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ANTIESPECISMO COMO PROYECTO POLÍTICO CONTRAHEGEMÓNICO

Benjamín Fuenzalida

Tesina para optar al grado académico de Licenciado en Ciencia Política

Profesor guía: Pablo Solari

Profesor taller de Tesina: Eva Hamamé

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES E HISTORIA

ESCUELA DE CIENCIA POLITICA

SANTIAGO, CHILE

2018
Resumen

El presente trabajo de investigación busca aportar a la discusión en torno al


antiespecismo como posicionamiento político que pone en cuestión la relación
existente entre los humanos y los demás animales, hoy determinada por el
carácter ideológico de la visión especista predominante. En función de lo anterior,
se identifican diversas corrientes que buscan cuestionar la hegemonía especista
que impera a nivel global en la relación que desarrolla el ser humano con los
demás animales.

No obstante, a raíz de la inefectividad crítica de las distintas corrientes


antiespecistas imperantes, el desarrollo de una propuesta antiespecista de
carácter contrahegemónico responde al contexto actual del presente debate. Esta
propuesta se entiende como una opción viable para la articulación efectiva del
antiespecismo en el escenario de pluralidad de luchas que se manifiesta tras la
posguerra. Esta articulación y re significación del antiespecismo busca disputar las
nociones ideológicas impuestas por el grupo dominante.
De este modo, la presente investigación identifica los principales conceptos que
subyacen al antiespecismo, contrastando las corrientes predominantes y
diferenciando la funcionalidad de los elementos constitutivos de estas, ya sea
como perpetuadoras del especismo, o bien como críticas de éste último,
recabando así los elementos necesarios para la elaboración de un antiespecismo
contrahegemónico.

Conceptos clave: Antiespecismo, consideración moral, contrahegemonía,


propiedad, explotación.

2
Índice

Introducción………………………………………………………………………………4

Metodología……………………………………………………………………………….5

Capítulo 1: El especismo en la tradición occidental: una breve revisión


histórica……………………………………………………………………………………7

Capítulo 2: Sobre la extensión de la consideración moral hacia los animales


no humanos y el concepto de
antiespecismo…………………………………………………………………………..15

2.1 La profundización del debate en torno a la consideración moral hacia los


demás animales: diversas
corrientes………………………………………………………………………………...18

2.2 Bienestarismo vs abolicionismo: la dicotomía actual del


antiespecismo…………………………………………………………………………..25

Capítulo 3: Antiespecismo contrahegemónico como propuesta


transformadora………………………………………………………………………….30

3.1 Análisis……………………………………………………………………………....37

3.2 Presentación de casos……………………………………………………………40

Conclusiones……………………………………………………………………………41

Bibliografía………………………………………………………………………………43

3
Introducción

A través de la historia se han manifestado diversas formas de opresión. En torno a


la relación entre seres humanos y demás animales cabe destacar al especismo,
forma de discriminación basada en la jerarquización y diferencia entre especies
animales (Ryder 2010).

Sin embargo, las distintas formas de discriminación como el racismo, el sexismo y


el especismo han tenido un factor en común: el surgimiento de corrientes de
pensamiento y movimientos de resistencia. En el caso del especismo esta actitud
no ha sido excluyente, tal como menciona Hribal (2014) al establecer que las
condiciones de vida de los animales no humanos, propiciadas por la ganadería
intensiva y resultantes del desarrollo técnico que se gestó durante la revolución
industrial, conllevó en diversas ocasiones a la resistencia por parte del ganado. No
obstante, a pesar de la aparición de corrientes antiespecistas y de intentos de
resistencia a lo largo de la historia, la deficitaria capacidad para articular teoría y
praxis ha mermado los intentos por reivindicar la relevancia moral de los animales
no humanos. Esto ha dado como resultado que, a pesar de la creciente relevancia
que ha adquirido el antiespecismo, la crítica en forma de acción política no se ha
desarrollado en concordancia con la inmensidad de material teórico que ha
surgido al respecto. Esto es lo que da origen a la problemática actual del
antiespecismo, en el contexto de su politización, en cuanto a su capacidad
articulatoria entre discurso y práctica.

En función de lo expuesto y en consideración de la ineficiencia que han tenido las


corrientes que buscan extender la consideración moral hacia los animales no
humanos, surge la pregunta ¿Qué carácter puede asumir el antiespecismo en el
contexto de su politización? Esta investigación defiende el supuesto de que el
antiespecismo, en el contexto de su politización, puede adoptar un carácter
contrahegemónico que logre resignificar su identidad y redirigirlo en el terreno
discursivo.

4
De lo anterior procede que el objetivo general que guía la presente investigación
es fundamentar el carácter contrahegemónico del antiespecismo en el contexto de
su politización, mientras que los objetivos específicos que se seguirán para la
realización de este objetivo general son: identificar los principales elementos y
tensiones del especismo que propician la explotación de los animales no
humanos; contrastar los distintos enfoques antiespecistas que predominan en la
discusión sobre el antiespecismo, identificando la funcionalidad o disfuncionalidad
de cada uno de ellos con respecto a las nociones ideológicas impuestas por el
bloque hegemónico y; desarrollar la idea del antiespecismo contrahegemónico en
el contexto de las disputas hegemónicas.

Metodología

Para efectos de esta investigación, el método que guiará su elaboración será el


análisis conceptual propuesto por Wilson (1963) y explicado por Hamamé (2000).
Este método es funcional al desarrollo de la investigación en tanto sirve para
delimitar conceptos en situaciones de aplicación que difieren entre sí.

De este modo, la presente investigación analiza y entrecruza los conceptos de


antiespecismo y contrahegemonía a modo de generar una propuesta frente al
escenario actual de prevalencia de las ideas especistas a nivel global. Luego, el
concepto que se plasma en la propuesta de un antiespecismo contrahegemónico
es extrapolado al análisis de casos en el que se recaban elementos de diversas
corrientes cuyos elementos constitutivos son contrastados con los de la presente
propuesta de antiespecismo contrahegemónico. Para dichos efectos, basándose
en la metodología de Wilson (1963), se identifican los usos que las distintas
corrientes antiespecistas analizadas en la investigación le dan a los conceptos
constitutivos de este término. Junto con aquello, se utilizan el caso inventado, caso
modelo, caso límite y caso contrario. De este modo, se logra identificar y
reconocer los elementos constitutivos de cada uno de los casos analizados como
extensibles o no a la propuesta de antiespecismo contrahegemónico elaborada en
esta investigación. Los casos utilizados se desarrollan de la siguiente forma: el
caso inventado se refiere a un ejemplo ficticio que recaba todos los elementos

5
constitutivos de la propuesta antiespecista contrahegemónica. En este sentido, se
analizan las manifestaciones políticas del antiespecismo, en el contexto actual de
la discusión que se desarrolla en occidente, que recaban los elementos suficientes
para ser categorizados dentro de una propuesta contrahegemónica. Por su parte,
el caso modelo es aquel ejemplo real que recaba la mayor cantidad de atributos
de la propuesta elaborada en la presente investigación. Este se ejemplificará a
través de aquellas manifestaciones antiespecistas que incorporan los elementos
críticos suficientes para ilustrar un caso ejemplar, identificando así los elementos
considerados como necesarios para la articulación de una propuesta antiespecista
de carácter contrahegemónico. Bajo esta lógica, se aterriza la propuesta en un
caso real en donde la articulación discursiva es disfuncional a los fundamentos del
sistema especista imperante. En cuanto al caso límite, este se define en función
de la identificación de un caso que no recaba íntegramente todos los elementos
constitutivos de aquello que se estudia, pero algunos de sus principios concuerdan
con los de la propuesta expuesta. Es decir, su línea discursiva recaba ciertos
elementos que pueden ser constitutivos de un proyecto de antiespecismo
contrahegemónico, no obstante, otra porción de aquellos elementos es
disfuncional a la presente propuesta de investigación, por lo que es categorizado
como caso límite. Por último, el caso contrario es el que no se identifica con
aquella instancia que se está estudiando, considerando que sus principios son
guiados por una expresión especista de la relación entre animales humanos y no
humanos, la que se condice a nivel discursivo con los postulados de Scruton
(2003) en torno al trato hacia los demás animales, en donde su utilización es
justificada mediante la máxima de que la intencionalidad es lo que define la
moralidad o inmoralidad de una acción que afecte a un tercero, mas no el
resultado que esta acción pueda tener sobre aquél.

6
Capítulo 1: El especismo en la tradición occidental: una breve revisión
histórica.

Para entender la relación que ha tenido el ser humano con los demás animales a
lo largo de la historia, es necesario analizar el concepto especismo, en tanto este
da cuenta de gran parte de las lógicas que han imperado en la relación entre
animales humanos y no humanos.

El concepto especismo fue acuñado por el psicólogo Richard Ryder (2010)1

No obstante, quien popularizó el término fue el filósofo Peter Singer (1999), quien
utilizó el concepto en Liberación Animal para teorizar sobre la relación entre los
humanos y los demás animales. En su obra, el filósofo australiano argumenta que
el especismo posee un carácter ideológico y que se ha manifestado a lo largo de
toda la historia de la humanidad.

Singer establece que la actitud occidental frente a los demás animales no


humanos tiene su raíz en las culturas judía y griega y, además, plantea que en el
cristianismo se mezclan ambas tradiciones.2 El filósofo australiano considera que
la prevalencia del cristianismo hasta el siglo XVIII se vio reflejado en la conducta
del ser humano hacia los demás animales. No obstante, a partir del período de La
ilustración esta conducta sufre ciertas modificaciones a raíz del laicismo que
comenzó a difundirse en la tradición filosófica occidental.

