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TEMA 15 – EL MODELADO DE LAS ZONAS ÁRIDAS.

EL PROBLEMA DE LA
DESERTIZACIÓN. MEDIDAS DE PREVENCIÓN Y CORRECCIÓN.

INTRODUCCIÓN

1. EL MODELADO DE LAS ZONAS ÁRIDAS

1.1. Distribución geográfica


- Regiones:  Hiperáridas  Áridas  Semiáridas
1.2. Distribución geográfica
- Zonas tropicales secas e intertropicales
- Regiones que están bajo el efecto de anticiclones semipermanentes
1.3. Meteorización de las zonas áridas
1.3.1 TEMPERATURA
1.3.2 AGUA
- Modos de actuación
- Formaciones
* Uadis:  Abanicios aluviales  Sebkha (o salares)
* Arroyada en manto
* Suelos ordenados:  Grietas de desecación  Barniz desértico  Costras
1.3.3 VIENTO
- Transporte
- Meteorización: deflación - abrasión
- Formaciones:  Ventifractos  Taffonis  Yardangs
- Acumulaciones eólicas
* Ripples
* Dunas y ERGs:  Transversales  Longitudinales  En estrella o piramidales
* LOESS

1.4 Morfología de las zonas áridas. Concepto de desierto

2. EL PROBLEMA DE LA DESERTIZACIÓN
2.1. Concepto de desertización vs. desertificación
2.2. Factores y causas de la desertificación

3. MEDIDAS DE PREVENCIÓN Y CORRECCIÓN


3.1. La desertización en España

CONCLUSIONES

CONTEXTUALIZACIÓN

 3º ESO. Biología y Geología. Bloque 7. Transformaciones geológicas debidas a la


energía externa.
 2º Bachillerato, Geología. Bloque 4. Procesos geológicos externos.

BIBLIOGRAFÍA

- ANGUITA, F. Origen e Historia de la Tierra. Rueda. Madrid.


- TARBUCK, E.J., y F.K. LUTGENS, (2001). Ciencias de la Tierra. Prentice Hall, Madrid.
- ANCOCHEA, E. et al., (1985). Geología: procesos externos. Ed. Edelvives.
- STRAHLER, (1987). Geografía física. Ed: Omega
- COQUE, R., (1977). Geomorfología. Ed. Alianza Universidad Textos.

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INTRODUCCIÓN

Los climas de las latitudes intertropicales presentan como característica definitoria sus
elevadas temperaturas, pero en función de la mayor o menor continentalidad pueden darse
condiciones de extrema aridez o, por el contrario, de muy elevada pluviometría. En este tema
estudiaremos la primera situación, es decir, veremos las características geomorfológicas de
las denominadas zonas o sistemas áridos.

Las zonas áridas y semiáridas, situadas principalmente entre los 20 y 35º de latitud norte,
suponen casi un tercio de la superficie de los continentes, extendiéndose especialmente por
África, Asia y áreas centrales de América. Presentan un modelado caracterizado por la acción
del viento, aunque también influye en los cauces de las esporádicas aguas de escorrentía.

Tal y como veremos, aunque estas zonas existen de modo natural por falta de precipitaciones
a causa de las características de la dinámica atmosférica, la desertificación o desertización
antropogénica es un problema cuya magnitud aumenta además, a pasos agigantados.

El uso inadecuado de muchas zonas semiáridas las ha llevado prácticamente al nivel de


desierto, lo que acarrea numerosas y graves consecuencias ecológicas. Revisaremos pues
también, cuáles son o deberían ser las medidas de prevención y corrección para evitar esta
degradación que ha llevado incluso al hecho de que cada uno de los españoles no disponga, por
ejemplo, siquiera de media hectárea para su sustento, cifra por debajo del mínimo aceptado
internacionalmente.

