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REFLEXIÓN

El Evangelio nos muestra el poder curativo de Jesús hacia alguien que El conoce y
hacia todo un pueblo que no conocía. Jesús tocó a la suegra de Pedro y ésta se alivio
inmediatamente, se levantó y empezó a servirles. El impacto de este suceso se esparcía
por todo el pueblo y al atardecer los alrededores de la casa de Pedro estaban llenos de
enfermos y endemoniados. Una multitud observaba mientras los enfermos eran sanados.

Hoy Jesús nos cura tan vívidamente como siempre pero por alguna razón parece no
tener un papel importante en nuestras comunidades. Mucha gente tiene miedo de pedir a
Jesús que los cure pues no están seguros de que El lo hará. La gente que corrió hacia la
casa de Pedro no tenía miedo de lo que otros pudieran pensar de su fervor religioso.
Sabían que las ceremonias y los rituales no curaban pero que este increíble predicador
de Dios si lo hacia.

En el mundo de hoy, con la alta tecnología y educación, parece que dependemos mas
de la habilidad del hombre para resolver nuestros mas profundos problemas sean
emocionales, fisicos o espirituales. Y sin embargo tenemos mas hambre, soledad,
enfermedad, divorcio, crimen y violencia que en otros tiempos desde el comienzo de la
civilización. Como la suegra de Pedro, debemos confiar en Jesús para ser curados,
aceptarlo y continuar nuestras vidas.

Vemos a Jesús levantarse antes del amanecer para orar a solas. El necesitaba Su
tiempo a solas cada mañana y nosotros también. El tiempo de oración de Jesús fue la
piedra angular de Su autoridad. Estaba en constante oración con Su Padre y de El sacó
Sus fuerzas. ¿De quién sacas tú tus fuerzas? Si es de alguna persona, programa o
religión eventualmente estarás agotado. Tenemos la bendición de tener la presencia de
Cristo en nuestro tiempo de oración, en los sacramentos, adoración, Eucaristía y en
nuestra iglesia a través de la confraternidad. Jesús dijo que tenía que ir a otros lugares
para llevar Su mensaje a los enfermos y endemoniados. Estás llamado, debido a tu
bautismo, a hacer lo mismo (Mateo 28, 19). Recuerda siempre que la oración es la
unión vital entre Dios y nosotros. Jesús siempre tomó tiempo para hacer oración.

Aplicación: Vemos en el Evangelio la importancia que Jesús daba en su vida a la


oración. Esta semana, escoge a alguien de tu familia o a alguien que conozcas y hazte su
compañero especial de oración sin que éste lo tenga que saber. Pon a esa persona en el
trono del Señor y observa cómo va tomando lugar la curación. Alaba a Dios antes de
pedir por el alivio y alábalo también después. y por último prepárate a recibir el
inmenso poder de Dios.

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