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Cet
Cuero
oes atesCatalina
la Grande
UNA EXTRANJERA EN EL TRONO RUSO
a “emperatriz de todas las Rusias” fue, en
realidad, una alemana. Se dedicé con empefio
a complacer a su marido, pero nunca obtuvo
su afecto. Dio un heredero a la Corona,
aunque recurrié para ello al adulterio. Rein6 durante
mas de tres decenios, cuando, en su interior, se
consideraba republicana. Quiso abolir la esclavitud y,
en cambio, terminé promoviéndola. Lo tinico inmutable
en Catalina II fue su aficién por sus dos coleccione:
la de obras de arte y la de amante:
En los dias previos a su muerte, la
sexagenaria Catalina no habfa perdido
la costumbre de levantarse de madru-
sgada para empezar a trabajar a las seis.
Yano encendia ella misma el fuego de
la chimenea, pero pasaba largas horas,
sentada ante su mesa de trabajo. De-
dicaba la primera parte de la jomada a
escribir. Redactaba sus memorias, ar-
culos politicos y comedias, y mante-
nifa. correspondencia con insignes in-
telectuales europeos. Luego recibia.
‘Trataba los temas del dia con secreta-
rios, ministros y generales. Rehusaba
el protocolo, no hacfa esperar a nadie
¢ invitaba a cada visitante a tomar
asiento. La tarde la destinaba a leer
los despachos y el correo, y todavia le
quedaba tiempo para distraerse con
sus nietos, realizar alguna actividad
manual o jugar al billar.
Catalina apenas descansaba, todo
lo hacia con placer. El de ser empera-
triz de todas la Rusias, artifice del do-
minio sobre el Baltico y el mar Ne
gro, Como el de entregarse al final del
dia en brazos de su timo amante.
“También podria decirse que murié de
placer, o cuando menos de lo que més
se le parece, porque se la Hlevé a la
tumba un ataque de risa. Poco antes
habfa redactado su epitafio: “Aqui
yace Catalina II. En 1744 vino a Ru-
sia para contraer matrimonio con Pe-
do II. A los catorce aftos tom6 la tri-
ple resolucién de complacer a su
F. ALVAREZ Pracosiaesposo, a Isabel Ly ala
nacién. Hizo cuanto
pudo por conseguir-
lo. Dieciocho aiios
de soledad y de tedio
la llevaron a leer nu-
meros0os libros. Cuan
do subié al trono de
Rusia traté de hacer a
sus stibditos felices, li-
bres y présperos. Perdoné
ficilmente y no odiaba a na-
die. Era indulgente, de carscter li-
gero y alegre, y abrigaba sinceras con-
vicciones republicans. Tavo amigos.
El trabajo le fue ficil. Am6 la sociedad
y las artes”. ;Cuinto hay de cierto en
estas palabras
“En 1744 vino a Rusia...” — Soffa
Augusta Federica von Anhalt-
Zerbst, que era como de verdad se
maba, no se habria convertido en
Catalina la Grande sin la ayuda del
azar. Era hija de un principe aleman
y deberia haber acabado casindose
con cualquier otro pequefio princi-
Vista del Kremlin, leo sobre lienzo de
Fiddor Yakoblevich. Catalina legé a Moscii
‘en 1744, cuando era una princesa alemana,
La zarina Isabel de
Rusia (1741-1762) segun
tun grabado de la época,
pe. Pero tampoco
habria llegado a ser
lo que fue sin su fé-
rrea voluntad de su-
peracién.
