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Laura Caso Barrera (coord.

CACAO
PRODUCCIÓN, CONSUMO
Y COMERCIO

DEL PERÍODO PREHISPÁNICO


A LA ACTUALIDAD
EN AMÉRICA LATINA

Iberoamericana - Vervuert - 2016

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Geografía y economía del cacao. Una
mirada al Nuevo Reino de Granada en
el siglo xviii1
Diana Bonnett Vélez2
Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá

“El cacao es un árbol del alto de un naranjo. Su hoja se parece algo a la


del membrillo, sino que es más grande. Su fruto lo dan en raíces, que es-
tán como las del olivo, fuera de la tierra y en el tronco”.
Fray Juan de Santa Gertrudis3

En este artículo nos preguntamos por la geografía y la economía del


cacao neogranadino. Primero nos acercaremos a las diferentes áreas en
que se produjo, reconociendo la importancia que cobraron los dos fo-
cos más señalados en la historiografía: Guayaquil y el eje Caracas-Ma-
racaibo. Se buscará equilibrar el estudio sobre estos dos puntos con
otros menos conocidos del virreinato neogranadino, incluyendo las
rutas por las que transitó el cacao para surtir a su población y a otros
territorios americanos. En una segunda parte tendremos en cuenta las
imposiciones, las trabas en el período del libre comercio y algunas
exenciones a los impuestos del cacao (véase mapa 1).

1. Aunque la historiografía se refiere con frecuencia a este virreinato como el de


Nueva Granada, e incluso en la documentación se nombra como virreinato de
Santafé, se ha adoptado la denominación de virreinato del Nuevo Reino de Gra-
nada, de acuerdo con el nombre registrado en la cédula de fundación expedida por
el rey Felipe V.
2. Agradezco especialmente al historiador Martín Ernesto Álvarez Tobos, quien me
ayudó en la búsqueda archivística y por sus acertados comentarios, y al Grupo de
Historia Colonial del Departamento de Historia, que leyó y comentó este trabajo.
3. Fray Juan de Santa Gertrudis, Maravillas de la naturaleza, p. 113.

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Mapa 1

Fuente: Marta Clemencia Herrera Ángel, “Las divisiones político-adminis-


trativas del virreinato de la Nueva Granada a finales del período colonial”, en
Historia Crítica, vol. 22, 2001, p. 83, y Daniel Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino:
geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Grana-
da, 1808-1816, p. 21.

El artículo surge de la pregunta: ¿cuáles fueron las dinámicas de la


producción y comercio del cacao en el virreinato neogranadino? Para
responderla acudiré a la historiografía, a los testimonios de la época y
a las fuentes de archivo. Con base en ellas observamos que el cacao,
durante el siglo xviii fue calificado como “el primer producto de ex-

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portación agrario”,4 y como uno de los bienes sobre los que recayó el
10% de las exportaciones en la Nueva Granada, junto con la quina, el
algodón y los cueros. El 90% restante se conformó con las exportacio-
nes de oro.5 Hay mucha diferencia entre el valor y la ganancia de am-
bos productos, pero esto no es óbice para examinar de manera integral
la importancia que cobraron tanto su cultivo como su comercializa-
ción interna e intercontinental, mismas que fueron jalonadas por la
trascendencia que cobró su consumo en otros centros coloniales y en
Europa.
El protagonismo del cacao en el período colonial tardío en el vi-
rreinato ha sido reconocido no solo por las fuentes del período, sino
también por la historiografía reciente. En los escritos coloniales, por
ejemplo, fray Juan de Santa Gertrudis (1724-1799) describió en su re-
corrido entre Mompox y Honda las variaciones de las matas de cacao,
los tipos de plantíos, las características del cacao silvestre y, como dato
curioso, señaló que “las diferencias entre criollos y españoles se acaba-
ban ante una buena taza de cacao, acompañado de una rebanada de
pan y queso fresco”.6 A su vez, Antonio Julián, jesuita ilustrado (1722-
1790), en su discurso XV de La Perla de América, hace mención del
cacao, en su inventario de la provincia de Santa Marta, como fuente de
crecimiento económico.7 En este texto el sacerdote alude a la ubica-
ción de los cultivos en las estribaciones de la sierra y a las posibles zo-
nas de producción, y también cita los tipos de cacao más cotizados en
el comercio en el Caribe. Además, Antonio Julián abordó el tema de la

4. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer pro-
ducto agrario de exportación”.
5. Jaime Jaramillo Uribe, “La economía del Virreinato (1740-1810)”, p. 49.
6. Decía así fray Juan de Santa Gertrudis: “[…] ricos y pobres todos allí [Cartagena]
hasta los negros, por la mañana, todos toman cacao con pan quien lo tiene, y si no
un plátano. Tras el cacao almuerzan huevos, frijoles y macho ají […] por la tarde
se vuelve a tomar cacao y la gente rica lo toma también después de comer y cenar”.
Fray Juan de Santa Gertrudis, p. 68.
7. Véase el estudio detallado de Marcela Patricia Escandón Vega sobre las represen-
taciones sociales y su impacto simbólico en el orden colonial y la percepción de
las autoridades coloniales en la provincia de Santa Marta en el último siglo colo-
nial. “Orden divino y gobierno racional. Representaciones sobre la Provincia de
Santa Marta en el siglo xviii” y, de la misma autora: “Dios y el soberano preocu-
pados por La Perla. Representaciones sobre la provincia de Santa Marta en el siglo
xviii”.

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espacialidad del cacao en el Nuevo Reino, cuestión fundamental a la


que haré referencia más adelante.8
Las fuentes primarias y la bibliografía relacionadas en el texto que
aquí presento dan cuenta de los estudios realizados acerca del cacao. Y
para el estudio del territorio neogranadino especial mención merece la
obra de Jorge Meléndez, trabajo de análisis pionero que se ocupa de la
zona fronteriza entre las actuales Colombia y Venezuela.9 Por otro
lado, también resultará interesante citar aquí un breve pero interesante
artículo de Hermes Tovar, publicado en una revista de alta difusión,10
y una publicación más amplia sobre la economía del virreinato, en la
que se ofrecen certeras observaciones de Jaime Jaramillo Uribe.11 So-
bre la reconocida obra de Germán Colmenares haré mención particu-
lar a la parte que dedica a las haciendas de los jesuitas, en la que se da
cuenta de la relevancia que tuvo el cultivo del cacao.12 Especial aten-
ción merecen los trabajos de dos investigadores que tienen una orien-
tación próxima a este escrito, me refiero a los artículos de Manuel
Miño Grijalva sobre el cacao de Guayaquil13 y al más reciente trabajo
de Amado Guerrero, que fue divulgado al tiempo que yo redactaba
este trabajo.14 Este último texto aborda el tema del comercio, los mer-
cados, los precios y las rutas de transporte del cacao en la región noro-
riental de la actual Colombia, y pone particular atención a los centros
productores, tales como San José de Cúcuta, San Faustino y Salazar de
las Palmas, que se conectaron en forma directa con lo que llamaremos
el eje Caracas-Maracaibo, en el recorrido del producto hacia México y
Europa (véase mapa 1).

8. Antonio Julián, La Perla de América, provincia de Santa Marta: reconocida, obser-


vada y expuesta en discursos históricos por el sacerdote don Antonio Julián.
9. Jorge Meléndez Sánchez, Cacao y Río: Historia del Valle de Cúcuta, de San Faus-
tino de los Ríos, de Salazar de las Palmas y de la frontera colombo-venezolana.
10. Hermes Tovar Pinzón.
11. Jaime Jaramillo Uribe, pp. 49-85.
12. Germán Colmenares, Haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino de Granada, si-
glo XVIII.
13. Manuel Miño Grijalva, “El cacao Guayaquil en Nueva España, 1774-1805. Una
comparación con Madrid” y, del mismo autor, “Cacao y mercado: rentabilidad y
consumo del cacao Guayaquil en Nueva España, 1774-1805. Una comparación
con Madrid”.
14. Armando Antonio Guerrero Rincón, “El comercio del cacao en el nororiente del
Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii”.

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Exploré también los fondos de archivos relativos a Aduanas, Alca-


balas y Temporalidades, todos ubicados en el Archivo General de la
Nación de Bogotá, a fin de lograr obtener una radiografía del cacao en
nuestro territorio. También encontré información interesante en los
Fondos de Policía, Abastos, Curas y Obispos.

