HERNÁNDEZ
DE LA FUENTE
VIDAS DE PITÁGORAS
según
PORFIRIO
JÁMBLICO
DIÓGENES LAERCIO
DIODORO DE SICILIA
FO C I O D E C O N S TA N T I N O P L A
ATA L A N TA
MEMORIA MUNDI
ATA L A N TA
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DAVID HERNÁNDEZ DE LA FUENTE
VIDAS DE PITÁGORAS
A TA L A N TA
2011
En cubierta: Busto del llamado «filósofo de Porticello»
(ss. V-IV a.C.). Museo Nazionale di Reggio Calabria.
En guardas: Grabado del Theorica musicae de F. Gafurio
(ca. 1480), con Pitágoras y Filolao.
ISBN: 978-84-938466-6-4
Depósito Legal: B-29.646-2011
ÍNDICE
Notas
356
Bibliografía
415
Abreviaturas
437
Índice de ilustraciones
438
Vidas de Pitágoras
uxori optimae
P R E FAC I O : P I T Á G O R A S Y S U S V I DA S E N L A E N C RU C I J A DA
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cionalmente considerados «legendarios» en la vida de Pitágoras,
es decir, su vertiente mágica y semidivina, de sabio marcado por
una inspiración sobrenatural o divina. Quedaba así en evidencia
lo difícil que era deslindar entre el origen de la filosofía –Pitá-
goras es el supuesto inventor de esta palabra–4 y las antiguas tra-
diciones sapienciales de la religión griega, a menudo tachadas de
supersticiones por los estudiosos más racionalistas del mundo
antiguo, que tendían a ver en Grecia el origen de una lógica y un
materialismo modernos.
Pese a esta rehabilitación del Pitágoras legendario, su fama
de padre de la matemática, la astronomía y la música persiste en
diversas tradiciones más o menos apócrifas que han visto en esta
figura histórica –y, recordémoslo, también literaria– un símbolo
de la ciencia y el progreso, la reducción del universo a número
y proporción. Puede decirse que las opiniones sobre la realidad
histórica y filosófica de Pitágoras se dividen entre la primera co-
rriente, representada principalmente por Burkert, y la idea tra-
dicional de un Pitágoras científico, que ha reelaborado y
defendido L. Zhmud.5 Así, este autor y algunos otros6 argu-
mentan que no se puede relegar a Pitágoras, el padre simbólico
del espíritu analítico moderno –con la máxima tradicional pita-
górica de «todo es número»–, a una mera figura religiosa. Algu-
nos autores que han intervenido recientemente en el debate
proponen un punto intermedio entre el aura legendaria de Pitá-
goras y una visión más racionalista y «científica» del sabio, que
rebaje los tonos religiosos del personaje; se mantiene en ellos,
sin embargo, un cierto prejuicio contra los fenómenos religiosos
que subyacen tras esas notas de leyenda.7
En estudios más recientes, como las visiones de conjunto de
C. Kahn y C. Riedweg8 o las sugerentes propuestas de P. Kings-
ley,9 se han consolidado las visiones casi excluyentes entre sí de
un Pitágoras histórico, actor político en la Magna Grecia, frente
a un Pitágoras mágico y relacionado con lo sobrenatural. Pero,
así como Platón, nuestra gran fuente indirecta de toda esta tra-
dición, entrelazó lo político con todo aquel mundo místico,
filosófico y mágico, una aproximación actual también debe per-
mitir que ambos ámbitos se entremezclen. Es preciso ofrecer
aquí una visión que combine tanto los temas legendarios y el
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pensamiento mítico, tan caro al Pitágoras de las biografías anti-
guas que aquí se presentan, como la actividad social y política
de su secta, todo ello desde una aproximación que evoque la fas-
cinante influencia de esta figura clave en los orígenes de la tra-
dición intelectual de Occidente.
Ambas corrientes esgrimen con especial énfasis, a veces
como opuestos irreconciliables, los dos grandes bloques atri-
buidos al filósofo: la noción de la inmortalidad del alma (y sus
peripecias fuera del cuerpo) y la idea de que el universo se puede
entender mediante números. No hay contradicción entre ambos,
y es muy posible que convivieran en el pitagorismo primitivo,
pero lo cierto es que en la figura de Pitágoras sólo tenemos cons-
tancia de la primera faceta, como se verá en las páginas siguien-
tes, mientras que de la segunda apenas disponemos de leves
indicios, pues las evidencias apuntan siempre a los pitagóricos
posteriores, notablemente Filolao y Arquitas.10 Por ello nos cen-
traremos en la esfera del pensamiento religioso y de los inicios
de la metafísica griega, tratando de superar, por un lado, anti-
guos prejuicios y, por otro, la tradición de favorecer la idea de
un Pitágoras científico. Se intentará poner de relieve, por último,
la importancia de Pitágoras como hombre divino (theios aner) en
los comienzos de la reflexión política del mundo griego. Com-
binando los dos puntos de vista ya consagrados y tradicionales,
hay una vía más actual para abordar el papel de mediador con lo
divino que representa Pitágoras en el mundo antiguo: la que,
más allá de los estudios clásicos o de la historia de la filosofía,
parte del pensamiento actual, la sociología de la religión y la his-
toria cultural y de las religiones.