Nacida en 1729 en
Stettin (actual Szczecin,
Polonia), Sofia crecié con el
estigma de no sentirse querida
por sus padres, que esperaban un v
r6n, y eso, como suele decirse, la
mareé definitivamente. De dos ma-
neras: tuvo siempre la necesidad de
sentirse deseada como mujer, pero
también de hacerse valer como un
hombre. No goz6 de una infancia fe
liz, pero pronto tuvo oportunidad de
descubrir que el mundo no se acaba-
ba en su familia y en la pequefia cor
te de Zerbst. La fortuna le llegé de
Rusia cuando, con apenas catorce
afios, s¢ la eligié como pareja de Pe-
dro Ulrique de Holstein, el sucesor
al trono de la emperattiz Isabel I
Por qué misteriosa razén alcanza-
ba tan alto honor y quign era el joven
a quien habia sido destinada?
conocido casualmente unos afos an-
tes en casa de su tfo, el gobernador de
Kiel (en el norte de ta actual Alema-
nia), que lo tenia a su cargo como tu-
tot. Pedro era por entonces aspirante al
trono sueco y, lejanamente, por su pa-
rentesco con Pedro I el Grande, a la
Corona rusa. Ni el poco agraciado y ti
mido Pedro ni la alegre y enérgica So-
fia podian sospechar, tras aquel en-
cuentro, lo préximos que iban a estar
en el futuro por obra del destino. Me-
jor dicho, por obra de la madre de la
joven, una mujer ambiciosa que en
cuanto tuvo noticias del advenimien-
toal trono de Isabel I no dud6 en feli-
citarla. Aquella familiaridad tuvo un
efecto inmediato, pues, de manera
inesperada, la zarina, soltera y sin des-
pens6 en Soffa para a
gurar la dinastia de los Romanov jun-
toa Pedro Ulrique. De esa manera a
Sofia se le abrian las puertas de
nueva vida, dejando atrés su nombre
para adoptar el de Catalina,
“Anos de soledad y tedio..." — La
joven Catalina fue recibida en Rusia
con una gran fiesta y abandoné poco
después el luteranismo para conver-
tirse a la religién ortodoxa. La cortele impresion6. Qued6 cautivada por
su nuevo destino y se tom6 su futuro
cargo como si se tratase de una elec-
cién propia. Aprendié répidamente
el ruso, estudié con entusiasmo y se
preparé a conciencia para ganarse la
confianza que le habia sido otorga-
da... S6lo que, en realidad, lo Ginico
que se pretendia de ella era que pro-
curase descendencia a la Corona,
Y, entretanto, :qué tal le iba a su
futuro consorte? Pedro era muy
distinto. Lo de re
Pedro il, zar de Rusia. En 1745 se vio
obligado a contraer matrimonio con Sofia
‘Augusta, la futura emperatriz Catalina
deseos, decidida como estaba a en-
tregarse del todo a su cometido,
La boda tuvo lugar apenas un afio
después de la llegada a Rusia, acom-
pafiada de grandes festejos. La cele-
bracién se prolongé diez. dias con r
cepciones, comidas, representaciones
teatrales, 6peras y fuegos artificiales.
le quedaba excesiva- Catalina aprendid con rapidez
mente grande. De he
cho, ni siquiera lo desea-
ba: lo suyo era la milicia,
no la politica, Ademas,
su coraz6n estaba ligado
a Holstein, y siempre se
sintié més proximo a su pais de ori-
gen que a Rusia, No cesaba de pro-
testar contra su planeado matrimo-
nio y aprovechaba cualquier ocasién
para menospreciar a la novia que aca-
baban de proporcionarle, Catalina,
por el contrario, se subordiné a sus
el ruso, estudié con entusiasmo
y se preparé a conciencia para
ser la zarina de su nuevo pais
ePara qué le sirvi6 a Catalina tanta fas-
tuosidad? Evidentemente, para ser la
esposa del futuro zar de Rusia, pero
por lo que respecta a su relacién con
Pedro, para nada mas. Este continué
demostrindole su mas absoluto des-
dén. Y asi fue hasta el fin de sus dias.
GLOSARIO
+ DESPOTISMO ILUSTRADO
Politica de algunas monarquias abso
lutas del siglo xa, inspirada en las
ideas de la ilustracién y en el deseo
de fomentar la cultura y a prosperidad
de los sibditos.
