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Qué son
Una revolución es un cambio brusco en las estructuras políticas, económicas o sociales de un país o
región, en un tiempo muy corto y, generalmente, de tipo violento, en su inicio y en las resistencias
que generan esos cambios. Las revoluciones liberales son los cambios que se vivieron en Europa y
América a partir de finales del siglo XVIII, cambios encabezados por la burguesía, pasando del
absolutismo y la sociedad estamental, con una economía agraria, a la democracia, la sociedad de
clases y una economía industrializada.
Cuándo
Dónde
Los cambios alcanzaron a dos continentes: en Norteamérica primero, bajo el poder de Reino Unido, y
por toda Europa después, para continuar por América Latina que entonces estaba bajo soberanía
española y portuguesa en su mayoría.
Por qué
Las causas de estos cambios son múltiples, pero en lo que se refiere a lo político hay un hecho clave:
la Guerra de los Siete Años (1756-1763) trajo consigo una serie de consecuencias políticas,
económicas y sociales que llevaron a la revolución en Norteamérica y Francia, por lo que nos
centraremos en estos dos países.
En lo político, la crisis de la monarquía absoluta de finales del siglo XVIII llegó por la consolidación
del parlamentarismo en el Reino Unido, las nuevas teorías de los filósofos ilustrados sobre el buen
gobierno, sobre todo de Rousseau y Montesquieu, con sus ideas democráticas y la separación de
poderes, unido a la incapacidad del Despotismo Ilustrado por hacer reformas más profundas.
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1. LA REVOLUCIÓN AMERICANA
2. LA REVOLUCIÓN FRANCESA
El movimiento revolucionario que sacudió Francia a partir de 1789 tuvo multiplicidad de causas, pero
se pueden sintetizar en tres principales, que se agravaron durante el reinado de Luís XVI:
A. La mala situación económica, que empeoró tras la Guerra de los Siete Años (1757-1763) y la
Guerra de independencia americana (1776-1783), que llevaron a la ruina de la Hacienda Real. Para
evitar la bancarrota, Luis XVI nombró como ministros de Hacienda a Necker y Turgot (1781), que
intentaron llevar a cabo una serie de reformas entre las que destacan dos:
Reducir los gastos de la Corte, que fueron publicados a partir de 1788.
Que las clases privilegiadas pagaran impuestos directos.
La oposición a esta reforma fue tal que Necker dimitió y se recurrió a aumentar los impuestos de
siempre a las clases no privilegiadas.
Las reacciones expresaban el malestar con el mal gobierno de Luis XVI:
La nobleza y el clero estaban inquietos ante la posibilidad de tener que pagar impuestos.
La burguesía, la clase social en auge que detentaba el poder económico (eran los más ricos)
quería acceder al poder político para administrar ellos el país al ser los que más contribuían
con sus impuestos.
El pueblo en general estaba agobiado por los impuestos, los diezmos a la Iglesia, etc.; los
campesinos además tenían que pagar las rentas feudales con las que mantenían el tren de
vida de la aristocracia. Además, el precio del pan no dejó de subir desde 1787, con la
amenaza de una futura hambruna.
B. Las ideas de los Ilustrados, difundidas por La Enciclopedia de Diderot, habían calado en la
burguesía, y pretendía ponerlas en práctica una vez pudieran acceder al poder para acabar con el
Absolutismo y el régimen de privilegios. Estas ideas son:
El anticlericalismo y el fin de los privilegios (Voltaire).
La división de los tres poderes del Estado (Montesquieu).
El Contrato Social (Rousseau) y la idea de derribar un gobierno cuando éste no lo hiciera
bien, es decir, la adopción de la democracia como sistema político.
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C. La incapacidad del Absolutismo como régimen político y de Luis XVI para mejorar la situación hizo
que se convocaran los Estados Generales, una especie de Cortes generales del Reino que
representaban a los tres estamentos sociales. En palabras de Blois, “hacía falta un gran rey, pero
Francia sólo tenía a Luís XVI”.
Los Estados Generales, compuestos por representantes elegidos de los tres estamentos de todas las
provincias de Francia, se reunieron en mayo de 1789 y presentaron al rey los Cuadernos de quejas,
donde se recogían las aspiraciones del Tercer Estamento: el no privilegiado:
Igualdad civil de los estamentos, lo que significa el fin de los privilegios en el acceso a los
cargos de la administración, que todos paguen impuestos e igualdad ante la ley.
Supresión del régimen feudal, de sus impuestos y rentas, como las corveas o prestaciones
personales.
