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es ee ir Cet Cuero oes ates Catalina la Grande UNA EXTRANJERA EN EL TRONO RUSO a “emperatriz de todas las Rusias” fue, en realidad, una alemana. Se dedicé con empefio a complacer a su marido, pero nunca obtuvo su afecto. Dio un heredero a la Corona, aunque recurrié para ello al adulterio. Rein6 durante mas de tres decenios, cuando, en su interior, se consideraba republicana. Quiso abolir la esclavitud y, en cambio, terminé promoviéndola. Lo tinico inmutable en Catalina II fue su aficién por sus dos coleccione: la de obras de arte y la de amante: En los dias previos a su muerte, la sexagenaria Catalina no habfa perdido la costumbre de levantarse de madru- sgada para empezar a trabajar a las seis. Yano encendia ella misma el fuego de la chimenea, pero pasaba largas horas, sentada ante su mesa de trabajo. De- dicaba la primera parte de la jomada a escribir. Redactaba sus memorias, ar- culos politicos y comedias, y mante- nifa. correspondencia con insignes in- telectuales europeos. Luego recibia. ‘Trataba los temas del dia con secreta- rios, ministros y generales. Rehusaba el protocolo, no hacfa esperar a nadie ¢ invitaba a cada visitante a tomar asiento. La tarde la destinaba a leer los despachos y el correo, y todavia le quedaba tiempo para distraerse con sus nietos, realizar alguna actividad manual o jugar al billar. Catalina apenas descansaba, todo lo hacia con placer. El de ser empera- triz de todas la Rusias, artifice del do- minio sobre el Baltico y el mar Ne gro, Como el de entregarse al final del dia en brazos de su timo amante. “También podria decirse que murié de placer, o cuando menos de lo que més se le parece, porque se la Hlevé a la tumba un ataque de risa. Poco antes habfa redactado su epitafio: “Aqui yace Catalina II. En 1744 vino a Ru- sia para contraer matrimonio con Pe- do II. A los catorce aftos tom6 la tri- ple resolucién de complacer a su F. ALVAREZ Pracosia esposo, a Isabel Ly ala nacién. Hizo cuanto pudo por conseguir- lo. Dieciocho aiios de soledad y de tedio la llevaron a leer nu- meros0os libros. Cuan do subié al trono de Rusia traté de hacer a sus stibditos felices, li- bres y présperos. Perdoné ficilmente y no odiaba a na- die. Era indulgente, de carscter li- gero y alegre, y abrigaba sinceras con- vicciones republicans. Tavo amigos. El trabajo le fue ficil. Am6 la sociedad y las artes”. ;Cuinto hay de cierto en estas palabras “En 1744 vino a Rusia...” — Soffa Augusta Federica von Anhalt- Zerbst, que era como de verdad se maba, no se habria convertido en Catalina la Grande sin la ayuda del azar. Era hija de un principe aleman y deberia haber acabado casindose con cualquier otro pequefio princi- Vista del Kremlin, leo sobre lienzo de Fiddor Yakoblevich. Catalina legé a Moscii ‘en 1744, cuando era una princesa alemana, La zarina Isabel de Rusia (1741-1762) segun tun grabado de la época, pe. Pero tampoco habria llegado a ser lo que fue sin su fé- rrea voluntad de su- peracién. Nacida en 1729 en Stettin (actual Szczecin, Polonia), Sofia crecié con el estigma de no sentirse querida por sus padres, que esperaban un v r6n, y eso, como suele decirse, la mareé definitivamente. De dos ma- neras: tuvo siempre la necesidad de sentirse deseada como mujer, pero también de hacerse valer como un hombre. No goz6 de una infancia fe liz, pero pronto tuvo oportunidad de descubrir que el mundo no se acaba- ba en su familia y en la pequefia cor te de Zerbst. La fortuna le llegé de Rusia cuando, con apenas catorce afios, s¢ la eligié como pareja de Pe- dro Ulrique de Holstein, el sucesor al trono de la emperattiz Isabel I Por qué misteriosa razén alcanza- ba tan alto honor y quign era el joven a quien habia sido destinada? conocido casualmente unos afos an- tes en casa de su tfo, el gobernador de Kiel (en el norte de ta actual Alema- nia), que lo tenia a su cargo como tu- tot. Pedro era por entonces aspirante