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Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

NOTAS PARA LA CLASE


Módulo 6: La Doctrina de Dios y Su Decreto
Dr. Samuel D. Renihan

PARTE 1: DE DIOS EN SU UNIDAD

Sección 1: De la Esencia de Dios


1.1 Que Dios existe.

«Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus


manos. Un día comunica su mensaje al otro día, y una noche a la otra declara
sabiduría. No es un lenguaje de palabras ni se escucha su voz; pero por toda la
tierra salió su voz y hasta el extremo del mundo sus palabras». (Sal. 19:1-4)

1.2 Que Dios existe de Sí mismo.

Su existencia es de sí mismo.

Es el único Ser que existe de esta manera, todas las criaturas tienen unas
existencia, una existencia de algo fuera de ellos mismos.

¿Cuál es la verdadera diferencia entre Dios y sus criaturas? No es una diferencia


de cantidad ni de cualidad.

Una consecuencia inevitable de la aseidad de Dios es su incomprensibilidad.

1.3 Que Dios es incomprensible e inefable.

 Dios es inefable = indecible, imposible de expresar con las palabras.


 Infalible = In + Fabulare | Incapaz de hablar o decir.
 Job 11.7, Sal. 50.
 ¡Dios no es como nosotros!

Considera estas palabras de Heinrich Bullinger:

Con respecto a Dios, y todas las cosas de Él y en Él, la mente del hombre no es capaz de
comprender qué son, cuán grandes son, o de qué clase son, ni puede la elocuencia de la
boca del hombre expresarlas de una manera que se corresponda con Su majestad,
porque para pensar y hablar de la majestad de Dios, toda elocuencia es estupefacta y la
mente entera es insuficiente.

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Porque la majestad de Dios es mayor que la mente, ni puede la mente entender cuán
grande es Dios. Porque si puede ser comprendido, es necesario que sea menor que la
mente del hombre en que puede ser comprendido. Y también la majestad de Dios es
mayor que toda palabra y no puede ser expresada, porque si puede ser expresada, [la
majestad de Dios] es menor que el habla del hombre por el cual puede ser abarcada y
comprendida.

Pero todo pensamiento acerca de Dios será menor que Dios. Y toda expresión acerca de
Dios, al ser comparada con Dios, será mucho menos que Dios. Porque en silencio
podemos percibirlo parcialmente. Pero así como es, es imposible expresarlo en palabras.
Porque si lo llamas Luz, entonces nombras una criatura de Dios, pero no a Dios. Si lo
llamas Virtud, nombras Su poder, pero no a Dios. O si lo llamas Majestad, nombras Su
honor, pero no a Él mismo.

¿Y por qué prolongo el tiempo mencionando Sus diversos títulos? Declararé todo a la
vez. Declara todo lo que puedas de Dios y aun así habrás nombrado algo de Él, pero no
a Él mismo. Porque, ¿qué puedes pensar o decir acertadamente de Aquel que es mayor y
está más allá de toda tu razón y todas tus palabras? […] ¿Qué puedes concebir o percibir
acertadamente de Él que sea más alto que toda altura, más profundo que toda
profundidad, más iluminador que toda luz, más claro que toda claridad, más brillante
que todo brillo, más fuerte que toda fuerza, más virtuoso que toda virtud, más justo que
toda justicia, más verdadero que toda verdad, más grande que toda grandeza, más rico
que toda riqueza, más sabio que toda sabiduría, más libre que toda libertad, mejor que
toda bondad, más benigno que toda benignidad? Porque toda virtud será menor que Él,
que es el Padre y Dios de toda virtud. Y así podemos decir verdaderamente que Dios es
ese ser que no tiene comparación, porque es más de todo lo que podemos decir.1

La criatura es finita, por tanto, su comprensión y lenguaje son finitos. Dios es infinito, y
lo finito no puede abarcar dentro de sí el infinito. Será más fácil que el mar quepa en un
dedal que abarcar a Dios con la mente y la boca del hombre.

Considera las palabras de William Ames:

Dios, considerado en Sí mismo, no puede ser comprendido por nadie, sino [solo]
por Él mismo, 1 Tim. 6:16, que habita en luz inaccesible, a quien el hombre no ha visto
ni puede ver. De la manera que Dios se ha revelado a nosotros, lo vemos por así
decirlo de espaldas, [mas] no [vemos Su] rostro, Éxo. 33:23.

1
Heinrich Bullinger, Fiftie Godlie and Learned Sermons, Divided Into Five Decades, Containing The
chiefe and principall points of Christian Religion, written in three seuerall Tomes or Sections (trad. por H.
I., estudiante de teología; London: Ralph Newberie, 1587), 606-607.

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Verás mis espaldas, pero mi rostro no será visto, y oscuramente, no claramente, es decir,
de una manera y en una medida humana, 1 Cor. 13:12, por medio de un espejo,
oscuramente.2

Si no podemos hablar de Dios de una manera precisa, y no podemos decir cualquier


cosa adecuadamente de Dios por la limitación de las palabras, ¿cómo entonces podemos
hablar de Dios? ¡Dios ha provisto de una revelación que protege la forma en la que
hablamos de Él!

La forma en la que la Palabra de Dios habla de Dios es a través de palabras analógicas.

 Palabras y pensamientos analógicos.


 Analogía significa proporción. Hablamos de Dios de una manera proporcionada
de Su perfección, pero imposible de abarcar todo lo que Él es.
 Por ejemplo:
Dios vive. | Sam vive.
Comentarios – Aunque la palabra “vive” es la misma en ambos casos, se aplica a
cada uno según la proporción de aquel a quien se le aplica. Cuando digo “Dios
vive”, Su existencia es diferente a la de Sam. Dios es per se, Sam vive por la
voluntad de Dios.
 Por lo tanto, aunque Dios es inefable e incomprensible, podemos hablar de Él en
un lenguaje analógico. Es decir, un lenguaje que describe una proporción.
 No debemos entender que el lenguaje analógico es un lenguaje metafórico, sino
en proporción.
 Así es como Dios se revela. De esta manera podemos conocer a Dios y podemos
hablar de Dios. Esta forma analógica protege la grandeza y majestad de Dios.
 En la Confesión se utiliza un lenguaje cuidadoso para mostrar esta proporción en
el lenguaje con respecto a Dios.

2CBFL 2.l El Señor nuestro Dios es el único Dios vivo y verdadero; cuya subsistencia
está en Él mismo y es de Él mismo, infinito en ser y perfección, cuya esencia no
puede ser comprendida por nadie sino solo por Él mismo; es espíritu purísimo,
invisible, sin cuerpo, partes ni pasiones, es el único que tiene inmortalidad y habita
en luz inaccesible, que es inmutable, inmenso, eterno, inescrutable, todopoderoso,
infinito en todos los sentidos, santísimo, sapientísimo, libérrimo, absolutísimo, que
obra todas las cosas conforme al consejo de Su inmutable y justísima voluntad, para
Su propia gloria; es amantísimo, clementísimo, misericordiosísimo, longanísimo,
abundantísimo en bondad y verdad, que perdona la iniquidad, la transgresión y el
2
William Ames, The Marrow of Sacred Divinity (London: Edward Griffin, 1642), 10.

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pecado, remunerador de los que le buscan con diligencia, pero también justísimo y
terrible en Sus juicios, que odia todo pecado, y que de ninguna manera dará por
inocente al culpable.

Girolamo Zanchius explica cómo funciona:

Casi todos los nombres de Dios en Su Palabra son tomados de las criaturas. Sin
embargo, debemos considerar dos cosas en cuanto a esos nombres. En primer lugar, las
cosas o las perfecciones que los nombres significan. En segundo lugar, la manera en
que los nombres significan esas perfecciones. Con respecto a las cosas o perfecciones que
los nombres significan, ya que están [o se encuentran] en Dios primero, y de una manera
más perfecta que en las criaturas, y por tanto pertenecen a Dios originalmente; así
también, los nombres mismos, en la medida que significan esas perfecciones, son mejor
atribuidos a Dios que a las criaturas (…) [pero] si contemplamos [en segundo lugar] la
manera en que los nombres significan esas perfecciones, no pertenecen tanto a Dios
como a las criaturas, porque lo que significan, lo significan de una manera imperfecta.
Así que las atribuiremos a Dios de una manera superior si añadimos ciertas palabras [o
expresiones] que aumentan su significado para distinguir entre Dios y las criaturas,
como: justísimo, sapientísimo, fortísimo. Porque así aclararemos la diferencia entre la
justicia imperfecta del hombre y la justicia perfecta y esencial de Dios.3

Considera las palabras Zanchius:

La proposición [de que los nombres de Dios describen a Dios verdaderamente] es clara
en sí misma a todo el que considera al Dador de los nombres mencionados, es decir,
Dios, quien hace todo justamente y quiere que, en reverencia, pensemos que los nombres
que Él se atribuye a Sí mismo son atribuidos justa y acertadamente, si los entendemos
según el sentido en que Él tuvo la intención de comunicarlos.4

1.4 Que Dios es conocible por medio de la razón.

No podemos abrazar un árbol completamente, porque nuestros brazos son demasiado


cortos y no lo pueden abarcar; sin embargo, podemos tocar el árbol. De manera similar,
3
Girolamo Zanchius, Life euerlasting: Or, The True Knowledge of One Iehovah, Three Elohim, and Iesus
Immanvel (ed. Robert Hill; Cambridge: John Legat, 1601), 10-11. Véase también, William Twisse, The
Riches of Gods Love unto the Vessells of Mercy (Oxford: L. L. y H. H., 1653), 125. «Podemos hablar de los
atributos de Dios de tal manera que distingamos entre los que son y no son atribuidos a los hombres, y
todo esto sin decir [o sea, negando] que las virtudes humanas sean de la misma naturaleza que los
atributos divinos. La vida es un atributo divino, pero también es atribuida al hombre, a una bestia, a una
planta. ¿Dirá un hombre sabio que la vida de Dios es de la misma naturaleza que la vida de un hombre,
una bestia, o una planta? ¿Qué puede ser más equívoco que la palabra canis [perro] sea atribuida a una
estrella, un pez, o una vaca? Digo que mucho más equívoco es todo lo que atribuimos a Dios y al hombre.
Porque todo lo que hay en Dios es Su esencia».
4
Zanchius, Life euerlasting, 8-9.

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tampoco podemos comprender a Dios completamente, abarcándolo con nuestros


pensamientos y palabras, pero podemos conocerlo verdaderamente.

¿Cuáles son, entonces, las maneras en que la criatura conoce al Dios incomprensible? En
esta sección, analizaremos tres métodos por los cuales la razón discierne la existencia de
Dios y algunos de Sus atributos: por causación, por negación y por eminencia.

a. Por causación – latín: via causalitatis. Es el argumento de que todas las cosas tienen
una causa original, una causa no causada, la primera causa. Dios es la primera causa. El
universo no se creó a sí mismo. De la nada, nada proviene.

Richard Muller lo describe así:

via causalitatis: la vía de la causalidad; es decir, un método de identificación de los


atributos divinos por medio de la relación del efecto con la causa. Así, Dios puede ser
identificado como la primera causa autoexistente y necesaria y, por extensión, como
todopoderoso y omnisapiente.5

b. Por negación o remoción – latín: via negationis o remotionis. Esto es, por la vía de la
negación o remoción. Es decir, las criaturas no son perfectas o tienen limitación y,
podemos conocer a Dios, cuando nuestra razón “quita” o “remueve” de Dios estas
imperfecciones, pues la razón niega de Dios cualquier limitación o imperfección que
hay en la naturaleza. Estas imperfecciones no son necesariamente morales (son
ontológicas, del ser), son limitaciones en la criatura que de ninguna manera puede tener
el Creador. La causa de todas las cosas no puede ser mortal, finito, pasible, etc.

Considera estas palabras:

[La regla que seguimos es:] Ascendemos de la criatura al Creador, per viam negationis
[por la vía de la negación]; cuando [encontramos] todo lo imperfecto, desordenado o
defectuoso en la criatura, esto es negado y removido de Dios, como: la mortalidad, la
pasión, la mutabilidad, la finitud, y así decimos que Dios es inmortal, infinito, impasible,
inmutable, etc.6

Considera lo que Stephen Charnock dice al respecto:

La vía de la negación es más fácil; comprendemos mejor lo que Dios no es, que lo que es;
y la mayoría de nuestro conocimiento de Dios es por esa vía […] Cuando negamos de Él

5
Richard A. Muller, Dictionary of Latin and Greek Theological Terms: Drawn Principally from Protestant
Scholastic Theology (Grand Rapids, MI: Baker Academic: A Division of Baker Publishing Group, 2017),
391.
6
Thomas Taylor, The Works of that Faithful Servant of Jesus Christ, Thom. Taylor, Catechistical Exercises
(London: T.R., 1653), 52-53.

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todo lo que no concuerda con Su ser, más fuertemente declaramos Su ser, y conocemos
más de Él cuando lo elevamos sobre todo y sobre nuestra propia comprensión.7

Richard Muller lo describe así:

via negativa: vía negativa; también denominada via negationis: vía de la negación; es decir,
un método para definir o identificar los atributos divinos (attributa divina, q.v.)
mediante la negación de los atributos del orden finito. Así, las criaturas son
mensurables, mutables y finitas; Dios es inconmensurable o inmenso, inmutable e
infinito. Además, las criaturas son complejas y temporales; Dios es simple y eterno.8

c. Por eminencia – El tercer método por medio del cual conocemos al Dios
incomprensible es por la vía de la eminencia o via eminentiae, su categoría clásica en
latín. La vía de la negación niega que las imperfecciones de las criaturas se encuentren
en Dios. La vía de la eminencia hace lo opuesto; considera todo lo bueno o virtuoso en
las criaturas, y atribuye esto a Dios de una manera eminente o suprema.

Richard Miller dice:

via eminentiae: la vía de la eminencia; por oposición a la via negativa (q.v.), la via
eminentiae es el método para la derivación positiva de los atributos divinos (attributa
divina, q.v.) mediante la elevación de los atributos de las cosas en el orden finito, en
particular los atributos espirituales de los seres humanos, al orden de lo infinito. Así, por
ejemplo, el poder se convierte en omnipotencia y la sabiduría en omnisciencia. Este
método se basa en la analogía entis (q.v.).9

Considera estas palabras de Thomas Taylor:

Ascendemos sin peligro de la criatura al Creador, per viam eminentiae, [por la vía de la
eminencia], cuando todo lo más eminente en la criatura y lo más cercano a la perfección
se atribuye por analogía a Dios, como: la sabiduría, el amor, la misericordia, la justicia, la
santidad y demás; pero de tal modo que no se entienden como cualidades en Dios, como
sucede con las criaturas, sino [que son] de Su esencia, porque nihil est in Deo, nisi Deus
[nada hay en Dios sino Dios].10

7
Stephen Charnock, The Works of the late Learned Divine Stephen Charnock, Vol. I. (London: Ben.
Griffin, 1684), 113-114.
8
Richard A. Muller, Diccionario de términos teológicos latinos y griegos: Drawn Principally from
Protestant Scholastic Theology (Grand Rapids, MI: Baker Academic: A Division of Baker Publishing
Group, 2017), 391-392.
9
Richard A. Muller, Diccionario de términos teológicos latinos y griegos: Drawn Principally from
Protestant Scholastic Theology (Grand Rapids, MI: Baker Academic: A Division of Baker Publishing
Group, 2017), 391.
10
Taylor, Works, 52. Una traducción más clara sería: «no existe nada en Dios que no sea Dios».

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John Arrowsmith habla sobre las tres vías y el límite de estas, dice:

Los teólogos describen tres métodos por los cuales la razón intenta descubrir a Dios,
pero ninguno de ellos puede descubrir la esencia de Dios completamente. El primero es
via causalitatis [la vía de la causación], cuando las criaturas contemplan a Dios, quien es
la causa suprema y universal, como su causa eficiente, porque ellos no pueden crearse a
sí mismos. Pero así solo descubren que Dios existe, que hay un Dios de quien son todas
las cosas, pero no qué es Dios. El segundo método es via remotionis [la vía de la remoción
o negación], cuando la razón contempla las imperfecciones de las criaturas y las
remueve [o las quita] de Dios, por no concordar con Su deidad. La razón considera así
que Dios es inmortal, impasible e impecable, porque morir, sufrir y pecar son
imperfecciones. Pero así solo se describe lo que Dios no es. La razón tiene que continuar
buscando qué es. El tercer método es via eminentiae [la vía de la eminencia], en la que la
razón contempla las diversas perfecciones que se ven aquí y allá en los seres creados, y
afirma que son de Dios de una manera eminente y transcendente. Al contemplar la
sabiduría en los ángeles y los hombres, y la santidad y la fuerza, la razón considera que
Dios es sapientísimo, santísimo y omnipotente. Sin embargo, aun esto describe qué clase
de ser es Dios, pero no quién es Dios. Para esto, la razón depende de la revelación.11

5. Que Dios es conocible por la revelación.

Considera las palabras de la Confesión Belga:

Conocemos a Dios a través de dos medios. En primer lugar, por la creación,


preservación y gobierno del universo, porque este es para nuestros ojos como un
hermoso libro en el que todas las criaturas, grandes y pequeñas, son cual caracteres que
nos permiten contemplar las cosas invisibles de Dios, a saber, Su eterno poder y deidad,
como dice el apóstol Pablo; todas las cuales son suficientes para convencer a los hombres
y privarlos de toda excusa. En segundo lugar, Él se nos da a conocer aún más clara y
perfectamente por Su santa y divina Palabra, esto es, tanto como nos es necesario en esta
vida, para Su honra y la salvación de los Suyos. (Confesión Belga, Artículo 2)

El libro de la creación declara la gloria del Creador. El libro de la redención declara la


gloria del Redentor. Los hechos y atributos de Dios se ven con más claridad en las
Escrituras. Vemos en la historia del mundo en general, y la historia de Israel y la Iglesia

11
John Arrowsmith, Armilla Catechetica. A Chain of Principles (Cambridge: John Field, 1659), 129-130. Al
hacer referencia a esos tres métodos de conocer a Dios, Louis Berkhof es demasiado crítico en su teología
sistemática cuando dice: «no es el método adecuado para la teología dogmática». Por un lado, los
reformadores y los puritanos los usaban directamente. Por otro lado, solo hay que reconocer las
limitaciones de los tres métodos, como hace John Arrowsmith en la cita anterior. Véase Louis Berkhof,
Teología Sistemática (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002), 60.

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en particular, que Dios no es un Dios distante y despreocupado; al contrario, es el Dios


del pacto, el escudo y refugio de Su pueblo.

a. La revelación acomodada

Considera las palabras de Calvino:

Es verdad que [para mantenernos sobrios, Dios] no habla [mucho] de Su esencia. Con
todo […] Dios reprime todo el atrevimiento del entendimiento humano [y,
ciertamente,] la infinidad de Su esencia nos debe [espantar¾] para que no presumamos
[de] medirlo con nuestro sentido. Y [S]u naturaleza espiritual nos impide que ninguna
cosa especulemos en lo terrenal o carnal […] Porque qué hombre, si tiene un poco de
entendimiento, no [entiende] que Dios en cierta manera tartamudea y habla con
nosotros, como las amas con sus niños que crían. Por tanto, tales maneras de hablar no
declaran tan por entero cuál sea Dios en [S]í, cuando se acomodan con nuestra rudeza
para darnos algún conocimiento de Dios. Lo cual la [E]scritura no puede hacer sin que
ella se abaje, y aun [mucho más] bajo de lo que es la Majestad de Dios.12

Los teólogos hablan de antropomorfismos y antropopatismos. Un antropomorfismo es una


figura retórica por la cual Dios se describe en forma (morfe) de hombre (ántropos). Un
antropopatismo es una figura retórica por la cual Dios se describe según las pasiones y
afectos (patía) del hombre (ántropos).

