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CACAO
PRODUCCIÓN, CONSUMO
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Mapa 1
portación agrario”,4 y como uno de los bienes sobre los que recayó el
10% de las exportaciones en la Nueva Granada, junto con la quina, el
algodón y los cueros. El 90% restante se conformó con las exportacio-
nes de oro.5 Hay mucha diferencia entre el valor y la ganancia de am-
bos productos, pero esto no es óbice para examinar de manera integral
la importancia que cobraron tanto su cultivo como su comercializa-
ción interna e intercontinental, mismas que fueron jalonadas por la
trascendencia que cobró su consumo en otros centros coloniales y en
Europa.
El protagonismo del cacao en el período colonial tardío en el vi-
rreinato ha sido reconocido no solo por las fuentes del período, sino
también por la historiografía reciente. En los escritos coloniales, por
ejemplo, fray Juan de Santa Gertrudis (1724-1799) describió en su re-
corrido entre Mompox y Honda las variaciones de las matas de cacao,
los tipos de plantíos, las características del cacao silvestre y, como dato
curioso, señaló que “las diferencias entre criollos y españoles se acaba-
ban ante una buena taza de cacao, acompañado de una rebanada de
pan y queso fresco”.6 A su vez, Antonio Julián, jesuita ilustrado (1722-
1790), en su discurso XV de La Perla de América, hace mención del
cacao, en su inventario de la provincia de Santa Marta, como fuente de
crecimiento económico.7 En este texto el sacerdote alude a la ubica-
ción de los cultivos en las estribaciones de la sierra y a las posibles zo-
nas de producción, y también cita los tipos de cacao más cotizados en
el comercio en el Caribe. Además, Antonio Julián abordó el tema de la
4. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer pro-
ducto agrario de exportación”.
5. Jaime Jaramillo Uribe, “La economía del Virreinato (1740-1810)”, p. 49.
6. Decía así fray Juan de Santa Gertrudis: “[…] ricos y pobres todos allí [Cartagena]
hasta los negros, por la mañana, todos toman cacao con pan quien lo tiene, y si no
un plátano. Tras el cacao almuerzan huevos, frijoles y macho ají […] por la tarde
se vuelve a tomar cacao y la gente rica lo toma también después de comer y cenar”.
Fray Juan de Santa Gertrudis, p. 68.
7. Véase el estudio detallado de Marcela Patricia Escandón Vega sobre las represen-
taciones sociales y su impacto simbólico en el orden colonial y la percepción de
las autoridades coloniales en la provincia de Santa Marta en el último siglo colo-
nial. “Orden divino y gobierno racional. Representaciones sobre la Provincia de
Santa Marta en el siglo xviii” y, de la misma autora: “Dios y el soberano preocu-
pados por La Perla. Representaciones sobre la provincia de Santa Marta en el siglo
xviii”.
15. Pedro Fermín de Vargas, Pensamientos políticos siglos XVII y XVIII, p. 25.
16. Al respecto puede consultarse Wolfgang Schivelbusch, Historia de los estimulan-
tes. El paraíso, el sentido del gusto y la razón, pp. 109-121, y Sophie D. y Michael
D. Coe, The True History of Chocolate, pp. 203-234.
hacia Cartagena y para exportar producto por Maracaibo. Las provincias de Nei-
va y Mariquita también producían cacao en menor medida, y su producción se iba
para el consumo interno, en particular hacia Antioquia y Santafé.
21. Hermes Tovar Pinzón.
22. El jesuita Antonio Julián hace un recuento de un viaje que realizó cerca de Valle-
dupar, y en él hace referencia a dos haciendas, una ubicada en Chiriguaná y otra,
cerca al Camino Real. Antonio Julián, La Perla de América, provincia de Santa
Marta: reconocida, observada y expuesta en discursos históricos por el sacerdote
Don Antonio Julián, p. 109.
23. AGNC, Sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 9, núm. 18, ff. 686-692.
24. Ibíd., t. 13, núm 11, ff. 107-112.
Mapa 2
Cuadro 1
Producción de cacao en las haciendas de la Compañía de Jesús
NÚMERO DE MANO DE
HACIENDAS UBICACIÓN
ÁRBOLES OBRA
Fierro Arriba/Fierro
Honda 3.413 árboles 26 esclavos
Abajo
26. Ibíd., tt. 2-21. El río Magdalena también se encuentra presente en el caso del cacao,
con sus puertos de Mompox y Honda, y como eje fluvial el río Timaná. Ayudaron
a la comunicación y distribución interna del producto.
27. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 21, núm. 19, ff. 386-412.
28. Fray Juan de Santa Gertrudis, pp. 113 y ss. narra que “Hay también cacao silves-
tre: esto es por si se dan en el monte árboles de cacao sin sembrarlo, y éste, como
los demás que da el monte, es de quien las va a coger. De este punto hablaré largo
llegando al río Putumayo. Lo que se siembra no es el vástago, sino los granos de
cacao. Se hace almacigo de ellos, y a su tiempo se trasplanta y a los cuatro años ya
da fruto. Es árbol que solo prevalece en clima caliente y requiere mucha humedad.
