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barrio de Tolosa. Abundaban los adoquines una vez que cruzabas la avenida 32, en la ciudad
de La Plata. Esa famosa urbe de "los" diagonales, Capital de la Provincia de Buenos Aires.
Veníamos de ver en qué condiciones estaba el lugar donde se iba a dar la conferencia, y
teníamos que pasar a buscar la flamante jefa de bloque del Partido Federal, Celia Domínguez.
A las 21hs la verborrágica Domínguez, quien sería la única oradora, expondría todos los
sancionada pero trabada por un juez cordobés. Cuando esperábamos a Celia, en la puerta de
Justo cuando miraba distraídamente el cielo, vi frente a mí la luna llena, o eso parecía. Me
asombró su tamaño, se percibía más grande de lo habitual y además brillaba de una manera
atípica en un cielo totalmente despejado. De pronto me pareció ver como si una línea vertical
de luz muy intensa la recorriera de un extremo a otro. Como si un muy potente reflector la
luz de “Kitt, el auto fantástico”, serie inolvidable. Empecé a notar que la supuesta luna se
grande. Solo se oía la campana del cruce del tren. Cuando el objeto, que evidentemente no era
la luna, estuvo lo suficientemente cerca, me convencí de algo. ¡No tenía la menor idea de lo
que era!
el bólido cruzó rápidamente el cielo, hacia nuestras espaldas. Giramos hacia atrás para
seguirlo y el extraño objeto, que aceleraba más y más, viró 90 grados a la derecha y comenzó
a trazar un enorme semicírculo descendente. Al seguir su férrea trayectoria pude ver como
Osvaldo, mi viejo, con su metro ochenta de estatura y sus 95 kilogramos de peso, apreciaba
desconcertante: frente a nosotros pasaba un largo tren de carga, en dirección hacia el oeste
semicircunferencia se iba acercando a la superficie cada vez más próximo al tren. Mutando
su apariencia, que por momentos tomaba un carácter traslúcido, hizo un brusco pero silencioso
aterrizaje sobre el contenedor, que era transportado por el último vagón del tren. Con mi padre
–Osvaldo, Javier, les pido disculpas por la demora, estaba por salir y me llamó Raúl.
Tanto mi viejo como yo paramos las orejas. Sabíamos que se refería al presidente de la
Nación. Mi padre optó por no contar nada de lo que había sucedido con el objeto y el tren y
simplemente contestó:
simplemente estar cerca de donde se definían las políticas públicas. Siempre le había gustado
mayorías. La política siempre había sido parte de la vida de mis padres. Mi vieja había perdido
Una vez que Domínguez se sentó se dispuso a dar arranque a la camioneta. Nada. Estaba
muerta. Como si toda la carga de la batería se hubiera esfumado. Llamamos al auxilio y tras
hacernos un puente, la camioneta arrancó. Todo volvía a la normalidad, excepto por tan
Al día siguiente, desayunamos en un hotel medio pelo, aun en La Plata. La conferencia del
día anterior había sido un éxito rotundo. Se había producido un intenso debate en un auditorio
colmado, con más de 400 personas y la presencia de los grandes medios de comunicación.
Mientras yo comía famélicamente, mi viejo abrió el diario a regañadientes ya que sólo había
un ejemplar.
Era el de uno de los diarios que siempre hablaba bien de las empresas monopólicas, porque
entre otras cosas eran sus principales anunciantes. Mientras leía, se puso a refunfuñar y
–Yo no lo puedo creer, aparece un gobierno que decide impulsar una ley que limita
–Sí, ni hablar, Pa –respondí –y obvio que esto va a hacer que cualquier gobierno en el
futuro que quiera hacer algo que no le guste al grupo Norte, lo piense dos veces.
–Sí, al grupo Norte y a los otros grupos satélites. Acá son varios los que meten presión
y manejan a la política y al poder judicial. Lo más triste es que esto no empezó con la
son muchas las denuncias que sostienen que se quedaron parte de las acciones del
–Sí, y hoy, además de controlar todo el transporte por camion y trenes, ya tienen a
–No van a parar hasta que puedan tirar abajo la ley o frenar su implementación. Esto
para que avance va a haber que acompañarlo con mucha acción en las calles. Por eso
ayer son las que nos van a permitir ganar la pelea. En fin… no queda otra que leer el
pronóstico del tiempo, aunque seguro que anticipan temporal y granizo agudo –dijo
No terminaba la frase cuando noté que miraba una página con especial interés.
–Qué pasa? –le dije.
Saldon…
–Es pegado a Sierras de la Ventana, igual eso no importa, boludo. ¡Es un tren de cargas
Me pasó el diario y me congelé al ver que era idéntico al tren que habíamos visto la noche
¿Quién o qué estaba detrás de todo eso? ¿Lo que habíamos visto era un OVNI? La política
me gustaba, me apasionaba, pero antes había sido un fervoroso lector de ciencia ficción. El
Eternauta, V invasión extraterrestre, X files, 2001 Odisea del Espacio, Contacto, Evangelion
y otras obras del género, habían marcado fuertemente mi adolescencia. De repente, me pareció
ver mi vida real envuelta en todo lo que me había quitado el sueño, durante mi juventud. Las
una sed tan voraz por dilucidar lo que pasaba, que me hizo sentir conmovedoramente vivo.
Pero, ¿qué podía hacer yo? Tenía algunos contactos interesantes en el ámbito científico y
par de Rectores universitarios. También me habían publicado algunas notas políticas y sobre
temas de industria en el diario tradicional de los sectores progresistas, Página 17. No obstante,
en esta instancia no me servían de mucho. Tenía que indagar más. Sin duda, tenía que viajar
a Sierra de la Ventana.
El viaje
Después de coordinar algunos aspectos del viaje con mi Osvaldo, para que me llevara con la
camioneta, llamé a Ezequiel Robledo y a Federico Rocamora. Eze y Fede eran dos amigos
afortunados que, por su buena posición económica, no sufrían las ataduras de una relación de
dependencia laboral. Ezequiel, bautizado “el Breve” por su metro cincuenta y dos de estatura,
se había formado en leyes y literatura y era un militante social respetado en muchos barrios
de la Capital Federal. Sin embargo, en los últimos años se había concentrado más en el ocio
social, pero casi no había ejercido. A veces le decíamos “Casco” por su corte de cabello
En fin, Fede siempre estuvo muy cerca de sus padres y se dedicaba a administrar los bienes
–Necesito que me acompañen para el lado de Bahía Blanca –fue todo lo que les había
adelantado.
A las 18hs del miércoles 11 de junio de 2010, estábamos los cuatro en el móvil de mi viejo,
en el barrio de Villa Urquiza, donde vivíamos él y yo. Era una camioneta blanca de una marca
francesa donde entrábamos cómodamente. Mi padre, como era frecuente, se había asegurado
de que no faltara comida, sobre todo excedida en sal y poco saludable. Ezequiel por su parte
luego empalmar con la 226, hacia Olavarría. Durante ese corto primer tramo del viaje, pude
poner al Breve y a Casco en tema. Ambos me conocían desde hacía tiempo y me creyeron.
Además, mi viejo confirmaba mi relato. Sin embargo, todo era tan fantástico que les costaba
Apenas hicimos 30 kilómetros por ruta 226, empezó a llover y, por si fuera poco, pinchamos
una rueda. La sacamos barata, porque fue pocos minutos después de cruzarnos un monstruoso
camión de frente que venía a toda velocidad. Y digo “la sacamos barata” porque en cuanto
A eso de las 22hs paramos al costado de la ruta y cagados de frío –hacía mucho frío –
–Alguien quiere unos mates antes de que se enfríe el agua –dijo Ezequiel.
llanamente cafeína, está comprobado por unos estudios que hizo la carrera de
interrumpió Federico.
–Segundo, decía, está también comprobado que la cafeína igual que el tabaco y las
–Uhh pará Javi, dejá de hablar de los temas que te ponés a leer para levantarte minitas
–imploró Eze.
–Bueno, yo no tengo la culpa si las chicas se copan con estas cosas, el tema es que el
cortisol hace que tengas todo el azúcar en sangre como para correr o luchar, Es un
pasa como a éste –y señalé a don Osvaldo– que tiene diabetes tipo 2.
Mientras seguimos la tertulia comimos unos sándwiches y ellos tres tomaron mate. La ruta
estaba totalmente desierta. A las 23hs nos pusimos de vuelta en movimiento en rumbo oeste,
pero extrañamente la bendita calefacción no funcionaba. Ahora la ruta 226 se había convertido
en la 76, que unos 30km antes de Líbano se bifurcaba. No teníamos señal y por error tomamos
En las afueras de Coronel Pringles paramos en una estación de servicio extraviada a cargar
nafta y de paso confirmar nuestro rumbo. El hombre que nos atendió desplegó un mapa y con
–El camino que les digo, se abre hacia el norte y NO es de ripio, porque fue
recientemente pavimentado. Lo van a ver unos 60km más adelante y está impecable.
Sin más dilaciones, volvimos al ruedo. Era ya pasada la medianoche y el frío calaba fuerte en
los huesos. Ahora no llovía, pero el viento pegaba impiadoso. Esos kilómetros se hicieron
interminables, la ruta nueva hacia el norte (hacia nuestra derecha) no aparecía. Cuando ya casi
nos dábamos por perdidos vimos un chapón escrito con aerosol y sostenido con dos patas de
Doblamos para tomar la ruta, pero no había asfalto. Avanzamos entre ripio y la oscuridad
total, maldiciendo la empresa en la que nos habíamos embarcado. A los dos kilómetros el
ripio se acabó, dando lugar a una ruta nueva en un inmejorable estado, pero sin ningún tipo
nada. Estábamos solos en la oscuridad de la noche. Ni bien hicimos unos 10km, estallaron las
Pero era casi un conjuro maléfico. Primero el pinchazo, luego falló la calefacción, más tarde
encontrarnos perdidos en una noche helada y ahora nos quedábamos sin luces...
Ezeiza
largos años de exilio. Su segundo mandato, que si bien había tomado tintes autoritarios, había
sido drásticamente interrumpido en 1955 por un brutal golpe de Estado que había incluido el
Para conmemorar el regreso del líder, las autoridades del Partido Justicialista organizaron un
acto. Una vez desechadas las opciones de Plaza de Mayo y Avenida 9 de julio, el presidente
Héctor Cámpora optó por realizarlo en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de
Ezeiza.
instrucciones para ubicarse previamente en lugares estratégicos en las inmediaciones del lugar
del acto. Las columnas de la Juventud Peronista (JP) y Montoneros (brazo armado del
despampanante palco donde hablaría Perón. Sin embargo, las duras fuerzas sindicales harían
con tanta convocatoria había decidido ir fuertemente armado para empatar a su numeroso
oponente. Era una disputa política en un país convulsionado, donde esas tensiones se venían
dirimiendo de una manera cada vez más violenta. Ambos sectores necesitaban mostrar a Juan
y del palco significaba mostrar capacidad de conducción y eso luego se traduciría, en cuanto
suficientemente cerca, Carlos le dio la orden a su segundo, el temido Julio Sosa. Sosa era un
–¡Fuego!
Con pocos, pero efectivos, disparos fue suficiente. Con celeridad el grupo infiltrado se retiró,
pero el daño ya estaba hecho. La agresión entre las masivas columnas rivales se hizo muy
intensa. Por el lado de la JP lanzaban piedras y palos y muchos corrían a resguardo mientras
algunos jóvenes caían heridos. Muchos retrocedían a socorrerlos. Algunos estaban armados,
pero eran la minoría. En cambio, el espacio sindical tenía apoyo de la organización Comando
escatimó en balas. El hecho terminó en una masacre. El grupo de tareas se retiró airoso, sin
Esa misma noche, Carlos Andrade asistió a un acomodado café en Avenida Alvear, barrio de
Recoleta. El hombre que lo esperaba fumaba un distinguido cigarro con clavo de olor.
–Buen trabajo Carlos. Seguí respondiendo así y vas a llegar lejos. Aún hay mucha
–Perfecto –y mientras le acercaba una hoja de papel dijo –Tengo una tarea más para
vos. Quiero que sigas día y noche cada paso de estos giles. ¡Quiero saber hasta el color
de su mierda!
La tanguería
Las milongas de Buenos Aires eran muy concurridas los fines de semana. En tiempos de
persecución y clandestinidad, eran buen territorio para hacer pasar desapercibidas las
entre distintos ámbitos, pero sin duda, para Martín Noriega el lugar preferido era La
Tanguería. Ubicada a metros de Avenida San Juan y Boedo, La Tanguería siempre daba lugar
Martín, era un hombre alto y un tanto obeso, de profesión politólogo, militante político y
fundador de la agrupación. De fornida apariencia, bajaba las escaleras con aire solemne,
Tanguería era un sótano de grandes dimensiones. A medida que llegaba al primer subsuelo
sentía más claramente los aromas a empanadas fritas y guiso de lentejas. A su paso, circulaban
ritmo del dos por cuatro. Los hombres de traje y zapatos de charol. Ellas de encantadores
Esa noche, no era una noche más. Era el viernes posterior a los acontecimientos de Ezeiza y
el clima en la agrupación de Martín era sombrío tras lo sucedido con Laura Peralta. Laura era
al salón.
De familia adinerada, Laura había estudiado Ciencias Políticas con Martín Noriega y apenas
usualmente optaban por “proletarizarse” porque sentían que no podían hacer un genuino
trabajo político con los obreros si no sufrían ellos mismos las injusticias y la explotación
capitalista. Por si fuera poco, Laura le había prestado el departamento que le habían regalado
sus padres a una pareja muy humilde que había conocido en la villa, donde ayudaba como
Martín la admiraba porque su entrega era total. Y a ella, justo a ella, le había pasado.
Caminó hacia el fondo del salón y comenzó a saludar a sus leales compañeros. Excepto dos
que estaban bailando, casi todos estaban parados tomando un vaso de vino o comiendo una
colectivamente el duelo.
–Cómo estás, Tincho? Yo aun no caigo– preguntó Claudia López, fundadora junto a
Martín de la agrupación.
–Estoy hecho mierda. Uno siempre sabe que en estos tiempos la militancia implica
Lo que más bronca le daba, odio y dolor, era que ni siquiera la bala había venido desde las
columnas de lo que ellos llamaban “burocracia sindical”. No, la bala había venido desde un
que estaban de negro y que no eran parte de las filas sindicales. Algún día, tendría que haber
justicia. Estaba seguro de eso. Y él, Martín Noriega, nunca iba a abandonar la lucha de Laura,
Saldun…
Avanzamos lentamente, solo con luces de posición, rogando que la ruta siguiera sin tráfico.
luces de algo que parecía ser un poblado. Eran casi las 2 de la mañana. Las luces se acercaban
estilo, de gran envergadura, sobre la margen izquierda de la ruta. Era extraño para encontrarse
en medio de tanto campo y tanta nada. A unos 500 metros el edificio se veía como una especie
de obelisco de puro cemento. Cuando lo tuvimos a 100 metros admiramos la figura en
profundidad, era una especie de rueda imponente, un portal que daba lugar a una estructura
más baja por detrás. Finalmente, cuando lo tuvimos en frente quedamos desconcertados. Era
efectivamente una construcción desmesurada para esos pagos. La circunferencia tendría unos
70 metros de diámetro, con rayos como de rueda de bicicleta pero que simulaban la radiación
lumínica de lo que tenía en su centro: una cruz conmovedora de unos 50 o 60 metros de alto.
Lo más brutalmente tétrico, no era nada de lo que mencioné antes. Lo más atroz, perturbador,
escalofriante era que no había Cristo. O, mejor dicho, en su lugar había solo una cabeza de
cemento. ¡Era una inmensa cruz con una cabeza! Como si alguien hubiera sustraído el cuerpo
de Cristo.
–Dios, ¡¿quién hizo esto?!– atinó a decir Federico, mientras los demás quedamos
filosamente silenciados.
Pueblo fantasmal
la cruz, había un enorme portón antiguo de madera tallada. Una de sus puertas estaba abierta
Instantáneamente, pude imaginar una secta satánica reunida, al mejor estilo del “Péndulo de
Foucault” de Humberto Eco o de “El código Da Vinci” de Dan Brown. Seguimos avanzando
lentamente, la ruta se había terminado abriendo paso a un ancho camino de tierra. Lo tomamos
a no más de 10km/h. El silencio era total, solo perturbado por el crujir de la piedra aplastada
por la camioneta. A los 100 metros empezamos a ver una silueta que se trasladaba a pie, hacia
–Boludo, ¡¡¿¿quién mierda viene caminando a las dos de la mañana, con este frío y en
medio de la nada??!!
La silueta se fue definiendo paulatinamente. Parecía una mujer, con el largo cabello sobre el
rostro. Miraba hacia el suelo y avanzaba de manera pausada. Al acercarme a la figura humana,
llevé la camioneta hacia la derecha del camino, para mantener cierta distancia. Ella caminaba
por el centro del carril izquierdo. Cuando la tuve exactamente a mi izquierda, giré mi cabeza
para no perderla de vista. Justo en ese instante, cuando solo yo podía verla, se tornó
sigilosamente hacia mí, alzó la frente y de manera aterradora abrió con celeridad su boca,
mostró sus dientes, tensó al extremo su rostro y me ¡¡rugió!! ¡¡Rugió!! Rápidamente, volvió
los demás me escucharon mudos. En otro momento se hubieran reído, me hubieran boludeado,
Aceleré con el deseo de dejar atrás, cuanto antes, a la vieja loca. ¿Estaría sola o habría una
reunión satánica de enfermos delirantes en el edificio de la rueda? Quizás solo era una pobre
mujer, un poco trastornada, que se dirigía a rezar por algún familiar trágicamente
Inmediatamente después, pasamos por un pequeño poblado de casas altas y otras más bajas y
precarias. La iluminación era escasa y no me podía dar cuenta si estaba transitando por una
ruta o si habíamos extraviado el rumbo. Avanzamos un kilómetro más y pude ver que el
“Sierra de la Ventana 8km” decía un cartel, y metros más adelante, un monumento que
“Saldungaray”.
–Saldungaray, si no recuerdo mal, este era el pueblo donde chocó el tren. No hace falta
–Sí, ya sé, es acá dónde venimos, pero hospedaje como la gente solo vamos a
–Bueno, encaro para Sierra de la Ventana, es acá nomás– dije y pisé el acelerador.
En el medio de la excitación por todo lo que habíamos pasado se dio un debate inspirado por
reivindicación de la imagen del indio y el gaucho. Justamente porque eran éstas, las dos
“desierto” y el gaucho, utilizado para matar al primero, pero luego sometido y amansado.
montoneras.
–Uds. saben lo simpático que era Sarmiento con los indios, ¿no? –dijo Ezequiel.
Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al
hombre civilizado”.
En la oficina
Era un jueves gris de agosto de 1973. Ya habían transcurrido casi dos meses del exitoso
“operativo Ezeiza”. Había dormido muy poco, estaba obsesionado con un posible ascenso.
Inteligencia. Estaba convencido de que era el camino más efectivo para asegurarse una
posición de poder. Una buena vida. Una casa de lujo en Vicente López, una esposa elegante
y bella, viajes al exterior en primera clase, el mejor whisky, cenas lujosas en costosos
–Hola Teresa– dijo Julio con mirada libidinosa y le ordenó que le preparara un café.
–Buen día, señor Sosa, ya mismo se lo preparo. ¿Mucho trabajo para hoy?
Sin contestar fue directo a su escritorio, activó el dispositivo de detección de llamadas y revisó
medio, que había estado en Ezeiza. Se sabía que no estaba en el brazo armado de Montoneros,
pero tenía diálogo fluido con todos los sectores. El objetivo principal que perseguía Sosa era
detectar e informar sobre los principales jefes de los grupos armados y sobre toda su agenda.
