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TRABAJOS DE PREHISTORIA
62, n.o 1, 2005, pp. 165 a 179
Fig. 1. Planimetría general del Cerro de la Encina con la indicación de las zonas de intervención arqueológica.
líneas generales la ocupación argárica se organiza ción masiva de la piedra siendo los sistemas de
a partir de la secuencia de hasta tres grandes recin- construcción netamente diferentes. El urbanismo se
tos defensivos que se suceden en el tiempo y que se caracteriza por cabañas de planta ovalada que apa-
sitúan en la meseta central del poblado, zona carac- recen situadas de forma dispersa adaptándose a las
terizada por su inaccesibilidad y por el perfecto características topográficas del yacimiento. No
control visual de su entorno más inmediato. Las obstante en los momentos recientes también se han
zonas de hábitat se localizan en las laderas y mese- documentado estructuras de habitación de planta
tas contiguas de tal forma que la fortificación se rectangular. Los sistemas constructivos se caracte-
convierte en el elemento central entorno a la que se rizan por zócalos de piedra de escasa entidad sobre
articula el hábitat. Este modelo claramente diferen- los que se alzan paredes de barro y ramaje. Las te-
ciado de lo que sucede en otras regiones argáricas chumbres estarían constituidas por materiales orgá-
y que se repite en poblados como la Cuesta del nicos impermeabilizados con barro. Estas cabañas
Negro ha sido definido como característico del poseen grandes dimensiones, no aparecen compar-
Grupo Granadino de la Cultura de El Argar (Molina timentadas y en algunas ocasiones presentan un re-
1983). En relación con el poblado del Cerro de la vestimiento interior de sus paredes o estructuras
Encina la excavación de la terraza que bordea el internas realizado con placas de estuco amarillen-
yacimiento por su lado suroeste (Zona B) nos ha to de forma rectangular y decoradas con motivos
permitido definir sus características urbanísticas geométricos (Arribas et al. 1974; Molina 1976,
que responden al esquema clásico de la cultura 1978) (4).
argárica: aterrazamientos artificiales realizados me- Los trabajos de investigación más recientes
diante la construcción de muros que van escalonan- se han centrado en el estudio de la secuencia de
do las pendientes y creando de esta forma platafor- ocupación incluyendo todas las campañas de exca-
mas sobre las que se sitúan viviendas de varias vación realizadas en la meseta central del yacimien-
habitaciones que presentan plantas rectangulares o to (Zona A). El análisis de las relaciones diacróni-
pseudorectangulares. cas y sincrónicas entre las diferentes unidades
En cuanto a la necrópolis, siguiendo igualmen- estratigráficas nos ha permitido construir una ma-
te la norma argárica, las sepulturas se sitúan en el triz organizada en dos periodos culturales y ocho
interior del poblado debajo de los suelos de habita- fases constructivas. El primer periodo de ocupación
ción. El sistema de enterramiento más habitual en perteneciente a época argárica queda estructurado
el caso específico del Cerro de la Encina consiste en como sigue: las tres primeras fases corresponderían
una inhumación individual, doble o de forma más a fines del Bronce Antiguo y fundamentalmente al
excepcional triple, realizada en pozo con cueveci- Bronce Medio, y las dos siguientes al Bronce Tar-
lla lateral excavada en la roca y cerrada con un dío (5). Para esta secuencia contamos con diversas
murete de mampostería o una laja de piedra. No fechas de C14 que marcarían un periodo de ocupa-
obstante también se han documentado sepulturas en ción ininterrumpida entre el 2000 y el 1450 cal. BC.
fosa simple o en cistas construidas con lajas de pie- El segundo de los periodos culturales perteneciente
dra. Los cadáveres aparecen siempre en forma al Bronce Final del Sureste quedaría estructurado
flexionada y acompañados de ajuares funerarios en tres fases, la primera correspondiente a un mo-
cuya variabilidad en su distribución tanto cuantita- mento avanzado del Bronce Final Antiguo y las dos
tiva como cualitativa marcan la posición social de siguientes al Bronce Final Pleno. Así mismo se ha
los individuos (Molina 1983). El estudio realizado realizado un exhaustivo estudio morfológico y tec-
sobre las paleopatologías y desarrollo muscular de nológico de los conjuntos cerámicos asociados a
las inhumaciones (Jiménez y García 1989-90) apo-
yaría igualmente una organización social claramen- (4) Ver nota 3.
te estratificada con un acceso diferencial a los bie- (5) Aunque el primer momento de ocupación de la Zona A se
corresponde con grupos sociales plenamente argarizados, sin em-
nes de producción. bargo la ocupación más antigua documentada en el yacimiento se
En relación con el periodo de ocupación corres- situaría en un Bronce Antiguo previo al proceso de argarización.
