Está en la página 1de 19

Maestría de Literatura Argentina

Seminario: “Modos de la Ficción Narrativa” Tema: Literatura y espacio. Territorios,

trayectorias, poblaciones

Docente: Prof. Fermín Rodríguez

Alumno: Prof. Marcelo Britos

Título: El paisaje en la narrativa de Bernardo Kordon. El díptico Ciudad – Provincia.


Una introducción a la obra de Bernardo Kordon

Para definir de una forma general -y por ende arbitraria- la obra de Kordon 1, podríamos

decir que su narrativa está visiblemente marcada por el realismo, y que su estilo supera lo

hecho en el género, ubicándose en una evolución posterior que impulsó la generación del

40’ y del 50’, de las cuales formó parte; una generación que de alguna manera decidió

retratar la realidad social argentina y latinoamericana, como si fuera poco con lidiar con la

primera.

Regresando a Kordon, ya es demasiado mezquino enfrascarlo en esos períodos, porque

estamos frente a un autor que escribió durante seis décadas al menos, y no sólo eso, su

literatura siempre ha estado contextualizada en diferentes y trascendentales hechos

históricos de nuestro país,justamente en el siglo XX, un período agitado de la memoria

argentina, marcado por hitos que determinaron la matriz política y social de los años

venideros: la Década Infame, el surgimiento del peronismo, las dictaduras militares, el

regreso a la democracia y la tragedia del neoliberalismo.

Según nuestro juicio, suestilo no sólo supera aquél género realista de la primera mitad del

siglo XX, sino también a los elementos naturalistas del denominado “ciclo de la bolsa”,

como así también a la escritura de los boedistas, caracterizada por un afán pedagógicoy por

momentos panfletario. Es propio de Kordon una prosa cuidada, desprovista de ingenuidad y

de intereses dogmáticos, región peligrosa en la que supieron entrar muchos escritores de la

izquierda argentina. Narrativa contundente y compleja en la que apela al lunfardo y a la

lengua de la época, pero jamás abusando de ellos como recursos. Tampoco son pinceladas

para matizar la prosa, sino que en su escritura los lenguajes y la historia están en un

1
Bernardo Kordon nació en Buenos Aires, en el año 1915, y falleció en Santiago de Chile, en 2002. Fue,
además de escritor, periodista. Sus últimos años los pasó en la capital trasandina, en un geriátrico.
permanente diálogo, en un conflicto que es a la vez la fotografía de las tensiones sociales

sobre las cuales eligió escribir.

Es preciso marcar, sin ahondar demasiado en datos biográficos, que la preocupación del

autor por lo social fue una constante no sólo en su literatura, sino también en el derrotero de

su vida. Su primer libro fue editado por Claridad,2 en el marco de una colección de la

Agrupación de Jóvenes Escritores, todos ellos de pensamiento socialista. Fue militante

comunista, (afiliado al PC), y profundo admirador de la revolución china, lo que lo llevó a

visitar varias veces al país asiático y a escribir sobre esos viajes.

Dirigió dos revistas entre los 50 y los 60, Todo y Capricornio, revistas de tendencia de

izquierda, pero abiertas a todas las opiniones, impronta que caracterizó sus conducciones

editoriales. Como amante del cine (ferviente crítico de la industria norteamericana), esas

revistas fueron el espacio en donde canalizó sus críticas cinematográficas.

La presencia de Kordon en la historia de la literatura, por momentos es fantasmal y

secundaria. El escaso material crítico existente sobre su obra es prueba de este olvido. Fue

de alguna manera su relación con el cine lo que lo llevó a tener cierta notoriedad, e incluso

muchos van a recordarlo por sus guiones o por la transposición de sus obras a la pantalla

grande, más que por su obra.En el año 1961 Lautaro Murúa estrenóAlias Gardelito,

protagonizada por Alberto Argibay, con guión de Augusto Roa Bastos y SollySchroder,

transposición del cuento de Bernardo Kordon Toribio Torres, alias Gardelito, publicado

