Los pitagóricos y el número

como principio
Orígenes griegos de la filosofía
occidental
CONTENIDO
1. Objetivos

2. Problemas metodológicos

3. Algunos datos biográficos

4. Tesis atribuidas a Pitágoras

5. Filolao el pitagórico

6. Resumen

7. Bibliografía

Objetivos
• Poner en conocimiento del alumno la influencia
del pitagorismo y sus principales teorías que,
aun siendo difícil de estudiar, fue probablemente
la escuela presocrática que más influyó en la
Antigüedad. Se espera que el alumno comprenda
que la figura de Pitágoras es más bien un mito y
que no tenemos certeza histórica acerca de su
vida. Aun así, conocemos algunas teorías de su
filosofía que enfatizan la inmortalidad del alma y la
racionalización a través del número.
Problemas metodológicos
Se ha visto que, según una tradición tardía, la palabra
“filosofía” es una invención que se atribuye a Pitágoras. Sin
embargo, se debe tener claro que esto se trata con toda
probabilidad de una falsa atribución: en realidad se puede
decir que, todo lo que se habla y dice sobre Pitágoras, cae
en el mismo registro. Esto se explica debido a que poco o
nada se sabe sobre Pitágoras a quien se sitúa en el siglo
VI a.C., pues las dos biografías cuasi-oficiales acerca de
él, escritas por Jámblico y Porfirio, fueron redactadas en
los siglos II y III de esta era. Esto quiere decir que existe
una distancia de entre ochocientos y novecientos años
entre los “biógrafos oficiales” y la época de Pitágoras.
Por esto, es claro que todos los datos oficiales acerca
de él deben ser tomados con suma precaución. Se
encuentra, entonces, una cierta paradoja histórica, como
explica Conrado Eggers Lan (1978, p. 147), el estudio del
pitagorismo se enfrenta al hecho que entre más se toma
distancia de las coordenadas espacio-temporales de
Pitágoras más información se obtiene y, a la inversa, en
cuanto más se acorta la distancia a su tiempo, los datos y
la información se desvanecen.
Por una parte, se nota que la figura de Pitágoras tuvo una
influencia sin igual entre los pensadores presocráticos,
pues de ninguno de ellos se conservan biografías escritas
por otros y al mismo tiempo se ve que su influencia se
extendió por casi ocho siglos: ya los citados Porfirio y
Jámblico son considerados neo-pitagóricos y no se tiene
noticia de ningún otro pensador del que se haya vuelto
una neo-corriente, es decir, que no se tiene noticia de
alguna neo-jónica, ni neo-eleática. Aunque se sabe que
existió una denominada “segunda sofística”, la figura de
Pitágoras se extendió más allá del ámbito académico
y existieron verdaderas sectas fundadas en torno a su
figura con toda una serie de preceptos morales y de
máximas que se repetían dentro del círculo sectario.
Este carácter sectario es claro gracias al secretismo que
rodeaba al pitagorismo: era prohibido contar las teorías
de la escuela fuera del íntimo círculo sectario.
Los pitagóricos y el número como principio | 3
Por otra parte, se hace notable que la figura de Pitágoras al
haber transcurrido estos ocho siglos de transmisión sufrió
