Está en la página 1de 32

Psicopatología

Integrantes:
- Sergio Ramón Castilla Vivanco
- Jade Romina Jara Mamani
- Rubí Estrella Gavancho Lujan
- Fernanda Pinto
Capítulo 9
PSICOPATOLOGÍA DEL LENGUAJE
Francisco Ramos Campos, Israel Contador
Castillo y José A. Adrián Torres
I. Introducción
En los últimos años, ha habido un notable avance en el estudio de la psicopatología del
lenguaje, que se aborda desde un enfoque multidisciplinario. Se busca comprender tanto el
lenguaje normal como sus posibles alteraciones, considerando aspectos cognitivos y
conductuales. Se comienza por identificar los principales trastornos del lenguaje y la
comunicación, como afasia, disfasia evolutiva, trastorno específico del lenguaje, dislalia,
disartria y tartamudez. Posteriormente, se exploran los trastornos del lenguaje en contextos
de discapacidad intelectual, así como en cuadros psicopatológicos como TEA, mutismo
selectivo, esquizofrenia, depresión y demencia.

II. Concepto y clasificación de los trastornos del lenguaje


El texto aborda la definición y evolución del estudio del trastorno del lenguaje, destacando la
importancia de la neurolingüística como enfoque multidisciplinario. Se mencionan tres
corrientes principales en la neurolingüística contemporánea, centrándose en la relación
entre cerebro y lenguaje, el procesamiento del lenguaje normal y la pragmática del lenguaje.
Se destaca la especialización hemisférica para el lenguaje en el hemisferio izquierdo.
Además, se menciona la importancia de distinguir entre trastornos del lenguaje primarios y
secundarios en términos de diagnóstico y tratamiento.
III. Las afasias en adultos
A. - Definición
El texto aborda la evolución del término "afemia" a "afasia" para referirse a los trastornos del
lenguaje causados por lesiones en el lóbulo frontal izquierdo, según los trabajos de Broca y
la propuesta de Trousseau. Se menciona que las afasias también afectan la lectura y la
escritura. Existe consenso sobre el carácter focal de las lesiones cerebrales que causan
afasia, pero hay discrepancias en cuanto a la descripción y clasificación de los trastornos
lingüísticos que deben incluirse bajo este término. Se destaca la importancia de delimitar
adecuadamente los niveles lingüísticos al estudiar la afasia. Se menciona que hoy en día se
reconocen componentes o niveles lingüísticos como el fonológico, morfosintáctico,
semántico y pragmático en los estudios de afasia, lo cual se considera esencial para la
evaluación e intervención en este tipo de trastornos del lenguaje.
B. - Clasificación
Los problemas terminológicos adquieren especial relevancia cuando se trata de definir los
distintos tipos de afasia o síndromes afásicos. Los términos derivan de las teorías
elaboradas por los especialistas, quienes se sirven de conceptos neuroanatómicos,
neurofisiológicos, neuropsicológicos y neurolingüísticos. El modelo neurológico clásico se
originó de la taxonomía atribuida a Wernicke-Lichtheim (1885) e influyó en el modelo de la
Afasia de Boston. En lo esencial, el modelo neurológico clásico ofreció un núcleo inicial de
términos clasificatorios que, a pesar de posteriores reformulaciones y refinamientos, se han
venido manteniendo como referentes aproximados de las zonas cerebrales dañadas por la
lesión. Lichtheim construyó el más famoso de los diagramas clásicos. La «casa de
Lichtheim» representa la explicación que en 1885 daba este autor a los principales
síndromes afásicos. Si nos atenemos a la clasificación de Boston como la más
representativa de la herencia clásica, las áreas deficitarias en el campo de las afasias
siguen siendo la articulación, la fluidez, la gramática, la búsqueda de palabras, la
secuenciación del discurso, la comprensión del habla, la parafasia y la repetición.
A la luz de las clasificaciones anteriores, los principales conceptos que han orientado dichas
clasificaciones de los síndromes afásicos son los siguientes:
1. Articulación. - La producción de sonidos articulados, vocálicos y consonánticos es
característica de la cadena hablada. Quienes padecen un déficit articulatorio afásico
son incapaces de articular sonidos del habla, aunque sean sencillos o se les pida
que los imiten.
2. Fluidez verbal. - Se suele hacer la distinción entre afasias fluentes y no fluentes.
Una afasia fluente no presenta reducción en la tasa normal de emisión verbal; no
obstante, las emisiones habladas pueden carecer de contenido significativo.
3. Encontrar palabras. - Se puede decir que todos los pacientes afásicos tienen
alguna dificultad para encontrar las palabras de que disponen en su repertorio. Las
palabras que ofrecen dificultad son palabras de contenido, por lo que a veces el
enfermo elige alguna palabra próxima en el significado si no encuentra la apropiada.
4. Agramatismo. - Este trastorno afásico afecta a la sintaxis más que al vocabulario.
Los pacientes agramáticos no pueden unir las palabras para formar secuencias
sintácticamente correctas.
5. Parafasia. - Es la producción no intencional de sílabas, palabras o frases durante el
habla. Se diferencia del defecto articulatorio en que en las parafasias algunos
sonidos se sustituyen por otros cuya articulación es correcta.
6. Repetición. - Hay enfermos que no pueden repetir expresiones de habla oídas. El
trastorno en la repetición puede provenir tanto de defectos en la comprensión como
en la articulación, o puede también significar una disociación entre los sistemas de
recepción auditiva y los sistemas de emisión del habla.
7. Comprensión auditiva. - Aun cuando el córtex auditivo primario se halle intacto,
puede estar alterada la comprensión de la información auditiva. Es decir, un oyente
puede presentar «sordera para las palabras», siendo lo más frecuente que dicho
paciente ignore el significado de las palabras, como si le hablasen en un idioma para
él desconocido.
C. - Clasificación de Luria
La revisión de los síndromes afásicos hecha por Luria apela a los modernos conocimientos
sobre fisiología y sobre lingüística, dando lugar a lo que actualmente conocemos como
neurolingüística (Luria 1980). A la luz de la neurolingüística los tipos de afasia propuestos
por Luria son los siguientes:
(I) Afasia motora eferente.
(2) Afasia motora aferente.
(3) Afasia acústico-agnósica.
(4) Afasia acústica-mnésica.
(5) Afasia semántica.
(6) Afasia dinámica.
La batería Luria-DNA se basa en el modelo y métodos de Luria para evaluar el lenguaje en
adultos a través de dos subtests: habla receptiva y habla expresiva. El primero evalúa el
reconocimiento y repetición de palabras, mientras que el segundo se centra en la
producción del habla. Existe también una versión para niños de edad escolar, la batería
Luria-DNI, y otra para niños más jóvenes, la Luria-Inicial. Estas evalúan las capacidades
lingüísticas infantiles y posibles alteraciones. Es importante tener en cuenta que en niños,
debido a la formación de sistemas funcionales cerebrales, las lesiones tienen una
interpretación y recuperación diferente que en adultos.
IV. Trastornos de la comunicación en la infancia
A. Los trastornos de la comunicación como trastornos del
neurodesarrollo
Los trastornos del neurodesarrollo engloban alteraciones cognitivas, motoras, de
aprendizaje, comunicación y comportamiento, que aparecen en edad temprana
durante el proceso de desarrollo del niño. Tienen su origen en un desarrollo no
neurotípico del cerebro o en la presencia de alteraciones o lesiones en su
maduración. Se trata, en definitiva, de cuadros clínicos complejos debidos a
alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso central (SNC). La Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-11), de la Organización Mundial de la Salud,
considera que los trastornos del neurodesarrollo corresponden a un conjunto de
trastornos que presentan las siguientes características:
a. Afectan al comportamiento y la cognición.
b. Sus manifestaciones se inician en el período del desarrollo (infancia-niñez).
c. Causan dificultades en la adquisición o ejecución de funciones intelectuales,
motrices, del lenguaje o socialización.
d. Su etiología es compleja y desconocida en la mayoría de los casos.
B. Trastornos del lenguaje
El texto destaca la importancia de estudiar los trastornos del lenguaje infantil por dos
razones: comprender las dificultades lingüísticas y profundizar en el estudio teórico
del lenguaje. Se menciona la importancia de una evaluación completa para
identificar posibles trastornos y permitir la implementación de intervenciones
tempranas. Para estudiar los trastornos del lenguaje en niños, es crucial comprender
su desarrollo global, incluyendo aspectos motor, psicomotor, lingüístico, afectivo,
cognitivo y social. También se destaca la diferencia entre alteración y retraso en el
desarrollo del lenguaje y se plantean preguntas para distinguirlos. Además, se
menciona un estudio epidemiológico que muestra las prevalencias de diferentes
trastornos del lenguaje en España, y se señala que estos trastornos a menudo están
asociados con otros trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, TEA, entre otros.
a. Conceptos básicos. - Los términos disfasia evolutiva, trastorno específico
del lenguaje y otros similares eran utilizados por profesionales e
investigadores de procedencia muy diversa: neurólogos, psiquiatras,
psicólogos, foniatras, logopedas, profesores de pedagogía terapéutica,
maestros especialistas en audición y lenguaje, lingüistas, etc. Cada
profesional utiliza la expresión que más le convenía. Lo mismo han hecho las
sociedades profesionales, las numerosas asociaciones de padres de los
niños afectados con estos trastornos e incluso las instituciones educativas.
Ahora, el término trastorno del lenguaje en el DSM-5 se refiere a las
dificultades persistentes para la adquisición y uso del lenguaje en todas sus
modalidades: hablado, escrito, lenguaje de signos u otro. Estas dificultades
se deben a trastornos de la comprensión y la producción, concretadas en los
siguientes criterios:
A. Dificultades persistentes en la adquisición y uso del lenguaje en todas sus
modalidades (es decir, hablado, escrito, lenguaje de signos u otro) debido a
deficiencias de la comprensión o la producción que incluye lo siguiente:
1. Vocabulario reducido (conocimiento y uso de palabras).
2. Estructura gramatical limitada (capacidad para situar las palabras y las
terminaciones de palabras juntas para formar frases basándose en reglas
gramaticales y morfológicas).
3. Deterioro del discurso (capacidad para usar vocabulario y conectar frases
para explicar o describir un tema o una serie de sucesos o tener una
conversación).
B. Las capacidades de lenguaje están notablemente y desde un punto de
vista cuantificable por debajo de lo esperado para la edad, lo que produce
limitaciones funcionales en la comunicación eficaz, la participación social, los
logros académicos o el desempeño laboral, de forma individual o en
cualquier combinación.
C. El inicio de los síntomas se produce en las primeras fases del período de
desarrollo.
D. Las dificultades no se pueden atribuir a un deterioro auditivo o sensorial
de otro tipo, a una disfunción motora o a otra afección médica o neurológica y
no se explica mejor por discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo
intelectual) o retraso global del desarrollo.

