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*Este trabajo fue publicado en "Lecturas de Derecho Romano IV"

EXEGESIS: DIGESTO, LIBRO PRIMERO,


TITULO PRIMERO, FRAGMENTO PRIMERO, PROEMIO (D. 1, 1, 1, pr) (*)
Prof. RICARDO GINES GARCIA

SUMARIO: 1. Textos latinos. 2. Traducciones españolas. 3. Análisis semántico y sintáctico de las


palabras. 4. Traducción propia. 5. Libro y título del Digesto. 6. El autor, sus escritos y las fuentes. 7.
Obra originaria. 8. Jurista citado. 9. Primer tema tratado: la etimología de la palabra ‘ius’. 10 Segundo
tema tratado: la definición de ‘ius’. 11. Nuestras conclusiones respecto a la definición de Celso.

1. Textos latinos.

A. Versión latina de Bartolomé Agustín Rodríguez de Fonseca.

Ulpianus libro I. Institutionem.- Iuri operam daturum prius nosse oportet, unde nomen iuris
descendat. Est autem a iustitia appellantum; nam, ut eleganter Celsus definit, ius est ars boni et
aequi.1

B. Versión latina de Ildefonso L. García del Corral.

Ulpianus libro primo institutionum. Iuri operam daturum prius nosse oportet, unde nomen iuris
descendat. est autem a iustitia appellantum: nam, ut eleganter Celsus definit, ius est ars boni et
aequi.2

C. Versión latina de Theodorus Mommsem.

(*) El presente trabajo fue realizado con motivo del Seminario de Actualización en Derecho Romano organizado por
la Universidad de Buenos Aires en colaboración con la Universidad de Roma y que fuera dirigido por el Dr. Norbeto
Rinaldi.
1
EL DIGESTO / DEL / EMPERADOR JUSTINIANO / TRADUCIDO Y PUBLICADO EN EL SIGLO
ANTERIOR / POR EL LICENCIADO / DON BARTOME AGUSTIN RODRIGUEZ DE FONSECA / del Colegio
de Abogados de esta Corte / NUEVA EDICION / Aumentada con la traducción de los proemios, completada y
revisada con arreglo á los textos mas autorizados de las ediciones modernas. / TOMO I. / MADRID: 1872. /
IMPRENTA DE RAMON VICENTE, CUESTA DE SANTO DOMINGO, NÚMERO 10. (El texto transcripto
corresponde a la página 31).
2
CUERPO / DEL / DERECHO CIVIL ROMANO / A DOBLE TEXTO, TRADUCIDO AL CASTELLANO DEL
LATINO / PUBLICADO POR LOS HERMANO / KRIEGEL, HERMANN Y OSENBRUGGEN / CON LAS
VARIANTES DE LAS PRINCIPALES EDICIONES ANTIGUAS Y MODERNAS Y CON NOTAS DE
REFERENCIAS / POR / D. ILDEFONSO L. GARCIA DEL CORRAL / Licenciado en Derecho Civil y Canónico y
en Filosofía y Letras y Abogado de los Ilustres Colegios de Barcelona y Madrid / PRIMERA PARTE /
INSTITUTA. –DIGESTO / BARCELONA / JAIME MOLINAS, EDITOR –CONSEJO DEL CIENTO, N° 287 /
1889 (El texto transcripto corresponde a la página 197).
ULPIANUS libro primo institutionum. Iuri operam daturum prius nosse oportet, unde nomen
iuris descendat. est autem a iustitia appellantum: nam, ut eleganter Celsus definit, ius est ars boni
et aequi.3
D. Versión latina de la Palingenesia Iuris Civilis de Otto Lenel

INSTITUTIONUN LIBRI II. LIBER I. [De iustitia et iure]. 1908. Iuri operam daturum (I.I) I pr. - § 2
prius nosse oportet, unde nomen iuris descendat. est autem a iustitia appellantum: nam, ut
eleganter Celsus definit, ius est ars boni et aequi.4

E. Versión latina de edición del Libro I del Digesto de la Pontificia Universidad Católica del
Perú.

ULPIANUS libro I. Institutionem. Iuri operam daturum prius nosse oportet, unde nomen iuris
descendat. Est autem a iustitia appellantum; nam, ut eleganter Celsus definit, ius est ars boni et
aequi.5

2. Traducciones españolas.

A. Traducción de Bartolomé Agustín Rodríguez de Fonseca.

Ulpiano en el libro primero de las instituciones.- El que haya de estudiar el derecho, conviene
que primero sepa de donde trae su origen este nombre: tiene su denominación de la justicia,
porque según lo define elegantemente Celso, es el arte de lo bueno y lo equitativo.6

B. Traducción de Ildefonso L. García del Corral.

ULPIANO; Instituciones, libro I.- Conviene que el que haya de estudiar el derecho, conozca
primero de dónde viene la palabra ius (derecho). Llámase así de iustitia (justicia); porque, según
lo define elegantemente Celso, es el arte de lo bueno y equitativo.7

