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EL PODER DE LA MENTE

Cómo aprovechar al máximo nuestros recursos

Herbert Benson, M.D.


con William Proctor
A Arman Simone
y Joseph J. Schildkraut,
con agradecimiento y en amistad
Indice

Prólogo……………………………………………………………

Primera parte

EL SECRETO PARA REMODELAR LA MENTE,


LOS HABITOS Y LA VIDA

1. ¿Se puede cambiar realmente la manera de pensar y de actuar?


2. El Principio de la Maxi-Mente
3. Los canales del cambio

Segunda parte

CÓMO CAMBIAR SU VIDA

4. El sistema de autoayuda fundamental


5. Su salud al máximo
6. El secreto para ponerse en forma
7. El secreto para mejorar el poder mental
8. El lado espiritual
9. Las cimas de la mente
Prólogo

Este libro reúne hallazgos provenientes de más de veinte años de actividades


docentes, clínicas y de investigación en la Facultad de Medicina de Harvard y en otras
instituciones a ellas adscritas. En mi argumentación me he basado en pruebas de campos
a veces tan dispares como la medicina clínica, la fisiología, psiquiatría, psicología,
religión, filosofía y hasta el atletismo. El conjunto de esta información interdisciplinar
ayuda a definir una notable capacidad humana, que yo llamo la Maxi-Mente (es decir, el
poder de la mente llevado al máximo). El libro ofrece también diversas orientaciones
prácticas para alcanzar resultados beneficiosos.

A medida que se profundice la investigación de las amplias manifestaciones de la


Maxi-Mente, es probable que nuevos datos aporten comprobaciones nuevas. Pero
nuestros convincentes resultados obtenidos con muchos pacientes, e interpretados
dentro de un marco científico unificador, justifica que presentemos ahora a la
consideración general el Principio de la Maxi-Mente.

El Principio de la Maxi-Mente tiene potencialidades de transformar la vida, y por


esta razón es necesario tomar ciertas precauciones. En especial, si cualquier lector o
lectora decide valerse del Principio para cuestiones ya sean médicas o espirituales, debe
proceder bajo la dirección de lo que llamamos “un guía mental máximo”.

El guía deberá ser un profesional de la salud si el mayor interés del lector es el


mejoramiento de su salud. Por ejemplo, si usted decide aplicar este Principio al
tratamiento de la hipertensión o de cualquier otra enfermedad, debe hacerlo solamente
con la aprobación y la consiguiente supervisión de su médico. De modo similar, un
sacerdote de la religión o culto que el lector practique sería el guía adecuado para quien
tenga como objetivo cambiar su vida espiritual.

A veces puede ser útil contar con un guía mental máximo su uno quiere usar el
Principio de la Maxi-Mente para perfeccionarse en algún dominio particular del
conocimiento; por ejemplo para adelantar en el estudio de una lengua extranjera
podemos buscar un especialista que controle nuestros progresos, o hablar con un
entrenador si queremos mejorar nuestra capacidad atlética o deportiva. Para cuestiones
más sencillas lo más probable es que se pueda trabajar sin guía, confiando en lecturas
como las que se citan en las secciones de la fase dos del libro.

Todos los casos que se presenten son reales, aunque el nombre, el sexo y otras
circunstancias de las personas han sido modificados para respetar el anonimato.

Agradezco muchísimo a Nancy E. Mackinnon, Anna K. Arthur, Irene L.


Goodale, Anne Jacobs, Ferry A. Bard, Frederick Commoner, Gregory C. Benson y Fafa
Demasio la excelente ayuda que me han prestado en la preparación del libro. Aprecio
también las contribuciones del doctor George S. Everly, hijo de Robert L. Allen y de
Samuel S. Myers, quienes colaboraron indirectamente en esta obra mediante nuestras
conversaciones y nuestros proyectos de investigaciones en colaboración. A Robert A.
Cowden III, le agradezco sus consejos. El interés y las sugerencias de mi buen amigo T.
George Harris me han sido muy útiles y los reconozco. Y nuevamente estoy en deuda
con Marilyn, mi esposa por sus excelentes consejos, su paciencia y su apoyo.

Distintos aspectos de este libro fueron posibles gracias a fondos de la John E.


Fetzer Foundation, Arman Simone, la Ruth Mott Fund y William K. Coors. Reconozco
también con agradecimiento el apoyo financiero de Laurance S. Rockefeller, George S.
Warburg y Francis X. Meany. Para la investigación y elaboración del libro se contó
también, en parte, con becas del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos (HL-
22727 y HL-07374), de la Fundación Nacional de la Ciencia (NSF INT 8016982) y del
American Institute of Indian Studies.

Herbert Benson
Primera parte

El secreto para remodelar la mente, los hábitos y la vida


I

¿Se puede cambiar realmente la manera de pensar y de actuar?

El Dalai Lama, un gran estudioso de la mente humana a la vez que el líder


espiritual de los budistas tibetanos dijo en una ocasión: Nosotros, los seres humanos,
tenemos un cerebro evolucionado y un potencial sin límites. Si con paciencia se puede
entrenar gradualmente incluso a los animales, la mente humana también puede ser
entrenada gradualmente, paso a paso. Con paciencia, cada uno puede llegar a saber esto
por propia experiencia.

Tal como da a entender el Dalai Lama, el cerebro es una parte maravillosa de la


anatomía humana. Al mismo tiempo, es también muy misterioso. Hay mucho que no
sabemos y que quizá nunca lleguemos a saber acerca del funcionamiento de la mente
humana. Pero poco a poco algunos misterios se van desvelando, para gran beneficio de
la medicina moderna… y para cualquiera que desee mejorar sus potencialidades
personales.

¿Con tanta frecuencia no nos hemos criticado nosotros mismos porque teníamos
la sensación de no estar viviendo a la altura de nuestras potencialidades? Muchas veces
nos hemos dicho: Si pudiera:
-liberarme de este mal hábito;
-superar este problema de salud;
-ser una persona muy productiva;
-ser más disciplinado/a;
-perfeccionarme en tal o cual actividad o rama del conocimiento.

La mayoría de nosotros queremos salir adelante. Queremos mejorar, subir otro


peldaño en nuestros logros. Pero muchas veces parece que algo nos bloqueará el
camino.

Vuelva usted a pensar en lo que fueron sus aspiraciones durante los últimos años.
¿Cuántos programas de autoayuda ha intentado o querido intentar?

Quizá siempre haya querido ir a una escuela nocturna para obtener algún título.
O tal vez su principal objetivo sea estudiar un poco por su cuenta… una lengua
extranjera que siempre habría querido dominar, pongamos por caso. Por otra parte,
también puede haber pensado seriamente en iniciar un programa independiente de
lectura y estudio de las grandes obras de la literatura que no alcanzó a leer cuando era
más joven.
O bien, puede ser que sus intereses – y sus frustraciones-estén centrados más
bien en el área de la salud y de la buena forma física. Quizá se esté acercando a los
treinta o los cuarenta… o más, y vea que el físico de que tanto se enorgullecía ya no es
el mismo. Sabe que le sobran unos cinco o diez kilos y quisiera (y en alguna ocasión
hasta lo ha intentado, sin conseguirlo) librarse de ellos desesperadamente.

Es obvio que un antídoto razonable para su problema sería un programa de


ejercicios, incluyendo un régimen regular de flexiones, extensiones, salto, estiramiento
o lo que fuere. Pero son muchas las veces que ha iniciado un programa así, sólo para
volver muy pronto a su antigua vida sedentaria.

Por otra parte, es posible que lo que le interese sea disciplinarse más en su
trabajo. Tal vez le preocupe mucho la idea de si está haciendo lo que debe para obtener
un ascenso. Usted sabe que para conseguirlo tendría que mejorar en varios campos en
los que flojea, en finanzas y contabilidad, digamos. Pero, por más que se esfuerza, no
consigue poner en práctica un programa que convierta esas deficiencias en valores
primitivos.

También podría ser que su principal preocupación está en el lado o vertiente


espiritual. En la lucha por triunfar en el mundo y mantener la vida personal y social a
tope, ha descuidado los niveles más profundos de la existencia humana. En pocas
palabras, quiere saber más acerca de Dios, de las enseñanzas de su iglesia o templo, y de
las apremiantes cuestiones teológicas y espirituales para las que nunca ha podido
encontrar respuesta adecuada. Quizá quiera experimentar también otros niveles de
conciencia espiritual, pero estas preocupaciones, que usted reconoce como
importantísimas, van quedando de lado porque no parece que haya manera de encontrar
tiempo para ellas.

Todos hemos sentido estas frustraciones y presiones cuando encontramos que no


somos capaces de llevar una vida que esté a la altura de nuestras expectativas
personales. En última instancia, nos sentimos “atascados en una rutina”. Parece que no
pudiéramos quitarnos de encima los antiguos malos hábitos o los problemas de salud
que nos han limitado en el pasado, impidiéndonos la adquisición de formas nuevas y
benéficas de autodisciplina. Con frecuencia, caemos en la tentación de decirnos:
“Bueno, me parece que no puedo hacer nada para cambiar y para superar mis
limitaciones. Soy así, y lo mejor será que lo acepte”.

Nada de eso. Mis investigaciones me han convencido de que es posible esperar


cambios importantes en nuestra vida:

-es posible superar los malos hábitos de antaño;


-es posible aliviar muchas enfermedades que han estado molestándonos;
-es posible cambiar los modos de pensar improductivos y cultivar disciplinas nuevas
que nos ayudarán a realizar nuestras potencialidades; y
-es posible iniciarse en un modo de vida realmente distinto.

Ahora bien, ¿cómo?

El principio de este cambio es lo que yo llamo llevar al máximo las


potencialidades de nuestra mente, y es un proceso que se relaciona directamente con la
Relajación.

La Relajación ha sido el punto central de mis investigaciones médicas y de mi


práctica clínica durante los últimos veinte años. Para los lectores que no estén
familiarizados con mi trabajo, diré que la Relajación se refiere a la capacidad del cuerpo
para entrar en un estado, científicamente definible que se caracteriza por una reducción
general de la velocidad del metabolismo, una disminución de la presión sanguínea, del
ritmo respiratorio y cardíaco y la emisión de ondas cerebrales más nítidas y más lentas.

La Relajación ejerce más poderosamente su influencia cuando se combina con lo


que he llamado el Factor Fe, lo cual implica que la inducción de la Relajación se haga
en el contexto de un conjunto de creencias personales, filosóficas o religiosas
profundamente arraigadas.

Hasta ahora he recomendado que la Relajación se use principalmente para


combatir los efectos dañinos y desagradables del estrés, tanto sobre la mente como
sobre el cuerpo. Sin embargo, observaciones recientes han demostrado que el alcance de
este fenómeno es considerablemente mayor.

De hecho hemos descubierto que la Relajación actúa también, de manera


bastante extraordinaria, como una especie de puerta hacia una renovación mental y un
cambio de vida. Puede permitirnos cambiar incluso los malos hábitos más
profundamente arraigados. Puede permitirnos cultivar disciplinas nuevas y benéficas, y
mejorar nuestra salud por medios que siempre habíamos considerado inaccesibles.
Dicho brevemente, la Relajación es el primer paso, y probablemente el más decisivo
para conseguir el éxito en cualquier programa de autoayuda que nos propongamos
seguir.

¿De qué manera, exactamente, puede actuar la Relajación como un catalizador


que promueva una renovación mental? ¿Cómo puede ayudarnos a cambiar de hábitos, a
mejorar nuestra salud y transformar nuestro estilo de vida?

LOS CANALES DE LA MENTE

A lo largo de los años, en el cerebro se van formando “circuitos” y “canales” de


pensamiento, es decir, vías físicas que controlan la forma en que pensamos y actuamos,
y con frecuencia también nuestra manera de sentir. Muchas veces estas vías o hábitos
llegan a estar tan fijados que se convierten en lo que yo llamo una “instalación”, tal
como hablamos de la instalación eléctrica. Dicho de otra manera los circuitos o canales
llegan a estar tan “empotrados” que casi parece imposible transformarlos. De hecho, se
convierten en parte del cerebro; son parte de nosotros.

El funcionamiento del cerebro es demasiado complicado, y nuestros


conocimientos demasiado limitados como para que podamos resumir en términos
sencillos su funcionamiento. Pero los investigadores han descubierto que hay algunas
reglas elementales de validez general y cuyas implicaciones prácticas son de vasto
alcance.

Neurofisiólogos como los doctores Roger Sperry y Michael S. Gazzaniga, han


estado investigado los llamados fenómenos del split brain (cerebro dividido), que
permiten conocer las actividades de los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro.
Entre otras cosas, estos investigadores han demostrado que el hemisferio izquierdo es en
gran medida responsable del control de buena parte de los procesos del pensamiento y
de las habilidades analíticas, de inferencia y de las relacionadas con el lenguaje. El
hemisferio derecho es el área en donde reside en su mayor parte el pensamiento
intuitivo, artístico y creativo.*

Consideremos, por ejemplo, la cuestión de cómo se puede cambiar un mal hábito


o adquirir una habilidad nueva. Mediante diversas inferencias lógicas- el cerebro
izquierdo puede “decirnos” que ciertos cambios benéficos, ya sea en nuestra
personalidad, nuestros hábitos o nuestras habilidades, son imposibles. Y pese a sus
inexactitudes, nos creemos lo que estamos oyendo ¿Por qué? Porque con muchísima
frecuencia, habrá muy poca oposición o discusión de parte del hemisferio derecho.

En términos muy prácticos, pues, en gran parte son los circuitos arraigados del
lado izquierdo del cerebro los que nos dicen que no podemos cambiar nuestro modo de
vida, que los malos hábitos son para siempre, que estamos hechos de tal o cual manera y
que tenemos que aceptar que es así.

Pero todo eso, sencillamente, no es verdad.

Son posibles cambios importantes, e incluso espectaculares. ¿Cómo? Induciendo


la Relajación por medio de la meditación, la plegaria u otras técnicas, puede uno
preparar la escena para importantes cambios cerebrales capaces de alterar la mente y los
hábitos. Además, seremos capaces de liberarnos para entrar a un modo de vida nuevo en
que desarrollaremos al máximo nuestras capacidades innatas.

Dicho de manera más específica, este cambio puede producirse como resultado
de un tipo de comunicación diferente entre ambos lados del cerebro. La investigación
científica ha demostrado que la actividad eléctrica entre el hemisferio derecho y el
hemisferio izquierdo se coordina mejor durante ciertos estados de meditación u oración.

Mi propia experiencia con los pacientes me ha demostrado que mediante estos


procesos la mente se vuelve decididamente más susceptible de ser alterada y más capaz
de hacer funcionar al máximo sus capacidades.

Con el fin de producir cambios benéficos, en las páginas siguientes estudiaremos


de que manera puede usted aumentar sus probabilidades de:

-tener éxito en programas de autoayuda;


-fortalecer la autodisciplina;
-alcanzar objetivos difíciles en gimnasia y atletismo;
-aumentar su creatividad y habilidad para tomar decisiones;
-reforzar los efectos de la psicoterapia;
-disminuir alguna medicación que pueda estar tomando;
-superar sus miedos irracionales;
-abandonar sus pautas de pensamiento morboso y destructivo; y
-fortalecer y expandir su vida espiritual.

ALGUNAS REGLAS BASICAS PARA LEER ESTE LIBRO

Antes de seguir adelante me gustaría establecer algunas reglas básicas en lo que


se refiere a cómo abordar el tema de una renovación de la mente.

Lo primero de todo, la mayor parte de la fuerza para el cambio en su vida se


mantendrá a medida que aprenda usted a usar de diferentes maneras las partes de su
cerebro. En particular, tiene que aprender a utilizar en forma más plena la actividad del
lado creador e intuitivo de su mente, es decir, el hemisferio derecho de su cerebro.

Cuando alguien intenta explicar a otra persona como expandir sus posibilidades
para usar el lado derecho del cerebro, aparecen ciertos problemas inmediatos. El
lenguaje, principal instrumento de la instrucción, es en sí mismo, en gran parte, una
función del hemisferio izquierdo. Por definición, pues las operaciones del lado derecho
no se pueden expresar con palabras tan fácilmente como las del lado izquierdo.

En realidad, y como usted sabe, hay cosas que de ningún modo se pueden
expresar con palabras. Usted ya conoce muchas de esas experiencias inefables; esa
puesta de sol impresionante rojo anaranjado; ese estremecimiento interior cuando se
consigue un objetivo largamente buscado; esa reacción profundamente positiva –o
negativa- frente a una persona o acontecimiento; ese destello de luz mental que de
pronto nos ilumina con una idea o concepto creativo; esa visión interior espiritual o
mística que nos cambia la vida, esa intuición o “sensación” de que algo está bien o mal;
la vivencia de estar enamorado.

Es indudable que todas estas cosas son reales. De hecho, con frecuencia son más
reales que las ideas o las vivencias que uno puede reducir con toda exactitud a palabras.
Estos acontecimientos profundos son algo que, sin que sepamos bien por qué son
inefables. Desafían a la lógica ordinaria al análisis y a la descripción.

De modo similar, mucho de lo que hemos de analizar en las páginas siguientes


estará al menos en parte, más allá de nuestra capacidad mental de organizarlo en pulcros
paquetes analíticos verbales. La verdad es que reducirlo todo a palabras, es imposible,
debido a la forma en que está hecho nuestro cerebro. Sin embargo, aunque las palabras
se nos escapen, debemos recordar lo más importante que el cerebro posee una capacidad
inherente de cambio, una capacidad que he llamado el Principio de la Maxi-Mente. De
hecho, como todos usted tiene el poder de alterar en forma espectacular su manera de
pensar y de actuar.

Como muchos de los conceptos de este libro sólo es posible vivenciarlos de


manera no verbal, quiero proponer una manera optativa de leerlo. Claro que puede
leerse como cualquier otro libro, y en este caso podrá sacar abundante partido de él.
Pero si uno de sus objetivos es alejarse de un enfoque puramente analítico de la vida, la
estrategia optativa está pensada para ayudarle a que, según vaya leyendo pueda la ir
liberando el Principio de la Maxi-Mente. ¡Quizá termine por encontrarse, de hecho, con
que a medida que lee el libro puede usar el Principio para entender el Principio!

Pues bien he aquí lo que sugiero.

Primero léase el libro lo mismo que leería cualquier otro, pero con una
diferencia: intente, al comienzo de cada lectura, alcanzar la Relajación. De esa manera
se abrirá la posibilidad de cambios significativos en su vida, en la medida que los
hemisferios izquierdo y derecho del cerebro se coordinen con más facilidad. Digamos
también que este enfoque será muy adecuado para quienes ya estén familiarizados con
el mecanismo de la Relajación. Por cierto que este método le exigirá un poco más de
tiempo que si se limitará a leer el libro del principio al final, pero los beneficios
potenciales que puede obtener al transformar sus hábitos personales y configuraciones
mentales justificarán con creces la inversión de tiempo extra.

Imagínese algunas de las posibilidades: puede empezar efectivamente a aprender


un idioma , a practicar una especialidad atlética que le atrae desde hace tiempo o a
eliminar una fobia u otro problema médico, mientras va leyendo el libro. Y la clave de
esas experiencias que pueden cambiar su vida puede no ser más que su disposición a
dedicar un poco más de tiempo a sus sesiones de lectura.

Si es realmente ambicioso, podría probar con una técnica algo más rigurosa.
Cuando llegue a una parte del libro que toque en usted una cuerda muy sensible intente
leer varias veces ese apartado antes de continuar. Igualmente al comienzo de cada
lectura induzca el mecanismo de la Relajación. Esto le ayudará a poner en
funcionamiento los poderes creativos y renovadores de la mente que operan a niveles
más profundos.

He ideado este libro de forma que le resulte fácil volver a él repetidamente


cuando, en el futuro, siga intentando cambiar o mejorar diversos aspectos de su vida. Es
probable que ahora lo que le interese principalmente sea cultivar una actitud más
positiva hacia la vida. Más adelante, tal vez quiera trabajar con un programa regular de
ejercicios. Sean cuales fueren sus objetivos, siempre puede volver a aquella parte del
libro que más importancia tenga para usted en un momento dado. Durante un período de
días, semanas e incluso meses, le sugeriría que vuelva a leer regularmente esa parte del
libro que le interesa, luego de haber entrado en la Relajación.

Como verá usted, la inducción del mecanismo de la Relajación – y el período


inmediatamente posterior- son muy importantes en sus esfuerzos por transformar su
mente y su vida. Esos son los momentos, creo, en que uno es más receptivo para la
alteración de sus circuitos mentales arraigados, y para efectuar cambios benéficos. Es el
momento en que su “pizarra” mental está más limpia y más abierta. Por eso,
inmediatamente después de terminada la meditación o la plegaria, es importante que se
concentre sin pérdida de tiempo en cosas que se relacionen con los objetivos que
cambiarán su vida, tal como lo veremos en los capítulos siguientes. No tardará en ver
que sus pautas de pensamiento se desplazan, a veces muy sutilmente, hacia sendas más
productivas: de ello se seguirán cambios en las acciones y en la vida. Los resultados
serían emocionantes e incluso asombrosos, cuando aprenda las maneras de incorporar
plenamente a su vida el Principio de la Maxi-Mente.

Ahora antes de adentrarnos más en las implicaciones prácticas de estos


conceptos, vamos a examinar un poco más de cerca lo que sabemos sobre la base
científica del Principio de la Maxi-Mente.
2

El Principio de la Maxi Mente

El funcionamiento del cerebro humano sigue estando más allá de nuestra total
comprensión. Hemos dado pasos gigantescos en la comprensión de la fisiología del
cerebro y de su capacidad para controlar las múltiples e intrincadas operaciones de
nuestro cuerpo y de nuestras pautas de pensamiento. Y sin embargo, es todavía mucho
lo que no sabemos.

Por ejemplo, continuamos preguntándonos:

-¿Es maleable la mente en algún sentido? O, dicho de otra manera, ¿se la puede
moldear y cambiar de tal modo que se produzcan pautas de pensamiento nuevas e
impresionantes y hábitos que cambien nuestra vida?

-¿En qué medida exactamente, es posible amplificar el poder del cerebro, en


especial en lo que se refiere a influir sobre las reacciones y funciones del cuerpo?

-¿Hay alguna diferencia entre la “mente” y el cerebro?

-¿Hay alguna relación entre lo que consideramos las dimensiones “mentales” y


“espirituales” de nuestra existencia?

¿Cuáles son las funciones exactas de las diferentes partes del cerebro, y qué es lo
que podemos hacer para favorecer tales funciones?

-¿Será posible alguna vez que la mente reflexione en forma significativa y


alcanzando un grado de entendimiento importante, acerca de sí misma?

Es probable que jamás podamos dar una respuesta completa a muchas de estas
preguntas. Algunas, sin embargo, van encontrando respuestas poco a poco, a medida
que seguimos investigando y haciendo retroceder cada vez más las fronteras de la
investigación psicofisiológica.

Uno de los principales descubrimientos recientes es que el cerebro no es una


entidad estática e inmutable. De hecho, es un órgano capaz de ser transformado y
utilizado de formas nuevas y extraordinarias. Mediante lo que he llamado el Principio
de la Maxi-Mente, las posibilidades de esta plasticidad mental pueden ser realmente
asombrosas, tal como lo demuestran los casos siguientes:

DE REGRESO EN EL HIMALAYA

Los que hayan leído mis libros anteriores saben que uno de nuestros proyectos de
investigación en la Facultad de Medicina de Harvard fue la exploración de las fronteras
de la mente, en la vertiente india del Himalaya. Aquella zona constituye el hogar en el
exilio del Dalai Lama y de muchos budistas tibetanos. Es indudable que otras religiones
han registrado también proezas físicas y mentales extraordinarias, curaciones y otros
sucesos espectaculares, pero hacía ya años que yo había decidido concentrar mis
esfuerzos en la investigación científica de los datos provenientes de una tradición
oriental, en particular, el budismo tibetano.

Una de las cosas que inicialmente me habían interesado en aquellos monjes era
la capacidad que se les atribuía de elevar en forma espectacular la temperatura de la piel
cuando se hallaban en un ambiente frío, valiéndose de una forma de meditación
conocida como yoga gTum mo. Se supone que con esta práctica, cuyo nombre significa
literalmente “mujer fogosa”, se crea en el cuerpo humano un fuego interno de
purificación que contrarresta la falsedad y estimula un estado de conciencia elevado.
Mientras meditan los monjes siguen mentalmente una imagen de la energía corporal
conocida como “prana”, la cual se supone que enciende un intenso “calor interno”.

Lo que nos interesaba no era solamente el propósito religioso de tales prácticas,


sino también sus manifestaciones fisiológicas: si realmente aquellos monjes podían
elevar la temperatura en condiciones de intenso frío, eso se podía medir con nuestros
instrumentos y el resultado, esperábamos, sería una comprensión más profunda de la
interacción mente-cuerpo.

En nuestro primer viaje al Alto Dharmsala en las estribaciones indias del


Himalaya, nuestro equipo de investigadores descubrió que los monjes en meditación,
que estaban prácticamente desnudos podían elevar efectivamente la temperatura de la
piel en unos diez grados centígrados. Además, lo hacía cuando la temperatura del aire
no pasaba de unos quince grados centígrados. Pero quedó mucho por investigar en este
campo, mucho por explorar en la forma en que la mente puede influir sobre el cuerpo.

Específicamente, en 1978 nos habíamos informado, leyendo las obras de


Alexandra David-Neel, de que estos monjes podían, según se afirmaba, elevar la
temperatura de la piel lo suficiente y durante períodos lo bastante largos, como para
secar sábanas mojadas sobre su cuerpo en condiciones invernales. Pero hasta entonces
ningún científico había conseguido documentar el fenómeno. Los informes no tenían
otro fundamento que el comentario oral y la leyenda. Nuestros investigadores querían
estudiar por si mismos esa fascinante historia.
En el verano de 1984, como parte de nuestra continuada colaboración, recibí una
invitación del Dalai Lama para estudiar este fenómeno. Envié a la India un equipo de
filmación para que presenciara y registrara el hecho… si es que realmente los monjes
eran capaces de semejante hazaña. Nuestro grupo que incluía a los realizadores Russel
Pariseau y Michael Edwards, llegó en febrero de 1985 a un monasterio tibetano situado
en el valle de Kulu, en el norte de la India. Allí los monjes celebraron una ceremonia
secreta que hasta donde nosotros sabíamos ningún occidental había presenciado jamás.

Con una excitación en constante aumento, los encargados de la filmación


instalaron su equipo en el pequeño monasterio y se quedaron esperando hasta
aproximadamente las tres de la mañana, cuando entraron en el recinto una docena de
monjes. La temperatura en la habitación no alcanzaba los cinco grados centígrados. Los
monjes se desvistieron completamente quedándose solo con un mínimo taparrabo, y se
sentaron en el suelo con las piernas cruzadas. En unos cubos de agua que habían sido
colocados frente a ellos sumergieron sábanas de algodón de unos noventa centímetros
por un metro ochenta; el agua estaba a una temperatura aproximada de unos nueve
grados y medio.

Bajo la supervisión de un superior del monasterio, estrujaron entonces las


sábanas empapadas para quitarles el exceso de agua y se envolvieron con ellas la parte
superior del cuerpo. Las sábanas estaban tan mojadas que la tela dejaba traslucir el
cuerpo de los monjes cuya piel se podía ver claramente a través de ellas.

En aquel momento, los monjes empezaron a practicar su meditación yoga gTum


mo… y empezó a producirse un fenómeno asombroso. Aunque la mayoría de las
personas habría empezado a tiritar violentamente el verse expuesto así a la humedad y al
frío, ellos no mostraron reacción alguna. Permanecieron en cambio tranquilamente
sentados, y habían pasado entre tres y cinco minutos cuando las sábanas con que se
envolvían empezaron a echar vapor. La habitación se llenó de vapor de agua a tal punto
que los lentes de las cámaras se empañaban y había que estar secándolas continuamente.
Entre los treinta y cuarenta minutos las sábanas con que los monjes se habían envuelto
estaban completamente secas.

Entonces volvieron a empezar todo de nuevo. Sumergieron otro fuego de sábanas


en el agua fría, las estrujaron un poco y se las envolvieron sobre los hombros. De nuevo
empezaron a practicar la meditación gTum mo, y otra vez las sábanas comenzaron a
echar vapor a los pocos minutos y estuvieron completamente secas en una media hora.
Luego volvieron a repetir el proceso una vez más y aunque la ceremonia entera llegó a
durar varias horas, ni una sola vez los monjes que participaron en ella temblaron ni se
estremecieron de frío, ni dieron tampoco ninguna otra señal de incomodidad.

EL EXPERIMENTO DE LOS 18 GRADOS BAJO CERO


A continuación nuestro equipo viajo a la ciudad india de Leh, situada en la
extensión occidental de la meseta tibetana de Ladakh. El destino era un monasterio
situado sobre un precario precipicio a más de cinco mil metros sobre el nivel de mar.

El lugar es una planicie alta y árida, sembrada de gigantescos pináculos rocosos


que se elevan hacia el cielo. Los monasterios de Hemis y de Gotsang se encuentran
próximos a la cumbre de algunos de esos promontorios, a una altura aproximada de
unos cinco mil metros. Las observaciones habían sido programadas para una noche que,
según la predicción de los tibetanos, sería una de las más frías del año: la del 5 de
febrero de 1985. La verdad es que la temperatura llegó a ser de 18 grados centígrados
bajo cero.

Los filmadores vestidos como para las condiciones climáticas del Ártico,
partieron a medianoche, acompañados de un grupo de diez monjes, que a su vez
calzaban sandalias y se cubrían con un taparrabo y una ligera tela de algodón. El grupo
terminó por subir a mayor altura hasta un voladizo que se asomaba sobre un acantilado,
a unos seis mil doscientos metros sobre el nivel del mar.

En ese lugar gélido e inhóspito, los monjes se quitaron las sandalias y se sentaron
en cuclillas. Después, inclinándose hacia delante, apoyaron la cabeza sobre el suelo y se
echaron sobre el cuerpo la delgada tela de algodón. En esa posición, prácticamente
desnudos, se pasaron toda la noche practicando una forma especial de la meditación
gTum mo, conocida como Repeu. Casi parecía que habían entrado en un estado de
muerte aparente. Ni siquiera reaccionaron cuando, a primeras horas de la mañana, les
cayó encima una ligera nevada.

Ninguna persona ordinaria podría haber soportado tales condiciones; de eso


estamos seguros. Y sin embargo, los monjes no exhibieron ningún efecto negativo. Se
limitaron a permanecer inmóviles en su postura meditativa durante unas ocho horas
consecutivas, tan quietos y silenciosos que un observador no informado podría haber
temido que se hubieran congelado.

Finalmente, respondiendo al sonido de un pequeño cuerno, se pusieron de pie, se


sacudieron la nieve de la espalda, se calzaron las sandalias y volvieron a bajar
tranquilamente la montaña. Perfectamente podrían haber sido un grupo de hombres de
negocios al salir de las cómodas y abrigadas habitaciones de su hotel, con la intención
de desayunar tras una noche de sueño profundo.

Es indudable que una persona común habría empezado en seguida a tiritar


violentamente tanto durante el ejercicio de las sábanas mojadas como al permanecer
toda la noche a una temperatura de dieciocho grados bajo cero. Normalmente el cuerpo
reacciona así para generar el calor suficiente para poder mantenerse con vida. De hecho,
es casi seguro que sin temblar – o sin alguna otra forma de moverse- ni el lector ni yo
habríamos sido capaces de aguantar semejantes condiciones. E incluso temblando
violentamente, con una temperatura de dieciocho grados centígrados bajo cero no
habríamos podido evitar la congelación y hasta es posible que nos hubiéramos muerto.

¿Cómo era posible que esos monjes consiguieran semejante cosa?

Creo que un factor clave, subyacente a cualquier respuesta es su capacidad para


alcanzar la Relajación. A medida que, confiando firmemente en su fe budista se
entregaban a una forma específica y profunda de plegaria y de meditación, en su mente
y en su cuerpo se producían cambios espectaculares. Pero la Relajación no es más que
uno de los mecanismos físicos y mentales que operan en estos monjes. Aunque todavía
no conocemos todas las respuestas, se han adelantado algunas explicaciones más para
estos poderes.

Una de estas teorías sostiene que los monjes pueden haberse valido de un
proceso al que se ha denominado “termogénesis sin temblores”, que pone en juego la
capacidad que tiene el cuerpo, en ciertas circunstancias de quemar o metabolizar un tipo
de grasa que es capaz de generar una elevada cantidad de calor. Antes los científicos
creían que solo cierto tipo de mamíferos no humanos, en especial los que están sujetos
al proceso de hibernación, podían quemar ese tipo de grasa, pero ahora parece que
también los seres humanos podemos tener la capacidad de generar calor a partir de ella.
Según nuestra hipótesis, podría ser que los monjes hubieran aprendido a hacerlo
valiéndose de poderes mentales generalmente desconocidos.

En todo caso, está claro que tanto nuestra mente como nuestro cuerpo son
capaces de hazañas que hasta ahora se han considerado imposibles, y que incluyen -sin
limitarse ciertamente a ello- la capacidad de superar los efectos de un frío intenso. Pero
estas posibilidades espectaculares no se limitan a los monjes tibetanos, también están
abiertas para usted, en la medida en que aprenda cómo valerse de esas capacidades
mentales que hoy no usa.

LOS SECRETOS DE LOS SABIOS

El punto focal físico de este poder parece ser el estado especial que hemos
identificado hace más de una década, al que llamamos respuesta de Relajación, y de la
cual he dado una breve explicación en el capítulo introductorio. ¿Cuál es exactamente,
la forma de provocar esta reacción? ¿Cuáles son los pasos prácticos necesarios para
abrir las puertas a cambios extraordinarios en nuestra manera de pensar y actuar?

Son varios los pasos básicos que se requieren para alcanzar la Relajación.

Paso1: Elija para concentrarse una palabra o una frase breve que esté firmemente
arraigada en su sistema personal de creencias. Por ejemplo, un cristiano podría elegir las
palabras iniciales del Salmo 23, “El señor es mi pastor”; un judío la palabra “Shalom” y
una persona que no sea religiosa, una palabra neutra, como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese sosegadamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire en forma lenta y natural, y mientras lo hace, repita al exhalar la


palabra o frase elegida.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva y no se preocupe de si lo está haciendo bien o


mal. Cuando otros pensamientos acudan a la mente, limítese a decirse: “Ya está bien” y
vuelva apaciblemente a la repetición.

Paso 7: Continúe así de diez a veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces al día.

Nuestras últimas investigaciones han revelado que aunque todos estos pasos son
importantes, hay dos absolutamente importantes: son la repetición de una palabra, un
sonido, una plegaria, una idea o una acción muscular y la actitud pasiva hacia los
pensamientos que interfieran. Con estas dos condiciones, se aminoran los efectos de la
intrusión de pensamientos, actividades y mecanismos que pueden impedirle a uno entrar
en un estado meditativo. Además, desentenderse pasivamente de los pensamientos
cotidianos le ayudará a ir desarmando algunas de las viejas pautas de funcionamiento
mental negativo, y a abrirse a las influencias positivas renovadoras que pueden llegar a
cambiar su vida.

Al seguir estos pasos –si lo hace en el contexto de sus creencias más profundas-
se encontrará usted con que va encaminándose hacia una expansión increíble de sus
capacidades mentales. Estará avanzando en las direcciones exploradas por los monjes
tibetanos, los místicos y sanadores cristianos y judíos, y por otras personas que llevan
una vida arraigada en la plegaria y la meditación. Igualmente, a medida que su mente se
expanda hasta abrirle las puertas que le conducirán a nuevas aventuras interiores, irá
adquiriendo la capacidad de cambiar sus hábitos personales… incluso aquellos que lo
aplastan con su peso, como el proverbial albatros, e incrementará sus probabilidades de
cultivar disciplinas y nuevos hábitos.
EL CEREBRO MARAVILLOSO

Para hacerse una idea de cómo se puede adquirir esta capacidad para el cambio,
es importante considerar ciertas teorías referentes a la forma como funciona el cerebro.
Pero este es un tema, que debemos abordar con una dosis de humildad. Aunque durante
las últimas décadas los resultados de la investigación del cerebro han ensanchado en
forma extraordinaria nuestros conocimientos, la comprensión que tenemos de la
fisiología cerebral sigue siendo relativamente rudimentaria, dada la increíble
complejidad del cerebro humano.

Anatómicamente, el elemento estructural básico del cerebro es la célula cerebral


o neurona. En cierto nivel se puede considerar a estas células como fábricas vivientes,
que utilizan como combustible el oxígeno y el azúcar transportados por la sangre.
Mediante pasos bioquímicos bien definidos, este combustible produce la energía que
posibilita una gran cantidad de trabajos biológicos, necesarios para mantener la vida de
la célula. Por ejemplo, cada célula interactúa con otras, desempeña un importantísimo
papel de apoyo en las complejas redes que producen el pensamiento y la acción y
finalmente, produce elementos de deshecho que la sangre se lleva para eliminarlos.

Sin embargo, es importante recordar que cada una de esas células cerebrales está
realmente viva, con todo el potencial para el poder y la debilidad que entraña el hecho
de estarlo. Si la neurona se ve privada de su combustible –que proviene principalmente
de lo que comemos y del aire que respiramos-, se morirá. En otras palabras, que si el
aporte sanguíneo portador de combustible al cerebro se encuentra bloqueado, como
sucede cuando hay un endurecimiento grave de las arterías, puede suceder que las
células del cerebro abastecidas por la arteria bloqueada dejen de funcionar. La
consecuencia es un “ataque” o “schock”, es decir, un accidente vascular cerebral.

Entre otras cosas, un cerebro sano acumula y transmite información, y ésta es lo


que, en última instancia, se convierte en lo que llamamos pensamientos. Es muy difícil
escribir exactamente lo que sucede en este proceso, porque el acto de pensar, como tal,
es sumamente complejo y pone en juego una cantidad enorme de neuronas cerebrales
que interactúan en nuestros procesos mentales. Piense el lector, por ejemplo que en su
cerebro hay aproximadamente 10,000 millones de células cerebrales.

Además, al observar cuidadosamente la estructura de cada una de ellas, se


comprende que todo el asunto es indescriptiblemente más complicado. Cada una de las
células nerviosas tiene numerosos tentáculos, es decir, axones y dendritas. Durante la
actividad cerebral estos elementos se “comunican” con los tentáculos de otras células, a
través de conexiones llamadas sinapsis; de esa manera interactúan y hacen su trabajo las
células cerebrales. Las dendritas se comunican también con otras partes de su propia
célula.

Pero ahora piense en lo siguiente: cada célula nerviosa tiene entre 1,000 y
500,000 conexiones y cada conexión tiene la potencialidad de comunicarse con
cualquier otra conexión celular del cerebro. Esto significa que el número de conexiones
posible en el cerebro es incomprensiblemente pasmoso.

¿Cuántas son las conexiones posibles? Por expresarlo con una sola cantidad, la
cifra sería de 25.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. Dicho de otra manera: si
usted empieza a apilar sobre su escritorio hojas de papel de máquina, una encima de
otra, igual al número de sus posibles conexiones cerebrales, la pila llegaría más allá de
la luna. Llegaría más allá del planeta Plutón, más allá de nuestra galaxia, e incluso más
allá de los límites conocidos del universo, ¡a distancia de unos dieciséis mil millones de
años luz!

Con esta complejidad increíble, se entiende que jamás podamos llegar a


comprender la totalidad de las posibilidades inherentes al cerebro humano. De hecho,
cuanto más se investiga, más sobrecogedor resulta ser el proceso del pensamiento.

Por ejemplo, sabemos ahora que esos billones y billones de conexiones que
alberga el cerebro “conversan” entre sí por medio de ciertas sustancias químicas, a las
que se denomina neurotransmisores, que son segregadas en los extremos de las
conexiones entre las células cerebrales. Es decir que las conexiones existentes entre las
células cerebrales no son conexiones físicas, sino que más bien hay una brecha – una
brecha minúscula microscópica- en cada una de ellas. La conversación entre una célula
y otra se lleva a cabo mediante la acción de esas sustancias químicas.

Para complicar un poco más las cosas, muchas células nerviosas contienen dos o
más agentes neurotransmisores, y hasta el momento se han descubierto más de sesenta
de ellos. Pero la complejidad no termina aquí. Al comunicarse con otras células, los
neurotransmisores también influyen sobre otras conexiones en su entorno inmediato. Es
decir, es como si se filtrarán a otras conexiones en su entorno inmediato. Es decir, es
como si se filtrarán a otras conexiones neuronales. Estas penetrantes acciones químicas
son lo que permite que un mensaje pase de una célula a otras, y es así cómo creemos
que se produce la conversación entre las células.

