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La pregunta que os pido que contestéis en clase el lunes 13 está relacionada directamente con la

lectura que cada cual ha escogido de Ortega. La intención es pediros que, a través de una referencia
directa al texto escogido, a algunas citas o algunos apartados concretos, determinéis la idea o ideas
centrales que permiten caracterizar ese texto como ensayo de ideas, sea programático, político,
estético, sociológico, literario o de filosofía moral, en todo caso con mención expresa de los
mecanismos o recursos estilísticos y literarios del autor para promover esa naturaleza ensayística
del texto antes que tratadística o sistemática.

Voy a realizar una reflexión a partir del conocido libro La


rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset. Cabe decir que
en el libro no solo encontramos un conjunto de ensayos, sino
que también consta de un interesante prólogo para franceses y
un epílogo para ingleses que hemos de tener en cuenta durante
nuestra lectura.

Antes de entrar en materia, me gustaría comentar los rasgos


que caracterizan el estilo de Ortega a la hora de escribir, pues
es importante, ya que no solo determinará su carácter como
escritor, sino que influenciará en la conexión que tenga con el
lector. La influencia que tuvo de la literatura francesa y
alemana se percibe sobre todo en el uso abundante de la
metáfora (que Ortega utiliza como fin, jamás como medio) y la
imagen.

En cuanto al léxico, quizá no es tan abundante y rebuscado


como el de otros autores, pero sabe elevar la lengua, pues
utiliza recursos como el uso de prefijos y sufijos. Debemos tener
en cuenta la presencia de popularismos y vulgarismos, así como
las bimembraciones. Además, he contemplado en su prosa una
voluntad rítmica, que atribuyo a la influencia modernista, y que
es recurrente en su obra. En ocasiones, vemos que su prosa es
feroz, rápida, pues es la herramienta que utiliza Ortega para
tratar de convencer al lector. Su modo de escribir es claro y
conciso, pues a pesar de su alto nivel cultural, entenderle no es
difícil si prestas atención.

El tema por excelencia que trata en este ensayo es, sin duda, el
sufrimiento de la desmoralización de la sociedad que se
manifiesta en la rebelión de las masas y tiene su origen en la
desmoralización europea:

‘’ Esta es la cuestión: Europa se ha quedado sin moral. No es


que el hombre-masa menosprecie una anticuada en beneficio de
otra emergente, sino que el centro de su régimen vital consiste
precisamente en la aspiración a vivir sin supeditarse a moral
alguna’’ ( Se desemboca en la verdadera cuestión, XV. La
rebelión de las masas, J. Ortega y Gasset).

Se produce la rebelión de un hombre que ha dejado de ser


hombre para ser hombre-masa (o también denominado por
Ortega niño mimado o señorito satisfecho, entre otros): es aquel
que se conforma y sigue a la multitud, el que no se exige, el
hombre que no se rige por la calidad sino por la cantidad.
Ortega se plantea pues, habiendo contemplado esta situación,
que las personas que realmente deberían ser escuchadas son
aquellas con un nivel alto de intelectualidad, es decir, una élite
reducida, nutrida de filosofía y capacitada para gobernar las
ideas de un país. Plantea un problema serio que enmarca el
resto de problemas: Europa ya no está segura de mandar en el
resto del mundo, ni ser mandada. Y esto puede provocar su fin.

‘’La función de mandar y obedecer es la decisiva en toda


sociedad. Como anda en ésta turbia la cuestión de quien manda
y quién obedece, todo lo demás marchará impura y torpemente’’
(4. Segunda parte. La rebelión de las masas, J. Ortega y
Gassset),

Deja claro, sobre todo, que él no habla desde un punto de vista


político, sino social; aunque yo contemplo que es un ensayo
bañado de política.

Hay varios rasgos de la obra de Ortega sobre los que he


reflexionado, y uno de ellos es la exaltación que hace de la
filosofía y la crítica que realiza a la ciencia, pues la filosofía
para él pertenece a la élite y no es alcanzable por las masas.