Que los Estados Generales tuvieran el poder legislativo y se pudieran reunir periódicamente.
Art. 1. Declaramos tener el honor de exponer a Su Majestad que los pueblos bretones, tanto de las
ciudades como del campo, son tratados y llevados como esclavos por los nobles y miembros del alto clero.
Fuerzan al Tercer Estado a moler y cocer en sus molinos y hornos banales, para ser robados por empleados
infames que desperdician nuestro grano y nos roban impunemente.
Art. 13. Que en adelante se elegirá a los doce representantes de la comunidad de Pont- L´Abbée de la
siguiente manera: cuatro de entre los burgueses, cuatro de entre los más notables artesanos y cuatro de
entre los más nobles labradores (...)
Cuaderno de quejas de los labradores de Pont-L´Abbé. mayo 1789
El Rey se negó, porque si perdía el poder legislativo ya no sería un rey absoluto por derecho divino y
mandó llamar al ejército para disolver los Estados Generales. Los Estados Generales, con Sieyés a la
cabeza, decidieron seguir reuniéndose, a pesar de la prohibición real, y se declaró Asamblea
Nacional, depositaria de la soberanía nacional, del poder político en definitiva, que el pueblo le había
otorgado con su elección. Había comenzado la revolución burguesa. La amenaza de la intervención
militar hizo que el pueblo parisino decidiera armarse para defender a la asamblea y asaltó la Bastilla,
prisión real y depósito de armas, el 14 de julio de 1789.
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Con las calles controladas por ciudadanos armados, convertidos en la Guardia Nacional, el Rey cedió
el poder legislativo, que quedó en manos de la Asamblea Nacional, que se dispuso a legislar y a
redactar una Constitución.
La Constitución, que fue aprobada en 1791, convertía a Francia en una monarquía parlamentaria al
estilo inglés:
El Rey conservaba el poder ejecutivo y el derecho de veto de las leyes aprobadas por la
Asamblea.
El legislativo quedaba en manos de la Asamblea Legislativa, que representaba a la nación
(los ciudadanos con derecho a voto). Se estableció el sufragio censitario, es decir, sólo
podían votar aquellos que tuvieran un determinado nivel de renta, lo cual excluía a las clases
menos pudientes (sólo podía votar un 20% de la población adulta, excluyendo también a las
mujeres).
También se votaron otros decretos, como la abolición del régimen feudal y de los privilegios
de la nobleza y la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789).
2.3. La Convención republicana (1792-1794).
La ejecución del Rey, la dirección de la guerra y los problemas internos (carestía, asaltos a las tiendas,
tumultos en ciudades y el campo) provocaron una fuerte oposición a los jacobinos, los cuales,
dirigidos por Robespierre y Danton, movilizaron a los sans-cullotes y establecieron un régimen de
terror, donde cualquiera podía ser ejecutado en la guillotina por la “Ley de sospechosos”
antirrevolucionarios. Robespierre quedó como único gobernante e inició una dictadura
revolucionaria bajo la sombra de la guillotina.
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La oposición del ejército y la burguesía creció por los excesos de la Convención Republicana. El 9
Termidor del calendario revolucionario (27 de julio de 1794) se produjo un golpe de estado y se
ejecutó a los dirigentes jacobinos.
En el poder se establecieron ahora miembros de la alta burguesía, los cuales iniciaron una purga de
jacobinos (el Terror blanco). Aprobaron la Constitución de 1795, de corte más moderado: el poder
legislativo pasó a tener dos cámaras: la de los Ancianos, que proponía las leyes, y el Consejo de los
500 que las aprobaba, elegidas por sufragio censitario. Estas dos cámaras elegían el poder ejecutivo,
llamado Directorio, confiado a 5 miembros, en el que empezaron a entrar militares.
La crisis económica fue en parte mitigada por el botín e impuestos que se enviaban desde los
territorios conquistados: Italia, los Países Bajos, los principados del Rin, donde se crearon repúblicas
hermanas similares a la francesa y que pagaban tributos en su reconocimiento.
Las conquistas hicieron que el ejército interviniese en política cambiando los resultados electorales y
sofocando sublevaciones jacobinas y monárquicas. Una vez que los militares consideraron agotado el
sistema del Directorio dieron un golpe de Estado el 18 brumario de 1799 y el poder pasó a manos de
un Consulado de tres miembros: Sieyès, Ducos y Napoleón Bonaparte.