Dicho lo anterior, es necesario revisar los antecedentes que se poseen acerca de


la forma en que se ha manifestado el especismo a través de la historia. Esto
considerando que (…) “el interés por establecer normas de conducta en las
relaciones que los humanos mantenemos con los animales no humanos y el trato
que les dispensamos es casi tan antiguo como la propia historia humana” (Soutullo

1
El concepto fue utilizado por primera vez en un panfleto que fue difundido en la
Universidad de Oxford, en el que se denunciaba la experimentación con animales
no humanos. En este panfleto se estableció que la discriminación basada en la
pertenencia a determinada especie, en la que impera una visión antropocéntrica
del mundo, es denominada bajo el nombre de especismo.
2
(Ibíd.).
7
2012, 1). En vista de aquello, Singer identifica tres períodos en los que analiza la
manifestación del especismo. Estos son: el período precristiano; el período
cristiano; el período desde la ilustración hasta la segunda mitad del siglo XX. 3 Para
efectos prácticos, la presente investigación utiliza la misma división temporal
elaborada por Singer4 en su análisis histórico sobre el especismo, pero
adicionando ciertos antecedentes, como la visión de distintos filósofos
occidentales en torno a la relación entre animales humanos y no humanos, para
un entendimiento más acabado sobre la prevalencia de una línea argumentativa
de corte especista en cuanto al trato hacia los demás animales en la filosofía
occidental. Además, en Liberación Animal, el australiano establece una escisión
entre lo que se considera como una corriente argumentativa de corte teológico y
una de corte racional. Esta escisión argumental theos/logos se complementará
con los planteamientos de filósofos que no son aludidos en Liberación Animal.

De esta forma, en el período de desarrollo del pensamiento precristiano, se


establecen como visiones predominantes, por un lado, la visión de carácter
religioso vinculada a la tradición hebrea, mientras que, paralelamente, se
desarrolla una visión de carácter racional vinculada a la tradición griega. En cuanto
a la línea de pensamiento de la tradición hebrea, esta fundamenta su relación con
los demás animales principalmente en los escritos religiosos como el Génesis, en
donde se establece que

(…) dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes conforme a su especie: animales
domésticos, reptiles y bestias salvajes con arreglo a su especie. Y vio Dios que estaba
bien. Hizo, pues, Dios las bestias salvajes sobre la tierra conforme su especie y a los
animales domésticos según su especie y a toda criatura que se arrastra sobre la tierra
según su especie. Y llegó a ver Dios que era bueno. Entonces dijo Dios: Hagamos un
hombre a imagen nuestra, conforme a nuestra semejanza, para que domine en los peces
del mar, y en las aves del cielo y los animales domésticos y todas las bestias salvajes y
sobre toda la tierra y todos los reptiles que se arrastren sobre la tierra. Y procedió Dios a
crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. Y

3
(1999)
4
(Ibíd.).
8
los bendijo Dios y les dijo: Procread y multiplicaos y henchid la tierra y sojuzgadla y
dominad en los peces del mar y en las aves del cielo y toda criatura viviente que se
mueve sobre la tierra (Génesis 1: 24-28 en Singer 1999).

Bajo esta tradición del pensamiento, se considera al ser humano como la especie
animal posicionada en la cúspide de la creación divina. En el Génesis se otorga al
ser humano permiso divino para dominar a los demás animales en beneficio
propio, hecho que pone de manifiesto una clara jerarquización entre especies, en
la que el ser humano posee la potestad de utilizar a los demás animales según
sea conveniente para sí mismo. Es decir, según esta tradición del pensamiento,
Dios crea y coloca a los animales no humanos a disposición de los seres humanos
para ser usados según la voluntad de estos últimos.5

Por otro lado, en cuanto a la tradición griega, hay evidencia que expone que “(…)
los filósofos griegos como Aristóteles o Epicuro […] reflexionaron sobre la cuestión
de los animales” (Soutullo 2012, 1). Bajo esta lógica, se considera que los filósofos
predominantes en esta tradición del pensamiento “(…) han defendido una posición
de absoluto dominio de los humanos sobre los animales no humanos”.6 En este
punto es donde adquiere gran relevancia el pensamiento aristotélico, ya que es a
este filósofo griego a quien se le atribuyen los cimientos de esta visión
antropocéntrica respaldada con argumentos de carácter racional.

De este modo, la filosofía clásica de Aristóteles atribuyó a los seres humanos una
primacía sobre los demás animales al considerar que nuestra especie, en tanto
poseedora de razón, se encuentra en una posición de mayor jerarquía. Esto se
debe a que, según el juicio de Aristóteles (1994), lo que él denomina logos es la
principal característica que nos diferencia de las demás especies y que nos
posiciona como seres de mayor relevancia frente a los animales no humanos, ya
que es aquella facultad intelectual la que nos otorga la imaginación deliberativa.
De igual forma, el autor, en sus escritos en Del Alma, donde aborda los distintos
elementos que componen el alma, considera que tanto animales humanos como

5
(Ibíd.).
6
(Ibíd., 2).
9
no humanos poseen una, pero cuyos componentes difieren en ambos casos. Esto
en tanto el logos es un tipo de alma que sólo poseemos los humanos. Aristóteles
consideraba que “(…) la mayoría de los animales no tienen ni intelecto ni
capacidad de cálculo racional, sino sólo imaginación” (1978, 246).

Esto, según Aristóteles conlleva a que las acciones o movimientos de los humanos
se generen a raíz del deseo mediado por la imaginación de carácter racional, en
contraste con la imaginación meramente sensitiva de la que gozan los demás
animales.7

De este modo, la jerarquización inter-especies del pensamiento aristotélico


permite afirmar que Aristóteles incluso niega que los demás animales tengan la
habilidad de formar una creencia. Esto se debe a que los elementos constitutivos
del alma de los no humanos no goza de la facultad racional, la que incorpora
funciones como el pensamiento discursivo, el pensamiento abstracto, la
deliberación, la sabiduría práctica y el cálculo.8

Adicionalmente, esta visión antropocéntrica y especista del pensamiento


aristotélico también se ve en la Política (Aristóteles 1995), donde la situación de
los animales es similar a la de los esclavos, peor incluso.9 Bajo esta lógica, el
filósofo de la antigua Grecia consideró que los animales no humanos eran sujetos
de una consideración moral rotundamente inferior a aquella de la que gozaban los
humanos libres, e incluso a la de los humanos considerados como esclavos, a los
cuales concibió dentro de la categoría de objetos de propiedad, categoría que en
la actualidad es respaldada con fundamentos jurídicos. Esta misma línea
argumentativa es desarrollada a través de sus distintas obras. Por ejemplo, En la
Constitución de los atenienses, Aristóteles (1984) considera que los diferentes
animales gozan de alguna consideración jurídica, mas no cabe duda de que su
estatuto es muy inferior y que no es siquiera comparable al de los esclavos,
quienes se encontraban en el orden jerárquico más bajo entre los humanos.

7
Aristóteles. 1978. Libro Tercero. En Acerca del alma. España: Gredos.
8
(Ibíd.).
9
Cfr (Soto 2010, 71).

10
No obstante, a pesar de este estatus de inferioridad que el pensamiento
aristotélico atribuyó a los animales no humanos, hubo pensadores de la Grecia
antigua que sí consideraron moralmente a los demás animales, tales como
Pitágoras (Dacier 1707; Platón 1988, 465; Soutullo 2012) o Empédocles (Empírico
1987; Leonard 1907, 472-473).10 A pesar de aquello, el pensamiento aristotélico
fue el que prevaleció en la tradición griega y se expandió como motor principal de
la filosofía occidental, imponiéndose la visión antropocéntrica y especista por
sobre la de aquellos pensadores que consideraron moralmente relevantes a los
animales no humanos.

Posteriormente, en el contexto del desarrollo del pensamiento cristiano, Singer


(1999) plantea que el Imperio Romano, tras la adopción de la moral cristiana,
redujo los malos tratos hacia los demás seres humanos basándose en el precepto
del amor hacia el prójimo. Sin embargo, este principio no fue extendido al terreno
de la relación del ser humano con los demás animales, hecho que conllevó, por
ejemplo, a la sustitución de humanos por otros animales en prácticas de
entretención como lo fue el coliseo romano, en el que se torturaba y asesinaba a
otros animales, quienes eran utilizados como un simple medio para entretener al
ser humano. Así, pensadores como San Agustín de Hipona reprodujeron esta
visión antropocéntrica basándose fundamentalmente en preceptos religiosos,
afirmando que

El mismo Cristo consideró el evitar matar animales o destruir plantas como


el máximo de la superstición y decidiendo que no había derechos comunes entre
nosotros y las bestias y los árboles, envió a los demonios a la piara de cerdos y con
una maldición secó la higuera por no hallar en ella ningún fruto. […] Ciertamente, ni
los puercos ni la higuera habían cometido pecado alguno (2010, 102).

10
Si bien hay escritos que hablan sobre las costumbres de quienes adhirieron a las
enseñanzas de Pitágoras, en las que se pone de manifiesto el hábito de no
consumir alimentos que provengan de los animales llamados irracionales, tanto
Empédocles como Pitágoras no difundieron escritos propios en torno a dicha
temática. No obstante, el mismo Platón y Sexto Empírico dan cuenta de esta
conducta propia del pitagorismo.
11
Esta línea de pensamiento se siguió desarrollando conforme fue avanzando la
historia de occidente, manifestándose posteriormente en la obra de pensadores
como Santo Tomás de Aquino (2006). Este pensador, referente filosófico de la
tradición escolástica, recabó tanto elementos de índole teológico, como también
elementos puramente racionales para desarrollar sus planteamientos en torno a la
relación del ser humano con los demás animales. De este modo, De Aquino afirmó
que

(…) con estas razones se refuta el error de quienes afirman que el hombre
peca si mata a los animales brutos, pues, dentro del orden natural, la privdencia
divina los ha puesto al servicio del hombre. Luego el hombre se sirve justamente de
los mismos, matándolos o empleándolos para otra cosa. […] Mas si en las Sagradas
Escrituras se encuentran ciertas prohibiciones de cometer crueldades con los
animales como la de no matar ave con crías, ello obedece a apartar el ánimo del
hombre de practicar la crueldad con sus semejantes (Ibíd., 411).