Entre 1926 y 1941, apareció la revista Claridad, fundada por Antonio Zamora, a la que llamó “tribuna del
pensamiento izquierdista”. Más tarde se convertiría en el órgano del denominado grupo “Boedo”, y en la
primera editorial de todos sus exponentes. Claridad pertenece a la etapa histórica de la primera posguerra,
periodo del nacimiento de las nuevas ideologías, tanto en Europa como en Iberoamérica, y podríamos decir
que se trata del órgano más representativo de este pensamiento, en un momento de importante y heterogénea
actividad intelectual. (fuente: FERREIRA DE CASSONE, Florencia. Índice de Claridad. Una contribución bibliográfica. Buenos
Aires: Dunken, 2005).
por primera vez en el año 1956. En el año 1976 se estrenó El grito de Celina, con dirección

y guión de Mario David, protagonizada por Selva Alemán y Miguel Ángel Solá. David

transpuso el cuento Los ojos de Celina, que varios años después llegaría a la pantalla chica

a través del unitario Mujeres asesinas, capítulo dirigido por Guillermo Zappino, y

protagonizado por Cristina Banegas y Belén Blanco. El ayudante,

película argentina dirigida también por Mario David, que se estrenó el 25 de

marzo de 1971, es una transposición del cuento El sordomudo de Bernardo Kordon. Puede

notarse en la bibliografía acerca del autor, que el corolario de esta relación entre Kordon y

el cine, ha sido Alias gardelito, de Lautaro Murúa. Sin embargo, la película Tacos altos

(1985), dirigida por Sergio Renán y protagonizada por Susú Pecoraro, Ana María Picchio y

Miguel Angel Solá, es acaso la más polémica trasposición de una de sus obras3.

En relación al tema de esta monografía, podemos afirmar que Kordon incorpora el

recorrido y ciertos temas o semblantes de los vanguardistas de Florida, sobre todo el de“los

viajes”. Hay cierto cosmopolitismo en sus trabajos, que se advierten en las referencias

sobre países extraños para la literatura nacional, y en las crónicas, un género que el autor

eligió tanto como el cuento y la novela. China, Brasil, Chile, el continente africano, son

espacios en donde se han ubicado sus historias, o en dónde la mirada del autor –anterior a la

del narrador-, ha recabado información para construir la ficción. Pero aquellos viajes

(recuerdo aquí el capítulo del libro de Viñas sobre el “Viaje de la izquierda”), no son hacia

la meca de la cultura, no son hacia el bautismo euro céntrico de los gentleman románticos,

ni tampoco la búsqueda de los nuevos horizontes de la vanguardia europea, sino que se

3
El filme toma dos cuentos de diferentes períodos, y lo más importante, de diferente estética y tema. Uno de
ellos es urbano (“Domingo en el río”), y el otro una historia con aire de provincia (“Fuimos a la ciudad”). La
crítica dividió su juicio sobre la producción de Renán, algunos considerando que el clima de los relatos de
Kordon había sido notablemente tergiversado.
dirigen hacia un tema fundamental de su literatura: la marginalidad, tanto urbana como

provinciana.

Sus trabajos suelen apuntar a personajes minimalistas, historias pequeñas relatadas sin

dramatismo, casi con tersura, pero con la fuerza precisa para revelar al lector que la

verdadera intención fue la de contar,a través de esos personajes, la historia colectiva de un

país. Es por eso que los personajes de Kordon cabalgan en el devenir histórico, desde la

Década Infame, hasta los comienzos del siglo XXI, pasando por períodos de significancia

histórica que sirvieron al autor para interpelar desde sus textos.

En virtud de ubicar a Kordon en las sucesivas historias de la literatura argentina, y en la

biblioteca crítica, notamos un denominador común: de alguna manera todos lo aluden, le

otorgan una determinada importancia a su obra, pero nadie lo analiza profundamente, ni lo

considera un autor central. Las alusiones son breves y laterales, aún en los textos que

deberían haberle dado mayor importancia, como es el caso de David Viñas 4, quien en su

relato de la historia literaria nacional, ubica a Kordon en un tercer periodo de su recorrido

por la producción de la izquierda, al que denomina “nacionalización de la izquierda”, en la

que consagra a León Rozitchnercomo autor principal.

El Centro Editor de América Latina editó y reeditó gran parte de su obra, pero nadie

ahondó en la crítica de sus trabajos. Arriesgamos a decir que quizá Kordon haya pasado por

una permanente contemporaneidad, dificultando una distancia suficiente de su obra con la

mirada de la crítica, para poder profundizar un análisis de la totalidad de su trabajo, que por

cierto, es vasto.