 Antropomorfismos – |antropo + morfo + ismo| = hombre + forma física.


 Antropopatismo – |antropo + patione + ismo| = hombre + pasiones.

“No solo contamos versículos, pesamos versículos” – Dr. Richard C. Barcellos

En general, la Iglesia moderna acepta sin duda que cuando Dios habla de Su brazo o
Sus alas son metáforas. Sin embargo, es una triste realidad que gran parte de la Iglesia
moderna se haya olvidado de que sus confesiones de fe niegan no solamente que Dios
tenga un cuerpo, sino también que tenga pasiones. Trataremos estos asuntos en otras
partes del libro, pero el punto por ahora es que, aunque Dios nos ha dado Su Santa
Palabra para que lo conozcamos de una manera superior a como se revela en el libro de
la creación, no hemos escapado a los límites y las limitaciones de la mente y la boca
humana. Dios nos habla dentro de esos límites. Considera estas palabras de Hugh
Binning:

El Señor se acomoda a nuestras palabras y pensamientos; balbutit nobiscum [balbucea


con nosotros]. Él, como un Padre amable, balbucea con los niños balbuceantes, les habla
en su propio dialecto. Sin embargo, no quiere que pensemos que Él es así, sino

12
Calvino, La Institución de la Religión Cristiana, 61.

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infinitamente distante en [S]u propio ser de todas esas imperfecciones. Entonces, cuando
leen esos términos en las Escrituras, cuídense [de no pensar] que Dios es así como
ustedes. Pero, en esas expresiones, siendo indignas de Él, aprendan su propia ignorancia
de [S]u gloriosa majestad, su propia torpeza e incapacidad, de tal forma que el Santísimo
tiene que bajarse, por así decirlo, [de] una forma física o no entenderán nada de Él.13

b. Los nombres de Dios

La revelación más directa que Dios nos ha dado acerca de Sí mismo en Su Palabra se
encuentra en Sus nombres: «Porque como su nombre, así es él». Por los nombres de
Dios sabemos no solamente que Dios existe, sino también quién es Dios.
Consideraremos diez nombres en particular.

Los primeros tres nombres provienen de la palabra «ser» en hebreo:

 Jehová (Éxo. 6:3)


 Jah (Sal. 68:4)23
 YO SOY EL QUE SOY (Éxo. 3:14)

Los próximos tres nombres se relacionan con «poder» y «fuerza»:

 El (Isa. 9:6)
 Eloah (Sal. 18:31)
 Elohim (Gén. 1:26)

Los tres siguientes tratan de «gobierno» y «dominio»:

 El Señor (Sal. 2:4)


 Dios todopoderoso (Gén. 17:2)
 Dios de los ejércitos (1 Sam. 4:4)

Y el décimo nombre se refiere a la gloria:

 Altísimo (Sal. 9:2)

13
Hugh Binning, The Common Principles of Christian Religion (Glasgow: R. S., 1666), 122-123.

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Sección 2: De los atributos negativos


 La diversidad de los atributos es nocional [que tiene que ver con nuestra razón],
una diversidad que está en la mente y el entendimiento del hombre. No hay
diversidad en Dios.
 Organizaremos nuestro estudio de los atributos de Dios en una triple división:
atributos negativos, atributos relativos y atributos positivos.
o Nota: Reflexión sobre la forma en la que otros han organizado las
categorías. ¿Hay realmente algo “comunicable” entre Dios y las criaturas?
 Cuando hablamos de atributos, hablamos de las propiedades esenciales en Dios.
 Los teólogos utilizan dos frases complementarias para describir la identidad de
Dios y Sus atributos, es decir, que son idénticos:
quicquid est in Deo, Deus est [todo lo que hay en Dios es Dios]
nihil est in Deo, nisi Deus [nada hay en Dios sino Dios]
 Debido a la identidad de Dios y Sus atributos, es mejor decir que Dios es Sus
atributos que decir que Dios tiene atributos. Dios no es la suma total de Sus
atributos. Dios es Sus atributos, cuya diversidad existe solamente en la mente del
hombre.

Identificamos los atributos negativos por la vía de la negación, por medio de la cual
atribuimos perfecciones a Dios al negar las imperfecciones. La primera atribución por
negación es la simplicidad divina.

1. Simplicidad

 La simplicidad es la negación de que haya composición en Dios [Dios sin partes]. La


simplicidad de Dios es Dios sin partes, un acto perfecto y libre de toda composición.
Esto requiere explicación exacta y completa. La palabra «simple», en este caso, se
opone a la palabra «complejo» o «compuesto». Decir que Dios es simple significa
que no se compone de partes.
 Comparación con los seres creados:

Potencia | potencialidad.

Acto | actualidad.

NOTA: Todas las criaturas tienen la potencialidad de ser actualizadas. Dios, al


contrario, no se compone de una potencialidad y una actualidad. Dios es acto
puro, existencia misma, el ser mismo, sin libre de la posibilidad
(potencialidad) o capacidad de ser actualizado.

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 Zanchius lo describe así:

La esencia de Dios es actus purus, un acto puro, es decir, una naturaleza que es privada
de toda potencialidad pasiva, posibilidad o capacidad de ser diferente, porque es
simplísimo, y por eso no puede ser comunicada [o impartida] a una criatura.14

a. Toda cosa compuesta tiene una causa

Los nombres de Dios comunican la perfección de Su ser, la supremacía de Su poder y la


totalidad de Su dominio. Solamente un ser no causado puede afirmar tales cosas de Sí
mismo. Es necesario que no haya una causa anterior a Dios que cause que Dios sea
Dios. Dios tiene que ser o existir a se, de Sí mismo y en Sí mismo. Solamente así todas las
cosas son «de él, por medio de él, y para él». Entonces, el fundamento de la aseidad es la
simplicidad divina, que Dios no es compuesto y, por eso, no tiene causa.

b. Toda cosa compuesta existe sucesivamente

Si Dios no es simple, sino compuesto, una combinación de partes, eso implica y necesita
una sucesión en Dios. Hubo un proceso, una sucesión, en que las partes de las cuales
Dios se compone fueron compuestas.

c. Toda cosa compuesta es imperfecta

Toda cosa compuesta es imperfecta porque consiste en partes más básicas. Pero, ¿acaso
la cosa compuesta no es superior entonces a las partes inferiores que la compusieron?
¿No es la suma total superior a las partes individuales? Es posible que una cosa
compuesta sea superior a sus partes. Sin embargo, la cosa compuesta, estando
compuesta de partes, puede ser descompuesta y reducida a sus partes más básicas. Por
tanto, el proceso de composición puede eliminar imperfecciones, pero no puede
perfeccionar absolutamente. Y puesto que toda cosa compuesta tiene la potencialidad
de ser reducida a partes más básicas, es, por lo tanto, imperfecta. La perfección requiere
pureza.

Considera estas palabras de Zanchius:

La naturaleza de Dios no puede estar en composición con ninguna otra cosa; ni puede
combinarse con otro, como sería necesario si fuera comunicada [o impartida] a las
criaturas. Repito, [la esencia divina] es inmutable, de tal modo que, así como ninguna
esencia creada puede convertirse en la esencia de Dios, tampoco puede Su esencia
convertirse en otra cosa, ni ser combinada con algo creado. Porque si así fuera
comunicada [o impartida], lo sería en parte o en su totalidad. No puede ser en parte,

14
Zanchius, Life euerlasting, 47.

11
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porque no puede ser dividida, tampoco en su totalidad, porque entonces la criatura sería
Dios.15

Esta es la razón fundamental por la cual decimos que Dios es Sus atributos, en lugar de
decir que Dios tiene atributos. Al decir que no tiene atributos afirmamos que, por lo
tanto, no los puede perder, Él es Sus atributos. Los varios atributos de Dios son
distinguidos entre sí solamente en nuestro entendimiento. En Dios, son una sola
perfección:

Si Dios poseyera en Sí mismo el amor, la justicia, la sabiduría, la vida o cualquier otra


cualidad, de manera que fueran diferentes de Su esencia, de la manera que las criaturas
las poseen, Él no sería lo que es originalmente de Sí mismo, sino derivadamente y por
participación, y por tanto imperfectamente, así como ser calentado es más imperfecto
que ser el calor [mismo], o ser dorado es más imperfecto que ser el oro mismo.16

d. Toda cosa compuesta es mutable

Todo cambio implica imperfección. Todo lo que está compuesto tiene la capacidad de
ser actualizado o cambiado. El cambio elimina una imperfección o aumenta una
cualidad para aproximarse aún más a una perfección. Todo cambio es para mejor o para
peor. Las cosas compuestas pueden ser descompuestas. Todas las cosas compuestas
pueden ser reducidas a sus partes básicas. Así que las cosas compuestas son mutables;
pueden ser cambiadas para mejor o para peor. La causa de la composición puede seguir
causando cambios. El objeto es capaz de recibir la operación e influencia del compositor.

Entender esta doctrina nos lleva a recibir consuelo. Considera estas palabras de John
Preston:

Si Dios es un ser así, simple, primero, puro y absoluto, entonces así usted puede ver
cuán estable fundamento tiene nuestra fe en que reposar. Somos establecidos sobre el
fundamento más profundo en todo el mundo, es decir, sobre el primero, el más absoluto
y simple, puro, y entero ser; del cual digo que es el fundamento más profundo porque
no depende de otro, antes bien, todo [depende] de Él; y esta es la condición feliz de
todos los cristianos, y solo de ellos.17

Tristemente, la Iglesia ha descuidado tanto esta doctrina que la teología propia ha


sufrido varias revisiones, revisiones que antes eran inconcebibles, pero ahora son
recibidas con ignorancia o, en ciertos casos, con soberbia. Berkhof notó en su época que
«[e]n recientes obras de teología[,] la simplicidad de Dios raramente se menciona.
15
Zanchius, Life euerlasting, 47.
16
Preston, Life Eternall, 49.
17
Preston, Life Eternall, 51.

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Muchos teólogos la niegan sin titubeos». Si el huerto de la teología ha sido descuidado


desde los días de Berkhof, ¿somos conscientes de los frutos y malas hierbas que han
crecido en nuestra teología propia? Debemos abrir los ojos a esas desviaciones, y
oponernos a ellas como contrarias a la razón, a la Palabra de Dios, y a los credos y
confesiones de la Iglesia. Dios es espíritu purísimo, sin partes, sin composición. Dios es
simple.

2. Eternidad

La eternidad de Dios es la negación de sucesión en Dios. La eternidad es Dios sin


principio, sin fin, sin sucesión, sin pasado, sin futuro, un «ahora» permanente. Es la
medida sin medida de la duración de Dios, desde la perspectiva de la criatura.

No es sempiternidad.

“Antes de la creación del mundo” es la forma en la que la Biblia lo describe. Pero es


sigue siendo lenguaje acomodado. Es difícil entender la eternidad porque vivimos en el
tiempo.

Una vez más, la eternidad de Dios no es igual a hablar de eternidad en el hombre.


Ejemplo: No puedes destruir mi alma eterna | Dios es eterno. Aunque se usa la misma
palabras, no significa la mismo.

Antes que nacieran los montes y formaras la tierra y el mundo, desde la eternidad hasta
la eternidad, tú eres Dios. (Sal. 90:2)

«Yo soy el Alfa y la Omega», dice el Señor Dios, «el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso». (Apo. 1:8)

3. Inmensidad

La inmensidad es la negación de toda limitación de espacio para Dios. La inmensidad es Dios


presente en todo lugar, pero no contenido por, ni excluido de, ninguna cosa o ningún
lugar. La palabra inmenso significa literalmente sin medida. Esta palabra es muy útil, y
es la palabra usada en nuestras confesiones de fe. Aquellos que hablan de la
omnipresencia corren el peligro de afirmar solamente una mitad de la doctrina de la
inmensidad divina. Dios está en todas partes (omnipresente) y, a la vez, no es contenido
por nada (inmenso). Estas dos doctrinas no están en conflicto entre sí, antes bien, la
inmensidad es un concepto superior para comunicar la verdad de la presencia ilimitada
de Dios.

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia? (Sal. 139:7)

13
Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Pero, ¿quién ha de ser capaz de construirle una casa, siendo que los cielos y los cielos de
los cielos no lo pueden contener? (2 Cró. 2:6)

Así ha dicho el SEÑOR: «El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Dónde
está esa casa que me edificarán? ¿Dónde está ese lugar para mi reposo?» (Isa. 66:1)

La inmensidad de Dios no niega la presencia especial de Dios. Dios manifiesta Su gloria en el


Cielo, Su Espíritu causa que sintamos los efectos de Su gracia en nuestras vidas, y mora
en Cristo corporalmente, es decir, personalmente. Pero, como dijo Salomón, ninguna
casa ni lugar pueden contener a Dios, siendo que los cielos y los cielos de los cielos
tampoco lo pueden contener. Dios estaba presente en el templo verdaderamente, pero
no era contenido por [o no estaba limitado a] este, porque Dios es inmenso, sin medida
o limitación de espacio.

¿Cómo puedes saber que alguien está presente? Alguien está presente cuando ejerce
poder o sufre el poder de otro. ¿Cómo saber que Dios está presente? ¡Dios ejerce Su
poder sobre todas las cosas! Y, al mismo tiempo, Dios ha manifestado que Su presencia
está en lugares específicos, como cuando habitaba en el templo de Jerusalén y ahora
habita en medio de Su iglesia. Él está presente porque ejerce Su autoridad a través de
los medios de gracia que ha otorgado a Su iglesia.

4. Inmutabilidad e impasibilidad

La inmutabilidad de Dios es la negación de toda mutación o cambio en Dios. La inmutabilidad


es Dios sin mutación. La impasibilidad de Dios es la negación de toda pasión en Dios. La
impasibilidad es Dios sin pasiones. La impasibilidad es un concepto contenido en la
inmutabilidad de Dios y por eso es incluido aquí.

Benedict Pictet expresó bien la relación entre la simplicidad y la inmutabilidad:

De la simplicidad de Dios procede Su inmutabilidad, que no es otra cosa que la


condición de la esencia divina y los atributos que no son susceptibles a ningún cambio.
Ahora bien, esta inmutabilidad se demuestra por las Escrituras: «Dios no es hombre
para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta» (Núm. 23:19); «¡Porque yo, el
SEÑOR, no cambio» (Mal. 3:6); «En quien no hay cambio ni sombra de variación» (Stg.
1:17). Además, Él, que posee toda perfección, no puede ser cambiado. Si Dios cambiara
sería para mejor, para peor o para algo igual. Pero no puede cambiar para mejor, porque
Dios es el mejor; tampoco para peor, porque entonces no poseería todas las perfecciones,
porque Él no tendría aquello en virtud de lo cual se preserva a Sí mismo de empeorar;
tampoco puede recibir perfecciones adicionales igual a lo que ahora posee, o no poseería
toda perfección.

14
Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Por lo tanto, no hay mutabilidad en Dios […] no en Su esencia, porque siendo el


primero, no puede ser suplantado por un ser anterior; siendo todopoderoso, no puede
ser herido por nadie; siendo simplísimo, no puede ser contaminado por ninguno; siendo
inmenso, no puede ser aumentado o disminuido; siendo eterno, no puede fallar. No hay
mutabilidad en Su eternidad, porque donde no hay sucesión, tampoco hay mutación; ni
[hay mutabilidad] en Su entendimiento, porque el conocimiento de Dios es todo
perfecto; ni [hay mutabilidad] en Su voluntad, porque la voluntad de Dios es todo sabia,
a quien nada imprevisto puede suceder que lo obligue a cambiar Sus intenciones para
mejor. Repito, nada puede impedir o resistir Su voluntad. Dios sí ordena los diversos
cambios de las cosas, pero Su voluntad misma queda sin cambiar. Esta inmutabilidad de
Dios es el fundamento de nuestra fe y esperanza.18

No estamos solo afirmar que Dios no cambia, sino que Dios no puede cambiar ni puede ser
cambiado por nadie.

Para ayudarnos a entender la inmutabilidad e impasibilidad de Dios, es necesario entender los


siguientes conceptos.

a. Agentes y pacientes

Ya hablamos de la potencialidad (la capacidad de recibir el ser mismo) y la actualidad


(aquello por lo cual el ser mismo es hecho realidad o actualizado). Para causar un
cambio, uno tiene que poseer la potencialidad de ser actualizado, y luego ser
actualizado. Podemos aumentar nuestro entendimiento de esto si pensamos en agentes
y pacientes, categorías de actividad y pasividad. El agente es el actor; el paciente el
receptor. El agente opera (que hace algo a otro); el paciente recibe la operación (sufre o
recibe la agencia de un agente).

Dios no puede ser el paciente de un agente porque Él no puede ser actualizado, no hay
potencialidad en Él.

Dios es inmutable porque Su ser es libre de toda potencialidad pasiva. Dios está
perfectamente, esencialmente y eternamente actualizado, tan perfecto y tan simple que
un cambio en Él es imposible. No obstante, la libertad de Dios de toda potencialidad
pasiva también quiere decir que no hay un agente que pueda operar en Dios como si Él
fuera su paciente. No existe nada ni nadie que pueda ejercer una fuerza contra Dios o
sobre Dios para cambiarlo. Dios no puede ser un paciente. ¿Podrá ejercer la creación
una fuerza contra su Creador o sobre su Creador?
18
Benedict Pictet, Christian Theology (trad. Frederick Reyroux; London: R.B. Seeley y W. Burnside, 1834),
99-100. «Si Dios fuera cambiado de cualquier manera, sería para mejor o para peor; pero no para peor,
porque entonces Dios pasaría de la perfección a la imperfección, y así dejaría de ser Dios; ni para mejor,
porque entonces anteriormente era imperfecto, y por tanto no [era] Dios». Taylor, Works, 58.

15
Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Daniel 4:35 Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas
Él actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de
la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: «¿Qué has hecho?».

El nombre para la doctrina de que es imposible actuar sobre Dios, es decir, es imposible
que usted sea un agente y Dios el paciente, es la impasibilidad divina.

La palabra impasible quiere decir que no puede sufrir, no puede ser el paciente pasivo o
receptor de la acción de un agente. Derivada del latín pati, y esta a su vez del griego
/patho/, la palabra impasibilidad significa que no puede sufrir.

 Simpatía = Sim (juntos) | patia (sentir, sufrir)


 Compatible = Com (lo mismo) | patible (sentir, sufrir)
 Paciencia = sufriente (alguien que sufre).

Vemos la misma raíz en las palabras: pasiva, paciente, pasión, compatible, compasión,
compadecer, apatía, empatía, simpatía y otras. De hecho, en algunos libros antiguos,
otra forma de escribir impasibilidad era «impatibilidad». Entonces, la palabra paciente
literalmente significa sufriente, uno que recibe la operación de un agente. Una pasión,
entonces, es un sufrimiento, algo que le sucede. No podemos ejercer una fuerza sobre
Dios.

b. Afectos y pasiones

Al abordar la impasibilidad de Dios debemos regresar a algo mencionado


anteriormente, los antropopatismos de la Biblia (note la raíz pati en antropopatismo).
Ya dijimos que cuando leemos las Escrituras no solemos inferir del «rostro» y «brazo»
de Dios que Dios tiene un cuerpo; y hemos dicho también que debemos hacer lo mismo
con las descripciones de Dios que usan emociones humanas. Dios nos ha enseñado que
Él no es hombre, y no se arrepiente, aunque la Biblia atribuye el arrepentimiento a Dios.
¿Cómo debemos interpretar tales figuras retóricas a la luz de la impasibilidad de Dios?