Pero aún hay más. Estos mensajeros químicos se incorporan al torrente


sanguíneo y pueden afectar a células cerebrales muy alejadas de la fuente original. De
hecho, los neurotransmisores producen cambios en su propia “casa” o lugar de origen, e
influyen incluso sobre su propia producción. Tampoco en los mensajes hay una
constancia rigurosa. Cada uno de los miles de millones de células nerviosas emite
diferentes señales en diferentes momentos, además, le influyen las señales que recibe: la
forma en que habla depende de cómo le hablen.

Uno de los neurotransmisores es una sustancia de estructura parecida a la del


opio, conocida como endorfina. Las endorfinas pueden aliviar el dolor, producir euforia
en ciertas circunstancias, o bien actuar como sedantes. Después de haber sido
segregadas por ciertas células nerviosas del cerebro, las endorfinas pueden hacer su
trabajo en las inmediaciones de su lugar de origen, pero también pueden hacer largos
viajes y llegar hasta otras células más alejadas para producir una sensación de bienestar
o aliviar el dolor.

Se han obtenido en laboratorio ciertas sustancias capaces de imitar en mayor o


menor medida la operación de algunos de estos neurotransmisores. Algunos afectan el
estado anímico de una persona, o sirven de una manera u otra para dar a los pacientes un
tratamiento benéfico, pero la forma en que actúan los fármacos en comparación con el
funcionamiento natural, delicadísimo y sutilmente afinado, de los neurotransmisores
cerebrales.

Otras combinaciones de neurotransmisores se relacionan con la memoria. Una


teoría nos sugiere que son ellos los que nos dan la capacidad de tener varios tipos de
memoria: hay una memoria para las habilidades y los procedimientos, que almacena
hábitos o funciones relacionadas con el “cómo-se-hace” algo. Hay una memoria
declarativa, que almacena fechas, números y otras cosas que uno dice tras haber
expresado: “Recuerdo que…” Gracias a los dos tipos de memoria, uno puede recordar
como se anda en bicicleta o se juega al tenis, y también lo que le pasó el día que
cumplió los dieciséis años.

Nuestros recuerdos se derivan en parte de nuestras propias experiencias vitales.


Surgen de las capacidades del cerebro, que permiten que nuestras experiencias sean
recibidas, codificadas, almacenadas, recuperadas e interpretadas. Cuanto más vasta es
nuestra experiencia, tanto más tiene para almacenar el cerebro y por consiguiente, más
debe interpretar.

¿De qué manera seleccionamos toda esta información para que, cuando tenemos
que abordar una tarea específica, no nos abrume y confunda la cantidad de
conocimientos que tenemos acumulados? ¿Cómo apartamos las señales que son
inmediatamente significativas y útiles de todo el “ruido” que hay en la memoria?

Gradualmente estamos aprendiendo a reducir un tanto esta complejidad. En el


proceso, hemos ido descubriendo que podemos entender un poco mejor qué es lo que
pasa en el cerebro humano y cómo podemos usar de manera más práctica esos poderes
impresionantes. Ya me he referido brevemente a un campo de reciente investigación –
la del llamado split brain -, que nos proporciona un acceso al entendimiento de las
funciones de nuestros dos cerebros, y de la posibilidad de alcanzar un máximo
aprovechamiento de nuestra mente.

Los científicos que investigan estos temas han demostrado de qué manera el
hemisferio izquierdo difiere del derecho, y cómo se relaciona con él, especialmente en
pacientes que han sufrido ataques, se han sometido a cirugía cerebral o padecen algún
otro problema neurológico. Los estudios de los doctores Sperry, Gazzaniga y otros
investigadores han comprobado que ambos hemisferios tienden a tener funciones
características. Y cada conjunto de funciones es importante para que podamos tener una
experiencia plenamente integrada del mundo en cuánto seres humanos.
En el caso de las personas que usan la mano derecha, el hemisferio izquierdo del
cerebro actúa a la manera de un “super-agente de prensa”. Procura encontrar sentido en
esa enorme cantidad de información, tanto nueva como almacenada; el hemisferio
izquierdo selecciona y categoriza la información. Extrae conclusiones y formula
predicciones. Para facilitarse esta función ilativa el hemisferio izquierdo recurre a sus
amplios depósitos de habilidades analíticas, lógicas y verbales. El hecho de que
podamos verter nuestros pensamientos al lenguaje y dar razones precisas de por qué
hacemos las cosas es en gran medida un resultado directo de esta función del lado
izquierdo del cerebro.

Este lado del cerebro nos presta, pues servicios inapreciables. Sin él no
podríamos desempeñarnos eficazmente como seres humanos. La mente humana alberga
demasiada información como para que podamos manejarla en su totalidad, y el
hemisferio izquierdo nos ayuda, momento a momento, a seleccionar lo que es
importante que sepamos.

Lamentablemente, esta función del lado izquierdo es tan importante que tendido
a hacer sombra al papel que corresponde al hemisferio derecho. Y sin embargo, al lado
derecho le cabe un papel clave en la plasticidad mental humana, en nuestra capacidad
para cambiar pautas y hábitos de pensamiento profundamente arraigados. Y tiene un
papel clave en el funcionamiento del Principio de la Maxi-Mente.

El hemisferio derecho sirve como centro de muchas de nuestras funciones


mentales intuitivas y creativas. Muchas veces, uno tiene una intuición o una idea que
aparentemente viene “no se sabe de dónde”. Uno sabe que la idea es válida, pero no
llegó a ella mediante ningún proceso lógico ni analítico. Lo más probable es que esa
idea haya llegado a la mente por la acción de los neurotransmisores del hemisferio
cerebral derecho. Muchas de nuestras capacidades y funciones artísticas entre ellas la
capacidad de percepción espacial de las cosas, suelen estar radicadas en el hemisferio
derecho. Entonces, después de recibir este tipo de aporte, el hemisferio derecho le pasa
la información al izquierdo para que la interprete, haga la selección y extraiga las
inferencias del caso. Específicamente la información pasa a través del llamado cuerpo
calloso, que conecta ambos hemisferios.

De hecho, el funcionamiento de los hemisferios cerebrales no es más que un


ejemplo de lo que el doctor Michael Gazzaniga ha llamado los “módulos” del cerebro.
Hay tareas específicas que tienden a ser abordadas por determinadas partes del cerebro
más bien que por otras. Una parte se especializa en imágenes mentales; otra se
concentra en las funciones auditivas; puede haber otra que se ocupe principalmente de
los sentimientos.

Pero usted se estará preguntado qué tiene que ver todo esto con su capacidad de
cambiar sus malos hábitos y de cultivar formas nuevas y constructivas de auto
disciplina.
El problema con que todos tropezamos es que ciertos módulos del cerebro son
tan fuertes, y sus pautas de funcionamiento están tan profundamente arraigadas, que
tienden a controlar a los otros. Este es, en particular, un problema que parece haberse
planteado muchas veces en la relación entre ambos hemisferios, el izquierdo y el
derecho. Al lado izquierdo del cerebro, con sus poderosas capacidades de análisis y su
poder de extraer inferencias convincentes, se lo puede describir en este contexto como
una especie de “pequeño dictador” que tiene sometido al lado derecho. Muchas de
nuestras funciones intuitivas y creadoras, como también gran parte de la información
que necesitamos tener y usar para introducir en nuestra vida cambios positivos, han
estado efectivamente esclavizadas por la “autoridad” racional del hemisferio izquierdo.
Se podría decir que estamos prisioneros del lado izquierdo del cerebro.

Entonces, es posible caracterizar nuestro objetivo como una especie de


revolución mental interna: debemos derrocar la hegemonía del hemisferio izquierdo y
permitir que el derecho se libere y asuma la estatura que le cabe en el proceso pensante.
De esta manera podemos abrigar la esperanza de abrir la puerta de nuestra vida a un
nuevo conocimiento y a cambios benéficos.

Pero ¿cuánto cambio podemos esperar de nuestros cerebros, y cuáles son los
procedimientos mediante los cuáles se produce?
3

Los canales del cambio

Los hábitos, las pautas de pensamiento y las actitudes que influyen sobre nuestra
manera de pensar y de conducirnos no son nada que tengamos grabado en nuestra
cabeza como en una losa de hormigón. Por el contrario, la mente es en todos nosotros
algo maleable, capaz de dejarse imprimir formas y disposiciones nuevas, como una
delicada escultura viviente.

Tal como hemos visto, el hemisferio izquierdo del cerebro – esencial e


importante como es en su función de ayudarnos a llevar una vida eficaz y con sentido-
tiende a interferir con los esfuerzos que hacemos por cambiar. En cierto sentido, el
hemisferio izquierdo puede actuar como una especie de guardián intelectual rígido, que
desbarata cualquier maniobra que realizamos para cambiar, mejorándolos, nuestros
hábitos y disciplinas personales.

No se trata de que el hemisferio izquierdo sea naturalmente malo, una especie de


enemigo con quien tenemos que enzarzarnos en una lucha a muerte. Se trata, más bien
de que ha sido condicionado para pensar de que ciertas cosas son buenas para nosotros
en cuánto seres humanos, cuando de hecho son cosas que pueden ir en detrimento de
nuestro crecimiento y de nuestro bienestar.

Un ejemplo de cómo “cuida” su dominio el hemisferio izquierdo nos lo


proporciona una teoría que en la profesión psicológica se conoce como “disonancia
cognoscitiva”, y que es el concepto formulado por el doctor Leon Festinger, pionero de
la psicología social, de que cuando una creencia y un comportamiento están en
conflicto, la creencia debe cambiar para adaptarse al comportamiento o el
comportamiento debe cambiar para estar de acuerdo con la creencia. El hemisferio
izquierdo al hallarse frente a un conflicto relacionado con la creencia, se ve impulsado a
buscarle algún sentido, a establecer alguna forma coherencia entre nuestros valores y
nuestras acciones. Y generalmente, según Festinger, lo que cambia es la creencia.

En un experimento que ayudó a llegar a esta conclusión participó un grupo de


estudiantes a quien se le preguntó qué les parecía hacer trampas. Algunos dijeron que
eso les parecía muy mal, en tanto que otros respondieron que, en realidad, la cosa no era
tan grave.

Posteriormente, a todos los estudiantes se les tomó un examen en el que era muy
fácil de hacer trampa, de una manera que era imposible descubrir, aunque en realidad
los investigadores podían determinar quiénes lo hacían y quiénes no. Los que dirigían el
estudio comprobaron que, aun cuando muchos habían dicho inicialmente que les parecía
mal hacer trampa, de hecho la hicieron al verse frente a una oportunidad fácil. Luego,
una vez terminado el examen se les volvió a preguntar a todos los estudiantes qué
pensaban acerca de hacer trampas.

¿Los resultados? Los que la primera vez habían dicho que estaba mal hacer
trampa, pero efectivamente la habían hecho ahora dijeron que no era tan malo. En otras
palabras, los valores y las acciones terminaron por conformarse unos a otros al entrar en
conflicto con la situación de tener que afrontar directamente la cuestión de hacer
trampa.

En esta situación, el hemisferio izquierdo intervino intentando encontrar algún


sentido en el difícil reto que se les planteaba a los estudiantes. Mediante un proceso de
racionalización, los que al hacer trampa violaban sus propias creencias encontraron
razones para modificar sus valores. Además de decidir que lo que habían hecho no
estaba tan mal, el razonamiento parece haber sido: “Si en una situación así todo el
mundo hace trampa, también puedo hacerlo yo. Puede que no sea perfecto, pero sigo
siendo una buena persona”.

Los sistemas de valores de algunos estudiantes cayeron atrapados en la necesidad


del hemisferio izquierdo de mantener la coherencia lógica. Y este no es más que un
ejemplo de un problema cuyo alcance es mucho mayor. De manera muy semejante a
ésta, el hemisferio izquierdo puede aprisionarnos con otros problemas como las fobias.

Supongamos, por ejemplo, que está usted en la cola de un supermercado, con la


desagradable sensación de la multitud que se agolpa a su alrededor, y empieza a sentir
que le duele el estómago. Además, una vez fuera el dolor del estómago no se le va y
usted se pasa la noche descompuesto.

Es muy posible que el lado izquierdo del cerebro establezca una relación entre el
dolor y la cola en el supermercado, y le sugiera el siguiente mensaje: “No tengo que
hacer cola en supermercados, porque si la hago, la experiencia será desagradable. Esta
conclusión puede ser completamente errónea. Es probable que no haya relación alguna
entre el hecho de haber estado en la cola del supermercado y aquel dolor de estómago,
pero si la actividad de su hemisferio izquierdo consigue llevarlo a esa conclusión, podría
ser que usted termine por tener miedo de hacer cola en un supermercado.

Evidentemente, este ejemplo es simplista; no es probable que a usted le pase algo


igual. Una experiencia más común se da con las aglomeraciones y con las colas en los
aeropuertos. Hay personas que les enferma viajar porque en los aeropuertos han tenido
una serie de experiencias desagradables, exacerbadas quizá por otros problemas
diferentes, pero que coincidieron en aquellos precisos momentos. Estas personas pronto
comienzan a asociar los aeropuertos con circunstancias desagradables que les producen
angustia, y como resultado de ello, comienzan a ponerse nerviosas y a sentirse
incómodas ante la sola idea de encaminarse al aeropuerto.
Muchas fobias pueden originarse de esta manera, es decir, como resultado
directo de las interpretaciones y deducciones que hace el hemisferio izquierdo a partir
de las circunstancias y de los sentimientos que experimentamos.

Sin embargo, la gente que las padece no está condenada a seguir siendo siempre
esclava de sus miedos. Como veremos en el capítulo siguiente, muchas formas de
psicoterapia y psicología conductista han ayudado a la gente a cambiar sus pautas de
funcionamiento cerebral de modo tal que las fobias empiezan a atenuarse y hasta llegan
a desaparecer. He comprobado que una forma de tratar con éxito las fobias consiste en
hacer que el individuo practique regularmente la Relajación durante varias semanas e
incluso meses. Cuando este hábito ha llegado a arraigarse es mucho más fácil corregir
las falsas interpretaciones que son parte de la situación que genera el miedo y enfrentar
los problemas de la forma más constructiva.

En otras palabras, el cerebro es realmente capaz de adaptarse para superar


muchas de estas trabas emocionales que nos limitan. Ahora bien en términos físico,
¿cómo sucede esto?

CÓMO SE PRODUCE LA TRANSFORMACION MENTAL

Dicho brevemente, es probable que la consecución de un rendimiento máximo de


la mente funcione más o menos así: cuando cambiamos nuestras pautas o modelos de
pensamiento y de acción, las células cerebrales comienzan a establecer conexiones
adicionales, a hacer “instalaciones” nuevas. Estas nuevas conexiones se comunican de
maneras nuevas con otras células, y entonces las “instalaciones” o vías nerviosas que
mantenían vivo el hábito negativo o la fobia son reemplazadas o alteradas.

Otro ejemplo, si usted decide que quiere aprender a jugar al tenis, puede tomar
lecciones y pasarse las horas en las pistas, practicando las jugadas y puliendo su
capacidad física. Durante este proceso, las células cerebrales que controlan este tipo
particular de habilidad establecen conexiones nuevas que le permiten a usted jugar
mejor de cómo jugaba cuando empezó.

Lo mismo pasa con el proceso de pensamiento. Si usted no hace ningún esfuerzo


por cambiar de manera de pensar o de cultivar habilidades o disciplinas nuevas, las
células cerebrales no llegarán jamás a establecer las conexiones o pautas nuevas que
para ello se requiere. De modo similar, si no se esfuerza por mantenerlas, esas nuevas
pautas de pensamiento y habilidades físicas irán disminuyendo. Por lo que al cerebro se
refiere, es cuestión de “o lo usas o lo pierdes”.

Lo que ayuda y, a la vez fundamenta este proceso de cambio en el cerebro es el


hecho básico de que se trata de un órgano maleable y adaptable. El sistema nervioso que
incluye nuestros poderes mentales, no es inmutable. No es algo imposible de cambiar,
con hábitos, modelos de pensamiento y habilidades fijados de una vez para siempre. Por
ende, no hay absolutamente ninguna razón por la cual usted no pueda hacer progresos
considerables con todos los programas de autoayuda que le resultaban tan difíciles.
Realmente, usted puede alcanzar muchas de las mejoras que usted siempre había
querido lograr en su salud, en su espiritualidad y en las demás dimensiones de su vida.
Una de las claves de este cambio es aprender a eliminar la nociva dictadura del cerebro
izquierdo y a armonizar mejor los dos hemisferios cerebrales.

El mecanismo básico que favorece estos procesos de cambio es la Relajación, es


la puerta fisiológica que le abrirá el camino para cambiar sus pautas de pensamiento y
su vida.

De diversas maneras, la Relajación prepara el camino para esos benéficos


cambios cerebrales. Ante todo las mediciones que hemos efectuado en personas que
están practicando la Relajación demuestran que este fenómeno excluye los aspectos que
crean confusión, estrés o angustia de lo que se llama comúnmente la “reacción de
ataque-o-fuga”. Al activarse esta reacción, es decir, cuando uno está exaltado,
angustiado o enojado ante un reto o una situación difícil, el cuerpo segrega ciertas
hormonas llamadas catecolaminas, que lo “aceleran”, preparándolo para enfrentar en
forma rápida y decidida la amenaza percibida.

Para el hombre primitivo, cuando el peligro de encontrarse cara a cara con un


animal salvaje, era cosa de todos los días este tipo de respuesta era muy útil. En nuestra
época, sin embargo, la reacción de ataque-o-fuga tiende a ponernos más nerviosos e
incómodos, e incluso a ser dañina. ¿Por qué? Como ya no utilizamos los recursos
físicos, la huída o la pelea, que originariamente permitirían gastar las energías
provenientes de los cambios hormonales que se producen en el cuerpo en estas
situaciones, nos sentimos tensos e incómodos, y nuestra capacidad de lograr un cambio
útil en nuestra vida disminuye o desaparece por completo.

Tal como cabía esperar, la reacción de ataque-o-fuga tiende a dispararse por obra
de las conclusiones poderosas y casi automáticas, a que llega el lado izquierdo del
cerebro, por ejemplo, “es un tigre…hay que huir” o “es un enemigo… hay que luchar”.
Pero la Relajación puede ayudarnos a superar estas reacciones tan arraigadas y que
ahora, con frecuencia, son inadecuadas y puede desconectar o impedir este tipo de
reacción desproporcionada a las circunstancias. La Relajación no altera en forma
significativa la excitación requerida cuando se presenta un verdadero peligro o una
situación apremiante. En una verdadera crisis, el riesgo real de las circunstancias anula
los efectos de la Relajación, probablemente porque lo que está en juego es la
supervivencia.

Además la Relajación también estimula una importante actividad cerebral que


intensifica la comunicación entre los dos hemisferios del cerebro. Se ha confirmado,
mediante estudios científicos, que durante el proceso de la Relajación los dos lados del
cerebro comienzan a interactuar más, como lo evidencia la similitud de las pautas de
ondas cerebrales que se observan simultáneamente en el hemisferio izquierdo y en el
derecho. En los electroencefalogramas de individuos que estaban entregados a la
práctica de la Relajación, los investigadores han descubierto que en esos momentos hay,
entre ambos lados del cerebro, una mayor coherencia de las frecuencias de ondas
cerebrales alfa y theta.

Lo más importante de todo esto es que este estado mental prepara la escena para
cambios significativos. Entre otras cosas, parece que fuera más fácil pensar en forma
creativa cuando el cerebro está funcionando con mayor sincronización entre sus dos
mitades. Entonces, uno puede examinar y usar con más facilidad la información que
aportan tanto el lado izquierdo como el derecho del cerebro, sin la interferencia de
pensamientos ajenos que en otras circunstancias podrían estorbar. Es decir, que cuando
uno se encuentra en este estado de comunicación intensa entre ambos hemisferios, es
más fácil procesar la información y considerar las situaciones de manera nueva e
innovadora. Dicho de otra manera, se produce entonces una “receptividad” o
“plasticidad” cognoscitiva en la cual cambia efectivamente su manera de ver el mundo.

Esta plasticidad se utiliza en el proceso de la hipnosis. Nuestras investigaciones


han demostrado que para pasar a lo que se llama el estado hipnótico, lo que primero que
se provoca es la Relajación. Después el hipnotizador puede sugerir diversas acciones al
individuo a quién está hipnotizado. Entre las sugerencias puede incluirse la de recordar
acontecimientos aparentemente olvidados o la de realizar ciertos movimientos, como
puede ser la levitación de un brazo.

Es un hecho interesante el que muchas personas que han logrado la Relajación –


y experimentado una mejor comunicación entre los dos lados del cerebro- expresan la
experiencia como una especie de “totalidad”. Se valen de expresiones como “sin
limitaciones”, “correlación infinita”, “bienestar” y “más despiertos”. Además quienes se
encuentran en ese estado tienden a percibir con mucha mayor intensidad la riqueza de
detalles en el medio donde se hallan.

Con frecuencia, la gente dice que es un estado indescriptible, que está más allá
de las palabras y del lenguaje y que sólo es posible sentirlo, no describirlo. En su forma
más intensa, este tipo de experiencia es lo que se conoce como una “experiencia
cumbre”, y para el caso es lo mismo que se esté hablando de una revelación espiritual,
de un logro deportivo de un importante progreso intelectual.

El profesor Stanley R. Dean, profesor de psiquiatría en las Universidades de


Miami y Florida, caracteriza a este tipo de experiencia cumbre como algo que produce
una transmutación suprahumana de la conciencia, que se resiste a la descripción.
Definitivamente embriagada, la mente es literalmente presa del vértigo de sí misma a
tientas, penosamente, busca palabras que tengan la grandeza y la exaltación suficientes
para expresar la visión trascendental. Pero hasta ahora no hemos encontrado las palabras
adecuadas.
Dean cita luego un pasaje de uno de los Cuatro cuartetos, de T. S. Elliot, aun
cuando el poeta lo usa en otro contexto:

Las palabras se cansan,


Restallan y a veces se rompen bajo la carga,
Resbalan, vacilan, perecen bajo la tensión,
Se desmoronan con la impresión,
No quieren mantenerse en su lugar,
No quieren estarse quietas.

Por supuesto que nadie tiene experiencias cumbres en forma constante. De hecho,
muchas personas no llegan a las cimas mentales o espirituales que otras pueden
alcanzar. Pero no importa a dónde pueda llegar usted; es incuestionable que será más
capaz de mejorar su vida con sólo que pueda aprender a aumentar la coherencia entre
los lados izquierdo y derecho del cerebro, mediante el buen uso de la Relajación.

EL FACTOR FE

Otro factor importante que le permite a uno cambiar su cerebro y su vida, y al que ya
he aludido antes brevemente, es la intensidad del sistema personal de creencias.

El cerebro reacciona y cambia cuando en la vida cobran importancia una convicción


y una fe personal profundas. Nuestras creencias y convicciones son parte de nuestros
pensamientos y, por ende, parte de nuestro cerebro. Cuando pensamos o actuamos por
una convicción profunda, estamos recurriendo a una “instalación cerebral” ya existente.
Por lo tanto, sentimos que lo que estamos haciendo es auténtico y correcto, nos sentimos
cómodos cuando operamos apoyándonos en los cimientos de convicciones
profundamente arraigadas.

En estas circunstancias, las nuevas pautas de pensamiento y de acción se pueden


adquirir mucho más pronto. Las “vías” ya están, por decirlo así “engrasadas”, y las
nuevas pautas se instalan con más facilidad. De esa manera, los neurotransmisores
pueden transmitir más fácilmente los mensajes, lo que a su vez simplifica el desarrollo
de los nuevos procesos de pensamiento y de las disciplinas y habilidades nuevas. Si bien
son muchos los factores que contribuyen al desarrollo de esas nuevas vías, surcos y
configuraciones de la “instalación” en el cerebro, la creencia sigue siendo a menudo la
fuerza impulsadora primaria. Lo que en las investigaciones médicas se conoce como
“efecto placebo” es un buen ejemplo del poder de las creencias en las interacciones
mente-cuerpo.
Este fenómeno que describí tanto en El efecto mente/cuerpo como en La Relajación,
tiene tres componentes esenciales: las creencias y expectativas del enfermo, las
creencias y expectativas del médico, profesional sanitario o sanador, y las creencias y
expectativas inherentes a la relación del profesional sanitario con el enfermo, o del
sanador con el enfermo.

Para descubrir tal poder de las creencias del paciente, los investigadores estudiaron a
un grupo de mujeres que sufría de náuseas y vómitos durante el embarazo. Para
empezar se les pidió que se traguen uno pequeños globos intra-gástricos, que medían las
contracciones del estómago. Estos detectaron las ondas características de la náusea y del
vómito. Después se les administró una sustancia que, según se les dijo, les curaría
ambos síntomas, pero en realidad lo que se les dio era jarabe de ipecuana, un fármaco
que se usa con frecuencia para provocar el vómito.

¿Los resultados? En este caso la creencia triunfó sobre las fuerzas físicas y la
medicina. Como las pacientes creían que estaban tomando una medicación contra las
náuseas, a muchas de ellas les desaparecieron las náuseas y los vómitos; además, según
las mediciones del globo, también las contracciones del estómago se normalizaron.
Aquí tenemos una situación en que la fe en una sustancia llegó a invertir, en los hechos,
la acción fisiológica del fármaco. La “instalación” del cerebro demostró ser más
poderosa que la droga.

Un ejemplo afín, pero más negativo, del poder de las creencias sobre el cerebro se
refiere a un tipo de muerte súbita, que es el que se da entre las víctimas de diversos
delitos. Hay veces en que el miedo agudo, o incluso el terror inducido por la creencia
llega a liberar en el torrente sanguíneo cantidades muy grandes de noradrenalina,
hormona relacionada con el estrés y que puede tener efectos físicos devastadores. La
liberación excesiva de esta sustancia puede desencadenar una serie de pasos
bioquímicos que provocan terminan enormes cambios en el músculos cardíaco, y
causando la muerte. Un estudio científico demostró que, de acuerdo con las respectivas
autopsias, de quince sujetos que murieron a causa de agresión física, once no tenían
ninguna lesión interna. Lo que habían sufrido era un fenómeno conocido como
degeneración miofibrilar, un tipo de lesión del músculo cardíaco.

Este podría ser el mismo proceso, por el cual en algunas sociedades primitivas,
ocurren las muertes por vudú. Cuando un poderoso médico-brujo sanciona con una
maldición a un individuo, es frecuente que éste muere poco después. Lo que lo mata
más que ninguna otra cosa, es su convicción de que va a morir. De modo similar, el
hecho de que haya personas de que mueren durante una agresión es resultado de su
miedo al daño que puede provocarles el asalto, más que del asalto mismo.

Otros estudios han demostrado que la creencia del médico o del sanador también es
sumamente importante. A un grupo de médicos que trabajaban para una compañía le
dieron el mismo tranquilizante, pero con dos marcas distintas, de las cuales sólo una era
de su compañía, pidiéndoles que efectuarán pruebas con ambas.
Los resultados demostraron que la sustancia que llevaba el rótulo de la propia
compañía fue más eficaz que la otra marca, por más que entre las dos no hubiera otra
diferencia que la del nombre. En pocas palabras, que la fe de los médicos en su propio
producto representaba, al parecer, una diferencia en la forma en que éste actuaba sobre
los pacientes.

Un ejemplo del tercer elemento en el efecto placebo –el poder de la relación médico-
enfermo- se encuentra en un estudio que se llevó a cabo en el Hospital General de
Massachusetts con dos grupos similares de enfermos a quienes se estaba preparando
para cirugía, y que recibieron un trato diferente del anestesista. A uno de los grupos se
les dieron explicaciones rápidas y someras. Con el otro grupo, el mismo anestesista se
condujo de manera mucho más cálida y afectuosa. Se sentó en la cama para explicar
detalladamente en que consistía la operación, explicándoles el tipo e intensidad de dolor
que cabía esperar, y les dio, en general, mucho más apoyo. Estableció sólidamente la
relación médico-paciente, y como resultado, los pacientes llegaron a tener confianza y
fe positiva en su médico.

Después todos los pacientes fueron sometidos a los procedimientos quirúrgicos y


post-quirúrgicos del caso. A todos se les permitió recibir tantos analgésicos como
pidieron. Durante esta fase, estuvieron al cuidado de personal del equipo hospitalario
que no sabía a qué grupo pertenecían los pacientes, o incluso que no tenían
conocimiento de que se estuviera haciendo un estudio.

Terminado éste, los investigadores comprobaron que los pacientes que habían
recibido un trato cálido y afectuoso pidieron la mitad de los analgésicos que el otro
grupo. Además, los que habían tenido una relación médico-paciente positiva fueron
dados de alta, como promedio, dos y medio antes que los del otro grupo.

En cada una de estas situaciones, es evidente el poder de las creencias sobre la


curación. La mente comienza a funcionar independientemente de la medicación y de
otros factores, y cobra efectivamente una vida propia que influye sobre las reacciones
corporales. En pocas palabras, que las creencias son capaces de influir sobre la mente, y
de transformarla con resultados espectaculares.

¿CUALES SON LOS LIMITES DEL CAMBIO?

¿Cuáles son en última instancia, los límites a nuestro intento de cambiar nuestras
pautas de pensamiento y nuestra vida?

Es un hecho que el individuo puede cambiar muchísimo, pero si a los cuarenta años
alguien quiere hacerse músico, lo más probable es que no pueda convertirse en un
moderno Beethoven o Mozart. Si usted quiere aprender a jugar al tenis, probablemente
no podrá competir con Ivan Lendl o una Martina Navratilova. Algunas habilidades hay
que empezar a cultivarlas desde temprana edad si uno quiere alcanzar el máximo de sus
potencialidades. E incluso si realmente se empieza temprano, hay limitaciones genéticas
a lo que puede lograr cada uno.

Yo Mozart

Antes Después Antes Después

Algo Mucho

CAPACIDAD MUSICAL

Para entender cuáles son los límites genéticos que pueden condicionar los
cambios cerebrales, es útil imaginarse una línea horizontal por cada aspecto del
comportamiento o del pensamiento que a uno le interese transformar.

Supongamos, por ejemplo, que usted quiera cultivar su capacidad musical


aunque tiene ya una edad mediana. Al lado izquierdo de la línea puede escribir las
palabras “Yo-Antes”, para indicar en qué nivel está su capacidad antes de empezar a
adquirir esa habilidad nueva. Al lado derecho de la línea podría escribir “Mozart”. Y
luego en algún lugar intermedio, puede anotar “Yo-después de cinco años de trabajar y
estudiar mucho”.

Dicho de otra manera: decididamente, usted tiene la potencialidad de mejorar su


capacidad natural con cierto esfuerzo y disciplina. Pero por más que se esfuerce a esta
altura de su vida, es probable que jamás se aproxime, en esa línea, a los logros de
Mozart, que para empezar, nació con dones excepcionales. Por otra parte está la
esperanza de que, si pone usted en la disposición anímica adecuada y confía en el
Principio de la Maxi-Mente, reforzará sus probabilidades de alcanzar grandes logros,
independientemente de su edad y de sus capacidades innatas.

Uno de los problemas más enigmáticos y misteriosos con que se enfrentan los
investigadores de la función cerebral es la distinción entre la mente y el cerebro. ¿Son
los dos la misma cosa? ¿O la mente está hecha características que van más allá de la
estructura física del cerebro?

A lo largo de años, este punto ha sido sumamente discutido. Hay quienes


sostienen que la mente es la suma total de las capacidades físicas del cerebro: nada más
ni nada menos. Pero sir John Eccles, Premio Nóbel de Medicina en 1963, ha rechazado
esta visión mecanicista de los procesos pensantes del hombre. Eccles no cree que el
poder la mente se apoye exclusivamente en las células nerviosas, las dendritas, las
sinapsis y los neurotransmisores, sino que más bien sostiene: “Creo que hay un misterio
fundamental en mi existencia, que trasciende cualquier explicación biológica del
desarrollo de mi cuerpo (que incluye mi cerebro) con su herencia genética y su origen
evolutivo”.

Y sigue argumentando: “Si digo que la peculiaridad del ser humano no se deriva
del código genético ni de la experiencia, entonces, ¿de qué se deriva? Mi respuesta es la
siguiente: de una creación divina. Cada ser humano es una creación divina”.

En la misma vena expresó William Penfield, el famoso neurocirujano


canadiense, en su libro The Mistery of Mind (el misterio de la mente), que
probablemente el funcionamiento de la mente será siempre imposible de explicar
basándose únicamente en las acciones químicas o eléctricas en el cerebro y en el sistema
nervioso.

“La mente es independiente del cerebro- declaró- El cerebro es un ordenador,


pero está programado por algo que es externo a él, la mente”.

Roger Perry, el ganador del Premio Nóbel a quién se debe buena parte de las
investigaciones sobre el split brain, no va tan lejos como Eccles ni como Penfield, pero
llega a la conclusión de que la mente “es el logro que corona unos quinientos millones
de años –o más- de evolución”. Sugiere también que la mente es más que la suma de los
mecanismos y componentes físicos del cerebro. En otras palabras, así como el oxígeno
y el hidrógeno se combinan para producir agua, que es totalmente diferente de sus
componentes, también las partes del cerebro se combinan para producir una mente que
trasciende sus cimientos puramente moleculares.

Cabe preguntarse si es posible definir la “mente”.

En términos científicos, simplemente no podemos ser definitivos. Con seguridad,


la mente reside en gran parte en el cerebro; en muchos sentidos parece, también, que
trasciende los componentes individuales del cerebro. Los grupos religiosos han
reconocido desde hace tiempo esta característica trascendente de nuestra conciencia, y
por eso usan expresiones como “el espíritu humano” u otras formas de lenguaje
metafísico. Entre la institución religiosa y este fenómeno de la mente existe un vínculo,
que da la impresión de trascender de algún modo lo físico, y en este sentido me parece
interesante observar que la forma más frecuente y más efectiva de alcanzar la
Relajación, con todos sus beneficios psicológicos, ha sido mediante diversas formas de
plegaria.
Está claro que hemos alcanzado ya algunas fronteras del pensamiento y del
entendimiento científico. Aunque sea mucho lo que no sabemos y quizá nunca sepamos,
en lo referente al funcionamiento del cerebro y de la mente, creo que tenemos
justificación suficiente para reconocer –e intentar utilizarlo- el fenómeno que he
denominado el Principio de la Maxi-Mente, es decir, la capacidad de los seres humanos
para abrirnos paso a través de hábitos y formas de pensamiento arraigados, y
transformar nuestra vida. Los rasgos fundamentales de este principio, tal como lo hemos
visto incluyen:

-La capacidad para superar la “dictadura” del lado izquierdo del cerebro y para
aumentar la comunicación y la coherencia entre los hemisferios izquierdo y derecho.

-La plasticidad del cerebro, o su capacidad de ser moldeado y configurado


mediante la transformación de las células y la instalación de vías nuevas;

-El papel central de las creencias en el desencadenamiento de cambios


importantes en el cerebro y en la mente; y

-El papel de eje que desempeña la Relajación para ayudar a abrir la puerta a
transformaciones capaces de cambiarnos la vida.

Ahora, teniendo bien presentes estos puntos básicos consideremos algunas


formas prácticas en que usted puede usar el Principio de la Maxi-Mente para cambiar su
vida.
Segunda parte

Cómo cambiar su vida


4

El sistema de autoayuda fundamental

Vivimos en lo que se podría llamar una sociedad basada en la autoayuda: somos


muchos los que nos centramos principalmente en ciertos problemas personales que
tenemos, y estamos constantemente buscando manera de solucionarlos. Nos fascinan las
técnicas y los programas prácticos muchos de los cuales se nos ofrecen en diversos
libros y revistas de gran difusión popular, en forma de guías que nos proporcionan
orientaciones o principios. La verdad es que los libros de autoayuda son tantos que ya
necesitan una sección especial en las librerías.

En el fondo, esta insistencia en el intento de mejorar no tiene nada de malo. A


decir verdad, si fuéramos más los que nos preocupásemos por eliminar nuestros
defectos y malos hábitos, y por cultivar disciplinas nuevas y constructivas, este mundo
sería sin duda mejor.

Pero, ¿por qué es tan frecuente que los programas de auto mejoramiento se
frustren? Quizá la respuesta resida en por lo menos dos problemas importantes que
suelen plantearse con cualquier programa de autoayuda. Por una parte, puede que nos
falte disciplina para perseverar en el régimen de autoayuda hasta experimentar
realmente algún cambio en nuestra vida. Y por otra, los esfuerzos por transformar la
vida que se descontrolan y convierten en obsesiones pueden hacer más mal que bien. La
verdad es que, como veremos en otro capítulo, abrirse a cambios significativos mediante
un programa de meditación no supervisado puede ser realmente peligroso.

ALGUNAS REGLAS ELEMENTALES PARA LA AUTOSUPERACION

Para iniciar un método seguro y eficaz de auto superación, me permitiré sugerirle


que siga tres reglas básicas que harán rendir al máximo sus esfuerzos, ayudándole a
incorporar su vida el Principio de la Maxi-Mente.

Regla n° 1: No intente reemplazar un sistema básico de creencias por el programa


de autoayuda

Puede haber problemas con el seguimiento de programas de autoayuda si éstos


no son más que sustitutos de una búsqueda auténtica de un significado más profundo de
la vida. Muchas veces la gente se embarca en un programa de mejoramiento personal en
un esfuerzo consciente o inconsciente, de encontrar una visión de mundo amplia y
gratificante. El intento puede ocultar incluso un deseo de burlar a la muerte y alcanzar la
inmortalidad.

Una persona que comienza queriendo ponerse en buenas condiciones físicas


puede terminar convirtiéndose en un adicto de la cultura física que dedica todas sus
horas de vigilia al ejercicio y la dieta, además de lecturas múltiples sobre el tema. He
conocido personas –y usted también, estoy seguro- que han llegado a estar tan
obsesionados con la forma física que descuidan otras preocupaciones y
responsabilidades importantes, sus compromisos familiares pongamos por caso.
Algunos maratonistas, por ejemplo, terminan creando una situación familiar crónica de
auténtica “viudez”, en que el cónyuge se queda solo en casa mientras el obsesivo se
entrena o participa en carreras. Cuando un régimen de autoayuda se descontrola de esta
manera, los resultados pueden ser tremendos.

Sé de un caso en que un profesional, a quién llamaremos Guillermo, se


obsesionó a tal punto con la idea de mejorar sus tiempos de maratonista que al final de
cada día se pasaba dos horas o más entrenándose. Guillermo estaba casado, y tenía tres
hijos, pero comprobó que no tenía tiempo suficiente para dedicarle a su familia… por lo
menos, si quería seguir con aquel programa de ejercitación.

Si usted no es corredor ni atleta aficionado, tal vez se pregunte con asombro en


qué demonios está pensando un individuo así, para olvidarse de su familia y pasarse
todo el tiempo corriendo por las aceras. Pero si alguna vez ha probado a hacer distancia,
es probable que entienda un poco dónde está el atractivo.

En parte, el interés de este tipo de deportes reside en que inducen la Relajación.


A medida que los pies del corredor de fondo golpean rítmicamente el pavimento, se
producen los efectos fisiológicos de la Relajación, y la mente se abre más al cambio. Un
estado así puede ser un fenómeno muy apacible y placentero. Por eso los corredores en
buenas condiciones, después de haber estado corriendo durante quince o veinte minutos,
suelen sentir podrían seguir eternamente. De hecho, muchos relatan una vivencia a la
que se ha llegado a llamar el “cielo de corredor”.

Al parecer, a Guillermo, nuestro maratonista, las sensaciones placenteras y la


apertura mental que le daba acceso a niveles superiores del condicionamiento físico le
dieron la experiencia de un cambio de vida. Guillermo no se había interesado para nada
por el atletismo cuando era más joven, y siempre se sentía incómodo junto a sus
compañeros de tendencia más deportiva. Muchas veces había querido mejorar su forma
física, e iniciarse en ese tipo de actividades, pero al parecer nunca tuvo la motivación ni
la capacidad atlética natural que se necesitan para embarcarse con éxito en un programa
de entrenamiento.

Sin embargo, cuando descubrió el maratón había encontrado por fin “lo suyo”.
Tras haber dedicado unas cuantas semanas a alcanzar un nivel básico de
condicionamiento, descubrió que realmente quería continuar con el programa. Dicho de
otra manera, después de haber dado el primer paso hacia un cambio de vida, la regular
experiencia de la Relajación en el acto repetitivo de correr distancia, lo había abierto a
nuevos cambios.

Casi antes de darse cuenta de lo que sucedía, toda su vida se había transformado.
Había reordenado sus prioridades y la distribución de su tiempo de manera de poder
dedicar dos horas diarias o más a correr. Además, con frecuencia dedicaba todo el fin de
semana a viajar fuera de la ciudad, para poder participar en competiciones. De hecho su
afición se convirtió en su vida. Todo lo demás pasó a un segundo plano, incluso su
matrimonio y su familia.