1. EL MODELADO DE LAS ZONAS ÁRIDAS

1.1. Distribución geográfica

Una región árida es aquella donde las precipitaciones son escasas y la temperatura lo
suficientemente alta como para desecar el suelo que no se haya protegido por la vegetación ni
la humedad.

Entre los principales factores que producen la aridez de estas zonas además encontramos la
influencia de anticiclones (aire seco y subsidente), y la continentalidad, es decir, la presencia
de barreras montañosas que cierran el paso a vientos húmedos oceánicos. Una excepción son
los desiertos costeros subtropicales, relacionados con las corrientes oceánicas frías, donde,
aunque la humedad atmosférica es elevada, no hay precipitaciones.

La rotación de la Tierra alrededor de su eje produce gigantescos movimientos de aire. Así, los
movimientos descendentes de masas de aire caliente alrededor de la Tierra han producido dos
cinturones de desiertos, uno a lo largo del trópico de Cáncer, en el hemisferio norte, y otro a lo
largo del trópico de Capricornio, en el hemisferio sur, posibilitando la localización de regiones
áridas en:

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 Zonas tropicales secas e intertropicales con acentuado carácter continental de África y
Asia. Dos franjas de desiertos alineados a lo largo de los trópicos en el hemisferio Norte
(Sahara, desiertos de Arabia, de Irán y de Thar, de Mohave y mejicanos) y en el hemisferio
Sur (desiertos australianos, Kalahari y Atacama).

 Regiones que están bajo el efecto de anticiclones semipermanentes. Se sitúan a


mayores latitudes que las anteriores y generalmente presentan clima mediterráneo. No se
restringen al entorno de este mar, sino que también se extienden por:

- Costa pacífica de Sudamérica (Chile, Perú, Ecuador) y Estados Unidos (Baja California).
- Costa atlántica de África del Sur (Angola, Namibia y Sudáfrica) y Australia.
- Desiertos de Asia central y media, Gran Cuenca y piedemonte oriental de las rocosas; la
Pampa, el Chaco y la Patagonia.

La aridez pues, afecta aproximadamente al 31 % de la superficie de las tierras emergidas y


en función del volumen de precipitación anual en estos cinturones y de modo genérico se
distinguen:

- Regiones hiperáridas. Las precipitaciones se sitúan por debajo de los 50 mm/año y se


corresponden aproximadamente el 5% de la superficie de los continentes. Pueden
transcurrir periodos (aún años) sin precipitación. Excepto durante períodos raros de
precipitación, cuando especies efímeras pueden ser usadas para pastoreo, son imposibles
la agricultura y el pastoreo.

- Regiones áridas. Precipitaciones que oscilan entre 50 y 125 mm/año, con lluvias
irregulares pero preferentemente agrupadas en una estación. Como resultado, las zonas
áridas son regiones de baja productividad biótica. En su forma natural generalmente pueden
sostener un extenso pastoreo de ganado pero no agricultura de secano. Rodean zonas
hiperáridas o constituyen el centro de los desiertos, suponiendo un 14% de la superficie
emergida.

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- Regiones semiáridas. Se dan precipitaciones hasta unos 350 mm/año pero con seis
meses secos. La cobertura de vegetación natural herbácea es discontinua con una
influencia mayor de especies perennes que en las zonas áridas. Normalmente pueden
sostener agricultura de secano. Se corresponden con un 11% de la superficie continental.

**La extensión y distribución de las zonas áridas y los desiertos ha variado a lo largo de la
historia de la Tierra, debido a los movimientos continentales y a los cambios climáticos.

1.3. Meteorización de las zonas áridas

El sistema morfoclimático árido está dominado por la meteorización ejercida por tres agentes
principales como veremos: la temperatura, el agua y el viento.

1.3.1. TEMPERATURA

Sus contrastes extremos provocan fenómenos de termoclastía debido a que la diferencia de


temperaturas entre el día y la noche puede superar los 40ºC, provocando ciclos de contracción
dilatación sucesivos en el material rocoso, y consecuentemente la fragmentación mecánica de
las rocas, que acaban por disgregarse al estado de arena. Todo ello provoca la descamación,
resquebrajamiento y la diagregación de los afloramientos rocosos y los derrubios afectados.