C. Traducción de la edición del Libro I del Digesto de la Pontificia Universidad Católica del
Perú.

3
CORPUS IURIS CIVILIS / EDITIO STERREOTYPA SEPTIMA / VOLUMEN PRIMUN / INSTITUTIONES /
RECOGNOVIT / PAULUS KRUEGER / DIGESTA / RECOGNOVIT / THEODORUS MOMMSEM / BEROLINI
/ APUD WEIDMANNOS / MDCCCXCV (El texto transcripto corresponde a la página 1 del Digestorum seu
Pandectarum).
4
OTTO LENEL / PALINGENESIA IURIS CIVILIS / VOLUMEN ALTERUM / EX OFFICINA B. TAICHNITZ /
LIPSIAE MDCCCLXXXIX / EX IL CIGNO GALILEO GALILEI / ROMA MM / prefazione di / MARIO
TALAMANCA / a cura di / LUIGI CAPOGROSSI COLOGNESI / IL CIGNO GALILEO GALILEI / ROMA (El
texto transcripto corresponde a la página 926).
5
CONSTITUCION DEO AUCTORE Y LIBRO I DEL DIGESTO DEL EMPERADOR JUSTINIANO / Prólogo y
cuidado de a edición a cargo del Profesor Pierángelo Catalano, de la “Universidad de la Sapienza”, de Roma /
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU / FONDO EDITORIAL 1990 (El texto transcripto
corresponde a la página 22).
6
Traducción de Bartolomé Agustín Rodríguez de Fonseca, ob. cit. pág. 31.
7
Traducción de I. García del Corral, ob. cit. pág. 197.
ULPIANO; Instituciones, libro I.- Conviene que el que ha de dedicarse al derecho, conozca
primero de dónde proviene la palabra ius (derecho). Llámase así de iustitia (justicia); porque,
según lo define elegantemente Celso, es el arte de lo bueno y equitativo.8

D. Traducción de Alvaro D’Ors.

Conviene que el que ha de dedicarse al derecho, conozca primeramente de dónde deriva el


término “ius” <o derecho>. Es llamado así por derivar de “justicia”; pues, como elegantemente
define Celso, el derecho es la técnica de lo bueno y de lo justo.9

3. Análisis semántico y sintáctico de las palabras10.

ULPIANUS: nominativo singular masculino, núcleo del sujeto;


LIBRO: ablativo masculino singular, núcleo del circunstancial de lugar;
PRIMO: ablativo masculino singular, modificador directo del núcleo del circunstancial de lugar;
INSTITUTIONUM: genitivo plural masculino, modificador del núcleo del circunstancial;
IURI: dativo singular neutro, objeto indirecto;
OPERAM: acusativo singular femenino, objeto directo;
DATURUM: participio futuro acusativo singular masculino, sujeto de proposición sustantiva;
PRIUS: adverbio, circunstancial de tiempo;
NOSSE: infinitivo presente, núcleo del sujeto;
OPORTET: verbo, tercera persona del singular, presente, modo indicativo;
UNDE: adverbio interrogativo, circunstancial de lugar;
NOMEN: nominativo singular neutro, núcleo del sujeto;
IURIS: genitivo singular neutro, modificador directo;
DESCENDAT: verbo núcleo, tercera persona del singular, presente, modo subjuntivo;
EST: verbo tercera persona del singular, presente, modo indicativo;
AUTEM: conjunción nexo coordinante;
A: preposición;
IUSTITIA: ablativo singular femenino, término del circunstancial de lugar;
APPELLATUM: verbo, tercera persona del singular, pretérito perfecto voz pasiva;
NAM: conjunción nexo coordinante;
UT: conjunción modal;
ELEGANTER: adverbio, circunstancial de modo;
CELSUS: nombre propio, nominativo singular masculino, sujeto;
DEFINIT: verbo, presente modo indicativo, tercera persona del singular;
IUS: nominativo singular neutro, sujeto;
EST: verbo tercera persona del singular, presente, modo indicativo;
ARS: nominativo singular femenino, núcleo del predicativo;
8
Traducción de la edición del Libro I del Digesto de la Pontificia Universidad Católica del Perú., ob. cit. pág. 22.
9
EL / DIGESTO / DE / JUSTINIANO / TOMO I / CONSTITUCIONES PRELIMINARES Y LIBROS 1 – 19 /
VERSION CASTELLANA / POR / A. D’ORS / F. HERNANDEZ – TEJERO, P. FUENTESECA / M. GARCIA –
GARRIDO Y J. BURILLO / CON LA AYUDA DEL C. S. I. C. / 42 / EDITORIAL ARANZADI / PAMPLONA /
1968. (El texto transcripto corresponde a la página 45).
10
Blanquez Fraile, A., Diccionario Latino-Español/Español-Latino, Tres Tomos, Ramón Sopena S.A., Barcelona,
1988.
BONI: genitivo singular neutro, modificador directo;
ET: conjunción copulativa;
AEQUI: genitivo singular neutro, modificador directo.

4. Traducción propia.

Ulpiano en el libro primero de las instituciones.- Conviene que el que haya de dedicar su
esfuerzo al derecho conozca primero de dónde deriva la palabra ‘ius’ (derecho), que es llamado
así porque proviene de ‘iustitia’ (justicia) pues, cómo elegantemente lo define Celso, el derecho
es el arte de lo bueno y lo equitativo.