La geografía neogranadina y la denominación de origen


del cacao

“Aquí sólo me limito a asegurar que a excepción del cacao, el cual se


cultiva muy bien en Cúcuta y Guayaquil en donde es muy abundante, to-
dos los demás (frutos del Reino) permanecen en un estado lastimoso”.
Pedro Fermín de Vargas15

Los ejes Caracas-Maracaibo y Guayaquil en el espacio virreinal

Para el caso del área andina, la historiografía sobre el cacao se ha con-


centrado fundamentalmente en el estudio de dos espacios que con jus-
ta razón tuvieron un lugar predominante en el siglo xviii: Maracaibo y
Guayaquil. Ambos ejes significaron nodos en el acopio y proceso de
distribución hacia otros espacios coloniales y ultramarinos de la “pepa
de oro”, como con frecuencia se ha denominado al cacao.
Maracaibo se ubica en la zona occidental de la capitanía general de
Venezuela y Guayaquil está en el sur, en la provincia del Guayas, y
ambos formaron parte del amplio virreinato del Perú durante los si-
glos xvi y xvii. Posteriormente, en 1717 primero, y luego en 1739, tras
la creación del virreinato del Nuevo Reino de Granada, dependieron
de esta unidad administrativa. A finales del siglo xviii ambos lugares
afianzaron su larga historia respecto al cultivo y comercialización del
cacao, tanto por las nuevas políticas económicas como por los meca-
nismos para estimular las nuevas formas de acumulación de capital.
Esa larga historia respondía a la cada vez mayor aceptación de esta be-
bida en diferentes círculos sociales de Europa.16

15. Pedro Fermín de Vargas, Pensamientos políticos siglos XVII y XVIII, p. 25.
16. Al respecto puede consultarse Wolfgang Schivelbusch, Historia de los estimulan-
tes. El paraíso, el sentido del gusto y la razón, pp. 109-121, y Sophie D. y Michael
D. Coe, The True History of Chocolate, pp. 203-234.

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Lo que se percibe en los escritos recientes que abordan el tema del


proceso de comercialización del cacao es que su historia se circunscri-
be —y reduce— a las unidades territoriales formadas tras el proceso
emancipador. Es decir, que como el de muchos otros aspectos sociales
y económicos del período colonial, se revisa bajo la lente de lo que hoy
son las fronteras nacionales. Esto se debe a que se olvidan las dimen-
siones espaciales y los circuitos económicos que se tejieron antes de la
formación de las naciones a inicios del siglo xix. Así las cosas, el estu-
dio de la circulación del cacao en el territorio de la Venezuela actual, y
en particular a partir de la creación de la Compañía Guipuzcoana, en
1728, pareciera ser un proceso independiente de los que se dieron en
otras áreas del propio virreinato del Nuevo Reino de Granada.17 Algo
semejante sucede con lo ocurrido en la provincia del Guayas. La histo-
riografía hace referencia a esa provincia como parte de la historia del
Ecuador, y la estudia bajo el prisma de las fronteras actuales, con lo
que se descuida la dimensión virreinal.
Los ejes Maracaibo-Caracas y Guayaquil fueron abundantes en pro-
ducción y comercio de cacao. En la provincia del Guayas se concentra-
ba el cacao producido y comercializado en los territorios de Daule,
Guayaquil rural, Baba, Babahoyo y Machala,18 mientras que en la pro-
vincia de Maracaibo se recibía el que provenía de Mérida, San Cristóbal,
Puerto Zulia y La Grita, en la zona costera.19 Este último circuito se ali-
mentó del cacao producido en la jurisdicción de Pamplona, en particu-
lar del que provenía del valle de San José de Cúcuta, y también del reco-
lectado en la Villa del Rosario, Salazar de las Palmas y San Faustino
(véase mapa 1). Ambas jurisdicciones conformaron un circuito regional
y una red de comercio alrededor del cacao que se llamó tipo “Caracas”.20

17. La Compañía Guipuzcoana ha sido ampliamente estudiada por varios autores.


Amado Guerrero señala los aspectos fundamentales por los que fue creada, mismos
que se resumen a continuación: 1. Igualdad de impuestos sobre el cacao en el puerto
de Cádiz; 2. Introducción de mercancías requeridas en las colonias; vigilar, perse-
guir y capturar” la zona del litoral “venezolano” hasta la provincia de Maracaibo de
posibles incursiones de contrabandistas. Véase Amado Guerrero, “El comercio del
cacao en el nororiente del Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii”, p. 143.
18. Michael T. Hamerly, Historia social y económica de la antigua provincia de Gua-
yaquil, 1763-1842, p. 35.
19. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 20, núm.8, ff. 361-528.
20. Jaime Jaramillo Uribe, pp. 58-60. Con base en los datos que ofrece este autor bien
puede concluirse que en el Nuevo Reino, Cúcuta y Pamplona eran los mayores
productores de cacao, mismo que era suficiente para cubrir la demanda interno

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Para explorar la otra geografía del cacao en el Nuevo Reino de Gra-


nada, es decir, aquella más desconocida y diferente a la que se estableció
en estos dos espacios, se pueden seguir varias rutas. En el caso del texto
que aquí presento revisaré lo que se asienta en las crónicas y relatos de la
época; los informes del pago de la alcabala, para relacionar el impuesto
con la producción en un determinado territorio; las guías y tornaguías
de la aduana en las que se señalan los lugares de origen de las mercancías;
y de este modo se observará el consumo generalizado de chocolate en
todas las regiones y sectores de la sociedad colonial neogranadina, tal
como lo refiere Hermes Tovar en su artículo “El cacao en la sociedad
colonial: llegó a ser el primer producto agrario de exportación”.21

La otra geografía del cacao en el Nuevo Reino de Granada

A los ejes Caracas-Maracaibo y Guayaquil se añaden otros que si bien


no fueron tan pujantes sí tuvieron significación en la economía del ca-
cao del virreinato del Nuevo Reino de Granada, y bien podrían clasifi-
carse de la siguiente manera:

• Los cacaotales de las llanuras del Caribe. Estos cacaotales se encon-


traban asentados en las llanuras del Caribe y formaron parte de las
gobernaciones de Santa Marta y Cartagena. Se trata de sembradíos
localizaron en regiones surcadas por ríos o riachuelos, o próximas a
las orillas del río Magdalena, que resulta eje fundamental y fuente
matriz para articular distintas economías hasta inicios del siglo xx, y
alrededor del cual se produjo cacao en poblados como Chiriguaná,22
y cerca de los puertos de Mompox23 y Tamalameque.24 Vale decir que
sobre esta área circuló gran parte de la producción y consumo del te-
rritorio neogranadino (véase mapa 2).

hacia Cartagena y para exportar producto por Maracaibo. Las provincias de Nei-
va y Mariquita también producían cacao en menor medida, y su producción se iba
para el consumo interno, en particular hacia Antioquia y Santafé.
21. Hermes Tovar Pinzón.
22. El jesuita Antonio Julián hace un recuento de un viaje que realizó cerca de Valle-
dupar, y en él hace referencia a dos haciendas, una ubicada en Chiriguaná y otra,
cerca al Camino Real. Antonio Julián, La Perla de América, provincia de Santa
Marta: reconocida, observada y expuesta en discursos históricos por el sacerdote
Don Antonio Julián, p. 109.
23. AGNC, Sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 9, núm. 18, ff. 686-692.
24. Ibíd., t. 13, núm 11, ff. 107-112.

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Mapa 2

Fuente: Marta Clemencia Herrera Ángel, p. 83


y Daniel Gutiérrez Ardila, p. 21.

• El cacao en la provincia de Antioquia. En la documentación se


identifica también otro eje productor, ubicado en la provincia de
Antioquia, particularmente en los alrededores de la ciudad del mis-
mo nombre, conocida hoy como Santafé de Antioquia, cerca del
puerto de Nare.25
• Los cacaotales de las zonas templadas alrededor de Santafé. Más
al centro de la audiencia, en las goteras de Santafé, su capital, las zo-

25. Ibíd., t. 3, núm. 28, ff. 1024-1032.

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nas de Tocaima, Muzo, el puerto de San Bartolomé de Honda y su


vecino Mariquita poseyeron también amplios cultivos de cacao.26
• La producción en la zona del alto Magdalena. Sobre el mismo
trazo del río Magdalena y sus alrededores se produjo cacao en la ju-
risdicción de Timaná, provincia de Neiva, en la zona del cauce alto
del río Magdalena, cerca de su nacimiento; hasta allí se extendió
otro circuito del producto que surtía a Santafé.27
• Los cacaotales situados en las áreas periféricas del virreinato. El
cultivo del cacao se hizo extensivo a zonas alejadas del virreinato.
Fray Juan de Santa Gertrudis se refiere a la presencia del cacao sil-
vestre en zonas de misiones. Hay noticias de su producción en el
Putumayo y la Guajira, dos “áreas marginales” del virreinato, al
igual que los cultivos de cacao de las reducciones de indios al man-
do de la Compañía de Jesús (véase cuadro 1).

Cuadro 1
Producción de cacao en las haciendas de la Compañía de Jesús

NÚMERO DE MANO DE
HACIENDAS UBICACIÓN
ÁRBOLES OBRA

Buenavista *Honda (sin información) (sin información)

El Espinal *Mariquita (sin información) 93 esclavos

Fierro Arriba/Fierro
Honda 3.413 árboles 26 esclavos
Abajo

San Javier de la Vega Mariquita 32.594 árboles 102 esclavos

El Trapiche Pamplona 43.144 árboles 127 esclavos

San Javier ***Pamplona (sin información) esclavos

Fuentes: Germán Colmenares, Haciendas de los Jesuitas en el Nuevo Reino de


Granada, Siglo XVIII, pp. XVII-XIX, 67, 72, 98 y 99.
* AGNC, sección Colonia, Fondo Temporalidades, t. 2, núm. 15, ff. 953-972.
** Fuente para los cacaotales: Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad
colonial: llegó a ser el primer producto agrario de exportación”, pp. 5 y 6.
*** AGNC, sección Colonia, Fondo Temporalidades, t. 2, núm. 3, ff. 325-333.