Debemos definir nuestros términos, y de mucha importancia son las palabras afectos y
pasiones. Las dos tienen el mismo significado. Así como la palabra pasión proviene de la
palabra latina y griega para sufrir, también la palabra afecto proviene del latín, que
combina ad y facere. En español es fácil ver la conexión etimológica: afectar. Si eres
afectado por algo o alguien, has sufrido, experimentado o recibido la acción o influencia
de una fuerza externa.

Definición: Una pasión o afecto es un movimiento hacia lo que la criatura considera


bueno o un movimiento de alejamiento de lo que la criatura considera malo.

16
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Entonces, una pasión o afecto es un evento, un sufrimiento, un movimiento, una nueva


disposición o estado del ser, o una condición causada por una influencia externa.

Aun la palabra emoción, usada hoy en día, tiene la connotación de un movimiento o


moción, de algo a algo. Los afectos y pasiones son verdaderamente mociones o
movimientos hacia el bien (percibido) y de alejamiento del mal (percibido). Por tanto,
en la criatura, sus pasiones y afectos son movimientos, nuevos estados del ser, nuevas
disposiciones, nuevas condiciones, todos causados por varias influencias y fuerzas.

Los afectos de Dios no son afectos, sino efectos: es lo que Dios causa que experimentemos de
Él. Por ejemplo, a veces Dios causa que nosotros no sintamos Su presencia o Su favor
por nuestro pecado, pero no es que algo haya cambiado en Dios, sino que nuestra
experiencia de Dios cambia. Es como cuando percibimos el sol. Hay días donde parece
que el sol no está, pero en realidad no es algo que pasa en el sol sino en nuestra
percepción de él. De la misma manera, cuando vemos “cambios” en los afectos de Dios,
no significa que haya cambios en Dios sino cambios que nosotros estamos
experimentando.

Considera estas palabras de Edward Leigh:

Los atributos de Dios son para siempre, constantes e incambiables, siempre en Él,
un momento y el siguiente […] esto ministra consuelo al pueblo de Dios; los
atributos de Dios no son accidentes mutables, sino Su propia esencia; Su amor y
misericordia son como Él, infinitos, inmutables y eternos.19

[Addendum]
Comentario de Lancelot Andrews:

Pregunto, ¿podemos entristecer al Espíritu de Dios, es decir, a Dios? ¿Puede él


ser entristecido? La realidad es que son dos preguntas: (1) ¿Podemos nosotros? y
(2) ¿Puede él? Respondo en una manera quizás extraña, pero verdadera, y digo,
podemos, y Él no puede. Porque podemos (por nuestra parte) entristecer; es
decir, hacer lo que podemos para entristecerle. Y con él, el esfuerzo, es todo; y al
hacer lo que podemos se lo considera hecho, aunque el efecto no sigue. Esto sí
podemos hacer: rebajarnos tan profundamente como si fuera posible por algún
medio en este mundo causar que tristeza penetre en la esencia divina. Lo
haríamos; lo provocaríamos en él; lo extraeríamos de él. Dé gracias a la

19
Edward Leigh, A Systeme or Body of Divinity (London: A. M., 1662), 161.

17
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perfección alta y supereminente de su naturaleza, que no es capaz de esto. Si


fuera así, o si pudiera ser así, nosotros lo haríamos contra él.

Encuentro en los evangelios (de la boca de nuestro propio Salvador) cualquiera


que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró (por su parte) con ella: La
mujer, mientras tanto, permanece casta y pura, sin haber pensado de tal cosa).
Entonces, si una parte puede ser adúltero, y la otra (por así decirlo) no
adulterada, ¿por qué no, en manera semejante, uno entristece mientras el otro no
es entristecido? Siempre usamos esto para agravar a algunos pecados y para
mostrar la profunda maldad de algunos pecadores que hacen todo lo que
puedan (de su parte) para hacerlo; de tal manera que se considera hecho.

Pero, Dios no permita que haya en el poder de la carne la capacidad para causar
tristeza en Dios: o, que nosotros aceptemos la idea de que la divinidad fuese
susceptible a esta perturbación (u otras semejantes), como nosotros. Aun así,
leemos esta pasión de tristeza y varias otras (como ira, arrepentimiento, celos)
atribuidas a Dios en las Escrituras. Y, siendo atribuido en un lugar, plenamente
negado en otro. Uno, donde dice “Me pesa haber puesto por rey a Saúl”, y en el
mismo lugar después, “el que es la Gloria de Israel … no es hombre para que se
arrepienta”. Uno, donde le “dolió a Dios en su corazón”. Otro, con “Él hay
plenitud de todo gozo para siempre”, el cual excluye completamente a todo
dolor. ¿Cuál es la resolución? ¿Cómo lo entendemos? Así: que, cuando las
Escrituras remueven esas pasiones de Dios, es para mostrarnos la perfecta
firmeza de la naturaleza divina, que no es, en ninguna forma, susceptible a esas
nuestras imperfecciones. Y esto es la verdadera y sana doctrina.

Pero, cuando las Escrituras atribuyen estas pasiones a Dios, no es para otro fin
que para hablar humanamente, por nuestra debilidad, para hablar nuestro
idioma, y en nuestros propios términos, para colaborar con nosotros mejor. Los
hombres hacen todo ligeramente hasta que hagan algo con pasión. De hecho, no
hacen nada cumplidamente si no se lo hace con alguna afección.

Consecuentemente, tal es nuestra capacidad torpe que no aprendemos


suficientemente que Dios hará esto y lo otro con propósito a menos que sea
representado a nosotros en una forma como nosotros cuando nosotros hacemos
algo completamente. Al castigar, no cumplimos con el castigo si no estamos
enojados. Cuando Dios, entonces, castiga, se nos presenta como airado, para
comunicar a nosotros que Él procederá tan efectivamente como si fuera así de
verdad. No cuidamos algo que amamos a menos que haya una mezcla de celos

18
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con amor. Cuando Dios, entonces, quiere mostrarnos cuán cuidadoso es Él de la


totalidad de nuestro amor hacia Él, se dice de él que es un Dios celoso. No
cambiamos un plan determinado aparte de arrepentirnos. Cuando Dios,
entonces, cambia su camino anterior, se nos presenta, como si se hubiera
arrepentido (aunque este cambio siempre fue parte de Su propósito). Así también
aquí: no nos separamos de otros con quienes hemos conversado antes, aparte de
alguna tristeza u ofensa.

Cuando el Espíritu de Dios, entonces, se aparta por un tiempo, y nos deja, se nos
presenta como entristecido. Porque esto, si fuera comunicado en otra forma, no
nos afectaría tanto, ni se quedaría grabado en nuestra mente como así lo hace.
Entonces, “no entristezcáis”, que es (en palabras directas) no le ofrezcáis una
razón para hacer aquello que los hombres hacen en tristeza, apartarse de
vosotros y dejaros. Si lo hacéis, creed esto: Él te entregaría tan ciertamente como
si fuera entristecido en realidad.20

5. Infinidad

La infinidad de Dios es la negación de la finitud en Dios, Dios sin limitaciones . Es imposible


expresar o entender Su infinidad porque estamos negando que existe en Dios toda la
finitud que conocemos como criaturas. La Biblia habla de la infinidad de Dios en
términos que niegan la finitud que podemos entender:

¿Alcanzarás tú las cosas profundas de Dios? ¿Alcanzarás el propósito del


Todopoderoso? Es más alto que los cielos; ¿qué puedes hacer? Es más profundo
que el Seol; ¿qué puedes saber? Su dimensión es más extensa que la tierra y más
ancha que el mar. (Job 11:7-9)

Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; su entendimiento es infinito. (Sal.


147:5)

No hay una sola limitación en Dios, porque no hay nada que limite a Dios.

20
Lancelot Andrewes, XCVI Sermons (London: Gabriel Bedell, 1661), 428-429.

19
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Sección 3: De los Atributos Relativos de Dios


Un atributo relativo es la atribución a Dios de un nombre que signifique una relación entre Dios
y algo que está fuera de Él. Todo atributo relativo se conecta con un título de Dios en las
Escrituras. Estos atributos relativos no implican un cambio en Dios, sino en las cosas
fuera de Dios con las cuales Él se relaciona de una nueva manera.

Ilustración:

 Si tu te sientas a mi lado derecho o izquierdo, eres tu el que cambia, no yo.


 Si tu me miras tu estás actualizando tu información sobre mi al mirarme, pero yo no
cambio.

Así mismo los atributos relativos no significan un cambio en Dios, sino un cambio en la
criatura con respecto a Dios. ¿Cuáles son las relaciones de Dios?

1. La creación: Creador

Dios creó todas las cosas ex nihilo, de la nada. Al no existir en los límites del tiempo, no
ha habido un tiempo en que Dios no fuera Creador. Dios tiene el título de Creador
acertadamente.

2. La providencia: Gobernador

Pro + videre = Ver de antemano. | Dios en Su providencia preserva, guía y gobierna todas
las cosas que creó. Hace esto para Su propia gloria y el bien de los elegidos. Esta
providencia es el desarrollo del decreto de Dios, no una sucesión de acciones de parte
de Dios. Entonces, aunque atribuimos a Dios el título de Gobernador, no debemos inferir
de aquel título la idea de acciones sucesivas y distintas.

3. La soberanía: Soberano

Dios creó todas las cosas, preserva todas las cosas, redime a los elegidos y castiga a los
impíos; y, por lo tanto, tiene un dominio supremo y absoluto sobre Su creación. Por eso
lo llamamos Soberano.

Toda criatura depende de Dios para su ser, su estar y su bienestar. Dios tiene autoridad
absoluta y dominio directo sobre todas las cosas.

4. La benignidad: Benefactor o Bienhechor

Dios no posee bondad; Dios es la bondad misma. Es bueno de Sí mismo, es la medida


de toda bondad. En cuanto a Su creación, Dios, siendo la fuente de todo bien, tiene el
título de Bienhechor o Benefactor, el que «hace lo bueno» a la creación:
20
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Tú eres bueno y bienhechor. (Sal. 119:68)

Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los
que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan.
Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa,
no le niegues tampoco la túnica. A todo el que te pida, dale, y al que te quite lo
que es tuyo, no se lo reclames. Y así como queréis que los hombres os hagan,
haced con ellos de la misma manera. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito
tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Si hacéis bien a
los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo
mismo. Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?
También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos la misma
cantidad. Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no
esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del
Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos. Sed
misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso. (Luc. 6:27–36)

La bondad y benignidad de Dios es Su amor. El amor es la acción de hacer el bien a


otro. En la mentalidad y la música común, el amor tiene otra definición. Sin embargo,
considere la frase «al que ama disciplina» (Pro. 3:12; Heb. 12:6). Si el amor es un
sentimiento y nada más, esta frase no tiene sentido. Pero, si el amor es hacer el bien al
otro, y si la disciplina del padre es buena para el hijo, entonces la disciplina
verdaderamente es amor.

Considera estas palabras de Theodoro Beza:

El amor de Dios no es una pasión causada por un bien que Él percibe en otro,
sino [que el amor de Dios es] la mera simple esencia de Dios, quien está
dispuesto benignamente para con Sus criaturas y las bendice cómo Él quiere.

Sin embargo, la causa del amor de Dios no se encuentra en las criaturas, como si
fuera posible que la criatura atraiga a Dios para que la ame, sino que [el amor] es
Dios, quien es bueno de Sí mismo, derramando Su bondad sobre Sus criaturas.21

Nuestra Confesión de Fe dice:

...la visión perceptible de la luz y el amor de Dios puede que les sea nublada y
oscurecida por un tiempo, aun así, Él sigue siendo el mismo y ellos estarán

Theodore Beza, Propositions and Principles of Divinitie, Propovnded and Disputed in the Vniversitie of
21

Geneva (n.p. [sin editorial], 1595), 22.

21
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seguros de que serán guardados por el poder de Dios para salvación...


(Confesión Bautista de Fe de 1689, 17.1)

5. Misericordia: Ayudador

La misericordia es Dios socorriendo a los desesperados y ayudando a los


desamparados. Así como el amor, también la misericordia tiene que ser definida con
precisión. La palabra misma quiere decir miseria del corazón, el sentimiento que uno
tiene al ver el sufrimiento de otros.

¿Es posible que Dios participe en nuestro sufrimiento? ¿Es posible que Dios
experimente y reconozca nuestro sufrimiento? Absolutamente no. No hay una conexión
entre el ser de Dios y el ser de la criatura. Son absoluta e infinitamente diferentes.
¿Miente la Palabra de Dios, entonces, cuando habla mucho de la misericordia de Dios?
Absolutamente no. ¿Qué resuelve esta tensión? Todo depende de las definiciones.
Wolfgang Musculus explica el problema y la resolución:

Hay varias causas que mueven el corazón del hombre a la misericordia. Y el


hombre puede buscar sin peligro cuáles son las causas de la misericordia de Dios
si considera la majestad de Dios, siendo excelentísimo, justísimo y felicísimo. Es
natural que un hombre tenga compasión de otro hombre afligido, porque los dos
tienen la misma naturaleza, la misma debilidad, la misma infelicidad, la misma
condición, [tienen en común] toda la vida y la misma depravación de mente.
¿Pero, qué tiene el hombre en común con Dios? Nada. Dios es el más excelente,
nosotros los más viles; Él el más justo, nosotros los más pecaminosos; Él es feliz
con respecto a todo, y nosotros somos infelices con respecto a muchas cosas. Por
eso no puede haber en Dios una causa para Su misericordia que provenga de
elementos comunes con nosotros en cuanto a naturaleza, condición, vida o
estado, puesto que en todas esas cosas somos diferentes a Él
inconmensurablemente. Y, con todo esto, Dios es tan misericordioso que se
complace en la misericordia, más que en el sacrificio.

Por lo tanto, concluimos que si hay más misericordia en Dios que en el corazón
del hombre, y si las causas de la misericordia del hombre están ausentes en Dios,
entonces más manifiesto es que Dios no tiene otra causa para Su misericordia que
la bondad incomparable de Su [propia] naturaleza.22

Zanchius dice lo mismo:

22
Wolfgang Musculus, Common Places of Christian Religion (trad. Iohn Man; London: Henry
Bynnerman, 1578), 982-983.

22
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Y no apruebo la opinión común [de los filósofos que dicen que Dios no puede
tener misericordia verdaderamente], porque basan su argumento en una
consideración de la misericordia en nosotros y luego la atribuyen a Dios,
pensando que tal misericordia es la misericordia verdadera y que,
consecuentemente, no puede existir en Dios, es decir, [la misericordia] con
pasión, así como es en nosotros […] Pero a mi juicio no es así, porque el nombre
de la misericordia es primeramente en Dios, pues fue en Él primero, y es eterna
en Dios […] porque Dios es misericordioso, de Su propia y eterna esencia.23

Dios es la fuente de Su propia misericordia.

Salmo 46:1

Lam. 3.22-24

6. La redención: Redentor

Dios envió a Su Hijo eterno para que se encarnara y sufriera, en cuerpo y alma, el Juicio
y castigo de los elegidos. Dios proveyó para «todos los que invoquen el nombre del
Señor» y «creen en él», todas las cosas que ellos necesitan para su salvación.

Isa. 53:4-5 Ciertamente él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores.


Nosotros lo tuvimos por azotado, como herido por Dios y afligido. Pero él fue
herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que
nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados.

En el Nuevo Pacto en la sangre de Jesucristo, Dios proveyó completa, eterna y perfecta


redención. Dios deshizo la maldición del pecado quitando nuestra condenación por
medio de la justificación; y nuestra corrupción, por medio de la regeneración, la
santificación y la glorificación. Por lo tanto, Dios es nuestro Redentor. Lo que el Padre
mandó, el Hijo lo cumplió y el Espíritu lo aplicó. La obra de redención es la obra de
nuestro trino Dios. Gloria al Redentor:

Ellos entonaban un cántico nuevo, diciendo: «¡Digno eres de tomar el libro y de


abrir sus sellos! Porque tú fuiste inmolado y con tu sangre has redimido para
Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación». (Apo. 5:9)

7. Justicia: Juez

23
Zanchius, Life Everlasting, 375-377.

23
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La justicia de Dios es Dios devolviendo a la criatura lo que merece según Su Palabra, ya


sea la gracia o el juicio. Así como la bondad y la misericordia son de Dios originalmente,
también es Suya la justicia. Dios no está limitado por un sistema abstracto de justicia.

Dios es el origen y la medida de la justicia. Y si Dios dice que en el día que comas de un
árbol morirás, así será. Si Dios dice que todos los que invoquen el nombre de Jesucristo
y creen en Él serán salvos, así será:

Deu. 32:4 Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son
rectitud. Él es un Dios fiel, en quien no hay iniquidad; es justo y recto.

Sal. 92:11-12 Mis ojos mirarán sobre mis enemigos; mis oídos oirán de los
malhechores que se levantaron contra mí. El justo florecerá como la palmera;
crecerá alto como el cedro en el Líbano.

Dan. 9:16 Oh Señor, conforme a tu justicia, apártense, por favor, tu ira y tu furor
de sobre Jerusalén, tu ciudad, tu santo monte. Porque a causa de nuestros
pecados y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo han sido
entregados a la afrenta en medio de todos los que nos rodean.

Rom. 6:23 Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Decimos, entonces, que Dios es nuestro Juez.


Los no creyentes sienten terror como
consecuencia de esa verdad inescapable;
pero los creyentes descansan en la justicia de
Dios. Si Él nos ha prometido en el Nuevo
Pacto que perdonará nuestros pecados y no
se acordará más de estos, sabemos con
absoluta confianza que, por Su justicia, Dios
nos perdonará.

ATRIBUTOS RELATIVOS
1. La creación Creador
2. La providencia Gobernador
3. La soberanía Soberano
4. La benignidad Benefactor / Bienhechor
5. La misericordia Ayudador
6. La redención Redentor
7. La justicia Juez

24
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Sección 4: De los atributos positivos


Los atributos positivos son los que atribuyen una perfección a Dios sin relación con la
criatura. Es decir, aunque veamos esas cualidades en los hombres, existen en Dios
originalmente, eminentemente y esencialmente. No son negaciones de imperfecciones
en las criaturas, ni nombres que Dios toma para Sí de Sus criaturas. Estos atributos
provienen de la vía de la eminencia.

1. Santidad

La santidad es Dios en conformidad consigo mismo. La santidad en las criaturas se mide por
su conformidad con la ley de Dios. Entonces, la santidad de Dios es simplemente Dios
en conformidad consigo mismo: «¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién
como tú, majestuoso en santidad?» (Éxo. 15:11). «No hay santo como el SEÑOR, porque
no hay ninguno aparte de ti» (1 Sam. 2:2). «Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, el Santo de
Israel» (Isa. 43:3). «Eres demasiado limpio como para mirar el mal; tú no puedes ver el
agravio» (Hab. 1:13).

 Dios es el autor y origen de toda santidad.


 Después de la Caída del hombre, todo ser humano vive con la corrupción y la
condenación del pecado.
 Las buenas nuevas del evangelio nos aseguran que Jesucristo, nuestro Sumo
Sacerdote, nos purificó y nos ha acercado a Dios.
 Y así, santos en Cristo como Dios es santo, podemos unir nuestras voces con
santos y serafines para decir: ¡Santo, santo, santo es el SEÑOR de los Ejércitos! ¡Toda
la tierra está llena de su gloria! (Isa. 6:3)

Comentario sobre libro de Sproul y su frase: “Dios es primeramente santo”.