5. Libro y título del Digesto11.

La ubicación del fragmento bajo análisis corresponde en la obra compiladora justinianea


a: Digesto, Primera Parte, Libro I, Título I , De la justicia y el derecho, cuyo rótulo es idéntico al
del Libro I, Título I de la Instituta de Justiniano12.

El Libro I comprende veintidós títulos, a saber: I (De la justicia y el derecho); II (Del


origen del derecho y de todas las magistraturas, y de la sucesión de los jurisconsultos); III (De
las leyes y de los senadoconsultos y de la costumbre inmemorial); IV (De las constituciones de
los príncipes); V (Del estado de los hombres); VI (De los que son dueños de sí, o están bajo la
potestad de otro); VII (De las adopciones y emancipaciones, y de los otros modos por los que se
disuelve la potestad); VIII (De la división y cualidad de las cosas); IX (De los Senadores); X
(Del cargo de Cónsul); XI (Del cargo de Prefecto del Pretorio); XII (Del cargo de Prefecto de la
Ciudad); XIII (Del cargo de Cuestor); XIV (Del cargo de pretor); XV (Del cargo de Prefecto de
los Vigilantes); XVI (De los cargos de Procónsul y Legado); XVII (Del cargo de Prefecto
Augusto); XVIII (Del cargo de Presidente); XIX (Del cargo de Procurador del Cesar o
Contador); XX (Del cargo de Jurídico); XXI (Del cargo de aquel a quien se delegó jurisdicción);
XXII (Del cargo de Asesor).

6. El autor, sus escritos y las fuentes.

El jurista Romano Domitius Ulpianus nació Tiro, Fenicia13 hacia el año 170 y murió en
Roma en el año 228. Los datos acerca de su vida no son muy precisos. Ulpiano perteneció al
período de la jurisprudencia romana clásica14, y desarrolló su actividad pública y jurídica durante
el Principado en la época de los emperadores Severos, desde Septimio hasta Alejandro.

11
Traducción de García del Corral, ob. cit. pág. 197 a 245.
12
I. 1,1,1.
13
D. 50, 15, 1 pr.. También, Schulz, Storia della giurisprudenza romana, trad. it. di G. Nocera, Firenze, 1968, 187.
14
Según Schulz la jurisprudencia clásica corresponde al período que va desde Augusto a Diocleciano y divide en dos
fases, tomando como punto de inflexión el acceso al trono por parte de Adriano (117-138 d.C). Durante el
Principado se burocratiza la administración pública y, a raíz de ello, la jurisprudencia toma una nueva dirección
(conforme Schulz, F., ob. cit. pág. 181s.). Adriano codificó el edicto, incluyo a los principales juristas como
miembros de su concilio y proveyó a una completa preparación jurista de los futuros funcionarios (conforme Schulz,
F., ob. cit. pág. 184). A partir de allí la jurisprudencia perdió su libertad se subordinó a la voluntad del Estado
convirtiéndose al fin en sierva del emperador (Pringsheim, F., JRS, 1934, 24, 149 s.).
Este jurista fue empleado en la administración central. Primeramente se desempeño como
miembro del consejo de un pretor. Posteriormente entre los años 205 y 212 fue junto a Paulo15
asesor de Papiniano que actuaba como Prefecto del Pretorio, cargo que él también detentaría
durante la época de Caracalla.

Durante la época de Heliogábalo cae en desgracia y es desterrado, pero a principios del


222 d.C al asumir como emperador Alejandro Severo (222-235 d.C.) retorna y se destaca
nuevamente. Nombrado magister libellorum, formó parte del Consejo imperial. Ocupó también
el cargo de preafectus annonae, alcanzando finalmente el caro de praefectus praetorio.16 Tareas
que le permitieron tener acceso a los archivos imperiales17.

Como jurista de la burocracia imperial, se sostiene que sólo ocasionalmente se dedicó a la


enseñanza académica18. Guarino refiere que en los años 212-222 d.C. se dedicó al estudio y a la
enseñanza del derecho19. Agrega Schulz que es probable que juristas como Papiniano, Paulo y
Ulpiano “hagan aún de la enseñanza, quizas no todavía una verdadera escuela, sino, como bajo la
República, la intimidad de un círculo de amigos”20.

Ulpiano fue un autor de gran fecundidad, sus principales obras fueron: ochenta y un libros
ad Edictum Praetoris Urbanus característico por la minuciosidad con que examina el Edicto; un
comentario en dos libros ad Edictum Aedilium Curulium; cuatro libros ad legem Iulinam de
Adulteriis; y, cincuenta y un libros ad Massurium Sabinum. Como apéndices de aquellos: seis
libros fideicommissorum; cuatro libros de appellationibus; cuatro libros ad legem Aeliam
Sentiam; veinte libros ad legem Iuliam et Papiam21.

Escribió también numerosas obras acerca de las atribuciones de los magistrados y


funcionarios imperiales, tales como: diez libros de officio Proconsulis; tres libros de officio
Consulis; libros singulares de officio Consularium, de officio Praefecti Urbi, de officio Praefectii
vigilum, de officio Curatoris Reipublicae; y, diez libros de Omnibus Ttribunalibus. Con relación
a la casuística: dos libros responsorum; y, diez libros disputationum22. Finalmente, con relación a
la enseñanza: dos libros institutionum; y, siete libros regularum23.