26. Ibíd., tt. 2-21. El río Magdalena también se encuentra presente en el caso del cacao,
con sus puertos de Mompox y Honda, y como eje fluvial el río Timaná. Ayudaron
a la comunicación y distribución interna del producto.
27. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 21, núm. 19, ff. 386-412.

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Intercalados con los ejes anteriores figura el mosaico de haciendas


de los jesuitas que se encontraban esparcidas a lo largo y ancho del vi-
rreinato. Estos espacios formaban parte significativa de esta geografía
del cacao, y tuvieron un impacto en la producción y comercialización
de la llamada “pepa de oro” (véase mapa 2).
Hasta aquí, y dado que el cultivo del cacao no requiere de mayores
cuidados, y solo demanda clima caliente y zonas húmedas, puedo infe-
rir que gran parte del suelo del Nuevo Reino de Granada estuvo habi-
litado para cumplir con esas condiciones.28 Sin embargo, en lo que res-
pecta a su reputación por el cultivo y consumo del cacao, algunas
zonas fueron más estimadas que otras. Por ejemplo, Hermes Tovar
asegura que las haciendas cacaoteras más importantes se encontraban
en Mompox, en Honda y en los valles de Cúcuta, y añade la existencia
de un informe escrito en 1760, que consultó en el British Museum, en
el que “se considera que los cacahuales más notables en la Nueva Gra-
nada eran los de Pamplona, aunque se producía también en las juris-
dicciones de Honda, Mariquita, Tocayma y Muzo”.29 Los registros de
las alcabalas corroboran estas afirmaciones al citar que los cacaos sem-
brados en las orillas del Magdalena y del río de La Miel eran algunos
de los de mejor calidad en el Nuevo Reino. Sin embargo, como vere-
mos más adelante, estas siembras fueron de diversas magnitudes.

Origen del cacao y sus distintas calidades

La historia del cacao, grosso modo, hace referencia a su origen america-


no y a su difícil asimilación a las costumbres alimentarias del viejo
continente. Las crónicas y libros de viaje nos revelan cómo fue que se
su consumo llegó a ser consuetudinario en el Nuevo Reino, y también
hacen referencia a la producción y a su intercambio regional. Por estos
documentos sabemos que en el siglo xviii, debido a su mejor acogida

28. Fray Juan de Santa Gertrudis, pp. 113 y ss. narra que “Hay también cacao silves-
tre: esto es por si se dan en el monte árboles de cacao sin sembrarlo, y éste, como
los demás que da el monte, es de quien las va a coger. De este punto hablaré largo
llegando al río Putumayo. Lo que se siembra no es el vástago, sino los granos de
cacao. Se hace almacigo de ellos, y a su tiempo se trasplanta y a los cuatro años ya
da fruto. Es árbol que solo prevalece en clima caliente y requiere mucha humedad.
Todo el año da fruto pero su cosecha grande es en abril y mayo”.
29. Hermes Tovar Pinzón, Grandes empresas agrícolas y ganaderas, p. 45.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 357

en Europa y a la amplia demanda del producto, se desarrollaron los


cacaotales a mayor escala. La calidad del grano se asoció de inmediato
al lugar de origen y a las particularidades del gusto de sus consumido-
res foráneos. Algunas áreas ganaron prestigio debido al sabor del ca-
cao, ya fuera más dulce, más amargo, más fuerte o más suave, según la
diversidad de los suelos.
Se vivían tiempos de Ilustración, en los que el afán de ordenar, se-
leccionar y diferenciar tanto objetos como hombres estaba en boga,
por lo que no extraña que se hayan clasificado los tipos de cacao, y se
haya desarrollado un mayor refinamiento en la elaboración y transfor-
mación del fruto, hasta llegar a convertir el grano en pasta y a partir de
ahí transformarlo en chocolate, mismo que se consumía mezclado con
diferentes productos, ya fueran lácteos, azúcares, condimentos, espe-
cias o simplemente con agua, de acuerdo a los diferentes gustos. Esta
bebida fue adquiriendo un lugar valioso en los sitios de consumo de
moda en Europa y demandaba ciertos parámetros particulares para al-
canzar el buen gusto, tanto en las clases adineradas de Europa, como
entre los diversos consumidores de las regiones americanas. En el siglo
xix, la moda del chocolate fue rebasada por el consumo del café.
La mayoría de los escritos afirman que los cacaos más apetecidos
provenían de Guatemala (Soconusco), Alto Perú (Mojos, en Lima),
México (Tabasco) y Venezuela (Maracaibo y Mérida).30 Sobre la me-
nor o mayor calidad del cacao de Guayaquil (Ecuador) existe cierta
discrepancia y debate.31 Algunos autores afirman que su alto consu-
mo se debió, más bien, a los bajos costos del producto, resultado de las
condiciones laborales de la zona, y a la cantidad del grano, que era tal
que salía con dirección al comercio en Veracruz y España. Otros espe-
cialistas aseguran que su valor estaba en relación directa con su calidad
y muy amargo sabor.
En la extensa y diferenciada lista de las denominaciones del cacao,
es claro que el eje regional Caracas-Maracaibo poseía un tipo de ca-

30. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer pro-
ducto agrario de exportación”, pp. 3-7. Para algunos autores, el cacao de Guaya-
quil tenía la reputación de ser de más baja calidad.
31. Michael T. Hamerly, Historia social y económica de la antigua provincia de Gua-
yaquil, 1763-1842, p. 35.
Guayaquil se elevó a la categoría de gobernación en 1763. Antes había sido un corregi-
miento. Hasta 1803 formó parte del virreinato de la Nueva Granada y a partir de
entonces se anexó al de Perú.

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cao muy codiciado, al que se le nombraba en los documentos, en for-


ma genérica, como tipo “Caracas”, y así nos referiremos al comercia-
lizado en el sector. Fuera de este particular tipo de cacao, el que se
originaba en los distintos puntos del Nuevo Reino no se encontraba
tampoco entre aquellos distinguidos como los de mejor calidad. Sin
embargo, al parecer, el que se recogía en el nororiente del territorio
neogranadino, concretamente en San José de Cúcuta y en Pamplona,
contaba con tan buenas propiedades, que después de ser conducido
vía el río Zulia hasta Caracas, se embarcaba en forma indiferenciada,
sin que pudiera percibirse la mezcla que se hacía con él y el que se
producía allí.32
El jesuita Antonio Julián dio cuenta en su obra de los diversos tipos
de cacao que había en el mercado. Anotó que los que más se comercia-
lizan en el Caribe eran los de calidad Caracas, Carraquilla, Magdalena,
Portugal, Marañón y Guayaquil.33 En su condición de escritor crio-
llo, desterrado y defensor de lo americano, aludía al cacao que se cose-
chaba en la provincia de Santa Marta como muy bueno, abundante en
sus plantaciones y de sabor suave. Además, mencionaba las posibilida-
des que ofrecían las márgenes del río Magdalena, cerca de Tamalame-
que y de los territorios ubicados al sur de la provincia, como Valledu-
par y Ocaña, que poseían buena calidad del terreno y buen clima, y
destacaba que al estar al lado de ríos y quebradas, estos territorios re-
sultaban benéficos para estimular las grandes extensiones de cultivo
del cacao. Concluía que “todo el Nuevo Reino sabe qué cacaotales hay
plantadas, y qué haciendas de cacao hay a orillas del río”.34 En la re-
gión Caribe mencionaba el fomento en la producción y su comercio
en lugares como Cartagena, Mompox, Santafé y Honda, en donde se
encontraban muchas plantaciones de cacao. En los siguientes renglo-
nes exploraré tales aspectos.

32. Antonio Julián, pp. 111-112. Para este jesuita, el cacao neogranadino era mezcla-
do con el cacao producido en Caracas, y al llegar a España se creía que el cacao era
producido en la capitanía. Julián defiende la calidad del cacao de Cúcuta y Pam-
plona, a pesar de la fuerte presencia del cacao caraqueño.
33. Ibíd., pp. 111.
34. Ibíd., p. 108.