* ENCICLOPEDISMO.
Conjunto de doctrinas profesadas por
los autores de la Enciciopedla, publica
da en Francia a mediados del siglo x,
¥ or ls eseritores que siguieron sus
ensefianzas en el mismo sigo.
+ ENCICLOPEDISTAS
aboradores de la Enciclopedia, una
cobra que pretenalareunir todos los co
ocimientos humanos y que se convir-
1i6 en instrumento ideoldgico de la
liustraci6n (lo que se conoce como
enciclopedismo). Destacaron entre
‘ellos autores como Voltaire, Montes
(uieu, Diderot, Rousseau y Grimm.
* GUERRA DE LOS SIETE ANOS
Resultado de un conficto de intereses
terrtorales que, entre 1756 y 1763, en
frent6 a Gran Bretafa, Prusi, Hannover
yy Hesse con Francia, Rusia, Austria,
Imperio germanico, Suecia y Saboya,
+ ILUSTRACION
Movimiento cultural europeo del si-
‘loa. Dede sunombre a su objeto
de “dispar ls tnlebas de la humani-
dad mediante las uces de la raze’
Socialmente se halla inscrito en el Ar
bito dela burguesia ascendente
Catalina tardé mucho en cansarse
de la situacién. Y lo que la desperté de
su letargo fue la insistente seduecién
de Sergio Saltykov, un joven y apue:
to noble obsesionado con la idea de
enamorarla, Sola como se sentfa, no
pudo resistirse. Pero en su entrega a
Saltykov obraron también otto tipo de
intereses: los propios de la nacién.
Los afios pasaban y el matrimonio ni
siquiera se habfa consumado. :Dénde
estaba la descendencia que habia de
perpetuar el trono? La salud de la
Emperatriz, empezaba a ser fragil y t
mfa morir sin tener resuelto el tema.
Al parecer se dio “permiso” a Catali-
na para que amase a Saltykov cuanto
quisiera. Y Pedro, sabedor de todo, to-ler6 cfnicamente la infidelidad de su
esposa. Por fin, después de dos em-
barazos frustrados, nacia en 1754 el
sucesor de la dinastfa, Pablo.
| acontecimiento, en lugar de fa
vorecer a Catalina, incrementé su
desdicha. Por una parte, Isabel I, con
quien la relacién se habia deteriora-
do, le arrebaté a su hijo desde el pri-
mer momento. También se deshizo
de su amante envidndole a Suecia
con una misién diplomética, En
cuanto al Gran Duque Pedro, que
habia compartido su lecho desde la
boda, pas6 a ocupar su propia habita-
cién, De pronto, se queds sin hijo,
sin marido y sin amante.
“Siabditos felices, libres y prés.
peros...” — La Catalina que apa-
rece a partir de entonces es otra
Durante diez afios habia estado su-
bordinada a todos y de poco le habia
servido. Habfa que obrar de otra ma-
nnera para abrirse camino entre las in-
trigas cortesanas, asi que adopté un
papel mas activo. Se buscé aliados
(cl ministro Bestushev y el embaja-
dor inglés sir Charles Williams), se
catalina con su marido,
el zar Pedro il, y con
'u hijo Pablo. Cuadro
de A. R. Lisiewska.
torn6 audaz con los
enemigos que em-
pezaba a tener (en-
tre otros el favorito
de la zarina Isabel,
Alejandro Schuva-
lov), se hizo con un
nuevo amante (el
conde polaco Ponia-
towsky) y tuvo un
segundo hijo. Aque-
la era ya una mujer
con un gran poder
de seduccién. Mien-
tras tanto, el gobier-
no de Isabel I fue
languideciendo po-
co a poco hasta su
muerte, a finales del
afio 1762
Del breve reinado
del sucesor al trono,
Pedro III, se pueden
destacar dos cosas. Por lo que respee-
ta Catalina, demostré un menospre-
cio permanente al serle infiel con la
condesa Worontzov, que era la pasién
de su vida. En cuanto a la politica, des-
tacé su gobierno irreflexivo, Su admi-
nt hacia Federico Il aline6 a Rusia
con el bando prusiano en la guerra de
los Siete Afios. Excéntrico y capricho-
0, se roded de consejeros germénicos
despreciando a los suyos, lo que pro
voeé la animadversién de importantes
grupos de la sociedad rusa. Su propio
uniforme pas6 a ser el prusiano y nom-
br6 como jefe supremo del ejército
ruso a un hombre extranjero y sin nin-
guna experiencia militar: su tio, el
principe Jorge de Holstein.