En cualquier caso, si la meteorización es importante, la superficie del terreno presenta notable


abundancia de clastos y guijarros liberados por la acción mecánica, mientras que la fracción más
fina es evacuada por deflación eólica.

1.3.2. AGUA

Actúa de tres modos diferentes:

- Encauzada o en mantos de arroyada, en ambos casos con carácter esporádico y


torrencial.
- Hidroclastía: fragmentación provocada por fuertes variaciones del contenido en agua de
ciertas rocas.
- Haloclastía: rotura de las rocas debido a un rápido crecimiento de cristales en sus poros
provocado por una intensa evaporación sobre las soluciones salinas infiltradas en los
mismos.

En las regiones áridas las lluvias pueden estar ausentes durante años y cuando se producen,
lo hacen de forma torrencial. La escorrentía se produce sólo tras un aguacero tormentoso, y aún
así, se extingue a las pocas horas por infiltración y evaporación. Entre las formaciones
generadas por la acción de las aguas encauzadas encontramos:

* UADIS, que son cauces ocasionales, ramblas o rieras (como los mediterráneos) que
desaguan en depresiones interiores (endoreicas) y que suelen ser muy anchos, pareciendo
desproporcionados frente al escaso o nulo caudal que suelen llevar. Su formación da lugar a
una serie de morfologías asociadas:

** Abanicos aluviales. Por transporte de gran cantidad de sedimentos que forman este tipo
de depósitos en su desembocadura.
** Sebkha (playas o bolsones). Lagunas cerradas y efímeras, alimentadas por ramblas o
aguas subterráneas cargadas de sales que con la evaporación se depositan en el fondo.

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* ARROYADA EN MANTO. En los episodios de lluvia torrencial, el agua sin encauzar
(arreico) hace que las laderas desprotegidas de vegetación sean fácilmente erosionadas.
Por ello presentan profundos barrancos, cárcavas y chimeneneas de hadas (dames
coiffés) formando un típico paisaje sobre las laderas repletas de canalillos llamado
BADLANDS como los observables en la zona de las Bárdenas Reales (Navarra).

Otras formas asociadas a la acción de las aguas de arroyada son los GLACIS. Planos
débilmente inclinados (menos de 10º) que se desarrollan habitualmente en el contacto entre
el relieve montañoso y la llanura (knik).

* SUELOS ORDENADOS. Alcanzan un gran desarrollo en zonas periglaciares. Sin


embargo, también se pueden desarrollar en zonas áridas donde están relacionados
fundamentalmente con el contenido en humedad y, en los ambientes de precipitación
salina, se encuentran en relación con periódicas inundaciones y desecaciones.
Observamos:

** Grietas de desecación. Al secarse, los sedimentos de grano fino humedecidos


alcanzan el límite de contracción formando grietas superficiales que, al agruparse forman
sistemas poligonales. Se forman en topografías planas que corresponden en la mayoría
de los casos a depresiones lacustres.

** Barniz desértico. Fina película de tonos oscuros que en algunos desiertos puede cubrir
el 75% de las superficies rocosas. La hipóteis genética más admitida es la basada en un
origen biogénico junto a ciclos de humedecimiento y desecado sumado a la abundancia
de sales de manganeso.

** Costras. Pueden ser de carácter calcáreo -caliches-, silíceo -silcretas- y yesífero -


costras yesíferas-.

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En las zonas áridas, según avanza la erosión sobre los relieves montañosos, estos se van
reduciendo hasta quedar convertidos en cerros residuales, adoptando el nombre de monte isla,
INSELBERG o cerro testigo. A su alrededor, va creciendo una la denominada PEDILLANURA.