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La propiedad y los árboles de cacao

Al igual que lo establece Robinson Salazar en su trabajo sobre la juris-


dicción de la Villa de San Gil, colindante con la jurisdicción de Pam-
plona, en gran parte del territorio neogranadino se combinaron cinco
formas de tenencia de la tierra: haciendas, estancias, pequeñas y me-
dianas propiedades, y por último tierras comunales de los pueblos de
indios o resguardos.35 En el caso neogranadino, el cacao se sembró en
algunas haciendas, pero sobre todo en pequeñas propiedades, y debi-
do a la magnitud de los cultivos no existieron unidades agrarias exclu-
sivas para su producción.36
Tanto en las haciendas como en las pequeñas y medianas plantacio-
nes, el cacao se sembró junto con otros productos, tales como el pláta-
no, el tabaco y la caña. La diversidad en los cultivos desempeñaba un
papel importante a la hora de apostarle a los intercambios comerciales,
pues evitaba las quiebras, al tiempo que facilitaba la solvencia econó-
mica de los hacendados. Por ejemplo, en 1714, en la escritura de venta
de la hacienda Caraota, ubicada en la jurisdicción de San Gil, el cacao
era uno de los distintos productos que junto con los artículos utilita-
rios de la hacienda se ponían en venta: “[…] tres yuntas de bueyes con
todos los cañaverales que hubieren y un platanar que está en una vega
con árboles de cacao…”.37
La diversa actividad agraria fungió un papel importante, y la segu-
ridad económica descansó sobre las haciendas en la crianza del gana-
do. Por lo tanto, el cacao, como actividad económica, desempeñó un
papel más bien secundario, siempre en función directa del número de
árboles plantados. Al respecto, Jaramillo Uribe señala que “la mayor
inversión en las haciendas está representada por el ganado en las ha-
ciendas ganaderas y mixtas; en las de caña por el trapiche, las matas y
los esclavos, y en las de cacao por el número de árboles plantados”.38
El cuidado de los cacaotales estuvo en manos de trabajadores libres
o esclavos, y ese fue el otro activo que constituyó el bien más valioso
de las haciendas. La mano de obra esclava, así como la libre, fueron co-

35. Robinson Salazar Carreño, Tierra y mercados. campesinos, estancieros y hacenda-


dos en la jurisdicción de la Villa de San Gil, siglo XVIII, p. 126.
36. Fray Juan de Santa Gertrudis, caps. I y III.
37. Robinson Salazar Carreño, p. 207.
38. Jaime Jaramillo Uribe, p. 63.

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360 DIANA BONNETT VÉLEZ

munes en los cacaotales de las haciendas, mientras que en las parcelas y


en los sembrados medianos fueron los labradores y peones los que se
encargaron de su cultivo.39
De una hacienda a otra el número de árboles de cacao difería am-
pliamente. Así lo confirman los datos que poseemos sobre el número
de matas en las haciendas jesuitas. Como puede observarse en el cuadro
1, a la hora de testar o vender, la producción en las haciendas de la
Compañía de Jesús, como en las demás, se medía en árboles plantados,40
que constituían uno de los activos más importantes. La producción de
cacao de manera individual, en chacras y pequeñas extensiones campe-
sinas, se produjo en los cinco ejes espaciales referidos y desempeñó un
papel importante en lo relativo a la estabilidad económica de sus pro-
pietarios.41 Hermes Tovar Pinzón, Jaime Jaramillo Uribe y Germán
Colmenares coinciden en afirmar que estos cultivos, junto con otros
productos de tierra caliente, complementaban las parcelas de los pe-
queños propietarios.42
El número de árboles plantados en las haciendas por la Compañía
de Jesús, como puede verse en el cuadro 1, fue muy fluctuante, y nos
permite clasificar la producción del cacao en diferentes escalas. Como
este cacao tenía como destino los colegios o las otras haciendas de la
propia Compañía, y también fortalecía el comercio caribeño y ultra-
marino, por lo general se trató de una producción significativa.43 Sin
embargo, entre las mismas haciendas jesuitas se observa que la canti-
dad de árboles sembrados variaba de manera sustancial. Mientras en la
hacienda El Trapiche, ubicada en Pamplona, se tenían sembrados
43.144 árboles, en Honda, en las márgenes del río Magdalena, en la ha-
cienda Fierro Arriba / Fierro Abajo se tenían sembrados 3.413 árbo-
les. También se observa una relación directa entre el número de árbo-
les plantados y la cantidad de esclavos que se tenía.

39. AGNC, sección Colonia, Fondo Temporalidades, t. 18, núm. 2, ff. 905-959; y mis-
ma sección, t. 13, núm. 16, ff. 390-422.
40. Sus valores se han tomado de la información proporcionada por los distintos au-
tores que las han estudiado.
41. Casi todos ellos alrededor del alto, medio y bajo Magdalena, en el valle de Cúcuta
y en el área de Guayaquil.
42. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer pro-
ducto agrario de exportación”, p. 5.
43. La literatura no lo precisa muy bien, pero pareciera ser que una carga de cacao co-
rrespondía a 24.000 semillas de cacao.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 361

Si la producción se contaba en número de árboles o de matas plan-


tadas, la venta y comercialización se determinaba a partir del número
de cargas. El precio de la carga fluctuó a lo largo del siglo. Y a esta y
otras cuestiones relacionadas con la economía del cacao haré referen-
cia en el siguiente acápite.

La economía del cacao: impuestos y comercialización

Se puede afirmar que 1762 fue un año paradigmático en lo que a trans-


formaciones económicas del imperio español se refiere, mismas que se
ejecutaron tanto en la península como en sus reinos de ultramar. Estas
transformaciones fueron consecuencia de la Guerra de los Siete Años,
y quedaron asentadas en dos escritos: el de Pedro Rodríguez de Cam-
pomanes, publicado en 1762, cuyo título es Reflexiones sobre el co-
mercio español a Indias, y el de Bernardo Ward, titulado Proyecto eco-
nómico en que se proponen varias providencias, dirigidas á promover
los intereses de España, con los medios y fondos necesarios para su pla-
nificación, publicado en 1779.44
A continuación me centraré en analizar la creación de la Compañía
Guipuzcoana y su papel en la comercialización del cacao, así como en
las transformaciones experimentadas a partir de las disposiciones de la
Corona, emitidas durante la segunda mitad del siglo xviii, sus efectos
en las aduanas; el cambio en el valor de las alcabalas, las restricciones
en las cuotas de cacao, así como en los valores y precios.

Aduanas

Al examinar la trayectoria de la documentación de Aduanas de 1720 a


1762 se hacen visibles las implicaciones de la creación de la Compañía
Guipuzcoana en el comercio del cacao de Caracas.45 Poco antes de su
creación ya se habían reglamentado los derechos de alcabalas y los demás

44. Para ahondar más en el tema de ambos textos, se puede consultar la tesis de Ale-
jandro Díaz, titulada: Pensamiento ilustrado sobre el comercio colonial. Un análisis
comparativo del discurso español y neogranadino. (1762-1810).
45. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 24, núm. 10, ff. 746-813.

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impuestos al cacao exportado de América hacia Cádiz.46 En esta primera


mitad del siglo se observan algunos juicios por fraude a esta renta,47 así
como una fuerte centralidad en las actividades de la compañía.
Amado Guerrero define las funciones de esta compañía durante la
primera mitad del siglo como una especie de empresa que “a expensas
de los productores directos de cacao” creó un monopolio cuyo resul-
tado fue el estrangulamiento de la economía de la región. Según nos
informa este autor, en 1730 la fanega de cacao valía 20 pesos y para
1749 este precio se había reducido a 9 pesos. También nos señala que
para entonces “los costos de producción y de acarreo del producto es-
taban sobre los 11,5 pesos”.48 La política monopólica de la Compañía
Guipuzcoana en el área Maracaibo-Caracas se soportaba en el creci-
miento exponencial de las exportaciones de cacao.49 Sin embargo, su
bonanza duraría poco tiempo debido a varias causas, la primera que
citaré es que la compañía tendría que soportar la responsabilidad de
asumir los altos costos que implicaba la vigilancia militar de la zona
del Caribe; la segunda es que las reformas de libre comercio, decreta-
das en 1776, terminarían por afectarla, y la tercera es que a estas situa-
ciones, de por sí difíciles, se sumaría la competencia que impuso el ca-
cao de Guayaquil, que era más abundante y por lo mismo más barato,
todo lo cual terminaría por minar su existencia.50
Para ejemplificar esta situación, basta decir que en 1745 los costos
de producción del cacao proveniente del puerto de Caracas eran de al-
rededor de 11,5 pesos y, en paralelo, el producto guayaquileño se con-
seguía a un 1,5 pesos la fanega.51 Cerca ya de la mitad del siglo y hasta
finales de la década de 1750 las solicitudes de los productores que bus-
caban obtener una exención de los variados impuestos que recaían so-
bre la comercialización de los productos de la tierra aumentaron en

46. Ibíd., t. 20, núm. 12, ff. 616-621. Vale destacar que en estos documentos se lee que
“El reglamento del 20 de septiembre de 1720 expresa muy bien los derechos que
se deben exigir del cacao, en flotas, galeones y navíos de registro que condujeren
el producto de América a Cádiz, y también se expresa lo que se ha de observar con
los de registro, que fuere de Cádiz a otros puertos que de allí se remitieran”.
47. Ibíd., t. 20, núm. 8, ff. 361-528.
48. Amado Antonio Guerrero Rincón, “El comercio del cacao en el nororiente del
Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii”, p. 143.
49. Ibíd., p. 140.
50. Ibíd., p. 139.
51. Michel T. Hamerly, pp. 124 y ss.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 363

forma abrupta. Los dueños de minas pedían que no se les cobraran


aranceles sobre víveres, entre los que se encontraba el cacao, ya que ar-
gumentaban que se requería para la alimentación de sus cuadrillas de
esclavos. Estas peticiones fueron oídas, como consta en el caso de An-
tioquia, donde se logró obtener la exención de impuestos en los pro-
ductos que llegaban a las minas.52 Los comerciantes también solicita-
ban la reducción de las alcabalas, y las comunidades religiosas y los
sacerdotes exigieron la devolución de impuestos que les fueron cobra-
dos por las ventas del producto sembrado en sus haciendas, de acuer-
do con las prebendas obtenidas.53
Este tipo de situaciones, que se dieron durante los primeros 50
años del siglo xviii tenuemente, dibujan la reacción en contra de los
gravámenes a los llamados “productos de la tierra”, mismas que se ra-
dicalizaron a partir de 1761, año en el que proliferaron los reclamos
que exigían el libre comercio.54 Como lo mostraré más adelante, será a
partir de ese año cuando se acentuaron las súplicas de los eclesiásticos
—actores protagónicos en ese momento— en lo que tenía que ver con
la producción del cacao.55
Durante el siglo xviii la institución de la aduana del virreinato del
Nuevo Reino de Granada tuvo un carácter extremadamente burocrá-
tico; su labor consistía, antes que nada, en expedir guías y licencias, so-
licitar registros, informes e investigaciones, revisar cantidades, pesas,
precios y valores. En otras palabras, su función era en grado extremo
vigilante, lo que no implicaba necesariamente eficiencia de cara a favo-
recer los intereses metropolitanos, pues como sabemos había un alto
nivel de comercio ilícito.
Su instalación en los puertos fluviales y marítimos por donde tran-
sitaba la mayoría del cacao resalta —a nivel interno— la importancia
de Honda, Mompox y Ocaña,56 y como enlace con el exterior, los
puertos de Guayaquil, Maracaibo y la Guaira, por los que se canaliza-
ba el flujo de la “pepa de oro” hacia el exterior. Los puertos de Vera-

52. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, núm. 33, ff. 829-843.
53. Ibíd., t. 3, núm. 28, ff. 1024-1032.
54. Ibíd., t. 6, núm. 72, ff. 934-937; t. 12, núm. 3, ff. 26-43, y t. 12, núm. 1, ff. 1-12.
55. Ibíd., t. 3, núm., 6, ff. 91-184.
56. Ocaña funge como “puerto” y camino obligado entre Pamplona, el centro del vi-
rreinato y la costa del Caribe a lo largo del río Magdalena. Por el río Zulia se con-
ducía el cacao hasta las costas del lago de Maracaibo, en la capitanía de Venezuela.

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364 DIANA BONNETT VÉLEZ

cruz, Panamá, Acapulco, Sonsonate y sus enlaces en las Islas Canarias


fungieron como centros de llegada o de redistribución del producto.57
En este contexto se fue definiendo la economía del cacao, y sobre el
comercio interno y externo gravitaron diferentes tipos de impuestos.
El poder de las aduanas fue desafiado por los comerciantes del ca-
cao, que mantuvieron rutas alternas, declararon montos inferiores a
los acordados y solicitaron políticas de exención de impuestos. En este
forcejeo lograron obtener algunas rebajas. Al examinar alrededor de
50 expedientes del Fondo Aduanas, me encontré con variados elemen-
tos útiles para explorar la historia del cacao, de los cuales haré referen-
cia a continuación.

Alcabalas y demás aranceles

Los vendedores de cacao en las regiones de Pamplona y Santafé, tal


como lo muestro en el cuadro 1, pagaron de 1724 y hasta 1780 el mis-
mo valor sobre el impuesto de la alcabala: 2 pesos por carga de cacao.
No obstante, existieron medidas administrativas que intentaron incre-
mentar este valor.58 Por ejemplo, en 1759, los comerciantes de Santafé,
por conducto de don Juan Jiménez, su representante, se quejaron de
que no pagaban el 2% como estaba estipulado, sino “mucha mayor
cantidad”.59 Esto se debió a que sobre la venta de los “efectos de la tie-
rra” se cobraba un 4%, al unir en una misma, dos contribuciones: el
2% por razón de alcabala y el2 % por el de la “unión de armas”, tal
como el 9 de abril de 1629 había sido ordenado por el señor conde de
Chinchón, virrey del Perú.60 En Santafé, a las autoridades les había
parecido más tolerable mantener unidas las dos rentas y doblar el de-

57. Al respecto, véase AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 7, núm. 4, ff. 139-
426; t. 24, núm. 16, ff. 680-698, y t. 7, núm. 13, ff. 456-573.
58. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 10, núm. 8, ff. 155-278. En 1724, don
José de Castilla Lisperguer expresa que los valores dados a los géneros que se tra-
fican por el puerto de la Villa de Honda son del 3%. Y establece que la carga de
cacao que debe pagar en dicho puerto es de 7,5 reales (f. 265 R), y se establece que
ese pago debe hacer en Honda.
59. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 10, núm. 12, f. 727, y r y v. “[…] el de-
recho de alcabala de los efectos de la tierra se contribuye por los interesados según el
arreglamiento antiguo cuya satisfacción excede considerablemente al dos por ciento”.
60. Ídem. Según una cédula expedida por el rey se había ordenado que “la unión de
las armas católicas se impusiesen en el Perú, Chile y Nuevo Reino de Granada 350
mil ducados, cada año remisibles a España por cuenta aparte”.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 365

recho de alcabalas que cobrar ambos impuestos por separado, y así,


por más de un siglo se mantuvo la costumbre del pago del 4%, como si
correspondiera solo a la alcabala.
Pero, además, los vendedores y comerciantes de cacao pagaban
otras contribuciones: los quintos, el vigésimo de sisa, el almojarifazgo,
los aplicados a la fábrica de cuarteles, el sostenimiento de la Armada
para evitar el contrabando, y muchas otras gabelas que terminaban por
encarecer de manera notable el valor del cacao.61
En la jurisdicción de Pamplona los comerciantes pagaban medio
real por cada millar que quisieran comerciar con Veracruz, tal como lo
estipulaba la Real Cédula expedida el 8 febrero de 1692. Esta disposi-
ción, la primera conocida sobre el cacao en el área de Maracaibo, se ha-
bía expedido con el ánimo de financiar las guerra en Europa y para la
conservación de la barra y de la tropa de ese puerto: “a los cultivadores
y comerciantes de este fruto que desde Pamplona, Salazar de las Pal-
mas o el Valle de Cúcuta, lo sacasen por Maracaibo para sacarlo a cual-
quier puerto, en especial a Veracruz”.62 Aunque se dio una orden para
indultar a los habitantes del virreinato de este impuesto que había ge-
nerado alguna confusión, solo se había conseguido liberar de esta car-
ga tributaria a los hacendados de Barquisimeto y Tocuyo.
Comerciantes de áreas cercanas, incluidas Pamplona y Cúcuta, busca-
ron obtener los mismos beneficios para no pagar los impuestos del medio
real, e incluso el de la alcabala, sobre los cacaos que cosechaban y embar-
caban, pero hasta ese momento no lo habían logrado. Para el resto de los
territorios las gabelas se habían mantenido según las disposiciones expe-
didas en abril de 1745 y en marzo de 1747, desde Cartagena, por el anti-
guo virrey Eslava. Estos mandatos prevenían a los oficiales reales para
que, sin diferencia, recaudaran el medio real del nuevo impuesto por cada
millar de cacao. A esta medida se sumaban otras disposiciones emitidas en
1731 por las cuales los traficantes de cacao debían pagar 4 pesos por cada
carga que navegase por los ríos río Zulia y San Faustino, solo así obtenían
el derecho a la libre navegación.

61. Ibíd., t. 20, núm. 12, ff. 616-621. “[…] siendo de los dominios míos de la América,
se cobre tan solamente en cada libra a la entrada en Cádiz, y su aduana, donde solo
es permitido su desembarco, treinta y tres maravedíes, los diez maravedíes por el
almojarifazgo de indias, con declaración, de que mediante ser esta cantidad la que
corresponde con corta diferencia a los dos pesos escudos señalados a cada quintal”.
62. Ibíd., t. 6, núm. 68, ff. 906-919.

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366 DIANA BONNETT VÉLEZ

Cuadro 2
Pago por alcabala y valor por cargas, 1785
Libro común y general de cargo y data de Pamplona

FECHA VENDEDOR PAGO CARGAS VALOR DE


ALCABALA DE CACAO LAS CARGAS

16 de enero Manuel Fuenmayor 4 pesos, 4 8 cargas 225


reales
5 de febrero Tomás de Vargas 25 pesos, 6 38 cargas y 1.291
reales media
16 de julio Sixto Barreto 6 pesos 12 cargas y 300
media
21 de octubre Tomás Villamizar 27 pesos, 7 46 cargas 1.044
reales
17 de noviembre Pedro Agustín de 4 pesos, 4 10 cargas 225
Peralta reales
6 de diciembre Silvestre Rojas 8 pesos, 4 rea- 5 cargas de 150
les, 3 cuartillos cacao, 2 car-
gas de panela

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 5, ff. 11-32. Libro común y
general de cargo y data de Pamplona.

