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menos interesante es la insistencia sobre la confesión

antes de recibir la Eucaristía. La confesión de los pecados, de


la que nos ocupamos ahora, es probablemente una confesión
litúrgica muy parecida a nuestro Confiteor. De modo parecido,
el capítulo 4,14 exige la confesión de los pecados antes de la
oración en la iglesia: "En la reunión de los fieles confesarás
tus pecados y no te acercarás a la oración con mala conciencia."
Jerarquía
En la Didaché no hay indicación alguna que permita
afirmar la existencia de un episcopado monárquico. Los
jefes de las comunidades se llaman episkopoi y diakonoi; pero
no aparece claro si estos episkopoi eran simples sacerdotes u
obispos. En ninguna parte se hace mención de los presbíteros:
Elegíos, pues, inspectores y ministros dignos del Señor,
que sean hombres mansos, desinteresados, verdaderos y
probados, porque también ellos administran el ministerio de
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los profetas y maestros. No los despreciéis, pues, porque ellos
son los honrados entre vosotros, juntamente con los profetas y
los doctores (15,1-2: BAC 65,92).
Este pasaje nos da pie para concluir que, además de la jerarquía local, jugaban un
papel importante los llamados profetas. En el capítulo 13,3 leemos acerca de ellos:
"Ellos son
vuestros sumos sacerdotes." Podían celebrar la Eucaristía: "A
los profetas, permitidles que den gracias (ευχαριστεΐν) todo el
tiempo que quieran” (10,7). Tenνan derecho a las décimas de
todos los ingresos: "Así, pues, de todos los productos del lugar
y de la era, de los bueyes y de las ovejas, tomarás las primicias y se las darás
como primicias a los profetas... Igualmente,
cuando abrieres un cántaro de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los
profetas. De tu dinero y de tus vestidos y
de todo cuanto poseas tomarás las primicias, según te pareciere, y las darás
conforme al mandato" (13,3-7). El rango que
ocupaban los profetas era tenido en mucha estima, pues se
decía de ellos que no podían ser juzgados: "El (el profeta) no
será juzgado por vosotros, pues su juicio corresponde a Dios"
(11,11). Sería, en efecto, un pecado contra el Espíritu Santo el
criticarle: "No tentéis ni pongáis a prueba a ningún profeta que
hable en espíritu, porque todo pecado será perdonado, mas
este pecado no se perdonará" (11,7).
Caridad y asistencia social
Son muy interesantes los principios de caridad y de asistencia social expresados en
la Didaché. Se recomienda con
encarecimiento el dar limosna, pero al mismo tiempo se insiste
también en la obligación de ganarse la vida con su trabajo. El
deber de socorrer las necesidades

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