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AMNISTÍA E INDULTO

Por José Ramon González

(abril, 2018)

Uno de los objetivos esenciales que explican la existencia misma del Estado es la
necesidad de garantizar por parte del poder público, dentro del territorio o fuera de
él en casos específicos, la integridad física, familiar y patrimonial de la población.
Como parte de este fin primordial del Estado, el reconocimiento, protección y
promoción de los derechos fundamentales mediante instrumentos e instituciones
que los garanticen, conforma uno de los principales pilares en los que se sustenta
todo sistema constitucional contemporáneo.

En consonancia con lo dispuesto en la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos, el Plan nacional de desarrollo contempla en síntesis pasar de un
Estado de Derecho, meramente legalista, a una Sociedad de derechos, garantista,
en donde todos, sin excepción, tengamos posibilidad de ejercer nuestros derechos
y cumplir con nuestras correlativas obligaciones apoyados en las garantías
constitucionales y mediante el establecimiento de políticas públicas, programas y
acciones específicos soportados en los medios necesarios que permitan
convertirlos en actos concretos.

En todo Estado Constitucional, deberes y derechos se integran correlativamente


en la actividad social y política. En tal sentido, a un lado de este marco de
derechos y garantías, que son de y para todos, está el cumplimiento del deber,
también de todos y todas, de acatar el orden constitucional.

Factores de distinta naturaleza que afectan actualmente al país, como la pobreza,


la marginación y la inseguridad, inciden negativamente en el desarrollo armónico
de la sociedad. Provocan, por parte de diversos grupos sociales, manifestaciones
y protestas dirigidas a autoridades de los distintos ámbitos de gobierno, y en la
exigencia de solución a sus planteamientos, algunos de sus miembros se ven
involucrados en la comisión de actos delictivos, con el consecuente ejercicio de
acciones legales en su contra.

Superada la etapa crítica del conflicto político y social y teniendo por supuesto que
los móviles que indujeron en su caso a la comisión de actos delictuosos pudieron
tener un móvil altruista, aunque fuesen en su caso equivocados los medios
puestos en práctica para modificar las injusticias reales o supuestas que dieron pie
a la alteración del orden, es deber del poder público del Estado resarcir las heridas
y encauzar la vida pública hacia una plena normalidad, propiciando el olvido de las
diferencias surgidas, haciendo posible que las personas que pudieron haber
cometido actos presuntamente constitutivos de delitos, se reintegren a la vida
cotidiana en beneficio de su comunidad, su entidad y el país, sin detrimento del
derecho a la reparación del daño de quienes pudiesen haber sido afectados por
tales actos y el compromiso legal de no reincidencia de sus comisores.

Es así que la amnistía concilia partes en pugna para recuperar la armonía social.
El proceso construcción de una paz duradera, a nivel local o nacional, exige la
creación de condiciones que generen confianza en la sociedad, entre las que por
supuesto se encuentra la creación y aplicación de disposiciones jurídicas de
cumplimiento inmediato que hagan propicia la reconciliación y reunificación de los
intereses en pugna y la reivindicación de los derechos de los afectados por ellos,
en un marco de armonía, concordia y respeto compartidos.

En todo caso, la amnistía como acto del poder público del Estado –uno de los
muchos mecanismos que deben intervenir para una paz duradera y constructiva-,
debe contener ciertos elementos indispensables, ente ellos, los más importantes:
a) Ser decretada por razones de orden público para extinguir las acciones
penales y las sanciones impuestas respecto de delitos comunes e infracciones
contravencionales o disciplinarias que se hubiesen cometido con anterioridad;
esto es, delitos no tipificados como graves por el derecho penal vigente; b)
Produce la extinción de todas sus consecuencias represivas, sin individualizar a
los destinatarios del beneficio, quienes no pueden renunciarlo; y, c) una vez
reconocido por una resolución judicial como cosa juzgada, es irrevocable,
pero d) Subsiste la reparación de daños y perjuicios y la responsabilidad
civil, quedando a salvo los derechos de quienes puedan exigirla por haber sido
víctimas de daños a su integridad física o patrimonial, e incluye e) el compromiso
de no reincidencia, esto es, de quienes realizaron tales daños para no volver a
actuar de esa manera.