También es muy tentador pensar que Kordon fue un escritor olvidado por diferentes

circunstancias, aunque esto nos ponga más cerca de una elegía que de una monografía. Pero
4
David Viñas, De Sarmiento a Cortázar; Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, Siglo XX,
1974.
a la luz de las lecturas sobre su obra y sobre la última etapa de su vida, el olvido que ejerció

la intelectualidad argentina sobre el aporte de Kordon a las letras, es al menos llamativo.

Cuenta Eduardo Romano, en un artículo sobre Kordon titulado No se olviden de Bernardo,

que cuando éste falleció en el año 2002 en un geriátrico de Santiago de Chile, sólo lamentó

su desaparición la prensa chilena, y Osvaldo Aguirre publicó en el diario El País de

Montevideo un artículo sobre el hecho. En la prensa argentina sólo pudimos hallar una

pequeña nota.

En cuanto al material crítico, sólo algunos prólogos de sus reediciones en el CEAL, escritos

por Jorge Rivera; un estudio preliminar a su obra realizado por Juan José Sebreli, en Un

taxi amarillo en Pakistán y otros cuentos kordonianos (Sudamericana, Buenos Aires,

1970), y un prólogo del mismo autor para Un horizonte de cemento (Siglo XX Buenos

Aires, 1963). Un artículo en el N° 381 de los Cuadernos Hispanoamericanos, Bernardo

Kordon, escorzo de un narrador argentino, escrito también por Rivera, una interesante nota

de Walter Marini en el N° 45 de la Revista Sudestada, titulado Bernardo Kordon, el

escritor que murió dos veces; un artículo de Florencia Abbateen el Volumen Nº 9

deHistoria Crítica de la Literatura Argentina (Emecé, Buenos Aires 2009), dirigida por

NoeJitrik, cuyo título es La exploración de líneas heterodoxas. Enrique Wernicke,

Bernardo Kordon, Arturo Cerretani, Alberto Vanasco; y el artículo de Romano antes

citado. Y por supuesto, las distintas alusiones que se han hecho a su obra en los diferentes

trabajos sobre la historia de la literatura argentina.

Demasiado poco para una obra, como decíamos, tan vasta: Entre novelas, volúmenes de

cuentos y algunos ensayos, publicó La vuelta de Rocha (1936), Macumba (1939), La isla

(1940), Un horizonte de cemento (1940), Muerte en el valle (1943), Tambores en la selva

(1946), Reina del Plata (1946), De ahora en adelante (1952), Una región perdida (1952),
Lampeão(1953), Vagabundo en Tombuctú (1956), Domingo en el río (1960), Un día menos

(1966), Vencedores y vencidos (1968), Hacele bien a la gente (1968), A punto de reventar

(1971), Sus mejores cuentos porteños (1971), Los navegantes (1972), Bairestop (1975),

Adiós pampa mía (1978), Manía ambulatoria (1978), El misterioso cocinero volador y

otros relatos (1982), Historias de sobrevivientes (1983). Escribió también ensayos sobre la

cultura afroamericana, Candombe (1938), y sobre China, Seiscientos millones y uno (1958),

El teatro chino tradicional (1964), Reportaje a China (1964), y Testigos de China (1968).

Provincia y ciudad en Kordon

Aquí proponemos demostrar la existencia de un díptico (urbano –provinciano), una doble

zona de ficción en la narrativa de Kordon, unida por el viaje y muchas veces evidenciada en

el trayecto de un mismo personaje. Esta hipótesis cobra mayor importancia cuando

podemos ver, en la escasa crítica que hay sobre su obra, que Kordon es considerado por

muchos como un autor urbano.

a. El viaje

Para comenzar, es preciso entender que el viaje es fundamental en Kordon, no sólo como

artificio o fórmula en su escritura, sinoademás comoun hábito en la vida del autor. Los

viajes fueron para él una fuente inagotable de observación, de recolección de datos e

historias que luego sirvieron para la construcción de su universo narrativo. En varias

entrevistas se refirió a esto como “manía ambulatoria”, una obsesión por viajar sin ningún

destino aparente, descubrir para luego escribir la sorpresa en la mirada de sus personajes.

Acaso esa “manía” respondía más a las motivaciones personales del autor, quien pasó

prácticamente su vida viajando. Para nombrar sólo algunos de sus destinos, China en varias
oportunidades y por su fascinación por la obra de la revolución de Mao; la Unión

Soviética,varios países de Europa y Brasil, Chile, y Uruguay, como así también varios

lugares nacionales que también aparecen referenciados en su obra.