al trono sueco y, lejanamente, por su pa- rentesco con Pedro I el Grande, a la Corona rusa. Ni el poco agraciado y ti mido Pedro ni la alegre y enérgica So- fia podian sospechar, tras aquel en- cuentro, lo préximos que iban a estar en el futuro por obra del destino. Me- jor dicho, por obra de la madre de la joven, una mujer ambiciosa que en cuanto tuvo noticias del advenimien- toal trono de Isabel I no dud6 en feli- citarla. Aquella familiaridad tuvo un efecto inmediato, pues, de manera inesperada, la zarina, soltera y sin des- pens6 en Soffa para a gurar la dinastia de los Romanov jun- toa Pedro Ulrique. De esa manera a Sofia se le abrian las puertas de nueva vida, dejando atrés su nombre para adoptar el de Catalina, “Anos de soledad y tedio..." — La joven Catalina fue recibida en Rusia con una gran fiesta y abandoné poco después el luteranismo para conver- tirse a la religién ortodoxa. La corte le impresion6. Qued6 cautivada por su nuevo destino y se tom6 su futuro cargo como si se tratase de una elec- cién propia. Aprendié répidamente el ruso, estudié con entusiasmo y se preparé a conciencia para ganarse la confianza que le habia sido otorga- da... S6lo que, en realidad, lo Ginico que se pretendia de ella era que pro- curase descendencia a la Corona, Y, entretanto, :qué tal le iba a su futuro consorte? Pedro era muy distinto. Lo de re Pedro il, zar de Rusia. En 1745 se vio obligado a contraer matrimonio con Sofia ‘Augusta, la futura emperatriz Catalina deseos, decidida como estaba a en- tregarse del todo a su cometido, La boda tuvo lugar apenas un afio después de la llegada a Rusia, acom- pafiada de grandes festejos. La cele- bracién se prolongé diez. dias con r cepciones, comidas, representaciones teatrales, 6peras y fuegos artificiales. le quedaba excesiva- Catalina aprendid con rapidez mente grande. De he cho, ni siquiera lo desea- ba: lo suyo era la milicia, no la politica, Ademas, su coraz6n estaba ligado a Holstein, y siempre se sintié més proximo a su pais de ori- gen que a Rusia, No cesaba de pro- testar contra su planeado matrimo- nio y aprovechaba cualquier ocasién para menospreciar a la novia que aca- baban de proporcionarle, Catalina, por el contrario, se subordiné a sus el ruso, estudié con entusiasmo y se preparé a conciencia para ser la zarina de su nuevo pais ePara qué le sirvi6 a Catalina tanta fas- tuosidad? Evidentemente, para ser la esposa del futuro zar de Rusia, pero por lo que respecta a su relacién con Pedro, para nada mas. Este continué demostrindole su mas absoluto des- dén. Y asi fue hasta el fin de sus dias. GLOSARIO + DESPOTISMO ILUSTRADO Politica de algunas monarquias abso lutas del siglo xa, inspirada en las ideas de la ilustracién y en el deseo de fomentar la cultura y a prosperidad de los sibditos. * ENCICLOPEDISMO. Conjunto de doctrinas profesadas por los autores de la Enciciopedla, publica da en Francia a mediados del siglo x, ¥ or ls eseritores que siguieron sus ensefianzas en el mismo sigo. + ENCICLOPEDISTAS aboradores de la Enciclopedia, una cobra que pretenalareunir todos los co ocimientos humanos y que se convir- 1i6 en instrumento ideoldgico de la liustraci6n (lo que se conoce como enciclopedismo). Destacaron entre ‘ellos autores como Voltaire, Montes (uieu, Diderot, Rousseau y Grimm. * GUERRA DE LOS SIETE ANOS Resultado de un conficto de intereses terrtorales que, entre 1756 y 1763, en frent6 a Gran Bretafa, Prusi, Hannover yy Hesse con Francia, Rusia, Austria, Imperio germanico, Suecia y Saboya, + ILUSTRACION Movimiento cultural europeo del si- ‘loa. Dede sunombre a su objeto de “dispar ls tnlebas de la humani- dad mediante las uces de la raze’ Socialmente se halla inscrito en el Ar bito dela burguesia ascendente Catalina tardé mucho en cansarse de la situacién. Y lo que la desperté de su letargo fue la insistente seduecién de Sergio Saltykov, un joven y apue: to noble obsesionado con la idea de enamorarla, Sola como se