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doi: https://doi.org/10.22235/ech.v10i1.2359
Recibido: 23/12/2020
Aceptado: 17/05/2021
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Abstract: Poliomyelitis is a disease that may cause irreversible sequelae, generating muscle
strength deficits, flaccid paralysis and hyporeflexia, among others. Even though poliovirus
infections are under control, people with sequelae that can affect their quality of life and
everyday functions such as walking, are still being treated. When these sequelae affect the
morphology and functionality of the knee joint, and every other conservative option has been
exhausted, the total knee arthroplasty (TKA) is one of the most common surgical interventions.
The main goal of the present study is to perform an instrumented gait analysis test of a patient
with poliomyelitis sequelae and TKA, in order to define the best rehabilitation strategy and
achieve the highest level possible of the patient’s function. 3D Gait Analysis was performed
with an 8-camera motion capture system and reflective markers placed on specific body
landmarks. Results show gait pattern disturbances in every joint and at every anatomical plane,
being the most relevant the right hip internal rotation and a fixed 9 degrees ipsilateral knee
flexion during the first half of the gait cycle. The analysis suggests that the patient adopts
strategies that promote the activation of the tensor fascia lata as hip flexor and knee stabilizer
at the maximum available extension (9 ° of flexion) replacing the weakened quadriceps muscle
due to the poliomyelitis sequelae.
Keywords: post-poliomyelitis syndrome; arthroplasty replacement knee; gait analysis;
biomechanical phenomena.
Resumo: A poliomielite é uma doença que pode causar sequelas irreversíveis, causando perda
de força muscular, paralisia e hiporreflexia, entre outras. Hoje as infecções por poliovírus são
controladas, mas ainda existen pessoas en tratamento pelas sequelas que podem danificar sua
qualidade de vida e funções diárias, como caminhar. Esgotadas as opções de tratamento
conservador, a artroplastia total do joelho (ATJ) é uma das intervenções cirúrgicas mais
comuns quando as sequelas afetam a morfologia e a funcionalidade dessa articulação. O
objetivo deste trabalho é realizar uma análise instrumentada da marcha de um paciente com
sequela de poliomielite e ATJ, a fim de definir as melhores estratégias de reabilitação e
melhorar a recuperação da funcionalidade máxima. O estudo foi realizado em um Laboratório
de Análise de Movimento com 8 câmeras, por meio da colocação de marcadores reflexivos no
corpo do paciente. Os resultados mostram alterações no padrão de marcha em todas as
articulações dos membros inferiores e em cada um dos planos anatômicos, sendo as mais
relevantes a rotação interna do quadril direito e a flexão fixa do joelho ipsilateral a 9 ° durante
o primeiro ciclo do meio da marcha. A análise sugere que o paciente adote estratégias que
favoreçam a ativação do tensor da fáscia lata como flexor do quadril e estabilizador do joelho
na extensão máxima disponível (9 ° de flexão), substituindo o músculo quadríceps,
enfraquecido pelas sequelas de poliomielite.
Palavras-chave: síndrome pós-poliomielite; artroplastia do joelho; análise de marcha;
fenômenos biomecânicos.
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Introducción
La poliomielitis es una enfermedad altamente infecciosa provocada por el poliovirus
que predominantemente afecta a niños menores de 5 años y que provoca secuelas duraderas en
la edad adulta (1). Se caracteriza por una pérdida de neuronas motoras, que pueden causar
parálisis flácida, pérdida muscular e hiporreflexia (1-2). Aunque afecta principalmente a uno o
ambos miembros inferiores (MMII) con severidad y extensión variable, puede afectar también
a cualquier unidad motora con predominio de la cintura escapular y la espalda baja (3). Los
casos afectados por poliovirus bajaron considerablemente a nivel mundial, desde 350.000 casos
en 1988 a tan solo 35 casos registrados en el 2018 (4).
Dado que los pacientes con parálisis flácida de la extremidad inferior desarrollan
hipotonía generalizada, alineaciones anormales y laxitud, y sumado al hecho de la alta
frecuencia de afectación del músculo cuádriceps (indispensable durante ciertas fases de la
marcha), estos pacientes presentan predisposición a sufrir patologías en la articulación de la
rodilla a edades tempranas (2). A pesar de la existencia de estrategias terapéuticas para intentar
resguardar la articulación de forma temprana, que mejoran la alineación y aumentan la
estabilidad, una vez instaurada una osteoartritis dolorosa sumada a la laxitud ligamentosa (que
ocasionalmente desencadena una hiperextensión dolorosa de la articulación de la rodilla), la
artroplastia total de rodilla (ATR) estaría indicada en estos pacientes (1-2).
