regularmente a la iglesia, la experiencia no había sido más que
una parte de su vida, reservada para fines religiosos. Ahora sentía que debía
permitir que aquella espiritualidad que antes apenas sí había llegado a
percibir invadiera otros aspectos de su vida familiar y laboral.

Otro participante, un hombre que se había dejado absorber por los


aspectos administrativos de su condición religiosa, se dio cuenta, como
resultado de las charlas y de las experiencias de meditación, de que debería
estar dedicando más tiempo a los necesitados, y resolvió participar
regularmente en un programa de ayuda a las gentes sin hogar.
Un análisis del cursillo en función del Principio de la Maxi-Mente
revela una dinámica interesante. Como dijo un colega mío que participó en
uno de esos fines de semana:

-Hubo ante todo una apertura lograda mediante los momentos de oración
y recogimiento. La mayoría de los presentes lograron un estado meditativo
que sin duda en muchos casos conllevaba la inducción de la Relajación. A
veces, sentados en la capilla a oscuras, alternábamos el recitado litúrgico
con la contemplación de los cirios encendidos y la ofrenda de nuestras
plegarias y meditaciones.

“Con frecuencia, las experiencias más intensas de este tipo tenían lugar
por la noche, antes de acostarnos. Las instrucciones que tenían los
participantes eran que inmediatamente después del servicio no debían
hablar con nadie, sino más bien irse directamente a sus habitaciones y
ponerse a leer y meditar sobre las actividades del día, o bien acostarse.
Muchos de ellos se pasaban algún tiempo leyendo y reflexionando y, como
es natural, esta es una actividad que corresponde exactamente a la Fase Dos
del Principio de la Maxi-Mente. Dicho de otra manera, esa gente ya estaba
mentalmente abierta y, por ende, era más susceptible a recibir nuevas
influencias y a cambiar como resultado de sus reflexiones, lecturas y
estudios.

Además, también durante el día era frecuente que las experiencias de


meditación fueran seguidas por conferencias, charlas y otras
proclamaciones. Para decirlo en términos más científicos, la actividad
meditativa del hemisferio derecho durante la Fase Uno iba seguida por la
actividad analítica y de orientación verbal del hemisferio izquierdo,
característica de la Fase Dos.

Mi amigo se apresura a señalar, como tantas veces lo he hecho yo


mismo, que el pleno impacto espiritual de una experiencia como la de estos
cursillos no se puede explicar totalmente valiéndose de categorías
científicas o biológicas. Es claro que probablemente durante la experiencia
hubo actividad de los dos hemisferios cerebrales, y quizás en este contexto
sea mejor considerarlos como “conductos” transmisores de fuerzas
trascendentes, y no como algo que en sí mismo explica las
transformaciones espirituales que se produjeron.

Aunque positivas, este tipo de experiencias –los cursillos- me traen a la


memoria otro aspecto espiritual más negativo, e incluso, en ocasiones,
peligroso, del Principio de la Maxi-Mente. Llamo a esta dimensión, más
bien sombría, la “zona de peligro”.
LA ZONA DE PELIGRO

Así como el Principio de la Maxi-Mente puede ser usado de manera


positiva para favorecer la evolución espiritual de una persona, también se
puede emplear de una manera que se puede llamar demoníaca.

Piense el lector en las técnicas usadas en varios cultos que durante las
últimas décadas han sido objeto de amplia publicidad. Se trata de grupos
que hacen que sus adeptos mediten o realicen alguna repetitiva, que puede
ser una salmodia incesante o un movimiento de danza simple y rítmica. En
muchos casos, a los nuevos miembros se les da poco tiempo para
reflexionar sobre lo que está sucediéndoles. Por lo común, a las personas a
quienes se está introduciendo en el culto se las hace acompañar por uno de
los guías o instructores, que las bombardean con informaciones y conceptos
destinados a cambiar sus creencias y a crearles nuevos compromisos.

Los que se ven expuestos a la influencia de un medio así durante un


período prolongado empiezan a cambiar. Las actividades repetitivas y las
meditaciones los preparan para el cambio mediante la práctica de la
Relajación, que los introduce en la Fase Uno del Principio de la Maxi-
Mente.

Después, mediante la influencia de los directores del culto e


inundándolos con información especialmente seleccionada, logran en ellos
la alteración mental necesaria para imprimirles las pautas seleccionadas por
los líderes del culto. En pocas palabras: en la estructura fisiológica del
cerebro de las gentes que han sido sometidas a períodos largos e intensos
de este tipo de adoctrinamiento se producen realmente cambios.