‘’La filosofía no necesita protección, ni atención, ni simpatía de


la masa’’ (IX Primitivismo y técnica. La rebelión de las masas, J.
Ortega y Gasset).

Gracias a la filosofía, el hombre puede acudir a la reflexión:


¿Cómo va un hombre-masa a cuestionarse cosas de la vida si
solo conoce lo que hay de puertas para adentro? ¿Pero
entonces en qué lugar queda la ciencia para Ortega? El
científico es un especialista en su minúsculo domino, ya que
consigue que la ciencia avance, pero sin percatarse de ello. El
no darse cuenta de los adelantos de su propio trabajo hace que caiga en la
mediocridad científica. El experto aplica técnicas y procedimientos,
pero desconoce lo que se sale de su especialidad. Para Ortega
es un sabio ignorante, ya que conoce un mínimo porcentaje de
la realidad. Es aquí donde quiero detenerme: la especialidad. ¿A
caso hoy no sucede lo mismo? Nos pasamos la vida eligiendo
qué queremos estudiar, qué optativas nos llevarán por el
camino que queremos, que si ciencias o letras, que si sociología
o tecnología, que si una carrera u otra: Hemos sido reducidos
constantemente, nos estamos especializando en cosas tan
generales e imprecisas, tan ambiguas e indirectas, que jamás
estaremos especializados en nada, o lo que es peor, estaremos
especializados en algo tan pequeño que nos dará vértigo mirar a
nuestro alrededor. Ortega, en ese punto, no podía tener más
razón.

Otro de los aspectos importantes a tratar, para mí, es el de


civilización, en la que el hombre-masa ya no admira el pasado,
sino que cree que su presente es superior a cualquier tiempo.
Ya no vale aquel ‘’cualquier tiempo pasado fue mejor’’.
‘’Nuestros padres, peores que nuestros abuelos, nos
engendraron a nosotros aún más depravados, y nosotros
daremos una progenie todavía más incapaz’’ (Odas. Libro III, 6).

Ahora no creen eso, sino todo lo contrario. Y no es que esa


actitud sea mala del todo, no. Lo que es malo es el respeto
inexistente a la historia, pues el saber histórico es una técnica de primer orden
para conservar la civilización. Y es por eso que se forma la figura del hombre
cínico: alguien que niega su propia civilización. En ocasiones me pregunto si
Ortega contemplaba eso como una realidad o utilizaba su capacidad de
convicción para hacer creer a los demás que el hombre-masa reunía esas
características porque se sentía amenazado por la presencia de unos seres,
para él, inferiores, que comenzaban a ganar posición en la sociedad: ¿No es
Ortega algo antihumano en estos ensayos? ¿No está descalificando al ser
humano? ¿Haciendo superiores a unos e inferiores a muchos otros? ¿A caso
esto no atenta contra la justicia y los derechos humanos que ahora
conocemos?

INTRO A MANO DEL LIBERALISMO

“ El liberalismo-conviene hoy recordar esto- es la suprema generosidad: es el


derecho que la mayoría otorga a las minorías y es, por tanto, el más noble
grito que ha sonado en el planeta. Proclama la decisión de convivir con el
enemigo; más aún, con el enemigo débil”. (VIII Por qué las masas intervienen
en todo y por qué solo intervienen violentamente. La rebelión de las masas,
Ortega y Gasset).
Él quería un estado libre, ante todo. Esto nos lleva a pensar en
la civilización en estado de colectividad: el hombre-masa se
deja llevar, por un colectivo y aquel que destaca, el individuo
que piensa por sí mismo, es el que merece ser escuchado.

Uno de los temas sin los que no podríamos entender algunos


rasgos del ensayo es el gobierno del Estado: ¿Quién gobierna?
Ortega nos propone una reflexión interesante: gobierna la
opinión pública. Es decir, lo que la mayoría dice, lo que la gran
masa opina. ¿Y es que eso ha cambiado en nuestros tiempos?
Hoy en día aún se pronuncia más: las redes sociales, por
ejemplo, han permitido que la opinión sea más pública que
nunca y que, además, se realice masivamente.