La ATR en estos pacientes supone un reto técnico por las características anatómicas
aberrantes de todos los tejidos que conforman esta articulación (2). Estas alteraciones incluyen
deformidades articulares y metafisarias, aumentada rotación tibial externa, alineaciones en
valgo excesivo, pérdida de hueso, estrechamiento del canal femoral y tibial, genu-recurvatum
y laxitud ligamentosa (2). Adicionalmente, los perfiles rotacionales de las extremidades
inferiores de estos pacientes predisponen en muchos casos a patelas subluxadas o dislocadas
de forma crónica (1-2). A pesar de lo anteriormente mencionado, los hallazgos apoyan el uso
de ATR en los pacientes con rodillas afectadas por secuelas de poliomielitis (5). Los resultados
funcionales postoperatorios son similares a otros tipos de pacientes con ATR, sin embargo, las
tasas de revisión de los implantes son mayores en los pacientes post poliomielíticos (1-2, 5-7).
La fuerza muscular del cuádriceps parece ser un factor pronóstico importante para los
resultados funcionales y cuando esta es menor que la antigravitatoria, el uso de implantes
constreñidos está recomendado (8). Además, el uso de implantes abisagrados está indicado en
pacientes más severamente afectados con pobre fuerza muscular que no proporciona
estabilidad intrínseca, aumentando el riesgo de recurrencia de hiperextensión de rodilla y
laxitud ligamentosa (9). Los pobres resultados a largo plazo del uso de ATR convencionales
también apoyan el uso de implantes constreñidos (7, 10, 11). Tigani et al. no justifican el
criticismo previo con respecto al uso de implantes constreñidos, ya que los diseños abisagrados
rotatorios modernos replican más fielmente la cinemática fisiológica articular, reduciendo
además el estrés en la interfaz del implante con el hueso (7).
En la cinemática de marcha normal, el período donde el pie se encuentra en contacto
con el suelo se denomina apoyo, representa el 60 % del ciclo de marcha y está dividido en 5
fases: contacto inicial, respuesta a la carga, apoyo medio, apoyo terminal y prebalanceo. Cada
fase tiene distinta duración y responde a una demanda funcional particular (3).
Las primeras dos fases (contacto inicial y respuesta a la carga) componen la tarea
denominada aceptación del peso, una desafiante actividad durante la marcha que implica la
absorción del impacto, la estabilidad inicial en la descarga de peso y la preservación de la
progresión. Durante la respuesta a la carga ocurre una rápida flexión de la articulación de la
rodilla de unos 20 ° aproximadamente, que es el principal mecanismo de absorción del impacto.
El cuádriceps se activa de manera excéntrica para controlar este movimiento, generando un
momento de fuerza extensor y desacelerando la velocidad de la flexión de la rodilla (3).
La aceptación del peso es seguida del soporte monopodal, otra desafiante tarea que
implica que el miembro en estudio es responsable de soportar toda la carga corporal en tanto
la progresión de la marcha continúa. Esta tarea se divide en las fases de apoyo medio y terminal,
diferenciados principalmente por sus mecanismos de progresión. Al iniciar el apoyo medio la
articulación de la rodilla comienza a extenderse debido en gran medida a la cupla flexora
plantar-extensora de rodilla, un mecanismo que corresponde a la acción excéntrica de los
flexores plantares (principalmente el sóleo) durante la primera parte del apoyo medio, que
controla la progresión del vector de la reacción del suelo sobre el pie en apoyo. Esto resiste el
momento flexor externo generado por el vector que pasa por detrás de la articulación de la
rodilla, creando una aceleración en sentido opuesto, que asiste en su correcta extensión.
Dada la importancia de la deambulación en el ser humano y debido a las alteraciones
de los patrones de marcha que se producen en los pacientes con secuelas de poliomielitis, los
autores del estudio consideran oportuno realizar una caracterización de la cinemática de la
marcha en un paciente de estas características. A través del análisis de la información que
facilitan estos estudios, es posible generar estrategias en el campo de la rehabilitación de estos
pacientes y mejorar la recuperación de la máxima funcionalidad en las actividades de la vida
cotidiana (12-13).
Se colocaron marcadores reflectivos en pelvis, muslos, piernas y pies (Figura 1a), para
que sean captados por las cámaras de captura de movimiento y poder realizar un estudio
instrumentado de la marcha. A nivel de pelvis, los marcadores se ubican en las espinas ilíacas
anterosuperiores y posterosuperiores. En el muslo se coloca un marcador en el cóndilo femoral
externo y 3 marcadores auxiliares (cluster) no anatómicos aproximadamente en el tercio distal.
