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TERCER TRABAJO

Aportes del estudio histórico a la reflexión teológica

Estudiante:

MARIA CRISTINA PONCE VIVEROS

Profesor:

JUAN CARLOS GAONA POVENA

HISTORIA DEL CRISTIANISMO I

Tercer Semestre

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA SEMINARIO TEOLÓGICO BAUTISTA

TEOLOGIA VIRTUAL

17 de mayo de 2021
Aportes del estudio histórico a la reflexión teológica

Dado que los estudios históricos están centrados en los testimonios del pasado, y que la reflexión

teológica tiene que ver con la profundización en la fe cristiana y la razón, de modo que pueda rectificar

imágenes inadecuadas de Dios, acercándonos al Dios bíblico, el Dios que se nos ha revelado en Jesús, y conocer

la alternativa de sentido de la vida que ofrece la fe cristiana; se hace necesario entender la necesidad de romper

paradigmas para volver a las sendas antiguas. ¿Qué significa esto? Que se debe analizar de dónde provienen

esos paradigmas de la fe cristiana en la historia y cómo podrían romperse volviendo al origen del cristianismo.

El primer paradigma a romper es ver al cristianismo como una institución poderosa que impone sus

ideas. Pues la historia muestra cómo una parte del cristianismo se imperializa y al mismo tiempo, el imperio se

cristianiza. Es decir, el catolicísimo se volvió una imposición religiosa y depravada. Ya no era una iglesia de

brazos abiertos. Romper este esquema significa ir al punto de la historia donde los primeros cristianos reflejan

el amor y el servicio como brazos de aquella comunidad conformada por hombres que sufrieron la persecución

y se fortalecieron con el poder mismo del Espíritu Santo. Ni los incendios, ni calumnias, ni guerras, ni la

persecución, ni la ejecución de valientes pudo frenar el gran propósito de Dios para la iglesia: la expansión de

su reino por todos los continentes. ¿Cómo romper este esquema de imposición religiosa? Sencillo. Volvieron a

los antiguos caminos del amor y el servicio, iglesia de brazos abiertos de la primera comunidad de cristianos.

Curiosamente, no hay congruencia entre el monoteísmo que profesa la iglesia católica medieval y al

mismo tiempo el culto a diferentes imágenes religiosas (punto inaceptable para los musulmanes que se

consideran monoteístas puros). Hoy en día, muchos creyentes católicos se niegan a convertirse al cristianismo

porque temen traicionar su religión que promueve la veneración a la virgen María, los santos, paradigma que

logró posicionarse en la mente de las personas durante la época medieval, siendo éste modelo religioso algo

completamente opuesto a las enseñanzas bíblicas (Dt. 6.4, Ef. 4.6, 1Ti 2.5, Dt. 4.35, etc.). ¿Cómo romper este

paradigma? Las sendas antiguas enseñan que se debe nacer de nuevo (Juan 3.7), es decir que la evangelización

cobra sentido en el nuevo nacimiento y al mismo tiempo es menester renovar la mente a través del

conocimiento de las escrituras (Ro. 12:2).


Otro paradigma emergente del cristianismo del año 760 d.C. y que hasta ahora cobra vigencia es la

importancia del bautismo, pues el papa León III nombró a Carlomagno emperador cuando la cristiandad se

formaba como imperio. Carlomagno consideraba que el bautismo debía tener un carácter sagrado y mágico pues

los sajones creían que al bautizarse los dioses los abandonaban y quedaban al cuidado del Dios cristiano. En

otras palabras, se creía que el bautismo tenía atribuciones espirituales y mágicas, algo distinto a lo enseñado en

las escrituras, pues Juan Bautista dijo: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que

viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu

Santo y fuego…” (Mt. 3.11), refiriéndose al bautismo como un testimonio público de conversión a Jesucristo,

quien bautiza en el Espíritu Santo para una nueva vida. Si se tiene claro esta verdad bíblica en la mente del

creyente, podría derribar el viejo paradigma de un bautismo supersticioso y entregarse al verdadero bautismo, el

del Espíritu Santo.

