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EL DILEMA ARGENTINO

SARMIENTO: CIVILIZACIÓN y BARBARIE1


En “Historia del guerrero y de la cautiva”, J. L. Borges cuenta dos historias: la
de un guerrero bárbaro que abandona a los suyos para defender la ciudad que
éstos atacan: Rávena; y la de una inglesa que, raptada por los indios en América
del sur, adopta definitivamente las costumbres “salvajes” de sus raptores.2
Lo que seduce al bárbaro e hizo de él un tránsfuga es el orden que manifiesta
la ciudad, valores que hemos catalogado con los nombres de urbanidad y
civilidad. A esta narración, Borges le opone otra historia, un relato de su
abuela inglesa que conoció antaño a otra inglesa, a la que los indios habían
llevado en un malón. La mujer raptada se convirtió en la esposa de un
capitanejo, a quien ya había dado dos hijos y que era muy valiente. “A esa
barbarie se había rebajado una inglesa”. Los dos personajes que narra Borges,
son a su modo, tránsfugas que abandonan sus terruños, sus hogares, y se unen
a un destino antagónico. Borges comenta al final de la narración:
Mil trescientos años y el mar median entre los destinos de la cautiva y del
bárbaro. El hombre bárbaro que abraza la ciudad y la mujer civilizada que opta
por el desierto, pueden parecer antagónicos. Sin embargo, los dos son
portadores del arrebato de un ímpetu secreto, más hondo que la razón, que no
hubieron sabido justificar. Acaso estas historias que he referido son una sola
historia y el anverso y el reverso de esta moneda son, para Dios, iguales.
En tal sentido, inquieta el ímpetu no racional de sendos desplazamientos hacia
lo antagónico: civilización y barbarie; inquieta el hecho de interpretar la
barbarie y la civilización como idénticas ante la mirada de Dios, a pesar de ser
antagónicas. Inquieta descubrir que, lejos de necesitar la larga duración de la
Historia, el pasaje de la barbarie a la civilización y de la civilización a la
barbarie se hacen a veces con un solo paso.
Sarmiento supo leer a su tiempo, que nuestra sociedad produce y reproduce, de
acuerdo con los contextos sociales, espaciales y temporales el antagonismo
civilización y barbarie recreado por J.L. Borges en la Historia del Guerrero y la
Cautiva que acabamos de repasar. Si repasamos un poco entre nuestras
prácticas sociales, surge casi de inmediato nuestra pasión por ese antagonismo:
en la política, la economía, los deportes, las modas, en fin, dondequiera que sea.

1
Fragmento adaptado: Prof. Esp. Daniel Augusto Romero
2
Jorge Luis Borges, “Histoire du guerrier et de la captive”, en Labyrinthes, traducción de Roger Caillois,
París. 1953, pp. 67-79 (versión original: “Historia del guerrero y de la cautiva”, en El aleph. Madrid.
Alianza-Emecé. 1971. pp. 49-54).
1
Volviendo a Sarmiento, Borges dice de él:
Es innegable que el más alto de los nombres de la historia argentina, y acaso de
la historia de nuestra América, es el de Domingo Faustino Sarmiento, pero no
menos innegable es el hecho de que la posteridad le escatima, y sigue
escatimándole, esa suerte de canonización que ha logrado José de San Martín.
La razón es sencilla. San Martín obró fuera del país y no fue un gobernante y su
memoria no se vincula a doctrina alguna política; cualquier gobierno y
cualquier partido pueden glorificarlo. Sarmiento, en cambio, está implicado en
la trama de nuestra historia y nadie ignora de qué modo encaró sus diversos
problemas. La oposición civilización y barbarie denunciada por él, a su tiempo,
no es un rasgo de época, pintoresco y pretérito sino un peligro actual y vigente.
Honrar a Sarmiento no es repetir un rito piadoso; es reconocer que estamos
empeñados en una misma guerra y que en el vaivén y tumulto de las batallas
anda Sarmiento. Que Sarmiento cuente aún con opositores, que no le falten
enemigos que insulten sus estatuas, que su dilatada gloria póstuma sea polémica,
es una prueba más de su vitalidad o inmortalidad. En un siglo XIX en que la
grandeza parecía vedada al ejercicio de la lengua española, Sarmiento pudo
producir, casi con inocencia, una labor orgánica, hecha de tradición oral
castellana y de aprendizaje francés. Domina esa obra la sombría figura de
Facundo Quiroga, que debe su casual y paradójica inmortalidad a su muerte
dramática y al hecho de que un gran escritor refiriera esa muerte. Se ha dicho
que Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas3 corresponde
al estilo romántico; pero esto no lo invalida ya que la tempestuosa realidad que
evocan sus páginas también era romántica. A diferencia de otros escritores
ilustres, Sarmiento no veía en cada página un problema que había que resolver.
Al escribir lo animaba la convicción; le importaba lo que quería decir y no la
manera de decirlo. Un acierto descuidado y enérgico define sus escritos;
“Mis carillas corregibles ad libitum” decía Sarmiento; en efecto, cualquier
maestro de escuela o cualquier académico puede corregir y acaso mejorar una
página de Sarmiento, pero lo que distingue su impronta celebrada cada 11 de
Septiembre es su razón, pasión y compromiso de escribir, pensar y actuar por
una nueva Argentina deseada.4
Muchas gracias.

3
https://es.wikipedia.org/wiki/Facundo_o_civilizaci%C3%B3n_y_barbarie_en_las_pampas_argentinas
4
En revista Comentario, Buenos Aires Año VIII, Nº 27, primera entrega de 1961 Número dedicado a Sarmiento Luego
en Textos Recobrados 1956-1986 (1997)
2

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