b. Disfasia evolutiva o trastorno evolutivo del lenguaje


El término "disfasia evolutiva" ha sido históricamente utilizado para describir
diversos trastornos del lenguaje en niños, como la alalia congénita, retraso
idiopático del lenguaje, entre otros. Sin embargo, actualmente se emplea con
mayor frecuencia el término "trastorno específico del lenguaje" (TEL) para
referirse a estos casos. La disfasia evolutiva es un trastorno del lenguaje que
afecta tanto la expresión como la comprensión, y se caracteriza por ser una
alteración significativa en la adquisición y desarrollo del lenguaje en niños
con inteligencia normal. Se subraya que no se explica por problemas
sensoriales, motores, ambientales, trastornos psicopatológicos o lesiones
neurológicas evidentes. Los niños con disfasia evolutiva tienen una
discapacidad específica y severa en el lenguaje, y las manifestaciones
clínicas pueden variar. Se diferencia de otros cuadros clínicos como la
sordera, discapacidad intelectual, TEA, entre otros. Es un trastorno complejo
y heterogéneo que puede manifestarse de diversas maneras en las
dimensiones del lenguaje (fonología, morfosintaxis, semántica, pragmática) y
en su severidad. Se requiere un retraso de al menos dos años en el lenguaje
en comparación con el desarrollo típico, y debe interferir en el aprendizaje
escolar y la comunicación social. A partir de los cuatro años, se debe evaluar
y, si es posible, diagnosticar al niño. La evaluación del lenguaje en niños con
TEL debe abordar todas sus dimensiones, tanto receptivas como expresivas,
para determinar el perfil psicolingüístico de cada individuo.

c. Déficits psicolingüísticos
Se destaca que los niños con disfasia evolutiva o trastorno específico del
lenguaje (TEL) muestran un desarrollo fonológico más lento que los niños sin
este trastorno. A pesar de que sus procesos fonológicos son similares a los
de niños normales, los errores fonológicos en niños con TEL persisten por
más tiempo. Se menciona la investigación de Leonard (1998) que sugiere
que los errores fonológicos tienen funciones similares en niños normales y
aquellos con problemas de desarrollo fonológico, pero con una persistencia
mayor en el segundo grupo. En cuanto al desarrollo sintáctico, estudios de
Menyuk (1978) indican que los niños con TEL pueden tener dificultades para
repetir ciertos tipos de frases que utilizan en su habla espontánea. Sin
embargo, en la dimensión pragmática del lenguaje, no se observan
incompetencias especiales en niños con TEL en comparación con otros
aspectos del lenguaje. Carroll (1986) sugiere que algunos niños con
problemas de lenguaje pueden padecer un trastorno específico del mismo
(TEL) con posibles bases biológicas, afectando principalmente la fonología y
la sintaxis en lugar de la semántica y la pragmática. Se resalta que los niños
con TEL muestran déficits específicos en áreas cognitivas y psicolingüísticas
en comparación con niños con desarrollo normal del lenguaje.
d. Trastorno especifico del lenguaje (TEL) frente a retraso del lenguaje
El retraso de lenguaje (RL) se refiere a una demora en el desarrollo de todos
los componentes del lenguaje, principalmente en la expresión y en menor
medida en la comprensión, en comparación con niños neurotípicos. Aunque
las palabras suelen aparecer más tarde en estos niños, tienden a compensar
rápidamente esta desventaja con un entorno estimulador y adecuadas
capacidades cognitivas. Es importante controlar estos retrasos para
distinguirlos del trastorno específico del lenguaje (TEL). Aguado (1999)
menciona que aproximadamente un tercio de los niños con RL puede
desarrollar finalmente un TEL, que requiere una evaluación e intervención
más exhaustiva. En el caso del TEL, los niños tienen dificultades severas
tanto en la expresión como en la comprensión del lenguaje oral. Es esencial
proporcionar atención y tratamiento temprano, con la colaboración de la
familia y la escuela. Los problemas asociados al TEL pueden persistir en la
adolescencia y en la vida adulta. En el RL, el perfil del lenguaje es
homogéneo y la respuesta a la intervención suele ser buena y rápida. En
cambio, en el TEL, el perfil lingüístico es muy variado, su evolución es lenta y
las dificultades de comunicación pueden persistir a pesar de la intervención,
incluso en etapas posteriores de la vida.
e. Clasificación
La disfasia expresiva se refiere a dificultades en la emisión del habla en niños
disfásicos, variando desde casos en los que se hacen entender hasta
situaciones más graves con un entendimiento muy limitado. A diferencia de la
disfasia receptiva, estos niños muestran menos problemas emocionales y de
conducta, y expresan deseos de comunicarse a través de vocalizaciones,
gestos y contacto ocular. Se trata de un problema perceptivo, no sensorial,
por lo que es importante distinguirlo de la sordera. La clasificación del
DSM-IV-TR sugiere similitudes con la división de la disfasia evolutiva
(expresiva y receptiva) y los subtipos de TEL definidos por Rapin y Alien
(1983). Bishop (2004) diferencia cuatro subtipos de TEL: problemas de
producción, predominancia gramatical, graves problemas de comprensión del
lenguaje y problemas principalmente pragmáticos. También se sugiere la
existencia de dos subtipos básicos de TEL basados en dificultades
fonológicas y léxico-semánticas, con una relación directa entre el daño
cerebral específico y el subtipo clínico correspondiente.
f. Modelos explicativos
Vamos a exponer los modelos principales que se utilizan para explicar la
disfasia evolutiva o TEL: modelo biológico, modelo lingüístico y modelo de
procesamiento psicolingüístico.
Modelo biológico
Los niños con Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) a menudo tienen
antecedentes familiares de dificultades y retrasos en el lenguaje. Existe un
interés en determinar si el TEL está vinculado a daño cerebral o si es un
resultado de un retraso madurativo normal en el desarrollo del lenguaje.
Algunos autores se centran en la naturaleza del lenguaje alterado, sin dar
tanta importancia a la relación entre el cerebro y la conducta. Según la teoría
del retraso madurativo, los niños con TEL pueden seguir un patrón de
desarrollo del lenguaje esencialmente normal, pero con una tasa de
adquisición más lenta que puede compensarse con el tiempo, lo que resulta
en un pronóstico más favorable en comparación con aquellos con daño
cerebral. Aunque no hay marcadores biológicos claros para el TEL, estudios
de neuroimagen, como la resonancia magnética (RM), han mostrado
alteraciones en áreas cerebrales responsables del lenguaje, como la pérdida
de asimetría en el planum temporal. También se han observado diferencias
en regiones como el giro supramarginal y el frontal inferior izquierdo entre
niños con TEL, niños control y sus familiares, aunque con muestras
pequeñas, lo que sugiere la presencia de alteraciones en el desarrollo del
lenguaje.
Modelo lingüístico y modelo de procesamiento psicolingüístico
El desarrollo del lenguaje implica la interacción en cinco áreas: lingüística,
procesamiento psicolingüístico, perceptiva, conceptual y social. Según
Petersen y Gardner (2011), existen dos modelos principales para explicar el
Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) fuera del ámbito médico: el
lingüístico y el de procesamiento psicolingüístico.
El modelo lingüístico se enfoca en las deficiencias lingüísticas y sugiere un
déficit selectivo en los módulos especializados para el aprendizaje del
lenguaje. Postula la existencia de un módulo específico en el cerebro
encargado de la adquisición gramatical.
Por otro lado, el modelo de procesamiento psicolingüístico se centra en cómo
los humanos procesan la información sensorial (auditiva y visual) para
acceder al léxico y utilizar representaciones mentales que codifican la
información a diferentes niveles. En el caso del TEL, este modelo sugiere un
déficit en la habilidad cerebral para interpretar el input lingüístico y/o acceder
al conocimiento lingüístico almacenado en la memoria. Las explicaciones
desde este modelo apuntan a un déficit en la memoria de trabajo fonológica o
en la velocidad de procesamiento de la información verbal.

g. Disfasia infantil adquirida


Los trastornos del lenguaje con una causa orgánica se clasifican en el DSM-5
como trastornos secundarios no primarios, como la disfasia evolutiva o TEL.
Estos trastornos implican una pérdida del lenguaje previamente adquirido,
que puede ser causada por lesiones cerebrales o pérdida progresiva
asociada a trastornos convulsivos. Se considera que la edad de tres años es
el límite inferior para la ocurrencia de la lesión, y aunque no hay un límite
superior preciso, a partir de los diez años los trastornos se asemejan más a
los observados en adultos. Según Kolb y Whishaw (1986), las lesiones
cerebrales entre los tres y los diez años pueden resultar en disfasia, pero la
recuperación ocurre con el tiempo ya que el hemisferio intacto puede asumir
las funciones del lenguaje. En cambio, lesiones ocurridas después de los
diez años pueden llevar a trastornos del lenguaje similares a los del adulto,
debido a que el hemisferio intacto se vuelve menos adaptable y
especializado. En niños, las disfasias originadas por lesiones en el hemisferio
derecho son más comunes que en adultos, siendo menos frecuentes en
estos últimos.
C. Trastornos del habla: trastorno fonológico y dislalias
Los trastornos del habla agrupan entidades de gran tradición en la psicopatología del
lenguaje: dislalia, disartria, disglosia, disfemia (tartamudeo). Estos términos han sido
y son de uso corriente entre educadores y terapeutas del lenguaje.
a. Conceptos básicos. - El nivel fonológico del lenguaje afecta la comprensión
de fonemas y las reglas para combinarlos en palabras. La mayoría de los
niños normales desarrollan competencia fonética y fonológica adecuada
alrededor de los seis años. El desarrollo del lenguaje se relaciona con la
maduración de sistemas neurosensoriales y motores, así como con el
desarrollo cognitivo, afectivo y social, requiriendo la ausencia de lesiones en
los órganos de articulación del habla. La dislalia implica dificultades en la
articulación de fonemas, sílabas o palabras, y puede ser orgánica (disglosia).
La disartria, en cambio, se debe a trastornos del tono y movimiento de los
músculos que controlan la articulación, causados por lesiones en el sistema
nervioso. En España, la dislalia es el trastorno del habla más común en
niños, especialmente en varones, y es motivo frecuente de consultas.

