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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA DISCAPACIDAD, ATENCIÓN


PREHOSPITALARIA Y DESASTRES

TEMA:

Uso de fármacos biológicos para el tratamiento de Artritis Reumatoide

ESTUDIANTE:
Mateo Bosmediano

DOCENTE:

M. Sc. Estefania Padilla


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Fármacos biológicos para el tratamiento de la Artritis Reumatoide (AR)

En las últimas décadas las terapias a partir de medicamentos de composición biológica,


también conocidos como biofármacos, han revolucionado el mundo de la medicina al
proponer tratamientos innovadores, eficientes y con elevados niveles de seguridad para
varias patologías o afecciones, en particular, aquellas en las que se presentan alteraciones en
el sistema inmunológico, que representan un grave perjuicio para quien las sufre y que hasta
hace unos años resultaban casi imposibles de solucionar eficazmente con las versiones
tradicionales de los fármacos de síntesis química con las que se contaba.

La Artritis Reumatoide ha sido una de las enfermedades cuyo tratamiento ha evolucionado


gracias a los avances en herramientas biotecnológicas y al mejoramiento y desarrollo de
prácticas clínicas. Siendo ésta una enfermedad inflamatoria crónica de carácter
autoinmunitario1, hacía que las terapias farmacológicas antes disponibles sean insuficientes
para aliviar sus signos y síntomas, al menos, no sin generar efectos secundarios
considerables y afectaciones en órganos importantes como el hígado o páncreas, ya que la
medicación de composición química que solía ser utilizada era bastante perjudicial para
quienes la consumían en largos períodos, proceso inevitable para personas afectadas por
trastornos crónicos como la AR, cuyo tratamiento es ineludiblemente extenso.

Aunque la utilización de fármacos biológicos no se libra de generar contrariedades como


síntomas secundarios o reacciones adversas, no fue sino hasta la aparición de estos
novedosos y bastante avanzados medicamentos que gran parte de los inconvenientes
presentes al tratar ésta y muchas otras enfermedades fueron resueltas. A pesar de los
numerosos beneficios que presentan, este tipo de medicamentos permanecen en la mayoría
de los casos desconocidos o incluso ignorados por el público ajeno al área médica, por lo
que se considera importante que se reconozca su existencia y se estimule su desarrollo y
mejoramiento progresivo en la industria de los fármacos.

Generalidades y características de los fármacos biológicos

Los medicamentos de origen biológico son sustancias farmacológicas de estructura


compleja cuyos principios activos o terapéuticos se obtienen principalmente a partir de
material vivo o biológico, como: fluidos, células humanas o animales y microorganismos

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Patologías en las que el sistema inmunitario ataca al propio organismo por error al considerar células y
tejidos como extraños o ajenos al individuo.
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(virus, bacterias o levaduras). Es así como estos medicamentos, al estar compuestos por
elementos producidos «naturalmente» por el mismo organismo humano o de organismos
biológicamente similares, pueden prevenir o retrasar la evolución de las enfermedades y en
la mayor parte de las terapias en las que se aplican generan efectos claros, relativamente
rápidos y espontáneos de mejoría.

Básicamente, el proceso de elaboración de este tipo de fármacos «(…) parte de una línea de
células genéticamente modificadas, por tanto, de naturaleza única, e implica procesos de
fermentación y purificación que deben ser estrictamente controlados para garantizar la
calidad, seguridad y eficacia del producto final» (Asociación Española de Bioempresas
[ASEBIO], [s.f], p. 6). Se denotan de esta manera las complejidades que envuelven los
procedimientos para la fabricación de medicamentos a partir de elementos vivos, esto debido
a las varias técnicas específicas de ingeniería genética combinadas con herramientas
biotecnológicas que, en conjunto, llegan a ser capaces de producir alteraciones moleculares
en los materiales biológicos que emplean a manera de materia prima con el objetivo de
reformar sus propiedades y procesos de actuación en el organismo.

En la actualidad existe una amplia variedad de fármacos fabricados a partir de estas técnicas,
que están considerados dentro de la clasificación de los biológicos. De entre estos, los que
más importancia cobran dentro del arsenal terapéutico, al ser utilizados con mucha mayor
frecuencia para inmunización y tratamiento de afecciones, son: vacunas, hormonas,
citocinas, derivados de la sangre y plasma humano, enzimas, anticuerpos e
inmunoglobulinas. Cada uno de estos, una vez administrados, cumplen determinadas
funciones en el organismo para prevenir la enfermedad, atenuar sus efectos o inducir la
recuperación al convertirse en efectores de procesos como la estimulación inmunológica y
la modificación de respuestas biológicas.