Esto quiere decir que los textos bíblicos son interpretados por Tomás de Aquino
de modo en que reconoce que el ser humano misericordioso extiende esta virtud
de misericordia al trato hacia los demás animales.11 No obstante, esto tan sólo en
lo que refiere al trato cruel en el uso de los animales no humanos, pero
perpetuando de igual forma una visión antropocéntrica, en tanto considera que el
ejercer malos tratos a los animales no humanos puede conllevar a reproducir este
tipo de conductas en el trato con nuestra propia especie, por lo que su justificación
para evitar el trato cruel hacia los demás animales se basaba simplemente en
querer evitar la extensión de este trato cruel hacia los mismos humanos De igual
modo, Santo Tomás adhiere a las tesis aristotélicas que justifican el uso
instrumental de los demás animales en beneficio del ser humano basándose en la
consideración moral de los individuos en función de su capacidad racional o
manifestación del logos como condición sine qua non para gozar de relevancia
moral.12

11
De Aquino, Tomás. 2006. Suma contra los gentiles. España: Bilingüe.
12
(Ibíd.).
12
Más adelante, durante el renacimiento, si bien comenzaron a vislumbrarse
ciertas modificaciones conductuales en el trato hacia los demás animales, el
humanismo predominante de aquella época resaltó la figura del ser humano y
mantuvo a los animales no humanos en un segundo plano en lo que a
consideración moral respecta. De este modo, se siguió replicando la visión
antropocéntrica y, en último término, especista que llevaba reproduciéndose
desde los inicios de la civilización occidental (Singer 1999).

A medida que el pensamiento occidental se fue desarrollando, precisamente en


el período de la ilustración, pensadores como Hume expresaron cierta
preocupación con respecto a la conducta del ser humano para con los demás
animales (2014, 66; 214). No obstante, siguió prevaleciendo y considerándose
transversalmente como legítima la utilización de los animales no humanos en
beneficio propio del ser humano. Si bien comenzaron a desarrollarse actitudes
de mayor benevolencia frente a las demás especies, esto no fue excluyente
frente a la posición del ser humano de autoproclamación como especie
dominante en el reino de la naturaleza. Figuras insignes de la filosofía
occidental como Kant (1988) también expresaron una postura basada en la
primacía de la razón como atributo necesario para ser considerado moralmente.
Kant afirmó que no tenemos deberes directos hacia los demás animales,
además de considerar que ellos no son conscientes de sí mismos y que, bajo la
lógica de su teoría de medios y fines, los animales no humanos son meramente
un medio para un fin, siendo ese fin el ser humano.13. Además, Kant (2002)
consideró que los seres irracionales, es decir, los animales no humanos, en
tanto poseen un valor meramente relativo como simples medios son
categorizados como simples cosas u objetos. Basándose en aquello, Kant
también estableció que (…) “el respeto se dirige siempre a personas, nunca a
cosas. Las últimas pueden despertar en nosotros inclinación y aun cariño si son
animales (por ejemplo, perros, caballos, etc.), o también temor, como el mar, un
volcán, un animal de presa, pero nunca respeto (2003, 68). De esta forma es

13
(Kant 1988 en Soutullo 2012).
13
que se explicita la jerarquización que realiza entre animales humanos y no
humanos, relegando a los no humanos al mismo plano de relevancia moral que
pudiese asumir un objeto inanimado.

Si bien la evidencia histórica nos muestra que al menos hasta el siglo XVIII
prevaleció una visión antropocéntrica que derivó en una manifestación
transversal de conductas especistas frente a los animales no humanos, es
precisamente en aquél siglo en donde, en respuesta a los planteamientos de
Kant (1988; 2003) el filósofo inglés Jeremy Bentham (1780) desarrolla un giro
en la discusión en torno a la relación entre el ser humano y los demás animales,
estableciendo a través de su corriente ética utilitarista una propuesta en la que
da cabida a la consideración moral hacia los demás animales, tal como se
revisará en el capítulo 2.

14
Capítulo 2: Sobre la extensión de la consideración moral hacia los animales
no humanos y el concepto de antiespecismo.

Tal como se sintetizó en la revisión del capítulo anterior en torno a la


manifestación histórica del especismo como factor determinante de la relación del
ser humano con los demás animales, la prevalencia de una visión antropocéntrica
se ha impuesto como uno de los fundamentos de la filosofía moral occidental. Sin
embargo, la elaboración de los principios de la ética utilitarista de Bentham (1780)
y la respuesta que desarrolla el fundador de aquella ética frente a los postulados
de Kant (1988; 2003) son considerados como los principales antecedentes para el
posterior desarrollo de enfoques sobre el bienestar animal y, junto con aquello, de
un marco legal que apuntase a la redefinición de las relaciones entre animales
humanos y no humanos.

La ética utilitarista se funda sobre dos principios fundamentales. Estos son, el


principio de utilidad y el principio de igualdad.14 El principio de utilidad establece
que la mejor acción es aquella cuyo resultado otorga el mayor bienestar a la
mayor cantidad posible de individuos. Es decir, este principio establece
básicamente que las experiencias se ven condicionadas por la cantidad de placer
y de dolor resultantes de ellas. De esta forma, Bentham plantea que una decisión
o acción que se condiga con los principios del utilitarismo debiese siempre resultar
en un balance en el que prime la cantidad de placer por sobre la cantidad de dolor
procedente de cada acto. Por otro lado, el principio de igualdad busca que los
intereses de los distintos individuos sean considerados por igual, sin sobreponerse
los intereses de unos por sobre los de otros.15

Bajo esta lógica, el filósofo inglés plantea que lo realmente relevante de un


individuo no es su capacidad para razonar, sino su capacidad para sentir, puesto
que esta última es la que determina, en última instancia, la cantidad de placer y de

14
Bentham, Jeremy. 1780. An introduction to the principles of morals and
legislation. Inglaterra: Printed for T. Payne and Son.

15
(Ibíd.).
15
dolor resultante de las experiencias subjetivas de cada ser sintiente. De esta
forma, Bentham considera que “(…) buscar los placeres […] y evitar los dolores,
son los fines que el legislador tiene a la vista: por lo tanto, le corresponde a él
entender su valor. Los placeres y los dolores son los instrumentos con los que
tiene que trabajar; por lo tanto, le corresponde a él entender su fuerza, que es, en
otras palabras, su valor” (Ibíd., 26).16 Esto quiere decir que, para Bentham la
acción del legislador debe ser guiada por ambos principios del utilitarismo, de
modo que se busque la maximización de utilidad de los individuos, en forma de
felicidad, en un contexto de igual consideración de intereses. La utilización del
enfoque utilitarista, a juicio del filósofo inglés, conlleva a una maximización de la
felicidad del conjunto de la sociedad.17

De esta forma, el planteamiento de Bentham, basado en su ética utilitarista,


identifica la maximización del placer y la evitación del sufrimiento como criterios de
la moralidad individual y colectiva.18 Esto conlleva al cuestionamiento de la
tradición dominante hasta aquél entonces, que presupone a la racionalidad como
la finalidad última de la acción y, por tanto, criterio que determina la sujeción a
consideración moral de cada individuo.19 Es decir, siguiendo los principios
utilitaristas, tanto animales humanos como no humanos, en tanto capaces de
experimentar placer y dolor, deben ser objeto de igual consideración y se deben

16
Traducción libre del autor de esta tesina.
17
Bentham, Jeremy. 1780. An introduction to the principles of morals and
legislation. Inglaterra: Printed for T. Payne and Son.
18
(Ibíd.).
19
En el pensamiento kantiano, racionalidad y libertad son equivalentes, por lo que
su postura contraria al utilitarismo se funda en la falta de libertad o autonomía que
derivan de la corriente utilitarista de pensamiento. Bajo esta lógica, el especismo
implícito en el pensamiento kantiano es una consecuencia de la visión
antropocéntrica que asume a seres humanos como únicos poseedores de
autoconsciencia y que, por ende, no se rigen de forma inmediata por sus
interacciones con la naturaleza, sino que su voluntad se ve mediada, en gran
medida, por su capacidad racional, argumento similar al que defiende Aristóteles
al analizar comparativamente las causas del movimiento en animales humanos y
no humanos, siendo la capacidad deliberativa propia del logos aquella que genera
una escisión en torno a las motivaciones del movimiento que poseen tanto
humanos como no humanos.
16
propiciar sus experiencias placenteras, en tanto estas conllevan, en última
instancia, a la felicidad individual y del conjunto de la sociedad. Bajo esta lógica,
Bentham ya había vislumbrado las consecuencias que conllevaría el utilitarismo
como precursor de ideas antiespecistas, teniendo en consideración que él mismo
consideró que “(…) la pregunta no es, pueden razonar? Ni, pueden hablar? Sino,
pueden sufrir?” (1780, 309).20

Cuando Kant esboza el concepto de fin en sí mismo, como la única fuente de


valor, la razón de tal valor es que hay seres que se importan de sí mismos, que
persiguen y experimentan su propio bien, pero nosotros no somos los únicos seres
que cumplen estas características, somos los seres que crean un orden moral de
valores, que deciden ratificar y avalar la preocupación natural que todos los
animales tienen por sí mismos (Guajardo 2017, 23).

En este punto la refutación utilitarista del argumento de Kant (1988; 2003) es aún
más explícita, en tanto se utiliza su propia lógica argumentativa universalista,
propia de la teoría de medios y fines, para categorizar a los animales no humanos
como poseedores de intereses y que, por ende, merecen ser tratados de forma
equivalente a los de los humanos. Bajo esta lógica, al preocuparse de sí mismos y
buscar sus propios intereses, tanto animales humanos como no humanos caben
en la categoría de fines en sí mismos. Esto niega la jerarquización basada en la
tenencia de logos como requisito para estar sujeto a consideración moral y
considerar su propia existencia como un fin en sí mismo.