Del mismo Ulpiano se conserva fuera del Copus Iuris Civilis el liber singularis regularum,
que se conoce a través de un manuscrito del siglo X, que figura a continuación de la Lex Romana

15 Guarino, A., L’Esegesi delle fonti del Diritto Romano, I, Napoli, 1982, ob. cit. pág. 234.
16
Guarino, A., ob. cit. pág. 234; Schulz, F., ob. cit. pág. 194.
17
Schulz, F., ob. cit. pág. 440.
18
Contrariamente, hasta el siglo II encontramos juristas del tipo puramente académico (Schulz ob. cit. pág. 490).
19
Guarino, A., ob. cit. pág. 235.
20
Schulz, F., ob. cit. pág. 219.
21
Ponssa de la Vega de Miguens, N., Reglas de Ulpiano, Lerner, Buenos Aires, 1970, pag. 15. Según Schulz
Ulpiano fue el último escritor clásico sobre el edicto (ob. cit. pág. 359).
22
Guarino niega la titularidad de los seis libros opinionum atribuidos a Ulpiano ( ob. cit. pág. 237).
23
Guarino niega la titularidad del libro singularis regularum atribuido a Ulpiano (ob. cit. pág. 237). En idéntico
sentido, Grosso ob. cit. pág. 446. Ponssa de la Vega de Miguens, N., los menciona sin dudar de su autoría ob. cit.
pág. 15.
Wisigothorum. Algunos pasajes coinciden con citas contenidas en el Digesto y en la Collatio, las
que llevan la rúbrica Ulpiani liber singularis regularum 24.
También se conservan algunos fragmentos sueltos25: Los fragmentos Vindoboneneses que
contienen algunos pasajes cortos de las Institutiones. Los pergaminos de Estrasburgo que
recogen algunos fragmentos de los libros II y III de las Disputationes. Dos citas, una del libro
XLVI ad Edictum y otra de ad Sabinum que se encuentran en el de Institutione oratoria de
Prisciano. Una cita del libro VI ad Edictum que se encontró en el Spicilegium Solesmense entre
los escritos del autor eclesiástico Pacato. Varios fragmentos, uno de los cuales es del libro XXVI
ad Edictum, conservados en un papiro incompleto de los Rylands Papyri.

Los principales juristas contemporáneos de Ulpiano fueron Papiniano, Paulo y Modestino.


Grosso sostiene que Ulpiano como jurisconsulto fue menos profundo y original que Papiniano,
sin embargo, aunque difieren en estilo y mentalidad, lo ubica en paridad con Paulo. Ambos
fueron grandes compiladores de la doctrina oficial sustentada en la política de los emperadores
Severos. Paulo y Ulpiano, más jóvenes que Papiniano, le sobrevivieron después de haber sido
sus rivales. Ulpiano tuvo por contemporáneo a Marciano, y por discípulo a Modestino, quien
vivió a mediados del siglo III y fue el último gran jurisconsulto de la época clásica26.

Siglos después la Ley de Citas reconoció a Ulpiano como uno de los cincos jurisconsultos
cimeros cuyos escritos gozaban de autoridad27. Esta Constitución de Teodosio II y Valentiniano
III data del año 426 y fue un intento por poner un cierto orden en la utilización del material de la
jurisprudencia clásica28. En ella se refleja el prestigio superior de Papiniano y la igualdad de
consideración por Ulpiano y Paulo cuyas notas puestas a la obra de Papiniano habían sido por
igual invalidadas por una Constitución de Constantino en el 32129 y posteriormente rehabilitadas
por Justiniano en la Constitución Deo Auctore 30.

7. Obra originaria.

Los compiladores justinianeos supieron apreciar la obra de Ulpiano y es por ello que casi
la mitad de los fragmentos del Digesto le pertenecen. El fragmento que se analiza constituye una
manifestación del género que puede ser denominado como institutionum, vale decir, un texto
24
Ponssa de la Vega de Miguens, N., ob. cit. pág. 16.
25
D’Ors Perez-Peix, A., Presupuestos Críticos para el Estudio del Derecho Romano, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Salamanca, 1943, ver la pág. 103 y siguientes.
26 Petit, E., Tratado Elemental de Derecho Romano, Albatros, Buenos Aires, 1958.
27CODIGO / TEODOSIANO / LIBRO PRIMERO / TRADUCIDOS DEL LATIN AL CASTELLANO / Traductor-Director /
Profesor Doctor / AGUSTÍN DIAZ BIALET / Traductores Colaboradores / PROF. DR. HUMBERTO VAZQUEZ / PROF. DR.
SILVANO A. PAUTASO / PROF. DR. MIRKO ETEROVIC / REVISTA / DE LA / SOCIEDAD ARGENTINA / DE /
DERECHO ROMANO / Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional de Córdoba, 1975. C.T. 1. 4. 1.
“Después de otras cosas. Confirmamos todos los escritos de Papiniano, Paulo, Gayo, Ulpiano y Modestino,...”
28 Schulz, F., ob. cit. pág. 505.
29C.T. 1. 4. 1. “Desde que deseamos que se eliminen las eternas disputas de los prudentes, ordenamos que sean suprimidas las
notas a Papiniano de Ulpiano y Paulo, quienes buscando la alabanza del ingenio, prefirieron desvirtuarlo antes que corregirlo”.
30Const. Deo Auctore. párrafo 6 “Y no juzguéis por la muchedumbre de autores lo que es mejor y más equitativo, pues a las
veces puede la opinión de uno sólo, y aun del peor, superar en punto a las de los mas numerosos y mejores. Y por eso, no
deberéis rechazar sin examen lo agregado antes de ahora en las notas de Emilio Papiniano, tomado de Ulpiano y de Paulo, y aun
de Marciano, que anteriormente no gozaban de autoridad alguna por la gran consideración que se tenía al muy esclarecido
Papiniano...”
jurídico elemental elaborado con finalidad propedéutica. El término fue empleado en el Derecho
romano para designar también las materias particulares que se consideran en aquel estudio y el
conjunto de reglas que se refieren a ellas31. Schulz, aunque carece de pruebas suficientes, duda
respecto su autenticidad32.