Apenas medio afio después de su
advenimiento, en el verano de 1762,
Pedro III fue derrocado y asesinado.
En 1762, Catalina
participé en la
conspiraci6n para
derrocar y asesinar
asu marido, Pedro Ill
la conspiracién, de la que no esta-
ba exenta Catalina, habia tenido un
papel destacado su entonces amante y
padre de su tercer hijo, Gregorio Or-
loy, uno de los hombres mis impor-
tantes en su vida. Entre la poblacién
se distribuyé un manifiesto firmado
por la nueva emperatriz:“..Todos los
verdaderos hijos de la patria rusa han
comprendido el peligro que amenaz:
ba al Imperio. La Rusia gloriosa vei
se despojada de los frutos de las vie~
torias alcanzadas al precio de tan
grandes sacrficios y obligada a aceptar
una paz humillante bajo el yugo de su
enemigo. Al mismo tiempo veiase al-
terado el orden interior, del que di
penden la unidad y el bienestar de
Alice re HCH eect nC
‘agenerosidad de
También mantuvo corres- __y escritor se hiciese cargo
‘catalina cons ar-_pondencia Nabitual con _de los volumenes hasta su_
ftistas esta bien miisicos,poetasypensa- muerte, yle concedié, ade-
\documentads. Hizonume- _dores, como Voltaire 0 _ms, una espléndida pen-
sos encargos.a arqutec- Grimm, aquienes dispense: sion anual.
"tos, pintoresyescutores, ba honores yayudaba eco- Ela misma cut laiteratu-
‘yfue una de las mas impor. nomicamente. ra, Escrbiécomedis,ora-
‘antes coleccionistas de to- Se oftecid a Diderot (en la __masyarticulos (muchos de
dos os tiempos De hecho, imagen) como compradora ellos tras cortra perso-
el Hermitage de San Peters- de suumagnifcabibloteca, _najesindeseados ocontra
burgo el museo estatalru- que éste se habia visto en quien citicaba sus medidas
0,cebe a suafcion gan la necesidad de vender,a__gubernamentales- ls fr-
arte de su fondo antstica _condicion de que el fldsofo raba\con seudonimo)nuestra patria. Porque
Nos estamos convenci-
da del peligro que, por
las razones expuestas,
amenaza a nuestros le-
ales stibditos, nos he~
mos visto oblig:
tando con la ayuda de
Dios y de su justicia, a subir
al trono como emperatriz aut6-
crata de todas las Rusias””
EI manifiesto, tan claro como r0-
tundo, tenfa dos objetivos bisicos:
tranquilizar a los diferentes sectores
sociales y avalar su toma ilegitima del
poder (puesto que no asumia el papel
de regente durante la minoria de edad
de su hijo Pablo, como era de esperar,
sino el de soberana absoluta). Y a fe
que lo consiguié. Dieciocho aos des
pués de su llegada a Rusia, Catalina,
alemana de pura raza, se habia con-
vertido en la primera y mas fervorosa
defensora de los intereses nacionales.
Influida por los te6ricos franceses
de Ia ilustracién, comenz6 su reinado
con una fe ardiente en la bondad, la
justicia y la raz6n, Se propuso refor-
mar la administracién del Imperio y,
entre otras cosas, se apresur6 a pro
mulgar la ley de secularizacién de los
bienes de la Iglesia, despojando al ck
ro de su poder y dando libertad a cien
tos de miles de campesinos. Por pri-
mera ver en la historia de Rusia, un
soberano se preocupaba por el pue-
blo. {Iba a ser ella, por tanto, la gran
reformadora del Estado, la benefacto-
rade unos cuarenta
millones de rusos
descontentos?