Estos medicamentos, además de haber evidenciado resultados más que satisfactorios en


cuanto a índices de eficacia en el mejoramiento y recuperación de las enfermedades que
incluyen tratamientos biológicos, poseen el distintivo de contar con estándares más elevados
de seguridad (relacionados a potenciales efectos secundarios) en comparación a sus
contrapartes de origen química, cuyo consumo para tratar las mismas patologías ha
demostrado grandes perjuicios a largo plazo. Al provenir los principios terapéuticos de
fuentes biológicas similares, el cuerpo humano recibe los fármacos sin problema en la
mayoría de las ocasiones, y la actuación de estos dentro del organismo no provoca profundos
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daños o alteraciones negativas en órganos y estructuras internas, lo que no significa que no


generen ningún tipo de efectos secundarios, a pesar de ser estos relativamente leves o
fácilmente solucionables.

Es por estas características que la aplicación de los medicamentos de origen biológico ha


ido ganando más importancia en los últimos años y su participación dentro de las terapias y
procedimientos médicos a nivel global ha aumentado considerablemente, motivos por los
cuales los avances con relación al mejoramiento de estas herramientas siguen
ininterrumpidos.

Beneficios de los fármacos biológicos para el tratamiento de Artritis


Reumatoide

Como se mencionó previamente, la AR es una enfermedad autoinmune que se caracteriza


por atacar a las articulaciones del organismo, en particular las de manos y pies provocando
inflamación severa y constante, entumecimiento o rigidez articular y dolor en las zonas
afectadas, síntomas que, en períodos extensos causan daño irreversible en ligamentos y
tendones, generando a su vez deformación y limitaciones en la movilidad de las
articulaciones. Por otro lado, las causas exactas atribuidas a la manifestación de esta
patología siguen siendo parcialmente desconocidas, pero se ha descubierto que su origen
tiene mucha relación con factores genéticos, es decir, es una enfermedad potencialmente
hereditaria. En su aparición, intervienen también ciertos factores de riesgo externos como
las hormonas femeninas, la obesidad o incluso el tipo de alimentación.

Por la dificultad de tratamiento de la fisiopatología de la AR es que, desde hace poco más


de una década se optó por el desarrollo y utilización de los llamados Fármacos
Antirreumáticos Modificadores de la Enfermedad (FAME) biológicos que denotaron
resultados bastante satisfactorios en cuanto a eficacia, tiempos de actuación y levedad de
efectos adversos en relación con las terapias aplicadas para reumatismo. Dentro de esta
clasificación hay variedad de opciones para tratar esta enfermedad en específico, entre los
que se encuentran los medicamentos químicamente denominados como: infliximab,
etanercept, adalimubab, certolizumabpegol y golimumab.

En sus varios tipos, los FAME biológicos fundamentalmente «(…) actúan contrarrestando o
bloqueando el TNF-α2, una proteína que participa de forma muy activa en los procesos

2
Factor de Necrosis Tumoral alfa. Tumoral Necrosis Factor (TNF) por sus siglas en ingles.
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inflamatorios, como es el caso de la inflamación de la membrana sinovial» (Romero, et al.,


2011, p. 87). Estos fármacos están diseñados para neutralizar la proteína que desencadena
los procesos inflamatorios en las estructuras articulares, aplicando entonces un característico
método terapéutico que no posee ningún otro medicamento para mitigar los efectos de la
AR. A partir de estas aplicaciones, el porcentaje de recuperación observado en pacientes se
elevó mucho tras los controles subsiguientes a la eliminación de esta proteína perjudicial al
seguir un tratamiento con FAME biológicos. Una vez que la TNF-α, reconocida como la
principal causante de la afectación, es suprimida, los síntomas van aminorando y con ello la
rigidez, el dolor y sobre todo la inflamación de las zonas afectadas disminuyen
progresivamente también, evitando de esta manera la pérdida de las funciones articulares y
la característica deformación provocada por la inflamación crónica, siendo así que un tercio
de las personas a las que se les aplica este tratamiento entran en remisión definitiva de la
enfermedad, eliminando y recuperándose completamente de la misma.