1.3.3. VIENTO

El viento tiene una relevancia inversamente proporcional a la humedad del ambiente, ya que
el agua actúa como amortiguadora de su acción modeladora. Esta es la razón de su gran
importancia en zonas áridas y semiáridas.

Mucho más que como agente erosivo, el viento destaca como agente de transporte
hallándose las partículas sueltas y sometidas a la acción del viento, afectadas por fuerzas tales
como la gravedad, fricción y cohesión. De este modo, encontramos que el viento desplaza las
partículas sueltas según los mismos mecanismos que el agua, en función del tamaño de grano y
la velocidad del fluido de cuatro modos distintos:

- Rodadura. Las partículas gruesas (0,5 - 2 mm) son arrastradas por la superficie debido al
empuje del viento y al impacto de otros granos en movimiento.

- Saltación. Levantamiento de una partícula que se desplaza en trayectoria balística y cae


impactando en la superficie.

- Suspensión. Las partículas más pequeñas (<0,06 mm) son incorporadas al flujo turbulento
del aire y pueden mantenerse durante muchos días a alturas considerables.

Produce pues, meteorización mecánica, que se ponen de manifiesto mediante dos


mecanismos principales:

- Deflación. Es el barrido por el viento de los sedimentos finos superficiales, que genera su
movilización y transporte.

- Abrasión. Corresponde al desgaste mecánico que provoca el viento por el golpeteo de la


carga que arrastra.

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Las principales formas de erosión esculpidas por el viento se corresponden con:

* Ventifractos. Se trata de rocas que se han desgastado, picado, pulido e incluso reducido a
formas aerodinámicas por la arena impulsada por el viento. Suelen presentar pequeñas
oquedades (pits), acanaladuras (flutes), surcos (grooves), etc.

* Taffonis. Cuando las rocas tienen partes más blandas y otras más duras, el viento golpea
sobre las primeras y esculpe estructuras con aspecto de "nido de avispa".

* Yardangs. Su forma parece la del casco de un barco invertido y se forman sobre todo en
materiales blandos. Se pueden reconocer sobre todo en areniscas (crestas del Sahara), y
también sobre yesos y calizas (depresión del Ebro).

Y entre las acumulaciones eólicas encontramos:

* Ripples. Son acumulaciones eólicas más pequeñas. Se trata de ondulaciones en las


superficies arenosas orientadas perpendicularmente a la dirección del viento.

* Dunas y ERGS. Son sin duda las formas más llamativas dentro de los desiertos (como los
akles del Sahara o de Arabia Saudí). Se trata de estructuras móviles en las que la arena,
empujada por el viento, asciende mediante saltación, por lo general se van desplazando y
cambiando de forma. Podemos destacar:

** Transversales. Son formas onduladas con cimas sinuosas perpendiculares a los vientos
dominantes. El barján pertenece a este tipo y tiene una forma típica de media luna.

** Longitudinales (o seif). crestas de arena estrechas y largas, paralelas al viento


dominante, de hasta 200 km de longitud.

** En estrella o piramidales. Son las de mayor tamaño que existen en los ERGS y suelen
estar formadas por crestas agudas que convergen en una cima central. Son originadas
por vientos que soplan en tres o más direcciones.

* LOESS. Se forma por formando enormes llanuras de gran espesor que dan lugar a un
depósito amarillento, homogéneo, de grano fino y sin estratificar.

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1.4. Morfología de zonas áridas. Concepto de desierto

La palabra desierto significa etimológicamente "sin vida humana". Desde el punto de vista
climático y biológico es una región con precipitaciones escasas y cobertura vegetal reducida, sea
cual sea su temperatura. En ocasiones, se asocia el concepto de desierto al de campo de dunas
pero en realidad, la mayor parte de los desiertos son extensiones desnudas en las que aflora el
substrato rocoso.