2. Sabiduría

Dios se conoce a Sí mismo. Si Dios se conoce a Sí mismo, entonces Dios lo sabe todo. La
sabiduría u omnisciencia de Dios es Dios, por Su esencia, entendiendo todas las cosas
que son entendibles. Es necesario hacer una distinción: posibilidad absoluta intrínseca y
posibilidad relativa extrínseca. Todas las posibilidades, todos los futuros y todos los seres,
es decir, todo lo que podía haber existido, existirá o existe, proviene de la esencia
divina. La idea de todo lo creado o no creado está contenida en Dios. Y porque Dios se
entiende a Sí mismo perfectamente, continuamente y sin omisión, entonces Dios
entiende perfectamente todas las cosas:

26
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Sal. 119:2-6 Tú conoces cuando me siento y cuando me levanto; desde lejos


entiendes mi pensamiento. Mi caminar y mi acostarme has considerado; todos
mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y tú, oh
SEÑOR, ya la sabes toda. Detrás y delante me rodeas, y sobre mí pones tu mano.
Tal conocimiento me es maravilloso; tan alto que no lo puedo alcanzar.

Sal. 147:5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; su entendimiento es


infinito.

Entonces, el conocimiento de Dios es «infinito, infalible e independiente de la criatura,


de modo que para Él no hay ninguna cosa contingente o incierta» (Confesión Bautista
de Fe de 1689, 2.2). Si todas las cosas son de Dios, y si el Creador es más grande que la
creación y está más allá de ella, ¿qué limitación puede la creación imponer a Dios? La
aseidad de Dios garantiza la infinidad, la infalibilidad y la independencia de la
sabiduría de Dios.

Hebreos 4:13

Reflexión: No hay peligro en usar el lenguaje que Él nos ha dado para hablar de Él, sin
embargo, el peligro es pensar que Él es como nosotros.

3. Omnipotencia

La omnipotencia de Dios es la potestad de Dios para hacer todo lo que Su sabiduría


infinita concibe.

 Potencia pasiva – la capacidad de ser actualizado.


 Potencia activa – la capacidad de actualizar.
 La Omnipotencia de Dios no es potencia pasiva, sino únicamente potencia activa.
 En otras palabras, si algo puede ser actualizado, Dios puede actualizarlo. La
omnipotencia de Dios es la capacidad de actualizar todas las cosas posibles.
 Pero recuerda, debemos excluir las imposibilidades. Dios no puede hacer algo
que es una imposibilidad, simplemente porque no existen, no son cosas. Dios
puede hacer todo con lo que existe y es posible. Esto no s limitar la omnipotencia
de Dios.

La Biblia dice que Dios no puede pecar, mentir, ser engañado, o negarse a Sí mismo; y
con todo esto, Dios es omnipotente. De hecho, Dios no puede hacer tales cosas
precisamente porque es omnipotente. Si Dios pudiera ser engañado o negarse a Sí
mismo, no sería capaz de hacer toda Su voluntad, sería imperfecto y no sería Dios. Dice
Norton: «Dios no puede pecar, mentir, ni negarse a Sí mismo, no por causa de un

27
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defecto, sino por la eminencia de Su poder y perfección absolutos que hacen que no
pueda ser tocado por una imperfección».24

¿Por qué Dios no puede hacer estas cosas? En virtud de Su omnipotencia. Si Dios
hiciera algunas de estas cosas sería impotente, no sería todopoderoso. Por ejemplo, si
Dios pudiera ser engañado, eso implicaría que Dios podría cambiar, aprender, etc. La
“posibilidad” de hacer estas cosas sería negar Su perfección.

Zanchius conectó la omnipotencia de Dios con Su impasibilidad:

Dios es omnipotente. Y puesto que Dios es omnipotente, no puede morir, no


puede engañarse, y no puede mentir. Como dice el apóstol: «No puede negarse a
sí mismo». Hay muchas cosas que Dios no puede hacer, ¿y aun así es
omnipotente? Sí. De hecho, es omnipotente porque no puede hacer tales cosas.
En cambio, si Dios pudiera hacerlas, no sería omnipotente. Como dice Agustín:
«El poder de Dios no disminuye ni una tilde cuando dice que no puede morir ni
engañarse a Sí mismo». Él no puede hacer estas cosas porque si pudiera hacerlas
sería menos poderoso. Sí, podemos decir con seguridad que Dios es
omnipotente, aunque no pueda morir o ser engañado. Porque decimos que es
omnipotente para hacer Su voluntad, no para sufrir la voluntad de otro; si [eso]
pasara incluso una sola vez, Él dejaría de ser omnipotente. Entonces, decimos
bien que, siendo omnipotente, Dios no puede hacer muchas cosas. Hasta aquí
Agustín. De nuevo, si no podemos sujetar a Dios a pasiones, evitamos una
contradicción: Dios es omnipotente y no es omnipotente; Dios puede sufrir y no
puede sufrir. Porque si Dios es omnipotente debe ser libre de pasión también. Y
si puede tener pasiones, no es omnipotente. Porque las pasiones pertenecen
solamente a las criaturas, las cuales, por causa de estas [pasiones], no pueden ser
omnipotentes. Si leemos entonces en las Escrituras que Dios se entristeció, se
arrepintió, se regocijó, etc., no debemos pensar que tales expresiones hablan de
Dios en Sí mismo, sino que son [expresiones] tomadas de los hombres, quienes
tienen tales afectos, y por medio de las cuales se nos instruye acerca de la
naturaleza de Dios.25

PODER ABSOLUTO – “Sin relación”, es Su poder para actualizar todas las cosas
posibles.

PODER ORDENADO – Si Dios ha prometido hacer algo, Él no puede no hacerlo. Es una


limitación que Dios mismo establece para no dejar de cumplir lo que ha prometido, sin
24
Norton, The Orthodox Evangelist, 19.
25
Zanchius, Life Everlasting, 178.

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embargo, esto no es una imitación del poder intrínseco de Dios, sino que Dios hará todo
lo que ha prometido y todo lo que ha decretado.

4. Voluntad

La voluntad de Dios es Dios en un acto puro y simple, queriendo absolutamente el ser


de todo lo que Él quiera.3 Atribuimos una voluntad a Dios porque así podemos
expresar que todas las cosas no existen por accidente, ni por necesidad, sino por la
voluntad de Dios. Derivan su existencia de Dios. No existirían aparte del soberano
decreto de Dios:

El SEÑOR ha hecho todo lo que ha querido en los cielos y en la tierra, en los


mares y en todos los océanos. (Sal. 135:6)

En los seres humanos, la voluntad es una facultad, una parte del total. No es así en Dios.
Por eso no debemos inferir de la voluntad de Dios que Él tenga partes o facultades.
Tampoco debemos inferir que haya habido un proceso de análisis y decisión en Dios.
Nosotros ejercemos la facultad de decisión en momentos sucesivos, pero Dios es simple
y eterno. Trataremos esto con más detalle cuando hablemos acerca del decreto de Dios.

5. Libertad

La libertad de Dios es Dios queriéndose necesaria y libremente, pero queriendo la


existencia de toda criatura libremente. Decimos que Dios se quiere a Sí mismo
necesariamente porque Dios no existe por la voluntad de otro. Dios es a se; existe de Sí
mismo. Pero decimos que Dios se quiere libremente porque Dios no se quiere por
compulsión, sino en conformidad con Su propio ser, y un ser que actúa en conformidad
con Su propio ser, sin compulsión ni siendo causa de otro ser, es el ser más libre posible.

La idea de que Dios crea necesariamente es insostenible. Edward Polhill explica por
qué:

[Si Dios creara necesariamente] entonces actuaría ad extremum virium [con toda
potestad], y así crearía todos los mundos y todas las criaturas posibles que
residen en la profundidad de Su omnipotencia (que serían una infinidad de seres
reales). Y los crearía todos desde la eternidad misma. Entonces esa infinidad de
seres reales, así creados, serían seres necesarios, como Dios. En todo eso hay
muchas grandes contradicciones.26

26
Edward Polhill, The Divine Will Considered in its Eternal Decrees, and Holy Execution of Them
(London: Thomas Shelmerdine, 1695), 4-5.

29
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Considera estas palabras de William Ames:

La idea divina (o, las ideas divinas) es el conocimiento de Dios de sí mismo y


todo lo que podría imitar o representar su perfección. Hay en Dios ideas de todas
las perfecciones que se encuentran en las criaturas, porque proceden del poder
activo de Dios: pero no [hay ideas] de imperfecciones, si los consideramos
formalmente como imperfecciones… El conocimiento del mal depende de la
negación del bien, así como el ser del mal consisten en la privación de algún bien.
Porque toda cosa, como tiene su ser, así se conoce.

Un conocimiento medio por el cual se imagina que Dios sabe por suposición,
antes del decreto de su voluntad, que ciertas cosas sucederán bajo condición de
ciertas causas anteriores, determina eventos futuros independientemente de la
voluntad de Dios y causa que el conocimiento de Dios dependa principalmente
del objeto. Digo, tal conocimiento no puede corresponder y concordar con la
gran perfección de Dios.

La voluntad de Dios no establece una necesidad en todas las cosas futuras, sino
una certeza con relación al evento. Entonces, con relación a la certeza del evento,
no fue posible que se quebranten los huesos de Cristo, porque Dios quiso que no
se quebrantasen. Sin embargo, no se impuso una necesidad sobre las lanzas de
los soldados, y otras causas secundarias en aquel contexto.

En las cosas que Dios ha querido, hay un cierto orden percibido, a saber, que
primero Dios quiere el fin, anterior a los medios que dirigen hacia el fin, porque
Dios obra con perfecta razón. Y con relación a los medios, Dios primero establece

30
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aquellos que son más cercanos al fin. Porque aquello que es primero en orden de
ejecutar, esto es último en orden de intención, y así lo contrario.

Debemos notar que los mismos medios, en gran parte, que engendren gracia en
nosotros también edifican, nutren, y aumentan la misma. Los medios
mencionados son los engendradores y “nutridores”, los generadores y
alimentadores, de gracia, en particular, el oír de la palabra predicada, el leer la
palabra, la oración, las promesas, compañerismo cristiano, contemplaciones, y
experiencias especiales, todos estos están suficientemente cargados (llenos,
amplios) para nutrir y fortalecer gracia. Además, los sacramentos fueron
instituidos y establecidos para este fin, para aumentar nuestra gracia y
asegurarnos del perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestras almas.27

6. Perfección (también: la Gloria de Dios o la Felicidad de Dios)

La perfección de Dios es Dios todosuficiente, todoexcelente, no teniendo necesidad de


ninguna cosa, sino teniendo en Él mismo toda perfección: «Este atributo hace a Dios un
mar infinito de felicidad».28 Podemos decir que la perfección de Dios es Su gloria:

La perfección de Dios es Su gloria no creada, es decir, todos los atributos en una


sola palabra. Y así como la felicidad es la suma de todo bien del hombre, también
la gloria es la suma de todos los atributos de Dios.29

Dios es perfecto y glorioso en Sí mismo, y Sus criaturas aumentan Su gloria solamente


en el sentido de la manifestación de Su gloria, pero no Su gloria misma. Como dice la
Confesión de fe:

Teniendo Dios, en Sí mismo y de Sí mismo, toda vida, gloria, bondad y


bienaventuranza, es el único que es todosuficiente, en Sí mismo y para Sí mismo,
no teniendo necesidad de ninguna de las criaturas que ha hecho, ni derivando
ninguna gloria de ellas, sino manifestando solamente Su propia gloria en ellas,
por medio de ellas, hacia ellas y sobre ellas, Él es la única fuente de todo ser, de
quien, por medio de quien y para quien, son todas las cosas... (Confesión Bautista
de Fe de 1689, 2.2)

[Addendum]
Herejías y Herejes

27
Robert Purnell, The Way Step by Step to Sound and Saving Conversion.
28
Norton, The Orthodox Evangelist, 20.
29
Norton, The Orthodox Evangelist, 20.

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En la literatura del siglo 16, 17 y 18 la definición de hereje es consistente. Siempre es la


misma. Un hereje es alguien que confesaba la verdad y que luego confiesa una falsedad,
el cual después de ser corregido, sigue persistiendo en su error. Hereje viene del
término griego que significa escoger. Un hereje es alguien que “decide” afirmar una
falsedad que destruye el fundamento.

Hay una distinción importante:

 Herejía material es una falsedad que destruye el fundamento de la religión


cristiana.
 Herejía formal es una persona o doctrina que rechaza corrección para perseverar
en la afirmación de su falsedad.

¿Por qué es importante hacer esta distinción?

Ilustrémoslo así. Una pistola es un objeto que tiene el poder de matar. Sin embargo, el
tener una pistola no te convierte en asesino. Pero, si alguien utiliza la pistola para matar,
se convierte en un asesino formal. Una herejía material es como esa pistola, es peligrosa
en sí misma. Una herejía formal es cuando alguien abiertamente se convierte en un
hereje. Hay hermanos que sostienen algunos errores que pueden entrar en el campo de
la herejía material, pero son hermanos porque no siguen las consecuencias lógicas de
sus errores, sino que abrazan la doctrina cristiana. Los herejes formales son los que
llegan hasta las últimas consecuencias lógicas de sus errores, y rechazan la corrección.

Tener una pistola es peligroso, pero no te hace asesino. Tener opiniones erróneas sobre
ciertas cosas, no te hace un hereje; pero cuando a pesar de ser corregido, persistes en tu
doctrina errónea, eres un hereje.

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PARTE 2: DE DIOS EN SU TRINIDAD

Sección 1: El Fundamento Bíblico de la Doctrina


La palabra de Dios enseña claramente que Dios es uno, que no hay otro, y que este
único Dios es digno de y exige toda nuestra obediencia, confianza y adoración. En
la sección anterior, consideramos a Dios en Su unidad, en Su perfección y la distinción
de Su perfección en varios atributos. Hemos visto que Dios es incomprensible e
inefable, más allá de la capacidad de nuestras mentes y palabras. La razón puede
descubrir que Dios existe y cuáles son algunos de Sus atributos. Pero la razón no puede
descubrir el conocimiento salvador de Dios, es decir, la doctrina de la Santa y Bendita
Trinidad.

Considera las palabras de Francis Cheynell:

La pregunta tocante a la distinción de la naturaleza divina y esas gloriosísimas


Personas que subsisten en ella es la parte más difícil en toda la teología, y por lo
tanto, ruego humildemente la ayuda de esas Personas gloriosas, que yo pueda
entender y escribir con precisión y reverencia este profundo y glorioso misterio
de la fe.30

También, Nehemiah Coxe:

Y este es un misterio tan glorioso que es revelado a nosotros en Su Palabra


solamente. No podemos comprenderlo por la razón, pero debemos adorarlo y,
por la fe, descansar en Su testimonio de ello.31

1. Pluralidad en el Antiguo Testamento

Observamos una pluralidad cuando vemos a Dios (o el Señor) siendo distinguido de Su


Palabra (o Verbo), y de Su Espíritu. También vemos una pluralidad en Jehová cuando es
distinguido del Siervo (o Ángel) de Jehová, y del Espíritu de Jehová:

30
Francis Cheynell, The Divine Trinunity of the Father, Son, and Holy Spirit (London: T. R. y E. M. para
Samuel Gellibrand, 1650), 97.
31
Nehemiah Coxe, Vindiciæ Veritatis (London: Nathaniel Ponder, 1677), 6.

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En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía.
Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se movía sobre la
faz de las aguas. Entonces dijo Dios… (Gén. 1:1-3)

Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y miró; y he aquí que un
hombre estaba delante de él, con su espada desenvainada en su mano. Josué,
yendo hacia él, le preguntó: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? Él le
respondió: No. Yo soy el Jefe del Ejército del SEÑOR, que he venido ahora.
Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro lo adoró y le preguntó:
¿Qué dice mi Señor a su siervo? El Jefe del Ejército del SEÑOR respondió a
Josué: ––Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde tú estás santo es.
Y Josué lo hizo así. (Jos. 5:13-15)

Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos; todo el ejército de ellos fue
hecho por el soplo de su boca. (Sal. 33:6)

El SEÑOR dijo a mi Señor: «Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus


enemigos como estrado de tus pies». (Sal. 110:1)

El Espíritu del SEÑOR Dios está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR. Me
ha enviado para anunciar buenas nuevas a los pobres, para vendar a los
quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y a los
prisioneros apertura de la cárcel. (Isa. 61:1)

En toda la angustia de ellos, él fue angustiado; y el ángel de su Presencia los


salvó. En su amor y en su compasión los redimió. Los alzó y los llevó todos los
días de la antigüedad […] El Espíritu del SEÑOR les dio reposo, como al ganado
que desciende al valle. Así condujiste a tu pueblo, conquistando para ti un
nombre glorioso. (Isa. 63:9, 14)

Ciertamente así ha dicho el SEÑOR Dios: «He aquí, yo mismo buscaré mis ovejas
y cuidaré de ellas. Como el pastor cuida de su rebaño cuando está entre las
ovejas dispersas, así cuidaré de mis ovejas». (Eze. 34:11-12)

«Pero de la casa de Judá tendré misericordia y los salvaré por el SEÑOR su Dios.
No los libraré con arco ni con espada ni con guerra ni con caballos y jinetes».
(Ose. 1:7)

Mi Espíritu estará en medio de ustedes. (Hag. 2:5)

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2. Pluralidad en el Nuevo Testamento

Vemos la misma pluralidad en el Nuevo Testamento con los nombres Padre, Hijo y
Espíritu Santo:

Y cuando Jesús fue bautizado, en seguida subió del agua, y he aquí los cielos le
fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía
sobre él. Y he aquí, una voz de los cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia». (Mat. 3:16-17)

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el


nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. (Mat. 28:19)

Sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas
las cosas, y nosotros vivimos para él; y un solo Señor, Jesucristo, mediante el cual
existen todas las cosas. (1 Cor. 8:6)

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
sean con todos ustedes. (2 Cor. 13:14)

Estos versículos revelan una pluralidad de igualdad. Demuestran que hay uno que es
igual a otro, e igual a otro también. Hay un solo Dios, pero hay tres que son dignos de
adoración y obediencia. Hay un solo Dios, pero hay tres que hacen obras divinas. Los
tres no son dioses, sino Dios, tres subsistencias en una sola esencia, la santa y bendita
Trinidad.

Hay una pluralidad triple en el Antiguo Testamento, y vemos que la misma pluralidad se
mantienen en el Nuevo Testamente.

Cuadro comparativo de la pluralidad triple en estos pasajes del A.T. y N.T.


Dios Jehová Dios Padre
Verbo Siervo/Ángel Palabra Hijo
Espíritu Espíritu Soplo Espíritu Santo

[Addendum]
¿Debemos enseñar de manera profunda doctrinas
como la Santa Trinidad a nuestras iglesias?

Ilustración: Aunque es muy importante que todos sepan cómo manejar un carro, no es
necesario que todos sean mecánicos. Sin embargo, los que manejan necesitan mecánicos
que les ayuden a arreglar sus carros. Los hombres de Dios son como mecánicos que son

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necesarios para guiar a la iglesia (los que manejan) en estos temas. No obstante,
mientras más personas de la iglesia puedan estudiar estas doctrinas con profundidad,
siempre será mejor.