b. Clasificación. - En la infancia, los problemas de articulación son


relativamente comunes y suelen originarse por la falta de habilidad para
pronunciar correctamente fonemas, sílabas o palabras, que requieren una
precisa coordinación de los órganos del habla. A partir de los cuatro años, las
dislalias funcionales deben ser tratadas, ya que es normal que los niños
presenten dificultades en el desarrollo del habla, que pueden mejorar con la
práctica. No obstante, algunos niños mayores de cuatro años pueden hablar
mucho pero son difíciles de entender. Los trastornos fonológicos implican
dificultades en la adquisición de habilidades fonológicas, relacionadas con las
reglas y unidades fonémicas utilizadas en el habla y la lectoescritura.
c. Modelos explicativos. - La adquisición fonética y fonológica es un proceso
complejo que involucra múltiples factores. Se han propuesto varias teorías
para explicar cómo los niños adquieren y utilizan los patrones sonoros de su
lengua materna, incluyendo modelos lingüísticos, psicolingüísticos,
fonético-articulatorios, de inmadurez fonética, auto segmentales, así como
enfoques en fonémica taxonómica y fonología generativa.
Dentro del enfoque del retraso madurativo, se plantean dos hipótesis: una
que ve los errores de articulación como problemas motores y otra que los
atribuye a dificultades en la discriminación auditiva. Sin embargo, existen
críticas a este enfoque, sugiriendo que los errores de articulación pueden ser
mejor abordados a través de una reeducación de la articulación centrada en
la sílaba. Esta perspectiva, conocida como sensoriomotora, se enfoca en
identificar contextos específicos de errores, implementar ejercicios de
pronunciación y destacar la importancia de la sensación de los movimientos
fonoarticulatorios. Por otro lado, la teoría fonológica postula que los niños no
aprenden sonidos, sino rasgos distintivos que diferencian unos sonidos de
otros en su lengua. El aprendizaje del sistema fonológico sigue un conjunto
de reglas universales, y muchos trastornos de la articulación pueden ser en
realidad trastornos lingüísticos motivados por errores fonológicos. Además,
se argumenta que los niños atraviesan un estadio en el cual cometen errores
considerados como procesos organizativos, que pueden persistir en algunos
casos y llevar a fenómenos de desviación.
d. Otras dimensiones. - Por otra parte, en la psicopatología del lenguaje, hay
una gran heterogeneidad de términos que todavía se pueden encontrar en
libros, artículos y publicaciones diversas. No todos tienen una definición
operativa y precisa.
a. Retraso del habla y trastorno del habla.
b. Retraso simple del lenguaje y retraso simple del habla.
c. Retraso simple del lenguaje y retraso severo del lenguaje.
Curiosamente algunos de estos términos son dimensionales, algo que el
DSM-5 no ha querido tener en cuenta y ha reducido un amplio número de
trastornos del lenguaje muy diversos a ser incluidos en etiquetas muy
generales como trastorno del lenguaje y trastorno fonológico; tales términos
no convencen a los profesionales del lenguaje y generan muchas críticas
tanto a nivel de evaluación como de intervención.
D. Trastorno de la fluidez del habla (tartamudeo) de inicio en la
infancia
a. Conceptos básicos. - La tartamudez, también conocida como trastorno de
la fluidez del habla, es un trastorno del habla que se caracteriza por
interrupciones en la producción de sonidos, llamadas "disritmias" o
"disfluencias". Esto dificulta la comunicación del individuo, pero no se trata de
una alteración en la competencia lingüística, sino en la ejecución del habla.
Desde una perspectiva lingüística, la tartamudez afecta principalmente
aspectos prosódicos como el acento y la entonación.
El DSM-5 establece criterios para el diagnóstico del trastorno de la fluidez de
inicio en la infancia, que incluye fenómenos como repeticiones de sonidos y
sílabas, prolongaciones de sonidos, interjecciones, entre otros. Esta
alteración puede causar ansiedad al hablar, limitaciones en la comunicación
efectiva y afectar el rendimiento académico o laboral. Los síntomas suelen
iniciarse en las primeras etapas del desarrollo y no pueden atribuirse a
problemas motores, sensitivos o afecciones médicas asociadas a daño
neurológico.

b. Clasificación. - La tartamudez, también conocida como disfemia, puede


presentarse en diversas formas, clasificadas según criterios como la fluidez
del habla y los tipos de espasmos o bloqueos que experimenta el individuo.
Se distinguen tres formas principales: disfemia tónica (con bloqueos intensos
al inicio del discurso), disfemia clónica (con repeticiones espasmódicas más
lentas) y disfemia mixta (que combina elementos de las dos anteriores).
Estudios de Fraeschels dividen la evolución de la tartamudez en cuatro
etapas, desde repeticiones primarias que siguen el ritmo normal del habla
hasta la aparición de movimientos asociados y trastornos respiratorios en
etapas más avanzadas.
c. Modelos explicativos. - La tartamudez o disfemia ha sido objeto de
numerosas teorías para explicar su origen, abordándola desde perspectivas
genéticas, bioquímicas, neuroanatómicas, neuropsicológicas,
neurocognitivas, conductuales, cognitivo-conductuales y lingüísticas. Entre
las teorías más conocidas se encuentran las perceptivas y las conductuales.
La teoría psicodinámica relaciona la tartamudez con traumas psicológicos
tempranos y falta de afecto parental. En contraste, las teorías perceptivas
sugieren que la tartamudez se debe a un déficit en la retroalimentación del
habla, causado por la desincronización entre áreas cerebrales del lenguaje y
órganos del habla. Se ha dado gran importancia al feedback auditivo,
demostrado por el "efecto Lee". Se han desarrollado técnicas como el
"feedback auditivo demorado" y la "lectura imitativa". Desde el modelo
neuropsicológico, se plantea que la tartamudez puede ser resultado de la
competencia de los hemisferios cerebrales en el control del habla,
especialmente cuando la dominancia no está bien establecida. Aunque se ha
avanzado en el manejo de la tartamudez, se considera que "se mejora, no se
cura", y que los individuos pueden aprender a controlarla en su mayoría, pero
pueden experimentar recaídas en situaciones específicas.
E. Trastorno de la comunicación social (pragmático) y trastorno de la
comunicación no especificado
La pragmática es una rama de la lingüística que se enfoca en el uso del lenguaje en
contextos sociales y en nuestras interacciones diarias. Incluye tanto la comunicación
verbal como la no verbal, como gestos y expresiones faciales. Las habilidades
pragmáticas son esenciales para expresar pensamientos, ideas y sentimientos de
manera efectiva. El trastorno pragmático del lenguaje se caracteriza por dificultades
persistentes en varios aspectos de la comunicación, como saludar, adaptar el
lenguaje al contexto o comprender inferencias y significados no literales. Estas
dificultades pueden afectar la participación social, las relaciones, el rendimiento
académico y laboral. Los síntomas suelen comenzar en las primeras etapas del
desarrollo y no se deben a otras afecciones médicas o neurológicas ni a limitaciones
en la gramática y morfología. No se explica mejor por trastornos del espectro del
autismo, discapacidad intelectual u otros trastornos mentales.

V. Psicopatología del lenguaje y cuadros clínicos


Ya aludimos anteriormente al concepto de trastorno del neurodesarrollo que han refrendado
tanto el DSM-5 como la CIE-11. Vamos a exponer a continuación diversos cuadros clínicos
en los cuales las alteraciones del lenguaje, aunque secundarias, juegan un papel relevante,
bien para la comprensión del propio trastorno en sí, o bien porque el lenguaje juega un
papel importante en la evaluación y en el tratamiento.
A. Discapacidad intelectual, deficiencias sensoriales, parálisis cerebral infantil y
aislamiento social
a. Discapacidad intelectual
El retraso global del desarrollo (RGD) y la discapacidad intelectual (DI) son
trastornos comunes que requieren una evaluación precisa y derivación a
especialistas adecuados. Pueden estar asociados con diversos grados de
trastornos del lenguaje. En el caso de la DI, el desarrollo del lenguaje tiende
a ser más lento y puede no alcanzar niveles adultos, pero sigue patrones de
desarrollo similares a los niños sin DI. El nivel de habilidades lingüísticas está
vinculado al grado de discapacidad intelectual, aunque programas de
estimulación y entrenamiento pueden mejorar el desarrollo del lenguaje,
como en el caso del síndrome de Down.
b. Parálisis cerebral infantil
La parálisis cerebral a menudo está asociada con retraso del lenguaje y
trastornos del habla, afectando la capacidad de comunicación en muchos
casos. La recuperación de una lesión neurológica depende del momento,
localización y extensión de la lesión. En niños pequeños con lesiones
limitadas a un hemisferio, la plasticidad cerebral puede permitir que el
hemisferio indemne asuma funciones incluso si el dañado es el dominante.
Por otro lado, lesiones en la pubertad o afectación de ambos hemisferios
tienen menos probabilidades de recuperación. Los niños con parálisis
cerebral muestran una amplia variabilidad en el desarrollo lingüístico, pero
algunas alteraciones comunes incluyen dificultades en fonología,
morfosintaxis, semántica, comprensión y pragmática del lenguaje.
c. Ceguera y sordera
La ceguera puede retrasar el inicio y desarrollo del lenguaje en niños, pero
con estimulación temprana pueden lograr competencia lingüística. La ecolalia
y el período de preguntas persisten más en niños ciegos. La sordera total o
parcial desde el nacimiento puede causar retrasos en el desarrollo del
lenguaje. Es importante considerar el desarrollo global, incluyendo aspectos
sensoriales, neurológicos, motores, cognitivos y sociales. El trastorno de
procesamiento auditivo central puede afectar la interpretación de la
información auditiva, interfiriendo en la capacidad de atención y memoria en
los niños.
d. Aislamiento social
El contexto ambiental influye en el desarrollo del lenguaje, especialmente en
casos de aislamiento extremo. Niños criados en condiciones de privación
social muestran retrasos graves en el desarrollo del lenguaje, y en casos de
privación extrema, incluso una carencia total de habla. Ejemplos como el
"niño salvaje de Aveyron" ilustran este fenómeno. La pregunta fundamental
es si existe una edad límite para desarrollar el lenguaje adulto. Itard y Genie
proporcionan ejemplos de casos donde se cuestiona la posibilidad de
aprendizaje del lenguaje en edades más avanzadas. El debate entre
Lenneberg y Chomsky sobre los períodos críticos en el desarrollo del
lenguaje sugiere que estos períodos no deben considerarse como fijos, sino
más bien flexibles y extensos.
B. Trastorno del espectro autista
El trastorno del espectro autista (TEA) se caracteriza por graves dificultades en la
competencia social, comunicativa, cognitiva y lingüística. Desde los primeros
estudios de Kanner, se observó que los niños con autismo presentan alteraciones en
el desarrollo del lenguaje, ya sea en su adquisición tardía o en su manifestación
peculiar. Rutter y su grupo de colaboradores contribuyeron a incluir los déficits en el
lenguaje como criterio diagnóstico para el autismo. Sin embargo, es importante no
separar los trastornos del lenguaje en niños con autismo de otras alteraciones, ya
que son expresión de dificultades más amplias en áreas cognitivas, conductuales,
sociales y comunicativas. A pesar de la similitud en el perfil lingüístico, el diagnóstico
diferencial entre autismo, disfasia receptiva y discapacidad intelectual puede resultar
complejo, especialmente debido a que muchos niños con autismo tienen una
discapacidad intelectual asociada. Se ha planteado la hipótesis de una posible
continuidad entre el autismo y la disfasia receptiva, sugiriendo que el autismo podría
ser una forma grave de esta última, donde las dificultades en el lenguaje receptivo
tendrían un papel central en las alteraciones cognitivas, conductuales y sociales
observadas en el autismo.
C. Mutismo selectivo
El mutismo selectivo (MS) se caracteriza por la incapacidad persistente de hablar en
situaciones sociales específicas. Este trastorno suele ser transitorio, pero en algunos
casos puede durar varios años y afectar la comunicación y generar ansiedad social
en la edad adulta. Los niños con MS a menudo recurren a la comunicación no
verbal, como gestos y contacto visual. Para ser diagnosticado, el trastorno debe
persistir al menos por un mes, y no puede atribuirse a la falta de conocimiento o
dominio del lenguaje. El MS puede estar asociado con otros trastornos de ansiedad,
especialmente el trastorno de ansiedad social. Los niños inmigrantes y bilingües
pueden ser más vulnerables a desarrollar este trastorno.
D. Esquizofrenia
El estudio del lenguaje en trastornos mentales como la esquizofrenia y demencias
ha sido desigual. La esquizofrenia se ha investigado desde enfoques biomédicos y
psicodinámicos, enfocándose en trastornos del pensamiento y contenido del
discurso del paciente. Se ha presupuesto la existencia de un lenguaje característico
de la esquizofrenia, aunque la investigación ha sido poco convincente. Se han
propuesto alteraciones en el reconocimiento y significado de palabras, así como
dificultades para mantener el plan del discurso y desviaciones lingüísticas. Los
pacientes con esquizofrenia pueden comprender el lenguaje, pero tienen dificultades
para comunicarse debido a falta de consideración hacia sus interlocutores y
necesidades informativas. También se han observado alteraciones en la
comunicación no verbal, como gestos faciales inadecuados y expresividad limitada
en pacientes con síntomas negativos. En resumen, la esquizofrenia afecta la
producción del lenguaje, especialmente en aspectos semánticos y pragmáticos, lo
que dificulta la comunicación efectiva.

