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Son universales, por ser derechos inalienables de todos los seres humanos.
(Universales, porque son aplicables a todas las personas sin distinción alguna. No importa la
raza, el color, el sexo, el origen étnico o social, la religión, el idioma, la nacionalidad, la edad, la
orientación sexual, la discapacidad o cualquier otra característica distintiva pues estos
derechos son de y para todas y todos. Inalienables, porque a nadie pueden cancelársele o
destituírsele y, al mismo tiempo, nadie puede renunciar a ellos, puesto que son inherentes a
las personas)
Los derechos humanos han sido clasificados de diversas maneras, de acuerdo con su
naturaleza, origen, contenido y por la materia que refiere.
La denominada “Tres Generaciones” es de carácter histórico y considera cronológicamente su
aparición o reconocimiento por parte del orden jurídico normativo de cada país.
PRIMERA GENERACIÓN.
Se refiere a los derechos civiles y políticos. Fueron los primeros que exigió y formuló el pueblo
en la Asamblea Nacional durante la Revolución francesa. Este primer grupo lo constituyen los
reclamos que motivaron los principales movimientos revolucionarios en diversas partes del
mundo a finales del siglo XVIII.
Como resultado de esas luchas, esas exigencias fueron consagradas como auténticos derechos
y difundidos internacionalmente, entre los cuales figuran:
Toda persona tiene derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza, color, idioma,
posición social o económica.
En caso de persecución política, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él,
en cualquier país.
Toda persona tiene derecho a casarse y a decidir el número de hijos que desea.
SEGUNDA GENERACIÓN.
La constituyen los derechos económicos, sociales y culturales, debido a los cuales, el Estado de
Derecho pasa a una etapa superior, es decir, a un Estado Social de Derecho.
De ahí, el surgimiento del constitucionalismo social que enfrenta la exigencia de que los
derechos sociales y económicos, descritos en las normas constitucionales, sean realmente
accesibles y disfrutables. Se demanda un Estado de Bienestar que implemente acciones,
programas y estrategias, a fin de lograr que las personas los gocen de manera efectiva, y son:
Toda persona tiene derecho a la seguridad social y a obtener la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales.
Toda persona tiene derecho a formar sindicatos para la defensa de sus intereses.
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure a ella y a su familia la
salud, alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica y los servicios sociales necesarios.
TERCERA GENERACIÓN.
Este grupo fue promovido a partir de la década de los setenta para incentivar el progreso social
y elevar el nivel de vida de todos los pueblos, en un marco de respeto y colaboración mutua
entre las distintas naciones de la comunidad internacional. Entre otros, destacan los
relacionados con:
La autodeterminación.
La paz.
La coexistencia pacífica.
El entendimiento y confianza.
La cooperación internacional y regional.
La justicia internacional.
El medio ambiente.
La Declaración Universal de Derechos Humanos, deja claro que todos los derechos humanos,
ya sean económicos, políticos, civiles, culturales o sociales, tienen igual validez e importancia.
SÍ.También las personas pueden ser sujetas de obligaciones en materia de derechos humanos,
las organizaciones internacionales y otros agentes no pertenecientes al Estado.
El valor de la familia va más allá de los encuentros habituales, los momentos de alegría y la
solución de problemas que quizás cotidianamente se enfrentan. Este valor nace y se desarrolla
cuando cada uno de los miembros asume con responsabilidad y compromiso el papel que
desempeñan en la familia.
El bienestar, el desarrollo y la felicidad son claves importantes que dan valor al vínculo familiar.
Si papá no llega a casa y no charla con sus hijos, mamá no pone atención a los demás, ¿cómo
se puede pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir con los
demás?
Esto es importante decirlo, “se educa con el ejemplo”, y es ahí donde entendemos que, como
miembros de una familia, estamos íntimamente ligados a los comportamientos de cada
integrante. Tanto papá y mamá, hasta el más pequeño de nuestros hermanos, debemos
entender y aprender a vivir en armonía.
Otra idea fundamental es que en casa todos somos importantes, no existen logros pequeños,
nadie es mejor o superior. Se valora el esfuerzo y dedicación puestos en el estudio, en la ayuda
en casa y en el trabajo más que la perfección de los resultados obtenidos.
Se tiene el empeño por servir a quien haga falta, para que aprenda y mejore; participamos de
las alegrías y apoyamos en los fracasos, del mismo modo como lo haríamos con un amigo.
Sería utópico pensar que la convivencia cotidiana estuviera exenta de diferencias, desacuerdos
y pequeñas discusiones. La solución no está en demostrar quién manda o tiene la razón, sino
en mostrar que somos comprensivos y tenemos autodominio para controlar los disgustos y el
mal genio.
Todo conflicto cuyo resultado es desfavorable tanto para los padres como para los hijos,
disminuye la comunicación y la relación, hasta que poco a poco la alegría se va alejando del
hogar. Se pierde el verdadero valor, la unión y el bienestar, la armonía de vivir y compartir en
familia, el ser feliz.
Es importante recalcar que los valores se viven en casa y se transmiten a los demás como una
forma natural de vida, es decir, ser ejemplo.
Actualmente dentro de una familia aquellos se distinguen varios valores que son: respeto,
capacidad de trabajo, responsabilidad, confianza, empatía, sociabilidad, comprensión,
solidaridad, etc., valores que se aprenden con los padres y se perfeccionan a lo largo de la vida
según la experiencia y la intención personal de mejorar.
Amor, es la pieza fundamental para el desarrollo del valor de la familia, da sentido a lo que
hacemos y compartimos, quizás la clave máxima de la felicidad. El más importante de los
valores que nace incluso antes de la creación del vínculo familiar. Y aquí un pensamiento que
lo puede definir: “El amor nunca termina, cuando la familia está unida.”
Enfoquémonos que para alcanzar la felicidad necesitamos fomentar el amor que nace en la
familia, cultivemos ese sentimiento que dará frutos en la unidad, el desarrollo de los hijos, la
salud afectiva de la pareja y por consecuencia el bienestar de los padres. Cuando se aprende a
darlo a los demás, en la familia se aprenden las formas de expresión de dicho amor y se
aprende a compartir y a aceptar a los demás.
La familia perfecta sí existe, es aquella que protege, que se cuida, que comprende, que siente
compasión y acepta a los suyos tal y como son.
Crecer con estos nutrientes fortalece nuestra identidad y, además, nos hace sentir seguros y
capaces de crear la vida que deseamos en libertad en bienestar.
Vea también:
Además, los amigos pueden tener infinitas razones para serlo (compartir
los mismos espacios, intereses, pasiones afines, admiración mutua).
Valor de la amistad
La amistad es un reflejo del carácter social de los seres humanos, un
vínculo afectivo que nos une a otros seres a través de la afinidad, la
confianza, la lealtad y la reciprocidad.
El ser humano necesita vivir en sociedad para sentir plenitud, por eso
establece relaciones saludables con sus semejantes basadas en la
benevolencia y la empatía.
Amistad verdadera
La amistad verdadera ha pasado a convertirse en algo utópico. En este
mundo globalizado, en el que las relaciones se basan en la inmediatez y la
superficialidad, cada vez somos menos capaces de poner de lado nuestros
intereses para construir un vínculo de amistad duradero y sólido.
Un amigo de verdad es aquel con el que se cuenta para toda la vida y que
está presente en todo momento.
Pasa a ser una relación casi sentimental, donde las personas son amigas y
amantes, pero evitando la formalización del noviazgo. En muchos casos,
este tipo de amistades puede llegar incluso al matrimonio.