3. LA EUROPA DE NAPOLEÓN
3.1. El Consulado.
En cuanto a la política interior, destacan sus reformas administrativas como la creación del
Ministerio del Interior, sobre todo de una policía secreta para evitar conflictos y sublevaciones en el
interior de Francia.
También es de destacar la redacción del Código Civil Napoleónico (1804), que recopiló toda la
tradición legal francesa desde 1789 para acabar definitivamente con el Antiguo Régimen. Al estar las
leyes recogidas por escrito, se evitaban así abusos y diferentes interpretaciones en los delitos.
La política exterior estuvo plagada de guerras contra las potencias absolutistas que pretendían
derrocar la revolución francesa. En el continente, victorias como la de Austerlitz (1805) le hicieron
dueño de Europa, reorganizando Napoleón el mapa del continente.
Territorios administrados directamente por Francia, es decir, pertenecientes al Imperio, que
alcanza la frontera del Rin (Bélgica y Holanda), Piamonte y la Toscana en Italia, Cataluña y la
costa dálmata.
Estados o reinos vasallos gobernados por familiares o generales de Napoleón: el Reino de
Holanda por Luis Napoleón (1806), España, por José Napoleón (1808), el Reino de Italia, de
Nápoles por Murat (1805), de Suecia por Bernardotte, etc. También creó la Confederación
del Rin y el Ducado de Varsovia, que pretendían actuar como estados tapón contra Austria,
Prusia o Rusia, y unir pueblos con culturas y lenguas comunes.
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La guerra contra Gran Bretaña fue más por motivaciones económicas y por el enfrentamiento
colonial que mantenían ambos países durante todo el siglo XVIII. Esta lucha tuvo lugar en el mar,
donde Gran Bretaña se mostró más eficaz: con su victoria en Trafalgar (1805) contra las flotas
francesa y española evitó la invasión de Inglaterra, a lo que Napoleón respondió con el bloqueo del
continente para ahogar económicamente a su enemigo, algo infructuoso por la carencia de barcos
de guerra y la existencia de países aliados de Gran Bretaña, como Portugal.
Su intento de invasión de Portugal abrió nuevos frentes en España (1808) y dispersó sus ejércitos. La
desastrosa campaña en Rusia (1812) cambió el rumbo de la guerra y le obligó a pedir la paz, siendo
exiliado en la isla de Elba. Sin embargo, en 1815 regresó, iniciando el Imperio de los 100 días hasta su
definitiva derrota en Waterloo por los ejércitos británico (Wellington) y prusiano (Von Blücher), tras
la cual fue apresado y enviado a la isla de Santa Elena en el Atlántico, donde murió.
4. LA RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA
- En primer lugar, se restauró el absolutismo y a los monarcas depuestos por Napoleón, los cuales
consideraban tener el poder legitimado por Dios para eliminar la democracia y gobernar sin límites.
- Se reconstruyó el mapa de Europa: Francia volvió a las fronteras de 1791 y las potencias
vencedoras se repartieron territorios en función de sus intereses, sin tener en cuenta a las
poblaciones de esos lugares. Prusia consiguió más territorios al oeste del Rin, Austria se anexionó
gran parte del norte de Italia (Véneto y Lombardía), Rusia consiguió Finlandia y gran parte de Polonia,
Holanda se anexionó Bélgica, formando el Reino de los Países Bajos, etc.
- Se firmó también la creación de la llamada Santa Alianza, una alianza militar entre Prusia, Rusia,
Austria y Francia para sofocar rápidamente cualquier intento revolucionario.
En el nombre de la Santísima e Indivisible Trinidad [...], sus Majestades han convenido en los artículos
siguientes:
Art. I. En conformidad con las palabras de las Santas Escrituras (…), los tres monarcas contratantes
permanecerán unidos por los lazos de una verdadera e indisoluble fraternidad, y considerándose como
compatriotas se prestarán en todo lugar y ocasión, asistencia, ayuda y socorro; (…) para proteger la religión, la
paz y la justicia.
Art. II. (…) la nación cristiana de que ellos y sus pueblos forman parte no tiene realmente otro Soberano que
Aquél a quien sólo pertenece en propiedad el poder, porque sólo en Él se hallan todos los tesoros del amor, de
la ciencia y de la sabiduría infinita, es decir: Dios, nuestro Divino Salvador Jesucristo, el Verbo del Altísimo,
palabra de Vida.