muchas modificaciones. En este sentido es difícil, casi
imposible, saber con exactitud en qué consistía la filosofía
de Pitágoras. Como Bonazzi et al (2007, p. 8) insisten, Platón
presenta en su filosofía múltiples elementos pitagóricos
por lo que incluso Aristóteles mencionaba que a veces
“Platón pitagoriza”. Algunas ideas que son atribuidas tanto
a Pitágoras como a Platón son la idea de la inmortalidad
del alma, su transmigración (por ejemplo, en el Fedón y al
final de la República), así como la idea que los números y
la geometría son los fundamentos últimos de la realidad
(como se defiende, por ejemplo, en el diálogo Timeo y la
supuesta doctrina no escrita o esotérica).
Estos rasgos muestran que desde Platón ya es difícil
saber con precisión hasta dónde llega la platonización de
Pitágoras o más bien la pitagorización de Platón. Como
se nota con los “biógrafos oficiales” Porfirio y Jámblico,
no es ninguna coincidencia que el neopitagorismo haya
nacido en lo que se considera la escuela neoplatónica,
comenzada por Plotino quien fue profesor de Porfirio. Es
decir, no es claro saber hasta dónde se está leyendo a
Pitágoras y hasta dónde se está leyendo una interpretación
sobre Pitágoras o sobre los pitagóricos. Cabe así recalcar
que los denominados pitagóricos tendían a atribuir todo
a su maestro y a firmar escritos bajo su nombre. Un
caso típico es el de Filolao, un afamado pitagórico que
defendió las ideas de armonía a través de los conceptos
de limitado/ilimitado. Sin embargo, aunque la fuente
más directa sobre la armonía cósmica es Filolao, se ha
atribuido la tesis de forma directa a Pitágoras.
Es posible entonces divisar la complejidad metodológica
al momento de estudiar a Pitágoras. Si bien, de forma
tradicional se ha tendido a creer que es posible atribuir a
una figura histórica toda una serie de teorías (sin olvidar
el trillado “teorema de Pitágoras”), los estudios más
recientes muestran que Pitágoras fue en realidad un mote
usado por varios alumnos y admiradores bajo el cual se
escribieron varias tesis. Sin embargo, no hay duda alguna
que existió un personaje histórico denominado Pitágoras;
el consenso aquí termina pues los especialistas, de la
actualidad, se dividen en su rol. Para unos fue un gurú
altamente carismático y un gran líder religioso; para
otros, fue en realidad un agudo científico descubriendo
conceptos fundamentales acerca de las matemáticas, la
música y la astronomía.
Algunos datos biográficos
Se tiene la certeza que existió una figura histórica llamada
Pitágoras. Existe una referencia muy antigua sobre él
en Heráclito que confirma esta evidencia, por lo que es
sabido que Pitágoras fue una figura que rápidamente
adquirió notoriedad. El pasaje es el siguiente “La mucha
erudición no enseña a tener inteligencia; pues se lo habría
enseñado a Hesíodo y a Pitágoras y aun a Jenófanes y
a Hecateo” (fragmento DK40 = πολυμαθίη νόον ἔχειν οὐ
διδάσκει· Ἡσίοδον γὰρ ἂν ἐδίδαξε καὶ Πυθαγόρην αὖτίς
τε ενοφάνεά τε καὶ Ἑκαταῖον).