sentfa, no pudo resistirse. Pero en su entrega a Saltykov obraron también otto tipo de intereses: los propios de la nacién. Los afios pasaban y el matrimonio ni siquiera se habfa consumado. :Dénde estaba la descendencia que habia de perpetuar el trono? La salud de la Emperatriz, empezaba a ser fragil y t mfa morir sin tener resuelto el tema. Al parecer se dio “permiso” a Catali- na para que amase a Saltykov cuanto quisiera. Y Pedro, sabedor de todo, to- ler6 cfnicamente la infidelidad de su esposa. Por fin, después de dos em- barazos frustrados, nacia en 1754 el sucesor de la dinastfa, Pablo. | acontecimiento, en lugar de fa vorecer a Catalina, incrementé su desdicha. Por una parte, Isabel I, con quien la relacién se habia deteriora- do, le arrebaté a su hijo desde el pri- mer momento. También se deshizo de su amante envidndole a Suecia con una misién diplomética, En cuanto al Gran Duque Pedro, que habia compartido su lecho desde la boda, pas6 a ocupar su propia habita- cién, De pronto, se queds sin hijo, sin marido y sin amante. “Siabditos felices, libres y prés. peros...” — La Catalina que apa- rece a partir de entonces es otra Durante diez afios habia estado su- bordinada a todos y de poco le habia servido. Habfa que obrar de otra ma- nnera para abrirse camino entre las in- trigas cortesanas, asi que adopté un papel mas activo. Se buscé aliados (cl ministro Bestushev y el embaja- dor inglés sir Charles Williams), se catalina con su marido, el zar Pedro il, y con 'u hijo Pablo. Cuadro de A. R. Lisiewska. torn6 audaz con los enemigos que em- pezaba a tener (en- tre otros el favorito de la zarina Isabel, Alejandro Schuva- lov), se hizo con un nuevo amante (el conde polaco Ponia- towsky) y tuvo un segundo hijo. Aque- la era ya una mujer con un gran poder de seduccién. Mien- tras tanto, el gobier- no de Isabel I fue languideciendo po- co a poco hasta su muerte, a finales del afio 1762 Del breve reinado del sucesor al trono, Pedro III, se pueden destacar dos cosas. Por lo que respee- ta Catalina, demostré un menospre- cio permanente al serle infiel con la condesa Worontzov, que era la pasién de su vida. En cuanto a la politica, des- tacé su gobierno irreflexivo, Su admi- nt hacia Federico Il aline6 a Rusia con el bando prusiano en la guerra de los Siete Afios. Excéntrico y capricho- 0, se roded de consejeros germénicos despreciando a los suyos, lo que pro voeé la animadversién de importantes grupos de la sociedad rusa. Su propio uniforme pas6 a ser el prusiano y nom- br6 como jefe supremo del ejército ruso a un hombre extranjero y sin nin- guna experiencia militar: su tio, el principe Jorge de Holstein. Apenas medio afio después de su advenimiento, en el verano de 1762, Pedro III fue derrocado y asesinado. En 1762, Catalina participé en la conspiraci6n para derrocar y asesinar asu marido, Pedro Ill la conspiracién, de la que no esta- ba exenta Catalina, habia tenido un papel destacado su entonces amante y padre de su tercer hijo, Gregorio Or- loy, uno de los hombres mis impor- tantes en su vida. Entre la poblacién se distribuyé un manifiesto firmado por la nueva emperatriz:“..Todos los verdaderos hijos de la patria rusa han comprendido el peligro que amenaz: ba al Imperio. La Rusia gloriosa vei se despojada de los frutos de las vie~ torias alcanzadas al precio de tan grandes sacrficios y obligada a aceptar una paz humillante bajo el yugo de su enemigo. Al mismo tiempo veiase al- terado el orden interior, del que di penden la unidad y el bienestar de Alice re HCH eect nC ‘agenerosidad de También mantuvo corres- __y escritor se hiciese cargo ‘catalina cons ar-_pondencia Nabitual con _de los volumenes hasta su_ ftistas esta bien miisicos,poetasypensa- muerte, yle concedié, ade- \documentads. Hizonume- _dores, como Voltaire 0 _ms, una espléndida pen- sos encargos.a arqutec- Grimm, aquienes dispense: sion anual. "tos, pintoresyescutores, ba honores yayudaba eco- Ela misma