Es a partir de este punto temporal que la discusión en torno a la relación entre


animales humanos y no humanos adquiere una mayor relevancia, puesto que las
discusiones de carácter filosófico-moral comienzan a repercutir gradualmente en la
modificación de cuerpos legales concernientes al trato hacia los demás animales.
No obstante, la ética utilitarista impulsada por los principios elaborados por
Bentham (1780) no logró mayores modificaciones en el problema de fondo que se
deriva de la prevalencia del especismo. Esto es, la utilización de los animales
como medios para satisfacer nuestros fines, basada en la nulidad o inexistencia de

20
Traducción libre del autor de la tesina
17
consideración moral hacia los demás animales. A continuación se explica de qué
forma la teoría se ha encargado de abordar dicha problemática y cuáles son las
respuestas que ha entregado la literatura más reciente frente a la problemática de
la no consideración moral hacia los animales no humanos.

2.1 La profundización del debate en torno a la consideración moral hacia los


animales no humanos: diversas corrientes teóricas.

Como bien se revisó en la sección anterior de este capítulo, la refutación, por parte
de Bentham (Ibíd.), de la idea de la prevalencia del logos como fundamento último
para la consideración moral, generó los cimientos para posteriores teorizaciones
en torno a la temática del bienestar animal y sus derechos. Adicionalmente, los
avances en el terreno de las ciencias y la publicación de El origen de las especies
también derivaron en un giro en torno a la forma en que era concebida la relación
entre humanos y otros animales (Darwin 1921). Esto considerando que, a partir
del desarrollo de las teorías de Charles Darwin sobre la evolución, se evidenció
que las distintas especies no son radicalmente opuestas unas de otras, sino que,
en algún grado se encuentran dentro de un continuo físico.21 Esto, a juicio de
Ryder (2010) se traduce en que estas distintas especies también estén en un
mismo continuo moral.

A pesar de que tras la publicación de las obras de Bentham (1780) y de Darwin


(1921), no hubo modificaciones significativas en los estatutos jurídicos y legales
que regulaban las relaciones entre animales humanos y no humanos, la segunda
mitad del siglo XX fue escenario de diversos debates que comenzaron a aflorar en
torno a la problemática del bienestar y los derechos de los animales no humanos.
En este sentido, la publicación de Liberación Animal marcó un antes y un después
en el debate.22 Esto debido a la relevancia teórica de su obra y a la extensión de
los principios de Bentham (1780) a la obra del filósofo australiano. De este modo,
se considera que “Liberación animal es un libro en el que la intención del autor se
encuentra guiada por un punto de vista utilitarista” (Horta 2011, 68). De igual

21
(Ibíd.).
22
(Singer 1999).
18
forma, en lo que al filósofo australiano respecta, autores como Nobis afirman que
“(…) él a veces describe su teoría ética como una forma de utilitarismo” (2016,
29).23 Esto quiere decir que la obra de Singer busca desarrollar la consecuencia
de los principios del filósofo inglés para nuestra relación con los demás animales,
esto es, la igual consideración de intereses de animales humanos y no humanos.24
Esta perspectiva rompe así con la jerarquización que surge a raíz de la
discriminación que propicia el especismo, sistema de valores que se resiste a ser
contrariado basado en su carácter ideológico, que, a juicio de Singer, enmascara
una relación de explotación cuyo sustento es el hábito y cuya reproducción nos ha
hecho ignorar la explotación que se ha ejercido histórica y sistemáticamente en
contra de los demás animales.25

Si bien Singer no profundiza en el carácter ideológico del especismo, se


desprende de sus dichos que su concepción sobre lo que concibe como carácter
ideológico del especismo, o bien el especismo considerado como una ideología,
se traduce en el enmascaramiento de la explotación y la naturalización en cuanto
a la disposición que se posee de los demás animales como meros instrumentos
funcionales a nuestro propio beneficio. Bajo esta lógica, el autor es enfático al
establecer que “(…) no hay razón –salvo el deseo egoísta de mantener los
privilegios del grupo explotador- para negarse a extender el principio básico de
igualdad de consideración a los miembros de otras especies”. Adicionalmente, el
filósofo australiano equipara el especismo con otras formas de discriminación que
han existido a lo largo de la historia, estableciendo que “(…) actitudes hacia los
miembros de otras especies son una forma de prejuicio tan rechazable como los
basados en la raza o el sexo de una persona”.26 Estas mismas formas de
discriminación con las que Singer contrasta al especismo también se han
reproducido a través de la historia en función de la manifestación de su carácter

23
Traducción libre del autor de la tesina
24
(1999)
25
(Ibíd., 259).
26
(Ibíd., 22).
19
ideológico, el que es impuesto por los grupos dominantes para perpetuar un
sistema moral y valorativo funcional a sus propios intereses.27

No obstante, hay autores que refutan la argumentación que Singer realiza en torno
a los principios que, a su juicio, debiesen regir la relación del ser humano con los
demás animales desde una lógica que sea disfuncional al especismo. 28 Un claro
ejemplo de aquello es la corriente de pensamiento contractualista expuesta por
Carruthers y que plantea que “(…) aunque conviniéramos en que los animales no
tienen entidad moral, no se desprendería de ello que pudiéramos, con total
impunidad, tratarlos como nos diera la gana: quizás tendríamos obligaciones
indirectas para con ellos derivadas de los intereses legítimos de quienes se
interesan por los animales” (Carruthers 1995, 2). Sin embargo, esta
argumentación goza de un exceso de optimismo, en tanto considera que, incluso
en ausencia de entidad moral, los intereses de los animales no humanos podrían
ser eventualmente defendidos por los humanos. Sin embargo, a diferencia de lo
que plantea Carruthers, esto no se cumple en la práctica, ya que aquella
manifestación de intereses, por quienes consideran moralmente a los demás
animales -y que debiese generar obligaciones indirectas hacia ellos-, no se plasma
en un mejor trato generalizado hacia estos últimos. Adicionalmente, el mismo
autor explicita que “(…) aunque la experiencia y la vida de los animales tienen un
cierto valor, este valor es inferior al de la experiencia y la vida humanas, que es
precisamente lo que nos dice el sentido común”.29 Es decir, bajo esta afirmación
se está refutando de forma cabal la extensión del principio de igual consideración
que Singer (1999) extiende al trato hacia animales no humanos, ya que se
considera que las experiencias del humano, influenciadas principalmente por sus
intereses, gozan de mayor relevancia que las de otros animales. De aquello se
desprende que la afirmación de Carruthers es una petición de principio y no un

27
(Ibíd.).
28
(Ibíd.).
29
(Ibíd., 20).
20
argumento lógico; además, la apelación al sentido común indica el origen
ideológico de la tesis del autor contractualista.30

Por otro lado, en respuesta a los postulados propuestos en Liberación Animal


(Ibíd.) surge la teoría del derecho, otra corriente teórica que trata el tema de la
relación entre animales humanos y no humanos y que asentará las bases teóricas
del enfoque abolicionista. No obstante, en este caso no se trata de una corriente
que busque reivindicar los valores de la ideología especista. Por el contrario, esta
corriente, cuyo principal proponente es Tom Regan (Regan y Singer 1999),
reivindica la idea de que los animales son poseedores inherentes de derechos. De
este modo, la teoría del derecho de Regan (1985) basa sus principios en la noción
de respeto hacia los derechos de los animales, mas no sustenta sus postulados
simplemente en la noción de sintiencia, concepto que acuñó Bentham (1780) y
que fue posteriormente extendido a la teoría de Singer (1999). De este modo, la
teoría del derecho reconoce que “La equivocación fundamental es el sistema que
nos permite ver a los animales como nuestros recursos” (Regan 1985, 337)31. Esta
noción de los animales como recursos es la que posteriormente será fuertemente
criticada desde el abolicionismo, corriente que se abordará con mayor detención
en la sección 2.2 del presente capítulo.

En concordancia con lo anterior, la teoría del derecho plantea que (…) a diferencia
del utilitarismo, esta posición cierra la puerta a la justificación de prejuicios que
meramente acarrean las mejores consecuencias”.32 De igual forma, Regan
plantea desarrolla una crítica hacia la corriente utilitarista.33 Esto al considerar que
no es consistente debido a que quebranta ambos principios del utilitarismo: el de
utilidad y el de igualdad. En el caso del principio de utilidad, la teoría del derecho
establece que no es consistente debido a que “(…) Singer no muestra que el trato
diferencial de los animales vaya en contra del objetivo utilitarista de producir el
mayor saldo posible de bien sobre mal” y, adicionalmente, “(…) no logra mostrar

30
(1995, 20).
31
Traducción libre del autor de la tesina.
32
(Regan 1985, 260).
33
(Ibíd.).
21
[…] que sea incorrecto tratar a los animales como actualmente se les trata en las
granjas modernas y en la investigación científica”.34 El principio de igualdad,
según Regan, tampoco sería consistente en la teoría de Singer (1999): “Podemos
concederle el mismo peso a intereses iguales, sin importar de quién son esos
intereses, y aun así tratar a los individuos de manera bastante diferente”.35 Es
decir, la adaptación del utilitarismo a la teoría de Singer da por hecho que al tratar
a los individuos de manera diferente concedemos distinto valor a sus intereses
iguales. Sin embargo, esto no se cumple siempre, razón por la que Regan estima
que “(…) es algo que debe ser establecido, no simplemente supuesto sobre la
base del trato diferencial”.36 La teoría del derecho también critica los postulados de
Singer (1999) en tanto considera que “(…) lo que tiene valor para el utilitarista es
la satisfacción de los intereses de un individuo, no del individuo de quien son esos
intereses”.37 Esto conlleva a que se dé lugar a la justificación de tratos que
vulneren la integridad y dignidad de ciertos individuos, siempre y cuando los fines
de aquella acción den como resultado un balance positivo en cuanto a la
obtención de placer. En resumidas cuentas, Regan considera que el utilitarismo es
una postura ética en la que el fin, en forma de maximización de placer, puede
llegar a justificar acciones atroces.38

En adición a lo anterior, Regan (2006) incorpora la categoría de “sujetos de una


vida” para definir a aquellos seres que persiguen sus propios intereses y que son
conscientes de sus propias vidas, estatus suficiente para el reconocimiento de un
valor moral inherente y, por consiguiente, de derechos básicos que deben ser
respetados por los humanos (Nobis 2016, 29), Los seres humanos son
responsables de hacer valer las leyes morales que determinan nuestra relación
con los demás sujetos de una vida.