Todo el año da fruto pero su cosecha grande es en abril y mayo”.
29. Hermes Tovar Pinzón, Grandes empresas agrícolas y ganaderas, p. 45.
30. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer pro-
ducto agrario de exportación”, pp. 3-7. Para algunos autores, el cacao de Guaya-
quil tenía la reputación de ser de más baja calidad.
31. Michael T. Hamerly, Historia social y económica de la antigua provincia de Gua-
yaquil, 1763-1842, p. 35.
Guayaquil se elevó a la categoría de gobernación en 1763. Antes había sido un corregi-
miento. Hasta 1803 formó parte del virreinato de la Nueva Granada y a partir de
entonces se anexó al de Perú.
32. Antonio Julián, pp. 111-112. Para este jesuita, el cacao neogranadino era mezcla-
do con el cacao producido en Caracas, y al llegar a España se creía que el cacao era
producido en la capitanía. Julián defiende la calidad del cacao de Cúcuta y Pam-
plona, a pesar de la fuerte presencia del cacao caraqueño.
33. Ibíd., pp. 111.
34. Ibíd., p. 108.
39. AGNC, sección Colonia, Fondo Temporalidades, t. 18, núm. 2, ff. 905-959; y mis-
ma sección, t. 13, núm. 16, ff. 390-422.
40. Sus valores se han tomado de la información proporcionada por los distintos au-
tores que las han estudiado.
41. Casi todos ellos alrededor del alto, medio y bajo Magdalena, en el valle de Cúcuta
y en el área de Guayaquil.
42. Hermes Tovar Pinzón, “El cacao en la sociedad colonial: llegó a ser el primer pro-
ducto agrario de exportación”, p. 5.
43. La literatura no lo precisa muy bien, pero pareciera ser que una carga de cacao co-
rrespondía a 24.000 semillas de cacao.
Aduanas
44. Para ahondar más en el tema de ambos textos, se puede consultar la tesis de Ale-
jandro Díaz, titulada: Pensamiento ilustrado sobre el comercio colonial. Un análisis
comparativo del discurso español y neogranadino. (1762-1810).
45. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 24, núm. 10, ff. 746-813.
46. Ibíd., t. 20, núm. 12, ff. 616-621. Vale destacar que en estos documentos se lee que
“El reglamento del 20 de septiembre de 1720 expresa muy bien los derechos que
se deben exigir del cacao, en flotas, galeones y navíos de registro que condujeren
el producto de América a Cádiz, y también se expresa lo que se ha de observar con
los de registro, que fuere de Cádiz a otros puertos que de allí se remitieran”.
47. Ibíd., t. 20, núm. 8, ff. 361-528.
48. Amado Antonio Guerrero Rincón, “El comercio del cacao en el nororiente del
Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii”, p. 143.
49. Ibíd., p. 140.
50. Ibíd., p. 139.
51. Michel T. Hamerly, pp. 124 y ss.
52. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, núm. 33, ff. 829-843.
53. Ibíd., t. 3, núm. 28, ff. 1024-1032.
54. Ibíd., t. 6, núm. 72, ff. 934-937; t. 12, núm. 3, ff. 26-43, y t. 12, núm. 1, ff. 1-12.
55. Ibíd., t. 3, núm., 6, ff. 91-184.
56. Ocaña funge como “puerto” y camino obligado entre Pamplona, el centro del vi-
rreinato y la costa del Caribe a lo largo del río Magdalena. Por el río Zulia se con-
ducía el cacao hasta las costas del lago de Maracaibo, en la capitanía de Venezuela.
57. Al respecto, véase AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 7, núm. 4, ff. 139-
426; t. 24, núm. 16, ff. 680-698, y t. 7, núm. 13, ff. 456-573.
58. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 10, núm. 8, ff. 155-278. En 1724, don
José de Castilla Lisperguer expresa que los valores dados a los géneros que se tra-
fican por el puerto de la Villa de Honda son del 3%. Y establece que la carga de
cacao que debe pagar en dicho puerto es de 7,5 reales (f. 265 R), y se establece que
ese pago debe hacer en Honda.
59. AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 10, núm. 12, f. 727, y r y v. “[…] el de-
recho de alcabala de los efectos de la tierra se contribuye por los interesados según el
arreglamiento antiguo cuya satisfacción excede considerablemente al dos por ciento”.
60. Ídem. Según una cédula expedida por el rey se había ordenado que “la unión de
las armas católicas se impusiesen en el Perú, Chile y Nuevo Reino de Granada 350
mil ducados, cada año remisibles a España por cuenta aparte”.
61. Ibíd., t. 20, núm. 12, ff. 616-621. “[…] siendo de los dominios míos de la América,
se cobre tan solamente en cada libra a la entrada en Cádiz, y su aduana, donde solo
es permitido su desembarco, treinta y tres maravedíes, los diez maravedíes por el
almojarifazgo de indias, con declaración, de que mediante ser esta cantidad la que
corresponde con corta diferencia a los dos pesos escudos señalados a cada quintal”.