Uno de los requisitos indispensables de toda Ley de Amnistía es su temporalidad.


Lo que no es otra cosa que precisar por parte del Poder Legislativo del caso que
corresponda el período de tiempo que va a cubrir en el que se dieron los
acontecimientos delictivos y los daños a resarcir, lo que debe de ser concertado
previamente con las partes y terceros involucrados, a fin de abonar a una
reconciliación basada en el consenso general;

Los supuestos descritos con anterioridad se establecen en la Constitución Política


de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 73 fracción XXII, dispositivo que
otorga al Congreso de la Unión la atribución de conceder amnistía por delitos cuyo
conocimiento pertenezca a los tribunales de la federación. Es en esos términos
que ya se ha aplicado en la historia reciente en 1972 y 1978 por los actos de
protesta política y social que derivaron en los lamentables acontecimientos del 2
de octubre de 1968 y 10 de junio de 1971, así como también como uno de los
instrumentos empleados –que no el único- en 1994 en aras de atender y remediar
lo ocurrido tras el levantamiento del EZLN en Chiapas.

Ahora bien, en consonancia y complemento con lo previsto en el art. 92 del Código


Penal Federal para esa jurisdicción, para decretarla a nivel estatal se debe expedir
una Ley; que los delitos sean del fuero común, preferentemente vinculados a
situaciones de conflicto social; y que beneficie a una pluralidad.

Sin embargo, la medida tiene un impacto mayor si atiende lo relativo a las


consecuencias materiales y morales sufridas por las víctimas de los actos
delictivos que se pretende olvidar, en el más decidido afán de encontrar puntos
objetivos de encuentro entre las necesidades de paz y los estándares mínimos de
otorgamiento de justicia que garanticen los derechos fundamentales de las
víctimas y para los ofendidos, la verdad y la reparación del daño.

Por su parte, la legislación federal de la materia, insta a la Secretaría de


Gobernación a proponer a los gobiernos de las entidades federativas a realizar las
gestiones ante sus respectivos congresos para promulgar leyes de amnistía
concordantes con lo dispuesto por el ordenamiento federal.

En ese mismo sentido, el Código Nacional de Procedimientos Penales, en su


artículo 485 fracción VI prevé la amnistía como una de las causas que extinguen la
pretensión punitiva o la potestad de ejecutar las penas y medidas de seguridad
impuestas, sin perjuicio de la reparación del daño –reitero- necesariamente
correlativa a la amnistía en términos de dar realmente justicia, lo que por cierto
nunca se ha mencionado ni siquiera de manera colateral en la propuesta del
candidato presidencial por el Morena:

1) Se propone la amnistía para quienes cometan o sean cómplices coautores o


copartícipes de delitos federales (hay vídeos hasta publicados en la TV donde se
dice de manera expresa). Por supuesto que la ponderación del juzgador siempre
ha estado presente y estará con mayor énfasis ahora con el nuevo sistema de
justicia penal, donde la aplicación o no de la pena deriva no de una decisión
presidencial, sino hoy más que nunca como FACULTAD EXCLUSIVA DEL
PODER JUDICIAL aunada a la aplicación primordial de principios constitucionales
como el PRO PERSONA, por lo que la propuesta de adjudicarse a priori la medida
como propia del ejecutivo es inadecuada; 2) Se que el ejecutivo sea el que aplique
la amnistía, cuando como ya vimos es FACULTAD EXCLUSIVA DEL
CONGRESO, órgano del poder púbico también desde hace décadas se integra de
manera plural, por lo que para modificar la Carta Magna en su forma y términos
actuales (delitos menores y por cuestiones políticas, más reparación del daño y
compromiso de no reincidencia) y “ponerla a modo” el ejecutivo en turno tendría
que enviar la iniciativa al Congreso y esta ser aprobada por más de dos tercios de
los legisladores federales y más de la mitad de integrantes los 32 congresos
locales.