E. Depresión y manía
Las investigaciones sobre el habla en personas con depresión indican que tienden a
hablar con pausas más largas, a un ritmo más lento y en voz baja. Se relaciona esta
lentitud con dificultades en la asociación de ideas. Sin embargo, los resultados sobre
la fluidez verbal, intensidad de la voz y otras variables son inconsistentes debido a
dificultades metodológicas. En contraste, en la manía se observa un habla alterada,
conocida como logorrea, que lleva a un discurso abigarrado y saltigrado, con
cambios impulsivos de tema. Se caracteriza por juegos de palabras y una tendencia
a lo concreto y florido. Aunque se describen patrones lingüísticos distintivos, las
variaciones individuales son notables y no existe un patrón "típicamente depresivo" o
"típicamente maníaco".
F. Ansiedad
El lenguaje popular está lleno de expresiones y refranes que destacan cómo las
emociones negativas como el miedo, ansiedad e ira influyen en nuestra capacidad
de comunicación. Estas expresiones muestran cómo el miedo puede afectar nuestra
habilidad para hablar, incluso sin tener un trastorno mental significativo. El miedo a
hablar en público y la sensación de "mente en blanco" son fenómenos comunes. Las
emociones también se reflejan en nuestra voz, actuando como un indicador de
nuestro estado emocional. La pérdida de la voz, conocida como afonía, puede ser
causada por factores orgánicos o emocionales, como el estrés y la ansiedad,
especialmente en profesiones que requieren un uso extensivo de la voz.
G. Demencias y enfermedad de Alzheimer
Los trastornos del lenguaje son comunes en pacientes con demencia, especialmente
en la enfermedad de Alzheimer y la afasia progresiva primaria (APP), una forma de
demencia frontotemporal que se caracteriza por un deterioro progresivo del lenguaje.
La evaluación neuropsicológica, incluyendo pruebas como la batería Neurobel,
puede ser útil para el diagnóstico diferencial. En la enfermedad de Alzheimer, se
observan dificultades léxicas y de comprensión semántica, así como problemas de
comprensión sintáctica en etapas avanzadas. En la APP, la alteración del lenguaje
es la principal manifestación clínica durante los primeros dos años, pudiendo
presentarse en tres variantes: semántica, logopénica y agramatical. Estos trastornos
del lenguaje son un componente esencial en el diagnóstico y manejo de las
demencias.
VI. Recomendaciones para la evaluación y el tratamiento
En el caso de niños con trastornos del neurodesarrollo, es crucial realizar evaluaciones y
tratamientos tempranos para aprovechar su rápido desarrollo neuronal, que impacta en
áreas como motricidad, cognición, lenguaje, emociones y habilidades sociales. Dado que
algunas categorías diagnósticas en el DSM-5 pueden ser generales, es preferible utilizar
procedimientos de evaluación relacionados con el propósito específico. Si la evaluación está
ligada al tratamiento, se puede adoptar un enfoque individualizado. En cuanto a las técnicas
de tratamiento, se deben elegir aquellas con evidencia demostrada de eficacia, y es
esencial contar con la colaboración de los padres, que actúan como coterapeutas. Además,
es importante que el profesional sea un buen comunicador y tenga habilidades para trabajar
en equipo, dado que varios profesionales pueden colaborar en el proceso.

VII. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias futuras


El estudio de las alteraciones del lenguaje ha experimentado un notable avance en los
siglos XX y XXI. Estas alteraciones son diversas y a menudo complejas, clasificadas según
distintos criterios como lenguaje-habla, primario-secundario, orgánico-funcional, entre otros.
Es esencial distinguir entre trastorno primario (derivado de una lesión en el procesamiento
del lenguaje) y trastorno secundario (parte de un trastorno más amplio o causado por
circunstancias temporales). La afasia, resultado de lesiones cerebrales, puede afectar tanto
al lenguaje hablado como al escrito, y se clasifica según la localización de la lesión. En el
caso de niños, es crucial diferenciar entre alteración y retraso en el desarrollo del lenguaje.
En la disfasia evolutiva, también conocida como TEL, se trata de una alteración significativa
en la adquisición del lenguaje en niños con inteligencia normal, sin explicación por causas
sensoriales, motoras o neurológicas evidentes. Los trastornos del habla, como la dislalia y la
tartamudez, son también áreas de estudio importante en psicopatología del lenguaje. El
DSM-5 clasifica los trastornos de la comunicación en tres categorías: alteraciones en el
lenguaje, en el habla y en la comunicación social.

Capítulo 10
PSICOPATOLOGÍA DEL COMPORTAMIENTO Y LA CONDUCTA
MOTORA

Gemma García-Soriano, Sandra Arnáez y María Roncero

I. INTRODUCCIÓN
El comportamiento humano y las habilidades motoras, incluidos los movimientos,
gestos y expresiones faciales, están estrechamente relacionados con sus
experiencias emocionales y cognitivas, por lo que pueden brindarnos mucha
información sobre sus emociones, sentimientos, nivel de conciencia, energía, actitud
o más. Estás pensando ahora. Cuando nos encontramos con un amigo o cuando un
paciente acude a consulta, obtenemos información sobre sus sentimientos y
percepciones en función de su apariencia, movimiento, forma de andar, expresión
cuando habla, el tono de su voz o la postura que adopta. Ante esta relación y la
imposibilidad de aislar los elementos motores de otros parámetros como la emoción
o la razón, hablamos de psicomotricidad (con actividad motora o muscular).

Las conductas conductuales y motoras se ven alteradas no sólo en diversos


trastornos mentales sino también como resultado de trastornos médicos,
especialmente trastornos neurológicos, y efectos secundarios de ciertos
medicamentos o sustancias. Y dado que los propios cambios psicomotores pueden
en algunos casos ser causados ​por estos factores, es importante determinar el
contexto en el que ocurren.
Los cambios psicomotores pueden incluir movimientos aumentados o aumentados,
movimientos disminuidos o más lentos o diversas anomalías cualitativas.
II. ASPECTOS CUANTITATIVOS DE LA CONDUCTA MOTORA
En este apartado vamos a describir aquellas alteraciones relacionadas con el
comportamiento motor del individuo que varían en un continuo desde la ausencia
total de movimiento hasta la actividad excesiva.
A. ACTIVIDAD MOTORA AUSENTE
1) Acinesia
Se define por la pérdida de movimiento o la dificultad para iniciarlo.
Esta alteración se caracteriza fundamentalmente por un fallo en el
inicio de los movimientos. La acinesia puede afectar a alguna parte
del cuerpo (p. ej., la cabeza, los ojos, los miembros del cuerpo), al
espacio de acción (p. ej., reticencia a moverse en una dirección
espacial) o a las condiciones de respuesta a los estímulos (p. ej., no
conseguir moverse frente a un estímulo específico) (Heilman et al.,
2010).
2) Parálisis
La parálisis o paresis es la incapacidad para mover alguna parte del
cuerpo como consecuencia de una lesión cerebral. La parálisis
provoca desgaste y atrofia muscular de la región afectada a
consecuencia de la falta de uso. Entre las principales causas de la
parálisis se encuentran el ictus, los traumatismos, la poliomielitis y los
factores iatrogénicos. La parálisis también puede ser un síntoma del
trastorno de conversión, aunque tradicionalmente se la denomina
pseudoparálisis para diferenciarla de las que presentan etiología
orgánica.
3) Cataplejía
El término hace referencia a la pérdida súbita y reversible del tono
muscular durante la vigilia (sin alteración de la conciencia). Suele
estar desencadenada por emociones intensas, como la risa, el llanto
o la ira, y afecta a ciertos músculos voluntarios, por ejemplo, se cae la
mandíbula; la cabeza, los brazos y las rodillas se doblan. Pese a que
no afecta a los músculos extraoculares, la persona puede
experimentar visión borrosa y respiración irregular.
4) Estupor
El estupor es un estado alterado de la conciencia que se acompaña
de una pérdida casi completa de la actividad y en el que no existe
ninguna reacción a los estímulos externos. En estadios graves se
asocia con inmovilidad, e incluso, el paciente puede llegar a no ser
capaz de retirarse de estímulos dolorosos (analgesia generalizada).
El estupor puede durar horas, días o incluso más tiempo. El paciente
en estado de estupor parece no ser consciente de lo que sucede a su
alrededor.
B. ACTIVIDAD MOTORA DISMINUIDA Y/O ENLENTECIDA
1) Retardo
El retardo (o retraso) psicomotor o inhibición psicomotriz se
caracteriza por anormalidades de la marcha, la expresión facial, los
gestos, el habla, la psicomotricidad fina, y los procesos de
pensamiento. Esta alteración implica lentitud en la iniciación,
ejecución y finalización de la actividad motora y del pensamiento
(bradipsiquia) sin que exista una causa orgánica aparente. Al paciente
le resulta más difícil iniciar y llevar a cabo cualquier actividad, así
como pensar, dando lugar a una reducción de la actividad motora
espontánea y a mayores latencias de respuesta.
2) Hipocinesia
Algunos autores distinguen entre retraso psicomotor y disminución de
la actividad motora voluntaria o hipocinesia. Esto incluye reducir la
actividad personal y la multitarea (por ejemplo, suspender tareas
domésticas simples o, en menor medida, suspender algunas tareas).
Lo que se ha hecho antes: B. encontrarse con un amigo). Este es un
rasgo asociado con una variedad de cambios motivacionales y de
humor, como somnolencia, depresión, esquizofrenia o adicción.
3) Obstrucción
Esto se describe como un bloqueo de la actividad motora y puede
manifestarse de varias maneras. Por ejemplo, una persona no puede
iniciar una acción en un momento determinado, pero puede realizarla
sin problemas. O, cuando se les pide que muevan una parte del
cuerpo, es posible que comiencen el movimiento, no sepan cómo
continuar y se detengan a la mitad. O, mientras la persona realiza una
acción espontánea, puede haber una parada repentina en el medio.
Los obstáculos pueden afectar los movimientos habituales y
reactivos.
C. ACTIVIDAD MOTORA EXCESIVA Y/O ACELERADA
1) Hipercinesia
También denominada hiperactividad se define como el estado en el
que la persona realiza un elevado número de acciones en un corto
período de tiempo o simultáneamente, sin llegar a completar muchas
de ellas. El DSM-5 la define en el contexto del trastorno por déficit de
atención/hiperactividad como una actividad motora excesiva cuando
no resulta apropiado, que en adultos se puede manifestar como
inquietud extrema y un nivel de actividad que cansa a los demás
(APA, 2013).
2) Agitación
Este término se aplica cuando la hipercinesia es extrema y, a
diferencia de esta, los movimientos carecen de objetivo.
1. Agitaciones reactivas: Se dan como consecuencia de
situaciones o acontecimientos estresantes, de factores tóxicos
como efectos secundarios de medicamentos, y de intoxicación
y abstinencia a drogas.
2. Agitaciones en trastornos orgánico-cerebrales: Son
aquellas que aparecen en cuadros confuso-oníricos como el
delirium tremens, en las crisis de la epilepsia, y como
consecuencia de infartos o traumatismos cerebrales.
3. Agitaciones psicóticas: Estas se observan en la
esquizofrenia con catatonía, cuando el paciente sale de la fase
de estupor con una crisis de violencia, gritando, corriendo.
3) Inquietud
Se trata de un nivel leve de hiperactividad, donde los movimientos no
tienen un objetivo. En este estado el paciente mantiene cierto control
sobre su conducta.
III. ASPECTOS CUALITATIVOS DE LA CONDUCTA MOTORA
En este apartado incluiremos en primer lugar alteraciones que podemos valorar tras
solicitar al paciente que desarrolle una actividad.