Si bien el pasaje es una crítica contra Pitágoras, es
indudable que el fragmento contiene al mismo tiempo
un valor positivo, pues se está afirmando que Pitágoras
era un erudito (es decir, ducho en una serie diversa de
saberes y conocimientos) o bien un especialista de
alguna de estas ciencias a las que se dedicó. Sea como
sea, el valor del fragmento es notable en tanto que es
un reflejo del ámbito de los siglos VI-V a.C. y aporta la
certeza acerca de la existencia fidedigna de Pitágoras.
Insistir en el hecho que se posee evidencia de la existencia
de un personaje llamado Pitágoras se debe al hecho que,
por otra parte, y dado el carácter mítico-legendario de
su figura, se le atribuyen una serie de milagros o hechos
fantásticos y sobre los cuales, más allá del interés que
puedan generar, se debe ser precavido al momento
de tomarlos en cuenta como material histórico fiable.
Dichos testimonios podrían llevar a pensar que Pitágoras
no fue más que una leyenda asumida en el seno del grupo
pitagórico. Algunos ejemplos ilustran este problema:
Aristóteles contaba que, según los pitagóricos, Pitágoras
podía estar en dos ciudades distintas a la vez, que tenía
una pierna de oro y que podía hablar con los ríos.
Gracias a algunos testimonios antiguos, se sitúa su acmé
(era la forma de los griegos para referir el punto álgido de la
vida de alguien y que se situaba alrededor de los cuarenta
años) en los años 540-530 a.C. Se considera también que
fue peculiarmente longevo, pues algunos testimonios
afirman que vivió hasta los ochenta/noventa años de vida.
Además, algunos consideran que fue alumno de Ferécides
o incluso de Anaximandro y de Tales de Mileto. A pesar de
la imprecisión respecto a quién fue su profesor, es posible
tener una idea brumosa pero esclarecedora acerca de su
contexto: los tres posibles candidatos pertenecían a la
región conocida como Jonia. Habiendo nacido en Samos
Pitágoras estaba sin duda alguna, familiarizado con dichas
Los pitagóricos y el número como principio | 4
doctrinas de los llamados físicos de Jonia. Después de este
período de juventud y de formación, parece que Pitágoras
se dedicó a viajar teniendo como fin de su travesía la Magna
Grecia o la llamada región Itálica; incluso Aristóteles cuando
discute algunas teorías de los pitagóricos suele referirse a
ellos como “los itálicos”. Instalándose en Crotona, existe un
testimonio de Antístenes (un alumno cercano a Sócrates
y archienemigo de Platón) que relataba sus excelentes
cualidades de orador: cuando llegó a la ciudad pidió
separar los auditorios a los que iba a dirigirse; por lo que
se separaron grupos conformados por adultos mayores,
adultos en su plenitud, mujeres, jóvenes. Pitágoras pues,
sabía referirse con precisión a cada uno de estos grupos
y esto explica el porqué de su acogida sin igual en dicha
zona de la Magna Grecia. Jámblico, un neoplatónico que
escribió una biografía varios siglos después, explica
que estos discursos inaugurales en Crotona enfatizaban
la necesidad de venerar a los adultos mayores y a los
antiguos: ellos formaron la ciudad, ellos mantuvieron las
costumbres y por ellos se mantiene la ciudad.
Existen testimonios respecto a las prácticas específicas
atribuidas a Pitágoras. Una de ellas consiste en el
concepto de “incubación” o “tranquilidad” muy cercano a
lo que se entiende por “hibernar” en algunos animales:
según Diógenes Laercio, Pitágoras tenía la costumbre
de encerrarse en cuevas o antros por largos períodos.
Esta práctica está documentada en ámbitos místicos: los
antiguos ritos médicos de Asclepios (el médico divino)
tenían el mismo método de dejar a los enfermos en cuevas
por largos períodos. Estos ritos fueron reproducidos por
Pitágoras, donde el silencio, la oscuridad y el aislamiento
eran requisitos para la iniciación dentro de la secta o escuela
pitagórica. La idea de secta es pertinente en tanto que el
grupo era privado, se requería una iniciación, había una
exigencia ideológica llevada de la mano de una práctica
rigurosa, así como el culto a una personalidad. Otra práctica
conocida era la de compartir las pertenencias entre todos en
el seno del grupo pitagórico: no había pertenencias propias.