Gran parte de los desiertos se forman en zonas tropicales de altas presiones, donde las
masas de aire frío descienden y se desplazan horizontalmente barriendo la superficie, hacia las
zonas de bajas presiones (tema 11). Se originan así corrientes de vientos constantes que
provocan una deflación intensa. El resultado de esta actividad eólica junto con otros procesos
que actúan conjuntamente trae consigo la generación de los ya mencionados suelos ordenados,
barnices, y costras así como de pavimentos desérticos.

Estos pavimentos desérticos están formados por fragmentos rocosos inmersos en una
matriz de material más fino (arena, limo y arcilla). Se desarrollan en superficies de bajo relieve y
también sobre laderas. Pueden encontrarse también en otros medios morfoclimáticos, aunque es
en las zonas áridas donde alcanzan su mayor expresión, llegando a ocupar importantes
extensiones.

Según se aleja de esa zona en la que aflora el substrato rocoso, el viento transporta las
partículas arrancadas, tanto más lejos cuanto más finas son estas. Se define así una estructura
concéntrica de materaiales: en el centro el resto del macizo montañoso que aún no había sido
erosionado; seguidamente, las HAMADAS; el REG o desierto pedregoso; luego el ERG o
desierto arenoso y, por último, las ya descritas, llanuras de LOESS, que pueden estar a miles de
kilómetros de la zona central. En detalle observamos que:

 Las HAMADAS son elieves estructurales tabulares de pendiente casi nula cuya superficie
puede estar desprovista de fragmentos (hamada rocosa), o recubierta por bloques
angulosos (hamada de bloques) que no han sufrido ningún transporte.

 El REG o desierto pedregoso, que presenta una superficie de gravas o cantos rodados
como resultado de su transporte (REG del Sahara).

 El ERG que como hemos visto, se desarrolla sobre superficies aluviales de escasa
inclinación y en ellos los cantos son redondeados como consecuencia del transporte.

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2. EL PROBLEMA DE LA DESERTIZACIÓN

2.1. Concepto de desertización vs. desertificación

Se llama desertización al proceso natural de aridificación, xerotización o desecación que


puede ser favorecido por la intervención intencionada o no del hombre. También se denomina
así la tendencia natural de los desiertos a aumentar su extensión por procesos como la movilidad
de dunas.

La desertificación por su parte, es la acción antrópica que conduce a la disminución o


destrucción del potencial biológico del terreno, por la degradación de los suelos al superar el
límite de tolerancia, lo que conduce a condiciones de desierto. No se trata de un fenómeno
nuevo, pues ya ha sido causa de decadencia de algunas civilizaciones, pero ha cambiado la
escala del proceso de forma que hoy día afecta aproximadamente a un tercio del planeta. La
situación ha sido comparada acertádamente con una enfermedad de la piel en la que las
erupciones ya existentes empeoran y se suman a nuevos brotes de la enfermedad. Actualmente
las zonas más afectadas suponen unos 5 millones de kilómetros cuadrados, principalmente en el
norte de África, Oriente Medio, Asia Occidental (de Irán a Bangladesh) y gran parte del oeste de
Norteamérica y Suramérica, y afecta a unos 50 millones de personas. Siendo la situación
particularmente preocupante en África.

2.2. Factores y causas de la desertización

En 1984 el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente evaluó en 6 millones de


hectáreas de terreno las que se desertificaban al año; si esta tendencia continúa, para el año
2020 la desertización podría amenazar los medios de vida de otros 1.200 millones de personas
en todo el mundo. No hay que olvidar que la desertización es un proceso lento que se manifiesta
más agudamente en los países secos, teniendo especial manifestación al producirse el deterioro
de los recursos naturales por una intervención del hombre sobre los ecosistemas más frágiles y
vulnerables. Entre los factores condicionantes de la desertización podemos encontrar:

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(a) Factores climáticos. Del clima dependen los mecanismos físicos y químicos que actúan
sobre la superficie del planeta constituyendo pues el factor de diferenciación más importante de
los procesos de erosión y desertización función fundamentalmente del régimen de lluvias, como
se comprueba en las áreas que bordean el Mediterráneo y en regiones semiáridas en general.