En este sentido habría que destacar la aparición de conjuntos ce-
pondiente a la Cultura del Bronce Final del Sures- rámicos con decoración campaniforme en diferentes áreas del
te las características urbanísticas de estas nuevas asentamiento. Además, en contextos de ocupación argárica de la
poblaciones difieren sustancialmente de las utiliza- Zona A se han documentado materiales típicos de este momento
como las fuentes y platos de borde biselado que han sido interpre-
das en época argárica. Durante estos momentos se tados como el resultado del proceso de amortización muy posible-
abandona el sistema de aterrazamiento y la utiliza- mente por las mismas poblaciones ya argarizadas (Aranda 2001).
esta secuencia. Como resultado se ha presentado blanco como separación entre las partes originales
una propuesta basada en cuatro unidades de des- y aquellas otras restituidas. Asimismo, se realizó un
cripción vinculadas de forma jerárquica y que im- sistema de drenaje que a partir de una compleja red
plican el análisis de la información en varios nive- de arquetas y tuberías excavadas en la roca ha per-
les de agregación. La discusión secuencial de las mitido evacuar el agua que queda depositada en el
diferentes unidades de descripción definidas ha interior de los complejos arquitectónicos. Final-
permitido igualmente caracterizar el cambio y mente se mantuvo sin excavar como reserva cien-
transformación de los conjuntos cerámicos a lo lar- tífica para futuras investigaciones un testigo en
go de la secuencia (Aranda 2001). donde aparece reflejada toda la secuencia de esta
zona del poblado. Su consolidación se realizó me-
diante la colocación de rasillones en su superficie
2. LA PUESTA EN VALOR DEL superior de tal forma que la erosión no afectara a su
YACIMIENTO conservación, y mediante el tratamiento de las su-
perficies verticales con un consolidante plástico
El desarrollo de los trabajos arqueológicos, (Sikaguard-6).
como se ha analizado anteriormente, tuvo como El actual desarrollo del proyecto de musealiza-
resultado la documentación de importantes cons- ción del yacimiento ha requerido la realización de
trucciones defensivas que se caracterizan por su un proyecto general de puesta en valor a partir de
monumentalidad. Estas construcciones se vieron una ficha diagnóstico en donde han sido estableci-
fuertemente dañadas como consecuencia del son- dos los criterios básicos de intervención, agrupados
deo realizado con motivo del Primer Curso Interna- en dos grandes apartados de diferente naturaleza.
cional de Arqueología de Campo que fue situado de Por una parte, la dotación de las infraestructuras
tal forma que se excavó el interior de diferentes necesarias que permitan el acceso y la visita al ya-
muros de gran entidad correspondientes a la se- cimiento (construcción de un nuevo acceso, zona de
cuencia de estructuras defensivas. El evidente de- estacionamiento, centro de recepción e interpreta-
terioro causado por esta intervención junto a los ción...), y por otra, la realización de trabajos que
procesos erosivos que, una vez concluidas las ex- incluyen la excavación de aquellas zonas que am-
cavaciones, se incrementaron sustancialmente plíen y mejoren la comprensión de los restos ar-
motivó a principios de los años 80 el desarrolló un queológicos documentados en campañas antiguas
programa de consolidación y restauración pionero para su posterior consolidación, restauración y ex-
en la arqueología peninsular (6). Gracias a estas in- posición.