A. Alteraciones de los movimientos inducidos


En este apartado se incluyen aquellas alteraciones que se producen cuando
se le solicita al paciente que realice un comportamiento.
I. Negativismo
Se caracteriza por la oposición o resistencia del paciente, sin
motivación aparente, a seguir las instrucciones o movimientos que se
le demandan. Se puede distinguir entre un negativismo pasivo en el
que la resistencia del paciente no es activa (p. ej„ se le pide que
levante el brazo y no lo mueve; se le tiende la mano para saludarle, y
no mueve su mano), y un negativismo activo en que el paciente
realiza la acción contraria a la demandada.
II. Obediencia automática
En este trastorno el paciente lleva a cabo una instrucción sin importar
las consecuencias. Para demostrar esto, se debe pedir al paciente
que se resista a las instrucciones del examinador.
III. Ambitendencia
También denominada ambivalencia motora es considerada por
algunos autores como una forma leve (o previa) de negativísimo. Se
refiere a la tendencia a realizar simultáneamente dos acciones que
resultan antagónicas, por lo que, al iniciarse, se interfieren entre sí, y
no llegan a completarse.
IV. Perseverancia
La perseveración motora es la incapacidad para cambiar de tarea o
movimiento. El paciente repite una acción, que pudo tener sentido
antes, pero no actualmente. Por lo que respecta a la perseveración
motora, esta se clasifica en simple, cuando el paciente no cesa de
realizar una actividad que se le pidió.
V. Flexibilidad cérea
Se caracteriza por una sensación de resistencia plástica cuando el
examinador mueve el cuerpo del paciente, lo que se asemeja a la
flexión de una varilla de cera blanda. Cuando el movimiento pasivo se
detiene, se conserva la postura final (durante un minuto o más),
aunque resulte incómoda para el paciente.
VI. Catalepsia
Es una alteración motora que se caracteriza por la aparición repentina
y momentánea de inmovilidad y rigidez muscular, sin que la persona
responda a los estímulos sensoriales.
VII. Ecosíntomas
Consisten en que la persona imita los movimientos, gestos, o
palabras de otra persona. Se suele diferenciar entre: ecopraxialo
ecocinesis), en la que se da una imitación automática de los
movimientos observados en otra persona; la ecomímica en la que el
paciente imita los gestos de su interlocutor; y la ecolalia, que consiste
en la imitación automática de las últimas sílabas, palabras.
B. Alteraciones de los movimientos involuntarios
En este apartado se clasifican aquellos movimientos que no se encuentran
bajo el control voluntario de la persona, y que se engloban bajo la categoría
de discinesias o espectro de las discinesias.
I. Temblor
El término temblor remite, en general, a un movimiento no intencional,
oscilatorio y rítmico que se produce por la contracción síncrona
alternante de músculos agonistas y antagonistas
II. Corea
Se refiere al movimiento involuntario, en forma de sacudida breve,
rápida, irregular y aleatoria que puede parecer un movimiento
expresivo.
III. Balismo
Este es un tipo de movimiento espástico muy bruscocomo un disparo,
y de gran amplitud, que se da desde el hombro o desde la pelvis.
IV. Atetosis
Se denomina atetosis a un flujo de movimiento involuntario, lento,
continuo y sinuoso, serpenteante o de contorsión, sin objetivo alguno.
V. Distonía
La distonía es un movimiento involuntario que se caracteriza por una
contracción muscular sostenida en el tiempo causando retorcimiento,
movimientos repetitivos, o posturas extrañas.
VI. Mioclonía
Se caracteriza por movimientos espasmódicos con amplitud variable
muy rápidos y breves.
VII. Sincinesia
El término sincinesia se define como un movimiento involuntario
parásito o accesorio que se da como consecuencia de otro
movimiento.
VIII. Discinesia tardía
Es un síndrome iatrogénico que se produce tras la administración
prolongada -de ahí que se denomine tardía- de fármacos bloqueantes
de los receptores dopaminérgicos D2 y D3, habitualmente
neurolépticos, aunque también se ha observado con otros fármacos,
como las benzodiacepinas, anticonvulsivantes, y anticolinérgicos,
entre otros.
IX. Convulsiones
Las convulsiones se caracterizan por la contracción violenta,
incontrolable y difusa de la musculatura voluntaria que son
características de la epilepsia, pero que también se dan en
traumatismos craneales, abstinencia al alcohol, tumores, trastornos
metabólicos, lesiones congénitas o asociadas a la fiebre en niños,
entre otros.
X. Tics
Los tics se caracterizan por ser movimientos involuntarios repentinos,
intermitentes, espasmódicos y sin objetivo.
XI. Estereotipias
Consisten en la repetición continuada e innecesaria de movimientos o
gestos que son complejos y organizados, como el frotarse las manos
o la cara, golpear con los dedos, mecer el cuerpo, o golpearse.
XII. Automatismos
Son movimientos involuntarios repetitivos que se realizan sin control
consciente, automático, y, por tanto, no tienen un objetivo.
XIII. Acatisia
La característica definitoria es la sensación subjetiva de inquietud,
tensión y el impulso irrefrenable de moverse.

C. Alteraciones de los movimientos voluntarios y de la conducta


intencional
En esta categoría describiremos un conjunto de alteraciones de la conducta
motora que está bajo el control voluntario y, por tanto, que son intencionales,
aunque la persona puede sentir que las realiza en contra de su voluntad, es
decir, que no puede resistirse a realizar la conducta.
I. Comportamientos de seguridad o de búsqueda de
seguridad
● Comportamientos de neutralización.- Los comportamientos
de neutralización se han descrito en el contexto del trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC desde dos aproximaciones
diferentes. En primer lugar, se empleó una definición
restringida, en la que se les ha definido como una estrategia
encubierta o cognitiva realizada con el objetivo de poner las
cosas bien.
● Comportamientos de evitación y escape.- Los
comportamientos de evitación se definen como una reacción
conductual o cognitiva que la persona realiza ante una
situación o un estímulo que le provoca miedo o malestar con
el objetivo de mantenerse lejos del estímulo o situación
temida.
● Comportamientos compulsivos o compulsiones.- Las
compulsiones son «comportamientos o actos mentales
repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una
obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de
manera rígida.
● Comportamientos de comprobación.- Las comprobaciones
hacen referencia a comprobaciones continuas (conductuales o
cognitivas) de aquello temido o que constituye el centro de las
preocupaciones de la persona.
● Comportamientos excesivos de búsqueda de reaseguro o
reaseguración.- Los comportamientos de búsqueda de
reaseguro consisten en la demanda repetida de confirmación
u opinión a otras personas sobre aspectos de los que ya se ha
sido informado.
II. Comportamientos relacionados con la apariencia, la figura y el
peso corporal
● Conducta de atracón.- Esta conducta hace referencia a una
consumición rápida de grandes cantidades de comida con
poca o ninguna satisfacción.
● Comportamientos purgativos.- Empleamos el término
comportamientos purgativos en el contexto de los trastornos
de la conducta alimentaria para recoger la conducta por la que
la persona compensa una ingesta excesiva de calorías.
● Comportamientos restrictivos.- Los comportamientos
restrictivos recogen comportamientos dirigidos a perder peso
restringiendo las calorías que la persona ingiere a través de
dietas o ayuno.
● Acicalamiento, vestimenta, y aseo e higiene.- El
acicalamiento hace referencia a la conducta de aseo y arreglo
personal.
III. Comportamientos agresivos
En este apartado recogeremos aquellas conductas que implican un
ataque hacia la propia persona (conductas autoagresivas, autolisis) o
hacia otro ser vivo (heteroagresivas).
● Comportamientos autoagresivos.- Se suele diferenciar entre
las lesiones inducidas o conductas autolesivas, y los intentos
de suicidio.
● Comportamientos heteroagresivos.- Se emplea este
término para referirnos a aquella conducta que tiene como
resultado un daño personal o hacia la propiedad de otra
persona.
IV. Comportamientos relacionados con la «intención de hacer»
A continuación, vamos a describir dos alteraciones que no suelen
categorizarse dentro del apartado de alteraciones motoras por estar
asociadas a la voluntad.
● Actos impulsivos.- Los actos impulsivos se caracterizan por
ser comportamientos inapropiados en un contexto particular,
expresarse de forma prematura sin deliberar ni reflexionar
sobre sus consecuencias futuras, y dar lugar a consecuencias
no deseadas a corto o largo plazo que la persona no había
previsto.
● Abulia.- La abulia implica una disminución de la voluntad para
iniciar (o completar) una conducta dirigida a un objetivo.
V. Otras alteraciones del comportamiento voluntario
● Comportamientos extravagantes.- Con el término
comportamientos extravagantes nos referimos a aquellas
conductas que al observador le resultan raras, extrañas,
peculiares, o no adecuadas a la situación; es uno de los
síntomas que la población general asocia al concepto de
“locura”.
● Manierismos.- Los manierismos también son conductas que
resultan extravagantes, pero en este caso se emplea el
término para referirse a modos característicos de hacer las
cosas, variaciones propias o extrañas de conductas normales.
● Bloqueo o congelación conductual, quedarse paralizado.-
El bloqueo recoge la respuesta de inmovilidad ante una
situación que genera miedo frente a las respuestas habituales
de activación (huida o lucha).
● Apraxia.- La apraxia es una alteración neurológica que se
manifiesta por la dificultad para llevar a cabo de forma exitosa
una actividad psicomotora propositiva (voluntaria) de cierta
complejidad.
IV. ALTERACIONES DE LA MÍMICA Y LA EXPRESIÓN
El hipermimetismo es la exageración y expresión de expresiones faciales y gestos al
hablar. Hay dos tipos. En la oftalmía generalizada, donde se ven afectados todos los
músculos faciales, la mirada no se fija en ningún punto y también se observa
dispersión. Estos hiperméricos tienen efectos emocionales (p. ej., mirada
excesivamente expresiva, provocativa y agresiva que acompaña al trastorno de
conversión y puede reflejar características de actuación).