Entre nosotros se usan indistintamente institutiones, institutas e incluso el singular


instituta, para expresar alguna en particular. Mientras que la palabra institutas fue tomada del
latín corrompido de la Edad Media o del francés, el término institutiones procede
inmediatamente del latín y es considerado el más adecuada al lenguaje científico. Sin embargo,
no podemos dejar de observar que, aunque demos preferencia a este último –incluida su
traducción española instituciones–, ambas designaciones se han difundido por igual en los
ámbitos académicos33.

El estilo de Ulpiano en esta obra se caracteriza por ser “fácil sí, pero nunca negligente”34,
es un lenguaje “claro, espontáneo, conciso y absolutamente carente de retórica”35. Si bien
“prudente quietismo concuerda con el auténtico espíritu clásico”, y, por el contrario, “su estilo
resiente de la tradición clásica”36.

A pesar de las opiniones de Guarino y Schulz, pensamos que Kunkel 37 tiene razón
cuando afirmaba que la jurisprudencia romana no dejaba gran margen para que se desarrollaran
rasgos individuales de importancia y que nos encontraríamos en apuros si tuviéramos que señalar
lo típico de personalidades tan destacadas –como la de Ulpiano–, ya todos los juristas clásicos
tenían el mismo objeto, método, lenguaje y estilo.

Cabe mencionar también que a Ulpiano se le criticó por su empleo de giros hebraicos.
Opinión en este sentido por igual Gilberto Regius Moseremus y Everardo Otto. Sin embargo,
Heinecio mostró que las expresiones hebraicas fueron empleadas también por otros latinos
clásicos, tales como Cicerón, Tito Livio y Quintiliano. Posteriormente Volterra demostró que los
hebraísmos atribuidos a Ulpiano eran inexactos 38.

8. Jurista citado.

Ulpiano en el fragmento que se comenta cita al prestigioso jurista del siglo I d.C.,
39
Celso . Pomponio en la parte final del fragmento 1, 2, 2, 47 del Digesto dedicado a la sucesión

31
D' Ors, A., Derecho Privado Romano, Ediciones Universidad de Navarra S.A., Pamplona, 1991, pág. 29.
32
Schulz, F., ob. cit. pág. 304.
33
Ortolán, M., Instituciones de Justiniano, Editorial Heliasta. S.R.L., Buenos Aires, 1976, pág.17.
34 Schulz, F., ob. cit. pág. 355.
35 Schulz, F., ob. cit. pág. 356. Según Schulz el lenguaje técnico jurídico nacido con la jurisprudencia republicana se
caracterizada por su simpleza, concisión y elegancia, un estilo literario que continuó durante casi todo el Principado. Comparte
este criterio Quintiliano cuando afirma que los juristas estaban muy atentos a la precisión de los términos y que no recurrían a
efectos retóricos.
36 Schulz, F., ob. cit. pág. 355.
37
Kunkel, W., Historia del Derecho Romano, Ariel, Barcelona, 1973, pág. 120.
38
Ponssa de la Vega de Miguens, N., ob. cit. pág. 15.
39
D. 1, 2, 2, 47, in fine.
de los jurisconsultos relata que Celso perteneció a la “escuela de Labeo”. Regida ésta
posteriormente por Nerva padre, Próculo, Nerva hijo, Longuino, Pegaso, Celso padre, Celso
hijo y Neracio40.

Estimamos en razón de la importancia y vastedad de su obra que el Celso citado en el


fragmento no es Celso el viejo, sino el joven, Publius Juventus Celsus, pretor en 106 o 107 y
cónsul por segunda vez en 129, consiliario de Adriano, que fue uno de los juristas romanos más
eminentes y famosos debido a una serie de obras de gran valor, especialmente sus Digestorum
libri41.

9. Primer tema tratado: la etimología de la palabra ‘ius’.

Ulpiano en el fragmento que se analiza no plantea ningún caso particular sino que, como
introducción de sus instituciones, intenta dar una etimología de la palabra ius afirmando que
proviene de iustitia. Sin embargo, no es pacífico el debate sobre la etimología de esta palabra y
como a continuación veremos nuestro autor se equivoca en su afirmación.