En la pierna se coloca un marcador en la tuberosidad anterior de la tibia, y al igual que en
muslo, 3 marcadores auxiliares no anatómicos aproximadamente en el tercio distal. En los pies
se coloca un marcador en la cabeza del segundo metatarsiano y en el calcáneo. Se colocan
además marcadores auxiliares en las rótulas, y se determinan marcadores virtuales para cóndilo
femoral interno, maléolos externo e interno. Este conjunto de marcadores permite calcular dos
modelos biomecánicos simultáneamente. El más utilizado es el Modelo Convencional de
Marcha, que agrupa varios modelos similares entre sí, pero con pequeñas variaciones (16-18).
A pesar de ser el más conocido, este modelo tiene algunas limitaciones que podrían
comprometer la calidad de los datos (19). Otros modelos biomecánicos utilizan una mayor
cantidad de marcadores para compensar las limitaciones del modelo convencional (20-21).
Estos modelos permiten identificar y seguir distintos segmentos del cuerpo de manera
independiente (Figura 1b) y así realizar una mejor estimación de los centros y ejes articulares
de manera dinámica mediante una calibración funcional (22-25).
Resultados
Los resultados del análisis cinemático de la marcha muestran un patrón consistente, con
un aumento del tiempo de apoyo bilateral. En relación con los parámetros espaciotemporales
(Tabla 2), se puede ver una disminución del largo del ciclo de marcha, largo del paso, cadencia
y la velocidad, siendo esta última aproximadamente la mitad de la normal. En relación con la
longitud del paso, el paciente presenta una asimetría, siendo el derecho un 20 % más corto que
el izquierdo (Tabla 2).
Las articulaciones de las caderas presentan una asimetría en el plano frontal con la
derecha más aducida que la izquierda (Tabla 3d), en tanto que el rango de flexión-extensión
está preservado, pero con una ligera disminución de la flexión al contacto inicial (Tabla 3e).
En el plano transverso se registra un patrón asimétrico con la cadera derecha rotada
internamente durante el apoyo con un marcado pico de rotación externa durante el balanceo,
en tanto que la cadera izquierda se presenta levemente rotada hacia externo durante todo el
ciclo de marcha (Tabla 3f).
Finalmente, en relación con los ángulos de la articulación del tobillo y pie se puede
observar un patrón de movimiento adecuado en el plano sagital, pero una leve disminución del
rango de flexión plantar bilateral (Tabla 3j). En el plano transverso hay una leve asimetría de
los ángulos de progresión de los pies (izquierdo hacia interno), con un importante pico de
rotación externa del pie derecho en la fase de balanceo (Tabla 3k).
Discusión
Ante la escasez de publicaciones sobre el análisis de la marcha en este tipo de pacientes
y con el tratamiento quirúrgico realizado, si bien se encontraron con tratamiento ortésico (26-
27), se podrían hacer algunas conjeturas acerca de las posibles causas de las diferentes
adaptaciones que se observaron, para que la paciente logre una marcha funcional.
La longitud de ciclo y velocidad reducidos durante la marcha (Tabla 2) podría deberse
a la esperable falta de estabilidad general, que se relaciona con la debilidad (Tabla 1) de los
grupos musculares necesarios para una marcha estable.
El hecho constatado de que los pasos con la extremidad inferior derecha sean más cortos
(Tabla 2) podría deberse a las diferencias existentes en la valoración de la fuerza muscular de
la musculatura flexora plantar de tobillo de la pierna izquierda (2/5) con respecto a la derecha
(3/5; Tabla 1). El paciente reacciona a la debilidad de la musculatura flexora plantar reduciendo
su demanda, utilizando como estrategia una limitación de la progresión mediante la toma de
pasos más cortos con la extremidad contralateral (3).