Las hipomimias las amimias baja indica una expresión mimética reducida o ausente
tanto en gestos como en movimientos. La mirada permanece fijada en un objeto o
en el aire. Pueden producirse episodios depresivos, trastornos neurocognitivos,
discapacidad intelectual y casos leves de esquizofrenia.

Las dismimias o paramimias reflejan la discrepancia entre la expresión facial del


paciente y su contenido emocional.
V. RECOMENDACIONES PARA LA EVALUACIÓN Y EL
TRATAMIENTO
Como hemos comentado en la introducción, en el abordaje de la evaluación del
comportamiento y la conducta motora es necesario tener presente que esta función
se encuentra estrechamente interrelacionada con el resto de procesos mentales. Por
este motivo, resulta crucial realizar una valoración del aspecto motor en el conjunto
del cuadro clínico, incluyendo un análisis funcional para esclarecer el patrón que se
da en el paciente. Los principales aspectos a considerar son los siguientes: (a)
expresión facial, (b) postura, (c) habla y (d) motórica general.

Por lo que respecta a las alteraciones cuantitativas de la conducta motora, tanto si


es por exceso como por defecto, se evalúan fundamentalmente a través de la
observación y el examen físico, con la ayuda de escalas de evaluación clínica.

Por lo que respecta a la evaluación de los movimientos inducidos presentes


fundamentalmente en el cuadro clínico de la catatonía, se evalúan principalmente a
través de la observación de la conducta en respuesta a la solicitud de realizar
determinados movimientos.

VI. RESUMEN DE ASPECTOS FUNDAMENTALES Y


TENDENCIAS FUTURAS
Los comportamientos y movimientos motores están íntimamente relacionados con el resto
de procesos psicológicos como los afectos o la cognición, siendo imposible mantener estos
aspectos separados; por ello, suele hablarse de psicomotricidad para referirse al tipo de
alteraciones que en este capítulo se han descrito.

En función de la cantidad de movimientos y comportamientos, y concretamente del número,


rapidez e intensidad de los mismos, se puede establecer un continuo en el que en un
extremo se da una ausencia de movimientos (acinesia) y en el otro extremo, un nivel
excesivo de movimientos sin un pronóstico específico (agitación). En el extremo de la
ausencia de movimientos, se pueden observar otras alteraciones como la incapacidad para
mover alguna parte del cuerpo (parálisis), la pérdida de tono muscular (cataplejía), o la
ausencia de movimientos asociada a un estado alterado de la conciencia (estupor). En un
término medio podemos observar lentitud en la iniciación, ejecución y finalización de la
actividad motora asociada a psicopatologías (retardo psicomotor) o a enfermedades como
el Párkinson (hipocinesia), y el bloqueo de los comportamientos (obstrucción). En el
extremo de incremento de la actividad hemos descrito también la inquietud motora y la
actividad excesiva asociada a un objetivo (hipercinesia).

Por último, hemos descrito un amplio conjunto de comportamientos intencionales:


A. Los que se realizan con el objetivo de sentirse más seguro o de prevenir o minimizar
una catástrofe temida e imaginada: comportamientos de neutralización, compulsivos,
comprobación, búsqueda de reaseguro o evitación.
B. Los relacionados con la apariencia, la figura y el peso corporal que implican una
pérdida del control sobre lo que se ingiere (atracón), que están dirigidos a controlar
el peso y la figura por medio de la restricción (restricción en las calorías, inanición) o
dé la purga (inducción del vómito, uso inadecuado de laxantes, diuréticos o
enemas), o dirigidos a disimular defectos que la persona cree tener (acicalamiento).
C. Los que implican auto-agresión con (intentos de suicido) o sin (autolesión)
intencionalidad suicida, así como de hetero-agresión.
D. Las alteraciones asociadas a la «intención de hacer», concretamente la disminución
o falta de voluntad para iniciar o realizar un comportamiento (abulia) y la
predisposición a actuar de forma apresurada sin tener en cuenta las consecuencias
(impulsividad).
E. Otros comportamientos como los extravagantes, manierismos, el bloqueo y las
apraxias; y, finalmente, alteraciones que afectan a la expresión facial y gestual.

Capítulo 11
REGULACIÓN EMOCIONAL
Rosa María Baños, María José Galdón y Azucena García-Palacios

Introducción:
Las emociones surgen con un propósito, sirven para promover conductas (dirigidas a
nuestra supervivencia), pero también para ayudarnos a tomar decisiones sobre acciones o
planes concretos. En general, aparecen cuando interpretamos que la situación es
fundamental para nuestros objetivos, ya sean personales, sociales, o culturales. Se han
señalado una serie de etapas o fases a través de las cua­les se produciría la «generación»
de las respuestas emocionales, y que comienzan con nuestra atención hacia la situación, a
la que le otorgamos un significado con valencia, y posteriormente se pro­duce un conjunto
más o menos acoplado de cambios internos, que incluyen cambios fisiológicos,
conductuales y subjetivos-experienciales.

II: DEFINICIONES Y CONCEPTOS BÁSICOS:


a) Precisiones conceptuales:
Términos como «emoción», «sentimientos», «reacciones afectivas» o «estados de ánimo»
son palabras que habitualmente utilizamos en nuestra vida cotidiana y, en la mayoría de las
ocasiones, lo hacemos de forma sinónima o intercambiable, . Por su parte, las «emociones»
se suelen describir como conjuntos coordinados de respuestas a eventos internos o
externos que tienen un significado particular para el organismo.

b) Emociones: normalidad y psicopatología:

El estudio de las emociones, como la tristeza, la euforia, el miedo, o la ansiedad, ha sido un


tópico central en psicopatología, ya que se han considerado como una característica
fundamental de diversas condiciones psicopatológicas. Aunque las emociones son
fundamentales para nuestra supervivencia y para nuestro funcionamiento cotidiano, como
comentábamos, también pueden hacernos daño.

III EMOCIONES Y PSICOPATOLOGÍA: LA PERSPECTIVA CLÁSICA


a) Exploración de la afectividad:
Descripción de los estados emocionales más relevantes para valorar a la hora de realizar la
exploración psicopatológica.-
1.- ansiedad
2.- depresión
3.- alegría y euforia
4.- irritabilidad, irá y hostilidad
b) Clasificación de las alteraciones afectivas:
1.- alteraciones cuantitativas
2.- alteraciones cualitativas: estas describen diferentes alteraciones de los estados
emocionales como: labilidad afectiva, incontinencia afectiva, ambivalencia afectiva, rigidez
afectiva, indiferencia afectiva, paratimia, y anhedonia.