Sección 2: La Distinción de las Personas

Sobre el término Subsistencia(s)


La Iglesia ha usado la palabra subsistencia(s) para hablar de la pluralidad en la unidad
de Dios. Nuestro propósito en esta clase será defender el uso de la palabra
“subsistencia” como el mejor término para entender la Trinidad. Nuestra confesión de
fe utiliza el término “subsistencia”, mientras que Westminster utiliza “persona”. La
doctrina es la misma pero se prefirió el término “subsistencia” en nuestra confesión.

1. El fundamento bíblico para el uso de la palabra “subsistencia”

Hebreos 1:1-3a

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el
cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia. (RVR60)

Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los
padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo y por medio de quien, asimismo, hizo el universo. Él
es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza. (RVA 2015)

La frase en itálicas en las dos versiones es la traducción de la frase griega: χαρακτὴρ


τῆς ὑποστάσεως αὐτοῦ (jarakter tes jupostáseos autou) que significa literalmente: “el
carácter de su hipóstasis”.

“Hipóstasis” tiene dos significados:

1) La sustancia o esencia de una cosa.


2) Algo que existe en sí mismo, y no en otro. O, un existente individual, es decir,
una subsistencia.

Entonces hay dos interpretaciones posibles:

(1) El Hijo es la imagen misma de la sustancia de Dios.


Entonces, Dios el Padre sería una sustancia y el Hijo otra sustancia. Esto es
arrianismo. Según esta interpretación, el Hijo no es consustancial con el Padre. El

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Hijo es la primera sustancia creada por el Padre. El Hijo es distinto del Padre en
sustancia.
(2) El Hijo es la imagen misma de la subsistencia de Dios (del Padre).
Entonces, el Padre es una subsistencia y el Hijo es otra subsistencia que tiene
existencia en Sí mismo. El Padre y el Hijo son consustanciales, pero son
subsistencias distintas.

Considera estas palabras de Thomas Manton:

Cristo se llama “la imagen misma de su Persona”. No puede ser traducido


esencia, sino subsistencia; porque si fuera así, Ario habría triunfado, y Cristo
sería solamente homoiousios (de una sustancia semejante). Y no es correcto decir
que la esencia del Padre es impresa sobre el Hijo, puesto que la misma esencia
individual y sustancia estaban en Él mismo, completamente, así como en el
Padre. Y no es correcto decir que el Hijo es como, sino la imagen misma de su
subsistencia, o, como lo traducimos ahora, persona, porque así expresamos la
consustancialidad del Hijo, contra Arrio, y la distinción de las personas, contra
Sabelio.32

2. El uso histórico de la palabra “subsistencia”

En la iglesia de habla griega, enseñaron que Dios es uno en ousia, pero tres en
hipóstasis. El uso de la palabra ousia fue tomado de Éxodo 3:14 (ἐγώ εἰμι ὁ ὤν – egó
eimi jo on) comparado con Hebreos 1:3a. Por lo tanto:

Afirmaron que el Padre y el Hijo son homoousios – de la misma sustancia,


consustancial. Negaron que el Padre y el Hijo son homoiousios – sustancias
semejantes pero diferentes (arrianismo).

El Credo Niceno dice:

“Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de Dios verdadero, Engendrado, no


creado, consustancial con el Padre”.

En la iglesia latina, enseñaron que Dios es uno en sustancia y tres en subsistencia. La


palabra “persona” (lat.) también comenzó a ser usada.

32
Thomas Manton, “A Second Volume of Sermons…”, Sermon 4 on John 17:3.

37
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3. La precisión y utilidad de la palabra “subsistencia”

El significado básico o fundamental de la palabra “subsistencia” es “modo o manera de


ser”. Solo Dios tiene aseidad, subsiste de Sí mismo. Todos los seres creados tienen una
existencia (existen a partir de algo más).

El Señor nuestro Dios es el único Dios vivo y verdadero; cuya subsistencia está en
Él mismo y es de Él mismo… (Confesión Bautista de Fe de 1689, 2.1)

(1) Subsistencia abstracta y subsistencia concreta

(a) Subsistencia abstracta – significa la autoexistencia de una sustancia.

 “cuya subsistencia está en Él mismo y es de Él mismo.”


 “Yo subsisto”. La manera en que soy o existo es que tengo existencia
individual, porque no existo en ti o de ti. Sin embargo, mi existencia
depende de Dios.
 Solamente Su subsistencia o autoexistencia es “en y de Sí mismo.” Esto es
Su aseidad.

(b) Subsistencia concreta – significa una sustancia en existencia, o una instancia


de una sustancia, o un subsistente.

 “Subsistencia” añade manera o modo a una sustancia. “Esta sustancia


existe en esta manera.”
 Una subsistencia es una sustancia particular existiendo en una manera
particular.

(2) Sustancias racionales e irracionales

 Al mencionar “subsistencias” estamos hablando acerca de toda cosa actual, o en


existencia. Un pájaro es una subsistencia. Es una sustancia particular en
existencia actual.
 Podemos precisar por hablar de sustancias racionales, que son sustancias con
intelecto, es decir, ángeles y hombres.
 Y por eso usamos la palabra “persona.” Una “persona” es una subsistencia
racional.
 Una “persona” es “una sustancia individual con una naturaleza racional”.
 Nosotros somos subsistencias. Somos personas. Esta definición incluye a
nosotros. El alma mismo puede incluirse en esta definición. Una persona muerta
es una persona.

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(3) Personas creadas y no creadas

 Distinguimos la sustancia divina de toda sustancia creada. Así también


distinguimos una persona no creada de toda persona creada.
 Seres humanos tienen la misma esencia común y general, que es la humanidad.
Sin embargo, somos sustancias diferentes. Somos seres humanos, pero no somos
el mismo ser humano. Somos personas o subsistencias, sustancias individuales,
con una naturaleza racional.
 La distinción de las personas divinas no es así. Son distintas, pero no divididas
como nosotros. Las personas son distinguidas no como sustancias diferentes de
una esencia general, sino como tres modos de ser de una sustancia.

4. Definiciones clásicas de “persona”

 Tomás de Aquino definió una persona divina como “una relación subsistiendo
en la naturaleza divina”.
 John Norton definió una persona divina como “la esencia divina subsistiendo en
una propiedad relativa”.
 William Bucanus definió una persona divina como “una subsistencia en la
naturaleza divina, que, teniendo relación a otros, se distingue por una propiedad
incomunicable”.
 Thomas Manton lo definió así: “una persona divina es (1) una sustancia (no un
accidente o atributo [algo que se añade a una sustancia]), (2) una sustancia
particular (no general, no una naturaleza), (3) viva (no un libro), (4) racional (no
un árbol), (5) no una parte sino la totalidad completa (no naturaleza humana, o el
alma).

Conclusión

 “Subsistencia” comunica el significado de la palabra bíblica “hipóstasis”.


 “Subsistencia” preserva la consustancialidad de las tres personas.
 “Subsistencia” nos dirige a modo o manera de ser.
 “Subsistencia” continua el vocabulario de la iglesia.
 “Subsistencia” es superior a “persona”, no porque “persona” no sea ortodoxa
sino porque “persona” denota la individualidad de personas creadas.

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Sobre la distinción de las personas de la Trinidad (Clase 12)


¿Cómo podemos distinguir o individuar las tres personas? ¿Por qué tres?

1. Cinco nociones

(a) Primacía (innacibilidad, ser ingénito, ser de nadie) – una noción negativa, sin
relación a otros.
(b) Paternidad (o generación) – Es una noción relacionada con el Padre.
(c) Filiación – Ser hijo. Es una noción de la relación del Padre y el Hijo. La
revelación utiliza la relación de filiación a través de los verbos de generar y ser
generado.
(d) Spiración – una noción común (i. e., que pertenece al Padre y al Hijo) Sobre la
etimología de la palabra: in-spiración: soplar hacia dentro; ex-piración: botar aire;
re-spiración: botar y tomar aire. Spiración es la idea de enviar. Esta noción
pertenece al Padre y al Hijo con respecto al Espíritu Santo y la aprendemos de la
idea que proviene de los verbos enviar y emitir.
(e) Procesión – El Espíritu procede del Padre y del Hijo. Esta noción es única del
Espíritu Santo.

Observaciones:
 Primacía – es la única de estas cinco nociones que no tiene una noción de
relación, pues significa que no viene de nadie (las otras cuatro nociones
son relacionales, y por lo tanto, podemos verlas como cuatro relaciones).

2. Cuatro relaciones

 Las relaciones son basadas en actos personales ad intra (dentro de Dios).


 Provienen de las Escrituras en donde vemos nombres o verbos que describen o
implican una acción.
 Un acto personal de Dios que tiene como principio la esencia divina y como
punto de término una persona.
 Nociones negativas no revelan relaciones.

(1) Paternidad (o generación).


(2) Filiación – por el hecho de que hay alguien que engendra eternamente (el
Padre), así también hay alguien que es engendrado eternamente (el Hijo).
(3) Spiración – una noción y relación común. Es un acto personal ad intra de la
Trinidad del Padre y del Hijo. Sin multiplicación, sin división, sin
sucesión. Hay dos que espiran y otro que es espirado.

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(4) Procesión – Diferencia entre “engendrar” y “proceder” se puede describir:


“Aquel que es engendrado también procede, pero Aquel que procede no
es engendrado”.

3. Tres propiedades relativas

Las propiedades relativas son propias, incomunicables o peculiares a cada una de las
personas de la Trinidad. Aquí ya no añadimos Spiración porque no es una propiedad
relativa distintiva de uno (o peculiar a una de las personas), sino una propiedad que es
compartida con dos. Solo hay uno que genera o engendra (Padre), solo hay uno que ha sido
engendrado (Hijo) y solo hay uno que procede (Espíritu Santo). Al mismo tiempo que son
peculiares a cada persona de la Trinidad, estas denotan relaciones.

(1) Paternidad (o generación) – la esencia divina subsiste en la propiedad de


paternidad y se llama: el Padre.
(2) Filiación – la esencia divina subsiste en la propiedad de filiación y se llama: el
Hijo.
(3) Procesión – la esencia divina subsiste en la propiedad relativa procesión y se
llama: el Espíritu Santo.

4. Dos procesiones

Una “procesión” en Dios significa que de las tres relaciones: Padre, Hijo, y Espíritu
Santo, solamente dos son de otro. El Padre es de nadie.

Procesiones son relaciones de origen en Dios.

(1) Filiación – procede del Padre


(2) Procesión – procede del Padre y del Hijo

5. Un solo Dios

 Las tres personas son la esencia divina subsistiendo en tres propiedades


relativas.
 El Padre es Dios.
 El Hijo es Dios.
 El Espíritu Santo es Dios.
 Las tres personas son la esencia divina subsistiendo en el Padre quien genera
eternamente, el Hijo quien es engendrado eternamente, y el Espíritu Santo, quién
procede de los dos eternamente.
 La esencia no se divide o multiplica.

41
Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Considera el lenguaje técnico que usa nuestra Confesión de Fe:

2.3 En este Ser divino e infinito hay tres subsistencias, el Padre, el Verbo o Hijo y
el Espíritu Santo, de una misma sustancia, un mismo poder y una misma
eternidad, teniendo cada uno toda la esencia divina, pero la esencia indivisa; el
Padre no es de nadie ni es engendrado ni procede de nadie, el Hijo es
eternamente engendrado del Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre y del
Hijo, todos infinitos, sin principio, por lo tanto, son un solo Dios, que no ha de
ser dividido en naturaleza y Ser, sino distinguido por varias propiedades relativas
peculiares y relaciones personales; dicha doctrina de la Trinidad es el fundamento
de toda nuestra comunión con Dios y nuestra consoladora dependencia de Él.
[Énfasis añadido]

Sobre la unidad de las personas (Clase 13)


1. Subsistencia y simplicidad

(1) Naturaleza y ser

 Naturaleza se refiere a la naturaleza abstracta. Por ejemplo: La


humanidad.
 Ser es la esencia o sustancia concretas. Por ejemplo: Un ser humano.

La Confesión dice que: “son un solo Dios, que no ha de ser dividido en naturaleza y
Ser” (2.3).

La divinidad no puede ser dividida en naturaleza o ser, sino que la Trinidad es


tres subsistencias de la esencia divina. La Trinidad no es una división triple en
Dios, sino tres subsistencia de la esencia divina.

NATURALEZA SER
Esencia abstracta. Esencia o sustancia concreta.
Humanidad. Un ser humano.
Divinidad. Dioses.
Esencia. Sustancia.

(2) La distinción modal de las personas

Hay tres tipos de distinciones:

a) Una distinción real


b) Una distinción racional

42
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c) Una distinción modal

a) Una distinción real

Una distinción real es una distinción entre una cosa actual y otra cosa actual con
respecto a sus esencias. Por ejemplo, una manzana y otra manzana son realmente
distintas, aunque comparten la misma esencia general de una manzana. La una no es la
otra, aunque las dos sean manzanas. Se distinguen por sus esencias particulares. Son
realmente distintas. Pero Dios es trino, no triple, y la distinción de las Personas no es
entre un ser, y un ser, y un ser. Entonces, la distinción de las Personas divinas no es una
distinción real.

b) Una distinción racional

Una distinción racional no se basa en las cosas mismas, sino en nuestra percepción de
las cosas. Por ejemplo, un lado de una columna se distingue de otro lado de la misma
columna. La idea de que un lado es el derecho y el otro es el izquierdo es relativa a mi
percepción. La columna en sí no tiene un lado derecho y otro izquierdo, pero puedo
distinguir en mi mente entre el lado derecho y el lado izquierdo. Sin embargo, la
doctrina de la Trinidad no existe meramente en nuestra mente. La distinción de las
Personas divinas no es una distinción racional.

c) Una distinción modal

Una distinción modal no es una distinción entre una cosa y otra cosa, sino entre una
cosa y la manera o el modo de la misma cosa. Esta distinción es más que simplemente
racional, siendo una distinción basada en la cosa misma y no en nuestras mentes. Sin
embargo, esta distinción es menos que una distinción real porque no se basa en una
diferencia de esencias.

Por ejemplo, el calor, que puede ser más o menos caliente; una persona y su relación
con otras personas; un padre es también un hijo. Tales distinciones no se basan en la
cosa misma [o la cosa en sí], sino en la manera actual de su ser, y son distinciones que
existen si nuestras mentes las perciben o no. Entonces, son más que una distinción
racional, pero menos que una distinción real.

Al confesar que el misterio de la doctrina de la Trinidad sobrepasa cualquier expresión


humana, podemos decir con mayor seguridad que la distinción de las Personas de la
Trinidad es una distinción modal, no una distinción simplemente racional ni una
distinción real entre seres. Aquí vemos con más claridad que la utilidad de la palabra

43
Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

«subsistencia» es superior a la de la palabra «persona». La palabra «persona» implica


una distinción real. La palabra «subsistencia» implica una distinción modal.

La distinción modal de las Personas es la distinción de la esencia divina subsistiendo en tres


propiedades relativas. Por tanto, las Personas se distinguen por Sus propiedades relativas
y relaciones personales.

Considera estas palabras de John Norton:

Cuando leemos, en algunos autores, que una persona se distingue de la esencia


realmente, debemos entender realmente no estrictamente y propiamente, sino en
un sentido más amplio, a saber, como en contraste con una distinción racional. Y
su significado es, entonces, “La distinción entre una persona y la esencia se basa
en la naturaleza divina, y no en nuestra razón. La distinción es real, si lo
percibimos o pensamos en ello, o no”.

 Esencia y persona – Una cosa y el modo de la misma cosa (contra Arrio).


 Persona y persona – Una relación y una relación en la misma cosa (contra
Sabelio).

Una distinción modal en Dios [i. e., una cosa y el modo de ser de la misma cosa] o ad
intra, es trinitarianismo ortodoxo. Una distinción modal afuera de Dios o ad extra, en su
forma de manifestarse al mundo, es la herejía de modalismo o sabelianismo.

Considera las palabras de nuestra Confesión: “teniendo cada uno toda la esencia divina,
pero la esencia indivisa” (2.3).

Cuando hablamos de la unidad de las personas en Dios, hay dos preguntas clave:

¿Tiene ________________ la esencia divina?


Si, ________________ es Dios.
¿En qué manera tiene _________________ la esencia divina?
____________________.

Ahora, considera:

¿Tiene el Padre la esencia divina? Si, el Padre es Dios.


¿En qué manera tiene el Padre la esencia divina? De Sí mismo.

¿Tiene el Hijo la esencia divina? Si, el Hijo es Dios.


¿En qué manera tiene el Hijo la esencia divina? Del Padre.

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¿Tiene el Espíritu Santo la esencia divina? Si, el Espíritu Santo es Dios.


¿En qué manera tiene el Espíritu Santo la esencia divina? Del Padre y del Hijo.

2. Subsistencia y subordinación

(1) Analogías con relaciones humanas

El razonamiento detrás de esta idea es algo así: “Así como el Padre y el Hijo son
iguales en divinidad pero el Hijo se sujeta al Padre, sin disminuir su gloria o
dignidad, así también cuando una esposa se sujeta a su marido, no es una falta
de dignidad en ella o una disminución de su igualdad como seres humanos”.

(2) Analogías con generación humana

 El Hijo es “del Padre”, y el Espíritu Santo es “del Padre y del Hijo.”


 Considera cada Persona desde la perspectiva de su esencia, y de su subsistencia.
 ¿Tiene la esencia divina? ¿En qué manera tiene la esencia divina? El Padre es
Dios en, y de, sí mismo. El Hijo y el Espíritu son Dios, en sí mismos, pero no de sí
mismos.
 Hay un “taxis”, esto es: un orden de las subsistencias, pero no hay un suborden.

Considera las palabras del Credo de Atanasio:

Quien quiera ser salvo debe sobre todo asirse de la fe universal. Quien no la
observe en su totalidad y sin violarla, sin duda perecerá por la eternidad. Ahora
bien, esta es la fe universal: Adoramos un Dios en Trinidad y la Trinidad en
unidad, sin confundir las personas ni dividir el ser divino. Porque el Padre es
una persona, el Hijo otra, y el Espíritu es también otra. Pero la deidad del Padre,
Hijo y Espíritu Santo es una, igual en gloria, coeterna en majestad. Lo que es el
Padre, es el Hijo y también lo es el Espíritu Santo. El Padre es increado; el Hijo es
increado; el Espíritu es increado. El Padre es infinito; el Hijo es infinito; el
Espíritu Santo es infinito. El Padre es eterno; el Hijo es eterno; el Espíritu es
eterno: Y sin embargo, no hay tres seres eternos, pero uno que es eterno; así como
no hay tres seres increados e ilimitados, sino uno que es increado e ilimitado. El
Padre es todopoderoso; el Hijo es todopoderoso; el Espíritu es todopoderoso: Y
sin embargo, no hay tres seres todopoderosos sino uno que es todopoderoso. Así,
el Padre es Dios; el Hijo es Dios; el Espíritu Santo es Dios: Y sin embargo no hay
tres dioses sino un Dios. Así el Padre es Señor; el Hijo es Señor; el Espíritu Santo
es Señor: Y sin embargo no hay tres señores, sino un Señor. Como la verdad
Cristiana nos compele a reconocer cada persona en particular como Dios y Señor,

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así la religión universal nos prohíbe decir que hay tres dioses o señores. El Padre
no fue hecho, creado o engendrado; el Hijo tampoco fue hecho o creado, pero sí
fue engendrado por el Padre; el Espíritu tampoco fue hecho o creado, pero
procede del Padre y del Hijo. Así, hay un Padre, no tres padres; un Hijo, no tres
hijos; un Espíritu Santo, no tres espíritus. Y en esta Trinidad, ninguno es antes o
después, mayor o menor que el otro; sino que las tres personas son, en sí mismas,
coeternas y co-iguales; y por ello debemos adorar la Trinidad en unidad y al
único Dios en tres personas. Así es como debe pensar acerca de la Trinidad quien
quiera ser salvo.