Lo que más preocupaba en la Secretaría era el posible acercamiento entre Montoneros y ERP,
los dos principales grupos armados. El primero, integraba el movimiento peronista y sus
dirigentes sostenían que la lucha armada era legítima en tanto y en cuanto los gobiernos
dentro de sus enemigos tanto a las dictaduras militares como a los gobiernos peronistas.
Más allá de estas aparentemente irreconciliables lecturas políticas, había vínculo entre algunos
instalado, hizo un estridente beep. Miró excitado el tablero y supo que se estaba produciendo
–Hola Marcos, tenemos que hablar –Dijo una voz desde el teléfono de Martín, sin
duda era él. – Ustedes tienen que detener la acción armada contra Salazar –continuó.
Confederación General del Trabajo. Herminio era la persona de más peso dentro del
sindicalismo argentino y un hombre de mucha confianza para Juan Domingo Perón. Sin duda
se trataba de un pase de factura por parte de Montoneros contra el sindicalismo, por las
muertes de Ezeiza (quienes más bajas habían sufrido fueron las masivas columnas de la
–Sos la única persona que lo puede parar a Dante –Dante Galinich era el secretario
mil putas.
–¡Bueno hablá, la puta madre! ¿qué sabes? –gritó por su parte Marcos.
–¡No, esperá! Bueno… lo de Ezeiza fue armado. Vimos gente que tiraba para los dos
lados. Fue un enfrentamiento provocado. El león metió la cola. ¡No pueden matar a
Marcos cortó el teléfono y Julio Sosa, estalló de furia. Empezó a golpear el escritorio y a gritar
El hotel no estaba mal, Sierra de la Ventana tenía cierto desarrollo turístico. No obstante, mi
sueño fue muy liviano esa noche y me costó horrores pegar un ojo. Creo que ninguno pudo
descansar.
A las 7 hs del jueves estábamos todos de buen humor, tomando el desayuno. Mientras
Federico se chorreaba comiendo una medialuna mojada en el café con leche, el Breve me
interpeló.
–Bueno ahora no seas vago, si no aprovechas lo de ayer para escribir la novela que
Yo sonreí pero por dentro me dije, “si salimos bien de todo esto”. No me gustaba nada todo
lo que estaba pasando. Sentía que había algo demasiado grande atrás de los hechos y a la vez
A las 8:30 hs ya habíamos regresado a Saldungaray. Hacía frío, pero al menos era bien seco.
Pudimos recorrer el pueblo de día, era el típico pueblo del interior de la Provincia de Buenos
Aires. Casas de estilo colonial y otras más precarias y humildes. Pasamos por la plaza central
y nos sorprendió lo pintoresco de los edificios municipales. Nos detuvimos ante la iglesia y
–Disculpe señor ¿Sabe que ayer llegamos por la noche y nos encontramos con un
edificio muy alto en forma de rueda y con la cruz de cristo en el frente. Nos llamó la
municipales por toda la provincia, me tendría que haber avivado que era él.
–Se ve que el buen hombre facturó bien en sus años mozos –aportó Casco, a modo de
burla.
–Veo que están muy bien informados. Les comento que Francisco era mi padre.
–Disculpe, no quisimos faltarle el respeto –me apresuré a decir para pasar el mal trago
y agregué:
–Le hago una consulta más, ¿sabe dónde fue el accidente de tren de antes de ayer?
Negué con la cabeza, pero no di más detalles. En ese momento, la señora que acompañaba al
viejo se acercó más y nos indicó con detalle cómo llegar al sitio, que estaba a unos 600 metros.
El sitio del impacto
El lugar estaba todo acordonado con cintas de “peligro”, pero ya no había nadie. Estacionamos
tenue. Al costado de la vía del tren había dos camiones destrozados y dos contenedores
también retorcidos como si fueran unos trapos viejos, pero el tren no estaba. Además, había
fragmentos de vidrio y plástico por todas partes. También vimos algunas manchas de sangre
y de aceite. Caminamos entre los restos de los camiones y sin querer mi viejo pateó un
pequeño trozo de metal que brillaba intensamente. Lo levanté y tenía grabado tres letras. La
primera estaba cortada, por arriba, podía ser una “B”, una “C”, o una “O”, no me quedaba
claro. Pero las otras dos no había duda. Eran una “A” y una “B”. No di demasiada importancia,
porque había otras partes o fragmentos también con nombres de marcas y otros grabados. Sin
–Acá no hay nada Javier, ¿qué esperabas encontrar? –me reprochó Federico
–No sé, la verdad no tenía nada pensado. Pero estoy convencido de que nos vamos a
ir con algo.
Inmediatamente después, vi otro trozo de metal que brillaba de manera similar y que era sin
duda la parte de arriba, del otro trozo. Cuando las junté, encajaban perfectamente. El grabado
decía “CAB”.
–¡¡Tenía que ser bostero el camionero!! – gritó a modo de broma Federico Rocamora,
Estaba convencido que la sigla era esa. Había hecho mi tesis de maestría en el proceso de
en América Latina y en ese tiempo había trabajado intensamente con fuentes escritas y
Dimos unas vueltas un rato más pero no encontramos nada. Hablamos con algunas personas
del pueblo y todos mencionaron la celeridad con la cual llegaron autoridades de Buenos Aires,
repararon la locomotora y se marchó el tren. Preguntamos hacia donde había seguido curso.
Al sur oeste.
No habíamos avanzado mucho. Más circunstancias extrañas. Mucho interés por parte de las
autoridades en tapar algo y la chapita que decía CAB. ¿Qué tipo de carga llevaba un tren que
Industrial, tenía que hacerle algunas preguntas. Por otra parte, tenía que averiguar qué
registros oficiales había del tren. ¿Era público o privado? Enviando algunos mensajes a las
–Mirá Roberto, en Argentina hay dos formas de hacer ciencia y tecnología –dijo Diego
Furtado y continuó– La primera, la vas a ver en las universidades, donde están los
señoritos premio Nobel, todos cajetillas de barrio norte. A ellos les encanta agacharse
y servir en las investigaciones que hacen los franceses, los ingleses o los yankis. Así
pueden publicar en revistas de renombre y salir en los diarios. ¿Y qué pasa? Pasa que
en esos países la actividad científica se coordina entre el sector público y las empresas,
para que después los resultados de las investigaciones vayan a parar a productos,
Era una mañana muy fría, cuando Diego salió de su casa para ir a trabajar. Era el primer
sábado de mayo de 1974. Como cada vez que llegaba, saludó al personal de vigilancia. Cada
tanto, se quedaba charlando con el jefe de Seguridad. Roberto era personal de Planta de la
tecnología.
–Pero te decía, hay dos formas de hacer ciencia y tecnología. La otra forma, también
–¿Cuándo Perón lo trajo al nazi ese Richter, para hacer la fisión nuclear?
trabajabas para el gobierno o te mataban. Pero sí, Richter era austríaco y lo trajo un
alemán que era diseñador de aviones, Kurt Tank. Pensá también que en ese momento
los rusos y los yankis se mataban para llevarse a los científicos alemanes. Perón hizo
–Claro, claro, eran muy capos los alemanes. ¿Y Richter llegó a hacer la fisión?
–Sí, ni hablar, era genios los tipos. Richter no vino para hacer fisión, sino fusión que
es lo que hace el sol. Unir dos átomos de hidrógeno para formar helio. Algo que
produce una energía brutal. Pero bueno, la verdad es que nunca lo logró. El tema es
que todo eso permitió que hoy tengamos muchos cuadros científicos experimentales
y teóricos y que esa capacidad nos permita además de hacer los reactores, ayudar a la
–Es increíble. Pero volviendo a esa época, ¿entonces es verdad que los yankis y los
–Exacto, es que después de la guerra, los alemanes todavía tenían muchos desarrollos
importantes y todos los querían. Mal que mal, algo conseguimos. ¡Gracias a Kurt
–Bueno, pero el pulqui al final no sirvió de mucho. Nunca se fabricó en serie, ¿o sí?
–Son prototipos, los desarrollos llevan tiempo y hay que continuarlos.
Lamentablemente, ese fue un tren que dejamos ir después del golpe de 1955. Pero
bueno, volviendo, esas son las dos formas de hacer ciencia. Algo parecido a la CNEA
–Menos mal que estamos del lado de los que hacen bien las cosas –dijo Roberto con
una sonrisa.
–¡Por supuesto, y los buenos siempre triunfan! –dijo Diego riendo– Bueno Raúl, me
voy para el laboratorio. Que termines bien tu turno y no te olvides que hoy se viene
tormenta.
era un destacado físico nuclear e investigador del Centro Atómico Constituyentes desde hacía
13 años. Si bien se dedicaba a rayos y radiaciones, hacía un tiempo que trabajaba en una línea
de investigación en paralelo a su trabajo principal. Tenía en mente un esbozo para una teoría
Mientras caminaba por los largos pasillos del edificio 4, Diego se quedó pensando en lo que
había hablado con Roberto y en cómo su teoría podría modificar la situación periférica de
Argentina y América del Sur.1 Quizás se entusiasmaba demasiado, pero siempre le había
1
NOTA: para el lector interesado en los detalles de la teoría ver anexo 1 al final del libro.
gustado pensar en grande. ¿Argentina sería capaz de sacar provecho del conocimiento
En pocas palabras, si la teoría era correcta, dejaba de existir la fuerza de gravedad. Las
partículas no se jalaban entre sí como decía la teoría newtoniana, ni tampoco la masa curvaba
el espacio como decía Einstein; sino que las partículas transformaban el espacio, porque eran
otras partículas.
Las consecuencias de esta teoría, en caso de ser correcta, sin duda revolucionaban y sacudían
las bases de la ciencia, incluso con todos los aportes realizados por Einstein. Por otra parte,
Con su teoría como guía, Furtado había estado por meses intentando idear alguna experiencia
Martín y Diego eran amigos desde el colegio secundario y habían compartido muchos e
Estudiantes Secundarios).
–¡Qué hacés compañero Furtado! –dijo Martín y se saludaron con un fuerte y sostenido
–Tincho, me preocupa lo de la plaza, esto de forzar cada vez más la tensión con Perón
no va a traer nada bueno. Tincho, Argentina no es un país para la revolución. Nos van
a matar a todos.
–Te entiendo Diego, vos sabés que yo sólo estuve a favor de armar quilombo para
traer al viejo a la Argentina y que volviera la democracia, pero adentro del movimiento
peronista no está nada fácil. El ala militarista es minoritaria, pero hace mucho ruido –
–Sí sí, lo sé. Pero bueno, asi lo veo yo desde afuera. Lamento ya no estar tan conectado
con la participación política. Sabes que ambos queremos lo mejor para las mayorías,
pero ya no comparto este rumbo. Tanta pelea, tanta agresión. A muchos solo les
importa el poder por el poder en sí mismo, y siento que eso no es lo que yo quiero
–Está bien Diego, yo te conozco y te respeto así. Te vengo a ver porque estoy ahora
creer que no se va a ir todo a la mierda, y que aún hay chances de pensar en políticas
tenemos que encontrar una manera correcta para acelerar el crecimiento económico
del país.
–Yo más bien pensaría en cómo vamos a mitigar la crisis colosal que se viene –
crecimiento, pero eso no se va a poder sostener más. Los aumentos de salarios reales
–Dale Diego, estás repitiendo lo mismo que los liberales ¿ya te pasaste al enemigo?
–No, lamento que duela, pero es la verdad. Tuvimos medidas que son hermosas desde
el lado de los trabajadores y que dejan bien parado al que las impulsa, pero a la larga
una buena parte de esos aumentos salariales y de ese consumo que creció, se
productos agropecuarios nos ayudaron el primer año, pero todo indica que se vienen
para abajo. Europa se está cerrando, para proteger su producción. ¡El petróleo está
subiendo aceleradamente y el déficit fiscal va a rondar el 14% del PBI, una locura! La
cosa termina mal, y el ala marxista más belicosa del peronismo se relame. Vos sabés
que retomar esos cursos que habías empezado. Hablás con una pasión...
–Ya habrá tiempo para eso, ahora estoy centrado en la física elemental de partículas,
–Dale Diego, siempre tan humilde vos, con chiquitajes, jaja. Bajá un poco a tierra,
dejate de joder y venite al barrio. Los domingos seguimos haciendo la olla popular, no
te olvides.
–Cierto, prometo ir pronto. En cuanto me libere un poco. Tengo que hacer tantas
cosas...
Visita al INTI
localidad de San Martín. Como ingeniero electrónico, recibido con una tesis en
direccional para radares y satélites. El trabajo lo había solicitado la empresa estatal INVAP
S.E.
Mi experiencia había sido interesante, pude conocer cómo trabajaba la ciencia estatal en un
ámbito que debía estar fuertemente integrado a las empresas. Sin embargo, más que algunas
excepciones, como la del contrato con INVAP, el INTI subsistía de presupuesto público y de
Pasé la barrera de entrada tras acreditarme y busqué estacionar cerca del centro de electrónica
e informática.
Para ser más justo, el INTI era una encrucijada donde coexistían y pujaban dos paradigmas
terminaba de nacer.
Cuando subí al primer piso vi a mi ex jefa sonriente en su despacho. Liliana Prince medía un
metro cincuenta y era muy delgada. Usaba su cabello negro azabache bien cortito. Era
encantadora y estaba profundamente comprometida con su trabajo. Desde que dirigía el centro
de electrónica había redoblado sus esfuerzos para integrar las áreas bajo su supervisión con el
tejido industrial.
–¡Lili querida, tanto tiempo! Vos siempre tan elegante. ¿Cómo va la lucha?
–Javi, gracias. Acá andamos, tirando pa’ no aflojar. Hoy firmamos un convenio con la
Unión Industrial Argentina, vamos a armar una planta tremenda de nano–sensores con
–¡Espectacular, Lili, sos una topadora! Realmente me alegro. Escuchame, vine en esta
visita inesperada porque te tengo que pedir un favor. Necesito que alguien del área de
física me haga un análisis de una muestra de aluminio. Tengo una sospecha y quiero
–Quisiera saber si la muestra que traje estuvo expuesta a dosis de radiación y de qué
tipo. Una dosis muy mínima seguramente. Es una pequeña placa de aluminio.
–Mmm, dejame pensar. Ya sé, te puedo mandar al Centro de Metrología Física, ahí
cuentan con el instrumental indicado. Dejame ver si está Mangiatore, para que lo
Rápidamente, levantó el teléfono e hizo que las cosas sucedieran. A los 15 minutos estaba con
–Es una historia larga, solo quería comprobar una cosa, muchísimas gracias.
Un tren privado en asuntos públicos
de metal que habíamos encontrado en el sitio del accidente pertenecía sin dudas al Centro
Atómico Bariloche (C.A.B.). La presencia de radiaciones de Uranio y Torio nos decían que
había estado, seguramente, en las cercanías del único reactor de investigación que se hallaba
en el C.A.B., el Reactor Argentino–6 (RA–6). Ahora había que conectar los cabos.
pequeño aeroplano, por la trayectoria que había hecho. También era desconcertante su
carácter traslúcido. Probablemente, tampoco tuviera tripulantes. Los cambios bruscos que
había hecho en el aire hubieran sido mortales para un piloto humano. Muchas veces había
escuchado relatos fantásticos de aviones u objetos voladores diseñados por las potencias, con
tecnologías avanzadas, pero siempre me pareció un delirio de jóvenes mentes creativas. Por
otra parte, tenía que haber una relación entre ese objeto volador y la energía nuclear. Por algo
estaba ese fragmento de metal irradiado que decía C.A.B. ¿Las autoridades de la Comisión
Nacional de Energía Atómica sabrían algo? Además, si había una relación entre el OVNI y lo
que iba en el tren, ¿por qué el OVNI abordó al tren en medio de una zona poco poblada, a
cielo abierto? ¿El tren transportaría algo y el OVNI había ido por ellos?
Me faltaba averiguar qué se sabía de ese bendito y misterioso tren. Para eso, contacté a un
Nación. Tras unos días me llamó por teléfono y sin mucho preámbulo me explicó que el tren
que había sufrido el accidente pertenecía a una empresa de logística. Se llamaba TRANSAR
S.A. y su principal negocio era transporte de productos agropecuarios. Entre las cargas más
frecuentes estaban los granos en la región pampeana y las manzanas y las peras del Alto Valle
de Río Negro.
Sin duda, no había razón para que una empresa de ese tipo transportara material del C.A.B.
Evidentemente, era algún tipo de operación secreta o clandestina, con complicidad del sector
Se enfriaba el café cuando Diego Furtado le daba vueltas a su teoría. Si no había fuerza de
gravedad, ¿podría ser que no existieran las fuerzas en absoluto, que el magnetismo y las
fuerzas nucleares fueran parte del mismo fenómeno? “Una partícula transforma el espacio que
transita otra y curva su trayectoria…”, le encantaba esa idea. Pero tenía que probarla, y aún
no se le ocurría cómo.
Le gustaba sin azúcar, pero siempre acompañado de algo dulce. Su pareja le había dejado la
torta que lo volvía loco: bizcochuelo de chocolate con crema, frutillas y dulce de leche.
Mientras tomaba un sorbo de café para equilibrar el sabor dulce de la torta sintió esa sensación
tan particular que ocurre cuando la mente se ilumina –siempre se había preguntado si no habría
“La Tierra al ser un enorme espacio concentrado, curva la trayectoria de todos los objetos que
de concentración del espacio que genera la Tierra, lograría minimizar el efecto de la Tierra
sobre los objetos y eso tendría una clara consecuencia palpable. ¡Los objetos se despegarían
Ya tenía una primera idea. Si su razonamiento estaba en la dirección correcta debía lograr que
el peso de un objeto disminuyera. Pero ¿cómo iba a anular o disminuir el efecto de la Tierra
sobre los objetos? Le faltaba responder a esta pregunta, probablemente la más difícil. Y
mientras revolvía la cuchara del café se le ocurrió pensar que el espacio era quizás una especie
de líquido o fluido y que la materia era en realidad una zona del espacio donde se había
amontonado más de ese líquido. Y ¿si el movimiento de una partícula era similar a la cuchara
moviendo el café o como mover las manos debajo del agua? Quizás el movimiento de las
¿Se sacudiría el mismo vacío, el aire y la materia a su alrededor? Estaba claro que, si uno
sacudía la mano sin tocar a otro objeto, no lo afectaba, pero quizás a nivel subatómico la cosa
funcionaba distinto.
Por otra parte, tal vez la Tierra con su enorme masa, viajando alrededor del Sol, generaba un
tremendo sacudimiento del “café universal” y nosotros, que estábamos cerca de la Tierra,
éramos víctimas de un brutal torbellino que nos lanzaba hacia el centro del planeta. En ese
caso ¿cómo se podía “sacudir el líquido”? En ese momento volvió a iluminarse, tenía que
construir un “cuchara” que sacudiera ese “café universal” pero a pequeña escala, a nivel
subatómico. Entonces pensó que la mejor manera sería poner en movimiento de manera
Una vez que tuvo en claro cómo desarrollaría el experimento cayó en cuenta de que necesitaría
un generador de ondas electromagnéticas de frecuencia variable. Su plan era hacer oscilar los
electrones de una semiesfera de metal y ver si podía disminuir su peso. Eso implicaba un
nuevo desafío. Un generador de ese tipo conllevaba una erogación de presupuesto que
Desde el retorno del peronismo a la presidencia (el 25 de mayo de 1973 había asumido Héctor
Cámpora y el 12 de octubre Juan Perón) las cosas habían cambiado en la Comisión Nacional
Perón, a la presidencia de la institución. Diego sabía que, a través de sus relaciones políticas,
su amigo Martín Noriega tendría buena llegada a Iraolagoitía. Tanto fue así, que solo unos
meses después Diego Furtado contaría con su generador. Sin embargo, el 1 de julio de ese año
Diego Furtado disfrutaba intensamente los sábados en el laboratorio del Centro Atómico
Urquiza, donde vivía, y de Villa Pueyrredón que era camino obligado. Además, solía hacer
una pasada por la disquería de un viejo amigo suyo, Gustavo Car. Gustavo siempre le
preparaba algún álbum de rock progresivo para que Diego degustara mientras armaba sus
ensayos.