tervenciones y transcurridos 20 años desde su rea- En relación con este último apartado, y a partir
lización los diferentes complejos arquitectónicos se de los resultados de las excavaciones desarrolladas
mantienen en buenas condiciones de conservación en el periodo 1968-1983, se han establecido tres
siendo el deterioro sufrido de escasa importancia. grandes áreas incluidas dentro de las zonas A y B
De forma muy sintética los trabajos de consoli- del yacimiento como objetivo prioritario del pro-
dación y restauración consistieron en la construc- yecto de musealización. Para cada zona se ha esta-
ción en el frente del último de los recintos defensi- blecido una programación específica que incluye
vos de un muro de hormigón de hasta 7 m. de altura los objetivos y las actuaciones necesarias en cada
y una zapata de cimentación de 4 m. de anchura caso (excavación, consolidación, conservación,
para de esta forma compensar los empujes de estas restauración, estrategia de difusión....). Sin entrar
construcciones y evitar su derrumbe. El muro de en detalladas descripciones los objetivos para cada
hormigón se construyó manteniendo los paramen- zona son los siguientes:
tos originales y restituyendo aquellos tramos afec- a) En la zona A correspondiente a la meseta cen-
tados por la destrucción causada con motivo del tral del yacimiento y en donde mayor volumen de
Curso de Arqueología de Campo. Se procedió excavación se ha desarrollado el principal objetivo
igualmente a la restauración de diferentes muros y consistiría en mostrar las características de los di-
de aquellos paramentos afectados por la erosión. En ferentes recintos defensivos parcialmente super-
todo este proceso se utilizó un testigo de mármol puestos, con especial incidencia en el último de ellos
que presenta su planta completa. Asimismo se pre-
(6) La dirección de estos trabajos de restauración estuvo a
cargo del arquitecto Marcelino Martín y de los arqueólogos Fer-
tende restituir la zona de almacenaje documentada
nando Molina y Eduardo Fresneda. al exterior de estos recintos en su lado este y musea-
lizar tanto las viviendas adosadas a estas construc- de forma transversal a la dirección de la terraza y
ciones como una sepultura infantil de época argárica adaptados a las peculiaridades topográficas del
que presentaba un ajuar de gran riqueza. área. En concreto se abrieron un total de 11 cortes
b) En la zona B las excavaciones se desarrolla- de dimensiones variables que mantenían testigos
ron fundamentalmente en una de las terrazas que intermedios para la documentación de secciones
bordea el cerro por su parte suroeste y que se sitúa verticales. Cada una de las 11 unidades de interven-
a unos 80 mts. de distancia del río y junto a su lla- ción fue excavada en diferente grado, en algunos
nura aluvial, por tanto, en la parte más baja de la casos de forma completa y en otras de forma muy
ladera. La excavación fue organizada en tres sec- superficial. Tras la paralización de los trabajos de
tores de intervención de los que el occidental y cen- excavación en 1983 se inició un periodo de progre-
tral han sido elegidos como las otras dos grandes sivo deterioro agravado por la falta de un manteni-
áreas objeto de musealización debido a la impor- miento mínimo. Pasados 20 años este área había
tante documentación arqueológica ofrecida. En el sufrido daños de relativa importancia, fundamen-
sector occidental el objetivo es presentar los restos talmente desprendimientos de perfiles y destruc-
arqueológicos documentados en dos grandes am- ción parcial de algunas estructuras.
bientes claramente diferenciados: el primero co- Los objetivos a cubrir de cara a la musealización
rresponde a los sistemas urbanísticos y formas de de este sector evidentemente han condicionado los
vida de las sociedades del Bronce Final del Sureste planteamientos metodológicos desarrollados en las
y el segundo, perteneciente a la cultura argárica, nuevas intervenciones. En este sentido era necesa-
pretende mostrar una de las terrazas típicas en las rio proceder a la excavación en extensión de toda el
que se organizan estos poblados (planificación y área, con una superficie aproximada de 250 m2
compartimentación del espacio, sistemas construc- (Lám. II). Este sector ha quedado completamente
tivos, áreas de actividad, ritual de enterramiento...). excavado a excepción de aquellos depósitos ar-
Por su parte, en el sector central de esta zona B los queológicos que implicaban desmontar estructuras
objetivos se centrarían en la comprensión del urba- de fases o periodos anteriores. La documentación
nismo argárico, con la musealización de un área arqueológica ofrecida por este área ha sido del
perpendicular a la ladera suroeste del cerro que en máximo interés llegando a ser, fundamentalmente
las campañas de excavación realizados a principios en su registro funerario, de gran espectacularidad.
de los 80 permitió documentar el sistema de terra- Al igual que en el resto del yacimiento la secuencia
zas escalonadas que caracterizan a estos poblados. de ocupación aparece representada por una primera
fase de ocupación correspondiente a la Cultura de
El Argar, un momento de abandono y un segundo
3. EL SECTOR OCCIDENTAL DE LA periodo perteneciente a las sociedades del Bronce
ZONA B. LOS TRABAJOS DE Final del Sureste.
