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Probablemente más de una vez nos hemos planteado la pregunta acerca de si una
sociedad es justa, injusta, equitativa o inequitativa, el cuestionarnos hace parte
fundamental de nuestra naturaleza como seres racionales y con pensamiento crítico,
para encontrar respuestas a estas preguntas, de ser posible, necesitaríamos tener claros
los conceptos específicos y establecidos acerca de lo que es la justicia y acerca de lo que
es la equidad, dentro del plano general, sin inmiscuir en lo específico.
La filosofía, precisamente, trata de aceptar que dudar estar en nuestra matul arena
humana, pero para nadie es un secreto que a lo largo de los años se han visto casos que
se consideran injustos por las comunidades que así lo deciden
El debate de hoy sobre lo justo se ha hecho complejo, si se tiene presente la proporción
de autores y corrientes de pensamiento, además, posiciones mezcladas o implícitas que
dificultan una caracterización de una concepción de justicia.
A pesar de que cada sociedad o conjunto como comunidad tiene unas reglas específicas
establecidas, no se puede dejar de lado el hecho de que existen normas y leyes que no
pueden ser violadas bajo ninguna circunstancia y estas normas y leyes están
evidentemente por encima de las comunidades, englobándolas en una sociedad aún más
compleja y extensa.
La justicia es un criterio ético que tiene distintas definiciones y que paralelamente es
personal. Para cada individuo la justicia significa una cosa distinta, empero como
definición general es actuar con objetividad, verdad e equidad otorgando lo cual cada
uno merece.
De esta manera, la injusticia es el contrario de la justicia, se cometen actos que van en
contra de lo ya establecido para no alterar La Paz y calma de las comunidades, se podría
hacer ver un ejemplo de injusticia al momento de repartir bienes, si se llega a hacer de
una manera incorrecta o equívoca se estaría alterando no solo La Paz, sino que también
se estaría vulnerando la justicia y la equidad, debido a que la equidad necesita de la
justicia al momento de una repartición de bienes y beneficios provenientes de la
cooperación social
El grupo de valores que tienen que administrar un estado de derecho conforman la
justicia. Los valores que componen la justicia son la igualdad, la independencia y el
equilibrio.
Con todo esto, en términos generales, tenemos que la justicia se entiende relacionada
con la aplicación e interpretación del derecho y quién hace esta funcionalidad son los
tribunales y los jueces. Dichos órganos son los delegados a impartir justicia basándose
en las leyes de un Estado.
Por otro lado, La igualdad es el mecanismo por medio del cual cada persona obtiene lo
cual se merece. Por esa razón, uno de sus sinónimos matizado es el de equidad. El
término igualdad tiene su origen en el latín y suele mencionar a la estabilidad, aunque
en verdad no representan lo mismo.
Es tanto de esta forma, que los dos conceptos podrían percibirse como contrapuestos el
uno al otro. La igualdad lo cual aspira es impulsar la justicia social, de forma que cada
individuo perciba lo cual se ha ganado.
Comúnmente, la equidad podría ser confundida con la igualdad, aunque estas dos
muestran diferencias claras debido a que la igualdad se apoya en distribuir, en piezas
equivalentes, en una misma proporción, un bien, recurso o servicio, mientras tanto que
la equidad se basa en el reparto de bienes o servicios en funcionalidad de los méritos de
un sujeto. Por lo cual, si una persona merece más que otra, el reparto dejaría de ser
igualitario.
Por ello, la igualdad se asocia más al criterio de justicia que al de equidad. Puede darse
un reparto equitativo sin que sea igualitario para lo demás de personas.
Todavía de esta forma, desviándonos de la justicia, la equidad social es un asunto
bastante más de flexibilidad y permisión en sociedades o comunidades ya que hablamos
de hablamos de ser flexible y ajustarse a las necesidades de los individuos en
funcionalidad de su intersección de vivencias en la sociedad de la cual formamos parte.
El sitio donde se cruzan la raza, el género, las ganancias, la orientación sexual, la
religión, la capacidad, etcétera.
De esta manera, la inequidad es un criterio ético e involucra una valoración de la
diferencia, a partir de cualquier costo o sistema de valores. El costo central para
conceptualizar una diferencia como inequidad es la justicia, de forma que la inequidad
es una diferencia considerada injusta.
Por consiguiente, existe una situación de desequilibrio o de falta de ecuanimidad.
Ciertos pensadores vinculan la inequidad y la igualdad a la moral y la ética, dejando la
diferencia y el equilibrio en el lote de la estadística. Según esta postura, la diferencia no
continuamente equivale a la inequidad.
Dentro de la sociedad, suele condenarse la inequidad en lo relacionado al ingreso a los
derechos, empero se acepta la diferencia como una efecto de varios componentes:
esfuerzo, formación, etcétera.
Como se puede ver, ya en las raíces de inequidad y diferencia poseemos esta diferencia
entre lo que cada uno se merece y lo que se estima justo para todos.
