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Hilatura
Toda la Industria Textil puede dividirse en tres partes principales. La primera
comprende todas las operaciones necesarias para obtener de las fibras o pelos,
las mechas, hilos y bobinas (Hilatura); la segunda parte comprende la
fabricación de tejidos y objetos de todas clases, de los hilos (Tejidos, Géneros
de punto, Pasamanería, etc.), y la tercera comprende las operaciones
necesarias para el hermoseado y acabado de los tejidos, género de punto, etc.
(Teñido y Aprestos). Vamos a tratar en la Primera Parte del cultivo,
recolección y preparación de las primeras materias ; luego, de la hilatura y
retorcido, del acabado de los hilados, y antes de terminar trataremos de los
principales clases de hilados y torcidos.
I. Fibras textiles
1. Algodón
La planta de algodón pertenece a la familia de las lobuladas, llamada por los
botánicos Gossypium, y crece principalmente, en la zona tórrida; sin embargo,
su cultivo está bastante extendido en la zona templada. Se presenta como
planta herbácea, arbusto o árbol, y se cultiva, en grandes plantaciones, en
América del Norte, América Central y Sudamérica, en China, India Oriental,
Egipto, Turquía y también en Europa, aunque en extensiones muy reducidas.
Las clases conocidas por Sea-Island o Georgia largo, proceden de las islas del
Estado de Georgia o de la Florida. En segundo lugar hay que mencionar el
algodón egipcio, llamado también Mako (1). Luego siguen las clases
americanas corrientes de los Estados de Texas, Luisiana, Nueva Orleans,
Virginia, etc., y como calidad inferior debemos citar las clases procedentes de
las Indias Orientales.
Una vez mondadas las pepitas, tratadas en molinos aceiteros producen aceite
utilizado para la fabricación de manteca artificial, grasas, aceites comestibles,
alumbrado, engrase, fabricación de jabón, polvos para lavado, bujías, etc. Los
residuos de la extracción de aceite, o sea el turtó de algodón, es triturado, y se
utiliza como alimento para cebar.
2. Lino
Cuando la corteza ha sido desprendida, es preciso separar las fibras entre sí,
operación de rastrillado que se hace reuniendo las fibras de varios tallos, y
pasan sucesivamente entre púas afiladas fijadas verticalmente sobre un banco,
con las puntas en alto, moviendo los tallos horizontalmente, operación
conocida por rastrillado o peinado, la cual ha de repetirse varias veces, cada
vez con púas y peines más finos, separándose la estopa de las fibras. El
rastrillado a mano no basta para las máquinas de hilar, siendo necesario el
empleo de rastrilladoras mecánicas, que aseguran un trabajo más rápido y
enérgico, siendo su funcionamiento semejante al rastrillado a mano, pero más
perfecto.
Cuando las púas de rastrillar han cogido el manojo, la guía de la mordaza sube
a su posición primera, de modo que el rastrillado se realiza, de una parle, por
el movimiento continuo de las púas y, de otra parte, por el estirado del
manojo. Cuando la mordaza ha recorrido toda la guía, se abre, invirtiéndose el
manojo, que queda fijado nuevamente en la mordaza para el rastrillado de su
mitad superior, que cuelga ahora en la parte inferior del mismo en el camino
que va a recorrer para su rastrillado.
3. Cáñamo
4. Yute
Las fibras de yute proceden de los tallos de las plantas de yute (Corchorus
capsularis). Crece en los países calientes de Asia, especialmente en las Indias
Inglesas (cuyo puerto de exportación es Calcuta), y tiene una altura de 3 a 5
m.
El yute debe enriarse como se ha descrito para el lino, luego pueden separarse
con las manos las fibras de los tallos, que tienen unos 15 mm. de grueso.
Como la capa filamentosa es muy quebradiza, es preciso ablandarla y
suavizarla ; esto se logra tratando las fibras por resquebrajado. Las fibras se
rocían con agua y se impregnan de sulfato, conservándolas varios días en este
estado. Las máquinas de resquebrajar se asemejan a las agramadoras del lino.
Las clases finas son tratadas como el lino, las más bastas, como la estopa ; en
las primeras se cortan los tallos en trozos de unos 75 cm de longitud y luego
se procede al rastrillado. En otros casos no se cortan los tallos ni se rastrillan,
llevando los tallos resquebrajados a las cardadoras de que se hablará más
adelante.