EXCAVACIÓN
Fig. 2. Planimetría correspondiente a la fase de ocupación argárica del sector occidental de la Zona B del Cerro de la Encina.
estrecho y alargado con dos remaches para el en- documentado un ajuar de considerable riqueza for-
mangue, dos aretes de oro documentados a la altura mado por una copa cerámica, un alfiler de cobre, un
de los temporales y un fémur de bóvido colocado en punzón de hueso, una pulsera de plata y un colgante
el interior de una de las vasijas carenadas. Junto a realizado en piedra. La sepultura 12 presenta el
esta sepultura se ha documentado la tumba 13, mismo sistema de pozo con cuevecilla lateral cerra-
construida en pozo con cuevecilla lateral cerrada da por un murete de mampostería. El desprendi-
por varias lajas hincadas verticalmente. El enterra- miento del techo de la covacha ha provocado el
miento corresponde a la inhumación de un indivi- aplastamiento y destrucción de los restos óseos. A
duo senil femenino en posición flexionada. El ajuar pesar de ello se han documentado dos individuos,
está compuesto por un vaso carenado, un cuenco uno juvenil y otro adulto posiblemente femenino.
parabólico, un puñal de cobre, un alfiler de cobre, El ajuar, de gran riqueza, aparece compuesto por un
un fémur de bóvido y un colgante realizado en hue- plato de carena alta y borde entrante, una fuente,
so trabajado. dos botellas, una copa de peana estrecha, una pul-
La segunda concentración de sepulturas se loca- sera de plata, diferentes cuentas de collar, un col-
liza en el extremo nororiental del área excavada, gante realizado en hueso y un elemento posible-
alineadas todas ellas a lo largo de un banco de roca. mente de adorno realizado en plata.
En concreto se han documentado 6 enterramientos En la sepultura 18 se repite el tipo de enterra-
con las siguientes características. La sepultura 11 miento en pozo con cuevecilla lateral cerrada por
está construida en pozo con covacha lateral cerra- varias lajas hincadas verticalmente y un murete de
da por una gran laja y un murete de mampostería. mampostería. Se ha documentado la inhumación de
Contiene una inhumación doble de dos individuos tres individuos dos de ellos desarticulados y arrin-
adultos uno masculino y otro femenino completa- conados en el fondo de la covacha y el tercero
mente desarticulados lo que indicaría que el ente- flexionado y en perfecta conexión anatómica. El
rramiento ha sido violado. A pesar de ello se ha ajuar, de gran riqueza, está formado por cuatro va-
Fig. 3. Planimetría de la fase de ocupación del Bronce Final del sector occidental de la Zona B del Cerro de la Encina.
cercanas entre sí y que han sido excavadas sistemá- Las recientes excavaciones de apoyo a la mu-
ticamente. sealización han elevado el número de sepulturas
A esta organización en dos áreas socialmente excavadas sistemáticamente a 17 y a 22 el total (7).
diferenciadas se uniría el hallazgo junto a las for- Aunque el número aún no es elevado sí parece su-
tificaciones de la Zona A de una sepultura infan- ficiente para definir otra tendencia clara que con-
til de gran riqueza, en concreto la tumba 8, consis- siste en el importante número de sepulturas con
tente en un enterramiento en fosa simple de un inhumaciones dobles y triples. Tanto en el sector
individuo infantil en posición flexionada con un occidental de la zona B, analizado anteriormente
ajuar compuesto por un puñal largo y estrecho con con más detalle, como en la necrópolis en su con-
dos escotaduras para el enmangue, varios remaches junto el número de sepulturas dobles supera al de
de cobre, cuatro clavos de plata con la cabeza se- individuales. Si consideramos sólo las excavadas
miesférica, un brazalete de oro formado por una es- sistemáticamente 8 son dobles, 6 individuales y 3
piral de dos vueltas y un vaso carenado. La apari- triples, a las que habría que añadir las sepulturas
ción junto a la fortificación de esta sepultura, con con varios enterramientos dadas a conocer por
un ajuar que sin duda marca una posición social Cabré (1922). De esta forma parece evidente el
muy elevada, podría estar indicándonos otra de las contraste entre el ritual de inhumación individual
zonas de residencia de las elites, posiblemente de absolutamente mayoritario en las necrópolis argá-
las aristocracias dominantes, tal y como ocurre en ricas conocidas frente a lo que sucede en el Cerro
otros poblados argáricos en donde las acrópolis de la Encina donde dominan las sepulturas que
son ocupadas por los sectores sociales más eleva- contienen más de un individuo. El importante nú-
dos. Aunque futuros trabajos deberán confirmar la mero de sepulturas dobles y triples podría señalar
ocupación del entorno de las fortificaciones del una singularidad específica del Cerro de la Enci-
Cerro de la Encina por la clase dirigente del asen- na en donde las relaciones familiares de consangui-
tamiento, el conocimiento que actualmente posee- nidad parecen mucho más marcadas que en otros
mos es suficiente para afirmar que en este yaci- yacimientos. La asunción de la norma argárica y
miento existen espacios urbanos con un claro sesgo en concreto del ritual funerario parece ofrecer cier-
social en donde el diferente acceso a los bienes tas particularidades por parte de las poblaciones
de producción queda reflejado no sólo en los ajua- locales de la vega granadina. La transición entre un
res, enfermedades sufridas o patrones de actividad
sino también en la organización interna del asen- (7) Las 5 sepulturas de diferencia se corresponden a los ente-
tamiento. rramientos publicados por Cabré (1922) y Tarradell (1947-48).