34
(Regan y Singer 1999, 252-253).
35
(Regan y Singer 1999, 251).
36
(Ibíd., 252).
37
(Regan 1985, 340).
38
(Ibíd., 342).
22
No obstante, la teoría del derecho es criticada por Carruthers al considerar que
“(…) Regan fracasa en sus intentos de fundamentar una teoría de derechos y de
demostrar que los animales tienen derechos. No explica de dónde proceden los
derechos ni por qué habrían de interesarnos una vez reconocidos”.39 Además,
Carruthers plantea que los postulados de la teoría del derecho se basan
fundamentalmente en una argumentación de tipo intuitiva, que no logra dar una
respuesta al porqué debiesen interesarnos los valores que subyacen al
reconocimiento de los derechos de los animales que dicho enfoque reconoce
como sujetos de una vida.40

En último término, el principal aporte de Regan (2006) a la discusión en torno al


trato hacia los demás animales es la incorporación de la noción del derecho, ya
que la adaptación del utilitarismo a la teoría de Singer (1999) en torno al bienestar
animal no desarrolla una idea en torno a los derechos. Esto se debe a que el
utilitarismo no apunta al respeto del individuo como fin en sí mismo, sino a la
consecución de sus intereses en miras al aumento de bienestar –razón por la cual
la propuesta de Singer es posteriormente denominada como bienestarismo-. Es en
este punto en donde comienza a evidenciarse una escisión con respecto a las
nociones de bienestar y de derecho, tema que se abordará en la sección 2.2 del
presente capítulo.

Junto con los enfoques antes mencionados, han surgido otros enfoques en torno
al trato del ser humano para con las demás especies. Tal es el caso del enfoque
de las capacidades de Nussbaum (2006), el que se basa en los planteamientos
del filósofo Amartya Sen y busca otorgar ciertos parámetros de justicia para los
seres sintientes, apelando a la dignidad de los individuos y a su capacidad para
florecer.41 De esta forma, al igual que el enfoque utilitarista, el enfoque de las
capacidades nace como una perspectiva aplicable a los seres humanos. Este
enfoque se centra en el desarrollo humano, no obstante, su uso es extendido por
Nussbaum (2006) a la relación entre los humanos y los demás animales. De este

39
(1995, 28).
40
(Ibíd., 27)
41
Cfr (Martínez 2015, 72).

23
modo, la autora contrasta su teoría con el enfoque kantiano y el enfoque
utilitarista, planteando que el primero prioriza la capacidad de razonar de los
individuos al momento de considerarlos dentro de la comunidad moral, mientras
que el segundo, si bien otorga cierta consideración moral a los demás animales,
se centra en la maximización de beneficios de los individuos, que, a juicio de
Nussbaum (Ibíd.), es fácilmente tergiversable y manipulable en la práctica. Esta
teoría está compuesta por los conceptos funcionamiento y capacidad, siendo el
conjunto de funcionamientos constitutivo de las capacidades de un individuo, las
que, a su vez, son entendidas como la libertad de un individuo para alcanzar
determinado fin.

Sin embargo, se ha realizado una crítica a Sen como proponente original del
enfoque de las capacidades, estableciendo que es complejo entender el bienestar
de un individuo en términos de su capacidad, ya que es difícil cuantificarla. Es por
esto que generalmente se recurre a los funcionamientos, entendidos como los
logros o actividades que realiza un individuo, para determinar de manera más
certera el bienestar de un individuo.42

Este enfoque desarrollado por Nussbaum (2006) establece una propuesta


innovadora en términos de vincular la teoría con propuestas que modifiquen
estatutos legales y jurídicos en beneficio de los demás animales: “En general el
enfoque de las capacidades sugiere que es apropiado para cada nación incluir en
su constitución u otra declaración de principios fundadora el compromiso de
considerar a los animales no humanos como sujetos de justicia política y de
tratarlos de acuerdo a su dignidad” (Ibíd., 6).43 No obstante, su escaza difusión y
alcance no logra posicionar a este enfoque como parte de la discusión
predominante en lo que al tema de la consideración moral hacia los animales
respecta.

Es necesario entender la emergencia del antiespecismo como posicionamiento


político, a partir de la segunda mitad del siglo XX, en el contexto de un proceso

42
Cfr (Urquijo 2014).
43
Traducción libre del autor de la tesina.
24
inevitable en el que se confrontan las dos caras de una misma moneda. Este
proceso, en tanto busca desenmascarar el carácter ideológico y distorsionado que
se posee sobre la relación entre los humanos y los demás animales, se ve
inmerso en el terreno de las contradicciones. Es precisamente esta la razón del
surgimiento de diversas corrientes que buscan posicionarse de manera crítica
frente al especismo, o que explícitamente se proclaman como antiespecistas, pero
cuyos postulados, en ciertos casos, incurren en las mismas lógicas
antropocéntricas y especistas que han imperado históricamente. Esto último se
debe a que muchas veces, por el hecho de buscar un posicionamiento moderado
dentro de la crítica antiespecista, cuyos principios no sean radicalmente opuestos
a las creencias y valores de los individuos que ya tienen interiorizadas las
conductas especistas en su cotidianidad, se prioriza una postura reformista por
sobre una teoría crítica que apunte al meollo de la problemática. Esto en tanto se
enfatizan aspectos como la cobertura mediática y el aporte monetario por sobre la
divulgación de ideas que refuten explícitamente las bases del especismo como
ideología.44

2.2 Bienestarismo vs abolicionismo: la dicotomía actual del antiespecismo.

Hasta ahora se han llevado a cabo a lo largo de esta investigación, tanto una
revisión histórica sobre la manifestación del especismo en la tradición filosófica
occidental, como también un análisis sobre los diversos enfoques que han surgido
durante las últimas décadas en torno a la temática de la relación entre animales
humanos y no humanos, junto con la extensión del concepto de consideración
moral en lo que a su extrapolación a los animales no humanos respecta.

No obstante, la discusión actual sobre la forma de abordar el antiespecismo se


centra principalmente en el contraste entre dos enfoques predominantes en la
discusión: Por un lado, el bienestarismo: enfoque desarrollado por Singer (1999) y
cuyo nombre deriva de sus máximas que buscan asegurar el bienestar de los
animales no humanos a través de la aplicación de los principios de utilidad e

44
Cfr (Torres 2014).
25
igualdad propios del utilitarismo (Bentham 1780) y; por otro lado, el enfoque
abolicionista basado en los fundamentos de la teoría del derecho y elaborado por
Gary Francione (2008). El entendimiento del enfoque abolicionista y de sus
principios se torna más sencillo mediante una previa contextualización del
escenario que da origen a dicha corriente antiespecista.

En consideración de lo anterior, la visión de Singer (1999) se contrasta con las de


Regan (1985; 2006) y Francione (1995; 1999; 2008; 2018) en tanto estos últimos
dos autores son partidarios de la teoría del derecho, mientras que Singer (1999)
no hace mención alguna acerca de la necesidad de reconocer derechos
inherentes a los animales no humanos, ni tampoco critica el estatus de propiedad
que se le confiere a aquellos, tal como lo realizan los ya mencionados partidarios
de los derechos animales. Lo anterior es la raíz de lo que se considera como una
complicidad entre los postulados bienestaristas y la ideología especista que
propicia la explotación de los animales no humanos en el contexto global.45 Esta
afirmación se funda en que “Singer repitió de alguna manera lo que ya había
hecho en su momento Jeremy Bentham y otros pensadores anteriores a él:
condenar la provocación de sufrimiento a los animales no humanos, sin cuestionar
su utilización”.46 Es decir, el bienestarismo se desarrolla primordialmente como
una teoría de carácter experiencialista en la que se busca minimizar las
experiencias negativas y maximizar las vivencias positivas de los distintos sujetos
implicados en la realización de acciones orientadas al cumplimiento de
determinado fin.47 Bajo esta lógica, esta corriente considera que “(…) aquello que
es moralmente relevante es lo que la criatura hace y experimenta, no el material
del cual está hecha ni la organización de sus componentes” (Lafollette&Niall 1996,
50).48
En contraste con el enfoque bienestarista, Francione (1995; 1999; 2008), al
desarrollar su enfoque abolicionista, se basa fundamentalmente en la teoría del

45
Cfr (Aboglio 2007).
46
Cfr (Ibíd., 2).
47
Cfr (Horta 2011).
48
Traducción libre del autor de la tesina.
26
derecho propuesta por Regan (1985; 2006). De esta manera, el origen del enfoque
abolicionista se funda en que “(…) independiente de la problemática jerarquía
moral de Regan, él reconoce explícitamente la necesidad de abolir el uso, en lugar
de modificarlo, […] el trabajo de Regan es la base de la teoría abolicionista que
Francione y otros construyen” (Wrenn 2012, 439). Esto quiere decir que, al igual
que Regan (1985), Francione (1999, 39) considera que el enfoque utilitarista
incurre en un error al no criticar el uso de los demás animales. Es a partir de esta
premisa que el enfoque abolicionista desarrolla su crítica al estatus de propiedad
que le es conferido a los animales no humanos bajo la primacía de la ideología
especista (Ibíd., 40). Además, esta crítica se dirige también al enfoque
bienestarista, puesto que Francione considera que el bienestarismo incurre en una
paradoja al querer otorgar consideración moral a los animales no humanos
mientras que, simultáneamente, se les sigue considerando bajo un estatus de
propiedad que los relega a un mero rol instrumental. De este modo, el problema
en concreto que identifica Francione en su crítica al bienestarismo es que no es
posible la aplicación del principio de igual consideración de intereses mientras se
siga considerando a los animales no humanos bajo el estatus de propiedad: “Los
intereses de la propiedad jamás se considerará virtualmente que sean similares a
los intereses del propietario, y el animal siempre perderá en cualquier supuesto
balance de intereses humanos y animales” (Ibíd., 40).