En 1776 se hicieron patentes de tres maneras distintas las reformas


económicas, cuando se ejecutó la real provisión de Carlos III sobre el
libre comercio. Por una parte se logró la rebaja de los derechos de ex-
tracción de cacao de Guayaquil,63 y por otra se estableció el comercio
directo entre los puertos peninsulares de San Sebastián y Cádiz y las
provincias de Cumaná y la Guayana, la isla Margarita y Trinidad64 y,
por último, se intensificaron los controles sobre el comercio clandesti-
no de cacao entre Veracruz y Maracaibo.65
Por su parte, 1785 fue un año en el que se ejecutaron cambios que
se dieron a consecuencia de las nuevas políticas borbónicas. Por ejem-
plo, la alcabala en Pamplona se redujo a medio peso por carga, en tan-
to que el promedio del valor de la venta por carga de cacao se mantuvo

63. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 1, núm. 36, ff. 510-515; y t 1, núm.
48, ff. 912-924.
64. Ibíd., t. 6, núm. 74, ff. 944-951.
65. Ibíd., t.1, núm. 23, ff. 360-373.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 367

cerca de los 26,7 pesos (oscilando entre los 22 y los 33 pesos), depen-
diendo de la calidad y valor del transporte.66
Analicemos algunas reacciones de los hacendados y comerciantes:
cuando en 1789 Joaquín Primo de Rivera, gobernador y comandante
general de Maracaibo, transmitió al virrey un “pedimento” que le ha-
bían hecho los hacendados del valle de Cúcuta a fin de cambiar la ruta
de salida del cacao, estaba seguro de que, lo que en realidad buscaban,
era eludir el pago de los muchos gravámenes que afectaban sus ingre-
sos. Los hacendados querían llevar el producto no por el eje Caracas-
Maracaibo, como era lo regular, sino vía “el puerto de Teteo por el río
Uribante, por medio de las llanuras del Apure, para llegar por el río
Orinoco hasta el puerto de Guayana y de ahí, embarcarlos a Veracruz
y España”. Esta inusual solicitud, un tanto enrevesada y aparentemen-
te sin sentido, escondía la necesidad de eludir los impuestos que en
Maracaibo y el área de la capitanía se cobraban sobre el cacao.67
El gobernador Primo de Rivera interpretó la petición como una for-
ma de eludir el pago de aduana de 4 reales por carga, así como el de me-
dio real por cada millar de cacao, dinero destinado a solventar la guarni-
ción y defensa del puerto de Maracaibo, por lo que de manera categórica
les negó el permiso, y les exigió cumplir con el pago del impuesto.68
Mientras los hacendados y comerciantes buscaban la exoneración
de impuestos por parte del Estado, o eludirlos por vías alternas, los cu-
ras que participaron de la producción y comercio del cacao lograron
—como institución— prebendas del gobierno, desde la década de
1750, ya que fueron exonerados de pagar la alcabala.69 Los siguientes
párrafos los destinaremos a este aspecto.

Exoneración de gravámenes

La exoneración de gravámenes del cacao expresan la excepcionalidad y las


prebendas concedidas a la Iglesia.70 Estas exenciones se hicieron mediante
certificaciones en las que se hacía constar que al vender una determinada

66. Sobre el cultivo del cacao, véase <http://es.scribd.com/doc/51129322/CULTI-


VO-DE-CACAO>.
67. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 6, núm. 68, ff. 906-919.
68. Ibíd., t. 6, núm. 68, ff. 911-913.
69. Ibíd., t. 7, núm. 13, ff. 456-573.
70. Ibíd., t. 3, núm. 6, ff. 91-184.

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368 DIANA BONNETT VÉLEZ

cantidad de cacao del que se producía en sus haciendas y tierras, quedaban


redimidos del pago de la alcabala, debido a que, según los clérigos, los di-
neros los ocupaban en capellanías para lograr estos cultivos y cosechas, y
por lo tanto no eran fuente de ingresos para sus comunidades.
Aunque el camino para acabar con estos beneficios fue lento, el
proyecto del Estado colonial pretendía hacer desaparecer todas las ex-
cepciones, y para lograrlo tuvo que intervenir de manera estrecha, a fin
de evitar el fraude, ante la creciente especulación y corrupción de las
que se valieron los comerciantes, al usar la exención dada a los ecle-
siásticos en su propio beneficio, ya que hacían pasar su venta como si
fuera producida en las propiedades de los representantes de la Iglesia.
Esto sucedía, por supuesto, con la anuencia tanto de las comunidades
religiosas como de los curas seculares.
En 1780 Francisco Gutiérrez de Piñeres, visitador real, enfrentó ta-
les abusos al emitir el 6 de marzo una declaratoria que acababa de tajo
con las garantías que hasta entonces gozaban los eclesiásticos. Con
esta declaratoria suprimió de forma radical los privilegios, con el argu-
mento de “que los frutos que vinieran de patrimonios eclesiásticos, ca-
pellanías, monasterios, iglesias, obras pías que se extraigan de los puer-
tos a otras provincias para su venta, satisfagan los mismos derechos
que pagan los seglares”.71 Esta medida refleja el espíritu secular que
pretendieron imponer los Borbones, mediante el cual buscaban dismi-
nuir las prerrogativas económicas de los miembros de la Iglesia.

El cacao y el número de cargas

El pago de la alcabala es un indicador que nos permite observar la pro-


ducción y la comercialización del cacao. Comencemos por un estudio
de caso. A la muerte de José Villamizar, propietario de una hacienda de
la jurisdicción de Pamplona, se reclamaron 7.074 pesos por no haber
pagado el impuesto de alcabalas de los años 1782 y 1783. Posteriormen-
te se exigió el de los siguientes años hasta 1789. En el cuadro 3, que pre-
sento a continuación, se aprecian por un lado las cargas de cacao que se
comercializan en la hacienda año por año y su valor, y por otro la ga-
nancia neta después de restar los gastos causados. Las significativas ci-
fras acerca de las cargas de cacao sacadas de la hacienda de Villamizar en

71. Ibíd., t. 6, núm. 68, ff. 906-919.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 369

esos años reportaban un buen excedente. Por su parte, las seis cosechas
de los años siguientes —1784, 1785 y 1786— sumaron en total 429 car-
gas, que produjeron 7.469 pesos, de los que rebajados 2.905 pesos y 3
reales de los costos de mano de obra, insumos y herramientas, quedó
como ganancia neta 4.563 pesos y 5 reales (f. 818 V).

Cuadro 3
Montos de producción de cacao, 1782-1783
Hacienda de José de Villamizar, jurisdicción de Pamplona

AÑO PRODUCCIÓN VALOR GASTOS VALOR


CAUSADOS NETO
Cosechas de San 2.134 pesos
122½ cargas de 2.799 pesos, 565 pesos 2
Juan y Navidad 1 real 17
cacao 4 reales reales y 17 mv.
del año 1782 mv.
Cosechas de San
853 pesos 7½ 1.261 pesos,
Juan y Navidad 84 cargas de cacao 2.115 pesos
reales 17 mv.
del año 1783
1.419 pesos 3.395 pesos
206½ cargas de 3.652 pesos,
TOTALES 1½ reales y 17 1 real y 34
cacao 4 reales
mv. mv.

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 6, núm. 15, ff. 800-895.

Cuadro 4
Montos de producción de cacao de 1784 a 1786
Hacienda de José Villamizar, jurisdicción de Pamplona

AÑO PRODUCCIÓN VALOR GASTOS GANANCIA


CAUSADOS NETA
Cosechas de San 429 cargas. 7.469 pesos. 2.905 pesos 3 4.563 pesos 5
Juan y Navidad reales. reales.
de los años 1784,
1985 y 1986
Promedio anual 143 cargas. 2.489,6 pesos 969 pesos al 1.521 pesos al
al año. año. año.
Cosechas de San 429 cargas. 7.469 pesos. 2.905 pesos 3 4.563 pesos 5
Juan y Navidad reales. reales.
de los años 1784,
1985 y 1986

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 6, núm. 15, ff. 800-895.

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370 DIANA BONNETT VÉLEZ

En promedio en cada una de las seis cosechas, dos al año —la de


San Juan y la de Navidad— se recogieron 71,5 cargas, es decir, 143 al
año, lo que supuso alguna baja con respecto a los dos años anteriores,
pero se podría afirmar que se mantuvo una buena producción.72 Du-
rante los años examinados, el valor neto de la carga no cambió y se
mantuvo en los 17,7 pesos al año.
Frente al conjunto de la documentación, las unidades agrarias de
José Villamizar y de la Compañía de Jesús —a las que haré referencia
más adelante— constituyen la excepción. La regla más bien la compo-
nen el conjunto de pequeñas unidades agrarias, como bien puede ob-
servarse en la tabla 1, que presento a continuación. En ella se aprecia
que en Pamplona, que era la jurisdicción más importante en lo que a
producción de cacao se refiere, los propietarios o arrendatarios de par-
celas vendían sus cinco, ocho o diez cargas a los “tratantes”, a hacen-
dados o comerciantes, a fin de que fueran ellos los que se encargaran
de realizar el intercambio a nivel intercolonial o ultramarino, y es por
eso que ellos fueron quienes ocuparon un lugar preponderante en el
comercio local y a larga distancia.
Por ejemplo, de las 242½ cargas que pagaron alcabala en Pamplona
en el año de 1785, tres comerciantes habían declarado 91 cargas (19, 20
y 52 cargas) y los otros 30 pagaron la alcabala en un promedio de 5
cargas por cabeza (véase cuadro 5).
Sin lugar a duda, estos últimos eran dueños o arrendatarios de pe-
queñas propiedades.