IV REGULACIÓN EMOCIONAL Y PSICOPATOLOGÍA


En las dos últimas décadas se ha producido un crecimiento exponencial en el estudio de los
procesos afectivos y emocionales en psicopatología, hasta el punto de que algunos
sugieren que esto ha supuesto el surgimiento de una nueva disciplina.
01. Generación de emociones y regulación emocional
En primer lugar, es importante diferenciar los procesos que están implicados en la
generación de las emociones de aquellos que están implicados en su regulación.
Por lo que respecta a la generación de emociones, los planteamientos cognitivos
actuales suelen identificar una serie de fases o etapas secuenciales que describen
este proceso.
02. Propuestas y modelos de regulación emocional
En la actualidad, y debido al crecimiento exponencial de la investigación sobre RE
existen numerosos modelos que intentan explicar el proceso de regulación de las
emociones y sus déficits. No obstante, un análisis más detallado de los mismos
revela que comparten más puntos en común de lo que, a primera vista, podría
parecer.
03. Estrategias/habilidades de regulación emocional y psicopatología
En el ámbito de la RE también nos encontramos con problemas para establecer los
límites entre lo que es normal o adaptativo y lo que no lo es. En general, la mayoría
de las definiciones y modelos sobre RE, tal y como acabamos de ver, no diferencian
claramente cuándo estos procesos son adaptativos y cuándo son disfuncionales
(Hervás y Vázquez, 2006).
04. Regulación emocional y trastornos mentales
En estos trastornos existe claramente la presencia de una patología emocional en su
núcleo, constituyendo además su sintomatología más relevante. Pero más allá de
estos trastornos, en los que se reconocen las dificultades emocionales en sus
criterios, muchos estudios indican que los déficits en RE también contribuyen al
desarrollo y al mantenimiento de otras muchas categorías diagnósticas.
V RECOMENDACIONES PARA LA EVALUACIÓN Y EL TRATAMIENTO
Entre ellos destacaríamos el Cuestionario de Regulación Emocional (Emotion Regulation
Questionnaire, ERQ; Gross y John, 2003), que evalúa la utilización de dos estrategias de
RE: la reevaluación positiva y la supresión emocional. Este cuestionario ha sido adaptado y
validado en diversos idiomas, incluido el castellano, mostrando ser una herramienta fiable y
válida para la evaluación de estas estrategias de RE en nuestra población (Cabello, et al. Si
bien existe un primer intento de validación de esta versión a la población adolescente
española (Navarro et al. , 2018), los resultados obtenidos por los autores no muestran
buenos índices psicométricos, por lo que se necesitan un mayor número de estudios para
confirmar la conveniencia o no de su uso en esta población. Otro instrumento ampliamente
usado es la Escala de Dificultades en la Regulación Emocional, que evalúa seis
dimensiones: (a) falta de aceptación de las respuestas emocionales; (b) interferencias en
comportamientos dirigidos a metas; (c) dificultades para el control de los impulsos; (d) falta
de conciencia emocional; (e) acceso limitado a estrategias eficaces de regulación
emocional, y (f) falta de claridad emocional. Este instrumento ha mostrado buenos índices
de bondad psicométrica y ha sido adaptado al castellano por Hervás y Jódar (2008). , 2016)
que cuenta con buenos índices psicométricos. Con el objetivo de ampliar el foco de
evaluación a las dificultades clínicamente relevantes en la regulación de las emociones
positivas, se ha desarrollado la Escala de Dificultades en la Regulación Emocional-Positivas
que evalúa tres dimensiones: (a) falta de aceptación de emociones positivas; (b)
interferencias para implicarse en comportamientos dirigidos a una meta, y (c) dificultades
para controlar las conductas impulsivas cuando se experimentan emociones positivas.
Otro cuestionario relevante en este ámbito es el Cuestionario de Regulación Cognitiva de
las Emociones (Cognitive Emotion Regulation Questionnaire, CERO; Garnefski et al. ,
2002), que evalúa las estrategias autorreguladoras, conscientes y cognitivas de regulación
emocional que las personas utilizan cuando experimentan experiencias vitales estresantes,
distinguiendo entre nueve estrategias diferentes: (a) auto-culpa; (b) culpar a los demás; (c)
rumiación; (d) catastrofismo; (e) tomar perspectiva; (f) re-focalización positiva; (g)
reevaluación positiva; (h) aceptación, e (i) focalización en la planificación. Los estudios de
validación han mostrado buenas propiedades psicométricas (p. (2013) cuyos resultados
replican los obtenidos en estudios previos incrementando, en este sentido, el apoyo a la
validez de este instrumento para evaluar estrategias cognitivas de RE. Hay que señalar que
los autores del cuestionario han desarrollado una versión adaptada para niños entre nueve
y once años, The Cognitive Emotion Regulation Questionnaire for Children. Un ejemplo
representativo de auto-informe que aborda la evaluación de estas estrategias es el
Cuestionario de Regulación Interpersonal de las Emociones (Interpersonal Emotion
Regulation Questionnaire, IERQ; Hofmann, Carpenter, y Curtiss, 2016), desarrollado para
evaluar cómo las emociones de uno mismo pueden ser reguladas por otras personas, sin
que uno se esfuerce por obtener esa regulación.
A pesar de no trabajar directamente la RE, estas intervenciones, que suelen ser
cognitivo-comportamentales, logran cambios y mejoras en la RE global de los pacientes, así
como en algunas habilidades específicas de RE. Aquí se incluyen enfoques terapéuticos
como la terapia dialéctica comportamental para el TLP de Linehan, el protocolo unificado
para los trastornos emocionales de Barlow, la terapia comportamental basada en la
aceptación para el trastorno de ansiedad generalizada de Roemer y Orsillo, el
entrenamiento en regulación del afecto y las relaciones interpersonales más la exposición
prolongada para el trastorno de estrés postraumático de Cloitre. Por último, entre los
tratamientos diseñados específicamente para la regulación emocional se incluyen la terapia
para la regulación emocional para el trastorno de ansiedad generalizada de Mennin, el
programa de entrenamiento en habilidades de regulación emocional para pacientes
hospitalizados con depresión de Berking y la terapia de grupo de regulación emocional
basada en aceptación para autolesiones en mujeres de Gratz. Estos programas de
tratamiento producen mejoras muy importantes en la regulación emocional global y en
habilidades de regulación específicas y, además, los datos indican que estas mejorías
median la recuperación en los síntomas de esos trastornos.
Capítulo 12
EL ESTRÉS

Bonifacio Sandín

I. ¿Qué es el estrés?

Se ha indicado que el término estrés ya fue empleado a partir del siglo xiv para
referirse a experiencias negativas, tales como adversidades, dificultades,
sufrimiento, aflicción, etc. Sin embargo, en el siglo xvn, por influencia del prestigioso
biólogo y físico R. Hooke, el concepto de estrés se asocia a fenómenos físicos como
presión, fuerza, distorsión, etc.

A partir de este marco de referencia general, el concepto de estrés va a aplicarse de


forma diferente según el sesgo del científico. Así, mientras que los enfoques
fisiológicos y bioquímicos consideran el estrés en términos de respuestas, las
orientaciones psicológicas y psicosociales, al poner más énfasis en la situación
estimular, han tendido a asumir el estrés como un fenómeno externo, focalizado en
el estímulo.
II. Orientaciones teóricas sobre el estrés
1. Teorías basadas en la respuesta
Sin duda alguna, Hans Selye es la persona que ha popularizado el término
«estrés», y es también quien puede considerarse como fundador de este
área de investigación aplicada a las ciencias de la salud (véase Sandín,
1984, para una amplia exposición sobre la teoría de este autor). La teoría del
estrés formulada por Selye, tanto en las primeras versiones (Selye, 1954,
1960) como en otras más recientes (Selye, 1983), entiende el estrés como
una respuesta no específica del organismo.
- Reacción de alarma. Reacción del organismo cuando es expuesto
repentinamente a diversos estímulos a los que no está adaptado.
- Etapa de resistencia. Ningún organismo puede mantenerse
constantemente en un estado de alarma.
- Etapa de agotamiento. Si el organismo continúa expuesto al estresor
prolongadamente, pierde la adaptación adquirida en la fase anterior
entrando en la tercera fase o de agotamiento.
2. Crítica al concepto de inespecificidad
Una de las hipótesis más controvertidas de la teoría de Selye es su idea de
que la respuesta de estrés es inespecífica, ya que puede observarse ante
diversos estresores como el frío, el ejercicio físico, el calor o el dolor.

Masón (1968) demostró que la gran sensibilidad que posee el sistema


neuroendocrino para responder a los estímulos emocionales permite sugerir
que, en lugar de una respuesta inespecífica a las distintas amenazas, lo que
existe es una respuesta específica para todos los estímulos emocionales.
Masón había observado que empleando agentes estresores de laboratorio
típicos, como el ayuno, la fatiga, el frío, las hemorragias, etc., resultaba
extremadamente difícil aislar el componente psicológico.
3. Definición del estrés
Cuando se dice que alguien tiene estrés, tanto en el ámbito científico como
en otros medios, se asume implícita o explícitamente que se trata de un
estado del organismo producido por agentes diversos. Es decir, el estrés se
entiende primariamente como una respuesta. Muchas definiciones del estrés
han enfatizado este fenómeno.
El problema de algunos enfoques del estrés centrados en la respuesta ha
consistido en entender que esta es únicamente orgánica (las respuestas de
estrés implican tanto a los factores fisiológicos y conductuales como a los
cognitivos).
4. Estrés, alostasis y carga alostática
El concepto del estrés es fundamental para entender la vida y la evolución
sobre la base de la homeostasis (mantenimiento de un equilibrio interno en el
organismo). Los organismos mantienen un equilibrio dinámico complejo (la
homeostasis) que cambia constantemente por los efectos adversos de
agentes externos o internos que denominamos estresores.
III. Demandas psicosociales (estrés psicosocial)
Se centra en los agentes externos (psicosociales) estresantes. Mantenemos el
término de “estrés psicosocial” porque en esta perspectiva se entiende que los
acontecimientos estresantes constituyen el estrés, los cuales producen alteración en
el funcionamiento psicológico y somático del organismo.
I. Sucesos vitales
● El enfoque de los sucesos vitales: nuevo marco teórico del
estrés.- El desarrollo de la aproximación conocida como «enfoque de
los sucesos vitales» se debe indudablemente al grupo de Thomas H.
Holmes. Sin embargo, las ideas de dos defensores de la
conceptuación de la enfermedad como un proceso biopsicosocial,
Harold G. Wolff y Adolf Meyer, influyeron significativamente en la
orientación científica de aquel. De forma particular Meyer, interesado
por la interrelación entre la biología, la psicología y la sociología, en
relación con los procesos de salud y enfermedad.
● Sucesos vitales múltiples.- Esta modalidad de investigar el estrés
se ha basado en diversos tipos de eventos, sobre los cuales podrían
destacarse las siguientes siete categorías (Sandín, 1993):
- Trabajos relacionados con situaciones bélicas (prisioneros en
campos de concentración, veteranos de Vietnam, etc.).
- Víctimas del terrorismo.
- Víctimas de la violencia en general.
- Personas con enfermedades terminales u operaciones
quirúrgicas mayores.
- Casos de migraciones.
- Desastres naturales.
- Sucesos vitales altamente traumáticos.
● Sucesos vitales y salud.- La cuantificación del estrés se lleva a
cabo, como hemos visto, a través de la medida de los sucesos vitales.
Estos pueden evaluarse simplemente en cuanto a su ocurrencia;
pueden también ponderarse sobre la base de sistemas escalados, o
pueden ser ponderados por el propio individuo.
II. Sucesos menores (estrés diario)
Suceso de ocurrencia cotidiana que contrasta con el suceso mayor por ser
más frecuente, más próximo al individuo y por ejercer menor grado de
impacto sobre la persona. Las contrariedades o fastidios son sucesos
negativos definidos como demandas irritantes y frustrantes. Las
satisfacciones son sucesos positivos, consistentes en experiencias
placenteras.
III. El estrés crónico: una forma perniciosa del estrés
En contraste con las formas de estrés basadas en los sucesos vitales o en el
estrés diario, el estrés crónico: (a) no comienza necesariamente como un
suceso, sino que se desarrolla lenta e insidiosamente como una condición
problemática y continúa en nuestro ambiente social y en nuestros roles, y (b)
típicamente, desde que aparece hasta que termina, posee un curso temporal
más largo que los sucesos vitales (Sandín, 2008).
En su mayor parte, el estrés crónico se ha venido identificando prácticamente
con el concepto de estrés laboral, o estrés de rol (Sandín, 2008).
IV. Evaluación cognitiva
La importancia de la conciencia o la evaluación cognitiva de estímulos
potencialmente inductores de estrés se ha incorporado firmemente al legado
científico de la psicopatología del estrés de Lazarus. Los modelos de estrés
psicosocial basados ​en las guías de Holmes generalmente no han considerado que
esta variable sea particularmente importante en la predicción de enfermedades
debidas al estrés psicosocial.