Muchas personas se han asombrado de que hayan sido tantos los que se
dejaron arrastrar a la práctica del culto de Jonestown, la comuna fundada
por el reverendo Jim Jones, en Guyana hace casi diez años. Como se
recordará el 18 de noviembre de 1978 el senador estadounidense Leo Ryan
y otros cuatro investigadores fueron muertos a balazos en la pista de
aterrizaje de emergencia de Jonestown, y 911 fieles seguidores del
reverendo Jones murieron en la selva, algunos de ellos bebiendo, a
instancias de Jones, una bebida adicionada con cianuro, y los que se
resistieron cayeron también bajo las balas de sus compañeros.

Los seguidores de Jim Jones no fueron realmente engañados; al menos


no lo fueron durante la última y trágica fase de su experiencia en
Jonestown. Lo que sucedió fue más bien que, apartados de otros puntos de
vistas más responsables y aisladas en las selvas de la Guyana, sufrieron al
parecer una transformación grupal de sus procesos de pensamiento como
resultado de una aplicación tremenda y demoníaca del Principio de la
Maxi-Mente. Sus compromisos espirituales, sus creencias y sus pautas de
pensamiento cambiaron así a tal punto que se encaminaron por una senda
que los llevó en última instancia a la autodestrucción.

En el mundo de los negocios se han introducido otras aplicaciones,


mucho menos extremas pero igualmente cuestionables, del Principio de la
Maxi-Mente. Considérese este informe publicado en el New York Times
del 17 de abril de 1987: “En su empeño por llegar a ser más competitivos,
los empresarios norteamericanos recurren a gurús motivacionales que dicen
ser capaces de cambiar la forma de pensar de los empleados”. Las técnicas
usadas por los empresarios incluían la meditación, la relajación y diversas
visualizaciones, que evidentemente son aplicaciones del Principio de la
Maxi-Mente.

Creo que es esencial que técnicas tan poderosas estén controladas por el
individuo bajo la dirección del guía mental máximo que él – o ella - haya
escogido. Además, el individuo ha de sentirse a gusto con la ideología del
programa ya antes de iniciarse en su práctica.

Es obvio que estamos manejando un instrumento poderoso. Hasta el


momento he insistido en los usos positivos del Principio de la Maxi-Mente,
y sigo creyendo que todos debemos entenderlo y utilizarlo, tanto en el
ámbito espiritual como en otros aspectos de nuestra vida. Al mismo tiempo,
debemos tener siempre presente que es potencialmente peligroso.

Por esta razón debo insistir en lo absolutamente esencial que es,


especialmente cuando empieza uno a enfrentarse con cuestiones tocantes a
la realidad fundamental y a la espiritualidad, encontrar un guía responsable
que lo oriente en el transcurso de las transformaciones interiores que sin
duda experimentará. Los cultos son especialmente peligrosos porque no
han pasado por la prueba del tiempo ni han demostrado que son benéficos
para sus seguidores. Por esta razón soy inflexible en lo que se refiere a la
importancia de buscar apoyo en una fe antigua cuya seguridad haya sido
demostrada, y que lleve siglos, e incluso milenios, difundiendo enseñanzas
altruistas.

Otra preocupación, relacionada con el problema de los cultos, es la


forma en que puede generarse un sentimiento de misión entre aquellos que
han experimentado este tipo de transformaciones personales. El cambio
producido puede ser tan profundo y conmoverlo a uno a tal punto que se
sienta obligado a compartirlo con sus semejantes. Esa actitud, per se, no
tiene nada de malo. Es más, tiene mucho de bueno.

Algunos de los movimientos más importantes y benéficos de la historia


humana han sido iniciados por creyentes fervorosos que estaban totalmente
comprometidos con su causa o su fe.

Pero en esto hay también un peligro. Cuando uno ha pasado por una
intensa transformación interior, es natural que dé por sentado que ha
encontrado el único camino verdadero. También esta creencia puede ser no
solo algo positivo, sino también una parte esencial de un impulso y de una
motivación que por primera vez emergen desde nuestro interior. Pero lo
que puede empezar a causar problemas es el paso siguiente. La intensidad
de su experiencia puede hacer que uno se ciegue al hecho de que también
otras personas, provenientes de otras tradiciones o sistemas de creencias,
pueden haber pasado por experiencias similares e igualmente
conmovedoras, a las cuales se les ha de otorgar el mismo respeto que
espera uno para la suya. Y esas personas pueden estar tan convencidas
como usted del valor único de sus intuiciones y vivencias.

