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Líneas de un Aprendiz

AL FINAL SOMOS SOLO RECUERDOS


el julio 27, 2016

Por mera intuición, se encontró caminando hacia el lugar al que siempre


convergía, extrañado de ver en las afueras del estadio municipal un cuantioso
número de vehículos parqueados, decidió entrar de igual forma, solo deseaba
tener contacto breve con el sublime espacio donde compartió muchos instantes
de su vida, y que con solo pisarlo le recreaba un álbum en la memoria de grandes
batallas, de alegrías y nostalgias, de sonrisas y lágrimas.
Una vez cruzó la puerta principal, divisó muchas personas dispuestas alrededor
del diamante, formando una especie de U en derredor de un sarcófago posado
sobre un pedestal detrás del home play, en sus patas yacían coronas de flores,
bates, guantes, balones, micrófonos, audífonos, cámaras fotográficas y de video,
libretas de anotaciones, libros y franelas color vinotinto. Curiosamente, el vinotinto
dominaba entre la multitud apostada en el lugar, otros más jóvenes vestían
uniforme de pelotero con camiseta roja y letras blancas, lo mismo que la gorra y
mono gris, algunos caballeros lucían opulentos flux negros bien mezclados con
lentes oscuros que impedían hallar cualquier ademán en su mirada. Entre las
mujeres dominaba el atuendo deportivo, la mayoría exhibían colas de caballo y
sus rostros estaban saturados de parquedad.
De a poco fue arrimándose hasta hallarse mezclado entre la gente, nadie profería
palabra ni movía un musculo, el silencio era propio del funeral en que estaba; de
pronto, una voz de mujer tronó en medio de la U frente al ataud, distinguió una
trigueña de talante circunspecto, magnos ojos y huesos sólidos como su figura de
atleta, sin embargo, y a pesar de su compacto semblante, un dejo de nostalgia se
colaba entre sus palabras: “Hay poco para decir, ustedes se encargaron ya de
reseñar su obra, su pensamiento, donde quiera que esté, si es que hay algo más
allá de esta realidad lacerante y hostil, debe estar contento porque su voluntad
última se cumplió, porque al final somos solo recuerdos”, finalizó su breve discurso
abrazando firmemente a un hombre que permaneció a su lado mientras habló, era
alto y de silueta firme, piel tersa y mirada atrayente. Una vez finalizó el abrazo,
aclaró su garganta y se dirigió a la multitud: “Agradezco a todos por tan nobles
gestos de aprecio, sepan que una idea jamás muere, que quien obra con pasión
difícilmente pueda ser olvidado, que lo escrito queda allí con su mensaje, perenne
e inmortal, él afirmaba que sus mejores años los vivió aquí, por eso lo
acompañamos hoy, porque al final somos solo recuerdos”.

Cuando el titán hubo culminado su discurso, las personas armaron una fila india
para darle un último saludo al difunto, sin saber qué hacer resolvió imitarlos y
entró al final de la hilera, solo unos instantes transcurrieron hasta llegar frente al
finado, quedó atónito al verse a sí mismo dentro de la caja, allí estaba con faz
jubilosa. Las arrugas de su rostro eran testimonio de una vida intensa y
apasionada, al desconcierto inicial le sucedió una paz olímpica, suspiró
profundamente y observó una pequeña frase sobre el vidrio escrita en fina
caligrafía: “Al final somos solo recuerdos, te amamos, tus hijos”.

NUNO

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