Algunos derivan el vocablo ius del verbo iungo que significa juntar, unir o enlazar, en el
sentido de que los hombres quedan unidos en los negocios, como los bueyes por el yugo. Otros
la derivan de iurare, que significa jurar y esto permite pensar en una relación con Iovis-Iuppiter,
que era la divinidad que castigaba el perjuirio42. Sin duda que la palabra propiamente romana ius
vincula lo jurídico con la justicia, de allí que en una forma muy amplia podamos decir que ius
significa ‘lo justo’43, pero las etimologías hasta aquí tratadas carecen de suficientes fundamentos.

Según Di Pietro al término ius se lo vincula con el vocablo indoiranio yaus. Este era
empleado en los textos indios (yóh) e iranios (yaos) para significar como una persona o una cosa,
a partir de una ‘situación normal’ o ‘profana’, podía obtener una valor máximo u óptimo, por
medio de la realización de determinados ritos. De allí, por la relación lingüística indoeuropea,
pasa a Roma, aplicado ahora a las relaciones jurídicas. Según Di Pietro esto explica porque en el
antiguo ius la aplicación está dada más que por la aplicación del sustantivo, por la del adjetivo
iustus, –a, –um, para referirse a una situación normal44.

Profundizando esta orientación, el filósofo y filólogo argentino García Bazán afirma que
para encontrar los orígenes de la palabra latina ius debemos remontarnos a las raíces
indoeuropeas yous y yewos que significa regularidad o conformidad. De estas derivan en
sánscrito yos que expresa prosperidad también con el sentido de regularidad y en avéstico (iranio
antiguo) yaôs...dâ, que significa poner en estado ritualmente. De aquella alternancia de raíz
indoeuropea (yous y yewos) derivan también el ious-ius que en latín arcaico expresa la idea de
regularidad o conformidad con el sentido de derecho45.

40
Von Mayr, R., Historia del Derecho romano, Tomo I, Labor, Barcelona, 1929, pág. 343.
41
Di Pietro, A., Derecho Privado Romano, Depalma, Buenos Aires, 1996, pág. 38. En igual sentido Antonio
Fernández de Buján, Conceptos y dicotomías del “IUS”, en Religión y Cultura, XLVI, Madrid, 2000, pág. 124.
42
D' Ors, A., ob. cit. pág. 43.
43
Di Pietro, A., ob. cit. pág. 37.
44
Di Pietro, A., ob. cit. pág. 37.
45
Conforme opinión experta del filósofo investigador del CONICET Dr. Francisco García Bazán.
En latín el origen de todas las derivaciones es el sustantivo ius-iuris (nominativo y
genitivo), con el sentido de regularidad o derecho. Numerosos vocablos compuestos como el
adjetivo iustus, –a, –um (justo) o el adverbio iuste (con justicia o justamente), sus opuestos
iniustus e iniuria se derivan de él, al igual que muchos otros vocablos como iurisprudentia,
iurisdictio, iudicium, iudicare, iustitia, iurisperitus, etc. De ius también derivan en las lenguas
románicas, entre otros vocablos, jurídico, giuridico, xuridico, giuridique y el germánico
juristich46.

De lo expuesto podemos concluir que, inversamente a lo expresado por Ulpiano, ius no se


deriva de iustitia, sino que a la al revés iustitia y muchos otros vocablos –incluso de lenguas
modernas– devienen de la palabra latina ius-iuris cuyo origen se remonta probablemente al
indoeruopeo47.

10. Segundo tema tratado: la definición de ‘ius’.

La clásica definición de Celso hijo, que Ulpiano rescata ‘ius est ars boni et aequi’ –el
derecho es el arte de lo bueno y lo equitativo– ha sido objeto de numerosos estudios. Mientras
algunos la critican afirmando que es una vacua frase retórica otros la ponderan por su elegancia y
concisión48. Veamos en detalle los términos de esta definición.

a) Ars

Los griegos emplearon el término téchne con frecuencia traducido al latín como ars. La
palabra latina ars que se traduce al español como arte, se vincula al sánscrito r.tá que significa
orden y rtus que significa período de tiempo, norma. También se relaciona al avéstico o persa
antiguo artha con el sentido de orden y verdad y a los vocablos griegos arithmós que significa
número, ritmos ritmo y areté virtud49.

La distinción entre técnica y arte es escasa cuando, lo que hoy denominamos técnica se
encuentra poco desarrollada. En este sentido arte se emplea para designar una habilidad mediante
la cual se hace algo, sin embargo, no cualquier capacidad es un arte sino aquella que sigue ciertas
reglas, vale decir, una actividad desarrollada de un modo particular que exige de quien la realiza
destreza y talento50.

Por eso se dijo “artis proprium est creare et gignere”, es propio del arte crear y producir,
y se habla del ‘arte’ de vivir, del ‘arte’ de escribir, del ‘arte’ de pensar, asimismo se dice también
bella ‘arte’ y bellas ‘artes’. Estos significados no son totalmente independientes, sino que los
religa la idea de hacer o producir algo siguiendo ciertos métodos y modelos. Tanto el término

