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I.- Inicio
La encrucijada y la recreación del ser una u otra cosa mediada por la omnipotencia de ser
todo a la vez y sin efectos y daños colaterales.
Madre, hija, hermana y todóloga. Mujer todo terreno con el único fin oculto de ser
reconocida y querida, por lo menos alguna vez en su vida. Por lo general eso no ha
ocurrido, no ocurre, ni ocurrirá. Lo único que se incrementa es sentirse miserable.
Súper mamá, súper hija, súper hermana y esposa, es una nueva categoría que supera otro
concepto procesado tiempo atrás en esta práctica clínica en CeSeCo Norte, en el que se
hablaba de la acción equilibrada del 3 x 33%, queriendo decir que para mantener una vida
cotidiana medianamente equilibrada y sana, como personas adultas se habría de distribuir
nuestros tiempos y nuestras funciones adultas de la siguiente manera:
- 33% dedicado a ser pareja
- 33% dedicado a ser madre/padre
- 33% dedicado a sí misma (o)
La nueva observación en la práctica clínica resalta por las temáticas que de manera
reiterada y cotidiana se presentan y escuchan dentro de las sesiones del Grupo RED: es la
naturalidad y normalidad en la que los actos de violencia física, psicológica y lingüística se
dejan escuchar, son acciones del diario, desde que se tiene memoria, entiéndase, desde la
infancia temprana hasta el momento en que solicitan atención psicológica.
La intención de buscar ayuda psicológica es una temática que, por lo general oculta la
realidad de ser víctima-victimaria de actos de violencia. Este ocultamiento no llega a ser
total a pesar de que son catalogadas socialmente como cotidianidades de familia, son
agresiones consideradas “normales y naturales dentro de las familias”. Son cotidianidades
de la vida familiar instituidas a lo largo de las generaciones que han formado este linaje.
Hasta ahora, estas conductas socio psicológicas, aunque aún no alcanzan en definitiva el
carácter de sintomatología patológico, ya se escucha con mucha frecuencia estas conductas
como incómodas y perturbadoras: Trastornos en el trato y la relación intra familiar.
Pretender atender a, y quedar bien con, tantas personas y repartir cuidados, afecto, dinero,
tiempo, disposición, en algún punto el hilo se revienta y nadie gana. De hecho, a partir de lo
visto y atendido en la clínica analítica de CeSeCo y la práctica privada, las personas más
dañadas son las que han pretendido ser únicas, santas y mártires de la familia, algo así
II. - Viñeta
¿Por quién nos decidimos?
Mariela tiene 42 años, está casada y ha procreado a tres hijos varones, uno de 17, otro de 15
y otro de 6 años.
Mariela es quien nos pone en la dualidad de estar deprimida por la muerte reciente (dos
años) de su padre, y la dramática realidad de ser marginada por sus hermanas y hermanos,
pero principalmente despreciada por su madre, quien por más que la procura y la busca para
quedar bien, su madre sólo la hace sentirse menos y como si ni fuera su hija.
El motivo de esta escena dramática es que Mariela fue, según su testimonio, siempre la
consentida de papá, situación que sólo hizo cultivar la envidia, resentimiento y recelo del
resto de la manada. Mariela considera que ahora está pagando por haber sido la preferida.
Permite entender, sin que ella lo diga, que odia a su padre por quererla más que a sus otros
pares.
El discurso de la paciente por momentos es bajo, pero el mayor tiempo de uso de palabra,
no deja escuchar duelo, tristeza o desinterés, todo lo contrario, es ágil, directo y en
ocasiones hasta humorístico. De hecho, y al paso de las dos sesiones a las que ha asistido,
cuando quería intentar ser fiel a su situación de depresión, por segunda vez dijo que durante
la semana hace casi nada por atenderse, arreglarse y procurarse cierto aliño personal, dice:
“Sólo para venir a estas consultas me arreglo…”.
Entre la depresión por la pérdida de su padre y la indiferencia del resto de su familia de
origen, nos comparte su sentimiento similar hacia sus tres hijos diciendo que:
“No quiero a mis hijos, y lo peor es que no siento lo que supuestamente debería de sentir por
eso, por ejemplo, cuando los grandes llegan de la escuela, por lo general llegan alborotados
tratando de decirme cómo les fue y yo, sin poder evitarlo, siento fastidio de escucharlos, casi
les volteo los ojos y más pronto que tarde les digo que se vayan a hacer sus tareas. Del
pequeño de 6 años, de plano no lo quiero. No lo quise tener, sin embargo. Nació y ahí
está…”
Se cumple la premisa freudiana de que “El neurótico ignora que sabe el origen y expresión
de sus padecimientos y sufrimientos”. El reto de averiguar el motivo de su infierno, es a
través del análisis reflexivo, ya sea en grupo, ya sea de manera individual.