Por todo lo expuesto, es de considerarse que la pretensión de conceder amnistía a


narcotraficantes, sus cómplices o copartícipes es poco o más bien nada
innovador, pues la figura ya existe con antelación en la Carta Magna y sus leyes
derivadas y ha sido desde siempre perfectamente aplicable y sus presupuestos
jurídicos y políticos totalmente claros y comprensibles.

Pero además incorrecto conceptualmente, pues la posibilidad de aplicarla según la


Constitución Federal en vigor es para delitos comunes y por actos relacionados
con reivindicaciones políticas, no por razones de narcotráfico, delito que es del
orden federal, sin contar otros delitos que pudieran acumularse, como los
homicidios, los secuestros, las desapariciones, el lavado de dinero, entre otros y
más aun pretender aplicarla sin sanciones para sus comisores, ni reparación del
daño para las víctimas, lo cual implica un riesgo delicado que podría derivar en
actos injusticia.

Ahora bien, en cuanto al Indulto, se trata de una figura jurídica que se ha llegado a
confundir o tomar como sinónimo de la Amnistía, cuando no es así.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el indulto como “La Gracia


que excepcionalmente concede el jefe del Estado, por la cual perdona total o
parcialmente una pena o la conmuta por otra más benigna” o bien puede
exceptuarla o eximir a alguien de sus obligaciones de acuerdo con la ley. En
concordancia con esta definición, jurídicamente el indulto implica la extinción de la
responsabilidad penal por perdón de la autoridad bajo ciertas circunstancias.

En la legislación mexicana, el indulto se prevé en primer lugar dentro de las


atribuciones conferidas al Presidente de la República en el artículo 89 fracción XIV
en el sentido de: “Conceder, conforme a las leyes, indultos a los reos sentenciados
por delitos de competencia de los tribunales federales” del cual podemos extraer
tres elementos característicos sustanciales:

1) Es una atribución exclusiva del Ejecutivo en su calidad de Jefe de Estado;

2) Se concede conforme a las leyes, esto es, según lo dispuesto en los


ordenamientos secundarios de la materia; y

3) Se otorga a los reos de delitos federales, quedando a cargo de los gobiernos


estatales la expedición de sus respectivas leyes de indulto para quienes cometan
ilícitos locales.
De ahí tenemos que el Indulto es distinto a la amnistía, pues en esta se trata del
olvido del acto delictivo del orden común cometido por razones políticas, con el fin
de lograr la paz y la armonía social; mientras que el Indulto supone el perdón de la
pena, es decir, que el reo sigue siendo culpable de un delito federal pero se le ha
perdonado la pena por encuadrarse a ciertas circunstancias de contexto, como por
ejemplo: ser primo delincuente; no tratarse de un delito de crimen organizado y/o
infamante o que tenga que ver con la vida e integridad de las víctimas; que se
haya cumplido más de la mitad de la pena y que durante este lapso se haya tenido
buena conducta, solo por mencionar las más comunes.

Además, el indulto a diferencia de la amnistía puede set total (extinción de las


penas por todos los delitos cometidos) o parcial (remisión de alguna pena o
conmutación por otra menos grave), y general (a todos quienes entren en el
supuesto) o particular (a una persona en específico). Cabe mencionar que esta
figura tampoco es nueva, de hecho, se aplica de forma regular a nivel federal y
estatal, usualmente los fines de año para que los reos que cumplen los requisitos
de ley puedan pasar las fiestas en libertad y con sus familias.

Por lo tanto, el indulto tampoco podría ser aplicado para los narcotraficantes, sus
cómplices, coautores o copartícipes, en los términos propuestos, pues tanto en el
indulto como en la amnistía, los delitos de crimen organizado están excluidos del
beneficio del olvido o del perdón.

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