Era julio de 1975 y Juan Domingo Perón llevaba muerto exactamente un año. Diego movía
su pie derecho al ritmo de “Round about” (del disco “Fragile” de Yes), mientras tomaba su
café y leía el diario. Le gustaba ese ritual antes de preparar todo el instrumental.
Durante ese año, las redacciones y las publicaciones de los principales diarios replicaban los
rumores sobre un posible golpe de Estado, con el consiguiente desmedro para la estabilidad
"inmoralidad" y "descontrol" resonaban como un mantra para crear una sensación de caos
A medida que avanzaba el año, la campaña de desprestigio contra el gobierno adquirió mayor
crudeza. En los principales diarios parecía existir una orientación editorial deliberada para
socavar la legitimidad del gobierno peronista de Isabel Martínez (viuda de Perón), sugiriendo
o avalando el golpe de Estado como única salida posible a la "crisis" que se vivía.
Diego leía la realidad social como una especie de documental histórico, estaba al tanto de los
económicamente aceptable y sin sobresaltos. Hacía un año que había entrado en operación la
primera central nuclear de potencia Atucha I y los proyectos en marcha no habían sufrido
–Hola Diego, me gustaría decirte que bien, pero la verdad es que todo está muy difícil.
Por donde pregunto me entero que están echando trabajadores a mansalva y hay
hambre, Diego. Las medidas de (Celestino) Rodrigo están mandando todo a la mierda.
Si a la crisis política le faltaba algo, era una crisis económica. Tenías razón en eso de
–Sí, era lo que me temía Tincho. Pero el ajuste fue muy brutal, el dólar pasó de valer
10 pesos a 26, una locura. ¡160% de devaluación en un saque! Y a eso sumale que
aumentaron las tarifas un 100%. Es casi inminente que los precios estallen por los
aires.
–Sí, y ahora hay muchos compañeros que están decididos a radicalizar el proceso.
Quieren pudrirla de una vez por todas. Después de lo de Ezeiza las aguas quedaron
muy agitadas. Logramos apaciguar los ánimos, pero solo por un tiempo. A su vez la
palabra golpe suena en todos lados. Ya no sé de dónde van a salir las balas, pero siento
que lo que pasó en Ezeiza se va a reproducir en todo el país, y a gran escala. En fin...
¿Vos cómo estás, te sirvió el aparato ese que te pude conseguir? Nunca me contaste
laboratorio. Como te dije, el generador que compramos es para probar mi teoría sobre
la composición de la materia.
Y a continuación le dio detalles del banco de pruebas que se había propuesto armar. Justo
–Diego perdoname, pero ahora tengo que cortarte, otro día hablamos, ¿dale?
Una entrevista
Las semanas pasaron y yo no podía dejar de pensar en el OVNI, el tren de cargas y todo lo
que había pasado. Quería avanzar en la investigación, pero me sentía totalmente trabado.
Había hecho algunas averiguaciones. Me había juntado con algunos docentes que conocía de
una Maestría en Gestión de la Ciencia y la Tecnología que había cursado unos años antes,
pero nada.
Opté por recurrir a algunos contactos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)
que me habían quedado cuando había escrito mi tesis de Maestría. La tesis se había tratado
investigación que implicaba la realización de la tesis había hecho varias entrevistas a personal
retirado de la CNEA. Tras algunos intentos fallidos y algunas negativas, logré reunirme con
el más carismático de todos ellos. Domingo Parduchi. Domingo era muy amable y risueño,
sobre todo teniendo en cuenta sus 82 años. Lúcido y sagaz, Domingo aún participaba de
congresos con ponencias y artículos y era toda una referencia en temas de política nuclear.
corrido que daba a una plaza. Era una mañana soleada. Se escuchaban niños jugando y los
pajaritos cantar.
amablemente.
Me era difícil encarar la entrevista. Tenía que bordear sutilmente el tema, ya que si iba derecho
al grano corría el riesgo de que Domingo se cerrara y me quedara sin ninguna información.
Sabía de su simpatía por el presidente Quiroga y decidí buscar sintonía por ese lado.
terminar cajoneando...
–Van a resistir todo lo que puedan. Sabemos que un gran sector del Poder Judicial va
a jugar para ellos. Les tienen pánico. Es el poder económico y su influencia en los
–Claro, siempre ha sido clave la movilización, que triste lo que nos pasa. Por suerte al
reactivar el plan nuclear que estaba sepultado desde finales del gobierno de Alfonsín.
Atucha II era la primera central que iba a tener la ingeniería de diseño realizada íntegramente
por la propia CNEA, a diferencia de las dos centrales anteriores, Atucha I y Embalse, cuyo
diseño de ingeniería era alemán y canadiense, respectivamente. Sin embargo, por problemas
presupuestarios Atucha II se demoró en los años 80’s y se canceló en los 90’s durante el
gobierno de Carlos Menem. La noticia de que se iba a retomar, significaba muchísimo para
de que el proyecto pudiera algún día culminarse. Esta noticia era, sin dudas, un fuerte viento
–¿Se sabe algo sobre quienes van a realizar el proyecto? Digo, dentro de la CNEA,
residuos, así que hasta que la central no esté más avanzada no tiene mucho que hacer.
en operación.
–¿Y el C.A.B.?
–Bueno el C.A.B. está muy lejos, pero por lo que sé hasta ahora, le han dado la
las barras combustibles, los generadores de vapor y el diseño del recipiente de presión
del reactor (donde van ubicadas las barras de uranio). Igualmente, en el obrador va a
–Sí, por supuesto. Ningún país nuclear es totalmente autónomo. Siempre se compran
¿no?
–Bueno a Bariloche igual no van los objetos más pesados. El recipiente de presión va
componentes van por camión o tren. Hay algunos trenes de carga que llegan por las
inmediaciones.
¡Impecable! Sin tener que hacer ninguna pregunta directa se me había aclarado bastante el
marco de la construcción de Atucha II. ¿Los que habían enviado al OVNI estaban interesados
en alguno de esos elementos? O quizás con la excusa de transportar material nuclear, que
implicaba toda una serie de medidas de seguridad, podría haberse comprado otro tipo de
Me seducía la idea loca de ir a investigar uno de esos trenes, pero tampoco sabía si lo que se
había transportado aquella vez se transportaba de manera frecuente. Quizás corría el riesgo de
En marzo de 1976, el clima político y social en Argentina era sumamente delicado. El Ejército
Revolucionario del Pueblo, grupo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores
los refuerzos que había enviado Montoneros. Además, había fracasado su intento de
copamiento al Batallón de Monte Chingolo, el 23 de diciembre del año anterior. Dentro de las
Asimismo, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay firmaron un documento que daba
inicio a la "cooperación para la lucha anti–subversiva". Las Fuerzas Armadas, con el apoyo
explícito de EE.UU. y de las élites locales, solo esperaban el momento indicado para dar un
golpe de Estado.
En ese contexto Diego Furtado trabajaba sin parar. Ya estaba casi a punto de hacer el primer
ensayo experimental de su teoría. Toda la semana había trabajado en la puesta a punto del
equipamiento. Tenía lista la semiesfera de hierro. Era una sola pieza hueca y sin base.
Asimismo, sobre la cúpula semiesférica había soldada una pequeña plancha rectangular,
también de hierro, sobre la que podía apoyar distintos pesos. Las planchas de hierro con las
que había mandado a fabricar la semiesfera tenían casi un centímetro de espesor, dando como
se apoyaba en una tabla rectangular que tenía en su centro el emisor de ondas sinusoidales y
El emisor era una pequeña antena alimentada por el generador de ondas que había podido
comprar con el apoyo de su amigo Martín. Desde el generador podía regular la intensidad de
la onda y su frecuencia. No tenía la menor idea de cómo funcionaría. Podía ser que el efecto
que buscaba solo se percibiera a alguna frecuencia en particular y con alguna intensidad en
particular. Lo que sabía era que si estaba en el camino correcto la lectura de la balanza tendría
que empezar a bajar de los 8 kilos. Tenía que ir realizando pruebas de manera sistemática para
Eran las 12.30hs y estaba solo. Apagó la música cuando acababa de terminar “Come
together”. Era adicto a los Beatles. Se dispuso a encender el generador y le corrió un sudor
frío por la frente. Llevaba una semana durmiendo horrible, fantaseando con este momento y
El dispositivo hizo un pitido muy agudo y luego se silenció. El display del equipo indicaba 1
mili Volt de tensión y 1 Hertz de frecuencia. La balanza estaba inmutable indicando los 8 Kg.
Luego fue subiendo lentamente la frecuencia hasta llegar al máximo de 1 Giga Hertz. Durante
todo ese barrido que duró 45 minutos no hubo ni la más mínima perturbación en la lectura de
Luego subió la tensión a 10 mili Volts y repitió el procedimiento pasando por todas las
frecuencias y nada. Empezaba a sentirse decepcionado. Toda esa semana se había imaginado
un éxito rotundo. Incluso había soñado que cuando activaba el generador la semiesfera se
Ese día se fue a las 23hs del laboratorio. Había hecho muchísimas pruebas, variando
frecuencias y tensiones pero todo fue inútil. Se sentía triste. Tenía muchísima ilusión
depositada en ese proyecto. Creía que realmente podía transformar el mundo. Igual no todo
estaba perdido. Aún podía jugar con la posición de la antena, quizás la había colocado muy
Tenía muchos ensayos retrasados. Su jefe le había solicitado irradiar una serie de aleaciones
que se iban a utilizar en el intercambiador de calor de las nuevas centrales que iba construir
No obstante, no le importaron las quejas de su superior. Lunes, martes y miércoles los dedicó
amplitud. El resultado fue siempre el mismo. ¡8 kilos! Siempre los malditos 8 kilos. Algo
¿Y si era una simple ocurrencia de un cerebro creativo y delirante? Se había sentido especial
todo ese tiempo, distinto a los demás. Una especie de elegido, no a la manera de Cristo o
Buda, más bien, así como un mesías de la modernidad. Un nuevo Newton o Einstein. Pero
ahora caía en cuenta de que todo había sido una estupidez. No era otra cosa que un boludo
más. Un charlatán, cuya existencia iba a pasar sin pena ni gloria, en un país donde los héroes
de verdad estaban dando la vida por haber intentado mejorar la situación de los trabajadores
comedor...
Se sentía muy amargado y triste. No tenía ánimo para trabajar y decidió solicitar una semana
de vacaciones. Esa semana se la pasó derrumbado en su cama. Se castigaba con lo más oscuro
de Pink Floyd y prácticamente no comió por 3 días. No dejó que su pareja Lucrecia lo viera
provincia de Buenos Aires y su madre viajó para verlo y mimarlo. Sabía cómo hacerlo.
laboratorio vio la semiesfera y el generador tal y como los había dejado. Le dolía tanto el
fracaso que no quiso guardar ni desconectar nada. Otro día estaría de mejor ánimo.
Se dispuso a realizar las irradiaciones que tenía pendientes. Su jefe se lo había reclamado con
urgencia luego de una larga charla, donde se mostró bastante insatisfecho con el rendimiento
de Diego.
–No sé qué te pasa Diego, pero no podés tomarte el trabajo como un juego adolescente.
El sector nuclear requiere un profundo compromiso con la tarea y rigurosidad con los
tiempo. Pero esto es lo que me gusta hacer y entiendo la responsabilidad que implica.
Te pido por favor que hagamos borrón y cuenta nueva. No te voy a fallar.
–Bueno, espero no arrepentirme, no quiero tomar medidas severas. Empezá con eso y
tené cuidado con la jaula de aislación que tiene una ligera fisura a la izquierda. En
cuanto inicies la irradiación salí del laboratorio hasta que termine la exposición. ¡Lo
La jaula de aislación que tenía al irradiador en su interior estaba en la misma mesa de pruebas
donde estaba la semiesfera, pero tenía lugar de sobra para trabajar. Colocó la primera aleación
electromagnéticas. Necesitaba probar una vez más. A continuación, oyó el pitido agudo del
Todo el ambiente se volvió translúcido. Lo que vio fue fascinante. Era como estar bajo una
piscina de agua cristalina. Todo duró solo unos segundos, pero sintió el tiempo detenerse. Un
instante después, se produjo un brutal estruendo y una inesperada fuerza lo empujó hacia atrás.
Capital Federal. Nunca le gustó madrugar. Era un verdadero animal nocturno. Con mucho
desgano salió de la cama y fue a la cocina. Encendió la radio y, aunque hacía bastante calor,
puso el agua para unos mates. Sacó pan de la heladera y lo puso a tostar. Era partidario de las
tostadas con dulce de leche, pero si no había, iban con manteca y azúcar. Estaba untando el
–Hola Tincho– respondió Claudia López, con su voz más seductora. –Pensé que
volvías a la cama…
Ella sonrió y le dijo –sos un gordito incorregible– y ambos rieron. Él le dio un mate y ella fue
a subir el volumen de la radio. Los dos pasaban casi todo su tiempo libre acompañados de la
Informe de último momento: Hace minutos se habría producido una explosión de gran
Buen día, ante todo queremos dar tranquilidad a la población. Todo indica que no es
una explosión de tipo nuclear. No detectamos niveles de radiación por fuera de los
aparecer si hubiera explotado el recipiente de presión del reactor. Pero, como les
El área de la explosión era un caos. El Centro Atómico Constituyentes era un predio verde de
15 hectáreas y contaba con 12 edificios separados por callecitas internas. Cinco de esos
edificios habían sido afectados por la explosión y dos de ellos aún estaban en llamas. En ese
momento los bomberos trabajaban en los edificios incendiados, mientras que varias cuadrillas
de hombres intentaban rescatar a todas las víctimas que pudieran estar atrapadas con vida en
los otros edificios. Ya habían encontrado 14 víctimas fatales y los heridos eran 17. Los
Cuando Diego abrió los ojos todo estaba obscuro. Podía percibir que distintos escombros lo
aplastaban desde los pies hasta el pecho y le dolía todo el cuerpo. El oído derecho le zumbaba,
aunque algo podía oír. Escuchaba golpes y voces, pero lejanas. ¡Le faltaba el aire! Se
Lucrecia Frígoli era la pareja de Diego Furtado hacía 2 años. Tenía 27 años, estudiaba
periodismo y era marplatense. Al igual que Diego le interesaba la política, pero de manera
lateral. No tenía una sola gran pasión, sino más bien era inquieta y sus gustos variados. Le
Por otra parte, era aficionada a la astrología y amaba cocinar. Las tortas y lo dulce siempre
fueron su debilidad. Las sabía hacer muy bien. Desde hacía ya varios años se costeaba sus
casa, de Villa Crespo, preparando unos pedidos para un cliente del barrio.
En cuanto oyó la radio dejó todo y fue hacía el Centro Atómico. Tuvo que tomar un micro de
50 minutos hasta el predio. Una vez allí, se encontró con el operativo. Muchísimos familiares
agolpados en la entrada pedían información de sus seres queridos. Las autoridades estaban
Fueron horas de mucha desesperación. Sin embargo, cuando Martín Noriega llegó, Lucrecia
sintió un aire de esperanza. Martín tenía muchos vínculos políticos, y se movía en el Estado
como pez en el agua. Tras unos 15 minutos, Martín le dijo que él iba a poder pasar y que en
cuanto tuviera novedades de Diego le avisaría. Lucrecia esperó unos 30 minutos y Martín
reapareció.
voy a quedar colaborando con los grupos de trabajo. Están sacando escombros y
avanzan lo más rápido que pueden. No sé cómo decirte esto, pero la situación es muy
difícil…
–Te juro Lucre, que voy a dejar mi vida ahí si hace falta, pero a Diego lo vamos a
encontrar.
Aire para respirar
La espera se hacía interminable, el dolor era insoportable, se sofocaba y sentía que se moría
de sed. Había perdido la noción del tiempo, pero horas después de haber recuperado el
conocimiento empezó a sentir ruidos y golpes cada vez más cerca. Finalmente, entró luz en el
pequeño compartimento en el que había resistido a la muerte. Pudo sentir algo de aire fresco
y empezó a llorar desconsoladamente. Un hombre joven le dijo que se quedara tranquilo, que
ya todo se había terminado. En cuanto lo sacaron de ahí vio a Martín Noriega. Martín, que
había estado trabajando codo a codo con el grupo de rescate, se le acercó y lo abrazó
fuertemente.
–Diego, que cagazo me hiciste pegar. Estás bien, ahora vamos al hospital.
–Sí, quedate tranquilo, Lucre está esperando afuera y en cuanto pueda hablo con tus
viejos.
Martín se separó un poco y caminó a la par de los enfermeros con rumbo a la ambulancia.
Mientras avanzaban, un grupo de cuatro soldados que aparentaban ser de la Armada, se movía
con ellos. Cuando llegaron a la ambulancia, los soldados rodearon la camilla y se abrieron las
puertas de la ambulancia. Martín se hizo hacia un costado para que entre la camilla y cuando
quiso entrar a la ambulancia se golpeó con el firme pecho de uno de los militares.
–Esta ambulancia queda bajo custodia militar, no se permite el ingreso de civiles –dijo
Cerraron la puerta y el acompañante del conductor miró a Julio, era Carlos Andrade.
–Arranque oficial, vamos a la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada)– dijo
dolorido y preocupado.
–Callate pibe, vos sabés bien que estabas muy cerquita de la subversión– contestó
Julio Sosa.
Inmediatamente después de oír esas palabras, Sosa le pegó un golpe de puño en el hombro,
La respuesta de Sosa fue tomar su arma y pegarle un culatazo en la cara. El dolor de Diego
fue espantoso.
–Cuidá la boquita, zurdo de mierda. Y preparate, porque lo tuyo viene para largo.
Diego estaba furioso. No entendía cómo podían tratarlo así. Cerró los ojos y trató de descansar
Mecánica de la Armada. La ESMA había funcionado hasta hacía poco tiempo como un centro
La ambulancia entró marcha atrás a un galpón y desde allí lo trasladaron hasta una pequeña
habitación. Diego imaginaba que iban a pedirle información sobre la juventud peronista o
montoneros, pero él estaba alejado de ese mundo. El contacto más estrecho que tenía era con
Martín Noriega, pero Martín no le daba muchos detalles de sus actividades. Además, sabía
Una vez que lo colocaron en una cama, se acercó un hombre con vestimenta de médico junto
a una mujer que parecía enfermera. La mujer sacó una jeringa y le dijo que era para el dolor.
Había pasado un día desde la explosión. Carlos Andrade había llegado temprano a su cita en
Avenida Callao al 900, Capital Federal. Entró al local y miró algunos discos de jazz, no sabía
mucho del género, pero le pareció reconocer la trompeta de Miles Davis. Era un club nocturno
de jazz, que funcionaba como café de día. Tomó asiento y pidió un cortado americano. El
“Aún investigan las causas de la tragedia del Centro Atómico”, “Inestabilidad política
contra la subversión”.