Podríamos mencionar sin detenernos a pensar que la inequidad es más grave que la
diferencia, pues no parece razonable designar recursos a personas que no se hayan
esforzado lo suficiente o que no los merezcan por haber cometido actos deleznables. No
obstante, a partir de otro criterio podríamos mencionar que la elección de negarles a los
haraganes y a los criminales los mismos derechos que reciben lo demás de los
individuos podría ser tan arbitrario como otorgárselos.
Esto nos lleva a la existencia del término natural en las definiciones previamente
mencionadas. ¿Cómo calificar la justicia de esta modalidad, si no conocemos los
códigos de la naturaleza? Cualquier cosa que inventemos los humanos puede parecer
por igual caprichosa y arbitraria para la naturaleza, tanto el camino del bien como el del
mal, ya que continuamente hablamos de nuestro criterio.
Hecho por David Samuel Castellar Pérez
Oportunidades e igualdad desde la cuna.
Aunque muchas personas desconozcan los derechos que por ley reciben, existen
derechos naturales, que son más bien básicos y adoptados al nacer
El derecho natural es anterior al de hoy derecho positivista, donde las normas que
organizan una sociedad se hallan plasmadas en reglas y códigos normativos.
El poder legislativo escogido por el poblado no crea el derecho natural. Tampoco este
derecho es publicado, sino que son normas que hay meramente por la ética social y la
naturaleza de los individuos.
Este derecho natural se constituye por medio de normas atemporales y abstractas de
conducta sin que se hayan dictado por ni una autoridad legitimada.
Tampoco se debe confundir el derecho natural con el derecho consuetudinario. El
derecho consuetudinario es la costumbre, no es un código cerrado de reglas escritas,
sino la expresión de las prácticas de los habitantes de un definido sitio.
El derecho consuetudinario se sabe como la expresión espontánea del Derecho, es una
manifestación del derecho por medio de actuaciones frecuentes en un espacio definido,
empero no aspira a ser un derecho mundial y ético de los individuos.
Actualmente, el derecho natural está desplazado y prima exclusivamente el derecho
positivo. O sea, prima la codificación de las normas que son dictadas por la autoridad a
la que le competa el asunto y legitimada.
Se denomina derecho natural a una ideología de tipo ético y jurídico que defiende la
vida de ciertos derechos propios y particulares de la condición humana, o sea, ciertos
derechos fundamentados en la naturaleza misma del hombre y que por consiguiente
resultarían inalienables. Esta clase de derechos podrían ser universales, además de
anteriores y mejores a cualquier otro ordenamiento jurídico.
A diferencia del derecho positivo, que está escrito, el derecho natural emana de la
condición humana misma, por lo cual no necesita de estar asentado en soporte alguno,
puesto que tampoco instituye diferencias entre las personas a los que ampara. No hay
exclusión viable en la aplicación o protección de los derechos naturales, sin que importe
condiciones como etnia, nacionalidad, religión, orientación sexual, etcétera.
Una vez que se habla de Derecho positivo, hace referencia al derecho escrito: ese que
figura en las Constituciones, ordenanzas y otros cuerpos textuales de ley que fueron
emanados por las respectivas autoridades en acuerdo poblacional a la que rigen, la cual
admite su supremacía y se somete voluntariamente a ella.
Las leyes positivas son dictadas por los cuerpos legislativos competentes, y son lo cual
habitualmente llamamos “la ley” o “las leyes”, o sea, un orden jurídico definido para
que una población rija su convivencia por medio de él. Las Cartas Magnas, las
ordenanzas municipales, los códigos penales, son todos ejemplos de Derecho positivo.
Por otro lado, tenemos el movimiento feminista que ha sido creado, seguido y apoyado
por millones de personas a lo largo del mundo con un factor común que es el objetivo
por el cual fue creado, este objetivo consiste en alcanzar la igualdad que tanto se ha
buscado a lo largo de los años.
Este movimiento ha sido tan apoyado como criticado, pero, para sorpresa de algunos, el
movimiento feminista a aportado a la sociedad y se ha inmiscuido en los derechos de los
seres humanos
Por ejemplo, el feminismo jurídico nace de las peleas por los derechos humanos, y,
precisamente, los derechos de las damas y la variedad afectivo-sexual dentro de una
teoría crítica que ha modificado la manera en la que se interpreta el derecho. Identidades
anteriormente excluidas reclaman ahora una presencia más grande y desarrollan
herramientas para mostrar su desprotección e invisibilización frente a el derecho.
Partiendo de las propuestas teóricas feministas, se analizan las primordiales razones de
este sesgo legal, como la forclusión o el fundacionalismo. Además se retomarán
recursos que consideramos clave para huir de un estudio esencialista, como la
interseccionalidad, la integración de los individuos lgtbiqa+ o las protestas del sexismo.
Desarrollaremos de esta forma una metodología jurídica feminista, que contrastaremos
con las magnitudes de la justicia transicional y la batalla contra la impunidad: justicia,
verdad, compostura y no repetición. Al final, este desarrollo teórico se ilustrará, en clave
de género, con ciertos casos emblemáticos, como la violencia sexual en tribunales
mundiales, los juicios por delitos de lesa humanidad en Argentina o la querella argentina
por los crímenes del franquismo.