En el caso de Guillermo, su mujer terminó por divorciarse. Al principio él se


quedó muy afectado y sin poder entender lo que pasaba. Al volver a reflexionar sobre la
situación, recordó que su mujer y sus hijos se habían quejado y le habían pedido que
dedicase menos tiempo a correr y más a estar con ellos. Pero él, sin saber por qué, había
supuesto que en realidad no estaban tan afectados como a veces parecían. Además,
estaba tan fascinado por el cambio que se iba produciendo en su cuerpo y en su vida que
sentía que no podía interrumpir lo que, en realidad era un comportamiento destructivo.

Es evidente que Guillermo se había zambullido en su programa de autoayuda sin


tener en cuenta todas las consecuencias. No había llegado a evaluar la forma en que su
condicionamiento físico y sus compromisos como maratonista debían adecuarse a todos
los aspectos de su vida.

Aunque no tuviera una fe religiosa determinada. Guillermo defendía la


importancia de ciertos valores familiares. Al volver a pensar en su matrimonio
deshecho, reconoció que si tuviera que volver a hacerlo todo nuevo intentaría más bien
promover una vida familiar feliz y estable que sus aspiraciones atléticas de hombre
maduro. Era indudable que la actividad de corredor de fondo era sumamente importante
para él: le había dado un sentimiento nuevo de su propio valor, y había reforzado su
confianza personal. Pero dejó que su afición se le escapará de las manos y siguió
adelante con un programa de auto mejoramiento demasiado exigente, que le dejaba muy
poco tiempo y energías para el resto de sus compromisos importantes.

Guillermo esperó demasiado tiempo sin hacer ningún intento de salvar su vida
familiar. Usted puede aprender de los errores de él. Es cuestión de empezar por decidir
cuáles son sus creencias básicas en la vida. Después, hay que hacer que cualquier
esfuerzo de autoayuda se conforme a esas creencias. Si su programa de auto superación
se convierte en la única razón y objeto de su vida, en la fuente de su forma de entender
la existencia, bien puede encontrarse con que su vida cambia, pero para empeorar. Pero
si el programa de autoayuda se integra adecuadamente en un sistema de creencias más
amplio, es probable que encuentre usted que su vida se vuelve mucho más gratificante.

Regla n° 2: Confíe en un guía mental máximo


En mis escritos anteriores he insistido en la importancia, para los que creen en
Dios, de practicar la Relajación en el contexto de una fe y una tradición religiosa
probadas y verdaderas. Creo que cuando una persona así se introduce en programas
cuyo objeto es transformar la vida y llevar al máximo las potencialidades de la mente, se
hace más importante que nunca que se apoye en la religión tradicional.

En particular, es importante que una persona de inclinación religiosa, no sólo


confíe, en general, en una fe religiosa establecida, sino también en un guía espiritual
específico perteneciente a esa fe. Para quien no sea especialmente religioso, es
conveniente que encuentre lo que yo llamaría un “guía mental máximo”, es decir, una
persona madura que pueda ayudarle a mantener en perspectiva su sistema de valores
básicos mientras comienza a cambiar por mediación del poderoso Principio de la Maxi-
Mente.

¿Quién debe ser, exactamente, su guía espiritual o mental máximo?

Si su programa se relaciona con la corrección de un problema de salud, es


aconsejable que cuente con la ayuda de un profesional médico cualificado, comprensivo
y de confianza. Si lo que desea es poner mayor énfasis en la espiritualidad, en todas las
religiones importantes hay quienes han llegado lo suficientemente lejos en crecimiento
y en técnicas espirituales como para que puedan aconsejar y guiar a los recién llegados.
El guía en este caso puede ser un pastor o un sacerdote, según de qué religión se trate.
La persona elegida no debe ser un mero miembro nominal de esa tradición religiosa,
sino alguien realmente experimentado y versado en las sutilezas espirituales de ese
preciso sistema de creencias.

Un guía espiritual o mental máximo llega a tener especial importancia cuando


uno dedica más tiempo y energía a programas de auto superación potencialmente
eficaces, de los cuales espera obtener cambios en su vida. Entonces necesita alguien que
le ayude a ver si sus intentos de auto transformarse se adecuan a su sistema fundamental
de valores.

Por ejemplo, ¿no está yendo demasiado lejos, como el maratonista de quien
hablamos antes? O tal vez no vaya lo bastante lejos. Su programa de auto superación,
¿favorece otros aspectos de su vida o está privándolo de relaciones y actividades
importantes? ¿Cuál es el objetivo final del programa?

Si no responde usted adecuadamente a esta última pregunta, puede encontrarse


con que ha dedicado menos, e incluso años a marchar en una dirección que, de hecho, es
improductiva. Una mujer que trataba de decidir su cultivar su habilidad para jugar al
bridge o consagrar su tiempo libre a ayudar a los necesitados, optó por dedicarse al
juego, que por cierto le daba mucho placer, y llegó a hacer bastante buen papel en varios
torneos.
Pero después de tres años de ese tipo de actividad, al recapacitar sobre su vida,
comprendió con tristeza que en efecto había cambiado de orientación y cultivado sus
capacidades, pero en dirección equivocada. Dado su personal sistema de valores, se
habría sentido finalmente mucho más satisfecha de haber dado prioridad al objetivo de
ayudar a sus semejantes. Un guía espiritual o mental máximo podría haberle ayudado
desde el principio a tomar una decisión adecuada.

Sin embargo, no es necesario que el guía adecuado sea un gurú omnisciente ni un


mandamás que planifique todo detalladamente para que uno lo haga sin chistar. Los
guías más útiles son los que hacen preguntas señalando aspectos que uno puede haber
pasado por alto. Y cuando mejor funcionan es cuando insisten en volver a considerar
valores que quizá uno haya descuidado temporalmente.

Regla n° 3: Comience cualquier intento de cambiar su vida con una actitud positiva

Con la mayor parte de las personas, el problema principal no está tanto en el


programa de autoayuda que se descontrola como en la total incapacidad de ponerse en
marcha. Parecería que la mayor parte de nosotros no tuviéramos ni siquiera la disciplina
necesaria para iniciar un programa de autoayuda. Decimos que queremos aprender tal o
cuál lengua extranjera, adquirir habilidad con la guitarra, perder diez kilos, ponernos
físicamente en forma e intensificar nuestra vida espiritual. Pero después de una serie de
intentos frustrados, terminamos por renunciar al intento. Decidimos que lo que pasa es
que no tenemos la fortaleza interior necesaria para “ponernos en marcha”, y cambiar
nuestra vida.

Debido a las experiencias de fracaso anteriores, es probable que lleguemos a


tener actitudes negativas hacia nosotros mismos y hacia nuestra capacidad de cambiar.
Nos convencemos de que la incapacidad de hacer algo no es más que un “reflejo de
nuestro modo de ser” y dejamos de intentarlo. En realidad, puede que el cambio aún sea
posible: sólo se trata de encontrar primero la puerta por donde puede entrar esa benéfica
mejora, y después, simplemente, de aprender a abrirla.

Para la mayoría de las personas, el primer paso para iniciar con éxito un
programa de autoayuda es liberarse de las dudas y sentimientos negativos hacia sí
mismas y hacia sus capacidades. Aunque haya fracasado muchas veces, todavía hay una
posibilidad de que pueda triunfar. Es, primera y principalmente, cuestión de creer que el
progreso y la evolución son posibles.

A esta actitud de “puedo hacerlo” se le suele denominar “pensamiento positivo”.


Lamentablemente, la popularización misma de estos conceptos en los escritos de
Norman Vincent Peale y de otros autores los ha hecho tan familiares que es probable
que estemos demasiado prontos a desdeñarlos, o quizá que creamos entenderlos mejor
de lo que en realidad los entendemos.
En los años cincuenta, cuando apareció el libro de Peale, El poder del
pensamiento tenaz, en su edición original su impacto fue inmediato y espectacular. Pese
a la aparente novedad de las ideas, el evangelio del optimismo que se predica en este
volumen contaba con amplios precedentes. Peale era el continuador de una tradición
cuyas raíces en Norteamérica desde el trascendentalismo de Ralph Waldo Emerson,
hasta el movimiento del nuevo pensamiento, desde mediados del siglo XIX, y también a
una filosofía cristiana de la vida de tendencia optimista. Millones de personas
respondieron a los libros y a los sermones de Peale porque sabían, quizás en forma
instintiva, que su autor había expresado un concepto que era fundamental para alcanzar
el éxito, satisfacción y felicidad en la vida.

El reverendo Robert H. Schuller, con su concepto de pensamiento “de la


posibilidad”, y otros autores y oradores posteriores han continuado enfatizando los
puntos principales popularizados por Peale.

EL PENSAMIENTO POSITIVO Y LA PIEDRA ANGULAR DE LA


AUTOSUPERACION

En muchos sentidos, la actitud del pensamiento positivo es condición sine qua


non del éxito de cualquier esfuerzo de auto superación. En otras palabras, que debe
usted creer que puede alcanzar un objetivo mediante la autoayuda, antes de pretender
lograrlo.

¿A qué se debe esto?

Hay varias razones por las cuales los pensadores positivos se imponen a los
negativos. Para empezar, si usted cree que es capaz de hacer algo, es más probable que
lo intente y que siga intentándolo hasta ver que realmente le es posible alcanzar el
objetivo. Claro que a veces puede equivocarse. Puede ser que intente varias cosas y
fracase. Pero al menos existe la posibilidad de que sea capaz de lograr algo que valga la
pena. A la inversa, si cree que no puede hacer algo, lo más probable es que ni siquiera lo
intente, o que haga el intento con tan poca convicción que lo abandone a la primera
señal de dificultades.

Además, una persona que piensa positivamente tiende a estar más alerta a las
oportunidades. Si usted piensa negativamente, será frecuente que se le pase por alto las
posibilidades sutiles de diferentes situaciones. Es probable que se dé frente a frente con
una oportunidad que podría cambiar su vida y que no sea capaz de verla porque tiene la
vista efectivamente obstruida por sus anteojeras negativas.

Respecto a esto, recuerdo a un sabio perteneciente al movimiento evangélico


norteamericano, que tenía grandes dificultades para encontrar el momento de la oración.
Por la mañana era incapaz de levantarse lo bastante temprano como para dedicar a sus
devociones todo el tiempo que, a su parecer, necesitaban. Durante la mayor parte del día
estaba demasiado ocupado con su trabajo y sus responsabilidades docentes, y por la
noche dedicaba la mayor parte de su tiempo a su familia. Es decir, que todas las vías
que le habrían permitido practicar esa forma particular de disciplina espiritual parecían
estar bloqueadas.

Pero el hombre era un pensador optimista y estaba decidido a hacer algo con su
necesidad de oración. Sabía que sin la plegaria no podría alcanzar los niveles de
crecimiento espiritual que deseaba, de modo que continuó buscando. Finalmente,
advirtió que por la noche, entre las nueve y media y las diez y media, había una pausa
en las actividades de su familia. Sus hijos dormían o estaban totalmente entregados a
una actividad, su mujer, generalmente, estaba también ocupada en algo suyo a esa hora.
De modo que el hombre encontró que podía retirarse a su habitación y allí disfrutar de
una hora, por lo menos de tranquilidad sin interrupciones para dedicarse a la oración.

El principal factor que le permitió encontrar la respuesta a su problema fue una


actitud de expectación positiva: no estaba dispuesto a permitir que un enfoque negativo
lo cegara, no dejándole ver las posibilidades de cambio que había en su vida.

CÓMO JULIA LLEGO A SER MAS OPTIMISTA

¿Cómo logra uno tener una actitud optimista, especialmente cuando pasa la
mayor parte del tiempo cavilando sobre las cosas negativas que le pasan? O, para
decirlo con los términos que hemos venido empleando en este libro, ¿cómo puede uno
empezar a “reinstalar” sus conexiones cerebrales de modo tal que el pensamiento
positivo empiece a hacerse más fácil y más automático?

Una mujer de negocios llamada Julia pasó hace algunos años por una época
increíblemente difícil. Se quedó sin trabajo, se divorció, perdió a su madre y a su
hermano menor en un accidente de coche. Julia siempre había tenido la tendencia a ver
el lado negativo de las cosas más bien que el positivo, y aquella serie de desdichas la
volvió aún más pesimista.

Su predisposición naturalmente negativa se combinó con esta serie de crisis


personales para producir un ciclo de pensamiento negativo del cual parecía incapaz de
evadirse. Mediante el uso repetitivo de pautas de pensamiento negativo, esas vías o
“instalaciones” en su cerebro quedaron relativamente “fijadas” en direcciones
improductivas”. El hemisferio izquierdo de su cerebro empezó a hacer un exceso de
deducciones inútiles acerca de la falta de posibilidades en su vida. Julia simplemente no
podía liberarse de aquella disposición de ánimo.

Tal como se podía esperar, esa manera de pensar negativa, se manifestaba de


diversas maneras, tanto emocionales como físicas. Julia empezó a creer que no valía
nada y por ese motivo tuvo grandes dificultades para encontrar un buen trabajo. En las
pocas ocasiones que la contrataron, sólo duró unos pocos meses en el cargo y luego la
despedían. El problema no estaba en sus capacidades, sino más bien en que empezaba
con la expectativa de que la despedirían, y sus actitudes no tardaban mucho en
convertirse en profecías que se cumplían.

Además, sus relaciones personales se resintieron. Al retraerse cada vez más


dentro de sí misma, fue cortando sus conexiones con sus amigos y amigas. No era que
los amigos y los seres queridos querían interrumpir el contacto, sino más bien que la
propia Julia perdía el interés en los demás y sentía que ella tenía muy poco para
ofrecerles. Estaba avergonzada por sus fracasos en la vida, y simplemente no quería
tener que enfrentarse con otras personas que le traían a la memoria la vida más feliz que
antes había llegado.

Empezó, además a tener varias dolencias corporales. Primero fue un malestar


general, una sensación de no sentirse bien por las mañanas o de sufrir, durante el día,
diversas molestias y dolores imprecisos. Más adelante la situación empeoró. Le apareció
una dolencia crónica en la espalda, sin que los médicos pudieran localizar ninguna
fuente del dolor e incomodidad.

En suma, que su vida daba la impresión de ir irremediablemente cuesta abajo.


Parecía como si nada que ella ni nadie pudiera hacer o decir fuera capaz de devolverla a
un apacible equilibrio en su vida y en sus relaciones personales.

Una cosa a la que había conseguido aferrarse durante aquella mala época era la
semilla de una fe que le habían inculcado desde pequeña. Aunque se había apartado de
la compañía de las personas que podrían haberla estimulado y animado, es probable que
fuera su propio aislamiento lo que finalmente terminó por ayudarle.

Mientras se pasaba largas horas sola, empezó a confiar cada vez más en la
oración. Antes, cuando su vida estaba llena de las preocupaciones de la familia y el
trabajo, se había dedicado muy poco a la plegaria o a la meditación. Sencillamente no
tenía tiempo. Ahora, sin poder volver a otra cosa que a su religión, empezó a pasar
largos períodos, a veces de una hora o más, orando o en meditación. En ocasiones las
plegarias y las ideas que ofrendaba a Dios eran tan negativas como el resto de sus
actitudes, pero empezó a encontrar cada vez más placer en esos momentos de
comunicación espiritual.

Por cierto que su vida espiritual empezó a tomar direcciones más productivas
durante este período, y al mismo tiempo era evidente que en su cerebro se estaban
produciendo cambios importantes. Tal como vimos, los períodos de meditación que
duran más de diez o veinte minutos cambian la forma en que se comunican entre sí
ambos hemisferios cerebrales. Además, este aumento de la coherencia entre el
hemisferio derecho y el izquierdo tiende a hacer que la persona se abra al cambio.
Parece que en esos momentos somos capaces de procesar información nueva.
En el caso de Julia, esa mayor apertura podría haber tomado la dirección opuesta,
según a que tipo de influencia se hubiera sometido inmediatamente después de los
momentos de meditación. Si se hubiera quedado pensando qué terrible era su vida, las
vías negativas en su cerebro se habrían ido fijando cada vez más.

Por ello siguió un camino más constructivo. Un día mientras recorría


distraídamente una librería, escogió sin pensarlo un libro de autoayuda que se ocupaba
del pensamiento positivo. El hecho es significativo, porque en realidad Julia no era muy
lectora, de modo que ese libro era prácticamente el único que tenía en casa. Aparte, de
eso lo único que leía con regularidad era la Biblia.

Como resultado, durante largos momentos del día su cerebro estuvo más
expuesto a la influencia de ese pequeño volumen de autoayuda que a la de ningún otro
libro, revista o periódico. Algunos pasajes le parecían tan fascinantes que tendía a
quedarse mirándolos fijamente y a releerlos una y otra vez.

Sin darse ni remotamente cuenta de lo que estaba haciendo, empezó así a


reprogramar su manera de pensar siguiendo líneas más positivas y productivas. A
medida que alternaba sus oraciones con el libro de autoayuda y de la Biblia, empezó a
encontrar que su visión de la vida se iluminaba considerablemente. Después tuvo una de
esas vivencias que no se dan más que una vez en la vida: mientras se encontraba sentada
en una mecedora, meditando después de un período de oración y lectura, experimentó lo
que sólo se puede describir como una especie de conversión religiosa.

Tuvo nítidamente la sensación –que no tardó en convertirse en sólida


convicción- de que su vida podía cambiar totalmente, y junto a esa sensación, se sintió
abrumada por el sentimiento de la presencia de Dios. Ya no se sentía sola. Por primera
vez en meses descubrió que quería salir, restablecer los viejos vínculos, iniciar otros
nuevos y volver a poner en marcha su carrera.

Inmediatamente empezó a incluir en su agenda nota sobre las llamadas que


necesitaba hacer, y sobre la búsqueda de trabajo que quería reiniciar. Después notó algo
más, algo sensacional: ya no le dolía la espalda. Se apretó varios puntos que solía tener
muy sensibles, pero no sintió ninguna molestia. En su próxima visita al médico, éste le
dijo que su afección se había aliviado mucho.

Julia necesitó un tiempo considerable para una recuperación emocional


completa. Tuvieron que pasar varios meses antes de que lograra volver al mercado
laboral y también necesitó tiempo para restablecer sus diversos contactos personales.
Había personas que no podían creer que en su personalidad se hubiera operado un
cambio tan espectacular. Era otra vez la “vieja” Julia que habían conocido antes. En
todo caso, era indudable que en su vida había sucedido algo importante cuando se
sumergió profundamente en la plegaria y en la meditación.
EL MECANISMO DEL CAMBIO

¿Cuál fue, exactamente, el origen del cambio? Lo mismo que con muchas
experiencias que cambian una vida y que tienen sus raíces en una fe religiosa, aquí hay
que tener en cuenta el elemento espiritual por más misterioso e inexplicable que
parezca. Un factor importante fue, evidentemente, la creencia cada vez mayor de que
era posible cambiar su vida unida a alguna otra fuerza, interna o externa, que inspirase o
apoyase esa creencia.

Por otra parte, para mí es bastante obvio que al mismo tiempo, en Julia se
estaban produciendo ciertos cambios fisiológicos. Mediante la operación del Principio
de la Maxi-Mente, en su cerebro se iban abriendo vías nuevas que iban alteraron,
mejorándolos sus procesos de pensamiento y de comportamiento. En otras palabras,
mediante la palabra llegó a la Relajación. Y, tras haberse abierto de esa manera al
cambio, estuvo expuesta, tal vez accidentalmente, a información e influencias que
terminarían por efectuar una transformación benéfica.

La poderosa combinación de estas fuerzas mentales y espirituales produjo, al


parecer, un efecto curativo sobre sus emociones y sus problemas con la espalda, que no
habían reaccionado a otros remedios. Creo que si sus esfuerzos de renovación mental y
espiritual hubieran estado bajo la supervisión de un guía espiritual apropiado o de un
médico versado en estos principios, Julia podría haber conseguido más rápidamente aun
esos cambios en su vida.

En muchos sentidos, su experiencia –aunque ella no se diera cuenta alguna de lo


que estaba sucediéndole- es prototípica de la forma en que una persona puede abrir una
puerta interior hacia una vivencia que le transforme la vida. Si queremos cambiar,
debemos empezar por abrirnos mentalmente a las fuerzas de la renovación, y esto
significa usar técnicas de meditación o plegarias que nazcan de nuestras creencias más
profundas. Luego, debemos exponernos a las influencias que puedan movernos en la
dirección del cambio que hayamos escogido.

Para muchas personas, ese primer paso esencial para iniciar el movimiento hacia
una actitud transformadora es adoptar un enfoque positivo basado en la posibilidad y en
la capacidad de hacerlo. Dicho de otra manera, antes de embarcarse en cualquier
programa de autoayuda –ya se trate de mejorar su estado físico, de aliviar dolencias
físicas, de aprender algo nuevo o de fortalecer su creatividad o su vida espiritual –debe
empezar por convencerse de que usted es realmente capaza de hacerlo. Y eso significa
aprender a pensar en forma más optimista.

Con este objeto, quiero estimular al lector a que intente un ejercicio de


pensamiento positivo que será la primera “práctica” que ha de hacer para cambiar su
manera de pensar y de actuar. Primero, analice su plan de acción con su guía mental
máximo. Después pase a las dos fases del ejercicio, que son los requisitos previos para
incorporar a su vida el Principio de la Maxi-Mente.

Primero, induciendo la Relajación, “abra las puertas” de su mente al cambio.

Inmediatamente después, expóngase a la información, o a otras influencias que le


ayuden a “reprogramarse” o “renovar la instalación” de su mente siguiendo líneas
productivas.

Ahora, resérvese veinte o treinta minutos y prepárese para convertirse en una


persona más positiva. Empiece por practicar la Relajación.

Paso 1: Elija para concentrarse una palabra o una frase corta que esté firmemente
arraigada en sistema personal de creencias. Un cristiano podría elegir las palabras con
que se inicia el Salmo 23, “El Señor es mi pastor”; un judío la palabra “Shalom”; y una
persona no religiosa, una palabra neutra, como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese sosegadamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire de forma lenta y natural y, mientras lo hace repita al exhalar la


palabra o frase que hayan escogido.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva. No se preocupe por lo bien o mal que lo esté
haciendo. Cuando acudan en su mente otros pensamientos, limítese a decirse: “Ya está
bien”, y vuelva apaciblemente a la repetición.

Paso 7: Continúe así de diez a veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces al día.

Inmediatamente después de haber pasado diez o veinte minutos practicando la


Relajación, ya está en condiciones de pasar a la segunda fase del Principio de la Maxi-
Mente. Empiece a fijar el pensamiento en algo positivo, un concepto, pasaje o escrito, o
incluso algo visual. Por ejemplo, una imagen feliz y optimista, como la foto de un niño
sonriente. Durante cinco o diez minutos obsérvela. Fíjese en cada momento de felicidad
y júbilo que pueda encontrar en ella. O, si ha escogido un pasaje escrito, será útil
concentrarse en algo bien arraigado en su sistema personal de creencias; puede ser un
pasaje de las escrituras o un poema significativo para usted.

Antes de iniciarse en esta transformadora técnica de plegaria y meditación, es


importante establecer una distinción clave entre las dos fases o etapas del Principio de la
Maxi-Mente, entre la meditación y la plegaria que ponen en marcha el mecanismo de la
Relajación, y el pensamiento centrado en algo, que contribuye a fijar la nueva dirección
que usted quiere imprimir a su vida.

En la primera fase, la obtención de la Relajación se logra mediante plegarias y


meditaciones libres y no dirigidas. No debe concentrarse en el intento de cambiar. De
hecho, si intenta concentrarse, perderá la actitud pasiva que se necesita para alcanzar la
Relajación. Por eso es importante que en la primera fase se mantenga pasivo y sin
dirección. En otras palabras, usted está dando al hemisferio derecho total libertad para
operar e interactuar con el izquierdo…y para “abrir las puertas” de su mente al cambio.

Ahora, para que el Principio de la Maxi-Mente llegué a ser realmente operativo


en su vida es necesario dar el segundo paso, es decir, pasar a la segunda fase a que nos
referimos antes: después de haber logrado la Relajación, tiene usted que hacerla seguir
por una forma de pensamiento más dirigida.

Aquí empezará a ponerse nuevamente en acción el hemisferio izquierdo,


especialmente si se concentra usted en algún pasaje que represente la dirección que
quiere dar a su vida. Este proceso de pensamiento, más dirigido, le ayudará a renovar la
instalación de sus circuitos cerebrales en direcciones más positivas. Entre otras cosas, se
encontrará con que, al influir de maneras positivas sobre su hemisferio izquierdo
después de haber alcanzado la Relajación, se habituará a hacer -sobre sí mismo, sobre
otras personas y sobre su entorno- inferencias productivas con preferencia a las
improductivas.

Estará usted preguntándose sobre qué clase de cosas debe empezar a


concentrarse en esta segunda fase del empleo del Principio de la Maxi- Mente.

Tal como ya dije, si quiere empezar simplemente por convertirse en una persona
más optimista, y si se inclina por lo visual, puede concentrarse simplemente en una
imagen feliz. O, si se inclina más por las palabras podría tratar de leer y releer uno o
más de los pasajes siguientes, y de pensar metódicamente en ellos. Yo le recomendaría
que eligiera uno relativamente breve y dedicara de diez a quince minutos a evaluarlo y a
ver como puede relacionarse de manera personal con usted. Si elige uno que de algún
modo se relaciona con su sistema personal de creencias, será más probable aún que
empiece a experimentar una actitud más positiva.
Para los lectores que encuentren en la Biblia una orientación positiva, he aquí
una breve solución:

Una mirada benévola alegra el corazón; y una buena noticia conforta los huesos.
Panal de miel son las palabras amables; dulzura para el alma y medicina para los huesos.
El corazón alegre es buen remedio; el espíritu abatido seca los huesos.

Proverbios, 15:30; 16:24; 17:22

Por lo demás hermanos, haced objeto de vuestra consideración todo lo que hay de verdadero, honorable,
justo, amable, virtuoso y digno de encomio.
Filipenses, 4:8

Alabad a Dios en su santuario;


Alabadle en su augusto firmamento;
Alabadle por sus magnas hazañas;
Alabadle por su inmensa grandeza;
¡Todo lo que respira alabe al Señor!
Salmo 150:1-2,6

Y en la Sabiduría de Ben Sira o Eclesiástico, encontramos:

No te dejes llevar por la tristeza,


no te abandones a pensamientos negros.
La alegría del corazón es la vida del hombre,
el contento es lo que alarga los días…

Puede ser que a alguien le atraigan las palabras de la más antigua autoridad del
pensamiento positivo, Norman Vincent Peale. Todas las citas que siguen son de El
poder del pensamiento tenaz:

Formúlate y estampa indeleblemente en tu mente una imagen mental de ti mismo


triunfando. Mantén con tenacidad esta imagen. No permitas que jamás se desvanezca.
Tu mente intentará cultivar esta imagen. Jamás pintes en ti mismo fracasando; jamás
dudes de la realidad de la imagen de la imagen mental…
Diez veces al día repite estas dinámicas palabras: “Si Dios con nosotros, ¿quién
contra nosotros?” (Romanos, 8:31) (Interrumpa ahora la lectura y repítalas YA, lenta y
confíadamente.)
Piensa que para todo problema hay una solución…
No pidas cada vez que rezas, afirma, en cambio, que las bendiciones de Dios están
derramándose, y dedica la mayor parte de tus oraciones a la acción de gracias…
Durante las próximas 24 horas, deliberadamente, habla con optimismo de todo, de
tu trabajo, de tu salud, de tu futuro. Haz el esfuerzo de hablar con optimismo de todo.
Te será difícil, ya que posiblemente tu hábito es de hablar con pesimismo. De este
hábito negativo debes apartarte aunque te exija un esfuerzo de voluntad…Debes
alimentar tu mente tal como alimentas a tu cuerpo, y para que tu mente este sana debes
alimentarla con pensamientos sanos y nutritivos. Por consiguiente, empieza hoy mismo
a cambiar tu mente de una manera de pensar negativa al pensamiento positivo… Haz
una lista de tus amigos para determinar quién de ellos es el más optimista, y cultiva
deliberadamente su amistad. No abandones a tus amigos negativos, pero durante un
tiempo intima más con los que tienen un punto de vista positivo, hasta que hayas
absorbido su espíritu; entonces, puedes volver a frecuentar a los amigos negativos y
ofrecerles tu flamante pauta de pensamiento, sin aceptar su negativismo.

El reverendo Robert Schuller es un exponente más reciente del pensamiento


positivo. He aquí algunos pensamientos suyos tomados de su libro Es posible para que
medites sobre ellos cuando pases a la segunda fase.

¡Tu imaginación puede transformar tu apariencia física! Imagínate con los ojos chispeantes,
el rostro resplandeciente y una personalidad radiante. Entonces mantén presente en tu mente esa
imagen, y te convertirás en esa clase de persona…
La belleza está en la mente, no en la piel. Porque si eres tan bello, o tan feo, como crees que
eres. Si te imaginas que eres agradable, amistoso, alegre y de personalidad chispeante, tu
imaginación te convertirá exactamente en ese tipo de persona.
Comienza hoy a ejercitar esta imaginación positiva. ¡Descubrirás que los músculos de la
sonrisa se te fortalecen tanto que tu aspecto facial se fortalecerá realmente!...

¡Dios nos ha diseñado a cada uno como individuos únicos, y nos ha concedido el equipo y
las oportunidades para triunfar!...

Tu vida no es un azar, ni eres tú una víctima de la muerte o del destino. Eres hijo de Dios, y
si Le entregas tu vida y te haces instrumento de Su voluntad, nada puede detenerte. ¡Tú
puedes!...

El éxito no es lo opuesto del fracaso. Un corredor bien puede llegar el último, ¡pero si bate
su propio récord, es un éxito!

Los super-triunfantes conocen el secreto. El éxito sólo se mide por lo que uno es, no por lo
que tiene. ¡Todos tienen dentro de sí el potencial para esa clase de éxito!

¡El pensador de posibilidades jamás dice que no a ninguna idea que tenga alguna
posibilidad para el bien!...

De todas las personas que viven sobre el planeta Tierra, no hay más que una que tenga el
poder, con su voto, de matar tus sueños ¡Y esa persona eres Tú! ¡Y también tienes el poder de
un voto vivificante y lleno de esperanzas, y que diga que sí a tus sueños!
Y de Sé feliz de ser amado

Tu libertad de elegir una actitud positiva es el único tesoro que Dios no permitirá que nadie
te arrebate.

Si no eres de naturaleza religiosa, recorre esta selección de enfoques positivos de la


vida.

No fue más que un alegre “buenos días”,


Cuando ella pasó por el sendero,
Pero dejó el día entero iluminado
Con la gloria de la mañana.
CHARLOTE AUGUSTA PERRY, “Buenos días”

Un solo pensamiento positivo pesa más ¿sabes?


Que veinte negativos
MATHEW PRIOR
“Epístola del pastor de Fleetwood”

No soy más que uno,


Pero soy uno,
No puedo hacerlo todo,
Pero puedo hacer algo:
Y porque no puedo hacerlo todo
No quiero negarme a hacer el algo que puedo hacer.
EDWARD EVERETT HALE,
“Poema para una sociedad solidaria”

Mirar hacia arriba, no hacia abajo,


Mirar hacia delante, no hacia atrás,
Mirar hacia fuera, no hacia adentro,
Y echar una mano
EDWARD EVERETT HALE, “Diez por uno diez”

Lo que quieras hacer habitual practícalo; y si no quieres que algo se haga habitual, no lo
practiques, y habitúate en cambio a hacer alguna otra cosa.
EPICTETO, “Cómo se han de combatir las apariencias de las cosas”
Todos se destacan en algo en lo que otro fracasa.
Poderoso ciertamente es el imperio del hábito.
La práctica es el mejor de los instructores.
Ningún hombre es feliz sino cree que lo es.
PUBLILIO SIRIO

En verdad, ¿qué hay que no nos parezca maravilloso


cuando tenemos por primera vez conocimiento de ello?
¿Cuántas cosas, además, no consideramos totalmente
imposibles hasta que han sido realmente logradas?
PLINIO EL VIEJO, Historia Natural, libro VII

Muchos golpes pequeños derriban grandes robles.


BENJAMIN FRANKLIN, El almanaque del pobre Ricardo

La felicidad humana no es hija de los grandes golpes


de buena suerte que rara vez se producen, sino de las
pequeñas oportunidades que ocurren todos los días.
BENJAMIN FRANKLIN, Autobiografía

Ha alcanzado el éxito quien ha vivido bien, reído


con frecuencia y amado mucho.
BESSIE ANDERSON STANLEY, Concurso de la revista
Brown Book, 1904

¿De qué sirve preocuparse?


Es algo que nunca valió la pena.
Embolsa, pues, tus problemas en tu viejo saco,
Y sonríe, sonríe, sonríe.
GEORGE ASAF, “Embolsa tus problemas en tu viejo saco”
Tours les jours, a tous points de vue, je vais de mieux en mieux. (Día tras día, desde
todos los puntos de vista de me va cada vez mejor).
EMILE COUE, (psicoterapeuta francés).

El mundo sería mejor y más alegre si nuestros maestros insistieran tanto en el deber de
ser feliz como en la felicidad de cumplir con el deber, porque es nuestro deber ser tan felices
como podamos, aunque sólo sea porque ser nosotros mismos felices es un aporte sumamente
eficaz a la felicidad de los demás.
SIR JOHN LUBBOCK, Lord Abebury
“Los placeres de la vida”

FINALMENTE,…

Le sugiero que empiece por rezar o meditar durante diez o veinte minutos,
siguiendo los pasos necesarios para alcanzar la Relajación. Esta es la primera fase en el
empleo del Principio de la Maxi-Mente. Después, pase inmediatamente a la fase dos.
Escoja uno de los pasajes positivos citados –o algún otro que a usted le guste más- y
léalo varias veces. Piense en él y considérelo desde tantos puntos de vista como le es
posible. Procure determinar qué significa eso para usted, personalmente, y de qué
manera podría cambiar su vida y su manera de pensar para que coincidan más con esa
verdad. Dedique cinco o diez minutos a esta manera de pensar focalizada. Después
repita el proceso varias horas más tarde, el mismo día.

Cuando haya seguido este procedimiento durante un corto período, alrededor de


una semana, empezará a advertir un cambio sutil en su manera de pensar y de actuar.
Empezará a ver el lado más luminoso de la vida, y reaccionará ante los demás de
manera más esperanzada, optimista y estimulante. En pocas palabras descubrirá que se
está convirtiendo en una persona más positiva.

Para algunos lectores, quizás este sea el cambio importante que querían
conseguir en su vida. Dicho de otra manera, ustedes saben que han sido demasiado
negativos, y les bastará con sólo aprender a vivir el lado más luminoso de las cosas.
Pero hay muchas personas que persiguen más objetivos de transformación. A quienes
deseen ir más lejos en la incorporación del Principio de la Maxi-Mente a sus vidas, los
invito a que pasemos a considerar la forma en que es posible transformar, mejorándolo,
su bienestar emocional y físico.
5

Su salud al máximo

Cuando usted enferma, tiene ante sí múltiples alternativas terapéuticas. Puede optar
por no hacer nada, medicarse usted solo con fármacos que no necesitan receta, o
consultar con un médico. Hasta puede decidirse a ver un sanador. Sea cual fuere la
opción que elija el Principio de la Maxi-Mente puede ayudarle.

Pero no me interprete mal, soy sincero partidario de que consulte a un médico


titulado. La medicina actual es la mejor que el mundo haya conocido. Por primera vez
en la historia de la humanidad, podemos curar la neumonía, la sífilis, la gonorrea y la
tuberculosis. Los diabéticos pueden llevar vidas relativamente normales gracias a la
administración de insulina. La cirugía puede corregir traumatismos que de otra manera
serían fatales, y devolver la apariencia normal a personas desfiguradas. Es decir, que si
enferma, deberá consultar un médico formado en la tradición occidental, para poder
sacar partido de todas las pasmosas maravillas de la medicina moderna.

Así y todo, los modernos remedios de la ciencia occidental solo tienen éxito en un
25 por ciento de los casos que un paciente promedio presenta a un médico promedio. El
otro 75 por ciento de las dolencias, o bien son auto limitadoras –es decir que se mejoran
solas- o bien se relacionan con la interacción mente cuerpo.

En Occidente, la práctica médica se ha mostrado obstinadamente renuente a aceptar


que las interacciones mente-cuerpo pueden estar, como en el caso del estrés,
relacionadas con la causa y el curso de la enfermedad. De acuerdo con tal actitud, este
tipo de enfermedades caen en las “rendijas” entre los que pueden ofrecer los
tratamientos médicos y quirúrgicos por un lado, y la psiquiatría por el otro. Aún más,
incluso en las enfermedades que de hecho caen dentro del 25% que la medicina es capaz
de tratar eficazmente, la interacción mente-cuerpo tiene una parte de responsabilidad.

Para entender mejor que los aportes relativos de la influencia mente-cuerpo sobre la
enfermedad, consideremos durante un momento la medida en que ciertas dolencias
físicas pueden verse influidas por factores mentales.

El SIDA y la neumonía son causadas por partículas infecciosas tales como virus y
bacterias. Nuestro estado físico de inmunidad y otros factores que se utilizan para
combatir la infección pueden verse influidos por las interacciones mente-cuerpo y de
esta manera alterar la infección, pero el factor principal es, indudablemente, el agente
infeccioso con que se ve obligado a combatir el cuerpo.
La situación es diferente en el caso de los dolores de cabeza generados por la
tensión, con los ataques de angustia y sus síntomas –náuseas, vómitos, diarreas,
estreñimiento-, con el mal humor, el insomnio y las fobias. Todos esos achaques están
sometidos a la influencia de las interacciones mente-cuerpo.

HIPERTENSION
MIGRAÑAS DOLORES DE CABEZA
NEUMONIA ASMA TRANSTORNO DE ANSIEDAD
SIDA ULCERAS FOBIAS

POCO MUCHO

CONTRIBUCION DE LA INTERACION MENTE-CUERPO A LA SALUD

Otras enfermedades, tales como la hipertensión, las migrañas, el asma y las


úlceras pépticas tienen una relación no tan definida con esta interacción.

Por cierto que es sumamente difícil ser exactos en la determinación del grado de
influencia que tienen las interacciones mente-cuerpo sobre una enfermedad
determinada. En la medida en que tales influencias existan, el Principio de la Maxi-
Mente es sumamente provechoso. Así, en algunos casos el uso del Principio es en sí
mismo curativo. En otros, puede mejorar notablemente los síntomas. En otras
enfermedades, recurrir a él puede hacer que el paciente se sienta mejor, pero tendrá poca
influencia sobre el curso de la enfermedad.

Algunos trastornos en los cuales es útil recurrir al Principio de la Maxi-Mente


incluyen:

-los ataques de angustia.


-las fobias, incluyendo varios tipos de miedos invalidantes;
-el asma;
-diversos tipos del dolor corporal intenso;
-las migrañas;
-la alta presión arterial;
-la angina pectoris, o dolores en el pecho relacionados con el corazón;
-los trastornos inmunológicos;
-el dolor de espalda; y
-otras dolencias diversas relacionadas con el estrés.

¿De qué manera funciona el Principio de la Maxi-Mente? Primero, es menester


abrir las puertas al cambio mediante la Relajación, y después se ha de renovar la
“instalación” cerebral valiéndose de los métodos que describimos antes.

A los fines de este análisis, he separado algunos de los factores que operan en el
Principio de la Maxi-Mente en tres dominios: el del dolor, el de los trastornos
emocionales y el del estrés. Es importante que entienda usted algo más acerca de cada
uno de ellos antes de intentar mejorar su propia salud.

EL FACTOR DOLOR

El dolor es subjetivo, es decir que su experiencia reside literalmente en la mente.


El estado de ánimo de una persona, que incluye su creencia en la vulnerabilidad del
dolor, se encuentra, pues inexorablemente ligado a las sensaciones dolorosas. Por
ejemplo, si por alguna razón usted cree que va a empezar a dolerle alguna parte del
cuerpo, eso aumenta muchísimo las probabilidades de que realmente empiece a dolerle.

Pero esto no es todo. Así como nuestra actividad mental puede producir dolor,
también es capaz de aliviarlo. Y algunos medios eficaces de reducir o eliminar el dolor
corporal comienzan con el logro de la Relajación.

Consideremos un reciente estudio realizado por los doctores Andy T. Wilegosz y


JoAnne Earp, del Departamento de Medicina del Hospital General de Ottawa, Canadá.
Estos investigadores estudiaron a 106 pacientes, 63 mujeres y 43 hombres afligidos por
enfermedades del corazón y de las coronarias.