Ese destino difuso al que se refiere, cuando habla de la “manía ambulatoria”, en la mayoría

de sus personajes se corporiza en la esperanza de una vida mejor. Es decir, quizá no haya

punto fijo, un destino definido, pero sí una esperanza que motiva el viaje. En función de

esto, para Kordon existe una profunda y definitiva diferencia entre viajero y viajante –

explicitada también en entrevistas y comentarios sobre su obra-. El primero está vinculado

a la aventura, a la búsqueda de un destino, y también a un fenómeno propio de la segunda

mitad del siglo XX, el desplazamiento desde el interior a las grandes urbes. Por eso es el

tren el cordón que las une, el medio de transporte característico y popular de las provincias

en aquellos años. Ese viaje supone también un sujeto: el viajero, que no es turista ni

viajante, sino que es quien se aventura desde el profundo interior al centro urbano, en busca

de algo que mejore su existencia, aunque resulte paradójico en el final de esas historias.

Efectivamente, en el final de los recorridos, esa esperanza se ve arrasada por la desilusión,

por la derrota.

Las vías del tren también se constituyen así en un paisaje, una zona literaria con sus propios

personajes y códigos, en donde los sujetos encuentran la complicidad del viaje y de la

pobreza, o la amenaza de la autoridad, e incluso la misma muerte.

“Ni tengo que cerrar los ojos para verme al lado de mi madre allá en el sur. Siempre juntos

y corriendo en la noche. Tratando de no hacer ruido, escapábamos hasta las cruces, allí en

la curva de la línea del ferrocarril. Era como si tuviéramos alas y ojos en los pies: nunca

tropezábamos con las piedras ni con las vías. Mi padre nos corría detrás y él sí que se caía y

lo oíamos echar garabatos desde el suelo. Yo ponía toda mi atención en seguir el jadear de
mi madre que me mostraba el camino. Y llegábamos a la curva del ferrocarril y enseguida

yo me pegaba contra mi cruz, de espalda a la vía tal como me enseñó mamá. Cerca estaba

la cruz grande. Yo torcía la cabeza para ver cómo mamá levantaba los brazos y los pegaba

contra los maderos. Entonces le escuchaba murmurar: Líbranos de todo mal, Señor. Y

conteníamos la respiración y era el silencio pesado del sur, y lejos del rumor del río, y los

gritos que se estiraban con rabia, que se aproximaban como el retumbo del trueno”5

Si para la generación de Florida el viaje fue un tema de abordaje para lo urbano y lo poético

(el tranvía en Girondo, por ejemplo), Kordon lo resignifica y lo lleva a su propia materia: el

viaje del provinciano en busca del progreso de la ciudad, el viaje del inmigrante en busca

de la América, y a posteriori, la esperanza de volver al terruño o al pueblo, luego del

fracaso.En el cuento Fuimos a la ciudad, desde la mirada de un niño se cuenta cómo una

familia decide ir Buenos Aires a probar suerte; sólo se queda su padre vendiendo quesos en

la estación terminal del pueblo. Primero su hermana, que termina siendo prostituta y

viviendo en un asentamiento irregular, y luego todos los demás. El niño se dedica a pedir

limosna y guarda el dinero para volver. Cuando lo hace, se encuentra con la noticia de que

su padre ha muerto.

Sus novelas no escapan a esta secuencia. En Kid Ñandubay, el protagonista llega a la

ciudad para buscar trabajo. Alguien lo ve peleándose en la calle y lo invita a un gimnasio

para que aprenda boxeo. Luego de su fracaso como púgil profesional, volverá a los pueblos

con un circo, haciendo un sketch de pelea. El circo se traslada en tren. Reina del plata

cuenta la vida de cuatro amigos en la Buenos Aires de la Década Infame. Probarán suerte

viajando hacia el sur, colados en los trenes, y luego de un viaje accidentado deciden volver

a la capital; aquí se invierten los extremos de la fórmula, pero con los mismos resultados.

5
Bernardo Kordon Las crucesTodos los cuentos, Buenos Aires, Corregidor, 1975.
“−Ya pasamos Fortín Crespo. Caminando en la misma dirección del tren vas a llegar a

Quitilipi. Cuento hasta tres. Si no saltás te bajo de un tiro.