(b) La estructura del suelo y sus características geológicas. El conjunto de los aspectos
geológicos que intervienen en la erosión del territorio son la litología, la tectónica y el
modelado. De la litología depende directamente la resistencia de los distintos materiales, así
como su capacidad de infiltración, que condiciona la escorrentía.

(c) Factores biológicos y antropógenos. Desertificación. El hombre como ya hemos


indicado, puede acelerar la erosión; esto ocurre cuando se adopta un tipo inapropiado de uso del
territorio o se modifican algunos de los factores de la erosión. Así pues, la práctica de actividades
humanas en ecosistemas frágiles conduce finalmente a la desertización de los mismos. Las
causas generales que originan estos procesos se pueden imputar a:

- Pérdida de la cubierta vegetal: por incendios, explotación... Implica un mayor riesgo de


erosión por la inexistencia de medios para conservar el suelo.

- Sobrepastoreo: es el desequilibrio entre el número de cabezas de ganado y la capacidad


de carga ganadera. Causa la compactación del suelo que provoca un aumento de la
escorrentía y de la erosión.

- Agricultura: plantaciones en regadío mal planificadas o ejecutadas pueden causar


salinización por riegos pesados en zonas cálidas con gran evapotranspiración, que acaban
provocando la deposición de sales. Además, los cambios a cultivos más exigentes en agua
hacen que el efecto de las sequías sea mucho más acusado.

- Presiones sobre zonas periurbanas: por diversos tipos de contaminación.

- Causas políticas y económicas: búsqueda de autosuficiencia alimentaria por encima de


las consideraciones ecológicas, guerras, minería, incendios, abandono de tierras de labor,
falta de reconocimiento del problema, etc.

- Aumento demográfico en los países en vías de desarrollo, lo que implica una explotación
mayor del suelo para cubrir las necesidades alimentarias que se generan.

3. MEDIDAS DE PREVENCIÓN Y CORRECCIÓN

La rehabilitación tras la degradación conlleva procesos lentos, difíciles y poco rentables, por lo
que interesa más evaluar los riesgos y aplicar medidas preventivas . En la mayor parte de los
casos existen soluciones, pero es necesaria la solidaridad de la comunidad y un estricto código
de conducta hacia el manejo del suelo. Entre las medidas para combatir la erosión y
desertificación figuran:

- Repoblaciones: en España el Plan Nacional de Restauración Hidrológico-Forestal para el


Control de la Erosión elaborado por ICONA preveía reconstruir en las próximas 3, 4 décadas
la cubierta vegetal de unas 2 millones de hectáreas.

- Mejora del matorral: entre las medidas propuestas se incluye el estudio de la vegetación
arbustiva y herbácea local con el fin de favorecer su desarrollo, espcialmente en lugares
donde las condiciones ambientales no permiten el crecimiento de bosques.

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- Tratamientos selvícolas: otra de las medidas propuestas se encuentra relacionada con las
diversas labores para el manteniendo en buen estado de las masas forestales, como la
poda, limpieza del exceso de malezas, lucha contra plagas etc.

- Obras de hidrotecnia: en países como el nuestro donde uno de los principales agentes
desertizadores es la erosión hídrica es necesario controlar la circulación del agua mediante
pequeñas presas y obras de hidrotecnia.

En cuanto a las medidas de carácter agrícola podemos destacar:

- Aterrazamiento de laderas si el terreno cultivado presenta fuertes pendientes para frenar el


fenómeno erosivo. En España se utiliza sobre todo para el cultivo de árboles frutales como
el cerezo, el olivo o el almendro.

- Construcción de drenajes. En terrenos con tendencia al encharcamiento y la salinización


se pueden abrir zanjas rellenas de piedras en su parte inferior para dar salida al exceso de
agua sin perjudicar los cultivos.