Cuando volvió a mirar hacia la calle, vio un hombre canoso entrar al club de jazz. Llevaba
gafas oscuras y fumaba. Su paso tenía ostentosamente un tinte militar. Se acercó a su mesa y
se sentó junto a él. Pitó su cigarrillo de clavo de olor y con un expresión de gran indiferencia
–Está bien. Lo tuvimos que operar, pero se recupera bien. Aún no lo interrogamos,
–Bien. Por ahora trátenlo bien. Que piense que se va a casa. En este caso no nos
Abrió los ojos y todo el dolor ya se había ido. Sentía que flotaba. La sensación era muy
agradable. Lo último que recordaba era una enfermera que le aplicaba una inyección. Se sentía
un poco perdido, pero le daba la sensación de que estaba amaneciendo. Por suerte no hacía
–Buen día, Diego. ¿Cómo está? Por lo que me han informado, mañana le dan el alta.
Trató de levantarse, pero sintió un dolor muy fuerte desde el abdomen hasta la pierna derecha.
Entre tanto, la enfermera se retiró y cerró la puerta. Lentamente y con dolor Diego se
Volvió a recostarse y trató de relajarse. Tenía mucho miedo. No entendía qué pasaba. Estaba
en manos de las fuerzas armadas, pero no sabía por qué. De pronto recordó lo que había
Se dijo a sí mismo y sintió un gran escalofrío. Debe ser por eso que me tienen acá. Saben algo.
El día se hizo largo, aunque algo pudo dormir. Se sentía cansado. La enfermera, esta vez
acompañada de un soldado corpulento y armado, le trajo algo de comida blanda, pero casi no
Al día siguiente, se sentía mejor. La enfermera le dijo que en un rato vendrían a buscarlo y se
relajó.
Una hora más tarde se abrió la puerta y entró un hombre de bigote y mirada atemorizante.
–No me gusta que me hagan perder el tiempo. Si me hacés las cosas simples me voy
a portar bien con vos. Si me la hacés difíciles te vas a arrepentir toda tu vida.
Luego abrió el maletín y sacó algo. Diego no vio bien qué, pero no tardó en sentir un brutal
golpe en el tobillo. Mientras gritaba de dolor vio el martillo que el hombre tenía en la mano.
Una búsqueda
Lucrecia estaba desesperada. Hacía cinco días que había ocurrido la explosión y no podían
encontrar a Diego, la CNEA decía no tener información sobre su paradero. Martín Noriega
había movido todos sus contactos, pero no hubo respuesta. Para colmo, el clima era más tenso
Se levantó de la cama y encendió la radio. Con mucha confusión puso atención en las
Agosti.
Lucrecia sintió un terror visceral. ¿Qué podía hacer por Diego? Martín ya le había dicho que
la situación era muy delicada, y que tenía que esperar. Que él le iba avisar en cuanto lo
–¿Qué quiere?
A continuación, le señaló una puerta al costado del mostrador y ambos entraron y se sentaron.
El oficial la miraba de arriba a abajo mientras parecía esperar o hacer tiempo. Lucrecia se
paredes, el piso y los techos. Luego, el policía abrió el cajón de su escritorio y sacó hojas que
Lucrecia fue respondiendo a las preguntas del oficial, mientras éste tomaba nota de
–¡¿Usted que se piensa?! ¿Que yo veo el futuro? Váyase a su casa y si sabemos algo
la vamos a llamar.
Lucrecia entre desconcertada y furiosa por la forma en que le habían respondido, se levantó y
Los días se sucedieron y no había novedades. Lucrecia, cada día más angustiada, hablaba
frecuentemente con su familia en Mar del Plata, pero se apoyó mucho en la madre de Diego,
que, si bien no había podido viajar a Buenos Aires, estaba muy presente a la distancia. El
padre de Diego, quien ya era muy grande, había tenido una recaída y necesitaba cuidado.
interminable. Con Martín hablaba poco, había tenido que viajar y quedarse en Córdoba, por
A los pocos días volvió a la comisaría. El hall central estaba lleno de gente, habían hecho un
operativo y tenían muchos “demorados”. Mientras esperaba entró el comisario que enseguida
posó los ojos en ella. Lucrecia era una joven alta, de cabello castaño claro y realmente bella.
Lucrecia, a pesar del asco que le producía la mirada y el tono libidinosos del funcionario, le
contó con detalle la situación de Diego y le suplicó ayuda. Luego de oír el relato, el comisario
Lucrecia no podía entender cómo con tanto movimiento el hombre podía estar ahí tanto
tiempo, sentado sin hacer nada. En un momento oyó el ruido de una flatulencia y miró al
comisario. Este la miró con cara de nada. Ella se ruborizó y posó sus ojos rápidamente en la
pared del costado. De pronto, empezó a sentir un olor desagradable. Quería irse corriendo de
Al cabo de una hora, golpearon la puerta y entró un señor muy obeso, con sotana de cura y
Entre ambos le contaron el caso de Diego al Monseñor, mientras éste mostraba sus peores
–Hija mía, te doy mi palabra y juro ante Dios que voy a hacer todo lo que esté a mi
alcance para devolverte a Diego. Sabé que de ahora en más tenés en mi un confesor y
apoyo espiritual, ante este camino tan árido que te ha tocado transitar. Te pido que
Algunos días iba a la comisaría. Otros a la capilla de Villa Crespo donde estaba el monseñor
y otros al Ministerio del Interior. La situación se volvió desesperante. Más tiempo pasaba y
más sentía que nadie hacía nada. Que todos simulaban un interés y una compasión hipócrita.
Un día de vuelta en la comisaría, la hicieron esperar dos horas, cuando empezó a desesperarse.
Veía a todos los policías administrativos sentados sin hacer nada. Conversando sobre fútbol
–¡¿Cómo puede ser que no sepan nada de mi pareja?! ¡Hace seis meses que lo están
Los policías la miraban sin decir nada. Algunos con cara de indiferencia y hastío, otros con
–Querida, me llamo Azucena De Vicente. Hace tres meses que busco a mi hija. Estoy
–Tenés que saber que hay un grupo de madres que nos estamos juntando en la Plaza
–Te esperamos.
El Ministerio
Habían pasado dos semanas de la entrevista con Domingo Parduchi. Estaba en el barrio de
Palermo Soho, en mi oficina del Ministerio de Ciencia y Tecnología donde trabajaba desde
hacía un año. El clima de trabajo era muy bueno. Todos jóvenes profesionales, de los perfiles
–¡Se siente, se siente Raúl presidente! –entró cantando Juan Ferrarini sonriendo a
Juan era sociólogo y delegado sindical de la Asociación de Trabajadores del Estado. En ese
momento todos de una forma u otra simpatizábamos con la gestión del presidente Raúl
Quiroga.
–Ven Juan, tómate un chingado mate que cuando se venga el ajuste no va a haber ni
para el papel higiénico– contraatacó Héctor Jirafales. Héctor era mexicano, vivía hacía
dos años en Buenos Aires y su mirada ideológica liberal contrastaba con todos
nosotros.
–Héctor, no llames tanto al ajuste que vamos a terminar todos en la calle –dije.
–No hay caso, el mexicano vivió mucho tiempo cerca de gringolandia –acotó Juan.
–Mi estimado, acepto y admiro el contenido social de las políticas en Argentina, pero
ustedes tienen un vicio con el gasto público. Su querida presidenta que ha creado este
chido ministerio, algo que respeto, porque entre otras cosas me ha dado trabajo, no
entiende que no se puede pasar de un gasto público del 25% del PBI a otro del 40%.
–Héctor, vos lo que no entendés es que hay una crisis internacional –respondió Juan
encima lo que hacen afuera les empieza a sobrar y te lo quieren vender acá por dos
mangos. Si no usas el Estado para comprar en el mercado interno y para darle plata a
mano y se ve en una lógica donde cada vez tiene que gastar más y más y la inflación
–Yo voy a darle la derecha en algo a Héctor, –intervine– la única forma genuina de
economía estable en lo macro. Lo que yo entiendo Héctor es que cuando estás ahí
arriba también tenés que ganar elecciones y la gente quiere vivir cada vez mejor. Es
Quizás al ser todos empleados públicos podíamos, por un lado, estar al tanto de la ampliación
de derechos y de aumento de la presencia del Estado en relación a los más desprotegidos y los
más humildes. Pero por otro, no veíamos la contracara del proceso que elevaría el gasto
público a niveles récord en la historia de la Argentina, alcanzando casi el 45% del Producto
Bruto Interno. Ese camino, era parte de una trayectoria más amplia donde el correlato
impositivo para afrontar tanto gasto público, junto a innumerables regulaciones y permanentes
y negocios.
Mientras leía en la PC mi diario progre favorito, Página 17, mi correo me avisó del ingreso
de un nuevo mensaje.
Estimado Javier, sería muy importante para nosotros verlo cuanto antes. Estamos
tesis de maestría sobre el desarrollo nuclear y más de una vez me había escrito algún becario
para pedirme información. Sin embargo, siempre hacían referencia a la tesis y me decían de
parte de quién me contactaban. En este caso no hubo ninguna referencia. Respondí el mail
A las 14.45hs bajé de mi oficina y me dirigí hacia el lugar del encuentro. Al tomar el ascensor
me crucé al ministro que iba apurado con cara de enfado. El edificio era una construcción de
última generación. Una rareza para la administración pública. Todo alfombrado, con un
sistema de cómputos y aire acondicionado centralizados. Todos los pisos tenían ventanales
Bajé del ascensor y acredité mi salida con mi tarjeta magnética. Salí del hall de recepción y
tomé hacia la izquierda, dejando atrás el cartel que indicaba “Polo Científico y Tecnológico”.
A los pocos minutos llegué a la esquina de Godoy Cruz y Santa Fe. Era una zona muy
transitada. Había gente andando, pero también personas detenidas. Miré a cada uno de los que
estaban parados a ver si me reconocían, pero nada. De pronto por detrás me llaman.
–Javier.
sobre.
comentar nada a nadie. Recién cuando llegué a mi casa me senté en el sillón y me dispuse a
abrir el sobre. Había dos hojas. Una era un mapa con un trayecto marcado en resaltador. La
Hola Javier. No puedo decirte mucho aún, solo que somos un grupo de gente que
decidió actuar frente a cosas alarmantes que están sucediendo. Optamos por empezar
queremos ayudarte para que llegues hasta el final. Es algo muy grande y no vas a
poder solo. En 4 días va a estar llegando una carga muy importante con rumbo al
Ensenada, y desde ahí va en camión hasta un nodo también en Ensenada donde espera
lograras meterte en ese tren, podrías saber mucho más de lo que está pasando. En la
zona sur hacia el oeste paralelo a la ruta 6. A la altura de Cañuelas hay otro nodo
se detiene hace lo mismo. A partir de ahí el tendido de vías dobla hacia el sur–oeste,
paralelo a Ruta 3 hasta Azul y luego paralelo a ruta 76. A la altura de Saldungaray
hay otro nodo. Luego, el tren va paralelo a la ruta 22, recorriendo todo el valle fértil
el alto valle se hace de retorno a Buenos Aires. Como sabrás el valle fértil es
ruta 237. En Piedra del Águila está el último nodo. Desde ahí la carga va por camión
hasta Bariloche. Dejamos en tus manos elegir el momento indicado para abordar el
Cuando me fui a acostar esa noche mi cabeza era un torbellino. No podía creer la película que
A la mañana siguiente, hablé con mi viejo, con Ezequiel Robledo y con Federico Rocamora
para invitarlos a cenar ese mismo día. Les dije que era extremadamente importante, y
accedieron. Vivía en una casa pasillo, no muy grande, pero con un lindo living, con un gran
ventanal y un patio con parrilla. Para no estar tan ocupado con la parrilla decidí hacer unos
Un poco antes de sentarnos a comer los obligué a apagar sus celulares, sacarles las baterías y
escuchas. No quise adelantar nada hasta que estuvimos todos con un choripán en la mano.
–Pasó algo muy loco. Me contactaron por mail, me citaron cerca del laburo y un viejo
Ezequiel tomó la nota y la leyó en voz alta, evitando mancharla con la grasa del chorizo.
Cuando terminó estaban todos mudos. Al cabo de unos segundo Casco dijo:
–No sé en qué estarás pensando, pero meterte en un tren no es ninguna joda. Una cosa
–Sí Casco, no solo voy a ir, sino que vamos a ir los cuatro. Ustedes me van a ayudar
–Supongamos que nos decidimos a hacerlo, ¿te pusiste a pensar cómo y dónde? –dijo
el Breve.
–Se me ocurren dos opciones. Una sería esperarlo en alguno de los nodos y ver si en
algún momento quedan sin personal. Habría que ver si la carga y descarga es rápida o
–Eso sería ideal, pero veo improbable que el tren se quede solo, sin gente –interrumpió
mi viejo.
–Puede ser, por eso les dije que veía dos opciones. La segunda sería más extrema.
Supongamos que ponemos unos troncos en la vía. Tendría que ser en un lugar o
momento donde los troncos se vean bien, para que el maquinista tenga tiempo de parar.
–¡Por eso lo digo! Una vez que el tren se detenga –continué– alguno de ustedes y yo
nos subimos al tren por atrás usando una escalera, tipo esas de aluminio que se alargan.
Los dos que no vienen al tren serían el grupo de apoyo. Les iríamos pasando nuestra ubicación
–Claro yo voy a presentar los hábeas corpus– dijo Ezequiel con humor.
–Es verdad Eze, vos sos abogado. ¡Casco, vos te venís conmigo! –dije.
–Mirá, la verdad me parece algo muy jodido. No tengo idea el tipo de vigilancia o
seguridad que puede llevar ese tren. Pero si tiene tipos pesados, lo cual es probable, es
posible que te maten si te ven. Sé lo que significa para vos todo este tema, pero tenés
–En caso de que los vean tienen que gritar que son periodistas y que es una
Canal 15 era un canal independiente, que no estaba bajo la influencia del grupo monopólico
Norte.
El resto de la noche nos la pasamos planeando la operación. Hicimos una lista de herramientas
y accesorios útiles. La idea era ir en la camioneta de mi viejo, que era grande y nos permitía
cargar todo. La carga llegaba a eso de las 7hs al puerto de Ensenada. Entre que la cargaban en
el camión y la llevaban al tren en el nodo de Ensenada, no iban a tardar menos de una hora.
Por lo tanto, decidimos que partiríamos a las 6hs del mismo lunes desde Colegiales, mi viejo
y yo y de ahí pasaríamos a buscar a los chicos. Era crucial ver partir al tren, así sabríamos
Trabajaríamos con un Plan A, un Plan B y un Plan C. Una vez identificado el tren, el plan A
consistía en ir al primer nodo en Cañuelas. Sabíamos que los trenes de carga no viajaban a
más de 50 o 60km por hora, con lo cual no iba a ser difícil llegar antes que el tren. Una vez
trabajando y otros aspectos a considerar. En caso de determinar que el riesgo fuera bajo
intentaríamos abordar el vagón que transportaba el contenedor que nos interesaba. Abriríamos
el contenedor al cual entraría yo, mientras Federico se quedaría afuera para alertarme en caso
Por otro lado, si las condiciones no fueran apropiadas para abordar el contenedor, tendríamos
Si en Saldungaray las condiciones tampoco fueran las adecuadas no quedaría más remedio
que aplicar el Plan C: buscar un lugar adecuado a lo largo del corredor del Valle Fértil de Río
Negro hasta Piedra del Águila, para poner unos troncos y hacer detener el tren. Una vez que
el tren se detuviera nos subiríamos al último vagón justo antes de que retomara la marcha.
Pero tendríamos que revisar el contenedor en movimiento. Las cosas se pondrían más
complicadas, porque habría que esperar hasta el destino final, en Piedra del Águila, y
encontrar la oportunidad propicia para salir de ahí sin ser vistos. Para hacerlo, contaríamos
con la ayuda de mi viejo y Ezequiel que desde la camioneta podrían indicarnos por wsap
El primer martes de octubre de 1976 Lucrecia Frígoli fue a Plaza de Mayo. El día era cálido
en la ciudad de Buenos Aires. Eran las 13:50hs. Llegó desde Diagonal Norte y se acercó
lentamente hacia el centro de la plaza, donde se ubicaba una pirámide. En frente, detrás de la
plaza, se veía la magnífica Casa Rosada, el edificio oficial del gobierno nacional, en ese
ocupado por el equipo pseudo liberal de Martínez de Hoz, y a la izquierda la Catedral. Cuando
hizo unos pasos pudo divisar a Azucena con otra mujer. Ambas llevaban un pañuelo blanco
–¡Hola Azucena!
–Hola Lucrecia, me alegra que hayas venido. En seguida van a llegar otras madres y
ofreció a Lucrecia.
–Gracias Azucena.
–Ella es Taty, hace tres meses que busca a su hija, Clara. Pero no nos quedemos
paradas, que si no vienen los canas y nos quieren detener. Dicen que por decreto está
prohibido todo tipo de encuentro o reunión en la vía pública. ¿Podés creer? ¡¡Son unos
sinvergüenzas!!
Lucrecia caminó junto a Azucena y Taty y sintió que, por un momento, realmente no estaba
sola. Que su dolor se fusionaba con otras almas y así se llenaba de fuerza. De a poco
comenzaron a llegar más mujeres y más pañuelos. Fueron armando una rueda en movimiento.
El lunes 9 de agosto de 2010 arrancó muy temprano. Mi despertador sonó a las 5:30hs de la
madrugada, sin embargo, había dado vueltas en la cama toda la noche. Mi expectativa y
excitación eran muy altas. A medida que me vestía, sentía que cada cosa que hacía era una
despedida. Como si fuera la última vez de cada acción. Tenía una fuerte sensación de que mi
Luego de tomar mi jugo de naranjas de cada mañana, me abrigué bien y salí a la calle. Allí
estaba mi viejo, puntual como siempre, esperando en la camioneta blanca. La ventanilla estaba
baja a pesar del frío, y su brazo sobresalía, con un cigarrillo encendido en la mano. Hacía
varios años que fumaba esa marca de cigarrillos finos y largos, más usual entre las mujeres.
–¿Cuándo vas a dejar de fumar, hombre? –dije y lo miré con cara de reprobación. Todo
–Agradecé que fumo estos que al menos se consumen rápido y tienen menos tabaco
–Un detalle menor. Bueno, no jodas y subí atrás. Quiero que te fijes si tenemos todo.
que íbamos a necesitar. Escalera, amoladora a batería, alicate para cortar alambrado sin hacer
ruido, sierra eléctrica, binoculares, un adaptador para tener energía eléctrica desde la batería
–Bueno ahora la cosa es así– dijo Ezequiel, que en los días previos había averiguado
en Ensenada.
–Vamos derecho por avenida 13, ¿no? –lo interrumpió mi viejo que seguía al volante.
–Efectivamente, son 5,4km por la 13. Una vez que se termina la ruta estamos a 800
Era un día soleado, pero en Ensenada sobre el Río de La Plata, y siendo pleno invierno, no
dejaba de sentirse la fresca. La ruta estaba muy tranquila. A la derecha había una destilería de
YPF y a la izquierda solo campo. El partido de Ensenada, si bien había tenido una
desde hacía décadas, aún dejaban su huella en todos los distritos industriales de la Provincia
de Buenos Aires.
–Que desastre este país –dijo Federico– siete años de crecer a tasas chinas y mirá lo
que es esto.
–Sí, eso es correcto, pero tampoco estaba nada fácil, a Menem le tocó recibir una
es que no quiso tocar el gasto público nunca, primero cubrió el déficit con los ingresos
–creo que tenés razón en lo macroeconómico, pero eso no hubiera atenuado el desastre
industrial que vivimos. Es más. con más ajuste del gasto público el daño a corto plazo
en la industria hubiera sido mayor –respondí, y el debate quedó en ese punto porque
llegamos a la terminal.