5. Ramio y chinagras
6. Junco y Turba
Los juncos crecen en gran cantidad en las orillas de las corrientes de agua
(Typha laetifolia o angustifolia), sus hojas contienen fibras en proporción del
20 % de su peso, pero son más bastas que las fibras .procedentes de tallos,
como ocurre con todas las extraídas de hojas.
7. Celulosa de madera
8. Caucho
Hay numerosas razas de ovejas, pero según las cualidades de la lana pueden
clasificarse en dos grupos :
a) Ovejas del país,
b) Ovejas del Norte.
Las ovejas del país tienen una lana corta y fuertemente rizada; las ovejas del
Norte tienen fibras más largas y menos rizadas ; por esto se emplea la primera
clase para tejidos corrientes y género de punto, la segunda clase, conocida por
estambre, después de peinada, para tejidos finos. Las diferencias entre estas
dos clases serán explicadas más adelante. Sin embargo, actualmente las
hilaturas modernas pueden peinar e hilar lanas bastante cortas y rizadas.
Entre las ovejas del país debemos citar las ovejas alemanas, las españolas
merinos y las procedentes del cruzamiento de ovejas alemanas con
reproductores españoles. Estas ovejas cruzadas se han extendido, no
solamente en Europa, sino en América, Australia y África, asegurando el
consumo mundial de lana. Entre las razas españolas deben citarse la electoral
o merino sajona y la raza del Infantado o negretti.
Entre las ovejas del Norte podemos citar las ovejas inglesas, las holandesas
del bajo Elba y el Weser, las ovejas de los brezales de Lunenburg y la oveja
de Creta en Hungría.
2. Pelo de cabra
En primer lugar debe tratarse del pelo de cabra de Angora (véase la imagen
microscópica fig. 10) procedente de estas cabras que se crían en Asia Menor ;
actualmente también se cría esta raza en España, Francia y Colonia del Cabo,
y desde hace algún tiempo en el África occidental alemana. Este pelo es liso,
tiene un brillo magnífico y es completamente blanco. Es muy apreciado para
la fabricación de pelouche e hilados de fantasía, muy empleados en la
elaboración de telas para trajes y abrigos.
Además de este pelo, debe citarse el pelo cachemir y del Tibet, ambos muy
semejantes por sus características, aunque el primero es más fino. Se emplean
raramente solos, mezclándolos generalmente con otras fibras textiles.
También se utiliza el pelo de las cabras indígenas, pero siempre mezclado a
otras fibras en hilados ordinarios.
El pelo de vicuña (imagen microscópica, fig. 11) procede de América del Sur,
conociéndose las siguientes clases : alpaca, llama, guanaco y vicuña.
5. Seda natural
Los gusanos obtenidos con 100 gr. de huevos o semilla consumen, para su
completo crecimiento, 3.000 a 4.000 kilos de hojas de morera, produciendo a
lo sumo 80 a 120.000 capullos, pesando 150 a 200 kg. de los que se obtiene
10 a 15 kg. de buena seda.
Los gusanos pueden sufrir graves enfermedades que a veces destruyen toda la
cría, siendo la más peligrosa la tisis o febrina. Esta enfermedad, una vez
declarada, no tiene curación posible, conociéndose únicamente medios
preventivos. El profesor Pasteur estudió el procedimiento de fumigar o
pulverizar a las hembras después del acoplamiento, examinándolas luego al
microscopio, con el que pueden distinguirse fácilmente los gérmenes de la
enfermedad, destruyendo entonces los huevos de las hembras enfermas.
La seda pierde mucho en peso al ser teñida, pérdida que se procura compensar
con los conocidos aprestos (carga de azúcar, ácido tánico, zinc y hierro).
Desgraciadamente se carga actualmente más la seda de lo que pierde en el
tinte, volviéndose quebradiza con el uso, estropeándose rápidamente.
Los hilos metálicos más empleados en tejidos son los alámbres de hierro y de
latón, que recocidos son flexibles.
Alambres de oro puro o plata se usan raramente solos, empleándose
generalmente hilos de algodón o seda revestidos de hilos planos de oro o plata
(brichos).
"La industria textil" (Manuales técnicos labor), Prof. Max Gürtler y Dr. W. Kind
Traducción de la 3ª edición alemana por: D. Ricardo Ferrer, Ingeniero Industrial
Editorial Labor S. A., Barcelona, 1930