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Art. III. Todas las potencias que quisieren solemnemente confesar los principios sagrados que han dictado el
presente acto, y que reconocieren cuán importante es a la dicha de las naciones, demasiado largo tiempo
agitadas, que estas verdades ejerzan en adelante sobre los destinos humanos toda la influencia que les es
propia, serán recibidas con tanto anhelo como afecto en esta Santa Alianza.
Hecho por triplicado y firmado en París el año de gracia de 1815 el 26/14 de septiembre.
FRANCISCO-ALEJANDRO-FEDERICO GUILLERMO.
Son una serie de oleadas revolucionarias que se sucedieron por toda Europa occidental entre 1820 y
1848, con el fin de establecer sistemas liberales en las monarquías europeas.
Las principales causas de estos movimientos hay que buscarlas en las ideas de la Revolución Francesa
sobre la soberanía nacional y la igualdad civil, que fueron extendidas por los ejércitos napoleónicos
por toda Europa; de hecho, muchos de los países ocupados adoptaron sistemas liberales similares al
francés, con Constituciones, como España. Por otro lado, fracasó el intento de la Santa Alianza de
volver a restaurar las monarquías absolutas en toda Europa como si nada hubiese ocurrido desde
1789: los ciudadanos con libertades volvieron a ser súbditos de un rey absoluto y las nuevas
naciones, pueblos con lazos culturales comunes, volvieron a ser gobernados por monarcas
extranjeros.
Fue en España donde se inició el primer movimiento revolucionario en 1820 tras el levantamiento
militar del coronel Riego que obligó a Fernando VII a jurar la Constitución liberal de 1812.
Inmediatamente se extendió por el sur de Italia y Grecia. En este país, la revolución liberal se mezcló
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con una guerra de independencia nacional contra el Imperio Turco que acabó en 1829 con su
independencia. La reacción de la Santa Alianza fue inmediata, enviando ejércitos a sofocar las
sublevaciones de España en 1823 y de Italia.
Se inició en Francia, donde la política del rey Carlos X era cada vez más autoritaria, prohibiendo
incluso la libertad de expresión y persiguiendo a la oposición liberal. En julio, la ciudad de París se
sublevó contra el Rey, que fue expulsado, y proclamó como nuevo rey a Luis Felipe de Orleans (1830-
1848), que aprobó una Constitución liberal muy restringida, de tipo doctrinario. La revolución se
extendió por Bélgica, también de tipo nacional, que se independizó de Holanda, y por Alemania e
Italia, donde en algunos principados se aprobaron constituciones liberales, como en Sajonia
(Alemania) o Piamonte (Italia).
Es la revolución más compleja y extendida de las tres. En ella, se mezclan reivindicaciones políticas
por parte de los liberales más democráticos, y sociales por parte de una emergente clase trabajadora
que empieza a organizarse para pedir mejoras en su forma de vida.
Comenzó en Francia, donde Luis Felipe de Orleans fue depuesto por un levantamiento de
trabajadores de París que proclamó la Segunda República y pidió reformas más radicales para
democratizar la política en Francia. Ante el radicalismo y la tensión por las nuevas reformas, la alta
burguesía apoyó la candidatura a la presidencia de la República de Luis Napoleón, de tendencia más
doctrinaria y autoritaria, que en 1851 dio un auto golpe y se convirtió en Emperador con el nombre
de Napoleón III, origen del II Imperio francés.
En otros países, la revolución también tuvo un carácter nacionalista. En Italia, el liberal Reino de
Piamonte intentó librar al norte de Italia del control por parte de Austria, lo que le llevó a una guerra
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que perdió. El Imperio Austríaco impuso a gobernantes absolutos y bajo su control a los pequeños
estados italianos.
En Alemania fueron los trabajadores y estudiantes de todos los principados y estados los que
pidieron la unión de todos los alemanes bajo una constitución conjunta, dentro de un Estado liberal.
Se convocó un Parlamento en Frankfurt y se elaboró un proyecto de Constitución que ni el Rey de
Prusia ni el Emperador de Austria aceptaron.
Consecuencias
Para 1848 se extendieron por gran parte de Europa los sistemas liberales, pero en su versión más
restringida, el liberalismo doctrinario. Tanto los monarcas europeos como la alta burguesía
recelaban de que el pueblo pudiera tener poder político, por lo que en la revolución de 1848
decidieron enfrentarse a los revolucionarios.
Por otra parte, aparece un nuevo movimiento en los estados alemanes e italianos, el del
nacionalismo, que intentó en 1848 sin éxito unir a todos los habitantes con una misma lengua en un
solo estado, cosa que fracasó en este momento, pero dejó las bases para futuras unificaciones.
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