No lo dejé contar hasta dos: me hice una bola y abrazando al mono rodé al costado de la

vía. Por suerte el pasto era alto y blando como un colchón. Me incorporé y caminé medio

mareado hasta que descubrí un nicho al lado de la vía. Pude leer que era la tumba de un tal

Francisco Atuel. En la oscuridad me pareció ver brillar los ojos de un puma. Pero

permanecí allí, sentado en la tumba, esperando que desapareciera en la noche ese tren y se

alejara para siempre ese jadeo de las dos locomotoras que aullaban al mismo tiempo como

una pareja de perros pegados.”6

b. El paisaje

La Real Academia Española define“paisaje” como la extensión de terreno que se puede ver

desde un sitio determinado. Para quien narra es justamente un punto de vista, la descripción

de lo que rodea la historia o los personajes, contaminada por la mirada del autor y

transpuesta a la voz que cuenta. Para Humboldt, en Viaje a las regiones equinocciales del

Nuevo Continente, el punto de vista está fijado en Europa, desde allí viajará el autor para

recorrer una región vedada a los ojos europeos, y esa mirada es “inseparable de los

intereses imperiales de un capital en expansión” 7. O en el caso de la generación romántica y

su proyecto liberal, que fijaba su punto de vista en Buenos Aires para “imaginar–pensar”el

desierto como un espacio vacío, una extensión plausible de abarcar y conquistar para

constituir una nación económica y territorialmente consolidada. Para Kordon la mirada es

inversa. Se fija desde el interior del país hacia Buenos Aires, o Santiago de Chile, o Río de
6
Bernardo Kordon, Kid Ñandubay, Buenos Aires, Losada, 1971.
7
Fermín Rodríguez, Un desierto para la nación, La escritura del vacío,Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2010.
Janeiro, y se propone descubrir la urbe como una tierra de oportunidades, un espacio

desconocido y promisorio, en dónde se encuentra la posibilidad de prosperar en los cánones

sociales del nuevo siglo:

“−Vengo a buscar trabajo, señor.

− ¿Es del oficio?

−Sí, señor.

− ¿De dónde viene?

−En Orán, provincia de Salta. De allí vengo.

− ¿Dónde vive ahora?

−No muy lejos de aquí. En una pensión de Primera Junta.”8

Es posible que este fenómeno observado por el autor, propio dela segunda mitad del siglo

XX, tenga que ver justamente con aquella nación que terminaron por consolidar los

románticos, pero que ya se prefiguraba en el proceso histórico y político del virreinato, en

el que se priorizó la supremacía del puerto de Buenos Aires como eje del entramado

comercial del sur de la región, y dejando para el interior sólo el desarrollo de la agricultura

la ganadería, y la explotación de los recursos naturales siempre dependiendo, claro está, del

gobierno porteño.9,

Pero volviendo a Kordon, y teniendo en cuenta los casos anteriores, se invierten en su

narrativa lo propio y lo ajeno, el paisaje se construye desde el lugar de origen de los

personajes que es, generalmente, en aquellas ciudades del interior que eran otrora el

desierto que había ocupar, el vacío:

8
Bernardo Kordon, El aserradero, Todos los cuentos, Buenos Aires, Corregidor, 1975.
9
HalperínDonghi, Tulio, Revolución y Guerra, Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla,
Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.
“En la tarde blanca de calor, los ojos de Celina me parecieron dos pozos de agua fresca. No

me retiré de su lado, como si en medio del algodonal quemado por el sol hubiese

encontrado la sombra de un sauce.”10

Y el destino, como decíamos, es Buenos Aires, la ciudad que concentraba en sus cordones

la posibilidad de trabajo y crecimiento personal, posibilidad que surgía de dos situaciones

históricas fundantes para la Argentina: por un lado el deterioro económico y social que

había dejado la Década Infame, y por otro el auge de la pequeña y mediana industria, uno

de los ejes fundamentales del primer gobierno de Perón que marcó gran parte de la

economía argentina de los años 40’ y 50’.