Cuadro 5
Pago de alcabala y valor de cargas, 1785
Libro común y general de cargo y data de Pamplona

FECHA VENDEDOR PAGO CARGAS DE CACAO


ALCABALA
22 de febrero Juan Camargo 2 pesos 1 carga de cacao
22 de febrero Francisco Núñez 4 pesos 1 carga de alpargates, 1
de cacao y 2 de azúcar
25 de febrero Miguel Bernal 4 pesos 2 cargas de cacao

72. Ibíd., t. 6, núm. 15, ff. 800-895.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 371

FECHA VENDEDOR PAGO CARGAS DE CACAO


ALCABALA
5 de marzo Fernando Rodríguez 19 pesos, 4 8 cargas de azúcar, 1
reales de cacao, 1 de lienzo
ordinario y una de
cordobanes con 9½
arrobas
13 de marzo Juan González Sáenz 8 pesos 4 cargas de cacao
24 de marzo José Feliciano del Casal 41 pesos, 6 19 cargas de cacao, 5
reales cargas de arroz
26 de marzo Gregorio Manzanque 10 pesos, 6 5 cargas de cacao, 1
reales carga de azúcar
16 de mayo Antonio Flores 2 pesos 1 carga de cacao
1 de junio Antonio Canigas 10 pesos 9 cargas de cacao
17 de junio Lorenzo García 10 pesos 5 cargas de cacao
11 de julio Juan Corredor 20 pesos 10 cargas de cacao
20 de julio Gaspar Bautista 16 pesos 8 cargas de cacao
31 de julio Antonio Gregorio 20 pesos 10 cargas de cacao
Vahamonde
5 de agosto Antonio Gallardo 20 pesos 10 cargas de cacao
11 de agosto Pedro Ignacio Bautista 26 pesos 9 cargas de lienzos
ordinarios, 4 cargas de
cacao
30 de agosto José de Andrade 20 pesos 10 cargas de cacao
12 de septiembre Pedro Quintero 5 pesos 2 y media cargas de
cacao
24 de septiembre Agustín de Cárdenas 4 pesos 2 cargas de cacao, 1
carga de azúcar
27 de septiembre Lorenzo García 18 pesos 9 cargas de cacao
30 de septiembre Fernando Rodríguez, 40 pesos 20 cargas de cacao
a nombre de Rafael de
Acevedo
30 de septiembre Ignacio de Salazar 8 pesos 4 cargas de cacao
3 de octubre Felipe de Montanes 4 pesos 2 cargas de cacao
12 de octubre Francisco de León 2 pesos, 6 reales 3 piezas de lienzo
ordinario, una carga de
cacao
12 de octubre José de Paz 12 pesos 6 cargas de cacao
15 de octubre Miguel de Alarcón 8 pesos 4 cargas de cacao
16 de octubre Ignacio de Salazar 26 pesos 13 cargas de cacao

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372 DIANA BONNETT VÉLEZ

FECHA VENDEDOR PAGO CARGAS DE CACAO


ALCABALA
17 de octubre Juan Agustín 7 pesos, 1 real y 7 cargas de cacao, 54
de Ricaurte medio, que pagó varas de paño de Quito
de la alcabala
al 2% de 359
pesos, 5 3/4
reales
26 de octubre Juan Antonio Gallegos 24 pesos 12 cargas de cacao
2 de noviembre Francisco Núñez 5 pesos 1 carga de cacao, 2
cargas de alpargatas y 1
carga de hilo
3 de noviembre Antonio Gallardo 12 pesos 6 cargas de cacao
13 de noviembre Agustín Francesco 104 pesos 52 cargas de cacao
Camero
18 de noviembre Narciso Barreto 6 pesos 3 cargas de cacao
22 de noviembre Juan Antonio Gallegos 31 pesos 12 cargas de cacao,
6 cargas de azúcar, 1
carga de lienzo y 1 de
alpargates
28 de noviembre Narciso Barreto 8 pesos 4 cargas de cacao
TOTAL 559 pesos, 5¼ 242½ cargas
reales

Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 5, ff. 11-32. Libro común
y general de cargo y data de Pamplona.

En lo que se refiere a la provincia del Guayas, el trato de las auto-


ridades con los comerciantes y hacendados fue en extremo distinto.
El aumento en la producción, comercialización del cacao y por ende
del consumo del chocolate fue la razón que Carlos III esgrimió para
hacer efectivas dos medidas: rebajar a la mitad los derechos de ex-
tracción de cacao en el puerto de Guayaquil y suspender el impuesto
de la alcabala. En los últimos 30 años, es decir, de 1745 a 1775, se
pasó de cosechar entre 20 o 25.000 cargas anuales a 40 o 50.0000, y
las representaciones enviadas por los cultivadores de cacao en 1775 al
cabildo de la ciudad de Guayaquil contribuyeron a reforzar la dispo-
sición de Carlos III.
Los cultivadores señalaban los problemas que se derivaban del
pago de la alcabala impuesta al cacao, y entre ellos citaron el secuestro

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 373

de sus bienes por incumplimiento.73 Y cabe destacar que un aconteci-


miento precipitó la disposición real, mismo que ocurrió en octubre de
1775, cuando se dio el “monstruoso” remate del cargo de las alcabalas,
fijado en 13.000 pesos anuales, cifra tan exageradamente alta que afec-
tó la estabilidad económica de los cultivadores de cacao.
De esta medida solo se vieron beneficiados el rematador, los arren-
dadores y los intermediarios del producto. La suspensión de impues-
tos en 1776 merecería la alabanza general, y el 24 de noviembre de di-
cho año se llevó a cabo una celebración litúrgica en acción de gracias y
en honor a la figura del rey.74
Lo que sucedía en Guayaquil nos muestra con claridad que el com-
portamiento del Estado no era el mismo frente al impuesto de la alca-
bala en las distintas regiones. A diferencia de lo ocurrido en Guaya-
quil, 10 años después, en 1785, en Pamplona encontramos que si bien
no había desaparecido el impuesto de la alcabala, se había reducido en
forma significativa al pasar a ser la cuarta parte de su valor original. En
ese año las evidencias nos demuestran que los negociantes vendieron
sus cargas y pagaron una menor alcabala. Tal es el caso de don Manuel
Fuenmayor, quien pagó 4 pesos y 4 reales por la venta de 8 cargas de
cacao; medio peso y medio real por carga.
Se puede afirmar que en la Nueva Granada, antes de 1781, cuando
se da la firma de las Capitulaciones del Movimiento Comunero, no
había habido cambios en el valor de la alcabala. Dichas Capitulacio-
nes pregonaban que “la Alcabala, desde ahora para siempre jamás,
haya de seguir su recaudación de todos los frutos, géneros, ganados
y especies, el dos por ciento de todo lo que se vendiese, trajese o
cambiase”.75
La reducción del impuesto a medio peso por carga puede ser inter-
pretada como uno de los efectos del Movimiento Comunero, y no
perdamos de vista que Pamplona era un territorio limítrofe con el So-
corro, lugar donde comenzaron los disturbios que las autoridades qui-
sieron evitar.

73. Ibíd., t. 1, núm. 36, ff. 510-515.


74. Ibíd., t. 36, núm. 1776, ff. 510-515. Guayaquil, real provisión de Carlos III, sobre
rebaja de los derechos de extracción de cacao de dicho puerto.
75. Manuel Briceño, Los comuneros, pp. 73-83.

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374 DIANA BONNETT VÉLEZ

Una prosperidad corta: el freno al comercio y el regreso


al intercambio clandestino

Distintas circunstancias frenaron el despegue del proceso de comer-


cialización ultramarina del cacao y llevaron a incrementar el comercio
ilícito y a propiciar la ruina de muchos comerciantes de las distintas
regiones del virreinato. Estas circunstancias se hicieron sentir con
fuerza en la década del 1780 del siglo xviii, en la jurisdicción de Pam-
plona y en las parroquias sujetas de San José de Cúcuta y de Nuestra
Señora del Rosario. Parte de los inconvenientes coincidieron con el re-
tiro de la Compañía Guipuzcoana, que se dio en 1784. Pero lo más
grave sucedió al año siguiente, cuando el procurador de la jurisdicción
de Pamplona informó que se había puesto un “coto”, es decir, un mon-
to máximo de carga, que afectaba las salidas desde el puerto de Mara-
caibo hacia Veracruz. Esta restricción fijaba un tope al comercio de ca-
cao, ya que a partir de ella solo podrían enviarse 5.000 fanegas de cacao
al año, en lugar de las 8.000 que anualmente se remitían.76 Esa disposi-
ción trajo enormes perjuicios a los cultivadores de cacao, ya que en
cuanto se dio a conocer la noticia, la semilla perdió más de la tercera
parte de su valor y aumentó el comercio clandestino.77 El cabildo no
fue informado en primera instancia de las nuevas ordenanzas de Cara-
cas, y los comerciantes de la carrera de Veracruz fueron quienes le no-
tificaron las medidas.
La disposición de la intendencia de Caracas dejó mal parados a to-
dos los involucrados en los cacahuales del núcleo asentado en la juris-
dicción de Pamplona. En tanto que las declaraciones de varios testigos
coincidían en afirmar la gran pérdida de los cacaos producidos en lu-
gares como Pamplona, Salazar y San Faustino, ya que el sobrante del
producido en la jurisdicción de Maracaibo y en las ciudades de La Gri-
ta, Mérida, Trujillo, Gibraltar y Barinas alcanzaba para completar el
coto,78 y negaba a los cultivadores de la jurisdicción de Pamplona la
posibilidad de exportar su producción.
Comerciantes, labradores y hacendados del Nuevo Reino se vieron
profundamente afectados por diversas razones. La primera y más evi-

76. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 6, núm. 73, ff. 938-943.
77. Ibíd., t. 1, núm. 23, f. 362.
78. Ibíd., t. 1, núm. 23, f. 361 y ff. 366-369.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 375

dente es que a la luz de los documentos se hace evidente la sujeción de la


jurisdicción de Pamplona a los designios no solo del señor intendente de
Caracas, sino también del gobernador de Maracaibo, quienes al parecer
gozaban de total autonomía frente al poder del virrey. Otra razón fue
que dado el control sobre el puerto de Maracaibo y sobre el comercio
no se podía competir en igualdad de condiciones. A estas circunstancias
debe sumarse el aumento de los costos de transporte del grano que pro-
venía de las partes más distantes, situación que afectó la venta del pro-
ducto, y todas se agravaron en cuanto se dio a conocer la medida el 4 de
junio de 1785. Entonces se perdieron o se trataron de resguardar innu-
merables bultos de cacao que habían sido devueltos del puerto.
En tanto, en la jurisdicción de Pamplona se canceló un importante
ingreso de ganado que provenía de Barinas, que ya era común en esa
jurisdicción, y también se limitó el circulante de plata acuñada que lle-
gaba por Veracruz. Todo esto repercutió en la monetización y en la ac-
tividad del circulante en todo el Nuevo Reino de Granada.
Las dificultades que provocó la medida fueron definidas por el fis-
cal de la audiencia como contraproducentes para mantener en firme
las leyes de libre comercio.
Las decisiones que adoptaron las autoridades por una parte fueron
burocráticas y por otra imposibles de ejecutarse. Al intendente de Ca-
racas se le envió una copia de la representación del cabildo de Pamplo-
na, a fin de que dispusiese de medidas que aliviaran el estado de los ha-
bitantes del valle de San José de Cúcuta,79 y se incentivó el cambio de
ruta del cacao para remitir, a través de Ocaña, el producto hasta Carta-
gena y desde allí trasladarlo al exterior. Este cambio de ruta resultaba
costoso, e implicaba la utilización de bestias en un amplio recorrido;
además, el camino era intransitable gran parte del año debido a las llu-
vias y por las constantes arremetidas de los indios motilones, a los que
aún no se había logrado someter.80
En 1789 continuaban las restricciones, pues el gobernador de Ma-
racaibo, Joaquín Primo de Rivera, envió ese año al virrey otra solici-
tud de los hacendados del valle de Cúcuta en el mismo sentido que la
anterior.81 Volvía aquí a tener sentido la petición de cambiar de ruta

79. Ibíd., t. 1, núm. 23, ff. 372 v-373 r.


80. Jorge Meléndez Sánchez.
81 AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 6, núm. 68, ff. 916-919.

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376 DIANA BONNETT VÉLEZ

por las llanuras del Apure y llevar el cacao hasta la desembocadura del
Orinoco.
En la región del Guayas sucedió algo similar. Según Michael T. Ha-
merly, en noviembre de 1774 se habían reducido los derechos aduane-
ros sobre el cacao del 8 al 5%, y en 1776, desde Santafé, el virrey im-
pulsó el comercio desde Guayaquil hasta Acapulco, puerto al que
entre 1774 y 1777 llegaron 44.654 cargas de cacao. Allí, también en
1778, se había impuesto una cuota de 8.000 o 10.000 fanegas, al igual
que en el eje Caracas-Maracaibo, pero a diferencia de lo sucedido en
Pamplona, en Acapulco la orden no tuvo vigencia.82
Hamerly hace referencia a la documentación de la segunda mitad
del siglo xviii y narra el sufrimiento de los pobladores de la provincia
de Guayaquil debido a intensos brotes de fiebres tercianas (paludis-
mo, fiebre amarilla y malaria).83 Por su parte, Jorge Meléndez alude a
estas enfermedades como los grandes “problemas” de la década de
1780, en la región de Pamplona. Según Meléndez, en el período estu-
diado se sufrió primero una plaga y al mismo tiempo se vivió la incer-
tidumbre que provocó el Movimiento Comunero.84 Ambos inconve-
nientes afectaron lo que había podido ser un período de bonanza del
cacao, pero al mismo tiempo expusieron los límites de las leyes de li-
bre comercio.

Consideraciones finales

En las páginas anteriores se han analizado algunos aspectos que tienen


que ver con la geografía y la economía del cacao en el Nuevo Reino de
Granada. En esta investigación he querido mostrar la injerencia de esta
economía en distintas áreas del virreinato, incluyendo las más conoci-
das. Por un lado, el eje Maracaibo-Caracas y por el otro, Guayaquil.
Al mismo tiempo he pretendido reconocer en el territorio otras regio-
nes en las que también se cultivó y comercializó el cacao en pequeñas,
medianas y grandes propiedades, pero que aún carecen de un estudio
mayor.

82. Michael T. Hamerly, p. 124.


83. Ibíd., p. 138.
84. Jorge Meléndez Sánchez.

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GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA DEL CACAO 377

En las páginas anteriores he analizado los intentos que se ejecuta-


ron a fin de cambiar las rígidas estructuras monopólicas en las que se
basó el comercio de las tierras americanas, que no estuvieron exentos
de impedimentos y limitaciones. Romper las formas consuetudinarias
de administración de la economía y mantener informados a los em-
pleados oficiales de las nuevas reglas fue difícil, cuando no imposible,
dadas las distancias, la poca capacitación de los agentes del Estado y
las condiciones topográficas del virreinato. Era muy poco probable,
por ejemplo, que un empleado de la aduana, establecido en una zona
periférica del territorio, tuviera conocimiento de los cambios que se
instauraban en el centro.
Además, en las distintas zonas de la misma unidad geográfica las
dinámicas fueron variables. Se pudo observar que la Corona no proce-
dió de igual manera en los diferentes sectores en los que se cultivó ca-
cao. La documentación nos indica que trató de manera distinta, y en
apariencia con más condescendencia, a los comerciantes y productores
de la región del Guayas que a los de Maracaibo; ya que a los primeros
se les ofrecieron ciertos beneficios tributarios que no se lograron obte-
ner en el área de Caracas. En la documentación se vislumbra mayor
presencia de las autoridades locales en esta última zona que en Guaya-
quil, pero el balance en ambas regiones sobre la participación del vi-
rrey en este proceso es negativo, ya que al parecer no participaba en las
negociaciones.
La forma como los propietarios y comerciantes respondieron a las
exigencias del Estado también fue variable. En el área de Guayaquil,
por ejemplo, se podría anotar que los dueños y comerciantes de cacao
mostraron mayor resistencia ante los altos impuestos. Allí los actores
involucrados en la trata del cacao mantuvieron una mayor distancia y
de manera consciente incumplieron los dictámenes de las autorida-
des. Por su parte, si se compara el área más cercana al litoral del eje
Caracas-Maracaibo, se puede concluir que quienes debían transpor-
tar el cacao del interior, en particular el proveniente de la jurisdicción
de Pamplona, sufrieron mayores rigores y sus desplazamientos resul-
taron más costosos, no obstante el dinámico comportamiento de su
actividad económica.
Muy anclado en ese punto en la documentación se observa que los
intendentes y gobernadores del área de Caracas tuvieron una gran au-
tonomía con respecto a la persona del virrey. Estos intendentes crea-

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378 DIANA BONNETT VÉLEZ

ron un régimen independiente, excluyente y un tanto represivo, que


afectó a los comercializadores del valle de San José de Cúcuta, San
Faustino de los Ríos, y en general de toda la jurisdicción de Pamplona.
En cambio, los cosecheros y comerciantes próximos a la zona costera
se vieron favorecidos por las disposiciones de los intendentes, que a la
vez limitaron la participación de espacios más alejados del territorio.
La agenda alrededor de los estudios sobre la economía del cacao
en el Nuevo Reino de Granada ofrece mucho campo aún por estudiar.
En este trabajo he presentado, de manera somera, algunos de los te-
mas que podrían ser parte de investigaciones más amplias. Las fuentes
remiten a aspectos muy interesantes que bien valdría la pena estudiar;
por ejemplo, a nivel de las reformas comerciales, puede abordarse el
tema de cómo es que se sintieron estas reformas, en relación con el ca-
cao, en ambas partes del imperio, y qué efectos tuvieron estos proce-
sos en el fortalecimiento y afianzamiento del gusto por la bebida del
chocolate. Con respecto a la organización de la producción, sería de
sumo interés investigar quiénes fueron los dueños de estas propieda-
des, qué relaciones entablaron los dueños y los comerciantes del ca-
cao, y cómo cambiaron las condiciones del trabajo agrario ante las li-
mitaciones y los cotos que se impusieron al comercio en el puerto de
Maracaibo. Por último, también es digno de estudio el tema de cómo
se afrontó el momento en el que disminuyó el consumo del cacao en-
tre las sociedades europeas. Así las cosas, es evidente que la investiga-
ción sobre el cacao puede remitirnos a un amplio proyecto que aún
está pendiente de ser ejecutado.

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Siglas

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Colonia, Fondo Abastos.
Colonia, Fondo Aduanas.
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