cut laiteratu- ‘yfue una de las mas impor. nomicamente. ra, Escrbiécomedis,ora- ‘antes coleccionistas de to- Se oftecid a Diderot (en la __masyarticulos (muchos de dos os tiempos De hecho, imagen) como compradora ellos tras cortra perso- el Hermitage de San Peters- de suumagnifcabibloteca, _najesindeseados ocontra burgo el museo estatalru- que éste se habia visto en quien citicaba sus medidas 0,cebe a suafcion gan la necesidad de vender,a__gubernamentales- ls fr- arte de su fondo antstica _condicion de que el fldsofo raba\con seudonimo) nuestra patria. Porque Nos estamos convenci- da del peligro que, por las razones expuestas, amenaza a nuestros le- ales stibditos, nos he~ mos visto oblig: tando con la ayuda de Dios y de su justicia, a subir al trono como emperatriz aut6- crata de todas las Rusias”” EI manifiesto, tan claro como r0- tundo, tenfa dos objetivos bisicos: tranquilizar a los diferentes sectores sociales y avalar su toma ilegitima del poder (puesto que no asumia el papel de regente durante la minoria de edad de su hijo Pablo, como era de esperar, sino el de soberana absoluta). Y a fe que lo consiguié. Dieciocho aos des pués de su llegada a Rusia, Catalina, alemana de pura raza, se habia con- vertido en la primera y mas fervorosa defensora de los intereses nacionales. Influida por los te6ricos franceses de Ia ilustracién, comenz6 su reinado con una fe ardiente en la bondad, la justicia y la raz6n, Se propuso refor- mar la administracién del Imperio y, entre otras cosas, se apresur6 a pro mulgar la ley de secularizacién de los bienes de la Iglesia, despojando al ck ro de su poder y dando libertad a cien tos de miles de campesinos. Por pri- mera ver en la historia de Rusia, un soberano se preocupaba por el pue- blo. {Iba a ser ella, por tanto, la gran reformadora del Estado, la benefacto- rade unos cuarenta millones de rusos descontentos? Al menos, pue- ide decirse que si H wvo la voluntad de P hacerlo. Dedies tres P aiios a sus Instruccio. nes, una obra repleta de buenos propésitos destinada a definir las lineas de conducta de la asamblea legislativa. Pero no fue més que papel mojado, No tard6 en repar- tir gratificaciones a cuantos la habfan ayudado, otorg6 nuevos privil la aristocracia y, pese a su declarada aversi6n por la servidumbr modo la foment6, Lo cierto es que la distancia entre las intenciones de C talina y la realidad a la que se enfien- taba era enorme: los intereses de la no- bleza, la infranqueable burocracia, la avidez. del clero y una gran masa de poblacién en la mas absoluta pobreza y totalmente ignorante impidieron la consecucién de sus objetivos inicials. El malestar de los campesinos cul- min6 en una gran rebelién encabeza- da por el cosaco Pugatschev, que hizo cestragos en la mayor parte de la cuen- ca del rfo Volga y en los montes Urale antes de ser aplastada por las fuerzas militares en 1775. Tras esto, el ejérci- to cosaco fue disuelto y se llevé a cabo Federico it de Prusia, rodeado por liustrados de la época. Arriba, Orloy, amante de la Emperatriz. Catalina con un vestido tradicional ruso, en un cuadro anénimo del siglo xv Ala derecha, 76 en Mosci, de V. G. Peroy, que critica la codicia del clero ruso. una reforma de la administracién pro- vincial para lograr un mejor control del Imperio. Catalina no perdonaria ja- més al pueblo su alzamiento y, en adelante, la esclavitud se convertiria en un tema tabii. Ya al final de su vida, y sobre todo con motivo de la revolucién francesa, increment6 su hostilidad hacia las teorias liberales. ‘Ams la sociedad y las artes...” — Aquellas avanzadas ideas ilustradas, tan en disonancia con la Rusia que le tocé vivir, eran sinceras en Catali- na. Tenfan mucho en comtin con la forma abierta y positiva en que ella entendfa la vida. Y hay que buscar su origen en la formacién que se proporcioné a si misma, no en los 1729 Nace Sofia, su verdadero nom- bre, hija de un principe alemén. 