Era un predio de unas 3 o 4 hectáreas, bordeado por un alto alambrado romboidal. En uno de
sus extremos había una barrera para frenar el ingreso y egreso de vehículos, con una cabina
de seguridad, donde no se veía a nadie. A la derecha había un paso sin alambrar, por el cual
ingresaban las vías del tren al predio. Desde la camioneta pudimos ver el tren de cargas a unos
50 metros, detenido dentro del predio. Optamos por no frenar, para no llamar la atención.
Dimos una vuelta y nos estacionamos cerca del predio, en un lugar donde teníamos contacto
visual con los contenedores y podíamos usar los binoculares. El tren estaba ubicado frente a
una hidro grúa y algunos operarios trabajaban para sacar un contenedor azul desde un hangar
–Correcto, pero no olviden que la carta decía “probablemente sea un contenedor azul”,
así que tampoco es seguro. La clave está en determinar si tiene el código 400861
–Sí, pero todo eso suponiendo que la información que nos pasaron es 100% cierta.
¿Qué pasa si no lo es? También podría suceder que la carga no esté en un contenedor
azul, ni con ese código. En ese caso tendremos que abrir todos los contenedores –
advertí.
–Bueno Casco, no te amargues, esperemos que todo salga bien y que sea el azul –
Esperamos unos 30 minutos más y llegó un camión que se detuvo frente a la barrera. Traía un
contenedor Azul.
La barrera se levantó y el camión se estacionó cerca de la cola del tren. Desde el hangar vimos
salir un vagón de esos que se usan para cargar contenedores. A continuación, un par de
operarios colocaron una linga de acero que iba de una punta a otra del contenedor y con una
hidro grúa levantaron el contenedor recién llegado. Muy lentamente la hidro grúa operó para
descargar el contenedor sobre el vagón base, y los mismos hombres lo aseguraron con
distintas trabas. Todos concluimos que lo más probable es que ese fuera el contenedor que
buscábamos.
El terror en acción
Había pasado un rato desde que recibió el golpe con el martillo en la rodilla. Temblaba de
–Mirá pelotudo, no me vas a tomar de gil. Decime qué hiciste para provocar la
explosión.
Volvió a recibir otro fuerte golpe en la cara, esta vez de puño cerrado. No pudo evitar
soltar un grito.
–¡Ahh! –y sollozando imploró. Te juro que es verdad, no sé qué es lo que querés saber.
–Perfecto, querés jugar conmigo. Juguemos –dijo el hombre de bigote y se fue del
cuarto.
A partir de ese momento, los días para Diego se convirtieron en una pesadilla que jamás se
hubiera imaginado. Primero lo tuvieron cuatro o cinco días prácticamente sin comer y tuvo
que hacer sus necesidades en la misma pieza donde lo tenían detenido. El olor y las moscas
eran insoportables.
Por otra parte, cada tres horas entraba alguien y lo despertaba, sacudía o golpeaba. Estaba
destruido del sueño y el dolor. Había perdido mucho peso. Estaba desesperado, incluso
pensaba en terminar con su vida. Cuando volvió a entrar el hombre ya estaba resignado.
Llorando dijo:
–Por favor, voy a hablar, voy a decirles lo que necesiten. ¡Frenen esto, por dios!
Una vez asegurada la carga le dieron arranque a la locomotora. Por lo que pudimos notar en
el tren solo iban dos maquinistas. La carga constaba de cinco contenedores rojos y dos azules.
Afortunadamente, los azules, que eran los que nos interesaban, estaban uno al lado del otro y
Pocos minutos habían pasado de las 11:00hs cuando el tren se puso en marcha.
–Bueno no queda otra que probar suerte en Cañuelas, metámosle pata para llegar un
argentino, no creo que vaya a más de 60km/h por lo que va a tardar una hora y 45
minutos. Con que lleguemos 20 minutos antes que ellos, tipo 12:30hs estamos bien.
Bordeamos la ciudad de La Plata por circunvalación y encaramos al sur oeste por la Avenida
44. Luego ruta 215 y ruta 6. Llegando a Cañuelas cruzamos unas vías y supusimos, por su
orientación, que por ahí pasaría el tren. Seguimos las vías y casi sobre las 12:30hs
“TRANSAR S.A.”.
–Muchachos acá menos chance aún. Las instalaciones son nuevas y ahí veo gente de
Se veía una cabina junto a otra barrera. Dentro de la cabina había un hombre que conversaba
con otro que estaba parado afuera, sobre un extremo de la barrera. El que estaba parado
portaba un arma en la cintura. Todo indicaba que en Cañuelas la operación no sería factible.
–¿Qué hacemos? Acá ya es al pedo quedarse. ¡Mepa que no va a quedar otra que tirarle
–Puede ser, por de pronto yo esperaría al menos a que llegue el tren para asegurarnos
–También es clave ver si sale en el rumbo esperado y cuánta gente sigue en viaje –
agregó mi viejo.
–Bueno, aprovechemos para picar algo, jeje –propuso Casco y todos asentimos con
entusiasmo.
sentíamos. De alguna manera aun no éramos conscientes de lo que estábamos por hacer.
Éramos tipos comunes, con vidas normales, con buena calidad de vida y, sin embargo, habría
un momento en ese viaje que cruzaríamos un límite que nunca habíamos pasado. Cuanto más
Era un lunes de junio de 2010. Miraban con ansiedad el artefacto desde el centro de control.
Se encontraban a 50 metros. Una distancia más que prudencial para que la radiación de las
radio turbinas no los afectara. Esta prueba era crucial, porque permitiría la propulsión en
podría desarrollarse.
se retiró.
Piskunov se dirigió al resto del directorio en inglés. El grupo solo hablaba en español ante el
Almirante. Mihael Piskunov era su número dos y quien más sabía de tecnología. El resto del
equipo lo respetaba.
–Mike, quiero que hagamos una nueva comprobación del sistema de auto–
–Chizuru, quiero que tu grupo ajuste los osciladores para la prueba en el rango de 1 a
5 Tera Hertz.
–De acuerdo, respondió la joven mujer japonesa– Chizuru era la última incorporación
electro–magnéticos desestabilizados.
El centro de control se encontraba en un primer piso, desde allí se veía todo el hangar a través
profundidad por unos 100 metros de ancho. Estaba iluminado artificialmente y su temperatura
Mientras el hombre uniformado esperaba la llegada de la carga, los distintos equipos seguían
Ni en Cañuelas, ni en Saldungaray había sido posible el abordaje del contenedor. Los predios
estaban bien vigilados y las paradas de carga y descarga habían estado siempre acompañadas
de seguridad. Ya eran las 9:00hs de la mañana del martes 10, cuando el tren partió de
Saldungaray hacia el Alto Valle de Río Negro. El viaje hasta Piedra del Águila era de casi
1000 km, por lo tanto, el tren no tardaría menos de 16 horas en llegar. Ósea, a eso de la 1 de
–Yo creo que lo más indicado sería hacer el corte por la noche. Por lo tanto, un lugar
indicado podría ser una zona bien despoblada a medio camino entre Neuquén y Piedra
–Está bien que sea de noche, pero hasta allá tengo que manejar muchísimo y no doy
–Bueno –intervino Ezequiel– si apuntamos a dar el golpe ahí, tenemos que pensar que
entre Neuquén y Piedra del Águila hay 235km. El tren tardará unas 4 horas en hacer
esa distancia. Propongo que hagamos el corte con los troncos pasando Villa El
–Sí, y como es invierno a esa hora ya va a ser bien de noche, aunque estemos bastante
descansar un poco. Las horas de la mañana que restaban hasta el mediodía se continuaron
entre paisajes del llano rural. Salimos de la provincia de Buenos Aires y atravesé la Provincia
de la Pampa en poco tiempo. El clima se veía seco y frío. Esas inmensas llanuras abandonadas,
parecían tierra de nadie. De a poco fui entrando en una especie de transe y para no dormirme
mi carreta”:
Me llaman abandonao
E demasiado aburrido
Tenía sus manos atadas al respaldo de la cama y sus pies al otro extremo. El hombre de bigote
sostenía su cuchillo lleno de sangre luego de arrancar una uña a Diego. En su rostro se percibía
deben suceder para que una persona pudiera llegar a disfrutar lo que este hombre hacía.
–Quiero más información, nene. No nos sirve de nada lo que me decís. De acá te vas
va a dirigir la palabra.
Diego se sentía un despojo humano. Se le cruzaba esa imagen de Cristo, diciendo para sí,
“perdónalos, no saben lo que hacen”. Pero en cuanto recibía un nuevo golpe, sentía bronca,
impotencia, y no quería perdonar lo que le estaban haciendo: Nunca imaginó lo que podía
llegar a ser el horror de la tortura, y no tanto por las laceraciones en su cuerpo, que eran
–Ya te di toda la información. ¡Por favor matame, no quiero vivir más, hijo de puta,
matame! –gritó, mientras aún le ardían las quemaduras de cigarrillo por todo el cuerpo.
A continuación, el hombre empezó a clavar su navaja en la cara de Diego, pero solo fue por
–Ya está, por este medio no vamos a conseguir nada más. Tampoco, somos monstruos
–dijo y sonrió a otro hombre que miraba. Juntó sus herramientas y guardó todas las
cintas de grabación, donde se había registrado todo lo que Diego había “cantado”.
–Pasemos a la siguiente fase.
Un altercado
En el mismo momento que los equipos seguían verificando las condiciones del artefacto, el
magnética. Estaba seguro que con la carga podría llegar a los Peta Hertz de frecuencia y el
despacho.
–Exactamente Almirante. Las características y las maniobras que dio el artefacto sólo
problema viene del proveedor. Ordene el inmediato envío de refuerzos. Espero que no
El hombre uniformado se tomó la frente con preocupación. Sabía que este momento llegaría.
Como fue desde un comienzo, la partida de ajedrez en la que participaba se jugaba en la arena
pudieron dilucidar bien quiénes eran. Tenían que averiguar su posición. ¿Querrían negociar?
recorrido de la carga por satélite y estaban en constante comunicación con un agente que la
custodiaba.
–Hemos disparado contra el artefacto, pero es muy difícil hacer impacto. Hemos
–Está bien agente, pero ¿cómo está la carga? ¿El artefacto pudo entrar en contacto con
antepenúltimo. Por otra parte, el artefacto parece un dron explorador, no creo que
–Debemos estar alertas, es posible que el dron solo coordine una operación en marcha.
Le pido que me informe cuando lleguen los refuerzos y que reporte cualquier situación
–Hasta luego.
Cortaron comunicación y el Almirante se retiró a su despacho. La carga era fundamental para
la prueba. Era un generador variable de ondas electromagnéticas capaz de llegar a los Peta
Hertz. Había un solo lugar en el mundo donde podía construirse, o al menos él había creído
eso.
Sin embargo, un A.V.N.G. implicaba que otros actores estaban teniendo acceso a un
desarrollo similar.
–¿Qué pasa?
–Señor, nos siguen dos vehículos blindados y de gran porte. Los refuerzos aún no han
llegado.
castrense.
Buenos Aires a la par de dos vehículos negros 4x4 que mantenían cierta distancia. El
maquinista del tren conducía inmutable la locomotora cuando de pronto vio como una enorme
polvareda se levantaba unos 200 o 300 metros más adelante y a la izquierda. Por detrás de un
grupo de eucaliptos pudieron verse dos camiones de gran porte que se dron movían a toda
marcha. Estaban ya a unos 200 metros y se acercaban con rumbo de colisión con el ferrocarril.
La distancia no era suficiente para frenar por lo tanto decidió forzar la máquina y poner el tren
a máxima velocidad. Sabía que no podía hacerlo por mucho tiempo, pero fue la única
alternativa que pasó por su mente. Los camiones tendrían que detenerse, sino el impacto sería
–¡Almirante, nos quieren embestir con dos camiones! –dijo el agente por radio.
A medida que avanzaba el tren, corrió un sudor frío por el agente que estaba junto al
maquinista. No obstante, éste supo que esa era la única alternativa, los camiones debían
detenerse.
De pronto vieron que los conductores de los camiones se arrojaban al camino dejando a sus
Por un instante se hizo un silencio en sus mentes y luego oyeron el impacto a la vez que sus
cuerpos se sacudieron con una violencia colosal. Los hierros de la locomotora se doblaron
como un trapo retorcido y todo comenzó a girar hasta que ambos perdieron el conocimiento.
Eran casi las 13hs y estábamos llegando al límite de la provincia de La Pampa por la ruta 22.
La división geográfica con la provincia de Río Negro estaba dada por el Río Colorado. Del
lado de La Pampa estaba la localidad de La Adela, y por un modesto puente, pero con
–Te acordás Fede ese viaje a Bariloche que hicimos en mi auto –rememoré.
–Uh sí… ese es el camping municipal, donde la señora empleada pública de Gasalla
nos dijo que el predio era super silencioso y que la ruta ni se oía.
–Sí, jaja. Que vieja chota, no pudimos pegar un ojo del quilombo que hacían los
camiones…
–Ustedes porque siempre hacen viajes de “poooobres”, dijo Ezequiel con humor y con
El Breve, en realidad, era el de mejor posición económica entre nosotros. Por el lado de su
padre había heredado dos fábricas de ladrillos en Avellaneda y por el de su madre mucho
campo en Entre Ríos. Sin embargo, nunca había ostentado su posición económica y llevaba
El paisaje era hermoso. Los árboles habían perdido sus copas, se podían observar áreas con
nieve a lo lejos y el agua del río estaba cristalina. Al haber poco caudal, se veían las rocas del
cauce que parecían haber sido colocadas con la precisión estética de un gran artista.
El día estaba fresco y algo nublado, pero en la camioneta la temperatura estaba confortable y
–Javi, ahí hay una estación de servicio, ¿por qué no parás y cargamos nafta?
La estación contaba con un local con mesas y servían café expreso. Luego de cargar nafta
–Buen día señor –respondió amablemente el hombre calvo y retacón, detrás del
Al fondo a la izquierda, dos hombres muy fornidos y con aspecto extranjero miraron
Tras unos pocos minutos, notamos que los hombres intercambiaban algunas palabras de mal
modo. Definitivamente eran extranjeros. Parecían rusos o algo así. Ezequiel, que era quien
Eran apenas pasadas las 20hs cuando llegamos a la altura de Villa el Chocón. Desde Río
temperatura era baja, pero manejable. Harían unos ocho grados, pero estábamos preparados.
–Bueno, ahora hay que buscar el lugar ideal para cortar las vías –dije enérgicamente.
–¿Te parece acá? Yo diría seguir por lo menos 10 kilómetros más –contestó Ezequiel.
–Sí, está bien, vayamos más adelante. Lo que no veo es la vía del tren. Hagamos un
Tras andar otros 15 minutos nos detuvimos a la derecha de la ruta. Hasta donde habíamos
luz. Estaba nublado así que ni la luna ni las estrellas podían aportar alguna luminosidad.
grande para poder entrar y salir cómodamente. Luego caminamos un poco más y a unos 20
uno por uno, entre los tres, los colocamos cruzando la vía. Una vez terminamos nos fuimos a
la camioneta.
–Bueno ya está todo listo, ahora hay que esperar –pudo decir Fede mientras temblaba
de frío.
–Hagamos una cosa Fede, vos quedate con Osvaldo –mi viejo –que yo voy con Javi –
propuso el Breve.
–Bueno, la verdad que no estaría mal –dijo Federico con cierta vergüenza.
–Listo, no te preocupes. Miren, son casi las 21 hs, el tren debería pasar por acá entre
las 22 hs y las 22:30 hs. Comamos algo y nos ponemos en posición –prácticamente
ordenó Ezequiel.
–Está bien, mientras repasemos el plan –contesté. –Yo diría que a las 21:50 hs ya nos
escondamos con las herramientas y demás, como dijimos cerca de las vías, unos 150
–ordenó Papá.
–Sí Pa, quedate tranquilo, vamos a evitar, dentro de lo posible, cruzarnos a los tipos.
Mientras comíamos terminamos de ajustar cada paso. Si todo salía como lo habíamos
Eran las 22:45 hs y el tren ya debía estar pasando, sin embargo, solo había silencio en la más
absoluta oscuridad. Hacía casi una hora que estábamos con Ezequiel detrás de unos arbustos.
El Breve, si bien era bajito, me daba cierta seguridad, ya que estaba muy bien entrenado.
Hacía más de 10 años que practicaba artes marciales y hacía musculación. Era petiso pero
muy fornido.
Con nosotros teníamos dos mochilas donde habíamos puesto la amoladora y otras
herramientas que nos permitirían romper cadenas y candados para entrar en los contenedores.
Además, teníamos a mano una escalera de aluminio plegable de seis metros de extensión.
por un lejano sonido. Era el inconfundible traqueteo del tren sobre las vías.
Inmediatamente, mandé un mensaje por wsap a mi viejo para avisarle a él y a Casco. Si bien
estaban cerca, quizás tardarían un tiempo en oírlo llegar. A medida que el tren se acercaba me
subía la adrenalina.
–Roguemos a Cristo que estos tipos vean los troncos y paren –respondió él.
A los pocos segundos oímos que el tren tocaba bocina y comenzaba a frenar
violentamente.
–Eze, me voy a acercar un poco a ver qué hacen. Vos tratá de ver si encontrás el
contenedor azul con el código. ¡Tené mucho cuidado con la linterna, que con la
Sigilosamente, me fui acercando hacia el frente del tren. La locomotora tenía una luz muy
potente que alumbraba hacia adelante. El resto del tren estaba completamente oscuro. Esperé
uno o dos minutos y me sobresalté al oír que se abría la puerta. Vi bajar a dos hombres
robustos. Los dos eran de estatura media. El que parecía estar al mando llevaba una gorra de
Avanzaron hacia los troncos y empezaron a empujarlos. El tren había logrado frenar antes de
tocarlos.
–Los dos últimos contenedores son los azules. El último tiene otro código, así que no
creo que sea. El código del anteúltimo no lo pude ver, está del lado de adelante.
Entre los dos apoyamos la escalera en la parte de atrás del último vagón, para asegurarnos no
ser vistos.
–Eze, subí que te paso las cosas.
Le pasé las mochilas y subí yo también. Una vez arriba recogimos la escalera, ya que la
voces y nos quedamos inmóviles. No entendimos lo que decían, estaban hablando entre los
–Yo diría de quedarnos quietos acá y no hacer más ruido hasta que se ponga en
Hacía ya dos días que habían dejado de torturar a Diego Furtado. Seguía encerrado en el
cuarto, muy débil, pero vivo. No dejaba de pensar en la explosión y en cómo todo a su
–Furtado, portate bien que te vamos a llevar a otro lugar. Vas a estar mejor.
–Tranquilo, todo a su tiempo. Por ahora alegrate, porque vas a seguir viviendo.
Eran dos hombres armados que no reconocía. Le colocaron unas esposas, lo vendaron y lo
ayudaron a levantarse.
–¿Podés caminar?
–Sí, sí.
Y lo llevaron a pasear por el edificio. Tuvo la sensación de recorrer extensos pasillos. Bajó y
subió escaleras. Se cerraron 2 o 3 puertas a su paso. Perdió la noción del tiempo, pero estimó
que fue al cabo de unos 10 minutos cuando lo hicieron sentarse en un banco y le descubrieron
los ojos. Estaba en un pabellón no muy grande. Vio que había varias celdas, pero no contó
–Valle, te trajimos un físico, por ahí te entretenés un poco hablando de juguetes –dijo
uno de los hombres que habían acompañado a Diego hasta ese lugar.
Una vez que los hombres se fueron, el tal Valle se acercó a Diego y le dijo:
–Qué mierda te pasa hijo de puta, yo no soy ningún asesino, pero ganas no me faltan,
basura.
