Está en la página 1de 1

Errante

Esas tres abominaciones me han estado cazando desde que tengo memoria, cada vez que pienso
que he escapado de ellas vuelven a mí cuales sabuesos de caza. Cada vez que me encuentro con
ellas contemplo como despiadadamente me devoran un trozo a la vez, siendo sincero no tengo
idea de como me las he ideado para seguir viviendo, pues hace mucho que debería de haber
muerto en las fauces de los incansables monstruos.
La primera de las bestias es la más lenta y persistente de las hermanas, desde que puedo recordar
jamás ha dejado de seguirme. Ella se dedica a consumir todo aquello por lo que dejo a mi pasó,
solo para luego mostrármelo cínicamente distorsionado. Algunas veces tan bellamente decorado
que me gustaría quedarme contemplándolo para siempre y olvidar el mundo de dolor que me
rodea, mientras que en otras ocasiones me muestra mundos espantosos que hacen que solo quiera
dejar de escapar y dejarme ser devorado.
La segunda bestia siempre está a mi lado acechando, esperando al momento en que mi guardia
flanquee para devorarme sanguinariamente. Nunca he podido perderla, sin dudarlo es la batalla
más agotadora, pues cualquier error que cometa se convertirá en una oportunidad para ella. Tal es
su persistencia, que el terror de ser atacado por ella suele hacer que me olvide de sus hermanas
menos temerarias.
La tercera bestia es elusiva y astuta, ella se dedica a poner trampas e ilusiones en mi camino. Es la
más rápida de todas, siempre se encuentra un paso por delante de mí y no soy capaz de imaginar
lo que hará. Nunca le ha importado que tan cauteloso, audaz o precipitado sea, siempre tiene algo
preparado para mí. Todos los días exprimo mi cerebro en búsqueda de alguna pequeña pista de lo
que hará, pero lo único que encuentro es una sorpresa tras otra.
El miedo me hace preguntar sin cesar ¿Si tan solo hubiera cambiado algo? Si tan solo hubiera
tomado otro camino, si tan solo no me hubiera involucrado con esas personas, si tan solo no las
hubiera subestimado, si tan solo… Son las preguntas que se encuentran calcinadas en mi alma y
que me torturan con un doloroso recuerdo de las cenizas del pasado, la historia que ahora me
atormenta cuando contemplo lo mucho que podría haber logrado de no haberme equivocado.
La incertidumbre hace que no pueda dejar de pensar sobre lo que me depara el mañana. Me
horroriza pensar si me estaré equivocando una vez más, si me arrepentiré luego de las decisiones
que estoy tomando, si el camino que estoy tomando finalmente será el indicado. Pensar en como
mis acciones cambian el futuro hace que mi voluntad tiemble, pues cada error puede terminar en
una catástrofe aun mayor, algunas veces ese miedo me hace pensar en el sufrimiento que me
depara si me equivoco… Será el futuro al que aspiro, aquel que finalmente me dará felicidad… ¿O
se convertirá en un nuevo infierno?
Lo único que tengo seguro, es que la lucha de hoy es la única que importa, porque no puedo
predecir qué sucederá mañana y contemplar el pasado solo le dará a la bestia del presente una
oportunidad para devorarme.

También podría gustarte