1744 Paneer Marcha a Mosc ] la religion on el nombre de Catal mediocres conocimientos de prin- cesita que le inculearon en la infan- cia. Sobre todo en las lecturas de sus muchos momentos de hastio siendo aspirante al trono. Al principio lefa todo lo que en- contraba, en especial literatura de evasién, hasta que descubri los li- bros de historia y luego el Diction- naire philosophique et critique de Bayle (tard6 en leerlo dos afios), que tanta influencia tendria en los enc: clopedistas. En ese sentido, puede decirse que Catalina es una precur- sora, puesto que germinan en ella las ideas liberales al tiempo que en los te6ricos de la ilustraci6n. Es, por ejemplo, leyendo a Montesquieu co. ‘mo conoce el estado ideal, la monar- 1745 ‘Se casa con Pedro Ulrique, hheredero de la Corona rusa. quia constitucional que ereyé desear para su pueblo. En el fondo, como afirma en su testamento, se conside- raba republicana; no en vano, habi: sido victima durante gran parte de su vida de la injusticia y el abuso de po- der. Pero, como fiel representante del despotismo ilustrado, lleg6 a la conclusién de que era ella y solo ella la persona mas cualificada para ocu- se de los intereses del pueblo. Pese a que los resultados de su po- litica no estuvieran, en modo alguno, a la altura de sus ideales, ;quién puede negar que Catalina sintiera pasion por el saber, la cultura y el arte? Como me- cenas eclipsé a cualquier mandatario de su época, incluso a la corte france- sa, que era la mas culta de todas. Hizo 1754 Nace su hijo Pablo, st de la dinastia de ios Romanov generosos encargos a arquitectos, es- cultores y pintores. En cuanto a muisi- cos, poetas y filésofos, los acogié siem- pre con los brazos abiertos y los cubrié de honores. A todos ayudé econémi camente y de todos recibié elogios. cho, todas sus predecesoras habian tenido sus favoritos y sus pasiones pasajeras. Fuera 0 no exagerada su sexualidad, lo cierto es que en su relacién con los hombres ella siem- pre crey6 comportarse con ternura. “De caracter ligero y Catalina llego a la conclusion alegre...” — :Es acaso por su importancia como benefactora de las artes por lo que se cono talina la Grande? por su decidida impronta en la historia de Rusia? Todo ello contribuyé a dar entidad al perso- naje, pero lo que realmente le pro- curé la fama fue su relacién con el sexo opuesto. Se ha dicho de todo en torno a ello, sobre sus caprichos con los hombres y su supuesta nin- fomania. Pero, en realidad, lo que tenia de extrafio su comportamien to era que, mas que como una mu- jer, Catalina se comportaba (tam- bién en el terreno sexual) como un hombre. Unas maneras de hacer en parte heredadas, consecuencia de cincuenta afios de régimen femeni- no en Rusia, desde la muerte, en 1726, de Pedro I el Grande. De he- 1762 | 1768 173 Con la ayuda de su amante Estala la primera de as Comienza la gran revuelta camn- Criov, toma e! poder derrocan- ras entre Rusia y Turquia. | (pesina, eneabezada por el cosa- doa su marido, co Pugatschev. de que ella era la persona mas cualificada para ocuparse de los intereses de! pueblo No deja de ser significativo que la vida amorosa de Catalina se hiciera cada vez mas audaz a medida que se hacia mayor, es decir, a medida que aumentaban su poder y su indepen- dencia, Tras el apuesto Sergio Salty- kox, el roméntico conde polaco Ponia- towsky y el intrépido Gregorio Orlov (a quien tanto debié su advenimiento como emperatriz y a quien tanto agra- decié), se sucedieron una serie de voritos cuyo mayor mérito era el de ser j6venes, fuertes y apuestos. Was- ‘Campesina rusa, por Venetsianov. En época de Catalina, el malestar en el campo culminé en la rebelién de Pugatschev. regorio Potemkin (en la ima- Garnier {que ninguno de sus otros doce favoritos. ra un homie rudo 1y poco agraciad, pero de talento in- superable.Y si bien su relacin inti- rma con Catalina duré poco, tuvo siempre el favor de la Reina, Potemkin disponia de un oficial ‘que vajaba