Como parte del estudio, los enfermos fueron sometidos a angiografías de las
coronarias, procedimiento que consiste en hacer radiografías de las arterias coronarias
para establecer si hay bloqueos u obstrucciones debido al endurecimiento de las arterias.
Los enfermos tenían los dolores de pecho característicos de la angina pectoris, y los
médicos querían estar seguros del estado exacto de los vasos sanguíneos del corazón.
Ninguno de los enfermos tenía bloqueos importantes en las principales arterias
coronarias. En realidad, se los clasificó como expuestos a muy bajo riesgo de muerte
por ataque cardíaco o ataques de menor gravedad. Sin embargo, seguían afectados por
dolores en el pecho que exigían atención médica.

Pocos días después de la angiografía los investigadores se pusieron en contacto


con esos pacientes –ya informados de que no sufrían enfermedad alguna en las
coronarias- y les hicieron una serie de preguntas para establecer sus creencias, formas
de comportamiento y expectativas en lo referente a la salud de su corazón y de sus
arterias.

Cuando se les preguntó cuál suponían era la causa de su dolencia, el 59% siguió
contestando que era un problema cardíaco. Otro 29% creía que en algún momento había
tenido un ataque cardiaco, aunque la mitad de ellos admitió que nadie les había dicho
jamás tal cosa. También pese a mostrar pruebas escasas o inexistentes de afecciones
coronarias, el 23% creía que había una elevada probabilidad de que entre los cinco y los
diez años siguientes, les aparecería una enfermedad cardiaca.

Aproximadamente, un año después los investigadores se pusieron en contacto


con estos pacientes para ver cómo les iba, especialmente en lo que se refería a los
dolores de pecho. ¿Qué descubrieron? Un cuarto de los pacientes estaba totalmente libre
de dolor y un 38% le habían disminuido los dolores. Por otra parte el 30% de los
pacientes tenía los mismos dolores que había sentido al comienzo del estudio, y un 7%
declaró que sus síntomas habían empeorado. Ninguno de ellos, sin embargo, había
sufrido ningún ataque cardiaco durante el año de seguimiento.

Finalmente, los investigadores compararon los síntomas dolorosos actuales de


los pacientes con las creencias y actitudes que habían expresado un año antes. De ello
resultó el descubrimiento de una clara relación entre la percepción que tenía el paciente
de su vulnerabilidad coronaria y el grado de dolor que sentía. Dicho de otra manera, que
los que un año después de la angiografía declararon que sus dolores no habían mejorado
eran también los que creían que habían tenido, o que iban a tener un problema cardiaco
grave.

Es obvio, pues que las creencias representan una diferencia importante en las
sensaciones dolorosas del cuerpo. Así como la creencia o la actitud pueden causar dolor,
nuestros procesos mentales también pueden reducir o eliminar las sensaciones
dolorosas. Y muchos tratamientos efectivos ponen en juego el uso de la Relajación y el
Principio de la Maxi-Mente. En los medios clínicos y hospitalarios, los médicos
recurren cada vez más a procedimientos que inducen la Relajación para aliviar el dolor.
Dichos procedimientos han tenido que satisfacer ciertas exigencias para quedar
establecidos como terapias válidas. Especialmente, las exigencias o pruebas son tres:

Test 1: Los cambios que produce la terapia propuesta, ¿son de suficiente


magnitud?

Si el dolor solo se puede reducir en un 10% mediante un determinado


procedimiento la terapia es de valor limitado.

Test 2: El procedimiento, ¿puede ser transferido de un marco hospitalario o de


laboratorio a un medio normal cotidiano?
Si una terapia requiere de un marco especial de laboratorio, o mucha supervisión
médica, no va a ser de gran utilidad para la persona promedio.

Test 3: La terapia propuesta, ¿será efectiva durante un tiempo relativamente


largo?

En general cualquier terapia que vaya a ser usada para reducir el dolor debe
poder mantener su eficacia a lo largo de muchos meses, e incluso años. Las soluciones a
breve plazo no son deseables, y por consiguiente puede ser más útil buscar mejores
terapias.

Cuando las técnicas para inducir la Relajación fueron probadas en función de


estas tres exigencias, los resultados fueron impresionantes. En una serie de
investigaciones que el doctor John Kabat-Zin realizó en la Universidad de
Massachusetts, un grupo de pacientes que sufrían dolores crónicos fue tratado durante
un período de diez semanas con recursos médicos ordinarios, sin mostrar ningún alivio
importante. A un segundo grupo comparable con el primero, se le impartió un programa
de meditación destinado a inducir la Relajación.

En esta investigación el grupo de meditación mostró un marcado alivio del dolor,


en tanto que el otro grupo no mostró ningún alivio significativo. De acuerdo con un
índice de evaluación del dolor ideado por los propios investigadores, los niveles de
dolor en el grupo de los que meditaban se redujeron en más de un 33% en el 72% de los
pacientes. Además, un 61% de ese grupo experimentó una reducción de más del 50% en
el dolor.

Los estudios de seguimiento que se hicieron pasados quince meses, demostraron


que la duración de los beneficios – en el sentido de reducción del dolor- obtenidos en el
grupo que practicaba la Relajación se mantuvo. Además las técnicas de la Relajación
que había aprendido este grupo eran transferibles al ambiente lugareño, donde los
pacientes practicaron la terapia por su cuenta, sin supervisión médica.

Otros estudios han demostrado que técnicas similares para obtener la Relajación
han producido espectaculares alivios del dolor de la cabeza, especialmente en los casos
en que éste es producido por tensión. También las migrañas y otros dolores de cabeza
de origen vascular obtuvieron cifras de alivio significativas. De paso, digamos que estos
investigadores se han centrado en diversos métodos diferentes para obtener la
Relajación y que no ha habido pruebas inequívocas de que alguna técnica sea superior a
las otras. En otras palabras, si quiere usted meditar usando oraciones cristianas, judías o
hindúes o concentrarse en frases o actividades no religiosas, por lo que se refiere a su
salud puede esperar esencialmente los mismos resultados, por lo menos en lo
relacionado con los beneficios directos de la Relajación.
¿De qué modo exactamente produce la Relajación este alivio de dolor?

He aquí una pregunta bastante difícil de contestar. Pero los investigadores están
estudiando varias explicaciones interesantes. Una hipótesis sugiere que la Relajación
libera endorfinas que suprimen el dolor. Otra se relaciona con la producción de ondas
alfa una vez alcanzada la Relajación, que al parecer intensifica la producción de las
lentas ondas alfa en el cerebro. Lo interesante aquí es que, generalmente el dolor
suprime la actividad alfa del cerebro. Cuando se obtiene la Relajación durante una
experiencia dolorosa, se restablece la actividad de las ondas alfa y, simultáneamente el
dolor se reduce o desaparece.

También el hecho de que el paciente crea que este tipo de tratamiento le dará
resultado contribuye a aliviar el dolor. Para acentuar el alivio el paciente debe seguir
creyendo que va a mejorar después de conseguida la Relajación. En muchos casos, esta
expectativa puede intensificarse si la persona cuenta con el apoyo y el consuelo de un
médico que la mantenga informada. A medida que las expectativas de mejoría van en
aumento, el alivio se hace mejor.

Brevemente dicho: el dolor disminuye a medida que se vuelven operativos otros


ingredientes adicionales del Principio de la Maxi-Mente. Las pautas, con frecuencia
profundamente arraigadas, que suelen ser la base del dolor no tardan mucho en alterarse
y tomar direcciones nuevas y el dolor sigue disminuyendo y en ocasiones, desaparece
por completo.

EL FACTOR EMOCION

Si usted tiene un problema emocional -o un problema físico arraigado en la


interacción mente-cuerpo-, la psicoterapia puede serle útil. Sin embargo, los
psicoterapeutas están probando cada vez la forma en que se pueden combinar los
métodos para obtener la Relajación con las técnicas terapéuticas tradicionales.

En las tradiciones religiosas orientales, y especialmente en el budismo, se


acentúa enormemente la importancia de la comprensión de la propia psicología. Esta
psicología, o Abbidhamma, abarca un complejo análisis de las operaciones de la mente
humana en lo referente a pensamientos, emociones y comportamiento. Los budistas
piensan que es importante entender de qué manera funciona su propia psicología
personal antes de intentar alcanzar estados de conciencia superiores. De modo similar,
en la tradición occidental muchas personas se vuelven hacia la psicoterapia para
alcanzar un mayor entendimiento de sí mismas. Creen que entonces podrán alcanzar
mayor equilibrio interior, más felicidad y satisfacción.

En el budismo, sin embargo, -a diferencia de lo que pasa con la psicoterapia


occidental-, la clave del entendimiento de la propia psicología ha sido la meditación.
Los meditadores budistas han aprendido que pueden abrir las puertas a los cambios en la
mente y en el cuerpo mediante varias técnicas de meditación, todas las cuales inducen la
Relajación. Una de ellas es la conocida como meditación de concentración. Otra forma
de meditación más avanzada es la que se llama meditación consciente.

Al estudiar las técnicas básicas para alcanzar la Relajación, hemos visto ya cómo
funciona la meditación de concentración. El método implica básicamente concentrar la
atención en una palabra, sonido, plegaria o frase, objeto visual o proceso respiratorio
que se repite. Entonces, cuando la mente se escapa hacia los pensamientos cotidianos, el
meditador desatiende pasivamente la intrusión y vuelve a centrar la atención en la
palabra, sonido o lo que sea el motivo escogido. De esa manera deja atrás el
pensamiento lógico y entra cada vez más profundamente en un estado característico,
que es el que designamos como la Relajación.

Por el contrario, con la meditación consciente el meditador se centra más en los


procesos emocionales y mentales que suceden dentro de él, de manera semejante a lo
que se haría bajo la orientación de un psicoterapeuta. Pero hay unas claras diferencias
entre esta forma de meditación y la psicoterapia. En la meditación consciente se
establece primero la conciencia de la respiración; es decir, se obtiene la Relajación. Una
vez conseguido este estado, uno comienza a observar objetivamente la procesión de
pensamientos e imágenes mentales que se suceden en su interior.

A diferencia de la meditación de concentración, pues la meditación consciente


permite que la atención se desvíe de la palabra, frase u otra actividad repetitiva escogida
y que se desplace libremente de una percepción a la siguiente. En este caso no se
considera que ninguna sensación o pensamiento constituya una intrusión. Más bien,
cuando hacen su aparición en la mente, uno los observa de forma imparcial, en vez de
desatenderlos con calma, tal como haría en la meditación de concentración.

Alguien podrá suponer que la meditación consciente es muy semejante al


pensamiento normal o a la ensoñación, pero no es así. A diferencia de estas prácticas, la
meditación consciente está pensada para impedir que uno se entregue al contenido
mental de sus pensamientos. Más bien uno debe mantener la perspectiva de un
observador. Si realmente llega a perderse en sus pensamientos, es necesario
concentrarse una vez más en la respiración, en un esfuerzo por recuperar el punto de
observación objetiva desde donde iba siguiendo sus pensamientos, imágenes o
emociones.

Quienes tienen experiencia en estas formas de meditación terminan por ir más


allá de las imágenes y pensamientos específicos, y empiezan a reconocer pautas y
hábitos que influyen sobre lo que piensan y lo que hacen. Por ejemplo, si este tipo de
meditador se enfada, aprende a hacer frente a su enfado con objetividad. Primero, notará
el hecho de que está enfadado. Después, dejará de sentir “Estoy enfadado”, para adoptar
la actitud de un observador: “Hay enfado dentro de mí”. Mediante esta contemplación
de sus emociones a distancia, el meditador se pondrá en mejor situación para
entenderlas y manejarlas en forma constructiva.
Entre otras cosas, es frecuente que las personas avezadas en la meditación
consciente experimenten una intensificación en su conciencia perceptual de los objetos,
pensamientos y emociones. Esta mayor intensidad de la experiencia interior aporta una
mayor conciencia y nuevos significados a las ideas y los hábitos antiguos. Se acentúa
además la plasticidad o capacidad de cambio del cerebro, a la cual ya nos hemos
referido detalladamente. Y como resultado el individuo es capaz de manejar en forma
más eficaz y más creativa los datos que recibe del mundo exterior como de su propio
interior.

En todo este proceso de meditación hay un sentimiento de dejarse ir, que


describen con frecuencia los meditadores y otras personas con experiencia en asuntos
espirituales. En este intenso estado emocional se aflojan las trabas que el hemisferio
izquierdo impone a nuestra conciencia y a nuestras acciones. El proceso va acompañado
de una especie de indefensión o de vulnerabilidad, y de un tranquilizador sentimiento de
cercano y accesible bienestar. Las emociones que pueden haber estado bloqueadas o
suprimidas, como el miedo, el amor, el enojo y el júbilo afloran a la superficie. De
manera que al individuo le resulta mucho más fácil manejar.

Todo este proceso de meditación consciente puede ofrecer lo que se ha dado en


llamar un “libro elemental de psicoterapia”. Las puertas de la mente se abren a
intuiciones más profundas y creativas, y el camino está preparado para escapar de las
obsesiones, compulsiones o malos hábitos del pasado. La relación de este proceso
meditativo con las técnicas y los objetivos de la psicoterapia es evidente.

Por estas y otras razones, recomiendo que en el tratamiento de muchos pacientes


con malestares emocionales y físicos relacionados con el estrés se combinen la
meditación y la psicoterapia. Usted, como paciente en potencia, debe tener presentes
ciertos principios precautorios.

Ante todo, cuando combina psicoterapia y meditación uno está intensificando en


gran medida el poder de cambiar su cerebro y su vida. En otras palabras, al aumentar la
plasticidad de su mente, está abriéndose a importantes transformaciones. Al mismo
tiempo, si usted está haciendo psicoterapia se encontrará con que ya está recibiendo de
su psicólogo o de su psicoterapeuta, la ayuda de una especie de guía mental máximo.
Esa persona es esencial, y de ella le estarán llegando algunas influencias sutiles –y no
tan sutiles- que apresuran e intensifican los cambios que se producen en su interior.

Está claro que es sumamente importante que usted sepa quién es su psicólogo o
psicoterapeuta, y qué sistemas de valores intenta promover. Puede estar seguro de una
cosa: que en lo que se refiere a creencias y valores básicos, todo psicoterapeuta tiene un
punto de vista propio.

Tengo noticias de varios casos en que los psicoterapeutas estaban igualmente


dispuestos a favorecer el divorcio de un paciente como a salvar el matrimonio. El valor
principal que defendían esos terapeutas era el derecho del individuo a controlar su
propio destino y su potencial personal. Pero supongamos que el paciente tenga un
sistema de valores que insista en mantener la unión matrimonial, aunque eso signifique
hacer ciertos sacrificios que afecten a su potencial individual. Los valores del
psicoterapeuta y del paciente no deben entrar en conflicto. En tal caso, merced a la
intensificada susceptibilidad al cambio que se da en el paciente, podría que ser
prevalecieran los valores del terapeuta y que se viera socavado el sistema fundamental
de valores del paciente.

No estoy sugiriendo nada relativo a lo que ningún psicoterapeuta en particular


debe aconsejar a un paciente en determinada situación. Lo que digo es que es prudente
entender cuáles son los valores de un –o de una- psicoterapeuta antes de ponerse en sus
manos. Esta precaución es especialmente importante si está usted planeando abrirse al
cambio mediante alguna técnica de la Maxi-Mente.

Es tan importante tener muchísimo cuidado al tomar esta decisión como lo es el


que se ha de tener en la elección de la palabra o la frase que se va a utilizar en la
inducción de la Relajación. Tanto la frase meditativa como la filosofía de su guía mental
máximo deben tener raíces profundas en su propio y personal sistema de creencias
fundamentales.

EL FACTOR ESTRÉS

Las pruebas científicas tienden cada vez más a demostrar que las presiones y
tensiones de la vida pueden ejercer un influjo devastador sobre la salud emocional y
física de una persona. Como es obvio, hay una pronunciada interacción mente-cuerpo en
las tremendas influencias que puede tener el estrés sobre nuestra vida, y ya en mis libros
anteriores he documentado ampliamente estos efectos.

En un estudio sueco publicado en 1956, 159 pacientes que padecían dolores de


estómago durante por lo menos dos meses al año fueron sometidos a pruebas para ver
con qué se podría aliviar su molestia. Se los dividió en tres grupos el primero recibió un
fármaco muy popular, de venta bajo receta; el segundo un conocido antiácido de venta
libre, y el tercero un placebo. Pasado un período de tres semanas, todos los pacientes
experimentaron aproximadamente el mismo alivio, es decir, una disminución
aproximada de un 25% en la intensidad o la frecuencia de los dolores de estómago.

A partir de este estudio los investigadores concluyeron que la clave de la


disminución del estrés residía más en la fe del paciente en el tratamiento que en
cualquier especial valor curativo que pudieran tener las medicinas.

-A la mitad de la gente que viene a vernos quejándose del dolor de estómago no


podemos encontrarle nada –comentó uno de ellos-. Estamos empezando a pensar que el
problema es el estrés, que hay una interacción entre la cabeza y las tripas, y que si ese es
el caso, ningún antiácido en el mundo dará resultado.

Otra forma en que el estrés puede minar la salud es atacando los sistemas
inmunológicos. De hecho hay una nueva disciplina científica, llamada
psiconeuroinmunología, que ha llegado a hacer una síntesis entre la psicología, la
neurología y la inmunología. De acuerdo con un breve informe de la American
Asociation for the Advancement of Science (Asociación Norteamericana para el
Derecho de la Ciencia), las funciones inmunológicas pueden resultar dañadas en las
personas que se ven sometidas a diversos grados de estrés. Este grupo incluye a las
mujeres desgraciadas y separadas, y a los estudiantes de medicina que preparen
exámenes. Pero estos problemas inmunológicos se pueden anular practicando la
Relajación y las técnicas del pensamiento positivo. Todo esto ofrece nuevas pruebas de
que hay relaciones entre el estrés, el sistema nervioso central y el sistema inmunológico.

Las presiones internas y externas pueden provocar un estrés capaz de forzar en el


cuerpo manifestaciones emocionales y físicas. En términos más precisos ¿de qué
manera interactúa el estrés con el cerebro y con la mente?

Una explicación sugiere que ciertas partes del cerebro son el asiento de las
reacciones provocadas por la angustia. Es probable que estas zonas se sensibilicen
enormemente y se hagan más susceptibles a la excitación ante la repetida exposición a
presiones internas y externas.

Esta hipersensibilidad neurológica, que así se la llama, puede suponer un proceso


de encendido en los tejidos cerebrales, referido al fenómeno de estimulación repetida de
ciertas partes del cerebro, que produce la sensibilización de esas partes. Responden a
una estimulación menor, y con más intensidad a la estimulación normal. Así pues, la
exposición repetida al estrés y a diversas presiones activa los mecanismos de excitación
del cerebro y aumenta la probabilidad de excitación de maneras que son físicas y
emocionalmente debilitantes. Dicho de otra manera: algunos individuos cuyo cerebro ha
sido sensibilizado pueden ser más propensos a intensa angustia o ataques de pánico que
otros menos sensibilizados.

En el nivel biológico cuando se da este exceso de estimulación, las células


cerebrales tienden a valerse de más dendritas para responder a la estimulación. Con esos
cambios en el cerebro, la situación puede seguir empeorando. Se establecen nuevas
instalaciones o vías neuronales y el individuo se habitúa a reaccionar en forma excesiva
ante las diversas formas de estrés.

En los animales, se necesitan por lo general varias estimulaciones repetidas de


esta clase, producidas con intervalos menores de veinticuatro horas, para inducir la
respuesta de sensibilización y los consiguientes cambios en la estructura física del
cerebro. Y cuando la plasticidad de este mecanismo mental ha permitido bastantes
cambios, el aumento de la sensibilidad al estrés puede prolongarse horas, días e incluso
meses.

Pero no terminan aquí las cosas. Así como el cerebro puede cambiar de maneras
negativas como resultado del estrés, también puede volver a un conjunto de vías más
positivas. Los investigadores han encontrado que hay cierta tendencia a que la
hipersensibilidad del cerebro disminuya a lo largo de un período de días o meses,
siempre y cuando no haya más estimulación o estrés del mismo tipo que inicialmente
provocó el problema.

O sea que si está usted experimentando malas reacciones físicas o emocionales a


determinadas formas de estrés o presiones de su vida, es probable que deba hacer todo
lo posible por evitar durante un tiempo la fuente de tales presiones.

En ocasiones, la escapatoria o la huída son imposibles. E incluso si de hecho


evitamos diversas situaciones inductoras de presión y de estrés, es probable que estemos
descontentos de la rapidez de nuestra recuperación emocional y física. Para acelerar el
proceso, el doctor George Everly, de la Universidad de Maryland, aconseja usar como
terapia ciertas técnicas de Relajación.

Tal como él dice: “Solo recientemente, durante la última década, se ha


considerado a las terapias orientadas hacia la Relajación como intervenciones que
pueden tener un importante efecto terapéutico… La posibilidad de que algún día
descubramos que los trastornos producidos por la ansiedad y quizás otros que semejan
excitación, sean de naturaleza “biológica” no invalida en modo alguno, como tampoco
disminuye la aplicabilidad de intervenciones terapéuticas conductistas.

Lo que equivale a decir que el cerebro puede establecer vías e instalaciones


negativas como resultado de las tensiones de la vida. En un caso así, dentro de uno se
produce un cambio físico al sentir que sus angustias, preocupaciones y obsesiones van
en aumento y se expresan en el cuerpo como dolencias físicas. Un tratamiento para este
tipo de trastornos es conseguir la Relajación, y después usar el Principio de la Maxi-
Mente.

Vamos a ver ahora algunos ejemplos específicos en que el Principio de la Maxi-


Mente, sólidamente cimentado en la Relajación puede aliviar diversos problemas físicos
y emocionales. En el resto del libro me propongo incluir otros varios estudios de casos
que demuestran los efectos saludables del Principio de la Maxi-Mente. A esta altura, sin
embargo, me limitaré a referirme a unos pocos –e importantes problemas de salud para
cuya solución el Principio ha demostrado ser eficaz.

Primer problema de salud : Angina pectoris (dolores en el pecho relacionados


con el corazón). A lo largo de los siglos, las personas que padecen estos dolores han
encontrado alivio merced a diversos tratamientos, muchos de los cuales no parecen
haber tenido más relación entre sí más relación que el hecho de que los enfermos, y
muchas veces los médicos, estaban profundamente convencidos de que el tratamiento en
cuestión podía funcionar y de que había además una sólida relación médico-paciente.

En nuestra propia época estamos comprobando que la fe sigue siendo tan


poderosa como siempre. Cuando podemos combinar esa convicción con una técnica que
alivia el estrés, a menudo nos encontramos con que tenemos una solución que nos
permite reducir o eliminar los dolores de la angina. Un ejemplo excelente y sucinto de la
forma en que esto funciona se puede hallar en lo que le pasó a una de mis pacientes, que
describe de la siguiente manera su experiencia.

“Hace diez años, me diagnosticaron una angina. Desde entonces los dolores han
sido intermitentes, pero recientemente aparecieron con más frecuencia y mayor
intensidad. Hace más de un año, sentí dolores tan intensos en el pecho que me tuvieron
hospitalizada durante cuatro días. Desde entonces he seguido teniéndolos de forma
intermitente, hasta hace unos doce meses. En esa época comencé a practicar la
meditación dos veces al día, como me lo enseñó mi médico. La frase “Cristo ten
misericordia” me brinda un especial sentimiento de paz y consuelo. Mi fe ha sido la
fuente de mis fuerzas durante toda la vida.

A pesar de antecedentes muy graves de angina, hoy la paciente ya no sufre


dolores. Sigue utilizando medicación, pero menos que antes. En este caso, la mujer
abrió las puertas al cambio de su mente, y dispuso su vida de modo de favorecer una
nueva orientación de las vías inductoras del dolor.

¿Cómo sucedió esto exactamente? Ante todo, con sabia intuición, la paciente
decidió fundamentar su técnica meditativa en su propio sistema de creencias, es decir, la
fe cristiana. Durante esas primeras fases de práctica de la técnica se mantuvo, además,
en contacto conmigo, y al convertirme en su guía mental máximo pude ayudarla a
reforzar los cambios benéficos que estaban ya empezando a producirse en su mente. La
paciente no abandonó tampoco el tratamiento médico estándar.

Como sucede con muchos de estos problemas de salud, en el caso de esta mujer
no era realmente necesario que fuera demasiado específico en cuanto a pensar o
concentrarse exactamente en el cambio que quería que tuviese lugar en su mente y en su
cuerpo. No tenía que “visualizar” con precisión los cambios que quería. Lo único que
tuvo que hacer fue estimular el proceso de cambio confiando en sus creencias básicas, y
después seguir cuidadosamente el consejo de su médico. De este proceso se derivó
naturalmente la reducción de los dolores en el pecho.

Segundo problema de salud: Presión arterial alta. Hemos alcanzado un


considerable éxito clínico con el uso del Principio para disminuir la elevada presión
sanguínea. Uno de mis pacientes vino a consultarme con una presión muy alta y una
gran diversidad de otros problemas físicos y emocionales. Como muchas otras personas
tenía que superar una larga historia de instalación negativa en el cerebro.
Este hombre había llevado una vida bastante activa y atlética en su juventud,
pero al ir acercándose a los cuarenta empezó a tener problemas de salud.

Un día sintió un dolor súbito en el pecho e inmediatamente consultó a su médico,


quien le dijo que no le pasaba nada. El dolor reapareció, y el paciente volvió al médico,
quien volvió a decirle que no le pasaba nada, hasta que finalmente terminó por derivarlo
a un psiquiatra.

-El psiquiatra me sugirió que me fuera y me pasara unas cuantas semanas solo,
aislado de la gente –recordaba el hombre.

Como ya señalamos, evitar las estimulaciones o presiones que pueden producir


estrés o angustia puede ayudar a que las partes sensibilizadas del cerebro vuelvan a la
normalidad, y a que las enfermedades emocionales y físicas desaparezcan. Esta actitud
de aislamiento o retraimiento no funcionó en el caso de esta persona en particular, ya
que el paciente en cambio empeoró.

-Empecé a tener miedo de que un montón de cosas me anduvieran mal, y los


miedos iban en aumento, hasta que finalmente no podía entrar en un ascensor, ni
atravesar un puente o un túnel. Ni siquiera podía salir de casa si alguien no me
acompañaba. Me era imposible irme de vacaciones, con todos aquellos miedos…, hasta
miedo a volar, relata el hombre.

El paciente estaba acosado por múltiples fobias que lo aniquilaban. Y como


broche final, empezó a tener alta la presión sanguínea. Esta vez, preocupadísimo porque
su salud daba la impresión de ir cuesta abajo, consultó a otros médicos, procurando
encontrar un tratamiento eficaz. Cada uno le recetó diversos tipos de medicación, pero
eso era muy molesto. Por un lado, le producía efectos secundarios, y el hecho mismo de
necesitar medicinas lo ponía aún más inquieto y reforzaba sus temores de las posibles
consecuencias de estar sufriendo de presión alta. Y como a su vez los miedos le
elevaban aún más la presión, el hombre estaba atrapado en un círculo vicioso.

Finalmente, vino a nuestra consulta. Hicimos que siguiera con la medicación y le


preparamos un programa de meditación basado en su formación religiosa. Además, le
asignamos un guía mental máximo, un médico que podía vigilar su progreso.

-En menos de un mes me empecé a sentirme estupendamente –relata el hombre,


que por cierto no se “curó” de todas sus dolencias de la mañana a la noche.

Había necesitado veinte años para llegar al estado en que se encontraba cuando
vino por primera vez a nuestro consultorio, de modo que no podíamos esperar que con
una o dos sesiones quedara como nuevo. La verdad es que hace unos tres años que está
en tratamiento con nosotros, y durante ese tiempo, sus progresos han sido notables.

-He aprendido a tener conciencia de mis miedos, incluso cuando estoy


meditando, y con la maravillosa ayuda de (mi médico), he superado el 99% de mis
miedos.

Y continúa evocando que en los tres últimos años ha volado con cierta frecuencia
a California; ya no tiene dificultades con los ascensores, con los puentes ni con los
túneles, y puede viajar solo a casi cualquier parte sin ningún problema.

-En cierta época no podía siquiera ir con el coche a la visita médica si alguien no
me acompañaba –recuerda-, y ahora, ¡qué sensación estupenda tengo al ir solo, con una
gran sonrisa, conduciendo a cualquier parte! ¡Qué bueno es estar vivo!

La presión arterial se ha normalizado, y apenas sí necesita medicación.

Es obvio que esta es la historia de un éxito importante, pero no es un ejemplo


aislado. Hasta una persona con tantos problemas emocionales y físicos puede tener la
esperanza de lograr cambios significativos, e incluso espectaculares. El cambio no
requiere más que la decisión de seguir las sencillas rutinas que exige el Principio de la
Maxi-Mente.

Este hombre tomó una actitud mental de apertura que le permitió cambiar de
hábitos practicando la Relajación. Además se valió de técnicas meditativas que se
relacionaban con su sistema de creencias, bajo la supervisión regular de un director, en
este caso un médico de nuestro equipo. La presencia de un experto que simbolizaba la
esperanza y la posibilidad de recuperación de su salud física y emocional fue una
influencia positiva constante en su vida a medida que su salud mejoraba.

Tercer problema de salud: Fobias. Tal como lo muestra el ejemplo anterior, el


Principio de la Maxi-Mente puede ser muy eficaz para tratar fobias combinadas con
otras dolencias. A modo de variación sobre el tema, veamos ahora un ejemplo “más
duro” de fobia, que demuestra una aplicación clásica del Principio de la Maxi-Mente.

Miguel, un hombre de negocios que había logrado llegar al cargo de


vicepresidente principal de una gran corporación, se encontró de pronto ante una
situación bastante incómoda. En un reciente viaje de negocios a Europa, fue a comer a
un pequeño restaurante en París, situado en un sótano, y se encontró con un salón que
parecía un horno y donde tenía la sensación de que las paredes se le caían encima. No
había ventanas, y él estaba sentado de espaldas a la única entrada. El salón se fue
llenando cada vez más de gente, y la atmósfera estaba llena de humo.
De pronto Miguel, que siempre se había sentido ligeramente incómodo en los
lugares cerrados, sufrió un ataque grave de claustrofobia. El aliento empezó a
entrecortársele, sentía como si el estómago se le hubiera subido a la garganta, y sabía
que si no salía lo antes posible de aquel lugar, terminaría por desmayarse. Masculló
cualquier excusa, diciendo que se había olvidado de otro compromiso, se despidió a
toda prisa de la compañía y no tardó en estar en la calle, recostado contra un poste,
jadeante.

Después de aquella experiencia, se encontró con que la claustrofobia empeoraba.


No podía tolerar los ascensores atestados, y hasta le costaba ir en el asiento de atrás de
un coche si éste no tenía cuatro puertas. Como es obvio, el problema que se le estaba
creando podía complicarle la vida si tenía que cenar con colegas en restaurantes muy
cerrados, subir y bajar en ascensores, viajar en según qué tipo de coches o verse en
cualquier otra situación que le diera una sensación de encierro.

Consiguió terminar aquel viaje sin otras crisis de claustrofobia, pero cuando
regresó, inmediatamente le comentó el problema a un amigo íntimo que concurría a la
misma iglesia que él. Afortunadamente, el amigo conocía algunas de las técnicas
básicas del Principio de la Maxi-Mente, y aconsejó a Miguel que siguiera estos pasos:

-Ruega a Dios que te ayude a superar este problema.

-Después medita sobre un pasaje de las Escrituras, preferiblemente sobre uno que
sea importante para ti, aunque no es necesario que tenga relación con la claustrofobia.

-Pasados quince o veinte minutos de meditación, pídele a Dios que guíe tus ojos
hacia otro pasaje de la Escritura que se relacione de alguna manera con la buena salud o
hasta con el problema de la claustrofobia. Cuando lo encuentres concéntrate en él,
piensa en profundidad en él, e intenta encontrar de qué maneras prácticas puede
aplicarse al problema con que te ves enfrentado.

-Cuando te encuentres en otra situación de encierro, imagínate que el propio


Jesús está ahí contigo, brindándote consuelo y apoyo.

Miguel se mostró un poco escéptico porque nunca había intentado esta forma de
meditación y plegaria, pero como confiaba en su amigo, que ahora y en relación con
este problema se había convertido en su director espiritual, decidió hacer el intento.

Escogió la frase “Dios es amor”, tomada de la primera epístola de San Juan.


Después cuando empezó a buscar entre sus pasajes bíblicos favoritos alguno para usarlo
después de los veinte minutos de meditación, se quedó con unos pasajes del Salmo 139:
“¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia?... Si tomo las
alas de la aurora y si me retiro hasta el confín del mar, aun allí me guiará tu mano y me
asistirá tu diestra” (Salmo 139:7, 9-10).

Durante varios días Miguel siguió este procedimiento de meditación, que


encontró muy reconfortante, pero todavía estaba por verse frente a la prueba de cómo le
resultaría aquello en la práctica y no tardó en dársele la oportunidad.

Lo habían invitado a ir, en el asiento trasero de un pequeño coche deportivo,


hasta un restaurante situado en el último piso de uno de los edificios más altos de
Manhattan. Sabía que cuando subieran en el ascensor, todavía habría mucho
movimiento de gente por la hora punta. Ya llevaba varios días meditando y practicando
ejercicios para el cambio mental, y además recordaba el consejo de su amigo, de
imaginarse que Jesús estaba allí con él mientras iba en aquel diminuto coche y subía en
el ascensor atestado. Incluso añadió un pequeño toque personal, practicando sus
ejercicios respiratorios habituales y concentrándose en la frase “Dios es amor” mientras
se encontraba en aquellas situaciones de tensión.

Su recuperación resultó ser bien rápida. De hecho, sintió algunas punzadas de


angustia al entrar en el coche y después en el ascensor. Pero se había preparado a fondo,
y realmente creía que la técnica le iba a funcionar bien. Como resultado, se sintió
relativamente cómodo durante toda la velada.

Siguió practicando aquellas mismas técnicas durante varias semanas, y en todo


ese período logró combatir con éxito otras situaciones claustrofóbicas. Actualmente, su
equilibrio emocional ha vuelto a ser el mismo que tenía antes de aquella desconcertante
experiencia en París.

Como dije al comienzo de este ejemplo, el caso de Miguel es un ejemplo casi


clásico de cómo puede funcionar el Principio de la Maxi-Mente para combatir las
fobias. Aquella claustrofobia era un problema que aún no había durado mucho, e
indudablemente esa fue una de las razones principales de que pudiera liberarse tan
rápidamente de ella. Pero aún así necesitó motivación y disciplina para usar a
conciencia las diversas técnicas y no tardó en cosechar los beneficios. Si usted padece
alguna fobia u otro problema profundamente arraigado y que se remonta a muchos años,
es probable que tenga que seguir durante más tiempo el tratamiento, pero estoy
convencido de que en última instancia muchas personas pueden esperar ver al final el
mismo éxito que tuvo Miguel.

Cuarto problema de salud: Insomnio. En nuestra sociedad son muchas las


personas con dificultades para dormirse por la noche, especialmente a medida que se
hacen mayores. Con frecuencia, el problema es que nos creamos “circuitos mentales” de
preocupación: empezamos a pensar en algún problema o dificultad antes de irnos a la
cama, y después seguimos tocando esa “cinta mental” una y otra vez cuando nos
acostamos e intentamos dormir. La fatiga al final del día, combinada con la acrecentada
ansiedad provocada por el problema, a veces hace que nos sea imposible tranquilizarnos
y dormir.

Muchas personas encuentran que el solo hecho de inducir la Relajación en


posición de espaldas en la cama, es suficiente para quedarse dormidas en cuestión de
minutos, pero otras suelen estar tan agitadas cuando llegan a acostarse que no pueden
calmarse lo suficiente como para concentrarse en este tipo de pensamiento. Una
solución a este problema más grave, es habituarse a la meditación o a la plegaria durante
el día; esta práctica tiende a poner la base para una mayor facilidad de concentración del
pensamiento, y hace que sea más fácil dormirse por la noche. De esta manera,
estimulamos el cambio en las vías mentales que crean la ansiedad y nos mantienen
despiertos y el resultado es un sueño reparador.

Adriana, una profesional que ronda los cuarenta, había tenido problemas de
insomnio desde su adolescencia. Generalmente tardaba por lo menos treinta minutos, y
en ocasiones tres o cuatro horas, en quedarse dormida. Además se despertaba dos o tres
veces durante la noche, iba al lavabo y después volvía a acostarse, y a intentar dormirse.

Después de haber cumplido los treinta años, esta pauta se modificó.

-Solía despertarme por la mañana temprano, generalmente entre las dos y las
cuatro, y después tardaba una o dos horas en volver a dormirme – explica Adriana-. Y a
veces seguía despierta hasta la hora de levantarse, alrededor de las siete.

Su problema se vio agravado por el hecho de que durante aquel período tuvo dos
hijos y se encontró con que mientras eran pequeños tenía que despertarse muchas veces
para atenderlos. Y cuando el menor ya tuvo edad para dormir toda la noche. Adriana no
pudo romper el hábito de levantarse con frecuencia durante las horas de la madrugada.

Aquí tenemos un ejemplo del proceso de sensibilización que se produce en algún


momento en el cerebro. Adriana se volvió especialmente sensible al insomnio durante
este período porque su cerebro recibió una estimulación constante, tanto a causa de sus
antiguas tendencias a permanecer despierta por las noches como por la presión exterior
que le imponía ser madre de dos niños muy pequeños. Nuestra hipótesis es que sus
células cerebrales emitieron nuevos tentáculos que convirtieron aquella sensibilidad, y
el consiguiente insomnio, en una parte de su vida profundamente arraigada.

Afortunadamente, se decidió a recurrir a una técnica basada en la Relajación para


superar este problema. Buscó un médico que supiera como inducir la Relajación
mediante una técnica meditativa tal que estuviera arraigada en su propia filosofía
humanista de la vida. En su caso, escogió para la meditación unos pocos versos de uno
de sus poemas favoritos, y después de la práctica solía leer pasajes más largos de esos
mismos poemas, cuidando especialmente de que encerrarán un mensaje calmante y de
paz.
Su médico le animó a practicar de esa manera la Relajación por lo menos una
vez al día, y los resultados fueron asombrosos. En apenas una semana, Adriana se
encontró con que, incluso si se despertaba a las dos o a las cuatro de la mañana, volvía a
dormirse enseguida. Y hasta comprobó que no necesitaba levantarse durante la noche
para ir al lavabo, como le estaba sucediendo desde su adolescencia.

Ahora, -cuenta Adriana- mi mayor problema es seguir practicando diariamente la


Relajación. Es cierto que me cambia los hábitos del sueño, pero una vez que empiezo a
dormir bien, me descuido, es decir, dejo de dar prioridad a la meditación y me encuentro
con que otra vez duermo mal, y de nuevo resuelvo que tengo que practicar
regularmente, y así siguen las cosas.

Esta mujer puede ser un ejemplo excelente de cómo funciona el concepto de


sensibilización. Desde su juventud había venido ejercitando hábitos o pautas que le
dificultaban el sueño. En términos neurológicos, es bien probable que en ciertos sectores
del cerebro hubiera establecido dendritas o tentáculos que la hacían excepcionalmente
sensible al estrés y a las tensiones que la mantenían despierta.

Entonces empezó a abrirse camino por entre aquellas pautas negativas mediante
la Relajación, practicada bajo la orientación de un guía mental máximo, que era su
médico. Y ella misma reforzó su evolución mental en un sentido más positivo, con sus
lecturas poéticas.

No pasó mucho tiempo sin que las dendritas “sensibilizadas al insomnio” en su


cerebro se debilitaran, y el sueño se le hiciera más fácil. Pero al mismo tiempo, seguía
siendo susceptible a un regreso a las antiguas pautas, especialmente cuando – como ella
decía- “se descuidaba” y dejaba de practicar la Relajación y de emplear el Principio de
la Maxi-Mente.

Quinto problema de salud: Angustia. Se dice que vivimos en una época de


angustia, y de corazón coincido en que las presiones que continuamente nos
bombardean son una característica distintiva de nuestra época. Y lo más importante de
todo es que en realidad no sabemos cómo manejar estas ansiedades, y con gran
frecuencia nos dejamos dominar por ellas.

Pero hay una salida. En un caso bastante extremo, una mujer de setenta años me
contó que había tenido una larga historia de angustia que, en ocasiones, había llegado a
ser abrumadora e incapacitante, y que había intentando diferentes soluciones:

-El valium no hacía más que atontarme un poco, después recurrí a un terapeuta
profesional y participé en grupos de autoayuda… que me aliviaron un poco, pero no
tanto para llevar una vida soportable. Finalmente estaba viendo por lo menos un médico
por semana.
En definitiva, y como último recurso decidió someterse al tratamiento de un
médico que enseñaba técnica para inducir la Relajación, y eligió concentrarse en la
palabra hebrea shalom, que significa “paz”. Lamentablemente su larga experiencia de
angustia calaba tan hondo que no experimentó una mejoría rápida.