De manera que si como resultado de su transformación personal se


genera en usted un sentimiento misionero, disfrute de él libremente. Al
mismo tiempo, procure ver su experiencia desde la perspectiva de la
comunidad. Sobre todo, sea comprensivo y tolerante con otros que también
hayan experimentado cambios inefables, que han alterado la dimensión de
su vida, pero cuya experiencia ha tomado una forma diferente de la suya.

Finalmente, una palabra sobre los medios de comunicación modernos,


es decir, la televisión, la radio y la publicidad: con más frecuencia de lo que
nos damos cuenta, nuestros valores morales y espirituales (y los de nuestra
familia) están influidos por lo que vemos y oímos en la televisión y en
diversos anuncios. En este campo, el peligro va en aumento si uno se
expone a la influencia de estos medios inmediatamente después de haberse
abierto mentalmente mediante la práctica de la Relajación.

Supongamos que acaba usted de practicar una sesión satisfactoria de


meditación o de plegaria. Si en ese momento en que está relativamente más
abierto a otras influencias encendiera la televisión, podría ser más
susceptible que lo normal al programa o a la publicidad, es decir, que
correría el riesgo de experimentar cambios indeseables en sus ideas. Tras
haber terminado su sesión de Relajación, puede usted pasar su tiempo
disfrutando de la compañía de su familia, leyendo algo que considere
provechoso o concentrándose de alguna otra manera en temas positivos y
edificantes.

Claro que en última instancia le corresponde a usted, en su condición de


individuo independiente, seleccionar de su personal sistema de creencias el
material que considere más adecuado a sus propias necesidades. Pero quizá
sea prudente, además, que usted mismo identifique y analice las zonas de
peligro que existen en nuestra cultura antes de tomar alguna decisión
definitiva. Entender cuáles son las trampas puede ser un primer paso en la
elección del sendero espiritual más benéfico.

LA ADQUISICION DE UNA DISCIPLINA ESPIRITUAL

Para ayudarle en el desarrollo de su espiritualidad, resumimos aquí las


dos fases del Principio de la Maxi-Mente capaces de ayudarle a estar
abierto a transformaciones benéficas. Recuerde que el Principio como tal
no tiene poder alguno para enseñarle nada referente a la verdad
fundamental ni a la naturaleza de Dios. No es más que una capacidad
humana que puede contribuir a que se abra usted a determinadas
circunstancias que pueden reforzar su espiritualidad.

FASE UNO

Paso 1: Concéntrese en una palabra o una frase que esté firmemente


arraigada en su sistema personal de creencias. Como ya hemos visto, un
cristiano podría elegir las palabras iniciales del Salmo 23, “El Señor es mi
pastor”, un judío la palabra “Shalom”, una persona que no sea religiosa
algo neutro, como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire lenta y naturalmente y, al exhalar, vaya repitiendo la


palabra o frase elegida.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva. No se preocupe por lo bien que lo


esté haciendo. Cuando se le ocurran otros pensamientos, limítese a decirse
“Ya esta bien” y vuelva a iniciar la repetición.
Paso 7: Siga así durante diez o veinte minutos,

Paso 8: Practique así la técnica una o dos veces al día.

FASE DOS

Lo más probable es que usted conozca ya la tradición espiritual que le


interesa o le parece más promisoria para su evolución interior. En vez de
intentar conducirse como una especie de teólogo improvisado, yo le diría
que pasara revista a los textos básicos de su fe para exponerse a sus
enseñanzas. En las transformaciones espirituales es especialmente
importante encontrar un director espiritual competente, que puede ser un
sacerdote, ministro o rabino, en quien usted confíe y que esté de acuerdo
con sus objetivos.

Lo mismo que sucede con cualquier consideración de orden espiritual,


con éstas usted está usted abordando los problemas más importantes que
puede afrontar un hombre, como son sus valores morales básicos y su
visión del mundo. No olvide que es un campo por donde ha de moverse con
la sensibilidad adecuada.
9

Las cimas de la mente

A medida que se avanza en la investigación del Principio de la Maxi-


Mente, ¿qué predicciones se pueden hacer para el futuro?

