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SIN MENTE, SIN CORAZÓN

Hoy nuevamente me sentare cómoda a ver mis programas favoritos, con las que olvido
mis problemas, la situación de mi país, este mundo en el que vivimos, me distraigo y
paso el tiempo; talvez me puedo olvidar de todo, pero cuando se apaga la televisión,
vuelvo a la realidad, mis problemas siguen ahí, no hice nada por mí, ni por los míos,
mucho menos por mi país. Con esto solo puedo lograr que mi cerebro este vacío y que
mi corazón se esté apagando.

Hoy en día la sociedad ha caído en las redes del espectáculo, del morbo, al informarse
de la vida privada de los demás, dejando de lado la suya, no se preocupa por su
crecimiento mental, social y económico, en la cual abarcan todas las edades,
prestándose a esto la llamada” televisión basura”, que colma de mensajes negativos la
mente con fines de lucro propio.
Si la gente dejara de ver estos programas y los cambiara por otros educativos, que
evidencien un interés por la lectura, por conocer la realidad del país, nuestra situación
política y económica serian diferentes.

En el Perú, si bien la prensa rosa tenía un pequeño espacio en revista de corte semanal
como Somos, Caretas, Gente, Cosas o periódicos locales, su orientación conservadora
estaba más relacionada con los estratos socioeconómicos altos, por lo que no tenía
mayor relevancia en el resto del país antes de los años 90. Recién, a partir de la
segunda mitad de la década de los noventa, “gracias” al gobierno de Alberto Fujimori,
quien uso la prensa de espectáculos para crear noticias mediáticas que desviaban la
atención del público sobre temas de coyuntura política. Este fenómeno se llamó prensa
chicha. Los diarios chichas tuvieron una sección dedicada a la prensa rosa orientada
principalmente a sus lectores de bajos recursos con información sensacionalista que
involucraba a futbolistas, bailarinas, cómicos, cantantes populares, entre otros
personajes de la farándula.

Asimismo, a nivel televisivo, en esta década se dio el auge de los talk shows exhibiendo
problemas populares a través de entrevistas a gente común o de farándula alimentando
la prensa rosa. Luego, se popularizó con secuencias televisivas de rumores
relacionados al mundo del espectáculo, teniendo su origen a fines de dicha década,
pequeños espacios como complementos de las noticias. Posteriormente, en esa nueva
década, las secuencias de espectáculos se volvieron frecuentes al finalizar los
programas de noticias, tanto de día como de noche.
Aquí entrarían los programas de corazón, los reality shows, los talk shows, talent
shows… casi todo lo que termine por show.
Los canales de Frecuencia Latina, ATV y América Televisión fueron los que lideraron
principalmente los programas de televisión de prensa rosa, que luego fueron
catalogados como “telebasura”.

Este tipo de prensa se considera por ser extremadamente amarillista, sensacionalista,


hipócrita, morbosa o incluso delictiva, son completamente dañinos para la salud mental
e incluso muchas personas lo toman a lo personal. Pueden llegar anunciar
informaciones infundadas, pero se muestran como si fueran ciertas y comprobadas. De
esta forma los dueños de la televisión ganan más audiencia.
Dicho de otro modo, es la retransmisión en televisión de contenidos que tratan sobre las
vergüenzas del género humano; aquellos temas que, en casi cualquier otro contexto no
serían sacados a la luz y todo a cambio de fama y dinero.

Por ejemplo, en julio del 2012 Ruth Thalía Sayas de 19 años, estudiante de universidad
con un futuro por delante, se presentó en un programa considerado talk show llamado
“El valor de la verdad “; confeso frente a sus padres, pareja y publico televisivo haberse
prostituido, ser bisexual, avergonzarse de los modales de su familia y permanecer con
su pareja a quien le había sido infiel, solo hasta encontrar a alguien mejor, gracias a
estas confesiones pudo ganar 15 mil soles. Dos meses después fue hallada muerta.
Fue secuestrada, violada y asesinada a golpes por su pareja, quien sentía vergüenza
por lo expuesto y a la vez le exigía dinero de lo ganado en el programa. Ella nunca
imagino que acabaría de esa manera tal cruel, en manos de la persona que decía
amarla, y todo por presentarse en este programa. El canal continuo su programación
semanas después con las presentaciones de artistas exponiendo su vida privada, como
si nada hubiese sucedido, la audiencia era alta por lo acontecido, al parecer nada les
valió la vida de esta pobre joven, ni la desgracia de su familia.

Estos programas del corazón en su mayoría son vistos por amas de casa, jóvenes y
adolescentes. Es “despreciado por la sociedad “, tiene mucho grado de hipocresía y
aunque son criticados por la sociedad, luego son los que más audiencias poseen.
Además, hay muchos profesionales invitados a estos programas llamados opinólogos,
son personas que ceden su opinión a favor o en contra de un caso presentado, sin
importar su condición o exclusividad.
Este tipo de atención muestra una clara tendencia de una mente pobre, con especial
atención a los contenidos que son populares "de corazón". Es difícil reunir en la "mesa
de discusión" personas que aporten cierta elegancia y traten de evitar, en la dificultad de
la expresión vívida, discordante o vulgar. Si las falacias o calumnias basadas en
rumores son legales en el ámbito de la libertad de expresión amparada por la
Constitución, entonces no hay otro sentido que el de mantener el espíritu de debate,
que también se utiliza para optar por gozar de un cierto grado de conocimiento por
motivos personales y para satisfacer las elevadas aspiraciones de la mayoría de las
audiencias. Por razones éticas, lo más importante es evitar la obscenidad o vulgaridad.
Los programas del corazón siguen teniendo la respuesta del público, aunque los datos
de audiencia evidencien un cierto desgaste de este género. Sin embargo, las cadenas
de televisión no renuncian a estos espacios que se han convertido en la locomotora
económica de muchos canales por sus bajos costos de producción y sus altos
beneficios.
Nosotros consideramos que estos programas no deberían seguir teniendo tanta
vigencia, sobre todo en los espacios familiares, son un tipo de atraso para la sociedad,
ya que tienen a la juventud entorpecida, pendiente de la vida de los demás. Por el
contrario, el estado debería manejar esta situación retirándolos de la televisión y a
cambio colocando programas que sean educativos, de unión familiar, de conocimiento,
de nuestra historia como país y de la política real.

Por muy sorprendente que pueda parecer, es una parte de nuestro instinto de
supervivencia lo que nos hace reaccionar con interés frente a los datos morbosos que
nos ofrecen estos programas de televisión. Dicho de otro modo: en las primeras etapas
de evolución del ser humano, cuando éramos cazadores, la obtención de información
era lo que decidía en muchas ocasiones estar vivo o muerto. Saber si ciertos animales
peligrosos habitan una zona de noche, conocer si en un terreno crecen ciertas plantas
comestibles o tener la certeza de que beber el agua de algún río provocaba
enfermedades… toda información útil para sobrevivir era el bien más buscado y
preciado. Antes de la llegada de la televisión a las sociedades contemporáneas, este
instinto por obtener información había evolucionado en forma de tertulias en las plazas
de los pueblos: sus habitantes comentaban a modo de chascarrillo las intimidades y
aspectos personales de sus vecinos.
Sin embargo, nosotros ya tenemos menos de esa actitud instintiva, somos mas
racionales y por lo tanto deberíamos evitar hacer de ese tipo de espectáculos nuestro
centro de diversión y finalmente creemos que la libertad de elegir programas debe pasar
por un filtro educativo para todas las edades; entonces, la única forma de lograr que
esta clase de programas no continúe es no viéndola y enseñando a nuestros hijos
patrones estéticos.

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