3. El orden de las operaciones de Dios

Opera Trinitatis ad intra indivisa sub | Las obras de la Trinidad ad intra son indivisas

Las tres Personas de la Trinidad son Dios, indivisiblemente. En virtud de la triunidad


de Dios, las obras u operaciones externas de Dios son indivisas. Sin embargo, la Palabra
de Dios atribuye obras específicas a Personas específicas, y la manera de atribuírselas
refleja el orden o taxis de las tres subsistencias en la Trinidad:

La manera en que las obras externas de las tres Personas son ejercidas sobre la
criatura está en correspondencia con la manera de subsistir de la Persona en la
naturaleza divina. El Padre opera de Sí mismo; el Hijo opera del Padre (Jua. 5:19,
30; 8:28); el Espíritu Santo opera del Padre y del Hijo (Jua. 16:13). Entonces,
aunque todas las obras de Dios tocantes a la criatura son hechas juntamente por
las tres Personas, aun así, la obra se atribuye principalmente a la Persona cuya
manera de subsistir se revela más eminentemente en la obra. Las obras de
generación, como la creación, se atribuyen principalmente a la primera Persona;
las obras de progreso y cumplimiento, como la redención, a la segunda Persona;
y la perfección de las obras, como la aplicación de la redención, a la tercera
Persona.33

El Espíritu regenera (lo hace en el poder del Padre y del Espíritu, pero se atribuye
principalmente a Espíritu). El Padre crea.

“Termina” en uno de ellos.

Esto también nos protege de una forma de subordinacionismo en la Trinidad. Podemos


atribuir obras específicas a Personas específicas, pero no podemos dividir a las

33
Norton, The Orthodox Evangelist, 28.

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Personas, ni podemos deducir de estas distinciones que hay una jerarquía en la Deidad.
Al contrario:

En este Ser divino e infinito hay tres subsistencias, el Padre, el Verbo o Hijo y el
Espíritu Santo, de una misma sustancia, un mismo poder y una misma eternidad,
teniendo cada uno toda la esencia divina, pero la esencia indivisa […] todos
[Ellos son] infinitos, sin principio, por lo tanto, [son] un solo Dios. (Confesión
Bautista de Fe de 1689, 2.3)

[Addendum]
¿Por qué se usó la palabra subsistencia en lugar de persona
en la Segunda Confesión Bautista de Fe de Londres?

 En el año 1674, Thomas Collier publicó un libro llamado: “El cuerpo de


divinidad, o una confesión de fe”.
 En este tratado teológico, Collier dijo que no podía afirmar que Dios existía en 3
subsistencias.
 Los pastores de las iglesias bautistas particulares de Londres fueron contactados
con el propósito de ayudar en esta controversia.
 Algunos pastores bautistas particulares tuvieron un debate con Thomas Collier
frente a su iglesia local en el año 1676.
 Los pastores de Londres pidieron al joven pastor Nehemiah Coxe que escribiera
un tratado para refutar los errores del libro de Collier.
 En el año 1677, Nehemiah Coxe escribió el libro Vindiciae Veritae.
 En este libro, Coxe utilizó intencionalmente la palabra subsistencia para
contrarrestar el error de Collier y probar su ortodoxia.
 La Confesión Bautista de 1689 utilizó la misma nomenclatura utilizada por
Nehemiah Coxe (siendo él uno de sus editores).

La comunión de la criatura con el Dios Trino


La doctrina de la Santa Trinidad es la doctrina más alta [o elevada] y misteriosa de la fe
cristiana. Sin embargo, no es un vaso precioso que nadie puede tocar, ni es una doctrina
que nadie puede entender. Al contrario, es una doctrina preciosa para cada hijo de Dios.
Nuestra Confesión de fe afirma que «dicha doctrina de la Trinidad es el fundamento de
toda nuestra comunión con Dios y nuestra consoladora dependencia de Él» (Confesión
bautista de fe, 2.3). Es más fácil entender por qué la Confesión afirma esto si
consideramos varias maneras en que tenemos comunión con Dios.

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1. Nuestra salvación y el Dios trino

La vida eterna depende del conocimiento de la Trinidad. Es imposible ser salvo y


reconciliado con Dios aparte de la Trinidad:

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a


Jesucristo a quien tú has enviado. (Jua. 17:3)

Es imposible conocer al Padre sin el Hijo:

A Dios nadie lo ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él lo
ha dado a conocer. (Jua. 1:18)

2. Nuestra adoración y el Dios trino

La criatura tiene una obligación natural de adorar a su Dios Creador. El redimido tiene
aún más razones para hacerlo. Dios es su Creador y Redentor. Así que la vida religiosa
de un santo es trinitaria. Somos bautizados en el trino nombre de Dios: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Y cantamos las alabanzas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, dando
gracias al Padre, quien envió a Jesucristo, dando gracias al Hijo, quien vino para
redimirnos, y dando gracias al Espíritu Santo, quien nos aplicó todos los beneficios que
Jesús ganó para nosotros:

Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes
y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas y millares de
millares. Y decían a gran voz: «Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir
el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza».
Y oí a toda criatura que está en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en
el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, diciendo: «Al que está sentado en el
trono y al Cordero sean la bendición y la honra y la gloria y el poder por los
siglos de los siglos». Los cuatro seres vivientes decían: «¡Amén!». Y los
veinticuatro ancianos se postraron y adoraron. (Apo. 5:11-14)

Oramos al Padre, en el nombre y por mediación de Jesucristo, y por el Espíritu Santo.


Pero también oramos a cada Persona de la Santa Trinidad. Cada uno es Dios y es digno
de nuestra oración. Pedimos al Padre que perdone nuestros pecados. Pedimos a Cristo
que edifique Su Iglesia. Pedimos al Espíritu Santo que bendiga la Palabra leída, cantada,
orada, predicada y simbolizada

3. Nuestra obediencia y el Dios trino

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Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Así como la criatura tiene una obligación natural de adorar a Dios, también tiene una
obligación natural de obedecer a Dios. El redimido, quien tiene aún más razones para
adorar, también tiene aún más razones para obedecer.

Con el corazón lleno de gratitud, obedecemos a nuestro Padre, quien nos manda que
oigamos a Su Hijo (Mat. 17:5). Obedecemos al Hijo, quien nos manda que vayamos a las
naciones y declaremos el evangelio (Mat. 28:18-20). Obedecemos «lo que el Espíritu dice
a las iglesias» (Apo. 2:7, 11, 17, 29).

4. Nuestra unión con el Dios trino

Cristiano, haz una pausa y descansa un momento para contemplar la verdad de que
todos los salvos están unidos a Dios. El Espíritu Santo está en ti. Tú estás en Cristo
Jesús. Cristo Jesús está en el Padre según Su divinidad, y a la diestra del Padre según Su
humanidad. Tu Dios es el Dios trino. Tu Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Tu
Dios es el Creador de todas las cosas, el Sustentador de todas las cosas, el Gobernador
de todas las cosas, y el Consumador de todas las cosas.

Ahora, contempla la verdad de que tu unión con Dios ha sido formalizada en un pacto.
Tú estás en pacto con Dios, el Nuevo Pacto. ¿Qué te ha prometido Dios, a ti que eres Su
hijo?:

«Porque este será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días,
dice el SEÑOR: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré
su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya nadie enseñará a su prójimo ni nadie a su
hermano, diciendo: “Conoce al SEÑOR”. Pues todos ellos me conocerán, desde el
más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el SEÑOR. Porque yo perdonaré
su iniquidad y no me acordaré más de su pecado». (Jer. 31:33-34)

Conclusión

La doctrina de la Santa Trinidad es un misterio revelado, un artículo de la fe que


confesamos y conocemos pero no comprendemos. La distinción y unión del Padre, Hijo
y Espíritu Santo es maravillosa y de mucho aliento. Es «el fundamento de toda nuestra
comunión con Dios y nuestra consoladora dependencia de Él» (Confesión bautista de fe,
2.3). Hablando de la Trinidad, Agustín dijo:

Pues no existe materia donde con mayor peligro se [resbale], ni se investigue con
más fatiga, o se encuentre [más] fruto.34

34
Agustín de Hipona, De la Trinidad, Libro 1. Capítulo 3. Tomado del siguiente enlace:
˂https://www.augustinus.it/spagnolo/trinita/index2.htm˃. Visitado por última vez el 26 de enero de 2021.

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Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Podemos concluir nuestro estudio de la Santa Trinidad con dos citas. La primera es de
John Norton:

Aunque la manera perfecta de discernir cómo una subsistencia puede ser de otra
es [algo] incomprensible e inefable en esta vida (al estar reservada para la gloria
la perfección de ese conocimiento), aun así, en esta vida, hasta aquí [lit. hasta esta
medida] se nos ha revelado Dios en Su Palabra, para que podamos y debamos
llegar a alguna distinción, sí, una distinción que se enseña en las Escrituras de la
verdad, las cuales son la medida de la fe. No debemos descansar en una fe
implícita con respecto a este misterio de misterios: «Las cosas secretas pertenecen
al SEÑOR nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros
hijos, para siempre» (Deu. 29:29) […] Ser más sabio que lo escrito [en la Biblia] no
es sabiduría, sino pecado peligroso y necedad. Ser sabio conforme a lo escrito es
nuestro deber (aunque tenemos grandes motivos para clamar: Dios sé
misericordioso a todos nosotros en esto).35

La segunda cita es de William Bucanus. Leímos esta cita al principio del libro. Ojalá que
ahora podamos entenderla y apreciar su sabiduría y verdad a un nivel más profundo:

Y Dios es una esencia, espiritual, incomprensible, todopoderoso, inmortal,


infinito, el amor mismo, la misericordia misma, la justicia misma, la santidad
misma, la pureza misma, la bondad misma, la sabiduría misma, la paciencia
misma y la generosidad misma; que es el Padre quien, desde la eternidad,
engendró al Hijo, [quien es] coeterno con el Padre, y de la misma substancia con
el Padre; y el Hijo no [es] hecho ni creado, sino [que es] engendrado del Padre
desde la eternidad; y el Espíritu Santo procede de los dos, el Padre y el Hijo; el
Creador y Conservador de todas las cosas, el Redentor y Santificador de los
elegidos; que no es una definición (porque Él, que es sobresubstancial e
incomprensible, no puede ser definido), sino [descrito con] aquella descripción
que suficientemente contiene todas las cosas que en esta vida son necesarias para
nuestro servicio a Dios y [para recibir nuestra] salvación de Él.36

Finalmente, considera estas palabras:

Todo lo que el Espíritu Santo dice tocante a cosas obscuras en las Escrituras está
claro. Sin embargo, el Espíritu no explica todo lo obscuro, sino solamente lo que
podemos entender y lo que nos es útil conocer. Por ejemplo, en las Escrituras, la

Corchetes añadidos.
35
Norton, The Orthodox Evangelist, 34-35.
36
Bucanus, A Body of Divinity, 4-5.

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Trinidad es una realidad de la cual el Espíritu Santo habla claramente y conforme


a nuestro entendimiento. Pero no nos dice todo acerca de la Trinidad, porque no
somos capaces de comprender todas las cosas. Por lo tanto, la realidad a la cual
las Escrituras se refieren puede ser obscura, aunque las Escrituras hablen
claramente acerca de ella.37

37
Willem J. van Asselt, Michael D. Bell, Gert van den Brink y Rein Ferwerda, eds., Scholastic Discourse:
Johannes Maccovius (1588-1644) on Theological and Philosophical Distinctions and Rules (Apeldoorn:
Instituut voor Reformatieonderzoek, 2009).

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Parte 3: De Dios y Su Decreto [Clase 15]

Sección 1: ¿Qué es el decreto?


El decreto es el acto de Dios por el cual Él determina absolutamente el futuro infalible (i.
e., la futurición) de todo lo que está fuera de Él, para la alabanza de Su propia gloria,
quien es la Causa y el Director de todas las cosas, el Antecedente y Gobernador de
todos los eventos. El estudio del decreto de Dios es el estudio de todo lo que Su voluntad causa.

Isa. 46:10-11 Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo


que aún no ha sido hecho. Digo: «Mi plan se realizará, y haré todo lo que
quiero». Yo llamo del oriente un ave de rapiña, y de tierra lejana al hombre de mi
propósito. En verdad he hablado, ciertamente haré que suceda; lo he planeado,
así lo haré.

Efe. 1:9-11 nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que
se propuso en Él, con miras a una buena administración en el cumplimiento de
los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los
cielos, como las que están en la tierra. En Él también hemos obtenido herencia,
habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las
cosas conforme al consejo de su voluntad.

Decimos que el decreto de Dios es un acto porque Dios es acto puro, la existencia
misma; y, de la infinita plenitud de Su ser, Dios causa la existencia de todas las cosas y
todos los eventos. Cuando decimos que el decreto es un acto de Dios por el cual Él
determina todas las cosas, reconocemos que Dios decretó todas las cosas «en Sí mismo»
(Confesión bautista de fe, 3.1). El origen del decreto es Dios mismo, sin relación a
ninguna otra fuerza, simplemente porque no existe otro ser u otra fuerza, aparte de
Dios, que decrete todas las cosas.

¿Qué significa que Dios decretó todo «en Sí mismo»?

Contestemos esta pregunta a través de la siguiente progresión:

1. Las ideas divinas

En la creación vemos que Dios creó todo por especies, es decir: por géneros, por
especies. ¿De dónde vinieron todas esas especies diferentes?

Considera estas palabras de William Ames:

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Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

La idea divina (o, las ideas divinas) es el conocimiento de Dios de sí mismo y


todo lo que podría imitar o reflejar Su perfección.

Por lo tanto, todas las formas o diferencias en las cosas creados fluyen de la perfección
de Dios. Esas formas están en Dios, no existen fuera de Dios o independientemente de
Dios. A diferencia de un artesano que para construir una silla necesita saber lo que es
una silla, lo cual implica buscar fuera de sí mismo, Dios no necesitó buscar fuera de Sí
mismo.

En Génesis 1, donde dice que Dios hizo todo según «su especie», eso significa que todo
tomó su forma a partir de Dios mismo.

Cuando la Confesión dice que Dios creó todo «de Sí mismo» significa que todo fue
hecho a partir de la idea divina.

[Esto es diferente al “mundo de las ideas” de Platón el cual es independiente en sí mismo.]

La filosofía pregunta: ¿por qué existe este mundo en lugar de nada? Porque Dios existe
y ha creado todo lo que existe.

2. La omnisciencia y omnipotencia de Dios

 En la omnisciencia de Dios, Él conoce todas las cosas posibles.


 En la omnipotencia de Dios, Él puede hacer (o actualizar) todas las cosas posibles.

La filosofía vuelve a preguntar: pero, ¿por qué el mundo? Porque en Su omnipotencia y


omnisciencia Dios creó el mundo.

3. La sabiduría de Dios

Considera las palabras de nuestra Confesión:

3.1 Dios, desde toda la eternidad, por el sapientísimo y santísimo consejo de Su


voluntad, ha decretado en Sí mismo…

Anterior al acto mismo de crear (no en un sentido de sucesión de tiempo, sino de


manera lógica) hay un acto de sabiduría, un plan o un consejo en Dios.

Una vez más, la filosofía preguntar: pero, ¿por qué este mundo? [i. e., tal y como es este
mundo] Porque en Su sabiduría escogió crear este mundo de todo lo que en su
omnipotencia y omnisciencia podía crear.

4. La voluntad de Dios

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Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

 Hemos dicho que el estudio del decreto es el estudio de «todo lo que Su voluntad
causa».
 La voluntad de Dios es lo que sigue después de Su sabiduría, la cual escoge con
sabiduría qué es lo que debía ser creado. Por Su voluntad, Él crea todo lo que
existe.
 Dios no crea las cosas por necesidad, sino como un acto de Su libre voluntad.

La filosofía preguntar una vez más: pero, ¿por qué existe este mundo? Porque Dios
determinó hacerlo libremente, y esto, porque en Su sabiduría escogió crear este mundo
de todo lo que en su omnipotencia y omnisciencia podía crear.

5. El conocimiento de previsión de Dios

 Dios en Su sabiduría decretó qué creará.


 Dios en Su voluntad decreta crearlo.
 Debido a Su decreto, Dios tiene un conocimiento de previsión de todas las cosas.

Recuerda las palabras del profeta Isaías:

Isa. 46:10 que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha
sido hecho. Yo digo: «Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero
realizaré».

6. El poder ordenado de Dios

En virtud de omnisciencia, Dios sabe todas las cosas que pudieran ser. En Su
omnipotencia, Él puede hacer todas las cosas posibles. No obstante, por Su poder
ordenado, Él hace lo que ha querido hacer, no todo lo que puede hacer.

 Dios SI es omnipotente – Dios puede hacer todas las cosas posibles.


 Pero, Dios NO es omnivolente – Dios no quiere hacer todas las cosas posibles.

7. La providencia de Dios

Es la forma en la que Dios trazó en la historia (en el tiempo) el cumplimiento de lo que


decretó. Debido a esto es posible hablar de los decretos de Dios en un orden, aunque el
decreto es uno solo. Es decir, no hay un decreto de creación, otro decreto de caída, etc.;
hay un solo decreto; pero debido a la providencia (el cumplimiento del decreto en el
tiempo) podemos hablar de un orden en los decretos.

 Creación
 Caída
 Redención

54
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 Consumación

Sección 2: Características del decreto (Clase 16)


Si cambiamos el orden del decreto que hemos visto, cometemos errores serios en la
forma en la que Dios decretó las cosas. ¡El orden es muy importante! Debemos rechazar
la idea de un conocimiento medio. Considera estas palabras de William Ames:

Un conocimiento medio por el cual se imagina que Dios sabe por suposición, antes
del decreto de su voluntad, que ciertas cosas sucederán bajo condición de ciertas
causas anteriores, determina eventos futuros independientemente de la voluntad
de Dios y causa que el conocimiento de Dios dependa principalmente del objeto.
Digo, tal conocimiento no puede corresponder y concordar con la gran
perfección de Dios.

¿Cómo es el decreto?

1. El decreto es un acto eterno

Al ser un acto del Dios simple, el decreto también es eterno. En Dios, el decreto no tiene
principio, ni fin, ni sucesión. No es algo que le pasó a Dios o que ocurrió en Dios. Es una
causa eterna que causa una cantidad inexpresable de efectos temporales y sucesivos.
Pero no podemos ni debemos deducir de la multiplicidad y sucesión de los efectos una
multiplicidad o sucesión en Dios, la Causa:

Isa. 46:10 Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que


aún no ha sido hecho. Digo: «Mi plan se realizará, y haré todo lo que quiero».

No hubo un tiempo en el que no estuviera establecido el decreto, ni un tiempo en el que


se estuviera estableciendo el decreto. El decreto es eterno, aunque la ejecución del
decreto es temporal. El decreto es eterno pero todo lo que Dios decreta es temporal. No
debemos confundir la causa con los efectos. [Esto nos cuida de creer en una creación
eterna o en una justificación eterna].

2. El decreto es un acto libre

Al tener su origen en Dios mismo, el decreto proviene de Dios, considerado en Su


Trinidad. Por eso no debemos pensar que el decreto proviene de Dios necesariamente,
como el Hijo procede del Padre, sino libremente. Dios no puede existir sin el Padre
generando al Hijo, y el Espíritu procediendo del Padre y del Hijo , porque Dios no es
otra cosa que el Padre eternamente generando al Hijo y el Espíritu procediendo del
Padre y del Hijo. Pero Dios existe sin importar si la creación existe o no. Dios «es el

55
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único que es todosuficiente, en Sí mismo y para Sí mismo, no teniendo necesidad de


ninguna de las criaturas que ha hecho» (Confesión Bautista de Fe, 2.2).