En mi opinión, hay varios frentes importantes que esperan ser mejor


investigados, entre los que se cuentan el dominio auto controlado de la
química cerebral, una expansión del entendimiento y empleo del efecto
placebo, y una más amplia utilización del Principio de la Maxi-Mente
como ayuda para el cultivo de nuestras posibilidades espirituales,
intelectuales y atléticas. Veremos ahora un poco más de cerca cada uno de
estos tres campos.

EL CONTROL DE LA QUIMICA CEREBRAL Y EL EFECTO


PLACEBO

En otros capítulos de este libro hemos visto cómo las células del cerebro
se comunican o conectan entre sí por medio de sustancias químicas a las
que se conoce como neurotransmisores. Allí donde se usan reiteradamente
las conexiones cerebrales terminan por establecerse vías o instalaciones
permanentes. Estas conexiones contienen nuestros recuerdos, de hecho, son
nuestros recuerdos.

Las conexiones entre las células cerebrales pueden recordar un dolor de


cabeza y también pueden recordar lo que es sentirse bien. Son capaces,
además de recordar el alivio que se produce naturalmente o por obra de una
medicación, y esta capacidad, especialmente, ofrece un gran potencial
curativo para el tratamiento médico.

Estoy convencido de que mediante el uso del Principio de la Maxi-


Mente será posible recurrir a las vías nerviosas que recuerdan el alivio de
un dolor, por ejemplo, un dolor de cabeza. Entonces se podría utilizar el
Principio para provocar ese alivio mediante la acción de los mismos
neurotransmisores que se activaron para detener el dolor cuando, por
ejemplo, en otra ocasión uno tomó un fármaco.
Todo esto no es tan disparatado como inicialmente podría parecer. Los
investigadores han descubierto que alguno de los fármacos que tomamos
para aliviar el dolor actúan como lo hacen porque imitan a los
neurotransmisores que ya tenemos en el cerebro. Esos neurotransmisores
imitados, que los científicos agrupan bajo la denominación de “ligandos”,
funcionan como una especie de llave que libera ciertas reacciones
cerebrales. Y a este respecto, tanto los fármacos como los
neurotransmisores pueden servir de llaves.

Por ejemplo, la morfina es una droga que alivia el dolor y produce una
sensación de euforia… y lo mismo hacen las endorfinas, como se llama a
los neurotransmisores que actúan en forma semejante a la morfina.
Últimamente hemos aprendido que correr y otras actividades naturales
pueden liberar endorfinas y, sin la intervención de ningún fármaco,
producir un efecto semejante al de la morfina.

Es indudable que hay muchos otros neurotransmisores que también


pueden producir el mismo efecto que los fármacos u otros similares; sólo
falta que aprendamos a liberarlos de manera más controlada. Se ha
sugerido, por ejemplo, que los fármacos que llamamos tranquilizantes,
como el Valium y el Librium, son eficaces porque imitan el efecto de otros
neurotransmisores que ya poseemos. Quizá podamos aprender a conectar
más eficazmente los neurotransmisores mediante pautas de pensamiento
adecuadas.

¿Cómo podemos alcanzar un resultado así? Creo que mediante el uso


del Principio de la Maxi-Mente podríamos aprender a poner en
funcionamiento esos elementos químicos internos. Es decir que es bien
posible que interiormente contemos con la posibilidad de aliviar el dolor y
de aumentar de otras maneras nuestro bienestar sin recurrir a ninguna
droga.

Nuevas investigaciones podrían darnos una mejor comprensión del


efecto placebo, además de sugerirnos otros usos prácticos para este
fenómeno. Para empezar, deberíamos aumentar nuestros conocimientos de
la base fisiológica de las curaciones realizadas por aquellos que practican la
imposición de manos. ¿Hay, como sostienen algunos, transmisión de
energías, poderes o fuerzas del sanador al paciente, o las curas se
relacionan más bien con la fe del paciente en las capacidades curativas del
sanador? ¿Recordamos efectivamente cómo era estar bien, y de acuerdo
con ello recreamos en nuestro cerebro las conexiones del “bien estar”? Y de
manera similar, podemos preguntarnos si sustancias inactivas como las
píldoras de azúcar no producirían su saludable efecto placebo porque
creemos que se trata de medicamentos eficaces y activos, o si tal vez
pueden producir un bienestar recordado. La respuesta a estas cuestiones y a
otras semejantes está pendiente de investigaciones.