Al menos, pue-
ide decirse que si
H wvo la voluntad de
P hacerlo. Dedies tres
P aiios a sus Instruccio.
nes, una obra repleta de
buenos propésitos destinada a
definir las lineas de conducta de la
asamblea legislativa. Pero no fue més
que papel mojado, No tard6 en repar-
tir gratificaciones a cuantos la habfan
ayudado, otorg6 nuevos privil
la aristocracia y, pese a su declarada
aversi6n por la servidumbr
modo la foment6, Lo cierto es que la
distancia entre las intenciones de C
talina y la realidad a la que se enfien-
taba era enorme: los intereses de la no-
bleza, la infranqueable burocracia, la
avidez. del clero y una gran masa de
poblacién en la mas absoluta pobreza
y totalmente ignorante impidieron la
consecucién de sus objetivos inicials.
El malestar de los campesinos cul-
min6 en una gran rebelién encabeza-
da por el cosaco Pugatschev, que hizo
cestragos en la mayor parte de la cuen-
ca del rfo Volga y en los montes Urale
antes de ser aplastada por las fuerzas
militares en 1775. Tras esto, el ejérci-
to cosaco fue disuelto y se llevé a cabo
Federico it de Prusia, rodeado por
liustrados de la época. Arriba, Orloy,
amante de la Emperatriz.Catalina con un vestido tradicional ruso, en un cuadro
anénimo del siglo xv
Ala derecha, 76 en Mosci,
de V. G. Peroy, que critica la codicia del clero ruso.
una reforma de la administracién pro-
vincial para lograr un mejor control del
Imperio. Catalina no perdonaria ja-
més al pueblo su alzamiento y, en
adelante, la esclavitud se convertiria
en un tema tabii. Ya al final de su
vida, y sobre todo con motivo de la
revolucién francesa, increment6 su
hostilidad hacia las teorias liberales.
‘Ams la sociedad y las artes...” —
Aquellas avanzadas ideas ilustradas,
tan en disonancia con la Rusia que
le tocé vivir, eran sinceras en Catali-
na. Tenfan mucho en comtin con la
forma abierta y positiva en que ella
entendfa la vida. Y hay que buscar
su origen en la formacién que se
proporcioné a si misma, no en los
1729
Nace Sofia, su verdadero nom-
bre, hija de un principe alemén.
1744
Paneer
Marcha a Mosc
] la religion on
el nombre de Catal
mediocres conocimientos de prin-
cesita que le inculearon en la infan-
cia. Sobre todo en las lecturas de
sus muchos momentos de hastio
siendo aspirante al trono.
Al principio lefa todo lo que en-
contraba, en especial literatura de
evasién, hasta que descubri los li-
bros de historia y luego el Diction-
naire philosophique et critique de
Bayle (tard6 en leerlo dos afios), que
tanta influencia tendria en los enc:
clopedistas. En ese sentido, puede
decirse que Catalina es una precur-
sora, puesto que germinan en ella las
ideas liberales al tiempo que en los
te6ricos de la ilustraci6n. Es, por
ejemplo, leyendo a Montesquieu co.
‘mo conoce el estado ideal, la monar-
1745
‘Se casa con Pedro Ulrique,
hheredero de la Corona rusa.
quia constitucional que ereyé desear
para su pueblo. En el fondo, como
afirma en su testamento, se conside-
raba republicana; no en vano, habi:
sido victima durante gran parte de su
vida de la injusticia y el abuso de po-
der. Pero, como fiel representante
del despotismo ilustrado, lleg6 a la
conclusién de que era ella y solo ella
la persona mas cualificada para ocu-
se de los intereses del pueblo.