Otra de las ventajas más notorias que trae consigo el consumo de estos fármacos para AR es
su velocidad de actuación en conjunto con sus formas de suministración en el organismo,
pues los resultados se manifiestan visiblemente en cortos períodos que varían desde unos
cuantos días hasta alrededor de tres meses después de las primeras aplicaciones de los
medicamentos, mientras, por el otro lado, los fármacos tradicionales de síntesis química
tardan hasta seis meses en denotar respuestas positivas de recuperación. En cuanto a su
administración, estos fármacos se suministran únicamente por vías subcutáneas o
intravenosas, lo que en parte estimula la actuación y efectos del principio terapéutico en el
cuerpo al relacionarse de forma algo más directa con los elementos dañinos sobre los que
efectúa sus propiedades.

Desventajas de los fármacos biológicos para el tratamiento de Artritis


Reumatoide

Uno de los inconvenientes más notorios que representa la utilización de fármacos biológicos,
a pesar de sus elevados índices de seguridad, es la aparición de efectos secundarios
originados a partir de la suministración del medicamento. En el caso del tratamiento de AR
a partir de FAME biológicos las respuestas adversas registradas son principalmente:
reacciones locales como dolor, picor o enrojecimiento, en el punto en donde se realizó la
inyección del biofármaco; pueden llegar a favorecer la aparición y desarrollo de infecciones
leves, particularmente en los pulmones; y en determinadas situaciones, dependiendo del
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estado y características del paciente, provocan síntomas generales como dolor de cabeza,
escalofríos, hipertensión o hipotensión, fiebre o sintomatología cardiorrespiratoria. Todos
estos síntomas secundarios son únicamente transitorios y pueden ser fácilmente
solucionados con medicamentos complementarios.

Nuestro organismo también puede llegar a rechazar los principios activos del medicamento,
generando reacciones inmunológicas en contra de este, inutilizando su aplicación. Por esta
razón, es necesario realizar un seguimiento y monitorización continua de los pacientes que
siguen un tratamiento con fármacos biológicos, con el objetivo de descartar cualquier
posible contrariedad durante el período de recuperación. Para el tratamiento de AR, este
proceso también conocido como farmacovigilancia es algo complejo, pues:

(…) incluye la evaluación de infección activa, tumores y enfermedad desmielinizante3. Esta


evaluación debe indagar en la historia previa de antecedentes personales, realizar pruebas de
tuberculina, administrar vacunación anti-gripal y antineumocócica. (…) Posteriormente se
recomienda hemograma y bioquímica general cada 4 semanas durante los primeros 4 meses.
(Hernández y Martinez-Prada, 2009, p. 107)

Se tornan evidentes las dificultades que envuelve todo el proceso de tratamiento a partir de
medicamentos de origen biológico, al tener que realizar estudios adicionales, emplear varias
técnicas y fármacos a la vez, con el objetivo de mantener bajo control cualquier posible
reacción adversa con relación al recibimiento del medicamento por parte del organismo.

La última desventaja que presentan los tratamientos biológicos para la AR, y uno de los más
relevantes, es el elevado costo económico de adquisición de los medicamentos, lo que se
traduce al mismo tiempo en un acceso bastante más limitado de estos recursos médicos para
gran parte de los pacientes que sufren patologías de este tipo. Por ejemplo, el etanercept, la
opción más barata entre los FAME biológicos, cuesta aproximadamente $130 por una sola
dosis de 25 mg de solución inyectable. Lo que hace que estas terapias puedan llegar a montos
de hasta decenas de miles de dólares en períodos anuales dependiendo del fármaco recetado,
lo que a la vez las hace poco accesibles. Estos elevados costos se deben a la complejidad del
desarrollo y producción de los medicamentos.

En conclusión, la aparición y desarrollo de los fármacos y terapias de origen biológico han


representado un avance trascendental en el área de la salud global. Siendo medicamentos

3
Enfermedades que afectan a la cubierta de las fibras nerviosas del cerebro, nervios ópticos y médula
espinal.
6

más complejos y elaborados, solucionan también de manera más rápida, eficaz y segura
varios tipos de afectaciones bastante complejas, tal como en el caso de la Artritis
Reumatoide, que no contaba previamente con tratamientos apropiados, pues los
medicamentos químicos antes aplicados llegaban a generar mayor afectación debido a su
prolongado uso. Sin embargo, los regímenes terapéuticos biológicos tampoco se exentan de
contar con desventajas e inconvenientes relacionados tanto a su adquisición, por lo elevado
de sus costos, como a los efectos secundarios originados tras su aplicación, a pesar de ser
estos relativamente leves y fácilmente solucionables. Es por estas razones que se debe
considerar relevante la utilización y la continuación del desarrollo y mejoramiento de estas
herramientas médicas, que constituirán, sin duda, el futuro de la medicina.
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