La retroversión pélvica podría deberse a la debilidad de la musculatura extensora del
raquis lumbar (constatada durante la valoración física, 3/5) debido a las secuelas de la
poliomielitis (3). Esta retroversión pélvica favorece la activación de músculo Iliaco durante la
fase de oscilación y el aporte de momento flexor por parte de las estructuras pasivas
periarticulares de la cadera en forma de resistencia de los ligamentos a la extensión de dicha
articulación (28). Además, la retroversión pélvica posiciona al músculo Tensor de la Fascia
Lata (TFL) en una relación de longitud-tensión tal que se encuentre dentro del rango de tensión
máxima activa y en una buena posición de tensión pasiva, de forma que se favorezca al máximo
la función de este músculo sobre la extremidad inferior en las demandas de abducción, rotación
interna y flexión de cadera. La función de este músculo es extremadamente importante durante
la fase de oscilación final para la estrategia de marcha que se observa en este caso (14). Cuando
la retroversión se produce durante la segunda mitad de la fase de balanceo puede deberse a un
acortamiento de la musculatura isquiosural, teoría que se rechazó dado que no se objetivó dicho
acortamiento en la valoración del ángulo poplíteo unilateral ni en el bilateral (3; Tabla 1).
Además, una mayor tensión relativa del Glúteo Mayor (GM) respecto a los flexores de
cadera podría estar contribuyendo en la retroversión pélvica aumentada. Esto podría deberse a
la doble tarea que realiza este músculo para generar extensión indirecta de la articulación de la
rodilla traccionando del fémur hacia posterior a través de su inserción proximal en dicho hueso,
y extensión directa de la misma a través de su inserción en la cintilla iliotibial (3). Estas
acciones del GM son necesarias desde la fase oscilación final hasta la mitad del apoyo medio.
Los pacientes que contrajeron polio durante la primera infancia pueden adolecer de
caída pélvica (Pelvic Drop) y por consiguiente presentar una restricción del movimiento
pélvico en el plano frontal (3). Esto puede deberse a que presenten una extremidad más corta
que la otra, que genere un pre posicionamiento pélvico y dado que la paciente no presenta dicha
dismetría (Tabla 1), cobra fuerza la posibilidad de que haya desarrollado una retracción de la
cintilla iliotibial derecha como adaptación para brindar estabilidad pasiva a la pelvis y a toda
la extremidad inferior (3).
La marcada rotación interna (RI) de la articulación de la cadera derecha durante la
oscilación media y final observada podría deberse a diferentes factores. Por un lado, podría
servir para favorecer la activación del TFL de forma que su acción como abductor de cadera
sea transformada en flexión de la misma gracias a la rotación del eje de flexión-extensión y a
su vez estabilizando la articulación de la rodilla en la máxima extensión de la que dispone la
paciente (9 ° de flexión; Tabla 1). El músculo TFL a través de su inserción en la tibia por la
cintilla iliotibial actúa como extensor de rodilla entre 0-30 ° de flexión y como flexor de la
misma desde 30 ° de flexión en adelante (29). Recordando que durante las fases mencionadas
anteriormente en circunstancias normales, debería ser el cuádriceps el encargado de
proporcionar esa función doble de flexor de cadera (colaborador en la flexión de cadera) a
través del recto anterior y que los vastos deberían activarse durante la fase de oscilación final
para asegurar la extensión de la articulación de la rodilla, así como para preparar a esta para las
altas demandas funcionales asociadas con la brusca caída del peso corporal durante la
aceptación del peso/respuesta a la carga (3). La paciente presenta un valor de fuerza del
cuádriceps de la extremidad inferior derecha menor que la antigravitatoria (Tabla 1) y se ve
obligada a desarrollar estrategias alternativas para tener una marcha funcional.
Por otro lado, la rotación interna de la articulación de la cadera predispone los cóndilos
femorales durante el contacto inicial de tal forma que consigue rotar el eje natural de flexión-
extensión de la articulación de la rodilla evitando que la elevada energía que se produce en la
fase inmediatamente posterior de la respuesta a la carga no consiga claudicar en flexión de
rodilla (30). Así, absorbiéndolo en forma de bostezo/varo forzado del compartimento lateral de
la prótesis, dada la debilidad del músculo cuádriceps que lo incapacita para ralentizar de forma
excéntrica la rápida flexión de rodilla que se da como uno de los varios mecanismos de
absorción de impacto al contactar la extremidad inferior con el suelo de forma abrupta.
Por último, la rotación interna de la articulación de la cadera durante todo el apoyo
podría tratar de compensar la notable torsión tibial externa que presenta la paciente (Tabla 1)
para favorecer la actividad del tríceps sural debilitado (3/5) en un intento por retener el avance
de la tibia con respecto al avance del fémur.
A partir de la oscilación final y hasta la mitad del apoyo medio, es la actividad del GM
la que proporciona la fuerza de extensión de la articulación de la cadera y la estabilidad en
extensión de la articulación de la rodilla mediante la inserción de la cintilla iliotibial sobre el
borde anterolateral de la tibia, como se mencionó anteriormente.