Entonces, el decreto es un acto libre. Dios decretó lo que decretó porque Él es «aquel
que realiza todas las cosas conforme al consejo de su voluntad» (Efe. 1:11). Como dijo
Job:

Job 23:13 Pero él es Único; ¿quién le hará desistir? Lo que su alma desea, él lo
hace.

Para el decreto no había una necesidad externa a Dios, lo cual sería imposible, ni interna
en Dios. El decreto es un acto libre. Además, Dios no decretó lo que decretó por una
precognición o presciencia de la criatura:

2CBFL 3.2 Aunque Dios sabe todo lo que pudiera o puede llegar a suceder en
todas las condiciones que se puedan suponer, aun así, nada ha decretado porque
lo previera como futuro o como aquello que llegaría a suceder en tales
condiciones.

Nuestra Confesión de Fe rechaza el molinismo, conocido también como conocimiento


medio, que afirma que hubo contingencia en el decreto.

EL DECRETO es la causa de LA ACTUALIDAD

El molinismo cambia este orden, para ellos: La Actualidad es la causa del Decreto. El
efecto no puede ser la causa de la causa.

Esta es la razón por la cual la Confesión de fe dice que Dios escogió a los elegidos «sin
que ninguna otra cosa en la criatura, como condición o causa, le moviera a ello»
(Segunda Confesión Bautista de Fe de Londres, 3.5). Dios no escogió a los que lo
escogerían a Él. Si decimos que Dios escogió a ciertas personas o decretó ciertas cosas
porque previó algo en ellos, estamos suponiendo la existencia de la criatura
independientemente de Dios. Esto es una herejía material porque requiere, como
consecuencia, una negación completa de la doctrina de Dios.

3. El decreto es un acto inmutable

De la simplicidad, la eternidad y la libertad del decreto proviene la inmutabilidad del


decreto. Si el decreto es una causa simple y eterna, no causada por nada, sino causando
todo, el decreto es también inmutable. La Palabra de Dios nos enseña que los propósitos
de Dios se cumplirán infaliblemente:

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Heb. 6:17 Por esto Dios, queriendo demostrar de modo convincente a los
herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, la garantizó con
juramento.

El juramento de Dios no constituyó «la inmutabilidad de su consejo», sino que


demostró de modo más convincente al hombre una verdad ya establecida, la
inmutabilidad del consejo de Dios. Por lo tanto, el decreto de Dios es inmutable (Núm.
23:19; Dan. 4:35).

4. El decreto es un acto universal

Su decreto es universal y se extiende a todas las cosas, micro y macroscópicamente.


Dios es «aquel que realiza todas las cosas conforme al consejo de su voluntad» (Efe.
1:11). Noten la frase «todas las cosas». El decreto de Dios es universal.

Decir que el decreto de Dios es universal levanta muchas preguntas. ¿Cómo se relaciona
con la existencia del mal y del pecado? ¿Cómo es consistente con la libertad humana?
Abordaremos esas preguntas en la siguiente sección.

Sección 3: El decreto y la concurrencia


Si el decreto de Dios es universal y abarca todas las cosas, entonces el decreto de Dios es
la Causa Primera. No es una causa primera, sino la causa primera; solo puede haber una.
Todo lo que sucede es causado, en ciertos sentidos, por Dios, la primera causa.

La concurrencia o concursus evoca la idea de dos cosas corriendo una al lado de la otra,
es decir, concurrente o corriendo con. Estas dos cosas que corren una al lado de la otra
son la primera causa y todas las causas secundarias. La concurrencia de la primera
causa con las causas secundarias es el tema de este capítulo, en particular la relación
entre la libertad y la necesidad.

Puede ser ilustrado así:

La mayoría de las personas piensan que, o se trata del decreto de Dios, o de la libertad
de las causas secundarias; es decir, ven una sola línea, no las dos. No obstante, la
doctrina de la concurrencia enseña que la agencia de Dios y de los hombres van de la mano. La
agencia de Dios es una agencia divina y la de los hombres es una agencia humana, las
cuales son distintas.

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Un estudio cuidadoso de la concurrencia demuestra que la mayoría de las dudas sobre


la doctrina del decreto de Dios y la libertad o la responsabilidad del hombre suponen
incorrectamente que, en cada acción, es Dios quien está haciendo la acción o es la
criatura. Piensan que el hombre es un agente con libre albedrio en un sentido absoluto,
o que el hombre es un autómata. Esto es un falso dilema que niega la realidad de las
causas secundarias y supone que todas las causas tienen que ser causas primeras, lo
cual es imposible.

1. Los tres tipos de causas secundarias

Las causas secundarias son todas las causas en el universo, todas las causas creadas.

a. Causas necesarias – Son las causas que funcionan por necesidad. Siempre funcionan.
Dios creó el mundo con causas necesarias. Por ejemplo: la fuerza de atracción de los
cuerpos, la gravedad, etc.

b. Causas libres – Dios ha decretado que ciertas cosas ocurran sin compulsión y sin
necesidad de que sucedan. Pueden pasar o no pasar. Su corazón late sin compulsión y
sin necesidad de latir. Puede dejar de latir; no late por necesidad. En cambio, Dios ha
decretado que la gravedad no tenga vacaciones. Siempre actúa. Su corazón empezó a
latir, pero puede parar. Es algo que ocurre libremente.

Las causas libres también incluyen mis decisiones. Todos los días, todo el tiempo, hay
una cantidad innumerable (para nosotros) de decisiones libres que nos afectan
continuamente, sean nuestras propias decisiones o las decisiones de personas a nuestro
alrededor. ¿Por qué fuiste despedido de tu trabajo? Es probable que hayas hecho mal o
negligentemente tu trabajo. Las cosas que ocurren en nuestras vidas frecuentemente son
los resultados de nuestras decisiones, decisiones libres sin necesidad ni compulsión.

c. Causas contingentes – Podríamos decir que las causas contingencias es una


subcategoría de las causas libres. La diferencia es que las causas contingentes son causas
que suceden a parte de las intenciones de las causas libres. Considera este ejemplo
bíblico:

Entonces un hombre tiró con su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre
las junturas de la armadura y la coraza. (1 Rey. 22:34)

El arquero decidió tirar una flecha «a la ventura», pero no decidió tirarla a Acab.
Entonces, la flecha voló conforme a las leyes de la gravedad, y fue tirada por una
decisión libre, pero el efecto de todo eso ocurrió por coincidencia, no por decisión o

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intención. En este evento vemos algo necesario (las leyes de la física), algo libre (la decisión
de tirar), y algo coincidente (la muerte de Acab).

2. El decreto y la libertad de las causas secundarias [Clase 17]

Si Dios ha decretado todas las cosas, ¿no somos, entonces, autómatas que actúan según
el guion del dramaturgo? ¿En qué consiste nuestra libertad? ¿Cuál es la naturaleza de la
libertad de las causas secundarias? Es necesario definir la libertad de la que estamos
hablando.

a. Una libertad dependiente

La libertad de las causas secundarias no es una libertad absoluta, sino dependiente o


subordinada. Su libertad no consiste en una indiferencia, una capacidad para actuar o no
actuar, independientemente del decreto de Dios. Al contrario, la libertad de la criatura
depende del decreto de Dios.

Es así porque Dios sostiene el mundo que Él decretó. La estabilidad de Dios como causa
primera establece un mundo en que las causas secundarias son posibles. Las causas
secundarias reciben agencia eficaz dentro de sus límites creados, sostenidos por Dios. Si
Dios no sostuviera el mundo que ha decretado, si no preservara la existencia y la
estabilidad de Su creación, todo se desharía en caos, es decir, dejaría de existir.

Por eso la Confesión de fe dice que el decreto de Dios establece la agencia de las causas
secundarias. La libertad de las criaturas depende de Dios, la causa primera, creando un
espacio o una esfera en que pueden operar.

Es imposible eludir la verdad de que hay una sola causa primera. Si hubiera más de una
causa primera, entonces sería imposible ser una causa secundaria, porque una causa
secundaria presupone una causa primera, la cual es Dios y Su decreto. Por lo tanto, todo
efecto que es causado por una causa secundaria siempre tiene a Dios como la causa
primera.

Si la criatura tuviera libertad para actuar, o mejor dicho, para actualizarse


independientemente de Dios, sería la criatura un dios, un ser capaz de causar conforme
a la potestad de una causa primera, capaz de controlar la existencia misma. Pero no es
así. La libertad de las causas secundarias es una libertad dependiente, no una libertad
absoluta.

b. Una libertad correspondiente

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La libertad de las causas secundarias está en correspondencia con su ser, con su


naturaleza. Dios creó criaturas que son capaces de actuar de una manera que se
corresponde con la medida de su ser:

La libertad es la facultad [dada por Dios] en el hombre, por medio de la cual,


dentro de su propio ámbito, es capaz de hacer todo lo que quiere, y querer todo
lo que su entendimiento considera digno de ser querido.38

Vivimos y actuamos dentro de los límites en que Dios nos ha creado. Dios nos ha
capacitado para pensar, evaluar y decidir. Esto requiere el uso del intelecto o
entendimiento. Entonces, no podemos actuar fuera del alcance de nuestras capacidades,
sean físicas o intelectuales; pero sí podemos actuar. La palabra de Dios nos describe así:
«Yo tengo poder para hacerles mal» (Gén. 31:29). «El rey hará su voluntad» (Dan. 11:36).
«Y Natán dijo al rey: Anda, haz todo lo que está en tu corazón» (2 Sam. 7:3).

En este proceso de evaluación y acción, escogemos y actuamos sin compulsión.


Pensamos nuestros propios pensamientos. Somos agentes libres de una manera que se
corresponde con quienes somos como seres humanos, como criaturas de Dios. Craig
Carter define la libertad de la criatura como «[l]a capacidad para actuar conforme a tu
propia naturaleza sin una fuerza externa y coactiva que usurpe el papel de tu propia
naturaleza y haga que actúes contra tu propia voluntad».39

No es necesario ser una causa primera para tener libertad. No obstante, solo podemos
actuar dentro de las limitaciones de nuestra naturaleza. Nuestra libertad está en
correspondencia con nuestro ser. Es la libertad de una criatura.

c. Una libertad concurrente

Las Escrituras nos enseñan explícitamente que los hombres actúan conforme al ámbito
de su volición, y que Dios es soberano sobre todo lo que ellos hagan. La causa primera
concurre con las causas secundarias:

Muchos planes hay en el corazón del hombre, pero solo el propósito del SEÑOR
se cumplirá. (Pro. 19:21)

La doctrina de la concurrencia nos rescata de estar entre la espada y la pared, pensando


que el único agente es bien Dios o bien nosotros, o que solamente existe un tipo de
libertad, la libertad del Creador. Las causas secundarias poseen una libertad
dependiente, correspondiente y concurrente con relación a Dios, la causa primera.

38
Polhill, The Divine Will Considered, 482.
39
Carter, Interpreting Scripture with the Great Tradition, 56.

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3. El decreto y la necesidad

Lo más importante es la distinción entre una necesidad de infalibilidad y una necesidad de


compulsión.

Una necesidad de infalibilidad significa que el decreto de Dios hace que todo evento futuro
suceda con seguridad. Esto no significa que lo que sucede tiene una necesidad de
suceder intrínseca o inherente en sí mismo. Los eventos mismos son hipotéticos y
dependen de contingencias antecedentes. Sin embargo, como la voluntad de Dios es
inmutable, y Su presciencia infalible, el decreto también es inmutable e infalible. Y como
el decreto es inmutable, un evento sigue a otro infaliblemente; y, por tanto,
necesariamente, conforme al decreto de Dios.

Sin embargo, una necesidad de infalibilidad, que es la certeza de lo que Dios ha


decretado, es diferente de una necesidad de compulsión, que quiere decir que algo ha
sucedido como el efecto directo de una causa directa. Si usted me empuja, mi caída
ocurrirá por una necesidad de compulsión. El decreto de Dios no determina la voluntad
de la criatura con compulsión. Las criaturas son libres.

Como hemos dicho, el decreto de Dios establece la agencia de las causas secundarias. Si
el decreto establece una necesidad de infalibilidad, sin una necesidad de compulsión,
¿son evitables los eventos?

En resumen, la necesidad del decreto no está en conflicto con la libertad de la criatura.


Dios ha decretado todas las cosas de tal manera que sucedan infaliblemente, pero sin
compulsión del albedrío del hombre, porque Dios decretó que todas las cosas sucedan
por causas necesarias, causas libres y causas contingentes.

Hay una concurrencia entre la libertad de la criatura y la necesidad del decreto.


Tomamos decisiones y hacemos planes, y Dios hace Su voluntad. Los hermanos de José
hicieron lo que querían hacer. Los judíos asesinaron a Jesús porque querían hacerlo. Sin
embargo, Dios había «determinado de antemano que había de ser hecho».

¿Cómo podemos entender la relación entre la libertad y la necesidad de lo que


sucede? Así como distinguimos entre varios tipos de libertad, también debemos
distinguir entre dos tipos de necesidad.

a. Infalibilidad y compulsión

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Este tema es difícil, y hay mucha literatura que lo analiza y lo debate. 40 Este libro no
puede tratarlo completamente. Lo más importante es la distinción entre una necesidad de
infalibilidad y una necesidad de compulsión.41

Una necesidad de infalibilidad significa que el decreto de Dios hace que todo evento
futuro suceda con seguridad. Esto no significa que lo que sucede tiene una necesidad de
suceder intrínseca o inherente en sí mismo. 42 Los eventos mismos son hipotéticos y
dependen de contingencias antecedentes. Sin embargo, como la voluntad de Dios es
inmutable, y Su presciencia infalible, el decreto también es inmutable e infalible. Y como
el decreto es inmutable, un evento sigue a otro infaliblemente, y por tanto
necesariamente, conforme al decreto de Dios.43

Sin embargo, una necesidad de infalibilidad, que es la certeza de lo que Dios ha


decretado, es diferente de una necesidad de compulsión, que quiere decir que algo ha
sucedido como el efecto directo de una causa directa. Si usted me empuja, mi caída
ocurrirá por una necesidad de compulsión. El decreto de Dios no determina la voluntad
de la criatura con compulsión. Las criaturas son libres. Como hemos dicho, el decreto de
Dios establece la agencia de las causas secundarias. Si el decreto establece una
necesidad de infalibilidad, sin una necesidad de compulsión, ¿son evitables los eventos?

b. Infalibilidad, evitabilidad y responsabilidad

Evitabilidad y Responsabilidad

Evitabilidad – Un evento considerado en sí mismo es evitable. Pero si consideramos el


mismo evento con relación al decreto no es evitable.

Lo que sucede, sucede conforme al decreto de Dios, infaliblemente, pero no por una
necesidad inherente a los eventos mismos. Los eventos mismos dependen de
circunstancias contingentes e hipotéticas (las cuales Dios ha decretado), no de una

Véase Willem J. van Asselt, J. Martin Bac y Roelf T. te Velde, eds., Reformed Thought on Freedom: The
40

Concept of Free Choice in Early Modern Reformed Theology (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2010). Véase
también Richard Muller, Divine Will and Human Choice: Freedom, Contingency, and Necessity in Early
Modern Reformed Thought (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2017).
41
Véase Francis Turretin, Institutes of Elenctic Theology, 3 vols. (Phillipsburg, NJ: P&R, 1994), I:319-322.
42
Eso se llama «la necesidad del consecuente». Véase necessitas consequentis en Muller, Dictionary, 200.
43
Eso se llama «la necesidad de los consecuentes». Véase necessitas consequentiae in Muller, Dictionary,
200.

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necesidad natural o inherente. Por eso, para entender la evitabilidad de un evento


podemos distinguir entre una acción considerada en sí misma, y una acción
considerada en relación con el decreto.

Una acción es evitable e inevitable, en diferentes sentidos. Si consideramos la acción


misma, en sí misma, es evitable con respecto a la libertad del hombre. El hombre es
capaz de hacer o no hacer la acción. Pero, si consideramos la misma acción con respecto
al decreto, es inevitable.44 Turretin dijo:

Todas las cosas son predestinadas en el futuro de tal manera que la Palabra [de
Dios] no puede fallar, ni puede ser falsa la Escritura. Entonces todas las cosas
suceden necesariamente, si no en cuanto al modo de la causa (que frecuentemente
es contingente), entonces en cuanto a la certeza del evento (que no puede ser de
otra manera).45

El «modo de la causa» significa la decisión libre de un hombre o circunstancias


contingentes. Pero la certeza del resultado o evento depende del decreto de Dios. Por lo
tanto, es verdad que el agente libre y subordinado puede hacer o no hacer la misma
acción. Sin embargo, la opción que él escoge libremente entre las dos ha sido decretada
infaliblemente de antemano.46

La utilidad de la doctrina de la concurrencia es que preserva la agencia del Creador y


de la criatura. En cada acción, en cada evento, el hombre obra conforme a su agencia, y
Dios conforme a la Suya. El hombre quiere hacer lo que hace, y Dios guía todas las cosas
a sus propios fines para Su propia gloria.

La concurrencia también preserva la responsabilidad y, por tanto, la culpabilidad del


hombre:

Luego me dirás: «¿Por qué todavía inculpa? Porque, ¿quién ha resistido a su


voluntad?». Antes que nada, oh hombre, ¿quién eres tú para que contradigas a
Dios? (Rom. 9:19-20)

No hemos hecho nada que no hayamos querido hacer. Claro que hay fuerzas externas
que nos compelen y nos afectan de muchas maneras, pero esas fuerzas son causas
44
Norton, The Orthodox Evangelist, 75.
45
Turretin, Institutes of Elenctic Theology, I:320.
46
Norton, The Orthodox Evangelist, 74.

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secundarias, no son Dios. Nuestros brazos no se mueven si nosotros no los movemos.


Nuestras piernas no caminan si nosotros no las movemos. En un asalto los ladrones no
gritan: «¡Ayúdenme! ¡No quiero hacer esto!». Somos responsables por nuestras
acciones.

Dios ha decretado todas las cosas. Las acciones son evitables, pero su resultado es
seguro. Los eventos son hipotéticos, pero lo que sucede ha sido decretado. Nuestro
entendimiento de la relación entre la necesidad y la libertad aumentará si reconocemos
que Dios no ha decretado que todas las cosas sucedan de la misma manera. Como dijo
Turretin, el «modo de la causa» varía. Consideraremos tres tipos de causas.

Nehemías Coxe lo resumió y lo explicó bien:

En lo que respecta a las cosas futuras, unas son buenas, otras malas, es decir,
moralmente. Dios decretó efectuar las que son buenas. Las que son malas, Dios
decretó permitir o sufrir que sean hechas, sabiendo y habiendo decidido en Sí
mismo cómo ordenarlas y guiarlas para Su propia gloria al final. Repito, vemos
que unas cosas son los efectos de causas que obran necesariamente, por la
necesidad del consecuente, otras de causas libres, que para nosotros son
completamente contingentes. Y aun así, estos eventos suceden necesariamente,
por la necesidad de los consecuentes. Y todas las cosas son efectuadas en el
tiempo, entonces, porque Dios había decretado este orden antes del tiempo. Así
es la certeza de la presciencia de Dios (que no depende de nada fuera de Él
mismo) y también la necesidad del evento, de tal manera que todo lo que ha sido
o será sucederá tal y como debe ser. Pero esto es una necesidad de infalibilidad,
no de compulsión, y establece no infringe la libertad de los agentes libres.47

47
Coxe, Vindiciæ Veritatis, 91. Coxe cita el libro de Norton, The Orthodox Evangelist, dos páginas
después. Norton tuvo una influencia importante sobre Coxe, y parece que aquí Coxe está resumiendo la
enseñanza de Norton.