Ciertamente hay muchos fármacos valiosos que no poseemos en la


forma de neurotransmisores, y que por consiguiente seguirá siendo
necesario usarlos como medicación. Dos de esos agentes son la penicilina y
la tetracilina. Además, es obvio que no podremos reemplazar las grandes
capacidades curativas de la cirugía moderna por más control que tengamos
de la química cerebral.

Recordará el lector que aproximadamente un 75% de las enfermedades


que hacen que el paciente promedio acuda al médico pertenecen al dominio
de la interacción mente-cuerpo. Es obvio que en este amplísimo aspecto de
la práctica médica puede caberle un papel muy importante a la adecuada
aplicación del Principio de la Maxi-Mente. O dicho de otra manera: la
comprensión y aplicación del Principio podrían servirnos para tratar
aquellas dolencias que caen entre lo que pueden resolver la medicina y la
cirugía modernas por un lado y, por otro, lo que pertenece al campo de la
psiquiatría.

La aplicación del Principio de la Maxi-Mente nos llevaría también a una


práctica médica más personalizada, menos tecnificada y más barata. En
primer lugar, para mejorar la salud recurriríamos más a nuestras propias
pautas personales de pensamiento y dependeríamos menos de medicaciones
y otros recursos impersonales. Segundo, el uso del Principio impondría la
necesidad de que el médico u otro profesional de la salud se convirtieran en
guía mental máximo. Como resultado, el médico necesitaría conocer más
íntimamente las necesidades y las creencias más arraigadas de cada uno de
sus pacientes. Y finalmente se podría llegar a una práctica menos onerosa
de la medicina porque es probable que la utilización del Principio sea el
mejor camino hacia todas las formas eficaces de autoayuda.

LA FORMA FISICA, EL INTELECTO Y LA VERTIENTE


ESPIRITUAL

Preveo también una aplicación mucho más amplia del Principio de la


Maxi-Mente en la instrucción atlética, educacional y religiosa, y este es un
movimiento que en los Estados Unidos se está produciendo ya en muchas
escuelas y en instituciones dedicadas a la práctica del atletismo.
En el aspecto espiritual, será importante que las organizaciones y los
líderes religiosos distingan entre lo que es una capacidad humana, accesible
a todas las personas, sean de la fe que fuere, y lo que es la sustancia
inviolable de su fe, peculiar de su propia tradición, cuya comprensión
nuestra humana capacidad busca a tientas. Quines perciban que el Principio
de la Maxi-Mente se centra en una capacidad humana y no en una sustancia
espiritual irán utilizándolo cada vez más para realizar la disciplina
espiritual.

Al acercarnos al término de esta exploración del potencial máximo de


nuestra mente, honestamente espero que lo he intentado expresar haya
resultado coherente, espero que el hemisferio izquierdo de su cerebro haya
captado estos puntos, aun cuando muchos de ellos tengan firmes raíces en
ese hemisferio derecho no verbal. Quizás en el proceso ya haya conseguido
usted modificar alguna de las poderosas inferencias negativas que pueden
haber estado limitando el funcionamiento productivo del hemisferio
izquierdo.

Como ejercicio final, le sugiero que termine con una aplicación práctica
del Principio de la Maxi-Mente. Para afirmar bien estos conceptos y
técnicas, de modo que en el futuro pueda recurrir a ellos para cambiar su
vida, podría empezar por ponerse en contacto con un guía mental máximo,
y luego entrar en la Fase Uno practicando la Relajación.

Entre después en la Fase Dos, volviendo a echar una mirada al libro y


releyendo las secciones que más le interesen. Al hacerlo, tenga en cuenta
los mensajes que ha recibido y decida qué cambios necesita introducir en
su vida en un futuro inmediato. Espero fervientemente que este libro no
solo haya sido en su vida una pausa agradable dedicada a la lectura, sino
que funcione también como una puerta abierta que le indique el camino
hacia las importantes transformaciones personales que usted desea.

Al usar el Principio de la Maxi-Mente, tan fácil de aprender y de


practicar, también usted puede disfrutar –y disfrutará- de los beneficios de
una existencia más positiva y que ponga en juego la totalidad del cerebro.
Usted puede acceder a las impresionantes posibilidades de su propia y
particular Maxi-Mente.

Lo que ahora suceda será cosa suya. Tiene una opción: su Maxi-Mente,
para emplearla con todas sus maravillosas posibilidades.

FIN

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