Pese a que los resultados de su po-
litica no estuvieran, en modo alguno, a
la altura de sus ideales, ;quién puede
negar que Catalina sintiera pasion por
el saber, la cultura y el arte? Como me-
cenas eclipsé a cualquier mandatario
de su época, incluso a la corte france-
sa, que era la mas culta de todas. Hizo
1754
Nace su hijo Pablo, st
de la dinastia de ios Romanovgenerosos encargos a arquitectos, es-
cultores y pintores. En cuanto a muisi-
cos, poetas y filésofos, los acogié siem-
pre con los brazos abiertos y los cubrié
de honores. A todos ayudé econémi
camente y de todos recibié elogios.
cho, todas sus predecesoras habian
tenido sus favoritos y sus pasiones
pasajeras. Fuera 0 no exagerada su
sexualidad, lo cierto es que en su
relacién con los hombres ella siem-
pre crey6 comportarse con ternura.
“De caracter ligero y Catalina llego a la conclusion
alegre...” — :Es acaso
por su importancia como
benefactora de las artes
por lo que se cono
talina la Grande?
por su decidida impronta
en la historia de Rusia? Todo ello
contribuyé a dar entidad al perso-
naje, pero lo que realmente le pro-
curé la fama fue su relacién con el
sexo opuesto. Se ha dicho de todo
en torno a ello, sobre sus caprichos
con los hombres y su supuesta nin-
fomania. Pero, en realidad, lo que
tenia de extrafio su comportamien
to era que, mas que como una mu-
jer, Catalina se comportaba (tam-
bién en el terreno sexual) como un
hombre. Unas maneras de hacer en
parte heredadas, consecuencia de
cincuenta afios de régimen femeni-
no en Rusia, desde la muerte, en
1726, de Pedro I el Grande. De he-
1762 | 1768 173
Con la ayuda de su amante Estala la primera de as Comienza la gran revuelta camn-
Criov, toma e! poder derrocan- ras entre Rusia y Turquia. | (pesina, eneabezada por el cosa-
doa su marido, co Pugatschev.
de que ella era la persona
mas cualificada para ocuparse
de los intereses de! pueblo
No deja de ser significativo que la
vida amorosa de Catalina se hiciera
cada vez mas audaz a medida que se
hacia mayor, es decir, a medida que
aumentaban su poder y su indepen-
dencia, Tras el apuesto Sergio Salty-
kox, el roméntico conde polaco Ponia-
towsky y el intrépido Gregorio Orlov
(a quien tanto debié su advenimiento
como emperatriz y a quien tanto agra-
decié), se sucedieron una serie de
voritos cuyo mayor mérito era el de
ser j6venes, fuertes y apuestos. Was-
‘Campesina rusa, por Venetsianov. En época
de Catalina, el malestar en el campo
culminé en la rebelién de Pugatschev.
regorio Potemkin (en la ima-
Garnier
{que ninguno de sus otros
doce favoritos. ra un homie rudo
1y poco agraciad, pero de talento in-
superable.Y si bien su relacin inti-
rma con Catalina duré poco, tuvo
siempre el favor de la Reina,
Potemkin disponia de un oficial
‘que vajaba buscando regalos con
(ue sorprender ala Emperatriz.Pe-
‘quefias cosas que demostraben la
pasion que sentia por el: rosas de
Italia, was de Crimea, un volnsta de
Roma, un bailar de Pars.
Quisolevantar en as orilas del
Dnieper una ciudad destinada a ser
la metropoli meridional del imperio
‘yla bautizo Ekaterinosiay (goria de
Catalina). Cuando la Emperatriz ici
‘ver aquel maraviloso lugar, tan solo
existia sobre el papel. Las estepes
Continuaben stendo ards y las al-
deas paupérrimas, Pero Potemkin no
quiso desiusionar a su amada, asi
(ue adornd el paisae,colocs esce-
aries artficales, adecenté ala gen-
‘ey construy6, en defintva, uno de
los mayores decorados dela historia,
Catalina no se enteré de que tras
las fachadas no habia casas, ni de
‘que sus pobladores no eran campe-
‘sin0s, sino esclavos.