46
En este sentido García Bazán afirma que en el antiguo irlandés huise proviene del genitivo iustiyos que resulta
equivalente al adverbio latino iuste.
47
Conforme opinión experta de García Bazán.
48
Fernández de Buján, ob. cit. pág. 124; en igual sentido Di Pietro, A., ob. cit. pág. 38.
49
García Bazán, F., Aspectos inusuales de lo sagrado, Trotta, Valladolid, 2000, pág. 50.
50
Ferrater Mora, J., Diccionario de Filosofía, Ariel, Barcelona, 1999, pág. 3450.
latino ars, como en griego téchne, significaban un método o conjunto de reglas, habiendo tantas
artes como tipos de objetos51.
El ars iuris de los romanos a lo largo de su historia se caracterizó de manera especial por
su realismo y pragmatismo, esto se tradujo en términos jurídicos en una lógica más preocupada
por el caso concreto que por formular definiciones abstractas acordes con una especulación
teórica que les era ajena. La definición de Celso –ius est ars boni et aequi– describe la actividad
propia de los juristas romanos, que realizada con mayor o menor destreza y talento, pero siempre
aplicando el mismo método al mismo objeto y, hasta cierto punto, empleando el mismo lenguaje
y estilo intelectual52.
b) Boni
La palabra latina bona deriva del adjetivo bonus. –a, –um, y en el lenguaje augural eran
las palabras del buen augurio que pronunciaba el sacerdote oficiante. En la época clásica de la
literatura, siglo I a. C., lo usual era emplear el singular bonum para designar lo espiritual y el
plural bona para los bienes materiales. Pero ya en la época cristiana el uso se unifica y es
indistinto, podía aludir tanto a lo espiritual como a lo material e incluso hacer referencias a
ambas cosas simultáneamente.
El término latino bonum, traducción del vocablo griego agathon53, significaba tanto lo
bueno y el bien, como así también, lo que ofrece alguna ventaja, utilidad o interés, e incluso se
empleo con el sentido de bien público. De esta forma se pone en evidencia la distinción entre el
sentido moral y no moral del término. Se trata de un significado general que no necesariamente
es moral.
Según Lapieza Elli, “bonum no significa, necesaria ni especificamente, lo bueno moral –
los griegos lo traducían por kalón: lo bello, lo bien dispuesto, lo proporcionado, lo apto–, sino lo
que es bueno, útil para algo: ese algo es, en este caso, la convivencia social”54.
Quienes traducen bonum como lo ‘bueno moral’ critican a Celso –así como a los
principios del derecho de Ulpiano “vivir honestamente, no dañar a otro, dar a cada uno lo suyo”–
por confundir lo jurídico con lo moral, sin embargo, podría objetárseles que, que si bien el
derecho no prescribe la conducta moral, no prescindía de ella. En Roma la moral era vigilada y
sancionada por el censor, además, una obligación se anulaba si su objeto era una prestación
inmoral, en los iudicia bonae fidei estaba excluido un comportamiento inmoral, y la exceptio doli
se empleó contra toda pretensión jurídica repugnante al sentir social55.

c) Aequi
El término latino aequum, –i, que se traduce al castellano como equidad, justicia e
igualdad, se vincula con el vocablo aequus, –a, –um, que significa llano, liso, plano y con la

51
Ferrater Mora, J., ob. cit. pág. 246.
52
Kunkel, W., ob. cit. pág. 120.
53
Conforme opinión experta de García Bazán.
54
Lapieza Elli, A. E., Historia del Derecho Romano, Cooperadora de Derecho y Cs. Ss., Bs. As., 1981, pág. 15.
55
Lapieza Elli, ob. cit. pág. 15.
palabra aequor, –oris con el sentido de lisura, llanura planicie, de allí entonces que se empleara
para aludir a la superficie sin promontorios y poéticamente al mar. El término aequitas es la
traducción al latín de la palabra griega epieíkeia. A continuación veremos primero su sentido
griego y el significado que tuvo para los juristas latinos en las épocas clásica y postclásica56.

“Epieikeuo, –explica García Bazán– ser de proporciones mesuradas, ser prudente. ... El
concepto de epieíkeia (=homalótes, uniforme, llano), traducido al latín como aequitas, conserva
su sentido correcto de acuerdo con la interpretación autorizada de los antiguos en la mejor
tradición jurídica universitaria, al menos hasta mediados del siglo XVIII...” 57

Encamina la antigua tradición griega Aristóteles cuando en su Etica Nicomáquea


reconoce “que lo equitativo, si bien es justo, no lo es de acuerdo con la ley, sino como una
corrección de la justicia legal.” La razón de esta necesidad de enmendar la ley es que hay casos
en los que no es posible tratar las cosas justamente del modo universal legalmente previsto. “Y –
continúa el Estagirita– tal es la naturaleza de lo equitativo: una corrección de la ley en la medida
en que su universalidad la deja incompleta” 58.

Aristóteles fue el primero en advertir que la ley, por su carácter general, no puede regular
toda la realidad práctica en su concreción fenoménica. La ley resulta en muchos casos deficiente,
no porque lo sea en sí misma sino porque la regulación a que se refiere, la vida humana, es
siempre deficiente y no admite una simple aplicación. La norma legal se ubica entonces en una
tensión necesaria respecto del caso particular no contemplado en su generalidad, exigiendo del
interprete que pretenda hacer justicia obrar con equidad encontrando un mejor derecho59.

Hasta aquí la concepción griega de epieíkeia que ateniéndose al caso, pone en ejercicio la
prudencia del que juzga e introduce modificaciones beneficiosas a la justicia legal, ya que siendo
ésta general, puede ser desbordada por casos particulares que no estén contemplados en su
generalidad ni previstos en su proyección60. Pero esta acepción si bien es útil no resulta
suficiente ya que la aequitas romana guarda diferencias con el análogo concepto griego de la
epieíkeia.

