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Inanna
Inanna
U
Omar Alberto Rodríguez Martínez
entone los lamentos al pie de las ruinas. A continuación deberá implorar ayuda al dios
dios de la Luna Nanna de Ur, y si este tampoco acude en su ayuda, recurrirá al rey de la
ello le encarga que admita a Inanna. Sin embargo, al igual que todos los mortales, tendrá
que entregar en cada una de las siete puertas del infierno sus vestidos y joyas pieza a
pieza, de tal manera que por último entra desnuda y encorvada en la habitación en la que
temidos siete jueces del infierno, deliberando sobre su destino. Dirigen sobre ella la
lugar, al gran dios Enil en Nippur, a continuación al dios de la Luna Nanna en Ur y, por
último, pide ayuda al anciano y bondadoso dios de la sabiduría. Enki en Eridu. Cuando Enki
averigua lo que le sucede a su querida Inanna, crea (de las suciedad de debajo de sus
uñas) dos seres asexuados, Kungarru y Kulaturru, que él envía al infierno con los
reino de las profundidades. También para ella sirve la ley inquebrantable en el país sin
regreso: ninguno de los que han sobrepasado las puertas del infierno puede regresar al
mundo de la luz sin haber elegido a un representante que en su lugar acuda al reino de la
muerte. Le siguen así una multitud de seres demoníacos de lo más inquietante, para
capturar y llevarse consigo a los malditos. En su búsqueda de una víctima idónea, Inanna
recorre los países, y todos los seres vivos con los que se encuentra huyen atemorizados
temerosamente misericordia.