- Restablecer la fertilidad del suelo: para recuperar los nutrientes del mismo con estiércol
abono verde, compost…

En muchos casos las soluciones técnicas no pueden ponerse en práctica porque lo impiden
factores sociales, económicos o legales. Al mismo tiempo no hay que olvidar que en los lugares
con problemas de desertización son territorios habitualmente con bajo poder económico por lo
que las medidas a tomar suponen gastos a “fondo perdido” desde un punto de vista puramente
economicista por lo que los agricultores, de por sí pobres, pueden quedar en el desamparo más
absoluto, llegándose a dramáticas situaciones de hambruna y miseria.

3.1 La desertización en España

En la Península Ibérica el 25% de la superficie (13,5 millones de hectáreas) está afectada


por procesos de degradación muy intensos, mientras que otra parte similar sufre condiciones
menos drásticas pero con posibilidad de empeorar. Más de 1.000 millones de toneladas de suelo
de la península son movidas cada año por los fenómenos erosivos y en diversas ocasiones ha
aparecido en informes de las Naciones Unidas que España es el país europeo con más
extensión de zonas con riesgo de desertificación.

La causa principal es la pérdida de cobertura vegetal, especialmente por incendios


forestales que aumentan la escorrentía superficial provocando el arrastre masivo del suelo
agrícola y forestal. Otras causas son las prácticas agrícolas poco adecuadas, el
sobrepastoreo, las explotaciones mineras a cielo abierto o la propia topografía de nuestro
país, de fuertes laderas formadas muchas veces por rocas relativamente blandas.

Sin embargo, el gran responsable, aunque como vemos no el único, de la extendida erosión
en los suelos españoles es el clima. La España seca, árida o semiárida, recibe pocas
precipitaciones al año, pero cuando cae la lluvia lo hace, frecuentemente, de forma torrencial,
habitualmente en otoño, con una fuerza capaz de erosionar fácilmente los terrenos. La falta de
agua provoca también que la vegetación sea escasa y que aporte poca materia orgánica al suelo
y le proporcione una débil protección. Es por ello que actualmente existen diferentes programas
e iniciativas de carácter estatal, europeo, o en las propias comunidades autónomas que intentan
frenar a toda costa el incremento tanto de la desertización, como de la desertificación.

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Así, la ONU creó el Día Mundial de la Lucha contra la Desertización y la Sequía en el año
1994 con el fin de sensibilizar a la sociedad de la necesidad de luchar contra este fenómeno.

Según datos del 2015 de Ecologistas en Acción, el 40% del suelo de nuestro país está
amenazado por los procesos de desertificación, y 21 millones de hectáreas están sometidas a
procesos de erosión que superan los límites tolerables. El desierto de Tabernas en la provincia
de Almería, con 12.000 hectareas y Las Bárdenas entre los ríos Ebro y Aragón, sólo son
algunos ejemplos. Murcia, Andalucía y Castilla-La Mancha encabezan la lista de zonas más
afectadas.

Es por todo ello que con el fin de mitigar los efectos de la desertización en España, el
Ministerio de Medio Ambiente invirtió en el cuatrienio 2008-2012 y en colaboración con 13
comunidades autónomas, un total de alrededor de 83 millones de euros.

CONCLUSIONES

La prevención de la erosión y el intento de conservar o recuperar los suelos, implica diversas


actuaciones posibles en función de las variables concretas de una región determinada:
pendiente, climatología, naturaleza del terreno o tipo de ocupación del territorio. Es posible hacer
retroceder el desierto por medio de la movilización de las comunidades locales y recursos
nacionales. Teniendo en cuenta que la recuperación es siempre rentable a medio y largo plazo,
en zonas con problemas de erosión más o menos grave, se trata de frenar o detener los
procesos erosivos que están ocurriendo y poner los medios para recuperar las zonas afectadas.

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Internacional de Creative Commons
Verónica E. Sanz, 2019

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