Durante el balanceo inicial se produce un importante movimiento de rotación externa
de la articulación de la cadera derecha. Esta rotación podría deberse a la liberación súbita de la
extremidad inferior que se encontraba en marcada rotación interna durante el apoyo medio y
terminal, y que al finalizar la restricción del contacto con el suelo produce una liberación de
energía elástica. Otra hipótesis para la mencionada rotación externa es que la flexión de la
articulación de la cadera y de la articulación de la rodilla necesarias en el balanceo inicial sean
producidas principalmente por el músculo sartorio, que además de ser flexor de la articulación
de la cadera y de la articulación de la rodilla es rotador externo de cadera.
La actividad del psoas como flexor de la articulación de la cadera en la fase de
oscilación inicial podría generar una rotación externa de la misma, dado que esta es su función
secundaria. La actividad de este músculo podría verse favorecida por el alejamiento de su
origen en la región lumbar dictada por la posición de retroversión pélvica anteriormente
mencionada (14).
La diferencia en la abducción y aducción de ambas articulaciones de las caderas podría
deberse a la rotación de la pelvis en el plano transversal que transforma parte de la flexión y
extensión de cadera en abducción y aducción de esta.
La posición cuasi invariable de flexión de la articulación de la rodilla de 9 ° durante el
contacto inicial, la respuesta a la carga, el apoyo medio y el terminal, se corresponde con la
valoración articular del rango de movimiento pasivo de rodilla, cuyo límite hacia la extensión
Entre las limitaciones de este estudio destaca el hecho de que en el mismo se analiza
únicamente los resultados de la cinemática de la marcha, ya que no se cuenta con otro
equipamiento como plataformas de fuerza o electromiografía, que ocasionalmente están
presentes en este tipo de estudios. El análisis de la cinética (momentos de fuerza y potencia de
las articulaciones), o el registro de la actividad eléctrica muscular, podría arrojar otro tipo de
información para un análisis aún más profundo y exhaustivo (31-32). Se carece de
caracterizaciones de la marcha previo a la intervención de ATR, de forma que no se puede
confirmar si las variaciones con respecto a la marcha normal observadas en este estudio y la
estrategia de marcha descrita anteriormente era utilizada por el paciente previo a la
intervención quirúrgica, o si la adquirió en la etapa de rehabilitación y readaptación. La
debilidad y la activación retrasada del músculo cuádriceps han sido identificadas como las
mayores causas de limitaciones en la funcionalidad tras ATR (33-34).
Se concluye que ya que la debilidad del músculo cuádriceps (2/5) es una secuela de la
poliomielitis (1), la paciente utilizaba una estrategia de empuje extensor (extensor thrust, 3),
en la que el GM genera una extensión indirecta de la articulación de la rodilla a través de su
inserción en el fémur y a su vez bloquea la misma en extensión completa o hiperextensión
(habitual en pacientes con secuelas de poliomielitis), por medio de la inserción distal de la
cintilla iliotibial en la tibia y que evita la claudicación de esta articulación en la fase de
respuesta a la carga.
Los autores de este trabajo comparten la idea de que se produzca el empuje extensor,
pero añaden y resaltan la posible importancia del músculo TFL en las fases de la marcha en las
que se requiere una extensión o mantenimiento de la rodilla en los 9 ° de flexión. Como la
articulación de la cadera se encuentra en flexión y el GM no es capaz de producir su triple
función como extensor de la misma, extensor indirecto de la articulación de la rodilla y de
mantenimiento de esta última bloqueada en extensión, es el TFL el encargado de preparar la
extremidad durante la oscilación media y final de forma que el contacto inicial se produzca en
la máxima extensión de la que dispone la articulación de la rodilla derecha. Es ahí donde el
GM se encuentra en disposición de acometer su tarea.
Con la información recabada, tanto en la valoración física como con la caracterización
de la cinemática de la marcha, se plantea que ante el déficit de fuerza del cuádriceps de la
extremidad inferior derecha (irreversible debido a las secuelas del síndrome post-
poliomielítico), se podría pensar en la potenciación de los músculos utilizados para suplir las
funciones abolidas, como los flexores y rotadores de la articulación de la cadera, el TFL y el
sartorio, y extensores de la misma articulación así como la musculatura estabilizadora
lumbopélvica, el GM y medio. A su vez, el TFL y el GM colaboran a nivel distal con el
mantenimiento de la extensión de la articulación de la rodilla durante la respuesta a la carga,
por lo que se considera importante enfocar la planificación terapéutica hacia los mencionados
grupos musculares.
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