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La influencia de la
normativa supranacional sobre derechos humanos de nivel constitucional en el pro-
ceso penal argentino, 2° ed. 1° reimpr., Editores del Puerto, Buenos Aires, 2010.
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gr., art. 8.2, CADH; art. 14.3, PIDCP) con la acusación, lo que se
grafica con la alocución “paridad de armas”310. Esto ocurrirá
cuando aquél tenga, no sólo en teoría sino también en la prácti-
ca, las mismas posibilidades (reales)311 que el acusador para
influir en las decisiones de los jueces312 sobre el caso, lo que
dependerá de los siguientes aspectos.
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tado, el Estado debe probar su culpabilidad más allá de toda duda razona-
ble” (Comisión IDH, Informe nº 5/96, caso 10.970).
316 En este sentido, BINDER, Justicia penal, cit., p. 155.
317 “En el procedimiento penal, el onus probandi de la inocencia no le
corresponde al imputado; por el contrario, es el Estado quien tiene la carga
de demostrar la culpabilidad del procesado” (Comisión IDH, Informe nº
5/96, caso 10.970).
318 Cf. Comisión IDH, Informe nº 5/96, caso 10.970.
319 “El artículo 8.2 de la Convención ADH establece que toda persona
inculpada de delito tiene… el derecho irrenunciable de ser asistido por un
defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no según la legislación
interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare defen-
sor dentro del plazo establecido por la ley” (Comisión IDH, Informe nº
28/96, caso 11.297).
320 Cf. Comisión EDH (Informe nº 7138/75) en donde se reconoce el
derecho del acusado a tener acceso a la información obrante en poder del
fiscal que le sea útil para ayudarle a ganar el caso o reducir la pena.
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321 El art. 353 bis del CPPN (ley 24.826) dispone que el imputado podrá
presentarse ante el fiscal “aun por escrito, aclarando los hechos…”.
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14. d. Expresiones
Clásicamente se ha entendido que la defensa del imputado
está integrada por diferentes expresiones que se desarrollan a
continuación, relacionadas con su intervención en el proceso y
su posibilidad de audiencia.
La defensa presupone el derecho del imputado de intervenir
personalmente en su caso, de “hallarse presente en el proceso”323
(art. 14.3.d, PIDCP). Por eso, si bien la investigación preliminar
puede comenzar a desarrollarse en ausencia de aquél (lo contra-
rio imposibilitaría su individualización y la posible recolección de
las pruebas), no podrá producirse la acusación, ni realizarse el
juicio oral y público si esa ausencia se mantiene. Se ha dicho que
esta prohibición tiene como fundamento la necesidad de verifi-
car “de cuerpo presente” si el imputado tiene capacidad para
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334 “Para que este derecho opere en plenitud y satisfaga los fines que le
son inherentes, es necesario que esa notificación ocurra antes de que el
inculpado rinda su primera declaración. Sin esta garantía, se vería concul-
cado el derecho de aquél a preparar debidamente su defensa” (Corte IDH,
caso Tibi vs. Ecuador, 7/09/2004).
335 Cf., en este sentido, Comisión IDH, Informe 127/01, caso 12.183,
del 3/12/2001.
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14. e. El defensor
Ciertamente, la defensa (por la exigencia de igualdad) impli-
ca también la equivalencia de conocimientos jurídicos entre acusador
y acusado, lo que requiere que éste cuente con un abogado que
lo asista y represente desde el punto de vista legal336, para no
encontrarse en la situación de “quien no sabe hablar la lengua
que necesita para hacerse entender”.
Por esto, se reconoce al imputado el derecho irrenunciable
(art. 8.2.d y e, CADH)337 a hacerse defender por un abogado
de su confianza y elección338, que a modo de “guardián par-
cial del Estado de Derecho”339, es decir, del Estado no arbitra-
rio, actúe como un protector de su interés340, integrando341 su
personalidad jurídica. Este derecho debe ser reconocido efecti-
336 “Para que estos derechos sean efectivos, debe otorgarse al acusado
una oportunidad efectiva de contratar un abogado tan pronto como sea
razonablemente practicable después de su arresto o detención” (Comisión
IDH, Informe 58/02, caso 12.275, del 21/10/2002).
337 “Cuando el inculpado no quiere o no puede hacer su defensa per-
sonalmente, tiene derecho de ser asistido por un defensor de su elección.
Pero en los casos en los cuales no se defiende a sí mismo o no nombra
defensor dentro del plazo establecido por la ley, tiene el derecho de que el
Estado le proporcione uno, que será remunerado o no según lo establezca
la legislación interna” (Corte IDH, Opinión Consultiva OC-11/90, del
10/VIII/90). Véase, sin embargo, la nota 355.
338 La normativa supranacional acepta la autodefensa técnica (derecho
de defenderse personalmente, art. 8.2.d, CADH) en la medida en que se
garantice la “plena igualdad con el acusador” (art. 8.2, CADH) Lo acepta la
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-11/90, del 10/VIII/90, pero sólo si la
legislación interna lo permite.
339 Cf. GELSI BIDART, Adolfo, Proposiciones acerca del abogado hoy, en Hacia
una justicia más efectiva, XVII Congreso Nacional de Derecho Procesal.
340 “La defensa de un acusado (…) en modo alguno puede servir de
base para atribuir maliciosamente y sin fundamento alguno (…) una vin-
culación del abogado defensor con actividades ilícitas que (…) se le impu-
ten a su patrocinado” (Comisión IDH, Informe nº 27/94, caso 11.084).
341 “En un procedimiento penal, el abogado defensor nunca sustituye
totalmente al acusado” (Comisión EDH, Colozza y Rubinar, Informe del
5/V/83).
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360 Cf. CAFFERATA NORES, Derecho procesal, cit., p. 105. “Por constituir el
principio de coherencia o correlación un corolario indispensable del dere-
cho de defensa, la Corte considera que aquél constituye una garantía fun-
damental del debido proceso en materia penal, que los Estados deben obser-
var en cumplimiento de las obligaciones previstas en los incisos b) y c) del
artículo 8.2 de la Convención” (Corte IDH, caso Fermín Ramírez vs. Guate-
mala, 20/06/2005).
361 La congruencia es la compatibilidad o adecuación existente entre el
hecho que impulsa el proceso y el resultado de la sentencia; el requeri-
miento fiscal fija los hechos de los que el Tribunal no puede apartarse. Para
que se conmueva la garantía constitucional de la defensa en juicio, es nece-
sario que se haya producido una mutación esencial entre el hecho intima-
do y la base fáctica contenida en el documento acusatorio, lo que produce
un menoscabo en la facultad de refutación por parte de los imputados
(CNCP, Sala III, Rivero, 5/03/2004). A su vez, la Corte IDH entendió que la
calificación de los hechos puede ser modificada durante el proceso sin que
ello implique una violación al derecho de defensa en juicio (Corte IDH, caso
Fermín Ramírez vs. Guatemala, sentencia del 20/06/2005) si se observan las
garantías procesales previstas en la ley para llevar a cabo la nueva califica-
ción (lo que remite la cuestión a la existencia de reglas al respecto en el
derecho interno). En este mismo sentido, CNCP, Sala I, Encina, 10/11/2006
y Sala III, Miere, 9/03/2007.
362 La sentencia definitiva debe ser “resultado racional de un juicio
justo” (Comisión IDH, Informe nº 55/97, del 18/XI/97). Por su parte, RODRÍ-
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