-Decir que quedarme sentada pacientemente procurando relajarme me era difícil


es quedarse cortísimo –relató-. Tengo que admitir que me llevó muchísimo tiempo, y
que en muchas ocasiones estuve pensando que todo eso era inútil, que no podía hacerlo
y que no me servía de nada.

Para empeorar las cosas, esta señora padecía tinnitus, afección del oído en que se
oye un continuo campanilleo, y que tendía a distraerla, impidiéndole concentrarse en la
meditación. Pese a todo, perseveró durante más de un año.

-Con determinación y constancia, y meditando tres veces al día, empecé a notar


que el pulso se hacía más lento –contó-, y además, me iba sintiendo menos angustiada.
¡Qué maravilla!

Desde su punto de vista, el cambio fue tan espectacular (ya no toma valium ni
ninguna otra medicación) que añade:

-Todavía no puedo creer que haya pasado por todo aquel sufrimiento, y que
ahora sea capaz de controlar mi ansiedad y mi impaciencia.

En la recuperación de esta persona fue un factor importante el guía mental


máximo, personificado por el médico. La paciente confió en el médico que le enseñó la
técnica de la Relajación que mejor se adaptaba a su sistema de creencias, y había
escuchado atentamente las explicaciones que él le dio sobre las probables causas de su
angustia. Pronto empezó a entender en qué forma la angustia iba cediendo ante los
cambios que iban produciéndose en su cerebro.

Al actuar después de que la Relajación hubiera abierto al cambio la mente de la


paciente, el médico fue educándola y enseñándole los beneficios prácticos que podía
conseguir en su vida. El resultado final fue un cambio importante.

Sexto problema de salud: Curación de recuerdos dolorosos. Aquí empezamos a


entrar en un territorio que, de hecho, es imposible de cuantificar científicamente. Sólo
contamos con los relatos en que personas cuyos recuerdos dolorosos han sido realmente
curados nos hablan de su alivio. Este efecto de curación de los recuerdos es, en muchos
sentidos, el objetivo de la psicoterapia. Un psicólogo o un psiquiatra guía a una persona
en un viaje a su pasado en busca de las causas de las perturbaciones y problemas que
han llegado a abrumarla. Con una mayor comprensión de su pasado, el paciente puede
seguir avanzando hacia la salud emocional.

El que cumple la función de guía en la curación de la memoria no siempre tiene


que ser un psicoterapeuta o psiquiatra titulado. De hecho, si los problemas no son
demasiado graves, es frecuente que otros guías no profesionales puedan desempeñarse
tan bien como los terapeutas calificados. Veamos ahora el caso de Arturo, un hombre
bastante joven que con frecuencia se sentía ligeramente deprimido y daba la impresión
de vivir continuamente bajo una nube que pesaba sobre su vida, aunque él no pudiera
identificar la causa de aquella sombra emocional.

Arturo era cristiano y creía firmemente en el poder de la oración. Pero no sabía


por qué la oración no llegaba a resolver sus problemas, por mucha que fuera la
frecuencia con que ofrendaba sus súplicas a Dios. Fue entonces a ver a un amigo,
también creyente, que le aconsejó ensayar una técnica meditativa valiéndose de un
versículo en la Biblia, “El Señor es mi pastor”, para concentrarse en él.

Con esa técnica, Arturo logró efectivamente la Relajación durante varias


semanas, y consiguientemente preparó su mente para cambios importantes. Cuando los
dos amigos se reunieron, el mayor, convertido ahora en el director espiritual de Arturo,
dio comienzo a la sesión con unos momentos de meditación y plegaria compartidos.

Con delicadeza, pero firmemente, el director empezó a estimular a su amigo para


que indagase en su vida anterior, procurando descubrir si no estarían en ella las fuentes
de la depresión y el letargo. Pasado un período de más o menos una hora, empezaron a
aflorar recuerdos durante largo tiempo reprimidos. Arturo había pasado por una forma
de “amnesia infantil”, que lo llevó a olvidar por completo algunos incidentes
traumáticos que le habían sucedido en edad preescolar. Específicamente, en varias
ocasiones había sido objeto de abuso sexual por parte de un muchacho mayor que él.
Fue entonces cuando se apagó la chispa en su vida, y apareció la tendencia a la
depresión y al letargo.

Con eso se le abrió la senda hacia la curación. Con el nuevo conocimiento de lo


que le había sucedido en aquellos primeros años. Arturo pudo enfrentarse en forma más
directa con su situación y valerse de otros recursos espirituales a los cuales le dio acceso
su fe. Por una parte, a instancias de su director espiritual, perdonó explícitamente al
muchacho que había abusado de él en su niñez, y además, rogó a Dios que le curase
aquellas heridas que habían vuelto a abrirse, de modo tal que pudiera empezar a llevar
una vida normal.

En el caso de Arturo, el recordar aquellos incidentes de su niñez no fue más que


el comienzo de un proceso que tardaría meses antes de estar siquiera próximo a
completarse. Pero aún así empezó a mostrar una mejoría gradual y constante en sus
actitudes y en su vida emocional.
Este tipo de ejemplos se ha repetido y sigue repitiéndose en sesiones de
orientación pastoral o de psicoterapia, y también en reuniones más informales entre
amigos. Cuando los procedimientos se llevan a cabo con la sensibilidad y la constancia
necesarias, se pueden obtener resultados positivos, independientemente de quién sea el
que asuma el papel de guía mental máximo.

En casos así, la mente se va abriendo al cambio mediante la práctica de la


relajación a través de la plegaria y la meditación. En ocasiones, como en el caso de
Arturo, es útil prepararse con una serie de sesiones de meditación durante varios días, e
incluso semanas, antes de hacer ningún intento de adentrarse más en los recuerdos
excluidos de la conciencia. Una vez que se haya completado ese proceso preliminar, y
que las puertas de la mente estén bien abiertas, las posibilidades de cambiar gracias al
Principio de la Maxi-Mente son asombrosas.

COMO RENOVAR NUESTRA PROPIA SALUD

Volvamos ahora a usted, a su salud emocional y física. ¿Tiene algún problema


que le preocupe? ¿Padece tal vez insomnio, o bien alguna forma de angustia o de fobia?
O quizás tiene dolores de cabeza intermitentes, o alguna otra molestia física. En ese
caso, y en la medida en que sus problemas de salud estén condicionados por sus
interacciones mente-cuerpo, el Principio de la Maxi-Mente puede serle sumamente
provechoso.

Una vez más, quiero dejar en claro que los tratamientos por medio de la
Relajación no son necesariamente sustitutivos de la medicina. En realidad, si usted está
en tratamiento médico, es muy importante que siga consultando a su médico mientras se
vale del Principio de la Maxi-Mente. Como es obvio, en estas condiciones su convierte
en un guía mental máximo. Es probable, que además de la Relajación o de alguna otra
técnica orientada al cambio mental, necesite usted de medicamento o incluso cirugía. En
ese caso deje que su médico decida si ha de cambiar o no la medicación que está
tomando; no intente tomar usted solo esta decisión.

Luego puede aplicar el Principio de la Maxi-Mente para ver si sus males físicos y
emocionales mejoran con ello. Si encuentra que todo va bien, lo más probable es que su
médico le reduzca o elimine la medicación prescrita. Pero aun si encuentra con que no
puede eliminar por completo los fármacos, es casi seguro que la incorporación del
Principio de la Maxi-Mente a su vida lo ayudará en alguna medida.

Ahora intentaremos aplicar el Principio de la Maxi-Mente a los malestares


emocionales y físicos que quizá estén causándole problemas. Como antes, debe empezar
por conseguir la Relajación.

FASE UNO
Paso 1: Escoja una palabra o frase breve que esté firmemente arraigada en su
sistema personal de creencias.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire lenta y naturalmente y, mientras exhala, concéntrese en repetir la


palabra o frase escogida.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva y no se preocupe por lo bien que lo esté
haciendo. Cuando acudan a su mente otros pensamientos, dígase para sus adentros: “Ya
está bien”, y vuelva pacientemente a la repetición.

Paso 7: Continúe así durante diez o veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica durante una o dos veces al día.

FASE DOS

Ahora que su mente se ha abierto a cambios benéficos, es importante que durante


diez o veinte minutos empiece exponerse a informaciones e ideas orientadas hacia la
salud. He aquí sobre las cuales puede concentrarse usted en esta del Principio de la
Maxi-Mente. Como es obvio, tendrá usted que elegir un pensamiento que concuerde con
aquello que usted cree, o con lo cual se siente más cómodo.

Inútil es que adelantéis el despertar,


retraséis el descanso y comáis pan de fatiga,
¡que El colma a su amado mientras duerme!
Salmo 127:2

El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?


El Señor es la muralla (refugio) de mi vida; ¿de quién he
de atemorizarme?
Salmo 27:1

Pero para vosotros los que teméis Mi nombre, saldrá


el sol de justicia y traerá la curación en sus alas; y avan-
zaréis y saltaréis como becerros de la manada.
Malaquías 4:2 (NASB)

No tengáis inquietudes sino, orando, suplicando y


dando gracias en todo, presentad vuestras súplicas al
Señor. Y la paz de Dios que supera toda imaginación
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús.
Por lo demás hermanos, haced objeto de vuestra
Consideración todo lo que hay de verdadero, de hono-
rable, de justo, de puro, de amable, de virtuoso, de digno,
de encomio…
Filipenses, 4:6-7 y 8

Todo surge y todo pasa. Cuando esto veas, estarás


por encima del sufrimiento. Este es el camino resplande-
ciente.
EL BUDA

Dadme salud y un día, y volveré ridícula la pompa


de los emperadores
RALPH WALDO EMERSON, Nature

Mi larga enfermedad
De salud y vida comienza ahora a curarse…
WILLIAM SHAKESPEARE, Timón de Atenas

Algo bello es un placer eterno:


Cada vez más adorable, no se hundirá
Jamás en la nada: nos brindará siempre
La quietud de un cenador, y un sueño
Pleno de dulces sueños, y salud, y tranquilo aliento.
JOHN KEATS, Endimión

… pide a ese Algo que entre en ti. Limítate a decirle “Seas quién fueres o lo que
fueres, entra ahora en mí y ayuda a la naturaleza (que hay) en mi cuerpo a reparar este
hueso, y sin pérdida de tiempo. Gracias, creo que lo estás haciendo”. Entonces, hazte
una imagen mental de la pierna curada. Cierra los ojos para verlo así, el hueso
reconstruido y la carne fuerte y perfecta a su alrededor. Y haz como si vieras una
especie de luz que brilla y arde e inunda toda la pierna de arriba abajo…

Dios hizo, antes que nada, la luz. Entonces el Espíritu de Dios se movió sobre la
faz de las aguas, como nos dice el historiador, haciendo todo lo que puede por expresar
con las palabras de que dispone verdades que ni siquiera nuestra moderna expresión
“espacio interestelar” formula en forma adecuada.

Por consiguiente, estamos hechos de energía, no de materia sólida e


impenetrable. Las sustancias químicas contenidas en el cuerpo –el “polvo de la tierra”-
viven por acción del soplo de Dios, de la energía primaria, de esa fuerza originaria a la
que llamamos Dios. Por ser así, no es en modo alguno extraño que cuando
establecemos una relación más íntima con Dios en la plegaria, hayamos de recibir vida
más abundante, en la forma de un fluir incrementado de la energía.

AGNES M. SANFORD, The Healing Light

…superar el pánico es una parte esencial de cualquier programa de


recuperación de una enfermedad grave. Hay una tendencia notable, especialmente si la
enfermedad se prolonga, a esperar lo peor. La confianza, una decisión profunda, una
disposición alegre, la risa y la voluntad de vivir son buenos agentes condicionales, cuyo
valor no hay que subestimar jamás. Como mínimo incrementan el valor del tratamiento
médico que recibimos…

La actual investigación científica de los beneficios fisiológicos de la risa bien


puede no ser abundante, pero es importante. William Fry, de la Universidad Stanford,
ha escrito un artículo muy instructivo, con el título de “Los componentes respiratorios
de la risa alegre”. Me imagino que se refiere a lo que se conoce comúnmente como risa
visceral. Como Emmanuel Kant, Fry afirma que la risa influye benéficamente sobre la
totalidad del proceso respiratorio.

Algunas personas, dominadas por una risa incontrolable, dice que les duelen las
costillas. Es posible que la expresión sea exacta, pero es un “dolor” que deleita, que
deja al individuo relajado casi al punto de desplomarse. Es también una especie de
“dolor” que a la mayoría de nosotros nos vendría bien sentir cada día de la vida. Es
tan específico y tangible como cualquier otra forma de ejército físico. Aunque sus
manifestaciones bioquímicas todavía están por ser estudiadas y cartografiadas
explícitamente, lo mismo que los efectos del miedo, la frustración o la cólera, son
igualmente reales.
NORMAN COUSINS, Anatomía de una enfermedad.

Aunque tenga remendados los pantalones, nunca tengo tristeza en las tripas.

FINNLEY PETER DUNNE, Acción de gracias

Estas son unas pocas ideas que pueden ayudarle a comenzar a modificar sus
hábitos y sus pautas de pensamiento, y a echar a andar por una nueva senda en dirección
de una mejor salud. Claro que todo eso puede sustituirlo por lecturas, citas o imágenes
de su elección. Lo que importa es que se exponga a influencias benéficas, que
favorezcan su salud, inmediatamente después de haberse “abierto” mentalmente
mediante la práctica de la Relajación.

Pasemos ahora a otro dominio de la vida, el de la forma física, en el cual a


muchos nos vendría bien una transformación benéfica.
6

El secreto para ponerse en forma

Un cuerpo bien condicionado y capaz de un alto rendimiento ha llegado a ser, en


nuestra sociedad, un símbolo de logro personal. Un físico musculoso y bien formado –
como la capacidad de correr, nadar o practicar cualquier deporte durante horas, y no por
eso quedarse sin aliento- puede contribuir a convencerlo a uno de que es dueño de su
vida.

Con frecuencia un buen estado físico provoca comentarios:

-Por la forma en que se cuida Fulano debe valorarse mucho a sí mismo.

-¡Cómo me gustaría tener un cuerpo como el de ella!

-Anda como una persona muy segura de sí.

Para tener mejor apariencia física, los norteamericanos, en gran mayoría están
haciendo ejercicio y sometiéndose a dietas. En 1961, el Instituto de Sondeos Gallup
investigó el número de personas que hacían regularmente ejercicios físicos, y en aquel
momento una cuarta parte de los encuestados respondió afirmativamente. Para 1984, la
cifra había registrado un notable aumento: casi seis de cada diez adultos respondieron
que hacían ejercicio regularmente. Y en cuanto a los problemas de peso, alrededor de un
tercio de las norteamericanas entre los diecinueve y los treinta y nueve años
respondieron a la encuesta diciendo que hacían régimen por lo menos una vez al mes.

Pero aunque no ceje en su empeño de estar en forma, la gente no está satisfecha.


Un buen número de personas, tanto hombres como mujeres, siguen estando
disconformes con su altura, peso, tono muscular y con las proporciones de su cuerpo,
según se desprende de una reseña publicada en el número de abril de 1986 de la revista
Psichology Today. La mitad de los hombres y casi 6 de cada 10 mujeres, dijeron que no
estaban satisfechos con la región media del torso. En ese estudio más de un tercio de los
hombres y de las mujeres que respondieron dijeron estar insatisfechos con su aspecto
actual.
También es común que la gente se queje que no puede seguir un programa
regular de ejercicios o un régimen para bajar de peso. Es como si no tuvieran suficiente
disciplina, motivación, interés o tiempo.

En otros casos la gente que consigue empezar algo suele cansarse. Se aburren del
tipo de actividad deportiva que han elegido, y se les hace pesado seguir con ella. Otros,
especialmente, los que han llegado a cierto nivel en los deportes competitivos, se
frustran porque les parece que han llegado al límite de su capacidad personal. Ya no
pueden seguir avanzando en la práctica de squash o de tenis en su club, o no llegan a
vencer a un rival de fin de semana que siempre resulta mejor que ellos.

Afortunadamente, el Principio de la Maxi-Mente tiene respuesta para todos estos


problemas, ya que puede permitirle a uno:

-Establecer nuevas disciplinas para ponerse más en forma, aunque no haya


llegado a la conclusión de que ciertos cambios en sus hábitos físicos son importantes.

-Aumentar su capacidad de disfrutar de la actividad física o deportiva escogida.

-Mejorar su rendimiento en los deportes competitivos, ya sea en nivel de


aficionado o de profesional.

Como con cualquier otro cambio en las pautas de pensamiento, la transformación


de nuestra disciplina para estar en forma depende en primer lugar de nuestro sistema de
creencias básico. La práctica de la Relajación en el contexto de nuestras creencias más
profundas pueden influir directamente sobre los logros o las frustraciones en nuestras
tentativas gimnásticas o atléticas.

Un ejemplo del profundo efecto que pueden tener las creencias sobre la
experiencia deportiva se puede ver en el caso de un paciente sometido al “test de los dos
pasos”, de Masters, que consiste en que la persona sube a un escalón elevado o un
banco, primero sube un pie y luego el otro, y luego baja, primero el primer pie y
después el otro, repitiendo el procedimiento en una serie constante de pasos hacia arriba
y hacia abajo. El ejercicio tiende a elevar el ritmo cardíaco, lo mismo que las pruebas de
estrés que se realizan actualmente con esos modernos aparatos de los que el test de
Masters fue, en realidad, precursor. Antes, muchos médicos confiaban en el test de los
dos pasos para acelerar el ritmo cardíaco con el ejercicio.

El doctor Bernard Lown, que recibió recientemente el Premio Nóbel de la Paz


por su trabajo con Physicians for Social Responsibility (Médicos por la Responsabilidad
Social) realizó un estudio con un hombre a quien le aparecían los dolores de angina
pectoris cada vez que se sometía al test de los dos pasos de Masters. El doctor Lown
descubrió que a su paciente le aparecían los dolores cuando él llegaba a “cuarenta y
cuatro” en la cuenta que llevaba durante la práctica de la prueba. Como de costumbre, el
doctor empezaba a contar en alta voz cuando llegaba a “cuarenta”, y seguía con
cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres, cuarenta y cuatro”. Precisamente al
contar cuarenta y cuatro se producían los dolores.

Tras haber observado las reacciones del paciente, el doctor Lown decidió hacer
un experimento. Empezando contando cuarenta en voz alta cuando la cuenta real era
“veintiocho, veintinueve, treinta, treinta y uno, treinta y dos”. La cifra real no tenía
importancia. Cuando él decía “cuarenta y cuatro” en casi todos los casos al paciente le
empezaban los dolores.

Para investigar más a fondo el problema, en las pruebas sucesivas volvió algunas
veces a contar bien, de modo que cuarenta fuera verdaderamente cuarenta. En esos
casos, los dolores de angina no aparecían hasta que el médico no llegaba al verdadero
número cuarenta y cuatro.

Finalmente, en una ocasión en que el doctor Lown estaba haciendo la cuenta


falsa, el paciente le dijo:

-Doctor, o usted no sabe contar o me está engañando: sólo van veintiocho.

Después de eso, al paciente ya no le aparecieron dolores cuando el médico le


hacía la cuenta más baja.

Este sencillo ejemplo demuestra que la creencia puede tener poderosos efectos
sobre la experiencia deportiva. En términos médicos, el estudio que acabamos de citar
es un ejemplo del “efecto placebo negativo”. El hombre creía que al llegar al paso
número cuarenta y cuatro del ejercicio iba a tener dolores de angina y por supuesto que
los tenía. Si creía que ya había dado cuarenta y cuatro pasos, sentía dolores aunque la
cuenta real fuese diferente.

Este ejemplo tiene importantes consecuencias en lo que se refiere a


transformaciones positivas en la forma física que pueden cambiar la vida. Así como la
mente de hombre estaba condicionada negativamente para sentir dolor, usted puede
condicionarse positivamente para que le sea más fácil alcanzar la forma física que
desea.

Veamos ahora cómo puede realizarse esto mediante la aplicación del Principio
de la Maxi-Mente en tres importantes ámbitos: la adopción de nuevas disciplinas para
ponerse en forma; el conseguir que la actividad que ya está usted practicando le resulte
más placentera, y el mejoramiento de su actuación atlética o deportiva.
UNA NUEVA DISCIPLINA

Para la mayoría de las personas, sobre todo alcanzada una vez la edad adulta, no
es fácil iniciar un programa nuevo para ponerse en forma. A esa edad tendemos a
sentirnos cómodos con nuestras costumbres sedentarias, y se hace muy difícil romper
con los antiguos hábitos para iniciar otros nuevos, especialmente cuando la empresa
puede significar agujetas, músculos doloridos y otras incomodidades físicas.

Lo primero que tiene que tener presente quien esté planteando un nuevo régimen
de ejercicios es que probablemente necesitará lo menos un mes para obtener resultados
apreciables. Ese tiempo de transición se necesita, por lo común, para establecer en el
cerebro nuevas pautas de pensamiento que conformarán nuevos hábitos para el futuro.
Además, generalmente son necesarias dos o tres semanas para que el adulto sedentario
promedio empiece a recuperarse del dolor inicial proveniente de ejercitar músculos
relativamente inactivos.

En general, la mayoría de las personas que quieren poner en forma su sistema


cardiovascular recurren a las actividades de resistencia llamadas aeróbicas, tales como
caminar, correr, trotar, andar en bicicleta, nadar y quizás el esquí de fondo. En la
mayoría de los casos, el individuo escoge alguna de estas actividades y se dedica a ella
hasta que su nivel de forma física mejora en forma significativa. La marcha y la carrera,
que exigen relativamente poca destreza y un mínimo de equipamiento suelen contarse
entre las actividades más populares en este terreno.

Emplear el Principio de la Maxi-Mente durante esta fase de transición, y después


de ella, contribuirá enormemente a que la nueva disciplina o hábito deportivo quede
integrado en su comportamiento.

¿De qué manera actúa el Principio cuando está usted tratando de adquirir una
nueva disciplina para ponerse en forma?

Como siempre la Fase Uno requiere que se empiece por inducir la Relajación.
Con ello se abrirá usted a las posibilidades de hacer mejor uso de su hemisferio derecho.
Cuando el cerebro está así preparado, es más fácil transformar en sentido positivo
cualquier interferencia negativa del hemisferio izquierdo, como podría ser “Yo soy
constitucionalmente incapaz de ser deportista”.

A renglón seguido, en la Fase Dos deberá comenzar inmediatamente a influir


sobre el hemisferio izquierdo aportándole información benéfica, en la forma de
instrucciones e imágenes que promuevan los cambios que usted quiere obtener y lo
encaminen en la dirección de la disciplina deseada. De hecho, durante la Fase Dos
estará usted creando en el hemisferio izquierdo nuevas inferencias que lo renovarán
mentalmente, ayudándole a transformar su vida.
En ocasiones, algo semejante a esta secuencia en dos fases puede suceder aun
cuando un individuo no sabe nada del Principio de la Maxi-Mente. Recuerdo la
experiencia de Bárbara, una ejecutiva publicitaria de poco más de treinta años, que
inició un programa de natación mucho antes de la actual popularidad de los programas
para ponerse en forma. Ya nadaba razonablemente bien cuando empezó, pero eso no
habría bastado para mantenerla en marcha si ella no hubiera visto inmediatamente una
relación entre la actividad repetitiva de la natación y su propia necesidad de encontrar
alivio a la tensión producida por su trabajo en publicidad.

Desde que cumplió los treinta, había estado sintiendo la edad, como ella decía.
Había aumentado de peso y en general se sentía en mala forma, tensa y apática. Aunque
nunca había practicado ninguna forma de atletismo en serio, solía gustarle nadar, de
modo que decidió asociarse a un club local y ver si allí podía mejorar su forma física.

Esta nadadora en ciernes nada sabía del Principio de la Maxi-Mente ni, para el
caso, de la Relajación. Además no tenía ninguna postura teórica de autoayuda que le
sirviera para empezar a cultivar esta nueva disciplina deportiva. Lo más probable, si sus
primeras experiencias en la piscina le hubieran resultado incómodas, o sin interés, era
que hubiese abandonado el proyecto.

De hecho Bárbara tenía antecedentes de abandonar bruscamente su actividad


deportiva si no la encontraba inmediatamente satisfactoria. Había empezado a jugar al
tenis, pero lo había dejado enseguida porque le hacía sudar y acalorarse más de lo que le
gustaba, además no jugaba lo bastante bien como para mantener la pelota en
movimiento durante un tiempo apreciable. Después intentó aumentar el tiempo que
dedicaba a la marcha, pero al andar por el duro pavimento de la ciudad, donde intentaba
ejercitarse, le dolían los pies y las rodillas.

La natación resultó ser algo muy diferente, principalmente porque en ella acertó
a tener una experiencia sumamente positiva que ponía en juego el Principio de la Maxi-
Mente. Inicialmente, tropezó con algunas dificultades, tal como le había sucedido con
los otros deportes: no podía hacer más de cinco o seis largos en la piscina olímpica
donde practicaba. Los músculos de brazos y piernas se le cansaban demasiado para
seguir, le faltaba resistencia para hacer distancia. Pese a estas dificultades físicas, como
le gustaba mucho nadar, Bárbara empezó, sin darse cuenta, a practicar la Fase Uno del
Principio de la Maxi-Mente.

-Lo que realmente me gustaba de la natación, desde el comienzo mismo era el


hecho de que el agua fuese tan sedante –explicó-. Y también había algo en el
movimiento rítmico de los brazos y las piernas que me acunaba, llevándome a un estado
que no puedo acabar de explicar, pero que indudablemente era placentero y me relajaba
mucho.
Tenemos aquí un ejemplo de esa inefable vivencia del cerebro derecho, que se
produce con la inducción de la Relajación, y con la introducción del Principio de la
Maxi-Mente. Esa sensación se acentuó más a medida que Bárbara adquiría mayor
competencia en su deporte. Cuenta que después de haber estado nadando dos o tres
semanas, el número de largos de piscinas que podía nadar se duplicó, y después se
triplicó. Poco a poco su mente empezó a concentrarse principalmente en la brazada que
estaba dando. En particular, cuando iba nadando el primer largo, cada vez que el brazo
izquierdo entraba en el agua, Bárbara se decía “uno…uno…uno”. Y después repetía el
proceso mientras nadaba el segundo largo, esta vez diciendo “dos” cada vez que el
brazo izquierdo se sumergía en el agua.

Sin darse cuenta de lo que hacía, esta joven nadadora estaba usando como foco
de meditación el número de largo que estaba nadando. Ese foco, repetido una y otra vez,
al combinarse con el movimiento rítmico del cuerpo le provocaba la Relajación.

Bárbara no tardó mucho tiempo –unas tres o cuatro semanas- en descubrir que
periódicamente tendía a fusionarse con el agua. Tenía casi la sensación de estar
fundiéndose con las ondas que fluían suavemente a su paso. Varios otros concurrentes a
la piscina le comentaron que ellos también tenían esa vivencia, y esto reforzó sus
expectativas. Así que empezó a esperar, cada vez con mayor ilusión, este nuevo y
fascinante nivel de conciencia.

Bárbara se benefició también de otras formas de reforzamiento al alternar con los


otros nadadores que fue conociendo en la piscina. Después de nadar, era frecuente que
se pusiera a charlar con otros nadadores que esperaban para hacer sus largos de piscina.
Hablaban de técnicas de natación, del equipo, gafas para el agua o tapones para los
oídos, y del placer y la satisfacción que obtenían de aquel deporte.

Aquellas conversaciones acentuaban el interés de la joven nadadora por su


actividad. Tal como ella lo expresaba, “se sentía como si hubiera llegado a ser miembro
de un club nuevo y estupendo”.

Una vez más sin saberlo, estaba aplicando el Principio de la Maxi-Mente:


primero, en la piscina, inducía la Relajación. Luego se concentraba en la información y
en los conceptos positivos relacionados con la destreza que quería perfeccionar.

Bárbara jamás tuvo problema alguno con los antiguos impulsos de abandonar su
nueva disciplina, cosa bastante notable, ya que pasó por un período durante el cual tuvo
los músculos un tanto doloridos. Además las sesiones de entrenamiento le tomaban
generalmente entre una hora y una hora y media, desde que salía de su casa o de su
despacho hasta que regresaba.

Lo que tenemos aquí es, pues, un compromiso importante con una habilidad nueva,
un compromiso que se vio muy facilitado por la acción del Principio de la Maxi-Mente.
Las inferencias negativas de su hemisferio izquierdo acerca de los ejercicios cambiaron
en forma espectacular. Sólo más adelante pudimos definir con más precisión lo que
probablemente le había permitido iniciado y mantener con éxito aquella disciplina. En
la actualidad hace dieciséis años que Bárbara va a nadar entre tres y cuatro veces por
semana.
¿Qué se puede aprender de la experiencia de esta mujer, como de otras y otros
que finalmente han conseguido emprender alguna disciplina para mantenerse en forma?

Como es obvio, Bárbara estaba motivada. Sentía que estaba perdiendo su


apariencia juvenil y como la mayoría de nosotros, había tropezado con múltiples
dificultades en sus intentos de embarcarse en un programa de ejercicios. Sólo consiguió
el éxito luego de haber escogido un deporte que podía practicar en el contexto del
Principio de la Maxi-Mente.

De la misma manera, deberá ser emplear el método en dos fases para practicar el
Principio de la Maxi-Mente. Dicho de otra manera: empiece por inducir la Relajación, y
luego concéntrese en informaciones y conceptos tendentes a reforzar la disciplina a
iniciar.

Hay límites para las nuevas disciplinas de forma física que es posible establecer
mediante el Principio de la Maxi-Mente. Por ejemplo, los aspectos de la forma física,
que exigen una disminución de peso pueden requerir un esfuerzo considerable. Con las
dietas hay un problema importante, que se ha dado en llamar el “efecto yo-yo”, y que es
la tendencia de la persona a rebajar de peso para después volver a recuperarlo, y seguir
repitiendo el mismo proceso.

Por otra parte, si la reducción de la angustia es un factor importante en la


capacidad de adelgazar, entonces confiar en el Principio de la Maxi-Mente puede ser
muy útil y dar resultados duraderos. Puede que la angustia y las preocupaciones
contribuyan en forma significativa a su tendencia a comer en exceso, pero valiéndose
del Principio, usted puede reducir la angustia, haciendo así desaparecer un importante
factor que lo mueve a comer demasiado.

Sin embargo, los problemas de peso y otros similares suelen ser bastantes
recalcitrantes y requieren algo más. Entre otras cosas, le será útil tener una firme red de
apoyo para su programa. Por ejemplo, podría participar en un grupo integrado por
personas que tengan el mismo problema. Y si tiene un sistema de creencias sólido en
qué apoyarse, será mucho más fácil que alcance éxito en estos terrenos difíciles.

Arturo, un hombre de cuarenta años, quería rebajar unos siete kilos. No tenía un
gran exceso de peso, pero sí lo suficiente para que se le formará un antiestético rollo de
grasa en la cintura, que le hacía sentir mal consigo mismo. Por más que se esforzaba, no
podía perder peso. Sabía que la única forma de conseguirlo era comer menos, pero eso
le resultaba casi imposible, porque le encantaban los dulces y los postres.
Además, no tenía tiempo para participar en un grupo de personas empeñadas en
adelgazar, ni le interesaba hacerlo. En cambio, era profundamente religioso, no sólo
sentía que él quería librarse de esos kilos, sino que creía firmemente que Dios quería
que lo hiciera.

A diferencia de Bárbara, la nadadora, Arturo tenía bien claro cómo podía


ayudarle el Principio de la Maxi-Mente, de modo que empezó a practicar la Relajación
por la mañana, con sus oraciones. Inmediatamente después de los momentos dedicados
a la meditación, se concentraba en algún pasaje de las Escrituras que creía iba a reforzar
la idea de que debía adelgazar. Los que más le gustaban eran estos:

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habita en vosotros…?
I Corintios, 6:19

…ofreceos a Dios como resucitados de entre los muertos, y vuestros miembros como
instrumentos de justicia para Dios.
Romanos, 6:13

En su opinión no poder adelgazar era ofender a Dios. Por eso, como creía que era
muy importante vivir de acuerdo con sus principios y sus escrúpulos religiosos, estaba
muy motivado para hacerlo. Incluso llevó el tema a un grupo de discusión y de oración
donde concurría regularmente, y los demás participantes aplaudieron su resolución. Al
combinar sus períodos de plegaria y meditación con la cuidadosa consideración de
pasajes específicos de las Escrituras, Arturo consiguió adelgazar esos kilos en pocos
meses.

Como ya he dicho, los problemas de peso son muy difíciles de resolver, y el de


Arturo no era la excepción, pese a su fe y al apoyo que recibió de sus compañeros.
Durante los dos meses siguientes, volvió a aumentar casi tres kilos.

Sin embargo, después su peso se estabilizó y se sintió capaz de evitar los dulces
y otras cosas que podían hacerle engordar para mantenerse muy poco por encima del
peso deseado. Hasta podía rebajar un kilo extra de vez en cuando, al volver a
concentrarse en el uso del Principio de la Maxi-Mente.

Como veremos luego, cuando consideremos el uso del Principio de la Maxi-


Mente con las disciplinas espirituales, la relación entre los cambios producidos en el
cerebro y la fe religiosa es muy difícil –si no imposible- de describir científicamente.
Nuestra hipótesis es que lo sucedido con Arturo, como con muchos otros que han
conseguido éxitos similares, es que en el cerebro se crean vías para nuevas pautas de
acción. Arturo creó en su hemisferio izquierdo nuevas inferencias relativas a sus hábitos
de alimentación. Es imposible medir el ingrediente espiritual de este proceso, aún
cuando haya sido evidentemente un ingrediente importante en el logro de lo que se
proponía.

Creo que cualquiera puede usar el Principio de la Maxi-Mente con el fin de


mejorar su estado físico, incluida la pérdida de peso; pero ha de tener en cuenta que
quizá necesite algo más –que puede ser un grupo de apoyo- para reforzar su sistema de
creencias. En otras palabras, según la dificultad de la empresa, puede que necesite un
apoyo comunitario si desea superarla.

DISFRUTE DE SU PROGRAMA DE ACTIVIDAD FISICA

Incluso después de haber avanzado bastante con uno de estos programas puede
suceder que uno vuelva a sus costumbres sedentarias. Puede pasar que alguna lesión le
obligue a suspender durante u tiempo su actividad y pierda así el hábito de practicarla, o
bien que se aburra y decida que en realidad quiere descansar por un tiempo o intentar
algo distinto. Es muy posible que algo así le lleve a perder la disciplina que había
logrado.

¿Qué puede hacer para incorporar su nueva disciplina a su vida y no correr el


riesgo de perderla?

Una de las mejores “pólizas de seguro” a que puede recurrir es encontrar la


forma de hacer placentera esa actividad. En la sección anterior vimos como una
nadadora empezó a tener una vivencia casi mística de fusión con el agua. Ese era su
equivalente del “cielo del corredor” del que tal vez los lectores hayan oído hablar, o
incluso lo hayan sentido. En la mayoría de las actividades de resistencia que requiere el
movimiento regular y repetitivo de las extremidades es posible pasar por esa experiencia
cuasi trascendente.

Como ya señalamos, este tipo místico de experiencia atlética conlleva la


inducción de la Relajación, Un factor clave en ella es que la repetición de los
movimientos físicos de la carrera, la natación o el ciclismo continúa durante períodos
relativamente largos. La cadencia transporta a la mente más allá de las preocupaciones
de la vida diaria, hacia un estado de conciencia modificado, más trascendente. Una vez
experimentado este estado mental, en el cual creemos que la interacción entre ambos
hemisferios cerebrales es diferente, su carácter placentero bastará para que intentemos
repetir la vivencia, y eso puede ser una poderosa motivación para volver a una actividad
aeróbica, aunque uno haya tenido que dejarla durante un tiempo.

Recuerdo el caso de Horacio, un hombre a quien nunca le había gustado correr.


Tanto en la escuela secundaria como en la universidad se había visto obligado a
participar en actividades atléticas y correr tres o cuatro kilómetros diarios. Lo mismo le
había pasado con distancias bastantes largas, durante su servicio militar en la Infantería
de Marina, pero aún así, Horacio jamás aprendió a disfrutar de la carrera ni del jogging.

Al dedicarse a una carrera civil en el ramo comercial, hizo varios intentos de


iniciar un programa de jogging, sabiendo que para mantenerse en forma necesitaba
alguna forma de condicionamiento regular en una actividad de resistencia. Pero después
de dos o tres frustrados intentos abandonó el empeño.

Más adelante cuando a fines de los años setenta empezó el auge del jogging, leyó
una descripción del “cielo del corredor”, que lo fascinó porque él nunca había tenido
una vivencia así durante el tiempo, relativamente corto, en que sin entusiasmo alguno lo
había practicado en su juventud. En aquella época, siempre suponía que correr le
resultaría desagradable.

Empezó entonces a considerar el jogging con una actitud diferente. Además de


leer libros populares sobre el tema se sumergió apasionadamente en la lectura de
revistas para aficionados. Finalmente, decidió volver a intentarlo, y esta vez su
experiencia fue completamente diferente.

Gracias a sus lecturas, sabía que tenía que pasar un período de dos o tres semanas
para poner su cuerpo en condiciones y aumentar su resistencia. Entonces resolvió
practicar su programa de jogging durante un mes por lo menos, y descubrió que se iba
sintiendo más en forma, tal como lo había leído. Al final del primer mes, los músculos
doloridos y podía correr entre cinco y seis kilómetros sin quedarse sin aliento.

Observe usted lo que estaba sucediendo, este hombre combinó sus lecturas y
estudios sobre el tema con los aspectos repetitivos del jogging. Estos factores, unidos a
la creciente sensación de bienestar que derivaba de la actividad física, le ayudaron a
alcanzar una intensa convicción de que el jogging sería una actividad buena para él, y,
mientras seguía con su programa, continuó también leyendo sobre el tema.

Además descubrió que durante los entrenamientos pensaba continuamente en los


conceptos básicos del ejercicio que practicaba.

Era obvio que allí estaba actuando el Principio de la Maxi-Mente. Horacio podía
alcanzar la Relajación mediante el golpeteo regular de sus pies al ir recorriendo una
distancia de varios kilómetros. También, tanto mientras corría como antes y después, se
concentraba en ideas y pensamientos positivos relacionados con su ejercicio. Es decir
que estaba cambiando la forma en que estaba estructurado su cerebro. Nuevas vías
cerebrales estaban permitiéndole desarrollar hábitos nuevos y positivos para su forma
física. Horacio estaba suplantando las antiguas inferencias negativas del hemisferio
izquierdo por otras nuevas y más positivas.
No pasó mucho tiempo sin que experimentase el “cielo del corredor”, es decir, el
análogo del fenómeno de fusión del que hablaba Bárbara, la nadadora. Estas no son
vivencias que se tengan en cada entrenamiento, es posible que sólo se produzcan en
forma esporádica, pero la sensación de euforia ocurre con la frecuencia suficiente para
que el atleta aficionado insista en buscarla una y otra vez.

En el caso de este hombre, la primera vez que tuvo esta vivencia, fue después de
haber corrido, en uno de sus entrenamientos, unos seis kilómetros.

-Hasta ese momento- recordaba Horacio-, yo sabía que el que ponía la energía
para correr era yo. No sentía ninguna molestia y mi nivel energético era excelente. Pero
seguía siendo yo quien controlaba los movimientos de mi cuerpo.

Entonces, repentinamente, tuve la sensación de que me llevaban. Correr no me


exigía absolutamente ningún esfuerzo. Me sentía como si pudiera seguir eternamente.
Además tenía una sensación de unidad con los árboles y el agua que me rodeaban. Me
sentí realmente muy exaltado y feliz… eufórico sería la palabra justa. Ese día seguí
corriendo hasta unos diez kilómetros y ni siquiera entonces me apetecía detenerme.

Para Horacio fue una suerte haber tenido esa experiencia en ese momento,
porque más o menos una semana después se hizo una lesión grave jugando un partido
de baloncesto. Se rompió los ligamentos del tobillo izquierdo y tuvo que andar con
bastones e incómodamente enyesado durante más de un mes. Naturalmente, durante ese
tiempo no pudo seguir con su programa de jogging.

