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EL COLEGIO DE M ICHOACÁN
INSTITUTO
MICHO AC AN O DE CULTURA
ESTUDIOS
MICHOACANOS VIII
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El Colegio de Michoacán Instituto Michoacano de Cultura
ÍNDICE
Presentación
Bárbara Skinfill Nogal y Alberto Carrillo Cázares 9
TRADICIONES MUSICALES 23
De la glosa á la valona
Raúl Eduardo González 49
TRADICIONES INDÍGENAS 65
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U na historia singular
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E studios michoacanos vin
E l primer golpe
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tes los hayan apodado los cruz chapáricha. A estas fechas el mote
se utiliza para significar que alguien es un disidente, que no va de
acuerdo con lo que dice y ordena el párroco.
Curiosamente sólo algunos de los cruz chapáricha eran miem
bros del partido político oficial, el PRI, y por tal motivo tuvieron la
suerte de que les adjudicaran otro mote: “los caciques” del pueblo,
y “enemigos del párroco”. Pero además tuvieron la fortuna de ser
divulgadas como tales, fuera del pueblo, -con razón o sin razón-
por el periódico semanal Guía. Es cierto que no son unas palomitas
blancas, pero tampoco era para satanizarlos. En este contexto los
agravios se fueron acumulando y en cierta medida empujados por
las circunstancias los disidentes adoptaron el papel de “malos o
villanos”, y a darle “que es mole de olla”, por diversas acciones. El
problema surgido de una cuestión religiosa se llevó al terreno polí
tico y a sumar enconos en los dos bandos. Naturalmente que la
división cobró fuerza, pues ya no era solamente por motivos de
origen religioso sino que se había agregado el motivo político. En
esas circunstancias se presentaron las elecciones locales para esco
ger a las autoridades del pueblo y de la comunidad, y en la contien
da ganaron los que hasta entonces se decían representar al pueblo,
pero no tardó tiempo para que los señalaran como los hijos del
PRD, y ahora sí, a sonarse, priístas y perredistas, por otro nombre:
los “cruz chapáricha” contra los “parroquiales o católicos”. Las
acciones que el grupo ganador emprendía de beneficio colectivo,
las impugnaban los del grupo opositor, y estorbaban en la variedad
de formas como la imaginación les permitía, aparecieron pintas en
las trojes del pueblo y en la misma casa parroquial con leyendas
que decían: “Cristo sí, fuera el párroco”, etcétera.
No obstante que la trifulca ya estaba en puerta, aún por esas
fechas, existía un elemento común de unidad en el pueblo, y ese
elemento era la devoción al Señor del Calvario representado en la
antigua imagen instalada en su propia capilla.
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1. L a música y su función
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cía listado el castillo que los disidentes mandaron hacer, y por ese
motivo no lo permitieron quemar en el atrio del templo parroquial,
lugar acostumbrado. Finalmente, lo quemaron en donde inicia el
ascenso de la escalinata de la capilla del Señor del Calvario, a la
hora en que aún el grupo parroquial recorría las calles haciendo su
procesión con la nueva imagen. Cada grupo hacía su ruido donde
mejor podía.
Así las cosas, tal vez por exceso de conocimiento o falta de él,
se llegó a la situación de:
Cada quien con su imagen, cada quien con su fiesta, cada
quien con su templo y cada quien con su Cristo.
A estas fechas el pueblo está dividido no solamente a nivel
pueblo, sino a nivel familiar y lo que es más grave, a nivel de niños
de primero, segundo y demás grados de enseñanza primaria, pues
entre ellos se ven en la escuela como enemigos. En muchas fami
lias hay ciertas cosas que no se pueden hablar abiertamente, ha
habido violencia, injurias, agravios, etcétera, entre padres e hijos,
hermanos y demás miembros. Muchos compadres se ven con rece
lo, que no debería existir, tomando en cuenta que el compadrazgo
es una institución sagrada para los p ’urhépecha ahora está amena
zada, pues la desconfianza está latente.
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R elevo de párroco
Justamente a los diez años, -días más días menos-, vino otro rele
vo de mando, aunque cabe decir que anteriormente ya se había
realizado uno, de hermano a hermano. Todo indicaba que el nuevo
párroco había llegado pisando con pie derecho, pero de improviso
apareció un primer prietito en la sopa de arroz. Según dicen, eso
ocurrió en la pasada fiesta de Cristo Rey.
Parece que ya no es válido el principio de cumplir con la pala
bra dada, o tal vez, las gentes de Pamatácuaro han adoptado la
actitud del burro arisco después de los golpes. Se había anunciado
con anticipación que se restablecería el recorrido tradicional de la
procesión en la fiesta de Cristo Rey. En el pueblo le llaman la
“procesión grande” porque se transita por los tres barrios: San
Juan, San Diego y Espíritu Santo. No quiero pensar que el párroco
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E pílogo
Así concluyo con estos hechos. Dice el dicho que “palo dado ni
Dios lo quita”. Es cierto que los acontecimientos ya se dieron, sin
embargo, pueden tomarse como motivos de reflexión.
Los errores se pueden evitar si el sacerdote cuando llega a
alguna comunidad de la región indígena ya conoce la historia del
pueblo, la tradición en general, el mando indígena, los cargos y su
función, el papel de los uandáricha, la formación de los líderes, la
fiesta, el significado del santo patrón, la razón de ser del cabildo
indígena, etcétera, porque así puede ayudar a conservar lo bueno
que puedan tener los pueblos indígenas.
Esta consideración plantea la necesidad de que en el plan de
estudios o en algún otro lugar, se incorpore en la formación de los
sacerdotes el conocimiento de las condiciones peculiares de esos
lugares para evitar daños que a veces son irreparables. El respeto a
la opinión de los que no piensan igual como el sacerdote es muy
importante, pues no siempre parte de una mala fe el modo de ver
distinto, el diálogo resuelve muchos problemas y es preferible bus
carlo que adjudicarse toda la verdad.
A raíz de los problemas indígenas de Chiapas, se han alzado
voces defendiendo insistentemente los derechos humanos de los
indios de aquel estado y de México en general. Si desde el aspecto
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