Es este el punto que resulta en la escisión que predomina en la actualidad en


torno a la temática del antiespecismo, ya que divide al debate en dos corrientes
que difieren la una de la otra en cuanto a las bases morales que rigen a ambas.
De este modo, la articulación discursiva de estas dos corrientes teóricas
predominantes propicia la confrontación de posturas que, vistas de manera
tangencial, parecen luchar por un mismo fin: el reconocimiento moral de los
animales no humanos.
A pesar de que Singer, Francione y Regan comparten la relevancia de la sintiencia
y de la capacidad de experimentar vivencias subjetivas como condiciones
suficientes para la modificación de las condiciones de existencia de los animales

27
no humanos49, la adición, por parte de Francione, del componente crítico hacia al
estatus de propiedad es concebido como elemento clave del debate actual en
torno a la extensión de consideración moral hacia los animales no humanos.
Si bien el enfoque abolicionista es relativamente reciente, autores como Wrenn
(2012) y Torres (2014) consideran que esta corriente es bastante consistente en
cuanto a la coherencia en la elaboración de sus principios morales. De este modo,
Francione (2018) desarrolla seis principios que guían al enfoque abolicionista.
Estos son: 1) Todos los seres sintientes tienen el derecho de no ser usados como
propiedad; 2) Los abolicionistas jamás deben promover campañas de reforma
bienestarista o campañas monotemáticas; 3) Los abolicionistas deben promover el
veganismo como imperativo moral; 4) La sintiencia y ninguna otra característica
cognitiva es necesaria para tener el derecho moral de no ser utilizado
exclusivamente como recurso; 5) Los abolicionistas deben rechazar todas las
formas de discriminación humana y no humana; 6) Los abolicionistas deben
rechazar la violencia y promover la no violencia.50

Ya expuestos los principios del abolicionismo, al contrastarlo discursivamente con


los principios bienestaristas que buscan principalmente la maximización del
bienestar, se observa que, por ejemplo, para un bienestarista la realización de
campañas dirigidas a la protección de una especie en específico es vista como
algo justificable en tanto el fin es la maximización del bienestar de aquella especie.
No obstante, bajo la lógica abolicionista se refutaría esta idea debido a que, en
principio, se prioriza a una especie por sobre otras, dando lugar a una
jerarquización propia de la lógica especista. Así, el abolicionismo desarrollaría una
propuesta que apuntase al reconocimiento de los derechos inherentes a cada
animal no humano, desprendiéndose, por añadidura, una protección a aquella
especie en particular, mas no priorizando su bienestar por sobre el de otras

49
(Torralba 2007).
50
A short essay on the meaning of “New Welfarism”. Disponible en
https://www.abolitionistapproach.com/a-short-essay-on-the-meaning-of-new-
welfarism/
28
especies, sino extendiendo la noción de que a todo ser sintiente se le deben
reconocer derechos morales.

En vista de lo expuesto a lo largo de esta sección del capítulo 2, el desarrollo del


enfoque abolicionista se vislumbra como una alternativa plausible para el
desarrollo del antiespecismo en tanto posicionamiento político que busca la
disputa de los principios morales impuestos por la ideología especista. Sin
embargo, aún no es posible visualizar un panorama sobre los avances del
abolicionismo, debido a su reciente aparición en la discusión antiespecista, a
diferencia de otros enfoques como el bienestarismo y la teoría del derecho.51 No
obstante, la difusión de ideas antiespecistas tales como la adopción del veganismo
como posicionamiento ético y, simultáneamente, como forma de acción directa,
hacen del enfoque abolicionista una corriente que, vista en forma prospectiva,
incorpora diversos elementos que potencialmente llegarán a influir en un giro con
respecto a la prevalencia de un enfoque reformista como aquél que predomina en
el debate acerca de la extensión de consideración moral a los animales no
humanos. En el capítulo 3 se analizará la forma en que el contexto actual de la
discusión en torno a la politización del antiespecismo puede abrir el paso para
nuevas formas de disputa de la noción especista que ha hegemonizado la relación
entre animales humanos y no humanos.

51
Cfr (Wrenn 2012).
29
Capítulo 3: Antiespecismo contrahegemónico como propuesta
transformadora.

En la actualidad, la expansión del antiespecismo ha suscitado diversos avances


en materia de bienestar para ciertos animales no humanos. No obstante, estos
avances se han centrado principalmente en reformar de forma superficial las
lógicas de explotación que subyacen a las grandes industrias que utilizan a los
demás animales como mercancías transables en el mercado. En esta misma
línea, las reformas que se han logrado para mejorar el bienestar de los animales
no humanos han sido de carácter selectivo, ya que han privilegiado a los animales
domésticos por sobre los demás, incurriendo así en un sesgo especista en el que
se otorga mayor valor a los animales de compañía, entendiendo que este tipo de
animales son vistos en muchas ocasiones como parte del núcleo familiar humano.
No obstante, la expansión cuantitativa de los criaderos destinados a comercializar
este último tipo de animales ha derivado en la mercantilización de sus propias
vidas, perpetuando así el estatus de propiedad que, según el enfoque
abolicionista, se erige como uno de los pilares fundamentales del especismo
(Francione 1999, 40). Adicionalmente, prácticas como la caza o los deportes en
los que se utilizan animales no humanos han sido regulados para que su
realización se desarrolle dentro de los marcos legales de cada país, otorgando así
la posibilidad, inclusive, de asesinar animales de forma legítima bajo el amparo de
la ley. No han sido sino unas pocas excepciones aquellos casos en los que ha
habido avances reales en cuanto a la dignificación de la vida y la consecución de
la libertad de los animales no humanos.

Bajo esta lógica, cabe cuestionarse qué tan fructífero ha sido el desarrollo de
corrientes teóricas que han buscado extender la consideración moral a los
animales no humanos, algunas –como el utilitarismo- incluso durante siglos. En
este sentido, si bien el antiespecismo posee la desventaja de no ser una corriente
de pensamiento dominante a nivel global, es igualmente cierto que otras luchas
como las de corte racial o de género también se han enfrentado a problemáticas
similares, pero han logrado disputar las nociones hegemónicas impuestas como

30
verdades expuestas en forma de revelación religiosa. Esto ha dado como
resultado modificaciones discursivas significativamente mayores que las que ha
logrado el antiespecismo. De este modo, cabe preguntarse ¿Cuál ha sido el
impedimento para la expansión del discurso antiespecista como forma de disputa
frente a la visión especista imperante?
Para otorgar una respuesta a esta interrogante, es preciso entender la forma en
que interactúan especismo con antiespecismo y de qué manera este último se
configura como un potencial discurso crítico cuya misión es la de generar cambios
en torno a las bases morales del discurso especista.

En este sentido, es preciso entender la noción de hegemonía como una parte


imprescindible del campo político en el que se inserta esta disputa discursiva: “La
conciencia de formar parte de una determinada fuerza hegemónica (esto es, la
conciencia política) es la primera fase para una ulterior y progresiva
autoconciencia, en la cual teoría y práctica se unen finalmente” (Gramsci 1971,
16). Esto quiere decir que el escenario político en el que se gestan las distintas
disputas hegemónicas busca generar una concordancia entre teoría y praxis, esto
es, la unidad entre discurso y acción manifestada a través de una crítica
consciente que ponga de manifiesto las contradicciones que rigen al sistema en su
conjunto.

De este modo, al analizar la forma en que se han desarrollado diversas luchas


bajo la lógica de las disputas hegemónicas, es necesario tener en cuenta que:

El elemento decisivo de toda situación es la fuerza permanente organizada y


predispuesta desde hace mucho a la que se puede llevar adelante cuando se juzga
que una situación es favorable (y lo es sólo en la medida en que una fuerza
semejante existe y está impregnada de ardor combativo). Es por ello una tarea
esencial velar sistemática y pacientemente por formar, desarrollar y tornar cada vez
más homogénea, compacta y consciente de sí misma a esta fuerza (Gramsci 1980,
62).

Esto quiere decir que la disputa por conquistar una noción hegemónica sólo
puede dar lugar a un cambio real o efectivo en la medida en que exista un

31
desarrollo sistemático y homogéneo de la fuerza que subyace a esta lucha. De
esta forma, la noción de hegemonía se refiere a la disputa en torno a las
distintas relaciones de fuerza que disputan el poder, o, en este caso, una noción
cuyo significado ha sido hegemonizado por un grupo dominante. 52 Tal es el
caso de lo que ha ocurrido históricamente con el especismo, noción que ha
hegemonizado el discurso en torno a las relaciones entre los animales humanos
y no humanos, dando como resultado la naturalización de la explotación y de
las prácticas que resultan en el daño sistemático hacia otros seres sintientes.
Estas conductas se han mantenido vigentes en el tiempo, tanto por la
invisibilización del proceso de producción en el que se ven envueltos los
animales no humanos que son utilizados para saciar necesidades humanas,
como también a través de la interiorización del hábito de consumo de otros
animales como parte del sentido común o del desarrollo inevitable de la
existencia humana.

No obstante, el contexto de posguerra ha dado origen a un escenario de


politización propicio para la articulación de diversos frentes discursivos que
buscan disputar el terreno hegemónico y, por añadidura, las nociones que
subyacen a la construcción ideológica de cada una de estas luchas. De este
modo, la pluralidad de voluntades políticas que ha emanado a partir del
contexto de la posguerra ha resultado en una oportunidad para resignificar los
discursos hegemónicos y disputar su primacía (Laclau y Mouffe 1987).