buscando regalos con (ue sorprender ala Emperatriz.Pe- ‘quefias cosas que demostraben la pasion que sentia por el: rosas de Italia, was de Crimea, un volnsta de Roma, un bailar de Pars. Quisolevantar en as orilas del Dnieper una ciudad destinada a ser la metropoli meridional del imperio ‘yla bautizo Ekaterinosiay (goria de Catalina). Cuando la Emperatriz ici ‘ver aquel maraviloso lugar, tan solo existia sobre el papel. Las estepes Continuaben stendo ards y las al- deas paupérrimas, Pero Potemkin no quiso desiusionar a su amada, asi (ue adornd el paisae,colocs esce- aries artficales, adecenté ala gen- ‘ey construy6, en defintva, uno de los mayores decorados dela historia, Catalina no se enteré de que tras las fachadas no habia casas, ni de ‘que sus pobladores no eran campe- ‘sin0s, sino esclavos. 1796 ‘Muere Catalina. Por entonces planeaba formar parte de un coalicién contra Fr Elpalacio de Tsarskoie Selo, residencia estival de la emperatriz Catalina. Ala derecha, representacién de Pedro I el zar que fund6 San Petersburgo a inicios del siglo xu y que abrié Rusia ala influencia exterior, siltschikov, Zawadowsky, Zoritsch, Korsakov, Lanskoi, Jermolov. El tlti- mo fue Platén Zubov, uno de los mas iniitiles, pero también uno de los mas pretenciosos, y quiz por ello, y por que nos encontramos ya con una Ca- talina decadente, quien més poder entre todos obtuvo. Mencién aparte merece Potemkin, hombre ambicioso, como cuantos se acercaron a la Emperatriz, pero de una personalidad arrolladora. Distinguido en las contiendas rusas contra Turquia, “obtuvo los cargos de general en jefe y goberador general de Uerania. Llegé yaad Burin ices} a llevar una vida de principe indeper diente, con su propia corte y grandes palacios. El gran objetivo de su vida fue expulsar de Europa a los musul manes y crear un nuevo Imperio bi- zantino bajo soberanfa rusa. Decidido a hacer de Crimea el punto de partida para la ofensiva contra los turcos, se propuso convertir sus estepas salvajes cen un lugar civilizado. Creé el puerto de Sebastopol, ordené la construcci¢ de una flota, mandé plantar bosqu trazar caminos, abrir fbricas... Potemkim, que quiso a Catalina como ningtin otro, es en parte el res- | nsusahos de "experimentadoras’, la EK smacrez, Catal _ondesa Bruce ya seio- (ena imagen) ita Protassov. evo unavida amorosa Con terurao sin ela, en sorprendente. Escogia_el fondo, ls ammantes que hombres jovenes yfuer- se sucedieron en estat tes Sinningin tipo de ex- ima etapa de la vida de plcaclon los asprantes Catalina no fueron mas ren convocados la que simples objets de | corte, donde el mécico placer. A cambio, elles ela Emperatrzlos s0- _concedi6todoy, cuando ‘etiaareconocmienta. _yano le gustaron os luego eran puestos a __despicio con delcadeza prueba por sus amigas _enviéndolos de vile ponsable de la vida “ligera y alegre’ de sus afios de madurez. El mismo re nuncié a su cargo de “favorito intimo” a favor de Zawadowsky, y es a partir de entonces, hacia 1775, cuando la Emperattiz. se separé de todo senti- mentalismo y se disparé su sensuali- dad. Al iniciar este periodo Catalina tenia ya 46 afios, y atin le habian de quedar veinte mas llenos de amor y deseo. Elegia hombres bien forma- dos, hermosos y, sobre todo, jévenes. Estas ligerezas no enturbiaron en ab- soluto el caricter de la Emperatriz, ni Ja convirtieron en una mujer fria y distance. Hasta el tiltimo dia, Catali- na fue cilida y alegre. Tanto, que lo que mis le gustaba de los hombres cera que la entretuvieran y la hicieran reir. Y asf muri6, como consecuencia de un inocente ataque de risa, con se~ senta y siete afios de edad. Hyv PARA SABER MAS Catalina de Rusia. Memorias de la emperatriz Catalina la Grande. Barcelona: Editorial Mateu, 1957, apasinc, Isabel de. Catalina la Grande. Madrid: Espasa-Calpe, 1994, vvourousy, Paul. Catalina de Rusia. Madrid: Globus Comunicacién, 1994,

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