Aparte de estas nociones iniciales, la lectura que aquí se pro-
pone pretende centrarse en una faceta del «divino Pitágoras»
que, como se argumentará en las páginas que siguen, supone el
núcleo de su realidad histórica y se presenta en dos vertientes.
La primera se refiere a su labor de mediación con el mundo de
lo divino, que ha sido interpretada en clave religiosa en la his-
toria de la cultura griega y que hace del Pitágoras legendario un
salvador de la raza humana enviado por los dioses: aquí Pitágo-
ras es el intermediario entre la divinidad y toda la humanidad,
que puede beneficiarse de una sabiduría más allá de su expe-
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riencia. La segunda vertiente se refiere a la prerrogativa de este
mediador para unir a la comunidad mediante los vínculos in-
quebrantables de la identidad religiosa y para intentar construir
en la tierra un tipo de sociedad que refleje los modelos divinos;
esa antigua política pitagórica de la Magna Grecia11 dejaría más
adelante huellas indelebles en el pensamiento de Platón. Pitá-
goras se inserta directamente en la tradición de los legisladores
míticos de la Antigüedad, marcados por la inspiración o direc-
tamente por la revelación de un dios.
Cabe preguntarse ante todo qué se puede aportar hoy desde
esta perspectiva a campos como la historia del pensamiento, la
filología clásica o la historia de las ideas para el conocimiento
de las ideas clave del pitagorismo: desde la vida más allá de la
muerte a la relación proporcional entre el macrocosmos y el mi-
crocosmos, pasando por la posibilidad de reducir la materia y la
conciencia a números. La física, la ética, la política y, sobre todo,
la metafísica del antiguo pitagorismo difícilmente pueden ser re-
construidas en la actualidad a partir de los testimonios que han
llegado hasta nosotros, aunque una nueva lectura de las biogra-
fías conservadas del filósofo, contrastada con los mencionados
estudios sobre la historia de la religión griega y de la filosofía
antigua, posibilita una valoración adecuada no sólo de las fuen-
tes más antiguas sino también de las tardías. Y ello porque en el
estudio del pitagorismo puede aplicarse una vieja regla del estu-
dio de los manuscritos: recentiores non deteriores. Aquí se tratará
la figura de Pitágoras desde su tradición biográfica tardía pres-
tando especial atención a sus aspectos más legendarios, con el
propósito de distinguir lo mítico de lo histórico y de ofrecer a
la vez un estado de la cuestión acerca del pitagorismo y de sus
implicaciones filosóficas y religiosas.
El método de aproximación a un legado histórico-cultural
tan enorme como el de Pitágoras, en sus diversas etapas y ver-
tientes, ha de dar cuenta de dos variables ineludibles: por una
parte, se debe situar el pitagorismo en el marco del complejo sis-
tema de la religión griega y, en concreto, en el campo de la reli-
gión subterránea y de los misterios;12 por otra parte, hay que
tener siempre presente el catalizador ideológico que para el pi-
tagorismo supuso la tradición platónica, tanto la obra del pro-
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pio Platón como la recepción de ésta en el neoplatonismo y en
los varios renacimientos neopitagóricos. Todo ello desde una vi-
sión sugerente y libre de complejos que reúna las nociones re-
ligiosas básicas del pitagorismo y examine de qué forma se
entendieron en su contexto e impregnaron literaria e ideológi-
camente las fuentes antiguas y tardías.
La escasez de bibliografía en lengua española sobre este tema
aconsejaba vivamente la publicación de un libro de estas carac-
terísticas. Se pretende aquí, además de solventar dicha carencia
mediante un estudio parcial y con tesis propias –por ejemplo, la
relevancia del mediador Pitágoras en la historia de la teoría del
alma,13 en la tradición oracular y en la política de la Grecia an-
tigua–, elaborar una suerte de antología biográfica pitagórica lo
más completa posible, que supere la dispersión de las ediciones
existentes.14 La primera parte del libro se ocupa de estudiar a Pi-
tágoras como mediador con lo divino, su figura carismática, la
confección de su biografía legendaria, los aspectos mánticos y
políticos de su labor de intermediación y, finalmente, la cues-
tión de la tradición pitagórica. El theios aner Pitágoras se perfila
como místico y chamán –pero con implicaciones para la filoso-
fía y la política– más que como precursor de las ciencias exactas,
de las que se erige en inventor legendario, demostrándose asi-
mismo que su faceta de mediación sociopolítica no es sino una
extensión de su actividad en el campo de la antigua religión
griega.
En la segunda parte se presenta una recopilación de las vidas
de Pitágoras, que constituyen las fuentes sobre su figura histó-
rica, mítica y literaria, en una nueva traducción anotada. Las
vidas más conocidas y completas, escritas por Porfirio de Tiro,
Jámblico de Calcis y Diógenes Laercio (siglo III d.C.), son tra-
ducidas y comentadas a la luz de los puntos tratados en la pri-
mera parte. Como novedad se incluyen la breve vida de
Pitágoras redactada por el historiador griego Diodoro de Sicilia
(s. I a.C.), por su interés como resumen biográfico más antiguo,15
la del patriarca Focio de Constantinopla (s. IX) y el breve epí-
tome de la enciclopedia bizantina Suda (s. X). Las seis vidas van
seguidas, a modo de colofón, de los llamados Versos de oro, una
colección de máximas pitagóricas de origen tardío.
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Memor i a mundi
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