Aunque Ortega ya predice el fracaso del fascismo y lo pone de


ejemplo como vía de un mal gobierno, liderado por el hombre-
masa, también le presta atención al comunismo: es interesante
porque en cierto modo halaga la manera de actuar que tienen
otros países, como Rusia, pero a la vez propone un cambio:
Lanza una pregunta muy interesante.
¿No sería idóneo oponerse a esa moral comunista con una
nueva moral de occidente que conlleve un nuevo programa de
vida?
Sin duda, Ortega busca un cambio. Hacerse oír, pero también
una modificación de esa Europa moribunda que está al límite de
la extinción, no literalmente, sino como poder potencial. No he
podido evitar pensar en la actualidad, y concretamente, en
España. Pues, ¿cuántos son los que, como Ortega, piden
constantemente un cambio, una reforma de pensamientos,
leyes y maneras de actuar?

En definitiva, Europa, según Ortega, necesitará del totalitarismo


para que ese liberalismo deseado por el autor, llegue a
sobrevivir.
‘’Los pueblos menores adoptarán figuras de transición e
intermediarias. Esto salvará a Europa. Una vez más resultará
patente que toda forma de vida ha menester de su antagonista.
El <<totalitarismo>> salvará al <<liberalismo>>, destiñendo
sobre él, depurándolo, y gracias a ello veremos pronto a un
nuevo liberalismo templar los régimenes autoritarios[...]
imprescindible para que vuelva a brotar, en el bosque que
tienen almas, el hontanar de una nueva fe.’’ (En cuanto al
pacifismo. La rebelión de las masas, J. Ortega y Gasset).

Europa se encuentra en un punto de inmoralidad muy grande: el


hombre-masa no es que haya perdido su moral, no, la niega
rotundamente. Es por eso que no debemos confundir términos,
pues no estamos hablando de una amoralidad, sino de una
inmoralidad.
‘’Lo que con un vocablo falto hasta de gramática se llama
amoralidad, es una cosa que no existe. Si usted no quiere
supeditarse a ninguna norma, tiene usted <<velis nolis>>, que
supeditarse a la norma de negar toda moral, y eso no es amoral,
sino inmoral.’’ ( Se desemboca en la verdadera cuestión, XV. La
rebelión de las masas, J.Ortega y Gasset).

En conclusión, tras la lectura de esta obra, no solo he


descubierto en mí una curiosidad sociológica y política que
hasta ahora desconocía, sino que también he aprendido a ser
crítica y a desmitificar a un valorado escritor para poder
reflexionar sobre las cuestiones que plantea. A pesar de haber
contemplado partes de la ideología de Ortega que desconocía,
haberme frustrado y en ocasiones, desesperado, no puedo negar
que me ha hecho contemplar la situación social coetánea al
autor de un modo más cercano.
He de admitir que en muchos momentos durante mi experiencia
lectora me he sentido mujer-masa y que contemplo el punto de
vista de Ortega algo drástico e inhumano, pues considero que
excluye de un mundo intelectual y sano a la mayoría de la
población, que, para mí, tienen derecho a descubrir también ese
mundo de la élite al que Ortega pertenece. Entiendo qué quiere
decir, pero también veo que dota su opinión de un carácter
radical e inflexible.
Y no, no considero que Ortega sea pesimista en esta obra,
simplemente que él ha decidido redactar una cruda realidad
(quizá algo exagerada, intencionadamente) difícil de masticar
para el que no esté dispuesto a escucharla. No veo en él una
propuesta de desencanto y rendimiento, sino todo lo contrario:
veo un mensaje de esperanza. Crear algo nuevo para ser alguien
nuevo; o lo que es lo mismo: crear algo nuevo para que Europa
pueda reformarse y seguir adelante.

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