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Sección 4: El decreto y el pecado (Clase 18)


Las ideas divinas y el mal

1. El pecado es un defecto

Debemos distinguir también entre dos tipos de causas en el caso del pecado. Una causa
eficiente causa un efecto. Una causa deficiente causa un defecto. El pecado es un
defecto, una desviación, un error. Entonces, el pecado tiene una causa deficiente. Dios
es una causa eficiente, y no puede ser una causa deficiente porque no puede causar un
defecto. Pero Dios, siendo la causa primera, es la causa de toda eficiencia. El pecador
puede pecar porque Dios lo sostiene en Su agencia o eficiencia. No obstante, Dios no
participa en el pecado porque no puede ser una causa deficiente. Dios no causa
defectos.

Aquí es necesario reconocer que Dios no tiene la obligación de proveer todo el bien
posible a Sus criaturas. Por eso, si Dios permite el pecado y no provee un bien, es decir,
si Dios no previene un mal, Dios no tiene culpa.

Considera las palabras de William Ames:

Hay en Dios ideas de todas las perfecciones que se encuentran en las criaturas,
porque proceden del poder activo de Dios: pero no [hay ideas] de
imperfecciones, si los consideramos formalmente como imperfecciones… El
conocimiento del mal depende de la negación del bien, así como el ser del mal
consisten en la privación de algún bien. Porque toda cosa, como tiene su ser, así
se conoce.

A partir de esto, podemos considerar que:

 Dios no es autor de seres distorsionados o deformados, sino de una creación buena y


buena en gran manera.
 El mal no es una cosa, no es una sustancia; el mal es la privación de un bien que
debe estar presente.
 Las ideas divinas no contienen el mal porque en Él no hay tinieblas, y el mal no es
algo formal, sino ausencia del bien.
 Entonces, ¿Dios conoce el mal? Dios conoce por presciencia la Caída y las
consecuencias que esta traería sobre Sus criaturas. Esto se llama conocimiento de
previsión. Dios conoce por presciencia las naturalezas deformadas y actos
defectuosos de sus criaturas. Conoce el mal como la privación del bien en las naturalezas o

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Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

acciones de sus criaturas, pero no en un sentido formal, porque el mal no es una cosa o
sustancia.

Considera lo que dice la Escritura:

Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle de Ben-hinom, para
quemar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, lo cual yo no mandé, ni me pasó por
la mente. (Jer. 7:31)

Y edificaron los lugares altos de Baal que están en el valle de Ben-hinom, para
hacer pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas en honor de Moloc, lo cual no les
había mandado, ni me pasó por la mente que ellos cometieran esta abominación,
para hacer que Judá pecara. (Jer. 32:35)

Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede
ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie. (Stg. 1:13)

La Confesión de Fe dice que Él «no tiene comunión en el pecado con nadie» (3.1).

 Causa eficiente – causa efectos.


Causa deficiente – causa defectos.
 Dios no tiene obligación de proveer todo el bien posible a sus criaturas esta es
la premisa más importante.
 Comúnmente se argumenta que si Dios permite el mal en el mundo es porque: o
bien no es todopoderoso como para prohibirlo, o no es lo suficientemente bueno
como para quitarlo del mundo. Sin embargo, el principio es que Dios es
completamente libre para tratar con sus criaturas y no está obligado a proveer para
ellos todo el bien posible. No obstante, todo lo que Dios hace es bueno.

Rom. 9:14-16 ¿Qué, pues, diremos? ¿Acaso hay injusticia en Dios? [...] ¡De
ninguna manera! Porque dice a Moisés: Tendré misericordia de quien tenga
misericordia, y me compadeceré de quien me compadezca. Por lo tanto, no
depende del que quiere ni del que corre sino de Dios quien tiene misericordia.

Sin embargo, como veremos más adelante, Dios no permite el mal como un fin en sí
mismo, sino como un medio para un fin bueno.

2. La permisión del pecado y del sufrimiento

Dios ha decretado todas las cosas, entonces, el pecado y el sufrimiento son partes del
decreto de Dios, pero son partes de Su decreto por permisión. Dios no hace el pecado en
nosotros, ni peca, ni aprueba el pecado:

66
Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Sal. 5:4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la perversidad; la maldad


no habitará junto a ti.

Dios permite que el pecado ocurra, pero no nos da permiso para pecar.

George Walker provee un resumen excelente de la cuestión de Dios con relación a Su


permisión del pecado:

Si el pecado ocurre por la voluntad y permisión de Dios, ¿cómo será excusado


Dios de ser autor del pecado? Muy bien, porque el mero querer y permisión de
una cosa no hace que quien la permita sea el autor o la causa de ella. Si Dios
fuera autor o culpable del pecado en cualquier manera, tres cosas serían
necesarias: En primer lugar, que Dios mandara, aconsejara, o persuadiera al
hombre a pecar. O, en segundo lugar, que Dios moviera, inclinara, o convidara al
hombre a pecar. O, en tercer lugar, que cuando Dios permite voluntariamente el
pecado, siendo capaz de impedirlo, haya una ley o deber que lo obligue a
impedirlo conforme a la plenitud de Su omnipotencia y en ningún caso
permitirlo. Sin embargo, la voluntad de Dios no tiene ley aparte de Dios mismo,
siendo Él Señor de todos, entonces Él puede querer o no querer como quiera.
Dios no está obligado por ninguna ley a refrenar el pecado en los hombres.
Tendrá misericordia de quien quiera tener misericordia, y pasará por alto a los
demás para que sean endurecidos. Tampoco Dios, en Su Palabra, manda,
aconseja, o persuade a los hombres a pecar, sino que por el contrario ha
establecido una ley en la cual prohíbe el pecado con amenaza de muerte. Y Dios
jamás tentó, movió, o convidó a alguno a pecar. Por lo tanto, Él no puede ser la
causa o el autor del pecado ni participar en la culpa o la mancha de ello.48

El decreto es el antecedente del pecado, pero no es la causa del pecado.

3. El pecado proviene de las decisiones libres de los hombres

El pecado es la ausencia de un bien que debe estar presente. La ley nos declara el bien
que Dios, siendo el bien original y supremo, requiere de nosotros. Entonces, como dice
1 Juan 3:4, el pecado es «infracción de la ley». Es no hacer el bien que debemos hacer, o
hacer el mal que no debemos hacer.

La desobediencia no proviene de Dios; proviene de las criaturas de Dios contemplando


algo que no es Dios como la fuente de su bien, y por tanto escogiéndose a sí mismos en
lugar de escoger a Dios, amándose a sí mismos más que a Dios. El pecado original de

48
George Walker, The Key of Saving Knowledge (London: Thomas Badger, 1651), 28-30.

67
Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Adán y de los ángeles caídos fue una decisión propia que quisieron para sí mismos; fue
desobediencia y rebelión contra Dios. Por ejemplo, Dios declara que la idolatría de Judá
y el asesinato de sus propios hijos provino de sus propios corazones malvados:

Han edificado lugares altos a Baal, que están en el valle de Ben–hinom, para
hacer pasar por fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé ni
me vino a la mente que hicieran esta abominación, para hacer pecar a Judá. (Jer.
32:35)

¿Cómo puede el hombre decidir pecar libremente si el decreto de Dios es infalible? Ya


distinguimos entre una necesidad de compulsión y una necesidad de infalibilidad. El
pecado no es resultado de una compulsión de parte de Dios. No obstante, el pecado
sucede infaliblemente conforme al decreto de Dios. John Norton y John Weemes lo
explican bien:

Aunque el decreto sea antecedente del pecado, y el pecado su consecuente, el


decreto no es la causa del pecado. Y el pecado, aunque sea el consecuente
infalible del decreto, no es el efecto de este. El día precede la noche, y la noche
precede el día siguiente. Sin embargo, la noche y el día no son causas el uno del
otro. Una atenta consideración de la diferencia entre un antecedente y una causa,
y entre un consecuente y un efecto es de mucho provecho para desatar muchos
nudos en este tema.49

El decreto precede a todos los pecados. Pero los pecados no proceden del decreto por compulsión,
sino por infalibilidad. El pecado sí está en el decreto de Dios, pero el decreto no es la causa
del pecado.

El decreto precede a todos los pecados. Pero los pecados no proceden del decreto por
compulsión, sino por infalibilidad:

Objeción: Todo lo que es movido por una causa exterior a sí mismo es convidado;
pero el albedrío no puede ser convidado, entonces parece que Dios no puede
determinarlo.

Respuesta: Todo lo que es movido por una causa externa es convidado si la causa
externa quita la inclinación natural de la causa secundaria. Pero si deja a la causa
secundaria a su propia inclinación, entonces la causa secundaria no opera por
compulsión, sino libremente.

49
Norton, The Orthodox Evangelist, 61.

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Seminario Bautista Confesional del Ecuador | MT06: Doctrina de Dios y Su Decreto

Objeción: Pero la moción pertenece más al que mueve, que al que es movido, así
como no decimos que la piedra mató al hombre, sino el hombre que tiró la piedra
[fue el que lo mató]. Entonces, si Dios mueve el albedrío del hombre, parece que
el albedrío queda libre de culpa en la acción.

Respuesta: Si el albedrío fuera movido por Dios de tal manera que no se moviera
él mismo, entonces el albedrío no sería aprobado ni inculpado. Pero, puesto que
el albedrío es movido y se mueve él mismo, no es como la piedra en la mano del
hombre, que es movida pero no se mueve ella misma. Por lo tanto, el albedrío es
inculpado en el pecado.

En acciones morales y cívicas, el albedrío no es determinado por Dios en lo que


se refiere a los medios que dirigen al fin (solamente el intelecto hace esto). Sin
embargo, con respecto al fin, el albedrío se determina a sí mismo naturalmente y
es determinado por Dios.50

4. El sufrimiento proviene de varias causas

¿Por qué sufrimos? El sufrimiento proviene de procesos necesarios, decisiones libres y


eventos coincidentes. En algunos casos, nuestro sufrimiento es el efecto de procesos
necesarios. Si saltas del techo, te quebrarás una pierna. Si tocas el fuego, te quemarás.
Como ocurre con los demás casos, si decides tocar el fuego, el efecto es el resultado de
tu decisión libre.

Cuando conduces un auto, todos estos eventos se combinan. Todo auto depende de
fuerzas necesarias para funcionar. Todo conductor decide hacia dónde y cómo va a
manejar. Pero hay elementos que no son necesarios ni decididos. Una piedra lanzada
por las llantas de una camioneta, un pájaro que bombardea el parabrisas, etc., son cosas
que pueden causar un «accidente». El sufrimiento que provoca tiene muchas causas:
procesos necesarios, decisiones libres y coincidencias. Pero todo eso, los pecados que
son decisiones de los hombres y el sufrimiento de todos nosotros, son partes del decreto
de Dios y están sujetos a Su soberanía.

5. El permiso de Dios no es un mero permiso

Dios nunca permite el pecado y el sufrimiento como fines en sí mismos. Efesios 1:11 nos
enseña que «[Dios] realiza todas las cosas conforme al consejo de su voluntad».
Entonces, en todas las cosas, en todos los eventos, Dios está realizando sus propios

50
John Weemes, The Portraiture of the Image of God in Man (London: T.C., 1636), 111-112. Énfasis en el
original.

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propósitos. El pecado y el sufrimiento son medios para un fin, no son fines en sí


mismos. En cuanto a los pecados de los hermanos de José, Dios «lo encaminó para
bien». En cuanto a los pecados horribles de los asesinos de Jesucristo, Dios llevó a cabo
Su plan para la salvación de Su pueblo.

Imagine un molino de agua. El agua fluye y corre conforme a la manera en que corre el
agua,51 pero el molinero guía su corriente para cumplir el propósito de mover el molino.
Los hombres pecan conforme a su naturaleza pecaminosa, y Dios guía la corriente de
sus pecados para cumplir Sus propios propósitos. Dios no permite el pecado ni el
sufrimiento sin un propósito más grande que el pecado y el sufrimiento mismos.

El pecado del hombre, considerado en sí mismo, jamás podría producir el bien al cual
Dios lo guía. Así como un estudio del agua no produce leña cortada ni trigo molido,
tampoco el pecado, considerado en sí mismo, es pecado y nada más. Y Dios no permite
el pecado como un fin en sí mismo. El pecado no es «el producto». Dios permite el
pecado siempre con propósitos más elevados y grandes.

¿Cuáles son los fines para los cuales Dios ha permitido el pecado y el sufrimiento? Al
final, su fin es Su propia gloria y el bien de Su pueblo. Por ejemplo, Dios será glorificado
en Su justicia cuando los no creyentes sean castigados eternamente, y Dios será
glorificado en Su justicia y misericordia cuando los creyentes sean bendecidos
eternamente.

Sin embargo, el buen fin al final de este mundo no es el único fin bueno. Dios hace [o
causa] que experimentemos Su bendición ahora y aquí permitiendo el pecado y el
sufrimiento. Sabemos esto porque Pablo lo dijo en Romanos 8:28:

Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman;
esto es, a los que son llamados conforme a su propósito.

Y Santiago lo dijo en Santiago 1:2-3:

Hermanos míos, tengan por sumo gozo cuando se encuentren en diversas


pruebas sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia.

Todas las cosas, incluso el pecado y el sufrimiento, ayudan a bien. Las pruebas, en sí
mismas, son malas. El buen fin de la permisión de Dios no anula la maldad de los males
simples. Pero si consideramos las pruebas desde la perspectiva de los fines buenos a los
cuales se dirigen, las tenemos por sumo gozo. Entonces, podemos decir que Dios

51
Norton, The Orthodox Evangelist, 62.

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construye un bien complejo a partir de males simples. Los males simples contribuyen a
bienes complejos.

Para resumir lo que hemos dicho, Dios ha decretado todas las cosas, incluyendo el
pecado y el sufrimiento. El decreto precede al pecado, pero el pecado no procede del
decreto por una necesidad de compulsión, sino por una necesidad de infalibilidad. El
pecado es un defecto causado por una causa deficiente, algo que Dios no puede ser.
Dios ha decretado que ciertas cosas ocurran necesariamente, otras libremente, otras
coincidentemente. El pecado es resultado de la libre decisión del hombre. El sufrimiento
proviene de la necesidad, la libertad y la contingencia. El decreto de Dios abarca el
pecado y el sufrimiento por permisión, guiándolos como medios a fines buenos.

El decreto y el uso de medios

Si Dios ha decretado todas las cosas infaliblemente, ¿por qué usar medios? ¿Por qué no
esperar el resultado decretado? Dios ha decretado el principio, el medio y el fin.
Llegamos al fin por el medio, es decir, a través de medios. Los medios son las cosas que
Dios ha provisto para mover algo de su principio a su fin. No podemos ni debemos
separar lo que Dios ha unido. Sería una tontería aislar el fin del medio si Dios ha
decretado el medio que conduce al fin:

Como los marineros procuraban huir de la nave, y echaron el esquife al mar


simulando que iban a largar las anclas de la proa, Pablo dijo al centurión y a los
soldados: Si estos no quedan en la nave, ustedes no podrán salvarse.
(Hch. 27:30-31)

Si Dios ha ordenado el fin (la supervivencia de Pablo y su llegada a Roma), entonces ha


ordenado también todo lo que conduce a ese fin (que los marineros se quedaran en la
nave para hacerla navegar y maximizar la seguridad de todos).

Si negamos la utilidad y la necesidad de los medios, contradecimos a Dios, quien ha


instituido y ordenado el uso de los medios para lograr el fin. Antes bien, si Dios ha
ordenado y decretado el fin, y ciertos medios que según Él conducen al fin, esto
establece y fortalece nuestro uso de los medios ordenados. Las únicas explicaciones
para el abandono de los medios que Dios ha ordenado para lograr el fin que ha
decretado serían la desobediencia y la incredulidad.

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El decreto y la predestinación

Para el cristiano, el decreto de Dios tocante a la salvación es importante y personal. Las


Escrituras nos enseñan que somos salvos porque Dios, antes de la fundación del
mundo, nos eligió en Cristo. La elección tiene dos lados, aquellos que Dios escogió (la
predestinación) y aquellos que Dios no escogió (la preterición).

1. El decreto y la elección

La palabra de Dios declara que los que son salvos recibieron la gracia ganada por Cristo
porque Dios los había escogido en Cristo y así los había predestinado para la gloria que
Cristo ganó para ellos:

Fue él quien nos salvó y nos llamó con santo llamamiento, no conforme a
nuestras obras sino conforme a su propio propósito y gracia, la cual nos fue dada
en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo (2 Tim. 1:9)

La esperanza de la vida eterna, que el Dios que no miente prometió desde antes
del comienzo del tiempo. (Tit. 1:2)

Sabemos que a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo a fin de que él sea el primogénito entre
muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que
llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.
(Rom. 8:29-30)

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La voluntad de Dios no establece una necesidad en todas las cosas futuras, sino una
certeza con relación al evento. Entonces, con relación a la certeza del evento, no fue
posible que se quebranten los huesos de Cristo, porque Dios quiso que no se
quebrantasen. Sin embargo, no se impuso una necesidad sobre las lanzas de los
soldados, y otras causas secundarias en aquel contexto.

En las cosas que Dios ha querido, hay un cierto orden percibido, a saber, que primero
Dios quiere el fin, anterior a los medios que dirigen hacia el fin, porque Dios obra con
perfecta razón.

Y con relación a los medios, Dios primero establece aquellos que son más cercanos al
fin. Porque aquello que es primero en orden de ejecutar, esto es último en orden de
intención, y así lo contrario.

Considera estas palabras de Robert Purnell:

Debemos notar que los mismos medios, en gran parte, que engendren gracia en
nosotros también edifican, nutren, y aumentan la misma. Los medios
mencionados son los engendradores y “nutridores”, los generadores y
alimentadores, de gracia, en particular, el oír de la palabra predicada, el leer la
palabra, la oración, las promesas, compañerismo cristiano, contemplaciones, y
experiencias especiales, todos estos están suficientemente cargados (llenos,
amplios) para nutrir y fortalecer gracia. Además, los sacramentos fueron
instituidos y establecidos para este fin, para aumentar nuestra gracia y
asegurarnos del perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestras almas.52

Considera también estas palabras por Nathaniel Wyles, un pastor bautista particular:

Reclínese al estanque de las ordenanzas. Asiste con frecuencia a la palabra y los


sacramentos, las cuales son lo que Dios ha establecido y en las cuales él ha
prometido estar presente con su pueblo. No se aleje del oír, ni de la mesa del
Señor, en ninguna manera, como es la costumbre de muchos, por cualquiera
razón pequeña. La manera para reunirse con Dios, y para estar asegurado de su
amor y ser sellado por su Espíritu, es esperarle en sus ordenanzas y recordarle en
sus caminos. Las ordenanzas de Dios son la sala de banquetes en la cual Dios
tiende la bandera de su amor y la sella a su pueblo. Estar con toda sinceridad en
el camino y el uso de las ordenanzas de Dios es la manera para ser puesto como
sello sobre el corazón de Cristo.53

52
Robert Purnell, The Way Step by Step to Sound and Saving Conversion.
53
Nathaniel Wyles, Comfort for Believers.

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