AGRADECIMIENTOS
que conservaban su cubierta y que por tanto sella-
ban su contenido prometía resultados que arrojaran Queremos mostrar nuestro agradecimiento al
luz sobre su funcionalidad. Sin embargo la excava- equipo de personas e instituciones que han colabo-
ción del interior sólo nos ha proporcionado un se- rado en el desarrollo de las excavaciones. A Miguel
dimento muy fino de carácter limoso y sin inclusio- A. Blanco por la realización del reportaje fotográ-
nes de ningún tipo lo que indicaría que el relleno se fico, al equipo de antropólogos dirigido por M.
corresponde con filtraciones posteriores al abando- Botella que colaboraron en el levantamiento de las
no. Estas características implicarían que los recin- sepulturas, a Salvador Algarra arquitecto del pro-
tos o bien estaban vacíos cuando se abandona el yecto de musealización, a la Delegación provincial
poblado o bien su contenido era orgánico y ha des- de Cultura que ha financiado y coordinado las in-
aparecido, en cuyo caso los análisis químicos nos tervenciones y muy especialmente a los arqueólo-
orientarán sobre la posible funcionalidad. Indepen- gos Sergio Fernández y Pilar García que han desa-
dientemente del uso, estos conjuntos de recintos rrollado un trabajo excepcional en el proceso de
están perfectamente normalizados y aparecen en excavación y documentación.
poblados típicos de este momento como el Cerro de
Cabezuelos (Contreras 1982), el Peñón de la Rei-
na (Martínez y Botella 1980) o el mismo Cerro de BIBLIOGRAFÍA
la Encina en su zona A, donde en las primeras cam-
pañas de excavaciones se documentaron unos re- ARANDA, G. 2001: El análisis de la relación forma-con-
cintos de características similares (8). tenido de los conjuntos cerámicos del yacimiento ar-
Otro elemento igualmente característico de estos queológico del Cerro de la Encina (Granada, España).
poblados y que ha aparecido asociado al exterior de British Archaeological Reports. International Series
una de las cabañas se corresponde con un área de 927. Oxford.
basurero. Concretamente entre el conjunto de recin- ARRIBAS, A.; PAREJA, E.; MOLINA, F.; ARTEAGA, O.
y MOLINA, F. 1974: Excavaciones en el poblado de la
tos y uno de los zócalos de cabaña se han documen-
Edad del Bronce del Cerro de la Encina (Monachil,
tado varios metros cuadrados en donde se concen- Granada). Excavaciones Arqueológicas en España 81.
traba una importante acumulación de restos de Ministerio de Cultura. Madrid.
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estas sociedades como los vasos y fuentes carena- dad Española de Antropología, Etnología y Prehisto-
das de hombro marcado, grandes vasijas con el bor- ria I. Madrid.
de engrosado en T y soportes de carrete. CAPEL, J. 1977: “Aplicación de métodos analíticos al es-
tudio de los sedimentos del yacimiento “Cerro de la
Encina” (Monachil, Granada)”. Cuadernos de Prehis-
(8) Ver nota 3. toria de la Universidad de Granada 2:321-349.
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