En época clásica romana la aequitas, como ideal de justicia era la aspiración de toda
norma jurídica. La norma que no respondía a este ideal originaba una antítesis entre el ius o lo
iustum y lo aequum61. Fue el pretor quien, invocando la equidad, introdujo una interpretación
más ajustada a la realidad de su época, a la conciencia social entonces vigente, que respondía
mejor a las circunstancias que concurrían en un caso o cubrían una ausencia de regulación,
suponiendo todo esto una innovación con arreglo al ius civile introducida en atención a las
exigencias de justicia del caso concreto. De esta forma el antiguo ius civile recibía del pretor el
soplo vivificante de la equidad para que sus soluciones no condujeran a una iniquidad62.
56
Bonfante, P., Instituciones de Derecho Romano, Reus, Madrid, 1959, pág. 7; en igual sentido opina García Bazán.
57
García Bazán y AA.VV., Temás de Filosofía del Derecho, Leuka, Buenos Aires, 2002, pág. 59.
58
Aristóteles, Etica Nicomaquea. Etica Eudemia, Gredos, Madrid, 2003, pág. 265..
59
Gadamer, H-G., Verdad y Método, Sígueme, Salamanca 1999, págs. 389 y 390.
60
García Bazán ob. cit. pág. 55.
61
Bonfante, ob. cit. pág. 8.
62
Bonfante, ob. cit. pág. 8; en igual sentido Fernández de Buján, ob. cit. pág. 127.
Posteriormente en la época romana postclásica por la influencia del cristianismo la
aequitas asume un contenido más acorde con el de humanidad. Se emplearon como sinónimos
pietas, benignitas, charitas, benevolentia, clementia, con el significado de indulgencia general,
con respecto a las circunstancias del caso apreciadas por el juez, vale decir, con el sentido de que
era necesario suavizar el exceso de rigor en la interpretación y aplicación del derecho.63
Este último significado que se apartó de la concepción clásica y retomó el sentido de la
palabra griega epieíkeia, es el que llegó a las fuentes justinianeas e influyó en el significado que
modernamente se le reconoce a la palabra equidad. En opinión de Bonfante este nuevo sentido no
tiene relación alguna con la palabra romana aequitas y es la significación que tiene en los textos
que aluden a ella en el Título XVII del Libro L del Digesto Justinianeo titulado De diversis
régulis iuris antiqui64.
11. Nuestras conclusiones respecto a la definición de Celso.
1° Celso no definió el ius (derecho) con el sentido de ‘derecho objetivo’ (sistema
normativo), ni tampoco con el significado de ‘derecho subjetivo’ (facultad conferida por las
normas a una persona para hacer u omitir algo), sino como ars, la actividad propia y peculiar que
desarrollaron los juristas clásicos a lo largo varios siglos aplicando el mismo método al mismo
objeto y, hasta cierto punto, empleando el mismo lenguaje y estilo intelectual65.
2° La actividad de los juristas se circunscribía a encontrar las soluciones más adecuadas a
los conflictos que surgían entre las personas, referidos al aprovechamiento privado de las cosas.
Sus soluciones eran aplicadas luego por los jueces al dar éstos sus sentencias en los litigios que
por referirse a intereses particulares, se denominaban iudicia privata.
3° Lo bonum era lo bueno y también lo que ofrece alguna ventaja o utilidad. La
definición celsiana no confundió su sentido moral con el referido al provecho personal.
Pensamos que aludía a lo que resulta más ventajoso y útil en relación al caso concreto, aunque
esto no necesariamente excluía a lo moralmente bueno.
4° La aequitas romana es más amplia en sus alcances que la epieíkeia griega. El texto de
Aristóteles suele ser interpretado de manera acotada como corrección de la justicia legal, aunque
en realidad, debe entenderse como la posibilidad de especificación del texto legal en una norma
individual. A pesar de reconocerle mayor virtud a lo escrito por el Estagirita los romanos fueron
más allá al darle un sentido de permanente adecuación a la realidad social.
5° Si en un caso concreto se contraponen lo bonum y lo aequum se hace prevalecer al
segundo. En este sentido Trifonino deja claro que “la buena fe, que se exige en los contratos,
requiere suma equidad” y propone atender a la “equidad de todo el caso, que se consuma en
virtud de todas las personas que intervienen” en el negocio 66.

63
Argüello, L. R., Manual de Derecho Romano, Astrea, 1976, pág. 10. En igual sentido Fernández de Buján, ob. cit.
pág. 127.
64
Fernández de Buján, ob. cit. pág. 127. Digesto 50.17.90: PAULO; Cuestiones, libro XV.- Ciertamente que en todos
los casos, pero principalmente en los de derecho, se ha de tender a la equidad; y Digesto 50.17.183: MARCELO;
Digesto, libro III.- Aunque nada se ha de alterar en las solemnidades, se ha de auxiliar, sin embargo, cuando lo
requiere una evidente equidad.
65
D' Ors, A., ob. cit. pág. 1 y 2.
66
D. 16,3,31, pr. y 1.

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