Al parecer, en el testimonio compartido con respecto de lo que siente por sus tres hijos, nos
comparte, de manera vicaria lo mismo que su madre, hace con ella misma. Traducido,
Mariela, de manera inconsciente, ha tomado a sus hijos como actores de su propio drama;
día a día recrea su situación infantil, siendo sus hijos no atendidos ni escuchados, siendo
depositada la representación de su madre distante y calculadora, en la actitud desarrollada
por ella misma como indiferente e incómoda frente a sus hijos que la buscan y no la
encuentran.
Llevado a punto límite, y en atención a la frase de “Es que mi mamá, es mi mamá…”, sin
que sea la última palabra, provoca la idea de que Mariela ha estado representándose a sí
misma como la protagonista de un acto amoroso y sacrificado, pero falso. A saber, con la
1Otra paciente, Casandra, cuya madre está en fase terminal de cáncer, observa cómo ésta se va
consumiendo vertiginosamente; llora, se queja, se lamenta previendo que quedaría huérfana y sola, aunque
en realidad tiene dos hijas y un fiel marido…reflexiona y pregunta preguntándose: ¿no seré acaso muy
egoísta? Tal vez sí lo sea, pero sólo en el porcentaje que realmente correspondería, es decir, mejor dicho, tú
dilo: ¿qué tanto porcentaje le dedicas a tu madre, ¿qué tanto le dedicas a tus hijas, a tu esposo y a ti misma?
Porque visto desde afuera, parece que estás cruzando por un momento en que eres más hija que cualquier
otro rol…
teniendo que organizar el universo de cada quien, con las posibles consecuencias e
implicaciones que para el presente/futuro se están cocinando.
IV.- Epílogo
El espíritu del presente texto queda abierto. El tema subyacente es el de la cultura de la
violencia intrafamiliar con características vicarias. Son códigos de familia cultivados
generacionalmente y les han permitido sobrevivir al paso del tiempo.
Las responsabilidades quedan esparcidas a través del espacio y el tiempo, sólo son herencia
de tradiciones que, por lo general, y en número significativo, resultan ser perjudiciales. A
pesar de ello, se conservan, aunque no son para conservarlas, todo lo contrario, hay
tradiciones intrafamiliares que urgentemente son para desprenderse de ellas. Tarea harto
compleja, ahora como demanda contemporánea y como vértice del trabajo clínico analítico.
Toda la familia y nadie son responsables de la violencia generada al seno familiar. En el
mejor de los casos, cada integrante habría de hacerse cargo de su legado tóxico y su función
que conserva el acto de violencia ya naturalizada y normalizada.
Por ejemplo, y siguiendo con Mariela, de la indiferencia que ella ejerce sobre sus tres hijos,
no es más que una expresión como acto de amor e interés paradojal, igual y mismo al que
ella vivió en su infancia adolescencia y vive como adulta con y en su familia.
Se deduce que sus demás hermanas y hermanos, padecieron y padecen esta modalidad de
relación indiferente y atrapante a manos de su mamá, la consecuencia de ello se percibe en
que ahora, entre hermanas y hermanos, Mariela se siente marginada y señalada, es decir su
parentela ejerce este uso y costumbre ya “normal” y “natural”, de violencia familiar sobre
la hermana que, supuestamente fuese la “consentida” y “amada” del patriarca.
Sin saberlo a bien, sospechamos que, tanto la madre de Mariela, como su abuela, bisabuela
no fueron la excepción de los actos en cuestión. El maltrato intrafamiliar es un ejercicio
común que se hereda de generación en generación, difícilmente de romper el eslabón que le
hace un eterno cultural. En ocasiones y a pesar del análisis personal/grupal.
Regresando, de Mariela, sus hijos, varones los tres, proponen una incógnita por resolver y
una historia que se puede representar en la metáfora de La Caja de Pandora: desgracias,
malestares y tragedias permanentes, con un pronóstico reservado: Crónica de un linaje
violento anunciado.
Como un segundo matiz de la crónica, al fin una desgracia: vivir por los siglos de los siglos
en la búsqueda de una mamá que nos quiera como queremos que nos quieran, llegando a
dejar de lado todo, incluso la crianza de su propia estirpe.
Facultad de Psicología,
Invierno 2022/2023
2 Concepto que considera a la violencia vicaria como una violencia de género ejercida sobre la mujer y
siempre por parte de varones. Acá, se rescata el concepto con la posible variante de que la agresión
provenga indistintamente del género que sea. El caso es violentar, maltratar, incluso dar muerte a personas
que de preferencia son la progenie de las personas en querella. La Violencia Vicaria es una expresión de
poder, inicialmente protagonizada por varones. Esta violencia se hace común en las vendettas del crimen
organizado, pero no distantes de la vida común y cotidiana.