62. Ibíd., t. 6, núm. 68, ff. 906-919.
Cuadro 2
Pago por alcabala y valor por cargas, 1785
Libro común y general de cargo y data de Pamplona
Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 5, ff. 11-32. Libro común y
general de cargo y data de Pamplona.
63. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 1, núm. 36, ff. 510-515; y t 1, núm.
48, ff. 912-924.
64. Ibíd., t. 6, núm. 74, ff. 944-951.
65. Ibíd., t.1, núm. 23, ff. 360-373.
cerca de los 26,7 pesos (oscilando entre los 22 y los 33 pesos), depen-
diendo de la calidad y valor del transporte.66
Analicemos algunas reacciones de los hacendados y comerciantes:
cuando en 1789 Joaquín Primo de Rivera, gobernador y comandante
general de Maracaibo, transmitió al virrey un “pedimento” que le ha-
bían hecho los hacendados del valle de Cúcuta a fin de cambiar la ruta
de salida del cacao, estaba seguro de que, lo que en realidad buscaban,
era eludir el pago de los muchos gravámenes que afectaban sus ingre-
sos. Los hacendados querían llevar el producto no por el eje Caracas-
Maracaibo, como era lo regular, sino vía “el puerto de Teteo por el río
Uribante, por medio de las llanuras del Apure, para llegar por el río
Orinoco hasta el puerto de Guayana y de ahí, embarcarlos a Veracruz
y España”. Esta inusual solicitud, un tanto enrevesada y aparentemen-
te sin sentido, escondía la necesidad de eludir los impuestos que en
Maracaibo y el área de la capitanía se cobraban sobre el cacao.67
El gobernador Primo de Rivera interpretó la petición como una for-
ma de eludir el pago de aduana de 4 reales por carga, así como el de me-
dio real por cada millar de cacao, dinero destinado a solventar la guarni-
ción y defensa del puerto de Maracaibo, por lo que de manera categórica
les negó el permiso, y les exigió cumplir con el pago del impuesto.68
Mientras los hacendados y comerciantes buscaban la exoneración
de impuestos por parte del Estado, o eludirlos por vías alternas, los cu-
ras que participaron de la producción y comercio del cacao lograron
—como institución— prebendas del gobierno, desde la década de
1750, ya que fueron exonerados de pagar la alcabala.69 Los siguientes
párrafos los destinaremos a este aspecto.
Exoneración de gravámenes
esos años reportaban un buen excedente. Por su parte, las seis cosechas
de los años siguientes —1784, 1785 y 1786— sumaron en total 429 car-
gas, que produjeron 7.469 pesos, de los que rebajados 2.905 pesos y 3
reales de los costos de mano de obra, insumos y herramientas, quedó
como ganancia neta 4.563 pesos y 5 reales (f. 818 V).
Cuadro 3
Montos de producción de cacao, 1782-1783
Hacienda de José de Villamizar, jurisdicción de Pamplona
Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 6, núm. 15, ff. 800-895.
Cuadro 4
Montos de producción de cacao de 1784 a 1786
Hacienda de José Villamizar, jurisdicción de Pamplona
Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 6, núm. 15, ff. 800-895.
Cuadro 5
Pago de alcabala y valor de cargas, 1785
Libro común y general de cargo y data de Pamplona
Fuente: AGNC, sección Colonia, Fondo Alcabalas, t. 5, ff. 11-32. Libro común
y general de cargo y data de Pamplona.
76. AGNC, sección Colonia, Fondo Aduanas, t. 6, núm. 73, ff. 938-943.
77. Ibíd., t. 1, núm. 23, f. 362.
78. Ibíd., t. 1, núm. 23, f. 361 y ff. 366-369.
por las llanuras del Apure y llevar el cacao hasta la desembocadura del
Orinoco.
En la región del Guayas sucedió algo similar. Según Michael T. Ha-
merly, en noviembre de 1774 se habían reducido los derechos aduane-
ros sobre el cacao del 8 al 5%, y en 1776, desde Santafé, el virrey im-
pulsó el comercio desde Guayaquil hasta Acapulco, puerto al que
entre 1774 y 1777 llegaron 44.654 cargas de cacao. Allí, también en
1778, se había impuesto una cuota de 8.000 o 10.000 fanegas, al igual
que en el eje Caracas-Maracaibo, pero a diferencia de lo sucedido en
Pamplona, en Acapulco la orden no tuvo vigencia.82
Hamerly hace referencia a la documentación de la segunda mitad
del siglo xviii y narra el sufrimiento de los pobladores de la provincia
de Guayaquil debido a intensos brotes de fiebres tercianas (paludis-
mo, fiebre amarilla y malaria).83 Por su parte, Jorge Meléndez alude a
estas enfermedades como los grandes “problemas” de la década de
1780, en la región de Pamplona. Según Meléndez, en el período estu-
diado se sufrió primero una plaga y al mismo tiempo se vivió la incer-
tidumbre que provocó el Movimiento Comunero.84 Ambos inconve-
nientes afectaron lo que había podido ser un período de bonanza del
cacao, pero al mismo tiempo expusieron los límites de las leyes de li-
bre comercio.
Consideraciones finales
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