Muchas veces, cuando se producen accidentes así, la inevitable interrupción de


los ejercicios hace que el individuo pierda el hábito que tanto esfuerzo le costó adquirir.
En el caso de Horacio, estaba desesperado por volver a la práctica de su programa de
jogging. El día después de haberse quitado la escayola salió a caminar para así
fortalecer el tobillo y volver a su nivel anterior de condicionamiento. Lo interesante es
que casi no tuvo dolores musculares, cuando, unos diez días después, empezó a
practicar el jogging. Y uno de los principales factores que lo movían a volver a su
programa de puesta en forma era el recuerdo acuciante de aquella euforia o éxtasis que
había sentido algunas semanas antes.

Para la mayoría de los corredores, el período de preparación preliminar puede ser


relativamente corto, ya que generalmente correr no exige demasiada destreza. Es decir,
que con frecuencia basta un período de tres o cuatro semanas para establecer la
disciplina y ponerse en situación de tener la vivencia de esa especie de éxtasis. En todo
caso, son importantes la repetición y una actitud pasiva de “dejar que la cosa suceda”,
tanto para adquirir y perfeccionar habilidades como para aumentar las probabilidades de
experimentar ese estado modificado de conciencia. Si ese es su objetivo, debe usted
evitar todo intento de forzarlo: la euforia se le dará si usted se limita a dejar que se le dé.
PARA MEJORAR SU CAPACIDAD ATLETICA

A medida que dedique más tiempo al programa de puesta en forma que haya
escogido, es posible que comience a interesarse por los aspectos competitivos de su
deporte. Quizá le interese medir su fuerza y su habilidad con las de otros, en diversos
encuentros y torneos, y eso le dará una oportunidad excelente de aplicar a su actividad
atlética el Principio de la Maxi-Mente.

En un nivel muy sencillo, también se han llevado a cabo estudios controlados


que demuestran que la Relajación mejora el tiempo de reacción refleja en individuos
normales. En un estudio realizado en 1980, las catorce personas cuyas reacciones
reflejas se controlaron pudieron reducir su tiempo reflejo total en 14,41 milésimas de
segundo después de haber practicado la Relajación durante cinco semanas, dos veces al
día.

En años recientes los atletas profesionales, lo mismo que los aficionados que
trabajan en serio, han tomado mayor conciencia de las dimensiones mentales de un
logro atlético importante. Diversas figuras cumbres del mundo deportivo se han anotado
en cursos en donde les enseñan a visualizar el partido, el juego o el golpe perfectos. Este
método conceptual, que es otra aplicación del Principio de la Maxi-Mente, les permite
alcanzar niveles de concentración superiores cuando están entregados a una actividad
competitiva. Y el resultado puede ser una mejora significativa en su actuación.

Un procedimiento eficaz empieza por inducir la Relajación. Luego, el atleta se


hace una imagen mental de lo que sería la expresión o actuación atlética ideal o
perfecta. Mediante este método, es frecuente que los atletas de máximo nivel logren
alcanzar un alto grado de serenidad interior y disposición antes de un partido o
competición. Finalmente, por medio de diversas técnicas de relajación, visualización o
imaginación pueden llegar a mantener ese sentido de equilibrio interior durante buena
parte de la competición.

Algunas de las mejores técnicas de alto rendimiento se pueden hallar en el tenis y


en otros deportes que se practican con raqueta. Estos deportes exigen un nivel de
habilidad y entrenamiento excepcionales, hasta el punto de que, entre jugadores de
categorías superiores, hasta una ligera variación en la ejecución de ciertos golpes puede
decidir entre el triunfo y la derrota. Se ha llegado a decir que en el tenis por lo menos la
mitad, y quizá incluso un 80% es mental.

Observar en las pistas a Chris Evert Lloyd y a Iván Lendl, dos de los campeones
mentales “duros” es un ejercicio instructivo. Lloyd y Lendl, son ejemplos especialmente
buenos porque al estudiarlos cuando la cámara enfoca sus rostros, a menudo dan la
impresión de encontrarse en un mundo particular propio. Ninguno parece estar
demasiado afectado por las distracciones o las influencias del mundo exterior, y
parecería que ambos se encontrasen en un estado casi meditativo.
En la jerga del tenis se suele decir que un partido jugado a alto nivel de pericia se
jugó “en la zona”. Como lo explicaba un artículo del New York Times del 5 de
setiembre de 1986, esta “zona” significa un estado mental “tan completo e intenso que
sugiere un estado casi semiconsciente de euforia, al que muchos atribuyen cierta
semejanza con la hipnosis, y que permite a un jugador o jugadora alcanzar su actuación
cumbre”.

Se trata de lo que los psicólogos llaman un estado modificado de conciencia, que


se caracteriza por una tremenda sensación de felicidad, intemporalidad, facilidad y
optimismo. Por lo común, los que están jugando en la zona realmente piensan que van a
ganar.

“En estos dos últimos años he jugado partidos en los que todo ha ido bien –
confió Chris Evert Lloyd a un reportero del New York Times -. Estás jugando en la
zona, por encima de tu cabeza, donde todo es como un sueño. Cuando juegas un partido
así, quieres seguir jugando”.

Tenemos, pues, un caso de alegría eufórica que han experimentado los


corredores, nadadores y otros atletas, pero con una diferencia: en este caso la euforia es
un factor clave para el triunfo y no solo un agradable derivado de la actividad atlética.
Es evidente que aquí actúa el Principio de la Maxi-Mente, cuando los jugadores
alcanzan un estado mental trascendente que produce una expresión superior de sus
habilidades atléticas.

Cuando se encuentran en ese estado, las ya bien aguzadas habilidades de los


atletas “dan todo de sí”, manifestándose tal como ellos lo habían preparado en su
cerebro mediante las sesiones de visualización y de práctica. También es muy
importante que estén entrenados en el uso de una actitud pasiva, en cuanto ese estado
mental les permite desentenderse pasivamente de las preocupaciones y las inferencias
que podrían producirles ansiedad e impedirles la acción.

Los atletas no profesionales tienen experiencias similares. Un jugador de squash,


tras haber estado jugando cuatro veces por semana durante un par de años, llegó a un
nivel de habilidad en el que se podía jugar largos rallies con excelentes rivales. En sus
mejores días, decía, tenía una sensación de andar flotando por las pistas.

-Casi parece como si no pudiera cometer ningún fallo-. Mi oponente me lanzaba


la pelota desde ángulos muy diferentes, pero de algún modo yo estaba siempre donde
tenía que estar, sabía instintivamente hacía dónde iba a ir su próximo tiro. Era casi como
si alguien o algo externo me moviera, con un mínimo gasto de energía. Uno de aquellos
días, cuando salí de la pista, me sentí durante una hora o quizá más, como si anduviera
flotando en una nube.
En esos casos, el requisito previo para la experiencia trascendente es un nivel de
preparación física y de pericia relativamente avanzado. Uno tiene que asumir el
compromiso de ponerse en condiciones, y necesita también cultivar un nivel de
habilidad atlética lo suficientemente alto como para hacer posible una actividad
prolongada.

Otra forma muy relacionada en que puede funcionar el Principio con los deportes
de raqueta es mediante otras técnicas de visualización durante el entrenamiento.
Geoffrey C. Harvey, maestro profesional de tenis en el Club de Badminton y Tenis de
Boston, enseña a sus alumnos a inducir la Relajación mientras aprenden a golpear la
pelota. Luego visualizan un golpe ideal mediante grabaciones de video y mímica. De
esta manera imprimen en su mente el concepto y la acción ideales para cada golpe.

Cabe preguntarse para qué sirve todo esto. Harvey sabe que la mente del jugador
se puede utilizar mejor en el proceso de entrenamiento, y que la mente es también la
peor enemiga de una buena actuación. Sus objetivos son, primero, “programar” la
mente, y segundo conseguir que ésta – y específicamente el hemisferio izquierdo del
cerebro, con todas sus angustias e inferencias y expectativas negativas – se haga a un
lado y deje que el cuerpo haga lo suyo.

Mariana, una jugadora de fin de semana, al descubrir este tipo de técnica,


descubrió que le ayudaba a mejorar notablemente su juego contra una de sus oponentes
más difíciles. Mariana, que se acercaba a los cuarenta y cinco, había comprobado que
con esta otra jugadora se quedaba atascada a cierta altura del juego. Típicamente, no
podía ganarle más que uno o dos juegos en cada set, en el mejor de los casos. Muchas
veces, la puntuación interna de los juegos era muy pareja, pero siempre Mariana se las
arreglaba para perder la mayoría de ellos. Por lo común, su oponente dominaba, o sea
que ella siempre se encontraba acorralada y jugando a la defensiva, intentando apenas
devolver los tiros que la otra mujer le colocaba con toda precisión.

Entonces decidió empezar a valerse de una técnica de meditación y visualización


muy semejante a la recomendada por Geoffrey Harvey. En la primera ocasión antes de
salir al campo se estuvo unos minutos en casa practicando la Relajación con meditación.
Después se imaginó como iba a ser el partido que estaba por jugar. Mentalmente, se vio
avanzando y retrocediendo por la pista, anticipándose a los mejores tiros de su oponente
y tomando la iniciativa ella de enviar sus propios lanzamientos fuera del alcance de su
rival. Cuando finalmente llegó a las pistas, siguió meditando antes y después de cada
tiro.

Los resultados fueron realmente asombrosos –comentó-. En vez de perder siempre


los juegos, vi que realmente, al final del primer set, yo estaba acorralando a aquella
muchacha. Íbamos a cinco fuegos iguales, era la primera vez que yo conseguía esto con
ello. Finalmente ella gano ese set, pero yo me di cuenta de que nuestra forma de
competir ya no sería la misma.
Es especialmente interesante que este fuera el primer intento de Mariana de usar el
Principio de la Maxi-Mente en las pistas de tenis. Aunque era su primera sesión
consiguió una mejoría espectacular en su juego. Durante casi todo el tiempo fue capaz
de quitar de en medio a su hemisferio izquierdo con su carga de ansiedades, dudas e
interrogantes, y de limitarse a dejar que su cuerpo avanzara y retrocediera como
flotando, por la pista. A veces tuvo la sensación real de saber hacia donde iría la pelota
antes de que su oponente la hubiera golpeado siquiera. Claro que también hubo
ocasiones en que sus técnicas de meditación le fallaron y volvió a su antiguo estilo. Pero
la diferencia que había notado al meditar en la pista era tan nítida que volvía
inmediatamente a la modalidad de la Maxi-Mente.

Aunque el cambio de sus hábitos se inició inmediatamente en el caso de


Mariana, muchas veces se requieren días y hasta semanas, para observar un progreso
significativo. En última instancia, y si nos atenemos a él, el Principio de la Maxi-Mente
debe elevar perceptiblemente nuestro nivel de juego en casi cualquier deporte.

También Samuel, un buen jugador aficionado de squash, dio un gigantesco paso


adelante en su juego como resultado de una técnica similar. Había llegado a dominar
algunos potentes tiros bajos en diagonal y rápidos, que le permitían vencer a muchos
oponentes que no eran lo bastante ligeros de pies. Cuando jugaba con otros más ágiles,
y más o menos a su altura; se daba cuenta de que su juego no era lo bastante variado
como para tener la seguridad de que les ganaría siempre.

Entonces Samuel se compró un libro elemental sobre las técnicas del squash.
Uno de los tiros que le interesaron en el volumen era una maniobra muy difícil, un tiro
de atrás, con efecto lateral. Desde la pared de atrás el jugador golpea la pelota para que
dé en la esquina de la pared frontal y luego rebote, rozando, en la pared lateral, pelota
imposible de contestar.

Samuel empezó por su sesión de meditación habitual para inducir la Relajación.


Inmediatamente después, se leyó y estudió los diagramas y la descripción de este tiro en
particular. Además se imaginó en la pista efectuándolo frente a un par de sus oponentes
más recios. Mientras lo pensaba, preveía los problemas que podría tener con la
ejecución de aquel tiro. De hecho, realmente ensayó mentalmente una cantidad de
jugadas, cada una de las cuales terminaba con este tiro nuevo y difícil, que estaba
empeñado en dominar.

Al día siguiente al llegar a la pista, continuó meditando y recordando


mentalmente cómo deseaba ejecutar el tiro, de modo que, cuando tuvo la oportunidad de
probarlo, estaba preparado. Le llegó un tiro difícil y bien colocado cuando estaba en el
fondo de la pista. Dando impulso a su raqueta golpeó la pelota dirigiéndola hacia la
pared lateral que tenía más cerca.
-Fue increíble-comentaba-. La pelota hizo exactamente lo que describen los
diagramas en el libro. Golpeó exactamente en el ángulo superior de la pared frontal y
luego cayó rebotando abajo en la pared lateral.

Es claro que Samuel no siempre hacía perfectamente ese tiro, que es demasiado
difícil para que un aficionado de nivel intermedio lo logre siempre de manera
impecable, pero desde el comienzo logró un alto porcentaje de tiros imposibles de
contestar. También se creó la reputación de ser un jugador cuyos recursos había que
tener en cuenta.

Sin embargo, esa forma de sacar partido del Principio de la Maxi-Mente no se


limita en modo alguno a los deportes que se practican con raqueta.

Freeman McNeil, el zaguero del equipo de rugby New York Jets, decía en el
Boston Globe del 10 de setiembre de 1986 que él confiaba en una práctica llamada
“endodinámica”, que según dice es una especie de fusión mística de pensamiento
positivo y reacciones físicas.

-Fundamentalmente, el concepto es el de la mente y el cuerpo –le dijo al


periodista-. Todo lo que ves, lo correlacionas con tu cuerpo. Yo estaré funcionando con
puro instinto, y mi cuerpo irá siguiendo lo que mi inconsciente vea en ese momento.

A veces, dice, cuando juega un partido, lo hace sin pensar lógica ni


analíticamente en lo que está haciendo.

-Es como repasar mis archivos (mentales) y limitarme a copiarlos –dice-. Ahora
es solo un sentimiento, en que ni siquiera vacilo. Simplemente lo sigo.

Experiencias como ésta son difíciles de formular con palabras. Ya sabemos la


razón de esto: McNeil y otros atletas que utilizan estas técnicas en gran parte están
tratando con experiencias del hemisferio cerebral derecho que, por definición, no son
fáciles de expresar verbalmente. Como los jugadores de squash y de tenis que hemos
considerado, lo que parece conseguir McNeil es, simplemente, “que la mente no
interfiera”.

Deja que sus movimientos corporales fluyan bajo la influencia del hemisferio
derecho y, cuanto más lo hace, tanto más graba en su cerebro esas pautas de acción y de
pensamiento, y tanto más condicionada queda su mente para actuar con eficiencia y sin
tropiezos en formas nuevas y más productivas.
Parece que es un sistema que también funciona en el béisbol. Bruce Hurst,
lanzador del Boston red Sox y estrella en las Series Mundiales de 1986, ha asistido a la
Sports Enhancement Associaton en Naples, Florida. Se dice que el instituto cuyo
motivo es fortalecer la confianza en sí mismos de los atletas, es la fuente de buena parte
del éxito de Hurst. El New York Daily News (27 octubre 1986) informaba “Te enseñan
a trabajar la imaginación y a centrarte en lo que tienes que hacer –dice Hurst-. Es como
lo que solía predicar John Wooden cuando decía a sus jugadores que se tendieran y se
pusieran a visualizar cómo pasaba la pelota por la argolla. Y para mí, todo lo que diga
John Wooden está bien”.

En todas estas situaciones, el proceso de transformación mental parece ser


sustancialmente el mismo. Es decir, está operando el Principio de la Maxi-Mente.
Primero, el atleta se pone en una actitud relajada y meditativa con la cual induce la
Relajación, con sus rasgos fisiológicos típicos, y luego visualiza, estudia o de alguna
otra manera se concentra en los cambios que quiere obtener en sus hábitos mentales o
de juego.

El doctor Armand M. Nicholi, psiquiatra de la Facultad de Medicina de Harvard,


empezó a trabajar con los jugadores de rugby profesionales del New England Journal of
Medicine, tras ponerse en contacto conmigo para hablar de nuestros estudios sobre la
Relajación, ideó “un método para preparar el equipo para las competiciones, del cual
varios jugadores dicen que los han mejorado mucho”.

Específicamente, un jugador puede ensayar mentalmente una determinada


jugada, y luego concentrarse con la que ejecuta con éxito en un partido. Por ejemplo, en
el último partido de la temporada 1983-1986, los Patriots tenían que ganar a los
Bengals de Cincinnati para conseguir el empate y quedar clasificados. A menos de dos
minutos de terminar el juego, entró un zaguero suplente que hasta ese momento había
estado visualizando la jugada, ¡y consiguió el ensayo del triunfo!

Un estudio realizado recientemente por el equipo del doctor Stephen M. kosslyn,


sobre como se forman y se usan las imágenes mentales indicó que todos podemos tener
algún tipo de imagen mental. Un pequeño porcentaje de personas alcanza un nivel
extraordinario. Más del 80% de las imágenes mentales son en color, en un 40% más o
menos, hay movimiento, y un 10% son imágenes que aparecen y desaparecen. Entre los
usos que se les puede dar están la toma de decisiones, la comprensión de las
descripciones verbales, el cambio de sentimientos, la auto motivación y el
entrenamiento para llegar a la cumbre en deportes.

Tengo la impresión de que aunque casi todos tenemos la capacidad de usar


técnicas basadas en la imaginación para mejorar, no la usamos tanto como podríamos.
El Principio de la Maxi-Mente, especialmente tal como se aplica a la práctica del
atletismo, ofrece una importante oportunidad de cultivar y afinar estas capacidades de
visualización, y también de mejorar significativamente nuestro estado físico.

Vamos a ver ahora algunas formas prácticas de hacerlo, tras haber visto cómo
otras personas, en diversas circunstancias sacaban partido de estas técnicas para adquirir
nuevas disciplinas, disfrutar más de su actividad deportiva y mejorar su actuación, es
hora de que usted mismo intente obtener tales beneficios.
Estúdiese y decida qué es lo que necesita mejorar (Primero, si padece cualquier
dolencia o tiene más de 35 años, hágase un examen médico completo). Si es una
persona completamente sedentaria, será mejor que mejor que empiece con un programa
de ejercicios moderado. O, si ya está en un estado físico razonable puede ser que llegue
a disfrutar más de su actividad deportiva. Finalmente, si practica de forma regular el
tenis, la natación o algún otro deporte con ánimo competitivo tal vez le interese mejorar
su rendimiento.

En todo caso, póngase un objetivo y empiece a introducir cambios provechosos


en su mente y en su vida. Analice lo que se propone hacer con su guía mental máximo.
Lo mismo que antes, empezaremos por inducir la Relajación en la Fase Uno del
Principio de la Maxi-Mente, para luego pasar a la Fase Dos, concentrando al hemisferio
izquierdo sobre la información y los conceptos claves para la organización de su
disciplina, que le ayudarán a establecer nuevas vías cerebrales para sus nuevas
habilidades.

FASE UNO

Paso 1: Concéntrese en una palabra o frase corta que concuerde con su sistema
personal de creencias. Ya hemos visto que un cristiano podría escoger las palabras
iniciales del Salmo 23, “El Señor es mi Pastor”, un judío “Shalom”; una persona no
religiosa, una palabra neutra como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos, a no ser que esté induciendo la Relajación mientras hace
ejercicios. A continuación encontrará una técnica para usar durante el ejercicio.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire lenta y naturalmente, y cada vez que exhale repita la palabra o
frase escogida.

Paso 6: Asuma una actitud pasiva, sin preocuparse por sí lo está haciendo bien.
Si interfieren otros pensamientos, dígase “ya está bien”, y continúe con la repetición.

Paso 7: Continúe así durante diez o veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces diarias.


FASE UNO ALTERNATIVA:
PARA USAR DURANTE EL EJERCICIO

Paso 1: Si es mayor de 35 años o padece alguna dolencia física, pida consejo a


su médico.

Paso 2: Póngase en forma, o sea que debe ser capaz de ejercitarse sin fatiga
muscular ni dificultad respiratoria durante por lo menos 30 minutos de actividad
sostenida (jogging, marcha o natación). O debe ser capaz de ejercitarse en forma
continua durante un tiempo equivalente en algún otro deporte.

Paso 3: Haga sus ejercicios de calentamiento habituales.

Paso 4: Mientras los hace, mantenga los ojos abiertos.

Paso 5: Fíjese en su respiración. Concéntrese en el ritmo de su respiración


mientras inspira y expira.

Paso 6: En el momento de la cadencia respiratoria o del movimiento que le sea


más cómodo, repita la palabra o frase escogido.

Paso 7: Mantenga una actitud pasiva. No se preocupe por si lo está haciendo


bien. Cuando se le ocurran otros pensamientos, limítese a decirse “ya está bien” y
vuelva a concentrarse en la respiración y en la palabra elegida.

Paso 8: Cuando haya acabado su sesión de ejercicios, use una rutina relajante
para normalizar su metabolismo.

FASE DOS

Una vez inducida la Relajación, dedique diez o veinte minutos a recorrer algunos
de los pasajes que siguen y vea cuáles se aplican mejor a los cambios que quiere
conseguir.

Quizás encuentre que, debido a sus intereses particulares, tiene que acudir a otras
fuentes para encontrar la palabra o frase que le sirva para concentrarse, o tal vez prefiera
visualizar la habilidad que desea alcanzar. No dude en pedir consejo a alguien en quien
confíe y que comparta su sistema de creencias. De cualquier manera aquí tiene algunos
pasajes para empezar.

¿No sabéis que sois templos de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si
alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois
vosotros, santo es.

I Corintios, 3:16-17

Para que la gente pueda ser feliz en su trabajo se necesitan tres cosas: deben ser aptos
para hacerlo, no deben trabajar demasiado, y deben obtener de él una sensación de éxito.

JOHN RUSKIN, Pre-


Raphaelitism

Esta es la ley del Yukón, que sólo prosperaran los fuertes.


Que sin duda perecerán los débiles y sólo sobrevivirán los aptos.

ROBERT WILLIAM SERVICE, The Law of the Yukon

Oh, excelente es tener la fuerza de un gigante; pero tiránico es usarla como un gigante.

WILLIAM SHAKESPEARE, Measure for Measure

… de la esperanza proviene la fuerza.

HOMERO, Iliada

Mi fuerza es como la fuerza de diez


Porque mi corazón es puro.

ALFRED LORD TENNYSON, Sir Galabad


Mi fortaleza y mi cántico es el Señor, y en mi salvación se ha convertido

Éxodo, 15:2

Más los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas;
correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.

Isaías,
40:31

Creo que el hombre no solo resistirá: se impondrá.

WILLIAM FAULKNER
Discurso al recibir Premio Nóbel en Estocolmo el 10/12/1950

Hay mayor grandeza en la resistencia que en la osadía; cansar a la fortuna hostil, no


dejarse amedrentar por dificultades, mantener el ánimo cuando todos lo han perdido, no dejarse
manchar las intrigas, renunciar incluso a la ambición una vez logrado el fin.
¿Quién puede decir que en esto no hay grandeza?

WILLIAM M. THACKERAY, The Virginians

… si al joven nadador se le enseña a creer en sí mismo y a confiar en su capacidad…


fisiológicamente no hay límite para lo que es capaz de hacer. Las desventajas son psicológicas,
falta de suficiente confianza.

… si al nadador se le da la inspiración suficiente, y está dotado de imaginación en


igualdad de condiciones, no hay límites para los resultados que pueda lograr.

… cuantos más kilómetros haga un nadador a lo largo de los años, año tras año, mayores
probabilidades de éxito tendrá, especialmente nadando distancias intermedias. A un organismo
fuerte y vigoroso no se llega por atajos ni caminos fáciles. Este poder constitucional solo se
puede construir, como en el caso de la fuerza muscular, mediante la aplicación inteligente del
trabajo, trabajo, entrenamiento y trabajo, ad infinitum. Es un tipo de condicionamiento que no se
puede comprar en forma de píldoras. En atletismo, el éxito y los logros, como todas las cosas
buenas de la vida, solo se compran con trabajo duro, sacrificio y disciplina.
R.J.H. KIPHUTH, Swimming (La natación)

Por qué hay que estar en forma

La investigación ha demostrado que.

La persona físicamente en forma es capaz de resistir la fatiga durante más tiempo que
quienes no lo están; la persona físicamente en forma está en mejores condiciones de tolerar el
estrés físico; el corazón de la persona físicamente en forma es más fuerte y más eficiente; y hay
una relación entre una buena disposición de alerta física, con ausencia de tensión nerviosa, y la
buena forma física.

PROGRAMA DE EJERCICIOS PARA ESTAR EN FORMA DE LA REAL FUERZA


AEREA CANADIENSE

Uno de los grandes principios del universo es el principio del equilibrio. Para funcionar
adecuadamente, todas las partes de nuestro mundo hasta las más minúsculas, deben hallarse en
un estado de completo equilibrio.

Lo mismo pasa con nuestro cuerpo.

El cuerpo humano es otra parte del universo pensada para que esté en perfecto
equilibrio. Hemos sido construidos de manera tal que necesitamos exactamente cierta cantidad
de ejercicio, no más ni menos. Necesitamos exactamente cierta cantidad de cierto tipo de
alimentos. Y necesitamos la cantidad exacta de sueño y de alivio de las tensiones y sobrecargas
de la vida… Donde hay equilibrio, hay un sentimiento de bienestar.

Los ejercicios aeróbicos son aquellas actividades que requieren oxígeno durante
períodos prolongados e imponen al cuerpo exigencias tales que le obligan a mejorar su
capacidad de administrar el oxígeno. Como resultado del ejercicio aeróbico se producen
resultados benéficos en el corazón, pulmones y el sistema vascular.

Pero en el centro de cualquier programa eficaz de ejercicios aeróbicos se encuentra el


principio del equilibrio… Investigaciones recientes han demostrado que a menos que una
persona esté entrenándose para una maratón u otra actividad competitiva, es mejor que se limite
a correr entre 20 y 25 kilómetros por semana. Si corre más, aumentará mucho el riesgo de
lesiones articulares y óseas, y otras molestias; por otra parte, si corre menos no llegará a
producir en el cuerpo el mejoramiento deseado.
Si corre usted más de 25 kilómetros semanales, no está corriendo solamente por obtener
una buena forma física y equilibrio emocional, con la buena salud y el buen aspecto que los
acompañan.

DOCTOR KENNETH H. COOPER


Programa aeróbico para un bienestar total

La mayoría de las personas con quienes he hablado me han dicho que correr las
beneficiaba psicológicamente. Esto no me sorprendió, pues hace mucho que a mí me sucede lo
mismo. Algunos de los beneficios son fáciles de describir: una sensación de mayor
concentración y energía mental, un sentimiento de agudeza mental. (Son cosas que no
necesariamente se advierten todos los días, ni cada vez que uno corre, pero que casi todo el
tiempo están allí) Como no es frecuente que nuestro lenguaje cotidiano describa tales
fenómenos, hay otros beneficios que son más difíciles de expresar.

Cuando uno ya lleva algunos meses corriendo, advierte invariablemente algunas


ganancias psicológicas notables: una sensación de calma y de poder, de ser dueño de la propia
vida. Los corredores hablan también de una adicción… y en cierto sentido es incuestionable que
la tienen. Es raro encontrar a un corredor, por más ocupado que esté, que piense en abandonar
su deporte. La verdad suele ser lo contrario, alguien que corra cinco o seis kilómetros por día –
mucho, si es sólo para estar en forma- terminará, inexplicablemente, por doblar o triplicar la
cantidad.

JAMES F. FIXX, El libro de la carrera a pie

Entre 30 y 40 minutos después (de haber empezado el ejercicio aeróbico), algunas


personas experimentan el fenómeno de la apertura. Empiezan a respirar más libremente, se les
ensancha el pecho y parece como si todo el organismo trabajase con más facilidad. Es una
sensación poderosa, maravillosa. Es como la sensación de que algo se despertara dentro de uno.

(Entre los) 30 y 45 minutos de correr… empieza a producirse la primera de las posibles


modificaciones en la conciencia. Son, generalmente, alteraciones sensoriales. Parece como si los
sentidos estuvieran más despiertos. Todos ellos responden: la vista, el oído, el tacto, el gusto, el
olfato y la disposición.

THADDEUS KOSTRUBALA, The Joy of Running

Como ya he dicho, éstas no son más que algunas posibilidades para concentrarse
al emprender un programa de este tipo. Es probable que después de un período de
oración y meditación usted quiera dedicar un tiempo considerable a leer material
referente al deporte o al programa de ejercicios que le interesa. Es, ciertamente, una
buena manera de ayudarse a renovar la instalación de las vías cerebrales que se
relacionan con el ejercicio y la buena forma física. Con este objeto puede leer alguno de
los libros sobre estos temas que seguramente encontrará en las librerías o en la
biblioteca de su barrio. Lo importante es empezar abriéndose mentalmente mediante la
Relajación, para luego iniciar la lectura de materiales que ayuden a que el cerebro
comience a incorporar esos cambios benéficos.

Un cuerpo en forma no es, sin embargo, más que parte de una vida de
satisfacción y equilibrio. A casi todos nos interesa igualmente, por lo menos, mejorar
nuestro rendimiento mental, y eso incluye la adquisición de habilidades intelectuales
nuevas y el afinamiento de las que ya poseemos. El Principio de la Maxi-Mente puede
ser una poderosa ayuda si lo orientamos al logro de tales objetivos.
7

El secreto para mejorar el poder mental

Prácticamente todos queremos sacar mejor partido de nuestra mente, y eso puede
significar una mayor capacidad de aprendizaje, más habilidad para resolver problemas,
creatividad u otras capacidades intelectuales.

Somos muchos los que hemos iniciado el estudio de un idioma extranjero, y


después de unas pocas lecciones lo hemos abandonado. Y somos muchos los que
seguimos tomando decisiones y resolviendo problemas laborales en el antiguo estilo,
aunque nos damos cuenta de que no somos tan eficientes como podríamos. ¿Y los que
nos enfrentamos con cualquier novedad diciendo que ya no estamos para adaptarnos a
las nuevas ideas?

El problema subyacente a muchos de estos atascos intelectuales y bloqueos


mentales es que con frecuencia nuestras pautas de pensamiento están aprisionadas en
formas ineficaces de afrontar problemas. Necesitamos nuevas intuiciones y enfoques
novedosos, pero la cuestión es cómo nos liberamos de nuestras propias restricciones
intelectuales. Una respuesta nos da la aplicación del Principio de la Maxi-Mente.

Para que vea cómo se puede disfrutar de un aumento en la disciplina intelectual y


de lo que globalmente llamamos “poder cerebral”, permítame contarle tres ejemplos
representativos tomados de mi propia experiencia clínica. Se centran en el mejoramiento
del trabajo académico, de la capacidad para escribir y de la eficiencia laboral diaria.

EL PODER MENTAL EN DISCIPLINAS ACADEMICAS

Con algo más de cuarenta años. Elena tenía una vida frenética y ocupada, no solo
como profesional de carrera sino también como madre de cinco hijos. Pese a todo,
quería retomar los estudios para obtener un título superior que le permitiría ganar más y
le ofrecería también mayores satisfacciones personales.

Pero también sentía que estaba sometida a demasiadas presiones, y le parecía que
no estaba manejando el estrés lo suficientemente bien como para afrontar una nueva
aventura académica y un cambio de carrera.
Sus problemas se complicaron con un diagnóstico de presión moderadamente
alta, como resultado del cual empezaron a administrarle medicación hipotensora.
Aunque la presión sanguínea disminuyó un poco, todavía no estaba en su nivel normal,
y le preocupaban también los efectos secundarios de la medicación, entre ellos una
sensación de fatiga y una incapacidad de concentración que le impedían sentirse bien
del todo.

Como sabía que el estrés puede ser causa de hipertensión, nos visitó para ver si
podíamos aportarle algún alivio sin usar más fármacos; esa le parecía la solución para
controlar mejor su vida y sus objetivos académicos.

A la entrevista inicial vino bien preparada, ya que había leído uno de mis libros y
estaba convencida de que la Relajación podía ayudarle a romper el círculo de angustia y
de estrés que estaba contribuyendo a su problema con la presión sanguínea.

-Este cambio no se produjo de la noche a la mañana- comentaría después-. Me


llevó tiempo y muchísima autodisciplina. En mi primera visita me enseñaron la
Relajación, además, empecé un programa para hipertensos en el hospital, y eso añadió
régimen y ejercicios a mi agenda diaria.

Desde su perspectiva actual, sin embargo, el principal factor de su mejoría ha


sido la práctica diaria de la Relajación, por la mañana y por la noche.

-Ya no me siento como si el tiempo me viniera continuamente pisando los


talones –dice Elena-, ni siento las oleadas de adrenalina, la constricción de los vasos
sanguíneos y el inevitable ascenso de la presión. En cambio me siento mucho más
tranquila y poco a poco la presión sanguínea se me ha normalizado.

Lo interesante es que su vida no tardó en plantearle más exigencias, no menos.


Durante su terapia con la Relajación, tomó la decisión de cambiar la orientación de su
carrera –un cambio que puede ser fuente de estrés para cualquiera – e inició estudios de
posgraduada.

Como resultado de las transformaciones internas que iba experimentando, se


sentía diferente. Cumplió con éxito las exigencias que le imponían sus estudios y no
tardó en aprobar sus exámenes. Además de la presión de los estudios, mantenía un
trabajo de dedicación parcial, y no había abandonado tampoco los rigores –ni, como ella
insiste en señalar, “las alegrías”- de la vida familiar.

Ahora que estoy cerca de los cincuenta, me siento vigorosa y tengo una intensa
sensación de bienestar –resume Elena-. Tengo una auténtica tranquilidad interior. He
descubierto una manera de calmarme durante las épocas de mucho estrés. Creo que es
una manera que siempre he llevado adentro, pero que estuvo dormida y latente durante
gran parte de mi vida adulta. El uso de la Relajación me ha dado un poder real y
efectivo de mejorar mi salud y consiguientemente, mi vida.

Elena constituye un ejemplo instructivo de cómo el Principio de la Maxi-Mente


puede reforzar la capacidad de una persona para permanecer tranquila frente a graves
presiones cotidianas, y al mismo tiempo, para promover el éxito en una nueva actividad
académica.

En realidad ella no eliminó ninguno de los puntos de su ya recargada agenda; se


limitó a cambiar de orientación y a asumir responsabilidades nuevas, con lo que tuvo
que ampliar y ejercitar su mente en un ambiente universitario de mucha exigencia.

¿Cómo podemos explicar lo que sucedió con sus mecanismos de pensamiento


durante esta experiencia?

Para empezar, abrió las puertas a un cambio benéfico y redujo las angustias
contraproducentes que inhibían su capacidad de aprendizaje practicando regularmente la
Relajación. Dicho de otra manera, se valió de la Fase Uno del Principio de la Maxi-
Mente. Luego, utilizó la Fase Dos, manteniéndose en contacto regularmente con
nosotros en el centro médico, donde le ayudamos a reforzar su resolución de imprimir
esa nueva dirección a su vida. Además, y quizá sea lo más importante, asistía a una
universidad y se metió de lleno en la vida académica, manteniendo contactos regulares
con profesores y alumnos intelectualmente afines a ella.

Respecto a este último punto, quiero insistir en que participar en una situación
formal de aprendizaje, especialmente cuando se exigen exámenes y se tiende a la
obtención de un título, es algo que respalda los esfuerzos por cultivar una nueva
disciplina académica. El intento de concretar en forma aislada una empresa de este tipo
–como sería aprender una lengua extranjera valiéndose solamente de grabaciones y
libros- es un camino más difícil de seguir.

Si escoge usted una forma más individual y aislada de abordar el aprendizaje, es


importante que cultive algunas influencias que le ayuden a no descaminarse; puede
buscar un guía mental máximo, es decir, un tutor o un experto en la disciplina que haya
escogido, o bien ponerse de alguna manera en contacto con personas, bibliografía o
ideas que puedan ayudarle a condicionarse durante la Fase Dos.

LA DISCIPLINA PARA ESCRIBIR

En un momento u otro, muchas personas experimentan el bloqueo del escritor.


Sucede por ejemplo, cuando a un aspirante a ejecutivo le encargan que prepare un
informe importante, que él sabe que será decisivo para el futuro de su carrera. Sucede
también con quienes tienen que levantar actas de reuniones, preparar la presentación de
una colecta que acompaña una colecta de fondos o redactar discursos para promover
una causa. En esos casos, uno sabe que tiene que llenar de palabras la hoja en blanco
que tiene por delante, pero sencillamente las palabras no salen.

Algo así le pasó a Jaime, un joven de cerca de treinta años que no podía terminar
su tesis doctoral en una importante universidad. Cuando vino a tratarse con nosotros
hace unos tres años, su principal preocupación era que la presión alta que padecía no
respondía bien a la medicación que estaba tomando. En sus conversaciones conmigo,
me confió que creía que su ansiedad se generaba en el profundo miedo de estar
repitiendo el problema que había tenido su padre: una grave enfermedad cardiaca que se
lo había llevado un par de años atrás.

Afrontaba además otro problema: que se ponía sumamente nervioso al someterse


a exámenes médicos, y eso tendía a subirle aún más la presión sanguínea. De modo que
se veía prisionero de un círculo de lecturas de presión más altas, a pesar de que estaba
tomando dosis cada vez mayores de fármacos, como los llamadores diuréticos y
bloqueadores beta.

-Tenía un miedo paralizante –evoca ahora-. Me sentía solo, pero no hacía nada
con mi soledad. En mi trabajo me faltaba entusiasmo y la tesis prácticamente no
avanzaba.

Era una excelente oportunidad para a aplicación del Principio de la Maxi-Mente.


Empezamos por enseñarle una sencilla técnica de meditación, la misma que hemos
descrito varias veces en este libro como la Fase Uno del Principio. Jaime tenía una
sólida formación católica y estaba ansioso por recuperar algo de la vitalidad de aquella
fe, que durante los últimos años había sentido debilitarse. Eligió, pues una sencilla
oración como centro de meditación, y el resultado fue casi inmediato. En unas pocas
semanas la presión había vuelto a ser normal y ya no necesitaba medicación.

-La religión siempre había sido importante para mí –me contó-, pero la oración
diaria no había seguido siendo parte de mi vida. Aunque tuve muchos años de
educación católica, no me había dado cuenta del consuelo que podía ser la oración. La
meditación me ha ayudado a superar mis angustias.

Aquel no fue más que el primer paso en la experiencia de cambio vital que tuvo
lugar con Jaime, quien por entonces sufrió varias influencias importantes que le
ayudaron a modificar sus pautas de pensamiento.

Primero, inició una psicoterapia, y el terapeuta le sirvió como una especie de


guía mental máximo que le ayudó a enfrentar algunos problemas que le planteaba su
trabajo en investigación y a salvar el estancamiento de su tesis.
Además, se casó con una mujer que lo apoyaba mucho, estimulándolo
constantemente en su trabajo y en sus ambiciones.

Y se mantuvo en contacto con nosotros en el centro médico, desde donde le


ayudamos a reforzar los modelos de la transformación que estaba empezando a operarse
en él.

En cuanto al resultado final, es el propio Jaime quien mejor lo expresa.

-Todavía tengo muchos miedos, pero estoy enfrentándome con ellos mucho
mejor. Este año pasado fue muy rico para mí. Terminé mi tesis y me gradúe en junio.
Mi mujer y yo hemos comprado una casa vieja, encantadora que estamos arreglando.
Además, esperamos un hijo para el próximo mes de mayo, y yo he encontrado un
trabajo de investigación más interesante, que en este momento estoy empezado. ¡Son
muchas cosas positivas, y finalmente tengo la sensación de que estoy avanzando otra
vez!

En este caso, el bloqueo para escribir evidentemente era parte de un problema


mayor. En todo caso, Jaime empezó por reducir las ansiedades y miedos excesivos que
lo habían inmovilizado, y después dejó que la influencia de personas y circunstancias le
ayudará a promover su transformación interna. Como resultado, consiguió resolver
problemas que eran muy importantes en su vida.

Cuando en su trabajo uno se ve en una tarea que le exige mucho y que incluye la
redacción de un texto muy difícil, un poco de presión y de estrés puede hacerle bien, en
cuanto le mueve a desempeñarse mejor y aumenta su apetito de aprender y adelantar,
pero un exceso de presión puede ser una influencia negativa. Incluso como sucedió con
Jaime, la presión puede hacerse tan abrumadora que lo inmovilice a uno por completo.

De todas maneras, esta consideración no es ninguna novedad. En la primera de


este siglo dos investigadores de Harvard, Robert M. Yerkes y John D. Dodson,
demostraron que a medida que el estrés y la ansiedad se intensifican, la eficiencia y el
nivel de rendimiento también van subiendo, hasta que llegado el estrés a cierto punto, la
eficiencia y rendimiento empiezan a descender.