Viendo el pensamiento filosófico que impactó trascendentalmente a la edad media, se evidencian

diferentes teorías y postulados (Ludovico Pío (778), Erígena. (815), Anselmo de Canterbury (1033), Lombardo

(1100), Abelardo (1079), Bernardo de Claraval. (1090) y Tomás de Aquino (1250) entre otros.). La presencia

de la filosofía aristotélica modificó el quehacer teológico que había ido ignorando poco a poco la filosofía y

otras disciplinas, haciéndose autosuficiente y poseedora de toda la verdad, tanto que la teología en su tiempo

llegó a ser llamada una ciencia. Posteriormente, la aparición de las distintas órdenes religiosas, nuevos

movimientos y reformas (grupos sofocados por la iglesia católica que querían romper con la depravación

religiosa) se manifiestan en el quehacer teológico como de la práctica de la vida cristiana, con el propósito de

renovar y darle nuevos aires a la trajinada institución eclesial que se había enredado en las luchas por el poder.

Aquí se levanta un nuevo paradigma: es posible cuestionar la religión. Aunque el cuestionamiento entre fe y

razón es algo natural en el ser humano, puede también generar distorsión de las verdades de Dios y provocar

divisiones religiosas lejanas al propósito de la voluntad de Dios (2 Ti 2.14). Por ello se debe unificar el criterio
volviendo a la senda antigua: la enseñanza de la sana doctrina (1 P. 2.2) y la importancia del estudio de las

escrituras para descubrir las verdades absolutas de Dios (2 Ti. 3.16).

Pero también existen paradigmas rescatables y congruentes con las sendas antiguas. Entre ellos se

encuentran las enseñanzas de Anselmo de Canterbury, quien sostenía que incluso quienes dudaban de la

existencia de Dios habrían de observar cierta comprensión sobre lo que dudaban: es decir, comprenderían a

Dios como un ser del que no se puede pensar algo más grande. Puesto que es más grande existir fuera de la

mente que sólo en la mente, un escéptico que negara la existencia de Dios estaría incurriendo en una

contradicción, ya que estaría afirmando que es posible pensar en algo más grande que en un ser del que nada

más grande se puede pensar. De aquí que, por definición, Dios existe. Estos argumentos de Canterbury se

identifican con las enseñanzas sobre la existencia de Dios plasmadas en las escrituras: Ex. 3.14, Dn. 2.28, y Ec.

1.9 entre muchos otros.

Otro de los modelos equivocados heredados de la edad media, fue el propuesto por Pedro Lombardo

(1100-1160), teólogo italiano y obispo de París, referente a la teología de los sacramentos. Al parecer, su

defensa fue tan contundente que hasta el día de hoy los sacramentos juegan un rol fundamental en la religión

católica, a tal punto, que romper este paradigma es algo difícil. Las sendas antiguas nos llevan a lo simple, lo

práctico: vivir para Cristo en un estilo de vida basado en el amor y el servicio, dejando a un lado ciertos rituales

y prácticas religiosas que se pueden convertir en una carga, así lo dijo el Señor Jesús (Lc. 11.46).

Hay mucho por hablar respecto a la herencia religiosa que a través de la historia creó paradigmas, en su

mayoría distantes de la intención de Jesús con sus doce discípulos. Paradigmas como: un cristianismo que se

debe imponer, la veneración a la virgen, santos e imágenes, el bautismo como requisito religioso, el

cuestionamiento de fe y razón mal percibido y la practicas de los sacramentos entre otros; se deben romper

volviendo a sendas antiguas: es decir, siguiendo el ejemplo de la iglesia primitiva (la descrita en el libro de

Hechos), que de primitiva no tiene nada, llevando un evangelio refrescante que renueve la mente a través de las

escrituras y la presencia transformadora del espíritu Santo. El cristianismo no es solo una iglesia, sino toda una
cultura de impacto social, político, económico e histórico, que aún se extiende a millones de personas en todos

los continentes.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Moreno, P. Módulo Historia del Cristianismo I. Fundación Universitaria Seminario Teológico Bautista

Internacional

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