“A mí me dio lástima dejarlo con su sola pierna y esos ojos que le lagrimeaban por

cualquier cosa. También me daba pena dejar la estación y el pueblo, y nunca más vender

quesillos en el tren de Tucumán lleno de gente soñolienta y bromeadora. Pero también era

cierto que me crecía una gran curiosidad por conocer Buenos Aires y eso lo sentía como

una cosquilla, igual a las ganas de otros tiempos de ver cómo lo hacía mi hermana con el

Cholo (…) Así era mi hermana hasta que un día alguien se la llevó, y no fue el Cholo,

quien siguió en el pueblo repartiendo pan en su carrito, sino un camionero de Rosario, y

para colmo casado, que la dejó en mitad de camino, en Córdoba. Desde allí se fue sola a

Buenos Aires. El problema era tener una pieza: se puso de sirvienta y todo arreglado. Y al

llegar las vacaciones vino de visita al rancho porque tenía ganas de vernos a todos”11

“Para el Cazador era importante encontrarel lugar adecuado para cada mujer. Criolla de

Misiones y viuda de un obrero de la construcción, Alfonsa se largó a hablar con ganas en

una cantina popular de los alrededores del Mercado Spinetto.

10
Bernardo Kordon, Los ojos de CelinaTodos los cuentos, Buenos Aires, Corregidor, 1975.
11
Bernardo Kordon, Fuimos a la ciudadTodos los cuentos, Buenos Aires, Corregidor, 1975.
Después de los fiambres comieron ravioles con un segundo botellón de vino de la casa. A

Alfonsa se le fue enrojeciendo el rostro hasta entonces amarillento y comenzó a contar su

historia con el finado. Se llevaron bien. Era buen obrero, pero faltaba trabajo en Apóstoles

y muchos amigos se fueron a Buenos Aires. Entonces resolvieron probar suerte y de paso

conocer la capital.”12

Como puede evidenciarse en las citas, el tren funciona en la escritura de Kordon como una

vía que comunica ambos puntos de ese díptico, además de oficiar como acceso a los temas

del realismo social. Y por supuesto, allí también el paisaje está construido por esos

personajes como un espacio particular dentro de lo urbano. Alrededor de las vías está la

pobreza, un submundo de linyeras y viajeros que duermen y se procuran el pan entre ellos,

antes de seguir viajando. Grandes galpones abandonados, custodiados por policías y

andenes poblados de gente del interior. El linyera de la novela Un horizonte de cemento, la

primera de Kordon, relata la vida de las orillas, pero además describe también esa vida de

andenes y vías, cuando en un pasaje cuenta que va a dormir a los galpones del ferrocarril:

“No siempre se consiguen lechos así en las playas de carga de los ferrocarriles. Y yo me

había acomodado en un caño corto y de regular ancho, y con su buena paja de nido. Estaba

durmiendo como un pichón en su nido, y he aquí que vienen esos pájaros a alborotar mi

sueño de viejo, y tratar de basura al que duerme y de piojera a su lecho”13

Esta especie de díptico puede verse a lo largo de toda la obra de Kordon, sobre todo

aquellos textos que fueron escritos entre los años 40’ y finales de los 70’, su período de

mayor producción. Basta citar algunos fragmentos de distintos cuentos para comprobarlo.

Es interesante afirmar que no todos se refieren al interior argentino y Buenos Aires. Es el

caso de Soy la Rosa Loyola Señor, y Las Cruces, que forman parte del Tríptico chileno , o
12
Bernardo Kordon, El cazador de viudas,Adiós Pampa mía, Buenos Aires, Monte Avila Editores, 1978.
13
Bernardo Kordon, Un horizonte de cemento,Buenos Aires, Aiape, 1940.
de su novela A punto de reventar , en la que la historia transcurre en Brasil, Chile y

Argentina. El interior y las capitales cambian, pero la fórmula del personaje provinciano

que viaja a probar suerte a la gran ciudad, se mantiene:

“…siempre recuerdo cuando bajé con la valija de mimbre y Rubencito en los brazos. Tuve

que ingeniarme para andar así cargada y a la vista el papelito con la dirección de la familia

Durán. Me dieron la pega, pero pagándome menos de lo prometido por culpa del niñito que

debían alimentar”14

Además de lo expuesto, otros elementos ayudan a confirmar la hipótesis. En los textos se

nota cierto conocimiento sobre el funcionamiento del ferrocarril y los tipos de maquinarias

que se utilizaban entre los 40’ y los 60’, como así también las características de las

estaciones de Buenos Aires y de otras estaciones del interior. El autor ha recabado esa

información, quizá por un interés ajeno a lo literario –eso es imposible de saberlo sin

reconstruir su biografía-, pero es obvio que la ha utilizado para darle verosimilitud a sus

historias:

“Un tren de pocos vagones, generalmente vacíos, arrastrado por una vieja locomotora 462

de brevísimo tender y agudo silbato, se detenía chirriando en Estación Borges para permitir

el descenso de casi todos los pasajeros, pues pocos o nadie en día de trabajo y a la hora de

mi rabona matinal viajaban a esas soledades ribereñas (estaciones Barrancas, Anchorena, el

Bajo de San Isidro, canal de San Fernando, hasta llegar al apartado y casi oculto puerto de

Tigre), un recorrido del tal belleza que no tardó en ser condenado a muerte por la

administración de turno.”15

14
Bernardo Kordon Soy la Rosa Loyola Señor, Todos los cuentos, Buenos Aires, Corregidor, 1975.
15
Bernardo Kordon, Estación Borges, Adiós Pampa mía, Buenos Aires, Monte Avila Editores, 1978.
Es posible también encontrar similitudes con la obra de Haroldo Conti 16 en lo referido a

lostoposde su escritura. Conti abordó tres dimensiones espaciales bien definidas: los

personajes y los paisajes de provincia, sobre todo en sus cuentos (La balada del álamo

Carolina, es uno de los ejemplos más gráficos); lo urbano en novelas como Alrededor de la

jaula, o cuentos como en el caso de Como un león, en donde además los personajes forman

parte de la marginalidad y de los bordes de la ciudad; y por último el paisaje fluvial,

expresado de forma magistral en su novela Sudeste. De todas maneras, la gran diferencia

con Kordon está en que en la literatura de Conti, los personajes no proyectan su futuro de

un punto hacia otro, no hay viaje. Cada uno de ellos nace y muere en ese lugar, las voces

van construyendo el tiempo y el espacio que las rodea, pero no crean lo que no conocen con

la imaginación. Deben combatir y sobrevivir en ese mismo espacio.

Conclusión

La narrativa de Kordon está caracterizada por la elección de un espacio doble, no sólo

determinado por lo provincial y lo urbano, sino además por la experiencia que recogen los

personajes del viaje de un punto al otro de ese díptico espacial. Provincia y ciudad son

punto de partida y destino, geográfico y empírico, de un viaje elegido por el personaje para

su propia transformación. Los personajes de Kordon son esencialmente del interior, y

sueñan con un futuro promisorio en Buenos Aires, la ciudad que además de encandilar,

parece garantizar prosperidad y trabajo. Esto, claro está, no ocurre en cualquier contexto.

Son los 40’, los 50’, el surgimiento del peronismo y su Ley de industrias de interés nacional

16
Escritor argentino (Chacabuco, 25 de mayo de 1925 - secuestrado y desaparecido en Buenos Aires el 5 de
mayo de 1976).
enciende una luz que atrae al interior a las grandes urbes, en donde se instalan las industrias

pesadas y las pequeñas industrias subsidiarias. Desde la mirada de la burguesía nacional, es

el “aluvión zoológico”, el mote peyorativo que Sanmartino engendraría para identificar la

migración interna de obreros industriales y rurales, mujeres jóvenes que se emplearían

como personal doméstico de la clase media, algunas de ellos instalándose en los suburbios

con sus familias o sin ellas, y sufriendo las penurias desconocidas de la ciudad, la frialdad

impiadosa, contrastante con la vida de provincia.

El primer paisaje construido por los personajes es lo cercano, el mundo aprehendido desde

la infancia en los pueblos y en las campañas del norte y del sur. Ese es el punto de partida y

dónde nace la mirada que “imaginará-creará” otro territorio, el de la ciudad, el de Buenos

Aires en el caso de la Argentina. Pero los personajes, que son viajeros, que se arriesgan a

ese destino incierto, van a completar su viaje, y van a fracasar en la ciudad atroz. La

historia se completará siempre con la nostalgia del regreso imposible, o se consumará el

regreso, encontrando los cambios lógicos que el tiempo dictamine. El cambio del paisaje,

así como la sensación de que la vida no es como era entonces, serán inevitables:

“Todo esto ocurrió muy rápido, pero lo cierto es que llegué demasiado tarde. Ni tuve la

necesidad de llegar al rancho: apenas bajé del tren me encontré con el Pancho y la

Hortensia. Ella abrió su boca sin dientes como un agujero mojado:

− ¿No te contaron? Tu pobre viejo estaba en el desvío vendiendo quesillos cuando de

repente apareció el expreso frutero. Claro que en una sola pata el pobrecito no pudo saltar

muy lejos. No quedó nada entero del viejo ni de su canasto de quesillos.”17

“Llegué tarde”, “No quedó nada entero del viejo”, son alusiones al paso del tiempo y a todo

aquello que antes llenaba esa vida, no quedó nada de lo viejo, ya es tarde.