Esta corriente altamente sectaria era conocida en la
Antigüedad como “pitagorismo acusmático”, en donde
los alumnos solo se dedicaban a escuchar las sentencias
y a repetir las enseñanzas del maestro. Si bien esto tiene
interés histórico (pues se promulgaba por ejemplo la
abstinencia de carne, de habas), interesará más bien el
otro tipo de pitagorismo, denominado “matemático” y
que se interesaba por las demostraciones más allá de
repetir las enseñanzas del maestro.
Más allá de la incertitud biográfica de Pitágoras, es notable
que él, así como Jenófanes, Parménides, Empédocles y
Gorgias forman un polo radicalmente opuesto al de los
jónicos. Si bien el inicio mismo de la filosofía se localiza
en el este de la Grecia antigua, el polo oeste formado
por estos pensadores adquirirá sus títulos de nobleza en
la tradición filosófica. Si bien todos estos pensadores,
digamos “occidentales” de la antigua Grecia, presentan
una panoplia diversa de tesis podríamos exagerar con
un propósito pedagógico, que estos pensadores de la
Magna Grecia son más abstractos en comparación que
las jónicas. Por su parte, un gran especialista como lo fue
Werner Jaeger, afirma que otro rasgo en común es que
todos poseen “una especie de fervor profético y un afán
de dar testimonio de su propia experiencia personal”
(2013, p. 111).
La diferencia específica de Pitágoras radica en que él
defendió las ideas sobre el número, la armonía, el alma
inmortal. Son todas ideas atribuidas de uno u otro modo,
directo o indirecto, al antiguo Pitágoras.
Tesis atribuidas a Pitágoras
La forma de transmisión de las doctrinas pitagóricas es de
nueva cuenta un debate incesante: algunos testimonios
afirman que no escribió nada, otros afirman que sí
escribió. El biógrafo antiguo Diógenes Laercio, afirma
que sólo se conoce su doctrina gracias a la publicación
de los libros de su alumno Filolao, a quien Platón habría
comprado sus libros.
Una de las teorías más recurrentemente atribuidas a
Pitágoras es la transformación de la filosofía en una
indagación sobre la geometría. Esto no quiere decir que
Pitágoras haya inventado la matemática, ni la geometría,
sino que su visión de la sabiduría absoluta pasa por una
indagación ya no acerca del agua, del apeiron, sino por
un estudio del número y de las formas.
Tradicionalmente se atribuye a Pitágoras el descubrimiento
del teorema que lleva su nombre: la intuición es que a
partir de dos figuras se puede deducir una tercera figura.
Esto se ha probado con el denominado triángulo y que
describe la fórmula bien conocida de a² + b² = c². Sin
embargo, la primera prueba concreta de dicho teorema
remonta a casi dos siglos después de la vida de Pitágoras,
con el bien conocido tratado de los Elementos de Euclides.
La posteridad atribuye sin dudas el descubrimiento a
Pitágoras y se tienen diversos testimonios: Apolodoro,
Proclo o Plutarco atribuyen todos el teorema a Pitágoras.
Los pitagóricos y el número como principio | 5
La matemática fue, a ojos de Aristóteles, transformada
en ontología por los pitagóricos: en el seno de la escuela
se promulgó que el principio de la realidad era el mismo
que el de las matemáticas. A partir de este hecho los
pitagóricos atribuyeron al universo los conceptos de
armonía o proporción a través del número: hoy día la
física tiene el mismo espíritu pitagórico, todo lo que
se denomina realidad puede ser explicado o previsto a
través de consideraciones numéricas. Si bien esto es una
explicación formal, Aristóteles reporta que también había
lecturas materialistas: todo está realmente conformado por
números y no son un simple método explicativo. Aristóteles
afirma que es en este sentido que Platón era un pitagórico,
pues en el diálogo Timeo Platón tiene una teoría de la
realidad que se conforma a partir de formas geométricas,
que son los cuerpos fundamentales de la realidad.
Otro aspecto por el que Pitágoras pasó a la historia de la
filosofía consiste en su teoría de la transmigración de las
almas. Como Werner Jaeger ha defendido esto implica un
cambio importante en el imaginario griego: Jaeger revisa
(2013, pp. 83-86) la discusión erudita en el medio alemán
y cuenta los debates acerca de la noción del alma que
existen en Homero. La conclusión del erudito alemán
es que, sin lugar a duda, en Homero la noción del alma
no contiene ninguna concepción que se acerque a la
inmortalidad del alma. En los términos contemporáneos,
se relaciona alma con la idea de identidad personal y/o
conciencia, ideas que se encuentran ausentes en las
antiguas concepciones del alma: ella es considera un halo
de aire o de calor o de humedad que funge como principio
explicativo de la facultad motriz humana. El otro biógrafo
conocido de Pitágoras, el neoplatónico Porfirio, defiende
que Pitágoras fue el primero en haber expuesto que:
primero, el alma es inmortal; segundo, que ésta mutaba
en distintas especies vivientes por lo que todo lo viviente
pertenece al mismo género; y tercero, que todo se repetía
de modo cíclico. Aristóteles confirma esta visión del alma
inmortal transmigrante en el seno pitagórico, pues reporta
la misma opinión para criticarla: a ojos de Aristóteles, el
pitagorismo enfatizaba el alma por encima del cuerpo,
pues una misma alma podía habitar un cuerpo humano
o el cuerpo de cualquier animal o incluso el cuerpo de
una planta. Por esto, Aristóteles critica al pitagorismo
en virtud que el cuerpo queda desdeñado o ignorado; el
profundo vínculo que, según Aristóteles, existe entre alma
y cuerpo queda olvidado por los pitagósicos.
Finalmente, parece que los pitagóricos también establecieron
explicaciones polares, como ya vimos en Ferécides por
ejemplo, y que consistían en oposiciones como: limitado/
ilimitado; par/impar; masculino/femenino; inmóvil/móvil;
limitado/ilimitado; luz/oscuridad; uno/múltiple; bueno/malo.
Walter Brukert (1972, pp.51-52) defiende que esta serie de
pares tiene un valor normativo, el primero de los predicados
debe imponerse sobre el segundo, que es considerado
como indeterminado. Es claro que en los pitagóricos surge
esta polaridad nítida como principio explicativo.