1796
‘Muere Catalina. Por entonces
planeaba formar parte de un
coalicién contra FrElpalacio de Tsarskoie Selo, residencia estival de la emperatriz Catalina.
Ala derecha, representacién de Pedro I el zar que fund6 San Petersburgo
a inicios del siglo xu y que abrié Rusia ala influencia exterior,
siltschikov, Zawadowsky, Zoritsch,
Korsakov, Lanskoi, Jermolov. El tlti-
mo fue Platén Zubov, uno de los mas
iniitiles, pero también uno de los mas
pretenciosos, y quiz por ello, y por
que nos encontramos ya con una Ca-
talina decadente, quien més poder
entre todos obtuvo.
Mencién aparte merece Potemkin,
hombre ambicioso, como cuantos se
acercaron a la Emperatriz, pero de una
personalidad arrolladora. Distinguido
en las contiendas rusas contra Turquia,
“obtuvo los cargos de general en jefe y
goberador general de Uerania. Llegé
yaad
Burin ices}
a llevar una vida de principe indeper
diente, con su propia corte y grandes
palacios. El gran objetivo de su vida
fue expulsar de Europa a los musul
manes y crear un nuevo Imperio bi-
zantino bajo soberanfa rusa. Decidido
a hacer de Crimea el punto de partida
para la ofensiva contra los turcos, se
propuso convertir sus estepas salvajes
cen un lugar civilizado. Creé el puerto
de Sebastopol, ordené la construcci¢
de una flota, mandé plantar bosqu
trazar caminos, abrir fbricas...
Potemkim, que quiso a Catalina
como ningtin otro, es en parte el res-
| nsusahos de "experimentadoras’, la
EK smacrez, Catal _ondesa Bruce ya seio-
(ena imagen) ita Protassov.
evo unavida amorosa Con terurao sin ela, en
sorprendente. Escogia_el fondo, ls ammantes que
hombres jovenes yfuer- se sucedieron en estat
tes Sinningin tipo de ex- ima etapa de la vida de
plcaclon los asprantes Catalina no fueron mas
ren convocados la que simples objets de
| corte, donde el mécico placer. A cambio, elles
ela Emperatrzlos s0- _concedi6todoy, cuando
‘etiaareconocmienta. _yano le gustaron os
luego eran puestos a __despicio con delcadeza
prueba por sus amigas _enviéndolos de vile
ponsable de la vida “ligera y alegre’
de sus afios de madurez. El mismo re
nuncié a su cargo de “favorito intimo”
a favor de Zawadowsky, y es a partir
de entonces, hacia 1775, cuando la
Emperattiz. se separé de todo senti-
mentalismo y se disparé su sensuali-
dad. Al iniciar este periodo Catalina
tenia ya 46 afios, y atin le habian de
quedar veinte mas llenos de amor y
deseo. Elegia hombres bien forma-
dos, hermosos y, sobre todo, jévenes.
Estas ligerezas no enturbiaron en ab-
soluto el caricter de la Emperatriz, ni
Ja convirtieron en una mujer fria y
distance. Hasta el tiltimo dia, Catali-
na fue cilida y alegre. Tanto, que lo
que mis le gustaba de los hombres
cera que la entretuvieran y la hicieran
reir. Y asf muri6, como consecuencia
de un inocente ataque de risa, con se~
senta y siete afios de edad. Hyv
PARA SABER MAS
Catalina de Rusia. Memorias
de la emperatriz Catalina la Grande.
Barcelona: Editorial Mateu, 1957,
apasinc, Isabel de. Catalina la
Grande. Madrid: Espasa-Calpe, 1994,
vvourousy, Paul. Catalina de Rusia.
Madrid: Globus Comunicacién, 1994,