–¿Ah no mataste porque te faltaron huevos? ¡Entonces sos un profe de la facultad,
bien cagón!
–¿Quién es este tipo? Habla de “la fuerza”, una jerga bien típica de los militares o de
nadie porque no creo en eso. Los que asesinan son ustedes. –replicó con dureza.
–Yo no asesino, solo cumplo con mi deber, cuando se me ordena. Le quité la vida a
otras personas, sí, pero siempre fue en combate y hace ya muchísimos años. En
tienen conciencia nacional, copian una ideología foránea que solo va a destruir nuestra
forma de vida, nuestras tradiciones y la familia. Por eso, no los vamos a dejar vencer.
único que hacen es cuidarles los bienes a los ricos, ¿a quién querés engañar?
–Yo no le cuido los bienes a nadie, solo me debo a mi Patria. Hay gente que tiene
mucho dinero, sin duda, pero no es robando como un país se hace más digno, es con
el trabajo y el sacrificio. Ustedes quieren construir una sociedad a través del robo, de
la violencia y de la muerte.
–¿La violencia? ¿La muerte? Y me explicás ¿qué hago acá? Yo jamás violenté a nadie,
–Tuve algunas diferencias, pero eso a vos no te interesa, infeliz –fue lo último que dijo
Ezequiel ya había mirado su código. Por eso fuimos hacia el otro extremo del contenedor y
–Suelo no tener la mejor de las suertes, como por ejemplo cuando me pusieron el
–Dale Javi, pensá en positivo. Va a estar todo bien. –dijo Eze para animarme.
La verdad es que yo tenía miedo, me estaba poniendo un tanto nervioso la operación. Sin
Con mucha audacia el Breve cruzó, arrodillado sobre la escalera, la distancia de unos dos
metros que había entre los contenedores. Una vez del otro lado me hizo seña y crucé yo. A
medida que daba cada paso me corría un sudor frío por la espalda. La escalera temblaba y
resbalaba respecto a ambos contenedores. Luego de un interminable minuto ya estaba del otro
lado.
Lentamente, nos desplazamos hacia el otro extremo para tratar de bajar del contenedor y poder
–Eze, llegas a ver de acá el código, yo no llego a leerlo. –dije mientras el viento me
–No, yo tampoco, bajemos la escalera. Te diría que lo mejor va a ser apoyarla contra
–¿Te parece? –pregunté. Bueno, vos sostené bien fuerte desde acá, que yo me mando.
¡Mirá que si se safa voy a parar a las vías y el tren me hace picadillo!
Juntando mucho coraje descendí, con la mochila a cuestas. En cuanto pude ver el código
nuestro objetivo. Le hice señas a Eze para que bajara y le sostuve la escalera firme.
La amoladora tenía un disco especial para cortar metales y era a batería. Sabíamos que cortar
el candado iba a ser ruidoso, pero con el tren en movimiento era improbable que los
La posición de trabajo era sumamente incómoda, pero en no más de dos o tres minutos
pudimos cortar el candado. Una vez retirado el candado había que levantar unas manijas y
empujarlas hacia la izquierda. Eso produjo que la puerta derecha del contenedor, que era
tremendamente pesada, se abriera un poco. Luego haciendo fuerza entre los dos logramos
abrirla y entramos.
Con las linternas en mano fuimos alumbrando el interior del contenedor y quedamos sin habla
–Yo no me voy a dar por vencido. Busquemos en los otros contenedores, ya estamos
jugados –respondí.
–Está bien, pero hay que decidir con cuál seguimos. No tenemos tanto tiempo.
–Las 23:25 hs, y no creo que nos queden más de hora u hora y media hasta llegar a
–¡Sí, me cago en la puta madre! Son seis contenedores que nos faltan por revisar. Si
nos quedara una hora y medio, que es el mejor de los casos, tendríamos 15 minutos
por vagón para revisar todos. Ósea al horno. Metámosle pata y roguemos que aparezca
–Bueno, abramos el último de todos, que es también azul, la nota decía que venía en
un contenedor azul…
Acordamos ir hacia atrás del tren y nos pusimos a la obra. Tuvimos que poner la escalera
nuevamente y cruzamos hacia el último vagón. Bajamos para tener acceso a la puerta y
nuevamente rompimos un candado muy similar al otro. Con menos esfuerzo abrimos la puerta
Nos comenzamos a desesperar. La maniobra nos había insumido 23 minutos. Ya eran las
–Bueno, ahora nos quedan los cinco contenedores rojos. Yo diría empezar por éste
que tenemos más cerca –dijo el Breve refiriéndose al más alejado a la locomotora– y
–Sí, está bien, pero tengo el presentimiento de que la carga está al lado de la
locomotora, –dije– pensá que sería el más seguro. Los maquinistas podrían oír más
–Cierto, pero justamente por eso es el más peligroso. No sé. Prefiero empezar de atrás
para adelante.
Acepté la propuesta de Ezequiel, no quería presionar. Ya era bastante para mí el hecho de que
Habían pasado dos días desde que Diego había sido relocalizado dentro de la Escuela de
Mecánica. Seguía algo débil, pero lo estaban alimentando. Sentía ansiedad por el encierro y
tanto tiempo alejado de su gente y sus proyectos lo estaban volviendo loco. Su compañero de
celda, el tal Valle, era muy activo. Leía y hacía ejercicio varias veces por día. Cuando terminó
–Pibe, por qué no te hacés unas series. Si te van a guardar mucho tiempo y no hacés
–Sí, supongo que me vendría bien, pero la verdad estoy un poco dolorido aún.
–Y bueno, vas probando de a poco. Empezá por mover lentamente los brazos y las
bastante mejor.
–Decime Luis.
Los días siguientes Diego y Luis empezaron a tener un diálogo relativamente fluido. De
alguna manera, ambos trataron de evitar toda discusión ideológica o política. Se sabían de
más amena posible. Hablaron de fútbol, de autos, de comida, de sus parejas, de los hijos de
Luis, de programas de televisión, cine y literatura. Para sorpresa de Diego, Luis era un hombre
de un nivel cultural medio–alto y de a poco encontró que tenían más cosas en común de las
Ya habíamos revisado tres contenedores rojos sin éxito. Eran las 0:57 hs y la llegada a Piedra
–Eze, la verdad que sos un amigo de fierro, bancaste la parada hasta el final. Vos bajá
contenedor que está pegado a la locomotora. Me la juego a que la carga está ahí.
–Estás en pedo, no te da el tiempo. Cuando lleguen a Piedra del Águila no vas a tener
chance de bajarte sin que te vean. Además de que te van a oír abrir el contenedor. Usar
semejante boludez.
–Eze, sé que querés ayudarme, pero no hay vuelta atrás, yo ya lo decidí. Bajá y ponete
–¿Pero pelotudo, como vas a hacer para cruzar solo? ¿Quién te va a tener la escalera?
–Yo me arreglo, bajate ya, por favor te pido, no perdamos tiempo valioso en
discusiones.
–Tenés razón forro, no perdamos tiempo. ¡Dejate de hablar y vamos por esa puta
–¡Grande Eze!
–Si tenemos un poco de suerte, con este quilombo estos tipos no nos escuchan ni ahí
–imploré.
–Sí, tal cual. ¡Pero metele ritmo que ya estamos por entrar a Piedra del Águila!
Cuando vimos el candado tuve una sensación ambivalente ya que al ver como estaba
asegurada la puerta descubrí que había tres candados y de mayor tamaño que los otros. Por un
lado, era una pésima noticia porque ya no teníamos tiempo. Por otro, era un dato prometedor:
Cortamos los dos primeros candados sin mayores problemas, pero cuando vamos a empezar
–Puta madre, estamos entrando en Piedra del Águila, Javi. Esto se terminó. Tenemos
que bajar.
–Eze, por favor, en cuanto baje un poco más la velocidad bajá vos, en serio. Yo reviso
–Sí, bajate y no perdamos tiempo, llevate la escalera. Me hacés un gran favor así.
–Bueno Javi, ok. Pero prometeme que pispeás un poco y te bajás. No seas pelotudo.
–Dale, hecho.
Eze dobló la escalera y la arrojó al costado de la vía. A continuación, saltó. El tren ya no iba
faltaba poco para cortarlo la amoladora empezó a quedarse sin batería. A los pocos segundos
se detuvo y no pude terminar. Busqué un martillo que tenía en mi mochila y empecé a golpear
el candado con todas mis fuerzas. El tren ya casi se estaba deteniendo. De pronto vi que
pasábamos una barrera y una cabina de control con dos guardias y el tren accedía a un predio
alambrado. Me pareció que no habían logrado verme. Me paralicé por un instante y cuando
reaccioné entendí que tenía que esconderme. En cuanto el tren se detuvo miré hacia todos
lados y vi que los maquinistas abrían la puerta para bajar. Hacia atrás pude ver como los
guardias de la cabina se acercaban. No tenía muchas alternativas, bajé a las vías en el espacio
entre el primer vagón y la locomotora. Me agaché, me arrastré por debajo del primer vagón y
Secretaría de Inteligencia.
–Sí, lo volaron a Videla y asumió Viola. ¿Qué está pasando, Carlos, tenés idea?
dura de Videla. Están explotando quilombos por todos lados. Estos grupos de mierda
–Está difícil. Más tarde va a venir Ricardo, quiere hablar con nosotros.
–Muy…
Se quedaron examinando algunos documentos hasta que a eso de las 11:30hs llegó Ricardo.
Ricardo Rojas, era quien había puesto a Carlos a cargo de la Secretaría. Formalmente no
respondía a la estructura del Estado. Carlos lo había conocido hacía muchos años cuando
Washington. En ese momento, según supo Carlos, Ricardo vivía en EE. UU. y estaba
con un discreto “buenos días” y se sentó. Encendió su cigarrillo de clavo de olor y sin más
–Tengo malas noticias. Viola es un tibio de mierda. Detrás de él vienen los blanco–
azules.
mierda.
–Decías que Viola es un títere. ¿A quién responde? No me digas que a Luis Valle.
–Mmm no, pero a Valle lo tenemos guardado, aunque no sé por cuánto tiempo. Viola,
tiene conversaciones con gente de Valle. La colocación de deuda externa por ahora
La espera debajo del vagón se hizo interminable. Los maquinistas habían bajado de la
locomotora y se quedaron charlando. Su tono era absolutamente normal. Sentí mucho alivio
al notar que en ningún momento verificaron el estado de las cargas. No pudieron ver todos los
candados que habíamos cortado. Descargaron algunas cajas de la locomotora y se fueron hacia
el lado de los guardias. Entretanto yo había empezado a sentir mucho frío. Desde mi guarida
pude mensajear por wsap a mi viejo. Ya se habían reunido con Ezequiel y estaban todos bien.
–No pude abrir el último contenedor, estuve a punto, pero me quedé sin batería en la
amoladora. Voy a esperar un rato hasta que no vea más movimiento por acá –les dije
por texto. Cuando no haya nadie me voy a acercar al alambrado y necesitaría que me
pasen la otra amoladora. Sigan mi ubicación por el mapa y vayan para donde yo esté.
–Dale quedamos a la espera. Acá puedo ver tu ubicación en tiempo real. Cuidate y no
Terminaba de leer el texto cuando empecé a oír un sonido muy fuerte de un motor. Se
encendieron unas luces por delante de la locomotora y pude ver como una grúa entraba en
movimiento, girando sobre su eje. Luego de unos minutos dejó de girar y comenzó a descargar
una pieza extensa. En plena noche no podía distinguir bien qué era, pero me resultó
sumamente extraño.
Una vez descargada la pieza la grúa volvió a girar y repitió el procedimiento un par de veces
–Están agregando un tramo de vías de tren, parece que el viaje no terminó –avisé al
–Seguramente vayan a empalmar con otras vías, dejame que buscamos en los mapas
Al cabo de unos 5 minutos me escribieron asegurando que era imposible, ya que no había más
vías por la zona. Más al sur existía otro tendido, el del tren oficial que iba a Bariloche, pero
inmediatamente por wsap que volvíamos al ruedo y les pedí que encontraran la forma de
Era una templada mañana de setiembre. Hacía un par de años que Lucrecia Frígoli y Martín
Noriega no se veían. Durante ese tiempo solo intercambiaron algunas llamadas donde poco
pudieron decirse. Ambos sabían a esa altura que sus teléfonos estaban intervenidos. Ahora,
Eran las 10 hs y la plaza Armenia, en el barrio de Palermo de la Capital Federal, estaba poco
concurrida. Algunos niños y niñas correteaban enardecidos mientras sus padres los
observaban con los brazos extendidos. Algunas parejas, tiradas al sol, se acariciaban y
besaban. Lucrecia contemplaba sentada desde un banco de madera pintado de verde. En parte
festejaba que en algunos sitios ya la gente pudiera reunirse libremente, sin el acoso tan intenso
de la policía.
–¡Hola Tincho! Casi gritó Lucrecia con mucha simpatía, y extendió sus brazos para
–Ya sé Lu, para todos está siendo muy difícil. Las cosas que nos fuimos enterando son
terribles. Lo que ha hecho esta dictadura genocida no tiene palabras. Es tan horroroso
Han hecho cosas tan terribles estos hijos de puta. Hasta se llevaron a una de nosotras.
Azucena De Vicente se llamaba, ella fue quien me incorporó al grupo de madres. Han
sido muchas pérdidas, pero aún no pierdo la esperanza de encontrar a Diego y a todos
–Seguro, Lucre. Como dicen ustedes, la única lucha que se pierde es la que se
abandona. Es más, creo que hay noticias positivas. Hay un sector dentro de las fuerzas
armadas que tiene una visión más moderada. No dejan de ser unos fachos, pero son
Hay muchas cuestiones económicas que son difíciles de explicar, pero que generaron
un cisma dentro de las fuerzas. Si vence este grupo nacionalista es posible que en breve
llamen a elecciones.
–Ojalá Martín, creo que solamente en democracia vamos a poder conseguir justicia y
saber dónde está Diego y todos los desaparecidos. Tengo que encontrar a Diego,
Martín, no soporto más, cada noche esperando recibir una llamada. Creer que lo cruzo
En cuanto el tren arrancó, salí de abajo del vagón y por un momento no supe qué hacer. Tenía
la opción de bajarme y escapar, pero si lo hacía todo lo que había hecho hasta ese momento
iba a ser en vano. Tardé unos instantes en decidir, pero finalmente opté por subirme al vagón.
De vuelta tenía acceso a la puerta del último contenedor, pero no iba a poder terminar de
Si bien ese espacio entre la locomotora y el primer vagón estaba reparado del viento, el frío
–Estamos yendo al sur, y creo que nos alejamos de la ruta. Además, deben haber
dejado algunos vagones en Piedra del Águila, porque el tren está yendo bastante más
Intenté mandar mi ubicación en tiempo real, pero en seguida se cortó la conexión. No había
más señal.
Sabía que Bariloche estaba a unos 200 kilómetros en dirección sur–oeste. Recto hacia el sur
había dos pueblos muy pequeños por los que pasaba el antiguo tren Patagónico, que hacía el
recorrido Viedma–Bariloche. Quizás iríamos hacia al sur para empalmar con esas vías. No
tenía forma de saberlo. De esos dos pueblos, el más cercano se llamaba Comallo y estaba a
a girar con rumbo sur–oeste, es decir que parecía apuntar hacia Bariloche. Cuando miré el
¡Claro, ¿cómo no se me ocurrió antes?! Pilcaniyeu era un lugar muy singular, ya que ahí, en
el año 1976 un grupo de científicos y tecnólogos, bajo la órbita de la CNEA, iniciaron uno de
los proyectos tecnológicos más ambiciosos de la historia argentina. Construyeron una planta
secreta de enriquecimiento de uranio. Algo que solo un puñado de países en el mundo había
logrado.
Pocos años antes, Argentina había iniciado una exportación de un reactor de investigación a
Perú con el aval de EE.UU., que proveería el uranio enriquecido. Sin embargo, de manera
sorpresiva cuando todo estaba en marcha EE.UU. decidió no aportar el uranio, lo que generó
decidir romper esa dependencia. Por ello, había impulsado el proyecto “Pilca”.
1983, el gobierno de Alfonsín anunció al mundo entero que Argentina manejaba la tecnología
de enriquecimiento de uranio. Como por arte de magia, al poco tiempo, EE.UU. anunció que
Si bien con la vuelta a la democracia en 1983 las cosas fueron cambiando, todo el desarrollo
tesis nunca había podido visitar las instalaciones de Pilca, pero por lo que me habían contado
Mientras especulaba sobre estas cuestiones me sobresalté al oír la estruendosa bocina del tren.
Miré al costado y pude ver una manada de ciervos alejándose del tren. Las nubes se habían
apartado y la noche estaba completamente despejada. Los ciervos estaban en las cercanías de
El tren cruzó el embalse por un puente que por su estado parecía haber sido construido
recientemente. Seguí esperando, cada vez con más frío. Mientras temblaba, imploraba que
llegáramos a algún lugar. Si no había nada cerca me iba a congelar. Nunca había estado
medida que pasaba el tiempo empecé a considerar la posibilidad de morir allí. No sabía cuánto
resto tenía. ¿Y si les gritaba a los maquinistas? Entre morir congelado y ser detenido por esa
contenedor.
adelante. Cuando fuimos a abrir el último, vimos que tenía doble candado, lo cual nos
hizo suponer que la carga estaba ahí. Intentamos cortarlos, pero ya el tren se estaba
deteniendo y Javi no quiso bajar. Me pidió que venga con ustedes y se quedó tratando
de abrirlo.
Cuando terminaban de hablar oyeron que el tren arrancaba. Se sorprendieron al ver que
–Si vamos por campo abierto se va a destruir la camioneta, pero no se me ocurre otra
Continuábamos el descenso. A los costados del tren se desplegaban unos enormes muros
iluminados por luces de exterior empotradas cada 10 o 15 metros. Cuando miré hacia arriba
pude notar que ya estábamos bajo tierra. El techo estaba a unos 6 o 7 metros desde el suelo y
también estaba iluminado cada tanto, como las paredes. Parecía la vieja línea A del
dimensiones impensadas. Había una iluminación escasa, pero me bastó para darme cuenta que
la cúpula del inmenso espacio donde estábamos no tenía menos de 100 metros de altura. Sin
duda, era una obra colosal. El lugar parecía una espectacular cuadrilla de hangares de chapa
gris separados por callejuelas, en algunas de las cuales había vehículos pequeños
estacionados.
Me sentí fuertemente intrigado por todo lo que me rodeaba. Por lo que podía ver en el mapa
maquinistas. Tanto a la izquierda como a la derecha se veían hangares. No sabía qué hacer.
El contenedor no iba a poder abrirlo. Si me bajaba para investigar los hangares corría el riesgo
de que el tren se fuera y de quedar atrapado en ese lugar. Pero tampoco podía echarme atrás.
Decidí bajar hacia la derecha del tren, ya que había menos iluminación y por lo tanto correría
menos riesgo.
Sigilosamente, caminé hacia el primer hangar que tenía a mano y me agaché detrás de unas
cajas apiladas en unos palets. Una vez que se apagó el motor de la locomotora, el lugar quedó
completamente en silencio. Supuse que debido a que eran cerca de las 3:00 de la madrugada
sabía si habría gente durmiendo en alguno de los hangares. Me daba la sensación de que
enriquecimiento de Uranio. Cuando miré al techo vi una cúpula con artefactos y ductos tan
Al cabo de unos minutos los maquinistas volvieron y se pusieron a trabajar con una grúa.