Jaime, como muchos, tuvo que empezar por encontrar la manera de reducir el
exceso de estrés en su vida; sólo entonces pudo experimentar los suficientes cambios
benéficos para superar su bloqueo para escribir.

LA TRANQUILIDAD Y LA EFICIENCIA LABORAL


Entre la motivación y el logro tiende a haber una elevada correlación positiva. Si
a una persona muy motivada se le encarga un trabajo, lo abordará con una intensidad y
un entusiasmo que hace pensar a cualquier empresario que ojalá todos sus empleados
fueran de esa manera.

Sin embargo, también esto puede causar problemas. Estas personas pueden tener
gran dificultad para llevarse con sus compañeros de trabajo. Por lo general, no son gente
que se lo pase muy bien; es frecuente que estén insatisfechas con su propio rendimiento,
con sus jefes y con sus compañeros. Sea por lo que fuere, es muy común que las
exigencias que se imponen –y que imponen- sean tan elevadas que impidan la
consolidación de relaciones satisfactorias.

Juana es una paciente mía, de unos treinta y cinco años, que tenía algunos de
estos problemas.

-Mientras crecía –explicaba-, tendía a ser nerviosa y exagerada. Siempre me fue


bien en la escuela, y tenía una vida familiar estupenda, de modo que no sé bien por qué
tendía a estar tensa.

Otras personas que advertían esa característica solían decirle que se calmara,
porque si no iba a subirle la presión.

-A mí me enfermaba que me dijeran eso- recuerda Juana-. Mientras crecía tenía


una salud excelente, sin rastros de hipertensión. De mayor me calmé mucho, pero nunca
tuve la sensación de poder relajarme realmente.

Después, hará unos cuatro años, una mañana advirtió que el corazón se le había
disparado. Un par de días después se sometió a un examen en un hospital donde le
diagnosticaron un trastorno cardíaco, un prolapso de la válvula mitral.

Después de ese incidente, Juana empezó a hacerse chequeos regularmente, y no


pasó mucho tiempo sin que le dijeran que tenía la presión muy alta. Su médico le recetó
un medicamento contra la hipertensión, pero lo que ella recuerda es que no apreció
ninguna diferencia. No se sentía más tranquila y la presión seguía haciendo picos.

Como el hecho de tomar fármacos le provocaba más ansiedad, la presión


sanguínea le siguió subiendo, y no tardó en verse atrapada en un círculo vicioso que, en
cierto sentido era una profecía que se auto realizaba.

Para controlar la hipertensión recurrió a algunas técnicas de autoayuda. Empezó


por asociarse a un club donde podía practicar ejercicios regularmente, pero no
conseguía ninguna mejora de la presión. Después comenzó a prepararse las comidas sin
sal, pero ese intento de llevar un estricto control dietético no le hizo bajar la presión ni
le redujo la angustia.

Finalmente, mientras comentaba su problema con un compañero de trabajo, se


enteró de la posibilidad de controlar la hipertensión usando las técnicas de la Relajación,
y terminó por venir a nuestro consultorio. Durante la primera visita, estaba tan
sensibilizada por los años en que habían estado insistiéndole en que se calmara por que
si no le iba a subir demasiado la presión que se avergonzaba hasta de tener que hablar
del asunto.

-Estaba convencida –explicó- de que la gente pensaría mal de mí si sabían que


estaba tomando remedios para la hipertensión.

Tal como Jaime en nuestro ejemplo anterior, Juana era una persona cuya historia
personal incluía una profunda fe religiosa, de modo que para ella fue fácil iniciar un
programa de meditación centrado en una oración, el Ave María del catolicismo romano,
que para ella tenía un sentido importante. Y pronto su vida empezó a mejorar.

-Descubrí que al repetir para mis adentros la oración podía relajarme en


cualquier momento, aun cuando sintiera estrés –explicó.

Y agregó que, aún cuando no estuviera tratando de meditar, comenzaba a


experimentar un sentimiento de calma cada vez más profundo, tanto en su trabajo como
en situaciones sociales. En muchos sentidos, Juana se ha convertido en la antítesis de
aquella persona tan tensa que solía ser, y la principal beneficiaria de ella ha sido su vida
laboral.

-Si durante la jornada se plantea una situación de estrés –explica-, siento que una
vez pasada ésta, puedo volver muy rápidamente a sentirme relajada. Durante la media
hora que tengo para almorzar, llego a un nivel de calma que antes era inalcanzable para
mí, y encuentro que algunas cosas que antes me exasperaban; como la temeridad al
conducir, ya no me irritan de la misma manera.

Antes, además, Juana había sido una persona muy impaciente… un rasgo que
puede hacer la vida muy desagradable, tanto para uno como para sus colegas. Ahora ha
aprendido a aceptar el hecho de que la vida tiene cierto ritmo, y que en nuestro horario
cotidiano todos tenemos interrupciones y demoras. Entenderlo así ha facilitado sus
relaciones personales y su manera de encarar el trabajo.

Ahora comprende que la impaciencia contribuía a mantenerle la presión alta; ya


no necesita medicarse, y la presión sanguínea se mantiene normal. Contrariamente a lo
que ella misma esperaba, se ha producido un cambio que constituye una convincente
demostración del Principio de la Maxi-Mente.
Juana admite francamente que temía que la meditación no le diera resultado.

-Intentaba desesperadamente hacer pensar a la gente que era una persona


tranquila. Pero todos aquellos sentimientos eran los que aportaban el combustible para
hacer subir el mercurio en el aparato para medir la presión. Cuando la meditación
empezó a servirme a pesar de mis dudas, comencé realmente a creer que era algo que
podía hacerme bien. Ahora sé que meditar diciendo el Ave María me calma y me pone
en paz conmigo misma.

Juana, como muchas otras personas, abrió la puerta al cambio con sus
meditaciones y plegarias., que representaron la Fase Uno del Principio de la Maxi-
Mente. Y después se sometió a regularmente a influencias que podían cambiar
mentalmente, y sobre todo al estímulo y a la instrucción que recibía en nuestro
consultorio. Como resultado en su vida comenzó a adquirir eficacia la Fase Dos del
Principio, y empezaron a producirse cambios importantes.

Ella había dudado de que este método le diera resultado, porque ya había
intentado sin éxito muchos otros, pero pese a sus reservas la transformación se produjo.
El poder del Principio de la Maxi-Mente empezó a operar antes de que estuviera
convencida de que se podía producir un cambio en su vida.

¿Podría ser este un ejemplo de cómo a veces es necesaria la fe para que el Principio
funcione? De hecho, en la experiencia de Juana la creencia más importante estaba
presente, porque se meditación estaba en el contexto de su sistema personal de
creencias. Su fe religiosa subyacente, expresada en la elección de su plegaria, actuaba
dándole un sentimiento de seguridad y expectación positiva aunque no estuviera del
todo segura de la técnica específica que estaba usando.

En realidad, no tenía mucha importancia que Juana creyera o no que en su


cuerpo y en su cerebro se produciría algún cambio abstracto y, para ella, indemostrado.
Lo importante fue que el cambio ocurrió, y finalmente se produjo a partir del contexto
de sus creencias más profundas. Como resultado, Juana se sintió mucho más feliz y más
tranquila, y a la larga, se volvió más eficiente en su trabajo y más hábil y agradable en
otros aspectos de su vida.

LAS PRUEBAS DE LA MEJORA INTELECTUAL

Desde el punto de vista científico, todavía hay que investigar mucho para
establecer la efectividad de las técnicas de la Relajación, y del uso del Principio de la
Maxi-Mente para favorecer la actividad intelectual. Con el transcurrir del tiempo se van
acumulando pruebas provenientes de la labor clínica y experimental de diversos
investigadores.

Por ejemplo, en un estudio realizado en 1981, los doctores M. S. Fiebert y T. M.


Mead estudiaron la capacidad de aprendizaje de un grupo de estudiantes valiéndose de
un programa de técnicas de meditación especialmente ideadas para aumentar la
capacidad de atención y concentración y mejorar la percepción de la realidad.

Tras haberles enseñado las técnicas, se les pidió que les practicaran antes de
estudiar y someterse a exámenes. A un grupo de control que también usó los ejercicios
de meditación se les pidió que los practicara en otros momentos que no tuvieran nada
que ver con sus estudios.

Como se puede ver, el programa experimental estaba destinado a probar la


utilidad del Principio de la Maxi-Mente: un grupo de estudiantes empezaba por inducir
la Relajación e inmediatamente después se sometía a lecturas y ejercicios relacionados
con sus actividades de aprendizaje. Los estudiantes del grupo de control al no pasar a la
Fase Dos de la práctica inmediatamente después de la Fase Uno, eran menos
susceptibles a la operación del Principio de la Maxi-Mente.

Los resultados finales demostraron que, en comparación con el grupo de control,


en el grupo experimental que había utilizado efectivamente el Principio hubo una
mejora significativa en las notas de los exámenes. Los investigadores señalaron que los
resultados del estudio no se podían atribuir a diferencias en el tiempo de estudio, porque
el que ambos grupos dedicaban a prepararse era aproximadamente el mismo.

En otro estudio, una tesis doctoral del doctor A, I. Abrams, a un grupo de niños
de un nivel equivalente de enseñanza primaria le enseñaron diversas técnicas de
meditación contemplación o concentración. Después se comparó su rendimiento escolar
con el de un grupo de control que no las había aprendido. Finalmente, los niños que
usaron las técnicas se desempeñaron mejor en las pruebas de rendimiento y, de acuerdo
con una serie de escalas de medición psicológica, exhibieron un nivel superior de
crecimiento cognoscitivo o, dicho de otra manera, demostraron que habían aprendido
más.

También en este estudio podemos ver cómo pudo haber actuado el Principio de
la Maxi-Mente. La fase meditativa operó la apertura mental de los niños, cuyas pautas
de pensamiento fueron luego modificadas con la enseñanza recibida en clase después de
la meditación. Los niños del grupo experimental tendían también a estar más tranquilos
después de haber practicado la Relajación, y esa calma, al reducir su nivel de ansiedad y
su agitación, los preparó seguramente para aprender mejor.

Otros estudios hacen pensar que el Principio de la Maxi-Mente también puede


aumentar mucho la capacidad de resolver problemas de índole comercial. Como parte
de la preparación de su tesis doctoral, el doctor H. S. Kindler enseñó ciertas técnicas de
meditación y relajación a un grupo de graduados administrativos sin experiencia previa
en este campo. El grupo de control se limitó a oír algunas conferencias grabadas sobre
solución de problemas o sobre meditación.

El investigador descubrió que las personas que usaron las técnicas de meditación
resolvían los problemas de equipo con más rapidez y con menor cantidad de
transacciones entre ellas, que las del grupo de control. Dijeron también que se habían
sentido menos tensas y que el trabajo de equipo les había parecido más eficaz que a los
del otro grupo.

Veamos ahora qué pudo haber sucedido con las pautas de pensamiento de estos
graduados. Primero, el grupo que usó la Relajación se abrió mentalmente al cambio
(Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente), lo que no solo los preparó para la
transformación sino que redujo su nivel de angustia y les facilitó la relación
interpersonal.

Después, al participar en el grupo de solución de problemas, pasaron a la Fase


Dos, en la que sus procesos de pensamiento funcionaron con más libertad y eficiencia al
responder a las difíciles decisiones empresariales con que se enfrentaban.

No todos los estudios han verificado que el uso de técnicas como la meditación o
la contemplación mejoren las capacidades intelectuales, algunos han llegado a la
conclusión de que con ellas no se observa ninguna diferencia.

Sin embargo, al analizar estos estudios negativos se ve que en ellos sólo se aplicó
la primera fase del Principio. Es decir, que el individuo o grupo practicó la Relajación y
por ende redujo la ansiedad y disfrutó de otros beneficios físicos y psicológicos, pero
los participantes no llegaron a la alteración de las pautas de pensamiento que se produce
en la segunda fase, no se expusieron a las influencias que podrían haberlos orientado
mentalmente hacia los cambios deseados.

Las pruebas van completando nuestro conocimiento del Principio y, aunque


todavía no entendemos bien todas las técnicas y métodos necesarios para cultivar los
poderes de la Maxi-Mente, se va progresando.

Antes de pasar a los ejercicios prácticos para aumentar el poder mental, hay
varias consideraciones que conviene que el lector tenga presentes por su valor práctico
para establecer nuevas disciplinas intelectuales y mejorar su capacidad de resolver
problemas y su creatividad.

1. No se olvide de su guía mental máximo. Tanto en el dominio intelectual


como en cualquier otro necesitará usted reunirse regularmente con una persona o un
grupo que lo estimule, lo oriente y lo instruya. Quisiera recordar aquí algunas
observaciones del doctor Frank R. Wilson, neurólogo del Centro Médico de la
Universidad de California, que en un artículo publicado en New York Times publicado
el 13 de julio de 1986 sostiene que todos los seres humanos, incluso los de edad
avanzada pueden ser músicos.

El doctor Wilson, que empezó a tocar el piano a los cuarenta años, está convencido
de que todos estamos hechos para ser músicos. Además, al tocar un instrumento, un
individuo puede refinar y cultivar su cerebro y su sistema neuromuscular. He aquí la
declaración que formuló a un reportero. “Es imposible mirar el cerebro humano sin
darse cuenta de que es el cerebro de un organismo diseñado para tener una interacción
musical con su medio”.

Entre otras cosas, dice el doctor Wilson, el cerebro humano permite a los
músculos del brazo y de la mano movimientos refinados que nos capacitan para tocar
instrumentos musicales; además, hay partes del cerebro que han llegado a estar
altamente especializadas en el análisis y el procesamiento de sonidos, y estas
capacidades, sostiene el doctor, son importantes para los músicos.

Entonces, ¿por qué no estamos todos sacando hermosas melodías del arpa o la
flauta o algún otro instrumento musical? Uno de los principales obstáculos con que
tropezamos, dice el doctor Wilson, es que muchos profesores de música no saben
enseñar música. Son capaces de enseñar a personas que ya tienen bastantes
conocimientos musicales, pero que no saben qué hacer con un principiante. En otras
palabras, Wilson dice que nos faltan guías o directores mentales máximos en el campo
musical, e incluso en los cambios benéficos que pueden producirse, si está bien guiada,
en una persona que trabaje con un programa musical eficaz. Dice que de hecho el
cerebro puede cambiar en la medida que la gente incremente su capacidad musical, y
que incluso hay indicios de que las transformaciones pueden contribuir a retardar el
proceso de envejecimiento.

2. Decídase a disfrutar del proceso de aprendizaje, no a preocuparse por él.


Durante su práctica pianística, iniciada en plena madurez, el doctor Wilson ha
descubierto también que es esencial dejar de preocuparse por impresionar a los demás y
limitarse a disfrutar del proceso.

-Nadie le dice nunca que practicar sea divertido –comenta-, Volver del trabajo y
ponerse a jugar con el teclado o con las cuerdas es una actividad muy placentera.

Esta forma de encarar el aprendizaje y el mejoramiento personal implica una


pasividad que puede ayudar a uno que se sumerja en el proceso de aprendizaje sin los
lastres de angustia que tantas veces impiden que se pueda iniciar y seguir practicando
una disciplina intelectual nueva. Muchas veces, cuando empezamos a relajarnos y a
permitirnos el lujo de obtener placer de la experiencia del aprendizaje, es cuando
empezamos realmente a avanzar en nuestras nuevas capacidades.
Un hombre de edad mediana que acababa de iniciar el aprendizaje del violonchelo
expresó: “Tengo la sensación de haber llegado a una meseta y de ir progresando muy
lentamente. Y después, de pronto, me doy cuenta de que algo ha cambiado en mi
manera de tocar. Es algo muy sutil y que se infiltra muy lentamente, y de pronto me lo
encuentro cara a cara, y me siento tremendamente satisfecho”.

Como recordará el lector, uno de los pasos esenciales para inducir la Relajación es
mantenerse pasivo. Cuando aparecen pensamientos extraños uno se dice: “Ya está
bien”, y vuelve a la idea, plegaria o frase que usa para meditar. Esa misma pasividad se
ha de dar en el proceso de aprendizaje… y se dará, si uno aplica en su debido orden el
Principio de la Maxi-Mente, empezando por la Fase Uno y prosiguiendo por la Fase
Dos.

Al practicar el piano, por ejemplo, podría usted empezar por la Relajación mediante
la técnica de meditación o de oración que haya elegido. Entonces, terminada esta
primera fase, pasa a la segunda: condicionar su mente o influir sobre ella en el sentido
deseado. Si se trata de tocar el piano, puede ser simplemente que después de haber
practicado la Relajación se siente usted a iniciar su práctica. O también podría hacer la
práctica con su profesor de música (su guía mental máximo) o, en alguna ocasión,
dedicarse a la lectura de algo referente a la música.

Si sigue usted este método, lo más probable es que tenga el mismo tipo de
experiencias placenteras que el doctor Wilson en su calidad de pianista aficionado.

3. No subestime el poder negativo del estrés. Con frecuencia hemos mencionado los
efectos negativos de un exceso de estrés o de ansiedad. Estas fuerzas destructivas
pueden cortar de raíz sus intentos de disciplinarse para aprender algo nuevo o de
encontrar una forma eficaz de resolver problemas o de aumentar su creatividad. Las
fuentes del estrés se infiltran en todo.

Una encuesta reciente llevada a cabo por Lewis-Harris indicaba que son los
problemas de salud causados por el estrés, más que por alguna enfermedad física, los
que están causando buena parte del absentismo laboral. En el estudio que citamos, un
cuarto de los entrevistados dijeron tener problemas relacionados con el estrés. Y la
mitad de las personas con problemas de estrés se habían visto obligados a restringir su
actividad laboral diaria.

En los Estados Unidos, los Centers for Disease Control (Centros para el Control de
la Enfermedad, conocidos por las siglas CDC) confirmaron esta tendencia al verificar,
recientemente que el estrés y el aburrimiento en el lugar de trabajo causan importantes
problemas de salud… y es muy posible que la situación empeore. A la gente le preocupa
especialmente cosas como el exceso de trabajo, la falta de control sobre su trabajo, la
falta de apoyo de jefes y colegas, y las restricciones impuestas a las oportunidades
laborales. Los CDC observaron además que esas condiciones de estrés en el trabajo
pueden dar como resultado neurosis, depresión, ansiedad, irritabilidad, abuso de drogas
o fármacos, problemas con el sueño y otras diversas dolencias físicas, como pueden ser
dolores de estómago y de cabeza.

En una vena similar, Kenneth R. Pelletier, de la Universidad de California en San


Francisco, señala en su libro Healthy People in Unhealthy Places (Gente sana en
lugares insalubres): “Aunque el estereotipo del ejecutivo acosado por prisa es la imagen
más común que se le ocurre a uno al hablar de estrés en el lugar de trabajo, este es un
problema que afecta a todos los trabajadores. De acuerdo con una encuesta nacional
publicada por la Cruz Azul, cinco de cada seis trabajadores de los niveles de empleo
más diversos indicaron que el estrés era un factor importante en sus ocupaciones, y que
daba como resultados insatisfacción, disminución de la autoestima, angina, tos
persistente y comportamientos neuróticos”.

Si diariamente se encuentra usted sometido a presiones excesivas, no está en muy


buena posición para aprender nada nuevo ni para aumentar el poder de su cerebro. Uno
de sus primeros objetivos debe ser cambiar su situación para que le origine menos
estrés; algo que a veces es muy difícil, e incluso imposible. Si tal es su caso, puede
usted por lo menos aprender a protegerse de los efectos perjudiciales del estrés.

Tal como ya hemos visto en varios ejemplos de este libro, una de las mejores
técnicas para reducir los efectos dañinos del estrés es practicar la Relajación, o la Fase
Uno del Principio de la Maxi-Mente. Entonces, con el flamante apoyo de esta capacidad
de adaptarse a diversas situaciones, puede uno pasar a la Fase Dos.

4. Experimente con su creatividad. La creatividad es un concepto muy difícil de


definir, porque significa diferentes cosas para diferentes personas. Para algunos ser
creativos significa tener ideas. Para otras, uno solo es verdaderamente creativo si en sus
estrategias o conceptos nuevos hay una dimensión práctica.

Además está la cuestión de la relación entre la creatividad y originalidad. Hay


personas que creen que para ser creativo hay que ser original: la idea, concepto o punto
de vista que a uno se le ocurre debe ser completamente nuevo. Otros dirían que no es
necesario ser original, que basta con relacionar cosas o ideas viejas de maneras nuevas.
Como se dice en Eclesiastés: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que
ha sido hecho? Lo mismo, que se hará: y nada hay nuevo bajo el sol”.

La creatividad significa también cosas diferentes en diferentes campos. Para alguien


de orientación comercial, puede aludir a la capacidad de resolver problemas financieros
que dejan perplejo a casi todo el mundo. En publicidad, el creativo es la persona que
puede captar lo esencial de un producto o servicio que hay que vender, y expresarlo con
las palabras o las imágenes justas.
Al ser tan difícil de definir, los científicos sociales se han encontrado con grandes
problemas para estudiar la creatividad. En la prensa popular, la dificultad se refleja en
titulares como “La ciencia se debate en el rompecabezas creativo”, que apareció en The
New York Times el 13 de marzo de 1984.

En aquel artículo, el doctor Howard Gardner, investigador en psicología en el


Hospital de Veteranos de Boston y co-director del Harvard Project Zero, describe la
gran diversidad de definiciones y manera de entender la creatividad. Gardner supone
que para que una persona sea creativa – o se entregue a un trabajo original e importante
-, debe empezar por pasarse un tiempo considerable cultivando las habilidades
necesarias para realizar ese trabajo. Además, dice entre los seres humanos hay
inteligencias múltiples. Por ejemplo, algunas personas tienen una capacidad y
creatividad especiales con las palabras, otras con los números, otras con la información
espacial, con la música y así sucesivamente. En opinión de Gardner, cada una de estas
inteligencias “pasa por una particular historia evolutiva y cada una tiene una
representación aparte en el cerebro humano”.

Otros investigadores de este nebuloso dominio de la creatividad subrayan la


importancia de dejar que el cerebro trabaje inconscientemente en un problema. Algunos
insisten incluso en la importancia de los sueños que aportan ideas o conceptos nuevos,
que la mayoría de las personas considerarán creativos.

Una aplicación comercial del “pensar con el cerebro entero” –es decir, con
coherencia entre los hemisferios izquierdo y derecho – fue ideada por Norman W.
Brown, graduado de Harvard y jefe de ejecutivos de la firma de publicidad Foote, Cone
& Belding Communications, Inc. Cuando asumió su puesto en 1982, Brown clasificó
inmediatamente a los ejecutivos contables de la compañía como “cerebros izquierdos”,
y a los creativos como “cerebros derechos”. Pero lo más importante fue que instó a cada
grupo a reconocer los puntos fuertes del otro y a tratar de trabajar más en colaboración
en los programas de publicidad.

Una de las razones por las que Brown decidiera insistir en una mayor cooperación
entre el personal del hemisferio izquierdo y el del hemisferio derecho fue que advirtió
que en la compañía “se estaban desperdiciando muchas buenas ideas”.

Pues bien, ¿cómo va actualmente su creatividad?

La reputación de que goza la firma por su concepción novedosa e inteligente de la


publicidad va en aumento. Muchos observadores se quedaron impresionados por un
anuncio de Foote que promovía cierta marca de rosquillas: una mujer se deleitaba con
una rosquilla y el acompañamiento musical destacaba sensualmente su placer. Aquí, por
supuesto había sido el equipo de “cerebros derechos” de la compañía el que llevó la
batuta. En otro anuncio esta vez de cerveza, un actor analizaba la alta calidad y los
ingredientes naturales de la marca: los que se apuntaron los tantos fueron los
representantes del hemisferio izquierdo.
Algo que se desprende de estos ejemplos es que el término creatividad no es fácil de
definir, y quizá la dificultad para describir y entender el concepto se pueda atribuir a que
sus orígenes están en el hemisferio derecho. Como ya hemos visto, el hemisferio
cerebral que controla el habla, las inferencias y el análisis lógico es el izquierdo, y sin
embargo, es probable que estas cualidades no sean más que una parte, e incluso una
pequeña parte, de la creatividad total de una persona.

Por eso no siempre es fácil decir que es la creatividad y cómo ha de expresarse en la


vida. De ahí la necesidad de tener frecuentes experiencias del Principio de la Maxi-
Mente mientras uno intenta aumentar su creatividad. Además, usted se encontrará
generalmente con que debe empezar por cultivar ciertas habilidades básicas –es decir,
hacer la instalación cerebral necesaria- antes de poder empezar siquiera a experimentar.
Es bastante difícil, por ejemplo, ser un escritor creativo si no tiene una cierta
experiencia de cómo organizar las palabras en oraciones coherentes. Es imposible ser un
científico creativo si no se tienen los conocimientos básicos de la disciplina científica en
que se quiere ejercitar esa creatividad.

Quizá todo esto parezca dolorosamente obvio, pero es sorprendente la cantidad de


personas que creen que la creatividad es una cualidad que se instala por sí sola en la
mente de alguien, en la espera de que la usen y sin que se requiera para ello ninguna
preparación, estudio ni experiencia previa.

Incluso cuando uno tiene finalmente las habilidades necesarias para ser creativo, no
siempre hay una línea directa que conduzca a la idea o la solución creativa. Muchas
veces uno tiene que enfocar las cosas desde distintos ángulos, e incluso casi desde fuera
de la mente para alcanzar un nivel de creatividad aprovechable.

Y esto nos lleva a otra situación en que es útil valerse del Principio de la Maxi-
Mente. Primero entra usted en la Fase Uno con la práctica de la Relajación. Después en
la Fase Dos, empieza a ponerse en contacto con la materia prima o el tema en que quiere
mostrar su capacidad creativa. Y llegado a este punto, es probable que haya que
experimentar. En vez de lanzarse de cabeza a atacar el problema principal, quizá tenga
que esperar o dar marcha atrás por un tiempo.

He aquí como puede funcionar esto: si se enfrenta usted con un problema difícil en
el trabajo, puede empezar practicando la Relajación en Fase Uno. Después, váyase del
despacho y desentiéndase totalmente de los problemas de negocios que intenta resolver.
Al tomar distancia de esta manera, es más probable que su mente dé con el destello de
luz mental creativa que le dará la respuesta. Una probabilidad es que salga a correr un
rato, o que se dé un paseo mirando escaparates, o se llegue hasta su librería favorita a
hojear las novedades. O tómese un café con un colega mientras charlan de cualquier
cosa. Todas éstas son maneras de hacer que el problema que está reclamando su
creatividad desaparezca de su primer plano mental, y quizás eso sea precisamente lo que
le hace falta. Para que su hemisferio cerebral derecho tenga la libertad y el estímulo
necesario para chisporrotear de creatividad, quizá tenga usted que distraer al izquierdo,
no permitiéndole una concentración analítica en el tema que le preocupa.

Es probable que en última instancia, esta manera de abordar las cosas lo vuelva a
usted más creativo. También puede ser que le resulte muy difícil definir o cuantificar
exactamente los factores causantes de los adelantos que nota usted en su trabajo o en
otras ocupaciones. La razón de ello es también que su hemisferio derecho debe estar
íntegramente sumergido en el pensamiento creativo… y no podemos expresar
fácilmente con palabras las operaciones del hemisferio derecho.

COMO AUMENTAR LA POTENCIA CEREBRAL

Ocupémonos ahora de los aspectos prácticos. Para aumentar su potencia cerebral


lo primero es decidir qué quiere hacer para cultivar sus capacidades intelectuales:
aprender una habilidad nueva, resolver mejor los problemas o adquirir mayor
creatividad, digamos. Cuando tenga bien claro su objetivo, empiece a aplicar el
Principio de la Maxi-Mente. Le reiteramos aquí la descripción de la Fase Uno y de la
Fase Dos.

FASE UNO

Paso 1: Escoja para concentrarse una palabra o frase corta que esté firmemente
arraigada en su sistema potencial de creencias. Como ya hemos visto, un cristiano
podría elegir las palabras iniciales del Salmo 23, “El Señor es mi Pastor”, un judío la
palabra “Shalom” y una persona no religiosa una palabra neutra como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire lenta y naturalmente, repitiendo al exhalar la palabra elegida.

Paso 6: Asuma una actitud pasiva y no se preocupe por si lo está haciendo bien.
Si se le ocurren otros pensamientos, dígase simplemente: “Ya está bien” y continúe con
la repetición.
Paso 7: Hágalo durante diez o veinte minutos.

Paso 8: Practique la técnica una o dos veces por día.

FASE DOS

Ahora, con la mente abierta por la práctica de la Relajación, es el momento de


exponerse por lo menos durante unos quince o veinte minutos a influencias importantes
que le ayudarán a renovar su mente en función de las vías intelectuales que haya
escogido. Quizá ya tenga alguna información, imágenes u otro material específico sobre
el cual quiera concentrarse, pero también puede ser que prefiera simplemente “tomar
distancia” durante un tiempo y dejar que sean sus propias e innatas capacidades
creativas las que asuman el mando. O, si necesita algunos conceptos más naturales para
concentrarse en ellos, pruebe con alguno de los siguientes:

Inventa, ingenio; escribe, pluma;


que grandes volúmenes son mi intento.

SHAKESPEARE, Love’s Labour’s Lostt

Pues ¿Dónde hay en el mundo autor que enseñe


Belleza como la que una mirada de mujer encierra?
Aprender es sólo un añadido a nuestro ser.

SHAKESPEARE, Love’s Labour’s Lostt

… Me embraga el miedo de dejar dé ser


Sin que mi pluma haya expresado
Lo que en mi mente bulle.
JOHN KEATS, “When I have fears”

Donde yace mi corazón, yace también mi mente.


ROBERT BROWNING, Men and Women, One Word More
Pero si el gran sol por sí solo no se mueve, sino que es como un mensajero en el cielo, si
ni una sola estrella puede girar si un poder invisible no la mueve, cómo entonces ha de poder
latir este ínfimo corazón, y pensar este mínimo cerebro, si no es porque Dios late, y piensa y
vive, y no yo. Por el cielo, hombre, damos vueltas y más vueltas en este mundo, como un torno
que el Hado moviera…

Pensar es, o debería ser, algo que refresca y calma, y nuestro pobre corazón, y nuestro
pobre cerebro, palpitan demasiado para eso.

HERMAN MELVILLE, Moby Dick

De todas las causas que a cegar conspiran


El falible juicio del hombre, y a despistar su mente,
La que más torcidamente manda en su débil cabeza
Es el orgullo, invariable vicio de los tontos.

Un poco de saber es cosa peligrosa,


De la fuente de las Musas bebe a fondo, o no la pruebes;
En ella la moderación es lo que embriaga
Y beber sin tasa a la sobriedad nos vuelve.

ALEXANDER POPE, “Ensayo sobre la crítica”

Con arte curiosa el cerebro, tan delicadamente trabajando, hace de sí su presa, y


pensando se destruye.

CHARLES CHURCHILL
Epístola a William Hogart

Que el conocimiento de más en más crezca,


Pero que en nosotros la reverencia more;
Que mente y alma, en armonioso acuerdo,
Hagan, como antes, una música sola.

ALFRED, LORD TENNYSON, “In Memoriam”


Ningún hombre olvidó jamás la visita que a su corazón y su cerebro hiciera aquel poder
que creó todas las cosas de la nada; visita que fue para él la autora de la música, la poesía y el
arte.

RALPH WALDO EMERSON, Essays: Love

Demasiada breve es la vida para


Desperdiciarla en miradas críticas y cínicas palabras,
En riñas o reproches:
Pronto llegará la noche;
¡Ea! ¡En tu meta concéntrate,
Y que Dios te acompañe!

RALPH WALDO EMERSON, Poemas

La educación es la instrucción del intelecto en las leyes de la Naturaleza, nombre por el


cual entiendo no solamente las cosas y sus fuerzas, sino los hombres y sus costumbres; y el
cultivo de los afectos y de la voluntad en un serio y amoroso deseo de actuar en armonía con
esas leyes…

Para cada hombre el mundo es tan nuevo como lo fue el primer día, y para quien tiene
ojos para verlas, está igualmente lleno de inéditas novedades.

T.H. HUXLEY, Una educación liberal

Por cierto que no sabe saber quien no sabe también des-saber.

SIR RICHARD FRANCIS BURTON


La Caída de Haji Abdu El-Yazdi, VI, 18

El intelecto es a la emoción como la ropa es al cuerpo: mal podíamos llevar una vida
civilizada sin ropa, pero bien pobres seríamos si no tuviéramos más que ropa sin cuerpo.

ALFRED NORTH WHITEHEAD


Diálogos de Alfred North Whitehead
El pensamiento es el trabajo del intelecto, la ensoñación su placer.

VICTOR HUGO, Los miserables

Los libros no son en absoluto cosas muertas, sino que llevan en sí una potencia vital tan
activa como el alma de la cual nacieron; e incluso preservan como en una redoma el más puro y
eficaz extracto del viviente intelecto que los engendró.

JOHN MILTON, Areopagitica

No poco beneficio se deriva, cuando está uno a oscuras de la cama, de volver a repasar
en la imaginación los principales rasgos de las formas antes estudiadas, o de otras cosas valiosas
concebidas por ingeniosa especulación.

LEONARDO DA VINCI, Cuadernos

El objeto Verdad, o la satisfacción del Intelecto, y el objeto Pasión, o la emoción del


corazón, aunque alcanzables hasta cierto punto en poesía lo son mucho más en prosa.

EDGARD ALLAN POE, Filosofía de la composición

La simplicidad del carácter no es obstáculo para la sutileza del intelecto.

JOHN, VISCOUNT MORLEY, Vida de Gladstone

Mientras para el intelecto o la voluntad


Haya una senda no transitada,
Y el hombre sea libre de pensar y actuar,
Aún vale la pena vivir la vida.

ALFRED AUSTIN, ¿Vale la pena vivir la vida?


En tanto que un hombre imagine que no puede hacer esto o aquello, está determinado a
no hacerlo, y por ende, es imposible que lo haga.

BARUCH SPINOZA, Ética

La prudencia te repudiara si tratas de indagar POR QUE las cosas son como son o de
donde vinieron, tu tarea es empezar por aprender LO QUE ES, y en la persecución del
conocimiento el intelecto puro hallará puro placer, y el único cimiento para una filosofía
conforme con la verdad.

ROBERT BRIDGES, El testamento de la belleza

Hay tres clases de intelecto: uno que comprende por sí mismo, otro que aprecia lo que
otros comprenden, y un tercero que no comprende ni por sí mismo ni cuando otros se lo
muestran, el primero es el más excelente, el segundo es bueno, el tercero es inútil.

Cuando la disposición es grande, no pueden serlo las dificultades.

MAQUIAVELO, El príncipe

Una cita, una palabra oída al azar en un lugar insólito, me pone sobre la pista del libro
destinado a operar en mí un avance intelectual.

GEORGE MOORE, Confessions of a Young Man

Dos cosas que en mi opinión se refuerzan mutuamente y permanecen eternamente


verdaderas son: No sofoques tu inspiración y tu imaginación convirtiéndose en esclavo de tu
modelo, y: Toma al modelo y estúdialo, porque de otra manera tu inspiración jamás alcanzará la
concreción plástica.

VINCENT VAN GOGH, Cartas a Theo

Lo más bello que podemos experimentar es lo misterioso, fuente de todo arte y de toda
ciencia auténticos.
ALBERT EINSTEIN, Lo que creo
8

El lado espiritual

La convicción personal, y con frecuencia los conceptos religiosos tradicionales,


han desempeñado un papel importante en gran parte de lo que hemos venido viendo en
este libro.

Por ejemplo, la palabra que le hemos estado animando a usar como foco de
concentración durante sus meditaciones debe estar arraigado en el Factor Fe, o en el
sistema personal de creencias que le sea a usted más caro. Con frecuencia, esta relación
con las creencias personales a menudo implica sus convicciones religiosas. Sea cual
fuere la fuente de la creencia, será muy útil tener algún tipo de convicción personal
profunda para conseguir el pleno efecto de la Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente,
que, por cierto, requiere la inducción de la Relajación.

Pero muchas veces el crecimiento espiritual deriva de otras formas de progreso


personal. Se ha comprobado que al mejorar su salud, su disposición anímica, su
condición física o sus capacidades intelectuales, muchas personas experimentan también
una ampliación y profundización de su visión del mundo y de su sistema personal de
valores.

A la luz de esto, no sería desatinado el intento de aplicar el Principio de la Maxi-


Mente a nuestro crecimiento espiritual. Pero aquí nos aventuramos en un terreno muy
delicado. Si en el capítulo anterior tuvimos dificultades para definir lo que es “creativo”,
más problemas nos plantea ahora el intento de definir lo “espiritual”.

Sería fácil interpretar mal hacia dónde apunta nuestra tentativa de relacionar el
Principio de la Maxi-Mente con las cosas espirituales. Algo que con demasiada
frecuencia sucede cuando los defensores de la autoayuda y del control mental empiezan
a promover elocuentemente su causa es que, desde un punto de vista espiritual, se tome
el rábano por las hojas. Es decir, que de hecho es más fácil que esos esquemas
amenacen sustituir o desvirtuar las respuestas más tradicionales sobre el sentido de la
vida que a convertirse en un camino eficaz hacia ellas.

Quisiera aclarar desde el principio que no me propongo ofrecer ninguna


alternativa a la religión o a la espiritualidad tradicional. Por el contrario, en lo que a mí
se refiere, éstas deben ser los mecanismos de control básicos para mantener en la
perspectiva adecuada cualquier programa de autoayuda u otra forma de mejoramiento
personal.
El objetivo principal de este capítulo, y de otras secciones del libro, es describir
la Maxi-Mente como una importante capacidad humana a la que no sólo es posible
recurrir para alcanzar ciertas formas mundanas de auto superación, sino también para
fortalecer la propia fe. De hecho muchas personas que han logrado profundizar en su
filosofía personal y en su tradición religiosa están usando ya este método de meditación.
Lo único que yo puedo hacer por ellas es explicar, en la medida en que creo que lo
permiten el conocimiento científico y las palabras, parte de lo que va sucediendo en la
mente y en el cuerpo cuando la persona que ora y medita comienza a ver que en ella se
producen cambios importantes.

Tampoco me anima el propósito de explicar la espiritualidad restándole valor.


Creo que las fuentes últimas de la espiritualidad podrían provenir de fuera de las
personas y no lleguen jamás a ser accesibles a un análisis físico o químico. En pocas
palabras, lo que me propongo es aclarar en alguna medida las implicaciones científicas
de fenómenos que trascienden en mucho a la ciencia tal como hoy la conocemos.

Aun cuando este es un terreno científicamente delicado, e incluso peligroso, me


siento obligado a buscar una senda razonable para atravesar este laberinto rico y
misterioso, y con frecuencia traicionero. La espiritualidad no es simplemente una parte
de la vida; si se la define en su sentido más amplio, es su fundamento mismo.

Ya desde el comienzo de la historia los seres humanos buscan sin cesar el sentido
de la vida y de la muerte. En la antigua Epopeya de Gilgamesh – que es el relato de la
búsqueda espiritual del rey de una importante ciudad sumeria, hace casi 4,600 años – el
protagonista Gilgamesh busca desesperadamente el significado de la vida. Su amigo
Enkidu ha muerto por una decisión arbitraria de los dioses, y Gilgamesh siente que debe
conocer el sentido de la muerte de su amigo.

Por mucho que lo intente, no puede resolver el enigma de la vida. Una y otra vez
le dicen que su búsqueda es infructuosa. La respuesta final – y devastadora- que recibe
es que no hay permanencia en el universo. Aunque informado ya de lo peor, Gilgamesh
es capaz de aceptar la indeseable noticia y de volver a la vida cotidiana con un
sentimiento de esperanza y de entrega a su diosa, Ishtar.

Tampoco en las partes iniciales de la Biblia se plantean preguntas profundas y se


hallan respuestas enigmáticas. La vida de Adán y Eva, como la de sus descendientes se
centra por completo en su forma de relación con Yahvé, el Dios fiel pero exigente que
constantemente interactúa con ellos desde el momento de la creación, durante la caída y
después, en sus actos de rebelión y obediencia.

La misma saga espiritual continúa en la actualidad, aunque a veces asuma otras


formas. Por cierto que los norteamericanos de hoy son un pueblo sumamente religioso;
según las encuestas Gallup llevadas a cabo durante los últimos decenios, un porcentaje
muy alto de la población, cerca de un 95%, dice creer en Dios.
¿A qué se debe esta orientación religiosa de la humanidad? Por una parte, el
hemisferio izquierdo de nuestro cerebro es capaz, aparentemente desde el comienzo
mismo, de inferir que nos vamos a morir. Quizá seamos las únicas criaturas de la tierra
capaces de reconocer esta eventualidad. Desde un punto de vista lógico, tras haber
inferido la realidad de la muerte, el paso siguiente es buscar un antídoto o una respuesta
para mantener a raya la desesperación. Muchos han encontrado una solución en la fe
religiosa, la fe en Dios puede ayudar a hacer tolerable la vida, incluso ante la
certidumbre de la muerte.