Filolao el pitagórico
Si bien es difícil conocer la teoría de Pitágoras, se conoce
con precisión, al menos, ciertas teorías del pitagórico
Filolao. Existen ciertos testimonios que aseguran que
Platón compró ciertos textos de Filolao y dicha versión
fue la que Platón asimiló como pitagorismo. La tradición
tendió a asimilar platonismo y pitagorismo, pues ambos
defienden la idea del número o de la inmortalidad del
alma. A pesar de esto, Aristóteles es una fuente mayor
para el acceso al pitagorismo y que ayuda a distinguir
ambos pensamientos. Sin embargo, es posible que todo
lo reportado por Aristóteles sobre los pitagóricos sea
en realidad la versión del pitagorismo de Filolao. Una
idea memorable transmitida por Aristóteles y atribuida a
“los pitagóricos” en general, se encuentra en su tratado
Sobre el cielo donde describe el sistema cosmológico
de dicha escuela: según Aristóteles, los pitagóricos, o
Filolao, habrían postulado una anti-tierra, concepto que
hace naturalmente pensar en la tabla de contrarios.
Dicho sistema es célebre en tanto que es un antecedente
del denominado heliocentrismo, aunque no sean las
mismas teorías: la tierra gira alrededor de la anti-tierra;
pero también el sol y los demás astros.
Se tiene, por otra parte, ciertos fragmentos que pueden
ser atribuidos a Filolao con certeza: los fragmentos B3
y B4 ofrecen argumentos en favor del conocimiento. Es
interesante que Filolao utiliza en estos fragmentos un par
de predicados de la lista reportada por Aristóteles. Como
Burkert explica (1971, pp. 260-261) estos fragmentos
tienen indudablemente un símil con ciertas teorías
aristotélico-platónicas y por este hecho se ha discutido
con suma erudición sobre la relación de la influencia
entre Pitágoras o los pitagóricos (como Filolao) y Platón
y Aristóteles. Ahora bien, se citarán rápidamente los
fragmentos atribuidos a Filolao para hacer un breve
análisis y trazar su posible contexto de discusión.
Los pitagóricos y el número como principio | 6
El fragmento B3 dicta: “No habría principio de lo conocido
si todas las cosas fueran indeterminadas”. El B4 dice:
“Todas las cosas cognoscibles tienen el número, pues
no es posible que algo sea conocido ni pensado sin el
nombre”. Ambos fragmentos son interesantes pues
hablan de un pitagorismo contextual, al menos uno
situado después de Parménides y que se sirve de la
lista de pares. Respecto a este último punto, se ha
comentado que la lista reportada por Aristóteles tiene
una parte positiva y otra negativa, en este sentido el polo
negativo “indeterminado” se postra como una limitante
frente al conocimiento. Es útil saber que el argumento
de Filolao contiene una noticia acerca de una posible
teoría del conocimiento: el lado positivo de la lista de
contrarios (determinado, uno, masculino, par, luz, bueno)
sería el aspecto activo del conocimiento. En términos
más coloquiales es posible afirmar que la intuición de
Filolao reposa en el hecho que el límite es el principio del
conocimiento; éste necesita un espectro bien definido
para poder funcionar.
Antes de proseguir con este análisis se puede contextualizar
la discusión de Filolao: gracias al Fedón de Platón, es posible
situar que el apogeo de la carrera del filósofo pitagórico se
situaba alrededor del inicio del siglo IV a.C. De este modo
es indudable que Filolalo conoció algunas de las teorías de
Parménides (que serán analizadas en la lección próxima):
en un famoso fragmento de Parménides, éste asevera que
no se puede ni conocer ni decir el no ser, además que en
otro fragmento afirma que las convenciones humanas
están vacías y no contienen un aprendizaje fiable. Frente
a este tipo de escepticismo, Filolao respondería bajo el
argumento que, si las convenciones humanas fallan, o
que si el no-ser no puede conocerse, es en virtud de la
falta de un polo positivo. La respuesta es entonces doble:
el límite y el número son las condiciones de posibilidad
del conocimiento.