Decidí dejar el contenedor para otro momento, y empecé a alejarme silenciosamente por una
de las callejuelas. A mí derecha, luego de caminar unos 50 metros pude ver la entrada al
primer hangar. A la izquierda había otro hangar que probablemente tuviera su puerta de
ingreso en la siguiente calle. El hangar tenía cerca de cien metros de ancho. Me conmocionó
no poder ver dónde terminaba la callecita. Luego de este primer hangar pude ver otro, y otro,
y otro… Podía contar no menos de ocho, y la sensación era que aún había más. ¡Estaba en
Cuando me acerqué a la puerta noté que estaba completamente cerrada. Al lado de la cerradura
había un teclado numérico y un detector de huella dactilar. No tenía ninguna chance de entrar.
La puerta era de dos hojas y era de hierro. Me propuse ir a probar suerte en otros hangares.
Me inundé de alegría al ver que el cuarto hangar de la misma calle tenía la puerta abierta. Me
cambio del hangar salía una fuerte luz blanca. Desde afuera no pude ver a nadie. Asomé la
cabeza sutilmente tras la puerta y vi un salón blanco tipo hospital de unos cien metros
cuadrados. El piso era de cemento alisado gris y las paredes eran de chapa. Al entrar me
encontré con dos puertas vidriadas que daban paso a ambientes oscuros.
Miré por la puerta derecha y si bien daba a un salón cuya iluminación evidentemente no estaba
Giré el picaporte de la puerta y festejé para mis adentros al comprobar que estaba abierta. La
abrí con la máxima precaución posible y casi sin hacer ruido entré. A medida que me acercaba
podía entender lo que veía. Desde el suelo parecían emerger unas decenas de rayos que
impactaban contra una estructura sostenida con algunas columnas. Así mismo, los rayos
Un lunes más de diciembre de 1981, Lucrecia Frígoli fue al juzgado federal número 4, dónde
pesada y parecía que el horror estaba llegando a su fin. La sensación en el ambiente era que
los militares estaban en retirada. Durante todo ese año Lucrecia iba 2 o 3 veces por mes al
juzgado y a la fiscalía a informarse de posibles avances y meter presión para que el poder
judicial moviera la causa. Cada tanto, era normal que desde un Ford Falcon verde la siguieran
cuando se iba. Incluso, más de una vez distintos hombres con aspecto siniestro se le habían
acercado y le habían dicho que “si seguís rompiendo las pelotas, terminás flotando en el
riachuelo, nena”. Por supuesto que Lucrecia tenía miedo, pero sabía que la dictadura en ese
año ya no estaba matando. Estaba convencida de que solo querían amedrentarla y eso no iba
a funcionar. Lucrecia había jurado que iba a encontrar a Diego, sin importar el costo.
Esa mañana era un día gris y caluroso, de muchísima humedad. Cuando subió las escaleras
del subte, en pleno microcentro, sintió cómo la marea humana se le vino encima. Eran cientos
de almas que caminaban con prisa hacia sus lugares de trabajo. Avanzó por Avenida de Mayo
a un ritmo nervioso. Le sudaba la frente y le dolían los tacos. Siempre se vestía de manera
muy formal para ir al juzgado. Al cabo de unos 20 o 30 metros, un hombre que venía de frente
–¡Cuidado, señor, podría tener más cuidado! –se quejó Lucrecia. Y algo dolorida y
Cuando estaba por llegar a las escaleras del juzgado sintió que alguien desde atrás le tocó la
espalda. Al girar, vio casi en cámara lenta como un hombre con rasgos duros y mirada
penetrante sostenía contra ella un arma. Casi al instante vio detrás un Falcon verde y se oyó
un fuerte estampido. Sintió como su carne y huesos eran atravesados por una bala en la zona
del pecho. Casi sin sentir dolor, cayó al piso. Sus hermosos ojos derramaron una lágrima
injusticia e impunidad la invadió. Pasaron por su mente infinitos recuerdos hasta que pudo
imaginar a Diego sonriendo y lo abrazo con profundo amor. Lo último que vio fue al sicario
pero en el centro se ensanchaba hacia arriba. Los lados del triángulo medirían unos siete
metros. Cuando me acerqué noté con sorpresa que no se apoyaba en nada. Estaba sostenido
por algún mecanismo de levitación, probablemente magnética. Intenté tocar los haces de luz
verde, pero me quemé levemente en cuanto acerqué la mano. Se me cruzó la idea de subirme,
pero no vi la forma de hacerlo. En la esquina del salón había una columna de caños, parte de
la estructura que sostenía el techo del hangar. Pude trepar y ver desde arriba el artefacto. Era
una nave de un diseño muy estilizado. Tenía una especie de orificio en el centro con una tapa
que estaba abierta, sin duda era la puerta de ingreso. ¿Un OVNI tripulado? El interior se veía
Saqué varias fotos con mi celular y me bajé de la columna. Al no encontrar nada más en ese
salón fui hacia el de al lado, pero no pude entrar. Podía intentar romper el vidrio de la puerta,
Salí del hangar y seguí con mi exploración. Revisé las entradas a los otros hangares, pero
todos estaban cerrados. Llegué al final de la calle y me encontré con el límite de la cúpula.
Era un muro de rocas sostenidas con alambrados, algo similar a lo que hacen en las rutas de
la cordillera, para contener los derrumbes de la montaña. A unos tres metros del suelo
circulaba una tubería que aparentaba ser el sistema de ductos del aire acondicionado.
Deambulé un poco más y cuando volví al tren estaba en sentido inverso, listo para emprender
Luego de confirmar que no podía pegar un ojo, decidí seguir recorriendo. Crucé la vía y me
dirigí hacia el otro extremo de la cúpula. Eran casi las 6:00hs de la mañana cuando oí algunas
voces en la entrada de un hangar. Me aproximé con mucho cuidado y me detuve para no ser
descubierto.
Dos hombres acababan de entrar al hangar luego de que uno de ellos confirmara su identidad
puerta se cerrara del todo pude detenerla. Los hombres conversaban acaloradamente y no lo
notaron. Esperé unos minutos y empujé la puerta para entrar. El salón al que había entrado
era pequeño. Al frente había un gran portón de hierro y a la derecha unas escaleras. Por lo que
había visto, los hombres se habían ido hacia la derecha, por lo tanto, tenían que haber subido.
Con cada escalón que subía me sudaba más la frente. Por dios, ¡qué locura!
Antes de llegar arriba pude oír las voces y opté por quedarme ahí y escuchar la conversación.
con claro acento ruso o tal vez ucraniano, que me recordó a los hombres que había
otro hombre que aparentemente era argentino y cuya voz me resultó extremadamente
Con mucho cuidado asomé la cabeza para ver a los hombres y sacar una foto con mi celular.
Estaban sobre un escritorio a mi izquierda. El ambiente era una especie de despacho. Del otro
lado, hacia la derecha había un inmenso ventanal con vista al resto del galpón. El ruso estaba
de espaldas y el otro de costado. Cuando pude ver de frente al argentino sentí un sudor frío.
Ese hombre mayor, pero de buen porte, de unos 70 años, me resultaba demasiado familiar. Lo
A comienzos de 1983 se sabía que la dictadura estaba fuertemente debilitada. Diego Furtado
y Luis Valle habían compartido casi 7 años de reclusión. A pesar de las tajantes diferencias
ideológicas habían logrado sentir un gran respeto mutuo. Diego había podido entusiasmar a
Valle con su teoría, pero Luis tenía dudas sobre qué había producido la explosión en el Centro
Por otra parte, Diego le parecía un científico brillante y su teoría era realmente revolucionaria.
Mientras Luis hacía sus ejercicios, Diego trabajaba en unas ecuaciones y escuchaban la radio.
(...) En otro orden de cosas, esta mañana el presidente del gobierno Militar, el
elecciones presidenciales que tendrán lugar el día 30 de octubre del presente año.
–Sí, falta poco, la verdad que no veo el día. No saber nada de mi pareja y mis viejos
es lo más terrible que me tocó vivir jamás. Y vos Luis, ¿cuánto te falta?
–Sabés Diego que prefiero no hablarte de eso. Quizás algún día cuando estemos afuera
podamos encontrarnos y hablar de todos estos años. Lo que puedo decirte es que
no tenés nada que ver con estos tipos que me encerraron. Prefiero gente como vos
Unos días después los guardias comunicaron a Luis Valle que recuperaba su libertad. Era el
último día con Diego en la cárcel. Antes de dejar el encierro Luis miró con firmeza y cierta
–Diego, voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que salgas cuanto antes. Estoy
Mientras trabada de recordar de donde conocía a ese hombre escuche movimientos cerca del
tren. Supuse que podría ser la oportunidad de salir de ahí, y sigilosamente recorrí el camino
de salida del hangar. Una vez frente al tren vi a dos hombres que parecían preparar todo para
volver a Piedra del Águila. Con mucho cuidado esperé en silencio, y al cabo de 45 minutos
encendieron la marcha de la locomotora. Con mucho cuidado volví al mismo lugar en el cual
me había ubicado durante el viaje de ida. En poco tiempo llegamos a Piedra del Águila y pude
Durante el trayecto pude avisar a mi viejo y mis amigos que estaba todo en orden y que tenía
Una vez que me alejé del tren tarde pocos minutos hasta dar con la camioneta. Los tres me
esperaban con muchísima expectativa. Por 20 minutos me escucharon con las bocas abiertas
del asombro y sin mediar palabra alguna. Cuando terminé todos quedamos en silencio.
–Me temo que es muy real. Todo, esa inmensa estructura bajo tierra, ese artefacto
Luego les mostré las fotos que había sacado con el celular.
–Una cosa así solo puede estar sostenida si participa el gobierno nacional y como
–Mega conspiración suena a poco –acotó el Breve. ¿Y ahora cómo sigue la cosa? ¿Vas
–Mmm, no creo que sea lo mejor. Esperemos un poco. Ya se nos ocurrirá qué hacer…
Aires de Justicia
El 18 de setiembre de 1985 Martín Noriega estaba en Buenos Aires. La sala estaba colmada
y sin embargo el silencio era sepulcral. Martín sentía indignación y bronca, pero a la vez algo
donde estarían Carlos Andrade y Julio Sosa. Si bien la cúpula de las Fuerzas Armadas estaba
por pagar, ellos aun seguían sueltos. Ellos, los responsables de la muerte de su querida
ESMA, y de la muerte de Lucrecia Frígoli. ¡Esos hijos de puta no podían quedar libres!
Martín vio entre el público a Julio Sosa. En 1983, recién vuelta la democracia en Argentina,
sus compañeros de militancia habían podido averiguar quienes habían sido los responsables
de disparar contra las columnas de la Juventud Peronista. Ahí oyó por primera vez de Julio
Sosa y su grupo armado. Al cabo de un tiempo, pudo también confirmar que Julio Sosa y un
tal Carlos Andrade, vinculado a la Secretaría de Inteligencia del Estado habían sido los
Apenas vio a Julio ahí, impunemente sentado mirando el juicio se llenó de ira. No pudo
contenerse y sin mediar palabra se levantó y se arrojó con furia hacia Julio, para asestarle una
Julio rápidamente se reincorporó y con el rostro desencajado se abalanzó sobre Martín, pero
rápidamente varios oficiales los separaron, y se armó un gran tumulto en la sala. Al cabo de
un rato Martín pudo volver con varios de sus compañeros, pero Julio se había retirado del
recinto.
que concluyó con un estrepitoso aplauso, donde cada palmada asestaba un duro golpe a la
impunidad de aquellos que habían dado lugar por acción u omisión a las más atroces prácticas
cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque
Martín gozó como no lo hubiera imaginado. Se preguntaba si era una sensación de venganza,
pero concluyó que lo realmente importante, lo que más lo emocionaba, era el legado para las
comprometidos no había sido en vano. Los que la hicieron la iban a pagar. No era gratis
encabezar semejante delito de lesa humanidad. Había una sociedad que les decía: “Si las
Al cabo de casi tres meses se dio a conocer la sentencia del tribunal. Si bien no se obtuvo
exactamente lo que pidió el fiscal, tanto Videla como Massera fueron condenados a reclusión
perpetua y Viola a 17 años de prisión. El resto obtuvo condenas más leves y algunos incluso
quedaron en libertad.
De vuelta al comienzo
Era un domingo nublado, el día anterior había llovido con violencia. Me levanté de la cama y
fui a encender mi computadora. Habían pasado unos meses después de toda la locura de
Pilcaniyeu. Todos los días tenía algún momento donde me preguntaba qué hacer. La
experiencia que había vivido había sido única. Pero aún no lograba acomodar las piezas del
asunto. ¿Quién era ese hombre de voz tan familiar que había encontrado en la ciudad
puerta. No me gustaba tener timbre, en general me interrumpían cuando estaba con cosas
alguien había dejado un sobre por debajo. Abrí rápidamente, pero cuando salí a la calle ya no
había nadie.
Examiné por afuera el sobre, no tenía nada escrito. Tenía un poco de olor a humedad. Era un
típico sobre de cartas y se notaba ligeramente abultado. Lo abrí con cuidado, asegurándome
una nota impresa hecha en computadora y una pequeña funda plástica blanca del tamaño de
una tarjeta de crédito, que también tenía algo por dentro. Antes de examinar la funda decidí
Querido Javier, el proyecto está en su etapa final. Es crucial que puedas infiltrarte en
las instalaciones y filmar lo que están haciendo en uno de los hangares del complejo
subterráneo de Pilcaniyeu. Como habrás podido averiguar, es allí donde avanzan con
los ensayos de prototipos y otras líneas de investigación secretas. Junto a esta nota te
enviamos una tarjeta magnética que te permitirá entrar al Hangar NBH–1. Es de vital
importancia que puedas entrar ahí para fotografiar y filmar todo lo que veas. Hemos
estado reuniendo material para desenmascarar de una vez por todas a esta gente. Lo
que puedas encontrar esta vez nos ayudará a terminar de armar el rompecabezas y
Una vez que encuentres el hangar deberás aproximar la tarjeta a un sensor que hay
“KARMA007BRAVO”. Tenés que apurarte, ya que suelen actualizar los códigos con
frecuencia. En breve te diremos donde enviar el material que puedas conseguir. Tené
Una vez más “los viejos” se acercaban a mí. ¿Por qué yo? ¿No tenían otra persona a quien
mandar? Tenía que ser alguien que me conociera. Estaba convencido de que Domingo
Parduchi, el ex miembro de CNEA que había entrevistado hacía un tiempo estaba relacionado.
Ahora tenía que decidir qué hacer. Era el mes de noviembre y se acercaba el verano, al menos
el clima en la cordillera sería mucho más benigno. ¿Iba a ir solo? ¿Le contaría a los chicos y
a mi viejo?
Nuevo viaje a Pilca
Me había tomado unos meses para pensarlo bien. Algo hablé con mi viejo y finalmente
resolvimos viajar juntos en camioneta hasta Bariloche. Volvería a la ciudad subterránea, pero
para hacerlo, no esperaría ningún tren. Opté por alquilar una moto eléctrica que contaba con
una autonomía de 150 kilómetros. Fuimos juntos hasta donde la vía de tren entraba al túnel
que se hundía lentamente debajo de Pilcaniyeu. Una vez allí descargué la moto de la
camioneta y cogí algunos objetos. Llevaba con mi el revolver 38, mi celular y buen abrigo.
Eran las 23hs aproximadamente del primer domingo de diciembre. No hacía casi nada de frío,
–Bueno cuidate, te espero acá Javi. Si para las 8hs de mañana no tengo novedades de
vos, hago la denuncia y mando las fotos a Pagina 17 –se refería a las fotos del OVNI
–Va a estar todo bien Pa, entro al hangar NBH–1, fotografío todo lo que pueda y salgo.
Habíamos elegido la moto eléctrica porque era totalmente silenciosa. Me iba a permitir
desplazarme hasta el complejo subterráneo sin correr riesgos. Por supuesto que era consciente
de que podrían tener cámaras, o sistemas de detección de movimientos. Corría riesgo, pero la
experiencia anterior me hacía creer que el nivel de seguridad era bajo y fácilmente vulnerable.
Seguramente, nunca habían tenido inconvenientes de este tipo y por eso estaban totalmente
confiados.
piedra hasta que entre en la bajada hacia el túnel, girando hacia la izquierda. De cada lado del
túnel, a la derecha y a la izquierda de la vía, había un pequeño camino de concreto, ideal para
transitar con la moto. Sin embargo, había un detalle. A diferencia de la vez que recorrí el
descenso en el tren, ahora las luces de las paredes del túnel estaban apagadas. Solo podía ver
por la iluminación de la moto. Por supuesto que eso no me detendría. Opté por tomar el camino
del extremo del túnel que estaba a mi derecha, que parecía más ancho. Empecé a avanzar a
unos 15 kilómetros por hora. El camino era monótono. Hacia adelante podía ver unos 100
metros, luego la más incierta obscuridad. Al cabo de unos minutos de descenso pude notar la
presencia de un objeto. A medida que fui avanzando confirmé que se trataba de un inmenso
portón blanco, de metal. Me detuve. En cuanto comencé a examinarlo vi que, del otro extremo,
Me acerqué y pude ver que era de metal. Busque algún tipo de botón y no había nada.
Inmediatamente, busqué la tarjeta magnética y la acerqué a ver si eso activaba algo, pero
tampoco tuve éxito. Me quedé minutos mirando el portón y a medida que empezó a pasar el
tiempo comencé a putear a los viejos en colores. Cuando estuve a punto de darle una patada
al paredón me iluminé.
El acceso
Se me ocurrió algo obvio: que tal vez alguna de las caras de la caja era una tapa. Con esa idea
en mente y ayudándome con mi llave, traté de hacer palanca sobre las uniones de los lados de
la caja. Finalmente, luego de renegar un poco, pude abrir la tapa frontal. Una vez abierta quedó
claro que había un scanner. Acerqué la tarjeta magnética y de pronto el portón se abrió
lentamente hacia arriba. Lo crucé, miré para verificar si de adentro había algún scanner
similar, pero no. Eso me llevó a un gran dilema. ¿Si el portón se cerraba, cómo saldría? Si
bien no era muy creyente, me encomendé a Dios, y seguí mi camino. Al cabo de pocos
segundos, ya en marcha hacia el complejo, comencé a oír como el portón volvía a cerrarse.
Seguí mi camino descendente lleno de emoción, estaba convencido de que esta vez la
recompensa valdría la pena. Tenía confianza en “los viejos”, la causa era justa, y lo que estaba
por descubrir sin duda sería un cimbronazo a nivel país, y tal vez internacional.
A medida que me acercaba fui bajando la velocidad y decidí apagar las luces de la moto para
solo alumbrarme con la linterna del celular. No quería ser descubierto de ningún modo.
