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Ignorancia y Educación: un puente que nos da miedo atravesar.

El maestro ignorante es una obra del filósofo francés Jacques Rancière, que se centra en la
relación entre el profesor y el estudiante. En esta obra, Rancière sostiene que la educación no
es cosa de transmitir conocimientos de una persona a otra, sino en crear un espacio en el que
el estudiante pueda descubrir por sí mismo sus capacidades y conocimientos.

Un problema pedagógico, que iría en línea con lo planteado por Rancière, inspirado en el
método Jacotot, es cuando a un profesor le toca ir a hacer reemplazo a un curso, sobre una
clase que no es de disciplina. Usualmente, cuando los profesores se hallan en esa posición, el
profesor que no pudo asistir deja material para que trabajen en la hora en que él no estará.
¿Pero qué pasa si es una clase de arte, y el profesor solo dejo una presentación de
PowerPoint, sobre ejemplos de pinturas precolombinas, porque eso es lo que deben realizar
como actividad?

Es común que, ante verse en el requerimiento de cubrir una clase de otra disciplina, los
profesores solo estén ahí de “cuidadores”, y suelen decir que “no saben” cuando un alumno
les pregunta algo sobre lo que tienen que hacer o si está bien. Un profesor de matemática, por
ejemplo, quizás no tendrá los conocimientos sobre arte precolombino, ni técnicas artísticas,
pero sí sabe como se dibuja. También sabe de combinaciones de colores si es que se trabaja
con témperas, o como se utiliza la greda si es que se hacen esculturas. Es decir, el que se creía
ignorante, no ignora del todo lo que cree ignorar.
Entonces, este profesor podría no solo limitarse a ser un cuidador, sino que podría,
actualmente, generar un espacio de aprendizaje sin ser experto en la disciplina. Y podría
ayudarles a los niños a descubrir la mejor manera de realizar su obra de arte, siendo un guía,
y estableciendo métodos emancipatorios para que los estudiantes descubran el arte, haciendo
arte, sin la necesidad de que el este en la sala solo como un simple observador, sino
convertirse en maestro emancipador, “quien quiere emancipar a un hombre debe preguntarle
a la manera de los hombres y no a la de los sabios, para ser instruido y no para instruir”
(Rancière, 2003, p. 20). Esto podría ser ejemplificado con que el profesor no utilice el
PowerPoint del docente de Artes que faltó, e inicie la clase sin mostrarle ese insumo a los
alumnos. Así podría desprenderse de toda instrucción y abrirse por completo al camino pasar
de ser un maestro explicador a un maestro emancipador, aunque, “para emancipar a otros hay
que estar uno mismo emancipado” (Rancière, 2003, p. 22).

El profesor tiene, también, la oportunidad de explorar el arte con sus alumnos, permitiendo
que esa “ignorancia” no lo limite a participar de la clase, generando espacios para que el
alumno descubra practicando, sin castigar el error, ya que el error es parte del aprendizaje.
Para que esto suceda, es necesario que “entre el maestro y el alumno se había establecido una
pura relación de voluntad a voluntad” (Rancière, 2003, p. 11).

En una clase así, se da la oportunidad también de que los alumnos, que han tenido clases de
Artes, le enseñen lo que saben al profesor y también ellos pueden ser agentes de como
guiarlo, a que él los guie, como por ejemplo, que un alumno vaya a decirle que la profesora
les enseño a hacer un trazo de tal forma, pero que no le sale bien hecho, entonces, el profesor
podría guiar al alumno a descubrir la mejor manera de hacerlo. Lo que es, sin lugar a dudas,
una experiencia enriquecedora tanto para estudiante como para el maestro. Lo que da paso a
relacionarlo con la situación vivida por Jacotot: “Resultó que no fue necesaria ninguna otra
inteligencia. Sin pensar en ello, les había hecho descubrir aquello que él descubría con ellos”
(Rancière, 2003, p. 10).

El tener que estar presente en una clase que no corresponde a tu disciplina, puede ser el lugar
perfecto para practicar la emancipación y dejar de lado el atontamiento que Rancière
menciona, que ocurre en el sistema formal, con el orden explicador, sino abrir posibilidades
de un aprendizaje significativo y emancipador, ya que “se puede enseñar lo que se ignora si
se emancipa al alumno” (Rancière, 2003, p. 12). Acto liberador tanto para estudiante como
alumno, porque el profesor, al ignorar o creer ignorar varias cosas sobre la disciplina en
donde está siendo suplente, puede generar un ambiente de exploración que no solo será útil
para los estudiantes, sino para él. Y se dará cuenta de que, ante una de las situaciones más
comunes que les toca enfrentar a los profesores, el de tener que ir a “hacerse cargo” de un
curso donde faltó el profesor, no tendrá por qué tener miedo a “ser ignorante” o a rechazar la
oportunidad de aprender el mismo ante las preguntas exploratorias de sus estudiantes. ¿Y
quién sabe? “No faltan viajeros e innovadores de esta clase para interesarse, incluso para
entusiasmarse, en la idea de las aplicaciones posibles del método Jacotot” (Rancière, 2003,
p.60). Quizás si los profesores vieran esa oportunidad pedagógica como una oportunidad de
exploración y conocimiento, el profesor podrá darse cuenta de que no ignora del todo lo que
considera ignorar, y podrá enseñar no solo su materia, sino las demás, y enfrentar el desafío
de suplir a un colega con entereza y sin apatía, sin estigmatizar la ignorancia, y podrá aplicar
eso también a las clases de su propia disciplina, el de crear espacios de descubrimiento propio
por parte de los alumnos, de investigar y explorar. No solo limitarse a repetir lo que su
planificación dice, que por cierto, las planificaciones, a nuestro juicio, son limitan al profesor
y contribuyen a la dinámica del atontamiento.

En síntesis, si el profesor está dispuesto a emanciparse, será un maestro emancipador, y


generará el entorno de descubrimiento y exploración que Jacotot, sin querer, ideó y generó su
método. Rancière lo toma, para explicar como la educación formal, de transmitir y repetir,
para memorizar, es atontamiento.”Bajo la relación pedagógica de la ignorancia a la ciencia
había que reconocer la relación filosófica más fundamental del atontamiento a la
emancipación “(Rancière, 2003, p. 12). Rancière trata de demostrar su punto, pero para ver el
método Jacotot en práctica, en esencia, necesitamos una revolución total de la educación, y
darle autonomía al niño y niña para que conozca el mundo por sí mismo, como lo hizo al
aprender su lengua materna. No es esencial el maestro explicador para “comprender”, y es
algo que como pedagogos es difícil de interiorizar y reflexionar. Pero es necesario hacerlo,
por el futuro del conocimiento.

Referencias Bibliográficas

Rancière, J. (2003). El maestro ignorante. Aertes: Barcelona.

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