Sin embargo, ese carácter disputante no surge de forma espontánea, tal como
se asumía en las corrientes más ortodoxas que hegemonizaron los discursos de
izquierda hasta la primera mitad del siglo XX, sino que la resignificación y
disputa hegemónica se va desarrollando a través de la articulación política entre
distintos discursos que se entrelazan y encuentran nociones comunes entre sí.
Ejemplo de aquello son las corrientes feministas que manifiestan un discurso de
corte clasista, o las corrientes ambientalistas que se articulan en torno a un
discurso anticapitalista. De este modo, la pluralidad de voluntades va

52
Cfr (Gruppi 1978).
32
insertándose en el terreno de las luchas hegemónicas de modo que distintos
discursos se articulan en torno a significados comunes. (Ibíd.).

En esta misma línea, es preciso tener en consideración que la materialización del


especismo, en términos de magnitud de explotación de animales no humanos,
comenzó a manifestar un auge a partir de los siglos XVII y XVIII, en el contexto de
la inminente industrialización de las grandes potencias occidentales, cuyas
condiciones de trabajo altamente exigentes incidieron en la explotación desmedida
hacia los animales no humanos, puesto que estos últimos comenzaron a ser
utilizados de forma intensiva como fuerza de trabajo (Hribal 2014). De este modo,
la coincidencia en cuanto al inicio de las primeras reivindicaciones de carácter
antiespecista y el proceso de organización de la clase obrera no es casual, sino
que es resultado de las condiciones de explotación que comenzaron a vivir tanto
animales humanos como no humanos con los procesos de industrialización. Estas
condiciones propiciaron que los animales fuesen usados finalmente con propósitos
similares a los de trabajadores, pero con la conveniencia de que los trabajadores
no humanos no debían ser remunerados y, además, era relativamente fácil
someterlos a una sobreexplotación con los métodos adecuados.

En vista de aquello, la articulación del antiespecismo en torno a un significado


común al de las luchas obreras y/o que expresan un carácter crítico hacia el
sistema capitalista, surge desde sus orígenes como una alternativa factible para el
proceso de resignificación de las reivindicaciones antiespecistas por la
consideración moral hacia los animales no humanos.

De este mismo modo, la contrahegemonía es entendida como la generación de


una nueva visión de mundo por medio de una propuesta hegemónica alternativa
que sirva para conformar un nuevo bloque hegemónico (Campione 2005, 18). Si
bien esta definición es totalizadora en cuanto plantea la suplantación de un
bloque hegemónico por otro, en este sentido, es factible aterrizar una alternativa
contrahegemónica que dé paso a una crítica frente a la apolitización e
ineficiencia en la que se ve inmerso hoy en día el antiespecismo, entendiendo el
contexto de pluralidad de voluntades en el que nos encontramos en la

33
actualidad. Teniendo esto en consideración, el concepto de contrahegemonía
adquiere sentido en su extensión al terreno de la lucha antiespecista, ya que el
antiespecismo se encuentra en un momento de fragmentación en cuanto a la
conformación de su identidad, esto teniendo en cuenta la multiplicidad de
corrientes que se autoproclaman como antiespecistas, incluyendo aquellas que
se han revisado a lo largo de la presente investigación, entre las que se
identifican corrientes altamente politizadas, como también otras que buscan
marginarse discursivamente de la discusión y neutralizar el carácter
inherentemente político que subyace a esta temática. En función de aquello,
cabe destacar que “(…) las luchas contrahegemónicas ocurren no sólo en el
reino de las ideas y el discurso, sino que también inspiran un amplio rango de
protestas y movimientos sociales” (Cox y Schilthuis 2012, 2).53

Es en este contexto en el que surge la urgencia en cuanto a la necesidad de dar


un giro en la discusión antiespecista y asumir un posicionamiento político cuyas
proyecciones busquen una alternativa a los intentos que han emanado hasta la
actualidad por considerar moralmente a todos los animales por igual, pero que han
resultado fallidos –o, en el mejor de los casos, insuficientes-.

Esta dicotomía que existe en el antiespecismo, por una parte, basado en un


carácter individualista que conlleva a su despolitización, y, por otra parte, como
un posicionamiento político con demandas y metas específicas, dificulta el
avance en materia de reconocimiento de los animales no humanos como entes
moralmente relevantes. Bajo esta lógica, es necesario trascender aquella
barrera que impone la nebulosa del individualismo autocomplaciente y articular
el discurso antiespecista en forma de crítica política (Stallwood 2013).54

En vista de lo anterior, es en el punto conflictual que Gramsci denomina


relaciones de fuerza, en donde el poder es disputado por los distintos grupos

53
Traducción libre del autor de la tesina.
54
Esta propuesta se funda en la afirmación que realiza Stallwood en torno al momento actual de los intentos
por otorgar derechos a los animales no humanos. En este contexto, establece que “(…) enmarcar los
derechos de los animales como manifestación política enfatiza una estrategia que se mueve desde lo
individual hasta la sociedad, un enfoque que incluye políticas públicas, legislación y aplicación de la ley”
(2013, 53). Traducción libre del autor de la tesina.

34
(1980, 57). No obstante, en este caso el poder se traduce en la capacidad para
otorgar determinada identidad a un discurso específico en el terreno de la
disputa hegemónica. Bajo esta lógica, es imprescindible hacerse parte de otras
luchas discursivas que velen por la liberación de la opresión en todas sus
formas, mas no quedarse estancado simplemente en la temática de los
animales, en lo que Torres (2014) denomina como “fetichismo del sufrimiento
animal”, en donde se sufre de una inamovilidad con respecto a la reivindicación
de la lucha antiespecista, lo que conlleva a una incapacidad al momento de
articular al antiespecismo en conjunto con otras luchas.

Basándose en los planteamientos de Laclau y Mouffe (1987) con respecto a la


lógica de articulación entre luchas dentro de la disputa hegemónica, una de las
alternativas plausibles que surge en el contexto de redefinición de la lucha
antiespecista es la de asumir un carácter contrahegemónico. No obstante, este
carácter no puede surgir de forma espontánea, mas debe analizarse el path
dependence o peso de la historia que trae consigo el especismo y, en función
de aquello, realizar los nexos pertinentes que permitan definir qué luchas son
funcionales para la articulación de un discurso antiespecista que contemple un
carácter contrahegemónico.

En esta misma línea, se debe tener en consideración que la materialización del


especismo, en términos de magnitud de explotación de animales no humanos,
comenzó a manifestar un auge a partir de los siglos XVII y XVIII, en el contexto de
la inminente industrialización de las grandes potencias occidentales, cuyas
condiciones de trabajo altamente exigentes incidieron en la explotación desmedida
hacia los animales no humanos puesto que estos eran utilizados como fuerza de
trabajo (Hribal 2014). De este modo, la coincidencia en cuanto al inicio de las
primeras reivindicaciones de carácter antiespecista y el proceso de organización
de la clase obrera no es casual, sino que es resultado de las condiciones de
explotación que comenzaron a vivir tanto animales humanos como no humanos
con los procesos de industrialización. Estas condiciones evidenciaron que los
animales eran usados finalmente con propósitos similares a los de trabajadores,

35
pero con la conveniencia de que los trabajadores no humanos no debían ser
remunerados y, además, era relativamente fácil someterlos a una
sobreexplotación con los métodos adecuados (Ibíd., 12).

“Toda producción es la apropiación de la naturaleza por el individuo en el marco y


por intermedio de una forma de sociedad determinada” (Marx 2017, 475). Bajo
esta lógica, el individuo en las condiciones descritas anteriormente se apropia de
los demás animales, considerados como parte de la naturaleza, acomodándolos a
la satisfacción de sus propios medios.

A modo de síntesis, la articulación del antiespecismo en torno a un significado


común al de las luchas que expresan un carácter crítico hacia el sistema
capitalista es una alternativa factible para el proceso de resignificación de las
reivindicaciones por la consideración moral de los animales no humanos. No
obstante, es imprescindible establecer la funcionalidad/disfuncionalidad de las
diversas corrientes antiespecistas para con el sistema de valores imperantes. Esto
a modo de generar una resignificación del antiespecismo que no caiga en una
lógica de reproducción de los valores ya instaurados bajo un régimen de
producción que propicia la explotación a través de las nociones morales propias
del especismo.

A raíz de lo anterior, surge la necesidad de realizar una crítica transformadora en


la que se ponga en cuestión la explotación que sufren los animales no humanos a
diario, fundada en los estatutos de propiedad que resguardan a los propietarios,
mas no a los animales no humanos de los que estos últimos poseen tutela y que
se ven implicados en el proceso de producción, siendo reducidos a una categoría
de meras mercancías (McMullen 2016). Además, esta resignificación del
antiespecismo abre la puerta a un proceso de repolitización del debate en que las
acciones que guíen la reivindicación de los principios morales del antiespecismo
de carácter contrahegemónico se traduzcan en una crítica con implicancias
políticas (Mason 1981). Lo anterior ya fue sugerido en los años 80 durante un
contexto similar de incertidumbre y despolitización de las demandas reivindicativas
de la libertad de los animales no humanos. Bajo esta lógica, Mason afirmó: “(…)

36
estableceremos conexiones que combinarán todas las luchas progresistas contra
el prejuicio y la opresión. Esta conexión humana a la causa de los
derechos/liberación de los animales, si se fortalece, aumentaría nuestra
efectividad política y aceleraría el progreso hacia una sociedad sin obstáculos por
estas mentiras y errores históricos” (1981, 202).55

3.1 Análisis

Luego de las indagaciones ya realizadas, es necesaria la aplicación del método de


Wilson (1963) a modo de evidenciar los casos reales que se desprenden de la
discusión en torno al antiespecismo y de poner de manifiesto qué elementos
constitutivos de cada corriente son funcionales a la propuesta expuesta en torno a
un antiespecismo de carácter contrahegemónico. Esto en tanto las diversas
corrientes teóricas expuestas y contrastadas a lo largo de la presente
investigación, cuyos elementos constitutivos son motivo de análisis, se manifiestan
en la práctica de formas divergentes, e incluso contradictorias en ciertos casos.