Seguí con mis pensamientos, fantaseaba con entrevistas, donde le contaba a periodistas de
todo el mundo mi hallazgo, y toda mi aventura. Podría viajar dando charlas sobre cómo había
desbaratado una inmensa conspiración, e incluso podría escribir un libro. Me veía en ese papel
Súbitamente, mi desvarío se hizo añicos en cuanto pude ver que estaba llegando a la ciudad
secreta. Apagué las luces, estacioné la moto a un costado y quité el seguro al revólver que
llevaba en el bolsillo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Estaba mas cerca del último
paso. ¿Qué tipo de material encontraría? ¿Serían artefactos tecnológicos? ¿Me encontraría tal
vez con gente trabajando? Esperaba que no. Había elegido la hora y el día para no cruzarme
A comienzos de 1986, las llamadas Leyes de Impunidad, aún no estaban en vigencia. Estás
leyes permitirían, a partir de fines de 1986, que los subordinados de la Junta militar, los que
habían sido los ejecutores de los crímenes más atroces, pudieran alegar que habían obedecido
A partir de la condena de Videla, Massera y los demás, tanto Carlos Andrade como Julio Sosa
estaban prófugos. Martín Noriega había puesto toda su energía en juntar pruebas y en mover
cielo y tierra para que la causa que se había originado con la denuncia de Lucrecia y luego
con la denuncia penal que Martín presentó, avanzara. A su vez aun había mucha gente de la
Para “mover la causa” Martín iba periódicamente a tribunales, se reunía con amigos y
conocidos abogados, fiscales, jueces. Hacía llamadas, revisaba archivos nacionales, buscaba
Cuando llegó vio dos patrulleros estacionados en una esquina y un grupo corrió comando se
comenzaba a mover por la vereda. Martín los siguió, guardando la distancia. El grupo avanzó
unos 80 metros y se dispuso alrededor de una construcción en la cual había una puerta la
Ahora el desafío era inmenso. Tenía que encontrar el hangar NBH–1. Hubiera sabido genial
saber si esas letras significaban algún tipo de ordenamiento. ¿El NBH–1 estaba justo antes del
NBH–2? O quizás, la N era la fila y B la columna, tipo una matriz. Eso hubiera sido lo sensato,
pero la vida nunca es sensata y los viejos no me aportaron ninguna pista. Justo igual que con
los contenedores. Estaba ciego. Tal vez era una sigla. Tipo “New Biological Hazard”. Y por
Arrancaría con el método de fuerza bruta, iría hangar por hangar arrancando en algún extremo.
Para colmo, el complejo parecía estar más oscuro que la otra vez. Supuse que se debía a que
Lentamente, fui “peinando” el área solo con la ayuda de la luz de mi celular. Tenía además
una linterna, pero en el teléfono tenía batería de sobra y la linterna casi no consumía energía.
Los hangares tenían rótulos que pasaban del ZANF–3 al XX2–F. Imposible detectar algún
Al cabo de una hora y algo encontré el hangar. No estaba seguro, pero hubiera apostado que
era el que estaba justo en frente del hangar donde había visto al hombre de la voz familiar.
Por su tamaño y diseño parecía un hangar de mayor jerarquía que es resto. En el frente y hacia
Me acerqué hasta la puerta y vi el pequeño tablero alfanumérico y el scanner con una luz roja.
Acerqué la tarjeta magnética y la luz roja se puso amarilla y comenzó a titilar. Eso me hizo
suponer que era el momento de ingresar la contraseña. Ya la sabía de memoria. Con sumo
Cuando terminé, inmediatamente la luz se puso verde y sonó el familiar sonido de portero
Cuando uno de los agentes dio la orden, el uniformado que estaba frente a la puerta la derribó.
Inmediatamente, se oyó un griterío creciente a medida que los agentes entraban a la vivienda.
Martín escuchó algunos disparos. En la primera sala se entregó Carlos Andrade, que fue
sorprendido en un sofá viendo televisión. Otro hombre que se había levantado minutos antes
para ir a la cocina pudo hacer algunos disparos y correr por un pasillo de la casa.
–¡No me van a agarrar, hijos de puta! –gritó mientras subía unas escaleras y seguía
disparando.
De pronto Martín vio al hombre acercarse al frente de la casa, en la terraza. Era Julio Sosa.
–¡Se va a escapar por los techos! –gritó Martín a otros oficiales que estaban afuera de
la propiedad.
Otros agentes subieron a la terraza por la escalera que usó Sosa y lo fueron rodeando. Todos
le apuntaban cuando Sosa abrió fuego hiriendo a un policía. En ese instante se abrió una
balacera que desfiguró a Sosa y lo hizo caer desde la terraza para estamparse contra la vereda.
Un charco de sangre se formó a su alrededor. Por fin Martín sintió que se terminaba la
pesadilla, y comenzaba a haber algo de justicia. Aun había cientos de asesinos sueltos, pero
El conjunto de sensaciones era inexplicable. Hay muchos momentos en la vida donde uno
siente grandes niveles de excitación, ansiedad, emoción o incertidumbre. Sin embargo, nunca
El lugar estaba a oscuras. Apuntaba la linterna hacia abajo, con miedo de que pudiera alertar
a alguien. De a poco fui alumbrando al salón. De manera similar al hangar al que había entrado
en la incursión anterior vi un par de puertas cerradas y paredes blancas. El salón tenía unos 8
una computadora. Revisé en los cajones, pero estaban vacíos. En el centro había una puerta
de dos hojas, claramente más importante que las otras. Decidí avanzar por ahí. De vuelta tuve
cerrojo que se destrababa. Giré un picaporte, abrí la puerta y avancé. El ambiente al que había
accedido era muy amplio, pero estaba vacío. Solo pude ver otro escritorio más adelante, a
Cuando estaba por alcanzar el escritorio oí un ruido de pasos a mi espalda. Sobresaltado, tomé
el revólver con mi mano derecha y giré media vuelta para iluminar y a la vez apuntar hacia la
–Tranquilo Javier, no va a pasar nada –dijo una voz a la vez que se encendían las luces.
Era esa voz familiar. Miré al hombre a cierta distancia mientras mi cabeza trabajaba
–Javier, tengo mucho que explicarte. Sentate que nos debemos una buena charla.
El hombre, algo mayor, pero de buen porte, vestía uniforme militar, tenía a la vez una forma
amable de hablar que me tranquilizaba. Sin embargo, sabía que había una organización ilegal
detrás de todo eso. Bajar la guardia era arriesgarme mucho. Por otro lado, era improbable que
el militar estuviera solo ahí. Resistirme no serviría de mucho. En parte sentía pánico. Lo más
probable era que no me fueran a dejar salir vivo de ahí. No iban a permitir alegremente que
alguien pudiera intentar divulgar lo que había visto. Por eso había decidido que, si me iban a
–Ahora estoy solo Javier, no te preocupes. No te va a pasar nada. Estás acá porque yo
así lo dispuse. Lo mismo que la otra vez que nos visitaste. Yo puse el AVNG a tu
Cuando terminó de decir eso, me helé. El hijo de puta sabía que había entrado, y por donde
me había movido. Seguramente tenían cámaras de visión nocturna por todos lados. Era obvio,
pilotos para conducir las naves –dije tratando de impresionarlo y sin saber si eso era
cierto. –Además tengo gente afuera, si en un rato no saben de mí, tengo mucho
material de todo lo que hacen acá que va a ir a parar a los principales diarios de
–Acá el único que está por matar a alguien sos vos que tenés un fierro en mi frente.
–Bueno, me podrías confirmar el significado de AVNG, aunque creo saber bien qué
Cuando el hombre terminó esa frase me estremecí. Un hielo me recorrió todo el cuerpo. Un
Mi viejo siempre hablaba de mi tía Lucrecia y de su novio Diego. Diego que había
desaparecido en el año 1975 o 1976, poco antes de golpe militar. Tenía grabada en mi mente
esa foto de Lucre con Diego, dónde podía percibirse cuánto se amaban. Pero también recordé
una grabación donde Diego hablaba de una teoría un tanto delirante sobre el vacío y la
fuera gravitatorio y decía que tenía la teoría que permitiría algún día engendrar objetos
–Quiero más pruebas. No voy a confiar en vos tan fácilmente. ¿Quiero que me digas
–Claro, primero que sos el sobrino de la persona que más amé en mi vida y que entregó
Vos sos el hijo de mi cuñado Osvaldo, a quien nunca más pude ver. Nunca me animé a mirarlo
a los ojos. Siempre sentí que yo era el culpable de la muerte de Lucrecia. Nunca pude
perdonarme eso.
–Pero ¿qué pasó? ¿por qué te borraste? Resultaste un cagón, los mierdas de la
dictadura te quebraron y terminaste colaborando con ellos ¡Sos tan basura como
Videla y Massera! –le dije casi llorando a la vez que lo agarraba de la ropa con una
–Te juro que me arrancaría cada pedazo de mi cuerpo por recuperar a Lucrecia o poder
estar ahí para evitar que se la jugara por mí. Pero me tenían preso, me torturaron de
Cuando pude salir la busqué desesperadamente, hasta que supe que la habían matado
viejo te lo nombró.
–Martín dejó la vida peleando para que hubiera justicia. Lamentablemente, nunca
pudo sanar el dolor de tantas pérdidas y fumaba cuatro atados por día para tapar la
segundos, perdí a los dos seres más queridos que me quedaban. No me quedaba nada,
mis viejos habían fallecido unos años antes, tampoco me pude despedir de ellos.
–Ojalá algún día puedas perdonarme -dijo mientras miraba al suelo y vi como una
–Diego, creo que lo que viviste es un infierno comparado a cualquier castigo que
hubieras merecido. Y creo también que no soy quién para juzgarte. Pero eso no explica
cómo terminaste acá, y mucho menos qué haces con un traje de milico.
retrógrado, pero fue quien me ayudó a sobrellevar los primeros meses del encierro.
Con el tiempo empecé a respetar su posición política, que era absolutamente opositora
y crítica del genocidio que había perpetrado la junta militar. Después cada tanto me
venía a visitar y cuando salí fue quien me salvó la vida. Me uní a un programa
científico de la Marina, una vez que volvió la democracia. Y de a poco y tal vez para
olvidar el dolor del pasado, decidí hacer carrera militar. Sin embargo, mi desempeño
–¿Pero y lo que están haciendo acá? Esto es ilegal. Hay gente de CNEA que va a
denunciarlos.
–Jaja, no tranquilo. ¿Te referís a Domingo Parduchi? ¿O a las cartas que te mandaron?
¿El mapa para abordar el tren, o la tarjeta magnética y el rótulo del hangar? Todo eso
–¿Pero vos estás en pedo? ¡Todo esto lo armaste vos, la re concha de tu hermana! ¡Yo
te voy a matar! –y empecé a reírme. ¿Pero por qué? ¿No era más fácil juntarte conmigo
y contarme todo?
–Sí, tal vez hubiera sido más fácil, pero también quería probarte. Quería conocer tus
capacidades, saber hasta dónde estabas dispuesto a llegar por la verdad y si tenías el
coraje suficiente. Hace años que se de vos, de alguna manera tu viejo y vos son lo
–Bueno creo que te demostré que determinación tengo. Ahora quiero saber muchas
–Toda esta aventura empezó con un OVNI o un AVNG, mejor dicho, que se acopló a
–Bueno, va a ser mejor que empecemos a hablar de este proyecto para poder encuadrar
el tema. Lo que ves acá es un laboratorio secreto de energías no gravitatorias, que pudo
llegar a esta escala por la constancia de líneas de investigación que llevan 30 años de
como un embudo que fue cristalizando en dos líneas principales. La primera que fue
enfrentamientos, y siempre traté de que esa línea avanzara lo más lento posible, pero
como podrás imaginar, toda potencia que se precie de tal, siempre deseará llegar
primera al desarrollo de esta clase de armas. Una vez que aparece una tecnología que
habilita su existencia, todos quieren tener su juguete. Mi consuelo fue, como te digo,
avanzando se fue volviendo más cerrado, quedando finalmente solo EE.UU., China,
dentro. Bueno hay dos razones. La primera era que yo era una pieza central del
proceso, porque fue mi teoría la que sentó las bases físicas y matemáticas de la
adentro. Por otra parte, al ser Argentina un país de desarrollo medio, económicamente
rol de árbitro frente a las tensiones entre los otros tres socios.
desarrollo fue rotando. Y, además, muchas de las partes y bienes de capital que usamos
se siguen desarrollando en los otros países. Sin embargo, hubo un hito clave. Hace 7
años, en EE.UU., una base muy similar a ésta fue infiltrada y hubo una fuga de planos
ucranianos. Con el tiempo, estos grupos han ido desarrollado tecnologías, pero aún
son muy atrasadas. Lo que viste esa noche fue un AVNG de origen ucraniano, hecho
con nuestra tecnología. Al día siguiente intentaron robarnos en las cercanías de Bahía
Blanca. Nuestro equipo pudo evitar la operación, aunque perdimos varios agentes.
–Exactamente.
–Es increíble. Pero aun no entiendo, qué quieren lograr. ¿Una nueva forma de volar
por la tierra? ¿Es más económica o rápida esta propulsión para vuelos de pasajeros?
–Bien, bien. Me gusta esa actitud inquisidora, pero aún no te voy a decir nada. Tengo
una propuesta que hacerte. Aunque hoy tuviste mucho ya. Te propongo que vayas con
tu viejo, descanses en Bariloche dos días y si te animás quiero que vengas al aeropuerto
Disfruté plenamente esos días de Bariloche. Con Osvaldo subimos al cerro Campanario y
tomamos un café con torta mirando los lagos, desde la confitería que está en la cima.
Visitamos el hotel Llao Llao, Colonia Suiza y paseamos mucho por el centro cívico. El martes
Diego me había dicho que me esperaría en el hall principal. En cuanto atravesamos la puerta
–Javier, el Almirante nos encargó que te lleváramos con él. Lamentablemente, tu padre
no puede acompañarnos.
–Javi, no te preocupes, andá vos -dijo mi viejo –ya tendré tiempo de hablar con Diego.
Decile que para mí sería muy importante encontrarme con él alguna vez.
Me despedí de Papá con un cierto dejo de tristeza. Me hubiera gustado que él estuviera en la
reunión. Acompañé a los hombres hasta una camioneta militar de la marina, que rápidamente
se puso en marcha. Tras pocos minutos se detuvo frente a un avión. Parecía un Boing o algo
así. Era de gran porte, del tipo utilizado para viajes internacionales.
–El Almirante está adentro, venga con nosotros –dijo uno de los hombres, haciendo
Subimos por la escalera e inmediatamente me encontré con Diego, que me ofrecía sentarme
–¿Me llevás de viaje, Diego? –Dije, en parte en broma, en parte explicitando lo obvio.
–Te animás a acompañarme a China, tengo algo muy importante que mostrarte.
–¿Hoy? ¿Ya, en este avión?
No tenía muchas opciones, no podía dejar pasar una oportunidad así. Diego me dijo que no
me preocupara por la ropa, ni por la plata. Que todo estaba cubierto. Rápidamente, llamé a mi
Lo cierto es que no era muy amante de los aviones. De más chico había volado a Europa y lo
había disfrutado, pero con los años, en parte por mucho cine trágico o por tomar conciencia
de los riesgos, le fui tomando respeto a volar. Sin embargo, esta vez no me importó nada. Lo
único que quería era saber lo que Diego tenía para mostrarme. Nos tomamos el viaje para que
me hablara de lo que estaban construyendo en Zhaotong, una ciudad mediana de China, con
El vuelo directo demoró un día y 14 horas, fue bastante pesado, y mi ansiedad lo convirtió en
eterno. Por suerte, me ayudé con una pastilla y pude dormir como un bebe. Los asientos eran
muy cómodos.
El aterrizaje fue muy suave y sin contratiempos. Eran casi las 14hs de China, y casi las 3hs de
Estábamos en una base militar. Nos esperaba una camioneta con solados chinos que nos llevó
hasta un helicóptero. Allí Diego se despidió de un solado argentino que nos había acompañado
desde el avión y quedamos en manos de dos pilotos chinos, que hablaban perfectamente en
diversidad. Picos imponentes se avistaban por doquier. Finalmente, divisamos una gran
planicie donde el helicóptero comenzó el descenso. A medida que perdíamos altura pude notar
una enorme abertura en la roca que desde la altura no se veía. Era una inmensa entrada de
unos 50 metros de ancho y unos 10 metros de alto, de la que apareció un vehículo ligero que
vino a recibirnos.
Yo estaba maravillado, la ciudad subterránea de Pilca sin duda era algo extraordinario, pero
esta estructura ya era algo fuera de los límites imaginables. Subimos a la camioneta y entramos
por la abertura. El suelo parecía una plataforma metálica, que en cuanto nos detuvimos
comenzó a descender. Era un inmenso elevador cuya base tenía unos 40 metros de ancho por
30 metros de fondo. A gran velocidad penetramos decenas y decenas de metros bajo la roca.
-Javier, lo que aún no te dije, y es la razón principal por la que no te traje acá es que
Y en cuanto Diego hizo un silencio el elevador se detuvo por completo y quedó frente a
realizando un sin número de tareas que no pude identificar. Y en el centro de todo, una
inmensa estructura triangular rodeada de ese color verde y con carácter traslúcido que ya había
visto en el ovni del tren, y en el hangar de Pilca. Era una nave gigantesca.
De pronto de entre unas columnas se comenzó a acercar un hombre muy mayor pero de paso
ágil. Era Domingo Parduchi, el integrante retirado de ex CNEA, como siempre risueño y
agradable. En cuanto estuvo frente a mí me dio un gran abrazo a la vez que me decía:
–Querido Javi, no sabés la alegría que me da saber que finalmente de algún modo vas
–Sí, ya mismo. Javier, te invito formalmente a ser parte del primer viaje tripulado a
Marte, con tecnología no gravitatoria. Tenemos seis meses para que hagas un
Es el año 2011 cuando escribo estas líneas. Desde los acontecimientos en Tolosa, con ese tren
misterioso y luego el artefacto volador, mi vida había cambiado completamente. Viví una
aventura asombrosa, pero eso era solo el comienzo. Me infiltré en un tren de cargas, me
adentré en una estructura fascinante debajo de la tierra, en Pilcaniyeu. Vi una nave voladora
A su vez, esa búsqueda me llevó a mi pasado, a mi historia familiar cuando me encontré con
Hoy, gracias a Diego emprendo el más increíble viaje al espacio que haya intentado la
humanidad. Un inicio de otra búsqueda mayor. Porque, ¿qué eran el espacio y las estrellas,
sino un misterio sobrecogedor? Para mi eran el lugar de la respuesta a nuestro origen como
raza y como seres. La pregunta sobre quiénes o qué somos. ¿Hay un creador? ¿Estamos
abismalmente solos en esta inmensidad? ¿Estarán nuestros afectos con nosotros después de
el canal de salida. El camino a Marte es el primer paso en esa búsqueda, pero no será el
último…
FIN
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ANEXO 1
La teoría de Diego Furtado se centraba en la posibilidad de que las partículas y el vacío fueran
parte de una misma cosa, una sustancia que, en vez de ocupar el espacio, fuera el espacio en
sí mismo. La materia era el espacio mismo. Y si se podían acumular más materia, y por lo
tanto más espacio, en una región determinada, se podía decir que en esa región o porción de
volumen había más espacio y que, por lo tanto, se había concentrado el espacio, incrementado
su densidad. Como si en una cajita pequeña se hubiera puesto mucho espacio. La cajita se
vería pequeña desde afuera pero dentro de ella habría mucho más lugar que el aparente.
Asimismo, sostenía que las partículas más elementales, lejos de estar localizadas en un punto,
que esa concentración caía lentamente a medida que nos alejábamos del centro. Un primer
una partícula “A” que cruzaba en las cercanías de otra “B” iba a entrar en contacto con zonas
de distinta concentración del espacio, ya que si la otra partícula (“B”) estaba a su izquierda,
de ese lado habría más concentración que a su derecha (ya que la concentración disminuye a
medida que nos alejamos del centro de la partícula) y eso iba a curvar su trayectoria
acercándola a la partícula “B”. ¿Pero por qué iba a variar su trayectoria? Para entenderlo
considérese un ejemplo: Una partícula atravesando un entorno con más concentración del
espacio a su izquierda que a su derecha es como si una persona caminara dando pasos en dos
cintas para correr, con un pie en cada cinta. A su vez, considere que la cinta de la izquierda se
mueve a mayor velocidad que la derecha (mayor velocidad equivale a mayor concentración
del espacio). Nuestro caminante sentiría que su pierna izquierda tiende a irse más atrás que la
pierna derecha. Resultado: en vez de quedar mirando hacia adelante, la cinta lo pondría en