17
Bernardo Kordon, Fuimos a la ciudadTodos los cuentos, Buenos Aires, Corregidor, 1975.
Lo del tren tampoco es casual. El ferrocarril fue desde antes de la nacionalización un

símbolo de progreso. Si atendemos a símbolos falsos o forzados para enunciar la

constitución de nuestro estado nación, como la Campaña del Desierto o la Guerra de la

Triple Alianza, bien podría valer el tren para lo mismo: no había patria sin esa

comunicación de vías. Y a través del tren es como llegan los personajes a la ciudad.

Resumiendo, intentamos probar aquí una doble zona, el díptico provincia-ciudad en la

narrativa de Kordon, la construcción de un paisaje alrededor de ese díptico, o de cada uno

de sus componentes, y unidos ambos por el viaje (y ese viaje consumado a su vez en un

símbolo: el tren, que constituirá además un paisaje determinado, dentro del paisaje urbano).

Bibliografía

AIRA, César. Diccionario de Autores Latinoamericanos. Buenos Aires: EMECE, 2001.

BOURDIEU, Pierre. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario.

Barcelona: Anagrama, 2002.

FERREIRA DE CASSONE, Florencia. Índice de Claridad. Una contribución

bibliográfica. Buenos Aires: Dunken, 2005.

HALPERÍN DONGHI, Tulio, Revolución y Guerra, Formación de una elite dirigente en la


Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.
JITRIK, Noé y otros. Historia Crítica de la Literatura Argentina. Volumen N° 6,El imperio

realista. Buenos Aires: EMECE, 2009.

JITRIK, Noé y otros. Historia Crítica de la Literatura Argentina. Volumen N° 7, Rupturas.

Buenos Aires: EMECE, 2009.

JITRIK, Noé y otros. Historia Crítica de la Literatura Argentina. Volumen N° 10, La

irrupción de la crítica. Buenos Aires: EMECE, 2009.

Capítulo, La historia de la literatura argentina. Buenos Aires: Centro Editor de América

Latina, 1967-1968.

JITRIK, Noé. Panorama Histórico de la Literatura Argentina. Buenos Aires: Ateneo,

2009.

Historia de la literatura argentina. Buenos Aires:Página 12, 2005 – 2006.

KORDON, Bernardo. Un horizonte de cemento. Buenos Aires: Siglo XX, 1963.

KORDON, Bernardo. Un taxi amarillo en Pakistán y otros cuentos kordonianos. Buenos

Aires: Sudamericana, 1970.

KORDON, Bernardo.Reina del Plata.Buenos Aires: Cronos, 1946.

KORDON, Bernardo. Sus mejores cuentos porteños. Buenos Aires: Siglo XXI, 1972.

KORDON, Bernardo. La vuelta de Rocha. Buenos Aires: Claridad, 1936.

KORDON, Bernardo. Seiscientos millones y uno. Buenos Aires: Leviatán, 1958.

KORDON, Bernardo. Kid Ñandubay. Buenos Aires: CEAL, 1968.

KORDON, Bernardo. A punto de reventar. Buenos Aires: CEAL, 1968.

KORDON, Bernardo. Vencedores y vencidos. Buenos Aires: CEAL, 1968.

KORDON, Bernardo. Cuentos Completos. Buenos Aires: Corregidor, 1976.

KORDON, Bernardo. El misterioso cocinero volador y otros relatos. Buenos Aires: CEAL,

1992.
KORDON, Bernardo. Bairestop. Buenos Aires: Losada, 1975

KORDON, Bernardo. Adiós pampa mía. Buenos Aires: Monte Ávila Editores, 1978.

RODRÍGUEZ, Fermín. Un desierto para la nación, La escritura del vacío, Buenos Aires,
Eterna Cadencia, 2010.

También podría gustarte