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Karol Bucheli Mejía

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Pedagogía, arte y resiliencia


En la vida de un ser humano es indispensable el desarrollo de habilidades que permitan
poder llevar el día a día, según el documental “Resiliencia: el dolor es inevitable, el
sufrimiento es opcional”, Boris Cyrulnik hace referencia a las dificultades que un ser
humano atraviesa en la vida y menciona a la resiliencia como el desarrollo de seguridad
emocional para poder afrontar una situación similar o igual a un trauma. El tema principal
de este documental hace énfasis en que las primeras etapas de un niño deben ser
importantes para forjar la resiliencia, debe crearse a partir de la seguridad emocional que le
puede brindar su madre o el núcleo familiar en si para facilitar la vida social y habilidad
para desenvolverse en su entorno.
Boris nos da un aporte sobre que tan significativo puede ser el arte en los primeros pasos de
una persona participando indirectamente en la construcción de la resiliencia ya que todas
las producciones artísticas están hechas para superar la tragedia, por eso es importante que
los niños tomen el arte como tal, como una expresión de sentimientos o emociones que
pueden estar atravesando en el momento porque así están desahogando un mundo nuevo a
través del dibujo, la pintura, etc. Cabe resaltar que Boris, toma como también la música, el
deporte, la cocina y otras habilidades que potencian la creatividad de las personas.
Ahora bien, ya que este tipo de habilidades se pueden fortalecer a través del arte, nosotros
como futuros educadores debemos tener en cuenta que este tipo de actividades tienen un fin
singular en cada persona, aunque nuestra sociedad y cultura se rija por una educación pobre
en cuanto a creatividad, podremos cambiar situaciones difíciles de nuestros estudiantes
solamente con algo de color en su vida, sabemos que no es un cambio radical en cada
persona pero puede disminuir la depresión, ansiedad, soledad y otras emociones que sin
tener remedio alguno terminan en suicidio.
Cuando hablamos de un estudiante resiliente busca un docente favorito que se convierte en
un modelo de rol positivo para ellos, un maestro especial que ejerce una fuerte influencia en
sus vidas, brindándoles calidez, afecto, trato con tono humano, sobre todo les enseña a
comportarse compasivamente. Innegablemente a los estudiantes resilientes les gusta la
escuela y la convierten en su “hogar fuera del hogar”, en un refugio de su ámbito familiar
disfuncional.
Los educadores conscientes de su responsabilidad en su gobierno de clase pueden fomentar
la resiliencia en sí mismos, en el aula y entre los estudiantes. La clave fundamental es que
los colegios sean capaces de ofrecer los recursos necesarios para fortalecer los factores
protectores en la vida de los estudiantes y de los docentes. La responsabilidad del maestro
es detectar a los estudiantes “en riesgo” y ayudarles a construir su resiliencia.

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