El fragmento, aunque breve cuenta con las credenciales
necesarias para ser considerado como filosófico, pues
Filolao está trabajo un argumento de tipo a priori: demostrar
la posibilidad del conocimiento pasa por una doble
condición. Primero, debe existir lo ilimitado contrastado
por lo limitado, pero, y este es el segundo punto, debe
existir una especie de cantidad discreta a parcelar. Es decir:
el conocimiento según Filolao depende de la posibilidad
de un límite que debe aplicarse sobre una realidad que se
deja delimitar: el límite, en este sentido, sería absurdo si no
hubiera una realidad sobre la cual aplicar dicho límite. Lo
ilimitado sería así el ramo sobre el cual se puede aplicar
la noción de número.
Si bien se ha discutido a quién se refiere Filolao en este
argumento, y algunos piensan en Parménides, esto es
discutible. Sin embargo, es claro que Filolao muestra
el contexto de discusión: Jenófanes, Parménides y
Filolao están todos interesados por temas de teoría del
conocimiento. Las posiciones oscilan entre un escepticismo
radical, un escepticismo moderado y, el caso de Filolao,
un argumento que prueba la posibilidad del conocimiento.
Si bien Filolao debe ser distinguido de las teorías propias
de Pitágoras, se puede notar que aquél defiende esta
posibilidad del conocimiento partiendo del par de conceptos
que, según Aristóteles, Pitágoras desarrolló. Sin embargo,
el gran especialista de Pitágoras, Walter Burkert, afirma que
es muy probable que todo lo atribuido por Aristóteles a
Pitágoras sea en realidad lo que Filolao defendió. Como
se dijo al inicio, la figura de Pitágoras permanecerá
probablemente como uno de los grandes enigmas de
la historia de la filosofía, debido al carácter escurridizo
de su personalidad y por la tendencia sectaria del
pitagorismo de atribuir todo a su maestro.
Los pitagóricos y el número como principio | 7
Resumen
La figura de Pitágoras es altamente polémica: los datos
biográficos son de difícil examen debido a que su nombre
es probablemente el más conocido en la Antigüedad.
Desde el siglo VI a.C. hasta el siglo III d.C. existieron
pensadores que se acercaron a sus doctrinas o que las
revindicaron. Por otra parte, debido a la imagen sectaria-
divinizadora del pitagorismo, existía la costumbre de
atribuir a Pitágoras teorías que probablemente nunca
defendió. Al margen de este punto ciego de la figura de
Pitágoras, el pitagorismo en general se interesó por las
nociones de número, de armonía, de la inmortalidad y
transmigración del alma, así como por una explicación
de la realidad en pares. Estas teorías dan fe del esfuerzo
pitagórico por racionalizar la realidad a través de
principios explicativos mínimos, como lo son el número o
la relación polar definida en su tabla de opuestos. Todas
estas teorías permanecerán en el espectro de discusión
no sólo de los griegos, sino de otras escuelas filosóficas
en la posteridad. Si bien, se ha dejado de lado el estudio
de toda una serie de prácticas de vida (el vegetarianismo,
el vivir en comunidad) que acercan al pitagorismo a
una idea sectaria, es innegable que las ideas filosóficas
mencionadas han valido para que el pitagorismo quede
como una escuela importante en la historia de la filosofía.
Bibliografía
1. Bonazzi, Mauro et al. (2001): A platonic Pythagoras.
Platonism and pythagoreanism in the Imperial Age,
Turnhout, Brepols.
2. Burkert, Walter (1975): Lore and Science in Ancient
Pythagoreanism, trad. Edwin Minar, Cambridge,
Harvard University Press.
3. Eggers Lang, Conrado (1978): Los filósofos presocráticos
I, Madrid, Gredos.
4. Jaeger, Werner (2013): La teología de los primeros
filósofos griegos, trad. José Gaos, México, FCE.