Por otra parte, si la religión no desempeña un papel importante en la vida de una


persona, puede ser que ésta se oriente en cambio hacia algún sistema de autoayuda o de
superación personal para sustituirla. Es probable que lo que motiva a muchos de los
defensores de la puesta en forma, o a los entusiastas de la auto superación sea un deseo
–a veces inconsciente- de vencer o de retardar la muerte. De hecho, muchos expertos
piensan que subyacente a la gran mayoría de nuestras angustias, miedos y fobias se
encuentra el gran miedo a la muerte. En su libro The Denial of Death (La negación de la
muerte), ganador del premio Pulitzer. Ernest Becker declaraba que la muerte es “el
miedo básico que influye sobre todos los demás, un miedo ante el cual nadie es inmune,
por más disfrazado que pueda estar”.

En los últimos años se han adelantado múltiples teorías sobre la forma en que el
lado espiritual de la vida humana puede estar relacionado con la estructura de nuestro
cerebro.

Una de ellas, propuesta por Julian Jaynes, psicólogo e investigador de la


Universidad de Princeton, sugiere que el cerebro del hombre se ha convertido en una
estructura bicameral, en la que el hemisferio izquierdo se concentra en el discurso y el
análisis, en tanto que el derecho emite los “comandos internos”. En una etapa temprana
de la evolución del hombre, las voces internas empezaron a abrirse paso en la mente por
mediación del hemisferio cerebral derecho, y fueron aceptadas como una especie de
“mandato divino” que instaba a la gente a emprender tal o cual acción. Jaynes vio en
ellas una especie de resultado natural del desarrollo de las capacidades lingüísticas, la
volición personal y las reacciones ante situaciones generadoras de estrés que exigían
diferentes decisiones.

En opinión de Jaynes, aunque los seres humanos empezaron a usar el lenguaje


aproximadamente hacia el 100,000 a.C., hasta más o menos el 10,000 a.C., no llegaron a
tener la capacidad ni la disposición necesaria para la reflexión, y tampoco una verdadera
comprensión del tiempo. En aquellos primeros días, las “voces internas”, producto del
hemisferio derecho, se constituyeron en guías de las acciones de la gente, hasta llegar a
considerarlas divinas. Esta evolución, según Jaynes, contribuyó a dar origen a todas las
religiones.
Tal como él lo ve, en la Iliada no hay conciencia, es decir, que los héroes no se
interrogan, no cavilan ni deciden, sino que son tironeados de un lado a otro por las
voces de los dioses.

¿Sobreviven en la actualidad esas voces? Sólo en alucinaciones del tipo que


pueden experimentar los esquizofrénicos, responde Jaynes, o quizás en estados místicos
de gran intensidad.

Otro punto de vista, con más orientación biológica, es el que propone el doctor
Arnold Mandell, especialista en química cerebral y profesor de psiquiatría en la
Universidad de California en San Diego. Según Mandell, es probable que haya un
mecanismo neuroquímico que puede explicar las experiencias espirituales y
trascendentales de la conciencia.

Específicamente, Mandell cree que la plegaria y la meditación profunda, el


ayuno y los ejercicios de resistencia, como la carrera de fondo, pueden detener la acción
del neurotransmisor serotonina. El bloqueo de la serotonina, que generalmente tiende a
calmar la actividad cerebral, ayuda también a intensificar la actividad eléctrica en
aquellas partes del cerebro que controlan los conceptos espaciales, la percepción del
movimiento y también las emociones. El resultado final, tal como lo expresa Mandell,
son procesos afectivos y cognoscitivos característicos del éxtasis religioso, y los
cambios de personalidad permanentes que van asociados con la conversión religiosa.

Otros han intentado integrar las operaciones del cerebro en categorías religiosas.
El doctor James B. Ashbrook, profesor de religión y personalidad en el Seminario
Evangélico y Teológico Garrett en Evanston, Illinois, cree que las inexplicables formas
de operación del cerebro –que él define como “mente” – conectan con el ámbito de los
significados trascendentes.

El cerebro no contiene el cosmos ni puede contenerlo –declara Ashbrook -. No


hay ningún proceso fisiológico que explique en forma adecuada la intencionalidad
humana. Lo que, sin embargo, sí expresa un cosmos son las pautas de la fe, que ordenan
y organizan lo que es importante en y para la vida humana.

Tal como lo ve Ashbrook, las operaciones del hemisferio izquierdo, analíticas y


orientadas hacia el lenguaje, se relacionan con lo que en religión se conoce como
“proclamación”, la cual implica una enunciación verbal de lo que es verdad, y que insta
a la acción a quienes la oyen. En contraste, lo que Ashbrook llama “manifestación”
implica provocar la maravilla y la participación sin recurrir al lenguaje formal. En su
opinión la manifestación no es susceptible de expresión verbal, y es más objeto de
vivencia que de expresión. Dicho brevemente, tenemos aquí como vía para la expresión
religiosa, un clásico canal del hemisferio derecho.
Mi propia opinión es que no es posible la vertiente espiritual de nuestra
experiencia solamente en función de procesos fisiológicos o biológicos. Es indudable
que las experiencias espirituales pueden ir acompañada de reacciones físicas accesibles
a la meditación con instrumentos científicos, pero no creo que la ciencia médica
objetiva como se la define actualmente, permita explicar las bases subyacentes a tales
experiencias.

Esta ciencia médica exige la presencia de “reductibilidad”, y esto significa que es


necesario reducir las causas de una enfermedad a sus bases bioquímicas o fisiológicas
específicas subyacentes. Entonces, se la puede tratar con un fármaco u otro
procedimiento que invierta la causa básica. Por ejemplo, la causa de la neumonía es con
frecuencia una invasión de bacterias. Si se mata las invasoras con penicilina, se cura la
enfermedad (hecho objetivo).

Cuando a una enfermedad no se la puede definir o enmarcar en esos términos


reduccionistas, se considera que su estudio y su tratamiento pertenecen a una ciencia
menor psicológica, por así decirlo. La angustia, por ejemplo, es un trastorno relacionado
con los procesos del pensamiento y que no puede reducirse a una única causa
fisiológica.

El hecho de que tales fenómenos mentales no puedan reducirse más allá de cierto
nivel a causa de las interacciones tremendamente complejas del cerebro no significa que
sus efectos no existan. De hecho, no sólo existen, sino que pueden dar como resultado
cambios mensurables, reproducibles y predecibles. Dicho de otra manera, satisfacen los
criterios básicos del estudio científico. Ese tipo de hechos que no admiten reducción
tampoco se dejan categorizar fácilmente en términos científicos, ni por ciertas
mentalidades de orientación científica. Como observó en una ocasión William James:
“Si algo hay que la historia humana demuestre, es la lentitud extrema con que las
mentalidades académicas y críticas ordinarias reconocen los hechos… que se presentan
como hechos inexplicables, sin encasillamiento ni calificación previa, o como hechos
que amenazan con desintegrar el sistema establecido”.

Cuando James habla de “las mentalidades académicas y críticas ordinarias”, se


refiere a aquellas en que predominan las funciones del hemisferio cerebral izquierdo. El
pensamiento reduccionista es una función del hemisferio izquierdo porque se basa en la
lógica y está sometido al análisis y a la descripción verbal.

La espiritualidad, por el contrario, suele ser una manifestación de las funciones


del hemisferio derecho, que no se dejan describir fácilmente con palabras. Por eso me
parece cortedad de vista denigrar el estudio científico de fenómenos humanos tales
como la espiritualidad, por el solo hecho de que no entran en un marco referencial
actualmente aceptado.

En pocas palabras, me pregunto si los que más enérgica y exclusivamente


respaldan el reduccionismo de la ciencia médica estrictamente objetiva no estarán
demasiado conectados con el modo de pensar del hemisferio izquierdo. Es probable que
por estos motivos tengan dificultades para vivenciar los conceptos del hemisferio
derecho. Es algo comparable a la situación de un adulto que tratara de explicar a un niño
de cinco años lo que es el amor físico. Quizás el pequeño reconozca que el adulto
intenta transmitirle algo importante, pero su capacidad de entender plenamente lo que se
le dice todavía no está desarrollada.

En cierto sentido, desde un punto de vista científico-práctico, no tiene


importancia hasta qué punto los hechos espirituales se den como acontecimientos
internos en nuestro cerebro, o como entidades aparte. De cualquiera de las dos maneras
saldremos ganando.

Por una parte, si los hechos espirituales, y entre ellos las funciones curativas,
tienen una dimensión cerebral y existen exclusivamente dentro de nuestra cabeza y de
nuestro cuerpo, los investigadores futuros quizá descubran capacidades humanas
insuficientemente utilizadas, y susceptibles de ser aprovechadas mediante diversos
tratamientos médicos y técnicas de autoayuda. Por otra parte, si resulta que nuestro
cerebro es un receptor de potencias, fuerzas y energías que existen fuera de nosotros, es
probable que jamás podamos llegar a hacer de ellas un análisis científico completo, pese
a lo cual aún se podría demostrar que esas fuerzas externas son totalmente reales,
poderosas y potencialmente benéficas para nosotros.

Muchos de estos puntos referentes a los peligros de un pensamiento científico


reduccionista inciden sobre nuestras actitudes hacia la investigación futura. También
hay implicaciones que tienen aplicación directa en el presente. Para empezar las
reacciones físicas que acompañan a la experiencia espiritual pueden orientarnos ahora a
un mejor entendimiento de dicha experiencia, que puede incluso enriquecerla.

Por ejemplo, no creo que sea por accidente que muchos servicios religiosos de
hoy estén estructurados de tal manera que la primera parte de la sesión incluya música,
meditación, oración y liturgia. Después, la parte final del servicio consta habitualmente
de una proclamación que se concreta en un sermón, homilía o lectura. Y finalmente, en
algunos grupos, especialmente en aquellos con orientación evangélica, es probable que
el servicio religioso concluya con alguna forma de llamado a la acción.

Examinemos a la luz del Principio de la Maxi-Mente lo que sucede en tales


circunstancias. En la primera parte del servicio se dan una serie de pasos que incluyen
oración, meditación y liturgia, y que pueden servir para inducir la Relajación, es decir,
la Fase Uno del Principio. Por cierto, que se trata de un enfoque que acentúa el uso del
hemisferio cerebral derecho.

Luego, a medida que los concurrentes se acercan a la última parte del servicio,
están preparados para oír el sermón, destinado a influir sobre su pensamiento y sus
acciones. En la primera parte del servicio se los ha preparado para esta exhortación y
esta experiencia de cambio, de mente y de vida. Finalmente, es probable que el ministro,
sacerdote o rabino concluya con un toque enérgico, que puede ser un llamado a la
decisión o a la acción. En este caso, el servicio religioso todo estará envuelto en la
proclamación de manera tal que constituya una poderosa aplicación del Principio de la
Maxi-Mente.

Lamentablemente, como pueden atestiguarlo muchas personas que acuden a


ellos, es frecuente que la estructura de los servicios religiosos no esté a la altura de tales
objetivos. Pero cuando un servicio se organiza en la forma adecuada –y cuando quienes
participan en él lo hacen con un sentimiento intenso de fe y de expectativa -, pueden
suceder transformaciones vitales pasmosas.

Incluso en esta descripción de la secuencia de lo que pasa en un servicio


religioso, temo ir demasiado lejos. La presentación de este análisis no es hacer una
presentación mecanicista de cómo un sacerdote o ministro puede manipular la vida de
las personas, aparte de la actuación de una deidad o fuerza exterior divina. Es, más bien,
un modo de señalar que la obra del espíritu, si queremos llamarla así, se puede facilitar
mucho si quienes planean los servicios religiosos están al tanto de la posibilidad de que
haya un diseño maestro subyacente en el funcionamiento de nuestra mente.

Veamos ahora algunos ejemplos concretos de cómo en ciertos individuos se ha


intensificado y transformado la faceta espiritual como resultado del Principio de la
Maxi-Mente. Empezaré por dar algunos ejemplos tomados de mi propia experiencia.

1. La oración meditativa puede reforzar la fe. Durante casi veinte años, Roberta
ha estado enferma del corazón. Ha sufrido una serie de ataques menores, registrando
incidentes de fallos cardíacos congestivos y ataques graves de angina pectoris. También
ha estado semanas enteras hospitalizada y en más de una ocasión debió faltar dos o tres
meses al trabajo a causa de sus problemas cardíacos.

Cuando acudió a nosotros en busca de ayuda, la gravedad de su afección, unida a


un problema de diabetes, la obligaban a tomar muchos medicamentos. Le enseñamos
una técnica de la Fase Uno que le permitiera inducir la Relajación, y para practicarla,
Roberta escogió “Señor Jesús” como frase basada en su fe, aunque a veces decía
también “Padre celestial”.

He aquí como describe Roberta el influjo de este tratamiento sobre su salud.

-Cuando empiezo a sentir que me amenaza el dolor de la angina, uso la


Relajación para hacerlo desaparecer. Para practicar este ejercicio, generalmente
desconecto el teléfono para que nadie me distraiga, y me siento en una silla de respaldo
recto.
A veces, sigue diciendo Roberta, cuando tiene la sensación mientras está con
amigos o viajando en un transporte público “me limito a cerrar los ojos y a practicar mi
ejercicio de Relajación, y la sensación nunca llega a convertirse en dolor. Según donde
esté, si no puedo sentarme en una silla de respaldo recto, me limito a respirar lenta y
tranquilamente, repitiendo mi breve oración cada vez que exhalo. Entonces siento que
los latidos del corazón se van haciendo más lentos, y me invade una sensación de calma
y de paz. Y tampoco en este caso la sensación de la angina llega a convertirse en dolor
en el pecho”.

En un nivel puramente físico, la experiencia de Roberta es realmente la historia


de un éxito. Como ella dice: “Cuando practico asiduamente la Relajación estoy durante
meses y años absolutamente libre de los dolores de la angina”.

Pero igualmente importante es que la práctica de la Relajación mediante esta


oración meditativa le ha ayudado a reforzar e intensificar su antigua fe cristiana.

-El hecho de sentirme activa, seguir viva y poder caminar diez o quince
manzanas sin cansancio ni dolores de pecho me confirman sin lugar a duda que lo que
me ha sostenido durante todos estos años ha sido mi fe en el Todopoderoso.

Históricamente, diversos tipos de curación han significado un tremendo impacto


personal y espiritual para quienes se han visto así devueltos a la salud. Por ejemplo, en
el capítulo nueve del Evangelio de San Juan, que relata como Jesús curó al ciego, vemos
como el sanado estaba dispuesto a imponerse y defender audazmente a su sanador ante
las autoridades locales. Y también cuando Pedro curó al cojo (Hechos, 9) éste se
convirtió en una suerte de evangelista y predicador que iba saltando y proclamando las
alabanzas de Dios. Y además, se mostró dispuesto a defender a Pedro y a Juan de las
acusaciones que les imputaban cuando los llevaron ante las autoridades del gobierno
local.

En el caso de Roberta, la mejoría no fue instantánea, pero tuvo una influencia


significativa para reforzar y confirmar su fe. Tal como ella lo sentía, la mejoría en su
salud se relacionaba con los efectos fisiológicos habituales de la práctica de la
Relajación. Sin embargo, al mismo tiempo su experiencia tenía una dimensión espiritual
que ejerció un efecto benéfico sobre su fe.

Con frecuencia veo que muchas personas profundamente religiosas no se dan


cuenta de que, de hecho hay diversas formas de meditación que son parte de su tradición
histórico-espiritual. Esas personas pueden empezar usando la Relajación para tratar sus
dolencias físicas y psicológicas, pero además pueden encontrarse, como le pasó a
Roberta que han aprendido una técnica que les sirve para cultivar su espiritualidad.

Otra de mis pacientes, Edna, era hipertensa. Iniciamos con ella un programa
consistente en la práctica de la Relajación mediante una oración significativa para ella:
“Señor, ten misericordia de mí”. Con frecuencia tras haber practicado la Relajación, leía
algún tema de naturaleza espiritual o se sometía de alguna otra manera a influencias
benéficas que reforzaban su fe.

No tardó mucho en descubrir que la presión sanguínea se le había reducido


significativamente, y los efectos de la oración meditativa que usaba empezaron a
hacerse sentir más allá de su problema específico con la hipertensión. Entre otras cosas,
descubrió que algunos problemas de insomnio que había tenido comenzaban a
desaparecer, como también otras molestias y dolores.

También ha experimentado notables beneficios espirituales: con su programa


oración y meditación –ideado inicialmente como tratamiento para disminuir la presión
sanguínea – ahora pasa más tiempo en comunicación con su Dios, y como resultado
tiene una sensación de calma y paz interior. Por otra parte, suele estar más atenta a las
cosas por las que tiene motivos para estar agradecida que a las que son causa de
preocupación.

En estos dos casos se produjo naturalmente un paso de la Fase Uno del Principio
de la Maxi-Mente –la práctica de la Relajación- a la Fase Dos. A ambas pacientes, la
Fase Dos las llevó a intensificar sus actividades religiosas normales, que incluían
lecturas de la Biblia, el estudio de temas espirituales y la concurrencia a diversos
servicios religiosos. Todas estas actividades espirituales favorecieron el cambio en su
actitud mental y, como resultado, la salud de estas mujeres mejoró, se profundizó su fe,
y su comprensión espiritual fue en aumento.

2. Las experiencias religiosas en grupo bien diseñadas pueden sacar buen


partido del Principio de la Maxi-Mente. Una experiencia de este tipo se comenzó hace
varias décadas en España, donde en la Iglesia Católica organizó un cursillo sobre
cristianismo. La experiencia, estilo retiro también es conocida en la Iglesia presbiteriana
y otras en las tradiciones protestantes con el nombre de Tres Días, y en ocasiones ha
tenido una influencia impresionante, en forma de profundos cambios espirituales en
quienes participan en ella. En muchos sentidos, esta experiencia puede constituir un
buen ejemplo de lo benéfico que es aplicar en grupos el Principio de la Maxi-Mente.

En uno de esos cursillos, todos los participantes llegaron el jueves por la noche
para permanecer hasta el domingo por la tarde. Excepción hecha de los miembros del
equipo que dirigían los ejercicios religiosos, nadie sabía exactamente lo que iba a
suceder.

Desde el momento de su llegada, los participantes se encontraron sumergidos en


lo que uno de ellos llamó “una maratón de vivencias religiosas”. Las charlas y
conferencias se sucedían, ofreciendo lúcidas explicaciones de los principios
fundamentales de la fe cristiana y de sus expresiones en el servicio y en el culto. Se
reservaba mucho tiempo adicional para la meditación y la contemplación, y las
reuniones se celebraban en una capilla donde las velas y el incienso intensificaban el
sentimiento de solemnidad.

Durante el fin de semana, los participantes fueron constantemente atendidos por


los miembros del equipo, tal como expresó uno de ellos, recibieron un “diluvio de
amor”, en la forma de un fuego cruzado de pequeños presentes y notas afectuosas.

Pronto empezaron a observarse cambios notables en varias de las personas que


participaban. Una mujer dijo que por primera vez entendía lo que significaba amar a
Jesús. Aunque su experiencia anterior al cursillo se caracterizaba ciertamente por la
profundidad de su compromiso y de su fe, en su espiritualidad faltaban vitalidad y
armonía, y los cambios producidos en ella vinieron a llenar ese vacío.

Otra mujer experimentó una especie de conversión. Aunque había concurrido


regularmente a la iglesia, la experiencia no había sido más que una parte de su vida,
reservada para fines religiosos. Ahora sentía que debía permitir que aquella
espiritualidad que antes apenas sí había llegado a percibir invadiera otros aspectos de su
vida familiar y laboral.

Otro participante, un hombre que se había dejado absorber por los aspectos
administrativos de su condición religiosa, se dio cuenta, como resultado de las charlas y
de las experiencias de meditación, de que debería estar dedicando más tiempo a los
necesitados, y resolvió participar regularmente en un programa de ayuda a las gentes sin
hogar.

Un análisis del cursillo en función del Principio de la Maxi-Mente revela una


dinámica interesante. Como dijo un colega mío que participó en uno de esos fines de
semana:

-Hubo ante todo una apertura lograda mediante los momentos de oración y
recogimiento. La mayoría de los presentes lograron un estado meditativo que sin duda
en muchos casos conllevaba la inducción de la Relajación. A veces, sentados en la
capilla a oscuras, alternábamos el recitado litúrgico con la contemplación de los cirios
encendidos y la ofrenda de nuestras plegarias y meditaciones.

“Con frecuencia, las experiencias más intensas de este tipo tenían lugar por la
noche, antes de acostarnos. Las instrucciones que tenían los participantes eran que
inmediatamente después del servicio no debían hablar con nadie, sino más bien irse
directamente a sus habitaciones y ponerse a leer y meditar sobre las actividades del día,
o bien acostarse. Muchos de ellos se pasaban algún tiempo leyendo y reflexionando y,
como es natural, esta es una actividad que corresponde exactamente a la Fase Dos del
Principio de la Maxi-Mente. Dicho de otra manera, esa gente ya estaba mentalmente
abierta y, por ende, era más susceptible a recibir nuevas influencias y a cambiar como
resultado de sus reflexiones, lecturas y estudios.
Además, también durante el día era frecuente que las experiencias de meditación
fueran seguidas por conferencias, charlas y otras proclamaciones. Para decirlo en
términos más científicos, la actividad meditativa del hemisferio derecho durante la Fase
Uno iba seguida por la actividad analítica y de orientación verbal del hemisferio
izquierdo, característica de la Fase Dos.

Mi amigo se apresura a señalar, como tantas veces lo he hecho yo mismo, que el


pleno impacto espiritual de una experiencia como la de estos cursillos no se puede
explicar totalmente valiéndose de categorías científicas o biológicas. Es claro que
probablemente durante la experiencia hubo actividad de los dos hemisferios cerebrales,
y quizás en este contexto sea mejor considerarlos como “conductos” transmisores de
fuerzas trascendentes, y no como algo que en sí mismo explica las transformaciones
espirituales que se produjeron.

Aunque positivas, este tipo de experiencias –los cursillos- me traen a la memoria


otro aspecto espiritual más negativo, e incluso, en ocasiones, peligroso, del Principio de
la Maxi-Mente. Llamo a esta dimensión, más bien sombría, la “zona de peligro”.

LA ZONA DE PELIGRO

Así como el Principio de la Maxi-Mente puede ser usado de manera positiva para
favorecer la evolución espiritual de una persona, también se puede emplear de una
manera que se puede llamar demoníaca.

Piense el lector en las técnicas usadas en varios cultos que durante las últimas
décadas han sido objeto de amplia publicidad. Se trata de grupos que hacen que sus
adeptos mediten o realicen alguna repetitiva, que puede ser una salmodia incesante o un
movimiento de danza simple y rítmica. En muchos casos, a los nuevos miembros se les
da poco tiempo para reflexionar sobre lo que está sucediéndoles. Por lo común, a las
personas a quienes se está introduciendo en el culto se las hace acompañar por uno de
los guías o instructores, que las bombardean con informaciones y conceptos destinados
a cambiar sus creencias y a crearles nuevos compromisos.

Los que se ven expuestos a la influencia de un medio así durante un período


prolongado empiezan a cambiar. Las actividades repetitivas y las meditaciones los
preparan para el cambio mediante la práctica de la Relajación, que los introduce en la
Fase Uno del Principio de la Maxi-Mente.

Después, mediante la influencia de los directores del culto e inundándolos con


información especialmente seleccionada, logran en ellos la alteración mental necesaria
para imprimirles las pautas seleccionadas por los líderes del culto. En pocas palabras: en
la estructura fisiológica del cerebro de las gentes que han sido sometidas a períodos
largos e intensos de este tipo de adoctrinamiento se producen realmente cambios.

Muchas personas se han asombrado de que hayan sido tantos los que se dejaron
arrastrar a la práctica del culto de Jonestown, la comuna fundada por el reverendo Jim
Jones, en Guyana hace casi diez años. Como se recordará el 18 de noviembre de 1978 el
senador estadounidense Leo Ryan y otros cuatro investigadores fueron muertos a
balazos en la pista de aterrizaje de emergencia de Jonestown, y 911 fieles seguidores del
reverendo Jones murieron en la selva, algunos de ellos bebiendo, a instancias de Jones,
una bebida adicionada con cianuro, y los que se resistieron cayeron también bajo las
balas de sus compañeros.

Los seguidores de Jim Jones no fueron realmente engañados; al menos no lo


fueron durante la última y trágica fase de su experiencia en Jonestown. Lo que sucedió
fue más bien que, apartados de otros puntos de vistas más responsables y aisladas en las
selvas de la Guyana, sufrieron al parecer una transformación grupal de sus procesos de
pensamiento como resultado de una aplicación tremenda y demoníaca del Principio de
la Maxi-Mente. Sus compromisos espirituales, sus creencias y sus pautas de
pensamiento cambiaron así a tal punto que se encaminaron por una senda que los llevó
en última instancia a la autodestrucción.

En el mundo de los negocios se han introducido otras aplicaciones, mucho


menos extremas pero igualmente cuestionables, del Principio de la Maxi-Mente.
Considérese este informe publicado en el New York Times del 17 de abril de 1987: “En
su empeño por llegar a ser más competitivos, los empresarios norteamericanos recurren
a gurús motivacionales que dicen ser capaces de cambiar la forma de pensar de los
empleados”. Las técnicas usadas por los empresarios incluían la meditación, la
relajación y diversas visualizaciones, que evidentemente son aplicaciones del Principio
de la Maxi-Mente.

Creo que es esencial que técnicas tan poderosas estén controladas por el
individuo bajo la dirección del guía mental máximo que él – o ella - haya escogido.
Además, el individuo ha de sentirse a gusto con la ideología del programa ya antes de
iniciarse en su práctica.

Es obvio que estamos manejando un instrumento poderoso. Hasta el momento he


insistido en los usos positivos del Principio de la Maxi-Mente, y sigo creyendo que
todos debemos entenderlo y utilizarlo, tanto en el ámbito espiritual como en otros
aspectos de nuestra vida. Al mismo tiempo, debemos tener siempre presente que es
potencialmente peligroso.

Por esta razón debo insistir en lo absolutamente esencial que es, especialmente
cuando empieza uno a enfrentarse con cuestiones tocantes a la realidad fundamental y a
la espiritualidad, encontrar un guía responsable que lo oriente en el transcurso de las
transformaciones interiores que sin duda experimentará. Los cultos son especialmente
peligrosos porque no han pasado por la prueba del tiempo ni han demostrado que son
benéficos para sus seguidores. Por esta razón soy inflexible en lo que se refiere a la
importancia de buscar apoyo en una fe antigua cuya seguridad haya sido demostrada, y
que lleve siglos, e incluso milenios, difundiendo enseñanzas altruistas.

Otra preocupación, relacionada con el problema de los cultos, es la forma en que


puede generarse un sentimiento de misión entre aquellos que han experimentado este
tipo de transformaciones personales. El cambio producido puede ser tan profundo y
conmoverlo a uno a tal punto que se sienta obligado a compartirlo con sus semejantes.
Esa actitud, per se, no tiene nada de malo. Es más, tiene mucho de bueno.

Algunos de los movimientos más importantes y benéficos de la historia humana


han sido iniciados por creyentes fervorosos que estaban totalmente comprometidos con
su causa o su fe.

Pero en esto hay también un peligro. Cuando uno ha pasado por una intensa
transformación interior, es natural que dé por sentado que ha encontrado el único
camino verdadero. También esta creencia puede ser no solo algo positivo, sino también
una parte esencial de un impulso y de una motivación que por primera vez emergen
desde nuestro interior. Pero lo que puede empezar a causar problemas es el paso
siguiente. La intensidad de su experiencia puede hacer que uno se ciegue al hecho de
que también otras personas, provenientes de otras tradiciones o sistemas de creencias,
pueden haber pasado por experiencias similares e igualmente conmovedoras, a las
cuales se les ha de otorgar el mismo respeto que espera uno para la suya. Y esas
personas pueden estar tan convencidas como usted del valor único de sus intuiciones y
vivencias.

De manera que si como resultado de su transformación personal se genera en


usted un sentimiento misionero, disfrute de él libremente. Al mismo tiempo, procure ver
su experiencia desde la perspectiva de la comunidad. Sobre todo, sea comprensivo y
tolerante con otros que también hayan experimentado cambios inefables, que han
alterado la dimensión de su vida, pero cuya experiencia ha tomado una forma diferente
de la suya.

Finalmente, una palabra sobre los medios de comunicación modernos, es decir,


la televisión, la radio y la publicidad: con más frecuencia de lo que nos damos cuenta,
nuestros valores morales y espirituales (y los de nuestra familia) están influidos por lo
que vemos y oímos en la televisión y en diversos anuncios. En este campo, el peligro va
en aumento si uno se expone a la influencia de estos medios inmediatamente después de
haberse abierto mentalmente mediante la práctica de la Relajación.

Supongamos que acaba usted de practicar una sesión satisfactoria de meditación


o de plegaria. Si en ese momento en que está relativamente más abierto a otras
influencias encendiera la televisión, podría ser más susceptible que lo normal al
programa o a la publicidad, es decir, que correría el riesgo de experimentar cambios
indeseables en sus ideas. Tras haber terminado su sesión de Relajación, puede usted
pasar su tiempo disfrutando de la compañía de su familia, leyendo algo que considere
provechoso o concentrándose de alguna otra manera en temas positivos y edificantes.

Claro que en última instancia le corresponde a usted, en su condición de


individuo independiente, seleccionar de su personal sistema de creencias el material que
considere más adecuado a sus propias necesidades. Pero quizá sea prudente, además,
que usted mismo identifique y analice las zonas de peligro que existen en nuestra
cultura antes de tomar alguna decisión definitiva. Entender cuáles son las trampas puede
ser un primer paso en la elección del sendero espiritual más benéfico.

LA ADQUISICION DE UNA DISCIPLINA ESPIRITUAL

Para ayudarle en el desarrollo de su espiritualidad, resumimos aquí las dos fases


del Principio de la Maxi-Mente capaces de ayudarle a estar abierto a transformaciones
benéficas. Recuerde que el Principio como tal no tiene poder alguno para enseñarle nada
referente a la verdad fundamental ni a la naturaleza de Dios. No es más que una
capacidad humana que puede contribuir a que se abra usted a determinadas
circunstancias que pueden reforzar su espiritualidad.

FASE UNO

Paso 1: Concéntrese en una palabra o una frase que esté firmemente arraigada en
su sistema personal de creencias. Como ya hemos visto, un cristiano podría elegir las
palabras iniciales del Salmo 23, “El Señor es mi pastor”, un judío la palabra “Shalom”,
una persona que no sea religiosa algo neutro, como “uno” o “paz”.

Paso 2: Siéntese tranquilamente en una posición cómoda.

Paso 3: Cierre los ojos.

Paso 4: Relaje los músculos.

Paso 5: Respire lenta y naturalmente y, al exhalar, vaya repitiendo la palabra o


frase elegida.

Paso 6: Adopte una actitud pasiva. No se preocupe por lo bien que lo esté
haciendo. Cuando se le ocurran otros pensamientos, limítese a decirse “Ya esta bien” y
vuelva a iniciar la repetición.
Paso 7: Siga así durante diez o veinte minutos,

Paso 8: Practique así la técnica una o dos veces al día.

FASE DOS

Lo más probable es que usted conozca ya la tradición espiritual que le interesa o


le parece más promisoria para su evolución interior. En vez de intentar conducirse como
una especie de teólogo improvisado, yo le diría que pasara revista a los textos básicos de
su fe para exponerse a sus enseñanzas. En las transformaciones espirituales es
especialmente importante encontrar un director espiritual competente, que puede ser un
sacerdote, ministro o rabino, en quien usted confíe y que esté de acuerdo con sus
objetivos.

Lo mismo que sucede con cualquier consideración de orden espiritual, con éstas
usted está usted abordando los problemas más importantes que puede afrontar un
hombre, como son sus valores morales básicos y su visión del mundo. No olvide que es
un campo por donde ha de moverse con la sensibilidad adecuada.
9

Las cimas de la mente

A medida que se avanza en la investigación del Principio de la Maxi-Mente,


¿qué predicciones se pueden hacer para el futuro?

En mi opinión, hay varios frentes importantes que esperan ser mejor


investigados, entre los que se cuentan el dominio auto controlado de la química
cerebral, una expansión del entendimiento y empleo del efecto placebo, y una más
amplia utilización del Principio de la Maxi-Mente como ayuda para el cultivo de
nuestras posibilidades espirituales, intelectuales y atléticas. Veremos ahora un poco más
de cerca cada uno de estos tres campos.

EL CONTROL DE LA QUIMICA CEREBRAL Y EL EFECTO PLACEBO

En otros capítulos de este libro hemos visto cómo las células del cerebro se
comunican o conectan entre sí por medio de sustancias químicas a las que se conoce
como neurotransmisores. Allí donde se usan reiteradamente las conexiones cerebrales
terminan por establecerse vías o instalaciones permanentes. Estas conexiones contienen
nuestros recuerdos, de hecho, son nuestros recuerdos.

Las conexiones entre las células cerebrales pueden recordar un dolor de cabeza y
también pueden recordar lo que es sentirse bien. Son capaces, además de recordar el
alivio que se produce naturalmente o por obra de una medicación, y esta capacidad,
especialmente, ofrece un gran potencial curativo para el tratamiento médico.

Estoy convencido de que mediante el uso del Principio de la Maxi-Mente será


posible recurrir a las vías nerviosas que recuerdan el alivio de un dolor, por ejemplo, un
dolor de cabeza. Entonces se podría utilizar el Principio para provocar ese alivio
mediante la acción de los mismos neurotransmisores que se activaron para detener el
dolor cuando, por ejemplo, en otra ocasión uno tomó un fármaco.

Todo esto no es tan disparatado como inicialmente podría parecer. Los


investigadores han descubierto que alguno de los fármacos que tomamos para aliviar el
dolor actúan como lo hacen porque imitan a los neurotransmisores que ya tenemos en el
cerebro. Esos neurotransmisores imitados, que los científicos agrupan bajo la
denominación de “ligandos”, funcionan como una especie de llave que libera ciertas
reacciones cerebrales. Y a este respecto, tanto los fármacos como los neurotransmisores
pueden servir de llaves.

Por ejemplo, la morfina es una droga que alivia el dolor y produce una sensación
de euforia… y lo mismo hacen las endorfinas, como se llama a los neurotransmisores
que actúan en forma semejante a la morfina. Últimamente hemos aprendido que correr y
otras actividades naturales pueden liberar endorfinas y, sin la intervención de ningún
fármaco, producir un efecto semejante al de la morfina.

Es indudable que hay muchos otros neurotransmisores que también pueden


producir el mismo efecto que los fármacos u otros similares; sólo falta que aprendamos
a liberarlos de manera más controlada. Se ha sugerido, por ejemplo, que los fármacos
que llamamos tranquilizantes, como el Valium y el Librium, son eficaces porque imitan
el efecto de otros neurotransmisores que ya poseemos. Quizá podamos aprender a
conectar más eficazmente los neurotransmisores mediante pautas de pensamiento
adecuadas.

¿Cómo podemos alcanzar un resultado así? Creo que mediante el uso del
Principio de la Maxi-Mente podríamos aprender a poner en funcionamiento esos
elementos químicos internos. Es decir que es bien posible que interiormente contemos
con la posibilidad de aliviar el dolor y de aumentar de otras maneras nuestro bienestar
sin recurrir a ninguna droga.

Nuevas investigaciones podrían darnos una mejor comprensión del efecto


placebo, además de sugerirnos otros usos prácticos para este fenómeno. Para empezar,
deberíamos aumentar nuestros conocimientos de la base fisiológica de las curaciones
realizadas por aquellos que practican la imposición de manos. ¿Hay, como sostienen
algunos, transmisión de energías, poderes o fuerzas del sanador al paciente, o las curas
se relacionan más bien con la fe del paciente en las capacidades curativas del sanador?
¿Recordamos efectivamente cómo era estar bien, y de acuerdo con ello recreamos en
nuestro cerebro las conexiones del “bien estar”? Y de manera similar, podemos
preguntarnos si sustancias inactivas como las píldoras de azúcar no producirían su
saludable efecto placebo porque creemos que se trata de medicamentos eficaces y
activos, o si tal vez pueden producir un bienestar recordado. La respuesta a estas
cuestiones y a otras semejantes está pendiente de investigaciones.

Ciertamente hay muchos fármacos valiosos que no poseemos en la forma de


neurotransmisores, y que por consiguiente seguirá siendo necesario usarlos como
medicación. Dos de esos agentes son la penicilina y la tetracilina. Además, es obvio que
no podremos reemplazar las grandes capacidades curativas de la cirugía moderna por
más control que tengamos de la química cerebral.

Recordará el lector que aproximadamente un 75% de las enfermedades que


hacen que el paciente promedio acuda al médico pertenecen al dominio de la interacción
mente-cuerpo. Es obvio que en este amplísimo aspecto de la práctica médica puede
caberle un papel muy importante a la adecuada aplicación del Principio de la Maxi-
Mente. O dicho de otra manera: la comprensión y aplicación del Principio podrían
servirnos para tratar aquellas dolencias que caen entre lo que pueden resolver la
medicina y la cirugía modernas por un lado y, por otro, lo que pertenece al campo de la
psiquiatría.

La aplicación del Principio de la Maxi-Mente nos llevaría también a una práctica


médica más personalizada, menos tecnificada y más barata. En primer lugar, para
mejorar la salud recurriríamos más a nuestras propias pautas personales de pensamiento
y dependeríamos menos de medicaciones y otros recursos impersonales. Segundo, el
uso del Principio impondría la necesidad de que el médico u otro profesional de la salud
se convirtieran en guía mental máximo. Como resultado, el médico necesitaría conocer
más íntimamente las necesidades y las creencias más arraigadas de cada uno de sus
pacientes. Y finalmente se podría llegar a una práctica menos onerosa de la medicina
porque es probable que la utilización del Principio sea el mejor camino hacia todas las
formas eficaces de autoayuda.

LA FORMA FISICA, EL INTELECTO Y LA VERTIENTE ESPIRITUAL

Preveo también una aplicación mucho más amplia del Principio de la Maxi-
Mente en la instrucción atlética, educacional y religiosa, y este es un movimiento que en
los Estados Unidos se está produciendo ya en muchas escuelas y en instituciones
dedicadas a la práctica del atletismo.

En el aspecto espiritual, será importante que las organizaciones y los líderes


religiosos distingan entre lo que es una capacidad humana, accesible a todas las
personas, sean de la fe que fuere, y lo que es la sustancia inviolable de su fe, peculiar de
su propia tradición, cuya comprensión nuestra humana capacidad busca a tientas.
Quines perciban que el Principio de la Maxi-Mente se centra en una capacidad humana
y no en una sustancia espiritual irán utilizándolo cada vez más para realizar la disciplina
espiritual.

Al acercarnos al término de esta exploración del potencial máximo de nuestra


mente, honestamente espero que lo he intentado expresar haya resultado coherente,
espero que el hemisferio izquierdo de su cerebro haya captado estos puntos, aun cuando
muchos de ellos tengan firmes raíces en ese hemisferio derecho no verbal. Quizás en el
proceso ya haya conseguido usted modificar alguna de las poderosas inferencias
negativas que pueden haber estado limitando el funcionamiento productivo del
hemisferio izquierdo.

Como ejercicio final, le sugiero que termine con una aplicación práctica del
Principio de la Maxi-Mente. Para afirmar bien estos conceptos y técnicas, de modo que
en el futuro pueda recurrir a ellos para cambiar su vida, podría empezar por ponerse en
contacto con un guía mental máximo, y luego entrar en la Fase Uno practicando la
Relajación.

Entre después en la Fase Dos, volviendo a echar una mirada al libro y releyendo
las secciones que más le interesen. Al hacerlo, tenga en cuenta los mensajes que ha
recibido y decida qué cambios necesita introducir en su vida en un futuro inmediato.
Espero fervientemente que este libro no solo haya sido en su vida una pausa agradable
dedicada a la lectura, sino que funcione también como una puerta abierta que le indique
el camino hacia las importantes transformaciones personales que usted desea.

Al usar el Principio de la Maxi-Mente, tan fácil de aprender y de practicar,


también usted puede disfrutar –y disfrutará- de los beneficios de una existencia más
positiva y que ponga en juego la totalidad del cerebro. Usted puede acceder a las
impresionantes posibilidades de su propia y particular Maxi-Mente.

Lo que ahora suceda será cosa suya. Tiene una opción: su Maxi-Mente, para
emplearla con todas sus maravillosas posibilidades.

FIN

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