“Utilizando el método de Análisis de Conceptos, podemos hacernos


autoconscientes de las palabras que hasta ahora hemos usado sin reflexionar
mucho sobre ellas. Con esta técnica podemos encontrar los usos reales y posibles
de dichas palabras” (Hamamé 2000, 74). Teniendo esto en consideración, la
aplicación del concepto de antiespecismo contrahegemónico que se ha
desarrollado como propuesta de investigación, que recaba características propias
de diversas corrientes teóricas, cuyos elementos constitutivos en ciertos casos se
entrelazan, se plasmarán en los siguientes casos:

• Modelo: Considerando que el caso modelo es un ejemplo concreto que


ilustra al concepto involucrado, en este caso el antiespecismo de carácter
contrahegemónico, a través de una aplicación real, se considera a la
organización chilena Elige Veganismo, cuya misión es la defensa de los
animales no humanos, basándose en un enfoque de difusión del
antiespecismo de carácter abolicionista. Esta organización es elegida en

55
Traducción libre realizada por el autor de la tesina.
37
tanto recaba elementos como la difusión del veganismo, que posee la doble
función de acción directa como medida que repercute en una baja en la
demanda de productos cuya elaboración posea una huella de explotación
animal, así como también el cambio de hábito a nivel personal.
Adicionalmente, la organización realiza una importante labor informativa a
través de la infiltración en centros de explotación de animales no humanos
como lo son granjas y mataderos, lo que implica una acción política mayor,
aunque respetando el principio de no violencia propio del abolicionismo
(Francione 2018). Además, la organización centra su discurso en la
refutación del estatus de propiedad en el que se sostiene la explotación de
los animales no humanos bajo el sistema especista, razón por la que ilustra
de manera certera las características propias del caso modelo.
• Límite: Considerando que el caso límite busca ilustrar mediante un ejemplo
real que posea características del caso modelo, pero también algunas del
caso contrario, explicitando qué componentes son necesarios para llegar a
ser considerado como modelo, se considera a PETA, Organización
internacional de carácter bienestarista, como un ejemplo de este caso. Esto
en tanto PETA, si bien durante los últimos años ha comenzado a promover
abiertamente el veganismo, lo que le otorgaría una característica propia del
enfoque abolicionista, no ha trascendido su crítica a una refutación en torno
al estatus de propiedad que sustenta al problema de la no consideración
moral hacia los animales no humanos. Además, esta organización realiza
diversas campañas de carácter monotemático o que apuntan a reformar de
manera parcial la institucionalidad en la que se sustenta todo el aparato
explotador de las industrias que utilizan a animales no humanos para
beneficio propio. De este modo, para llegar a ser considerado como caso
modelo, esta organización debiese centrar su labor informativa en la
difusión del veganismo propiamente tal y de asumir un rol crítico con
respecto a las formas de explotación hacia los animales no humanos, pero
de todos ellos por igual, mas no centrándose en campañas que apunten a
ciertas especies por sobre otras, ya que de este modo está incurriendo en

38
lógicas que son propias de la jerarquización inter especies que resulta del
especismo como sistema de ideas hegemónico. De este modo, se
considera que PETA recaba más atributos para ser considerada como una
organización de corte bienestarista.
• Contrario: Teniendo en consideración que el caso contrario ilustra un caso
que se opone al caso modelo, en donde se ilustra un concepto opuesto al
propuesto en la investigación, se considera a la International Hunter
Education Association como un ejemplo de caso contrario. Esto en tanto
esta asociación internacional manifiesta un carácter especista. En sus
principios plantea a la caza como una actividad recreativa segura y,
adicionalmente, explicita tener un equipo que se encarga de educar a las
personas en torno a esta materia. Es decir, promueve abiertamente el
asesinato de animales no humanos y los minimiza a un plano de meros
medios para la entretención, mediante la acción de otorgarles la muerte, de
los seres humanos. Esta lógica especista se condice con lo expuesto por
Scruton (2003), al considerar que la caza es justificable en tanto la
intencionalidad del cazador no sea guiada por el morbo. Es decir, se avala
la matanza de animales no humanos, siempre y cuando la intencionalidad
del cazador no sea malévola,.
• Inventado: El caso inventado, según la categorización de Wilson (1963)
corresponde a un caso utópico que recabe las características ideales del
concepto en cuestión. En este caso se considera al Frente de Liberación
Animal, Organización internacional de carácter antiespecista e inspiración
anticapitalista y antiimperialista, como un ejemplo ilustre de la propuesta de
antiespecismo contrahegemónico desarrollada en esta investigación. Esto
en tanto logra articular al antiespecismo desde una arista política y
entrelazarlo con otros elementos discursivos de carácter contrahegemónico
como lo son el anticapitalismo y el antiimperialismo. Además, el Frente de
Liberación Animal desarrolla una labor de acción directa con un contenido
político claro: acabar con toda industria que explote a animales no
humanos. De este modo, el sabotaje, la difusión de material bibliográfico de

39
carácter político a través de sus redes, la difusión del veganismo como
estilo de vida y el rechazo al capitalismo salvaje y a la noción de propiedad
que este otorga a los animales no humanos, hacen de esta organización un
ejemplo ilustre del concepto propuesto en la presente investigación:
Antiespecismo contrahegemónico.
3.2 Consideraciones finales

A lo largo de la presente investigación se han contrastado diversas


manifestaciones discursivas del antiespecismo, no obstante, no se busca
desmerecer a una corriente teórica como inservible o, por el contrario,
sobrevalorar a una corriente como poseedora de la verdad absoluta y como único
camino factible para la articulación efectiva del antiespecismo en el contexto actual
de su politización. Más allá de aquello, esta investigación ha indagado en los pros
y contras de las diversas corrientes antiespecistas, elaborando una propuesta
alternativa que recaba elementos clave que son considerados como necesarios en
el escenario de pluralidad de voluntades que surgió a partir de mediados del siglo
XX. Así, por ejemplo, se reconoce el aporte de Bentham (1780) como principal
antecedente de la discusión en torno al antiespecismo, así como también a Singer
(1999) en su intento por generar una igual consideración y mayor bienestar para
todas las especies a través de la adaptación del utilitarismo benthamniano a su
propuesta, como también el aporte de Regan (1985; 2006) como precursor de la
teoría del derecho y a Francione (1995; 1999; 2000; 2008) como aquél que
simplificó y consolidó las propuestas de Regan en su enfoque abolicionista, cuyo
componente crítico al estatus de propiedad otorgó un carácter inherentemente
político a la discusión.
A raíz de lo anterior, es menester tener en consideración que cada corriente ha
sido un aporte a la discusión, no obstante, los resultados de esta investigación
inevitablemente poseen una inclinación hacia la adopción de una postura más
cercana a una de estas corrientes. Sin embargo, esta inclinación no surge como
mero capricho ligado a una militancia personal, sino a modo de identificar los
caminos que pudiesen resultar en un desarrollo más óptimo de la articulación

40
discursiva en la que se ve inmerso el antiespecismo en el contexto actual de su
inminente politización.

Conclusiones

A modo de conclusión, es necesario resaltar tres aspectos que se desprenden de


los resultados de la presente investigación:

En primer lugar, el contexto de apolitización que impera en torno al debate


antiespecista es un factor determinante en la intrascendencia de las ideas
antiespecistas. En este punto se adiciona la prevalencia del enfoque bienestarista
en las discusiones sobre el antiespecismo: enfoque que reproduce lógicas
especistas tales como la jerarquización de especies mediante el desarrollo de
campañas que apuntan a la protección de ciertos animales en específico, así
como también su nulidad crítica en torno al estatus de propiedad en el que se
sostiene el especismo como discurso hegemónico en la discusión en torno a la
consideración moral hacia los animales no humanos.

En segundo lugar, se logran identificar las corrientes que no alteran la


predominancia del especismo desde un punto de vista crítico en torno a su
articulación discursiva. Tal es el caso, por ejemplo, del bienestarismo: corriente
que basa sus planteamientos principalmente en un sistema moral que no realiza
una crítica efectiva que conlleve a la modificación discursiva del sistema especista
predominante. De este modo, el contraste resultante de las diversas corrientes
antiespecistas analizadas en la presente investigación sugiere que el
abolicionismo recaba una mayor cantidad de elementos que pudiesen resultar en
una disputa efectiva de la hegemonía discursiva especista. No obstante, la
aparición tan reciente de esta corriente aún no logra vislumbrar resultados
concluyentes, por lo que en este punto es necesario hacer una prospección al
futuro y tomar los riesgos de dar un giro que apunte a la adopción de un discurso
que incorpore, en su mayoría, elementos conceptuales más cercanos al enfoque
abolicionista.

41
Por último, se evidencia la necesidad de articulación del antiespecismo en
conjunto con otras luchas en el contexto de la pluralidad de voluntades que
comienzan a manifestarse a partir del período de posguerra se torna
imprescindible. Esto teniendo en cuenta la resignificación del antiespecismo a
partir de la consideración de su carácter político como un imperativo para la
disputa hegemónica. No obstante, hay que ser categórico en cuanto al rechazo a
la adopción de aquellas manifestaciones discursivas que se autoproclaman como
antiespecistas, mas buscan perpetuar los principios esenciales del especismo
mediante un reformismo de carácter superficial y nula capacidad crítica. A pesar
de esto, es necesario identificar aquellos elementos de los distintos enfoques
antiespecistas que han surgido durante los últimos años que poseen una
capacidad crítica mayor y amalgamarlos en una propuesta de antiespecismo que
logre insertarse en el contexto político actual, en conjunto con otras luchas que
pudiesen complementar a las reivindicaciones por la liberación animal.

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