En el experimento de Weiss (1971), analizado anteriormente, subrayamos la


importancia del control percibido por los sujetos en situaciones estresantes. Sólo los
animales experimentales sin un grupo de control desarrollaron úlceras gástricas
incluso cuando fueron expuestos a los mismos estímulos estresantes que otros
animales.

Se ha propuesto que el control percibido reduce las respuestas al estrés mediante la


acción de al menos dos mecanismos posibles: la adquisición de información y las
respuestas anticipatorias (Feuerstein et al., 1986).
V. Afrontamiento del estrés
El afrontamiento es un concepto que se ha empleado con diferentes sentidos. Se ha
entendido como una reducción o supresión del estado de estrés, es decir, como un
resultado. Cuando desaparece la respuesta fisiológica del estrés, entonces se dice
que existe coping. Tal significado es defendido por Levine (1978).
I. El afrontamiento como proceso
● Un enfoque alternativo al modelo centrado en los estilos de
afrontamiento es el sugerido por el grupo de Lazarus en términos de
proceso (Folkman, 1982; Lazarus, 1966,1993, 1993; Lazarus y
Folkman, 1984). Así, desde un punto de vista procesual, el
afrontamiento es definido como los esfuerzos en curso cognitivos y
conductuales para manejar las demandas externas o internas.
II. Estrategias de afrontamiento
● Como hemos indicado en el epígrafe anterior, el grupo de Lazarus ha
dejado constancia de que las estrategias de afrontamiento pueden ser
estables a través de diferentes situaciones estresantes. Muchos
autores han empleado los métodos psicométricos desarrollados por
este grupo aplicándolos como una medida de rasgo. Esto se ha
hecho modificando las instrucciones de respuesta, de tal forma que el
sujeto, en lugar de responder según un contexto específico, debe
estimar cada una de las conductas o pensamientos de la lista según
las utilice de forma característica cuando se encuentra ante estados
de estrés.
VI. La respuesta de estrés
Hablar de la respuesta de estrés significa decir que el organismo se encuentra
«estresado», o en estado de estrés (vulgarmente se dice, en tales circunstancias,
que una persona tiene estrés).
A. Respuestas fisiológicas
● Respuestas fisiológicas relacionadas con el estrés.- Las
respuestas fisiológicas asociadas al estrés fueron establecidas
inicialmente por Selye, el cual implicó prioritariamente a la activación
de los sistemas neuroendocrinos
hipotálamo-hipófiso-corticosuprarrenal y médulo-suprarrenal, así
como también a la activación del sistema nervioso autónomo
simpático.
● El sistema neuroendocrino del estrés.- Aunque el estrés parece
asociarse a un conjunto amplio de respuestas fisiológicas, pudiendo
afectar prácticamente a todo el organismo, existe un sistema del
estrés que regula dichas respuestas que denominamos como
«sistema neuroendocrino del estrés» (véase Sandín, 2001).
B. Respuestas psicológicas
La principal respuesta psicológica asociada al estrés es de tipo emocional.
En las páginas precedentes hemos indicado que el estrés surge cuando el
organismo lleva a cabo un sobreesfuerzo para contrarrestar el desequilibrio
inducido por alguna amenaza que altera su normal funcionamiento. Como ha
señalado Arnold (1967), la reacción del organismo bajo estrés es
extraordinaria, y tiene como finalidad restaurar su funcionamiento normal. Tal
actividad extraordinaria frecuentemente incluye acciones dirigidas hacia una
meta. De este modo, la emoción es activada junto a los cambios fisiológicos
que caracterizan el «síndrome de estrés».
VII. Apoyo social
El apoyo social representa la sexta fase de nuestro modelo general del estrés. En el
apartado anterior nos hemos referido al afrontamiento, es decir, a los recursos
personales para hacer frente al estrés; el apoyo social proporciona los recursos
sociales para el afrontamiento.
Tal vez por la propia amplitud del concepto, las aproximaciones metodológicas y las
definiciones al uso presentan notables variaciones, aunque en general prevalece la
idea sobre la importancia capital que tiene el apoyo percibido por el individuo, más
que el apoyo real. Sin duda, mi definición favorita sobre el apoyo social es la
propuesta por Wills (I99I).

El apoyo social constituye un conjunto de recursos que implican aspectos


emocionales, instrumentales e informativos. El apoyo emocional implica proporcionar
afecto y cuidados a otros individuos, así como también asegurar a la persona de su
valía y la preocupación que tienen por ella otras personas. El apoyo instrumental
implica proporcionar asistencia tangible, como ayuda en aspectos económicos o
bienes concretos. El apoyo informativo se produce cuando una persona ayuda a otra
a entender mejor una situación estresante y a cerciorarse sobre las mejores
estrategias para afrontar el problema.
VIII. Variables personales de predisposición
Además de las variables mediadoras de la respuesta de estrés (valoración cognitiva
y estrategias de afrontamiento) y del apoyo social, y aparte de la conocida relevancia
de los factores demográficos existe un conjunto de variables de características
personales de tipo disposicional y rasgos de personalidad (relativamente estables)
que “modulan” las reacciones del individuo a las situaciones estresantes.
1. Estrés y características personales
Las variables de diferencias individuales que han sido propuestas como
factores moduladores de la relación entre el estrés y la enfermedad son
múltiples y diversas. Puede observarse que mientras algunas son
consideradas como potenciadoras de la salud.
● La alexitimia se define como una característica personal que consiste
en una discapacidad para describir verbalmente la experiencia
emocional:
- Dificultad para identificar emociones.
- Dificultad para comunicar emociones.
- Reducción de ensueños y fantasías.
- Pensamiento orientado externamente.
2. Tipos de reacción al estrés
Tipos de respuestas al estrés (o tipos de respuestas interpersonales o
psicosociales) propuestas por Eysenck y Grossarth-Maticek. El hecho de que
este modelo sea poco conocido justifica un análisis más profundo. Este
modelo incluye seis tipos de respuestas al estrés:
01. Tipo I. Predisposición al cáncer.- Los individuos de tipo I se
caracterizan por un alto nivel de dependencia conformista de un
objeto o persona de especial valor emocional y una inhibición de la
intimidad o cercanía con una persona u objeto amado.
02. Tipo 2. Predisposición a la cardiopatía coronaria (CC).- La
persona tipo 2 reacciona al estrés mediante excitación general, ira,
agresividad e irritación crónicas.
03. Tipo 3. Histérico.- Son personas que alternan en cuanto a la
expresión de las características correspondientes a los tipos I y 2, por
lo que se ha propuesto como protector tanto del cáncer como de la
CC.
04. Tipo 4. Tipo saludable protector de la salud.- Las personas en las
que predomina este tipo poseen marcado grado de autonomía en su
comportamiento.
05. Tipo 5. Racional-antiemocional. Se define por la tendencia a emitir
reacciones racionales y anti emocionales.
06. Tipo 6. Antisocial. Se define por la tendencia a reaccionar mediante
comportamientos de tipo antisocial y a veces criminales.
IX. Consecuencias del estrés en la salud física y mental
La respuesta de estrés es una respuesta innata, más o menos estereotipada, que ha
evolucionado para mantener la homeostasis y proteger al organismo durante las
situaciones de estrés agudo.
01. Consecuencias somáticas del estrés
El estrés agudo puede desencadenar manifestaciones alérgicas como el
asma, el eczema o la urticaria, ataques de hiper o hipotensión, síntomas
gastrointestinales (diarrea, indigestión, estreñimiento, etc.), o diversas formas
de dolor (dolor de cabeza tensional, dolor abdominal, migraña, etc.).
02. Consecuencias psicológicas del estrés
A nivel psicológico, el estrés agudo puede producir reacciones de miedo o de
pánico por activación de la respuesta de miedo a través de la amígdala.
También puede producir brotes psicóticos (esquizofrenia) y trastornos
asociados a estresores traumáticos (trastorno de estrés agudo y trastorno de
estrés postraumático.
03. Una manifestación del estrés crónico: el síndrome de burnout
El síndrome de burnout es una alteración psicológica que se ha vinculado al
estrés laboral, una forma de estrés crónico.
Suele aceptarse que el burnout es una respuesta al estrés laboral que surge
tras un proceso de reevaluación cognitiva, cuando las estrategias de
afrontamiento empleadas no son eficaces para reducir ese estrés laboral
percibido (Ramos, 1999).
- Agotamiento emocional (o cansancio emocional). Caracterizado
por pérdida progresiva de energía, desgaste personal, agotamiento y
fatiga.
- Despersonalización. Se manifiesta a través de irritabilidad, actitudes
negativas y respuestas frías e impersonales hacía las personas.
- Falta de realización personal. Se caracteriza por respuestas
negativas hacia sí mismo y hacia el trabajo.
04. Estrés y conductas relacionadas con la salud
El estrés puede generar directamente efectos psicológicos y fisiológicos que
alteran la salud. Sin embargo, el estrés puede influir también sobre la salud
de una forma más indirecta fomentando o manteniendo conductas no
saludables. El vivir bajo situaciones estresantes suele asociarse a una
reducción de conductas de salud y a un incremento de conductas nocivas
para esta.

Se han desarrollado algunas líneas teóricas y de investigación que enfatizan


los determinantes personales de las conductas de salud. Un ejemplo
relevante de esta orientación es la aplicación del modelo de creencias de
salud de Rosenstok (1974) para la predicción de conductas de salud
específicas.

X. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias futuras


El estrés es un concepto popularizado por Selye para referirse a una respuesta
estereotipada del organismo (fisiológica) a estímulos inespecíficos con propiedades
de alterar la homeostasis (equilibrio interno) de este. Esta respuesta implica
básicamente una activación anormal del sistema hipotálamo-hipófiso-suprarrenal,
del sistema autónomo simpático y médulo-suprarrenal, e inhibición de la glándula
tímica. Este concepto suponía entender el estrés en términos de respuesta. Tal
orientación fue seguida y mejorada por otros autores (p. ej., Masón). Este autor en
concreto demostró que el organismo respondía, desde el punto de vista hormonal.

El concepto de suceso vital significa que se trata de un evento de notable impacto


sobre el individuo, y que generalmente ocurre en limitadas ocasiones. Sin embargo,
otro tipo de sucesos, denominados sucesos menores (en contraste con los
anteriores que se entienden como “sucesos mayores” o sucesos vitales), de
ocurrencia diaria y menos impactantes sobre el sujeto fueron propuestos como
mejores predictores de la salud, ya que ocurren de forma más frecuente y poseen
mayor proximidad respecto a la vida del individuo.

También podría gustarte