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Los samaritanos (8:5-13). Felipe comenzó con lo que Cristo hizo (8:5,12).

Ellos oyeron

(8:5-6), creyeron (8:12) y fueron bautizados (8:12-13).

El tesorero etíope (8:26-39). Él oyó (8:30-31,35) y luego comenzó su camino en el

proceso de la salvación (8:34,36). Creyó (8:37), confesó a Cristo (8:37) y fue bautizado

(8:38). Luego «siguió gozoso su camino» (8:39).

Saulo de Tarso (Hechos 9:1-18; 22:6-16; 26:12-23). Saulo oyó (9:4), creyó (9:6), se

arrepintió (lo cual se implica de su ayuno—9:9) y fue bautizado (9:18). Él hizo dos

preguntas de importancia eterna: «¿Quién eres, Señor?» (9:5; cf. Mateo 3:17; 16:15-16), y:

«¿qué quieres que yo haga?» (Hechos 9:6; cf. 2:37; 16:30; 22:16). El destino eterno de toda

persona se relaciona a la manera en que responde a estas preguntas.

Cornelio y su familia (10:1-48). Pedro usó las llaves que Jesús le dio (Mateo 16:19) para

abrir las puertas de la salvación a los gentiles (cf. Hechos 2:39). A diferencia de la Ley de

Moisés (Deuteronomio 10:15), ahora el Evangelio es para toda raza y nación. Toda persona

tiene el mismo acceso a la recepción del Evangelio, ya que Él honra a todos los que Lo

obedecen (Hechos 10:34-35). Cornelio oyó (10:33-44), creyó (10:43) y fue bautizado

(10:47-48).

Un procónsul y otros gentiles (13:6-52). Estos oyeron (13:7,42-44) y creyeron (13:12,48).

No se brinda detalles de lo que se predicó o practicó. El texto tampoco brinda detalles de su

arrepentimiento, confesión y bautismo.

En algunos lugares en Hechos (4:1-4; 17:34), como aquí, se usa la palabra «creer» como un

resumen o sinécdoque. «Sinécdoque» es «una figura de expresión en la cual se reemplaza el

todo por una parte». Cuando Moisés dijo que no se dejaría ninguna «pezuña» (Éxodo

10:26), usó una sinécdoque, como lo hace un granjero que dice que tiene «noventa cabezas

de ganado». Jesús usó una sinécdoque en Juan 3:16: «…todo aquel que en él cree, no se
pierda». Él usó la «creencia», la cual es una condición para el perdón, con referencia a la

totalidad de las condiciones.

Esto no quiere decir que el arrepentimiento y el bautismo no sean necesarios, así como el

hecho de que Dios haya «dado…arrepentimiento para vida» (Hechos 11:18) no significa

que la creencia sea innecesaria.

Lidia y sus familiares (16:13-15). Estas mujeres que se reunieron para orar escucharon el

Evangelio (16:13) y fueron bautizadas (16:15).

El carcelero de Filípos y sus familiares (16:26-34). Cuando Pablo y Silas se encontraron

con una muchacha poseída, expulsaron de ella a un demonio, lo cual causó que fueran

arrojados a la cárcel. Después de un temblor celestial que abrió las puertas de la cárcel,

Pablo detuvo a su carcelero que estaba a punto de cometer suicidio pensando que los presos

habían escapado. El carcelero entonces preguntó lo que debía hacer para ser salvo (16:30).

Pablo respondió: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo» (16:31). Para entender esto, se

debe considerar el contexto y la respuesta completa (16:32-34). El carcelero era romano. En

el mejor de los casos, no tenía religión; en el peor de los casos, su religión era pagana.

¿Por qué diría Pablo: «Arrepiéntete y bautízate para el perdón de pecados» a alguien que no

estaba familiarizado con el Dios verdadero, Jesús, el arrepentimiento, el bautismo, el

pecado y el perdón? Pablo dio la respuesta corta y luego le enseñó lo que la creencia

involucraba.

Luego el carcelero oyó (16:31-32), creyó (16:34), se arrepintió (lo cual se implica por el

hecho que lavó las heridas de Pablo y Silas—16:33) y fue bautizado en la misma hora de la

noche (16:33). Después de ser bautizado, se regocijó (16:34).

Crispo y los corintios (Hechos 18:8). Ellos oyeron, creyeron y fueron bautizados (18:8).
Los discípulos efesios (19:1-7). Ellos oyeron (19:2-4), creyeron (19:4) y fueron bautizados

(19:5). También recibieron los dones espirituales (19:6).

Lo que aprendemos

Ninguna conversión única registra todo lo que la salvación de un pecador involucra. Sin

embargo, al considerar todas las conversiones en conjunto, se puede ver que muestran un

patrón claro. Para recibir la salvación, se debe oír, creer, arrepentirse, confesar y bautizarse

(Marcos 16:15-16; Juan 3:3-5). En tal punto, el convertido recibe la salvación, la

membrecía a la iglesia, el gozo y la comunión. Desde entonces, debe permanecer fiel

(Hechos 2:42; Apocalipsis 2:10). Ya que la totalidad de la Palabra de Dios es verdad

(Salmos 119:160), y ya que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34-35),

debemos aceptar todas las cosas que Dios requiere para la salvación. Toda persona que es

realmente salva, es salva de la misma manera.

1. https://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/quiero-ser-salvo-como-lo-fueron-

aquellos-en-hechos

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