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FUNDADORES DE LA SANTERÍA CUBANA

Primera parte

Con el auge que ha tomado nuestra religión en el país vemos, con mucha preocupación, como las
nuevas generaciones de santeros desconocen cuál es su procedencia o linaje religioso. Al escuchar
las locumbas, apreciamos que las personas hacen mención de algunos nombres. Pero, cuando les
preguntamos sobre los mismos, desconocen totalmente su importancia histórica. En este artículo
queremos rendir un pequeño homenaje a estas figuras que conformaron las llamadas ramas de la
santería cubana.

¿QUÉ SE ENTIENDE POR RAMA?

No se puede hablar de las Ramas de Santo sin ubicar su origen en los llamados cabildos
afrocubanos. Estos eran asociaciones donde se reunían negros y negras esclavas, y también
libertos, en casas destinadas para tal fin, y donde se hacían celebraciones, en las festividades
católicas, mostrando las danzas y cantos tradicionales africanos. Cada cabildo se caracterizaba por
reunir en su seno a africanos provenientes de una misma nación. Éste tenía como función la
preservación de las costumbres y tradiciones culturales y religiosas de ese grupo de personas

La máxima autoridad de los cabildos la ejercía un rey que, por lo general, era el más anciano del
grupo. A este rey se le llamaba capataz o capitán. La función más importante del rey era
constituirse en custodio de los bienes de la asociación. Además, él era quien imponía las multas a
los asociados. Por supuesto, estas funciones estaban enmarcadas dentro del corto radio de acción
que permitían los blancos. Algunos cabildos, además de poseer el rey, contaban con una reina,
cuya importancia en muchas de estas instituciones fue vital. Allí, las mujeres nunca estuvieron
relegadas ni marginadas. Su presencia se hizo sentir, dejando huella dentro de los cabildos. Existen
referencias históricas muy antiguas de estas instituciones. Se cree que ya existían para 1568. En
ellas destacaban, como parte importante, las celebraciones de índole religiosas, que se vinculaban
al santoral católico. El alma de los cabildos era el baile, ya que se danzaba a la usanza tradicional
de cada nación africana. De ahí que se definiera a los mismos de la siguiente manera: “reuniones
de los de cada nación, en los días festivos, para bailar a la usanza de su país”. Pero,
indudablemente, estas reuniones, eran para algo más que bailar, eran más que una fiesta. En estos
lugares buscaban preservar sus raíces culturales y religiosas.

La función religiosa de los cabildos, como depositarios de las creencias religiosas de los africanos,
pasó a ser finalmente la característica predominante de estos lugares. En ellos se preservaron los
rituales a los Orichas de la nación correspondiente, así como sus cantos y sus danzas. Puertas
adentro de las casonas de los cabildos se dio origen al sincretismo. Allí comenzó la adoración al
oricha a través del santo católico. Recordemos la prohibición de las autoridades españolas de
celebrar y adorar a los dioses africanos. El carácter religioso de los cabildos queda claramente
demostrado en algunos decretos de la época. Sirva como ejemplo el siguiente, del año
1792:“Menos se permitirá a los negros de Guinea, que en las casas de sus cabildos, levanten
altares de nuestros santos para los bailes que forman, al uso de su tierra, cuya prohibición
intimarán los comisarios, sin pérdida de tiempo, a los capataces de cada nación, y si no obstante
continuaren con el mismo abuso, incurrirán en la multa de ocho ducados y sus respectivas casas,
deshaciendo ante todas cosas, al altar, cuya imagen, piezas y muebles se entregarán al cura, o
teniente de la parroquia del barrio, para que les dé el destino que tenga por conveniente”. Otro
aspecto religioso se observa en el hecho de que los cabildos contribuían al pago de las pompas
fúnebres de sus asociados.

No puede desligarse de los cabildos el surgimiento y expansión de lo que hoy conocemos como
santería. La permanencia de estas instituciones, durante tantos años, mantuvo vivo el legado
religioso de los africanos. Permitió quela santería llegara a nuestros días. Al decretarse la abolición
de la esclavitud en Cuba, casi a finales del siglo XIX, estas instituciones comenzaron a decaer.
Aunque muchas continuaron con el trabajo de impedir que se perdieran las tradiciones culturales
y religiosas. Gracias la costumbre y la tradición de estar organizados, los africanos y sus
descendientes fueron constituyendo las llamadas Ramas de Santo, que a diferencia de los
cabildos, no poseían sedes propias. Estas agrupaban a varias familias religiosas, que tenían en
común muchos de los rituales que se practicaban en ese momento. Estas ramas, por supuesto,
fueron encabezadas por los religiosos más destacados de la época. Las Ramas de Santo surgen
como una necesidad, ante el hecho de que no existía una unificación de los rituales y se corría el
riesgo de que muchos de ellos se perdieran, como en efecto ocurrió, debido quizás a la tradición
oral. Esta unificación de rituales tenía como fin el que existiese respeto a las consagraciones. Sea
cualquiera el sitio de la isla donde se realizaran.

Es en este momento de la historia cuando se comienza a hablar de algunos personajes, que han
trascendido la historia por su capacidad organizativa y su papel protagónico. Establecer una línea
de descendencia pura es un tanto difícil, ya que las ramas fundadoras se fueron extendiendo y
multiplicando entre sí, dando lugar a nuevas familias religiosas. Pero, si hay alguien a quien los
descendientes de la Regla de Ocha cubana deben mucho es a Rosalía Gramosa Efushe, ancestro
religioso con el cual, de una u otra forma, todos estamos vinculados, A continuación
presentaremos algunos nombres que aún, un siglo después, siguen sonando en las moyumbas de
muchos iniciados.

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